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Construcción
1. Introducción
Resumen
• Los elementos constructivos de la envolvente de los edificios se han desglosado en
cerramientos y huecos, según sus prestaciones ambientales.
• Los cerramientos de han clasificado en función de su posición y su capacidad para
actuar como barrera de protección de los espacios habitados, describiendo las
prestaciones exigibles a su estructura interior y sus revestimientos exterior e interior.
• Los huecos son un tipo especial de cerramiento, formando una barrera parcial en la
envoltura de los locales, que actúan como filtro al permitir una cierta comunicación
entre dentro y fuera (acceso, luz o vistas, captación o disipación térmica, circulación del
aire), y también como sistemas de control y regulación bioclimática.
• Se describen las prestaciones las diferentes partes de un hueco de ventana respecto a
su funcionalidad y el control ambiental.
El diseño constructivo de los cerramientos suele ser la fase posterior al diseño formal de un
edificio, en la que se decide la manera de materializar su envoltura y la compartimentación
de sus espacios, procurando optimizar su contribución a la calidad ambiental y comodidad
de los ocupantes.
También se han clasificado los huecos en familias funcionales para facilitar el desarrollo de
recomendaciones de diseño, considerando que un mismo hueco se podría combinar dos de
las definiciones expuestas, e incluso las tres:
• Ventanas: hueco vertical exterior acristalado, que permite el paso de la luz y/o la visión,
y también el paso del aire en el caso de ventana practicable, y que se denominamos
claraboya cuando sea horizontal.
• Puertas: huecos de paso exterior o interior que permite el paso de personas y otros
objetos, como vehículos o mercancías.
• Conductos: huecos de paso del aire
exclusivamente para la ventilación o
renovación.
Además, las diferentes funciones se pueden localizan en diferentes zonas del cerramiento,
entre las que se pueden señalar:
• Revestimiento exterior:
o Reflectante al soleamiento y la luz natural.
o Impermeable a agua (lluvia).
o Absorbente al ruido exterior.
• Estructura interna del cerramiento, con posibilidad de diferentes capas:
o Capa aislante térmico, de baja densidad.
o Capa acumulador térmico, de alta densidad y conductividad.
o Capa aislante acústico, estanca y de alta densidad.
o Cámara de aire, estanca o ventilada.
o Capa barrera de vapor, en la cara caliente
• Revestimiento interior:
o Reflectante a la luz natural y artificial.
o Sensación térmica al tacto.
o Tolerancia al agua, higiénica, abiótica1.
o Absorbente al sonido interior (reducción del ruido y tiempo de reverberación).
• Y además:
o Estanca a la presión del viento (infiltración de aire).
o Permeable al vapor de agua en la cara fría, y posible barrera de vapor en la cara
caliente (condensaciones intersticiales).
Por otro lado, los cerramientos interiores, de compartimentación interior, no suelen estar
sometidos a impactos térmicos tan intensos que los exteriores, aunque los requisitos
acústicos pueden ser superiores, especialmente entre usuarios distintos o con actividades
molestas, y también cuando se necesite aislamiento de ruidos de impacto o vibraciones.
La mayor dificultad del diseño ambiental de huecos suele ser conseguir la compatibilidad
entre sus numerosas funciones, para permitir la comunicación entre exterior y el interior de
forma selectiva y controlada, filtrando el paso de personas, la penetración de la luz
natural, la comunicación visual, la penetración de la radiación solar, y la circulación o
renovación del aire.
Todas estas funciones de comunicación debería ser compatibles con el aislamiento térmico
y acústico, ya que los huecos forman parte de la envolvente de las habitaciones, y al mismo
tiempo, los conductos de renovación del aire interior deberían regular el intercambio de
energía calorífica, la disipación del exceso de vapor de agua, y la expulsión de
contaminantes producidos en el interior (CO2 y otros residuos gaseosos).
