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Helena Calsamiglia Blancafort Amparo Tus6n Valls Las cosas del decir Manual de anilisis del discurso Haitl Cruiract i" Editorial Arta, SA. Disefio eubierta: Nacho Soriano 1+ edici6n; febrero 1999 © 1999: Helena Calsamiglia Blancafort y Araparo Tusdn Valls Derechos exclusivos de edicién en espatio! reservados para todo el mundo: © 1999: Editorial Ariel, 8. A. Céreega, 270 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-8233-9 Depdsito legal: B. 3.909 - 1999 Tmpreso en Bepaia. 1999 — Talleres LIBERDUPLEX, S. L. Constitucién, 19 - 08014 Barcelona ‘nga pad on sles, nl ene 2b cables pda reps ensarae ota hida ‘en manera alguna ni por ningtn medio, ya sea eléettic, de, -2de Fotacopia, Mnpernio previo dleder mero A TERCERA PARTE CaPiTuLo 8 LA TEXTURA DISCURSIVA tejer, (del latin @xére). Formar en el telar Ja tela con la trama y la urdim- bre. 5. fig. Componer, ordenar y colocar con método y disposicién una cosa. 6, fig. Discurrir, idear un plan. tejido, da. p.p. de tejer. Il 2. Adj. | 3. m, Textura de una tela. 8. fig. Cosa formada al entrelazar varios elementos. textura, (del lat. textiira). f. Disposicién y orden de los hilos en una tela. i! 2. Operacion de tejer. i! 3. fig. Esiructura, disposicion de las partes de un cuerpo, de una obra, etc. || 4. Biol. Disposicién que tienen entre si las particu- Jas de un cuerpo. texto, (Del lat. sextus). Conjunto de palabras que constituyen un docu- mento escrito, Il 8. Enunciado o conjunto de enunciados orales 0 escritos, que al linguista somete a estudio. (Diccionario de ta Lengua Espanola. Real Acade- mia Espaiiola, 1992.) TESER, 1220-1250. del lat. exére. DERIV. Tejedor, 1495. Tejedura, 1495; tesitura, s. xx, del it. tessitura prop- te, «tejedura>, de ahi «altura propia de cada voz instrumentos y luego «dis- posicion de animo». Tejido, 1495. Entretejer, 1490. Tis, 1739, del fr. tissu, propte. tejido. Cultismos: Texto, 1335, del lat. réxrwm id., propte. «tejido»; textual; con- texto, Textorio. Textura. Textil. med. s. xt%, lat. fextilis. Coniexto, 1617, Contiex- ura, Pretexto, princ. s, xvul, lat. praetextus, -us , id., deriv. de praetexere «poner como bordado o tejido delante de algo», «pretextars; pretextar; pretexta, lat. praetesta «toga adomada con una faja de purpura» (J, Coromines, Breve diccionario etimologica de la lengua castellana, Madrid, 1973), Cualquier unidad de discurso se compone de elementos verbales que estan organizados y relacionados entre si de manera explicita o implicita. Esta organizacion e interrelacion constituye lo que es la textura del discur- $0, que da nombre a su concrecién: el texto. En este capitulo vamos a consi- derar aquella dimensién del texto que constituye su entramado de relacio- nes. Todos los estudiosos de este entramado coinciden en afirmar que un texto no es solamente una secuencia de oraciones, sino que, a partir de un conjunto de operaciones de diverso orden —trama y urdimbre—, se consti- tuye como una unidad seméntico-pragmatica. En los primeros planteamientos de la gramadtica textual de las décadas 218 LAS COSAS DEL DECIR de los sesenta y setenta hubo intentos para extender el andlisis gramatical —desde la perspectiva estructuralista y generativista— més all4 de los Ifmi- tes oracionales. Se habfa pensado en unidades superiores a la oracion, que se podian estudiar a partir de los mismos pardmetros aplicados a la des- cripcién gramatical. Pero las dificultades de encarar el estudio de los textos con los supuestos y el tipo de reglas de le gramética llevé a un desplaza- miento de este punto de vista. Por ello, el estudio del texto fue cambiando de perspectiva e incorporando paulatinamente planteamientos propios so- bre el contenido y la estructura, con inclusién de principios y métodos de la pragmatica, la retérica y la sociolingifstica interaccional. La reflexién sistematica sobre el texto ha tenido varias orientaciones que aqui tendremos en cuenta, tanto si se toma él texto en s{, como produc- to, como si sé toma en su proceso de composicién o en su proceso de inter- pretacién. Desde nuestra perspectiva, el andlisis del texto en sf, como lugar de inicio de la reflexién discursiva, contiene huellas del proceso de produc- cién en su manifestacién verbal y, a su vez, los elementos lingiisticos fun- clonan como instrucciones que orientan su interpretacién, de tal modo que nos apoyaremos en las aportaciones de los diversos enfoques para delimitar el sentido del texto como unidad compleja. De entre las corrientes que han estudiado el texto resaltaremos, por un lado, la dingttistica funcional. Basa- da en Ja tradicién de Pike y Firth, y continuada por la escuela de Praga (Da- ne&, 1976; Firbas, 1964; Mathesius, 1975 y otros), desemboca en el desarro- Ilo de las teorfas de Halliday y sus seguidores. En este Ambito, el texto se considera como horizonte de la reflexién gramatical y la funcién textual como una de las funciones del lenguaje. Halliday y Hasan (1976) han con- tribuide eficazmente a precisar algunos aspectos propiamente textuales, como los mecanismos de cohesion. Por otro lado, la corriente de la lingtitstica textual, desarrollada inicial- mente en Alemania, Holanda y diversos paises de la Europa oriental a partir de la década de los setenta, ha puesto las bases para el conocimiento de los textos en lo que se refiere a sus principales tipos, propiedades, principios y estructuras, Como autores representativos de esta corriente podemos desta- car Beaugrande (1981, 1984, 1995), Van Dijk (1977, 1978, 1980), Gulich y Raible (1977), Dressler (1978), Petdfi (1978), Schmidt (1973), Weinrich (1964, 1976) y Werlich (1975, 1976). Para los aspectos que se refieren a los esquemas textuales se han tenido en cuenta los mecanismos de comprensién y de recuerdo (Kintsch y Van Dijk, 1977); desde la perspectiva del proceso de produccién se ha hecho hincapié en los principios compositivos, mucho mas cerca de las operaciones cognitivas de procesamiento que de las estrictamen- te lingiifsticas (Beaugrande y Dressler, 1981). En el dmbito francéfono, la obra de Adam (1990, 1992) es de referencia obligada para los diferentes tipos de texto y las secuencias textuales. Para el estudio de la coherencia ha habido diversas contribuciones, especialmente de Charolles, (1983, 19882, 1988), Charolles, Petdfi y Sozer (1986) y Conte, Petdfi y Sozer (1989). Para una me- jer comprensién de estos planteamientos contamos con diversas presentacio- nes y explicaciones, como, por ejemplo, las de Bernardez (1982, 1987, 1996), Luna (1990), Milian (1990), V Vallduvi (1991), Belles (1991), Castella (1992), Ciapuscio (1994), o Bassols y Torrent (1996), Bonilla (1997). LA TEXTURA DISCURSIVA 219 Actualmente hay unanimidad en considerar que el texto es una unidad communication de_un_orden_distinte¢ al_oracional; Ula unidad ‘senidat co-pragmidtica de sentido, y no solo de significado; una unidad intencional y de interaccidn, y no un objeto auténomo. La definicién de texto como «tér~ mino técnico para referirnos al registro verbal de un acto comunicativo» {Brown y Yule, 1983) implica que el texto es propiamente el componente verbal de todo discurso. Pero el componente verbal no es el nico que con- tribuye a dotar de sentido al intercambio comunicativo, como hemos visto en los capitulos 2 y 3. Por eso, el significado en el texto se basa en a) el con- tenido o informacion global, fruto de la combinacién de los valores del componente lingiifstico, y en b) el sentido derivado del componente extra~ lingiiistico como los implicitos, el conocimiento enciclopédico o la expe- riencia compartida entre Emisor y Receptor (véase el capitulo 7). Una de las propiedades de los textos, tanto orales como escritos, es precisamente el entramado de sus enunciados, la manera como se enlazan unos con otros, tanto en el didlogo como en el mondlogo. Actualmente es ampliamente aceptado que el «texto» es un evento com nicativo empirico que se da en la comunicacién humana més que en la espe ficacién de una teorfa formal. Cada uno de estos eventos activa una dialéctica entre el esistema virtual» (el repertorio de posibilidades) y el «sistema real» sonstituido por las elecciones del productor textual; asf, el texto no est en ninguno de los dos Tados, el del sistema o el del uso, sino que integra y recon- cilia a los dos. Nuestra tarea es describir, de la manera més realista y empitica, posible, los procesos a través de los cuales los participantes en la comunica- cién pueden producir y recibir textos, Esta tarea necesita claramente investi- gacién interdisciplinaria entre lingiifstica textual, sociologta, etnograffa, etc.; todas estas disciplinas trabajan con datos reales desde la perspectiva de las ac- tividades humanas (Beaugrande, 1995: 539). E] texto se muestra como un juego de relaciones en el cual las unidades Jéxico-gramaticales seleccionadas determinan la construccién de los signifi- cados transmisibles, convirtiendo los elementos lingtifsticos en instruccio- nes, marcadores ¢ indicadores del! sentido textual. E] «cosmos» del texto esta constituido por esta «textura» o juego de enlaces semantico~pragmati- cos, dispuestos en diversas capas que se integran unas en otras: Si intentamos analizar la estructura (0 sintaxis) del discurso sin analizar también el significado que se transmite (tanto semantico como pragmitico) de Ta accion que se realiza (la fuerza interactiva) y sin considerar estas propieda- des como logros conjuntas del hablante y del oyente, no podremos ir muy lejos, en la comprensién de la cualidad (0 las cualidades) que distinguen el discurso de una coleccién arbitraria de oractones, proposiciones © acciones (Schiffrin, 1987: 20). La textualizacién —el proceso de expresar con palabras— de los conte- nidos mentales se manifiesta a través de Ia linealizacién, tanto en la orali- dad como en la escritura; con lo cual, el texto se despliega materialmente en el tiempo y en el espacio en secuencias de enunciados que estan en rela- 220 LAS COSAS DEL DECIR cién de contigiidad —y ya por esa raz6n, con un tipo de relacién—. Esta disposicién espaciotemporal permite comprender que un texto tiene un de- sarrollo secuencial en donde a) lo que aparece primero orienta lo siguiente, 5) a lo largo del texto es necesario marcar las relaciones existentes en su in- terior, de modo que el mundo de referencia se vaya manteniendo, recupe- rando y proyectando hacia adelante, y ¢) tal como subrayan Weinrich, Beaugrande o Adam, tiene un importante papel que la secuencia de enun- ciados progrese hacia un fin o una meta determinados. Beaugrande (1984: 153), que estudia el texto desde el punto de vista de su composicién, con la atencién puesta en los procesos mentales que se ac- tivan, establece siete principios de linealidad a partir de los cuales se puede seguir el hilo conductor que va enhebrando los contenidos textuales: 1. El principio de ndcleoadjunto, que distingue entre lo central y lo ico. 2. El principio de pausa, que permite retardar o suspender la se- cuencia. 3. El principio de retrospeccién, que incluye toda consulta al dis- curso precedente. 4, El principio de prospecelén, que incluye toda anticipacién del discurso subsiguiente. 5. El principio de carga, que concierne al grado de importancia, de énfasis, de focalizacién, de longitud, de relevancia o de novedad, en el senti- do de que todos esos aspectos contribuyen a la existencia de «sobrecarga» enel procesamiento, 6, El principio de desambiguacién, que est4 relacionado con 1a ex- clusign de pautas jiternatvas, tanto formales como conceptuales. EI de listado, que regula la enumeracién de elementos comparables en ma ‘secuencla, Bn relacién con estos principios se desarrollan los mecanismos de aquellos que tienen en la referencia léxica, en la referencia endo- “orien (enéfora y catéfora) y en la conexi6n sus ejes Tingtifsticos més sustan- ciales. A partir de los primeros planteamientos de Halliday y Hasan (1976) ye de Halliday (1985), seguidos muy de cerca por Mederos (1988), el estudio de los mecanismos de co- cia en los textos han sido descritos ¢ identi- ficados. Por oto Tado, el io de los conectores ha merecido una aten- cién considerable, de tal modo que Se ha convertido en uno de lo puntos cruciales para estudiar Ja coherencia y Ja relevancia en el discurso. Concre- tamente, ha cobrado un gran imp relacién con la teorfa de Ja argu- mentacién (Anscombre y Ducron 1983), Desde esta teorfa, la presencia de un conector que pone en relacién des enunciados proporciona siempre fuerza argumentativa, entendida como una orientacién que manifiesta lo que el locutor intenta decir al conectar los enunciados. La teorfa modular de la conversacion de la escuela de Ginebra (Roulet, 1985, 1991) ha integra- do dicha perspectiva argumentativa para explicar los conectores. Paralela- mente, Moeschler (1994) y Lusher (1994) estén desarrollando una teorfa de la coherencia desde la perspectiva del principio de relevancia (Sperber y LA TEXTURA DISCURSIVA 221 Wilson, 1987; Blakemore, 1987, Wilson, 1994), que se centra en el trata- miento de los conectores como guefas pal erpretacion de emunciados en contexto. Sia ello sumamos el estudio de los marcadores del discurso oral (Schiffrin, 1987, Fraser, 1990, Radeker 1990, 1991) tiene fundamento afirmar que actualmente el 4mbito de los conectores y de los marcadores discursivos es uno de lo mds productivos en la investigacion de [as relacio- nes de sentido que se dan en el texto, 8.1, Lacoherencia Beaugrande y Dressler (1981) proponen un modelo con siete estanda- res que ha de cumplir cualquier texto: cohesién, coherencia, intencionalidad, acepiabilidad, situacionalidad, intertextualidad e informatividad. Estas nor- mas a las que se sujeta el texto se sustentan en tres principios que regulan la comunicacién textual: la eficacia, la efectividad y la adecuacién. Dos de estos estandares tienen que ver de forma especial con la textura: la coheren- cia y la cohesion. Estos dos clasicos fenémenos asociados a la constitucién textual muchas veces se usan como sinénimos, indicando la red de relacio- nes seméntico-pragmaticas de un texto. Por ejemplo, Charolles (1978), au- tor de una de las propuestas més conocidas, permite hacer coincidir los procedimientos para lograr coherencia con los mecanismos de la cohesion, al formular las siguientes reglas para que un texto sea estructuralmente coherente: a) Regla de repeticién: es necesario que la mayor parte de las proposi- ciones se encadenen tomando como base la repeticién de unos elementos. b) Regla de progresién: es necesario que el desarrollo se produzca con una aportacién constante de informacién nueva. ¢) Regla de no-contradicién: es necesario que no se introduzca ningun elemento seméntico que contradiga un contenido establecido previamente (de forma expifcita o implicita), d) Regla de relacién: es necesario que los hechos referidos estén rela- cionados en el mundo —real o imaginado— representado. Otros autores se han colocado en otra posicién, indicando la distincién entre coherencia y cohesién: por ejemplo, la coherencia se ha interpretado como las relaciones a nivel subyacente y la cohesién como las relaciones a nivel superficial (Stubbs, 1983). Para Bernardez (1996), la coherencia de- pende del equilibrio de diversos sistemas referenciales que se establece en el proceso de la comunicacién entre Emisor y Receptor, lo cual significa que la coherencia esta basada en una negociacién entre los protagonistas de la comunicacién. Aqui consideraremos ambos conceptos relacionados entre sf por inclusién de uno en otro, en el sentido siguiente: la coherencia es una nocién més extensa ¢ incluye las relaciones pragmaticas, ademas de las relaciones semdnticas intratextuales. Es un concepto que se refiere al significado del texto en su totalidad, abarcando tanto las relaciones de la palabras con el contexto come las relaciones entre las palabras en el inte- 222 ‘LAS COSAS DEL DECIR rior de] mismo texto. Alude a la estabilidad y la consistencia tematica sub- yacente, asociada a la macroestructura (contenido), a la superestructura (es- quema de organizacion) del texto, a su anclaje enunciative (protagonistas, tiempo y espacio) y a las infferencias que activan los hablantes para interpre- tarlo a partir de conocimientos previos. La cohesi6n es un concepto que se refiere a uno de los fendmenos pro- pios de la coherencia, el de las relaciones particulares y locales que se dan entre elementos lingiiisticos, tanto los que remiten unos a otros como los que tienen la funcién de conectar y organizar. Asi, la coherencia, que inclu- ye la cohesion, se puede considerar tanto una propiedad fundamental que da cobertura al conjunto de significaciones del texto como un principio ne- cesario para que un texto sea definido como tal. Si el concepto de sicNIFIcabo se emplea para designar la capacidad de una expresi6n lingiistica (o de cualquier otro tipo de signo) para representar y para transmitir conocimientos (es decir, significados viriuales), entonces pue- de usarse el término sexTibo para referirse al conocimiento que se transmite de manera efectiva mediante las expresiones que aparecen en el texto. [...] Un texto «tiene sentido» porque el conocimiento activado por las expresiones que Jo componen va construyendo, valga la redundancia, una CONTINUIDAD DE sentipo. [...] La continuidad del sentido esta en In base de la COIERENCIA, en- tendida como la regulacién de la posibilidad de que los concérTos y las RELACIONES que subyacen bajo la superficie textual sean accesibles entre sf e interactéien de un modo relevante (Beaugrande y Dressler, 1981: 135). 