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La metépolis y la vida meneal por Geary Siael Georg Simmel fue uno de tos grandes pensadozes urbanos. No slo por sa enorme ‘apacidad para ceconocer y explicne aquclls cosas (que eran propias de la nueva vida whan, sino también porque fue eapar de presentasas de manera sencil y penetrante. Sa escenttio feel Bedin de nals del sila XIX, une ciudad que se siomaba cuanttsiva 7 cualitativamente diferente asi predecesor; lo primeto, porque su extensiin y pobliciin inauguraba una cscila magat que mis tarde se volver la norma; lo segundo, porque en su cxencia ol habitante de las ciudades presentaba La manips ta vide mental (1903), 90 teal mis imporante y conocido, reenge ests preocupaciones, ahondando especialmente ea el ipo de interscciones que se desphegan entce individuo y Ia sociedad. Su hipdtesis rectors popone que, tensionade por ua dima vertginoso © Imposible’ de eequivar, el urbasite comiena 2 eonfigurar un spo de personalidad moder, capita, indiferente y reservado; un tipo de petsonalidad earscterizado pot la intensified de fog esimulos nerviosos. Y la mirada que peopoae inte ese nuevo escenario no es, como ven siendo castumbee, desde la economia, In politica o bs Biologia, sino que desde la ealturn y Ie aaciente psicoing Todo esto vuelve sus reflesiones contexnialmente relevantes; pero si seeatamos Le ameripals 9 la vide mental pare nesta clin ree, ponigndola « disposiciia de nuestros leezoes por primer vex en format digital, no es ado por #8 valor histéren, sino también -y expeciaimente- por la wigencia de Sus ideas. Es elevtn que el autor aos habla desde un escenario pastes, 7 que las cxusas y efeetns que dhbora pertenecen a un marco de tiempo ya pesdido y a ratos olvidado, pero wmbiéa ce demo que al tune exe recorrido Simmel de tuenta de un fendmeno que esti en el centro de a condicin moderna, eual es ef encuentro violent tentee el mundo interno del individuo y el mendo externo de la sociedad y las ciudades. Y eso es ‘awciente pasa volver a una y tsa wea. et veri ef banda en as eadvecones de Joan Zora, publiada en Annie de Sosa Urhana compilacin de Maio Basols, Roberto Donoso, Alcaader Mastolo y Alandeo Mendez (Béxico, UNAM, 1988), y de la versa publeada en Revita Dinusin (197), im, 2. Bareebona Basel Los problemas mis profundos de la vida morterna se derivan de la demanda que antepone el individuo, con e! fia de preservat la suconomia individualided de su existencia, frente a Ias avasalladoras fuerzas sociales que comprenden tanto la herencia histrica, la cultura extema, como la técnica de [a vida, La Jucha contra la naturaleza que el individuo ha desarrollado para su. subsistencia corporal logra, bajo esta forma moderna, una mas de sus transformaciones. El siglo XVII hizo un lamado para gue el hombre se liberara a. si mismo de todas las ataduras que parten del Bsado, de la religiéa, de la moral y de la cconomia, La naturaleza del hombre, comin a toxlos y originalmente buena, debe por Io tanto desasrollarse. sin obsticulos. El siglo XIX alemés de exigit una mayor libertad, demandé ln especializacidn del hombre y de su trabajo de acuerdo con eriteros funcionales; este proceso de especializacidn hace que cada indivduo se vwuelva incomparable a otro y que cada uno de cllos se vuelva indispensable en el mayor grado posible. Sin embargo, esta especializaciGn hace que cada hombre dependa mis directamente de las actividades complementarias de todos los emis, Nietzsche considera que el desarrollo completo del hombre esti condicionado por la ris brutal de las luchas; el socalismo, por su parte, cece en la supresién de toda competencia por esta razén precisamente, Sea como fuere, tn todas las posiciones que se han mencionado hasta ahora encontramos una misma preocupacién basica: el que la persona se resista a ser supeimida y destruida en su individualidad por cualquier razén social, politica o teenoldgica. Cunlier investigaci6n acerca del signifieado interno de la vida modema y sus productos o, dicho sea en otras palabras, acerca del alma de la cultura, debe buscar resolver la ecuacién que las estructuras como las metrépolis proponen entre los contenidos individuales y supraindividuales de la vida. Tal investigaci6n debe responder a la pregunta de cémo la personalidad se acomoda J se ajusta alas exigencias de la vida social. Es georg simmet la metrépatis y la vida mental precisamente a esta pregunta a la que me abocaré en este trabajo. El tipo de individualidad propio de las rmetrdpolis tene bases socioldgicas que se definen en tomo de Ia intnsfactin del emul eriso, ue resulta del cépido e ininteeeumpido intereambio de impresiones externas ¢ interna. Siendo el hombre un ser diferenciante, su mente se ve estimulada por el contraste entre tana impresiin momentines y aquella que la precedis. Por otra parte, las impresiones dluraderas, las que se diferencian ligeramente la tuna de la otra, asi como las que al tomar un curso regular y habitual muestean conteastes habituales y regulates, utlizan, por ast decilo, un grado menor de conciencia que el tumulto apresurado de impresiones inesperadas, a splomeraciin de imigenes cambiantes y la tajante discontinuidad de todo lo que capta una sola mirada; conforman