En teoría, se podría intentar diseñar un hueco polivalente, del tipo puerta-ventana, que
cumpla con todas las funciones demandadas, pero en la práctica es muy complejo hacer
que un mismo hueco realice simultáneamente las diferentes prestaciones de comunicación y
control ambiental, ya que muchas de ellas son aparentemente incompatibles entre sí,
como la renovación de aire y el aislamiento acústico, o la iluminación natural y la protección
solar.
Además, los huecos son las partes modificables de la envoltura que permite el control
ambiental del edificio, regulando los intercambios de energía y aire entre el interior y el
exterior, con el objetivo de mantener las condiciones ambientales del interior dentro de unos
márgenes de comodidad frente a las condiciones climáticas del exterior.
Para el caso de puertas, al carecer de parte acristalada, las prestaciones exigibles a la hoja
son similares a las de la carpintería. En el caso de conductos de ventilación, no son
exigibles las prestaciones referidas a las hojas y la carpintería, pero sí las restantes.
2. Estructura de cerramientos
Resumen
Estructura de cerramientos exteriores
• Cerramientos multicapa, con capa aislante en la cara exterior, continua y evitando
puentes térmicos.
• Revestimiento ligero exterior de protección mecánica y climática, preferiblemente
ventilado.
• Capa interior de gran masa, con materiales de alta densidad, conductividad y
compacidad.
• Conviene incrementar la masa del cerramiento en exposiciones con elevado nivel de
ruidos, y el espesor del aislante en condiciones adversas de soleamiento, frío y
humedad.
Estructura de cerramientos interiores
• Particiones del mismo usuario de tabiquería maciza, con huecos de paso de elevada
estanqueidad y pesados. Distribuidores con esclusas.
• Medianeras con otros usuarios y zonas comunes de elevada masa, mediante materiales
densos.
• Medianeras con locales de instalaciones o actividades ruidosas con doble hoja de
material denso, de diferentes espesores o materiales, y con cámara amplia rellena de
absorbente acústico, evitando puentes acústicos por comunicación aérea, o unión
mecánica entre hojas.
• Aumentar la masa de particiones interiores y suelos que reciban impactos, y protegerlos
con superficies blandas o apoyos elásticos.
• Aumentar la superficie de las particiones interiores y usar materiales de alta densidad y
conductividad para mejorar la estabilidad térmica.
Por otra parte, en el caso de utilizar una capa de material aislante comercial, sólo sería
necesario un espesor de 3 a 6 cm. para alcanzar el total del aislamiento térmico requerido
por el nuevo CTE en fachadas y cubiertas, pero entonces habría que añadirle unos 235
Kg/m2 de material constructivo para alcanzar un aislamiento de ruido aéreo de 45 dBA,
equivalente 20 cm. de fábrica de bloques huecos, o 12 cm. de fábrica de ladrillo o bloque de
hormigón macizo.
Será recomendable que el espesor de la capa aislante sea superior al mínimo obligado por
la normativa en aquellos casos en que las temperaturas exteriores sean extremas (climas de
montaña), en cerramientos muy expuestos al viento (fachadas norte) y sometidos a un fuerte
soleamiento (cubiertas o fachadas oeste y este, elevada insolación, revestimientos oscuros).
El incremento del espesor del aislante puede tener un coste económico relativamente
reducido en comparación con las ventajas térmicas, sin embargo no suele compensar
incrementos de espesor superiores al doble del obligado por la normativa.
En el caso del clima de las Islas Canarias, en que generalmente los edificios no se necesitan
instalaciones de calefacción o refrigeración mecánica, y aún menos en un futuro próximo
con las mejoras de aislamiento térmico propuestas por el CTE, es una ventaja considerable
el aislar al exterior para conservar la mayor cantidad de masa térmica en contacto con el
ambiente interior, al que aportaría una considerable estabilidad a las temperaturas
interiores, independizándolas de la fluctuación de las temperaturas exteriores.
En una habitación de tamaño medio, la cantidad de calor necesario para calentar 1ºC la
masa de los cerramientos en contacto con el aire interior es del orden de 100 a 200 veces
superior al necesario para la misma variación de temperatura del volumen de aire
encerrado. Además, la percepción del ambiente térmico de un local es función de la
“temperatura operativa”, que equivale a la media entre las temperaturas del aire y las
superficies interiores de los cerramientos.
