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>-o O G·~ Revista de Filosofía (Universidad lberoamericana)117: 67·80, 20(]6

en-pieL Y la traducción, entonces, es el toque que aproxima lo próximo y · Aproximaciones a una fenomenología de la··imagen
el afuera, al sí mismo con su cuerpo excrito, sentido y ex - puesto.
El sí mismo que se escribe se hace teatro y escena de su propio habitar, . Francis.c~ Castro Mer'~ifiel( ·
al darse un cuerpo extrañamente extraiio en la trama que teje y se teje a Universidad Iberoamericana
sí misma, más allá de sus posibilidades en un horizont:; que se abre :¡:;.a.'
pasibilidad. El cuerpo excrito es su expresión que se resiste a llevar su Resumen!
nombre, el nomb~e propio del sí mismo. La propiedad del cuerpo .es su 1

impropiedad, su l.fuera que lo sitúa, desde el que se instala como lb otro 1 '
( la ;ilosofía occidental la imagen ha sido pensada m~s que observada.

(} 1Además,
de! sí mismo o tal vez, como su propia piel que le permite el conta:cto
consigo !l}Ísmo. Decirse, escribirse es habitar la distancia de h: piel del l
i
ha sido pensada desde la· referencia permanente a la
\ represe.ntación y, consecuentemente, devaluada c~rno objeto genuino. ~e .
cuerpo, 1a distancia infinita y próxima: p;óxim¡¡ ea tanto que desde sí,
desde su posición afuera, el sí mismo se retoma, se l"aca en su piel, en su
texto, en su tejido. Mas la proximidad está ilena de extrañeza, de exceso
¡
\
• . conodmiento. Varios autores han intentado aprox1marse a una reflexwn
filosé.fica s~bre la imagen. Entre ellos encontramos a Gilbert Duran~,
Jean Luc Nancy y Regís Debray quienes; desde ángulos incluso.opuestos,
\j
poético que agobia la cerc~nfa. . nos ofrecen nuevas alternativas pará dirigirnos al fenómeno de la imagen.
La excritura, la escritura de fuera, es la posiCión hospital arifi del sí Pensrt:;:nos que una apuesta sincrética que parta de estos autores puede
mismo respecto de sí mismo, y por tanto de ,lo otro que sí. No puede 1 sentar las bases necesarias para enfocar el poder de la mirada y de. su \ /
!
olvidarse, no debe olvidarse el deseó'éle sujeción dei sí mismo. El sujeto ' correlato de imagen como tópicos índísp~nsables en la reflexión íilosóflca
se sujeta desde afuera, manteniéndose en la distancia que le da nuevos contemporánea.
mundos posibles. Palab::as clave: imagen, fenomenología, Nancy, Durand, Debray.
Más allá de la certeza del ego suib. está el andar del ego sum dum
scribo. Escribiéndose, retratándose et.sí mismo se acoge en su pioptá
traducción: h~spitalidad qua paradigma de la distancia que aproxim1. 1 .
l\1ás allá de la cert.::za, el don de darse. en lo otro, sin saber darse ·por . Image has been thought more than been abserved in the occidental
ccmpieto, sin saber decirse y hacers.e sin extrañeza, sin residuos, sin philosophy. Furthermore, it has been thought from a permanent
pérdída. He ahí el encuentro, he ahí la excritura que hace del sí mismo representatíonal reference and consequently has been devaluated as a
un otro, un cuerpo y escenario para su despliegue a tientas en un inundo gemline object of knowledge. Severa! authors have attempted to reach a
í philcsophical reflection about image. Amongst them, Gilbert Dur:and,
que sólo es creación, que sólo es habitar(se) lo propio de lo afuera. Lo
propio de lo afuera. Tantas veces se repita, tantas veces habr'á creación y
.1 Jetm Luc Nancy and Regís Debray, with even opposite angles, offer new
11
extensión de múltiples cuerpos tomando cuerpo en la excrit¡Jra del sí alternatives to addressing the image phenomenan. We thi11k that a
mismo diseminado en el espacio de palabra,.espacio de sentido. Lo propio sy1:chretícal point of view which derivesfram these authors may establish
de lo afuera, tantas veces se repita ... Lo pwpip de !o afuera. ~ · 1 the .. ;;ecessary bases to focus the power of the look on the ímage as
es:; e:: :fal tapies in the coniemporary phílosophieal reflection.
Key words: ímage, phenomenolagy, Nancy, Durand, Debray.

La tradición filosófica occidental nos ha acostumbrado a pensar a la


1- i~;en bajo la óptica de la representación. El pensamientó directo ha
l
i
SB - Francisco Castro Merrifield Aproximaciones a una fenomenología de la imagen ó9

provocado el olvido del pensamiento indirecto, es decir, aquel que se\ j epistemciógicos a los que sólo podemos acceder desde el plano de lai./
Jdata y da rodeos a través de la sucesión de imágenes y de imaginarios. imagen y de sus compuestos imaginarios; campos de "realidad" que ·
Varios nombres se vuelven indispensables en esta discusión estarían rcdados a todo alcance epistemológico de no ser por la capacidad
contemporánea. En este ensayo nos proponemos destacar las instauradora de la imaginación.
:;aracterfsticas principales de la reflexión de tres de estos nombres Parti=:ndo de esta hipótesis de fondo, en la reflexión de Durand nos
;;;dispensables: Gilbert Durand, Jean-Luc Nancy y Regís Debray. El 1 i~teresa nlantear una cuestión epistemológica más amplia: ¿hay imágenes
·opósito de esta expo~i~i?n será. ubi.car en la reflexión de estos tres j representativas de la realidad e imágenes instauradoras de realidad o,

Ir
, ·.:tares, alg~nas claves IDI~Iales e mevitable_s a sei t~mad:is en cuenta en más bil:.r,, toda imagen es instauradora de realidad pues no hay referencia
;a elaboracJOn de una pos;ble fenomenolog1a de la Imagen. Se trata de última, "realidad" o "presencia" inmediata, sino siempre ya, de antemano,
r~scatar en el pensamiento de estos autores y, a pesar de sus diferencias imagen-medio, a través de la cual presuponemos una presencia "real"
'.>negables, elementos de base pata un~ lectura fenomenológica de detrás de ellá? Aceptar esta alternativa nos conduce asimismo a aceptar
::nagen como cosa m1sma de estudio. Mientras que en Nancy, ··~··
encontraremos algunos análisis muy recientes sobre el papel de la imagen i
que la;i:nagen ya de hecho dada es el hecho fenomenológico desde donde
I
y st: rc:.:ción con lo sagrado, la violencia y la transgresión, en Durand,
hereáero de una tradición hermenéutica vinculada a la interpretación
simbólica y a su revalorización, encontraremos todo u.n modelo de .1_;
c:asificación de las imágenes a partir de referencias arquetípicas básicas;
,
~,~ 1 pu. e.de partir nuestra revisión filosófica. La pregunta por el origen o el
fundamento real del que la imagen sea copia no puede ser abordada
fenomer:.ológicarnente. ·
. ¿Hay cosas reales ahí de antemano y las imágenes son sustitutos

f

defectuosos de ello? ¿Y si sólo hubiera imagen que remlte a otras


por su parte, Debray nos permitirá un enfoque más orientado a last ·~ imágenes y no a un fundamento externo a su propia semiótica imaginaria?
~e:~rcusi~nes de la mirada sobre la ima~en y en la evvlución de. ias . J· ¿Qué corrsecuencias acarrea suponer que lo que llamamos realidad no es
:.::agene, en el tiempo. Pero detengamono:; un poco en estas · sino un constructo imaginario? Estaríamos en el orden de reconocer el
c:!nsideraciones de manera p:uticular. poder d;; la capacidad instauradora de la imaginación.
Gílbert Durand ha sido un autor clave en las pretensiones de !a- En ese sentido debernos recurrir a otras lecturas sobre la imagen para
fjlosofía por hilvanar las claves para la revalorización de la imagen en el intenta:: complementar epistemológicamente la intención más bien
p::nsamiento occidental. De la vasta obra de este autor nos conviene, clasificnoria de la imagen que pretende Durand. Para ello, recurramos a
pan! los fines de este artículo, centrarnos en dos textos esenciales: La las reci:;ntes interpretaciones de Jean Luc Nancy, en donde la imagen es
imaginación simbólica y Las estructuras antropológicas de lo asumid:. desde la perspectiva de ser, ella misma, algo sagrado} ¿Cómo
imaginario. 1 Su punto de partida tiene que ver con la necesidad ~e entender este término? Debemos evitar confundirlE> con "religioso", pues
reconocer que la imagen es epifánica y no una mera representación, esto lo religioso está ligado a la observación de un rito, organizado en torno a
es, que la imagen es instauradora de realidad y no una simple copia, la fe, y tiene como intención formar vínculos y lazos. Lo sagrado, en
g !neralmente, pálida o devaluada, de la realidad e;:< terna. 2 La contr¡me, implica separaCión, ruptura. Lo sagrado sólo puede pensarse
consecuencia de esta afirmación es importante: la imagen no vale en tanto desde· fuera, desde la separación, permanece aparte, es lo que uno no
q;.;e remite a un modelo sino que vale por sí misma, no "remite" a un puede :ocar. Nancy, llama, por eso a lo sagrado, lo distinto. .
sentido sino que lo instaura. Esto significa que hay estatutos Lo distinto es, entonces, lo separado, lo que no se puede tocar, no
porque uno no t~tnga el derecho sino porque la separación que nos hace
:Jilbert Durand, Las estrucwras antropológicas del imaginario, México, FCE, 2004 estar a distancia de ello no es una separación espacial sino que lo distinto

