30 AÑOS DE PREMIOS NACIONALES ENTREVISTA

Carlos
ÁLVAREZ
La voz de la Andalucía universal

Carlos Álvarez es el único hombre del mundo lírico con un

Premio Nacional de la Música. Y es andaluz. Malagueño para
más señas. Una charla con él tira por tierra todos los tópicos
que tildan a los cantantes de ópera como divos inaccesibles.
Por MILA RODRÍGUEZ. Fotografía de CARLOS GADELLA.

C
uando Carlos Álvarez dejó de lado
sus estudios en la carrera de Medi-
cina probablemente no imaginaba
ni en sus mejores sueños que se convertiría
en una de las voces más importante del pa-
norama nacional e internacional. Quizás por
eso sigue manteniendo un carácter afable,
cercano y. ante todo, educado que hace fácil
todo lo que gira a su alrededor.
Nació en 1966 en Málaga y, aunque demo-
gráficamente es andaluz, es de todas partes y
de ninguna. Sus actuaciones son comunes en
el Metropolitan de Nueva York, el Covent
Garden de Londres o la Ópera de Viena. Y
a pesar de todo eso es, además, un fuerte de-
fensor de la música española de calidad, es-
pecialmente de la zarzuela.
La conversación con este caballero del
canto es larga en el tiempo pero se siente
corta. Cumple con cortesía con todas las pre-
guntas que se le puedan hacer, pero, tras eso,
se interesa con total sinceridad por la conver-
sación, fuera de grabadora y frente a un café.
En definitiva, un auténtico lujazo.

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 “Soy un privilegiado. Me gano la vida con aquello que
más me gusta, pero siendo realista miras alrededor y la
vida está llena de gente que no trabaja en lo que quiere
y tiene la obligación de hacerlo”
RADAR MUSICAL. ¿Cómo va la recu-
peración de su lesión?
CARLOS ÁLVAREZ. Afortunada-
mente, ya he vuelto a trabajar, a partir de
septiembre. El 5 de septiembre fue
cuando hice la primera actuación y la
evolución está siendo muy buena. Debo
tener cuidado, debo ser meticuloso con
el repertorio que escojo, con los tiempos.
Sobre todo porque existe ahora una obli-
gación médica que consiste en hacer re-
visiones después de cada trabajo. Eso me
permite estar en activo aunque es más
trabajoso obviamente. Necesitas estar
yendo y viniendo continuamente para
esas revisiones pero, en todo caso, como
es mi obligación, yo la tomo como tal.
Afortunadamente, todo va bien.
R. M. ¿Y la experiencia del año sabá-
tico?
C. Á. Cuando es obligado, es menos ape-
tecible. Hay una parte de desasosiego
añadido en la que no sabes qué va a
pasar. Cuando uno lo hace voluntaria-
mente sabe que en tiempo determinado
ese periodo va a finalizar y ya no va a
haber más. En mi caso no era así. No
había un tiempo establecido, incluso no
sabía si iba a haber intervención o no.
Había muchas dudas. Me lo tomé con
mucha filosofía contemplando la posibi-
lidad de que si no podía hacer una cosa,
tendría que hacer otra. Si no podía can-
tar, tendría que orientar de nuevo mi
vida. Es verdad que no cantar sería una
pena para mí muy importante, porque
me gano la vida con aquello que más me
gusta, pero siendo realista miras alrede-
dor y la vida está llena de gente que no
trabaja en lo que quiere, que tiene la
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obligación de trabajar donde no le gusta.
Yo soy un privilegiado y en ese momento
pensé en que había estado haciéndolo
durante veinte años y ahora, si todo se
solucionaba podría haber más pero si
no, tendría que buscarme la vida con
otra cosa.
