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Lesiones por arma blanca:
Introducción:
Las lesiones por arma blanca tienen la característica particular de ser causadas por un conjunto muy heterogéneo
de elementos lesivos, que nada tienen de relación entre ellos, a excepción de poseer, como común denominador,
un filo, una punta, o ambas cosas como exponentes del potencial vulnerante.
Historia:
Las primeras armas manufacturadas por el hombre fueron las “contundentes” como por ejemplo, las mazas y los
garrotes realizados con madera y piedra. Así hace aproximadamente 100.000 años, en el paleolítico inferior,
aparecen las primeras “armas blancas” de piedra, con hoja de sílex y de obsidiana (cuchillos, punta de lanza) y
mangos de hueso o madera. También se han hallado piezas dentarias de animales talladas como hojas de arma
blanca.
Luego del neolítico (de 8000 a 2500 años a.C.) y del calcolítico, cuando se pulen y refinan las hojas de piedra, es
en la edad de los metales (bronce, 4000 años a.C., y hierro, entre 1500 – 1250 años a.C.) cuando las armas blancas
comienzan a poseer hoja metálica la cual se irá perfeccionando hasta nuestros días, en los que hay una variedad
infinita de tipos y modelos.
Definición:
Se postula que la denominación de “blanca” para estas armas surgiría de la presunta blancura de su hoja, aunque,
en realidad, en el Medioevo, a estas armas se las conocía (o mejor se hacía referencia a ellas) como “blancas”
debido a la limpieza que poseían en comparación con las primitivas armas de fuego portátiles de la época, que se
consideraban “sucias” como consecuencias de lo engorroso su sistema, generador de un desparramo de pólvora
incombustible, humo y hollín, además de ruido y olor a quemado.
Más adelante, finalizando ya la Baja Edad Media, se consideraba honorable el lance y el duelo entre nobles
caballeros mediante armas “blancas” de refinada y exquisita fabricación; ello requería destreza y valentía,
mientras que un villano podía eliminarlos, cobardemente, con un disparo de arma de fuego, lo que se tornaba
despreciable. Puede agregarse que, para esa época medieval, se designaban “armas blancas” a las que llevaba el
noble caballero que aún no había tenido intervención en empresa de combate alguna.
También debe recordarse que se denominaban “armas negras” a aquellas construidas con hierro ordinario, sin
brillo ni filo y con una punta esférica, utilizadas para el aprendizaje de las esgrima sin potencial lesivo; y por
contraposición, las verdaderas eran “armas blancas”.
En medicina legal, se entiende por “arma blanca” a todo aquel elemento lesivo o potencialmente lesivo, de
variado material y hechura que, teniendo al menos un filo y/o una punta aguzada, es idóneo para lesionar el
cuerpo humano aisladamente con cada uno de ellos o combinado ambos a la vez.
En casi la totalidad de los casos, la capacidad lesiva obedece a que se ha dotado el arma en cuestión de una
suficiente fuerza viva, ya sea por empuñadura manual o, más raro, por un acto arrojadizo; es excepcional un
mecanismo inverso en el que una persona es herida por su propio desplazamiento activo impactando contra un
arma blanca fija inamovible.
Clasificación y tipos de armas blancas:
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Cada arma blanca estudiada y considerada según el caso particular, podrá ser incluida en alguna de las categorías
que se expondrán, dependiendo ello de la utilidad práctica para el perito.
Según su hechura:
Típicas: Cuando su fabricación original es industrial de serie o profesional artesanal y obedece a propósitos de
combate, como por ejemplo: bayoneta, daga, puñal, espada, florete, lanza, navaja de cachas, cuchillo de
combate.
Atípica: Cuando su fabricación es industrial de serie y no obedece a propósitos de combate, pero, en
determinadas circunstancias, se utilizan con fines lesivos, como por ejemplo: cuchillo de cocina, machete, tijeras,
pala, hacha, picahielos, punzón, cortaplumas.
Ocasionales: Cuando, en ciertas condiciones, se manufacturan o se modifican objetos y utencillos comunes con
fines lesivos, como por ejemplo: flete metálico afilado, mango de cuchara limada, botella rota, hoja de espátula.