8.1.1. LA COHERENCIA PRAGMATICA, Algunas orientaciones de Ia lingiifstica textual han dado prioridad al andlisis de la coherencia como una propiedad del texto en sf mismo, como objeto independiente. Desde esta orientaci6n, inevitablemente, el andlisis se ha centrado en los elementos cohesivos (véase el apartado 8.2). Otras orien- taciones han centrado su interés en los procesos de produccién y de inter- pretacién de los textos desde un enfoque cognitivo. Brown y Yule, por ejem- plo, relacionan la coherencia de los textos con fos procesos que hemos estu- diado en los capitulos 4 y 7, estrechamente relacionados con las intenciones de los hablantes, con la consecucién de unos fines, con las inferencias que se activan para comprender los textos y con el tipo de contexto en que si- tuamos los mensajes, tanto al emitirlos como al recibirlos. Asi, en los pro- pios hablantes se encuentra la capacidad de dotar de coherencia a frases sueltas, inconexas, gramaticalmente incompletas, intercambios minimos que parecen no tener ningtin sentido, textos que no sabemos cémo interpre- tar hasta que se dotan de una clave o marco que permite reconocer su senti- do. Se parte del principio de presunicion de coherencia, a partir del cual toda | clase de mensajes emitidos por un Emisor para un Receptor se consideran bajo la hipstesis de un comportamiento racional que no admite idealmente un comportamiento ilégico o absurdo. Los hablantes, ante textos diversos, echamos mano de aquellos contex- tos que nos permiten interpretarlos adecuadamente: un texto de medicina LA TEXTURA DISCURSIVA 223 nos pareceré sin ningin sentido si no tenemos el seber necesario como base: Como consecuencia de lo procesos hemopoyéticos y linfopoyéticos desa- rrollados en los érganos linfoides primarios o centrales (médula ésea y imo) se genera un repertorio celular muy diverso que se divide en pos y subtipos en funcién de sus caracteristicas estructurales y funcionales (L. M. Ramal y R, Benftez, en Jaro, 1239: 44, enero de 1998), Un anuncio por palabras de un periédico no serd coherente si no «re- lenamos» la informacién con el conocimiento del género y de la inten- cién del mensaje. En el listado de contactos, por ejemplo, podemos en- contrar en un recuadro mensajes reducidos como los siguientes: «medias negrass; «escucha, si quieres»; «universitaria»; «chicos»; «|PoR detrés!», Una noticia lefda en un periédico de un pafs extranjero nos puede blo- quear las inferencias por no compartir el conocimiento necesario para in- terpretarlo. La coherencia es el «negativo» de la «foto comunicativa». Sin e] negativo no puede aparecer clara y nftida la representacién fotogréfica. En suma, sacando fuera de contexto un segmento de comunicacién de cualquier tipo se nos puede mostrar la incongruencia, como se muestra cuando se utilizan palabras del contrincante de forma demagégica o ma- nipuladora. ‘Bernrdez se inspira en teorfas de la fisica y de la psicologia cognitiva para dar respuesta al fenémeno de la comunicacién humana. Entiende la coherencia como un mecanismo de autorregulacién de sistemas en interac- cién que tiene lugar de forma dinamica en la comunicacién. Explica su. modo de entender la coherencia como [a operacién que tiene como meta un «estado estable» que dé pie a la existencia del minimo de diferencias entre lo emitido y lo comprendido. Entre el mensaje producido (Mp) y el mensaje recibido (Mr) aplica la siguiente formula: El productor P desea transmitir al receptor R un mensaje Mp (formado por un contenido Cp y una intencién Ip) en un contexto C a través de un texto Tp. Tp sera coherente para R ent el contexto C cuando represente un estado estable (u 6ptimo), Como Tp es producido por P sin cooperacién activa de R (a diferencia de algunos tipos de interaccién conversacional), el sistema (conjun- to de procesos) Pt deberd alcanzar ese estado éptimo («= texto coherente) «por sus propios medios», esto es, mediante un proceso de autorregulacién. Rt, el sistema (conjunto de procesos) de recepcién del texto, opera de forma similar, tendiendo al estado éptimo de un Mr que, en el contexto Cy te- niendo en cuenta las caracteristicas de P (conocidas, inferidas, supuestas, etc., por R) resulte suficientemente preciso y unitario (= coherente). Esta vision cognitivista se aproxima al estudio que hace Beaugrande de los procesos comunicativos. Se basa en el equilibrio informativo entre el mensaje producido y el mensaje recibido, gracias a las operaciones va- viadas de los partipantes en la comunicacién, que aprovechan su entorno informativo previo para construir e interpretar textos. A mayor grado de 224 LAS COSAS DEL DECIR contextualizacién el texto producido necesita menos indicadores, sefiales y elementos lingiiisticos que sustenten Ia coherencia (es el caso de una conversacién entre personas con una relacion muy estrecha, entre cole- gas de un oficio o profesién, o de los titulares de un periédico). Mientras que a menor grado de contextualizacién el texto necesita indicadores y elementos lingii{sticos que otorguen coherencia: es el caso de las narra- ciones literarias, que construyen un mundo de ficcién que se sustenta por sf mismo a través de la palabra, y es el caso también de la mayoria de tex- tos escritos, que al ser lanzados a un publico desconecido requieren un mayor grado de esfuerzo para crear los marcos y encuadres adecuados para la interpretacién de los mensajes. Tal como se ha indicado al comen- tar las peculiaridades de los modos orales y escritos (véanse los capftulos 2y 3), se constata que la coherencia —ese equilibrio estable— se consigue con estrategias diferentes en una conversacién o en un ensayo. Tanto en un caso como én otro, los presupuestos de que se parte son de distinto or- den y exigen unas formas de elaboracién propias; pero el logro de cohe- rencia es un requisito para ambos. 8.1.2. La COHERENCIA DE CONTENIDO El anédlisis del contenido del texto desde la perspectiva de Van Dijk (1977, 1978, 1980) proporciona una aproximacién analitica que parte del conjunto del texto, entendiendo éste como wna unidad global. En vez de partir de la oracién y sus componentes, parte de ia hipdtesis de unidades superiores de contenido a las que lama macroestructuras. La macroestruc- tura es la proposicion subyacente que representa el tema o «t6pico» de un texto y constituye la sintesis de su contenido. Un modo de identificarla es considerarla como una reconstruccién realizada por la persona que inter- preta el texto. Para explicar la macroestructura, Van Dijk recurre al modelo usual de Ja Iégica proposicional, utilizado en la seméntica, que articula el contenido en predicado y argumentos. Al tener en cuenta el conjunto del texto, propone considerar la hipétesis de que en la unidad textual hay dos niveles, el que podemos llamar global, representado en las macroproposicio- nes (Mp), y el que podemos lamar local, representado en las microproposi- ciones (mp), con una relacién de implicacién entre ellas. Las racropropo- siciones se derivan de conjuntos de microproposiciones que, relacionadas entre si, manifiestan una unidad de contenido comin. Las macroproposi- ciones no son necesariamente explicitas sino que son proposiciones que se derivan a) del contenido explicito de las microproposiciones, y b) de los co- nocimientos implicitos asociados a ellas. St el texto esta formado por una serie de macropropasiciones, éstas tienen una jerarquia. La macroproposicidn de nivel mds alto coincide con Jo que se Ilama la macroestructura del texto. Esta, a su vez, contribuye de ‘una manera sustancial a dotar de coherencia al texto en su conjunto, por- que es una representacién del tema general que vertebra la unidad comu- nicativa. LA TEXTURA DISCURSIVA 225 Las macroproposiciones tienen relacién con unidades formales del tex- to escrito como los parrafos y los titulos. No necesariamente concuerdan con exactitud, pero tienden a agruparse y a distinguirse a partir de disposi- ciones externas (puntuacién, separacién entre Iineas, subrayados y tipogra- fia) que contribuyen a que un texto escrito «empaquete» la informacién en bloques, de tal manera que sea interpretado segin la intencién con que ha sido producido, En el texto oral hay otro tipo de pistas contextualizadoras (la prosodia, los indicadores paraverbales y extraverbales) que contribuyen de forma significativa a relacionar y a organizar la informacién. La propuesta de Van Dijk se genera apartir de la asuncion de que la es- tructura global del contenido proviene de la capacidad de resumtir y de re- cordar un texto, y, por tanto, de reducir su significado a lo esencial. Para llegar a captar lo esencial se realizan varias operaciones mentales regidas por unas macrorreglas (MR) determinadas: MRI: Macrorregla de supresi6n. Un texto que se quiere reformular de forma sintética tiene que suirir operaciones de borrado, de eliminacién de informacion secundaria y accidental, para mantener, en cambio, la in- formacién relevante. MR2: Macrorregla de integracién. Otra operacién es la de incorporar Ia informaci6n de varios enunciados (e2, €3, ¢4) en un solo enunciado (1) que la incluya porque los hechos referidos en e2, €3, e4 son condiciones, constituyentes 0 consecuencias de la contenida en e1. En este caso habré que identificar las proposiciones integrables ¢ intervenir sobre ellas de modo que permanezca su significado a pesar de que se subsuman en otra proposicién (inclusi6n de presuposiciones). MR3: Macrorregla de construccién. Esta operacién es muy parecida a la anterior. En todo caso sélo es la perspectiva la que la hace distinta, pues en ambos casos se parte de un conjunto de enunciados que s¢ pueden integrar en otro nuevo que debe ser construido, y por tanto, hay que buscar un modo nuevo de referirse al conjunto de informaciones incluidas en las proposiciones. En el caso de MR2 se extrae de un enunciado anterior. En el caso de MR3 se construye uno nuevo sin que exista anteriormente (inclu- si6n de constituyentes del gui6n). MR4: Macrorregla de generalizaci6n. Operacién de transformacién que incluye una sustitucién hiperonimica que aporta elementos conceptual- mente més extensos, que incluyan a los primeros. Estas reglas activan operaciones de nivel m4s amplio, tanto en su es- ‘tructura come en su funcién: En general, las operaciones de reducci6n del texto suponen el estableci- miento de una jerarquia en funci6n de la relevancia de la informacién. Ya he- mos sefiatado que en el resumen académico esta relevancia debe entenderse fundamentalmente con relacién al contenido global del texto. En cualquier caso, pese a lo que podria suponerse, dichas operaciones exigen en buena me- dida un andlisis consciente del texto de partida y el reconocimiento del tipo de relaciones que se establece entre sus unidades informativas, Para descubrir su 226 LAS COSAS DEL DECIR pertinencia es necesario que se descubra previamente al servicio de qué se po- nen esas unidades informativas. Es decir, si la relacidn que se establece es de causa, de consecuencia, de contraste, de justificacion, de afirmacion, de lus- traci6n, etc. (Charolles, 1991). Sélo de esta manera se puede marchar en el (e- reno movedizo de las ideas esenciales sin demasiado peligro de hundirnos por habernos guiado sélo por la intuicién (Ramspott, 1996: 11). Se trata de combinar unas estrategias de reduccién con unas estrate- gias de captacién de las estructuras jerarquicas del texto y de sus mi- croestructuras discursivas: los ejemplos, las repeticiones y las perffrasis se podrfan o bien omitir o bien integrar en enunciados mas abstractos y generales. A las operaciones mentales les corresponde una reformulacién lingifstica basada en la busqueda de léxico mas general o abstracto. La textualizacion del resumen supone en quien lo realiza una competencia lingtiistica que permita el acceso a hiperdnimos o pardfrasis generaliza- doras. Junto al contenido referencial, para lograr un resumen que incluya la significacién total det discurse se ha de incorporar el propésito del texto, Jos destinatarios y la intencién con la que ha sido producido. Las condi- ciones pragmaticas pueden ser variadas y realizarse a partir de condicio- nes nuevas que orienten la produccién del resumen. Segin Fayol (1997), el resumen es un caso de «pardfrasis selectiva, que se hace a partir de un objetivo». De esta manera, al manejar y reformular el contenido del texto de base (texto A) se procede a una eleccién de lo que para el posible desti- natario es esencial y adecuado, asf como también se adecuard al propési- to (informar, sugerir, orientar, criticar o persuadir...) del autor del texto B. Por ejemplo, en la contraportada de un libro que contiene una | ela, el resumen se basa ‘en una orientacion sobre su coni ne una finalidad perswasiva, captadora de lectores. En. Hicula “se, ‘Sintesis_del, argument i eTabstract de un articule cientific Togfay 1és resultados. . _ : ‘Los textos dé reformulacién son habituales en las practicas comunica- tivas. Especialmente los encontramos en la ensefianza y en Ja divulgacién del saber, cuando hay que condensar y recontextualizar la informacién para un publico o una audencia nuevos y a distintos niveles. También apa- recen de manera paradigmatica en las noticias periodisticas, en las que se presenta [a informacién en tres tiempos: el titular, la entradilla y el cuerpo de] articulo, Los tres proporcionan una muestra clara de lo que aquf hemos entendido como tema o t6pico del texto, resumen y desarrollo o expansi6n. Van Dijk (1978) estudia el esquema que da forma a la realizacién de la noti- cia periodistica. Se trata de la superestructura, es decir, la forma en que una macroestructura (tema) se organiza como esquema. Presentamos a conti- nuacién tanto su representacién esquematica como el anélisis de una muestra concreta, Noticial Titulares Comentarios 7 \ o., Sucesos previos Sucesosactuales — Sucesos/acciones Reacciones woo oN consecuentes orales Antecedentes Explicacién Sucesos principales Antecedentes Contexto generales actual Superestructura prototipica de la noticia (Van Dijk, 1978: 70). ‘£1 DEBATE TRAS LA TREQUA DE ETA. Eusko Alkartasuna opina que don Juan Carlos “idealiz6” la Constitucién en su discurso de Roma Arzalluz replica al Rey que si las autonomias refuerzan a Espaiia, la vasca esta por desarrollar AG, Bilbao ela Consitucion, y repliod que se “alega” G0 96 qué pusde reforzar”, seiai6. Por 3 El presidente del PIV, Xabler Arzaling,iro- de que doo Juan Carlos opine que las auto- parte, older de Eucko Alkartasuoa, Carlos ihizd ayer sobre al discnrso prowunciado por nowilas refverzan a unided de Espaiia, pero Guralkovtzea, dijo que ol Rey “idealiza” la elReyen Roms, enel queel Monares ental te records que et Estatuto de Gervika oft Carta Magna yx que, on su opiniin, tata no ‘zabe Ia ammplipod de los detechos recoghdos atm sin desarrollar. “Y naa ley no atendida ha resuelto los problemas nacioosles. wet 1La palabras de don juan Carlos Maria Azaar. Pevo también dej6 Los propios vascos de manera sor riores, Abel Matutes, elogié por Gee ceincin a pl Sede: mis von dinpoccita gues Por resdete de Rom y comenis Gee at pale que. it ‘mismo uns disposicién que dice MP*Por su parts, te x fechor'y beracer gue aimpars ques acepiaion oo suponc ups Eusky Altararian (2A), Caton tens de don Duan Carlow sepo- In Constirucién espaiiola, fueron remnncia 8 derechos que pueda Garaikoetxea, aseguré que el nen “una defense incomtestable” sespondidas ayer en Radio Eus- tenor el pueblo vasco en virtud Rey Uene una vinom “idealiza- de la Constiracién Espafiola, [Kadi por Arzalluz com un recor- de su historia”. Segiin recoge tex da” dela Constitucién einterpre- “Lo que al Rey ha dicho es datorio. "Yo me akegro de que tualmeate el Eatatuto de Ger- 16 sus palabras como “una evie que Is actual Constirucién os un diga que las autonomins fortale. nika en sh disposiciéa adicionat, dente ipcursi6n en elactwal debe- mateo amplisimo para Ins iberta- cen la unidad de Espaita, pero tal estos derechos “podria ser actus tg politico” sobre la reforma cons- des individuales ¥ colectrms, y vvez no dijo all, en el Senado ro» lizados de acuerdo con lo que titUcional que ban planteado Joa me parece que nadie por disca- ‘mane, que nosotros tenemos cstablezca cl ordenamionto juridi- nacionalistas vascos, gallegos y tir, fos ismos aslo eo”. ‘ovaciona ‘del agai in sutonomfa que 20 hay ‘catalanes y que tambitn esti en han reconocido, que el telén de fondo de la tregux de ron Is interwnciéa, ‘manera de desarrollar y por tan- gry seueral touna reclamacién constante, - “Sstacign sérmine”™ ETA Garaieras mbesyé que Rey y esa frauen particular” sitima, porque cum: ts Carta Magna “no ba ‘Meanutea. “No cteo qoe e2< Plimiento dela ley, y no atendi- El lider del PNV volvié ayer a tos problemas nacionales”. “Ni debe ser objeto de debate Eviden- a, n0 sf que puede reforzar’. desempoivar In disposicién adi- e\Senado.es un ejemplo de sepre- temente todo es mejorable, todo wire Arzalhiz reeuper6 ayer el dis- cional'y reiterd queen cualquier sentacién de las comunidades se pucde hablar, pero si hay algo caro del ncumplimiento del caso, os nacional vseon no gutévomas, sl tabla de quetos clam et que el marco que oer ature de , fecurriendo consideran Ia actual autocomla de las 17 sutonomias, en la que muestra 6 amplist asi al verbo mis mesurado que como una “estacién tsrmino”, ham mezclado problemas nacio- m0 y cu él caben tode tipo de ‘ya utliz6 ante los periodistns af en afurién al habitual desideré- ales con situaciones segiooa- libertades individuals, colectivas ‘érmino de su entrevirta con el tun nacionolista deque el futuro tes", sedalé Garaiknetxea. 