este _conjunto, precisamente, las situaciones siolipicas que se obtienen en las metrépolis. Con el cruce de eada calle, con el ritmo y diversidad de las esferus econémica, ocupacional y social, la ciuded logra un profundo contraste con la vida aldeana y rural, por lo que se refiere a los cestimulos sensosales de la vida siguica La meteipoli requiere del hombre en cuanto viatura_ que disciemne- una cantidad de conciencia diferente de la que le extee la vida rural. En esta éltima, tanto el eiemo de la vida, como aquel que ©5 propio a las imagenes seasoriales y mentales, fuye de manera més ttanguila y homogénea y mis de acuerdo con fos patrones establecidos. Flo explica, sobre todo, ef cxricwr invelectualita de la vida siquica en las smetsipols, en contmposicién con el de los pcblos y" pequetias ciudades, que descansa ‘mucho mis en _relaciones emocionales profundas, Fstas timas relaciones estin socladas en las capas mis profindas de la psiquis y se desarrollan mis ficilmente bajo el itm sostenido de los hibitos ininrerumpidos Fl inteecto, sin embargo, tiene su sede en ls capas conscicates tansparentes.y alias de nuestza alma; es lo mis adaptable de nuestras fuerzas interiores. El intelecto 0 requiere de conmociones 0 fuertes chogues internos para acomodarse al cambio y al contrast de fenémenos. Por su parte, Ia meate mis conservadora puede acomodarse al ctmo de las rmetrépolis iicamente a eaves de este tipo de experiencias emocionales. De esta manera, el tipo metropolitano de hombre +l cual, caro esti exste en mil y una varantes diferentes de individuo- desarla una especie de dxgano protector que lo protage conta aguellas cortientes y discepancias de su medio que amenazan con desubicarlo; en vez de actuar con el comzén, lo hace con el entsadimiento Ea esto, su conciencia superior y el intelecto asumen la preeogativa por encima de los sentimientos psiqucos. Por esta razén la vida metropolitana resulta subyacente a este estado de alerta, consciente, asf como al predominio de la inteligencia en el hombre metropolitan. a reacci6a a los ferimenos metropoiitanos se smaneja con esta capacidad, que sesulta set la menos sensible y Ia mis algada de las profundidades de la personalidad. Estas apacidades intelectuales propias'de Ia. vida metropolitana, desde esta perspectva, se ven como una forma de preservar a vida Subjetiva amie el poder avusaliador de la vida urbana. Estas mismas capacidades intelectuales se ramifcan en malipls dzeeciones y se inteyran ‘con muchisimos fendmenos discretos. ‘La metrépoli siempre ha sido la sede de la economia monetara, Es aqui donde la rmultiplcidad y concentacién del intercarsio econdmica le otorgm a los medios de intereambio una imporancia que el volumen del comercio rural no le hubiese permitido. La economia monetaia y el predominio del intelecto estén intrinsecamente conectados Ambos guardan una acttud casual respecto al trata con los hombres ¥ las cosas a tal grado aque, dentro de esta actinad, Ia justicia formal se califica muchas veees como dureza injustiicada, La persona intelectualmente Sofisticada es indiferente a toda forma genuina de individuaided, dado que las relaciones que resultan de ells no pueden ser cubiertas por las operaciones logieas. De la misma manera, la individualidad “de los fenémenos 0 es ‘conmensucable con el principio pecuniatio, El dinero hace referencia a lo que es comin ‘a todo; el valor de cambio reduce toda calidad individualidad 2 la pregunta: geusinto cuesta? georg simmet la metrépotisy la vida mentat Todas las selaciones emocionales intimas entre las personas estin fundadas en la individualidad, mientras que en las relaciones tacionales el hombre es equiparable con los rnimeros, como un elemento, indiferente en sf mismo, Sélo los logros objetivamente medibles resultan de interés. Es asi como el hombre metropolitano juzga a sus abastecedores ya sus clientes, a sus sitvientes domésticos y, algunas veces, aun a las personas con las que esti obligado a tenet telaciones sociales. Estas caracteristias de la actitud intelectual contzastan con la naturaleza de los pequefios circulos, en los cuales el conocimiento inevitable de la individualidad necesariamente produce un tono mis cilido de ‘comportamienta, mismo que esti mis alla de llegar a sopesar objetivamente los. servicios prestados y los recibidos, la prestacién y la ccontraprestacién, En la esfera de la sicologia de los grupos pequefios resulta importante considerse que, bajo condiciones primitivas, la produccién le sieve al cliente que ordena el producto, de tal manera que el productor y el eonsumidor estin relacionados y se conocen. La metspoli modema, por su parte, esti abastecida casi enteramente por produccién para el mereado; esto es, para compradores desconocidos por completo, que unea entean en el campo visual del productor. A tavés de este anonimnato los iereses de cada parte adquieren un cacicter casual, casi despiadado, Asi, los. intereses econdmicos racionalmeane ealeulaclos por cada prs, ao aecesitan tener modificaciéa alguna en el trato comercial debido a los Jmponderables propios de las selaciones personales. La economia monetacia domina la rmetrépol; ha desplazado las timas supervivencas de la produccién doméstica