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Quiero ser Celestina, la leal desdentada

que sin pudor ni pureza ama la vida,

bebe vino sin msica ni rosas ni poemas,

y se sonre: oh juventud, bendita ingenuidad!

Ella es verdadera: casi puede morirse

aunque no lo comprenda, ya ha girado su rueda;

en cambio Melibea, pobre ciega! Placeres

le ha robado su suerte que no estaban descritos.

Amanece en Toledo por los campos extensos

las avutardas se camuflan en los trigos.

Ella entrega la vida, loca, desde la torre,

Algo va mal. Los ojos de la vieja

miran desde un infierno de obscenidad:

ni ofrecen ni demandan, todo lo han visto

y quin dice que no llora esta puta perpleja?

(Isabel Fresco Otero, de Coloquio de sirenas)

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