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HISTORIA CONTEMPORÁNEA
DE OCCIDENTE 1
(CAMARERO - TAUROZZI)
2° CUATRIMESTRE 2005
“La Legión”
Texto 1: “El Estado Absolutista ” (Perry Andeson, Cap. I)
Las monarquías centralizadas de Francia, Inglaterra y España representaron una ruptura decisiva con la
soberanía piramidal y fragmentada de las formaciones sociales medievales, con sus sistemas de feudos y
estatamentos. Según Engels dicha forma de monarquía era producto de un equilibrio entre la vieja nobleza
feudal y la nueva burguesía urbana. Las monarquías absolutas introdujeron unos ejércitos y una burocracia
permanentes, un sistema nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercados
unificado. Estas características (de estilo capitalista) sumada a la desaparición de la servidumbre (núcleo central
en las relaciones de producción feudal), parecerían justificar la afirmación de Engels.
Sin embargo, un estudio más detenido de las estructuras del Estado absolutista en Occidente niega
inevitablemente la validez de dichos juicios. El fin de la servidumbre no significó por sí mismo la desaparición
de las relaciones feudales en el campo. La identificación de ambos fenómenos es un error común, pero es
evidente que la coerción privativa extraeconómica, la dependencia personal y la combinación del productor
inmediato con los instrumentos de producción, no desaparecieron necesariamente cuando el excedente rural
dejó de ser extraído en forma de trabajo o entregas en especie para convertirse en renta y dinero: mientras la
propiedad agraria aristocrática cerró el paso a un mercado libre de tierras y a la movilidad real de la mano de
obra (en otras palabras mientras el trabajo no se separó de las condiciones sociales de su existencia para
trasformarse en fuerza de trabajo) las relaciones de producción rurales continuaron siendo feudales.
El absolutismo fue esencialmente un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinado a
mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional. Dicho de otra forma, el Estado absolutista
nunca fue un árbitro entre la aristocracia (durante toda la temprana Edad Moderna la aristocracia feudal fue la
dominante en el aspecto político y económico) y la burguesía ni, mucho menos, un instrumento de la naciente
burguesía contra la aristocracia: fue el nuevo caparazón político de una nobleza amenazada. Por lo tanto el
régimen político de la monarquía absoluta es tan sólo la nueva forma política necesaria para el mantenimiento
del dominio y explotación feudal en un período de desarrollo de una economía de mercado.
El feudalismo como modo de producción de definía originariamente por una unidad orgánica de economía y
política, paradójicamente distribuida en una cadena de soberanías fragmentadas a lo largo de toda formación
social. Como dijimos anteriormente, el poder de clase de los señores feudales quedó directamente amenazado
por la desaparición gradual de la servidumbre. El resultado fue un desplazamiento de la coerción política en un
sentido ascendente hacia una cima centralizada y militarizada: el Estado absolutista. Posteriormente con la
reorganización del sistema político feudal en su totalidad, y la disolución del sistema original de feudos, la
propiedad de la tierra tendió a hacerse progresivamente menos condicional (licencia para usufructo), al mismo
tiempo que la soberanía se hacía correlativamente mas absoluta.
Sin embargo, la aristocracia tenía que adaptarse a un nuevo antagonista: la burguesía mercantil que se había
desarrollado en las ciudades medievales. Ya se ha visto que fue precisamente la intromisión de esta tercera
presencia lo que impidió que la nobleza occidental ajustara cuentas con el campesinado aniquilando su
resistencia y encadenándola al señorío.
Por otro lado el feudalismo europeo es el primer modo de producción de la historia que concede un lugar
estructural autónomo a la producción y al comercio urbano. Esta vitalidad económica y social actuó como una
interferencia objetiva y constante en la lucha de clases por la tierra, y bloqueó cualquier solución regresiva que
pudieran darle los nobles. De hecho, se pudo superar la crisis larga de la economía feudal de los años 1450 y
1500 gracias a una nueva combinación de los factores de producción, entre los que, por vez primera, jugaron un
papel principal los avances tecnológicos específicamente urbanos. Así, cuando los estados absolutistas quedaron
constituidos en Occidente, su estructura estaba determinada fundamentalmente por el reagrupamiento feudal
contra el campesinado, tras la disolución de la servidumbre; pero estaba sobredeterminada secundariamente por
el auge de una burguesía urbana que estaba desarrollando ya las manufacturas preindustriales a un nivel
considerable. Dice Engels al respecto: “a esta gran transformación de las condiciones económicas vitales de la
sociedad no siguió empero en el acto un cambio correspondiente de su articulación política. El orden estatal
siguió siendo feudal mientras que la sociedad se hacía cada vez más burguesa”. La amenaza del malestar
campesino, tácitamente constitutiva del Estado absolutista, se vio así acompañada siempre por la presión del
capital mercantil o manufacturero dentro del conjunto de las economías occidentales, para moldear los
contornos del poder de la clase aristocrática en la nueva era. La forma peculiar del Estado absolutista en
Occidente se deriva de esta doble determinación.
Burke, para él la Revolución no podía ser el resultado de una necesidad de reforma sentida genuina y
generalmente, sino más bien de las diabólicas maquinaciones de grupos sociales egoístas y subversivos. En general
apuntaba a la camarilla de literatos y philosophes que desde hacia tiempo venían socavando los cimientos de la
Iglesia y al advenedizo interés monetario, ansioso de arreglar cuentas con la aristocracia tradicional. Por lo tanto, la
revolución, sin raíces en un descontento legítimo. Fue el fruto de la “conspiración” de unos pocos. Aquellos que
estuvieron al lado de la Revolución tendieron naturalmente a explicarla en términos bastantes distintos: ya como
legítima protesta política contra las tiranías y las restricciones del antiguo régimen, ya como protesta social de las
clases oprimidas o empobrecidas.
Los historiadores liberales la contemplan bajo el primer punto de vista. Vieron ante todo en la Revolución un
movimiento político iniciado por las clases respetables de la nación para reparar viejos agravios y reformar
instituciones anticuadas.
Para Michelet, el pueblo, lejos de ser un instrumento meramente pasivo en manos de otros partidos y grupos
sociales interesados, fue el héroe real y vivo de drama. Esta interpretación como explosión espontánea y airada de
todo un pueblo contra la pobreza y la opresión, ha sido, la más influyente que ninguna.
“La Legión” Resúmenes de Historia Contemporánea de Occidente I Pág. 4 de 46
Según Tocqueville, ninguna de estas daba una respuesta de por que hubo una revolución en Francia. Tanto él
como Burke y muchos otros, reconoce la importancia que tuvieron los escritos de la Ilustración al minar las
creencias y lealtades tradicionales, dejando con ello todo el sistema debilitado y en peligro; pero, a diferencia de
Burke, no ve en todo esto parte de una conspiración organizada, sino más bien, el resultado de los vicios del
gobierno y del extenso descontento existente frente a la situación. Coincide con Mignet y Thiers de que le gobierno
era despótico, corrompido y necesitado de reforma. Tocqueville añadía entonces, que no fue la ausencia de
reformas, sino el carácter y la tardanza de estas lo que, al abrir los ojos a los hombres a cosas mejores, sirvió para
precipitar la Revolución mas bien que para evitarla.
Al subir al trono Luis XVI estaba deseoso de realizar reformas importantes en la administración, tenia un alto
sentido de responsabilidad personal y además contaba con un ministro Turgot, que gozaba de simpatía y el afecto de
las clases medias tanto ilustradas como industriales, sin embargo al cabo de unos años todo se vino abajo y Turgot
dejo de ser el ministro. Las reformas de este, aunque admitidas de buen grado, tropezaban con los intereses de los
Parlaments, alto clero y las facciones aristocráticas de la Corte. La experiencia de Turgot resultó parecida a la de
Machault y Maupeou antes de él y la de Calonne, Brienne y Necker después, demostrando que no había posibilidad
de realizar reformas a largo plazo, aun contando con un rey bien intencionado y con ministros capaces y honestos,
en tanto las clases privilegiadas conservaran, por medio de los Parlaments o de su influencia en la Corte, poder para
obstaculizar sus acciones. La consecuencia de estos fracasos era aumentar el odio hacia las clases privilegiadas y el
desprecio hacia una monarquía que parecía defenderlas. Los obstáculos al libre comercio por medio de gravosos
tributos y las actividades de los inspectores de gobierno (agravios antiguos); sumado a esto – en período de reacción
feudal-, las posibilidades de ascenso social y político se iban cerrando progresivamente: se cerraban las puertas a los
intrusos de clase media en los Parlaments y hacia 1789 el nacimiento noble era el único requisito para conseguir un
cargo elevado en el ejército, Iglesia o la administración.
El cuadro ofrecido por Tocqueville de una creciente prosperidad campesina no se puede generalizar, si bien una
tercera parte de los campesinos francés eran propietarios de sus tierras que no poseían más que pequeñas parcelas
que apenas alcanzaban para alimentar a sus familias. Aún era mucho mayor el número de los aparceros y jornaleros
sin tierra, que compraban el pan del mercado. A todo esto, los pequeños propietarios y arrendatarios y los labradores
tenían el agravante que, impulsados por la necesidad de aumentar su producción agrícola, los terratenientes y
campesinos ricos estaban cercando los campos y tierras comunales y usurpando los derechos tradicionales de los
aldeanos al espigueo y a los pastos: los terratenientes rastreaban viejos derechos vinculados a sus tierras e imponían
obligaciones nuevas adicionales a aquellas que ya pesaban cobre sus campesinos.