En la jerga carcelaria, los elementos metálicos así acondicionados se conocen como “facas”.
Según su morfología:
Laminar con punta y filo: cuchillo, navajas de cachas, espada, daga, bisturí, fragmento de chapón, de vidrio, rama
de tijera, ciertos cortaplumas, punta de lanza.
Laminar con filo: hoja de afeitar, navaja de afeitar, bisturí, borde de chapa, de vidrio, de porcelana, de cerámica.
Laminar con punta: puñal, flecha, ciertos cortaplumas.
Cilíndrico con punta: Punzón, clavo, picahielos, estilete, florete, agujas, ciertos destornilladores.
Según la presencia o no de hoja metálica:
Clásicas o de hoja: cualquier cuchillo (de combate o no), navaja, puñal, espada.
No clásicas o sin hoja: vidrio, chapa, tijera (tiene ramas, no hojas), punzón, agujas.
Partes constitutivas de un arma blanca clásica o de hoja
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Básicamente se distinguen dos partes fundamentales: el mango y la hoja. El mango puede ser de distinto material
y la hoja insertarse en él. Puede suceder también que tanto la hoja como el mango sean una sola pieza,
destacándose en el primero la presencia de cachas a sus lados.
Según las distintas armas, el extremo del mago opuesto a la hoja puede estar rematado por una perilla o
moterilla, también denominada Pomo, la cual cumple funciones tanto estructurales como ornamentales.
El límite entre mango y hoja puede mostrar una separación estructural denominada gavilán, cuya función
principal durante la agresión es hacer tope a la mano, para evitar que esta se desplace hacia delante con el
movimiento de producción de la herida. El punto de unión entre el mango y la hoja se denomina cruz.
La hoja del arma fundamentalmente tiene tres zonas: los bordes o cantos, la punta, y el plano. Los bordes son
dos: superior e inferior, aunque a veces la simetría y el doble filo no permiten definirlo por separado. El borde
superior se denomina lomo cuando no tiene filo. El inferior siempre tiene filo, que puede ser neto, dentado,
serrado, etc. Si existen dos filos completos se rotulan uno como superior y otro como inferior de manera
arbitraria. Cuando el lomo (borde sin filo) presenta solo filo solo en la zona vecina a la punta del instrumento, esta
es definida como contrafilo.
El plano de la hoja puede ser completamente liso o presentar depresiones o relieves. La zona del plano de la hoja
ubicada en vecindad de la punta del instrumento se denomina pala, mientras que la mayor parte de la estructura
laminar se denomina espina de la hoja.
La depresión longitudinal en el plano de la hoja se conoce como canal o acanaladura si es delgada y poco
profunda, o como vaceo, si es de mayor ancho y profundidad en el espesor del metal. Existen creencias erróneas
y muy difundidas sobre la función de los vaceos. Siempre se ha aducido que su presencia pretende la entrada de
aire a la herida producida en el cuerpo de la víctima para facilitar su posterior infección, y también, para que el
arma pueda desclavarse sin dificultad. Todo ello no es así. La función de los vaceos es otorgar, por una parte,
solidez y flexibilidad a la hoja aumentando la resistencia del material; y por otra parte, hacer que el arma sea más
liviana. Además, se conoce desde tiempos antiguos, que los vaceos y acanaladuras cumplen una función
ornamental a la par de la jerarquía militar: las armas con vaceos eran de los oficiales.
El relieve longitudinal sobre el plano de la hoja se denomina lomo de anguila, dado su similitud visual y palpable
con el animal acuático. Proporciona mayor solidez a la hoja, pero determina un mayor peso.
El ricazo es la parte del plano de la hoja ubicada a su inicio en la unión con el mango. Es más grueso que el
espesor del resto de la hoja y, tanto en su borde superior (lomo) como en el inferior (zona aquí denominada
bigotera), no posee filo. Ese grosor, diseñado para dotar de firmeza y solidez a la hoja en su unión con el mango, a
veces, puede provocar un efecto contundente en los extremos de las lesiones punzocortantes y enmascarar el filo
al proporcionar una tendencia a la configuración roma de los ángulos de la lesión (artefacto por Ricazo).
