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Peinados en movimiento

¿Podríamos considerar peinados el estilo de hoy de llevar el cabello? Cuando vemos épocas
anteriores en que las mujeres llevaban el pelo recogido en complicados peinados y los hombres
también se sometían al estilo de la época, afirmaríamos rotundamente que no.

Pero muchos de los estilos de hoy son también peinados que se deben más a la imaginación que a la
laboriosidad en realizarlos, pero no por eso son menos complicados o menos peinados.

Peinados a la carta
Porque cualquier peinado se debe a la voluntad de generar belleza o estilo con la manipulación del
cabello. Así como en el ámbito gastronómico se ha dado una verdadera revolución en la forma de
tratar los alimentos, en peluquería ya hace unos años que se empezó a mirar el pelo como un
material dúctil y “vivo” con un gran poder sobre la imagen personal.

Del abanico de peinados clásicos con que la humanidad ha gobernado sus cabellos se saltó a la
innovación a la hora de cortar y estructurarlos. Los cabellos podían ser como un lienzo en el
plasmar una imagen abstracta, descriptiva, colorista, dinámica... Se podían trabajar formas,
movimientos, caídas, colores. Y son un material que depende en gran medida de los cuidados y del
tipo de vida que lleva la persona.

El pelo es un material único que no tiene equivalente en la naturaleza. Trabajar con él exige
habilidades de escultor para saber ver las formas que encierra cada cabellera, de artesano para
conocer a fondo el material y sacarle el máximo partido, de médico para saber cuándo no está sano.
Aunque ya desde la antigüedad ya se conocen técnicas para dominarlo, nunca como hasta el siglo
XX se le había ocurrido al hombre conocer a fondo su naturaleza y expermientar con su ductilidad,
su capacidad de absorber diferentes gestos, volúmenes y caídas. ¡Qué impensable en la Antigüedad
llevar un peinado como una cascada de corte desigual! ¿Y son sus peinados los que nos parecen
complicados?

Peinados avanzados
Ahora más que nunca recae en el peluquero la labor de saber ver el peinado que hay en cada mujer
o cada hombre. Porque éste es capaz de ver la calidad de un cabello, su maleabilidad y sus
problemas. La experiencia también da al peluquero la capacidad de imaginar cómo quedarán
diferentes peinados en rostros diversos con objetividad. Y en valorar su idoneidad a la hora de
favorecer o exagerar determinados rasgos.

Porque la moda, la que decide en nuestra época cómo vamos a llevar nuestros cabellos, elige o crea
determinados peinados en cada temporada en función del espíritu de la época que se va a iniciar.
Todas las sabidurías universales se afanan en anticipar hacia dónde estamos yendo, observando las
primeras muestras de algo nuevo que va a empujarnos a avanzar. Todo fluctúa en el universo, busca
su contrario, y el exceso de melancolía, por ejemplo, en la manera de vestir y peinarse lleva al cabo
de un año al deseo por disruptir, a lo mejor, con peinados deconstructivos. O la abundancia de
mechas o aderezos a una melena de suave caída.

Lo interesante de la época es el afán por innovar cada temporada, por plantearse nuevos cortes o
peinados, variaciones, combinaciones, que nos provoquen el deseo de vernos con ese nuevo
aspecto, una humanidad siempre cambiante y siempre la misma, porque mantenerse en movimiento
nos preserva frente al tiempo. Y aunque hay peinados que ya han quedado irremisiblemente
pegados a una época, como los flequillos del charlestón o las coletas hippies, se renuevan y
renuevan jugando con sus referencias. Porque el cambio, el movimiento, tiene relación con el juego,
con la parte pícara, curiosa y divertida del hombre, y por eso renovarse es bueno, porque nos hace
avanzar mientras nos mantiene unidos al niño o la niña que fuimos.

Os recomendamos consultar en Internet un día por curiosidad peinados de otras épocas, sus
diademas, tirabuzones, horquillas ocultas, fijaciones extremas..., producto de unas formas de tratar
el cuerpo envaradas, melindrosas y exageradamente controladas. En estos siglos de libertad la
melena es quizás el peinado más común y que define mejor la época, ¡pero qué cantidad de estilos
de melenas ondulantes, simétricas, escalonadas, desiguales, abruptas, es capaz de inventar el
pelquero!

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