La prosperidad agraria generalizada se había detenido y comenzaba a ceder una prolongada depresión, cayeron
los precios, gradualmente en muchos productos agrarios e industriales, también siguieron estando los gravosos
tributos en forma de impuestos, diezmos y exacciones señoriales, los beneficios netos de los arrendatarios,
pequeños Propietarios, etc. Se redujeron muy por debajo de los precios; en su apogeo esta depresión se produjo una
catástrofe económica en los años 1787-1789 a causa de las malas cosechas y de la escasez, triplicándose el precio
del trigo. Esta crisis afectó al grueso del campesinado, y de la agricultura, la crisis se trasladó a la industria. Todos
se vieron afectados por la rápida subida de los precios de los alimentos; por esto los campesinos, artesanos y los
trabajadores urbanos se unieron en su hostilidad frente al gobierno, los terratenientes, los comerciantes y
especuladores, e iniciaron la Revolución en una situación de pobreza y escasez crecientes y no de prosperidad (por
ahora la investigación de Michelet tiende a ser justificada).
Sin embargo, para hacer una revolución se necesitaba algo más que dificultades económicas, descontento social
y frustración de las ambiciones políticas y sociales. Tenía que haber algún tipo de ideología unificadora que diera
cohesión al descontento y a las aspiraciones de clases sociales tan diversas, en resumen algo parecido a una
“psicología revolucionaria común”.
Fueron, en primer lugar, los escritores de la ilustración los que prepararon el terreno, los que debilitaron las
defensas ideológicas del antiguo régimen, como señalaron Burke y Tocqueville. (Montesquieu, Rousseau, Voltaire
se difundieron siendo absorbidas por un publico ansioso tanto de la aristocracia como de la clase media.
La primera “chispa” fue la declaración de la bancarrota después de la guerra de América. El ministro Calonne
en ese momento (sucesor de Necker), propuso al rey reducir el gasto del gobierno, aumentar el impuesto del timbre
y sustituir el vingtième (evadido por muchos terratenientes) por un impuesto agrario sobre la producción anual del
suelo pagadero en especie por todos los propietarios y fijado y recaudado por medio de asambleas locales de
propietarios representantes de los tres estados; proponiendo además resucitar las anteriores ideas de Turgot.
Pero por experiencia, el rey y el ministro que iban a tropezar con la resistencia de las clases privilegiadas, a las
que se les pedía que renunciaran a gran parte de sus inmunidades fiscales, la Iglesia se aferraría a su don gratuit
(don voluntario) y los Parlaments provinciales protestarían contra la intromisión en su jurisdicción las nuevas
El estado.
El absolutismo había sido la forma de gobierno imperante en esa época. Aun cuando su mayor esplendor lo
había alcanzado durante el reinado de Luis XV. La nobleza se había levantado por ultima vez mas de cien años
antes, en lo q fue el ultimo intento antes de 1879 de promulgar una carta q limitara el poder real.
La figura del rey era representada por los intendentes generales en las provincias. Estos habían reemplazado
a los nobles hereditarios del gobierno.
Estos intendentes estaban encargados de:
• Mantenimiento del orden interno
• Administración judicial
• Regulación económica
• Impuestos recaudados
Aun cuando el gobierno era centralista muchas instituciones medievales persistían –cortes señoriales, los
estados provinciales, y otros. Estos eran de carácter descentralizador y estaban bajo la autoridad de los
intendentes generales.
Persistía a su vez la venalidad de los cargos, capacidad de vender los cargos.
Francia tenia como objetivo declarado el engrandecimiento militar, para ello creo el primer ejército real estable.
Economía
Era una economía agraria retrasada en sus técnicas. Estas persistían por los intereses tanto de los propietarios
campesinos como por la persistencia de la aristocracia terrateniente. Los primeros utilizaban derechos
comunales fundamentales para su economía, como era el caso de las tierras en barbecho. Y los segundos
explotaban sus derechos señoriales sobre las tierras.
A su vez parcelas cultivadas eran pequeñas, lo q impedía el cultivo a gran escala.
El comercio y la industria eran casi insipientes, aun cuando estaban en constante crecimiento.
En comparación con Inglaterra había menos personas con ingresos medios superiores y una desigual
distribución de los excedentes. Lo q estancaba la industria y el comercio.
La clase dominante.
En un sentido marxista no era capitalista, por q no se apropiaba de los excedentes a través de la compra de
trabajo a los asalariados y si se apropiaba de ellos a través del uso de la coacción, a través de sus derechos
feudales.
La sociedad no se estratificaba por las posesiones. Era el estado el determinante del ascenso social, a través de
los cargos y las exenciones impositivas. Los tres estamentos eran el clero la nobleza y el tercer estado.
El factor de movilidad eran la riqueza y los cargos en el estado.
La riqueza propietaria provenía de:
• Las rentas agrícolas y urbanas.
• Los derechos señoriales
• Oficios venales o rentas perpetuelle – este ultimo se generaba por la transferencia de un valor, con lo
cual se ganaba una renta hasta el momento en donde se restituyera el capital.
La riqueza propietaria estaba en función de la continuidad de la estructura socio-económica imperante, tanto
por los derechos señoriales como por las rentas.
había una mezcla entre la nobleza y la burguesía por q esta ultima poseía muchos cargos en el estado.
Con la sucesión de las guerras se intentaba reconstruir las finanzas a través de la disminución de los
privilegios, pero quienes más organizadamente resistieron eran los parlaments.
Los parlaments
Eran cortes de apelación civil y penal.
Eran propietarios de sus cargos y además gozaban, en su mayoría de privilegios. Controlaban el acceso a sus
filas y a través de las apelaciones tenían la capacidad de retrasar la puesta en vigor de los edictos reales, y de la
protección de los privilegios.
El inicio de la guerra
El disparador de la revolución fue el ingreso de Francia en la guerra de independencia norteamericana, los
costos de esta guerra llevaron a la bancarrota a la monarquía francesa, al punto de q no podían conseguir mas
prestamos.
En otras oportunidades se había llegado a la misma situación pero en esas ocasiones se había logrado un
ingreso compulsivo a través de la cámara de justicia. Se acusaba a los recaudadores y otros funcionarios del
estado, de fraude, pero en esta oportunidad el costo político de tal medida era prohibitivo, por la mezcla de tales
funcionarios dentro de la aristocracia.
Tras la ida de Calonne asume Brienne y rescribe las propuestas q el primero había presentado a la Asamblea
de los Notables. Los Parlamentaires de Paris rechazan esta presentación y piden q se convoque a los estados
generales.
Institución q no funcionaba desde hace mas de cien años.
Se buscaba conseguir una institución q representara a la clase dominante y q aconsejara al rey acerca de las
medidas a aprobar
En un principio, el rey desoye este rechazo y aprueba las medidas de Brienne, pero para ese entonces la
resistencia ya se había propagado a las provincias.
Los oficiales encargados de la represión de esta resistencia se negaron a reprimirla por ellos mismos ser en
muchos casos beneficiarios de los privilegios q se intentaban eliminar, y además había quejas de largo tiempo
hacia la corona.
Debido a la fuerte resistencia el rey capitula y se convocan a los estados generales.
El problema con el llamamiento era la forma de representación q se adoptaría, y la forma de votación, los
estados en forma conjunta o cada representante un voto.
Este problema hizo q la clase burguesa surgiera a la escena política de Francia. Y a su vez aumento la parálisis
del gobierno.
’88-‘89
Había un consenso acerca de q era necesario un gobierno menos absolutista y más representativo. Pero no
existía un consenso acerca de cuáles eran sus poderes y quien estaba llamado a continuar.
Es el primer gran ejemplo y concepto del nacionalismo. El S. XVII fue una época de crisis para los viejos
regímenes europeos y para sus sistemas económicos.
La revolución francesa tuvo repercusiones muy profundas porque sucedió en el país mas poderoso y
populoso Estado europeo (1 de cada 5 europeos es francés) y, fue la única revolución social de masas (mucho
mas radical que cualquier otro levantamiento).
Además, es la única revolución con influencia universal que proporciono el patrón para todos los
movimientos revolucionados subsiguientes y sus lecciones fueron incorporadas en el moderno socialismo y
comunismo.Sus orígenes deben buscarse no solamente en el contexto europeo, sino en la especifica situación de
Francia. El conflicto entre los inconmovibles intereses del antiguo régimen y la ascensión de las nuevas fuerzas
sociales era mas agudo en Francia que en cualquier otro sitio.
Turgot (1774-76), un economista fisiócrata, trató de implementar una política administrativa tributaria más
equitativa y racional pero fracasó ante las resistencias de los intereses tradicionales. Pero, la “reacción feudal”
proporcionó la mecha que inflamaría el barril de pólvora de Francia. La nobleza no solo irritaba los
sentimientos de la clase media al obtener los cargos oficiales sino que también irritaba al campesino al usar sus
derechos feudales para que estos le presten servicios.
La victoria sobre Inglaterra en la guerra de independencia US se obtuvo a costa de una bancarrota final, la
deuda consumía un 50% del presupuesto monárquico, el ejercito y la armada un 25%. La crisis brindó una
oportunidad para la aristocracia y los parlements. La “asamblea de notables” convocada en 1787 se mostró
rebelde a las peticiones del gobierno y, la desesperada fueron las primeras brechas en el frente del absolutismo.
La burguesía, inspirada por el liberalismo clásico de los “filósofos” y los “economistas” propagados por la
francmasonería y otras asociaciones dieron unidad al movimiento revolucionario. Las peticiones burguesas
están contenidas en la famosa declaración del derecho y del ciudadano de 1789. Es un manifiesto contra la
sociedad jerárquica y los privilegios de los nobles, pero no en favor de una sociedad democrática o igualitaria.
Querrían una monarquía constitucional basada en una oligarquía de propietarios que se expresaran a través de
una asamblea representativa, una Estado constitucional con libertades civiles y garantías para la iniciativa
privada, gobernado por contribuyentes y propietarios.
