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Condición Humana
Michael A. Galascio Sánchez
Michael A. Galascio Sánchez
ÍNDICE
EL SACRIFICIO DE NATASHA................................................................... 3
CODICIA................................................................................................... 82
EL CONCILIÁBULO................................................................................ 168
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
EL SACRIFICIO DE NATASHA
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Michael A. Galascio Sánchez
acostumbrado a rasgar. Trató de sacarla, pero era muy pesada. Entonces
optó por virar el contenedor. La policía se enfadaría, pero era Navidad y
valía la pena arriesgarse. Además, sólo le darían una amonestación. Al
hacerlo, la bolsa salió y se abrió en la calle, mostrando su contenido. Se
podía ver el cuerpo de una mujer desde la parte de atrás de los muslos
hacia arriba. Cayó boca abajo. Estaba totalmente desnuda. Al mirar sus
brazos y manos, notó que no tenía dedos. En algunos, se podían ver
hilachos de carne colgando como los pedazos de grasa que tienen las
pechugas de pollo. Tendría que tener unos 18 años de edad. Ya había algún
tránsito y varios coches se detuvieron para ver lo que sucedía. A Manuel le
invadió el terror e intentó salir corriendo. Esa sabiduría que uno adquiere en
la calle le decía “peligro”, “corre”. Parecía un ajuste de cuentas y lo menos
que él necesitaba era estar involucrado en algo tan complicado. Él todavía
tenía varias causas pendientes con la justicia y malos recuerdos de la
prisión. Sólo se limitaba a buscar el dinero para sus picos del día a día y
nada más. Como la mayoría, hacía mucho tiempo que había tirado la toalla.
Estaba resignado a su suerte. También estaba convencido de que la
solidaridad obraba en beneficio de unos pocos, y no precisamente los
usuarios.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Tienes la descripción?
- Sí.
- Perfecto. Busca en todos los lugares en donde suelen reunirse los
toxicómanos. Ésta es un área en la que hay muchos. También quiero que le
saquen una buena foto del rostro a la joven e investiguen en todos los
centros de rehabilitación y dispensación de metadona. ¿Qué forense está de
turno?
- Ramírez.
- No me gusta. Quiero que llames a Eugenio Santana; es más
profesional y es de mi confianza.
- ¿Han tomado fotos de la escena del crimen?
Sí. Se hizo la inspección ocular y se han recogido todos los objetos en
un perímetro de 10 metros a la redonda.
- Bien, quiero que se lleven el contenedor para analizar su contenido.
Me preocupa la inspección; es fundamental. Por el aspecto de la joven,
pienso que vamos a tener problemas en identificarla. El asesino le ha
cortado los dedos. Sin embargo, no le cortaron la cabeza. Debe ser
extranjera.
- Es muy probable. Tal vez sea una fulana.
- Es posible. Pero ¿por qué tomarse la molestia de cortarle los dedos?
Si hubiese sido una fulana cualquiera, nadie la echaría de menos.
- Sí, dígame.
- Manolo, te habla Pedro. Encontramos una joven muerta en un
contenedor, en la calle Juan Rejón.
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- ¿La han identificado?
- No. Le cortaron los dedos. Sin embargo, no se tomaron más
molestias. Así que pienso que puede ser una extranjera.
- ¿Una prostituta? ¿Tráfico de órganos?
Pedro decidió salir a desayunar algo. Bajó por la parte lateral del
edificio de la policía, en la calle Doreste Silva, y entró en un bar que solía
frecuentar. Al entrar, el camarero comenzó a prepararle lo de costumbre. Un
bocata de Jamón serrano con queso tierno de la Aldea y un café con leche.
Mientras esperaba su desayuno, cogió un ejemplar de la Provincia. Ya
Marisol Pastrana tenía la noticia, “APARECE EN UN CONTENEDOR EL
CADÁVER DE UNA DESCONOCIDA”. No por mucho tiempo, pensó.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Se quedó leyendo el periódico como de costumbre. Siempre lo leía
completo antes de entrar a trabajar. Le gustaba estar bien informado. A las
8:50 a.m. se acercó para presenciar la autopsia de la joven.
- Buenos días.
- Hola, Pedro. Parece que este caso es importante. Hacía tiempo que
no te veía por aquí. Desde aquel caso de la prostituta que descuartizaron.
- Así es, amigo.
- Da la casualidad que fue en un contenedor de la basura en la calle
Juan Rejón.
- Sí. Por eso estoy aquí.
- ¿Crees que puede haber alguna relación?
- No lo sé. Aquel asesinato parecía tráfico de órganos. Nunca
aparecieron los riñones.
- Bueno, esta chica nos dirá algo. Ya le he sacado una radiografía de la
dentadura y estoy preparando la ficha antropomédica.
- ¿Tiene alguna cicatriz fuera de lo normal?.
- No. Sólo presenta un desgarro en el clítoris. Como si le hubiesen
arrancado un pedazo de carne. Tal vez utilizaron un alicate o unas pinzas
muy finas.
- ¿Qué puede ser?
- Por la edad de la joven, tal vez entre 17 y 20 años, y por las
tendencias de los jóvenes, podría ser una pieza de piercing. Algunas piezas
podrían ser rastreadas. También depende de lo que tuviese puesto, de su
tamaño y precio. Algunos pueden llegar a ser bien caros.
- ¿Cómo murió?.
- Murió asfixiada. Alguien le puso algo sobre la cara. Tal vez una
almohada o un cojín.
- Pero no tiene moretones ni rasguños. No hay indicios de forcejeo.
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- Sí, es correcto. No los tiene porque antes le administraron una fuerte
dosis de Cedrol.
- ¿Cedrol?
- Sí. Lo utilizan los psiquiatras para calmar a los pacientes. Tengo un
amigo psiquiatra en Tenerife que lo utiliza para camelar a las alumnas.
- ¿Quién puede sacar ese medicamento?
- Sólo una persona autorizada. Está muy controlado.
- Haré una investigación en el Hospital Insular.
- Te sugiero que investigues las clínicas privadas también. ¡Voy a
abrirla!
Pedro estaba perplejo, aparecía una joven muerta que estaba limpia, a
excepción de un poco de semen en su estómago. No era drogadicta, no era
prostituta, no había ofrecido resistencia, no parecía un crimen pasional,
pues no había la brutalidad típica de estos crímenes. Tal vez, un intento de
envenenamiento por alguien tan débil como ella. Tal vez, el asesino era una
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mujer a la que le fue infiel. Sin embargo, las mujeres suelen utilizar venenos
conocidos, accesibles y eficaces como estricnina o un potente insecticida.
Algo estaba claro, el asesino no era una persona corriente. Quizás alguien
con conocimientos médicos o relacionado con personas del mundo de la
medicina, pero ¿por qué cortarle los dedos? Algo no salió bien y tuvo que
actuar con rapidez. Una persona con mucho tiempo para meditarlo se
hubiese deshecho del cadáver y no hubiese tenido que cortarle los dedos.
Después de esa reflexión, Pedro se giró y dijo - Santana, el corte de los
dedos no es perfecto. ¿Podría descartar eso a un médico?
- Claro que no. Tal vez no tenía el instrumento adecuado o tenía prisa.
Intenta cortar un pedazo de muslo de pollo con un cuchillo sin afilar. Los
cortes serían irregulares aunque tuvieses mucha destreza.
¿Cuánto tiempo llevaba muerta?
- Aproximadamente entre 8 y 12 horas.
- ¿Cómo lo sabes?
- Es una aproximación. El enfriamiento del cuerpo es un factor esencial
en estos casos. Cuando la encontraron estaba fría pero, al asfixiarla, pudo
haber provocado que el cuerpo conservara su calor por más tiempo. Al
llegar el equipo se ordenó tomar la temperatura rectal y de hígado. Por otro
lado, tenía signos de hipóstasis.
- Ya sé. Cuando la sangre se acumula en las zonas inferiores del
cuerpo cuando cesa la circulación.
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- Vale.
A las 17:00 horas, Pedro estaba en el bar del Hotel Iberia, echándose
una copa con la periodista.
- Marisol, aquí tiene la foto de la joven. Quiero que salga en portada.
- Será difícil.
- Te daré la exclusiva de todo lo que vaya descubriendo.
- Hablaré con el Jefe de Redacción.
- Bien. Ya verás como sacamos a esa rata de su cloaca.
- ¿Has tenido suerte con el testigo?
- No. Tengo gente trabajando en el caso. Lo encontraremos. Tenemos
una buena descripción del tío.
- Quiero la exclusiva.
- Sólo si sale en portada.
- Está hecho - dijo la periodista mientras le miraba fijamente.
Eran las 19:00. Pedro salía del bar del hotel hacia su despacho.
Mientras conducía, le llamó uno de sus ayudantes para decirle que tenían al
hombre que huyó de la escena del crimen. Al llegar a la comisaría, subió al
segundo piso, en donde interrogaban a los sospechosos.
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- Un toxicómano. Se llama Manuel Fe.
- No me digas que es de la orden del pico - Dijo en tono sarcástico.
- Así es. Se droga desde hace muchos años. Los del centro me dicen
que no pueden facilitarme su expediente.
- De qué van esos polla-boba. Nunca quieren cooperar. -- - - -¡Cómo
que no pueden facilitarnos su expediente! Habla con el Juez para que les
pida todo lo que tengan sobre este chaflameja.
- Vale.
- ¿Dónde está?
- Habitación número 2.
- Vamos a ver qué le sacamos. Espero que no esté colocado.
- No lo está.
- Trátalo bien, Pedro. Ya sabes lo sensibles que son las ONG’s con sus
chicos.
- Lo sé.
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- Eres una cucaracha, nadie te va a creer.
- No vi nada.
- Vale. ¡Paco!, suelta a este chorizo.
-¿Cómo?
- Lo que oyes. ¡Suéltale ya!
- Bien.
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- No. Me lo ha exigido. Además, se presenta para la reelección y no me
quiero jugar el puesto. No quisiera trabajar en Tejeda los últimos años de mi
vida.
- Vale, iré.
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- ¡Ah! También quiero un listado de inmigrantes cuya profesión esté
relacionada con la medicina.
- Vale - dijo Paco con cara de agobio.
- Y otra cosa.
- ¿Qué?
- También quiero un listado de laboratorios y de farmacias, así como
los medicamentos vendidos por la cooperativa de farmacéuticos.
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- Sí.
- Cristóbal, te habla Pedro Suárez.
- ¡Ah, Pedro! Precisamente, quería hablar contigo.
- Dime.
- ¿Sabes la bolsa negra en la que estaba la joven?
- Sí.
- No es una bolsa cualquiera. Se las vende una empresa a los
organismos oficiales. Entre ellos están el Hospital Insular, Hacienda y El
Ayuntamiento de Las Palmas. Están diseñadas para soportar grandes
cantidades de peso. Son muy resistentes.
- Bien. Necesito que me hagas un favor. Consígueme el nombre del
distribuidor y el fabricante de las bolsas. Quiero saber qué organismo
comenzó a negociar con esta empresa. Ya sabes, uno lo contrata y se corre
la voz. Luego, todos están haciendo negocios con ellos. También quiero
saber si realizan otras actividades.
- Está hecho. Te llamaré mañana.
- Gracias.
Pedro colgó el teléfono y miró su reloj. Eran las 9:50 a.m. Tenía que
salir deprisa. El Alcalde era hombre puntual y exigía su puntualidad. Salió
del despacho y tomó el ascensor. Bajó por la entrada principal del edificio y
cruzó hacia el Parque Romano. Caminó apresuradamente por la pista de
tierra, pasando por el Club de Natación Metropole hasta llegar a la parte de
atrás del Ayuntamiento. Subió por las escaleras hasta el despacho del
Alcalde. Una vez allí, tocó a la puerta. La secretaria del Alcalde no estaba en
esos momentos.
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Pedro salió del despacho a toda leche. Estaba sudando por la frente y
muy malhumorado. El caso de su vida le había caído en las manos y le
premiaban con una posición en otra unidad de la policía. Regresó por el
mismo trayecto que había tomado para ir al Ayuntamiento. Iba reflexionando
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sobre lo que había pasado. En doce buenos años de servicio, nunca le
habían dado una palmadita en la espalda. Y ahora, un alcalde con deseos
de ser reelecto le situaba en una unidad especial. ¡Vaya suerte!
Pedro decidió llamar a Paco, para ver lo que sucedía con Manuel Fe.
Le extrañaba que no sucediera nada.
Paco llamó por radio al agente encargado del seguimiento para que
tocase el timbre. Salió de un coche que tenía aparcado al final de la calle y
fue hasta la entrada del edificio. Buscó el nombre del padre: Juan Fe
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Espinosa. Tocó el timbre. Nadie contestó. Volvió a tocar, esta vez de forma
más prolongada. En teoría, Manuel Fe debía estar allí. El padre había salido
por la mañana a un centro social para personas de tercera edad. Pero
Manuel no había bajado. Sacó la radio y llamó a Paco.
- Sí. Dime.
- Manuel Fe no contesta.
- ¡Cómo que no contesta!
- No contesta.
- ¿Hay alguna otra salida?
- No.
- Pida refuerzos y entre allí. Nosotros vamos para allá.
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El agente encargado se posicionó al lado del viejo y vio una jeringuilla
en el suelo. Rápidamente, corrió hacia él. Cuando se acercó, se dio cuenta
de que estaba muerto. Sus ojos eran como los de un gato. Parecían
alfileres. La almohada estaba húmeda; parecía haber sudado mucho. Llamó
por radio. Pedro Suárez venía de camino. También habían llamado al
forense. Pedro no quería arriesgarse a dañar la escena del posible crimen.
Al llegar, Pedro subió rápidamente. Estaba ansioso por ver lo que había
sucedido. Al entrar, interrogó al agente que estaba de guardia.
- ¿Qué ha sucedido?
- He estado vigilándole todo el día, y no ha salido. Toqué a la puerta,
como me dijo su ayudante, y no contestó. Pedí refuerzos y, cuando me
disponía a entrar, llegó su padre, que nos abrió la puerta. Una vez dentro,
nos dimos cuenta de que estaba muerto. Parece un suicidio.
- Vale. Baje con sus compañeros y espere allí.
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miedo a la soledad. La imaginaba como un desierto desolado, sin refugio del
sol abrasador y barrido constantemente por la furia del viento.
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- ¿Quién es usted?
- Soy su nueva secretaria. El alcalde me envió.
- ¿Para qué? No necesito una secretaria - dijo con un poco de
agresividad -.
- Para ayudarle a mudar las cosas a su nuevo despacho. Él quiere que
se ponga a trabajar lo más pronto posible.
- Yo me mudo solo. Usted no se preocupe. Vaya al nuevo despacho y
organícelo.
- Ya está organizado - dijo la joven -. Hablaba con rapidez. El sonido
que emitía era parecido al de una máquina de escribir. Era agobiante tener
que escucharla.
- Pues tómese una hora libre - espetó Pedro, con cara de cabreo -.
- Vale. Sólo cumplía con las instrucciones de mi jefe.
- Ahora su jefe soy yo. Por favor, salga a dar una vuelta.
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¿Qué información tan importante podría tener Marisol? Ella no era así.
Siempre estaba presionando para conseguir el titular. Nunca consultaba con
nadie y mucho menos información confidencial. Debía ser algo muy
importante. Ni siquiera me preguntó por el testigo, ni mencionó nada sobre
asegurarle la exclusiva.
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Pedro rectificó rápidamente lo que le había dicho. Pensó que tal vez
podría aprovechar la energía y disposición de Nelly. Le encargó que
comenzara a bajar todas sus cosas al despacho nuevo. Eran las 17:00 y
quería hablar con el forense. Así que le llamó y quedaron en el Pueblo
Canario, que estaba a unos 100 metros de la Comisaría, en las
inmediaciones del Hotel Santa Catalina. Antes de irse, le dio instrucciones
específicas a Nelly; si llamaba Paco, estaría reunido en el Hotel Iberia.
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cada vez más rancia y fea, la corrupción descomponía el estado esencial del
hombre.
Eran las 18:30. Se levantó y detuvo el primer taxi que pasaba por allí.
Se dirigió al Hotel Iberia. Al llegar cerca de las proximidades del hotel, le dijo
al taxista que le dejara frente al Centro Insular de Deportes. De ahí,
caminaría discretamente hasta el bar del hotel.
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- ¡Subamos!
- Bien. Saldré caminando hasta el ascensor y me iré a la habitación
601. La he alquilado todo el fin de semana. Espera cinco minutos y subes.
- Está bien - dijo Pedro con cierta picardía -.
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- ¿Pero, quién?
- No lo sé, Pedro. Estuve la pasada noche investigando por algunos
prostíbulos de Las Palmas y una chica me dijo que la cara de la joven le
parecía conocida. Pero ella no recordaba dónde la había visto.
- ¿Tienes el nombre de ella?
- Sí. Se llama Olga. Dice que es polaca y lleva dos años aquí. Antes
era una prostituta de lujo. Pero alguien se cargó a su chulo en Playa del
Inglés y aprovechó para escapar. Los socios del difunto piensan que ella se
fue del país.
- ¿Dónde la puedo encontrar?
- En la calle Molinos de Viento. Casi siempre está en la última casa de
la calle. Hace esquina con la Carvajal. Ella no sale a la acera. Ni siquiera se
asoma a la puerta. Hay una chica que ofrece los servicios de ella después
de que Olga le dé una señal de visto bueno.
- Iré mañana.
Pedro pensó que no había nada más que hacer y decidió marcharse.
Cogió su maletín y caminó hacía la puerta.
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frasco de cristal con esencia de piña colada. Se utilizaba para darle cierto
sabor al cuerpo. Eso era capaz de despertar las más rebeldes pasiones.
Pedro no sabía que le esperaba la noche más sensual de su vida.
