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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR


UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
ESTUDIOS JURÍDICOS

Profesor: Estudiantes:
Jimmy Perales C.I. 14.779034

CIUDAD BOLÍVAR MAYO DE 2011


INTRODUCIÓN

En la literatura sobre el pluralismo jurídico existe un acuerdo sobre los


elementos que estructuran a su adversario teórico: el monismo jurídico liberal. Para
los pluralistas jurídicos en el centralismo-monismo jurídico o lo que Santos denomina
como el “paradigma convencional” (Santos 1987: 280), el derecho es asimilado al
derecho que es producido por el Estado y que posee una serie de propiedades
definitorias como la sistematización e institucionalización de normas, la seguridad y
la previsibilidad de los comportamientos y decisiones, la existencia de una cuerpo
burocrático que se encarga de su administración y, finalmente, la garantía coactiva de
su cumplimiento. Igualmente, desde el punto de vista analítico, supone que el derecho
y la sociedad son dos entidades separadas e independientes que sólo se tocan en el
terreno de la eficacia jurídica, en el espacio del cumplimiento social del derecho.

Cotterrell y Griffiths, dos autores centrales en el pluralismo jurídico, precisan y


desarrollan de manera sugestiva estas ideas. Cotterrell (1983: 244-246), por un lado,
afirma que el monismo jurídico sostiene que el derecho es y sólo es el derecho
producido por un órgano competente, aquel que estudian y aplican los abogados, en el
que se basan los jueces para dictar sus sentencias y que está respaldado por el uso de
la fuerza legítima del Estado. El carácter “jurídico” de una norma estaría determinado
por su posición y creación dentro de una escala jerárquica: la existencia es al mismo
tiempo la manifestación de su validez. Para Griffiths, por otro lado, “de acuerdo con
lo que denominaré la ideología del centralismo jurídico, el derecho es y debería ser el
derecho del Estado, uniforme para todas las personas, excluyente de cualquier otra
forma de derecho y administrado por un conjunto único de instituciones estatales”
(2006: 3). El derecho, desde este punto de vista, es concebido como un sistema
jerárquico, sistematizado y codificado de normas que deben su validez bien al
designio soberano o a una norma fundamental. Todo lo que se encuentre por fuera de
este esquema o no pueda ser reducido a él es un hecho, pertenece al dominio de las
cosas, de los objetos, y no puede alcanzar nunca un estatus de juridicidad, “no es
derecho, sólo hechos” (Teubner 1997 p. 768).

La mayoría de los autores que se inscriben dentro de la corriente del pluralismo


jurídico coinciden en señalar que el trabajo de Eugen Ehrlich, en donde se señala que
el derecho del Estado no es el único derecho presente en la sociedad, es el primer y
más importante referente de esta escuela. Con el trabajo de Ehrlich, se afirma, se
inicia el ataque sistemático al monismo jurídico liberal (von Benda-Beckmann 2002:
53; Melissaris 2004; Griffiths 2006; Teubner 1997b). Los principios defendidos por
Ehrlich, con importantes cambios y desarrollos, son los pilares sobre los que se han
basado, en esencia, aquellos que se han inscrito en la escuela del pluralismo jurídico.
Ehrlich articuló la idea del “derecho vivo” para denominar aquellos órdenes
normativos paralelos al Estado que surgen espontáneamente en la vida cotidiana
como forma de auto-regulación y que llegan a ser más importantes para la sociedad que
el propio derecho creado y sancionado oficialmente.

No obstante, la distinción entre el monismo y el pluralismo jurídico no es un


tema pacífico dentro de la literatura. Aunque la anterior distinción parece clara, la
nitidez se desvanece cuando se trata de aplicarla a la explicación de casos concretos.
Algunos sistemas serán monistas o pluralistas según, precisamente, la definición que
se asuma de lo que es “plural” o “monista”. Lo anterior se puede apreciar con nitidez
en el debate en torno a sí es posible hablar de la existencia de pluralismo jurídico
dentro de un mismo sistema, lo que ha dado lugar a dos perspectivas: aquellos que
niegan la posibilidad de un pluralismo jurídico intra-sistémico y aquellos que la
afirman. El principal representante de la primera vertiente – el pluralismo jurídico no
se puede producir en un mismo sistema – es Griffiths (2006), quien afirma
tajantemente que el pluralismo jurídico es una propiedad de un campo social y no de
un sistema jurídico concreto.
En la misma forma el contractualismo en filosofía política, ciencia política,
drecho y sociología, el contrato social es un acuerdo real o hipotético realizado en el
interior de un grupo por sus miembros, como por ejemplo el que se adquiere en un
Estado en relación a los derechos y deberes del estado y de sus ciudadanos. Se parte
de la idea de que todos los miembros del grupo están de acuerdo por voluntad propia
con el contrato social, en virtud de lo cual admiten la existencia de una autoridad, de
unas normas morales y leyes, a las que se someten. El pacto social es una hipótesis
explicativa de la autoridad política y del orden social.