Sin embargo, dicho régimen expresaría “oficialmente” la voluntad general del “pueblo”, la “nación
francesa”. La fuente de soberanía, dice la declaración, reside en la nación, este concepto de nación era mas
revolucionario de lo que el programa burgués-liberal se proponía expresar: se armo un arma de doble filo.
La clase media que habían logrado conseguir una representación tan amplia como las de la nobleza y del
clero junto y ahora querrían que se estableciera el voto por cabeza en vez del voto por orden en los Estados
generales. 6 semanas antes de su apertura, las comunas se constituyeron en una asamblea Nacional con derecho
a reformar la constitución.
Lo que transformo una limitada agitación reformista en verdadera revolución fue el hecho que la
convocatoria de los Estados generales coincidiera con una profunda crisis económica y social. Las malas
cosechas de 1788 y1789 y un dificilísimo invierno agudizaron aquella crisis afectaron a los campesinos porque
los grandes productores vendían el grano a precios de hambre y también a las clases pobres urbanas para
quienes el precio del pan se duplico.
La contrarrevolución convirtió a una masa en potencia en una masa efectiva y actuante, movilizo a las
masas parisinas hambrientas y militantes. El resultado mas sensacional de aquella movilización fue la toma de
la Bastilla, caída de un símbolo de la tiranía.
Lo que en Francia convirtió una epidemia de agitación campesina en una irreversible convulsión fue una
combinación de insurrecciones en ciudades provincianas y una oleada de pánico masivo a través de casi todo el
país: la Grande Peur de finales de julio y principios de agosto de 1789. después de estos eventos, la estructura
del feudalismo rural y la maquina estatal yacían en pedazos. Los privilegios feudales se abolieron de manera
oficial, aunque se abolieran de hecho en 1793.
La forma de la política burguesa revolucionaria iba a ser una dramática danza dialéctica, la movilización de
las masas por los reformistas moderados de la clase media en contra de la tenaz resistencia de la
contrarrevolución.
La peculiaridad de la revolución francesa es que una parte de la clase media liberal estaba preparada para
permanecer revolucionaria hasta el final sin alterar su postura: los jacobinos que eran partidarios de la
Los termidorianos, a través del directorio, buscaron la estabilidad política y un progreso económico sobre
las bases del programa liberal de 1789-91, pero su gran debilidad era su falta de un verdadero apoyo político y
tenían que acudir cada vez mas al ejercito para contener las oposiciones. De “leva en masas”, este ejercito se
convirtió muy pronto en una fuerza de combatientes profesionales.
El ejercito fue una carrera como otra cualquiera que la revolución burguesa había abierto al talento, y
quienes conseguían éxito en ella tenían un vivo interés en la estabilidad interna, como la burguesía. Fue un pilar
del gobierno postermidoriano y su jefe Bonaparte el personaje indicado para concluir la revolución burguesa y
empezar el régimen burgués. Encontró su gran oportunidad en la campaña de Italia de 1796 que lo convirtió en
el primer soldado de la Republica que actuaba virtualmente con independencia de las autoridades civiles.
Los grandes monumentos legales franceses, los códigos que sirvieron de modelo para todo el mundo
burgués no anglosajón, fueron napoleónicos. La jerarquía de los funcionarios públicos , de los tribunales, las
universidades y las escuelas también. Las grandes “carreras” de la vida pública francesa conservan la forma que
les dio Napoleón. Proporciono estabilidad y prosperidad a todos, excepto a los 4 millones de franceses que no
volvieron de sus campañas.
23 de junio:
El rey, aconsejado por su hermano, se reúne con su corte para decidir qué hacer con la Asamblea Nacional,
mientras ésta debía esperar afuera y la sala estaba rodeada de tropas.
En esta reunión Barentin leyó dos comunicados reales: el primero declaraba nulas e inválidas las resoluciones
de la Asamblea Nacional y reservaba para deliberación separada cuestiones relativas a los privilegios e
inmunidades especiales de los dos primeros estados. El segundo esbozaba el programa legislativo del Consejo,
preveía la reforma de las instituciones del Antiguo Régimen, pero la estructura social del antiguo régimen
permanecía.
Los planes del partido de la Corte fracasaron, miles de parisienses invadieron el patio para exigir la
permanencia de Necker en el cargo; los se negaron a obedecer a la orden de fuego; y los delegados del Tercer
Estado se negaron a disolverse y fueron arengados por Mirabeu. El rey se vio obligado a cede, Necker
permaneció en el cargo y la Asamblea Nacional continuó en posesión de su sala y el 27 de junio ordenó a los
remanentes de las otras clases que se unieran a ella.
Las clases profesionales y comerciales comenzaron a imprimir una dirección a los acontecimientos, los
panfletistas y periodistas que rodeaban al duque de Orleáns establecieron su cuartel permanente, el Palais Royal
donde miles de personas recibían consignas y directrices. Los electores del Tercer Estado de París comenzaron a
reunirse regularmente en el Ayuntamiento, cuya misión era designar a los delegados parisienses del Tercer
Estado en Versalles.
El primer órgano proporcionó una dirección positiva al movimiento popular, daba los pasos necesarios,
mediante la agitación pública y la liberalidad en los gastos, para ganarse a las tropas y hacer que renunciaran a
la lealtad a la Corte, mientras el Ayuntamiento trataba de redactar proyectos para una milicia ciudadana.
11 de julio:
Como respuesta a lo anterior, la Corte envió el exilio a Necker y fue sustituido por el barón de Breteuil,
protegido de la reina. Esto fue lo que hizo estallar la rebelión de París.
El día 12, los parisienses fueron al Palais Royal, donde los oradores llamaban a las armas. La capital estaba en
manos del pueblo.
El 13 de julio, los electores de París formaron un comité permanente que actuara como gobierno provisional
de la ciudad y decidieron poner fin al armamento indiscriminado de la población, ya que lo consideraban una
amenaza para la seguridad. Esto les impulsó a organizar una milicia de ciudadanos.
Aún así, la muchedumbre rodeaba el Ayuntamiento exigiendo armas y pólvora. Por lo que el 14 de julio se
dirigieron a la Bastilla, no sólo para apoderarse de las armas que supuestamente allí se encontraban, sino porque
era el símbolo de las tiranías pasadas. Así cayó la Bastilla.
Desde 1792 a 1815 Europa vivió un período continuo de guerras (con breves armisticios) entre Francia y sus
territorios fronterizos contra las potencias coaligadas. Dos clases muy distintas se enfrentaron a lo largo de
aquellos años: poderes y sistemas. Francia como Estado, con sus intereses y aspiraciones, se enfrentaba (o se
aliaba) con otros estados de la misma clase, pero, por otra parte, Francia como revolución convocaba a los
pueblos del mundo para derribar la tiranía y abrazar la libertad, a lo que se oponían fuerzas conservadoras y
reaccionarias. Con el tiempo lo que al principio fue una guerra de defensa de la Revolución paso luego a
“reclamar las fronteras naturales de Francia” y por último paso a ser una guerra entre imperios. Sin embargo, la
doble naturaleza de las guerras como conflictos entre estados y entre sistemas sociales permanecía intacta.
Socialmente sólo EEUU simpatizaba con Francia aunque durante la guerra permaneció neutral. Más que
países Francia tuvo como aliados a algunos partidos y corrientes de opinión dentro de otros estados. En
Inglaterra el jacobinismo hubiera sido sin duda un fenómeno de la mayor importancia política, incluso después
del Terror, si no hubiera chocado con el tradicional prejuicio antifrancés del nacionalismo británico. Así, en
Polonia, la RF causó una profunda impresión. Francia había sido la principal potencia en la que Polonia
esperaba encontrar sostén contra la codicia de Prusia, Rusia y Austria. En Irlanda, el descontento nacional y
agrario daba al jacobinismo una fuerza política muy superior al efectivo apoyo prestado a la ideología
El comienzo
Napoleón nació en Ajaccio, Córcega, en 1769, hijo de un noble genovés, leyó mucho a Rousseau y
comenzó su actividad política en Córcega, de donde fue expulsado posteriormente.
Tuvo la oportunidad de presenciar la humillación de Luis XVI en París y aquel hecho le dejó una huella
perdurable, declarándose luego partidario de Montaña y en contra de la Gironda. Se destacó como capitán de
artillería y luego como brigadier ganándose allí la confianza de Robespierre. En el Termidor, esta amistad lo
envió a la cárcel pero logró liberarse un mes después. En 1793, Barrás lo vio en acción aplastando a los rebeldes
realistas y lo ascendió a General. En 1796 se casó con Josefina de Beauharnais tan sólo una semana después de
recibir el mando del ejército de Italia. Tras el éxito en Italia, su creciente popularidad y la campaña que estaba
desarrollando en Egipto, Sieyes lo eligió para cumplir una función vital en la nueva constitución de Brumario de
1800 (la cual sería aprobada en el plebiscito por 3 millones de votos a favor y 1500 en contra). Luego de arduas
discusiones, quedó designado como Primer Cónsul elegido por un período de 10 años y con un poder superior al
de los demás cónsules (podía nombrar ministros y funcionarios y tenía iniciativa legal).
Ya desde el comienzo Napoleón dio importancia a la policía creando un Ministerio de Policía. Este
ministerio fue de gran utilidad para atacar constantemente el principio de elección local y para acrecentar el
poder del gobierno central. Ello se vio en el nombramiento de prefectos a cargo de todos los departamentos, en
el nombramiento de todos los alcaldes por parte del gobierno y en el arrebato a las autoridades locales de su
capacidad de recaudar impuestos confiándoselo a una autoridad central. Todas estas medidas – las cuales
mostraban una tendencia hacia la recuperación del viejo régimen – fueron atacadas por sus aliados liberales,
generando la ruptura de la alianza.
