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Jánuca
Resulta que la palabra Jánuca manifiesta el descanso que se produjo el 25 del mes de
Kislev. Esto ocurrió en épocas del Segundo Templo Sagrado, cuando los griegos
profanaron el Santo Templo, y más tarde los judíos lo recuperaron, purificaron y
reinauguraron.
Inicialmente, los griegos tramaron arrastrar el corazón del pueblo de Israel para que
renieguen de sus creencias en Di-s Único y Todopoderoso. La intención de ellos era,
que los judíos abandonen el servicio y la fe en Di-s y se plieguen a los cultos y
creencias paganas de los griegos. Por eso, en un primer momento, se valieron de
estratagemas solamente, sin guerrear.
Este levantamiento ocurrió en el año 3593 del calendario hebreo (-168 del calendario
civil). En esos tiempos, gobernaba el rey Antíoco IV (Epifanes), y fue él quien decretó a
sus hombres combatir la creencia de los judíos y la profanación del Templo.
Sin embargo, no todos hacían esto, ya que la mayoría de los judíos no se subyugaron a
esta deshonra y vejamen espiritual. Por el contrario, se aferraron a la Sagrada Torá y
clamaron al Eterno, llorando amargamente por los hermanos que se descarriaron y
cayeron en las garras del usurpador.
El rey se enoja
Vio Antiocos, el malvado rey, que los "mitiavnim" no cumplen un trabajo completo, al
ser que no ejercen mano fuerte, con todo el pueblo. Y advirtió además, que son como
excomulgados en ojos de la mayoría.
Tras ver esto, decidió mandar sus tropas, bajo el mando de sus crueles comandantes,
con el claro objetivo de doblegar a los judíos. La orden era clara "subyugación o
degüello".
Cuando las vandálicas huestes llegaron al sector judío, desenvainaron sus espadas,
asesinaron, descuartizaron y saquearon. Vejaron horripilantemente a los hijos de Israel,
propinándoles todo tipo de ultrajes, y como si fuera poco, asesinaron decenas de
hombres, mujeres y niños indefensos que entregaron su alma por guardar la Sagrada
Torá, sus leyes y preceptos.
Los renegados
Fue entonces cuando el enemigo ingresó al patio del Beit-Hamikdash -Templo Sagrado-
y abrieron en la muralla trece grandes boquetes del tamaño de portones. Anularon el
sacrificio cotidiano que se ofrecía -"Tamid"- e impurificaron el aceite y hurtaron el
candelabro.
Construyeron un altar y subieron sobre él un cerdo, lo degollaron y llevaron su sangre al
Sancta Sanctorum del Templo Sagrado. El pueblo judío oyó lo sucedido y temió en gran
manera. Vieron que no hay refugio ante la guerra que se declaró, contra la espada y
lanza del usurpador, mas el hermano revelado que se les unió.
El milagro
El milagro inicial en esta guerra, aconteció con las mujeres de Israel. Las esposas de los
fugados y escondidos, cuando les nacía un varón a alguna de ellas, lo circuncidaban al
octavo día, subían a la muralla de Jerusalem con el niño en sus brazos, arrojaban la
criatura, y ellas se arrojaban detrás del bebé para subir al cielo los dos juntos. Esto lo
hacían tras anunciar que se diga a sus maridos y todos sus hermanos que se ocultaban
ante la guerra "¡Si vosotros no salís para batallar contra el invasor, no habrá para
vosotros niños ni mujeres, y vuestro final será el exterminio total!.
No en secreto guardaremos nuestra santidad sino a la vista de todos, y si es vuestra
voluntad salvarnos, salid de vuestras madrigueras y pelead contra el enemigo hasta
exterminarlo y el Eterno estará con vosotros!"
En ese momento, se levanto Matitiahu y sus cinco hijos, los Jashmonaim, como
cachorros de león y congregaron todo varón valiente apto para combatir que había en el
pueblo.
Luego de esto, salieron a terminar con el enemigo del Eterno o morir en la contienda.
Durante muchos días hicieron guerra los pocos contra los muchos, los débiles contra los
fuertes, y los salvó la diestra del Eterno, exterminando al enemigo. Entonces fue
purificada la tierra, de las huestes de Antíoco y todas sus abominaciones. Volvieron al
Templo, purificaron el Altar y lo construyeron nuevamente, haciendo un candelabro de
madera en el que encendieron candelas que iluminaron la luz de la Torá.