La punta es el extremo vulnerante del instrumento lesivo destacándose su agudeza como propiedad fundamental.
Debe considerarse si presenta un solo filo, doble, o si está rematada por contrafilo.
Lesiones por arma blanca:
Para su estudio medicolegal y según sus caracteres morfológicos, se definen en:
Formas simples:
a) Lesiones cortantes o incisas
b) Lesiones Punzantes
Formas combinadas:
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a) Lesiones punzocortantes
Formas especiales:
a) Lesiones contuso – cortante
b) Lesión contuso – punzante (perforantes)
Formas simples:
a) Lesiones cortantes o incisas: En las lesiones cortantes o incisas, predomina la expresión morfológica lesional
en la superficie cutánea (longitud) por sobre la expresión morfológica lesional en la profundidad corporal
(penetración).
Son producidas por instrumentos lesivos que actúan exclusivamente por el filo con un mecanismo de presión o de
presión y deslizamiento; su principal efecto es la sección de los tejidos. Ejemplo: hoja de afeitar, navajas, vidrios,
bisturí, etc.
Morfología de la Lesión:
Los extremos de la lesión son ángulos con tendencia a la configuración aguda, observándose en ellos las
denominadas “colas” o “coletas” como elementos distintivos.
Se describe una morfología clásica, con una coleta de “entrada” corta y relativamente profunda y una coleta de
“salida” de mayor longitud y con
profundidad decreciente, la cual
progresivamente se agota haciéndose
cada vez más superficial hasta desaparecer
de la superficie cutánea.
El recorrido de las coletas tiene
importancia para intentar determinar la
dirección seguida por el movimiento del
instrumento lesivo durante la producción
de la herida.
Los labios de la lesión tienen bordes regulares, netos, limpios y retráctiles, pero nunca se encuentran
contundidos; y se adosan entre sí coaptando perfectamente. Tienen paredes bien definidas (con cierto grado de
protrusión del tejido fibroadiposo subcutáneo) que confluyen en vértice agudo hacia la profundidad de la herida,
ofreciendo un perfil de sección triangular con base en la superficie de la piel si se observa en un corte transversal.
Nunca hay puentes de tejidos como en las heridas contusas.
La profundidad de las lesiones cortantes, por lo general, interesa planos superficiales de la piel y celular
subcutáneo; no obstante ello es muy variable, ya que existen casos de compromiso de planos musculares e
incluso óseos. “Estas lesiones generan Hemorragia Externa”
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b) Lesiones Punzantes: En las lesiones punzantes, predomina netamente la expresión morfológica lesional en la
profundidad corporal, mientras que es mínima la expresión morfológica lesional en la superficie cutánea.
Son producidas por instrumentos lesivos generalmente delgados, de conformación elongada y cilindro‐cónica,
que actúan exclusivamente por la punta o extremo bien aguzado por un mecanismo de presión y penetración; sus
principales efectos son la punción y la separación de los tejidos con distensión y rechazo de ellos, y es nula la
sección por ausencia de filo.
Morfología de la Lesión:
Según la longitud y el grosor del instrumento lesivo, como así también la región topográfica interesada, podrá
existir un orificio u ojal de entrada, un trayecto de penetración y un orificio u ojal de salida.
De acuerdo con el grosor del instrumento lesivo en cuestión, el orificio u ojal de
entrada podrá variar desde un punto milimétrico, hasta una lesión de varios
milímetros, bordes invaginados y, por lo general rodeado de una aureola equimótica.
Puede llegar a suceder que simule una lesión punzocortante, pero debe tenerse en
cuenta que nunca poseerá ángulos agudos, que su contorno será romo, y que, por más
que esboce una morfología de “hendidura”, al afrontarse manualmente los bordes,
quedará formado un perímetro redondeado.