El contrato social, como teoría política, explica, entre otras cosas, el origen y
propósito del Estado y de los derechos humanos. La esencia de la teoría (cuya
formulación más conocida es la propuesta por Jean-Jacques Rousseau) es la siguiente:
para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito, que
les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en
estado de naturaleza. Siendo así, los derechos y deberes de los individuos constituyen
las cláusulas del contrato social, en tanto que el Estado es la entidad creada para hacer
cumplir con el contrato. Del mismo modo, los hombres pueden cambiar los términos
del contrato si así lo desean; los derechos y deberes no son inmutables o naturales.
Por otro lado, un mayor número de derechos implica mayores deberes; y menos
derechos, menos deberes.

Por otra parte la institución como forma de derecho, señala que Cuando un
grupo pasa de estar inorganizado a estar organizado, nace el Derecho; es lo que se
llama Institucionalización. En el constitucionalismo actual, se concibe como el
andamiaje jurídico-político sobre el cual se construye y se soporta la vida de la
nación, conformando, por una cara, el conjunto de valores y normas que le da el
carácter de Ley Fundamental y, por la otra, la concreción del ideal de convivencia
política que sirve de base al “diseño institucional” del sistema político. Julio César
Fernández Toro ((2001) explica que, cuando se emplea este término en Derecho
Constitucional, normalmente se le entiende como la manera de organización del
Estado siguiendo la trilogía tradicional de distribución del Poder Público de
Montesquieu. Sin embargo, la Constitución venezolana de 19992 apunta hacia un
diseño “pentafuncional” de las instituciones del Estado, mediante la incorporación del
Poder Electoral y el Poder Ciudadano, contenida y desarrollada en su parte orgánico,
la cual determina las bases de la organización del Poder Público; la forma política del
Estado; la estructura del gobierno y las instituciones públicas.

El diseño institucional democrático del sistema político venezolano en la


Constitución de 1999 se plasma a partir del Preámbulo cuando enuncia como fin
supremo del pueblo de Venezuela el de: “…refundar la República, para establecer
una sociedad democrática, participativa y protagónica…” y más adelante, en el Título
I, Artículos 2, 3,5 y 6 de la Constitución de 1999 referentes a los principios, fines,
organización del Estado y la forma de gobierno, respectivamente.
Pluralismo como Forma de Derecho

En sociología jurídica, se entiende por pluralismo jurídico la coexistencia de dos


o más órdenes jurídicos en un mismo ámbito de tiempo y de espacio. El concepto de
pluralismo jurídico supone una definición alternativa de derecho, pues si se adopta la
definición clásica, el derecho se reduce a las normas producidas exclusivamente por
el Estado. Si se acepta la noción de pluralismo jurídico, se pone en cuestión la idea
del monopolio de la fuerza estatal.

Desde una perspectiva socio jurídica, puede entenderse como derecho cualquier
conjunto de normas que regulen la conducta humana, y que sea reconocido por sus
destinatarios como vinculante. Según Boaventura de Sousa Santos, cualquier orden
social que de cuenta de retórica, violencia y burocracia, puede ser considerado como
derecho.

Pluralismo Jurídico es la coexistencia dentro un Estado de diversos conjuntos de


normas jurídicas positivas en un plano de igualdad, respeto y coordinación. Es la
coexistencia de dos o más órdenes jurídicos en un mismo ámbito de tiempo y de
espacio.

El Pluralismo Jurídico basado en la Teoría de la Institución afirma que “el


Estado no es el único centro productor de normas jurídicas sino también el producido
por los grupos sociales diferentes al Estado, siempre y cuando: determinen sus fines
propios, establezcan los medios para llegar a esos fines, distribuyan funciones
especificas de los individuos que componen el grupo para que cada uno colabore, a
través de lo medios previstos, para el logro del fin y que tengan diferente cultura
(Bobbio, Norberto, p. p. 10 - 13).
Entonces el Pluralismo Jurídico es la coexistencia dentro un Estado de diversos
conjuntos de normas jurídicas positivas en un plano de igualdad, respeto y
coordinación. Es la coexistencia de dos o más órdenes jurídicos en un mismo ámbito
de tiempo y de espacio.

El pluralismo jurídico es parte del ordenamiento jurídico del Estado. Se llama


Ordenamiento Jurídico al conjunto de leyes dictadas por voluntad estatal para
garantizar las reglas de convivencia social o Derecho.

Pluralismo Jurídico es la coexistencia dentro un Estado de diversos conjuntos de


normas jurídicas positivas en un plano de igualdad, respeto y coordinación. "
(Machicado, Jorge, 2011). En suma es la coexistencia de dos o más órdenes jurídicos
en un mismo ámbito de tiempo y de espacio.

El concepto de pluralismo jurídico supone una definición alternativa de


derecho, pues si se adopta la definición clásica, el derecho se reduce a las normas
producidas exclusivamente por el Estado. Si se acepta la noción de pluralismo
jurídico, se pone en cuestión la idea del monopolio de la fuerza estatal (ob. cit).