Capítulos 2 y 3
• La Revolución Industrial no fue una aceleración del crecimiento económico, sino una aceleración
determinada y conseguida por una transformación económica y social (en economía capitalista y a
través de ella)
• Métodos de producción revolucionarios.
• Fue la primera en la historia, pero no partió de cero. Existen fases previas de rápido desarrollo industrial
y tecnológico que, sin embargo, no iniciaron la fase moderna de la historia. Fue precedida por 200 años
de desarrollo económico que echó sus cimientos. A diferencia de Rusia, Inglaterra estaba preparada para
la industrialización)
• Las Revoluciones Industriales que la siguieron pudieron utilizar la experiencia y recursos británicos.
• No se puede explicar sólo en términos ingleses, ya que Inglaterra formaba parte de la “economía
europea” o “economía mundial de los estados marítimos europeos”: red extensa de relaciones
económicas que incluía varias zonas “avanzadas”, áreas de economía “dependiente” como colonias
formales (América) o puntos de comercio y dominio (Oriente) y economías marginales no relacionadas
con Europa.
Importante: Rechazar estos factores como explicaciones simples, exclusivas o primarias no es negarles toda
importancia.
Cap 4:
Los resultados humanos de la Revolución Industrial (1750-1850)
Para Jeremy Bentham y sus seguidores, el objeto de la política era la felicidad. Cualquier pesar del hombre
podía expresarse cuantitativamente (por lo menos en teoría) y también sus pesares. Sumadas las felicidades de
todos los hombres y deducidos los pesares, el gobierno que consiguiera la mayor felicidad para el mayor
número de personas era el mejor. El análisis de los resultados humanos de la R.I. no se ha librado totalmente de
este primitivo enfoque. Aún tendemos a preguntarnos: ¿mejoró o empeoró las condiciones de la gente? Y si fue
así,¿en qué medida?
Esta revolución no fue un simple proceso de adición y sustracción, sino un cambio social fundamental que
transformó la vida de los hombres de forma irreconocible.
Queda claro que hay una relación entre la R.I. como suministradora de comodidades y como transformadora
social.
Clase alta:
La R.I. afectó escasamente (salvo en las mejorías) a la aristocracia y pequeña nobleza. Sus rentas engrosaron
con la demanda de productos de campo, la expansión de las ciudades (cuyo suelo poseían) y de las minas, forjas
y ferrocarriles (situados en sus posesiones). Es probable que a partir de 1830 apuntaran las primeas nubes en el
limpio horizonte de la vida señorial luego de la era dorada que fueron los primeros 50 años de industrialización.
Entre 1815 y la década del 30 se situaron los peores tiempos para la agricultura y a partir de 1830 comenzaron a
tener miramientos con las susceptibilidades de una clase media provinciana, poderosa y combativa.
La Iglesia y las universidades inglesas se dormían en los laureles de sus privilegios y abusos, bien amparados
por sus rentas y sus relaciones con los pares.
A partir de 1830 comenzó a generarse una tensión entre la clase alta y las nacientes clases comerciales. Las
dinastías más antiguas de negociantes se beneficiaron ampliamente del proceso de asimilación, sobre todo los
comerciantes y financieros y de forma específica el comerciante ocupado en el comercio colonial.
Sin embargo la inserción en la oligarquía aristocrática es, por definición, solo asequible a una minoría (en este
caso para una minoría de excepcionalmente ricos o de los negociantes respetables por su tradición).
Clase media:
La gran masa de gente constaba de aquellos que se elevaban desde inicios modestos (aunque rara vez de
estricta pobreza) a la opulencia comercial y la mayor masa constaba de los que, por debajo de ellos, pugnaban
por entrar en las filas de la clase media y escapar de las humildes. Eran demasiado numerosos para ser
absorbidos. Este grupo fue adquiriendo cada vez mayor conciencia como “clase media” y no ya como una “capa
media”. Como tal, exigía derechos y poder. No estaban vinculadas emocionalmente con el antiguo régimen. Las
sencillas máximas del utilitarismo (Bentham) y de la economía liberal les dotó de la guía que necesitaban, y si
Clase baja:
La Revolución Industrial destruyó el mundo y forma de vida del trabajador pobre sin darle nada a cambio.
El trabajo en una sociedad industrial es, en muchos aspectos, completamente distinto al del preindustrial:
1) Está constituido en base a la labor de los proletarios, quienes no tiene otra fuente de ingresos más que el
salario en metálico percibido por su trabajo. El preindustrial lo desempeñaban familias con sus propias
tierras de labor. El único vínculo entre proletario y patrono es el “nexo dinerario”, el servidor o
dependiente preindustrial tenía un vínculo social y humano más complejo con su “dueño”.
2) El trabajo industrial impone una regularidad, una rutina y monotonía completamente distintas de los
ritmos de trabajo preindustrial, los cuales dependían de la variación de las estaciones o el tiempo, deseos
de trabajar, etc.
3) El trabajo de la época industrial se realizaba cada vez con mayor frecuencia en los alrededores de la gran
ciudad. En 1750 sólo dos grandes ciudades tenían mas de 50.000 habitantes: Londres y Edimburgo, en
1801 ya había ocho, en 1851 veintinueve, y de ellas, nueve tenían más de 100.000. Los servicios públicos
no estaban a la altura de la emigración masiva, sobre todo después de 1830, epidemias de fiebre, cólera,
fiebres tifoideas, etc. A partir de 1848,las ciudades comenzaron a dotarse de servicios públicos como
suministro de agua, sanitarios, limpieza de calles, etc. pero en las primeras generaciones de la
industrialización fueron muy escasos en las ciudades británicas.
4) La experiencia, sabiduría, tradición y moralidad preindustriales no proporcionaban una guía adecuada
para el tipo de comportamiento idóneo en una economía capitalista. El trabajador preindustrial respondía
a incentivos materiales, en tanto que deseaba ganar lo necesario para llevar el nivel que vida
correspondiente al nivel social que Dios le había otorgado. Su ignorancia material acerca de cuál era el
mejor modo de vivir en una ciudad o de comer alimentos industriales tan distintos a los preindustriales,
podía hacerlo más pobre de lo “necesario”. Este conflicto entre la “economía moral” del pasado y la
racionalidad económica del presente capitalista era evidente en el ámbito de la seguridad social. La
opinión tradicional era que un hombre tenía derecho a ganarse la vida, y si estaba impedido, derecho a
que su comunidad lo mantuviera. La opinión de los economistas liberales de la clase media era que la
gente debía ocupar los empleos que ofreciera el mercado en cualquier parte y bajos cualquier condición y
que el individuo razonable crearía una reserva para accidentes, enfermedades o vejez. La ley de pobres
de 1834 tenía como objetivo estigmatizar a los fracasos vivientes de la sociedad. Hizo menos elegible el
salario más mísero que la beneficencia y separaba a los hombres de sus mujeres e hijos para castigarlos
por su indigencia y disuadirlos del peligro de generar más pobres. Sin embargo nunca se aplicó en todo su
tenor. Las “sociedades fraternas” eran formas de seguridad racionales. Esta opinión era contrapuesta a la
de la clase obrera, que tomó estas sociedades como comunidades de amigos en un desierto de individuos.
La primera compensación que pagaba una asociación obrera o “sociedad fraterna” era un servicio
funerario. De esta manera, la seguridad social dependía de los esfuerzos de los trabajadores y solía ser
económicamente ineficaz comparada con la situación de la clase media. Cuando dependió de sus
gobernantes, quienes determinaban el grado de asistencia pública, fue motor de degradación y opresión
más que medio de ayuda material.
La R.I. se insertó en la poderosa, extensa y próspera estructura comercial que fue la base del poderío
británico en el siglo XVIII. La Gran Bretaña semiindustrial de los siglos XVII y XVIII preparó y anticipó en
cierto modo la era industrial del XIX. Por ejemplo, la institución fundamental para la defensa de la clase obrera,
la “trade union”, existía desde el siglo XVIII. El grueso de los trabajadores británicos se había adaptado a una
sociedad cambiante que se industrializaba aunque no estuviera revolucionada.
Los artesanos eran los líderes naturales de los trabajadores pobres, los pioneros del radicalismo y más
adelantes de las primeras versiones owenitas del socialismo.
Texto 10: “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (Edward Thompson, Cáp. VI)
La fábrica era el símbolo de las energías sociales que destruían el “verdadero curso de la naturaleza”. Traía
consigo una doble amenaza para el orden establecido. Primero, la amenaza de los dueños de la riqueza,
disfrutaban de una injusta ventaja sobre los terratenientes, en segundo lugar, la amenaza de la población
trabajadora industrial.
La ecuación entre hilandería y nueva sociedad industrial, y la correspondencia entre nuevas formas de
relaciones productivas y sociales era un lugar común entre los observadores de aquellos años, es decir, entre
Texto 11: “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (Edward Thompson, Cáp. VI)
Sistema de congresos: los usaron como mecanismo para mantener la paz. Fracasó porque no pudo
sobrevivir a los años que siguieron a las guerras napoleónicas. El hambre de 1816-1817 y las depresiones
financieras mantuvieron un temor a la revolución social. Después de la vuelta a la estabilidad económica en
1820, las perturbaciones causadas por el reajuste ponía de manifiesto las diferencias entre los intereses de las
potencias.
1820-1830: las insurrecciones en 1820-1822 llevó a que Austria planteara que tales movimientos debían
atajarse inmediata y automáticamente. Las tres monarquías de la Santa Alianza y Francia estaban de acuerdo
con esto, pero Inglaterra no simpatizaba con el absolutismo.
Por esto los ingleses apoyaron la independencia de los estados latinoamericanos, (aparte de los intereses
económicos). En el caso de Grecia, las potencias estaban más divididas. Por distintas razones, Rusia e Inglaterra
apoyaron a Grecia. En 1829 alcanzó su independencia.