4 gi boen marc para kore presidente del Gobiemo, José de Bnskadi seri el que definen wsE! minintro de Asuntos Exte- nizactn territorial def Estado”. LA TEXTURA DISCURSIVA 229 En esta noticia de actualidad politica, el contenido se presenta en di- versos niveles de generalizacion y de resumen. Las palabras son noticia. Se pone en escena un debate con pros y contras respecto a unas afirmaciones del monarca espariol. El periodista selecciona como noticia relevante los contras, Titulares 1. El debate tras la tregua de ETA (tema general: encuadre. Contraposi- cin de opiniones) 2. Arzalluz replica al Rey que... (contenido espectfico mas relevante: ma- croproposicién (Mp) del texto) 3. Eusko Alkartasuna opina que... (contenido subsidiario) Entradilla Desarrollo sintético del comenido anunciado en titulares: a) Se especifica el contenido de la afirmacién de un agente 1 (et Rey) y la réplica de un agente 2 (XA, de un partido vasco) y de un agente 3 (CG, de otro partido vasco). b) Hay indicadores del modo o la fuerza intencional de la réplica: XA ironiz6. ¢) Presencia de citas entre comillas: polifonia mostrada. Cuerpo de la noticia Consecuencia de un suceso (tregua): reacciones orales — citas Mp: XA: réplica al Rey 1: las autonomias «refuerzan fa unidad», pero las autonomias no se desarrollan Mp2: XA: réplica al Rey 2: los vascos pueden actualizar sus estatutos Mp3: XA: réplica al Rey 3: el estatuto de autonomia debe ser definido por Jos propios vascos Mp4: CG: critica al Rey: a constitucién no ha resuelto problemas nacio- ‘ MpS: AM: elogio del Rey: la constitucién es un marco amplio y positive para todo el Estado Esquema de la noticia: resumen relato ticulares encradilla episodio (declaraciones del Rey) consecuencias: (debate) ‘ reacciones orales XA (vor 1) GC (voz 2) (voz 3) 230 LAS COSAS DEL DECIR 82. La cohesién y sus mecanismos La cohesién constituye una de las mas importantes manifestaciones de Ja coherencia, identificable a partir de elementos lingiifsticos visibles y ma- teriales. Se da en el orden interior del texto y funciona como un conjunto de enlaces intratextuales para establecer las relactones semanticas que pre- cisa tin texto para constituirse como unidad de significacion, Estos enlaces se establecen tanto en un texto construido por interlocutores diferentes (en una conversacién) como por un mismo locutor (en [a exposicién de un tema). Vedmoslo en los siguientes ejemplos: A: ¢Has visto la dltima pelfcuta det Rex? B: No Ia he visto, pero me han dicho que # ¢s muy buena... Los tres amigos volvian a casa de noche, a la hora en que las autopistas comienzan # quedarse vactas. En algunos tramos, la luna aparecta entre las nubes e iluminaba con crudeza una lanura yerma, y ellos crefan ver alli, en medio de aquel paisaje, la sombra de un perro perdido o de una casa en rui- nas. La soledad que les rodeaba, que les iba rodeando kilémetro a kilémetro, se volvia entonces mas solemne ¢ incémoda, y les empujaba a salir de su ensi- mismamiento, [...] (B. Atxaga, El Pais, 29-V-1997}. Mendoza: Has dicho que escribir es un‘placer. También has dicho que es ‘un sufrimiento, 2En qué quedamos? Garcia Marquez: Las dos cosas son ciertas. Cuando estaba comenzando, cuando estaba descubriendo el oficio, era un acto alborozado, casi irresponsa~ ble. Bx aquella época, recuerdo, después de que terminaba mi trabajo en el pe- riédico, hacia las dos o Jas tres de la madrugada, era capaz de escribir cuatro, cinco, diez paginas de un Hbro. Alguna vez, de una sola sentada escribi un cuento, Mendoza: z¥ ahora? Garcia Marquez: Ahora me considero afortunado si puedo escribir un buen parrafo en una jornada. Con el tiempo el acto de escribir se ha vuelto un. sufrimianto (P. A. Mendoza y G. Garcia Marquez, El olor de la guayaba, Barce- Jona, Mondadori, 1994: 33). En este ultimo ejemplo se puede observar que, a través de la secuencia de pregunta/respuesta tpica de la entrevista, la cohesién se construye coo- perativamente a partir de dos elementos, dos cosas: placer -> antes/sufri- miento + ahora. 8.2.1. EL MANTENIMIENTO DEL REFERENTE: PROCEDIMIENTOS LEXICOS La referencia fundamental del texto se construye a través de elementos léxicos. Estos introducen los temas. Pero para mantener la referencia ini- ciada hay diversos mecanismos a su servicio, todos ellos fundamentalmente mecanismos de reiteracion. En primer lugar, la simple repeticion. En el mo- mento en que se debilita la referencia (por distancia entre una aparicién y otra, o bien porque la memoria a corto plazo deja de funcionar) se repite ¢l LA TEXTURA DISCURSIVA 231 referente, con las mismas palabras 0 con variaciones. Se trata de pracedi- mientos de sustitucién. Revisaremos a continuacién Jos mecanismos mas habituales para mantener los referentes: a) repeticiones (exactas o parciales) Un tinico artista que pintaba de rodillas Un tinico pinzor, que dibujaba de rodillas, iluminado por lamparas de tuétano y utilizando todas las técnicas conocidas es el autor de la boveda poli- cromada de las Cuevas de Altamira. [...] El pintor de Altamtira no se limité a pintar la obra cumbre del arte rupestre. Segin Mitzquiz, este individuo se des- plazé hasta las cuevas del Castillo en Puente Viesgo, también en Cantabria (noticia de El Pais). Repeticiones; un tmico pintor, el pintor de Altamira. A veces hay transformaciones gramaticales entre el primer referente y su repeticién, como en la siguiente nominalizacién: La policfa intervino también violentamente en Gdansk contra varios gru- pos de personas [...] La intervencién policial se produjo una vez que el coche de Walesa babfa abandonado Ja zona (en Mederos, 1988). b) sustitucién por sindnimos 0 cuasi sinénimos (palabras, sintag- mas, oraciones) Enel primer ejemplo de a): un tinico artista, este individuo. La idea que sera expuesta al secretario norteamericano de Ia Energia el préximo viernes en la capital francesa puede contar ya con el espaldarazo de la administracién Reagan. El apoyo de Washigton seria importante (en Mederos, 1988), ¢) sustitucion por hipérimos o hiperénimos y por anténimos — un tnico artista = un tinico pintor —~ artrépodos y moluscos = estos organismos — teléfono = este adminiculo — restaurante = local — problema del empleo = problema del paro Es usual una referencia a multiples elementos anteriores con un ele- mento nuevo que los subsume; en el ejemplo siguiente, — Jackson = el negro de piel blanca —la estrella de la canclén—, este sim- bolo de Ia ambigtledad epidérmica y sexual — Elgar = el brillante compositor briténico b’) de la relacion sem4ntica basada en marcos y guiones mentales que permiten relacionar elementos léxicos y entenderlos como un conjunto unitario véase el ejemplo sobre fa caza mayor, que pone fin a este apartado. Los procedimientos de sustituci6n permiten incorporar subjetividad y modalizacién porque aportan Ja visién del hablante. As{, en el ejemplo ante- rior de Marta y David, los muebles son «cosas de la casa» y «trastos» para Marta (para otra persona podrfan ser «sorpresar, 0 «regalo», lo cual indica- ria otro punto de vista). En el ejemplo de Mitterrand, el presidente es llama- do cempereur», por rasgos de su conducta semejantes a un determinado ejer- cicio del poder. En el ejemplo de la filosoffa, a los profesores se les llama con ironfa «créneos privilegiados»... Todas estas sustituciones muestran un trata- miento subjetivo, el punto de vista de quien escribe. Con el juego de esta va- riedad de elementos léxicos se mantiene y se recupera lo ya dicho, constru- yendo un tejido de significacién que sustenta el armazén textual en su aspec- to temético. Todos estos ejemplos indican la amplia posibilidad de reformuia- cidén que el hablante tiene a su alcance para mantener y matizar los referen- tes discursivos y la capacidad de proporcionar una orientacién argumentativa a sus enunciados, segiin la seleccién léxica efectuada. Desde el punto de vista de la interpretacién y la lectura, en el léxico se manifiesta e] punto de vista, la opinién y la ideologia de quien ha elaborado el texto. El conjunto de relaciones logradas a partir de procedimientos de susti- tucién léxica y a partir de relaciones seménticas de diversos tipos constitu- yen las cadenas nominativas (Viehweger, 1976) —para formarlas también 234 LAS COSAS DEL DECIR se incluyen las correferencias logradas con procedimientos gramaticales, que veremos en el apartado siguiente—. Se llaman asimismo relaciones iso- tépicas, ya que mantienen un tema comun, asegurando la continuidad del discurso. Veamos ahora, en el siguiente texto, cémo se extiende el campo de sig- nificacién del vocabulario del guidn de la caza mayor y su campo seménti- co (los efectos sorpresa respecto al guién se comentan en 4.2): MONTERLA Por un coto de Sierra Morena iban con el rifle al hombro altos financie- ros, capitanes de empresa, politicos del sisterna, magnates salchicheros y algu- nos aristécratas seguidos por una aura de perros, Un tropel de secretarios transportaba la municién. A todos ies humeaba e] belfo en Ja fria madrugada, pero los cazadores llevaban bajo las verdes casacas el estdmago reparado con un desayuno de migas con chocolate, A esa hora, los jabalies ain dormfan y Jos venados ya estaban llorando. Mientras las alimarias sofiaban en la madri- guera, con escarapela en el sombrero guiaban a estos tiradores de ell- te has Se con erate puestos de combate. a Pronto comenz6 la monteria. A la salida del sol olfan a sangre algunos matorrales y por los barrancos del cote sonaban disparos de varios ecos, se ‘ofan alaridos de toda fndole, incluso humanos, dentro del tecio perfume de la Ivora. Los cazadores se hablan establecido, seguir intereses 0 pandillas, de- tras de los parapetos y la orden del dia consistfa en ir cualquier cosa que se moviera, desde un consejero delegado hasta un simple conejo. No se detuvo Ta carnicerfa durante toda la jornada. Los ojeadores ea fevantando gran- des piezas a media mafiana y por las nines velesctgl cGpicas podian verse las ldgri- mas de los ciervos, la espuma seca en las fauces de otras fieras, el terror en el rostro de algunos presidentes de consejo de administracion, y era un placer presentir con la mente helada la exactitud del til, apretar el gatillo y al isar ala victima rodando por la trocha bajo el estruendo de los pe- ros. La cacerfa terminé cuando él cielo ya se hallaba también cublerto de plasma. En el crepusculo, los monteadores Hevaron al palacio campestre las furgonetas cargadas con la caza cobrada, que fue recibida por los ti sus pervivientes con una copa de fino en Ia mano junto a los porches. Entre las iezas abatidas habfa tres jabalfes, dos subsecretarios, un banquero, dos doce- nas de venados, cuatro empresarios, innumerables conejos y un principe des- twonado (M. Vicent, Zi Pats), — actividad: monterfa, camnicerfa, cacerfa, caza, — escenario: coto, matorrales, barrancos, parapetos, trocha, puestos, — protagonistas: cazadores, guardas (con escarapela), tiradores (de elite), ojeadores, monteadores, jaurfa (de perros), — acciones: levantar, abatir, divisar, cobrar, apretar, ~~ instrumentos: rifle, municién, disparos, pélvora, miras telescépicas, proyectil, gatillo, — objetos: jabalies, venados, alimaiias, piezas, ciervos, fieras. Los elementos léxicos que introducen una fuerte carga de critica iréni- ca por su contraste con otro campo semantico distinto son: LA TEXTURA DISCURSIVA 235 @) belfo, verdes casacas, palacio campestre, porche; 5) altos financieros, capitanes de empresa, politicos del sistema, magna- tes salchicheros, aristécratas, consejero delegado, presidentes de consejo de administracién, subsecretarios, banqueros, empresarios, principe destronado. El léxico y sus combinaciones forman parte sustantiva de las redes tex- tuales. Ahora bien, lo que es habitual en el discurso es que haya ocurrencias no s6lo de los lexemas introducidos para representar un campo seméantico, sino de aquellos que sélo hallan sentido en el conocimiento del mundo, es- pecfficamenie, en el conocimiento compartido por los interlocutores, con el afiadido de que en determinadas ocasiones estos lexemas introducen la vi- sién del mundo propia del Enunciador. Un ejemplo particularmente elo- cuente es e] de los titulares de portada de los periédicos. Veamos un ejem- plo (13 -XII-1992. Tuson, 1996): Pujol pacta el retorno de Roca pacta con Pujol su Roca, pero inicia la purga Tegreso a la secretaria ge- de roquistas en CDC, eral, (El Pats) (La Venguardia) Pujol y Roca pactan una Pujol i Roca valoren po- tregua en la crisis de CDC, sitivament la seva troba- (El Periddico) da d'ahir. (Avui) Nos encontramos ante cuatro titulares que aparecieron un mismo do- : mingo en la primera plana de los cuatro diarios que se citan. El mismo he- cho —unas desavenencias entre dos de los méximos dirigentes de Con- vergéncia Democratica de Catalunya, que parecian jlegar a su fin— se pre- sentan a los lectores de cada diario (notese que toda esa informacién se su- pone conocida por quienes lean la noticia). Lo que resulta interesante es ver céme la seleccién sintactica y léxica modaliza el mensaje de tal manera que nos permite analizar la forma de pensar o la ideologfa del Emisor (el diario) y como selecciona a sus posibles —o seguros— destinatarios. Los titulares de El Pats, La Vanguardia y El Periddico tienen en comin Ja estructura de oracién transitiva con el verbo «pactars. Ahora bien, en El Pats el sujeto es «Pujol» y no se dice con quién pacta «el retorno de Roca»; en La Vanguardia, el sujeto es «Roca y él es quien «pacta», eso sf, «con Pu- Jol», esa regreso»; obsérvese que quien lea este enunciado tiene que saber que el referente anaforico de ese «su» es Roca y no Pujol, aunque la posi- cién més préxima de este ultimo podria conducir a interpretarlo como el referente del determinante, En El Periddico nos encontramos con un sujeto coordinado, «Pujol y Roca» con el mismo verbo que en los enunciados ante- riores: «pactan». En los dos primeros casos, lo que se pacta es la vuelta («el retorno»/«el regreso») de Roca; mientras que en el tercero, el pacto se pre- senta como una accién comtin, ambos dirigentes «pactan una tregua en la crisis de CDC». Resulta también interesante notar la utilizacién de léxico 236 LAS COSAS DEL DECIR. bélico para hablar de los problemas internos del partido en cuestién: la pa- Jabra ya citada «tregua», a la que en El Pats se afiade el vocablo «purgas, de claras reminiscencias totalitarias, en la segunda parte (en forma de frase adversativa) del titular. En claro contraste con estos tres diarios, el Avwi plantea la noticia sin aludir para nada a un posible conflicto: «Pujol y Roca valoran positivamen- te su encuentro de ayer.» No hay problema, los dos estan de acuerdo y su valoracién es positiva. La corriente de andlisis critico del discurso (Fairclough, 1989, 1994; Fairclough y Wodak, 1997; Van Dijk, 1993; Martin Rojo, 19974, 1997); Martin Rojo y Whittaker, 1998) se ocupa de desvelar precisamente la orien- taciOn argumentativa de los enunciados y la ideologia subyacente en los textos, la cual depende, entre otros procedimientos, de la seleccién del 1éxi- coy del orden de palabras. 8.2.2, EL MANTENIMIENTO DEL REFERENTE: PROCEDIMIENTOS GRAMATICALES: Junto a la posibilidad de introducir los temas y mantenerlos con for- mas léxicas también se pueden mantener a través de formas gramaticales. Vale la pena tener en cuenta que la referencia defctica, anaforica y léxica_ estén emparentadas, diacrénica y’sincromcamente. Muchos autores estAn de acuerdo en considerar que el origen de las dos primeras est en la deixis, fenémeno segiin el cual elementos lingiiisticos determinados adquieren su significado pleno anclados en una situacién enunciativa (yo, ayer, agit, an- tes, éstas). El contexto situacional proporciona en el intercambio oral cara a cara el sentido preciso de estas palabras. Existen unas formas especificas en el sistema de la lengua que cumplen el cometido de la referencia deictica: (adverbios, posesivos, demostrativos, indefinidos, verbos, determinantes, pronombres personales). Cuando el texto se aleja del contexto situacional, las mismas formas actian en un nuevo espacio: el del mismo texto. Se ha- bla entonces de «deixis textual». Creemos, sin embargo, que deben diferen- ciarse aquellas formas que sirven de indicador espacio-temporal (los conec- tores de organizacién textual: aguf, antes, seguidantente) de las que cumplen con la referencia anaforica, esos elementos que remiten a otros en el interior del mismo texto, Finalmente, la referencia léxica —tratada en el apartado anterior— es fundamental para introducir temas nuevos y parafrasearlos de formas diversas. Los tres tipos de referencia acttian en los textos y la com- petencia del hablante regula su utilizacion segan principios de economia y de expresividad. En el capitulo 4 hemos presentado el sistema defctico, principalmente en su funcién exoférica: aquella funcién en que los defcticos acttian como conmutadores que conectan el texto con el momento de enunciacién (el Enunciador y el Enunciatario, situados en un tiempo y un lugar). En este capitulo consideraremos la deixis textual, aquella en que las formas defcti- cas acttian con una funcién exdoférica, es decir, en el interior del texto. Los elementos lingiiisticos que tienen esta funcién se llaman pro-formas, ele- mentos breves, conceptualmente vacios, que ocupan un lugar y que «repes- LA TEXFURA DISCURSIVA 237 can» o recuperan su significado en otro lugar del texto. Son piezas que re- ducen Ja redundancia sin dejar de sefialar de qué se est4 hablando. Se dan principalmente en las categorfas gramaticales nominales con funcién sus- tantiva o adjetiva (pro-rombres: demostrativos, personales, posesivos, cuan- tificadores...), y en las adverbiales (pro-adverbios: modales, temporales, lo- cativos); en los deicticos verbales de tiempo y persona, y en otras que vere- mos a continuacién. Estos elementos constituyen el fenémeno de la co-referencia endoférica con una orientacién a lo ya dicho en el espa- cio/tiempo anterior (anéfora), o lo que se diré en el espacio/tiempo poste- rior (catéfora). Bjemplo de anéfora: Flora se sento a la mesa, junto 2 nosotros. Entendi que aquella tarde, an- tes de que yo apareciera en el vestfbulo, debfa de haber contado que era preci- samente alli donde solia reunirse con sus amigos. Pero sit relativa insistencia en hablar de ellos, de sus amigos, en sorprenderse de que no hubleran llegado todavia, en aventurar que era ella quizd quien aparecia demasiado tarde, o en concluir, por extrafios mecanismos, que la cita era en otro lugar y que en estos momentos debfan de estar buscandola desesperadamente, me parecié un tanto infantil, ingenua (C. Fernandez Cubas, Con Agata en Estambul, Tusquets, 1994: 183). Ejemplo de catéfora: Nunca fo hubiese crefdo. Aceptaron todos los puntos de nuestra propuesta Ejemplo de catafora: CINE: «L.A. Confidential» Kim, la copiona Ella fue la responsable de que en los aftos cincuenta las mujeres de me- dio mundo descubrieran los cercos de las puertas. Mas en conereto, su dureza. La causa: una melena ondulada y cegadora sobre el ojo derecho. Kim reedita en Ja pelicula L.A.Confidential. de Curtis Hanson, aque! peinado barrera que la rubia Verdnica Lake lucié, siempre acompafiada por Alan Ladd, en This gun. for hire y La dalia azul. [...] (L. Martinez, Dominical de Ei Pats). En este tiltimo ejemplo «Ella» remite a «da rubia Verénica Lake» que aparece después. Observemos con Beaugrande (1997: 108) que la catéfora, aparte de ayudar a que progrese la informacion textual, ejerce una influen- cia notable en la motivaci6n de los lectores para que se adentren en un rela- to; si se maneja bien, crea expectativas y una especie de «suspense». Las referencias endoféricus —andfora y catéfora— son un fendmeno que se da en ef interior del texto, es decir, en el cotexto, del que hablan Halliday y Hasan (1976) y Brown y Yule (1983). Con su uso un elemento particular se remite a otro lugar del mismo texto para encontrar su signifi- cacién, Los principales mecanismos de cohesién se basan en la utilizacién de proformas con funcién endoférica, de la elipsis y de la determinacién de 238 ‘LAS COSAS DEL DECIR sintagmas indefinidos. Entre las proformas encontramos pronombres per- sonales (éi, ella, lo, le, tos, las, ello}, marcas verbales de persona (encuentran, entretienes, disfrutaron), pronombres relativos (que, quien, el cual, cuyo), demostrativos (este, esa, aquello, esto, tal), cuantiticadores definidos € inde- finidos (todos, otros, algunos, primero, segundo) adverbios (asi, tanto, antes, arriba, aqui, ahi, entonces, ahora, después), posesivos (sit, suyas). Si lo ejem- plificamos con formas en tercera persona es porque ésta cumple canénica- mente con estas funciones endoféricas mientras que la ocurrencia de mar- cas de la primera y la segunda personas cumple una funcién deictica (exo- férica: véase el capitulo 4) que sefiala el contexto, en relacién con los prota- gonistas de la enunciacién: Emisor y Receptor (véase el capitulo 5). Todo este conjunto de elementos acttian como «capta-significados» del entorno, més o menos lejano, y se remiten a palabras, sintagmas, enuncia- dos, o fragmentos textuales de considerable extensién. Especialmente las formas neutras (esto, eso, ello) tienen una referencia general y amplia, de- nominada andfora extendida o globalizadora. Obsérvese, por ejemplo, que la expresién dicho esto puede encabezar un nuevo pérrafo con referencia a lo expresado en todo el fragmento anterior, o bien por todo ello, puede encabe- zar la conclusién de una serie de argumentos expresados anteriormente. La elipsis es otro fenémeno de cohesién textual, quizd el mas frecuen- * te, que reduce la redundancia y aligera el peso que supondria la repeticion. Resulta en estructuras que se procesan gracias a la consulta de expresiones vecinas. Una forma de elipsis muy habitual atafie al referente sujeto, que una vez ha aparecido por primera vez, en las lenguas como el espaiiol en las que su expresién es opcional, no aparece hasta que se introduce un nuevo sujeto. Se trata de una sustitucién por , Ademés, la aparicién del sujeto se hace innecesaria porque la marca verbal de persona mantiene la referencia. Veamos en el texto siguiente cémo el referente principal va siendo recupe- rado con diversos mecanismos de cohesién: Hace dos semanas ef electricista Rafael Cedro trabajaba al aire libre arre- glando unos cables en la refineria de Santiago de Cuba. Como suele ocurrir en. Santiago por estas fechas. el calor era hiimedo y pegajoso, insoportable: y recuerda que ese dia zumbaba sobre su cabeza una nube de mosquitos. 