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amigo y salieron por el pasillo. Allí había un tercer hombre que mantenía el
ascensor. Los tres bajaron hasta el lobby y salieron discretamente hasta
fuera. En el aparcamiento había un cuarto hombre esperando con el coche
en marcha. Pedro se incorporó lentamente hasta llegar a la puerta. Caminó
hasta el ascensor y de ahí subió a la sexta planta. Llegó con mucho
esfuerzo. Tropezaba de vez en cuando con las paredes hasta llegar a la
habitación de Marisol. Al tocar, ella se puso ansiosa. Al abrir la puerta y
encontrarse con Pedro en ese estado, se olvidó de realizar su fantasía. Le
agarró por la cintura y puso su brazo derecho alrededor de su cuello. Le
ayudó a entrar a la habitación. Una vez dentro, le condujo hasta la cama.
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dijo Marisol -. Luego dejaron correr un poco de agua fría. -Te sentirás mucho
mejor - aseguró ella. Le ayudó a lavarse. No podía evitar observar sus
atributos. Eran como había imaginado. Él también la miraba de refilón. Sus
pechos redondos y firmes. Parecía una guerrera indígena que exponía sus
exuberantes montañas de placer. Su cuerpo daba la impresión de estar
enchapado en bronce. Nuestro astro más brillante había hecho un buen
trabajo derramando sus tiernos rayos sobre el cuerpo de esta diosa. Celulitis
era una palabra sin significado para su cuerpo. Sus piernas eran perfectas.
Su trasero era alto y duro. Al mirar hacia su monte de Venus, se dio cuenta
de que era invierno, pues no había hojas ni señales de césped. Estaba
totalmente inmaculado. Esplendoroso a la espera de algún explorador. El
corazón de Pedro latía como un tambor de guerra. Se sentía como un
soldado que se preparaba para una incursión.
- Veo que te cuidas mucho, Marisol - dijo Pedro en tono pícaro.
- Intento mantenerme en forma. A mi edad hay que cuidarse - le
contestó Marisol con un poco de falsa modestia.
- Dime. ¿Cómo es que una mujer como tú no tiene una pareja?
- Me he dedicado completamente a mi trabajo y me he olvidado de mí.
- ¿Estás acostumbrada a la soledad?
- No me asusta. Me considero una mujer independiente. ¿Y tú?
- Yo también me he dedicado a mi profesión. Tal vez más de lo que
debía. Ahora mi única familia es una hermana y dos sobrinas. La soledad
me hace pensar.
- Parece que tenemos cosas en común.
- Sí. ¿Qué tal si salimos de aquí y vamos a la cama?
- Me parece una buena idea.
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- Te quiero.
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lanza estaba surtiendo efecto. Pedro estaba a punto de explotar. Ella tomó
aire y volvió a moverse encima de él. No se dejaría vencer por un soldado
sin entrenamiento.
- Ahora que toca a ti, cariño. - dijo mientras los flecos de su cabello le
cubrían parcialmente la cara.
- ¡No te salgas! Estoy a punto...- protestó Pedro.
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- Creo que debes visitar a Olga lo más pronto posible. No sabemos si
me han seguido también. Si es así, ella puede estar en peligro.
- Iremos al sur y allí alquilaremos un coche. Pasaremos por la noche.
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- Vamos a ver, Marisol. Aparece una chica muerta. Me hago cargo del
caso. Aparece un posible testigo y es asesinado. El asesino burla la
vigilancia. Me ofrecen un cargo en otra unidad. Santana falta por primera
vez a una cita conmigo después de 12 años. Paco no contesta mis
llamadas. Te amenazan. Y, finalmente, intentan sacarme fuera de
circulación. ¿Qué piensas?
- Lo que te dije en el hotel. Es una conspiración.
- ¿Pero todas estas molestias para evitar descubrir la identidad de una
persona?
- La chica puede ser la clave de algo. Tal vez, un eslabón.
- Sin duda es el factor común de algo grande. ¡Sabes! Mi intuición me
dice que no es de aquí. Y que, como ella, debe haber más chicas. Tal vez, la
mujer que entrevistaste, Olga, pueda ayudarnos.
- Puede que sea una red de prostitución de lujo.
- Es posible. Pero debe ser muy exclusiva. Otra cosa interesante es el
hecho de que hayan utilizado medicamentos controlados para matar a las
víctimas. Sin embargo, a mí me intentaron aporrear a golpes. Tuvieron la
oportunidad de inyectarme algo y no lo hicieron.
- ¿Piensas que pueden ser dos personas diferentes?
- No lo sé. Tal vez hemos tocado las fibras sensibles de varias
personas poderosas.
- Estoy conectada a Internet desde el sur. Suelo escribir mis artículos
allí. Quizá pueda utilizar la red para pasarle la foto de la joven a la policía de
otras Provincias y a la INTERPOL.
- Buena idea. Hablando de colaborar con otros policías, se me acaba
de ocurrir la idea de hablar con el marido de mi sobrina. Vive en Telde, nos
coge de camino. Él era policía secreto en Nueva York. Trabajaba en la
Unidad de Crimen Organizado. Sabe muchas cosas sobre esto.
- ¿Crees que podrá ayudarnos?
- Sí.
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Pedro se llamaba Michael. Estaba viviendo una vida muy discreta en
Canarias. La Mafia ítaloamericana le perseguía desde hacía mucho tiempo.
Estuvo involucrado en una investigación que culminó con el arresto de tres
grandes capos de las cinco familias del crimen organizado en la ciudad de
Nueva York. Ahora vivía con una mísera pensión que le dio el FBI. Era
joven, tenía unos 33 años de edad. Estaba casado y esperaba un hijo.
Estaba alegre con la vida que vivía fuera del bullicio de las Gran Manzana.
Ocasionalmente, le visitan algunos agentes especiales para pedirle consejo.
Él estudiaba mucho. Se mantenía al día en la evolución del crimen
organizado y sus tácticas de operación.
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- ¿Quién es tu amiga?
- Se llama Marisol, es periodista.
- Mucho gusto - dijo Michael, dándole la mano muy amablemente.
- ¿Desean tomar algo?
- Sí. Un refresco.
- ¿Y usted? - le preguntó a Marisol.
- Un jugo.
- Muy bien. Siéntense, por favor.
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cuando te vayan a eliminar, enviarán a tu amigo más cercano. Tercero, no
hables por teléfono normal, móvil u otro medio de comunicación que tú
intervendrías si estuvieses vigilando a un sospechoso. Cuarto, no utilices
tarjetas de crédito, nadie debe poder localizarte y, por último, rompe todos
tus hábitos. Tienes que hacer todo lo que ellos no esperan que hagas.
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llamas y, cuando te conteste, debes decir: “perdone, número equivocado”.
Cuando hagas la llamada, deberás estar cerca de algún punto de encuentro,
como por ejemplo el centro comercial de Alcampo. Esperas en el estanco de
periódico SGEL y, cuando me veas pasar, me sigues hasta el servicio. Si es
de noche, dirígete al restaurante Tokio, en Las Palmas. Le dices a Danny
que vas de mi parte y que quieres intimidad. Él te acomodará en un tatami
del restaurante que sea discreto. Ya me encargaré de hablar con él.
- Gracias, Michael.
- De nada. Me gustaría ir con ustedes, pero no puedo arriesgar a mi
familia.
- Sí - contestó Pedro.
- Hola Pedro, soy Paco.
- Cuéntame.
- ¡Prepárate! Es fuerte. La empresa Servicios Canarios S.A. pertenece
a Olesky, Harari y Sandra Benítez.
- No me digas. La hermana del Alcalde. ¿Intentan matarme por un
negocio de bolsas plásticas?
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- No. ¡Espera! No sólo venden bolsas, sino que tienen todo tipo de
contratos de servicio con los Municipios del Norte. Además, venden
uniformes, mobiliario de oficina, productos de limpieza, mantenimiento de
vehículos oficiales y prestan seguridad a los edificios oficiales como
Hacienda, Sanidad y la Policía. Su volumen de negocios puede rondar los
5.000 millones de pesetas al año.
- Ése es motivo suficiente para querer callarme la boca, suponiendo
que las contratas de servicios fueran irregulares. Sin embargo, no entiendo
¡Qué tiene que ver la joven! ¿En dónde encaja?.
- No lo sé. Si es extranjera, tal vez tendrá algo que ver con uno de los
socios del alcalde.
- Es posible. Un indio y un ruso. Investiga la procedencia de sus socios
y llámame. ¡Ah! Quiero saber si alguno de ellos es médico.
- Está bien. Te llamaré mañana.
Pedro se giró hacia Marisol y dijo - Creo te tenemos algo. Paco me dice
que la hermana del alcalde forma parte de la Sociedad Anónima que vende
las bolsas plásticas. La misma está inscrita en Madrid.
- Sí. Está bien, pero ¿qué irregularidades han cometido? Sólo venden
las bolsas. Tal vez el alcalde no tenga nada que ver. Muchas empresas
tienen contratos con el Ayuntamiento. He realizado reportajes sobre eso.
- Tienes razón, no debo precipitarme. Llamaré a Paco y le daré
instrucciones.
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- Nada. Gracias.
Pedro cogió un bloc de papel y empezó a anotar todas las cosas que le
parecían extrañas sobre este caso. Lo que había comenzado con el
descubrimiento de un cadáver se estaba convirtiendo en una posible trama
de trafico de influencia y fraude en contra del Gobierno de Canarias.
Marisol tenía lista la ropa de él. Pedro invitó a Marisol a almorzar. Sin
embargo, ella se negó, ofendida. Le sugirió quedarse para que degustara lo
mejor de su arte culinario.
- Te prepararé algo especial.
- Yo tengo gustos simples. Me conformo con un bocata de jamón
serrano y queso tierno de la Aldea.
- Anoche no parecía que tuvieses esos gustos. Comerás como nunca.
- ¿Qué vas a preparar?
- Primero, una crema de zanahorias y naranjas. Lasaña de espinacas y
una ensalada de brécol y nueces. Eso lo acompañaremos con un vino tinto
de Ribera del Duero.
- ¿Y de postre? - preguntó Pedro con una sonrisa.
- ¿Qué te parece una túnica corta de seda y colores de fuego?
- Me parece estupendo.
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café. Hicieron tiempo. Las chicas suelen salir un poco más tarde. A las
21:10 llegaron donde debía estar Olga. Marisol caminó hasta allí para no
levantar sospechas.
- ¡Oiga!
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- Natasha.
- ¿Natasha qué?
- ¡No lo sé! - gritó Olga, como si no quisiera saber nada de ese asunto.
- ¿Eso es todo? Por lo menos, dime, ¿cómo llegó hasta aquí?
- Llegó como todas nosotras, en busca de una vida mejor. Yo soy de
Ucrania. Conocí a Natasha en Moscú. Ella proviene de una familia muy
pobre. Era bailarina clásica. Yo me dedicaba a vender Vodka en un negocio
clandestino. En Rusia hay muchos. Hasta que, un día, la policía destruyó el
local y nos arrestaron. Estuve en prisión dos días. Al tercer día, apareció un
hombre y me dijo que podía sacarme de allí. Yo le dije que quería salir. Y él
me dijo que tendría que hacerle un favor. Acepté.
- ¿Y qué sucedió?
- Ese mismo día salí de prisión. No sin antes follarme por lo menos a
tres hombres. Fue horrible. Nunca había sido humillada de esa manera. Al
salir, me llevaron a un Club de alterne. El hombre que me sacó, Vladimir, me
vendió a un belga.
- ¿Y?
- El belga nos llevó a un Club llamado la Galería; es muy famoso en
Brujas. Natasha llegó allí el mismo día que yo. Todavía me acuerdo. Estaba
asustada. Le habían dicho que sería famosa. Que podría enviarle dinero a
su familia. El dueño del club la compró para completar un lote. Una vez en
Bélgica, compartimos habitación. Ella me contó lo mal que lo había pasado.
Era preciosa y se convirtió en la favorita del dueño. Era su esclava. Cada
vez que él quería follar, ella tenía que estar disponible.
- ¿Cómo llegaron aquí?
- La Mafia Rusa se estaba expandiendo y mi jefe iba de independiente.
Decidió coger tres mulas y a Natasha y desaparecer del mapa. Nos vinimos
al sur de Canarias. Trabajamos durante un año. Montamos una casa de
citas de lujo. Víctor, nuestro chulo, nos introdujo en la élite social de aquí.
Las chicas y yo trabajamos en exclusiva. Era algo bueno porque nos daba
un respiro. Además, los hombres casados de aquí nos trataban bien.
- ¿Y Natasha?
- Ella no trabajaba. Era la mujer de Víctor. Sólo tenía que complacerle.
Hasta que, un día, un hombre ruso reconoció a Víctor en un bar. Ese día, él
nos dijo que teníamos que largarnos. Pero ya era tarde. Yo salí a buscar a
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Natasha a un centro comercial. Nos teníamos que ir deprisa. Finalmente, di
con ella. Cogimos un taxi hacia el apartamento. Al aproximarnos a la
entrada, vimos cómo unos hombres montaban a Víctor y a las dos chicas en
un coche. Nosotras le pedimos al taxista que siguiera. Al día siguiente,
Víctor apareció ahogado en Playa del Inglés. Las chicas no aparecieron –
concluyó Olga, sollozando.
- ¿Y qué hicieron?
- Natasha conocía a un socio local de Víctor. Era un hombre influyente.
Fuimos a visitarle y le explicamos lo sucedido.
- ¿Y qué hizo?
- Le dijo a Natasha que le ayudaría si se convertía en su amante. Ella
comenzó a llorar. Yo me ofrecí a hacer el trabajo a cambio de protección.
Pero él deseaba tenerla y ella accedió. Nos alojó en un apartamento en
Rafael Cabrera y nos proveía todo lo que nos hacía falta. A cambio,
teníamos que follar con él y sus amigos.
- ¿Cómo se llamaba el hombre?
- No lo sé. Solo le decían jefe. Un día llegó un hombre, parecía
importante. Le presentaron a Natasha. Se obsesionó con ella. Pasaba todos
los días. Ella no lo soportaba. Un amigo de ese hombre le sugirió
“incorporarlas al establo”. Él se enfadó mucho y dijo: “Éstas serán de mi
pequeño establo privado”.
- Sigue.
- Un día, al hombre se le quedó la cartera. Natasha sacó unas fotos e
información personal. Él tenía mujer e hijos. Ella ideó un plan para escapar.
Salimos de la casa y nos mudamos a un piso barato de la calle Juan Rejón.
El plan era llamarle y pedir el dinero suficiente como para irnos a otro lugar,
o hablaríamos con su mujer. Él aceptó. Pidió el número de teléfono, pero
ella no se lo dio. Esa noche, salí a hacer la carrera. Necesitábamos algún
dinero para pagar el apartamento y no quería que la pobre Natasha saliera.
Ella no era tan fuerte como yo. Había sufrido mucho desde su niñez. Era un
ángel. No merecía morir.
- Nadie merece morir, Olga - interrumpió Marisol, con un poco de
tristeza.
- Esa noche, atendí a cinco clientes. Estaba cansada. Ya no estoy para
esas cosas. Aquí sólo trabajo los últimos tres días del mes, con clientes
fijos. Un taxi me dejó en La Plaza. Caminé desde allí por La Naval hasta la
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
calle Gordillo. Cuando estaba a punto de doblar la esquina, vi a dos
hombres y una mujer. Los dos hombres llevaban una bolsa de plástico y la
mujer llevaba una más pequeña. Uno de los hombres era el que nosotras
queríamos chantajear. Fueron hacia el contenedor y, mientras la mujer abría
la tapa, ellos tiraron la bolsa. Sonó con fuerza. Parecía un peso muerto.
Entonces me di cuenta de que era Natasha. Todo se oscureció para mí.
Pensé en matarles de una forma suicida. Pero, entonces, el sacrificio de
Natasha hubiese sido en vano. Tenía que sobrevivir para poder contar lo
que había sucedido.
- Gracias - dijo Marisol.
- ¿Qué va a hacer?
- Voy a conseguirte protección. Necesito que confíes en mí. Te voy a
presentar una persona en quien confío mucho y que nos puede ayudar. Él
quiere atrapar al asesino de Natasha tanto como tú. Y por eso se ha metido
en graves problemas.
- Está bien - Dijo Olga con cierto alivio en su rostro.
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Michael A. Galascio Sánchez
- Parte de los empleados que contrata esta empresa son mujeres
jóvenes de Europa del este. Alrededor del 20% son rusas, yugoslavas,
rumanas y búlgaras. Sin embargo, me dice mi asistente que no se presentan
a trabajar.
- Por lo que ese dinero irá a parar a manos de otra persona - concluyó
Pedro.
- ¡Exacto!
- Es un negocio redondo. Cobran millones de pesetas por empleados
fantasmas. Y, encima, ganan dinero prostituyéndolas. Y cuando ya no
sirven, las eliminan. Nadie las echará de menos. - ¡Tienes que venir! –
insistió.
- Está bien, tomaré un taxi.
-¿Qué pasa con tu coche?
- Están reparándolo.
- ¡Ah! – exclamó Paco con cierto tono de tranquilidad.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Quién? - preguntó Pedro a la expectativa.
- El jefe. El Comisario.
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Michael A. Galascio Sánchez
Pedro se giró y le apuntó con su arma.
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- Interrógale. Está perdiendo mucha sangre - indicó Santana.
- Sí.
- ¿Pedro?
- Sí. ¿Quién es?
- Una amiga. ¿Quién es usted?
- Soy un compañero. Él está ocupado en el despacho. ¿Desea dejarle
un mensaje?
- No. Le llamaré dentro de 20 minutos.
- Vale.
Marisol se puso nerviosa. Sabía que algo no andaba bien. Tenía que
hacer algo rápido. Se le ocurrió llamar a Michael. Dejó a Olga en el
apartamento y salió a toda prisa hacia el coche. Tomó la autopista hacia Las
Palmas; tenía que ir a Telde. Mientras iba en el coche, se dio cuenta de que
había llamado desde la casa. Probablemente tenían su número en la
pantalla del móvil de Pedro. Si era así, sabrían su dirección. Llamó a Olga
desde el coche y le dio instrucciones para que se alojara en el Gloria Palace.