y dei trueque directo de productos; minimiza, asimismo, la cantidad de productos hechos sobre pedido. La actitud casual esti tan obviamente interrelacionada con la economia dl dinero, dominate en la metpoli, que adie puede decir sila mentlidad intclecwalizante promovid a la economia monetaria 0 5, por el contaro, fue esta ima que deurmind fa menuldad intelecrualizante. El tipo metropolitano de vida «s, cieramente, el suelo mis fértil para esta reciprocidad entre economia y mentalidad, mismo punto que documentaré citundo el juicio “del mis —eminente —_historiador constitucionalista inglés: a través de todo el curso de la historia inglesa, Londres nunca ha actuado como el corizéa de Inglaterra, aunque, algunas veces, haya actuado como su intelecto y siempee como su monedero. En algunos rasgos__aparentemente insignifcantes que yacen ea la superficie de la vida las mismas corrientes siquicas se juntan, La mente moderna se ha vuelto cada vez. mis calculadora, La exactitud en el céleulo que se da en la vida peietica de la economia monetaria comresponde al ideal de Ia ciencia atural, a saber, [a teansportaciin del_ mundo aun problema aritmético, asi como a fjar eadla parte del mundo por medio de formulas matemiticas. Unicamente la economia monetaria ha podido lenar tanto los dias de tantas gentes con operaciones de calculo, peso ¥ determinaciones numéricas, asf como con una reducci6n de los valores cusltativos a valores cuantitativos. A través de la naturaleza caleuladora del dinero se ba logrado que las relaciones entre todos los elementos ‘componentes de Ia vida del hombre adquieran una nueva precsién, una certeza en la definicién de las identidades y de las diferencias, y una falta de ambigiiedad en los pactos, tratos, compromisos y contratos. Una ‘manifestacién externa de esta tendeneia hacia la precsin es la difusié universal de los eelojes de pulsers. Estas condiciones de la vide ‘mettopolitana, en cualquier caso, son al mismo tiempo causa y efecto de este rasgo. Las relacones y Jos negocios del metropolitan tipico son, usualmente, de una indole tan vatiada y compieja, que, sin la ands estricta de Jas puntualdades en sus promesas y servicios toda la estructura se disolveria en un cos inentcicable. Pero por encima de todo dicks necesidad esti dada por la integracién Jimperativa de un agregado muy grande de pesonas con intereses diferenciads en un solo organismo altamente complejo. $i tinicamente los elojes de Berlin se desineronizaran por tan s6lo una hora, las comunieaciones, a vida econémiea de la ciudad toda se dercumbaria parcialmente por algin tiempo. Amén que un factor meramente externo, las grandes 3 _georg simmel la metropolis y la vida mental dlistancias, teria como consecuencia que toda espera y toda cita rom resultasen inaudlita e insoportable péedica de tiempo. De esta forma la técnica de Ia wide metropolitana es sencilamente inimaginable sin una integraciéa puntualisima de toda actividad y relacién mutaa al interior de un horario estable e impersonal. Las conclusiones generales de todo este twabajo de reflexién Uegan, de nuevo aqui, al rerreno de lo obvio. En efecto, independientemente de la cereanin que garde con la superficie, y desde cualquier punto de ésta, podremos sondeae las profundidades de la psique y en ellas encontrar la conexién ent los factores externos mis banales y las decisiones iltimas sobre estilos y Sgnifieados de la vida. La puntualidad, 1 cexactitud y el eileulo se imponen sobre la vida por la dilatada complejidad de la existencia metropolitana y no tinicamente por su cconexién intima con [a economia monetaria y cl caricterintelectualizante, Denteo de la dptica anterior, estos rasgos matizatian los contenidos de la vida y fivorecedan la exclusién de aquellos detalles e impulsos iracionales, instintives y voluntariosos que pretenden el modo de vida desde adentro, en lugar de recibir desde afuera una forma de vida general y esquematizada con precisién. A pesar de que los tipos voluntariosos de personalidad — ‘caracterizados por impulsos irracionales- no son por aiagiin motivo imposibles en la ciudad esultan ser, sin embargo, animicns de una vida bipica de la ciudad. FL odio acendesdo de hombres como Nietszche y Ruskin a la metrépoli cs comprensible precisamente en estos términos. Estos pensadores descubrieron en su_ set mismo gue la vida tenia valor dnicamente en aquellaexistencia no programada que no puede ser definida con precsiOn de la misma manera para todos. Su odio a la economia monetaria y al intelectualismo de la vida moderna tiene idéntieo oxigen al que guardaban hacia. Ia metrépol, Los mismos factores que se conjugan para otorgarle exactitud y precision detalladisimas a Ia forma de vida meteopolitana son también los que ban conjurado logrando una estructura de lo mis impersonal; por otra parte, estos factores han promovido un grado muy alto de subjetividad personal. Tal ver no existe ott9 fendmeno siquico que sea. tan incondicionalmente exclusivo a la metrépoll como la actitud: Afaé . Esta actioud resulta, en primer término, de los estimulos a los nervios tan ripidamente cambiantes-y tan encimadamente contrastantes. De lo antesior también parece surgir el forecimiento de lo intelectual en la