-
y La í,;wginaci'·• simbólica, Buenos Aires, Amorrortu, 2000.
Cf. La ímagí11ación simbólica, pp. 9-23. Cf. J.-L. Nancy, Au fond des images, París, Éditions Galilée, 2003.
"O Francisco Castro Merrifield Aproximaciones a una fenomenología de la imagen - 7¡

e::;t3 fuera del orden del tacto. Así es la imagen, se encuentra como cos:1 distingue del fondo, para abrirse un foro que le sirva como templo en - .
frente a nuestros ojos, colocada en una superficie material y, sin embargo, donde lo ~agrado advenga como lo distinto espaciado, como lo sagrado . V
la imagen misma no es la cosa pues no se puede tócar. La imagen es una anunciaéo y sugerido. El fondo, es precisamente aquello de lo que no_· 1
cosa que no es la cosa pero que tiene su pathos, su "fuerza". Lo que puede disponer la imagen, es "lo de atrás de élla", su "lado oculto", sulV
queremos aprehender de la imagen es su "fuerza". En esto coincide la :'índis.ponibilid~d r~al". Por tanto: en t~da.imag~n hay una presencia real .. ·
imagen COI! nuestra intencionalidad hacia lo sagrado. Pero es ahí donde mstauradc: en s1 misma y un res1duo l!ld1spomble que se reconoce tan.· .
i:;. im~gen, en tanto lo distinto, ~e .~oloca apart.e del mundo de las cosa~' sólo por estar más allá de su horizonte.
1
u.SpOutbles para el uso. La amb¡guedad de la lfnagen, su ambivalencia, V¡/ De ser esto así, ¿cuáles son las razones de la devaluación de la imagen
te.. lo que nos permite asumirla tanto desde el entorno de lo sagrado como en el pensamiento occidental? La propuesta de Durand sostiene que entre
desde el entorno de lo frívolo. las razones de que la imagen haya sido devaluada en la tradición
Si la imagen atrapa un pathos, entonces consigue dar ese paso que · occident::l como elemento epistemológico legítimo debemos ubicar las
;; ~sotros no podemos dar, nos mantiene en tensión hacia lo que anuncia, / / divenas fases de una tradición iconoclasta. Dos momentos configuran
~os ofrece la posibilidad de transgresión, aunque nunca la completa. La esta tradición iconoclasta: el primero, aristotélico-ockamista, que aboga
I1~1agen, a través de sí misma, no transgrede, es un paso que no ¡:¡asa. Al por un pensamiento directo que evite multiplicar entes sin necesidad y·
o:1ecerse me ofrece algo más, pero de hecho sólo me lo ofrece domo que trata de contrarrestar la tradición platónico-gnóstica que habría
i;::agen. La imagen, por tanto siempre se da en una mezcla de presencia defendido una imaginación epifá¡;¡ica y unafilosoffa de base imaginaria
<::unciada y separación total de ello. La imagen nos transporta a un /' Ca:sí, por ejemplo, las alegorías de Platón sobre la caverna o la vida
e :~n:ío en que tenemos que permanecer a distancia a pesar de sentirlo posterior a la muerte en el Fedón, o bien las distintas versiones de·
.. flor de piel". Esa es la ambigüedad de la imagen, ése es su elemento angelolcgía gnóstica). La segunda, cartesiana y empirista-positivista, que
p::rturbad.or: su proxi~idad ~os promete un paso a algo miis y, no otstante, \ / · desval.oriza todo símbolo para privilegiar al signo matemático derivando
.. s mantiene a una d1stanc1a respetuosa. J.... en una concepción semiológica del mundo y una anatematización de la
Podemos vol ver ahora a las preguntas que lanzábamos al principio,

u:<a rea!Jdad, pero nunca podemos alcanzar a dar el paso a ella, teniendo
·I
p. . ::s aq~í reside la tensión entre imagen y realidad: !a imagen nos anuncia
/
imr.gin::;.:ión como subproducto cargado de irracionalidad cbnstitutiva.
La opcióil romántica habría sido una de las pocas alternativas que buscan
una vuelta, principalmente intentando revalorar al artista y a la imagen
q.::: conformarnos con su anuncio imaginario. La imagen nos mantiene. simbóli.::a, pero su influencia no es comparable a las tendencias que
er tens~ón hacia la r.ealidad pero no nos permite dar el paso salvo / restringen al arte y a la imagen en general al campo del decorado.
r~::onoc1endo a la realidad en ella. El trazo y las línea5 de la imao-en son La ccnsecucncia de esta tradición iconoclasta -piensa Durand- es que esta
o
fuerza, que le permiten que todo un mundo comparezca en torno a lectura d::valuadora de la imagen se conserva todavía en el siglo XX y XXI,
e'.., a. ,p or tar;to, l a 1magen
. no representa un mundo sino que al retirarse / · res!lltando en una pérdida de la fuerza instauradora y sagrada de la imagen.
del campo de las presencias nos permite asumir a la realidad como fuerza ¿Cómo ~s posible esto -preguntamos- cuando hoy experimentamos por
Gdante. Es gracias a la imagen que lo distinto se distingue de sí mismo todas partes la explosión de las imágenes en el cine, la televisión o la
y ;:, reconoce en su separación. '~ publicidad? Precisamente por ello -respondemos-, porque la falta de
T
,,, . ~or e;~o .~ebemos li~erar a :a i.~agen de su ligazón tradicional con la respeto z, !a imagen y su vaciamiento de sentido nos ha conducido a una
c.narquía 1tengativa de las im~bcnes.
':·: .sen.~c~~n y asum¡~Ja, mas o1en, como la huella de un horizonte /
p~:slO?~I lilurno que exige marcar una superficie con la forma de su \ \ L~ imagen, pues, procede ya violentamente. Es más, la imagen es
al cCCJOn. Por ello la imagen se coloca siempre e: un marco que Ia l violenci;;.. ¿Por qué nos extraña entonces el despliegue generalizado de
72 - Fra ncis co Castro Mwifield Ap roxi maciones a una fe nomenología de la imagen - 73