Ella le dio la combinación de una pequeña caja fuerte que tenía en la
habitación. Allí guardaba sus ahorros. Marisol era una persona que no
confiaba en los bancos. Habría una trescientas mil pesetas. Era dinero
suficiente para permanecer oculta unas semanas en caso de que las cosas
se pusieran feas. Al acercarse al Centro Comercial de Alcampo, llamó a
Michael. El teléfono sonó una vez.
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Michael A. Galascio Sánchez
Se bajó del coche y caminó hasta el estanco de periódicos que hay al
entrar al centro comercial. Allí comenzó a ojear varios libros, haciendo
tiempo. Michael bajó de la segunda planta, corriendo. Al llegar abajo, se
dirigió al armario de madera que tenía en la sala. Sacó la llave del bolsillo y
lo abrió. Extrajo una pistola semiautomática. Una Jericho 941 FBL, lo último
del ejército israelí. Era de plástico, al igual que la Glock que le había dejado
a Pedro. También se echó al bolsillo dos cargadores de 12 cartuchos y un
silenciador. Abrió una gaveta, donde tenía una colección de puños
americanos de distintas aleaciones y estilos. Optó por uno que le confiscó a
un militante de los macheteros en un caso en San Juan de Puerto Rico. Era
hierro y titanio. Tenía encima de los nudillos unas púas muy afiladas y con
un grosor respetable. En el pasado, había roto muchas mandíbulas y huesos
con esa arma fatal. Los daños que podía hacer eran irreparables.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
bordes que le permitían ver con claridad quién le seguía. Al llegar frente a
una tienda de regalos, podía divisar a Marisol detrás de él. Dobló hacia un
pasillo, donde se encontraban los servicios. Esperó unos segundos y Marisol
dobló para toparse con él.
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Sentía algo más por él. Era especial; sincero, tierno, honesto, tal vez
ingenuo. Eso fue lo que le llevó hasta el almacén.
- Sí.
- Soy Marisol Pastrana, periodista de la Provincia. ¿Puedo hablar con
Pedro?
- Me temo que está indispuesto - contestó el Comisario.
- ¡Se cree muy listo! Tengo documentos y grabaciones sobre todo lo
que pasa. También tengo a Olga.
- ¿Qué?
- Los cambio por Pedro.
- ¿Dónde?
- Primero quiero escucharle.
- Está bien - dijo el Comisario.
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- ¡Hijo de puta! ¿Te crees mejor que yo? Le lames el culo al Alcalde.
Has llegado a donde estás con la lengua marrón - dijo Santana - ¡Ahora
mátame! - Gritó.
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- No te daré ese gusto. Te dejaré aquí y quemaré el local. Arderás aquí
y en el infierno.
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Salieron hacia el restaurante. Estaba a unos 10 minutos del almacén.
Mientras tanto, en el restaurante, Marisol ya tenía un tatami discreto, al
fondo del mismo. Ella tenía en el bolso la pistola que Michael le había dado.
Mientras tanto, Michael le había puesto el silenciador a la suya. Él no
tomaba prisioneros; iba a cargarse a estos tíos e irse a su casa a ver la
televisión.
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el alcalde era capaz. Ella cogió un vaso para servir a Olesky y, cuando se
estaba acercando, lo dejó caer en la alfombra, como había practicado con
su hermano. Ella se disculpó, nerviosa - Lo siento, he estropeado su
alfombra. Lo siento. - Eso no parecía molestarle al ruso. Se relajó y pensó
para sí. Ya no podrán envenenarme. Él cogió la copa que le ofreció Sandra.
El alcalde cogió la otra. Ella regresó a la cocina y se preparó otro.
Cuando volvió, el alcalde dijo - Vamos a brindar por los negocios y por
el futuro. Y se apuró un gran trago. El ruso, como estaba acostumbrado a
beber, se apuró todo el trago. Sandra se echó un sorbo. A los cinco minutos,
la casa comenzaba a darle vueltas al ruso. Sabía que algo no estaba bien.
No podía fijar la vista en ningún objeto. Pronto estaría como un tronco.
Intentó levantarse de la silla, pero no pudo. Sandra se le acercó, metió la
mano en su chaqueta y le sacó el arma. Balbuceó unas palabras obscenas
antes de quedarse profundamente dormido. El alcalde dijo - Muy bien,
hermanita - y se levantó de la silla. De repente, perdió el control del cuerpo y
se abalanzó sobre el comedor. Agarró el mantel en un intento desesperado
de mantener el equilibrio mientras miraba hacia la puerta. Sin embargo, cayó
redondo. Todavía estaba consciente, pero no podía moverse. Su hermana
fue al refrigerador y sacó una botella de Coca Cola de litro y medio. Tiró todo
el contenido en el fregadero y regresó a la sala. Se sentó en el sofá y, con
mucha calma, cogió la botella de plástico, la puso sobre el cañón de la
pistola de Olesky y lo sujetó fuertemente con una cinta adhesiva negra que
sacó de su bolso. Mientras tanto, el alcalde repetía - Puta, puta, eres una
puta - Ella sonrió.
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El Comisario de la policía entraba en el restaurante Tokio. El cocinero
y encargado estaba a la expectativa y le preguntó - ¿Desea una mesa?.
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Michael caminó hasta la puerta y la cerró. Sin embargo, se quedó
dentro. Ya no se escuchaba el bullicio del restaurante. Danny subió la
música instrumental que había de fondo, para que los clientes no
escucharan nada de lo que sucedía en aquel tatami. El Comisario le estaba
dando la espalda a Michael.
No se había percatado de que estaba detrás de él.
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en la boca. Estaba asustado. Sudaba como un cerdo antes de ser
degollado. Sus ojos estaban bien abiertos.
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Eliminado: POLICÍA
Al día siguiente, había dos titulares: “LA GUARDIA CIVIL DESTAPA NACIONAL
CASO DE CORRUPCIÓN EN EL AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS”. El
otro titular decía: EL ALCALDE DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ES
ENCONTRADO MUERTO EN EXTRAÑAS CIRCUNSTANCIAS”. El
segundo eclipsó al primero.
entre la vida y la muerte. Son precisamente personas como él, los que me
dan la fuerza para seguir. Son personas como él, los que nos demuestran
día a día que todavía la guerra no está perdida. Que es posible ganar a los
corruptos. Gracias. Muchas Gracias. Cuento con su apoyo.
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UN PRIMO EN LA FRECUENCIA
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captaría el mensaje. Son muy pocos los hombres que se resisten a esta
técnica de persuasión. Mark tenía fracturas en el radio y el cúbito de su
mano derecha, y corría despavorido en zig zag en busca de su hermano
mayor, Jeffrey. Patrick era el único que estaba de pie.
- ¡Ahora no pareces tan duro chico!. ¿Te crees Bruce Lee? - masculló
Kevin mientras sonreía maléficamente.
- Usas la cadena porque me tienes miedo - le contestó el joven con
temblorosos labios y los ojos aguados.
- Aprenderás que en la calle no puedes hacer lo que haces en tu
hogarcito - dijo Kevin cínicamente -. Aquí las cosas son diferentes. Pero no Eliminado: casita
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Kevin comenzó a acercarse hacía él. Jeffrey lanzó un swing con el bate
y Kevin se echó hacia atrás. Luego, Kevin se le tiró encima, agarrando el
bate con las dos manos. Los dos forcejeaban por hacerse con el control del
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mismo. Jeffrey le dio un cabezazo, rompiéndole la nariz. Sin embargo, Kevin
no lo soltó. Era un depredador nato. Los depredadores no sueltan su presa
a menos que la misma muera o que los maten. La enorme bestia se
enfureció y le dio un rodillazo en los testículos. Jeffrey perdió el agarre. El
dolor subió como una corriente eléctrica hasta reflejarse en su rostro. Kevin
le quitó el bate y le dio despiadadamente en el peroné. Jeffrey cayó
automáticamente. El dolor era insoportable. No podía moverse. Ahora era
una presa herida, moribunda, sentenciada. El bate quedó encajado en la
pierna de Jeffrey y Kevin tiró fuertemente, desgarrándole el nervio ciático. El
joven comenzó a gritar desconsoladamente, pidiendo ayuda, pero nadie
hacía caso de sus lamentaciones. Kevin le agarró por el pie herido y le
arrastró hasta los botes de basura, cerca de la entrada trasera al edificio.
Mientras le arrastraba, él intentaba sujetarse inútilmente a cualquier cosa.
Kevin puso los pies de Jeffrey en el primer peldaño y le propinó un pisotón,
rompiéndole ambas piernas al puro estilo siciliano de los años veinte. El grito
de Jeffrey fue infernal. Parecía la sirena de una antigua ambulancia. Kevin
cogió la tapa de metal de uno de los botes de basura y le dio un fuerte golpe
en el cráneo. Jeffrey quedó inconsciente.
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para vivir de manera muy austera durante un año. Era el tiempo necesario
para recuperarse del infarto y ver qué otra solución podía darle a su
complicación médica. Se fue a la casa de un familiar que tenía en el Bronx.
Él sabía que se correría la voz de que el gran Kevin era un guiñapo incapaz
de defenderse. Esto haría que todas las sabandijas de la ciudad a las que él
había zurrado en el pasado, fueran tras él. Alejarse de Astoria parecía la
idea más sensata.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
se cansaba lo dejaba y se iba a la cama. Al mediodía llamaba por teléfono
para pedir comida del Delicatessen de la esquina. Intentaba pedir comida Eliminado: Deli
sana.
- ¡Gus, no puedo hacer nada más! ¡El hijo de puta no aparece! – oyó
una voz malhumorada.
- ¡Tienes que encontrarle!. Uno de los chicos irlandeses murió y él ha
desaparecido - dijo Gus - La policía está haciendo muchas preguntas y los
chicos han cantado. El único vinculo entre ellos y yo es el cabrón de Kevin.
- Tengo una pista. Hay una persona que dice que es capaz de
encontrarlo y entregártelo.
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- Hazle una buena oferta. - dijo Gus - Pagaré lo que sea.
- ¿Por qué no le pagas a los italianos para se lo carguen? Estos tíos
tienen gente por toda la ciudad.
- Tengo que hacerlo yo, si no la gente del barrio me perderá el respeto,
incluyendo los italianos – opinó Gus.
- Bien. Le daré el visto bueno mañana. El lunes te daré una respuesta,
y el martes, Kevin será historia.
- Ten cuidado. Es un hombre fuerte. Debes llevar cuatro o cinco
hombres contigo. No olvides que ha trabajado con nosotros mucho tiempo.
Sabe cómo trabajamos.
- No te preocupes, nuestro hombre dice que él se encargará solo.
- ¡Vaya! Debes presentármelo. Tal vez nos pueda ser útil.
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- Pues no. Es un hombre normal. Él dice que tiene un plan.
- Bueno. Si no cumple, darle su merecido también. Ya estoy hasta los
huevos de tener una patrulla de la policía enfrente de mi casa.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Qué te dijo?
- Me preguntó qué quería.
- ¿Qué le dijiste?
- Le dije que quería 100 mil dólares – respondió Kevin sonriendo - El
capullo aceptó.
- ¡Genial!
no eres un criminal.
- ¡Acepto! - contestó Frankie.
- Sí - contestó Gus.
- ¡Hola, bola de sebo!
- ¿Qué quieres?
- Ya sabes lo que quiero. ¡Quiero la pasta, bola de sebo!
- ¿Dónde y cuándo? - preguntó Gus con visible enojo.
- Falta la palabra mágica, bola de sebo - dijo Kevin riéndose.
- Por favor - respondió Gus secamente.
- ¡Muy bien, Porky!. Escúchame con atención, porque sólo lo diré una
vez. Te esperaré en la calle Honeywell, justo encima de los carriles de Eliminado: l
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ferrocarril de Sunnyside. Llegarás en tu coche y aparcarás en medio de la
calle. Bajarás tu seboso cuerpo y moverás tus pezuñas hasta la avenida
Skillman. Si veo a alguien acompañándote, o si noto algo raro, tendrás a la
policía detrás de tu culo. ¿Entendido?
Sí. - Afirmó Gus.
- Bien. Ahora en marcha.
- Sí.
- Soy Gus Pappas.
- Dígame.
- ¡Quiero que prepares a los chicos ahora!. Tenemos trabajo. Kevin me
ha llamado e intenta chantajearme. Me esperará en la calle Honeywell. Él
me hará caminar hasta Skillman. Así que les quiero allí. En cuanto le vean,
encárguense de él.
- Iremos enseguida.
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los viejos tiempos era capaz de perdonar. De todos modos, él también le
estaba tocando las pelotas. La situación era peligrosa. Echó varias monedas
y le llamó.
- ¡Diga!
- ¡Bola de sebo! Soy yo.
- Estoy a punto de salir.
- ¡No!. Espera.
- ¿Qué sucede? - preguntó Gus, enfadado.
- Hay cambio de planes, marrano. Mientras tus chicos esperan en la
avenida Skillman, tú irás en tu coche hacia la entrada del Hospital de
Astoria. Tendré gente observando. Como vean algo raro me lo dirán y
entonces ya no te llamaré más. Te llamará la policía o tal vez Alessandro
Cannetti, el sobrino de Benedetto. Tú eliges, gordo.
- Está bien.
- Ahora, ¡mueve tu culo gordo hasta allá!
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dolor que le producían las palpitaciones. Ciertamente la prudencia no era
una palabra hallada en su diccionario. Era evidente. Cómo una persona
acostumbrada a seguir sus propias reglas iba a poseer buen juicio. Sí,
precisamente, él era un símbolo de la autoridad en su pequeño mundo. De
alguien así tampoco podía esperarse la previsión o el cuidado. Su vida
estaba basada en el riesgo.
algo así?
- ¡Vamos, Kevin! Ese hombre nunca me ha visto. Él sólo te miraba a ti.
Por lo que a mí respecta, mañana estaré fuera de aquí. Me iré con mi novia
a la casa de la tía Helen. Allí buscaré un empleo y después de unos meses Eliminado: l
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Cuánto tenemos?
- No lo sé. Es mucho para estar contándolo aquí.
- ¡Regresemos al apartamento!. Lo contaremos allí.
- Bien.
- Yo conduzco. Después de todo, ya ha pasado el peligro.
- Tú mandas, Frankie.
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- ¡No importa! Dile que me lo gané en las carreras - contestó Kevin.
- No. Ella no es tonta. No se lo tragará.
- Entonces debe ser fea - dijo Kevin en broma. - Bien. Lo guardaré.
- ¡Hola, estúpido!. Esto confirma mi teoría. Todos los tíos como tú sólo
sirven para trabajos manuales.
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reflejaban un estado de shock. Intentaba buscar desesperadamente
bocanadas de aire.
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Michael A. Galascio Sánchez
gruesa y con una tonalidad lila. Era una escena grotesca. Se había
ensuciado encima. Después de terminar con Frankie, fue hacia Kevin.
Quería asegurarse que el hijo de puta irlandés estaba muerto. Kevin no se
movía. Parecía un enorme maniquí. Estaba tieso. Gus le dio un leve golpe
con la punta del pie. Pero éste no se movió. Entonces buscó en su bolsillo y
sacó una navaja. Quería cortarle el cuello. Tenía que dar un ejemplo para
que los demás no le perdieran el respeto. Al acercarse, Kevin le dio un
fuerte puño en la nariz. Gus cayó de espaldas. Kevin trataba de
incorporarse. Jadeaba como un mastín napolitano. Finalmente se puso en
pie. Gus trató de incorporarse, pero Kevin le dio una patada en el estómago.
Buscó la pistola de Gus y le apuntó a la cabeza.
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- Gracias, señor oficial. ¡Estoy para servirle!
CODICIA
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fuertes golpes y sometido a altas temperaturas. Nunca daba su largo brazo
a torcer. Era un ganador. Un hombre acostumbrado a doblegar a sus
adversarios. Irónicamente, su éxito le llevó a sumirse en un universo capaz
de crear adicción, el mundo del poder y la riqueza.
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Edward Malone era un joven de 30 años de edad. Atractivo, fornido y
muy ambicioso. Como muchos irlandeses pobres, se crió en el Hell’s Kitchen
de Nueva York. Durante sus años de adolescencia cometió varios delitos
menores. Sin embargo, tuvo la suerte de tener un pariente en la policía que
hizo desaparecer su expediente. Se puede decir que la vida le dio una
segunda oportunidad. Creía que Pamela estaba loca por él. Ella haría
cualquier cosa con tal de seguir disfrutando de su virilidad. Después de todo,
él le daba algo que escaseaba en su hogar. A cambio, ella podía darle una
mejor vida.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¡Harold! Te he planchado la camisa. Está un poco desteñida. Creo
que debes comprarte otra.
Harold miró con indiferencia. Era una mirada agónica. Reflejaba la lenta
muerte de su estado vital. Irradiaba un tremendo sentimiento de resignación.
Hacía varios años que había tirado la toalla.
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de clase media alta. Todo lo que le rodeaba había perdido brillo, era viejo o
estaba anclado en el pasado.
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- Bueno, iré al despacho a trabajar.
- Le prepararé un café.
- No se preocupe, Sra. Wall.
- Insisto. Después de todo, no hay servicio.
- Harold. Aquí está su café - dijo Pamela con una sonrisa pícara.
- No debió haberse tomado la molestia, Sra. Wall.
- No es nada - contestó Pamela con una mirada seductora.
Harold estaba nervioso. Lo peor que le podía pasar era que la Sra. Wall
se enamorara de él. Ella se sentó justo frente a él. El despacho de Jack Wall
era bastante amplio. Tenía dos enormes ventanas francesas con vistas a un
precioso patio con un grandioso jardín en forma de V. Era una de las formas
en que Jack expresaba su falsa grandeza. Más que grandeza, era un signo
de arrogancia, pensaba Harold.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Agarró fuertemente a la Sra. Wall y la alejó de Harold. A él se le
cayeron los pantalones.