Como excepción a la regla general, los edificios climatizados con ocupación muy
discontinua (cines, oficinas) o en zona de montaña con calefacción (refugio de fin de
semana), puede interesar que tengan poca masa térmica al interior para poderlos enfriar o
calentar rápidamente cuando se vayan a ocupar.
Para el resto de las particiones interiores puede interesar que tengan una elevada
capacidad térmica, para estabilizar las temperaturas interiores frente a cargas térmica
puntuales interiores o fluctuantes exteriores. Se recomienda que las capas en contacto con
el ambiente interior tengan una elevada densidad y conductividad (hormigón, cerámica,
roca), considerando que los ciclos diarios pueden afectar hasta una profundidad de unos 5
cm. También interesará una distribución de tabiquería que aumente las superficies de
contacto entre el material y el aire (estantes y repisas de obra, salientes o grecas).
3. Revestimiento de cerramientos
Resumen
Revestimientos exteriores de cerramientos
• Aumentar la reflexión de la luz natural, lo máximo posible en espacios exteriores con
gran parte del cielo obstruido, pero siempre que no se produzca deslumbramiento por
superficies soleadas, especialmente si son visibles por debajo de la horizontal.
• Aumentar al máximo la reflexión de la radiación solar para evitar el sobrecalentamiento
en condiciones de verano, especialmente en cubierta, y también en fachadas oeste y
este.
• Aplicar soluciones de cerramientos sombreados o ventilados en caso de revestimientos
oscuros y soleados. También se puede utilizar elementos vegetales en cubiertas,
fachadas y fachadas exteriores.
• Favorecer la irradiación infrarroja nocturna como enfriamiento pasivo en verano.
• Garantizar la impermeabilidad a la lluvia y otros focos de agua, procurando conservar la
permeabilidad al vapor de agua.
• Procurar superficies absorbentes acústicas en espacios exteriores confinados y
ruidosos.
Una parte importante de la luz natural que penetra en las habitaciones procede de la
reflexión en las superficies visibles del entorno, tanto de verticales como horizontales. Esta
fracción de luz natural reflejada tiene mayor importancia cuanto menor sea el ángulo de cielo
visible desde los huecos, siendo crítica en al caso de patios y calles estrechas.
Las fachadas de patios interiores y espacios exteriores relativamente estrechos, con una
relación de obstrucción del cielo de altura (H) mayor que la separación (S), deben tener un
coeficiente de reflexión (reflectancia) máximo, con revestimientos entre el blanco puro y
colores muy claros (reflectancia entre 0.9 y 0.7).
Las fachadas a espacios exteriores relativamente anchos, con una relación de obstrucción
del cielo de altura (H) menor que la separación (S), pueden tener una reflexión media-alta,
con revestimientos de colores claros (reflectancia entre 0.7 y 0.5), para prevenir riesgos de
deslumbramiento cuando reciban soleamiento directo.
Como criterio general, siempre que un revestimiento horizontal reciba soleamiento y sea
visible desde arriba, debería tener una reflexión media-baja, con revestimientos de colores
medio-oscuros (reflectancia entre 0.5 y 0.3), para prevenir el molesto deslumbramiento
procedente desde abajo.
Por último, en el caso de edificaciones en medio rural hay que considerar la integración
paisajística, aplicando criterios de camuflaje cromático en edificaciones aisladas en
parajes naturales, con colores y texturas similares al entorno y generalmente de baja
luminosidad. Como complemento, se recomiendan los criterios expuestos en el artículo
“arquitectura y color” de l volumen de Otras Opiniones, para el diseño paisajístico de
fachadas y cubiertas, y la integración de la vegetación y los efectos de sombra.
Por orden de importancia, son las superficies de cubiertas, y las fachadas oeste y este, las
que deberán tener limitadas las ganancias por absorción de la radiación solar, con colores
muy claros (coeficiente de reflexión entre 0.9 y 0.7).