Desde una perspectiva sociojurídica, puede entenderse como derecho cualquier


conjunto de normas que regulen la conducta humana, y que sea reconocido por sus
destinatarios como vinculante. Según Boaventura de Sousa Santos, cualquier orden
social que de cuenta de retórica, violencia y burocracia, puede ser considerado como
derecho.

El comercio informal, la presencia de grupos guerrilleros o paramilitares, o la


presencia de etnias o grupos indígenas en un Estado, son algunos ejemplos de
pluralismo jurídico.
Hay que distinguir el pluralismo jurídico social y el formal. El pluralismo
Jurídico Social, es cuando el derecho oficial, no reconoce la coexistencia de dos o
más sistemas de derecho, es decir, es la posibilidad que los jueces, en algunos casos,
tomen en cuenta, en sus providencias, los sentimientos, las opiniones y las
obligaciones sociales derivadas de normas, sin ser esto un mandato formal del
derecho estatal.

Se define al Pluralismo Jurídico Formal, cuando hay el reconocimiento por el


Estado, de la coexistencia de varios sistemas jurídicos. Podríamos sintetizar, que el
llamado pluralismo jurídico, no es más que una categoría sociológica que nace en
tanto que coexistan dos o más sistemas normativos dentro de un mismo espacio
social o geopolítico, todo lo cual implica que deberá dársele cabida a las instituciones
y sistemas jurídicos propios de los pueblos indígenas, para solventar los
conflictos. Debemos referirnos, con la intención de hacer más compresible el tema
objeto de este trabajo, a la teoría jurídico positivista de Kelsen, que impuso el
llamado “monismo jurídico”,que concibe al estado como la única entidad capaz de
crear normas, procedimientos y estructuras administrativas y judicial es para regular
conflictos que se plantean entre los miembros de una sociedad, a través de los
órganos del poder público, es decir, que ello implica el monopolio de la violencia
legítima y la producción jurídica, sin dar espacio a otros sistemas jurídicos. El
pluralismo jurídico o legal como uno de los nuevos paradigmas o ejemplos surgidos
en los últimos años, ha cuestionado la concepción del derecho estatal, su exclusividad
en la elaboración de normas jurídicas. Es a partir de las dos últimas décadas del siglo
XX, cuando algunos países latinoamericanos reconocieron de manera expresa en sus
cartas políticas el carácter multiétnico y pluricultural del estado, admitiendo, además,
la coexistencia paralela o alternativa de los sistemas normativos de los pueblos
indígenas con el derecho estatal, es decir, el pluralismo jurídico dentro del ámbito de
la administración de justicia. En todas estas constituciones se reconocen el derecho
consuetudinario y la jurisdicción especial indígena. Partiendo de que los pueblos
indígenas tienen una identificación cultural preexistente al estado venezolano, y que,
además, poseen una identidad cultural, distinta de los demás habitantes de la
República y, por ende, tienen derechos distintos al resto de los ciudadanos, fue lo que
condujo a los legisladores venezolano a reconocer el derecho consuetudinario
indígena, llamado, también, derecho tradicional o costumbre jurídica. Con el
reconocimiento de diversidad étnica y cultural en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, se dio paso a un nuevo sujeto de derecho, los pueblos o
nacionalidades indígenas, dejando de ser una realidad cierta y legal, para constituirse
en sujetos de carácter colectivo de derechos fundamentales.

Con este derecho colectivo se les reconoce a los pueblos indígenas su derecho a
la autodisposición o capacidad autoregulativa. Lo cual implica la admisión de las
actuales normas consuetudinarias, como aquellas que supongan una modificación de
las existentes, dado su carácter dinámico; es decir, se les reconoce a los pueblos
indígenas su potestad legislativa específica para producir normas. El establecimiento
de este importante derecho colectivo, posibilita a su vez un doble reconocimiento. En
primer lugar, reconoce la jurisdicción indígena especial, es decir, la potestad pública
ejercida por las autoridades indígenas legítimas de los distintos pueblos y
comunidades indias, para ejercer funciones de justicia, de acuerdo con sus
tradiciones, usos y costumbres, con capacidad incluso de crear y modificar normas.
La competencia que se les asigna a estas autoridades se extiende no sólo a la
resolución de conflictos de orden criminal, sino también que puede ser aplicable a los
asuntos laborables, mercantiles y civiles existentes entre los indígenas., en segundo
lugar, reconoce además el uso del derecho consuetudinario indígena y sus propios
procedimientos para resolver conflictos. En principio, debemos entender que la
potestad de administrar justicia de las autoridades indígenas tendría cabida plena
dentro de las unidades político-territoriales, es decir, en los hábitat y/o municipios
indígenas, sobre todo si el conflicto se plantea entre dos indígenas (integrados o no
integrados) del mismo grupo étnico; no obstante, desde una perspectiva intercultural,
se podrían ampliar estos límites.