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familia tan conocida como los Wall. Es uno de esos privilegios que tienen los
ricos.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Bien, ya lo confirmaremos cuando llegue el Sr. Wall.
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Sam iluminaba la furgoneta con su inmaculada sonrisa. Se imaginaba
echándose una piña colada en un lujoso hotel de Puerto Rico.
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acordado. Una vez que Sam saliera, Ed se dirigió a la habitación. Abrió la
puerta lentamente; la Sra. Wall estaba a la expectativa. Ed se acercó
lentamente hasta estar cara a cara con ella. Pamela abrió sus labios en tono
de invitación y Ed la besó.
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- ¿Cómo puede usted saber si tengo esa cantidad? - preguntó el Sr.
Wall.
- Sé muchas cosas sobre usted. También sé que no le gusta perder.
Pero aquí pierde de todos modos. Si me da el dinero, pierde. Y si no me da
el dinero, pierde también. La pregunta es: ¿qué prefiere perder? – le
preguntó Sam.
- ¡Hijo de puta!. Tendrá su dinero. Pero como le haga daño a mi mujer,
le aseguró que lo pagará muy caro. - Amenazó el Sr. Wall coléricamente.
- Asegúrese de tener el dinero listo cuando le vuelva a llamar, perdedor
- sentenció Sam colgando el teléfono.
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servicios, él tenía motivos para estar enfadado con su jefe. Hacía años que
no recibía un aumento salarial. Muchos empleados comentaban el estado
lamentable del hogar de Harold y las continuas humillaciones a las que le
sometía el Sr. Wall frente a algunos empleados.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Al bajarse del coche, los agentes le detuvieron y le explicaron que tenía
que ir a hablar con el teniente Parker. En ese mismo momento se lo
llevaron. Media hora más tarde, se encontraba cara a cara con el Teniente
Parker.
- Hola Ed. ¿Cómo está?
- ¿Cuál es el motivo de esto? – preguntó Ed.
- No sé si ha escuchado las noticias o ha tenido la oportunidad de
hablar con alguna persona de la casa, pero han secuestrado a la señora
Wall.
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Michael A. Galascio Sánchez
- ¿Qué me puede decir de la Sra. Wall? – preguntó Parker.
- Es una señora estupenda, siempre me ha tratado bien. Me ha dado su
confianza.
- ¿Y además de su confianza y su apoyo, le ha dado algo más? ¿Por
casualidad usted ha tenido otro tipo de relación con la Sra. Wall?
- ¡No, que va! – respondió Ed, indignado y sorprendido.- Sólo soy
empleado de ella y del Sr. Wall, el hombre que me paga.
- ¿Dónde ha estado en estas últimas 24 horas?
- Decidí dar una vuelta y visitar a unos amigos.
- ¿Ellos pueden dar fe de que ha estado con ellos? – le preguntó
Parker.
- Sí – contestó, rotundo, Ed.
- ¿Me puede facilitar sus nombres y números de teléfono?
- Sí.
Harold afirmó - Así es, todo ocurrió cuando estaba hablando con la
señora. Entraron dos hombres y la cogieron.
- ¿Viste a alguno de ellos? – quiso saber Ed.
- No, no tuve esa oportunidad. Me dieron un golpe en la cabeza y se la
llevaron. Me quedé en blanco. No recuerdo nada más.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Harold empezó a oler el mismo aroma seductor del perfume que tenía
la señora Wall. Era una esencia suave y dulce que le caracterizaba. Era
inconfundible. Hacía más de 10 años que venía oliendo esa fragancia.
Cuando tuvo la oportunidad de estar tan cerca de ella, su olor se quedó
grabado en su cerebro. Por otro lado, el tono de voz y la manera de articular
las palabras de acento neoyorquino de Ed le recordaron a una de las dos
personas que estuvieron en la escena del crimen.
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- Vale, vale te daré el millón de dólares, pero tengo que consultarlo con
mi socio.
- Ése no es mi problema. Quiero el millón de dólares. Consíguelo como
sea o, si no, hablaré – contestó Harold con rotundidad.
Pero un millón dólares era muy atractivo, podría invertirlo bien y nadie
se daría cuenta. Era la oportunidad que estaba esperando. Se lo merecía;
había sufrido mucho. Él y su mujer habían pasado muchas vicisitudes y
sufrido humillaciones, y se habían privado de muchas cosas. Era hora de
tener de lo que ellos pensaban que era de ellos, que les pertenecía por
derecho propio, así que no le dio mas vueltas a la cabeza, subió y se dirigió
al restaurante. Una hora más tarde, Ed y Harold estaban sentados en una
mesa.
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- ¿Sr. Wall?
- Sí, tengo su dinero. ¿Dónde tengo que llevarlo?
- Los planes han cambiado Sr. Wall – dijo Sam - No va ha entregar el
dinero en persona. Va a cogerlo de sus fondos del Banco de Nueva York y
va a hacer una transferencia a una cuenta que le voy a dar.
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El Sr. Wall se quedó petrificado.
- Si en este momento no anota el número de cuenta, me cargaré a su
mujer – amenazó Sam.
- ¿Cómo sé que está viva?
- Está viva – contestó Sam secamente.
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Michael A. Galascio Sánchez
haber disfrutado de sus delicias. Ed la sujetaba con la mano izquierda; en la
derecha tenía una 9mm. Antes de aproximarse a la puerta trasera de la
furgoneta, le soltó a Sam - ¿Qué sucede, Sam? ¿Te voy a pagar un millón
de dólares y no puedes poner un plástico bien? Vamos, no queremos que
nada salga mal. Acomoda eso bien.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
policía. Sin embargo, la coartada que le dio al teniente Parker era floja.
Ambos sabían que debían darse prisa porque, tarde o temprano, el teniente
se daría cuenta de la mentira de Ed.
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Michael A. Galascio Sánchez
hacía muy bien. La joven pareja la había visto en el telediario. Estaban
contentos porque tal vez recibirían una pequeña gratificación.
Unas horas más tarde, la Sra. Wall estaba en su hogar. El Sr. Wall se
aseguró que un helicóptero la trasladara desde el condado hasta la Mansión
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Victory. Cuando llegó Pamela, el teniente Parker intentó entrevistarla. Sin
embargo, ella dijo que se sentía indispuesta. Su marido insistió en que la
entrevista se aplazara dos días para que ella pudiera descansar. Con la
influencia que tenía el Sr. Wall, era muy difícil que Parker pudiese
imponerse. Por otro lado, tenía miedo de que se le olvidarán algunos
detalles claves del secuestro que sirvieran para resolver el mismo. Después
de todo, ahora la investigación se centraría en el asesinato de la criada.
También el Sr. Wall tendría que contestar algunas preguntas sobre los tres
millones de dólares sin declarar que tenía en la caja fuerte. Por otro lado,
estaba libre de culpa. De alguna manera, el teniente Parker seguía
sospechando de Harold. Él siempre le había dado mala espina. Tal vez
porque no congeniaba con las personas que trabajaban con números. Al día
siguiente, Ed no regresaba. Llamaron a la familia de éste. Las coartadas que
había ofrecido a la policía pronto se desvanecieron. Ed no aparecía; sus
familiares no sabían sobre su paradero. Todos los indicios apuntaban que él
y algún cómplice habían desaparecido con los tres millones de dólares. Sin
embargo, Harold estaba en su casa intentando comprender lo que había
sucedido. No sabía si Ed se había dado un viaje a las islas Caimán y de
alguna manera había logrado obtener el dinero.
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Michael A. Galascio Sánchez
sustancial aumento, ya que, en las declaraciones, Pamela había dicho que
él intentó protegerla antes de recibir el golpe.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
su tiempo a esta gestión. Se darían cuenta. Así que contrató los servicios de
un detective privado con la excusa de que ella creía que Harold le estaba
robando a su marido. Según la conversación que tuvo con el detective, el
resultado de la investigación sólo se le informaría a ella. Y sólo ella decidiría
si se debía proceder a las acciones legales.
Pamela se puso unos guantes de látex y escribió una carta con una
vieja máquina de escribir que tenía en el ático. La metió en un sobre y se fue
a una empresa de envíos y la dirigió al nombre de Harold Kravitz. La carta
fue entregada en mano el mismo día por la tarde.
109
Michael A. Galascio Sánchez
Tal vez por eso había recibido un aumento de sueldo. Para que me
quedara tranquilo. Después de todo, él no podía acusarme directamente. Si
era el autor intelectual del secuestro, también sería responsable del
asesinato de la criada. Pero, por otro lado, si habían asesinado a Ed y a su
socio, tenía que existir una cuarta persona.
A Harold se le erizaron los pelos. Creía que eso formaba parte del
pasado. Su rostro había cambiado drásticamente. Parecía un chihuahua
110
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
acorralado. Sus ojos saltones no parpadeaban y sus orejas no daban crédito
a lo que estaba escuchando.
- ¿Qué? – preguntó Harold con voz congelada.
- No te pongas nervioso. Te deseo, de verdad. ¡No lo puedes entender!.
Siempre me han gustado los hombres inteligentes como tú. Llevo años
observándote. Deseándote. Quiero que seas mío. ¿Por qué crees que hablé
con mi marido para que te diera un aumento?
Harold no era tonto y comenzaba a atar cabos. Tal vez, podía haber
sido la Sra. Wall la autora intelectual de su propio secuestro. Ésa era otra
teoría. Sin embargo, también podía ser una casualidad. No obstante, la vida
le había enseñado que las casualidades no existen. Decidió seguir con el
juego para ver hasta dónde llegaba ella.
- ¿Qué oportunidades?
- Vamos, Harold. Creía que tú me lo dirías. Recibir lo que no tienes en
tu casa. Una mujer que te saque el jugo cada vez que llegues de trabajar.
Que te atienda. Que se preocupe por ti. Que te mime. Te puedo dar todo
eso y mucho más. No te pido que abandones a tu mujer. Sólo que me
dediques un poco de tiempo. Con eso me conformo. Es mejor que lo que
tengo.
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Michael A. Galascio Sánchez
fácil. Al estar labio con labio, Harold la besó y la agarró. Comenzó a quitarle
la ropa.
Harold había cambiado mucho desde aquella reunión con Ed. Ahora
era un hombre que lo quería todo. Absolutamente todo. Ella estaba
sorprendida y optó por quitárselo de encima y llevarlo a una habitación en la
segunda planta. Allí pasaron aproximadamente una hora y medía. Harold
acababa de perder lo que le quedaba de conciencia. Ahora no sólo era infiel
a su mujer, sino también a sí mismo. Después de acostarse con ella,
pensaba que había roto otra barrera. Ahora no sólo tenía el dinero de su
jefe, sino que disfrutaba de los encantos de su mujer. Su posesión más
preciada. Posesión por la cual pagó tres millones de dólares. No lo podía
creer; había echado un polvo de tres millones de dólares. Lo que él no
imaginaba era que Pamela pensaba lo mismo.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
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Michael A. Galascio Sánchez
- No. Tengo que confesarte algo.
Pamela estaba loca por darle una patada a ese patético ser. Sin
embargo, jugaría hasta el final. Y lo haría como una profesional.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Pamela se fue llorando con gran desconsuelo. Harold se quedó abajo
hecho polvo. Mientras tanto, ella llamó al detective.
Ese día, por la tarde, el detective fue a la Mansión Victory. El Sr. Wall
había llamado diciendo que llegaría tarde, así que ella aprovechó la
oportunidad para reunirse con él en la casa.
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Michael A. Galascio Sánchez
- No es un número. Es una palabra – respondió ella.
- ¿Cuál?
- Codicia.
- ¿Codicia?
- Sí. Como lo oyes.
- ¿Segura?
- Absolutamente.
- Bien.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
La policía había encontrado el arma homicida en el maletero de Harold
Kravitz. Él no daba crédito a lo que estaba sucediendo. El interrogatorio de
Parker fue tan duro que Harold confesó su intento de chantaje a Ed y facilitó
la clave de la cuenta en las islas Caimán. Sin embargo, la policía no pudo
verificar la información, ya que el dinero y la cuenta habían desaparecido.
Luego Harold habló del socio misterioso. Sin embargo, en las cartas no
había huellas ni nada que pudiera identificar a ninguna otra persona. La
teoría del teniente Parker era que el mismo Harold se había enviado esas
cartas. Él estaba solo. Mientras avanzaba el juicio en contra de Harold,
aparecía en su garaje la máquina de escribir utilizada para escribir las
cartas. Harold Kravitz era culpable.
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Michael A. Galascio Sánchez
Albert Camus
trascendencia de mi obra en la sociedad hasta que viven en carne propia Eliminado: importancia
alguna injusticia surrealista a las que nos tiene acostumbrados el sistema de Eliminado: labor
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Eliminado: s
Vivimos en lo que en un futuro será una economía global de libre
mercado. Mi oficio simplemente es uno más en el abanico de servicios que Eliminado: y
donde la identidad se desvanece y somos un número en un folio perdido del Eliminado: cosas
censo.
La gente siempre ofrecerá cosas que podrían tener algún valor o
utilidad para otros. Se ofrece obsequios, asesoramiento, , discreción, Eliminado: regalos
servicio que se puede aceptar o rechazar. No tengo dificultad en conseguir Eliminado: sacrificios
únicamente ponga todas sus expectativas y no su capital en las decisiones Eliminado: dinero
Eliminado: limpiar
Me encargo de barrer la basura de la sociedad. De alguna manera
ayudo a mantener el equilibrio entre los depredadores de nuestra sociedad,
librándolos de aquellos que en ocasiones se creen intocables o
invulnerables. Ninguna persona está fuera de mi alcance, todo el mundo es
vulnerable, hasta el presidente.
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Michael A. Galascio Sánchez
creencias, ideologías y religiones. Hay quienes no se atreverían a matar a
otro ser humano bajo ninguna circunstancia. Ya sea por religión, valores o Eliminado: su
mero temor. Para éstos, la conciencia es un pesado montón de piedras que Eliminado: saco
les limitará hasta sus últimos días. Éstos son víctimas de la hipocresía del Eliminado: unos sufridores
Eliminado: lo harían si
Por otro lado, existen personas que matarían si son llevados al límite,
acorralados, en defensa propia, para proteger a sus seres queridos o su
propiedad. Éstos se encuentran balanceándose sobre una línea divisoria de
lo socialmente correcto e incorrecto. Sopesan casi de modo enfermizo lo
justo y lo injusto de acuerdo a la ley moral o a la verdad. Son peligrosos.
Son los que en un día soleado entran a un McDonalds, y con un AK-47
matan 12 personas. Son bombas de relojería que no soportan más la Eliminado: 10 o
Otros matan ejecutando una orden legal, ya sea por el islam, el aborto
o por cualquier “ideología”, en la guerra de Afganistán, o sirviendo para Eliminado: por su religión o
Eliminado: llenar
Y por último, estoy yo. Existe un espacio que hay que ocupar. Una
laguna que hay que cubrir. Mi oficio se ha hecho desde tiempos
inmemoriales y se seguirá haciendo, es un trabajo como cualquier otro. En
mi caso, la conciencia es un concepto del que podríamos hablar
extensamente. Pero es sólo eso, un concepto. Muchos seres humanos
apenas son concientes de que respiran.
120
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
llamaba Sr. D. William Straton, un inglés de unos sesenta años de edad,
natural de Kensington y establecido en la isla desde hacía 20 años. Su vida
laboral se desarrollaba entre el área turística de la isla y Estados Unidos.
Evitaba aceptar trabajos fuera EE.UU., pues conocía bien el terreno y
además había dejado pocos amigos en Europa.
Por esas cosas del destino, fui elegido entre todos los neófitos. Todo
comenzó durante mi primer año de estudios universitarios. Realizaba una
licenciatura en Ciencias Políticas. El Sr. Straton, además de ejercer ese
oficio, era un excelente Profesor de Filosofía y Ética de la Universidad
Interamericana de Puerto Rico. Fue precisamente después de una clase de
ética cuando me introdujo dentro del mundo del cual les voy a hablar.
121
Michael A. Galascio Sánchez
Un factor determinante para que me eligiera fue el hecho de tener
padre italiano y madre puertorriqueña, situación que me ayudó mucho. Por
un lado, cuando quería, podía pasar por puertorriqueño porque hablaba y
conocía perfectamente su cultura y, por otro, cuando me rodeaba de
italianos, por mi aspecto, porte y apellido, era bien acogido. Eso era algo
que había sido calibrado milimétricamente por el Sr. Straton.
122
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Mientras tanto, todas las mañanas tenía que leer los tres periódicos
principales: el Día, el Vocero y el San Juan Star, además de las revistas
militares del momento. Visitaba la biblioteca con un carné falso para ver si
había publicaciones relacionadas con mi profesión. Un carné falso es
sumamente importante porque en Estados Unidos las autoridades federales
llevan el registro de entradas para ciertos materiales, ya sean armas, ciertos
químicos utilizados para la fabricación casera de bombas y literatura que
ellos consideran subversiva.
El Sr. Straton decía que la lectura de los diarios y las publicaciones era
la mejor inversión que un mecánico podía hacer. La idea era absorber
información como si fuera una esponja. De ahí, podría conocer las últimas
novedades, armas y técnicas de interés.
123
Michael A. Galascio Sánchez
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
transporte disponible. Obtener las identificaciones (D.N.I.) necesarias,
itinerarios anticipados de vuelo, guagua, tren, barco y los factores de tiempo
implicados, como por ejemplo el “overbooking”. No nos gustaría quedarnos
en tierra después de haber eliminado a un objetivo influyente.