imügen es violentas?¿ Qué une a la imagen con la violencia y a la violencia respeta le secreto, el misterio o la intimidad, quiere verlo todo, quiere
con la imagen? Nancy nos responde: la viole:1cia en general no respeta ver toda vida interna externalizaG:::.. De ahí que la imagen con sangre sea
lc.s fu erza s y hace os tentación de algo que no se ve. En este sentido, ]a modélica, pues refleja ese deseo inherente a toda i,nagen de poder ver en
violencia puede suplir a la verdad en tanto que se vuelve la verdad por juego ahí afuera la vida interna.
unposición. La imagen vio lenta permite la suplantación de la verdad real ~anta violencia hay en suponer que todo se puede revelar a través de
por impesición de su verdad en tanto imagen. Toda violer:cia se eierce imágen~s como en suponer que no hay nada que revelar. Nosotros nos
si~1 responsab ilidad o ref~:rencia, y así sucede también con !a image~. La inclina;·íamos a aceptar que la imagen nos reíleja que no hay nada que
violencia se da como imagen de ella y la imagen la ílutoriza por sí misma. revehr salvo la inminencia de un instante suspendido como trazo en sí
Así como no hay violencia sin muestra de ella en sus efr::~os ~sin dejar mrsma.
huella de su paso . Así como toda violencia es mostrati va, resulta que la Anie esta esencial violencia de las imágenes a la que, de manera explícita
vi olencia y la verdad tienen en común un acto de automostración; arr;bos, y descarnada, nos habría conducido la tradición iconoclasta de occidente,
el acto y su realización remiten indefectiblemente a su imagen. Gilb,ert Durand (frente a las hermenéuticas reductivas -principalmente la
Por tanto, sigue Nancy, la imagen es del orden de! monstruo, es decir, etnología y el psicoanálisis- que recuperan la función de las imágenes pero
un sign o prodigioso que previene de una ameilé.za divina. La imagen está reduce n s!l nivel de misterio y las hermenéuticas instaurativas -Cassirer,
fu era de la presencia porque es la exhibición de esa presencia. Por ello, Jung y Bachelard- que presentan una visión demasiado amplia de la imagen),
es la mani festaci ón de una presencia no como apariencia sino como nos propone una tesis en tres vías:
~xhib i ción, como un traerla hacia delante y ponerla en ju ego. 1.- La necesidad de una teoría general de lo imaginario que consiga evitar
1nev1tabl emente, entonces, toda imagen implica ya una metamJrfosis. la fr ag mentaci ón de los esfuerzos y alc anc e cie rto nivel de
[ ;o en tanto que sea una co¡:,ia cambiada de otra cosa sino que ella misma sistematización.
es ya la cosa cambiada. De ahí que la imagen recurra siempre ya a la 2.- El análisis d¡; los niveles formadores de las imágenes .
violencia para exceder el campo de la represen tación y recuperar su fu erza 3.- La convergencia de las hermenéuticas para superar el conflicto de
ins taurativa. Y de ahí que la imaginación sea la fuerza gue consigue sacar inter¡Jretaciones entre posiciones reductivas e instaurativas.
de la ausencia algo para co locarlo en presencia y en juego de . LJs resul tados esperados según Durand deberán de conducirnos a:
posibi lidades. í
1.- No disociar conciencia racional de conciencia imaginaria y,
i
¿De qué ausencia hemos extraído presencia? Aquí Jos co nvendría l 2.- Aceptar al racionalismo, base teórica de la ruptun con la continuidad
remitirnos a Kant y su esqu ematismo. El objeto en general es nada menos 1
¡ imaginaria nat ural, como un(l estructura imaginaria.
que la improbable irrupción en sí mismo de una unidad en medio del Para Durand pues, la restauración del papel de la imaginación se
caos, la diseminación y el flujo perpetuo deJa m:.Jtip!icidad sensorial. . revela como el factor general de equilibrio psicosocial, pues es tensión
La imagen es el signo unificador de esa presencia improbable y es violenta entre dos fuerzas o "regímenes" que concentran imágenes antagónicas:
porqu e irru;npe y resiste frente al caos disemina¿or. Esto ·significarí¡¡. el ré;imen diurn o y el régimen nocturn.o. Aunque el análisis específico
C¡ue toda imagen es tá vinculada de algún modo a una "imagen" ejemplaf, de' a'mbos regímenes excede las intenc io nes de este ensay o, sí
a un es quema elemental que correspondería a la ima2en de lo "sin sosLndremos -reinterpretando ahora a Dutand y a Nancy- que la
imagen". Es 2 esta intimidad de lo falto de imagen a loq~ue tratamos de rec onc iliación de ambos regímenes de lo imaginario, permi tiría
rem itir de manera secreta a través de la imagen, porque toda imagen nos igualmente una reconciliación cori las posibilidades de sentido propias
sugiere este más al lá de su límite y nos incita a recuper2rlo. No obstante, . de L imagen y de lo imaginario, disminuyendo la radicalidad .de la
aquí se encierra la crueldad implíci ta a toda im agen: es cruel porq ue no irr'J;.:c ión violenta de la imagen en nuestros días .
7" - Fra ncisco Ca stro Mer rifie ld
Aproximaciones a una fenomenología de la imagen - 75

Nuevas preguntas surgen: ¿la violencia de la imagen responde a un invisible para permitirnos negociar con ello. Imágenes de dioses o de
cambio en la imagen misma debido a una disminución de su fuerza? ¿Es muertos ~e vuelven el espacio propicio para dialogar y negociar con ellos.
a es ta época o a cualquiera a la que le corresponde la imagen asociada a La imagen es espacio de mediación entre vivos. y muertos, humanos y
~
];¡violencia? No, no c.s la imagen la que se ha modificado en las distintas dioses, comunidad y cosmología.
~pJcas , sino que la imagen responde más bien a que la mirada que Pero, ¿sigue el ojo mirando así a esas imágenes? El ojo ya no mira
ejercemos sobre ella se ha saturado. Para comprender las razones de que monument.)S fu-nerarios, estatuas o frescos. Hoy el ojo mira imágenes
L imag.:;: se torne cada vez más violenta debemos proceder a la invers3.
sin conte:lido ni consecuencia. Lo imaginario ha cedido el ppso a la
c, _;e como lo hemos hecho hasta ahora en nuestro ei1sayo. La imagen sigue
visualidac!. Lo visual es la triste sucesión de lo que le queda a la mirada
c:~ga nizándosc de Ll misma forma, respondiendo a las mismas detonantes . para proteg erse y cuidarse a sí misma de los peligros de lo in visible, lo
; crpnizándose bajo la misma tensión con la realidad que s¡empre, pero putrefacto y lo sombrío.
l1 imagen en la q:.-e repara ¡¡;,¿stra mirada hoy ya no es la misma en la
De 2.quí nos surgen inevitables preguntas : Dado que nos hemos
q:; e habría reparado antes. Es nuestra mirada la que ha cambiado al grado
liberado d;; Jos temores originarios asociados a las tareas de subsistencia
de saturarse y emplazar a la imagen a un nivel distinto al de otras épocas. y de la angustia de morir hemos quedado liberados "para simplemente
Así procede Regís Deb~ay, a la inversa. Antes que preguntarnos por ver". Pero, la sociedad de confort abso luto ¿requerirá de imágenes? La
J¿ image n debemos preguntarnos por la mirada. Dado que la capcidad
respuest~ t:s clara: sí. Mientras haya muerte habrá necesidad de imágenes.
d:; una imagen de provocarnos cambia con el tiempo, la influencia de la La ir:1agen no tiene fin pues es arquetípica, es moderna precisamente en
imagen varía según el campo en que las circunscribe nuestra mirada tanto qUe restau ra lo arcaico. Sigue siendo lo que era y ha sido siempre.
colectiva. Por tanto, más que analizar las condiciones específicas de la Lo que sí se modifica son las miradas pues mirar no es un simple recibir
imagen, es necesario analizar los códigos invisibles de lo visible en cada
sino un ordenamiento, estructuración y val oración de la experiencia
(;cea o cultura, esto es, estabiecer los supuestos a priori de la mir::~;_¡
visible. Lls miradas no son independientes de las revoluc io nes técnicas
occidental.• Según Debray, el nacimiento de la imagen está unido desde que moaifican en cada épocc. el formato, los materiales y la cantidad de
el principio a la muerte. La imag~n arcaica s..;:ge en l&s tumb:¡s como un
imágen~s de las que una sociedad debe hacerse cargo. Cada época exige
cc;;to por prolongar la vida y como un rechazo la nada. La imagen
una mo d~ ficación de las miradas pues hay una modificación de. las
iL\,~e funeraria. Por ello, para un griego dejar de ver es equivalente a
imágenes. De este mo do accedemos a tres momentos constitu tivos de la
n~ :J rir, basta pensar en Edipo.
historia de lo visible: el de la mirada mágica que produce ídolos; el de la
Al homb re occidental lo mejor le llega por la conversión en imagen. mirada estética que produce arte y el de la mirada económica que produce
De ah í el respeto sagrado por la imagen, el retrato, la estatua. Se trata de lo visual.
eU;or::: r imaginarios de la inmortalidad, resguardar en imágenes lo que A! igral que Durand, Debray sostiene que la imagen pone en contacto
tie nde a desaparecer. Aunque la imagen también puede hacer lo contrario, términos opuestos, po r ello es mediad ora efectiva entre contrarios. De
k cer aparecer lo invisible y permitir verlo para anticiparlo. Para evitar ahí se desprende que el hombre de imagen sea superior frente al hombre
v;;r el espectáculo de la putrefacci ón y de la descomposición propio de de palabr1, que la literatura no alcance a tener nunca el peso de la imagen.
ia muerte, llevamos a cabo una recomposición por la imagen que me
Sin embargo; cuando la imagen es absorbida por el arte pierde dicha
V':J[ege de ese espectáculo. La imagen es una forma de dar alegría a la fuerza. La historia material del arte lo vincula_a lo conceptual y, desde
tiagedia, sirve como amuleto y protección pues permite visualizar lo ahí la imagen va en declive. La imagen de una pintura, por ejemplo, no