Los espacios libres en torno a los edificios también deben limitar su calentamiento por la
radiación solar, por perjudicar al microclima en condiciones de veranos con elevadas
temperaturas del aire. Se deben evitar las superficies asfaltadas y los pavimentos oscuros,
especialmente si están en el recorrido de los vientos dominantes. Las superficies de tierra
con humedad natural, y sobre todo si están cubiertas de vegetación, compensan la
captación solar mediante el enfriamiento evaporativo, obteniéndose una adaptación
microclimática óptima mediante el arbolado, que además mantiene el terreno sombreado.
Todos los materiales de construcción y las pinturas suelen tener un elevado coeficiente de
emisión de radiación infrarroja (emitancia), independientemente de su reflectancia a la
radiación solar. Los revestimientos tradicionales de albeado con cal o pinturas con
pigmentos minerales se denominan superficies selectivas frías, por tener una elevada
reflexión de la radiación solar y también una elevada emisión de radiación infrarroja.
Las soleras deberán estar protegidas o ventiladas para evitar condensaciones de vapor de
agua procedentes del terreno, y el contacto de los cerramientos con la cimentación deberá
ser tratado para impedir las humedades por capilaridad.
Una parte importante de la luz natural que penetra en las habitaciones, y la que procede de
fuentes de luz artificial, se puede reflejar en las superficies interiores, aumentando el nivel
luminoso medio y la uniformidad en las zonas mas alejadas, y suavizando el contraste de las
sombras. Esta componente de luz natural reflejada interior (CRI) tiene mayor importancia
cuanto menor sea el ángulo de cielo visible desde los huecos, siendo crítica en el caso de
patios y calles estrechas.
La reflectancia de los revestimientos de los techos será el segundo factor más importante,
porque son las superficies que reciben la luz natural reflejada del terreno exterior, y también
las primeras reflexiones interiores, pudiendo difundir la luz hasta el fondo de los locales. Por
su facilidad de limpieza, deberían tener una reflexión muy alta, con revestimientos de color
blanco mate (reflectancia entre 0.9 y 0.8)
Contribución de la reflectancia del techo (Rt) para proyectar la luz reflejada del terreno (RT) y del
suelo (Rs)
Una alta reflectancia de las paredes y otras superficies interiores también contribuyen a la
reverberación de la luz en las habitaciones, mediante la reflexión de la luz natural en las
superficies próximas a los huecos de ventana, y también la pared del fondo del local,
especialmente cuando pueda penetrar luz procedente del horizonte en locales de gran
profundidad.
Por último, respecto al aspecto estético los revestimientos interiores, no se recomiendan las
superficies excesivamente pulidas (especulares) por sus reflejos perturbadores,
quedando a discreción del diseñador el empleo de diferentes texturas o rugosidades
(madera, textil, enlucido, etc.). En el caso de aplicar color en los interiores, se sugiere
emplear colores luminosos poco saturados (evitando tonos puros), con tonalidades “frías”
(gama azul-verde) en locales muy luminosos, o tonalidades “cálidas” (gama rojo-amarillo) en
locales poco luminosos, para compensar el desplazamiento de la sensibilidad cromática del
ojo.
Los revestimientos interiores deben poder garantizar un ambiente seco, limpio y saludable.
Unas propiedades inadecuadas pueden ser focos de molestias y enfermedades como el
asma, que en casos extremos pueden generar un “síndrome de edificio enfermo”, por las
causas que se comentan a continuación.
Conviene que los revestimientos tampoco puedan ser soporte biológico de moho, hongos
y otros microorganismos (bacterias, ácaros, insectos), por ser imputrescibles, por ausencia
de porosidad o por sus propiedades biocidas (pinturas funguicidas).
Precisamente, los ataques de asma y otras enfermedades alérgicas son provocados como
reacción desproporcionada del organismo frente a pequeñas cantidades de sustancias
irritantes (alergenos), tales como moho, hongos y sus esporas, partículas de piel o pelos de
animales, ácaros o pulgas, fibras de tejidos, etc.