metr6poli. Es por esto que la gente estipida que no. esti viva intelecualmente no es precisamente last Al igual que una vida de goce descontrolado trae ‘como consecuencia la indiferencin, por excitar los nervios durante demasiado tiempo provocando sus reacciones mis fuertes hasta que, finalmente, se vuelven ineapaces de reaceién alguna, asi también las impresiones mis inofensivas, debido a la velocidad y contraposicién de sus cambios, obligan a respuestas tan poderosas, desgarean los nervins de una manera tan brutal que los obligan a ceniregar Ia iltima reserva de sus fuerzas 7, al quedarse en el mismo ambiente, ya no tienen tiempo para acumular otras nuevas. Esto es precisamente lo que conforma esa actitud blast ‘que despliegan todos los nifios metropolitanos cuando se les compara con los nifios de medios ambientes mis tranquilos y menos cambiantes Al otigen fisiol6gico de la acttud blade metropolitana se aiina otro factor que surge de la economia monetaria, La esencia de esta actitud radica en la insensibilidad ante la diferencia de las cosas. Esto no quiere decie que los contrisies marcados 0 sean percibidos, como sucede con quienes tienen abotargados sus sentidos, sino mis bien que el significado y el valor diferencial de los casos 7 por Io tanto los casos mismos- se ignoran al no considerirseles substanciales. Fistos, en efecto, se le presentan a la persona have bajo un tono gris ¢ indiferenciado, Ningiin objeto merece preferencia sobre otro. Esta disposiciin es el ficl reflgjo de una economia monetatia ‘completamente internizada. Al ser equivalente de todos los easos en la misma forma, el dinero \ Disporiciin o actitad emocional que denota una indiferencia basada en el hasto (N. del T), 4 georg simmel la metropolis y la vida mental se convierte en al nivelador mis atroz; el dinero expresa todas las diferencias cualtativas de los ‘casos en términos de zewinto cuesta? Con toda sa capacidad e indiferencia, el dinero se convierte en el comiin desarrilador de todos los valores y vacia, irreparablemente, el centro de los casos, su individualidad, Todos ellos se sitian al mismo nivel y se distinguen entre si s6lo por el fea que cubren. Bn cada caso individual esta colaboracién, o para ser més exactos, decoloracién de las cosas por intermediacion del dinero puede see irselevante por pequelia, Sin embargo, a través de las telaciones de los ticos con los objetivos que se pueden adquirir por dinero y, tal vez aun por medio de Ia identificacién total que la ‘mentalidad del pillico contemporinen les otorge a estos objews, la evaluacion exclusivamente pecuniaria de los objetos se ha cextendllo considerablemeate, Las grandes ciudades las sedes més importantes del intercambio monetario- propician la mercantiliacién de las cosas de ‘manera mis impresionante y con mayor énfasis aque las localidades pequetias. Esta es la razin por la que las ciudades constituyen, también, el centorno auténtico de fa actitud fase, Dentro de sta actitud la concentraciin tan alta de hombres y cosas estimula el sistema nervioso dl individuo basta a sus miximos grados de excitacién. Por medio de la mera lnteasificacién cualitatva de los mismos factores condicionantes esta excitacia se transforma en su opuesto y desemboca en el hhastio tan peculiar en la actitud bie. En este caso los nervios encuentran en ef rechazo a reaccionar ante los estimulos la ‘lima posibilidad de scomodo frente a las formas y contenidos de la vida metropolitana. La autoconservacién de certos tipos de personalidad se logea al precio de devaluar indo el mundo objetivo, y esta devaluacién es la misma que finalmente arristra a nuestra personalidad individual a sentir en carne propia fa misma desvalocizacién, Mints que el sujeto, en esta forma de existenci, tiene que areglirslas para sf mismo, su auroconservacién fente a [a gran ciudad demanda de él un comportamiento de naturalean sociel ao menos negative que la actitud blast. Esta disposiciéa mental de los metropolitanos entre si puede ser designada, desde una perspectiva formal, como eeserva. Si uno responiese posiivamente a todas. las inaumerables personas can quien se tiene contacto en la ciudad —como sucede en las pequefias localidades donde uno conoce a todos aquellos a quienes se encuentea y en donde se tiene una relacién positive con cas todo el mundo- uno se veda atomizado jnteenameate ¥ sujeto a peesiones psiquicas initmnginables La reserva aparece como necesaria debido parcialmente a este hecho sicoldgico y, en ppacte, al derecho de deseonfiae que tienen los hombres frente a los elements “pisa y corre” dela vida metopolitana, Como resultado de esta reserva a menudo fil siquiera conocemos de vista a nuestros vvecinos por afias. Es esta reserva la que os hace frios y descorazonados a los ojos de los habitantes de pequefas cudades. Ea efecto, si yo no me engafio, el siicleo de esta reserva externa no es sélo indiferencia sino ~F esto en tun grado mayor de lo que uno cree- que contiene una ligera omisié, un rechazo y extrafieza mutuos que se convertirin en odio y lucha gn el momento mismo de un contacto ius cereano, por cualesquiera causas ‘Toda la organizacién interna de wna vida comunicativa tan extensa descansa sobre una jerarquia extremadamente