6 No le dio mayor importancia, En el Caribe, aprender a convivir con los mosquitos es algo mas que necesario. Rafael regresé a su casa y tres 0 cuatro dias después comenzé a senttirse mal. Todo comenzé con un tenue dolor de cabeza que pronto fue aumentando. Enseguida el malestar se reg6 por todo su cuerpo. @ Tuvo fiebre, mareos, diarreas y decaimiento, y eso basté para que una pri- ma suya médica (o levase con urgencia a un hospital de In ciudad. Refael Ce- dro, de 33 atios, tenia dengue (M. Vicent, El Pais, 22-VI-1997). Finalmente, la determinacidén de los sintagmas nominales indetermi- nados es también una forma de recuperar un sintagma introducide por pri- mera vez a partir de la utilizacién del articulo indefinido: Pensé en comprar wt cockecito para su cunada, que estaba esperando una criatura. Elcochecito tenta que ser moderno y util LA TEXTURA DISCURSIVA, 239 También puede aparecer simplemente cuando se activa un guién (script) 0 cuando los hablantes comparten una situacién o una referencia, Esto indica que aunque no haya aparecido explicitamente, el marco esté en activo y forma parte del «estado epistémico» o de conocimiento presentado para la interpretacidn de los enunciados. Estabamos sentadas en fa terraza de una cafeteria. Cuando menos nos lo esperabamos Andrés se levanté precipitadamente, entré por la puerta cristale- ra al interior def Jacal y se aceroé tambaledndose a fa barra, El conocimiento del guion de cafeteria permite introducir sintagmas definidos como fa terraza, la barra, el local, la puerta cristalera, pues forman parte de una imagen mental activada en Ja memoria. Con el uso de estos procedimientos, el hablante va guiando al oyente respecto a Ja referencia enunciada para favorecer la interpretacion més pré- xima a la intencién del hablante. Para concluir este apartado, una vez revisados los dos principales me- canismos de cohesién, por medio de la referencia léxica y de la referencia gramatical, veamos los diversos mecanismos utilizados para mantener el referente paparazzi y su campo de actividad en el siguiente texto: EI ‘paparazzi’ El paparazzi venderia sa queridisima y anciana madre por una exclusiva. Pero, mientras tanio, tiene que trabajar. ‘Su feudo son las islas del Mediterraneo, sobre todo Mallorca, que tiene, ademas de paisajes lindos, todos los ingredientes para estos profesionales de la liturgia mundana, Su oficio es arriesgado, ya que, para lograr una fotografia rentable de un famoso, igual hay que escalat una montana, subitse a un globo, disfrazarse de empleado de la Telefonica o de lagarterana o enfundarse un traje de buzo. ¥ los riesgos no acaban aqui. Entre los miembros de este gremio, casi tan excéntrico como el de los corvesponsales de guerra, circulan leyendas de fordgrafos que fueron atacados por los doberman de un traficante de armas, por los guardaespaldas de una top-model que pretendia destruir el carrete con las valiosas fotos o por los pufios de una estrella de cite més agresiva de lo normal. (S. Pamies, 6! Pas: 29-VINI-1995). 1. 2. 3. 4, 5. 6. 7 8. 9. a) repeticién léxica sinonimica repetici6n exacta: E] paparazgi (Ifnea 1) repeticién a través de un sinénimo textual: «estos profesionales de la jiturgia mundana» (5) alos miembros de este gremiox (11) afotégrafos» (13) b) Utilizacién de «cadenas nominativas» RI Ti > R2 Tl = R3 En el ejemplo siguiente se puede observar cémo el tema el pintor Emil Nolde, se mantiene constante a lo largo del texto y se va afiadiendo informa- cién nueva en forma de diferentes remas: Emil Hansen nacié en 1867 en Nolde, en la zona fronteriza entre Alema- nia y Dinamarca. En 1902 # cambid su apellido por el de su pueblo de origen, poniendo asi de manifiesto el gran apego a su tierra natal, Fuente constante de inspiracién en su obra. Nolde esta considerado como un gran solitario del expresionisme ale- man. En 1906 9 fue invitado a formar parte del grupo Bricke, asociacion de artistas expresionistas, que admiraban sus colores tempestuosos. Pero Nolde, independiente, exaltado e individualista se separé del grupo un aito més tarde. Tampoco @ acepié puestos de docencia y no tavo ni disc{pulos ni seguidores que se remitieran directamente a su creacién artistica. Nolde se sent/a deudor de Ia tradicién del arte alemén, sobre todo el arte de la época de Griinewald, Holbein y Durero (fragmento del folleto de la expo- sicion de Emil Nolde, Barcelona, La Pedrera, 1-1998). 3. Progresién de temas derivados: a partir de un tema general o Aiper- tema van surgiendo diferentes temas o subtemas con sus respectivos remas: 242 LAS COSAS DEL DECIR ‘YO (hipertema) Ti—— RI T2—+R2 T3—>R3 En el texto que presentamos a continuacién se puede apreciar que, a partir del hipertema cel esqueleto humano», van apareciendo otros temas («cabeza», «tronco» y «extremidades») a los que se afiade nueva infor- macién. #1 esqueleto humano §1[...] Para su estudio sistematico, cl esqueleto det hombre suele dividir- se en cabeza, tronco y extremidades. La cabeza. a su vez, consta de dos partes: el créneo, comparabie a una béveda, que protege la masa encefillica, que esté formado por ocho huesos, y la cara, constituida por catorce huesos. § 2 El tronco esta formado por treinta y tres vértebras, mas o menos de- sarrolladas. En las doce vértebras dorsales se articulan doce pares de costillas, de los cuales los nueve superiores se unen al esternén para formar la caja tord- cica. Asimismo pueden integearse en el tronco las claviculas, las escapulas y et hhueso coxal. § 3 Cada extremidad superior tiene tres huesos largos, ademas de los de la mano. Las extremidades inferiores tienen cada una tres huesos largos, ade- mas de la rétula y los huesos del pie. Mediante ¢] estudio detallado de un es- queleto o de parte de él, la antropologia y 1a medicina legal pueden determinar algunas caracteristicas: raza, sexo, edad, tipo de vida, etc., del individuo al cual pertenecié (art. ‘esqueleto, Nueva Enciclopedia Larousse). Normalmente, en un texto se combinan diferentes formas de progre- sion teméatica, si bien puede dominar una u otra. Asi, por ejemplo, en una clasificacién, el tipo de progresién tematica dominante sera el de tema deri- vado, pero, al tratar cada clase, puede aparecer un tipo de progresién de tema constante. Por ejemplo, en el texto anterior hemos visto que la progresién temati- ca dominante era la de tema derivado; sin embargo, podemos observar que en el § 1, el tema «la cabeza» se convierte en el hipertema del que parten. otros dos temas derivados: «el créneo» y «la cara»: La cabeza, a su vez, consta de dos partes; el crdneo, comparable a una boveda, que protege la masa encefélica, que esta formado por ocho huesos, Ja cara, constituida por catorce hucsos, Mientras que en el § 2 se aprecia un fragmento en el que el tema pro- gresa de forma lineal (sefialamos con negrita los temas): LA TEXTURA DISCURSIVA 243 § 2 F] tronco esté formado por treinta y tres vértebras, més o menos de- sarrolladas. En las doce vértebras dorsales se articulan doce pares de costi- llas, de los cuales los nueve superiores se unen al esternén para formar la caja tordcica. 4, Progresién de tema o rema extendido o ramificado. En este caso, o bien el tema o bien el rema se expande en diversos sub- temas: . Cada dia que pasa se descubren nuevas crueldades del tabaco. (1] Pri- mero fueron las pruebas de su relacién con el cdncer de pulmdn, el incremento de riesgo de afecciones coronarias, ia bronquitis crénica y el enfisema. Tam- bién el cdncer de pancreas, de vejiga, de riftén, de casi todo. Hasta se ha rela- cionado com el huibito de famar la mayor frecuencia de cataratas en los ojos, st se pasa del paquete diario. [2] Los pobres fumadores pasivos también sufren. EI chumo ho; 10», originado \dres adictos, origina en los nifios an- siedad. inmadurez ehiperaclivided. V no solo es el tabaco. La atencion tana: bién se dirige a [3] los 700 (setecientos) aditivos que tienen los cigarrillos ae Dae oa a a a ra a TT frportan mds que os Tipos de plantas o las format de claborazian Hy toee Sustancias quimicas que estén prohibidas en alimentaciOn y se siguen utili- waido on cigarrillos, & esttechs al ceveo 3 10s Fumadores. Eo fin. Lo Tmpor- tante es no empezar. Dicen que quien no fuma antes de los 20 aitos, no lo hara mas adelante (R. Nufiez, Nontbres comunes. Visiones propias, Madrid, Celeste Ediciones, 1996). Nos encantramos aquf con un tema: el descubrimiento; y un rema: las crueldades del tabaco. El rema se extiende en tres ramificaciones: 1) enfer- medades provocadas por el tabaco, 2) dafio a fumadores pasivos, 3) adi- tivos. El dinamismo comunicativo, tal como Firbas (1964) lo concibié, per- mite entender que Ja informacién puede avanzar, puede detenerse, y puede tener un desarrollo variado y complejo. El tema sera el punto de partida, el elemento que aporta el grado menor de dinamismo comunicativo, mientras que el rema es el que aporta un grado més elevado. De esta manera se en- tiende la informacién nueva y la informacién conocida de una manera rela- tiva, dando solucién al problema que se puede plantear en el caso de que consideremos que en el momento inicial de un discurso la introduccién de un tema puede ser informacién nueva. Como afirma Bellés (1991: 40), en un texto ni todo puede ser informacién nueva, ni todo puede ser informa- ci6n conocida. Para ello es necesario tener en cuenta a los destinatarios y su nivel de conocimientos: es importante para realizar un cdlculo ajustado sobre Ja proporcién entre la informacién nueva y la conocida. Como método de reconocimiento de las unidades informativas y de su distribucién en el lugar que les corresponde, dentro del tema o del rema, se han propuesto diversas formas de identificacién, principalmente a base de idear supuestos previos a partir de los cuales se justifica la apa- ricién de un enunciado 9 un conjunto de enunciados. Para identificar el rema se ha propuesto (véanse Combettes, 1988; Belles, 1991; Castella, 244 LAS COSAS DEL DECIR, 1992): a) la combinacién de negacion y contraste, y 6) la combinacién de pregunta y respuesta. ‘Supongamos el enunciado siguiente: Julia se ha compradg un piso nueva le dijo asi. $6: Mira, el gallo se congelé asi. Le dijo «paseme la hojar. Le hizo asi (ges- to), chistosamente. Entonces el gallo queda, «Pero sefior, es gue you. «No, Usted soné. El que puede copiar, copia pues, y el que lo pillo lo Lie quido, pues», dice. §7: Asi que le puso un uno. La estructura de este relato es como sigue: §1: Resumen introductorio en el que se presenta a uno de los protago- nistas de la historia (el profesor) y, de forma concentrada, lo que se relatara con més detalle a continuacién. §2: Situacién inicial y orientacién: se presenta al otro protagonista (un alumno) y al personaje secundario y narrador de la historia, se situa a uno de los actores en el espacio y se plantea parte del problema, §3: Complicacién: se presenta lo que serd el origen del conflicto y se si- ta al otro actor en el espacio. §4 y 86: Accion. §7: Resolucién. §5: Evaluacion. El principio y cl final del relato estan seftalados por los marcadores por ejemplo y ast que, respectivamente. Los conectores temporales que aparecen Son: entonces, a esto que, entonces. Los marcadores espaciales som: delante mio, en la otra esquina, de una esquina a otra, ademés de los verbos de mo- 274 LAS COSAS DEL DECIR. vimiento correr y saltar. Es interesante sefialar el recurso al asindeton en la patte en que se sitta la accién (§4 y §6). En cuanto a los tiempos verbales, llama la atencién el uso del presente, recurso t{pico de los relatos orales, combinado con el indefinido (en la accién, la resolucién y la evaluacién) y con el imperfecto (en la orientacién y la complicacién), Ef relato esta conta- do en primera persona, por alguien que presencié el incidente y que se im- plica en lo que sucede, A continuacién presentamos otro ejemplo; en este caso se trata de un texto de Gabriel Garcia Marquez, aparecido en un periédico; en 4] se habla del rodaje de una pelicula inspirada en un hecho real y se cuenta el argu- mento. A partir del §4, cuando comienza el relato del argumento de la pelf- cula, hemos sefialado con cursiva les conectores y los marcadores y con ne- grita los verbos: «Maria de mi corazon» gi: Hace unos dos aftos le conté un episodio de la vida real al director mexicano de cine Jaime Humberto Hermosillo, con la esperanza de que lo convirtiera en una pelicula, pero no parecié que le hubiera lamado la atencién, Dos meses después, sin embargo, vino a decirme sin ningun anuncio previo que ya tenfa el primer borrador del guién, de modo que seguimos trabajando juntos hasta su forma definitiva, Antes de estructu- rar los caracteres de los protagonistas centrales, nos pusimos de acuerdo. sobre cudles eran los dos actores que podian encarnarlos mejor: Maria Rojo y Héctor Bonilla. Eso nos permitié ademés contar con la colabora- cién de ambos para escribir ciertos didlogos, e inclusive dejamos algunos apenas esbozados para que ellos los improvisaran con su propio lenguaje durante [a filmacién. §2: Lo Gnico que yo tenfa escrito de esa historia —desde que me la con- taron muchos afios antes en Barcelona— eran unas notas sueltas en un cuaderno de escolar, y un proyecto de titulo: «No: yo sélo vine a hablar por teléfono». Pero a la hora de registrar el proyecto de guién nos pare- i6 que no era el titulo més adecuado, y le pusmos otro provisional: Ma- rla de mis amores, Més tarde, Jaime Humberto Hermosillo le puso el titu- lo definitivo: Marta de mi corazdn. Era el que mejor le sentaba a la histo- ria, no sélo por su naturaleza, sino también por su estilo. §3: _” La pelicula se hizo con la aportacién de todos, Creadores, actores y técnicos aportamos nuestro trabajo a la produccién, y el tinico dinero Iquido de que dispusimos fueron dos millones de pesos de la univers!