R. M. Aún así, ¿ha sido positivo?
C. Á. Posiblemente en lo personal es
donde mejor se ha desarrollado todo. He
podido estar con mis hijos mucho más
tiempo de lo que habíamos estado en
toda su vida. Eso que es tan complicado
como el hallar un equilibrio entre lo per-
sonal y lo profesional, este año me ha
permitido hacerlo evidente y ahora las
cosas son de toda manera.
R. M. ¿Fue difícil tomar la decisión?
C. Á. Había una obligación física.
Cuando la fisiología del canto no puede
ir adelante, cuando abres la boca y no
aparece lo que tú quieres, tienes un pro-
blema. Y ese problema lo tienes que so-
lucionar. La manera de evitar el
problema es dejar de hacer el trabajo du-
rante un tiempo. Pero claro, afortunada-
mente una voz entrenada durante
muchos años me ha permitido tener una
resolución muy rápida y los médicos, de
hecho, están sorprendidos de que la evo- canto, ¿imaginaba que tendría tanto
lución sea tan rápida, que esté cantando éxito?
ya justo cuatro meses después de una in- C. Á. En absoluto. En absoluto. No
tervención. Es verdad que esa interven- tenía ninguna seguridad. A toro pasado
ción fue sutilísima, se intentó hacer la puedo decir que sí fue una buena elec-
menor escabechina posible, el médico ción. Pero en ese momento era mucho
que me operó es amigo y tenía toda la más segura la continuidad en la carrera
confianza de que él sabía lo que nos es- de médico que iniciar una carrera de
tábamos jugando. canto de la que sólo tenía visos de lo que
R. M. Cuando dejó su carrera de mé- era la profesión. Es verdad que había
dico para dedicarse exclusivamente al cantado durante mucho tiempo en coros
polifónicos, tenía experiencia como so-
lista… Pero una cosa es que tú seas un afi-
cionado o hagas tus pinitos, y otra muy
diferente es que intentes ganarte la vida
profesionalmente. Empecé a trabajar
aprovechando las circunstancias para
que eso fuera bien. Las infraestructuras
habían crecido, la capacidad de las admi-
nistraciones para potenciar la música
eran evidentes y yo estaba en ese mo-
mento. O sea, que me encontré con las
mejores condiciones para empezar una
carrera. Luego ya la segunda oportuni-
dad es tuya. Hay un primer empujón que
te permite entreabrir una puerta, pero
las siguientes puertas te toca empujarlas
para ser abiertas.
R. M. Siendo aún muy joven, con sólo
26 años, renunció a cantar en la Scala.
Es importante decir “no” a tiempo,
¿verdad?
C. Á. Sí, pero siempre que sea un ‘no’
razonado. El ‘no’ sin que haya motiva-
ción que apoye esa decisión no sirve, por-
que eso al final da sensación de
inseguridad, de no preparación. Y sin
embargo yo sabía lo que quería y, funda-
mentalmente, sabía lo que no quería
hacer. Y ese ‘Rigoletto’ en la Scala es una
de esas cosas que no debía hacer. Todo
el mundo entendió que era una decisión
de alguien que todavía tenía mucho que
aprender. Y posiblemente poder decir
23
 “La experiencia de tomarme un año sabático ha sido
positiva, a pesar de ser obligada, especialmente en lo
personal. He podido estar con mis hijos mucho más
tiempo de lo que habíamos estado en toda su vida”
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que ‘no’ te permite mirar esta profesión
con una perspectiva mucho más seria.
Aceptar cualquier opción creo que no es
la mejor de las decisiones. A veces nos
sentimos obligados a aceptar opciones
que pensamos que no son las correctas
pero quizás, como dice el refrán, la nece-
sidad tiene un pincho y verte en el límite
de lo posible es difícil. En todo caso, sigo
pensando, y hablo desde una posición de
espalda cubierta por la experiencia y por
el tiempo, que para la gente que en el ini-
cio de su vida profesional tiene la obliga-
ción de decidir, esa decisión va a
conllevar una serie de consecuencias y
hay que hacer una perspectiva de cuáles
pueden ser. Cuando escribía la carta de
renuncia a Riccardo Muti pensaba ‘aquí
se acaba todo’ y sin embargo no fue así y
fue una sorpresa muy agradable.