El trayecto de penetración, por lo general, se trata de un canal de recorrido rectilíneo, que atraviesa diferentes
planos anatómicos superficiales, profundos y viscerales, según la topografía, con profundidad variable, pero
siempre importante. Esta trayectoria intracorporea puede terminar en un fondo de saco, o bien, producir a nivel
cutáneo un orificio u ojal de salida de configuración irregular, de menor tamaño que el de entrada, con cierta
eversión de los labios de su perímetro y con protrusión del subcutáneo; se pueden observar fisuras y pequeños
desgarros por el estallido tegumentario de adentro hacia afuera.
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“La hemorragia generada por estas lesiones es predominantemente interna”.
Formas combinadas:
Lesiones punzocortantes: en estas lesiones predomina netamente la expresión morfológica lesional en la
profundidad del cuerpo, pero tienen, asimismo, una considerable expresión morfológica lesional en la superficie
cutánea.
Son producidas por elementos lesivos planos o poseedores de hoja, dotados de una punta aguzada y de, por lo
menos, un filo (pueden tener dos o más); actúan por un mecanismo mixto y simultaneo de presión, penetración y
deslizamiento cuando son introducidos, y en segundo lugar, por un mecanismo de deslizamiento cuando son
retirados. Los efectos principales son la sección y la separación de los tejidos, en mayor grado en profundidad, y en
menor grado en superficie; puede predominar uno u otro según la forma de producción de la hedida, pero siempre
combinados. Algunos ejemplos son: cuchillo, espada, bayoneta.
Morfología de la lesión:
El orificio u ojal de entrada tiene una forma, por lo general, elíptica, con
labios y bordes netos, habitualmente no contundidos y sin puentes de
tejido. Presenta dos extremos o ángulos, y siempre por lo menos, uno de
ellos con tendencia a la configuración aguda.
A los fines descriptivos se pueden considerar tres morfologías básicas según
el estudio de los extremos o ángulos:
• La observación de un ángulo con tendencia a la configuración roma, y el restante, hacia la aguda, hará
presumir, en principio, un arma de hoja monocortante.
• La observación de dos ángulos con tendencia a la configuración aguda, hará presumir, en principio, un
arma de hoja bicortante.
• La observación de dicotomía en uno de los ángulos, configurando la morfología “en cola de pescado”,
hará presumir, en principio, movimientos de la víctima al ser herida o manipuleo lateral del arma por el
victimario al herir o al retirarla, o ambas cosas.
No es de excepción observar lesiones excoriativas lineales a la manera de coleta de salida como efecto superficial
lesivo del filo o de la punta del arma, que son producidas al retirar el elemento de la profundidad de la herida.
Puede constatarse que se origina partiendo tanto de los extremos o ángulos como también de los bordes; su
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longitud es variable y su profundidad uniforme. A fin de diferenciarla de la “coleta” de las heridas cortantes, se la
puede denominar “pseudocoleta”.
La profundidad intracorporea del trayecto lesivo tiene dimensiones importantes. Puede ocurrir que el trayecto no
sea único por la iteración y reiteración rápida y consecutiva del movimiento de penetración del arma por el
mismo orificio u ojal de entrada. Las paredes del trayecto son lisas y netas, excepcionalmente anfractuosas.
“Estas lesiones producen tanto hemorragia externa como interna”.
Formas especiales:
a) Lesiones contuso‐cortantes: existe una considerable expresión morfológica lesional tanto en la superficie
cutánea como en la profundidad; lo predominante es la extensión y la magnitud lesiva.
Son producidas por elementos lesivos estructuralmente pesados, sin punta y habitualmente con un filo escaso. En
ellas actúa un mecanismo mixto simultaneo de golpe y presión; puede haber una participación accesoria de
deslizamiento. Los efectos principales son la sección contundente y la separación traumática de los tejidos.
Los instrumentos idóneos para producir estas lesiones deben estar dotados de una gran fuerza viva. Algunos
ejemplos son: pala, machete, azada, hacha, sierras, espátula, etc.
Morfología de la lesión:
En general, son lesiones amplias e irregulares, con bordes contundidos y equimoticos; prácticamente es constante
su anfractuosidad. Los labios y las paredes, rara vez son netos y, en el fondo o lecho cruento, no se observan
puentes de tejido. Una aureola equimótica difusa rodea el perímetro de la herida. Los extremos tienen una
configuración de tendencia aguda y no se observan coletas.