Contractualismo como Forma de Derecho

El contractualismo (término derivado de la palabra contrato) es una corriente de


la filosofía política y del derecho que se originó en el siglo V a. C. No es una doctrina
política única o uniforme, sino un conjunto de ideas con un nexo común, si bien
extremadamente adaptable a diferentes contextos, lo que explica su vitalidad y su
capacidad para ir evolucionando y redefiniéndose hasta la actualidad. Como teoría
política es posiblemente una de las más influyentes de los últimos trescientos años,
configurando, en mayor o menor grado, la estructura actual de los distintos estados y
naciones. No debe confundirse el contractualismo con la democracia, pues no todas
las teorías contractualistas y defienden modelos políticos democráticos. Tampoco
debe confundirse contractualismo con nacionalismo, pues, siendo ambos
movimientos políticos nucleares y casi simultáneos de los estados modernos,
expresan concepciones distintas.

Contractualismo clásico y contractualismo contemporáneo

El contractualismo examina la naturaleza, el origen y la justificación del poder


político. En su versión clásica se basa en la existencia de un pacto para la
conformación de la sociedad civil y el Estado. El contractualismo contemporáneo,
como se vera más adelante, se interesa fundamentalmente por los principios lógicos e
ideológicos que fundamentan el contrato político, es decir, por los procedimientos de
decisión y las condiciones en que tiene lugar el pacto.
Contractualismo clásico: orígenes

El contractualismo fue causa y consecuencia de un cambio de percepción de la


sociedad (o en todo caso de sus elites) respecto del poder y su naturaleza. Hasta el
siglo XVII predominaba la idea de que el poder se justificaba de manera natural o
apelando a instancias religiosas, de forma que más allá de todo cambio circunstancial,
los seres humanos vivían en sociedades ordenadas y reguladas conforme a ciertas
reglas que excedían su capacidad de decisión. Así, el rey lo era por gracia de Dios
(como se afirmaba desde las concepciones monárquicas) o los esclavos lo eran por
naturaleza (como proclamara Aristóteles). Si bien hubo intentos precedentes de
romper con esa concepción (por ejemplo, por parte de la escuela sofista en la antigua
Grecia, que defendía el convencionalismo y el relativismo, o por parte de Guillermo
de Ockham en el siglo XIV, o las teorías pactistas medievales) la legitimación más
aceptada era que las relaciones de mando y obediencia nacían de reglas invariables y
venían prefijadas por la tradición, la naturaleza o la voluntad divina, y en cualquier
caso no se sometían a la voluntad de los interesados. Sin embargo, con el
advenimiento de la sociedad moderna, el panorama fue cambiando paulatinamente.
Las razones de ese cambio son diversas y están fuertemente interrelacionadas entre sí.

Estas son algunas de ellas:


• Cambios en el orden político, especialmente en Europa. El orden social del
Antiguo Régimen se caracterizaba por la fragmentación del poder en diversas
instancias interpuestas y por relaciones comunitarias de dependencia. Por
ejemplo, la dependencia del vasallo que ofrece lealtad al señor a cambio de
protección, o rentas y trabajos a cambio de tierras, u obediencia a cambio de
protección frente a la competencia en el caso de los gremios profesionales. El
sistema social resultante era de carácter comunitarista y descentralizado, a
pesar de la fuerte tendencia al acaparamiento de poder por parte de los
monarcas, proceso que se consolidará en la monarquía absoluta. Frente a esto,
los excedentes agrícolas y su reinversión en sectores económicos no sujetos a
los tradicionales gremios dio lugar a la paulatina aparición de una nueva clase
social: la burguesía. Ésta se caracterizaba por su independencia política y
económica, lo que determinó que nuevos valores individualistas irrumpieran
en el panorama político. El aumento en número y riqueza de la burguesía
exigió, a la postre, cambios en las estructuras políticas. Un ejemplo de tales
cambios fue la Revolución francesa de 1789.
• Cambios en el orden geopolítico. La expansión de la cultura política
occidental más allá del continente europeo tuvo lugar a partir de la llegada de
los europeos al continente americano. Sin embargo, tras los procesos
emancipatorios de las posesiones americanas, a fines del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, se hizo necesario articular un nuevo modelo político
para aquellos estados y naciones, puesto que el modelo dinástico monárquico
europeo se mostraba inservible para satisfacer las nuevas realidades políticas
de los recién independizados territorios. Se inició así un intenso proceso de
reflexión acerca de cuál debía ser ese modelo político, echándose mano del
contractualismo y propiciando la extensión del constitucionalismo. Los
resultados de tales transformaciones viajaron de vuelta hasta el viejo
continente. Un ejemplo de tales cambios fue la independencia estadounidense
de 1776.
• La secularización. La lenta pérdida de poder e influencia de la religión
cristiana, y especialmente la erosión del papado como poder político, propició
el abandono de teorías religiosas que explicaban el orden social apelando al
orden natural emanado de la ley divina. Se hizo necesario reformular, por
tanto, la naturaleza del poder y su legitimidad. Si bien la religión cristiana no
perdió del todo peso e importancia, parece cierto que su influencia en la
esfera de los asuntos políticos se vio seriamente comprometida, siendo
ocupado su lugar por la burguesía.
• Los ideales de la Ilustración. El movimiento racionalista, los nuevos valores
de emancipación y autonomía personal, la revolución científica, el inicio de la
revolución industrial y en general las transformaciones ideológicas que
tuvieron lugar durante el siglo XVIII propiciaron la crisis política del Antiguo
Régimen. La imagen que los europeos y americanos tenían de sí mismos
cambió (especialmente entre las elites), y el modelo de súbdito fue sustituido
por el de ciudadano, dotado de razón y derechos, e inspirado por los ideales
del individualismo, la emancipación política y la autonomía moral. Ya
Descartes había proclamado en el siglo XVII la independencia
epistemológica del individuo (estableciendo el sujeto como criterio último de
verdad), tendencia clausurada por Kant y su ideal de autonomía moral como
clave de bóveda del movimiento ilustrado.