variada de simpatias, indiferencias y aversiones tanto de naturaleza efimers como prolonguda, La esfera de la indiferencia en esta jerarquia no es tan grande como pudiera creerse en una primera instancia Nuestra actividad psiquica todavia guarda la capacidad de reaccionar diferencialmente ante cada una de las impresiones que nos pueda causar una persona, El caricter cambiante, fluido ¢ inconsciente de cada impresién parcceria tener como resultado un estado de indiferencia, Sin embargo, esta. indiferencia seria tan poco natural, como insoportable la indiscriminada difusién de sugerencias mutuas, La antipatia nos. protege, precisamente, de estos dos peligeos tpicos de la metrépoli: Ia georg simmel la metrépolis y la vida mental indiferencia y la extrema susceptbilidad a las sugerencias mutuas ‘Una antipatia latente y un escenario listo para los antagonismos pricticos promueven la existencia de esas distancns y aversiones sin las ‘cuales este modo de vida no podria llevarse a cabo. El estilo de vida metropolitan comprende inseparsblemente en un mismo toda a su propia extensin, alas combinaciones de sus elementos, al dtmo de su surgimiento y desaparicién, a las formas bajo las cuales se satisface, asi como a los motives que le imparten unidad en el sentido mis estricto, Es por esta razda que lo que aparece de maneea digecta en el estilo metropolitano como una disociacién es en realidad sélo una de sus formas de socializacion, A su vez, esta reserva, con sus matices de aversiga oculta aparece como la forma 0 disfraz de un fenémeno mental metropolitan mas general, que le concede al individuo ua espacio y un tipo de libertad personal, sin pparangén alguno bajo otms condiciones. La metrdpoli se remonta a una de las grandes tendencias de desarrollo de la vida social como tala una de las pocas tendencias para las cuales se’ puede descubrir una férmula que se aproxima a lo universal, La fase mis temprana tanto de las formaciones sociales que consigns la historia, como de las estructuras_ sociales contemporineas, es Ja siguiente: un eirculo relaivamente pequefio que esti cerrado firmemente frente y contra otros citculos vecinos, extrafios 0, de alguna forma, antagénicos. Sin embargo, este circulo es ccehidamente coherente y sélo e permite a cada ‘miembro un estrecho campo para el desarrollo, le sus eualidades individuales y para Ia realizacién de movimientos libres cuya responsabilidad recaiga consigo mismo. Los grupos familiares 0 politicos, los partidos y asociaciones religiosas comienzan de esta manera, La supervivencia de las asociaciones ‘muy j6venes requieren que se establezcan fronteras estrictas,y una unidad centrpeta. Es por esto que ao pueden permit bored individual, como tampoco dian que se desarrlle la personalidad externa o intemna. A partir de este momento el desarrollo social procede, simultinexmente, en dos diteeciones liferentes pero cortespondientes. A medida ‘que el grupo crece su unidad interna se refleja pproporcionalmente y la rigidez original de los deslindes también se suaviza por medio de conexiones ¥ relaciones mutuas con el exterior. ‘Al mismo tiempo los individuos avanzan en materia de libertad de movimiento mucho més alld de la eelosa demora inical. Bs asi como et individuo logra una individuslidad especifica ‘que hace posible y necesaria la divisién del trabajo del grupo en crecimiento. El Estado, el cristianiamo, los gremios, fos partidos polices, asi como innumerables grupos se han desacrollado de acuerdo con esta férmula, 2 pesar claro esti- de lo mucho que las condiciones y fucrzs specifiers de los respectivos grupos hayan modificado el esquema gener, Me parece que este esquema es también claramente identifiable en la evolucién de Ia individualidad en la vida turbana. La vide en la pequefa ciudad de la Antigiedacl y de la Edad Media interpuso barreras para prevenic el movimiento y las ‘elaciones del indivicuo hacia el exterior, como también levants vallas para contencr Ia independency In diferenciacin individual. La rnaturaleza de estas barreras era tal que el hombre actual la consideraria insoportable, Aiin hoy en dia un hombre de la metsépoli se siente restingido cuando llega a un pucblo chico. Entre mis pequeiio sea el circulo que forma questo medio, y entre més resttigjan esas relaciones con elementos extrafios al grupo que pudieran, por tanto, contribuir a la disolucién de las fronteras del mismo, mayor sexi la ansiedsd con que el grupo vigilaré los logeos, Ia conducta y as opiniones del individuo; asi como también seria mayoees las probabilidades de que una especializacién cuantittiva y cualitativa compa toda la estructura del pequetio citculo. ‘A cste respecto la antigua polis parece haber tendo el mismo caricter que una pequetia ciudad. Con una existencia constantemente amenazads por enemigos cercanos y lejanos, la ciudad antigua desarrolla una estricta coherencia en lo politico, impulsa Ia supervision de un eiudadano por otto, apoya tun gran calo del todo contra el individuo; el georg simmel la metrépolis la vida mental cual vefa suprimida su vida particular a tal grado que s6lo podia compensario actuando como tirano en st propia casa. Bs por esto que Ia enorme emocidn, la agitacién y el colorido linico de la