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Habitualmente, existen marcados efectos lesivos en profundidad y, según se trate de un segmento articulado
corporal, la lesión puede producir mutilaciones al excederse el límite de resistencia ofrecido por el plano óseo.
“Estas lesiones provocan tanto hemorragia externa como interna, aunque con predominio de la primera”.
b) Lesiones contuso‐punzantes: predomina de manera neta la expresión morfológica lesional en la profundidad,
pero la expresión morfológica de la lesión en la superficie resulta fácilmente reconocible.
Son producidas por instrumentos lesivos sin filo, elongados y de estructura cilindroconica o de prisma, pero con
grosor considerable; que actúan por un extremo o punta roma por medio de un mecanismo combinado de
contusión por golpe y penetración. Al no ser elementos puntiagudos, deben estar dotados de una gran fuerza
viva.
El efecto es la contusión, separación, distención y desgarro de los tejidos, en forma radiada, a medida que
progresa en profundidad (penetración). Algunos ejemplos: regatón de paraguas, destornilladores, sinceles,
mechas de taladro, limas, etc.
Morfología de la lesión:
Por lo general guardan similitud con las lesiones punzantes, pero el orificio u ojal de entrada es redondeado
(conoide) o geométrico (en forma de “Y” o “X”) según el elemento, sus bordes están netamente contundidos y
equimoticos, el perímetro presenta una aureola equimótica difusa.
El trayecto de penetración está representado por un verdadero canal de recorrido contundido bien definido.
Puede finalizar en un fondo de saco ciego o, más raramente, producir un orificio u ojal de salida.
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“La hemorragia que se produce es predominantemente interna”.
Variedades particulares de lesiones por arma blanca:
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Lesiones autoinferidas:
Como su nombre lo indica, son autoproducidas, infligidas así mismo por el propio sujeto. En los casos de armas
blancas, conlleva dos fines: el daño para obtener alguna ventaja, o directamente el suicidio. Son lesiones
cortantes, superficiales, lineales y con un paralelismo característico. Se concentran en zonas topográficas de fácil
accesibilidad y son cómodas para el propio accionar del sujeto.
De preferencia, suelen ubicarse en antebrazos, cara anterior de tórax y abdomen y caras anteriores de muslos.
Lesiones de defensa:
Lo más característico y frecuente es encontrar lesiones cortantes y punzocortantes. Representan intentos de la
victima de oponerse a la agresión, interponiendo segmentos corporales a la acción del arma para detenerla.
Asientan con mayor frecuencia en palmas de la mano, dorso de la mano, cara extensora de antebrazos, cara
posterior de brazos e incluso cara anterior de piernas y dorso del pie.
Lesiones pasionales:
Los casos en que la motivación lesiva se halle rodeada de una naturaleza afectiva patológica de índole, por lo
general, celotipica, pueden observarse lesiones cortantes, punzocortantes, secciones y mutilaciones.
Se encuentran ubicadas en genitales, rostro, mamas, areolas y pezones.
Hara Kiri:
Forma de suicidio ritual de origen japonés, que consiste en seccionar, en un primer tiempo la pared abdominal y,
en un segundo tiempo, las asas intestinales exteriorizadas.
Por extensión analógica, tiende a rotularse “hara kiri” a la forma de suicidio efectuada por sección del abdomen.
Lesión en acordeón:
Se trata de lesiones punzantes o punzo‐cortantes cuya profundidad de penetración excede
la longitud de la hoja o del elemento vulnerante utilizado. Para que se concrete esta
situación, deben darse dos circunstancias:
a) Una notable violencia ejercida al consumar la agresión
b) La lesión debe asentar en una topografía blanda y depresible como el abdomen
Lesión de vacilación. Retomas:
Son heridas cortantes autoprovocadas, de pequeñas dimensiones, cortas y de escasa profundidad, lineales y
ubicadas en la vecindad del inicio de una lesión mayor o de la principal. Se producen por el tanteo previo que
realiza el sujeto con el instrumento lesivo en la zona a vulnerar antes de inferirse un corte profundo. Por lo
general tienden a ser varias, repetidas y agrupadas.