El resultado combinado de todas estas tendencias, junto con otros factores, tuvo
como consecuencia una crisis política producto de una crítica social sin precedentes,
vivida en cada territorio a ritmos distintos en función de su contexto político o
económico, de manera revolucionaria en unos casos, en otros de manera más pacífica.
Lo cierto es que en el periodo comprendido entre fines del siglo XVIII y principios
del siglo XIX se produjo algún cambio en el régimen político de prácticamente todos
los territorios europeos y americanos, lo que convirtió al contractualismo en el único
recambio teórico ante un Antiguo Régimen herido de muerte.

Contractualismo clásico: estructura básica

La estructura básica del contractualismo fue establecida por el filósofo inglés


Thomas Hobbes. En realidad el objetivo de este pensador era justificar
ideológicamente la monarquía absoluta, pero al hacerlo propuso el armazón teórico
que provocaría su derrumbe. Impresionado por los desórdenes de la revolución
inglesa de 1651 redactó su principal obra, Leviatán, que es una explicación sobre el
origen del estado. Si bien Leviatán es una obra compleja, su tesis central es bastante
simple y se articula en tres momentos:

• Estado de naturaleza. Hobbes intenta imaginar cómo sería la vida de los


seres humanos antes de la aparición de la sociedad. Apelando a una
concepción pesimista del ser humano, que según Hobbes es un ser dominado
por sus pasiones, establece que el estado de naturaleza se caracteriza por la
precariedad y la violencia, pues no existiendo ley ni autoridad nada es justo ni
injusto, y todos tienen derecho a todo. Ya que los seres humanos son
aproximadamente iguales en fuerza y maldad ninguno prevalece sobre otro,
generándose lo que el llamaba “bellum omnium contra omnes” (una guerra
civil permanente de todos contra todos), en la que la vida es breve e
insoportable. Hobbes lo resume con la expresión latina “homo homini lupus”
(el hombre es un lobo para el hombre).
• Pacto. Siendo los seres humanos inteligentes, además de malvados, en un
determinado momento deciden acogerse a un pacto entre ellos. Ese pacto
consiste en la cesión de todo el poder del individuo a un soberano (o
corporación), que habrá de mantener el orden y la paz. Es importante señalar
que el pacto firmado es irrevocable, es decir, no puede romperse, pues al
haberse entregado todo el poder, se entrega también la capacidad de
romperlo. Y puesto que tal pacto en nada cambia la naturaleza de los
firmantes, que siguen siendo egoístas, el soberano elegido habrá de gobernar,
si fuera necesario, mediante el terror y la violencia para mantener el inseguro
orden social.
• Estado de sociedad. Una vez firmado el pacto, se instaura la sociedad (para
Hobbes, equivalente al Estado). Se sustituye así el derecho (a todo) por la ley
(entendida como límite), y se instituye un régimen de terror que, en realidad,
se corresponde con el modelo de monarquía absoluta.

Posteriores formulaciones del contractualismo clásico

La lúgubre concepción antropológica de Hobbes y el modelo político legitimado


por ésta eran incompatibles con las transformaciones políticas de la Europa del siglo
XVII. No así la estructura de su razonamiento (estado de naturaleza-pacto-estado de
sociedad), que resultó ser enormemente útil en los años siguientes. John Locke, por
ejemplo, en sus “Dos tratados sobre el gobierno civil” mantuvo el esquema original
para adaptarlo a las necesidades del estado liberal:

• Estado de naturaleza. Locke no prejuzga la maldad o bondad del ser


humano. Se limita a afirmar que antes de la aparición del Estado (es decir, del
pacto y de la sociedad) los seres humanos gozan de ciertos derechos
naturales: vida, libertad y propiedad, fundamentalmente Pero lo cierto es que
la inexistencia de una autoridad imposibilita la protección de esos derechos.
• Pacto. Para garantizar una vida digna y pacífica, los individuos ceden sus
derechos a un soberano (o grupo de soberanos), pero teniendo en cuenta que
tal cesión no es perpetua ni irrevocable. Locke reconoce así el derecho a la
rebelión si el soberano no cumple con los límites de lo pactado.
• Estado de sociedad. De todo esto resulta el modelo moderno de democracia
liberal, en el cual los individuos eligen a sus gobernantes periódicamente, y
éstos tienen como misión garantizar el orden social. Otro pensador, el
ginebrino Jean-Jacques Rousseau, tomó prestadas, para su obra "El contrato
social", las categorías políticas Hobbesianas, pero modificando radicalmente
los puntos de partida y de llegada:
• Estado de naturaleza. Rousseau afirma que lejos de ser una guerra civil
permanente, el estado de naturaleza se caracteriza por la libertad, la igualdad
y la bondad. Los seres humanos viven en una suerte de inocencia originaria
(lo que fundamenta el mito del buen salvaje) justo hasta que la aparición de la
sociedad (y de la noción de propiedad) promueve el egoísmo y la maldad.
• Pacto. El contrato social rousseauninano (que en realidad estaba pensado para
pequeñas comunidades de vecinos, como su Ginebra natal, y no para estados
con millones de habitantes) consiste en la eliminación de los egoísmos
individualistas mediante la sumisión de cada ciudadano a la voluntad general
("volonté génerale") unánime y asamblearia. El modelo político propuesto
por Rousseau sería la democracia directa, o asamblearia.
• Estado de sociedad: Rousseau piensa que la sociedad, si bien garantiza
ciertas necesidades básicas, corrompe a los humanos al lanzarlos en
competencia mutua. Pero se muestra convencido de que una vez abandonado
el estado de inocencia originaria no cabe vuelta atrás, y solamente un acuerdo
entre ciudadanos puede llegar a mitigar las desastrosas consecuencias de una
sociedad corruptora. Nace así la necesidad de 2 contrato social.

Repercusiones del contractualismo clásico

La huella de estos tres contractualistas se puede rastrear hasta la actualidad. El


ideólogo jurídico del Tercer Reich, Carl Schmitt, se inspiró en las concepciones
hobbesianas para elaborar su teoría del Estado, y el modelo liberal de Estado no
intervencionista parece fuertemente influido por Locke. Los ideales comunitaristas,
ecologistas y románticos reciben la impronta de Rousseau, un autor por otro lado
difícil de clasificar. La irrupción del pensamiento contractualista está en la base del
constitucionalismo moderno.

Contractualismo contemporáneo

El contractualismo contemporáneo ya no centra sus investigaciones en el


proceso histórico que supone un hipotético nacimiento de la sociedad. Influidos por el
formalismo kantiano y por la filosofía del lenguaje, el interés de estos pensadores es
analizar la lógica interna de los procesos de toma de decisiones y los procesos de
resolución de conflictos. No se centran tanto en el contenido del contrato, sino en la
forma en que ese contrato se elabora. John Rawls, por ejemplo, se centra en la
posición ideal de los contratantes (un velo de ignorancia), posición desde la cual no
pueden saber qué lugar van a ocupar con posterioridad al contrato mismo, y que
facilita tomas de decisiones justas. Jürgen Habermas, por otro lado, se centra en lo
que el llama “condiciones ideales de diálogo”, o postulados imprescindibles para la
comunicación social, y por tanto, política.

Estos postulados se refieren a las condiciones mínimas necesarias para llegar a


un acuerdo, como por ejemplo, el postulado de no violencia (según el cual el proceso
de debate deja de ser racional cuando se hace bajo amenaza), el postulado de igualdad
(según el cual los actores del debate deben tener igual acceso a la información
pertinente para el diálogo) y el postulado de seriedad (según el cual el objetivo del
debate ha de ser llegar a un acuerdo).
Institucionalismo como Forma de Derecho

Se denomina institucionalismo al enfoque de las Ciencias Sociales,


particularmente de la ciencia política, que estudia la sociedad a partir de sus
instituciones formales, y de cuán efectivo es su funcionamiento.

Cada sistema social desempeña una serie de funciones sociales, políticas,


económicas y culturales. Para realizar cada una de estas funciones básicas las
sociedades se han dotado de un conjunto de instituciones sociales específicas a través
de las cuales regulan los comportamientos de los individuos.

Las instituciones son mecanismos de orden social y cooperación que procuran


normalizar el comportamiento de un grupo de individuos (que puede ser reducido o
coincidir con una sociedad entera). Las instituciones en dicho sentido trascienden las
voluntades individuales al identificarse con la imposición de un propósito en teoría
considerado como un bien social, es decir: normal para ése grupo. Su mecanismo de
funcionamiento varía ampliamente en cada caso, aunque se destaca la elaboración de
numerosas reglas o normas que suelen ser poco flexibles y moldeables.

