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INTRODUCCIÓN
La evaluación debe ser un proceso y una guía que pueda proporcionar ayuda para comprender
los aspectos positivos y negativos en la adquisición de conocimientos de los educandos. Para
hacer la evaluación una fuente dinamizadora y rectificadora del proceso educativo, ésta se
debe utilizar no solo para determinar las competencias logradas por el alumno, sino para
diagnosticar las potencialidades de cada estudiante, y para verificar el desarrollo del proceso
de aprendizaje.
Por ello, la evaluación formativa de los aprendizajes de los alumnos es una estrategia
además de obligatoria, totalmente eficaz en la comprobación de la adquisición de los
conocimientos. De tal manera, y en virtud a las dificultades que presentan los estudiantes en
materias como matemáticas, física y química, entre otras, es necesario tomar la evaluación
formativa como una estrategia adicional a las utilizadas usualmente por el docente, con la
finalidad de lograr en el alumno la visualización de su propio proceso y una actitud positiva
hacia posibilidad de constatar algún error cometido, para que éste sea visto como una
oportunidad para reflexionar sobre su actuación y de esta manera ir mejorando su desempeño
académico.
Asimismo, tal como sostiene Brosseau (1991), se observa en los docentes conductas
características, si los alumnos fracasan el docente tiende a proveer una "nueva oportunidad"
(plantea un problema "igual al viejo") y, en consecuencia, la solución se obtiene por la
repetición y no por la comprensión, y el docente debe estar consciente que el proceso didáctico
sufre también de "envejecimiento" que se observa en la repetición de los mismos
procedimientos didácticos y que éstos no tienen el mismo efecto. El mismo autor observa que
en aquellos procesos donde el docente interviene menos hay menor fracaso y "menos
envejecimiento" .
En este sentido, el alumno cuando estudia matemática, debe participar en forma activa
(concreta y mentalmente), en el descubrimientos de conceptos tal como si él los creara por
primera vez, como si fuese el inventor o descubridor, tópico que es desarrollado por los
docentes en forma algorítmica; el alumno aplica la fórmula repitiendo ejercicios dados y no
adquiere un aprendizaje perdurable y significativo; y lo que es peor aún, en muchos casos no
son solamente operaciones aritméticas sino procesos consistentes en una serie de sub-
operaciones jerarquizadas, consecutivas. Si el estudiante no desarrolla una visión
globalizadora de la acción (cosmovisión), se pierde en el laberinto de las operaciones
particulares y deviene el fracaso.
Este tipo de evaluación se puede llevar a la práctica durante el desarrollo del proceso
educativo, con la finalidad de determinar el progreso del alumno, detectar las dificultades y
reorientar su aprendizaje. En consecuencia, la evaluación formativa se debe presentar como
una alternativa para alcanzar el mejoramiento escolar de los alumnos y lograr cambios
conductuales duraderos y positivos en ellos hacia la asignatura y, por ende, hacia el proceso
educativo en general ya que la meta que se persigue es una formación integral.
La evaluación formativa sirve como base para el proceso de toma de decisiones respecto a las
opciones y acciones que se van presentando conforme avanza el proceso de enseñanza
aprendizaje. Es por ello que las funciones de la evaluación formativa se presentan en dos
grupos:
{ Funciones Académicas:
{ Funciones Administrativas:
Se puede cumplir con la evaluación continua y formativa siempre que el docente tenga
información de la marcha en todos y cada uno de los aprendizajes y ello puede efectuarse por
medio de varios procedimientos, según la naturaleza del mismo; Lo determinante es que se
conozca la situación completa del alumnado en los aprendizajes, Camperos (1984). Por otro
lado el docente debe ayudar a sus alumnos, guiarlos para que ellos puedan ir tan lejos como le
sea posible en su crecimiento y realización integral.
En una investigación realizada por Abraina (1995), sobre evaluación formativa cuyo objetivo
principal era determinar si dicha evaluación ayuda a los alumnos a aprender, concluyó de
manera satisfactoria que la evaluación después de ser un foco de gran número de conflictos,
desaliente y sinsabores para alumnos, padres y profesores; ahora se entiende como cualquier
otro componente del proceso didáctico, siendo su objetivo, por tanto, la formación integral de
los alumnos y proporcionar un ambiente de ayuda y de perfeccionamiento constante del
aprendizaje.
Asimismo, un trabajo realizado por Rodríguez (1995), afirma que no puede haber evaluación
sumativa (calificadora y de salida) si antes no está precedida de una evaluación formativa (de
proceso y de realimentación de aprendizaje). Todo proceso debe partir de una evaluación
diagnóstica que permite determinar las condiciones en las que el alumno se introduce al
programa. Así, el docente tendrá insumos suficientes para seleccionar sus estrategias agregar
contenidos y abreviar otros. Además, la evaluación ha de ser multidireccional a través de sus
vías complementarias; la auto evaluación, coevaluación y evaluación externa.
Por otro lado Armando (1999), destaca en su trabajo el papel de la evaluación como la
comprobación de los resultados del proceso educativo, pero que no debe quedarse únicamente
en los resultados sino que debe comprobarse globalmente en todo el proceso para llevar a
cabo las correcciones necesarias basadas en la disponibilidad permanente de información
acerca del alumno en su proceso de aprendizaje y con el fin de intervenir, en caso necesario, o
de constatar los logros y avances que va confiriendo.
Por tal motivo la evaluación dentro de esta dinámica constructivista debe significar un
cambio en el: “qué”, “para qué”, “cuándo”, y “cómo evaluar”.