vida ateniense pueden tal vez set entendidos en téeminos de una situacién en la que un pueblo. de —_personalidades descomunalmente indivualistas lucha contra la constante presién interna y externa de una pequetia ciudad desindividualizante, Esto produjo una atmésfers tensa en la que los individuos mis débiles eran suprimidos, mientras que aquellos con temperamentos mas fuertes se vefan incitados a probarse de la ‘manera mis apasionad, En esto radicaeia Ia explicacién de por qué precisamente en Atenas orecié lo que deberia de ser lamado ~sin que por esto constituya una definicién exacta- el taricter humano general en el desarrollo intelectual de nuestra especie. Decimos lo anterior porque considerumos que tiene validex empirica e histériea la conexifn siguiente: las formas y coatenidos de vida més generales y extendidas son las que estin més fatimamente ligudas con las formas y contenidos generales como las individuales, comparten enemigo en las formaciones y agrupaciones estrechas, cuso manteaimiento las coloca en una actitud defensiva frente a la expansi6n y generalidad cexistentes fuera de ell, como también frente a la libre individualidad en su interior. De la misma manera que en los tiempos feudales el hombre libee era el que se encontraba bajo la jurisdiccién legal general a ln pais; esto es, bajo la ley de una Sebita social mas amplia, mientras que el siervo ere aquel cuyos derechos. se derivaban del estrecho circulo de la asociacidn feudal y era excluido de la Grbiea ms amplia. Asi también el hombre metropolitano es en un sentido espititalizado y refinado, en comtmaste con fa mezquindad y fos prejuicios que atan al hombre del pueblo chico. La indierencia y reseeva reciprocas y las condiciones de vida intelectual de circulos muy grandes nunca se dejan sentic con mayor fuerza fen el individuo -en tanto que impacto a su independencia- que cuanclo se encuentra en lo mis espeso de una multad metopolitana Esto se debe a que Ia proximidad comporal ¢ la cestrechez del espacio hacen mis visible la distancia mental Es obvio que el anverso de esta Libertad sea bajo ciertas condiciones, el hecho de que en ringin lugne se lega a sentir tanto la soledad y Ja desubieacién ‘como entre la multi meteopolitana. Ya que aqui como en otras sizuaciones no resulta necesario que la libertad, del hombre se vea feflejada en su vida cemocional o en su confort, [No sélo el tamafio inmediato de un Area y el rlimero de personas que debido a la contelacién histérica universal entre aumento de Ia extensién del circulo y libertad personal interna y externa han hecho de la metespoli el fimbito de la libertad. Mis bien, la ciudad le llega a converir en la” sede dal ‘cosmopolitanismo euando llega a trascender ‘esta expansién visible. El horizonte de la Gudad se expande de manera comparable a la forma en que crece la riquezs; una cieeta proporcidn de la propiedad aumenta de manera casi automatica en una progresin cada vez mayor. Tan pronto como se rebasa un cierto limite en el crecimiento de las selaciones econdmicas, personales ¢ intelectuales de la iudadania, la esfera de predominio intelectual de la ciudad sobre su rea de influencia aumenta en progresiéa geométrica. Cada avance en extension dinémiea se convierte en tun paso mis para el logro de una extensién nueva, desigual y mayor: de cade bilo conductor que surge de la ciudad brotan ‘nuevos hilos como si lo pudlieran hacer por sf imismos; asi como en la ciudad el incremento no ganado en la renta del suelo —misme que se Jogea por el aumento en las comunicaciones- le frac al duetio un aumento automation de ganancias, En este momento, el aspecto ccuantitaive de la vida se transforma en megos de caricter cualitativos. La esfera de la vida de una pequetia ciudad cs, en lo fundamental, autirquica, Esti en Ia ‘naturaleza misma de la metr6poli el que su vida interna baie con sus olas los lugares mis apartados de la arena nacional o internacional. En los casos en que una pequefia ciudad aleanza Ia prominencia a través de 7 georgsimmet a metrépatis y la vida mental personalidades individuales, dicha importancia tendri Ia misma duracién que esas personalidades, Por su parte, [a metzépali se caracteriza por sw independencia esencial aun de las personalidades més eminentes. La gran personalidad es la contrapartida de dicha independencia, y es el precio que el individuo hha de pagar pot la independencia de que goza cen la mett6pol La cactcteristica mis significative de la metrépoli es la extensién de sus furciones mis all de sus fronteras fisias. La eficiencia de sus funciones reacciona, le otorga peso, importancia y responsabilidad a Ja vida ‘metropolitana. Asi como el hombre no termina con los limites de su cuerpo o del area que comprende su actividad inmediata; sino mis bien, es el propio mango de la persona, que se constitaye por Ia suma de efectos que emanan de él en el tiempo y en el espacio. De la misma manera una ciudad consiste en la totalidad de efectos que se extienden mis alld de sus confines inmediatos; sélo que dentro de ellos es donde se expresa su existencia. Este hecho hace evidente que la libertad individual, que es el complemento histérico y légicn de tal extensién no pueda ser entendida sélo en el sentido