Antes del apogeo de Internet, era necesario tener por lo menos dos o
tres agentes de viaje de confianza, ya fuese bien pagado o una novia que ni
hiciese preguntas, en diferentes ciudades, con los cuales uno pudiera hacer
arreglos por teléfono, siempre utilizando un nombre falso. Ellos hacían
todas las transacciones por uno y luego American Airlines, United o TWA se
encargaban de pagarles su comisión, la cual no era nada despreciable. Hoy
día es más fácil; se puede comprar el billete a través de Internet, es más
económico y es prácticamente imposible que le sigan la pista. Otro de los
problemas que enfrenta un mecánico es el transporte de sus instrumentos
de trabajo. Cómo enviar las armas al lugar de trabajo. Antes, los mecánicos
utilizaban pequeñas empresas de envío que tenían arreglos con otras
empresas más grandes en aquellos lugares en los que no podían ofrecer
sus servicios. Sin embargo, las autoridades federales se percataron de esta
táctica y comenzaron a vigilarlas, al extremo de que muchas de estas
empresas hoy día están controladas por los federales o, por lo menos,
infiltradas por ellos. Es preferible utilizar empresas reconocidas por el
gobierno federal. Como por ejemplo, Federal Express. También se pueden
camuflar los instrumentos dentro de marcas de reconocido prestigio y que
tengan contrato con el gobierno. Por ejemplo, se pueden camuflar piezas
dentro de equipos IBM, Ford, General Motors, Apple, Kodak y otros.
125
Michael A. Galascio Sánchez
Antes de que la paranoia de los atentados terroristas se extendiera por
todos los Estados Unidos y el resto de occidente, uno podía utilizar la oficina
de correos del aeropuerto y realizar el envío de una oficina de correo a otra,
siempre utilizando un nombre ficticio. En estos casos, la mercancía casi
nunca era sometida a rayos X. Hoy día es más difícil. Algunos mecánicos
todavía se arriesgan enviando armas de plástico. No obstante, el FBI
dispone de una figura conocida como el “flapman”. Este individuo se
encarga de abrir un paquete que el correo considera sospechoso y luego lo
cierra, dejándolo en su estado natural. Es prácticamente imposible detectar
si el gobierno federal ha interceptado tu correo o no.
126
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
atrasar en los pagos. Después me enteré de que Pascuale, alias El
Estrangulador, había matado por lo menos a 12 personas, sólo en Estados
Unidos. Durante su tiempo libre se dedicaba a destrozar manzanas con las
manos para impresionar a sus sobrinos. Poseía una fuerza bárbara, algo
que nadie podría sospechar con mirarle. Si el cubano hubiese conocido
alguna técnica o maña, en vez de depender de su imponente físico, tal vez
hubiese podido salvar su voz. Ese día decidí aprender todo lo que me
enseñaran y a no subestimar a ningún objetivo, por fácil que pareciera.
Decidí coger un taxi para conducir dos noches a la semana, los viernes
y sábados. Recogía a gente con mala pinta y nunca me negaba a llevarles a
los barrios más marginales. En varias ocasiones tuve que enfrentarme a
varios macarras. Al principio daba algunos buenos golpes y recibía varios.
Pero, después de unos meses, se tornó aburrido porque se me hacía fácil
repartir leña, como suelen decir los macarras en Puerto Rico.
127
Michael A. Galascio Sánchez
Después de 6 meses de entrenamiento 5 horas diarias, más de 1000
horas de entrenamiento, había desarrollado una relación de amistad con
Jimmy. Situación que aproveché para conocer fuentes de material para mi
oficio y adquirir conocimientos sobre movimientos silenciosos, algunas
técnicas de tortura utilizadas por las fuerzas especiales y grupos terroristas,
técnicas de escape, armas silenciosas, métodos orientales y muchas otras Eliminado:
formas de matar. Por otro lado, en caso de tener un trabajo que requiera dos
personas, quién mejor que Jimmy para cubrirte la espalda.
Otro elemento importante, y tal vez uno por el cual el Sr. Straton es
venerado, es la observación en todos sus aspectos, tanto el desarrollo de la
capacidad de observación por parte del mecánico como considerar la
capacidad de observación de posibles testigos de un trabajo. No es el mero
acto de mirar, sino ser consciente de lo que le rodea. En esa fase de
preparación comencé a desarrollar y ejercitar habilidades de observación;
estudiar mis alrededores, escuchar lo que las personas a mi alrededor
hablan, ver qué cosas pueden utilizarse como arma en caso de una pelea,
ver posibles rutas de escape, anticiparme a una emboscada y otros.
trabajo, se cultiva a través de la lectura, tiene habilidad para el combate Eliminado: armas
mano a mano. Goza de una condición mental y física excelente. Ahora sólo
Eliminado: pruebe
falta que se examine.
Jerry Martin: - ¿Cuál será el objetivo?
Sr. Straton: - Nuestro cliente tiene un grano en el trasero. Se trata de
un camello de poca monta de Astoria. El cliente podría eliminarle si quisiera.
128
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Sin embargo, está siendo objeto de una investigación por las autoridades
federales y no se quiere arriesgar. Prefiere gastarse un poco de dinero. Sin
embargo, nosotros lo haremos gratis. Quiero introducirle como mi sucesor,
por lo que es importante que vean su calidad profesional.
Jerry Martin: - No le defraudaré, señor Straton.
Sr. Straton: - A mí no, señor Martin. A ellos.
Eran las 10:00 de la mañana y acababa de llegar al aeropuerto JFK.
Había descansado un poco durante el vuelo. Entré en el terminal con un
bolso de cuero negro mate. Comencé a caminar por el aeropuerto, como
cualquier otro hombre ejecutivo, hasta llegar al servicio. Una vez allí, entré
en un cubículo y lo cerré. Me quité el traje y lo doblé cuidadosamente,
poniéndolo en un compartimiento especial del bolso. Saqué unos Levi’s un
poco desgastados, una camiseta de Green Peace y unos tenis de marca
poco conocida. De un lateral del bolso saqué un espejo redondo y una
media para recoger mi cabello. Esto me permitiría ponerme una peluca, la
cual ajusté con unas pinzas especiales. Ahora tenía el pelo rubio,
descuidado, hasta los hombros. Algo así como el vocalista de Van Halen.
129
Michael A. Galascio Sánchez
Después de recoger el equipaje, me detuve en un estanco para
comprar los periódicos locales, sobre todo los del barrio, para conocer las
nuevas tendencias y actividades de Queens, y un mapa local actualizado.
En los municipios hay periódicos muy buenos que retratan muy bien las
tendencias sociales de la comunidad, como por ejemplo el “Irish Voice” y
otros.
Quería ver las direcciones que había memorizado una semana antes.
Ver si el sentido del tráfico había cambiado en algunas calles Doblé el mapa Eliminado: .
Una vez en el aparcamiento del motel, observé varios coches hasta que
vi una matrícula de Filadelfia. Aparqué al lado y se la quité. Luego se la puse
al coche de alquiler. Me registré en el motel con un nombre y dirección
falsos y le di el nuevo número de matrícula de Filadelfia. Los trabajadores de
130
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
estos moteles reciben tanta gente en un día que su trabajo se convierte en
algo tan rutinario que no están pendientes de detalles como pedir
identificaciones adicionales. Sobre todo si uno paga en efectivo.
Con mi pinta de Guns N’ Roses y con voz quebrada por los excesos, le
dije al encargado de la recepción que me consiguiera un apartamento
alejado de la piscina, donde no hubiera ruido, pues me gustaba dormir hasta
Eliminado:
tarde.
considerarse como posible evidencia física que pudiese probar una Eliminado:
131
Michael A. Galascio Sánchez
Al igual que el día anterior, aparqué en la calle 25. Bajé del coche, pero
esta vez iba con un uniforme de mecánico azul marino, con algunas
manchas de grasa. El cliente había encargado que lo eliminaran en la calle.
Quería que su cuerpo apareciera, por lo que no tenía que ser muy
elaborado.
Mientras caminaba la misma ruta del día anterior, me volví a cruzar con
el objetivo. Éste iba hablando con su amigo con un atuendo similar al del día
anterior. Justamente 20 minutos después, regresaba como todos los días.
Sin embargo, había un imprevisto, su amigo regresaba con él.
Tenía que pensar rápido. Mi cliente sólo le quería a él. El otro individuo
no entraba en el contrato. Ellos estaban caminando por la misma acera que
yo. Venían inmersos en una agitada conversación a todo volumen sobre
algo que había pasado en el parque. Aparentemente, habían tenido un
altercado con miembros de un grupo rival de jóvenes camellos de otro
barrio. Nada serio. Sólo chiquilladas. Pero era perfecto, había gente con
motivo para hacerle daño. Al estar a un metro de distancia de ellos, les dejé
paso, ni siquiera me miraron. Ellos se creían los dueños del barrio. Una vez
me pasaron por el lado, me giré rápidamente y saqué la pistola. Para estos
casos, una pistola calibre 22 diseñada por Lou Lombardosi con silenciador Eliminado: Ruger calibre 22
132
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
un armero de conocida pericia haga el trabajo y no aventurarse a tener un
percance irreparable durante un trabajo.
Me quité los guantes de látex y los sustituí por guantes de cuero para
conducir. Al llegar a la agencia de coches, en el aeropuerto, lo entregué
completamente limpio. Me dirigí hacia el servicio. Después de unos minutos,
me había transformado en un estudiante universitario, probablemente un Eliminado: yuppie
preguntas.
133
Michael A. Galascio Sánchez
Sr. Straton: - Me dicen que estuviste bien. Eliminaste al objetivo y su
amigo guardaespaldas ni siquiera te vio. Un amigo de la policía dice que los
investigadores a cargo no tienen pistas. Nuestro cliente quiere que hagas
otro trabajo. Pero éste es más serio.
Jerry Martin: - ¿De qué se trata?
Sr. Straton: - Esta vez cobrarás lo que será la cantidad habitual por
trabajo.Unos 50.000 dólares. Es un precio stándard por el volumen de
trabajo que ellos nos dan. Son mis mejores clientes. En el futuro harás
negocios con ellos.
Jerry Martin: - ¿Qué hay del trabajo en Puerto Rico?
Sr. Straton: - Éste será fácil. Se trata de un jugador profesional que vive
estafando a los casinos. Tiene unos 56 años de edad. Este hombre se
especializa en las mesas de Black Jack. Tiene una especie de sistema.
Suele estar una o dos semanas, saca unos 20 o 25 mil dólares y luego se
muda para timar a otro casino. Nuestros amigos de Atlantic City nos han
facilitado la descripción de este hombre. Ellos no quisieron tocarle en New
Jersey porque la Comisión de Juego del Estado está estudiando renovar su
licencia y no quieren ningún problema.
Jerry Martin: - ¿Tiene los papeles?
Sr. Straton: - Sí. Para este caso te cubriré la espalda. Quiero ver cómo
te desenvuelves antes del gran trabajo.
Jerry Martin: - ¿Dónde y cuándo lo haremos?
Sr. Straton: - Nuestros amigos le han pedido a la agencia de seguridad
que cambie a todos sus guardias jurados para el sábado, debido a una
supuesta serie de robos que pueden ser de dentro, con lo cual habrá
personas que no conocen a nadie, ni conocen bien los predios del edificio.
También nos proveerán con llaves y tarjetas maestras para entrar por el
aparcamiento y un coche para salir del edificio. Esto nos dará un margen de
ventaja. El objetivo está registrado en la habitación 703.
Jerry Martin: - ¿Lo haremos dentro?
Sr. Straton: - Sí. Ellos quieren que aparezca y que se sepa por qué se
lo han cargado. Es una especie de mensaje a los estafadores profesionales.
134
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
El sábado 7 de Diciembre de 1985 fui al casino. Sin embargo, no entré
al área de juego, ya que ahí tienen muchas cámaras. El Sr. Straton quedó
en tropezar con el objetivo para que yo le identificara bien, no queríamos
ninguna confusión. A las 22:00, el objetivo salía del casino y se dirigía hacia
la habitación. El Sr. Straton se levantó de la mesa en la que estaba
tomándose un Daiquiri y tropezó con el jugador. Sin apenas mirarle, él se
disculpó y salió del hotel. Me levanté del bar y salí detrás del jugador. Me
apresuré a acercarme y entré en el ascensor con el objetivo. Él marcó el
piso 7 y me preguntó a dónde iba. Le dije séptima planta, habitación 704. Él
se relajó. Aparentemente le intimidé. Tal vez era mi expresión. Eso era algo
que tendría que cuidar para futuros trabajos.
135
Michael A. Galascio Sánchez
Así que tendría que trasladarme hacia Filadelfia. Para este trabajo, el
cliente quería que interrogara al objetivo por si alguien más sabía algo de
esto. En estos casos, los instrumentos son diferentes.
136
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
equipo para romper cerraduras.. Para este trabajo utilizaría un tatuaje falso, Eliminado: y un picahielo
Además, utilizaría un par de lentillas azules. Los disfraces son los que
le dan al mecánico una libertad de movimiento sin comparación. Es el
camuflaje perfecto para la jungla de la ciudad. Según nuestros detractores,
nos da impunidad. Pero no nos vamos a poner éticos ahora.
El sitio en donde iba a actuar era una urbanización de clase media alta
de Filadelfia. Así que el disfraz debía ser lo suficientemente bueno como
para mezclarme con el entorno de la comunidad sin despertar sospechas.
En estos lugares, la gente es más conservadora, viste más recatado y sus
cortes de pelo son igualmente aburridos por no mencionar sus expresiones
faciales. De acuerdo con la información que me dio el Sr. Straton, Frank era
un hombre corpulento, pesaba unos 120 kilos y medía 1'95. Comenzó como
portero en los 60. Luego hizo un par de trabajos para la familia hasta
ganarse el puesto de gatillo de la familia Bruni. Tendrá algunas 30 víctimas
a sus espaldas, todos ejecutados con maestría. En cuatro ocasiones
intentaron asesinarle. Inclusive un mecánico. Dos murieron en el intento.
Uno fue capturado por la policía y el mecánico eliminado por sus clientes
para borrar las huellas.
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Michael A. Galascio Sánchez
unos 40 años, llamada Brittany. Era una mujer muy llamativa, tenía unos
enormes pechos y la cintura de una muñeca. Trabajaba en un Club llamado
L’ Feme, en el centro de la ciudad.
Había que eliminar a Frank con rapidez. Así que necesitaba más
información sobre él. Me disfracé y visité el Club. Cuando entré, vi a varias
chicas. Entre ellas estaba Brittany. Una se me acercó y me presenté como
representante de una firma sombreros y gorras de todo tipo. El día estaba
flojo y entonces se me acercaron algunas para hablar. Saqué varios
sombreros de hombre y de mujer, algunas gorras de fútbol personalizadas
con nombres comunes, entre ellos el de Frankie, Frank. Brittany me
preguntó cuánto costaban y le dije que escogiera. Ella escogió una gorra
que decía Frankie y una boina de cuero marrón para ella.
Estuve todo el día sentado en el coche, al otro lado de la calle del Club.
Escuché todo tipo de conversaciones, hasta que ¡bingo!. Brittany le comenta
a Susan que la semana estaba floja y que llamaría a Frankie. Aprovecharía
la excusa de llevarle la gorra para follar con él y, a la vez, sacarle algo de
dinero.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
inalámbrico que parecía un neurófono. Así podía escuchar la conversación
sin tener que sujetar ningún aparato con la mano.
Sólo dejaba que se viera un fleco rubio de la peluca. Tenía una vaqueta de
hombro para la pistola.. Caminaba con toda naturalidad mientras escuchaba Eliminado: Ruger
Había una puerta lateral que daba a la cocina. Casi todas las casas de
esa comunidad tenían el mismo diseño básico, así que era el momento de
139
Michael A. Galascio Sánchez
poner en practica lo que el Sr. Straton me había enseñado sobre cerraduras.
Después de unos 10 minutos, Frankie y la prostituta volvieron a la carga.
Eliminado: e
¡Clic!. Se abrió la guarida de esa fiera, para bien o para mal. El caniche
Eliminado: animal
comenzó a ladrar. Lo cogí por el cuello con la mano izquierda. En el otro
brazo tenía un paño de cuero alrededor del antebrazo, se lo puse en la boca
y dejé que lo mordiera bien. Frankie se había detenido, su alarma canina se
había activado.
Eliminado: objetivo
El Frank y Brittany habían terminado. Le dijo a Brittany que bajara por
bebidas. Ella bajó la escalera, desnuda; era una mujer grande, pesaría unos
90 kilos aunque medía aproximadamente 1'78. Para estos casos, hay que
estar preparado. Entre mis instrumentos de trabajo, suelo llevar un cuchillo Eliminado: herramientas
de doble filo. Lo saqué. Mientras tanto, Frankie parecía haber ido al baño,
pues podía escuchar una especie de grifo a lo lejos. Me escondí detrás de la
escalera. Ella tendría que pasar frente a mí si quería encender la luz. Al
hacerlo, le agarré la boca con la mano izquierda y con la otra le apuñalé
profundamente el cuello, cortando las arterias principales y la vía de
respiración, causándole una muerte rápida. La deposité suavemente en el
suelo.
Subí las escaleras como un rayo, no sin antes asegurarme que no eran
de madera. A veces, el ruido de la madera puede alertar al objetivo si éste
140
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
tiene experiencia en la profesión. En la segunda planta vi la luz de una
habitación encendida. Me acerqué con rapidez. Frankie salía del baño
cuando de pronto notó mi presencia. Creí que el verme con una pistola
automática y un silenciador iba a hacer que me respetara. Pero no fue así.
Se me abalanzó encima. Le disparé. Pero al no ser una pistola con poder de
detención, como suelen ser las 9mm, tuve que dispararle en el muslo.
Hubiese sido fácil dispararle varias veces en el cuello. Pero ésa no era mi
misión. No podía olvidarme de quién era. Era un mecánico y debía actuar de
acuerdo. Intentó tirarse sobre mí. Me moví rápidamente hacia la izquierda.
Sin embargo, en el salto me alcanzó con su mano izquierda, tirándome
cerca de él. Me levanté rápidamente. Él se incorporó tan rápido como yo.
Para su peso era extremadamente ágil. Tenía fuego en sus ojos. Sabía lo
que le esperaba. Cogió una lámpara y le disparé en el brazo derecho. A
pesar de esto, me tiró la lámpara. Al bajarme para esquivarla, volvió a saltar,
esta vez sobre mí. Me agarró la mano derecha para intentar quitarme la
pistola. Podía sentir el fluir de su sangre caliente en la parte baja de mi
chándal y la sangre de su brazo me caía en la cara. Intenté mover la cara
para que no me cayera en los ojos y me dificultara la visión.