En el “para qué evaluar”, se debe considerar y atender aquellas condiciones que interfiere
en el aprendizaje, para facilitar nuevas construcciones, realimentar, reorientar y mejorar los
procesos de enseñanza y aprendizaje referente a los números reales.
El “cuándo evaluar”, está referido a todo momento de la interacción constructiva, o cada vez
que el docente lo considere conveniente. El “cómo evaluar”, los números reales sugiere que la
evaluación se realice en forma sistemática, a través de actividades de evaluación diagnóstica,
formativa y sumativa. (UNIVERSIDAD DE CARABOBO, 1999).
De tal manera que los docentes deben promover la participación de los alumnos mediante
la autoevaluación y la coevaluación, con el propósito de desarrollar la crítica y la autocrítica
constructiva, darle oportunidades para que los alumnos expresen libremente sus intereses y
sentimientos, den y acepten opiniones y defiendan sus puntos de vistas. La autoevaluación es
un proceso de valoración que realiza el alumno de su propia actuación, lo que permite
identificar sus posibilidades, limitaciones y cambios necesarios para mejorar su aprendizaje, la
coevaluación es un proceso de valoración recíproca que realizan los alumnos sobre la
actuación del grupo y de cada uno de ellos, atendiendo ciertos criterios o puntos de referencias
establecidos por consenso.
En los últimos años muchos autores han coincidido en que la evaluación de los aprendizaje se
refiere a las formas que se utilizan para determinar logros de aprendizajes producidos por el
proceso de instrucción. Estos logros son evidencias en conductas observables en los alumnos,
por la adquisición de ciertos conocimientos, destrezas, habilidades y actitudes específicas. En
las distintas corrientes ha existido un común interés por los productos observables del
aprendizaje, descuidando los procesos mentales de elaboración o construcción que dan origen
a esas conductas.
El impacto del constructivismo en la concepción de la matemática también ha llevado
cambios en los planteamientos de cómo evaluar en matemática. Estos planteamientos reflejan
un cambio de paradigma que implican una aproximación distinta a la comprensión de la
naturaleza de la matemática, de la enseñanza y del aprendizaje de la matemática, es
importante que el docente centralice la actividad evaluativa durante todo el proceso de
construcción que realizan los alumnos. Esto lo puede hacer mediante la consideración de los
aspectos tales como: la naturaleza de los conocimientos previos, tipos de estrategias cognitivas
y metacognitivas que utiliza (superficial, estratégico o profundo), capacidades generales
involucradas, motivación que persigue, expectativas que se plantea y otros.
Se pueden utilizar varias técnicas y procedimientos para obtener información valiosa sobre
las operaciones involucradas en el proceso de construcción del conocimiento escolar. Es
importante destacar, que además de las acciones constructivas de los alumnos, el docente
también representa un papel fundamental y decisivo para explicar el proceso de construcción;
debido a las actividades que utiliza para la planificación de la enseñanza e inclusive en la
evaluación. La retroalimentación es una función que debe estar presente para reforzar la
formación, tanto del alumno como del docente. La retroalimentación, en el docente, favorece
su autoestima, su capacidad de relacionarse con los alumnos, en las expectativas de su
eficacia, entre otros. Al alumno, le ayuda a informarse sobre el valor y el grado de éxito de su
ejecución, son mensajes que le permiten mejorar sobre todo su aprendizaje y expectativas. Es
importante entender que en la medida de lo posible, la información evaluativa no debe ser
presentada públicamente, porque el mal manejo de ella puede repercutir negativamente en los
distintos aspectos de la personalidad (expectativas, atribuciones, autoestima, autoeficacia,
autoconcepto, entre otros).
T El uso del tiempo, para que una evaluación sea apropiada, es necesario
ofrecer una situación congruente con las condiciones planteadas por el objetivo
y el tiempo necesario, dentro de los límites de la clase.
Se debe contar con unos principio de la evaluación formativa en matemática, que estén
centrados en las estructuras conceptuales matemáticas. Como docentes se tienen que hacer
consciente de ello, para así poder apoyar y promover el aprendizaje de la matemática de los
estudiantes desde temprana edad. Si no se hace esto se corre el gran riesgo de no apoyar a
los alumnos en desarrollar competencias como las que señala el programa de matemática de
Primer Grado del CBN, cuando dice que el niño “obtiene resultado de un problema por simple
reflexión, por “darse cuenta”, con varias soluciones, con soluciones cualitativas” o “intercambia
opiniones sobre la honestidad en situaciones en las cuales se maneja la moneda”(p.141).
La evaluación del aprendizaje matemático de los estudiantes supone algo más que medir
cuánta información poseen, también supone evaluar tanto cuanto se refiere a la capacidad y
disposición que tenga a utilizar, aplicar y comunicar dicha información. La evaluación deberá
permitir al docente tener una base confiable para conocer hasta qué puntos los alumnos han
integrado la información y le han dado sentido, si pueden o no aplicarla a situaciones que
requieran razonamiento y pensamiento creativo, y si puede o no utilizar la matemática para
utilizar sus ideas. Conjuntamente, la evaluación debe valorar la disposición de los estudiantes
hacia la matemática, en especial la confianza que tienen en el uso de la matemática y hasta
que punto valoran la utilidad de la misma.
BIBLIOGRAFÍA
Brousseau, G. (1990). ¿Qué pueden aportar a los enseñantes los diferentes enfoques de
la didácticas de las matemáticas? (Segunda parte).
Autor:
Fred González, Julio 2005
fredgonzalez27@hotmail.com
e-mail: cirilotampa@hotmail.com
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
Valencia. Venezuelka