Las revoluciones de 1830 destruirían por completo el sistema de congresos, al afectar a una gran potencia:
Francia.
La “cuestión de Oriente” alteraba el equilibrio de fuerzas, porque conspiraba para fortalecer a Rusia, y por
esto, Inglaterra tenía que apoyar a Turquía frente a la expansión rusa. El Imperio turco estaba en condiciones de
enfrentarse a la revolución interna y la fuerza combinada de Rusia y de una desfavorable situación
internacional, pero no era capaz de modernizarse, por ello el apoyo militar y diplomático de Inglaterra evitaría
la influencia rusa y el colapso de Turquía.
La situación favorecía a Rusia, esta buscaba un compromiso, ya que podía lograr sus objetivos militares de
dos formas: la derrota y reparto de Turquía, o un virtual protectorado sobre ésta. En 1833 negocia un tratado con
una Turquía necesitada de un protector.
Austria y Prusia eran muy débiles para amenazar la paz, Rusia tenía limitadas ambiciones territoriales y
nada podía oponerse a sus avances. Solo Francia era una potencia insatisfecha y tenía fuerzas para romper el
orden internacional, pero con la condición de movilizar a las energías revolucionarias del jacobinismo en el
interior y del liberalismo y nacionalismo en el exterior. Pero no era capaz de luchar contra una coalición de dos
Texto 12: “La Europa del Siglo XIX” Goeffrey Bruun, Cáp. I)
Los historiadores liberales acusaron a los estadistas de la Era de la Restauración de planear para el pasado
y no para el futuro de la sociedad europea. Esta acusación desconoce el espíritu y los propósitos del acomodo
que se produjo con la Restauración. Su objeto era restablecer la paz después del cuarto de siglo de arbitrarios
manejos políticos y de guerra casi incesante y decidieron que la seguridad podría alcanzarse mejor invocando
los principios de la inmovilidad política y la permanencia dinástica.
La forma de la historia europea después de 1815 dependió del juego recíproco de tres factores principales:
el ascendiente político de las cuatro potencias victoriosas (Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia), la supremacía
naval de Inglaterra y la mecanización de la industria.
El Concierto de Europa a través del “gobierno mediante conferencias” se rompió cuando Inglaterra se negó a
cooperar en la intervención de las grandes potencias en España (1822). El gobierno Tory en Londres se convirtió en la
esperanza de los liberales del exterior. Al debilitarse el Concierto Europeo, el predominio del poderío naval ingles se
convirtió en una influencia decisiva, especialmente cuando operó contra la alianza conservadora. Ningún Estado que
tuviera costas, o un comercio marítimo o colonias en ultramar podía pasar por alto la presión naval inglesa. La doctrina
Monroe, por ejemplo, se convirtió en la piedra angular de la política exterior de Estados Unidos porque la respaldó el
poderío de la flota inglesa.
La rebelión griega se convirtió en el primer estremecimiento de una erupción política general. La causa
griega conmovió poderosamente a todos los hombres de cultura clásica e impulsos liberales. Un año después del
tratado de Adrianopolis, que garantizó su independencia, corrieron por toda Europa los fuegos revolucionarios
de 1830. La señal para estas insurrecciones populares provino de París. Luis XVIII había mantenido un
satisfactorio equilibrio entre las fuerzas liberales y reaccionarias, sujetándose a una carta constitucional, pero
murió en 1824 dejando en el trono a su intransigente hermano Carlos X. Cuatro días más tarde, París quedó en
manos de una turba insurgente y el rey tuvo que huir.
La revolución de julio provocó una reacción en cadena que encendió rebeliones en Bélgica, Suiza,
Italia, los diversos Estados alemanes y Polonia. Hubo logros liberales en Europa Occidental pero en Europa
central, las rebeliones terminaron ahogadas en sangre y frustración. Después de 1830, Europa quedó dividida en
un campo progresista y otro reaccionario, en un grupo de gobiernos parlamentarios occidentales y una liga de
monarquías autoritarias orientales.
La civilización europea se ha construido con capas y capas de depósitos de cada fase de su historia. La
Antigua Grecia, el Imperio Romano, la Iglesia Católica Romana, tuvieron su turno para acumular herencia,
absorberla y con gran frecuencia transformarla sin perder su esencia. Desde el siglo XVI en adelante, incluso
durante la separación en reinos territoriales y diferentes creencias religiosas, mucha de esta herencia en común
fue transportada y diseminada en el Nuevo Mundo. El doble proceso de cambio interno y diseminación al nuevo
continente no solo continuó en el año 1815, sino desde entonces apresuró su paso.
Europa Medieval heredó de Roma los sistemas legales e instituciones gubernamentales, los cuales
proveyeron de elementos comunes en Italia, Francia y Alemania. Una vez llegado el siglo XVI, la sombra de la
unidad política medieval había sido destruida. La Iglesia Católica Romana, heredera y transmisora de los sueños
medievales, emergió tan tarde como 1815 como fuerza militante y poderosa trascendiendo fronteras estatales.
Roma reclamaba la lealtad de millones de hombres a y mujeres de cada estado Europeo.
La economía de los Estados Europeos estaba basada aún, como en la Edad Media, en la labor de los
campesinos en los campos. Algunos, en el oeste de Europa, estaban liberándose de los servicios feudales, así
como mejorando su situación económica por medio de nuevos métodos en la agricultura. Los campesinos
fueron, como clase, la base de la economía Europea.
Detrás del mapa político existía un sistema de dinastía monárquica que reducía los conflictos entre estados a
rivalidades más simples entre unas pocas grandes familias. Por unos tres siglos antes de 1815, los Borbones de
Francia y los Habsburgo de Austria se habían disputado territorios en España e Italia. Entre estas dos familias,
en muchos puntos unidas por matrimonio, se encontraban los monarcas de los Estados de Europa.
En el nivel cultural también había herencia común, mucha de la cual era muy reciente y francesa. Por siglos,
la cristiandad había asentado una serie de concepciones de justicia, ley y de moralidad pero durante el siglo
XVIII fue el racionalismo, interpretado por los philosophes en Francia como Voltaire, Montesquieu, y los
Enciclopedistas quienes determinaron la actividad intelectual de los países. Muchos déspotas ilustrados
adaptaron escritores y artistas franceses con entusiasmo. Durante el Imperio Napoleónico de 1800-1814, la
legislatura francesa, sus instituciones, métodos administrativos y sistema de peso y medidas se esparcieron a
través del oeste y centro de Europa.
Luego del asentamiento territorial alcanzado en el Congreso de Viena, el mapa político de Europa mostraba
en ciertas áreas mayor simplicidad y mayor unificación de la del mapa moderno. Noruega y Suecia estaban
combinadas en un mismo reino, así como Bélgica y Holanda. Francia, España y Portugal tenían límites más
amplios que los presentes. En el este, la frontera Rusa incluía en su territorio a Finlandia y parte de Polonia.
Toda la Península Balcánica, excepto Montenegro (parte de la ex-Yugoslavia), estaba dominada por el Imperio
Turco. El Imperio Austríaco, comprendía no solo Austria, Hungría y Bohemia, sino también grandes partes de la
Diferencias regionales:
Los eventos entre 1789 y 1815 acentuaron profundamente la diferencia entre los países de la región marítima
del noroeste y el resto de las regiones de Europa. Mientras el resto de Europa continuaba basando su economía
en la agricultura tradicional, los estados marítimos comenzaron a disfrutar las ventajas económicas de una
agricultura más eficiente, producción industrial más extensiva, el uso de mercados globales e inversiones
intercontinentales.
El comercio era todavía interno y doméstico, y la anulación de las barreras internas que Gran Bretaña había
disfrutado en el siglo dieciocho y Francia disfrutaba ahora luego del estímulo de Napoleón al comercio. El
hecho de que Italia y Alemania estuvieran divididos en pequeños estados los ponía en desventaja.
El Sistema Continental impuesto en Europa por Napoleón, combinado con el bloqueo en el impuesto por
Gran Bretaña tendió a destruir el comercio intercontinental. La mayor arte de este comercio estaba
monopolizado por Gran Bretaña, quien tenía la puerta abierta a él gracias a su supremacía naval. La
modernización del sistema financiero francés y el establecimiento del Banco de Francia en 1800 convertirían a
París en un importante rival de Londres y Ámsterdam. Pero en 1815 el Banco de Inglaterra era el más grande
centro de depósito del mundo.
India era para Gran Bretaña un vasto mercado capaz de absorber los bienes que se producían más económica
y eficientemente en las fases tempranas de la revolución industrial (productos de algodón). A cambio, Gran
Bretaña importaba comida y materiales crudos para alimentar a su población en constante crecimiento. Por
medio siglo, este intercambio de manufacturas pro comida era particularmente aprovechable. Francia, al tener la
habilidad de producir lo suficiente para alimentar a toda su población, no debía vender manufacturas a cambio
de comida.
Mientras que las claves para la prosperidad eran tierra fértil y una gran población, Francia era mas fuerte que
Gran Bretaña. Pero en cuanto la prosperidad dependió del acceso a los grandes mercados intercontinentales y a
recursos minerales como carbón y acero, la situación se revertió.
Tratado de Chaumont (Marzo 1814)
Firmado por: Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia.
Se planteó formar una alianza por 20 años para a corto plazo derrotar a Napoleón y a largo plazo evitar el
dominio continental de una nación. Al mes siguiente Napoleón abdicó.
En 1919 se asumía que los estados europeos serían en un futuro democráticos en estructura, y amantes de la
paz como para hacer funcionar a la maquinaria de la Liga de las Naciones. Esta no era un sustituto para el
balance de poder, sino un substituto del mismo. Un sistema de congresos permanente. Entre las principales
razones de su fracaso, se encuentra el hecho de que un gran número de estados cesó de tener una estructura
democrática. El sistema de congresos de 1815 era más realista en este aspecto al no presuponer un grado de
uniformidad y unidad más allá del preexistente. Su poca fortuna se debió casi exclusivamente al propósito de
Metternich de prevenir el cambio.