La localización topográfica acompaña, lógicamente, a las heridas mayores de características suicidas habituales:
caras anterolaterales del cuello, cara palmar de muñecas, pliegue de codos e inguinales.
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Degüello:
Define a las heridas ubicadas en el cuello, en la zona anterior, anterolateral o lateral, que alcance por lo menos los
planos donde transcurren los grandes elementos vasculares cervicales y de vía aérea. Pueden ser suicida,
homicida y, excepcionalmente, accidental.
Lesiones por tijera:
Tienen el particular interés medicolegal de poder producir las 5 formas de lesiones por arma blanca definidas por
sus caracteres morfológicos.
• Si vulnera exclusivamente por el filo de una de sus
ramas abiertas, determinara una lesión cortante.
• Si vulnera exclusivamente por la punta de una de sus
ramas abiertas, o bien de sus ramas cerradas, pero con
mínima penetración, determinara una lesión punzante.
• Si vulnera exclusivamente por medio de la punta y el
filo de una de sus ramas abiertas o, también, por el de
sus dos ramas abiertas, pero con penetración
considerable en profundidad, determinara una lesión
punzo‐cortante.
• Si vulnera exclusivamente por medio de los filos de sus
dos ramas abiertas, pero contundiendo con violencia
sobre una zona topográfica con un plano óseo
subyacente, determinara una lesión contuso‐cortante.
• Si vulnera exclusivamente por medio de su punta con
las ramas cerradas, pero contundiendo con violencia y
penetra en profundidad considerable, determinara una
lesión contuso‐punzante.
Mecanismos de MUERTE:
INMEDIATOS:
Se destaca la hemorragia, tanto externa, interna o mixta. Puede suceder raramente la asfixia por aspiración
masiva de sangre en caso de degüello con lesión de la vía aérea, y más infrecuente aún la embolia aérea.
MEDIATOS:
Aparecen los trastornos hemorragíparos del tipo coagulopatías por consumo, en casos de shock hipovolémico
agudo y severo y en los que fue posible llevar a cabo una intervención quirúrgica de urgencia.
TARDÍOS:
Se encuentran las complicaciones posquirúrgicas alejadas, el distress respiratorio crónico, la falla
multiparenquimatosa, y sobre todo, la complicación infecciosa.
Informe Pericial:
Ubicada topográficamente la lesión, se tratara de determinar el tipo de acuerdo con los caracteres morfológicos
observados en el orificio u ojal de entrada. Se describirán dimensiones, bordes, labios, extremos o ángulos,
presencia o no de coletas, desgarros, forma armónica o disarmonica, etc., y la disposición de la lesión respecto de
los ejes anatómicos mayores: transversal, paralela u oblicua a ellos.
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Se detallara el canal de recorrido o trayectoria labrada por el instrumento lesivo mediante la disección necropsica,
dejando constancia de los planos anatómicos y viscerales interesados. Se describirá, si lo hubiera, la localización y
característica del orificio u ojal de salida.
Se consignara la incidencia intracorporea del elemento lesivo conforme a los planos y estructuras anatómicas
interesadas en relación con los tres planos anatómicos del espacio.
Cuestiones Periciales:
Una premisa fundamental es diferenciar el carácter vital o post mortem de la lesión, lo que básicamente se
intentara al reconocer macroscópicamente sus caracteres; es primordial el grado de infiltración hemática.
• Si las lesiones por arma blanca son varias o múltiples, surgen tres aspectos periciales de importancia:
a) Determinar cuál de todas o cuales son mortales: de las existentes, valorar a la más grave como la mortal. Si
no hay una sobresaliente, se debe consensuar.
b) Determinar si intervino una sola arma o mas; punto de muy difícil respuesta.
c) Determinar el orden secuencial cronodinamico de las lesiones: no puede ser definido con un grado de
certeza suficiente. Suele considerarse como la ultima de la serie a la más grave o importante.
El grado de infiltración hemática de cada herida es un parámetro de cierta fiabilidad.