R. M. ¿Es difícil dedicar una vida al
canto?
C. Á. Depende. Si se ve como el sacrifi-
cio con los elementos menos positivos
que puede tener una carrera así yo creo
que sí es difícil. Pero sin embargo no lo
es. Fundamentalmente si lo tomas como
un trabajo al que debes tu honestidad y
tu atención a la hora de hacerlo. Si que-
remos ver solamente la parte glamurosa,
yo creo que eso no tiene sentido, pero yo
creo que es mucho más conveniente
saber cuáles son las obligaciones de un
trabajo determinado y aceptarlas como
parte normal del desarrollo de tu labor
a poner siempre mala cara porque te tie-
nes que desplazar y estar lejos de la fami-
lia. Puestas en la balanza las cosas
positivas y las negativas, la satisfacción de
“Donde siento más responsabilidad es en los teatros
pequeños, donde normalmente no hay tradición, donde
la capacidad pedagógica de lo que hagamos debe ser más
alta que en sitios donde se dan por hecho las formas”
la parte positiva es siempre mucho
mayor. Si además te gusta estudiar, como
es mi caso, esa parte de trabajo que el pú-
blico no ve, ponerte delante de una par-
titura es uno de los actos de más ilusión.
Y eso sucede muy a menudo. Lo que
ocurre es que hay una serie de circuns-
tancias que tenemos que saber: no pue-
des hacer excesos con tu voz, debes
mantener tu instrumento de trabajo en
las mejores condiciones… Y eso es un
proceso normal. No puedes llevarlo al ex-
tremo de un cuidado excesivo, porque
según mi opinión sería una equivoca-
ción.
R. M. ¿Cuándo tuvo la certeza de que
empezaba a ser reconocido en el mundo
de la música?
C. Á. Cuando mis compañeros estaban
contentos. La opinión del público, que
es además el objetivo de nuestro trabajo,
es muy importante, pero posiblemente
para el desarrollo diario del trabajo es
mucho más importante qué piensan tus
colegas de profesión, qué piensa la gente
que te va a dar el trabajo… Y creo que a
mí eso me sucedió prácticamente desde
el principio. Luego, si además tienes la
fortuna de que tu trabajo tiene transcen-
dencia al público, que la gente está inte-
resada en saber qué haces, entonces
perfecto. Pero si no, yo creo que el ele-
mento que daba el nivel de cuál era el
trabajo era el bienestar que pudiera sen-
tir a mi alrededor cuando estaba hacién-
dolo.
R. M. Ha cantado en los escenarios más
importantes del mundo, ¿siempre se
tiene conciencia de la responsabilidad
o llega un momento en los nervios des-
aparecen?
C. Á. Hay tensión, no hay nervios por la
incertidumbre de cómo puede ser. Y
sobre todo no me dejo llevar por el sitio.
El sitio es el que es porque este trabajo
se realiza en sitios así. Se puede hacer en
un teatro pequeño o en un teatro grande
pero la intención debe ser siempre la
misma. Aunque donde yo siento más res-
ponsabilidad es en los sitios donde nor-
malmente no hay tradición, donde la
capacidad pedagógica de lo que hagamos
debe ser más alta que en sitios donde se
da por hecho que una función, un con-
cierto o un recital es de una manera de-
terminada. En los sitios donde tú tienes
que aportar además esa capacidad de co-
municación con el público para que se
sienta atraído por el espectáculo, ahí
siento más responsabilidad. Y además
coincide en que es en los sitios pequeñi-
tos donde la gente quizá es la primera vez
que asiste a un concierto. Eso egoísta-
mente hace que crezca el gusto de la
gente por la música y el que mi trabajo
pueda salir adelante.