No hubo interludio de estabilidad real luego de Waterloo y el acuerdo de Viena. El siglo 19 se destinó a estar
plagado de movilidad y revolución.
Texto 14: “La época de las Revoluciones Europeas” (Bergeron, Louis-Furet, Francois, Cáp VII)
La restauración y los acontecimientos subsiguientes
La pregunta que inquieta en la Europa luego de la caída de Napoleón era ¿si la revolución volvería o no?
Los ultrarrealistas y emigrados, cuyo exponente oficial era Talleyrand, eran partidarios de la Restauración.
Esto implicaba el reestablecimiento de una monarquía al estilo del anterior a 1789, posterior a la revolución
inglesa.
A nivel histórico la restauración significaría desconocer la ordenación de la paz posterior a 1815, producto
de la revolución francesa y como respuesta a ella de las fuerzas tradicionales. Entonces el término de
restauración debe tenerse como un término relativo contrario a la revolución en el contexto después 1815.
El congreso de Viena
Aquí se sientan las bases jurídicas y políticas que dominaron Europa por casi un siglo. Las fronteras que aquí
se establecen solo fueron modificadas en dos oportunidades (independencia de Italia y de Alemania en el 59 y
71) y la única guerra importante que tuvo lugar durante su vigencia fue la de Crimea. QUE tuvo lugar bajo
fronteras que habían sido excluidas del tratado. Es decir se alcanzo un equilibrio basado en la política exterior
que logró sobrevivir a cambios de regímenes políticos y desplazamientos de poder. Era una pentarquía cuyos
actores principales eran las cinco potencias, que luego se expandió a Francia.
Pero inclusive bajo estas concesiones había una diferencia clara entre ser potencia y no, dentro del derecho
internacional.
En este período se asocia cada vez mas la diplomacia a los intereses burgueses.
Este tratado fue posible gracias a anteriores tratados que permitieron a las dos grandes potencias poder actuar
con mayor libertad.
Rusia: tenía tratados con Suecia, Turquía, y Persia. Tenía el problema de Polonia y Sajonia y casi lo lleva a la
guerra con Inglaterra, Francia y Austria.
Inglaterra: tenía un acuerdo de paz con estados unidos. Contaba con las colonias francesas, españolas y
holandesas para asegurarse las negociaciones, y había eliminado las flotas españolas, francesas, danesas y
holandesas con lo que contaba con una supremacía marítima absoluta.
También fue de vital importancia que había conseguido Francia. A través del cual si bien se redujo sus
fronteras consiguió sentarse a la mesa de las negociaciones como una potencia más.
En el congreso de Viena solo quedaban por resolver dos cuestiones acerca de los territorios de la Europa
central:
La ordenación territorial y la forma constitucional bajo la cual se ordenarían los territorios.
Las fronteras
Al nordeste y al sudeste se constituyeron dos estados bajo la protección de Gran Bretaña, como potencias
mediadores que servían como barrera contra Francia.
El imperio austriaco amplio hacia el sudeste el antiguo territorio imperial
El desplazamiento de Prusia hacia el oste, como el de Suecia, fue ante todo el resultado de la presión que
Rusia ejercía sobre el centro de Europa.
Suiza consigue un territorio más o menos completo estratégicamente y declara su neutralidad.
Inglaterra contaba con una presencia insular que aseguraba o intentaba asegurarse de que Rusia no se
constituyera como un poder hegemónico.
Era necesario hacer a Europa central tan fuerte que consiguiera frenar toda tentativa de Rusia de tomar el
lugar de la Francia hegemónica, pero que no se constituyera como una hegemonía misma.
Para asegurar el equilibrio internacional era necesario eliminar todo intento nacionalista. Como en Polonia,
Alemania o Italia.
La doctrina Monroe, nace como respuesta a la restauración impuesta por los franceses en España en 1823. Es
una declaración de principios de la política internacional. Los norteamericanos temían que la ola restauradora
cruzara el atlántico y sometiera nuevamente a las colonias a las soberanías hereditarias.
También es una respuesta a la santa alianza con su doctrina de intervención en cualquier lugar.
Constaba de dos ideas principales:
1. Una vez libres las colonias del continente americano, no debían ser puestas bajo una autoridad extranjera.
2. Era también un manifiesto republicano.
Tras el primer enfrentamiento entre estados unidos y Rusia Inglaterra se interpuso y reconoció la independencia
de las colonias españolas, rompiendo de esta manera con la Santa Alianza. Y también expandió su comercio a
las ex colonias.
Texto 15: “La Europa del Siglo XIX” (Geoffrey Bruñí, Cáp. II)
Francia: en la restauración, la derecha y la izquierda se atrincheraron en la oposición y maniobraron para
sacar ventajas, en una tregua que nadie aceptaba como permanente, pero que le permitió al pueblo francés
recuperarse de las guerras.
Carlos X trastornó este compromiso de la restauración al negarse a desempeñar el limitado papel de monarca
constitucional, se inclinó a la derecha. Recurrió al gobierno por ordenanza, disolvió la cámara, redujo el voto,
suspendió la libertad de prensa y decretó una nueva elección. Esta violación de la carta constitucional provocó al
pueblo parisiense a una inmediata insurrección contra la que el rey no pudo luchar y huyó.
Crisis de Julio de 1830: los moderados, reuniendo sus fuerzas, nombraron a Luis Felipe de Orleáns para que
ocupara el trono. Estos políticos burgueses temían las demandas de un proletariado armadao y victorioso, por lo
que maniobraron para adueñarse del poder. Las clases medias reinarían, pero no gobernarían, y estaban
decididos a dominar el nuevo régimen, preservando su mayoría en la cámara de diputados.
Esta revolución fue más que nada una confirmación de la carta constitucional de 1814. Luis Felipe declaó que
no llevaría la revolución a los estado vecinos.
La política exterior de Francia decepcionó a los revolucionarios italianos, alemanes y polacos que habían
organizado revueltas con la esperanza de obtener apoyo francés.
Estados alemanes: hubo agitación contra los príncipes hasta que la contrapresión de los gobiernos de Austria
y Prusia las frenaron.
Italia: las rebeliones de Parma, Mónaco y Roma fueron sofocadas por el ejército austríaco.
Polonia: la insurrección fracasó por las divisiones internas y la falta de ayuda exterior.
España y Portugal: surgieron disputas por la sucesión al trono.
Bélgica: los liberales belgas se rebelaron contra Guillermo I, quien no obtuvo ayuda externa, por lo que
Bélgica se estableció como un Estado independiente.
Inglaterra: los jefes liberales y los voceros de las clases trabajadoras luchaban por reformar el sistema
parlamentario.
En 1831 los Whigs (liberales) obtuvieron la mayoría en la Cámara de los Comunes ante los tory
(conservadores)
Los electores votaron por la reforma, y en junio de 1832 un número suficiente de conservadores recalcitrantes
se abstuvieron de votar, para permitir que la Cámara Alta aprobara la ley.
La Reforma de 1832 reflejó las diferentes metas de los grupos que la habían conseguido: varios pueblos
quedaron sin derecho al voto o perdieron capacidad para votar; las grandes ciudades se dividieron los escaños
sobrantes; se promulgaron leyes para reformar el sufragio. Pero todo esto era una transacción moderada que
decepcionó a los jefes radicales y el sufragio siguió siendo privilegio de unos pocos.
El ascenso de Victoria en 1837 significó un equilibrio de las fuerzas políticas que dio origen a la Paz
Victoriana. Siguió estando el sistema de dos partidos.
En 1833 se promulgó una ley que abreviaba la jornada diaria de trabajo. El partido tory introdujo nuevas
reformas al promulgar la ley de minas (1842) y nuevas leyes sobre las fábricas (1844). El conflicto entre los
motivos económicos y filantrópicos llevaron a la abolición de la esclavitud (1833) y a la reforma de las Leyes de
los pobres (1834).
Cuando las clases trabajadoras vieron que la Ley de Reforma no aumentaba su representación o influencia,
renovaron su agitación. Cuando las Leyes de Asociación (que restringían los sindicatos) fueron derogadas
(1828) surgió el Gran Sindicato Nacional Unido. El gobierno tomó represalias, el sindicato se derrumbó. Los
jefes populares recurrieron a la reforma política y redactaron “la constitución del pueblo” (1838). Ésta estaba
constituida por Los Seis Puntos del Cartismo:
• sufragio universal
• votación secreta
• elecciones anuales
• distritos electorales iguales
• salarios para los miembros del parlamento
• abolición de los requisitos de propiedad para quienes se presentaban a una elección.
El vigor del cartismo fluctuó según las condiciones económicas. Este movimiento fue brutalmente reprimido
pero no consiguió una gran resonancia por la prosperidad Inglesa del momento.
Un miedo a toda innovación política dominada a las cortes conservadoras.
En 1835 los Whigs lograron el Acta de las Corporaciones Municipales que permitió al electorado urbano
dominar el gobierno local en las ciudades industriales.
En 1846 la Liga contra las Leyes de los Granos atacó por injustas a las Leyes de Granos y, Sir Robert Peel,
promulgó una ley para establecer el libre comercio de granos, lo que escindió al partido tory. Esta ley se aprobó
y en consecuencia se derogaron las leyes de navegación.
Prusia: Federico Guillermo IV despertó esperanzas de reforma entre sus súbditos liberales y patrióticos, que
luego fueron aplazadas. Su ideal de gobierno era un despotismo fundado en la persuasión.
Rusia: no existía una clase media influyente, ni una oligarquía mercantil o industrial los suficientemente rica
y poderosa como para luchar por las reformas constitucionales y una asamblea representativa. El zar Nicolás I
resistió a las oleadas revolucionarias contra el absolutismo monárquico.