La lesión producida en primer
término, por lo general, presenta un
mayor infiltrado hemático que las que
le suceden, y mayor aun cuando se
compara con una agónica o pre
mortem, aunque hay factores que
inciden sobre ello, como por ejemplo,
la irrigación de la zona injuriada, el
estado vascular del sujeto (fragilidad
vascular) o la coagulabilidad sanguínea. Cuando se trata de dos lesiones punzocortantes
entrecruzadas, al adosarse manualmente los labios de la producida en primer lugar, coaptan en
forma armónica y, también, los de la segunda por el eje de esta última se quiebra y pierde su
continuidad rectilínea, mientras que, si iniciamos la maniobra de afrontamiento en la producida
en el segundo término, sus labios quedan adosados regularmente, mientras que los de la
producida en primer término no se afrontan.
Cuando en dos heridas punzocortantes, una “nace” coincidiendo de un borde de la otra, la
herida “naciente” es la posteriormente producida.
• La máxima resistencia en el ingreso y penetración de un arma blanca es ofrecida solamente por la piel, y que,
una vez atravesada esta, el instrumento lesivo sigue su recorrido sin gran resistencia por parte de las estructuras
tisulares blandas. Por lo tanto no es necesaria demasiada fuerza o violencia para generar lesiones profundas en
partes blandas y vísceras. Las excepciones con hechas en las denominadas heridas en acordeón.
• Diagnostico diferencial medicolegal entre lesiones de etiología suicida, homicida, accidental: la valoración de
cada caso en particular debe realizarse con el conjunto de los datos relevados del lugar del hecho, los
antecedentes recabados en la instrucción, los elementos obtenidos en el examen medicolegal del sujeto vivo o de
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la autopsia, y en este último caso, se sumaran los resultados de los estudios complementarios solicitados del
cadáver.
El hallazgo de ropas desgarradas en diversos puntos y la observación de correspondencia topográfica entre las
soluciones de continuidad de las prendas en relación con las heridas, denota lucha y orientan hacia el homicidio.
Por lo general, el suicida descubre la región anatómica donde incidirá con el arma.
El chorreo de las manchas de sangre en ocasiones, permite inferir la posición de la víctima, por lo general, final. A
veces, en suicidios por degüello, denota la posición erecta al observarse chorreo vertical desde el cuello hacia
abajo, la imbibición de las prendas que visten el tronco y el manchado en el espejo utilizado para visualizar la zona
lesional.
El número de heridas múltiples orienta al homicidio. Hay suicidios producidos por dos o tres lesiones punzo‐
cortantes en la región precordial y homicidios con una sola lesión cortante en raíz de miembros inferiores.
Lógicamente la presencia de lesiones descritas como “de defensa”, aisladas o junto con la observación de otras
lesiones, son patrimonio exclusivo de la etiología homicida.
La localización de la herida en una topografía corporal inaccesible para el propio sujeto es índice de etiología
homicida.
Las ubicaciones más comunes de lesiones cortantes suicidas descritas sin orden de frecuencia son: las caras
flexoras de muñecas, caras palmares de antebrazos, pliegue de codos, caras anteriores y laterales del cuello,
arcadas inguinocrurales, regiones de los aductores, cara interna de tobillos. De preferencia, se ubican en el
contralateral a la mano hábil, pero es sumamente frecuente la bilateralidad. De hallarse coletas, indicara el
sentido del corte. En las lesiones cortantes suicidas es prácticamente constante la presencia de heridas de
vacilación o retomas en ubicación satélite.
Las lesiones punzo‐cortantes suicidas, se ubican en caras anteriores de hemitorax, con predominio del izquierdo y
en la región precordial, pero debe sospecharse siempre el contenido doloso de las lesiones punzo‐cortantes en
general.
En el estudio de la lesión para los casos de degüello suicida, se ha considerado la profundidad, generalmente
escasa, mayor en el inicio y menor al final de la herida; el sentido del corte de arriba hacia abajo; la localización
preferentemente anterolateral; la presencia de retomas y un número variable de heridas superficiales. Mientras
que para el degüello homicida, se cita una profundidad mucho mayor y uniforme, localización preferentemente
anterior, ausencia de retomas y sentido variable.
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