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• LA ELECCIÓN VOCACIONAL Y CRISIS DE LA ADOLESCENCIA.

La vocación no es un “suceso”, sino un proceso de construcción de opciones de formación


profesional y laboral, ligado íntimamente a un proyecto de vida. La construcción de la
vocación, implica realizar un proceso de decisión, la escuela debe facilitarlo que se
relaciona con la configuración de la identidad personal.

Frente a la elección vocacional, se generan diversas problemáticas:

• Dudas respecto de iniciar o continuar una carrera determinada, por ejemplo: abandonar
o no la carrera que se está estudiando.
• Ambivalencia respecto de optar por una o varias alternativas posibles, como por
ejemplo, estudiar Derecho o Psicología.
• Incongruencia relacionada con aspiraciones que se perciben como contrarias. Por
ejemplo: deseo de ganar una buena remuneración versus el interés por una carrera con
poco campo laboral.
• Inseguridad frente a la superación de obstáculos, percibidos como barreras que
dificultan el logro de metas deseadas. Ejemplo: interés por Sociología pero temor a no
rendir bien en el ramo de Estadística.
• Ausencia total de metas o proyectos. Ejemplo: no tener claridad sobre qué se desea
lograr en el futuro.

La elección vocacional forma parte de un proyecto de vida, es decir, de una construcción


personal acerca de quién queremos ser y cuál será el sentido de nuestra vida. Una buena
elección vocacional debiera considerar los siguientes elementos:
• Historia de vida: La historia de vida está conformada por los aprendizajes personales que
se han logrado en toda la trayectoria de una persona dada. Esos aprendizajes quedan
inscritos en nuestra forma de ser, pensar y actuar. Entonces, dicha historia
necesariamente modela todo proceso de decisión hacia el futuro, dependiendo de las
experiencias previas. Por ejemplo: tal vez queremos escoger carreras que nos permitan
diferenciarnos de nuestros padres, o bien nuestra opción simboliza el apego hacia alguno
de ellos, etc. Es importante que consideremos que la elección vocacional no es la primera
decisión que tomamos; hemos realizado un sinnúmero de decisiones de todo tipo, por lo
que es fundamental que descubramos cómo elegimos y cuán acertadas han sido nuestras
decisiones anteriores.

• Intereses: Es esencial clarificar lo que nos gusta y disgusta. Hay actividades, tanto
académicas como de tiempo libre, que nos hacen disfrutar más y sentirnos plenos, y otras
que preferimos evitar. Una elección vocacional madura requiere que detectemos esos
puntos y los relacionemos con un proyecto de vida. Una actividad que nos interesa, hace
más fácil adquirir compromiso y dedicación. Es bueno recordar que la elección de carrera
implica necesariamente inversión económica y de tiempo. La escuela debe hacer posibles
ambas, dentro de sus limitaciones.

• Habilidades: Para tomar una acertada decisión, es importante que se precise lo que uno
sabe y lo que no sabe hacer... la escuela tiene que ayudar al alumno a descubrir sus
fortalezas y flaquezas y sobre todo lo que cuesta más aprender. Por lo tanto, se deben
revisar las habilidades y destrezas tanto intelectuales como físicas. Podemos obtener
información acerca de este punto especialmente a través del rendimiento en las diversas
asignaturas, y la mayor o menor facilidad con la que aprendemos determinados
contenidos.

• Aspectos de la personalidad: Ciertos rasgos de personalidad pueden facilitar el


desempeño exitoso en un área determinada o, por el contrario, pueden ser
contraproducentes. Por ejemplo, el estudiar Medicina requiere perseverancia, curiosidad
intelectual y facilidad de trato con las personas. En cambio, estudiar Informática requiere
ser altamente metódico y ordenado... esto no se si tiene sentido meterlo

• Expectativas de futuro: Es también relevante preguntarse: ¿qué se espera de la carrera


o profesión elegida?:¿lograr bienestar económico?, ¿nutrir el mundo social, conocer
gente?, ¿ayudar a otros desprotegidos?, ¿alcanzar estatus?, etc...

• Aspectos propios de la realidad: Dentro de este factor, se debe analizar la situación


socioeconómica personal o familiar, las posibilidades de financiamiento, la realidad
geográfica (qué alternativas se pueden estudiar cerca o lejos), la realidad familiar (¿hay
conflicto entre la decisión personal y lo que esperan los padres?, ¿afectivamente es muy
complejo irse a estudiar lejos de casa?), entre otros. Hacer de intermediario, en lo posible,
en los casos que se pueda desperdiciar un alumno con gran potencial por un miedo de los
padres, algo de esa onda capaz que quede bien

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