- id veracruzana; es decir, unos 80.000 délares, que, en términos de cine, no alcanzan ni para los dulces, Se filmé en dieciséis milimetros y en color, y en 93 dfas de trabajos forzados en el ambiente febril de la colonia Portales, que me parece ser una de las més definitivas de Ja ciu- dad de México. Yo la conocfa muy bien, porque hace mds de veinte afios trabajé en la seccién de armada de una imprenta de esa colonia, y por lo menos tn dfa aja semana, cuando termindbamos de trabajar, me iba con aquellos buenos artesanos y mejores amigos a bebernos hasta el alcohol de las lamparas en las cantinas del barrio. Nos parecié que ese era el Ambito natural de Maria de nti corazén. Acabo de ver la pelicula ya terminada, y me alegré de comprobar que no nos habfamos equivo- cade. Hs excelente, tierna y brutal a la vez, y al salir de la sala me sentf estremecido por una réfaga de nostalgia, 54: 85: $6: §7: $8: 8 §10: LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 275 Marfa —la protagonista— era en la vida real una muchacha de unos veinticinco afios, reci¢n casada con un empleado de los servicios puibli- cos, Una tarde de lluvias torrenciales, cuando viajaba sola por una carre- tera solitaria, su automévil se descompuso. Af cabo de una hora de se- fias indtiles a Jos vehiculos que pasaban, el conductor de un autobiis se compadects de ella. No iba muy lejos, pero a Marfa le bastaba con en- contrar un sitio donde hubiera un teléfono par pedirle a su marido que viniera a buscarla, Nunca se le habia ocurrido que en aquel autobus de alquiler, ocupado por completo por un grupo de mujeres aténitas, habfa empezado para ella un drama absurdo e inmerecide que le cambié la vida para siempre, Al anochecer, todavia bajo la Lluvia persistente, el autobiis entré en el patio empedrado de un edificio enorme y sombrio, situado en el centro de un parque natural. La mujer responsable de las otras las hizo descen- der con drdenes un poco infantiles, como si fueran nirias de escuela. Pero todas eran mayores, demacradas y ausentes, y se movian con una anda- dura que no parecta de este mundo, Marfa fue la tltima que deacendié sin preocuparse de la liuvia, pues, de todos modos, estaba empapada has- ta el alma. La responsable del grupo se lo encomendé entonces a otras, que salieron a recibirlo, y se fue en el autobus. Hasta ese momento, Ma- ria no se habfa dado cuenta de que aquellas mujeres eran treinta y dos enfermas pacificas trasladadas de alguna otra ciudad, y que en realidad se encontraba en un asilo de locas. Enel interior del edificio, Maria se separé del grupo y pregunté a una empleada dénde habia un teléfono. Una de las enfermeras que conducia a las enfermas le hizo volver a la fila mientras le decta de un modo muy dulce: «por aquf, linda, por aqut hay un teléfono». Maria eiguis, junto con Jas otras mujeres, por un corredor tenebroso, y al final entré en un dormi- torio colectivo donde Jas enfermeras empezeron a repartir las camas. Tambidn a Marfa le asignaron la suya, Mds bien divertida con el equivoco, Marta le explicé a una enfermera que su automévil se habia descom- puesto en la carretera y slo necesitaba un teléfono para prevenir a su marido. La enfermera fingié escucharla con atencién, pero la levé de nuevo @ su cama, tratando de calmarla con palabras dulces, «De acuerdo, linda», le decia, «si te portas bien, podrds hablar por te- léfono con quien quieras, Pero ahora no, ntaftana». Comprendiendo de pronto que estaba a punto de caer en una trampa mortal, Marfa eseapé corriendo del dormitorio. Pero antes de legar al portén, un guardia corpulento le dio alcance, le aplicé una lave maes- tra, y otros dos le ayudaron a ponerle una camisa de fuerza. Poco des- pués, como no dejaba de gritar, le inyectaron un somnifero. Al dia si- guiente, en vista de que persistia en su actitud insurrecta, la trasladaron al pabellén de las locas furiosas, y la sometieron hasta el agotamiento con una manguera de agua helada a alta presién. El marido de Marla demuneié su desaparicin poco después de ta media noche, cuando estuvo seguro de que no se encontraba en casa de ningin conocido, El automévil —abandonado y desmantelado por los ladrones— fue recuperado al dia siguiente. Al cabo de dos semanas, la policia declaré cerrado el caso, y se tuvo por buena la expticacién de que Marta, desilusio- nada de su breve experiencia matrimonial, se habia fugado con otro, Para esa época, Maria no se haba adaptado ain a la vida del sana- torio, pero su cardcter habla sido doblegado, Todavia se negaba a parti- 276 LAS COSAS DEL DECIR, cipar en los juegos al aire libre de Jas enfermas, pero nadie la forzaba, Al fin y al cabo, dectan los médicos, asf empezaban todas, y tarde o tempra- no terminaban por incorporarse a la vida de a comunidad. Hacia ef ter- cer mes de reclusién, Marfa logré por fin ganarse la contianza de una vi- sitadora social, y ésta se presté para levarle un mensaje a su marido Sli: El marido de Maria la visit6 ef sdbado sigutenie. En la sala de reci- bo, el director del sanatorio le explicé en términos muy convincentes cul era el estado de Marfa y la forma en que él mismo podia ayadaria 2 recuperarse. Le previno sobre su obsesién dominante —el teléfono— y Je instruyé sobre el modo de tratarla durante la visita, para evitar que ca+ yera en una de sus frecuentes crisis de furia. Todo era cuestion, como se dice, de seguirle la corriente. $12: A pesar de que él sigulé al pie de la letra las instrucciones del médi- 0, fa primera visita fue tremenda. Maria traté de irse con él a toda cos- ta, y tuvieron que recurtir ofra vez a la camisa de fuerza para someterla. Pero poco a poco se fue haciendo mas décil en las visitas siguientes. De modo que su marido siguis visitndola todos los sdbados, llevandole cada vez una libra de bombones de chocolate, hasta que los médicos le dije- ron que no era el regalo mas conveniente para Maria, porque estaba au- mentando de peso. A partir de entonces, sélo le Hevé rosas (El Pais, 3 de mayo de 198t: 9). Los tres primeros parrafos (del §1 al §3) constituyen una introduc- ci6n al relato sobre Marfa. Ese prefacio esté estructurado también como una narracién: él relato de la elaboracién de un film. A partir de una idea, pasando por los problemas de produccién, se Mega a la consecucién del objetivo, al final feliz: la filmacién de una pelicula «excelente», en pala- bras del autor. A partir del §4 empieza el relato de Maria de mi corazén, que es, a la vez, un resumen del argumento de la pelicula y que nos remile al hecho real que fue su punto de partida. En el §4 se nos dibuja la situacin inicial: se nos presenta al personaje principal con una breve descripcién y se nos sitia en el lugar —una carretera solitaria—, en un tiempo —una tarde de Uuvias torrenciales— y con un problema ef coche descompuesto—. Con esa pre- sentacién, ya se crea un cierto clima de misterio, de intriga: soledad, lluvia y el coche estropeado; ese clima inquietante se reforzar4 mds adelante, en el §5 —un edificio enorme y sombrio—, en el §6 —un corredor tenebroso— y en el §8 —el pabelin de las locas furiosas—. Al final de este mismo pirate, ed narrador, externo, nos anuncia lo que ser el nudo desencadenante y al mismo tiempo, funciona como una evaluacién anticipada del Telato ha, bia empezado para ella un drama absurdo e inmerecido que le cambié la vida para siempre. En el §5 se plantea propiamente el conflicto: Maria ha viajado en un autobus que conduce a un grupo de locas pacificas a un manicomio, y las dos personas «cuerdas» —el conductor y la cuidadora—, que saben quién es ella, se van sin decir nada sobre su presencia a las enfermeras. A partir de aqui, del §6 hasta la primera parte del §12, se van sucediendo las acciones {obsérvese la presencia de nuevas descripciones y de alguna secuencia dia- logal). Finalmente, la segunda parte del §12 representa el desenlace: Maria LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO. 277 «ya es una loca», y la situacién final: el marido le seguird levando rosas. La evaluacién, como ya hemos comentado, se encuentra al final del Si repasamos los cinco constituyentes basicos que hemos tratado antes veremos que todos ellos aparecen en esta narracién: 1, Temporalidad: La accién esté situada en un tiempo que transcu- rre —tres meses (Vv. §9 y §10)—. 2. Unidad temética: Marfa es e] Sujeto-Actor que asegura esa uni- dad. 3. Transformacién: La protagonista es arrastrada de la «cordura> a la «locura», 4. Unidad de accién: En esta narraci6n se puede apreciar cémo de la situacién inicial una mujer joven y «cuerda» a quien se le ha descompuesto el coche en una carretera solitaria una tarde de Ilu- vias torrenciales— se llega a la situacién final —una mujer «loca» en un manicomio— a través del proceso de transformacién que se va detallando en los §8, §9, §10, §11 y §12. 5, Causalidad: La intriga ya se presenta desde el §4 y se va desarro- lando casi de modo «fatidico» a lo largo del relato. La articulacién de los tiempos verbales, los marcadores temporales, es- paciales y los conectores causales y finales sirve para dar cohesién al relato y para sefialar las distintas fases del mismo. Igualmente, podemos observar que aparecen incrustadas breves secuencias descriptivas o dialogales, algo tipico en los relatos. La narracion también puede dar coherencia a la vida de la propia per- sona; a través de la narracién autobiografica se construye una identidad y * se da coherencia a una trayectoria, Veamos lo que el escritor mexicano Jor- ge Ibargtiengoitia dice de si mismo (dejamos para quien lee estas paginas la tarea de ejercitar el andlisis con este texto): Nact en 1928 en Guanajato, una ciudad de provincia que era entonces casi un fantasma. Mi padre y mi madre duraron veinte afios de novios y dos de casados. Cuando mi padre murié yo tenfa ocho meses y yo no lo recuerdo. Por Tas fotos deduzco que de él heredé sus ojeras. Ya adulto encontré una carta suya que yo podria haber escrito, Al quedar viuda, mi madre regres6 a vivir con su familia y allf se qued6, Cuando yo tenfa tres afios fuimos a vivir a la ca- pital; cuando tenfa siete, mi abuelo, el otro hombre que habfa en la casa, mu- ri6. Crecf entre mujeres que me adoraban. Querian que fuera ingentero: ellas habfan tenido dinero, lo habfan perdido y esperaban que yo lo recuperara, En ese camino estaba cuando un dia a los veintitin afios, faltandome dos para ter- minar Ja carrera, decidf abandonarla para dedicarme a escribir, Las mujeres que habia em la casa pasaron quince afios lamentando esta situacién —«lo que nosotras hubiéramos querido», decian, «es que fueras ingeniero»—, més tarde se acostumbraron. Escribf mi primera obra literaria a los seis afios y la segunda a los veinti- trés, Las dos se han perdido. Yo habfa entrado en la Facultad de Filosoffa y Le- tras y estaba inscrito en la clase de Composicién Dramética que daba Usigli, une de los dramaturgos mds conacidos de México, «Usted tiene facilidad para 278 LAS COSAS DEL DECIR el didlogo», dijo, después de leer lo que yo habia escrito. Con eso me marcé: me dejé escritor para siempre. Al principio parecfa que mi carrera literaria iria por el lado del teatro y serfa brillante. Mi primera comedia fue puesia en escena, con éxito relativo, en 1954, la segunda lo fue en 1955, las dos fueron recogidas en antologias del teatro mexicano moderno, Usighi me de seda al cuello y unos ce- fides pantalones a cuadros. Los zapatos veraniegos y el desvaido matiz rosa de los calcetines eran la tinica incongruencia, aparte, claro esté, de la incongruen- cia del propio Picasso con el conjunto de su indumentaria, Vagamente hacia pensar en un buhonero, o por lo menos en esa incémoda sugestion de furtividad y descaro que ito asocia a ta idea de los buhoneros, Sentiantos ademds, 0 lo sentia yo, el impceciso malestar que produce siempre la realidad fisica de una persona que tio conace mucho de forogratta. Y luego estaba la voz. Una voz apagada y retumbante que parece agolparse en la boca antes de hacerse oir, un voz de cartujo exclaustrado, de desemparedado reciente, la voz desprovista de tonos de un hombre que ha perdido la costumbre social de hablar. La primera impresion que uno recibe de Picasso es la de una soledad casi infamil, hecha a partes iguales de vitalidad, de astucia y de inseguridad. La masiva cabeza, la im- presionante facies hierdtica de los retratos que uno recuerda, apenas es posible de captar. Ojos y facciones tienen la continua y medrosa movilidad de una bes- temela montesina recién atrapada. A ella se sobrepone —o se sobreponfa en aguella ocasién— un deseo de agradar verdaderamente conmovedor porque no siempre sabe como manifestarse, una cortesia que se ha quedado antigua sin haber Hegado a ser del todo natural. Posiblemente, esa cordialidad y ¢sa falta de naturalidad en el trato social acentdan la extrafia y casi turbadora intpresion de juvenilidad gue Picasso produce. Siempre ha sido bajo, y ahora es pequeiio, pero no pequefio como los viejos: pequefio como un muchachito o como wn chame- go (J, Gil de Biedma, El pie de ia letra, Ed. Critica, 1994, p, 193). En este texto vale la pena fijarse en las asociaciones que hace el autor: Picasso le hace pensar en un buhonero, tiene la voz de un cartujo exclaus- trado, ojos y movilidad de una bestezuela montesina recién atrapada, pe- quefio como un muchachito o como un charnego. En otras ocasiones se describen lugares. El espacio se distribuye de modo caracteristico, con el uso de defcticos y piezas léxicas que permiten la orientacién espacial. Consideraremos, en el segmento central del siguiente texto, tanto los verbos presentativos t{picos como los marcadores locativos utilizados. Dejamos al juicio det lector la identificacién de los segmentos dedicados a la relacién entre lugar y ambiente. Existe en ciertas érdenes monésticas, a Ia hora del refectorio, la costum- bre de servir primero a los novicios mas jévenes y remontarse luego por orden de edad hasta el prior, que es el titimo. Al iniciar esta revista de tos contados Jugares en Barcelona donde merece la pena beber con un poco de detenimien- to, he querido yo también sujetarme a esa observancia. El Stork Club, que abrié el invierno pasado, es uno de los més jovenes y, a mayor abundamiento, gran parte de su clientela también Jo es. Se trata de un focal relativamente vasto, lo que Ie confiere una vaga su- gestién de cafeteria, en parte corroborada por el hecho de que si uno se siente Temiso a marchar, a la hora de la cena, siempre puede conseguir del servici que le preparen algo. Pero en lo que se le sirva no hallaré rastro de esa varie- dad de plates combinados, tedos con sabor a fieltro gris untado de mantequi- lla caliente, usual en las cafeterfas. Agni la cocina se resuelve en una mezcla 290 LAS COSAS DEL DECIR inestable de lo pretabricado y lo casero; hay dias en que trae el recuerdo de un picnic, otros en que suscita nostalgias de un encantador expediente familiar que sospecho ya extinguido: la merienda cena. Al Stork se accede por una gran puerta cristalera. Frente por frente estd la barra, que arranca del muro de la derecha y corre @ lo largo de la parte mayor del local. A mano izquierda hay un estrado con bancos hechos en obra de albanile- rfa y tres meses. Enure cl estrado y la barra queda un vasto espacio intermedio. El fecho es alto y de él penden globos de cristal, blancos y azules. En las tltimas horas, si estén todos encendidos, producen en el contemplador una confusa im- presién de luminosidad, como si acabara de recibir una bofetada. Al extremo del estrado, la pared forma un recodo, la atmésfera cambia; de la sensacién de amplitud pasamos a la de angostura, y casi a la de ahogo: la al- tura del techo fia sido aqui aprovechada para consiruir un altillo. Las mesas sort numerosas y las sillas, artificiosamente campesinas, no demasiado cémo- das; unos bancos de jardin, provistes de colchonetas parecen ofrecer mas con- fortable asiento, pero las colchonetas en seguida revelan una incontenible ten- dencia a escurrirse. Al fando hay un piano vertical y, jureto a él, arvanca la esca- lera que lleva al altillo. Arriba, el techo es atin mas bajo. Agrada acomodarse cerca de la barandilla, que nos asoma a los espacios respirables y ofrece una excelente panoramica del estrado y la barza. ‘Si el arte de Ja decoracién consiste sobre todo en dotar a un interior de una atmésfera propia, la decoracién del Stork es un éxito. Lo propio del ugar es, para decirlo de un modo aproximada, la impresién de accidentalidad que de entrada produce, El conjunto es impersonal, no demasiado original, pero es ac- cidental y eso Jo salva. Las dimensiones, la vaga sugestion de cafeteria, contras- tan con el deliberado y ruistico utilitarismo del mobitiario y de los arvimaderos de madera clara, y ambos elementos son a la vez contrastados por el sentimen- tal barroquismo de tos bancos de jardin, por un reloj de pared de principics de siglo y por la profusién de globos de cristal. La impresién definitiva es la de ha- arse en un local imprevista y poéticamente adapiado a una finalidad para la cual no fue construido, ¥ uno empieza a senticse eraduatmente invadido por borrosos recuerdos felices —una fiesta de verameantes improvisada en um anti- guo garaje, en algtin ya incierto mes de setiembre, una funcién de teatro en un. cuarto de armarios, con la colaboracién de las niias del piso de al lado... ‘La sensacién de encontrarse en circunstancias accidentales despierta siempre esperanzas de una inmediata felicidad olvidada. ¥ ése es el atractivo del Stork (J. Git de Biedma, E? pie de la letra, Ed. Critica, 1994, p. 204). Hay descripciones de lugares y situaciones que nos dan una perspecti- va diferente a la nuestra y permiten ver bajo otra mirada —sorpresiva e hi- larante, las mas de las veces— situaciones conocidas. Es el caso de este dis- curso de un jefe samoano, quien, a principios de siglo, fue invitado a visitar Europa. A su vuelta, a semejanza de los antropélogos que habfan visitado su poblado, describe la vida de los hombres blancos a los miembros de su comunidad en Samoa. Veamos a continuacién cémo describe el cine (mudo, en la época de su visita): {Los locales de la pseudovida! No es facil describiros un sitio semejante, esa especie de lugar que e] hombre blanco llama cine; describirlo de tal modo que os dé una imagen clara. En Ja comunidad de cada pueblo, por toda Euro- pa, tienen como un misterioso lugar, un lugar que casi hace sofiar a los ninos yllena sus cabezas de deseos ardientes, ‘LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 291 E! cine es una gran choza, mayor que la més enorme de las cabafias de un jefe de Upolu; sf, mucho, mucho més grande. Allf est4 oscuro, incluso du- rante el dia, tan oscuro que nadie puede reconocer a su vecino, Cuando llegas te quedas cegado y cuando lo dejas lo estds atin més. La gente anda de punti- Ilas en el interior, buscando, tanteando el camino a lo largo de la pared, hasta que una doncella viene con una centella de Inz en su mano y les conduce a un jugar que esté todavia sin ocupar. Hay alli un Papalagi estrechamente préximo a otro, sin verse los unos a los otros, en una habitacién oscura del todo y lena de gente silenciosa. Los presentes se slentan en unos tablones estrechos que estdn frente a una singular pared, De la parte mds baja de ta pared se levantan un zumbido y un fragor fuerte, como si emergiera de un hondo barranco, y cuando wuestros ojos se han acostumbrado ya a la oscuridad, puedes ver un Papalagi luchando con uma caja. El golpea con sus manos, con los dedos extendidos sobre las nume- rosas, pequetias Jenguas blancas y negras, que gritan cuando son golpeadas, cada una con su propia voz, dando como resultado los salvajes y alborotadores ruidos de una rita de pueblo. Una confusién ast tiene que narcotizar y engafar a nuestros sentidos, de modo que creamos las cosas que veamos y no dudemos de la realidad de las cosas que estén sucediendo. Justo enfrente de nosotros un haz de luz golpea la pared como si la luna lena brillara sobre ella, y en ese resplandor va apare- ciendo gente; gente real, que se parece y viste como un Papalagi normal. Se mueven y caminan, se rien y saltan exactamente igual a como lo hacen por toda Europa. Fs como la luna reflejéndose en una laguna. Podéis ver la luna, poro en realidad no esté alli. Asf es como sucede con esas imagenes. La gente mueve sus labios y jurariais que esta