Cf. Regis Debray, Vida y muerte de la imagen. Hü10ri.-: de la mirada en Occidenre,


debiera se;
leída sino interpretada y la interpre tac ión siempre es distinta
Barcelona, P;;iJós , 19S -:. desde cf::Ja receptor. La fuerza de la imagen se vincu la a una polisemia
,
76 - Francisco Castro Merriiield
Aproximaciones a una fenomenología de la imagen - 77

inagotable, a la incapacidad de mencionu con certeza su verdad o su vehículo de lo Absoluto, los papas y obispos ven en la imagen una bandera
falsedad. La imagen niega lo otro pues ella misma es sagrada, merece de enganche para los creyentes. La verdadera revolución cristiana es
respeto por sí misma y por su "aura" (Benjamín ). El aura no ha indisociable de una rev olución iconográfica, de una revolución de la
desaparecido, pero sí se ha personalizado; d valor de la imagen ya no imagen ~n términos de mercadotecnia . Es ahí donde abría que situar a
está en la imagen sino en su fabricante quier., de curiosa mn.;-, ~r::. ha de franciscanos y dominicos, quiene s hacen de los imagi narios su fuerz a
poseer las claves para su interpretación. La desacra!ización de la i;:rragen evangeli:::ante, a diferencia de l clero ilustrado que carece de ellos .
va juíiro a la sacralización del fabricante.
La imagen une a la comunidad creyente. In ocencia III recurre a la
El problema de este cambio rc-.dica en la imposibilidad para sabana santa para tener una imagen de Jesucristo. El texto escrito no
autoinstituir im agi:1arios. La imag~n refleja imaginarios, no los provoca. basta, L~ce fal ta propaga nda a través de im ágenes para mo vili zar
El primitivo significaba el mundo en sus imágenes; buscaba el sentido muchedumbres. Pero el catolicismo es prudente, ni idolatría extrema ni
con los límites materiales y técnicos de los que disponía para figurar la catarisr.:;. Derecho a la imagen sí, todo el poder a la imagen no. La
realidad . El hombre contemporáneo, J] contrari o, qc:ere que la mirada imagen sólo vale en tanto es espacio de negociación con lo di vino-
sea tan inocente como la del primitivo pero, a la vez, quiere que el sagrado. Si todo poder ha recurrido a la imagen, por ejemplo en medall as,
espec tador pueda descodificar la imagen en relación a un complejo moned::;s o estandartes, ¿por qué Dios no habría de hacerlo? La
di scurso subyacente. El rapto de éxtasis por la imagen en la galería consect:encia pues, es un materialismo religioso que , sin embargo, nos
acompatiado de unas palabras de Derrida en el catálogo. Imagen y ttcría permite distinguir elementos: la imagen nos plantea tan to una cues tión
deben ir hoy juntas. Entonces, la imagen se ha des vitalizado porque se técnica, una cuestión simbólica y una cuestión política. La primera
ha desimbolizado. ¿A qué se debe esto? .A. q:.:e la mirada se ha privatiZ2.do, imp!icz analizar cómo se fabrica la imagen, con qué material, etc.; la
ya no hay relación entre la mirada del fabricante y la cel público. segund::., qué transmiie, qué sentido propone; la tercera, quién la fabrica,
Debray también supondrá una tradi ción ico noclasta en Occ:dente, con qué autoridad y con qué fin. Evidentemente, cada una de las
misma que él vincula a la tradición de las tres religiones mc:·.oteístas cuestiones ::tctú a sobre las otras dos: un cambio técnico produce un cambio
principales: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. E.1 :;sL.s religiones de efectos políticos y de función simbólica y viceversa. Además, a estas
!o que tiene peso es la palabra. Sólo ella es verdadera, mientras que el tres c:1estio nes le corresponde una hi storia de la mirada distinta: la mirada
OJO engaña. El hombre, a pesar de ser creado a imagen y se m.:janzc de
estétic2., esto es, la de l arte, se oc upará de la cuestión técnica; la
Dios, no dtbc asJ mir para sí la repres..:;Jtacióu en imágenes de Dios, ·se mioic:gía, se ocupará de la cuestión simbó lica; la histori a de las ideas,
inv ariablemente convertibles en falsos ídolos. Las religiones del Libro se ocupJrá de la influencia y el sitio de las imágenes en la sociedad,
proscriben a la imagen como ídolo.
léase' de la cuestión política.
Sin embargo, la Iglesia Romana se ha abierto a la imagen profana y Debray nos propone una interdisciplina llamada mediología, que
la ha aprovechado para enseñar (P ío XI dedica una encíclica al cine e permitz, analizar el asunto general de la imagen desde el "in ter" de las
Ju;¡n Pablo Il como superestrella mediática). Al contrario del iu teranismo, cuestiones y sus relaciones. Una interd isciplina que detecte los
en donde l¡¡ imagei1 no es vista con tanto optimismo, el carolicismo ' elem;entos de unión a través de un análisis de las tecnolog ías de lo
r·eco nocerá los ben eficios que la imagen tiene como forma de sagrad:;, partiendo de la siguiente hipótesis: hay un nex o simból ico
adminisrración dd poder. A medida que la Iglesia se vue lve Impeiio, entre les miembros de una sociedad y el sistema material de sus huell as.
:trmoniza con la imagen. Dios empieza en la mística y termina en una Esta .¡n::moriil de huellas se puede transmitir po r di versas técnicas y
ia1ager. política. Mientras que Jos cristianos primitivos recunían a la. tec no! ogía,s: la memoria colectiv a, un soporte vegetal, una ci nt a
p:;labra y a la metáfora si;-,;oólica y parabólíc:.. porque v::ían en la voz el magnt ~ica o un medio electrónico digital. 1
78 - Francisco Castro Merri fi e/d Aproximaciones a una ienomenología de la imagen - 79

Desde luego, y aquí una clave importante de lectura, el cambio d~ Conclusiones:


soporte tec no lógico de la imagen tendrá un efecto simultáneo en su poder Debemos reconocer, cor. Duraud, que el racionalismo se convierte, a partir
simbólico y polí¡ico. La misma imagen, produce efectos dislintos como de la modernidad, en el imag inario referencia l por excelencia . Las
pintura en el lienzo en un museo que como reproducción litogr:ifica en consecuencias de esta di sociación del racionalismo con el reconocimiento
!:: sala de una casa. Pero lo que hay que acentuar es que, de cualquier de su propio origen imaginario y con la exclusión de su posible coexistencia
modo , este cambio de efecto viene sobredeterminado, de manera con otros imaginarios produce una ru ptura en las tramas de sentido
partic ul ar, además del cambio de soporte, por el cambio de mirada con existencial acuñadas en base a la ins tau ración epífá nica de sen tido
la que vemos la imagen, pues cada espacio condiciona una mirada distinta. imaginario en las bases de toda existencia cultural. La restauraci9n del
La culpabilidad o la inocencia de una imagen depende, primordialmente, sentido existencial para el hombre contemporáneo tendría que venir de
de la mirada que ejercemos sobre ella, y no tanto de la imagen mi sma. Es una reconciliación con la imagen y con lo imaginario en su conjunto pero,
la mirada la que refleja nues tro inconsciente y lo proyecta en una imagen. interpretando a Debray, nos damos cuenta de que los csp3cios de despliegue
Interiorizamos imágenes-cosa y exteriorizamos imágenes-mente. Es de éstos se encuentran sometidos a un acoso económico que nos emplaza a
nuestra mirad a la que vuelve a une. imagen objeto de deseo o merecedora una mirada estrictamente reductiva de la imagen como pura visualidad. El
de sanción y castigo y no la imagen misma. arte es la opción que se nos presenta para una reconciliación con la imagen
De ahí el problema que se deriva de nuestra costumbre a pensar la pero ~hí nos topamos con una imagen desimbolizada y privatizada,
imagen, y a pensarla vinculada a la mirada del arte.Debray se insertará fra nca:YJ.ente cargada de referencias teóricas extrínsecas a su pro pia
en una cadena dt autores que tratarán de reivinJ.i:ar a la imagen fuera confor.;nación para comprenderla. De aquí podríamos derivar algunos de
del arte. Autores como Roland Barthes, Gilles Deleu:::¡; o Jerrn Francois Jos ta]c;¡tes trágicos con los que varios autores posmodernos han tratado
Lyotard eslabonarían también es ta cadena. Si distintas miradas pueden de car<.,:;te¡izar ~~l hombre contemporáneo.
ejercerse sobre ia misma i;,,agen, puede lkvarse a cabo una reivindicación El contexto socio cultural que condiciona nuestra mirada sobre las imágenes
de la imagen fuera del arte a partir de una reivindicación del papel que la tiene é0s fases una diurna, básicamente competitiva-pedagógica-lúdica, y una
mecánica ha desempeñado en la fabrica ci ón de im~genes y en la nocturi-,a básicamente afectiva-interiorizante. La cultura occidental ha
producción de un a mirada mecánica. La mirada estética no quiere saber p:-ivile,:iado el contexto social diurno, en donde la competencia de imaginarios
de mecánica ni de materia, sólo de sublimación, espiritualización y aura conduce a una conclusiórí agonístico-trágica que no permite la conciliación.
(Walter Benjamín, Paul Valéry). Este desprecio por lo técnico conduce1a No' debemos conformarnos con una hermenéutica basada en una sola
querer leer la imagen en vez de verla o, si acaso, :: verla á través de la diiner.sión imagi nar ia, es preciso buscar la "conciliac ión de las
mirada del entendimiento, esto es, remitiéndola a ideas y éonceptos que qermelléuticas". No podemos eliminar nuestra tradición iconoclasta p_ero
la definan. Este desprecio por lo técnico tiene una de sus cimas en Kant, podemos reivindicar otra interpretación frente a los reducci onismos . Es
quien remite lo bello y lo subli111e a im<igenes de la naturaleza v no a p·reciso empezar a hablar de una hermenéut ic a plu ralista que nos
objetos de arte. Lo bello es correlato de la mirada subjetiva. Sabemos reconciiie con el sentido de la imagen concreta. Lo escatológico ha de
que Kan t no visitaba museos y que describe imágenes que previamente prevalecer sobre Jo arqueológico, lo cual imp lica interpretar la imagen
ha conocido sólo a través de la lectura. He aquí el imperio de la grafósfera trasceJdiendo los condicionamientos históricos. Ahí reside el valor de
so bre l~ imagen, la cúspide de la tíadición iconoclasta que no respeta a los ircntos clasificatorios de Durand y mediológicos de Debray.
la imJgeu sino que se aprovecha de ella pa.ra fines metaimaginarios y Es importante también entender que, más allá de las imágenes, Jo
extraico nográficos. He aquí, también la rei viadicación del poder d: la que requiere restauraci ón son las miradas. La imagen sigue Sien?o lo
imágen , como posibliidad de creación de sentido, frer.te a la gr;..fósfera. que 1\.:; sido, pero nuestra capacidad para ordenar la experiencia visible
Revista de Fil osofía (U niversi dad Iberoamericana) 117: 81· 1OJ. :!006
80 - Franc isco Castro Merrifield

es lo que ha cambiado pues las miradas, ya lo hemos dicho, no son El don, ¿con o sin donador?
in dependien tes de las revoluciones técnicas que modifican el formato, el
material y la cantidad de imágenes de las que hay que hacerse cargo. Paul Gilbert, sj
¿Cómo volver a comprender las imágenes? ¿Cómo re staurar el sentido Universidad Gregoriana de Roma
constituyente que es propio de lo imaginario? ¿Cómo deco~st ~~.: ir el mito
del arte para res tituir el papel conciliador y mediador de contrarios a Traducido por Tania Checchi
través de la imagen en la época de la visualidad económica? Estas serán
las preguntas de las que tendría que dar cuenta una filosofía de la imagen. Res umen
La imagen, desde un cambio de mirada debe permi tir restaurar el
equil ibrio vital y el de la negación y la muerte. Una fenomenología de ia La fenom~nología francesa ha _regresado, supuestamente, a la metafísica
imngen deb:;;·á reconocer las "constantes" plUíales del pensamiento en clásicr.. incapaz de entender el principio primero de manera correcta. Sin
roda época, aceptar su antagonismo y evitar la irrqosición de la miraé:::. embargo , 1?. onto- te ología ha si do criticada tamb ién por esta
diurno-racio nal. Ningún régi men está por encima de otro, la relación es fe no<r":nología. El artíc ulo se apoya en la es tru ctu ra de la analogía
más bien dialéctica. . dionis iana para mos trar cómo ella escapa de hecho. a la crítica de la onto-
Fina lmente, ante la pregunta planteada al principio de este er¡sayo teol9g~a . Pasando por lo que Marion nombra un 'fenómeno saturado', la
sobre la relación imagen-re:llidad, habría que responder, con Nancy, que vía positiva toma la forma de una crítica del pri ncipio de causalidad. La
la realidad cae en el campo de la "representación prohibida", tal, vez por vía negativa aclara el viraje ético de la reflexión filosófica ins pirada por
ilegítima, pero t:ol vez por imposible. i!i] Lévinas. La vía de eminenc ia trata de articular el sentido de un donador
mantc:1iendo una tensión entre su ausencia y su presencia y alnombra~le
t ' • ' ( • '
~ en la interseccwn de tres ternnnos: pnnc1 p10 , ongen y comienzo .
1 • • 1' " • ' • • •

Palab::as clave: Don, onto-teología, analo gía dioni siana, fenóm eno
saturado.

Abstract

Rece;¡t French phenome nology has been suspected of rerurn ing to


classical metaphysics, una ble to un de rstand the fi rst principie of co rrect
beha;·iour. At the same time, onto-theology has bee1i criticized by this
satll(: phenomenology. Th e present anícle bases itself upon the sTruclllre
of the Dionysian analogy, in arder 10 show ho w this phenomenology in
fact ::scapes from the critique of onto -theology. In passing through what
¡'yfa,rion ca lis a 'saturated phenomenon ', The 'vi a positiva' takes the form
of a1: assessment of the principie of causality. The 'vi a negativa' cla rifies
thc echica/ tuming-point of philosophical reflection inspired by Lévinas.
The 'v i a eminen tia e' seeks to artic ul ate the sense of a dalla r in
mai;:'aining a tension between the donor's absence and presence and in
3. La respiración l Tiempo continuo
1 Sobrela densidad temporal y sus efectos 79
1 Tiempo-velo 1 Tiempo en duración 79
1 Tiempo respirado 83

4. La memoria A manera de introducción,


1 La estenopeica y el deseo 89 un principio que no lo es
1
1 La estenopeica como afección 90
1 La estenopeica como salvamento 94

Lista de imágenes referidas 103 Detenerme... quizá me detendría, no yo solo, \


Bibliografía cosa que, me doy cuenta, tendría poco senti-
105
do, sino yo junto con lo que sirve para definir
este instante para mí.

l. Calvino 1

Es necesario p ensar que los principios no siempre anteceden,


como sería propio asegurar sin miramientos; esto, por ejemplo,
porque en el orden de la escritura sólo se puede comenzar cuando
se ha terminado algo en la cabeza, en alguna parte del cuerpo,
' '
en la memoria o las intenciones. Al menos para mí es así, y este
hecho mental es lo que me permite estar aquí, tecleando unas
ideas por otras.
Lo mismo sucede con Jos objetos de estudio que uno va
seleccionando en el proceso de hacerse historiador de arte. Es
acaso el final de una incierta andanza, el principio de un estudio
posible. La elección de un objeto dado para tal efecto (el de ha-
cerlo historia) no debe responder a otra cosa que a la concreción
interna de situaciones, saberes y necesidades muy específicas en