negativo de una mera Ubertad de movimiento y la eliminacién de prejuicios y de tun fariseismo mezquino, El purito esencial es ‘que el particularismo y la incomparabilidad, que pose cida uno de los individuos, pueda expresarse de alguna manera en la trama de un estilo de vida. Que nosotros seguimos las leyes de nuestra propia naturaleza ~y esto es, después de todo, la libertad. llega a ser obvio y convincente para nosottos y los demis sélo si las espresiones de esta naturaleza son dliferentes de las expresiones de otros. {as Giudades son ante todo, sedes de Ta is alta divin econémica del trabajo. Ellas producea, por tanto, fendmenos extremos tales como, en Pacis, el de la ocupaciéa remuneraia de los habitantes de un barrio (el decimocuaro). Estas personas se identifican con anuncios en sus residencas y esti fstas a la hora de la cena con atuendo formal, de manera que puedan ser lamadas ripidamente si el alimero de personas en una cena fuese 13. En la medida de su expansisn, la ciudad ofreceri mis y mis condiciones decisivas para Ia division del trabajo. Oftecerd un circulo que por su tamaio puede absorber una gran variedad de servicios, Al mismo tiempo, la concentracién de individuos y su lucha por clientes obligan a la persona a especializarse en una funcién de la que no puede ser ficilmente desalojada por otra, Resulta crucial el que la ‘vida urbana haya transformado la lucha con la raturaleza por la supervivencia en una lucha centre seres humanos por la ganancia, la cual no es cedida por Ia naturaleza sino por otros nombres Pero la especializacién ao surge sélo de la competencia por la ganancia sino también del hhecho subyacente de que el vendedor debe buscar siempre la manera de encontrar necesidades nuevas y diferenciadas para atraer al cliente A fin de encontrar una fuente de ingresos que todavia no esté agotada y una funcién que no pueda ser cambiada, es necesario especializarse en los servicios que uno otorga Este proceso promueve In diferenciacién, el refinamiento y el entiquecimiento de las necesidades del pablico, las que obviamente llevan a diferencias personales crecientes entze este publico. Todo esto conforma [a transicién a la individualizacion de los rasgos psiquicos y ‘mentales que la ciudad ocasiona en proporeién 4 su tamaio, Hay toda una serie de causas obvias que fundamentan este proceso. En primer lugur, uno debe enfrentarse a la Aificultad de teafirmar la personalidad peopia dentro de las dimensiones de la vida metropolitana. En donde el aumento cuantitativo en importacia y el gasto de ‘energia alcanzan sus limites, uno aprovecha la diferenciacién cualitaiva a fin de atraer de alguna manera la atenciéa del cfteulo social manipulando su sensibilidad para con las dlferencias. Finalmente, el hombre se ve tentado a auoptar las peculardades is tendenciosas; esto es, las extravagancias especificamemte rmetropolitinas de manierismos, caprichos y preciosismos. Ahora bien, el signfiado de 8 georg simmel la metrépois y ia vida mentat estas extravagancias no radica en lo absoluto en Jos contenidos de tl comportumiento, sino mis bien en su forma de ser diferente, de resaltar de manera espectacular y por ende, de ater la ateacidn. Para muchos tipos de personalidad, Ia dinica manera de salvaguardar para si mismas un minimo de amor propio, as! como el seatimiento de lenar una posicién importante, es indirectumente a través de fa conciencia de otzos. En ef mismo sentido opera un factor aparentemente insignificante, cuyos efectos acumulativos son, sia embargo, vsibles. Me refiero a la escasez y brevedad de los contactos interpersonales en la metrépoli ea comparacién con las relaciones sociales que se tienen en las cluclades pequefias. La tentacién de aparece concentradoy— altamente caracterizado, es mucho mis asequible al individuo en simaciones de contacto metropolitan que a uno en una atmésfera en donde la asociacién prolongada y frecuente garantiza la personalidad, con una imagen de si ‘mismo Greate a otros sin ambigiedades. La razén mis profunda por Ia que un metrépoli lega a promover el impulso hacia ia ‘mas individual de las existencias personales parece ser -sin importat si étas son exitosas 0 sstin justficadas- Ia siguiente: el desarzallo de Ja cultura moderna se caracteriza por la prepondlerancia de 10 que _podtiamos denominar el “espirita objetive” sobre el “egpiritu subjetivo”. Esto es, se incorpora una suma de espisicu en los distintos niveles: en el lenguaje, el derecho, la tecnologia de la produccién, el arte, la ciencia y en los objets rmismos del ambito doméstico. En su desarrollo intelectual el individuo sigue el crecimiento de este espiritu de manera muy imperfecta yuna distancia cada vez mayor. Vemos retrospectivamente Ja inmensa cultura que durante los cltimos cien afios ha estado. incoeporada en las cosas, en el conocimiento, en las. instituciones, en los conforts, y si comparamos todo esto con el progreso cultural del individuo durante ol mismo periodo ~por lo menos entre los estrtos mis altos- se cvidenciari una desproporcién pavorosa, En efecto, en algunos puntos se notin retsocesos en la cultura del individuo en euanto a espisitualidad, deleadeza € idealismo. Esta diserepancia resulta, esencialmente, de la creciente