El término institución se aplica por lo general a las normas de conducta y


costumbres consideradas importantes para una sociedad, como las particulares
organizaciones formales de gobierno y servicio público. Como estructuras y
mecanismos de orden social en la especie humana, las instituciones son uno de los
principales objetos de estudio en las ciencias sociales, como la antropología, la
sociología, la ciencia política, la economía y la Administración entre otras. Las
instituciones son también un tema de estudio central para el derecho, el régimen
formal para la elaboración e implantación de reglas. La creación y evolución de las
instituciones es un asunto, desde luego, que ha origen vienen instrucción, instructor e
institutriz.

El término institución no tiene por qué ser un lugar físico. Una institución es,
por ejemplo, el conducir un automóvil por la derecha en ciertos países. También
puede ampliarse el concepto para designar a una persona de especial consideración,
veneración y respeto: por ejemplo Miguel Delibes es una institución en la cultura
española, o Chavela Vargas es una institución en la canción latina. Hay muchos
grados de instituciones, formales e informales. El estudio de estas instituciones es de
gran valor para entender muchos comportamientos sociales, políticos, económicos,
etc.

Desde el punto de vista del Derecho es el orden normativo e institucional de la


conducta humana en sociedad inspirado en postulados de justicia, cuya base son las
relaciones sociales existentes que determinan su contenido y carácter. En otras
palabras, son conductas dirigidas a la observancia de normas que regulan la
convivencia social y permiten resolver los conflictos intersubjetivos.

Especialmente son objeto de esta especialidad las instituciones políticas, que de


hecho permiten periodizar la historia. La principal de todas, el Estado, puede verse
desde sus orígenes con la polis clásica, la monarquía helenística, el Imperio romano,
los Reinos Germánicos, la monarquía feudal, la monarquía autoritaria, la monarquía
absoluta, el Estado Liberal, el Estado Social. También son objeto de la disciplina el
resto de las instituciones políticas, locales (ayuntamientos), judiciales, legislativas.

Las instituciones de otro tipo, más propiamente serían el objeto de la historia


económica y social: las instituciones sociales (el matrimonio, la familia...), las
instituciones económicas (por ejemplo la banca, la empresa...), siendo la mayor parte
de ellas mixtas (el feudo, el señorío, el mayorazgo, la propiedad, la escuela, el
ejército...). En particular, serían objeto de la historia eclesiástica las instituciones
religiosas (la misma Iglesia, el clero y cada una de sus secciones, monasterios,
catedrales, parroquias...)

Al ser las instituciones grandes productoras de documentación, su historia se


justifica fácilmente por la disponibilidad de materia prima para su estudio. El
institucionalismo en historia (no confundir con la tendencia homónima en economía)
es una escuela historiográfica opuesta al materialismo histórico, al poner el
protagonismo de la historia en las instituciones, mientras éste lo hace en las clases
sociales; también se opondría al providencialismo o a una interpretación
individualista de la historia.

La Institución como forma del derecho, esta teoría tiene su punto de partida en
la observación de la realidad social, que demostraría que una de las tendencias más
firmes en las sociedades contemporáneas es el desarrollo de la vida colectiva, de la
vida social. El ser humano abandona todo aislamiento, porque comprende que para
realizar sus fines y para satisfacer sus necesidades de todo orden precisa unirse a
otros hombres, asociarse a ellos. Entra enseguida voluntariamente en muchas
asociaciones. En el fondo subyace siempre el ser humano, porque él es el fin de todo
Derecho, pero la vida de estas entidades está por encima de la de cada uno de sus
miembros, considerados aisladamente. La institución se define como un organismo
que tiene fines de vida y medios superiores en poder y en duración a los individuos
que la componen. Comprende a la persona jurídica bajo la idea de "empresa" en
cuanto lo que importa no son en sí sus órganos, sino si se cumple la finalidad
planteada o no. La persona jurídica encuentra su justificación en el cumplimiento de
ese fin planteado.
La teoría de la institución tiene un claro fundamente iusnaturalista, puesto que
el derecho de asociación es considerado uno de los derechos naturales del hombre,
como ha proclamado León XIII en su encíclica Rerum Novarum.

Clasificación
Instituciones normas
También llamadas Instituciones cosas, o instituciones mecanismos; consisten en
componentes ideales de una entidad, como por ejemplo un Reglamento, Código, o
una Constitución. Todas ellas, con el carácter de permanentes, pues siguen existiendo
a pesar de que las voluntades creadoras de estas entidades han fallecido.