hablando, pero no puedes of ni una sfla- ba. No importa cudn atentamente escuches, y esto es horrible. No puedes ofr ni una palabra. Es ésa probablemente Ja razon por la que él Papalagi golpea en a caja come lo hace. Por eso aparecen de vez en cuande letras en la pantalla, letras que enseftan lo que el Papalagi acaba de decir o va a decir. Pero atin esa gente son pseudogente y no son reales. Si intentarais aga- rrarlos, comprobarfais que estén completamente hechos de luz y es imposible ponerles la mano encima. La unica razén para su existencia reside en que muestran al Papalagi su propia alegria y tristeza, su necesidad y su debilidad, De este modo el Papalagi puede ver de cerca a los mas bellos hombres y muje- ves. Pueden ser silenciosos, pero él todavia puede ver sus movimientos y la luz en sus ojos, puede imaginar que le miran y hablan con él (Tuiavii de Tiavea {jefe samoano], Los papalagi [los honibres blancos], Integral, 1981, editado por E, Scheurmann en 1929). La descripcién de objetos, con sus partes, sus caracterfsticas y los ras- gos que los definen, podemos encontrarla de manera muy variada en el en- torno social, Indicaremos en particular algunos textos en los que Ja secuen- cia descriptiva ocupa un lugar caracterfstico, combinada o incrustada en otras secuencias, En el siguiente ejemplo aparece en un ensayo histéri- co-cultural sobre la ciudad de Barcelona: [PRESENTACION DE UNA PIEZA ARQUITECTONICA) La tercera obra maestra de los Guastavino, que se encuentra en Barce- Jona, es una estructura industrial, la chimenea de ladrillo de la Fabrica de cerémica Batll6, situada dentro del recinto de fa actual Escuela Industrial; 292 LAS COSAS DEL DECIR se trata de una tuberia octogonal que se eleva desde una base acampanada, para ahusarse ligeramente hacia la parle superior y terminar en una peque- fia cornisa, De una sencillez asombrosa, tiene la belleza de las antiguas to- rres de oracién petsa, pero sus vittudes son mas evidentes si uno se agacha en Ia base y echa una ojeada hacia arriba, a lo largo de las aristas que for- man las superficies planas del octégono. Desde el suelo a la cornisa son ab- solutamente rectas, Los ladrillos han sido colocades con la precision de una obra de marqueterta, en millares de hiladas, sin errores acumulados. La to- rre es un prisma perfecto. Aunque disponemos de rayos liser en vez de las plomadas que usaban los Guastavino, no tenemos sus manos, y semejante obra de albatiileria no volver a repetirse [...] (R. Hughes, Barcelona, Ana- grama, 1992 p. 504). En esta descripcién se presentan los rasgos fisicos y materiales de la construccién y se pondera su valor arquitecténico. En el ejemplo siguiente, la descripcin aparece en un anuncio publi tario de un coche: {ANUNCIO DE COCHE] Segiin todos los especialistas, el ruido ambiental que se soporta en las grandes ciudades puede provocar molestias auditivas. Con el Nuevo Ci- troén Saxo pocos problemas de ofdo vas a tener. Porque cuenta de serie con plataforma antivibracién y habitéculo insonorizado. Pero ademés de protegerte del ruido, el Nuevo Citrogn Saxo te ofrece la maxima seguridad: habitdculo reforzado, sistema de absorcion de impactos laterales, barra es- tabilizadora delantera... y la posibilidad de incorporar direccién asistida electrohidraulica, doble airbag Citrogn y ABS de 4 captores (EI Pais Sema- nal, 28-4-1996). En este caso se enumeran las caracteristicas del coche correspondien- tes a dos aspectos que se han seleccionado: Ja actistica y la seguridad. Se elogia el producto por medio de la adjetivacion positiva y superlativa y se muestra un despliegue sintactico. La secuencia descriptiva esta incrustada en una secuencia argumentativa. La descripcién de ambiente es caracteristica también de las novelas, de las crénicas o reportajes periodisticos, de las guias o de los anuncios de turismo. En ellos el recurso de la analogia se potencia para otorgar relieve a las sensaciones visuales, tActiles 0 sonoras, € inchiso para estructurar seg- mentos determinados. Veamos, para terminar, algunos ejemplos: (DESCRIPCION DE HOMBRES Y MUJERES EN UNA FIESTA POPULAR MEXICANA] [...] son flamencos y garzas estos hombres flacos y 2ancudos, el sudor resbala en rigs por ef basalto de sus pomulos y humedece sus bigotes agresi- vamente retorcidos en forma de cuernos de toro, destella el aro de metal que llevan en las oréjas, hombres de graves ojos de pozo, revoloteo de ielas de mujer, listones, gasas, transparencias, repliegues complies donde se es- conden las miradas, cascabeleo de ajorcas y brazaletes, vaivén de caderas, fulgor de pendientes y amuletos de vidrios de colores, [...] (0, Paz, Ef mono gramidtico, Seix Baral). 10.3. LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 293 (DESCRIPCION DEL AMBIENTE DE UN «PUB» DE DUBLIN] El eco de una grave advertencia resuena en cada rincén del pub pletorico de voces, humos y vasos que se van quedando vacios. Al llegar la hora del cic~ rre los camareros gritan «Last order, gentlemen» y en los mas de mil pubs de Dublin una gran marea conmociona los instantes mas felices de cada dia. En ‘ese momento el crescendo humano del pub alcanza un estruendo de modula- ciones generosas y entrafiables. Se acelera como un vértigo controlado y fami- liar el deseo de tomar la tiltima —o la pendltima— copa. Habra que hacer re- servas a Ja vez que cargamos el depésito con varios tragos rapidos. Las conver- saciones elevan la tonalidad de sus risas y el ingenio irlandés se desparrama incontenible como una pequefia obra maestra que cada noche se repite, reno- vada de energia y de palabras que se entrecruzan y enriquecen frente a Ja larga barra de caoba que tiene todos los atractivos y riesgos de un puerto siempre muy frecuentado por bugues del més diverso tonelaje. La intensa superpobla- cidn de fa barra no admite colisiones. Mary, Sean o Paddy tiran las pintas de cerveza o dejan caer algunos cubitos de hielo poco robustes, generalmente— que se derretiran muy répidamente en la copa de Whisky Jameson. ‘A punto de incandescencia verbal y liquida, los usuarios del pub no se atropellan ni pierden el orden civico para pedir mas bebidas. Las esperan con an billete 0 unas monedas en la mano, absorbiendo jirones de conversacién precipitada y alqufmica. Abruma pensar lo que hubiera sido la literatura ba- rroca si los bebedores dublineses se hubiesen decidido a escribir en aquel si- glo. Un torbelline de palabras que salpican y se transfiguran avanza como un simuin que arrasa todo puritanismo sintéctico y genera nuevas sonoridades, el esplendor de nuevas analogtas, aliteraciones saboreadas come otro trago de cerveza, adjetivaciones genialoides, la concatenacién de verbos que se expla- yan como el resultado de una miltiple carambola, gratuita y exhibida para goce de amigos y extrafios (fragmento de V. Puig, Dublin, Barcelona, Destino, 1987, p. 57) La argumentacién A. (..] Pero la confusion no es exactamente el peor de los defectos ni de los problemas; nosotros entendemos que hay otros y que entre ellos est la de- sigualdad. E] articulo primero dice que uno de los principios fundamentales de la Constitucién es la igualdad [...], pero el articulo segundo y todo el articu- lo octavo vienen a romper esta igualdad, Si se aprueban tal como estan, habré dos clases de tervitorios en Espafia y, por tanto, también dos clases de espafio- les, aquellos que tengan derecho @ constituirse en nacionalidades y aquellos que quedan relegados, porque asf parece, a la simple consideracién de regio- nes. Porque aqui, ya lo hemos visto, no se trata de un problema puramente se- mantico, porque entiendo que si se tratara de un problema seméntico no ha- bria tanto interés en mantener el concepto. Estimo que si se quiere mantener es porque el concepto de «nacionalidades> va a entrafar un contenido juridi- co-politica distinto del concepto de eregiones. B, Sc ha hablado de confusién, se ha dicho que ¢l término «nacionali- dades» introduce una gran confusion, y esto me parece que se apoya en dos puntos que yo quisiera, alternativamente, examinar. El primero de ellos es que, con tados los respetas, el mismo respeto que él queria sostener para los que vamos a defender posiciones distintas, y con toda sinceridad, he de mani- 294 LAS COSAS DEL DECIR festar que, o se esta tratando de una interpretacién demagégica de la Constitu- cidn 0, realmente, no se conocta ef texto de la Constitucién. Quiero decir esto porque en Ia Constitucion no se definen de ningtin mado dos clases de espatio- les. En la constitucién, al hablarse de las nacionalidades o regiones que inte- gran Espafia, no se hace alusion en absoluto a cuales van a ser aquellas nacio- nalidades que se sienten con conciencia de tal y van a identificarse con esta ex- presién, ni aquellas que quedarén satisfechas con fa expresi6n «regién>, sino que se establece para unos y para otros un mismo tratamiento en el Titulo co- rrespondiente. No hay distincién en cuanto al contenido sustantivo de lo que va a ser fa autonomta; esta a la merced, a la libre decision de los habitantes de cada una de estas comunidades autonomas el decidir ¢l nivel que quieren dar a sus propias competencias dentro del respeto constitucional, y unas seran enacionalidades>, porque asi se sienten, y otras seran eregiones» porque asi querrin serlo. [..] Por tanto, no es verdad que se establezcan gradaciones dis- tintas entre unas y otras; no se establecen dos clases de espafoles. El problema ninguna relaci6n guarda con lo que aqui estamos tratando. [...} (Actas def Con- greso del Gobierno espafiol del 12 de mayo de 1978, en E. Miche, 1998). La argumentacién, como secuencia textual —ya sea dominante o se- cundaria, envolvente o incrustada— aparece en muchas de las actividades discursivas caracteristicas de la vida social publica o privada. Se argumenta en la conversacién cotidiana, en una entrevista para conseguir un empleo, en una tertulia, en una mesa redonda, en un debate, en un coloquio, en un juicio, en una asamblea, en un mitin, en una alocucién parlamentaria, en la publicidad, en un articulo editorial, en uno de opinién, en una critica de arte, de cine... Se argumenta, en fin, en cualquier situacién en la que se quiere convencer o persuadir de algo a una audiencia, ya esté formada por una tinica persona o por toda una colectividad. En un sentido amplio, la argumeniacion es una practica discursiva que responde a una funcién comunicativa: la que se orienta hacia el Re- ceptor para lograr su adhesién. Muchos son los discurses que incluyen esta funcién: e] discurso de las personas que se dedican a Ja ensefanza, a la politica, a la predicacion, a escribir ensayos, a la publicidad, o el dis- curso de cualquier persona que quiere influir y seducir. Cada una a su manera y en el nivel en que se mueve activa estrategias de convencimien- to, de persuasién o de seduccién, con instrumentos o armas més orienta- das a Ja racionalidad (exhibiendo razones) o mas orientadas a la emocién (exhibiendo afectos o apelando a ellos). Segtin la’ propuesta de Jakob- son (1960), corresponderia a Ja funcién apelativa o conativa; pero Adam (1986, 1992) sefiala que la funcién argumentativa podria establecerse como una funcién con autonomia propia, afiadida a las otras funciones, que se orienta hacia el hacer creer 0 el hacer hacer —o ambas cosas— a un interlocutor o a un ptiblico. Bateson (1966) planteaba que esa busqueda de la adhesién, ese deseo de persuasion es precisamente uno de los rasgos esenciales que caracteriza fa comunicacién humana y la diferencia de la de otros animales. ‘La demostracién légica también se basa en argumentos, pero de orden distinto, que intentamos sintetizar en el siguiente cuadro: LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 295 Argumentacién Demostracién 1. se dirige a un auditorio: 1. tiene valor en sf misma. 2) se expresa en lengua natural 2. se expresa en lenguaje formal 3. las premisas son probables, verosfni- 3. las premisas son verdaderas o falsas les en relacién con un sistema de va- lores 4. su progresiGn depende del orador 4, su progresion depende de mecanis- mos internos las conclusiones son verdaderas o fal a “ las conclusiones son siempre discu- tibles Asi pues, la argumentacién en la iégica formal —basada en criterios veritativos— es diferente a la que se utiliza en lo que podriamos lamar Iégica de la experiencia, ya que esta ultima. si bien puede estar basada en hechos observables, est4 siempre ligada a un mundo de valores y de creencias, a una ideologia, que depende de la cultura de cada comunidad de hablantes y que cobra su valor de verosimilitud en el marco de cada grupo sociocultural. Las caracteristicas fundamentales de la argumentacién son las si- guientes: 1. Objeto: Cualquier tema controvertido, dudoso, problematico, que admite diferentes maneras de tratarlo. Se puede formular como. pregunta. 2. Locutor: Ha de manifestar una manera de ver ¢ interpretar la reali- dad, una toma de posicién. Expone ja opini6n a través de expre- siones modalizadas y axiolégicas. 3. Cardcter: Polémico, marcadamente dialégico: se basa en la contra- posicién de dos o més posturas (verdades o creencias aceptadas 0 posiciones defendidas por un sector o por una persona). Los enun- ciados se formulan en relacién con otros enunciados. Se manifies- ta la oposicién, el contraste, la desautorizacién, el ataque, la pro- vocaci6n... 4. Objetivo: Provocar la adhesion, convencer, persuadir a un interlo- cutor 0 a un pablico de la aceptabilidad de una idea, de una forma de ver el tema que se debate, En resumen, como plantea Cuenca, la estructura silogistica (premisas-conclusién) y antitética (tesis-antitesis), por una parte, y el dialogismo (la confrontacion entre un emisor actual y un receptor concreto © no, presente o representado textualmente), por otra, son las dos caracteristicas fundamentales que explican y motivan el funcio- namiento de los mecanismos lingitfsticos de la argumentacién (Cuenca, 1995: 27). 296 LAS COSAS DEL DECIR El interés por la argumentacién arranca de la ret6rica, la oratoria y la dialéctica clasicas, cuando se formulan los principios y las técnicas de per- suasién en los discursos propios de la vida institucional y publica. En el presente siglo se ha producido un resurgimiento de los estudios sobre la ar- gumentacién, aplicada no sélo a los discursos més institucionales sino a to- dos aquellos que tienen esa finalidad persuasiva a la que nos hemos ido re- firiendo (véanse, por ejemplo, os trabajos de Toulmin, 1958; Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1958; Van Dijk, 1977, 1978; Anscombre y Ducrot, 1983; Oleron, 1983; Eemeren y Grootendorts, 1987; Weston, 1987; Plantin, 1990, 1996; Adam, 1986, 1992, o Eggs, 1994). Para el texto como unidad global fundamentalmente ergumentativa, la organizaci6n se construye sobre un esquema de tesis y antitesis, soste- nido por partes en confrontacién. El texto se arma a partir de un proble- ma y de mas de una forma de darle solucién. Encuentra su ejemplo mds claro en situaciones de comunicacién dialogales en las que aparece un Proponente y un Oponente, una cuestién que se suscita, una propuesta y una contray , una biisqueda de argumentos que constituyan la ley de paso {basada en la experiencia compartida, las creencias, las ob- servaciones, ete.) que lleve a una conclusién. Para justificar, defender y sostener una posicién, el esquema es el siguiente: se parte de unos datos ' iniciales o de una premisa y se proponen argumentos para defender un nuevo enunciado, que se deriva de las premisas, y asf llegar a una conclu- sién. La més simple para la argumentacién monologal (monogestionada) es la siguiente: Premisa rn Conclusion ley de paso (argumentos) La estructuracién que se deriva de este esquema, que esté en la base de cualquier discurso argumentativo, puede presentarse en diverso orden: pro- gresivo o regresivo. El progresivo es aquel cuyo camino se hace a partir de las premisas que llevan a la conclusiGn. El regresivo es aque] en el que, a partir de la conclusién (una afirmacién, una proposicién), se aducen las justificaciones. En la vida cotidiana y en los articulos de opinién de los pe- riédicos es muy usual el orden regresivo. Los pasos que se han incluido en el esquema pueden estar explicitos o pueden estar implicitos. Lo mds habitual es que estén implicitos y que los hablantes tengan que producir inferencias para construir los enunciados correspondientes a cada fase. Adam (1992) propone una estructura minima prototfpica para la secuencia argumentativa, pero esa estructura puede ser recurrente (una conclusién se tranforma en una nueva premisa) o bien pue- den presentarse multiples argumentos que lleven a una conclusién para apoyar y reforzar un punte de vista. LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO: 297 Al esquema se le puede aftadir lo que Toulmin (1958) denomina garan- tia y reserva, y se obtiene el esquema matriz siguiente: Premisa Conclusién dado que ey de paso puesto que reserva a menos que gerantia debido a que Otro esquema de argumnentacién es el propuesto por Van Dijk: argumentacién ae justificacion conclusion oO marco —_circunstancia aN puntos de partida hechos. woo Jegitimidad ——_refuerzo (Van Dijk, 1978: 160) En un texto argumentativo puede haber descripciones, narraciones, explicaciones, que funcionen como argumentos o que refuercen esa funcién dominante persuasiva, Los argumentos que se buscan para apoyar las pre- misas pueden basarse en ejemplos, analogias, criterios de autoridad, cau- sas, consecuencias 0 silogismos deductivos (modus ponens, modus tollens, silogismo hipotético). Tal como sefiala Cuenca (1995), entre los recursos lingitisticas y dis- cursivos caracteristicos de la argumentacién destacan el uso de la deixis personal, la antonimia, la modalizacién oracional y, muy especialmente, los conectores que articulan el discurso polémico. Aunque la simple yux- taposicién de dos enunciados los relaciona con fuerza argumentativa, la argumentacién elaborada necesita elementos Lingitisticos que hagan ex- plicita esa relacién. En definitiva, el texto argumentative supondria la 298 LAS COSAS DEL DECIR existencia de la siguiente estructura, manifestada de forma total o par- cialmente explicita: es pane aon | Hay quien j Prensa AY y sostiene su {oPIBI" —) con X argumentos de {certeza experiencia ‘SIN EMBARGO (contrariamente / en cambio / ahora bien /...) ‘digo pienso YO | creo B y lo sostengo con ¥ argumentos