1 Calvino, ltalo. Tiempo cero. España: M inotuaro. 1995, p. 116.

12
un sujeto; mismas que anticipan -al enfrentarse al que consideran desde las ventanas y sobre las bañeras. Entonces ignoraba que él había
el anhelado objeto de deseo- la posible realización de su potencial sido incluido entre los siete pintores más destacados del Salón de la
en espera. Al menos así me ·ha sucedido, y esto es sólo entendible Plástica Mexicana en 1960; o que había sido miembro del Taller de
por la alteración del orden, es decir, en retrospectiva. Sólo puedo la Gráfica Popular de 1954 a 1959. Tampoco me interesó saber que
entender -no siempre explicar- las elecciones por los resultados. en 1974 -año en que la Universidad Nacional Autónoma de México
Así que hoy comprenda por qué dejé de hacer fotografía, para en su (uNAM) publicaba su libro fantástico sobre el unicornio- se hizo
lugar escribir sobre ella; como entiendo por qué, de entre todos los cargo de la dirección del Taller de Artes Plásticas de la Universidad
fotógrafos contemporáneos mexicanos que invitamos durante el 2002 Veracruzana, en Xalapa, donde sentó las bases de la pr imera licen-
a las mesas de discusión en el Centro de la Imagen -sobre los que ciatura en fotografía en nuestro país (hasta que veinte años más
intentaba articular una posible estructura analítica de la situación y tarde se inauguró la segunda en el Centro Nacional de las Artes en
estética de la fotografía contemporánea en México-, elegí en cambio la Ciudad de México). 2 Me interesaba más descubrir la paciencia
una sola figura y cuerpo de obra: Carlos Jurado. convertida en tiempo, que le había permitido hacer esos extraños
Las justificaciones, tanto de la primera como de la segunda de- desnudos respirados en su departamento de la colonia Condesa.
cisión, debería tal vez dejarlas asentadas aquí. Sin embargo, carece~ía Saber que Jurado se había enrolado en un barco de la Armada en
de razones reales el solo hecho de enunciarlas como sigrlificaciones 1948, y que n avegó tres años por el oceano Pacífico, sólo podía tener '
terminadas en sí mismas. Vale más que quien lea lo que sigue, des- sentido en mi historia después de ver sus marinas lentas y espesas.
entrañe los motivos de lo escrito de manera deductiva; como yo 1~ he Antes de investigar que entre 1961 y 1964 estuvo en Cuba haciendo
intentado desde que empecé a relacionarme con la fotografía como un mural para la Biblioteca del Instituto Superior de Educació n en La
mirada furtiva, acaso cobarde, siempre enamorada, sobre el mundo. Habana, conociendo a su futura esposa, me obsesioné con el retrato
Pues no fue en un principio que me enteré que Carlos Jurado (San de un retrato de una m ujer sobre una mesa, aliado de una ventana,
Crist<¡)bal de las Casas, Chiapas, 1927) comenzó a fotografiar con junto a un periódico y un avioncito de juguete. ¿Qué significaba
cámaras estenopeicas elaboradas por él a principios de los años se- "re-retratar" una fotografía así? Ése tenía que ser el principio y, si
senta como experimentación de utopías y contra la tecnología como h abía un m óvil, si la fotografía para este hombre significaba algo,
una arma del creciente capitalismo y la voracidad de lo institucional, tenía que develarse ahí.
del mercado y de las modas. Primero vi unas fotos de piedras tan Tarde o temprano supe que lo que había y lo que yo sabía reco-
redondas y tan cerca de uno, que las nubes apenas les hacían digno rrían dos caminos diferen tes que tendría que llevarlos de la mano en
escenario. '
equilibrio inteligente hacia algún sitio que no acabara en una mono-
Éste fue el principio. grafía del artista ni en un catálogo razonado de su obra. Así, lo que
Tampoco supe que Jurado comenzó como pintor en La Esmeral- puedo seguir como trama de este estudio ensayístico son t ambién
da y recibió clases de María Izquierdo y Antonio Ruiz "El Corso" en ideas como conclusiones sobre un determinado proceso que más
la década de los cuarenta; y que en sus cuadros tenía algb del tardío
surrealismo mexicano, algo más del cubismo, de lo fantástico en 2
El Taller de Artes Plásticas de la Universidad Yeracruzana venía de u na
bloques a la manera de Tamayo, y un estigma claro de Henri Rous- huelga de estudiantes en 1973. Fue en enero de 1974 cuando Jurado asumió
seau con sus personajes circenses. No. Antes lo escuché hablar sin la dirección con importantes resultados (premios nacion ales y exposiciones),
con lo que conseguiría elevar el taller a Facultad de Artes Plásticas, donde
pretensiones -mientras proyectaba diapositivas m al montadas un
instauró la Licenciatura en Fotografía en 1974 (entrevista electrónica de la
jueves por la noche en la Ciudadela- de sus experimentos caseros, autora con Carlos Jurado).

14 15
bien se antoja como un inicio en la aproximación analítica al ser y y la vibración como conformadores-continuadores de una particular
proceder de la fotografía estenopeica. estructura tramática en aquellas imágenes sustentadas en la atmósfera
Lo que a continuación se despliega tiene su origen en un enfren- continuada como posibilidad de recorrido y experiencia temporal.
tamiento paralelo y aveces convergente entre la técnica y la estética; También he querido salvar distancias sobre la oposición de lo
de selecciones muy precisas entre un cuerpo de obra bastante más estático (los objetos) y lo continuo (el tiempo), no sólo en las imágenes
amplio. Elecciones de imágenes que me parecen sintomáticas, no sólo a medio camino entre el bodegón y el paisaje, o géneros deslizados
de los caminos y exploraciones que ha surcado Carlos Jurado como que Jurado arma de forma recurrente sobre lo que parece un juego
fotógrafo durante sus cuatro décadas, sino que me he servido de esas seductor de distancias y dimensiones; sino, y de manera especial, para
imágenes en las que adivino un potencial suficiente para soportar pe- salvar la invencible distancia entre la presencia y su imagen, entre la
sos teóricos que se puedan expandir más allá de la sola imagen; en uh ausencia y el referente. Encontré la primera esperanza en la respiración
estudio deductivo fenomenológico de la fotografía estenopeica como y sus recorridos, lejos de la pretendida cualidad representativa de la
práctica posible de apropiación del mundo. Vaya atrevimiento. imagen fotográfica. Sobre esto, confieso, no puedo dejar de pensar en
En ese talante, en este ensayo intento encontrar las estructuras Barthes y la foto de su madre, sobre la que da vueltas el texto de La
perceptuales y narrativas que profundizan en la aproximación de la cámara lúcida. Imagen que más le acercaba a su madre tras el entie-
experiencia de toma y observación de una fotografía estenopeica. rro, por ser una imagen trazada entre los márgenes de la memoria ,
Para lograrlo, avancé en varios caminos q u e conformaron los cuatro el recuerdo 3 y sus afectaciones. 4 Las fotografías aquí elegidas ron-
capítulos del estudio. Recorridos de ida y vuelta, que me llevaron dan el entorno de esta misma preocupación.
entre obsesiones personales sobre la memoria, la afección, el deseo Si bien para cada imagen seleccionada partí de las características
yla duración como estigmas fotográficos; soportados en la toma y específicas dictadas por el proceso particular de la toma este nopei-
la imagen estenopeica como espacios condensados o deslizados en ca, la necesidad de respuestas particulares a la vivencia-evidencia
distintos tipos de huellas; coino en tiempos producto de la respiración,
que se plantan sobre el mundo y la mirada como velos perceptuales, 3
lntuyo que Barthes no tenía a la mano esta imagen cuando escribió; tratán-
emotivos, cognitivos y estéticos. dose en cambio de una imagen de su memoria. Fotografía que sí efectivamente
Pisando siempre territorios nebulosos (como creo están con- había ·v isto el autor en algún instante de su vida con mayor detenimi ento del
denados los estudios que buscan complicidades con el tiempo en que creyó en su momento, pero que luego no volvió a ver. Hipótesis tal vez
condenada a lo incomprobable; sin embargo, fundada en imágenes mentales
la intención por narrarlo de cualquier manera posible),'tratando de
que existen, todos tenemos, y que en buena medida se asemejan a la estética
vencer la distancia entre la experiencia y su relato, buscando en el particular de la imagen estenopeica.
4
lenguaje al menos algo de lo que veo y me intriga una y otra vez en Como correlato, las ideas de Bergson sobre los dos tipos de memoria:
las fotografías de Jurado, he querido articular sentidos a lo que la la memoria-hábito y la "auténtica memoria'; donde la segunda se sirve de
"resLÍrrecciones del pasado (como imágenes) que son tan poderosas que en
imagen encara y el entendimiento hace por develar. De nuevo recurro
los fugaces segundos que duran los ojos dejan de percibir lo que les es ac-
a la paradoja del principio y el fin. He querido encontrar sentido a los tualmente presente, pues todos los sentidos, como replegados en sí mismos,
efectos técnicos-estéticos de la estenopeica, q ue a veces se antojan están vueltos hacia ese otro paisaje más íntimo y más vivo que los ocupa y
más al alma como afecciones de la conciencia, la percepción y la encadena': Y más adelante:"[ ... ] delátase mediante un estado de posesión, que
memoria -en especial sobre la historia personal más íntima, esa que es también una aprehensión de las cosas en su esencia e intemporalidad, en
su ser indivisible". Henri Bergson, "La energía espiritual'; citado en Gómez
muchas veces no se verbaliza; pues descubro que ése ha sido el motor de Liaño, Ignacio. El idioma de la imaginación: ensayos sobre la memoria,
de gran parte de este estudio. Encontrar los sentidos del borramiento la imaginación y el tiempo. Madrid. Taurus. 1982, p. 28.