R. M. ¿Con qué teatro se quedaría?
C. Á. Con la Ópera de Viena sin duda.
En el año 2007 fui honrado con el titulo
de ‘Kammersanger’, cuya traducción li-
teral sería ‘Cantante de Cámara’, de la
Ópera de Viena, que es una distinción
que el estado austriaco hace a los cantan-
tes líricos, solo después de 12 años de tra-
bajo allí. Pero no es solo por el
reconocimiento: el trabajo que he hecho
en Viena me ha permitido encontrarme
como en casa, he aprendido cómo se
25
 “Para mí elegir una actuación o una ópera concreta sería
como elegir entre los hijos o preguntarle a un niño ‘a
quién quieres más: a mamá o a papá’. No quiero ser
ingrato con ninguna de ellas”
hace el trabajo en un teatro donde hay
función cada día y a graduar muy bien el
esfuerzo que se hace durante los ensayos.
En los teatros donde se hace temporada
en lugar de repertorio fundamental-
mente para el público es un circo. Algo
de circense hay cuando lo haces cada día
y te das cuenta de que es tu trabajo y hay
que estar preparado para poder asumir
esa capacidad de trabajo interna.
R. M. ¿Con qué actuación u ópera?
C. Á. Para mí eso sería como elegir entre
los hijos o preguntarle a un niño ‘a
quién quieres más: a mamá o a papá’. No
quiero ser ingrato con ninguna de ellas,
pero sí que hay momento en tu carrera
en que piensa que es distinto. En el año
1996 yo estaba cantando ya en los prin-
cipales teatros de ópera del mundo: en
esa temporada estaba en el Metropolitan
de Nueva York, en el Covent Garden de
Londres, en Viena, en París, ya había es-
tado en Madrid, en Barcelona… Las ac-
tuaciones que se dieron en esa tiempo
eran muy importantes. Pero llegó el año
1998 y había una nueva producción del
‘Don Carlo’ de Verdi en el Festival de
Salzburgo y eso tuvo una gran repercu-
sión en mi carrera. A partir de ahí he se-
guido haciendo el trabajo igual pero hay
un antes y un después de ese ‘Don
Carlo’ en Salzburgo.
R. M. ¿Cómo ve el mercado de la ópera?
C. Á. Tendríamos que hablar de cuáles
son los mercados. Hay dos mercados dis-
tintos. Por un lado, donde la ópera fun-
ciona con dinero público
fundamentalmente y que se ajusta a la
zona occidental europea. Y otra que es el
mercado libre donde se hace ópera nor-
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malmente, en Estados Unidos, donde ni
siquiera el 5% de las funciones es pú-
blica. Más del 95% es financiación pri-
vada, porque tienen esa capacidad de lo
que los norteamericanos llaman el ‘co-
lect’, la recaudación de dinero privado
mediante una buena ley de mecenazgo
que permite desgravaciones fiscales a las
grandes empresas, a los particulares in-
cluso. La gente se siente orgullosa de fi-
nanciar la cultura, especialmente el
mundo de la ópera. Se hacen donacio-
nes a nombre de un cantante determi-
nado incluso. Eso representa una forma
distinta de ver el mundo de la ópera.
También sucede de manera importante
en Japón, donde la financiación privada
de los espectáculos es algo imprescindi-
ble. Por tanto el desarrollo de una forma
y de otra es totalmente distinto. El des-
arrollo de la ópera cuando se hace con
financiación pública permite buscar una
evolución en la forma en la que se
aborda las nuevas texturas de la ópera,
en la expresión del discurso normal y for-
mal de la ópera se puede ser un poco
más pretencioso en la evolución de la
ópera, mientras que en la financiación
privada es importante el resultado final
y que guste al público, porque final-
mente es el que paga los espectáculos.