divisién del trabajo; ya que la divisién del trabajo demanda del individuo logros crecientemente parciles. La grandisima venisa del tabajo especializado muy feeeuentemente significa un esteangulamiento de la personalidad individual En todo caso, e individuo tiene una capacidad cada vez menor de enfrenase con el superceecimiento de la cultura objetiva; se ve reducido a.una eancidad insigniticane, al vez ‘menor en su propia conéencia que en su ppietica social y que en ls rotsidad de esos fseuros estados emocionales que se deriva de dicha prictca Bl individuo se ha convertida ca un simple engranaje de una enorme organizacion de poderes y cosas que le arrcbata de las manos todo progreso, espisitualidad y valor para transformarios a pati de su forma subjetiva en tana forma cle vida puramente objetiva, Sdlo et necesacio apuntar gue la metxdpoli es la arena genuina de esta cultura que trasciende toda vida personal. Aqui, en los edifcios y en las instituciones edueativas, en las maravills y el confort de Ia wenologia conguistdom del espacio, en las formaciones de la vida comunitaria y en las institciones visibles del Estado, se oftece una solidez tan avasalladora del expirtu cxstalizado y despersonalizado que lh personalidad, por asi decirlo, no puede rmantenerse a s{ misma bajo este impacto. Por tuna parte, la vida se hace infiitamente mis ficil para’ la personalidad en tanto que por todas partes se le ofrecen estimulos ¢ interes, 1usos del tiempo y de laconcicncia, mismos que transportan a la persona con la fallidad con {que lo aria Ia coxrente de un si. Por otra parte, sin embargo, Ia vida se va conformando més y més de esos contenidos offecimientos impersonales que tienden a desplazar las genuinas sutlezas y los rasgos incomparables de la persona, Esto tiene como resultado que el individuo conserve al miximo la singularidad y particularidad a fin de reservar su micleo mais personal. Tiene que exagerar este elemento personal para poder continuar escuchindose a sf mismo, La atrofia de la cultura incividual a través de ia hipertrofia de la cultura objetiva es una razén que explica 9 _seorg simmet la metropolis y la vida mental el odio amargo que los predicadores del mis extzemo de los individualismos, sobre todo Nietzsche, guardan para la metropoli, Pero ésta es wmbiga, efectivamente, una saz6n por la ‘que esos predicadores son amados con tanta pasidn en la metrépoli y por la que aparecen al hombre metropolitano como profes y salvadores de sus deseos mas insatisfechos. Si uno se pregunta por la posicién histrica de estas dos formas de individualismo que son alimentados por la relacién cuantitativa de [a ‘metrépoli, a saber, la independencia individual y la elaboracida de la individualidad misma, femonces [a meteépoli asume un rango enteramente quevo en la historia mundial del ‘espiitu, El siglo XVIIE enconts6 al individuo sujeto a laz0s opresivos que ya 0 tenfan ningin significado lazos de earicter politico, agrario, gremial y religioso, Estos eran limiaates que, por asi decirlo, imponian al hombre una forma antinatural y desigualdades injustas y anace6nicas, Fue en esta situaciin en donde surgié el grito de Ubertad ¢ igualdad, la creencia en la Ubertad absoluta de movimiento para el individuo en todas las. relaciones sociales ¢ intelectuales. La libertad permitira, cen un abeie y cerrar de ojos, que emergiera la noble substancia comin 2 mdos, una substaneia que la naturaleza habia depositado fen cada hombre, y que la sociedad y la historia Inabian deformado. Ademis de este ideal det liberalismo del siglo XVIII, en el siglo XIX, a través de Goethe y ef Romanticismo, asi como In division econémica del trabajo, surge otro ‘deat: los individuos Sberados de sus ataduras histérieas desearon ahora dlistinguiese los unos de los otsos. El vehiculo de los valores det hhombre ya no es “el ser humano en general” de cada indlividwo, sino la singularidad cualitaiva imemplazable del hombre. La historia interna y externa de nuestro tiempo toma su cusso dentro de esta lucha y en los enredos Auctuantes de estas dos maneras de dfiae el rol del individuo en Ia sociedad en su Conjunto. Es funcida de la metrépoli el proveer | arena para esta lucha y su eeconellacién, pues la metrépoli presenta las condiciones peculiares que aparecen como oportunidades ¥ estimulos para el desarrollo de ambas formas de attibuir roles a los hombres. A pactir de aqui, estas condiciones logean un lugae tinico, y se revisten de un potencial de significados inestimables para el desarrollo de la existencia psiquica La metrépoli se revela a si misma como una de esas grandes formaciones historicas en las que tendencias opuestas que encierran a la vida se despliegan y se unen con detechos ¥ fuerzas iguales. Sin embargo, en este proceso las cortientes de la vida trascienden de manera total Ie espera para Ia que eesulta apropiado cemitir un juico, Dado que tales fuerzas de la vida se an integrado tanto a las raices como a la coronacién de la totalidad de la veka histdriea a a que nosotros con nuestra existencia pasajera- pertenecemos como una parte, como tuna célula, no es nuestra tarea la de acusar 0 perdonar, sino solo lade entender. 0

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