141
Michael A. Galascio Sánchez
Frankie: - Rocco Gorgoni y Phil Simone.
Jerry Martin: - ¿Alguien más?
Frankie: - ¡No!
Jerry: - Bien.
Conduje hasta donde tenía el otro coche. Saqué la bolsa de basura con
la posible evidencia, y del maletero la moqueta, que puse en el de mi coche.
Me dirigí hacia la primera autopista interestatal. Saqué el mapa y busqué
una ruta no muy habitada cerca de un río. Salí de la carretera. Tenía que
actuar rápido, era la 1:30 a.m. y pronto iba a amanecer. La policía no
encontraría a Vinnie y Brittany hasta el siguiente día por la tarde. Me quité
toda la ropa y me cambié. Saqué una garrafa de gasolina, empapé la
moqueta y toda la ropa que había utilizado y le prendí fuego.
142
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
días después, me había encargado de mis objetivos Gorgoni y Simone.
Habían pasado a ser historia.
El Sr. Straton llamó por teléfono. Quería una reunión urgente. Al día
siguiente estaba en Puerto Rico, en su casa.
En el patio había una enorme mesa de roble con una gran sombrilla
blanca en el centro. Manteníamos una conversación mientras
desayunábamos.
Sabía que algo no estaba bien; era como una especie de despedida.
Pensé que tal vez estaba enfermo o quizá que había decidido desaparecer.
No lo sé. Sólo puedo afirmar que ése fue el último día que vi con vida a mi
mentor. A pesar de lo correcto que era el Sr. Straton, sentía un gran afecto
por él. Nunca nadie me había regalado algo tan preciado. Y es que el
conocimiento es un regalo de valor incalculable.
143
Michael A. Galascio Sánchez
de indagar sobre los documentos de la autopsia e inclusive visitar la tumba
en donde estaba enterrado. Sin lugar a dudas, el cuerpo que estaba allí era
el de mi mentor.
¡Claro! Él quería eliminar a todos los que habían tenido algo que ver
con la muerte del jefe de Filadelfia. Tal vez pensaba que podían
chantajearle. Después de todo, la Comisión no se toma esas cosas a la
ligera. Eso significaba que yo era un objetivo. Con razón había sido tan
espléndido pagando 70.000 dólares por cada objetivo.
146
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Me trasladé a la casa de Straton, en Nueva York, y durante una
semana estudié el Club Social en donde se reunía el Jefe. Alquilé un piso al
otro lado de la calle del Club Social. Monté vigilancia varias semanas. Por
otro lado, algunos clientes habituales de Straton me habían hecho ofertas de
negocios que dejé pasar. Tenía que ser cauto, no podía confiar en nadie
hasta que no atara ese cabo.
Al lado del Club Social había un pasillo que daba a la otra calle. En ese
pasillo había una puerta lateral, que era la salida de emergencia. Junto al
lado de la salida había dos contenedores metálicos de basura. Se me
ocurrió utilizar un artefacto explosivo. Lo detonaría en la parte trasera y
cuando ellos salieran por la puerta principal, eliminaría al viejo con un rifle
AR-7 con acabdo de teflón con silenciador desechable. Luego realizaría una
segunda explosión en un coche para salir de allí. Ésa era mi idea original.
Sin embargo, era muy arriesgada; la explosión de una bomba, además de
llamar la atención, podía causarle la muerte a un inocente, y esto provocaría
una reacción muy dura por parte de las fuerzas del orden público.
Cuando la opinión pública le toca los cojones a los altos cargos del
estado, en cuanto a la seguridad ciudadana, ellos responden aplicando
castigos ejemplares a los infractores. No tenía necesidad de convertirme en
enemigo público número uno.
147
Michael A. Galascio Sánchez
La idea era establecer el alcance máximo para el rifle. Para este trabajo
utilizaría una munición especial, balas de punta hueca “hollow point”, que
llenaría con un líquido venenoso para asegurar el éxito del trabajo. Lo bueno
de estas balas es que se deforman en el impacto, lo que las hace difíciles de
rastrear.
El lunes por la mañana rompí la farola que estaba frente al Club Social.
Un certero disparo con un rifle de aire. Además rompí dos o tres cristales de
coches en la calle. Sabía que cuando la policía investigara, pensaría que se
trataba de unos jóvenes que no tenían nada mejor que hacer. Nadie se daría
cuenta de la farola hasta entrada la noche. El Ayuntamiento no la arreglaría
hasta el martes. Si la arreglaban el mismo día, hubiese tenido que abortar el
148
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
trabajo porque sería un indicio claro de que el FBI estaba vigilando y la poca
luz afectaba su vigilancia.
Eran las 12:50 y la farola seguía rota. Nadie se molestó mucho, todos
entraban y salían del Club Social sin problemas. Después de todo, ellos son
los reyes de la ciudad y en raras ocasiones a alguien se le ocurre
dispararles. A la 1:30 salía el objetivo, acompañado de un hombre. El
objetivo se detuvo para encender un enorme puro. Lo tenía en la mira. Le
apunté al ojo izquierdo. Con el tipo de munición que tenía, moriría en
cuestión de minutos. ¡Boom! ¡Le di!
me dirigí al patio del edificio. Allí salté una verja y crucé al edificio contiguo. Eliminado:
Forcé la puerta trasera y entré al lobby, saliendo hacia la calle. Allí estaba mi
coche. Me fui tranquilamente mientras hacía los preparativos para
deshacerme del arma como de costumbre.
Al día siguiente, en la portada del New York Post, se podía leer: “Jefe
de la Mafia siciliana muere en un atentado”. “La comisión de la Mafia al
acecho del autor”. Luego había otras teorías: “El FBI pensaba que había
sido la misma Comisión por temor a que negociara con el gobierno”. No
obstante, nadie se creía esa teoría, pues el viejo llevaba 20 años riéndose
de la policía. Por suerte, estaba seguro de que había limpiado bien mis
rastros. Después de vengar la muerte de Straton, decidí seguir ejerciendo mi Eliminado: huellas
profesión.
Ahora estaba solo. Debía ser muy cuidadoso. Tendría que establecer
los contactos por mi cuenta. Además, debía limitar los contratos a 3 por año,
149
Michael A. Galascio Sánchez
con lo cual el precio mínimo para un encargo era de 50.000 dólares
(7,500,000 Ptas.).
Era un viejo siciliano que operaba en Nueva York, pero que, sin
embargo, nada tenía que ver con las cinco familias de la mafia
ítaloamericana. Me trasladé hacia allá. Su nombre era Girolamo Ferrutti. Él y
su hijo tenían varias empresas de carácter nacional. Eran muy temidos en la
ciudad. Se paseaban por el barrio italiano de Manhattan como si nada. De
hecho, hay una anécdota sobre ellos. Una vez, unos chinos, miembros de
los “tong”, tuvieron una discusión con el viejo sobre un negocio que éste
abrió en Chinatown, “Barrio chino” de Nueva York. D. Girolamo estaba tan
enfadado que dio la orden de hacerlos desaparecer. Nunca se supo nada
más de estos individuos. También ha tenido sus más y sus menos con los
japoneses, estableciendo un vínculo tal que si un japonés le roba a una
familia italiana y huye a Tokio, ellos se encargan de eliminarle allá. Por otro
lado, si un occidental hace algo por allí y huye hacia EE.UU., ellos se
encargan de darle su merecido. Existe una alianza entre los seis mayores
sindicatos del crimen organizado: Mafia Siciliana - Napolitana e
ítaloamericana, Yakuzas, Tríadas, Colombianos y Rusos. D. Girolamo los
manejaba bien a todos. Era un hombre muy respetado por todos los clanes.
Sin embargo, la fractura de los grupos colombianos había creado una cierta
inestabilidad. El Cartel de Medellín se fue al garete y entonces D. Girolamo
150
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
optó por negociar con el Cartel de Cali, por el cual siempre tuvo preferencia,
ya que ellos eran más sofisticados y callados que los de Medellín. Esto era
importante porque a los políticos que apoyan a D. Girolamo no les gustaba
leer las noticias sobre los asesinatos a plena luz del día y la muerte de
personas inocentes.
151
Michael A. Galascio Sánchez
Jerry: - ¿Tiene alguna foto o información que me pueda dar?
D. Girolamo: - Sí. Tenemos una agencia de detectives que se dedica a
esto. Luego, para el trabajo serio, llamamos profesionales. La razón por la
cual he pensado en usted es porque no quiero contratar a nadie de fuera.
Últimamente, hay mecánicos muy indiscretos, además no quiero que nadie
de la calle sepa que yo estoy detrás de esto. Queremos que mate a Carlos y
a sus amigos. Todos deben morir. Sin embargo, Carlos debe tener una
muerte ejemplar. Además, quiero que le interrogue. Necesitamos saber si
alguno de nuestra familia le está apoyando desde la sombra.
Jerry: - ¿Alguna cosa que me pueda decir, D. Rodrigo?
D. Rodrigo: - Sí. Él siempre está en Crypress Hills. No se esconde.
Tiene una calle completamente dominada. Los negros no se meten con él.
Es raro que no tenga miedo. Si contagia a los demás, podríamos tener una
revolución en nuestras manos.
Jerry: - Bien. Facilíteme toda la información que tenga sobre él.
152
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Sin embargo, la necesidad que ellos tenían era obvia. Mi intuición me
decía que pasara, pero ya era muy tarde. Había aceptado antes de escuchar
la propuesta. Un error de principiante. Si fallaba, estaría en la mira de unos
cuantos locos. Si me cogía la policía, estaría en la mira de los locos y de D.
Girolamo y compañía. Era una situación complicada.
Jerry: - ¿Manny?
Manny: - Sí.
Jerry: - Tengo un trabajo complicado. Estoy dispuesto a pagar bien.
¿Te interesa?.
Manny: - Escucho.
Jerry: Bien. Hay unos individuos en Crypress Hills, dirigidos por un
colombiano llamado Carlos. Este chico es bien violento y no le tiene miedo a
nada ni a nadie. Está bien equipado y siempre anda con cuatro tíos.
Regenta un bar en la calle Grant. Allí es difícil acercarse a él. Además, mi
cliente quiere que le haga unas preguntas. Sale de su barrio los lunes y los
viernes. Se mueve por East Harlem y a veces pasa por Jackson Heights.
Manny: - ¡Interceptemos el coche!
Jerry: - Es difícil. Tiene un coche blindado.
Manny: - ¡No es imposible!
Jerry: - Eso era lo que quería oír. ¿Te interesan 100,000 dólares?
Manny: - Sí. Cobro por adelantado. Jimmy sabe que opero así.
Además, nunca abandono un trabajo hasta finalizarlo.
Jerry: - No me pagan hasta finalizado el trabajo. Pero te daré 50,000
mañana, de mi dinero, y 50,000 después de finalizar el trabajo. Jimmy
también me conoce y cuando prometo algo, lo cumplo.
Manny: - Lo siento. No cambio mi sistema por nada ni por nadie. No sé
quién es tu cliente, ni me interesa, pero pienso que no tiene intención de
pagarte. Por esta clase de dinero pudo haber contratado lo mejor. Y los
mejores cobran por adelantado.
Jerry: - Mi cliente quiere pasar desapercibido. No le gusta la publicidad.
Manny: - Bien. Participo, pero por Jimmy. Le debo mucho.
Jerry: - Te vienes conmigo. Tengo todo lo que necesitas. De hoy en
adelante, no podrás hablar con nadie. He alquilado un apartamento en
Steinway. Solía vivir ahí. Conozco el barrio perfectamente.
154
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Manny: - ¡Vamos!
Ese día todo salió a la perfección; nos cargamos al amigo, nadie salió
del coche después de la explosión. Llevamos a Carlos al apartamento que
había alquilado. Su sótano era ideal para un interrogatorio. Él todavía estaba
inconsciente, pues le había dado un golpe contundente en el cráneo.
156
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Me acerqué lentamente mientras le daba fuertes caladas al puro.
Sujeté su dedo gordo hasta separarlo del resto e introduje el puro entre
ambos. Lo dejé unos 15 segundos. Él comenzó a gritar y a maldecir. De
pronto, se formó una bolsa de agua entre sus dedos. Carlos apretaba los
dientes bien fuerte. Luego pasé a la segunda fase. Me levanté y caminé
justo detrás de él. Le pegué el puro detrás de la oreja por unos 20
segundos. Carlos gritaba y sudaba como un cerdo. Continué pegándole el
puro en esas dos zonas dos veces más. Carlos comenzó a hablar. Era un
agente federal. Manny y yo nos miramos con enorme asombro. Todas las
piezas encajaban. Un agente federal. Estaba claro. Con razón D. Girolamo y
Rodrigo no se los habían cargado. Esos infelices eran agentes federales.
Tenían que buscar a un gilipollas para que hiciera el trabajo.
Después de haber dicho eso, no me costó más remedio que dispararle.
Era la única salida.
158
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
podían utilizarlas. Las personas que venían de la calle que habían reservado
habitación aparcaban en la parte trasera del edificio. De ahí subían por un
ascensor que les llevaba hasta las habitaciones y que no se detenía en
ningún otro piso. Tanto el pasillo como el aparcamiento tenía personal de Eliminado: n
159
Michael A. Galascio Sánchez
Ahí es donde la colaboración de Judith se tornaba importante, porque
ella le haría la sugerencia de encenderla.
160
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
actuar rápido. Llegué hasta donde estaba el individuo y fingí darle los
primeros auxilios. Un hombre de seguridad corría hacia el coche. Levanté la
cabeza y le grité: “llame a una ambulancia”. Él se detuvo y regresó al Club
en busca de ayuda. Mientras tanto, saqué la pistola y le metí el cañón en la
boca, realizando un disparo. Me manché un poco pero no importaba. Me
levanté. Y salí caminando. Algunas personas me miraron, pero no hice caso.
Subí al coche y desaparecí. Judith estaba llorando. No se imaginaba que iba
a ser tan dramático. La policía le pidió los datos para luego interrogarla.
Manny estaba detrás de la puerta de cristal. Judith le vio. Él le hizo un gesto
para que saliera. Ella comenzó a caminar hacia afuera, pero la policía le dijo
que no podía abandonar el edificio.
161
Michael A. Galascio Sánchez
Rodrigo querrían tener una conversación con ella. Así que habría que actuar
con rapidez.
162
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Manny: - No. Mejor nos encontramos en un aparcamiento en Stienway.
del mundo del crimen. Sabía que no podía irme a una ciudad grande. Por lo Eliminado: , por la afinidad
cultural
menos no una gran capital como París, ya que al estar muy poblada y
Eliminado: Madrid
transitada, es muy difícil controlar lo que sucede alrededor de uno. Tenía
que buscar un sitio pequeño. Un lugar que pudiese controlar, en donde el
acceso no fuese fácil y desconocido para la gente de afuera. Optaría por La
Universidad de La laguna, en Tenerife. Sería ideal porque la universidad
estaba tratando de gestionar un convenio con mi universidad. Con mi
identidad falsa, y después de haberle pagado a todo el mundo, la
universidad inclusive me daría una beca. No sabía si pasar por el cirujano y
darme un retoque; después de todo, había personas que me conocían.
Eliminado: recorrió
Se escuchó un disparó. El estruendo del disparo circuló aquel desértico
lugar, sin hallar respuesta.
167
Michael A. Galascio Sánchez
EL CONCILIÁBULO
Dentro del despacho había una enorme mesa de reunión, con una
superficie perfectamente pulida. Sin embargo, los rostros y las figuras de los
señores sentados alrededor de ella se reflejaban de forma borrosa. Se
encontraban varias personas, un político, D. Anastasio Suárez, el
empresario Rafael de San Bartolomé y un periodista, D. Francisco
Domínguez. El ayudante cerró la puerta y se quedó en el pasillo. Los
hombres de reconocido prestigio social, todos entre los 55 y 65 años de
edad, eran los últimos grandes exponentes de una generación. Miguel había
leído algunos artículos esporádicos de D. Francisco en el periódico y
también había leído pequeñas reseñas de ciertas actividades de los dos
restantes.
169
Michael A. Galascio Sánchez
Tanto es así que tenemos una propuesta de trabajo para usted - le dijo D.
Anastasio.
- ¿De qué se trata? - preguntó Miguel, invadido por una ingenua
curiosidad.
- Se trata de utilizar su talento para derribar al actual partido político en
el poder. Queremos recuperar el poder político que nos ha arrebatado un
hombre incrédulo, un sabio ignorante – le respondió D. Anastasio.
- ¿Y cómo encajo en todo esto? - preguntó Miguel, desconcertado por
el oscuro diálogo.
- Queremos que prepare un perfil detallado de un asesor del Presidente
y diseñe un plan para destruir su imagen. Éste es un hombre peligroso, pues
ha abandonado el camino. Pensamos que si eliminamos la mano derecha
del incrédulo, él se sentirá perdido y cometerá los errores normales de un
hombre de su capacidad.
- Bueno. Nunca había realizado un encargo de este tipo - contestó
Miguel.
- Bien. Aquí tiene el dossier del Sr. Nogeruox. La próxima semana nos
reuniremos aquí, a la misma hora. - Dijo D. Anastasio.
171
Michael A. Galascio Sánchez
Al abrirlo sintió la misma sensación de agobio y desesperación que en
aquel viejo edificio. Era uno de los edificios más viejos de la ciudad. Había
sido remodelado. Todavía quedaban señas de su antigua fachada. Las dos
enormes columnas estilo jónico estaban camufladas con grises azulejos de
mármol. Se podía respirar el aire de antaño. Según algunas personas, el
terreno en el que estaba la edificación había sido ganado al mar. Tenía el
aspecto de un templo olvidado, un lugar sagrado.
