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CONCLUSIÓN:
La
De esta fusión de
factores, roto el hilo del primer humanismo de la República, nace nuestro primer
romanticismo, nace la emancipación de la literatura como arte del bien común, como cultura
popular accesible a todos, por medio de la unión de dos agentes: el amor a la literatura como
principio de formación cultural y la enorme alegría y sosiego el pos de la finalización de la
guerra emancipadora.
González vuelve a la vida pública. Funda «El Heraldo». Con el mismo nombre Lander
fundó en 1846 otro periódico. Funda su famosa «Revista Literaria», escribe artículos de
críticas y traduce a los grandes poetas universales, la noche del 10 de octubre de 1866,
moriría Juan Vicente González. Caracas entera se conmovió y los restos del infatigable
luchador fueron acompañados por una multitud silenciosa hasta las faldas del Avila, donde
quedaba el viejo cementerio de «Los Hijos de Dios».
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En
, tal como se le reconoce hoy en día, Juan Vicente González
posiblemente no haya dejado obra de consistencia. Pero en cierta forma pudieran destacarse
en este aspecto su trabajo sobre la % el de &
. Como periodista González sobresale. En este campo es un coloso. Nadie ha podido
igualarle en Venezuela. Su pasión desbordante, su estilo admonitivo, de una soberbia
lapidaria, le colocan como la más singular figura del periodismo venezolano de todos los
tiempos. Arturo Uslar Pietri ha dicho al respecto: «No lo ha habido más brillante, más
poderoso, más poético. Es en veces una sibila que vislumbra visiones de espanto, en veces un
orador de torrentosa elocuencia, y siempre un poeta, por el poder de la síntesis y por la
fulguración de la imagen» (Uslar Pietri, Arturo: '
# . FCE. México.
1948. p. 97). Con sus arrebatos personales, trasplantados a su función diaria de periodista,
González imprime a sus editoriales y a todas sus demás páginas, una fuerza humana
característica, una energía vital inagotable. Lisandro Alvarado, en relación con la figura de
González, ha anotado lo siguiente: «En caso de necesidad llenaba todas las columnas de su
periódico sin colaboración y con producciones apasionadas, y a veces salvajes por el nervio y
la vigorosa entonación, por el descuido y la cólera que las animaban».
Como
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, González cumple una labor provechosa para
la entonces incipiente educación venezolana. En sus días de recogimiento en su colegio «El
Salvador del Mundo», se dedicó por entero a la enseñanza. Y entonces escribió un texto de
Gramática Castellana, en la que seguía la teoría gramatical de Bello. Asimismo escribe sus
lecciones de
y una $
. Aun cuando no corresponde a su
época de «El Salvador del Mundo», es necesario añadir a la lista de obras didácticas,
su & ' ( . Esta última obra, escrita casi de memoria en los días de
prisión bajo la dictadura de Páez, se destaca por sus poéticas descripciones y por su fervorosa
admiración hacia la cultura clásica de Grecia y de Roma.
En el campo de
, ciertamente González ocupa un sitial de pionero. Con
él la historiografía romántica venezolana. Sus lecturas de adolescente, recién salido del
presbiterio de los Neristas, la vuelca aún en su madurez, en sus páginas históricas,
vehementes y desordenadas. González fue un permanente cronista de nuestros grandes
sucesos. El testigo más dispuesto de su época, puede llamársele por su incansable labor
histórica. Su historia, sin embargo como hemos anotado ya, posee singulares características.
Los modelos que sigue González no son los que tenía a mano en la literatura castellana.
Fueron los grandes románticos franceses que él había leído en su juventud: Chateaubriand,
Lamartine, Michelet, Thierry. La historia que él escribe está caldeada por su pasión poética.
La historia de Venezuela para González empieza a ser de contornos homéricos. El la ve con
aire de epopeya. No pierde oportunidad para establecer comparaciones entre nuestros
guerreros y los de la antigüedad clásica; entre la escena de nuestra historia y la de los casi
legendarios pueblos greco-latinos.
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Juan Vicente González inicia esta obra con el ajusticiamiento de José María España,
haciendo relación a la amistad que existía entre ese personaje y José Félix Ribas. Entonces el
tema principal de la obra viene a desarrollarse a partir de la despedida entre dos grandes
amigos, desde este momento comienza la verdadera historia del personaje principal.
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Ribas fue capturado por los realistas en los alrededores de Valle de la Pascua. El
Justicia Mayor de Tucupido Lorenzo Figueroa (barrajola) quien reclamo al prisionero como
suyo, ordenó su muerte el 31 de enero de 1815, dentro de grandes vejaciones fue trasladado
a la Plaza Mayor de Tucupido en donde fue fusilado. al pie de un árbol a escasos metros de la
mencionada plaza su cuerpo fue desmembrado, la cabeza frita en aceite fue enviada a
Caracas, donde cubierta con el gorro frigio que solía usar Ribas, la colocaron en la Puerta de
Caracas dentro de una jaula en el camino para La Guaira, sus brazos y piernas colocadas en
los cuatro puntos cardinales del pueblo en represalia a los patriotas de la zona.