16 17
del tiempo capturado en la imagen que cada una me exigió, fue lo filme, los protagonistas: Friederich, el hacedor de cine, y Winter, el
que me obligó a extender la posibilidad de lectura sobre un mismo capturador de sonidos, entran a un cine abandonado en algún barrio
y único fenómeno foto gráfico como centro de interés: la suma de de Lisboa. Winter se acomoda sobre los restos de alguna butaca,
tiempo en la fotografía estenopeica en tanto experiencia de lectura mientras Friederich plantea su batalla contra el propio oficio: "las ·,
fenomenológica. La intención: sumergir la mirada en las distintas imágenes ya no son lo que eran ... ahora venden historias y cosas. Ya
densidades de la imagen en busqueda de una comprensión de la no saben cómo mostrar n ada, ya lo olvidaron ... no se puede confiar
fotografía estenopeica como acto desdoblado y desdoblable sobre más en ellas'~ Friederich comenta cómo llegó a Lisboa con u na vieja
el espacio asumido y retratado como acumulación de tiempo en cámara de manivela, queriendo hacer d el c ine lo que era en sus co-
distensión. mienzos, a cien años; regresar a Buster Keaton en El camarógrafo.
Buscar la imagen no sólo con la mirada sino en el intento de ha- Ésa era su ilusión. Cuenta cómo fue construyendo su fracaso en el
cerlo con todo el cuerpo. Pues me cuesta trabajo creer que solamente intento por capturar la ciudad y contar sus historias: "la mayor parte
podamos ver con los ojos, aun siendo ellos el comienz~ del sentido del tiempo la vi fre nte a mí, pero cuando apuntaba la cámara sentía
de la ilusión. Recordemos a Adolfo Bioy Casares en La invención de que ·a las cosas se les exprimía la vida, a cada giro de la manivela ... la
Jv[orel: la mirada no es suficiente. Para sucumbir a la ilusión, al cuerpo ciudad se encogía; desvaneciéndose cada vez más. Nada. Se volvió
le hace falta el tacto, el movimiento, los sonidos y olores. Era impo- insoportable. Fue entonces que te pedí ayuda; por un tiempo viví
sible que un náufrago - precisamente en su estado sin fe- creyera con la ilusión de que el sonido podría salvarla, que t us micrófonos
tan sólo en una irnagen. En cambio, sería justo su mirada la que le sacarían a mis imágenes d e la oscuridad': Confiesa Friederich a la
haría dudar y exigiría pruebas complementarias, extensiones a la mirada confusa de su amigo, mientras éste recorre la sala oscura con
realidad visible. En Tuvalú (1999), cinta del realizador Veit Helmer una linterna, revelando fragmentos, apenas pedazos de lo que fuera la
a la manera de los inicios del cine expresionista alemán, otro tipo de sala de sueños iluminados de aquel cine llamado París. Pasando esta
náufrago hilvana la historia. En este filme, un náufrago de la propia primera confesión, Friederich, desencantado, concluye: "una imagen
mirada, un ciego de avanzada edad, se relaciona con el cuerpo sobre no vista no puede vender nada, es pura; por ello verdadera y hermosa,
la imagen exterior-interior de manera inversa: son los sonidos de un y por lo tanto inocente. Mie ntras no la contamine el ojo, se encuen-
viejo balneario, grabados en una máquina y encendidos a discreción, tra en perfecta armonía con el mundo. Si no es vista , la imagen y el
los que accionan el recuerdo actuando como catalizadores de imá- objeto que representa permanecen juntos. Sí, es sólo cuando vem os
genes perdidas, recuperadas con el auxilio d el resto de los sentidos. la imagen que la cosa en ella muere':
El ruido de los bañistas, el agua que salpica con el lanzamiento de No puedo más que recordar mis primeras ideas sobre la este-
un salvavidas en momentos de falso peligro, devienen todos rescates nopeica y su 'magia': capturar lo que el ojo no está viendo, hacerlo
vivenciales de experiencias anteriores cuando se aprehendía el esce- en complicidad con el objeto, así que lo muerto no sea el objeto
~ario completo. Estrategias para atribuir posibilidades de recuerdo capturado, la persona venerada, el objeto de deseo, y sea, en cambio,
a la imagen, que vayan más allá de la vista, del reconocimiento d e sólo el tiempo el que muera. "Si no es vista , la imagen y el objeto que
las formas; adiciones alimentadas de un tiempo pasado que se revi- representa permanecen juntos". Repito esta idea como posibilidad en
ve en su pasar. Pequeñas cajas de tiempo: la isla de More!, el balneario diferentes momentos de mi propia historia. Ésta es m i necesidad de
en Tuvalú, las estenopeicas de Jurado. creer e n la fotografía. Pues ese instante -brevísimo o extendido- en
Wim Wenders, en Historia d e Lisboa (1989), recorre la deriva que abre y cierra el obturador o el estenopo, en sentido estricto, no
de la imagen cinematográfica sobre flujos similares . Casi al final del le pertenece a ninguna de las dos miradas, ni a la que captura ni a la

18 19
que posa. Ese instante que las involucra -al dejarlas fuera-;- debe
parecerse en algo al aliento vital en su último respiro. 5
En la película de Wenders, un poco más adelante, Friederích
dialoga sobre su acopio de imágenes no-vistas que, según el cineasta,
muestran la ciudad como es, no como quisiera que fw¡ra. Escenas
tomadas con la cámara sobre la espalda, en dirección opuesta a.la de
la mirada. Imágenes independientes. Wenders, en lo que interpreto 1. Caja y cuerpo 1 La estenopeica y su no mirada
como un ansia autobiográfica, alcanza aquí el grado último de ena- 1 La cámara como cuerpo J El cuerpo sin cámara
jenación de la mirada sobre el mundo: su cancelación. Desesperado
intento por evitar que la imagen deje de estar en el mundo en ese
instante de contacto; como si evitando la mediación pudiera salvar
su condición: ser huella.
Al final del filme, Winter despabila a su viejo amigo cegado de
tanta imagen con un mensaje aprisionado en una vieja grabadora 1 La rendición del sujeto
dentro de una bolsa de papel. La voz dice así:
Si la construcción de la visión es un acto que atiende por entero
[... ]al rey de la imagen basura ... descuida, no hay nada que ver... es sólo un a un sujeto particular, resulta interesante preguntar qué sucede
mensaje en una botella ... ¿te perdiste? esas imágenes te engañaron; estás cuando en la fotografía estenopeica no es la mirada del fotógrafo
en un callejón sin salida con la cara a la pared. Voltea y confía de nuevo ei1 realmente la que decide y construye la imagen; siendo el resul-
tus ojos. Las imágenes no están en tu espalda, confía en la vieja cámara tado final de la toma producto "ajeno" a su mirada, definido por
de manivela, aún puede producir imágenes en movimiento. ¿Por qué des- las características físicas de la cámara oscura.
perdiciar tu vida en imágenes chatarra, desechables, cuando puedes hacer Es una otra forma de ver la que ofrece la fotografía este-
imágenes indispensables, con el corazón en celuloide mágico? Las películas nopeica,6 donde la otredad es propia de un objeto -una caja
aún pueden hacer eso para lo que fueron inventadas hace cien años: todavía -que permite la entrada de luz a través de un pequeño agujero.
pueden seguirse moviendo. La cámara oscura, que es la cámara estenopeica, de acuerdo a
la forma y tamaí1o del estenopo define la sintaxis visual de la
Ahí, el rescate para los enfermos de ilusión: imágenes en mo- imagen, potencializando y delimitando sus calidades visuales.
vimiento. Imágenes que en su suceder mantienen algo de lo que fue Es el ojo, pero la mirada ... ésa está en otro lado.
vivo; al menos su recorrido, su vibración, algo de lo respirado. Eso
sólo lo hace posible el tiempo en complicidad.
Hacerse del tiempo del otro en el cuidado, por si a uno le falla la
6 La palabra "estenopeica" viene de la raíz griega "stenós'; que quiere
memoria. Ésta es mi intención.
decir "estrecho"; y "poipeoo'; que significa "hacer estrecho'; El "esteno-
po" designa el pequeño agujero por el cual entra la luz a la cámara/caja
oscura. En inglés sé le conoce como pínhole, haciendo referencia al
5El momento que posibilita la huella para Dubois, el aura para Benjamín, la origen de la perforación, hecha con la punta de un alfiler. El diámetro
muerte para Barthes, el velo para Derrida. del estenopo equivale a la apertura del obturador de una lente.