Era más que un dossier; era un libro, una especie de vínculo que le
ataba a D. Anastasio y sus socios. Ese conocimiento era secreto y Miguel
accedía a él. ¡O al revés! ¿Cómo se le puede dar a un desconocido tal
información? ¿Por qué estaba siendo instruido en ese conocimiento? En
ocasiones, un iniciado se envuelve ritualmente en un gran misterio, en una
espesa nube de hermetismo.
172
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Sólo algunos privilegiados conocían su solución. Pero algo les impedía
hacer uso de ese conocimiento. Ahí era donde entraba Miguel. ¿Qué
cualidad podía tener él para atraer la atención de este grupo tan selecto?
Ellos poseían todo lo que un ser humano es capaz de anhelar. Eran los
reyes absolutos de la isla. ¿Por qué recurrir a un pobre extraño? Ni siquiera
era canario.
173
Michael A. Galascio Sánchez
Otra vez a la vieja pregunta: ¿Por qué alguien que lo tiene todo recurre
a un necesitado? ¿Porque es más barato? No obstante, ¿por qué dejarle
tener acceso a una información tan vital? Será porque no puede hacer uso
de ella. Siempre podría ir al otro bando. Pero claro, para ellos también sería
un necesitado.
174
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Está claro que estos hombres perseguían la victoria de acuerdo a su
forma de interpretar la realidad. Más que eso, era la imposición de su visión.
Por lo tanto, no era una batalla política, se estaba librando una guerra del
pensamiento. Él no tenía una preferencia política en particular. Quizá una
tendencia. Posiblemente era capaz de analizar una situación con más Eliminado: más
objetividad que sus clientes. En cierto modo, era neutral, más humano, más
terrenal.
- Bueno, Sr. García, supongo que usted se habrá dado cuenta de que
hemos seguido sus consejos al pie de la letra – le dijo D. Anastasio.
- Lo sé - contestó Miguel.
- Tengo otra proposición, Sr. García. ¿Le interesa realizar otro
encargo? Éste lo valoraremos nosotros.
- Sí - Respondió Miguel.
- Bien. Queremos que escriba un discurso. Me presentaré a las
elecciones. Reclamaremos lo que es nuestro. Así que utilice su imaginación.
Hágalo como si usted fuese el presidente - dijo D. Anastasio.
- ¿Cuánto tiempo tengo? - Preguntó Miguel.
- Una semana.
- ¡Lo haré! - Contestó Miguel con firmeza.
- Muy bien. No le retendré más - concluyó D. Anastasio.
Miguel salió del despacho escoltado por aquel hombre. Cruzaba por el
pasillo hasta llegar nuevamente a la salida. ¡Otra vez en casa!, pensaba. Se
sentía como si hubiese realizado una larga travesía. Cada vez que salía de
allí, una extraña pesadez le invadía. Tardaba varias horas en volver a
recuperar su energía vital. Decidió dar una vuelta por la ciudad. Necesitaba
tener contacto más cercano con el pueblo sobre el cual iba a escribir. Sus
necesidades, sus inquietudes, su forma de pensar. En fin, conocer su
realidad. Mientras caminaba por el Parque Santa Catalina, pensó que quizás
D. Anastasio y sus socios le contrataban porque ellos habían perdido el
contacto con el pueblo, con la sociedad, con la gente. Necesitaban un
puente, un médium. Vivían en otro mundo. Eso encajaba, era lógico. Era un
motivo válido para explicar el interés de ellos en él. No obstante, dentro de
su ser, esa explicación no era suficiente. Pero servía para darle cierta
tranquilidad. Después de todo, no podía olvidar a su hija y a su mujer.
176
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Miguel sufría nuevamente el tormento de sus reflexiones. ¿Cuál era su
verdadero papel en todo esto? Luego la inscripción “Semíramis” en aquel
dossier. Y las frases dispersas. Decidió agruparlas y buscar algún sentido.
Miguel estaba ansioso, sabía que algo grande estaba a punto de ser
desvelado. Por otro lado, sentía preocupación, porque las grandes verdades
suelen traer grandes desgracias para quienes las desvelan. Sin embargo,
había algo que le impulsaba a seguir.
- ¿D. Miguel?
- Sí.
- Anastasio Suárez. Quiero hablar con usted urgentemente.
- ¿Qué sucede, D. Anastasio?
- Ha habido una complicación y quiero hablar personalmente con usted.
- ¿Cuándo? - Preguntó Miguel con una mezcla de curiosidad y temor.
177
Michael A. Galascio Sánchez
- Mañana, a la hora de siempre.
- Muy bien, allí estaré.
respuesta. Una respuesta que tal vez jamás llegará. Pero ahí estará su Eliminado: nunca
legado para otros que deseen seguir sus pasos asuman el pesado relevo de
acercarse a la verdad. ¿De qué otra forma se puede combatir al tiempo?
Este cruel verdugo de la naturaleza nunca se detiene, su engranaje nunca
se daña y su sincronización es perfecta. Basta que se esté acercando a la
verdad para que sufra un obstáculo, manifestándose en forma de accidenteo Eliminado: un
infarto. Sin mencionar la infinidad de abatares que frena a nuestro destino.. Eliminado: , un
Eliminado: , un obstáculo
Eliminado: a
No obstante, el hombre sabio conoce los caprichos de este enemigo
Eliminado: mañas
natural y se asegura de dejar discípulos. Hombres instruidos en el
conocimiento y capaces de seguir la construcción, la obra, el camino hacia
Eliminado: mito
la verdad. Pues ella se encuentra ahí, no es una fantasía. Existe.
178
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Otra vez frente al viejo edificio que se tragaba la voluntad de todos los
que entraban allí. La puerta estaba abierta. Esta vez no estaba el ayudante.
Miguel subió a la primera planta. La tenue luz mostraba el frío camino, como
de costumbre. Recorrió los pasos anteriores hasta llegar al despacho. Tocó
tres veces a la puerta. Allí estaba D. Anastasio, en su escritorio, en su trono,
¡solo! Tenía un traje beige con un suéter de cuello de cisne negro. Era una
vestimenta muy deportiva para la imagen que solía proyectar. Además, tenía
una cadena de oro blanco con un medallón oscuro que mostraba una cara
en relieve. Miguel no podía imaginarse a D. Anastasio así. Era como una
especie de transformación.
179
Michael A. Galascio Sánchez
Nosotros nos hemos mantenido puros y hemos luchado por las islas,
inclusive en la época de Clemente VI, que vendió la inconquistable al
Conde de Clermont. No obstante, bastó con nuestra mediación para que
nunca pisara este suelo.
180
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Porque usted será el equilibrio. Como nosotros, hay algunos hombres
alrededor del mundo. Unos, conscientes de la misión, y otros, durmientes,
como usted. Einstein era un hombre que despertó súbitamente. Fue
precisamente uno de los hombres responsables del equilibrio mundial. Y
debo decir que cumplió bien su misión. Sólo unos pocos comprendían su
lenguaje, su pensamiento, su espíritu. Estamos presentes en todo lo que le
rodea. No tenemos que escondernos. Nos comunicamos con total
normalidad. Sólo algunos privilegiados o durmientes son capaces de
entendernos. Museo, el historiador griego, y Julio Verne eran auténticos
iniciados. Sin embargo, uno menos conocido, pero no menos importante,
era Víctor Alba. Y así, tal vez, cuando entre en una biblioteca o vaya a un
estanco y compre un libro barato, quizá descubra a algún privilegiado.
- Todavía no comprendo. ¿Es algún grupo más antiguo que los
masones?
- La respuesta está en el dossier. Tiene un mes para estudiarlo.
Cuando lo haga, hablaremos del futuro. Le daré algún dinero para que no
tenga preocupaciones terrenales.
182
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
A pesar de toda esta información, no había ninguna conclusión lógica.
D. Anastasio hablaba de la misión, de antepasados, de tiempos
inmemoriales, de la división de los miembros, de que eran siete y ahora
estaban divididos, de privilegiados, durmientes y, finalmente, de Miguel
como un amigo de la verdad.
183
Michael A. Galascio Sánchez
que el Presidente era un miembro del grupo, pues había llegado al gobierno
de una manera extraña. Se quebraron muchas voluntades, algunos
enfermaron y otros vieron en su candidatura una oportunidad de lucro.
Ahora había que identificar a los otros tres.
Sin embargo, la lucha se libraba en otro tablero. No era sólo por poder.
Algo que le llamó la atención fue un caso que se comentaba sobre una obra
faraónica, un monumento. Era la famosa montaña de la identidad. Un lugar
de culto, sagrado, escenario de extraños sucesos. Una especie de eje, de
punto en donde lo terrenal se confunde con lo supranatural. Estaba situada
en la isla de Fuerteventura. D. Anastasio y sus amigos querían convertirla en
una obra de arte para que el mundo pudiese admirarla. Era un gran cubo
por donde pasarían miles de personas para admirarlo. Para algunos, el cubo
es el símbolo de la tierra; representa las cuatro fuerzas constructoras. Sin
embargo, la empresa era cara. El precio era astronómico. No obstante, se
trataba de una ofrenda y eso no tiene precio. Había contactado con otro
privilegiado que llevaba tres décadas esperando para presentar un proyecto
que había sido visualizado hacía más de 4000 años. Sin embargo, el
presidente no quería el monumento. Era un mal recuerdo, una piedra en su
camino. Él era feliz dominando a los mortales comunes, aunque fuese por
accidente. Esta realidad era más placentera. En el mundo terrenal no caben
los recuerdos, sobre todo si tienen que ver con los orígenes. Después de
todo, la misión y el secreto podían ser una jugada de su imaginación. Era
evidente que había perdido la noción de su plano original.
185
Michael A. Galascio Sánchez
Pedro caminó hasta la otra salida del aeropuerto. Al salir, vio un taxi de
Telde y le hizo una señal para que le recogiera. El taxi acudió rápidamente.
Al entrar, Pedro le dio la dirección acordada con Miguel y se relajó. Mientras
salía del aeropuerto de Gando, Pedro miraba a su alrededor para ver si le
seguían.
186
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
lo colocó debajo del asiento del conductor. Al llegar a la patrulla, los demás
agentes se bajaron y se dirigieron rápidamente hacia el taxi. Al ver esto,
Pedro abrió la puerta e intentó escapar corriendo hacia un área rocosa cerca
del mar. El terreno era pedregoso y se le hacía difícil correr, sobre todo con
aquel maletín marrón. Los tres policías comenzaron a seguirle. Mientras
tanto, el que acompañaba al taxista le dijo a éste que se fuera, para evitarle
problemas. El chico de Vecindario corrió hasta su taxi y desapareció.
Mientras, el policía que le dio las instrucciones apuntaba los datos del joven
en una libreta negra.
2
Benito Pérez Galdós (1843-1920), escritor Canario.
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Michael A. Galascio Sánchez
Aquel bruto no le comprendió y, al ver el maletín flotando en el agua, le
disparó en la cabeza sin más. La sangre de la víctima se fundía con la tierra
mientras aquella conciencia desaparecía, quizá hacia otro espacio.
Y es que “De igual modo que los pensamientos del tiempo y del
espacio se pierden en el infinito, así el hombre de cualquier condición se
pierde en la Humanidad. Los frenos del egoísmo, del interés y de la religión
no bastan3”.
188
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
189
Michael A. Galascio Sánchez
- Bien.Te diré algo. “El tejido de nuestra vida está hecho con un hilo
mixto, bueno y malo5”. Es imposible ponerse un traje con sólo uno de los
tejidos. Sin embargo, es necesario hacer un traje equilibrado, pues para
sobrevivir en ese mundo hay que conocer muy bien los dos materiales. Sólo
así podrá saber qué tejido utiliza el prójimo. Mis días están contados, nunca
creí que llegaría este momento. El único tesoro por el cual debemos luchar
es la búsqueda de nuestra finalidad en el mundo; éste no está en ningún
lugar específico, sino en el propio corazón. ¿Me comprendes?
- Sí. Ser lo que somos y convertirnos en lo que somos capaces de ser,
es la única finalidad de la vida - contestó Miguel.
- Bien, aquí tienes el medallón. Ha cambiado muy pocas veces de
manos. Es la primera vez que no es arrebatado, auguró buenos tiempos
para mi tierra, aunque no pueda vivir para verlos. Espero que pueda
culminar nuestra misión, nuestra obra, si no tendrá que esperar como yo a
otro hombre, un amigo de la verdad, para que siga el camino.
“Los errores se producen con facilidad; los errores son inevitables. Pero
no existe error tan grande como no proseguir6”. Todo ser humano sueña con
realizar una gran obra. Algunos ingenuos quieren salvar el mundo, otros
quieren ser Dios. Sin embargo, el primer paso es salvarse a sí mismo y
luego salvar a los demás.
5
William Shakespeare (1564-1616), dramaturgo y poeta británico.
6
John Stuart Blakie (1809-1895), escritor y poeta inglés.
190
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
191
Michael A. Galascio Sánchez
EL NIÑO MIMADO
Eliminado: odríguez
Fernando Ramírez abría la puerta de su pequeño despacho y llamaba
al siguiente paciente. Prefería tratar con mujeres, pues, según él, eran más
fáciles de manejar. Además, creía poseer una especie de encanto diabólico
para seducir a la fémina más puritana.
Con las viejas ideas marxistas muertas, ahora era un hombre movido
por el deseo material. El deseo de ser y de tener. La profesión de psiquiatría
le abrió las puertas a la sociedad , pues trataba a personas muy influyentes, Eliminado: de Tenerife
En los dominios del ser pensante y racional siempre habría una presa
débil e incauta a la que podría devorar, y otras no tan ingenuas que se
jugarían el tipo por una calificación.
194
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
en el umbral de la psicosis. Ellos son los responsables del infantilismo atroz
al que han sido sometidos los enfermos desde principios de siglo.
195
Michael A. Galascio Sánchez
Eugenia no reaccionaba. Fernando se incorporaba gracias a la ayuda
de varios pacientes. Rápidamente fue a su escritorio y buscó un
medicamento fuerte para inyectar a Eugenia. Los imbéciles le ayudaban a
sujetarla para supuestamente controlar a una mujer desequilibrada que
había herido a su gurú, al hombre que poseía la respuesta a sus patologías,
a sus miedos. Ese exorcista que podía librarles de sus demonios.
196
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
EL PEDREGAL
Ella era una persona lista, pues después de darle unas migajas de
afecto, el camarero siempre terminaba regalándole el cortado. Claro,
después de tomárselo, ella no parecía estar prestándole mucha atención;
después de la pequeña dosis de placebo, él silbaba mientras escribía con
una tiza los nuevos precios en la pequeña pizarra del menú que estaba
colgada en la pared, al lado de la caja registradora.
198
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Se estaba finalizando el mes de mayo y la Unión Deportiva se
encontraba en posición de ascenso a primera división. Hacía doce años que
la gente esperaba eso. Sin embargo, siempre pasaba algo que lo impedía.
En esta ocasión, mi instinto me decía que este año sería posible. Al igual
que el equipo amarillo, llevaba varios años viviendo una vida de segunda.
Entró una joven de unos 33 años, pelo negro azabache hasta la cintura,
vistiendo unos ajustados vaqueros negros de algodón y una blusa azul
turquesa. Sus ojos eran endemoniadamente azules. Su tez era blanca y
reluciente, sin caer en la palidez enfermiza. Su sonrisa tenía una mezcla
entre angelical y siniestra. Su rostro era muy expresivo. Quedé hechizado
por los encantos de esta atractiva bruja.
200
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
absoluta tranquilidad. Salí rápidamente para encontrarme la terrorífica Eliminado: como si nada
hubiese pasado
escena. Carmelo, el camarero, estaba muerto sobre la pequeña pizarra de
precios, y la joven mujer de pelo negro estaba muerta sobre la barra.
201
Michael A. Galascio Sánchez
Saqué unas monedas de mi bolsillo y llamé a la policía, pues mi
teléfono móvil no tenía saldo y el 112 podría tardar una eternidad. Intenté
hacerme una idea de lo que había ocurrido. Obviamente, no iba dirigido a
Carmelo. En cuanto a mí, es muy difícil que tuviese algún cliente enfadado,
pues hacía tiempo que nadie contrataba mis servicios. Por deducción debía
ser la chica. Antes de que llegara la policía, cogí algunas fotos de ella con la
hermana y las guardé en mi cartera. Si su hermana tenía problemas y se
parecía a la víctima, tal vez la confundieron con ella, por lo que tenía que
avisarla para evitar otro asesinato.
202
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Martín saltó sobre mí, intentando darme un puño. Félix intervino y nos
separó para luego pedirme que diera una descripción de aquel hombre a
unos de los agentes y que, seguidamente, desapareciera. Era justo lo que
quería. Necesitaba adelantarme a los asesinos, pues cuando la policía o la
prensa revelaran el nombre de la víctima, se darían cuenta de que
203
Michael A. Galascio Sánchez
cometieron un error. No podía decirle nada a estos palurdos, pues eran
capaces de cagarla como en otras ocasiones.
Antes de abrir la puerta para salir, miré hacia atrás; Félix se estaba
comiendo un donut del expositor. ¿Por qué no me habría hecho funcionario?
Tal vez estaría tocándome los huevos como ellos. Sin embargo, todavía
sentía interés por los demás, el suficiente como para luchar.
-¡Por Dios! Está llena de billetes de diez mil. Esta mujer llevaba dos
Eliminado: 900 mil
millones depesetas en el bolso.
-¿Qué más? - preguntó Martín.
Eliminado: la
Sacó una vieja cartilla de la Seguridad Social y un permiso de
conducir, ambos a nombre de Cristina Rinaldi.
Mientras tanto, estaba caminado hacia el Centro Comercial el Monopol,
que estaba al comienzo de la calle Triana. Quería reorganizar mis ideas y
examinar las fotos que extraje del bolso de aquella mujer. Por otro lado,
además, pensé que también podía correr peligro, pues a mí me habían
dado por muerto, sobre todo aquel bruto.