Instituciones políticas

Son aquellas que se refieren a la sociedad política, y que regulan la estructura y


órganos del gobierno del estado. Según el criterio presentado por la Unesco en 1948,
referente a los objetos de estudio de la ciencia política, las instituciones políticas
tienen relación con los siguientes conceptos:

a) Constitución
b) Gobierno central
c) Gobierno regional y Gobierno local (instituciones municipales o
ayuntamientos)
Institución económica
Organización
Historia de las instituciones
Instituciones españolas del Antiguo Régimen
Antiguo Régimen en Francia
Historia de las instituciones en la antigüedad
Historia del Gobierno
CONCLUSIÓN

En síntesis, el futuro de la teoría del pluralismo jurídico pasa por considerar que
el derecho es una práctica discursiva y cognitiva que puede adoptar distintas formas y
que puede estar presente en distintos espacios. Con el paso del análisis de los sistemas
jurídicos al estudio de los discursos jurídicos (Melissaris 2004, p. 75) se abandona el
énfasis en las propiedades estructurales o en las funciones de un sistema para
concentrarse en el estudio de los discursos y prácticas que se definen a sí mismos como
jurídicos. En este contexto, no sería el observador externo el que definiría una práctica
como jurídica sino las personas que participan y que orientan su comportamiento con
base en ella.

En consecuencia, si se toma en serio esta postura, el análisis del pluralismo


jurídico como coexistencia de distintos discursos jurídicos obliga a “darle una voz a
esos discursos de manera que puedan explicarse ellos mismo sin la intervención
distorisionadora de un observador distante” (Melissaris 2004, p. 58-59). El pluralismo
jurídico se convierte así en un análisis casi genealógico del discurso y nos obligaría a
trazar la ruta que une el nacimiento del “derecho” con su preponderancia en el
presente, tarea que Monateri (2006) ha emprendido fructíferamente en su análisis
genealógico del derecho romano. Lo que esto implica, sin embargo, aún no está claro.
Como no lo están tampoco las ventajas de dejar a un lado el discurso sobre el
pluralismo jurídico y concentrarse en el hecho social incontrovertible del pluralismo
normativo.

En ese mismo orden de ideas, el contractualismo (termino derivado del


contrato) en filosofía política, ciencia política y sociología, el contrato social es un
acuerdo real o hipotético realizado en el interior de un grupo por sus miembros, como
por ejemplo el que se adquiere en un Estado en relación a los derechos y deberes del
estado y de sus ciudadanos. Se parte de la idea de que todos los miembros del grupo
están de acuerdo por voluntad propia con el contrato social, en virtud de lo cual
admiten la existencia de una autoridad, de unas normas morales y leyes, a las que se
someten. El pacto social es una hipótesis explicativa de la autoridad política y del
orden social.

Así mismo, institucionalismo al enfoque de las Ciencias Sociales,


particularmente de la ciencia política, que estudia la sociedad a partir de sus
instituciones formales, y de cuán efectivo es su funcionamiento.

Para la interpretación institucionalista, son las instituciones (creación humana


pero superadoras del hombre individual al que sobreviven) las verdaderas
protagonistas de la Historia, y así sería el Imperio romano, la Monarquía feudal, la
Monarquía absoluta o el Estado liberal los protagonistas de cada fase de la historia

Cada sistema social desempeña una serie de funciones sociales, políticas,


económicas y culturales. Para realizar cada una de estas funciones básicas las
sociedades se han dotado de un conjunto de instituciones sociales específicas a través
de las cuales regulan los comportamientos de los individuos.
Referencias Bibliográficas

Bobbio, Norberto (2005). Teoría General Del Derecho, Bogotá, Colombia: Temis, 2ª
Ed., 5ª Reimp.

Hernán Molina Guaíta- (2010) Instituciones Políticas, Fondo de Publicaciones de la


Universidad de Concepción

Santos, Boaventura de Sousa. (1998). La globalización del derecho. Los nuevos


caminos de la regulación y la emancipación. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia e Instituto Latinoamericano de Servicios Legales ALternativos-ILSA.

Santos, Boaventura de Sousa.(2003) “Crítica de la razón indolente”, Descleé, Bilbao

Machicado, Jorge, "¿Que es el Pluralismo Juridico?",Consulta en línea:


http://jorgemachicado.blogspot.com/2011/01/plujur.html Jueves, 19 Mayo de
2011
Matthias Catón (2006). Institucionalismo Histórico. En: Dieter Nohlen (ed):
Diccionario de Ciencia Política. Teorías, métodos, conceptos. Porrúa, Ciudad de
México 2006.

Monateri, P.G. (2006). “Gayo el Negro: Una búsqueda de los orígenes multiculturales
de la tradición jurídica occidental”. P.G. Monateri y Geoffrey Samuel, La
Invención del Derecho Privado. Bogotá: Universidad de Los Andes, Instituto
Pensar, Siglo del Hombre Editores.

Richard Ortiz Ortiz (2006). Institucionalismo Contextualizado. En: Dieter Nohlen


(ed.): Diccionario de Ciencia Política. Teorías, métodos, conceptos. Porrúa,
Ciudad de México.
Paginas web:
http://es.wikipedia.org/wiki/contractualismo
http://es.wikipedia.org/wiki/Instituciones
http://es.wikipedia.org/wiki/pluralismo

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