Estados Unidos: continuada expansión poblacional y territorial.
Tres potencias tenían pretensiones en la vertiente del Pacífico: Rusia, España e Inglaterra. La rivalidad anglo
norteamericana se mitigó en 1818 mediante un acuerdo que fijó el paralelo 49 como límite hasta la altura de las
Montañas Rocosas. A partir de ahí, hasta el paralelo 42, se dejaba abierta una ocupación conjunta.
El experimento democrático tuvo éxito.
América Latina: a la realización de la independencia no había acompañado la formación de una unión
federal. El militarismo y el clericalismo siguieron siendo fuerzas constantes en la política de los estados. Esto
los aisló del mundo y a unos de otros.
Europa es el corazón del mundo este período debido al desarrollo tecnológico, político, y la cantidad de
población. Hacia mediados del siglo XIX Europa esta en su apogeo de dominación mundial.
La gran mayoría de la población europea son prisioneros del Antiguo Régimen que, una vez asegurada,
mejor que en otras partes, la satisfacción de sus necesidades elementales restringe estrictamente sus recursos y
limita no menos estrictamente su margen de libertad personal, su horizonte y sus esperanzas.
La gran mayoría de la población europea vive el campo (incluso en Inglaterra), el cual no sólo es él que
provee mayor fuentes de trabajo sino que también proporcionan el principal medio de subsistencia al europeo.
Debido a la “revolución agrícola” que se extiende multiplicando los cultivos, la abundancia alimenticia es
estructural mientras que la carestía es coyuntural.
El paisaje social de los campos europeos muestra, en efecto, tanto como su nivel de desarrollo técnico y
económico, una fuerte y arraigada persistencia de las antiguas estructuras y de las viejas autoridades. Los rasgos
de desigualdad y subordinación surgen con mucho más vigor. El conjunto de transformaciones que acompañan
en Inglaterra al antiguo movimiento de los enclosures y, más recientemente, a la “revolución agraria” conducen
a un verdadero acaparamiento de las tierras por las grandes familias. Los dueños de las nuevas fortunas, nacidas
del capitalismo comercial o industrial, se apresuran también a establecerse y a invertir en tierras, lo que, en
unión de otros mecanismos unificadores, como el de la educación, tiende a ligar estrechamente a los hijos de los
terratenientes y de los hombres de negocios en una clase homogénea de propietarios. A un nivel inferior, los
colonos, a menudo ricos, y el proletariado de obreros y jornaleros agrícolas, acaban de dar a esta sociedad rural
el clásico rostro n el que se inspiran las teorías de los economistas liberales para distribuir el “Valor” en tres
elementos: la tierra, el capital y el trabajo, llamados cada uno a recibir su remuneración bajo la triple forma de
la renta de la tierra, el beneficio y el salario. En el resto de Europa occidental, igualmente en proporciones
diversas, gran parte de la tierra permanece en manos de la nobleza terrateniente, de vieja estirpe o de extracción
burguesa reciente, mientras a menudo se ven reducidas a una difícil situación las capas populares.
La renta del suelo, cargada de significación económica, pues es el tipo de renta dominante de las clases
propietarias, confiere a aquellos que la reciben mucho más que un beneficio económico. La renta de la tierra
clasifica, cualifica; a ella están ligados los derechos políticos. En el seno de sistemas institucional diferentes, el
puesto reservado a los propietarios en las cámaras censatarias de Europa occidental, el monopolio que ejercejen
sobre el self-government local de los condados británicos, su peso en las Stände de Estados y provincias en
Alemania, o en los Estados de los Habsburgo, su papel en el aparato burocrático o militar de Prusia o del
Piamonte, son otras tantas muestras significativas.
La esperanza (por parte de la burguesía) de tener un lugar entre los ocupantes, los beneficiarios y, si es
posible entre los propietarios de bienes raíces, proporciona a las aspiraciones democráticas, alas utopías
igualitarias y, en otra forma, a un cierto socialismo de la época, uno de sus temas y mitos más importantes. En
Inglaterra se expresa esto se expresa en el programa de la tierra (Land Schene) de O´Connor; es la consigna
cartista Back to the Land, entre los obreros franceses en el espejismo de una liberación de la Republica de los
Paisanos.
El inmovilismo, o la lenta de una economía rural, o de una sociedad agraria, de una mentalidad que
conserva el suficiente apego y respeto a los valores de la continuidad, de estabilidad, de tradición para que hasta
las revueltas lleven su marca, constituyen el soporte de todo un orden establecido, que tiene también
dimensiones políticas. La monarquía legítima es el régimen que mejor lo expresa. El estado monárquico se ha
convertido más que nunca en el derecho común de Europa. La obediencia a los reyes, la lealtad de los súbditos
es requerida en todas partes en nombre de un principio de legitimidad que ha dado diversos matices, unas veces
más teocrática (el derecho divino en su forma pura), y otras más sensible a la costumbre, al lastre del pasado (el
derecho histórico).
Sin embargo, puede decirse que en contra de las esperanzas de los inspiradores y autores de la
Restauración europea de 1815, la evolución progresa en el sentido de un retroceso del absolutismo. Pero, por
una parte, ello altera poco todavía el fundamento teórico de la soberanía. Lo importante al respecto no es tanto
el carácter censatario del cuerpo electoral llamado a designa a los diputados de los municipios, o de la Cámara
francesa, como la concepción del derecho de voto en cuanto función vinculada a la capacidad, y no en cuanto
atributo del hombre o del ciudadano “en general”. Más revelador es este bicameralismo que expresa, bajo
El proceso de trabajo
El uso de la fuerza de trabajo es el trabajo mismo. El comprador la consume haciendo trabajar a su vendedor.
Éste se convierte así en fuerza de trabajo en acción, en obrero, lo que antes sólo era en potencia. Para
materializar su trabajo en mercancías, tiene, ante todo, que materializarlo en valores de uso, en objetos aptos
para la satisfacción de necesidades de cualquier clase. Por tanto, lo que el capitalista hace que el obrero es un
determinado valor de uso, un artículo determinado. La producción de valores de uso u objetos útiles no cambia
El proceso de valorización
El capitalista es dueño de un valor de uso (hilado, botas, etc) pero en la producción de mercancías dicho
capitalista transforma el valor de uso en valor de cambio cuyo valor cubra y rebase la suma de los valores
invertidos en su producción. Y así como la mercancía es una unidad de valor de uso y valor, su proceso de
producción tiene que englobar necesariamente dos cosas: un proceso de producción y un proceso de
valorización.
Antes de analizar el proceso partiremos de estas premisas: el valor de uso de los bienes intermedios, la
fuerza de trabajo y materias primas están incorporados al producto final, al valor le es totalmente indiferente en
Texto 19: “Manifiesto del Partido Comunista” (Karl Marx, Federico Engels Págs. 33-64)
Opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante; lucha que terminó siempre
con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.
En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa división de la sociedad
en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales.
La moderna sociedad burguesa que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las
contradicciones de clase. Nuestra época, la de la burguesía se distingue sin embargo por haber simplificado las
contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes campos enemigos, en
dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.
La organización feudal de la industria ya no podía satisfacer la demanda que crecía con la apertura de
nuevos mercados. Vino a ocupar se puesto la manufactura. La clase media industrial suplantó a los maestros de
los gremios. La división de trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció ante la división de trabajo en
el seno del mismo taller. Los mercados crecían sin cesar, la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba
tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron la producción industrial. La gran industria
moderna sustituyó a la manufactura y surgieron los burgueses modernos.
La burguesía moderna es por si misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones
en el modo de producción y de cambio.
Todas las sociedades anteriores han descansado en el antagonismo entre clases opresoras y promidad. Mas
para oprimir a una clase es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su
existencia de esclavitud. El siervo, en pleno régimen de servidumbre, llegó a ser miembro de la comuna, lo
mismo que el pequeño burgués llegó a elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. El
obrero moderno, lejos de elevarse por el progreso de la industria, desciende siempre más y más por
debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El burgués no es capaz de dominar, porque no es
capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve
obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él.
Proletarios y comunistas:
Los comunistas solo se distinguen de los demás partidos proletarios en que por una parte, en las diferentes
luchas nacionales de los proletarios destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado,
independientemente de la nacionalidad. Su objetivo inmediato es el mismo que el de todos los demás
proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa. Conquista del
Poder política pro el proletariado.
El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la
propiedad burguesa. Pero la propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada
expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, la
explotación delos unos por los otros. En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta
fórmula: abolición de la propiedad privada.
El capital es un producto colectivo, no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta
de muchos miembros de la sociedad, y , en último término, solo por la actividad conjunta de todos los
miembros de la sociedad. El capital no es, pues, una fuerza personal, es una fuerza social.
Lo que el obrero asalariado se apropia por su actividad es lo que necesita para la mera reproducción de su
vida. No queremos abolir esta apropiación personal de los productos del trabajo, esa apropiación no deja ningún
beneficio que pueda dar un poder sobre el trabajo del otro.
En la sociedad burguesa, en trabajo viviente no es más que un medio de incrementar el trabajo acumulado,
en la sociedad comunista, el trabajo acumulado no es más que un medio de ampliar, enriquecer y hacer más
fácil la vida de los trabajadores.
En la sociedad burguesa, la propiedad privada está abolida para nueve décimas partes de sus
miembros.
El comunismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los productos sociales; no quita más que el
poder de sojuzgar el trabajo ajeno por medio de esa apropiación.
La familia, plenamente desarrollados, no existe más que para la burguesía; pero encuentra su complemente
en la supresión forzosa de toda la familia pata el proletariado y en la prostitución pública.