mantengo En la contraargumentacién conviene ir confutando uno a uno Ios ar- gumentos contrarios y, a ser posible, afiadir alguno nuevo que no haya sido previsto por el contrario. Para ello, ya se puede adivinar la importancia de utilizar de forma adecuada nexos discursivos que sirvan para marcar con claridad aspectos tales como causa y consecuencia, condicién, oposicién to- tal o parcial, matizaciones, introductores de la propia opinién, de la opi- nién ajena, etc. (para los conectores, véase el capitulo 8). En el trabajo citado, Cuenca presenta los conectores mas especificos de la argumentacién en tres grupos: @) contrastivos, utilizados para poner de manifiesto relaciones de: — oposicién, — sustitucién, — restriccion, — contraste; b) causales y consecutivos, utilizados para marcar las relaciones de — causa, — consecuencia, — un tipo especifico serfan los conclusives que introducen la con- clusién; ¢) distributivos. Ademés de estos tres bloques, Cuenca apunta al uso también habitual en la argumentacién de condicionales, generalicadores y ejemplificadores. Caballero y Larrauri (1996) presentan el siguiente cuadro en el que re- cogen los tipos de conectores mds habituales en el discurso filoséfico; en él sefialan las funciones de cada tipo: LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 299 Conectores argumentativos Causa Indican que los enunciados que los siguen ex: * porque plican o dan razén de los enunciados antece- « pues dentes. + puesto que * dado que * yaque * por el hecho de que + envirtud de Certeza Indican que los enunciados que los siguen son « es evidente que enunciados ya probados por el autor (tesis va- + es indudable que lidadas) © enunciados aceptados por una co- * nadie puede ignorar que munidad. + es incuestionable que * dehecho « en reali * esta claro que Condicion ‘Siempre que en un texto aparece un condicio- nal, éste va seguido de una consecuencia. Puede suceder que a palabra que introduce un enunciado como consecuencia de otro no enel caso de que vaya precedido de ningun conector. En éstos segin se ha de hacer explicito, en el analisis del ra- « amenos que zonamiento, un entonces (9 cualquier otro + siempre que conector de consecuencia) aunque en el texto mientras no este, + ano ser que Consecuencia Indican que los enunciados que los siguen son + Tuego efecto de los razonamientos antecedentes o * entonces de una condicion. * poreso © de manera que « de donde se signe asi pues, asi que * por lo tanto « de suerte que + por consiguiente + dello resulta que * enefecto Oposicion Estos conectores seftalan que los enunciados © pero que vienen a continuacién contienen alguna. + aunque diferencia respecto de los quele preceden. La diferencia puede no ser mas que un matiz o, en cambio por el contrario, puede ser algo totalmente © no obstante opuesto a lo afirmado anteriormente. * ahora bien * por el contrario. sin. mientras que (Caballero y Larrauri, 1996: 24) LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 301 Oponente: st. tos Argument — No es confuso (81). — No provoca desigualdad (§§3, 4, 5 y 7). — Deja libertad de decision a las personas (86). Conclusién El Proponente es o demagogo o ignorante (§2) y lo que plantea no es pertinente (§8). Obsérvese el desarrollo de este esquema en la intervencién del Opo- nente: B— §1: $5: st: §8: 3 Se ha hablade de confusién, se ha dicho que el término «nactonalida- des» introduce una gran confusién, y esto me parece que se apoya en dos puntos que yo quisiera, alternativamente, examinar. El primero de ellos es que, con todos los respetos, el mismo respeto que 41 queria sostener para los que vamos a defender posiciones dis- tintas, y con toda sinceridad, he de manifestar que, o s¢ estd tratando de_una, Anterpretacton demagégica de la Constitucién o, realmente, ho se conocfa el texto de la Constitucién. Quiero decir esto porque en la Constitucién no se definen de ningan modo dos clases de espaficles. En ls Consthucton; af tablnie de ls nacionalidades o regiones que integran Espafia, no se hace alusidn en absoluto a cudles van a ser, aquellas nacionali que se sienten con conciencia de tal y van a identificarse con esta expresién, ni aquellas que quedardn satisfechas con la expresién «regién», sino que se establece para unos y para otros un mismo tratamiento en el Titulo corespondiente No hay distincién en cuanto al contenido sustantivo de lo que va a Ta autonomia, Esté a la merced, a Ja libre decisién de los habitantes de cada una de estas comunidades auténomas el decidir el nivel que quieren dar a sus propias competencias dentro del respeto constitucional, y (asf) unas serén «nacionalidades>, porque as{ se sienten, y otras serdn «re glones» porque ast querrén serlo. [...] Por tanto, no es verdad que se establezcan gradaciones distintas entre ‘unas y otras; no se establecen dos clases de espafioles. EI problema ninguna relacién guarda con To que aguf estamos tra- tando. Como se puede observar, A organiza su argumentacién en tomo a in- coherencias del propio texto y en torno a las consecuencias que tendria la aprobacién del articulado que se discute. En la respuesta de B, éste comien- za haciéndose eco de las palabras de A, pero utilizando los verbos en forma impersonal o hablando de A en tercera persona (él). Utiliza la descalifica- cién como forma de ataque, tratandolo de demagogo o ignorante y arma su 302 LAS COSAS DEL DECIR argumentacién a base de ir negando de forma repetida las afirmaciones de A. Ambos contrincantes alternan las formas personales pero nunca utilizan la segunda persona (ni en singular ni en plural), despersonalizando, asf, la confrontacién y situ4ndola, a través del uso de la primera persona del plu- ral, en el terreno de la confrontacién entre grupos polfticos. Ambos sélo uti- lizan la primera persona del singular con verbos que modalizan la propia opinién. Algo que debe sefialarse, ya que a menudo aparece en los debates, es el hecho de que no sdlo se discute sobre un tema sino que se aprovecha el objeto de Ja discusién para poner en entredicho, de forma mds o menos velada o abierta, a la persona o personas que defienden una posicién dife- rente. Asf, en el texto que nos ocupa, se parte de una posicién respecto al tema, se argumenta, pero tanto el Proponente como el Oponente concluyen «acusando» al contrario. ‘Veamos a continuacién otro ejemplo (Lomas y Tusén, 1996) muy dife- rente, Se trata de un anuncio que, como toda Ia publicidad, tiene una fun- cién persuasiva; en este caso, lo que nos interesa es ver de qué manera la persuasién se basa en crear un texto que apela a la confrontacién imagi- naria. © ¢Qué dirla tu mamd si te viese con Eristoff? La pregunta es, en si misma, una forma de apelar al conflicto, a la polémica, de invadir el territorio de alguien, es una forma convencional- mente indirecta de criticar, de decir lo que haces estd mal. Se confrontan dos sistemas de normas, los de dos generaciones, las de la persona a quien se dirige la pregunta —supuestamente una jovencita que transgrede las normas convencionales— y las de su marmd, que se supone que atin puede refiirla. + Como transgrede las normas? — A través de un lenguaje distinto POSIBILIDAD A: — Saliendo con un hombre como el de la foto, mayor que ella (guna «Lolita»?), un hombre que parece no tener muchos escriipulos (mi- rada oculta tras unas gafas negras, vestido de ejecutivo, sonrisa descarada, de ganador, manos en los bolsillos en cierta actitud pro- vocadora). POSIBILIDAD B: — Bebiendo una bebida alcohdlica, la que se anuncia, que se supone que no deben beber las jovencitas. De hecho, el texto —y también la imagen— de este anuncio simula una conversacién y pretende desencadenar en quien lo lea un proceso de infe- rencias que reconstruya un «debate» que podria representarse de la siguien- te manera: 2 a a a a z 2 8 Zz 2 S$ 2 & g a 3 = a 8 a 304 LAS COSAS DEL DECIR A PREMISA Estds con Eristoff. ARGUMENTO: ‘50 va contra las convenciones estableciilas. CONCLUSION: 50 no le gustaria a tu mamd, B PREMISA Yo soy distinta a mi mamd. ARGUMENTO como ERISTOFF es un Lenguaje distinto, CONCLUSION Estoy con Eristoff. El ejemplo que proponemos a continuacién es el inicio de un articulo aparecido en una revista de divulgacién cientflica. Como se verd, en este fragmento a modo de prélogo se presenta de forma polémica el tema que se desarrollard en el resto del articulo. A juzgar por et desparpajo con que muchas personas y algunos medios de comunicacién hablan de asuntos tales como el cambio climdtico, las conse- cuencias del fendmene llamado El Nifto y el agujcro de ozono, se diria que cl piiblico, y no sélo unos pocos especialistas, esté razonablemente familiarizado con el comportamiento de la atmésfera y que éste es facilmente inteligible. Ambas presunciones resultan erréneas. Las dudas comienzan a surgir al ob- servar la frecuencia con que se confunde inestabilidad con mal tiempo, posibili- dad con probabilidad, y clima —o, peor atin, climnatologia— con tiempo; quedan definitivamente disipadas cuando, como muy recientemente, se oye caer en tales disparates a autoridades que, por razén de su cargo, deberfan extremar ef cui- dado al tratar de cuestiones que, al parecer, sdlo conocen superficialmente, ‘Yes que, en contra de lo supuesto, cl funcionamiento de la atmésfera no es nada sencillo. Muchos de sus aspectos se conocen bien pero resultan ser mucho més complicados y menos intuitives de lo que parecia. Otros no se co- nocen mds que parcialmente. Algunes, y no precisamente secundarios, estén todavia pendientes de una explicacién ractonal. Naturalmente, no se pretende aqui resolver la cuestién; sélo se trata de mostrar, mediante algunos ejemplos, el desconcertante comportamiento de la atmésfera en ciertas circunstancias de apariencia sencilla (Manuel Puigcerver, «La atmésfera caprichosa», en Investigacion y Ciencia. Temas 12, 1998, p. 17). En los dos primeros parrafos, el autor sitéa a los contrarios —muchas personas y algunos medios de comunicacién y, especialmente, autoridades que, por razén de su cargo, deberian extremar el cuidado al tratar de cuestio- nes que, al parecer, solo conocen superficialmente— y los descalifica: por el desparpajo con gue hablan y disparates al tratar de cuestiones que, al parecer, sélo conocen superficiaimente. Finalmente, reproducimos un articulo de opinién como otro ejemplo de texto predominantemente argumentativo. Dejamos que quien lea estas paginas ejercite con él el andlisis. LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 305 LA MOSCA EN EL COCHE. Una vez se pregunté Ortega si la filosofia no fuera mas que una leve e insufri- ble mosca en el vehfculo de Ia historia. No hace al caso la respuesta que diera. El caso es que nuestras actuales autoridades educativas —al menos la porcién de ellas que dirige la reforma— si parecen ser de esa opinién, a juzgar por el tratamiento que Ta materia filosofia recibe: su reduccién sustancial en el programa obligatorio del nuevo bachillerato. Traducido a hechos: se pasa de ocho horas semanales —olvide- mos por el momento las éticas— a tres. Si fueran otros tiempos mds consecuentes y menos ecolégicos, la accién del reformista habria sido otra: ipaft (0, quiz4, ipafl, ipaf!, ipaf!, si es que la mosca se resistiera a dejar este mundo sin rechistar, aunque esta segunda hipdtesis me parece improbable, a juzgar por cémo nos venimos to- mando la cosa sus amigos y servidores). Pero la bendita ecologia desaconseja cruel- dades innecesarias para con los bichos (aunque no gocen de simpatias) y los conse- jeros de imagen —esas luciérnagas insomnes en la noche politica o interin entre dos elecciones— sugieren que el jpaf! no sélo es disfuncional y desentonado, sino in- necesario, ‘Basta con crearle a la mosca una «reserva naturals, un espacio protegido, asea- do, correcto, inmune e inane. Aunque, eso sf, fuera de Ia historia, al margen de la realidad. Y no es que esas tres hotas no sean «reales», en un sentido convencional. E] asunto es que «lo real» de nuestro sistema educativo no universitario (preciosa definicion defectiva) se concentra y aquilata en lo que Namamos selectividad. Todo lo demas es fantasmagoria: lo que se aprende o deja de aprender durante afios, lo que se vive, se sufre, se acumula de experiencia, se crece o se mengua. Los tres digi- tos magicos que abren o cierran el paso a la carvera deseada es lo que cuenta. Que este estado de opinién es generalizado lo dernuesira el curioso episodio de que algunos intelectuales y en general los profesores universitarios de Filosofia no se han percatado (0, al menos, no han hecho pablica manifestacién) de la suerte destl- nada a la filosofia hasta que, en la primavera de 1994, un periédico informé de que quedaba apenda de la selectividad, pues fa ley que desarrollaba las materias del nue- vo bachillerato habia sido publicada ¢n un BOE de octubre de 1992. Este asombro tardio de los profesores y de una parte —presumo que minorita- tia~ de la opinién publica no deja de asombrarme. ¢Acaso ignoraban la finalidad implicita en la reforma de las ensefianzas medias? No es posible entrar en esta deci- siva cuestién que habria debido debatirse por toda la sociedad a lo largo de los ulti- mos afios y no én camarillas de iniciados. Pero diré —y que se me excuse la falta de matiz— que la finalidad de la reforma es una educacién tecnocrética y barata, in- compatible en su trazado profundo con las humanidades en general y con la filosofia en particular, por m4s que en los pre4mbulos escriban los reformadores las grandes frases de «la reflexidn radical y crfticar, Ia libertad, la autonomfa personal, el respe- to, efcétera. gAcaso saben cémo se consigue es0? Por paradéjico y penoso que resulte, no cabe, en buena ldgica, sino defender al sabio reformador en su medida de sustraer a Ja filosoffa de la futura prueba de selec- tividad. Razones de mera consistencia conducen desde la premisa mayor —los con- tenidos curriculares de la filosofia en el nuevo bachillerato— a la conclusién: desa- paricién de la filosoffa de la selectividad. ¢Quién aceptaré que se examine a un alum- no —de tal manera que su nota contribuya a abrir o cerrar puertas— de una materia menor tratada expresamente como tal? Nadie en su sano juicio. Luchar, como se ha venido haciendo en los Witimos meses del curso ante- rior, por defender la presencia de la filosoffa en la selectividad me parece ilégico, ‘algo que no pueden permitirse los profesionales de la filosoffa. Pero no suglero con esto que no haya que hacer nada, sino, por el contrario, que la otlentacion 306 LAS COSAS DEL DECIR del debate debe dirigirse hacia su cent reforma, razones para su presencia. Y diré algo sobre el caso particular de la filosoffa. Puesto que me disponge s hablar de necesidades e intereses, bueno sera que separemos con toda pulcritud los propios y especificos de la filosofia, los de Ja nacidn y los de las personas que aqui y ahora la ensefiamos, la leemos ¢ intentamos cultivarla. Se trata, como salta a la vis- ta, de tres sujetos de interés distintos que determinan perspectivas dispares. El caso més obvio me parece el tiltimo. Las personas que vivimos de la filosofia sentiremos quebranto por la pérdida de realidad —léase «prestigio social»— de nuestro queha- cer. Pero seamos realistas: la importancia de la suma de casos individuales es des- preciable en una época de universal reajuste, reconversién y, jay!, reciclaje. Hablare- mos de otras cosas a nuestros aluminos —-suponiendo que haya que hablar—. jQué mas dal, si ya esta decidido —en esto coinciden reformistas, alumnos y padres, la in- mensa mayoria de la opinion pablica— que transmitir contenidos (y més si son filo- S6ficos: «{Eso para qué sirve?») es una cosa vieja, cutre y polvorienta como el TBO. Mas delicada y compleja me parece la cuestiin referida al segundo sujeto de in- gqué utilidad puede tener una formacién filoséfico-humanistica fuerte en los afios del bachillerato para la nacidn, asi, en general? Depende. Depende de que esa nacién esté inserta en una realidad histérica Hamada Europa. Guste 0 no guste, el pasado europeo, y su presente, por tanto, es impensable sin la filosoffa: desde la fisi- caa la politica, todo ese vasto sistema de scluciones que constituye nuestra cultura hunde sus raices en ese quehacer cuyo nervio es atender, dudar, rechazar, pregun- tar, ensayar, asegurar el ensayo, fracasar, volver a intentarlo por medio de ideas. cAcaso se va a prescindir de ese estilo de vida en el futura? Si Europa ha de conser- var una cierta identidad en el plano de los acontecimientos mundiales, sdlo le puede venir de que siga manteniendo en forma su inteligencia. Otras civilizaciones tienen otros recursos. No parece que se ignore esto en Francia, Alemania o Italia. Para Espafia, una ensefianza ayuna de filosoffa s6lo puede significar quedar, una vez mas, por debajo del nivel europeo, por mas integracién econémica que practiquen sus re- presentantes politicos. ‘Se me dira que el esfuerzo de las autoridades en promover la investigacion tec- nolégica es importante, Pero no se trata ahora de eso, sino de la formacién inicial de las cabezas: de la creacién del gusto y la ambicién por el saber, de la formacin de Jas capacidades imaginativa y abstractiva, de la disciplina y rigor en el trabajo inte- lectual, cosas que se deciden bastante antes del tercer ciclo universitario. La conclusion de este munén de argumento es clara: Ja filosofia —y con ella las hurnanidades— no puede ser teatada como un saber especifico més porque no lo ¢s $u liquidacién —que es su destino al quedar apartada de la selectividad— en la ense- fianza preuniversitaria supondré una pérdida en términos absolutos para el nivel cultural de la nacion, cuyos efectos se havan sentir no sélo en el plano de la rentabi- lidad econémica —a largo plazo—, sino, y esto es mds grave, en el de la simple con- vivencia social En cambio, para Ia filosolfa misma, este apartamiento de Ja realidad no puede sino beneficiarla. Se clarearé mucho el panorama, No sirviendo, nada tendran que hacer en ella los que pretenden servirse. La vieja hostilidad, vieja de 2.500 afios, que el demos ha sentido hacia la filosofia nunca le senté mal (J. Lasaga Medina es doctor en filosofia, El Pats, 21-IX-1994). el tratamiento de las humanidades en Ja LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 307 10.4. La explicacién Calicles. — |Qué tenaz eres, Sécrates! Si quieres hacerme caso, deja en paz esta