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Cómo detectar el abuso sexual

infantil
El abuso sexual infantil existe y es más frecuente de lo que se quiere
reconocer. Pero, si no hay evidencias físicas, probarlo no es fácil. Sobre
todo porque, en general, sólo se cuenta con la palabra de las víctimas,
desvalorizada en un mundo de adultos. Las pericias técnicas, que
sustentan las decisiones judiciales, demandan no sólo una sólida
formación en la materia sino también una capacidad de observación e
interpretación libre de prejuicios y comprometida con la protección que
merecen los más chicos, siempre vulnerables al poder de los mayores y
más aún si el abuso ocurre al interior de las familias. En las Jornadas de
Intercambio Interdisciplinario sobre abuso sexual a niños, niñas y
adolescentes, que se están realizando en el Palacio Legislativo a iniciativa
de la Bancada Bicameral Femenina, la licenciada en Psicología Sandra
Baita, a partir de su experiencia de 15 años de trabajo, brindó
herramientas a operadores de la Justicia y sociales.

ISABEL VILLAR

l relato de los niños, niñas y adolescentes. Informes Periciales" fue el


título de la exposición de Sandra Baita, docente responsable del
Curso de abordaje interdisciplinario en abuso sexual e infantil de la
carrera de Especialización en violencia doméstica y secretaria de
posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de
Buenos Aires, Argentina.

Con sentido didáctico y apoyado en ejemplos de su propia


experiencia, la experta desarrolló un aspecto crucial para el abordaje
del abuso sexual infantil y adolescente, como es la detección del
problema, con todas las dificultades que ello supone.

Convencida de que nunca está de más repasar los conceptos


básicos de los que se parte, Baita definió el abuso sexual
como "todos los actos o todas las conductas sexuales que un
adulto impone a un niño o una niña, desde un lugar de
autoridad, de dependencia del niño respecto del adulto",
incluyendo el aspecto emocional de esta última que, cuando
el abuso se actúa dentro de la familia, aumenta el grado de
vulnerabilidad de las víctimas. Recordó, asimismo, que niñas
y niños de corta edad carecen de la madurez necesaria para
comprender la conducta en la que se los está involucrando, lo
que descarta la posibilidad de que puedan aceptar libremente
estar inmersos en la situación.

UNA CARRERA DE OBSTACULOS

Para Baita, detectar el abuso sexual es como una carrera de


obstáculos. "No hay una cantidad de indicadores psicológicos que
muestren que, por ejemplo, si se cumplen cinco criterios, entonces
estamos frente a una situación de abuso sexual infantil", aseguró,
descartando simplificaciones.

La presencia de determinados síntomas -trastornos del sueño o en la


alimentación, resistencia a regresar al hogar o fugas del mismo, entre
ellos- pueden también obedecer a otras razones, pero la docente
prefiere no desestimarlos en ningún caso. Su propuesta es "
interactuar con la criatura a efectos de componer una suerte de
rompecabezas. Aún en situaciones en las que lo que me plantean no
cierra, antes de concluir que es poco probable, poco viable o insólito
que pase, debo avanzar un poco más. Por cualquier razón que sea,
ese chico se encuentra en una situación de riesgo y debemos ver de
qué riesgo estamos hablando".

Un indicador bastante específico de abuso sexual es, a su


juicio, el conocimiento sexual no acorde a la edad. No
obstante, eso no excusa de investigar quién se lo enseñó,
dónde lo aprendió o dónde lo vio.

Lo que Baita afirma con absoluta certeza es que "los niños,


especialmente cuando son muy chiquitos, por su propio desarrollo
evolutivo y por lo que corresponde al conocimiento que una criatura
debe tener sobre la sexualidad, no saben que existe la penetración
pene-vagina o la eyaculación". El ejemplo prototípico es que hablan
de "pis blanco", porque al no conocerlo no lo pueden nombrar como
semen y para ellos lo único que puede salir del miembro masculino es
pis.

DE LA SOSPECHA AL DEVELAMIENTO

Baita distingue entre la sospecha y el devela miento del abuso. Se


sospecha cuando hay una serie de indicios, y supone un trabajo de
investigación mucho mayor, que también pasa por conocer el contexto
familiar. El devela miento es la revelación del abuso sexual a través de
un relato -que seguramente no será "como un cuento" sino que
aparecerá de golpe y de manera fragmentaria- o a través de una
conducta explícita. "La sospecha es siempre externa al niño
-generalmente proviene de algún adulto, que puede ser la mamá, la
abuela, la maestra o una hermana mayor que también hubiera sido
abusada- mientras que el devala miento proviene directamente de la
criatura". No obstante, el adulto es el primer transmisor del mismo.

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