Ese equilibro entre la evolución que
puede tener en Europa y la forma más es-
table de Estados Unidos es difícil. Sin
duda, nos encontramos en un momento
difícil para la ópera pública porque en
momentos de crisis como este la finan-
ciación de la cultura tira a la baja y es
normal que se reduzcan el número y pre-
supuesto de las óperas. Y sin embargo en
el mundo de la ópera privada lo que se
está dando es el cuidado y el esmero en
mantener eso porque lo sienten mucho
más propio que nosotros mismos. Si sal-
vamos el desdeño que tenemos normal-
mente por lo público saldremos de esta
crisis sin problema.
R. M. Se le concedió el Premio Nacio-
nal de Música en parte por su atención
a la música española ¿Considera impor-
tante mantener las raíces?
C. Á. Sí, sobre todo si hablamos desde
la calidad como elemento de elección del
repertorio. Si nos dejamos llevar por una
especie de nacionalismo mal entendido
podríamos estar cayendo en el demérito
de músicas de calidad que por no ser es-
pañolas no se podrían hacer. Sin em-
bargo, al contrario, potenciar la música
española que tenga la calidad suficiente
para ser potenciada, no cualquier cosa.
Yo he intentado ser cuidadoso y estoy to-
talmente convencido de que la zarzuela
como género lírico tiene una calidad
enorme. En la zarzuela, el barítono, ade-
más, se convierte en protagonista princi-
pal. Es verdad que zarzuelas completas
sobre un escenario sólo he hecho tres en
mi vida, pero en el terreno concertístico
sí que lo he ido ocupando con repertorio
español. Me siento muy orgulloso de ha-
cerlo, no solamente dentro de España
sino también fuera. Fundamentalmente
fuera con más ahínco porque fuera yo sé
que el público frente a una zarzuela bien
hecha tiene un movimiento de acepta-
ción que les hace preguntarse por qué
esa música no está más reconocida. Qui-
zás porque hemos tenido esa mala cos-
tumbre de verla como algo más cercano

Carlos Álvarez y la soprano Natalie Dessay en plena representación de ‘La Guerrade los grandes sentimientos’ de Gerardo Leyser
que entendemos –cosa que no es cierta-
nos hace pensar que podemos hacerla
casi de cualquier manera. Y el trata-
miento de zarzuela y ópera debe ser exac-
tamente el mismo. Bien hecha la
zarzuela tiene que estar al mismo nivel
que la ópera.
R. M. ¿Qué siente al ser el único can-
tante con este galardón?
C. Á. Me siento orgulloso pero la res-
ponsabilidad supera con creces el orgu-
llo. Cuando tienes ese reconocimiento
ARCHIVO
“Me siento orgulloso de haber recibido el Premio
Nacional, pero la responsabilidad supera con creces el
orgullo. Tu carrera ha de ser más honesta con ese reco-
nocimiento. El ‘to pa mí’ no funciona”
te obliga a que la trayectoria sea aún más miento que en un determinado mo-
consecuente, más honesta con ese reco- mento tuvo Falla, que tras la muerte de
nocimiento cultural. El ‘to pa mí’ no Debussy y de Ravel se había quedado
funciona. Y reconozco que eso ofrece el como máximo exponente de su época y
reconocimiento a un trabajo, pero tam- era andaluz. Hay algo importante en
bién el respaldo para que se desarrolle nuestra capacidad de hacer música.
aún más. Y así ha sido mi reacción ante Hemos tenido la oportunidad de mez-
cualquier reconocimiento de mi carrera. clar tradición popular, como es el fla-
R. M. ¿Cómo ve el papel de Andalucía menco que se convierte en patrimonio
en la historia de la música? de nuestra comunidad, con el desarrollo
C. Á. Es fundamental. A veces me quedo de la música formal, ‘clásica’ digamos así.
sorprendido con el punto de reconoci- Eso lo podemos hacer nosotros. Es ver-
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 dad que han existido nacionalismo mu-
sical en determinados países de Centro-
europa, pero esa capacidad en nuestra
región durante toda su historia nos ha
permitido presentar una música que es
casi única que nos permite muchos tipos
de evolución con un gran abanico de po-
sibilidades. Además, toda la música que
se realiza en nuestra comunidad nos re-
presenta. Desde el flamenco hasta lo
más clásico en el estricto sentido de la
palabra. Eso es un orgullo que somos ca-
paces de exportar mucho más que otras
comunidades.