conversacién o continttala con otro. Socrates. —~ ¢Qué otro quiere continuarla? No debemos dejar Ja discu- sign sin terminar . Calicles. — No podrias completarla tu solo, bien con una exposicién se- guida, bien preguntindote y contestandote tti mismo? Socrates. — Para que se me aplique la frase de Epicarmo que yo solo sea capaz de decir lo gue antes dectan dos. Sin embargo, parece absolutamente preciso. Hagamoslo asf; yo creo necesario que todos porfiemos en saber cual es la verdad acerca de lo que estamos tratando y cual el error, pues es un bien comtin a todos el que esto legue a ser claro, Voy a continuar segtin mi modo de pensar; pero si a alguno de vosotros le parece que yo me concedo lo que no es verdadero, debe tomar la palabra y refutarme. Tampoco yo hablo con la certeza de que es verdad lo que digo, sino que investigo juntamente con voso- tros; por consiguiente, si me parece que mi contradictor manifiesta algo razo- nable, seré el primero en aceptar su opinion (Platon, Gorgias en Didlogos, 11, Gredos, 1992, p. 115). La explicacién parte de un supuesto previo: la existencia de informa- cién. Esta se puede entender como un canjunto de datos sobre un tema, ob- tenidos por la via de Ja experiencia o por la via de la reflexién —en este caso los datos estan organizades dentro de un sistema—, adquiridos de forma directa o de forma indirecta. Para que una persona pueda proporcionar in- formacion ha de estar enterada o ha de buscarla en las fuentes apopiadas. Que un discurso esté orientado fundamentalmente a proporcionar informa- cién implica que se use el lenguaje con una funcién referencial —que se : centre en el objeto tratado— y que predomine sustancialmente sobre las de- mas funciones (expresiva, directiva, argumentativa o fatica). La comunica- cién de una informacién se asocia normalmente a la objetividad, la neutra- lidad y la verdad. Cuando realizamos una demanda de informacién requeri- mos que se base en un conocimiento de la realidad y buscamos que éste sea fiable, tanto para resolver una cuestién que afecte a la vida cotidiana como para solucionar un problema relativo al conocimiento organizado sobre el mundo natural y social. La informacién acumulada en cada grupo humano podemos Hamarla enciclopedia y se halla en forma escrita en tratados, ma- nuales, ensayos y documentos que se guardan en bibliotecas y se archivan para poder acceder a ellos posteriormente. Esta informacién organizada y sistemética es la que consideramos en su conjunto el conecimiento produ- cido en una cultura. En cada individuo, el conocimiento se almacena en su memoria y cada uno posee un conocimiento enciclopédico que va aumen- tando a lo largo de su vida y que usa para comunicarse con los demas. Cuando se ha intentado clasificar los textos relacionados con la infor- macién y ef conocimiento se ha recurrido a diversas nomenclaturas. Se ha hablado de texto informativo (Combettes y Tomassone, 1988); aquel que se orienta al contenido y cuyo estudio se centra en la organizacién, distribu- cién y desarrollo de la informacién (véase el apartado 8.2.3). También se ha hablado del texto con base textual expositiva (Werlich, 1975), la cual se rela- 308 LAS COSAS DEL DECIR ciona con la capacidad humana de aprender a partir de conceptos y de ope- raciones de andlisis y de sintesis. Adam, por su parte, propone la secuencia explicativa, bas4ndose particularmente en los estudios semiolégicos sobre las condiciones pragmaticas del discurso explicativo elaborados por el gru- po de investigacion de Grize (1981, 1990) y en los anéilisis propuestos desde el punto de vista de la didéctica, por ser en este Ambito donde Ia explica- cién se convierte en el nticleo fundamental del discurso de transmisién y de construccién del conocimiento (véanse los ntimeros monograficos de las re- vistas Pratiques, 51 y 58, Repéres, 69, 72, 77 y Recherches, 13). Como fenémeno discursivo, la explicacién consiste en hacer saber, ha- cer comprender y aclarar, lo cual presupone un conocimiento que, en prin- cipio, no se pone en cuestién sino que se toma como punto de partida. El contexto de la explicacién supone un agente poseedor de un saber y un in- terlocutor o un piblico que est4 en disposicién de interpretarlo a partir de ‘su conocimiento previo, pero que necesita aclaraci6n. La relacién que se es- tablece es asimétrica en el sentido de que hay un desfase entre el experi- mentado, el que tiene acceso a ta informacién a través de diversas fuentes. el experto y el que no tiene experiencia, no tiene acceso a las fuentes, el lego. Por esta razon hay personas a las que socialmente se les reconoce la autori- dad para facilitar la comprensién de los temas y que estén legitimadas para : aportar la explicacién fiable y adecuada (profesores, técnicos, expertos, pe- riodistas), Para cada nivel de conocimiento —el cientifico, el técnico, el es- pecializado, el comtn y el de la experiencia— se propone entre los interlo- cutores unas condiciones distintas (un «contrato de explicacién») segun el propésito de la transmisién de la informacion y segun la identidad de los interlocutores. Por eso, por ejemplo, una cuestién referida a una enferme- dad es tratada de forma distinta entre especialistas 0 entre el especialista y un ciudadano corriente aquejado por ella. También es distinto el tratamien- to de la informacién sobre el «sintagma nominal», en gramética, cuando se trata en una clase de secundaria o cuando se trata en un curso universitario avanzado, El propésito propio de la explicacién no ¢s convencer ni influir en el comportamiento del interlocutor sino en todo caso cambiar su estado epistémico, logrando que una informacién que ofrece dificultad, 0 que no ha sido accesible para el destinatario, o que ¢! propio emisor no ha logrado formular con claridad, se convierta en un «bocado digerible». La secuencia explicativa, como las otras secuencias prototipicas, no suele presentarse de forma homogénea en un texto sino estrechamente rela- cionada con otras. En textos que podemos considerar tedricos se combina con secuencias descriptivas y argumentativas. En textos donde predomina la secuencia dialogal nos podemos encontrar con una secuencia explicativa cada vez que haya una interrupcién por incomprension y una demanda de aclaraci6n al respecto. En un texto argumentativo, orientado principalmen- te al juicio y ia valoracién de un objeto, podemos encontrar secuencias ex- plicativas usadas como apoyo para la argumentacién. Pero, aparte de las posibles combinaciones de secuencias, en general, e] discurso explicativo, al suponer la posesién de un conocimiento, otorga prestigio, autoridad y po- der a quien lo emite, y, consecuentemente, genera el poder de convencer y de obtener adhesion. LOS MODOS DE ORGANIZACIGN DEL DISCURSO: 309 La secuencia explicativa tiene para Adam un esquema prototipico que se puede representar de la siguiente manera: i ——— qpor qué? ———* Ep ——— porque ———> Ee gcémo? [Oc] [Op] (e] Pe? Pe! Pe? Pe? Se parte de un esquema inicial (Ri): la referencia a un objeto complejo [Oc] que se presenta como algo desconocido, dificil, oscuro. A partir de él, el primer movimiento explicativo aparece con la pregunta, el cuestiona- miento, que lleva a la construcci6én de un esquema problematico (Ep), en el cual el objeto [Op] se presenta como problema cognoscitivo que se ha de re- solver, Seguidamente se pasa a la fase resolutiva, en la que se da respuesta al problema y se desarrolla el esquema explicativo (Ee), cuyo resultado es que el objeto queda claro ¢ inteligible [Oe]. Cada uno de los momentos de la secuencia esta representado por una macroproposicién explicativa (Pe) y la secuencia avanza por el mecanismo de los operadores de pregunta/respues- ta, Esta es la secuencia modélica, pero en los textos empiricos las fases 0 los momentos de la secuencia pueden estar implicitos. En la secuencia inicial (Pe) nos encontramos con un enunciado o un conjunto de enunciados que se presentan complejos o dificiles de desentra- far. Estos enunciados se someten a la pregunta. Esta puede ser orientada a la totalidad de un concepto 0 a uno 0 varios de sus aspectos. Una vez pro- blematizada la cuestién (Pel) se activa el proceso explicativo que se realiza , concretamente en la Pe2 a través de estrategias discursivas a las que corres- ponden unos determinados procedimientos, especflicos de esta secuencia: la definicion, la clasificacion, la reformulacin, la ejemplificacién, la analo- gia, la citacién. La definicidn delimita el problema sobre la base del conocimiento exis- tente, adjudicando unos atributos al tema/objeto en términos de la perte- nencia a una clase y de la especificacin de rasgos caracterfsticos. Las ex- presiones verbales més utilizadas son del tipo: se Hama, se refiere a, se define como, y estd constituida por, contiene, comprende... Muchas veces el estable- cimiento de la delimitacién de un concepto se contrapone a creencias, a co- nocimientos comunes heredados 0 a teorfas anteriores que no responden al estado actual del conocimiento sobre la materia tratada. La definicién constituye el primer paso para la aclaracién de un problema de conoci- miento. La clasificacion es un procedimiento que distribuye cualquier entidad referida (fésiles, proteinas, plantas, modos de investigar, categorias grama- ticales, etc.} en diferentes agrupaciones realizadas a partir de sistemas de similaridades y de diferencias. La clasificacién se puede realizar desde tintos criterios y también desde Io més especffico a lo més general o vi- ceversa. La reformulacion es un procedimiento que sirve para expresar de una 310 LAS COSAS DEL DECIR. manera mis inteligible lo que esté formulado en términos especificos (més abstractos o formales) o que resultan oscuros para el interlocutor. Supone la repeticién, y, por tanto, la redundancia t{pica del discurso pedagégico, pero también de cualquier situaci6n donde el hablante tenga como propésito ha- cerse entender. Es una operacién reflexiva en que la referencia se hace sobre ‘un enunciado emitido anteriormente, en una clara muestra de la funcién me- tacomunicativa. Los reformuladores tipicos son «bueno», «0 sea», nos hemos visto conducides a una «teorfa general del saber occidental» y de la «cultura en general» (es decir, una etnologia). 2No constituirén quiz demasiadas «teorias» para un ensayo tan breve? Seguramente, Pero no nos asusta lo mas minimo esa profustén. Al fin y al cabo, «las teorfas son redes: sélo quien lance cogerd, Nova- Us» (B. Trias, La filesoffa y su sombra, Seix Barral, 1969, pp. 107-108). Lo que resulta interesante de este texto es, precisamente, su cardcter de resumen de lo que puede significar un recorrido explicativo, La pregunta inicial aboca a nuevas preguntas que exigen nuevas miradas y nuevas expli- caciones, y esas nuevas explicaciones pueden dejar al descubierto otras pre- guntas, etc. De hecho, las explicaciones en s{ estén en el texto que precede a esta «conclusién», pero aqui encontramos el «esquema» que esas explica- ciones han exigido que el autor siguiera. También podemos apreciar un cierto tono polémico desde la ditima oracién del penultimo pérrafo hasta el final, que podria constituir una secuencia argumentativa incrustada en la explicativa. El autor ineluye «la voz» de quienes le puedan criticar su méto- 316 LAS COSAS DEL DECIR do de explicacién y les contesta, en esa «conclusién de la conclusion», con una hermosa cita de Novalis. En la prensa también encontramos secuencias explicativas combina- das con otras, en todos los géneros periodfsticos, Por ejemplo, Enrique de Hériz, editor, responde a una supuesta pregunta con una explicacién clara- mente irénica sobre el car4cter de los editores, en un articulo-reportaje so- bre una editorlal que conmemora su décimo aniversario: [gCOMO SE RECONOCE A UN EDITOR?) Con frecuencia se detecta a los editores ex los foros culturales por el mismo signo que a las bailenas: nos precede un sonido lastimero, muy cercano al lanto. Durante décadas la palabra crisis se ha asoctado a wna industria que, paraddji- camente, no hace mds que crecer. Ediciones B nacié cuando se decfa que no ca- bfa ni un solo libro en las librerfas. Han pasado diez aflos. Aquella pequefia editorial se ha hecho enonne porque cada vez hay mds lectores... y mejores au- tores (El Dominical de E? Periddico, 10-XI-1996). También se da la explicaci6n histérica en los tratados, estudios y ensa- yos que tiene los hechos sucedidos como tema para explicar, asf como en el interior de la noticia periodistica. El relato de los hechos y la interpretacién de sus razones, causas y consecuencias, corresponden al desarrollo discur- sivo que los especialistas sitdan a distancia a través de los tiempos verbales de pasado y del uso de la tercera persona gramatical, que focaliza la aten- cién en los hechos referidos: [zCOMO SE EXPLICA LA GUERRA CIVIL ESPANOLA? ;QUE OCURRIO?) Desde aquel 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939, Esparia se vio envuelta en una larga y enconada guerra civil que, por su violencia y por sus connotaciones ideolégicas y politicas, conmocioné Ja conciencia del mundo occidental. La derecha vio la guerra civil como una cruzada contra el comunis- mo; la izquierda la idealizé como ja resistencia roméntica del pueblo y del pro- letariado frente al fascismo. Azafia, angustiado por la tragedia de su pais —como revelaban sus diarios y la novela dialogada que escribié en 1937, La velada de Benicarlé—, la vio de otra forma: como una «alucinacién colectiva», donde coexistieron el herofsmo y las atrocidades, la intolerancia y el fanatis- mo, el odio y el miedo. (..] E] 18 de julio de 1936 se sublevé sélo una parte del ejército. Los milita- res, dirigidos por los generales Franco, Sanjurjo, Mola y Queipo de Llano, se sublevaron por varias razones: porque crefan que la Republica era un régimen sin legitimidad politica, porque entendian que la concesién de autonomfa a las regiones era una amenaza a la unidad de Espafia: porque pensaban que las hnuelgas y los desérdenes revelaban la falta de autoridad de la democracia; por- que consideraban que la legislaci6n republicana atacaba la esencia catélica de Espafia. Los militares rebeldes creyeron que el golpe de Estado triuntarla de forma inmediata. Se equivocaron: desencadenaron una devastadora guerra ci- vil de tres aftos. La sublevacién militar triunfé sélo en una parte de Espafia: en Galicia, Navarra, Alava, Castilla la Vieja, en las capitales de Aragén, en algunas ciuda- des de Andalucta, en Oviedo, las Islas Canarias y Baleares, salvo en Menorca y en las colonias del norte de Africa. Fracas6 en Madrid, Catalufia, Levante, en LOS MODOS DE ORGANIZACION DEL DISCURSO 317 las provincias maritimas del Norte —Asturias, Cantabria, Vizcaya y Guipiiz- coa—, en el centro-sur del pais, en gran parte de Andalucia y Aragon. (..] El aparente equilibrio de fuerzas ocultaba, sin embargo, un hecho esen- cial: que la repdblica carecié inicialmente, durante varios meses, de unidad en la direccién politica y militar de la guerra. Ello se debié a la naturaleza misma de la respuesta popular al golpe de estado: la sublevacion militar desencadend ‘un proceso revolucionario de la clase trabajadora que, bajo la direccién de los. partidos obreros y de los sindicatos, rompié la estructura misma del Estado republicano (J, P. Fusi y J. Palafox, Espatta 1908-1996, E! desafto de la moder- nidad, 1997, p. 269). Para terminar, dejamos al juicio de quien lea estas p4ginas el examen atento de las caracterfsticas mencionadas en este apartado, en un fragmen- to de un libro de divulgacién de! famoso fisico S. Hawking: (EL UNIVERSO SE EXPANDE DE MANERA UNIFORME] La prucba de que esta expansién es uniforme y no caética viene dada por un fondo de radiaciones de microondas que percibimos procedentes del espa- cio exterior, Se puede observar realmente esta radiacién sintonizando el televi- sor en un canal vacio. Un pequefio porcentaje de ecoposs que aparecen en la pantalla son debidos a microondas que llegan desde fuera del sistema solar. Es la misma clase de radiacién que produce un horno de microondas, pero mu- cho més débil, Scio calentarfa un plato a 2,7 grados por encima del cero abso- luto, asf que no le servirfa para preparar la pizza que haya comprado en la tienda. Se cree que esta radiacién constituye el residuo de una etapa primitiva y caliente del universo, Pero lo mas notable es que el volumen de radiacion pa- rece ser casi el mismo desde cualquier direccién, Esta radiacién fue medida con gran precisién por el satélite Cosmic Background Explorer. Un mapa este- lar realizado segtin estas observaciones mostrarfa diferentes temperaturas de radiacién. Estas son distintas en diversas direcciones, pero las variaciones re- sultan muy pequefias, tan sélo de una cienmilésima. Tiene que haber alguna diferencia en las microondas de distintas direcciones, porque el universo no es completamente uniforme; hay irtegularidades locales como estrellas, galaxias y ctimulos galicticos. Mas las variaciones en el fondo de microondas son tan reducidas como posiblemente podrfan ser, y compatibles con las irregularida- des locales que observamos. En un 99.999/100.000, el fondo de microondas es igual en todas las direcciones. En otros tiempos la gente crefa que la Tierra ocupaba el centro del uni- verso. No se habrian sorprendido por ello de que el fondo sea igual en cada di- reccién. Pero desde la época de Copérnico hemos quedado rebajados a la cate- gorfa de pequeno planeta que gira alrededor de una estrella muy semejante al promedio, en el borde exterior de una galaxia tfpica, una mis entre los cien mil millones que podemos distinguir. Somos ahora tan modestos que no pode- mos reivindicar ninguna posicién especial en el universo. Heros de suponer por tanto que el fondo es también e? mismo en cualquier direccién en torno de cualquier galaxia. Esto sélo sera posible si la densidad media del universo y el ritmo de expansi6n son iguales en todas partes. Una variacién en la densidad media o en la expansion de una gran regidn determinaria diferencias en el fon- do de microondas de distintas direcciones. Tal hecho significa que @ gran esca- Ia el comportamiento del universo es simple y no caético. Cabe por tanto ha- cer predicciones para un futaro remoto (S. Hawking, Agijeros negros y otros pequerios universos y otros ensayos, Plaza y Janés, 1993, p. 131).

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