Los obreros no tienen patria, no se les puede arrebatar lo que no poseen. El proletariado debe conquistar el
poder político, elevarse a la condición de clase nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.
El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la
democracia.
En los países más avanzados podrán ser puestas en práctica casi en todas partes las siguientes medidas:
1. Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta para los gastos del Estado.
2. Fuerte impuesto progresivo
3. Abolición del derecho de herencia
4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del estado y
monopolio exclusivo.
6. Estatización de los medios de transporte
7. Multiplicación de las empresas fabriles estatales
8. Obligación de trabajar para todos
9. Combinación de la agricultura y la industria para desaparecer contraste entre ciudad y campo.
10. Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición de trabajo infantil.
La sociedad económica de la primera mitad del siglo XIX se muestra atormentada por una contradicción:
globalmente se enriquece, tanto el valor de la producción agrícola como el de la producción industrial, mientras
que los salarios bajan y la mayoría de la población se empobrece. Además, se trata de una realidad
internacional.
El antagonismo entre pobres y ricos no es ninguna novedad, ha sido el tema de infinidad de proclamas a través
de los siglos. Pero por primera vez se plantea el problema de la máquina y del hombre, de las riquezas
materiales en rápida expansión y de unos ingresos obreros en acelerado decrecimiento. La miseria crece
paralelamente a la concentración capitalista, que se trata de un empobrecimiento de un carácter completamente
nuevo, sin relación alguna con el de los períodos precedentes. Todos condenan al liberalismo sin límites y
llaman la atención sobre la necesidad de una legislación social.
Las condiciones se los obreros textiles, diseminados por los pueblos, casi siempre es más penosa que la de los
demás artesanos que continúan perpetrando las mejores tradiciones del trabajo artesano formando una elite
obrera.
El economista liberal L. A. Blanqui observa en 1848: “la industria se organiza en fábricas inmensas donde los
obreros se amontonan por centenares donde su trabajo, sometido al imperativo de las máquinas, se ve expuesto
como ellas a todas las viscitudes de la oferta y de la demanda.”
La baja general de los precios provoca por todas partes de misma reacción de la clase patronal: comprimir los
gastos de producción y el salario.
Se conforma en este período la clase de trabajadores, consideradas en muchos casos como “clases peligrosas”:
proletarios que en muchos casos nacen sin familia, viven no se sabe de qué modo y envejecen y mueren
precozmente sin el auxilio de la religión. Si se rebelan, se los tildará rápidamente de “nuevos bárbaros”.
La libertad económica, desacreditada pro la utilización que hacían de ellas sus principales propagandistas, se
convierte en el centro de innumerables críticas que, por otra parte, alcanzan todo el régimen social basado en la
libertad individual. Por oposición se desarrollan corrientes de ideas que exigen una organización racional de la
sociedad.
Voluntarismo, espiritualismo y reformismo constituyen los rasgos comunes de todos esos socialistas idealistas,
lo que les hace ganarse el calificativo “utópicos” que les adjudican sus adversarios. Estos autores no coinciden
completamente en la forma ideal de organización de la sociedad, en particular en torno al papel del estado en la
vida económica, lo que conduce a unos hacia el productivismo, a otros hacia el asociacionismo y a otros hacia
el planteo anarquista.
Conde de Saint Simon: Conservó la idea de codificar el conjunto de las ciencias exactas en una vasta
enciclopedia que sería el prefacio de una ciencia social “positiva”. Al partido “internacional” (nobles, clérigos,
propietarios, ociosos) opone el “nacional” o industrial
(agricultores, artesanos, manufactureros, sabios). Al gobierno de los hombres debe suceder, en su opinión, la
administración de las cosas realizada por un sistema de 3 cámaras tecnocráticas. A los poderes deben suceder las
“capacidades”. Su religión, sin milagros, sin creencia en lo sobrenatural, tendrá, sin embargo, a imagen del
catolicismo, su culto, su dogma, y en ella se incluye la exigencia suprema de la vida social: la mejora, lo más
rápidamente posible, de los infortunios de la clase más pobre.
Charles Fourier:
Recurrió solo a la idea de asociación para construir un mundo paradisíaco y bucólico, al que, lejos de las
fábricas y de las locomotoras saint-simoniananas. La sociedad fourierista conservará pues, un carácter agrícola
y artesanal. Pero si el “orden societario” interesa tan fuertemente a Fourier, es porque la organización de las
células económicas regeneradas le parece que facilita la supresión del Estado. No existe el menor mecanismo de
gobierno, sino simplemente una administración económica, constituida por el areópago de los jefes de las series,
que no cuentan con más autoridad que la de opinión, sin limitar los intereses del grupo, y por ello lo
suficientemente fuerte como para sustituir el poder gubernamental.
Proudhon:
“La propiedad es un robo”. Es muy hostil a todas las autoridades, al Estado, la Iglesia y a las grandes
fábricas. Espera a que llegue el momento en que el taller sustituya al Estado y se establezca la anarquía. Se
opuso violentamente a Marx. Expresaba, en el siglo de la gran industria, la actitud anacrónica de la clase
artesanal.
A la campaña en factor de la asociación que pusieron de moda los saint-simonistas, se sumaron diversos
socialistas de tendencia religiosa, como Pierre Leroux o el doctor Buchez o Constantin Pecqueur. Al parecer,
estos autores no han comprendido la parte que debía corresponder al Estado en la emancipación de la sociedad;
no vieron que sólo su intervención podía resolver determinados problemas que planteaba la formación del
proletariado.
Villeneuve-Bargemont:
“El principio de la intervención de los gobiernos nos parece que lo exige tanto la religión como la política.
Idénticas conclusiones se encuentran en la obra de A. Buret.
En vísperas de la Revolución de 1848 está cada vez más admitido en los medios socialistas que el Estado es
una “máquina de progreso” que aporta a los hombres las condiciones de su perfeccionamiento.
Al socialismo asociacionista lo sucede el socialismo autoritario de Louis Blanc, quien reconoce que es el
Estado a quien corresponde la realización de la libertad. La emancipación del proletariado no podrá realizarse
mediante una serie de esfuerzos parciales y de intentos sino gracias a la “omnipotencia del Estado”. Blanc
dedicó los préstamos necesarios para los “talleres nacionales”, especie de cooperativas obreras de producción
que, agrupando a los obreros d eun mismo oficio, excluirán a la competencia y acabarán, tras un período de
transición, por demostrar su superioridad sobre las empresas capitalistas. Su socialismo continuó apegado a la
noción de libertad individual, a la filosofía de los DDHH. La verdadera libertad reclama en el momento
Owen: Asociacionista. Convencido de que la sociedad puede reformarse a partir de una comunidad ejemplar.
Thompson: Insiste sobre todo en la idea de que, al ser el trabajo la única medida del valor, el obrero tiene un
derecho absoluto al producto de su trabajo. Encuentra el remedio en las cooperativas de producción. Tanto
Owen como Thompson eran capaces de realizar una crítica eficaz a la sociedad, pero su aislamiento en relación
al movimiento de masas los llevaba a buscar una solución en términos de razón pura. El verdadero pensamiento
social lo crearon los ingleses a través de la propia acción obrera.
2 vías esenciales de penetración de las ideas socialistas en Alemania: la influencia de los escritos utópicos de
los franceses y de los ingleses y la interpretación en un sentido social del hegelianismo de izquierda.
Feuerbach: socialismo humanista. Según él, el hombre al crear a su imagen un Dios que no tiene existencia
propia, exterioriza y aliena en él las más altas cualidades de la especie humana y al hacerlo se empobrece,
convirtiéndose en un ser egoísta, aislado de la vida colectiva. De este modo, de la crítica de la religión se
desprendía una filosofía social que tendía a combatir el individualismo egoísta de la sociedad y presentar el
amor colectivo de la humanidad como un imperativo sociológico.
Socialismo verdadero: pretendía restituir a la naturaleza del hombre su verdadera significación altruista. En
la mayoría de los casos fue una concepción puramente ideológica que condenaba como estéril toda actividad
política y dirigía sus ataques contra el liberalismo.
Marx: Tendría que pasar, antes de 1848, por la crítica del conjunto de los movimientos de su tiempo para
llegar a la formulación del materialismo histórico. De aquí su crítica al hegelianismo de izquierda demasiado
propenso en su opinión, de Feuerbach, que veía la humanidad al margen de su evolución histórica y de Hess,
cuyo comunismo que divagaba sobre la esencia humana era utópico y abstracto. Demostró en sus obras la
necesidad de la alianza entre la filosofía socialista y el proletariado obrero. Intentó demostrar que la revolución
social solo puede ser realizada por el proletariado. Rechazó el reformismo y el socialismo de Estado, lo mismo
que el comunismo apolítico de los blanquistas, quienes se contentaban con golpes contra el aparato estatal.
Establece la primacía de la historia, no ya de la idea, sino de la realidad: de las contradicciones económicas y
los antagonismos de clases.
En el Manifiesto Comunista desarrolla, partiendo de la tesis del materialismo histórico, la teoría de la lucha
de clases, dela concentración de capital y de la catástrofe final necesaria. Demostraba que si la burguesía había
desempeñado en el pasado un papel revolucionario, su misión histórica había terminado, por lo que en el mundo
presente la única clase revolucionaria era el proletariado. Invitaba a los proletarios de todos los países a unirse
con vistas a una revolución cuya llegada anunciaba como inminente.
Su pensamiento era desconocido en Alemania cuando estalló la revolución de 1848.
Movimiento obrero1815-1848:
El movimiento obrero inglés aventaja a los movimientos del continente pero pese a la intensa agitación que
sostuvo, no logró establecer el menor vínculo entre la idea sindical y la revolucionaria. Hasta 1817 el luddismo
siguió siendo la fuerza primitiva de la lucha social. No se puede hablar todavía de un movimiento autónomo, el