20
CINCO APUNTES PARA UNA FENOMENGLOGÍA
DE LA IMAGEN FOTOGRÁFICA*
HuBERT DAMJSCH

l. En teoría, la fotografía no es más que un procedimien- La imagen fotográfica no pertenece al mundo natu-
to para registrar, una técnica para imcribir, en una emul- ral. Es producto del trabajo humano, un objeto cultural
sión de sales de plata, una imagen estable, generada por un cuyo ser -en el sentido fenomenológico del término-
rayo de luz. Esta definición, advertimos, no presupone el no puede disociarse, precisa mente, de su significado
uso de una cámara ni implica que la imagen obtenida sea histórico y del proyecto necesariamente fechable en el
la de un objeto o una escena del mundo externo. que se origina. Ahora bien, esta imagen se caracteriza
Conocemos las impresiones obtenidas de una película por la forma en la que se prese nta como resultado de un
directamente expuesta a una fuente de luz. El valor fun- proceso objetivo. Impresas por rayos de luz sobre una
damental de esta clase de tentativa es inducir a una refle- placa o una película sensible, estas figuras (o mejor
xión acerca de la naturaleza y la función de la image~l quizá, ¿~stos signos~) deben aparecer como la huella
fotográfica. Y en cuanto desecha exitosamente uno de los misma de un objeto o de una escena del mundo real,
elementos básicos del concepto de 'fotografía' (la cámara cuya imagen se inscribe, sin una intervención humana
oscura, la cámara), produce el equivalente experimental de directa, en la sustancia gelatinosa que cubre el soporte.
un análisis fenomenológico que pretende atrapar la esen- Aquí está el origen de la suposición de "realidad" que
cia del fenómeno que está siendo considerado, al someter define la situación fotográfica. Una fotografía es esta
ese fenómeno a una serie de variaciones imaginarias. imagen paradójica, sin grosor ni sustancia (y de algún
2. Sin embargo, la resistencia que uno siente a describir modo, totalmente irreal), que interpretamos sin des-
esas imágenes como fotografias es una indicación revela- mentir la noción de que retiene algo de la realidad de la
dora de la dificultad de reflexionar fenomenológicamen- que, de alguna manera, fue liberada en virtud de su
te -en el sentido estricto de una experiencia eidética, una c_9mposición flsioquímica. Éste es el engaño constitmi-
lectura de las esencias- acerca de un objeto cu!tuml, acer- vo de la imagen fotográfi ca (én el sentido de que toda
ca de una esencia que está constituida históricamente. imagen, como lo ha demostrado Sartre, es en esencia
Además, el alcance completo de un documento fotográ- un engaño). En el caso de la fotografía, sin embargo,
fico claramente involucra cierto número de "tesis" que, este engaño ontológico lleva consigo un engaño histó-
aunque no de orden trascendental, aparecen sin embargo rico, mucho más sutil e insidioso. Y aquí regresamos a
como las condiciones para aprehender la imagen fotográ- ese objeto que descartamos un poco demasiado rápido:
fica en cuanto tal. Considerar un documento de este tipo la caja negra, la cámara fotográtlca.
como cualquier otra imagen es reclamar un paréntesis de 3. Niepce, los sucesivos adeptos del daguerrotipo, y aque-
todo el conocimiento -e incluso, como veremos, de todo llos innumerables inventores que hicieron de la totografía
el prejuicio- en lo que hace a su génesis y a sus funciones lo que es hoy, no estaban en realidad interesados en crear
empíricas. De esto se desprende, por lo tanto, que la un nuevo tipo de imagen o de establecer modos de repre-
situación fotográfica no puede ser definida a priori, y que sentación inéditos; querían, más bien, fijar las imágenes
no se pueden separar sus componentes fundamentales de que se formaban "espontáneamente" en el fondo de la
sus aspectos meramente contingentes en absoluto. cámara oscura. La aventura de la fotografía comienza con

"Five Notes for a Phenomenology of the Pbotographic lmage". Extraído de The Photcgraphy Reada, editado por Liz \Ve li s, Routkdge, 2003. Publicado ori -
gínalmence en: Huberr Dami sch, La Dlnivek~.- ,-¿ tipreuve de !a photographie, Editions du Seuil. París~ 2001

25
HunERT DAMI SCH

los primeros intentos del hombre por retener la imagen fite el espectáculo, (Sabemos que los primeros inventores
que hacía mucho tiempo sabía cómo hacer. (Desde el . trabajaron para fijar las imágenes y, simultáneamente,
siglo XJ, los astrónomos árabes probablemente usaron la desarrollar técrúcas para su distribución masiva, razón por
cámara oscura para observar eclipses solares.) Este cono- la que el proceso perfeccionado por Daguerre estaba con-
cimiento, de larga data, de una imagen así producida, y la denado desde un principio, ya que no podía proporcionar
apariencia completamente objetiva, es decir automática o, sino una ·imagen única.) Así que el aporte de la fotogra-
en todo caso, estrictamente mecánica, del proceso de fía, en la terminología de la economía clásica, está menos
registro, explica cómo la representación fotográfica apa- en el ámbito de la producción, propiamente dicha, que en
recía generalmente como algo rutinario, y por qué uno el del consumo. La fotografía no crea nada "útil" (aparre de
pasa por alto su naturaleza arbitraria, altamente elabora- sus aplicaciones marginales y básica mente científicas);
da. En discusiones sobre la invención del cine, la historia más bien establece las premisas de una de_senfrenada des-
de la fotografía se presenta casi siempre como la de un trucció n de la utilidad. La actividad fotográfica, aun
descubrimiento. Se olvida, de paso, que tanto la imagen cuando gener:__almente confo~ma un oficio, en principio es,
que los primeros fotógrafos querían atrapar, como inclu- sin embargo, industrial,_,y esto implica que de todas las
so la propia imagen latente que fueron capaces de revelar imágenes, la fotográfica -haciendo a un lado su naturale-
y desarrollar, no eran, en modo alguno, imágenes d adas za documental- es la que se deteriora más rápidamente.
naturalmente. Los principios de la construcción de la Pero es importante notar que incluso cuando nós ofre-
cámara fotográfica -y de la cámara oscura ya antes- esta- ce, a través de las editoriales, la publicidad y la prensa,
ban unidos a nociones de espacio y de objetividad con- sólo aq uellas imágenes que ya están medio consumidas
vencionales, cuyo desarrollo antecedió a la invención de la o, por así decirlo, "predigeridas", esta industria cumple
fotografía, y a las que la gran mayoría de los fotógrafos con el proyecto fotográfico inicial: la captura y restau-
simplemente consintió. La lente misma, que había sido ración de una imagen ya irreparab lemente gastada,
cuidadosamente corregida para evitar "distorsiones" y pero que todavía, p9r su naturaleza fís ica, no es apta
~ustada para evitar "errores", es difkilmente tan objetiva' para el consumo masivo.
como parece. En su estructura y en la imagen ordenada 5. La fo tografía tiene aspiraciones de arte cada vez que
del mundo que logra, obedece a un sistema de construc- en la práctica cuestiona su propia esencia y sus roles
ción espacial, particularmente familiar aunque antiguo y históricos, cada vez que descub re el carácter contingen-
en ruinas, al que la fotogratla resucitó tardía e inespera- te de estas cosas, reclamando de nosotros, con insisten-
damente, atrayendo el actual interés. C::El arte, o el ofiCio, cia, al productor más que al consumidor de imágenes.
de la fotografía no consistiría, en parte, en permitirnos (No es un accidente que la más bella fotografía hasta
olvidar que la caja negra no es "neutral" y que su estruc- ahora lograda sea posiblemente la primera imagen que
tura no es imparcial)) Nicéphore Niepce fij ó en 1822 sobre el vidrio de u na
4. La retención de la imagen, su desarrollo y multiplica- cámara oscura -una imagen frágil, amenazada, tan cer-
ción, forman una sucesión ordenada de pasos que confor- cana en su organización, en su textura granulosa y en su
maron el acto fotográfico, tomado como un todo. La aspecto emerge nte, a ciertas obras de Seurat- , una ima-
historia determinó, sin embargo, que este acto encontra- gen inco mparable que impele a soñar con una sustancia
ra su meta en la reproducción, de manera muy parecida a fotográfica inconfundible con el tema, y con un arte en
como el objetivo del cine, establecido desde un principio, el que la luz crea su propia metáfora) .

1
El juego aquí es con la p:Uabra francesa para lcnrc: ?bj¿c.'~{

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