R. M. ¿Y el presente?
C. Á. Creo que está en un buen mo-
mento. Las estructuras y los apoyos
hacen que exista esta evolución. Hay que
cuidar mucho la formación de los más
jóvenes, no hay que permitir muchas ve-
leidades con el dinero público y hay que
ser muy consciente de dónde se pone la
intención y el dinero, pero hay aspectos
que funcionan muy bien. Tenemos a la
Joven Orquesta de Andalucía, su coro
funciona también muy bien… Podría-
mos mejorar sin duda la instrucción mu-
sical, pero tenemos una gran capacidad
de absorber las necesidad de formación
de la gente más joven e incluso también
somos capaces de dar primeras oportu-
nidades a los que van a tomar la música
como salida profesional. Si eso es así la
evolución nos permitirá ver la música
clásica como algo que nos pertenece y
que no está solo relacionado con una mi-
noría. Hay muchos niños en el Conser-
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Proyección internacional
En 2003, el Ministerio de Cul-
tura le otorgó a Carlos Álvare el
Premio Nacional de la Música
“por la proyección internacio-
nal, la apertura a géneros di-
versos y la atención a la música
española, con una extraordina-
ria calidad vocal e interpreta-
tiva”.
Y es que si con algo se puede
caracterizar a este barítono es
por ser un andaluz universal.
Así, en el Covent Garden de
Londres, intervino en una des-
tacada ‘La Traviata’ (1994),
‘Otello’ (1999) y ‘Rigoletto’
(2003). En el Metropolitan
Opera de Nueva York ha for-
mado parte de ‘La Traviata’
(1996), ‘Il Trovatore, Un baile
de máscaras’ (2005) o ‘Rigo-
letto’ (2006). Aún así, sus ma-
yores triunfos los ha obtenido
cantando, a lo largo de varias
temporadas, en la Staatsoper
de Viena y ha destacado en el
Teatro Real de Madrid.
“El papel de Andalucía en la historia de la música es fu-
damental. Hay algo importante en nuestra capacidad de
hacer música. Mezclamos tradición en el flamenco con
la música formal, la música más clásica”
vatorio, cada vez son más los que pasan
la criba de los grados medios y superio-
res, pero luego hay que darles también
salidas profesionales. Tenemos orquestas
en nuestra comunidad, los teatros ofre-
cen temporadas lo suficientemente inte-
resante como para crear públicos.
Entonces, yo creo que es un momento
bueno que hay que cuidar como cual-
quiera de los logros de nuestra sociedad.
El desorden en la sociedad vuelve a ocu-
par su sitio si no nos preocupamos de
que las cosas se mantengan en un orden
y un progreso determinado.
R. M. Para finalizar, ¿hacia dónde va
ahora su carrera?
C. Á. Pues ahora mismo mi carrera va a
San Sebastián. El lunes tengo que parti-
cipar en un concierto de Navidad para
celebrar el aniversario del Diario Vasco.
Si todo va bien en enero estaré en traba-
jando en Roma, de allí me iré directa-
mente al Metropolitan de Nueva York, y
cuando termine allí volveremos a Sevilla
para pasar la Semana Santa, cosa qe mi
mujer agradece enormemente y a mitad
de abril nos volvemos a los Estados Uni-
dos, a Washington, para hacer el papel
protagonista de ‘Hamlet’. Eso me man-
tendrá hasta la primera semana de junio,
que volveré a España, para luego hacer
una Traviata en la Ópera de Zurich,
hacer un concierto en homenaje al di-
recto de la Ópera de Viena que después
de veinte años termine su trabajo allí. Y
.
bueno, darme un respiro para retomar
en agosto la nueva temporada.