Ella se bajó del coche, mirando para ambos lados, y cruzó la calle para
entrar en el edificio. Pude notar que tenía un bolso similar al de su
hermana. Su pelo era rojizo, vestía una camisa verde clara con un pantalón
blanco. A pesar de tener las mismas facciones de su hermana, tenía la piel
con una tonalidad más saludable, sus pómulos eran colorados y tenía pecas
en los cachetes. Daba la impresión de ser una persona inocente, incapaz de
cualquier maldad.
205
Michael A. Galascio Sánchez
- No merezco vivir. Desde muy joven, mi hermana me ha sacado de los
problemas, algunos muy gordos. Debí afrontarlo sola, así una persona
inocente no hubiese muerto. ¡Dios!, ¡Dios, perdóname! - exclamó ella.
- No sé en qué lío estás metida, pero la policía tiene fotos tuyas, y los
asesinos pronto se darán cuenta de que han cometido un error y te
buscarán. Así que dime, ¿qué coño sucede? ¿Cuál es la verdadera razón
de haber solicitado mis servicios? - Le pregunté.
- Abrí el listín telefónico en detectives y le escogí al azar.
- ¡El maldito destino! ¡Esto era lo que me faltaba! Parece que el giro
que quería darle a mi vida lo hacía directo al cementerio de San Lázaro -
dije.
- Lo siento, lo siento - me contestó.
- Bueno, ¿por qué te quieren muerta?
- Soy contable en una empresa que se encuentra en el Puerto de Las
Palmas. He estado trabajando en un “Holding", que a su vez posee un
sinnúmero de filiares por toda la isla. Desde hace tres años no recibía un
aumento salarial. Estaba enfadada y decidí investigar las cuentas bancarias
de mi jefe para ver si su justificación era cierta. Sin querer, me metí en una
base de datos en la que aparecían clientes de los que nunca había oído
hablar. Las cantidades que se manejaban allí eran superiores a las que
acostumbrábamos a manejar legalmente. Luego la descripción de las
mercancías no estaba clara. Sólo se describían medidas, y por la cantidad
desembolsada, pensé que se trataba de droga. Tenía mucho miedo y no se
lo comenté a nadie. Sin embargo, no me percaté de que la cámara de
vigilancia me había grabado investigando fuera del horario laboral – contó
mientras buscaba un cigarro en el bolso.
- ¿Y qué sucedió?
- Eso ocurrió un viernes. El lunes por la mañana me trasladaron a otra
sección sin motivo aparente. Se trataba de un despacho solitario al que sólo
va el personal de mantenimiento a buscar piezas de reemplazo. Era tétrico.
Me cambiaron el horario de tarde, por lo que pensé que tal vez querían
eliminarme. Entonces llamé a mi hermana, y luego a usted. Quería que ella
estuviera presente en aquella cita a la que, por suerte, no llegué a tiempo.
- Bien, tendremos que planificar algo. La única pista que tengo es aquel
individuo que estaba en el bar y la posible implicación de tu jefe. Tendré que
hacer unas llamadas y aguantar las chorradas de los policías que están
investigando este caso. ¿Tienes algún sitio a donde ir?
206
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- No - contestó ella.
- Entonces tendrás que confiar en mí. Te buscaré un lugar seguro.
- Gracias - dijo Sarah en tono triste.
ignoraba que tenía una copia de sus llaves. Era un piso espacioso; la
cocina, el comedor y la sala estaban en la primera planta, y las habitaciones
y el baño en la segunda. Le mostré la casa a Sarah para que se familiarizara
rápidamente con ella. Registré el escritorio de Cynthia y encontré una oferta
de viaje a Santo Domingo. Cogí el teléfono y llamé a su trabajo. Allí me
informaron que ella estaría de vacaciones durante una semana. Eso me dio
cierta tranquilidad, así no tendría que explicarle por qué traía a una mujer
para que se quedase en su casa, después de haberla dejado sólo dos
meses antes. Le pedí a Sarah que no se dejara ver. No quería causarle
problemas a mi amiga y tampoco quería que sus vecinos se dieran cuenta
de lo que sucedía. Una vez instalada en el piso, salí hacia la Comisaría de la
policía, en Luis Doreste Silva. Quería hablar con Félix y Martín. Debía saber
la información que ellos tenían.
207
Michael A. Galascio Sánchez
llamé.
- Sí. Pero podía haber tenido más dinero y nos pudiste haber llamado
para no ser sospechoso - dijo Félix.
208
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Quiero someterme a una prueba de parafina o como le llamen ahora.
Además, quiero hablar con el mamón de tu compañero. Tú sabes muy bien
por qué Martín me odia, no tengo la culpa de haberme follado a su ex mujer
- le solté.
Me fui con un mal sabor de boca. Los muy hijos de puta estaban
mirando los celajes. No tenían a nadie que culpar. Y el nuevo alcalde estaba
exigiéndoles un cabeza de turco. Ahora tendría que esforzarme más, pues
Dios sabe de qué son capaces algunos elementos.
209
Michael A. Galascio Sánchez
- ¿En qué le puedo ayudar, Sr...?
- Martín. Martín Ramírez – saludé estrechándole la mano.
- Sr. Ramírez, ¿qué le trae por aquí?
- Estoy investigando la desaparición de una empleada suya - contesté.
- ¿Quién?
- Sarah Rinaldi.
210
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Martín. No existe ninguna empleada en nuestra empresa con ese nombre.
¿Desea algo más?
- No, gracias - dije con enorme asombro.
Salí del despacho escoltado por el oficial. Tuve que recorrer el largo
pasillo nuevamente. Una vez fuera, me dirigí hacia el coche. Al llegar al
mismo, había dos hombres. Uno era alto y peludo; parecía un oso polar.
Tenía pinta de ser alemán o polaco, y el otro era bajito, tal vez coreano. Los
guardias de seguridad cerraron el puesto y se fueron hacia la empresa.
Comenzaba a darme cuenta de lo que me esperaba. Me estaba
arrepintiendo de no mantenerme en forma, fumar puros, comer como un
cerdo en Casa Silva y muchas otras cosas más. Decidí dar el primer golpe.
Me acordé de un amigo de Tenerife que se llamaba Benito. Él decía que
todos los hombres son iguales del cuello hacia arriba. Así que le di un fuerte
golpe al alto en el cuello. Éste cayó al piso como un saco de cemento. Creí
que el coreano iba a ser fácil. Pero no hice nada más que mirarle cuando
me había propinado una patada en el pecho. Me dolió mucho, casi no podía
respirar. Me cuadré y esperé el próximo ataque. Él se cuadró y se giró,
haciéndome un barrido con su pierna izquierda. Caí cerca de una maleza
que había al lado del aparcamiento. Eso era peligroso porque nadie podría
verme. Él se acercó a rematarme, dándome una patada en la cara. Esta vez
me llevó más adentro. Me incorporé como pude y traté de escapar. El
maldito enano iba a destrozarme. Comenzó a correr detrás de mí. Mi
condición física no me permitía hacer demasiado. El coreano dio una
especie de salto y me dio en el tobillo. Ahora estaba jodido, tenía un
esguince. Me volví a cuadrar, esta vez estaba jadeando. Detrás del coreano,
a lo lejos, podía ver al gordo, que venía con muy mala leche. El coreano
empezó a sonreír y me propinó una patada. La bloqueé con el antebrazo.
Sentí crujir el hueso. Se volvió a cuadrar y se giró con otra patada. Esta vez
estaba cabreado. Le agarré la pierna como pude y eché mano de sus
huevos, le apreté las pelotas como si fuera un alicate. Mi vida dependía de
ello. Las artes marciales se le olvidaron y sus ojos se le rasgaron aún más.
211
Michael A. Galascio Sánchez
Se encogió totalmente. Aproveché y le di una hostia en el ojo derecho, y
luego otra en la nariz. El oso polar aumentó el paso y se estaba acercando.
Me incorporé y le di una patada en el cuello al coreano. Se quedó
inconsciente. Por fin amortizaba mis Clarks. El gordo era más lento que yo.
Tenía que buscar la forma de salir de allí. No podía dejarme agarrar por ese
animal. Así que decidí correr. Al hacerlo me resentí; el maldito enano me
había hecho un buen trabajo en el pie, así que me paré y decidí boxear. El
oso se cuadró. Le tiré un golpe al mentón y ni siquiera reaccionó. Él me tiró
un barre campo y me bajé rápidamente para esquivarle. Sin embargo, al
bajar me encontré con su rodilla. Caí al suelo un poco mareado. Debía tener
la cara como una ciruela. Me agarró por el pelo y me levantó. Al hacerlo, le
di una patada en los testículos. Él no reaccionó. Me dio un golpe en el
estómago. Otra vez visitaba el suelo. Esta vez como una Sama acabada de
salir de agua. Me retorcía de dolor. Me pudo haber dado en la cara; sin
embargo, me quería infligir dolor. Enterré mis manos en la tierra, el dolor era
insoportable. El oso me volvió a agarrar por el pelo. Me encontraba al borde
de la inconsciencia, tenía deseos de devolver. Cuando me levantó, moví mis
brazos para defenderme y le tiré un poco de tierra en los ojos. Me soltó
rápidamente y se llevó las manos a la cara. Aproveché la oportunidad para
huir. Di dos o tres pasos, pero me arrepentí. Ese hijo de puta no merecía
una salida fácil. Así que me giré y me acerqué. Me cuadré frente al
desesperado animal, que restregaba sus ojos, y le propiné un fuerte golpe
en la vejiga. Le di con tanta fuerza que me caí al piso. El quejido del animal
tuvo que haberse escuchado dentro de la empresa. Me levanté y le agarré la
mano derecha y le fracturé varios dedos para que se acordara de mí. Por
otro lado, el coreano no se movía.
214
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Bien, me vestiré e iré hasta allá. No quiero perderme el interrogatorio
por nada del mundo - le contesté.
- No habrá interrogatorio - dijo Félix.
- ¿Por qué?
- Porque tu amigo está muerto.
-¡No me jodas! – Exclamé atónito.
- Así es - contestó Félix en tono seco.
- ¡Cristo! Puede ser Gardell borrando las huellas.
- Podría ser tu amiga - opinó Félix.
- ¡Vamos, hombre! ¿No se te ocurre algo más creativo?
- Bueno, dime tu hipótesis.
- Pero, ¿por qué? - Pregunté.
- La huella de la taza de capuchino concuerda con la de la víctima. ¿No
te parece un motivo válido matar al asesino de tu hermana? ¡Piénsalo! Oye,
si tienes alguna información sobre ella, dámela – me pidió Félix.
- Vale, si tengo noticia de ella, te la entregaré.
Estaba fuera de juego; la mujer a la que trataba de salvar tal vez era la
responsable de un asesinato. Por otro lado, podía haber sido Gardell. Tenía
que buscar la forma de interrogarle.
Eliminado: la
Me dirigí hacia el Puerto, no sin antes detenerme en una armeria de la
calle Perojo para comprar algunas herramientas de defensa personal.
Compré una porra corta y un puño americano. Las navajas no me gustan.
También aproveché para comprar una tarjeta de teléfono.
215
Michael A. Galascio Sánchez
- ¿De parte?
- Martín Ramírez, de la policía. Él me conoce. Dígale que se trata de un
asesinato.
- Un momento - contestó la secretaria con rapidez.
- Sí - habló Gardell.
- ¡Hola, capullo! ¿Atando cabos? - Le pregunté cínicamente.
- Ah, señor Ramírez, creí que mis socios le habían explicado sobre
meter las narices en los asuntos de los demás.
- No les entendí, tengo problemas con los idiomas. Ahora entienda
esto; tengo pruebas de sus movidas ilegales. Hay dos capullos de la policía
que necesitan un gran caso para contentar al alcalde y yo necesito pasta.
Usted dirá.
216
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Guardé la porra y seguí caminando hasta el establecimiento. Una vez
en la primera planta, me encontré con Gardell.
No podía evitar pensar en todas las leyes que había violado. Martín
estaría contento de empapelarme. Si lo que decía Gardell era cierto, estaba
acabado.
Era prácticamente imposible dar con aquella mujer. Pero ella tendría
que contactar con Gardell si quería chantajearle.
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Michael A. Galascio Sánchez
- Muy bien - dijo Gardell sonriendo.
219
Michael A. Galascio Sánchez
- Porque lo que sabemos la policía, Gardell y yo es lo que tú has dicho.
¿Y si no hubiese ocurrido así? ¿Y si el cómplice hubieses sido tú? - Inquirió
Sarah con mirada acusadora.
- ¿Cómo? – Pregunté sorprendido.
- ¡No me interrumpas! Yo lo veo de la siguiente manera. Mi hermana
fue al Pedregal, y tú y el supuesto asesino lo sabíais. Probablemente mi
teléfono estaba pinchado. Necesitabas dinero, no tenias otra salida sino
vender tu dignidad. Confundiste a mi hermana conmigo, le diste la señal al
asesino en cuanto ibas al servicio. Él se marchó y tú te quedaste para
buscar el disco duro en el bolso de Cristina. Fue entonces cuando te diste
cuenta de que había una hermana gemela, por eso te quedaste con las
fotos, para asegurarte de no volver a fallar. Por otro lado, quién mejor que
un detective privado para relatar lo ocurrido. Tu ambición pudo contigo.
Pensaste que con el disco podrías chantajear a Gardell. Por eso la paliza en
el Astillero - concluyó Sarah.
¡Estás loca! - Le grité furioso.
- No hay disco duro, Chano. ¡No lo hay! Debiste coger el dinero y
desaparecer.
- ¡No soy un asesino! ¡Estás loca! No tengo por qué hacerle chantaje a
nadie!
- ¡Dúchate tranquilo! No hay disco duro, no tienes nada que ganar.
Gardell nos matará a los dos.
- No conocía tus dotes de gran manipuladora.
de pesetas eran el primer pago. ¿Qué papel jugaba en este follón? Tal vez Eliminado: novecientas mil
220
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Tenía que llamar a Félix y contárselo todo. Asumiría mi ingenuidad.
Debí haber salido de todo esto. Debí entregarla. Después de todo, esta
situación había aumentado mi cadena de fracasos.
unos vaqueros Hugo Boss color oliva y una camisa Giancarlo Ferré sin
estrenar. La relación que tenía con Cynthia parecía ser estable. Su
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Michael A. Galascio Sánchez
compañero no sólo tenía todos los complementos, sino que también eché
mano de unos Yanko. Me quedaban un poco ajustados, pero ya me Eliminado: Clarks
Después de cenar, le dije que iba a salir. Ella asintió con la cabeza y
subió las escaleras. Me di la vuelta y salí del piso. Mientras caminaba hacia
la salida, se me ocurrió regresar al piso. Si ella estaba duchándose, podría
buscar el disco duro.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
semitransparente, estampado con rosas, y unas sandalias de tiras color
beige. Mientras bajaba las escaleras, no podía dejar de mirar sus piernas.
Su sonrisa era atractiva y seductora. ¡Estaba perdido! Sabía que, en el
fondo, había regresado por estar con ella. A veces, un hombre saturado de
emociones tiene la necesidad de dejarse caer lentamente y recibir una
caricia, aunque sea falsa; recibir alguna migaja de afecto, como le pasaba al
difunto Carmelo del bar.
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- Bueno, amigos, esto acabará rápido. Sólo quiero saber algo. ¿Dónde
está la copia del disco duro? - Preguntó seriamente.
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Un silencio tenso se instaló en la habitación. Era un silencio helado,
repentino, sobrecogedor. Era de muerte.
- ¡Yo lo tengo! – Dije.
- ¡Vamos! Echas un polvo y quieres salvar el mundo. Eso sólo se da en
las películas. Sálvate tú - me contestó Gardell riendo.
- ¡Yo lo tengo! - Le repetí.
- Pues, ¿Dónde está?
- Deja que la chica se vaya.
-¿Quién crees que eres, Sylvester Stallone? – Haciéndole un gesto a
sus matones.
No sabía qué estaba tramando esta mujer. Pero lo que fuera sería
mejor que escondernos en el Valencia. Al llegar a la avenida Tirajana, nos
quedamos a la altura de la Pizzería Samaniego. Luego caminamos hasta un
apartamento que Sarah había alquilado para esta ocasión. Al entrar, pude
ver que estaba bien surtido. Ella me llevó hasta la cama y me ayudó a
acostarme. Me dijo que me compraría alguna ropa y algo para almorzar. No
sabía cómo agradecerle que me salvara la vida.
- Gracias - dije mirándola borrosamente.
- No te preocupes, más adelante te cobraré peaje – contestó ella
riendo.
- Sarah, ¿tienes el disco?
- No. Lo tenía mi hermana.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Por qué? ¿No confías en mí?
- Las cosas se hacen a su debido tiempo – me respondió.
- Está bien - contesté sin dejarle ver que me molestaba.
Decidí ir al baño. Necesitaba una loción para la cara. Los golpes que
me habían dado me hincharon los cachetes y los pómulos. Saqué una
crema Clinique de Sarah, pero se me cayó. Al doblarme para recogerla, noté
que una bolsa sobresalía debajo del lavabo. La saqué y, para mi sorpresa,
dentro estaba el puto disco duro. Tenía la oportunidad de entregarlo a la
policía traicionando a una mujer que me arrastraba de forma sensual hacia
el abismo o podía seguir siendo un detective de segunda, un perdedor sin
perspectiva. ¿Dónde está la barrera? ¿Cuál es el camino más escabroso?
¿El de unos fugitivos o el de un héroe cuya popularidad duraría una
semana? ¿A quién le tocaría caminar por el pedregal?
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Eliminado: ichael
M. A. G. Eliminado: alascio
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- O’Connor, ¿cree que es un asesino en serie? - Preguntó un
periodista.
- No. Quizá un vigilante, o alguien descontento con el sistema. Quién
sabe, quizá un psicópata. Lo importante es que hay gente muriendo y no se
está haciendo nada al respecto - contestó mirando directamente hacia el
objetivo de la cámara de televisión.
Esa entrevista acaparó todos los titulares locales, sobre todo la sección
de sucesos del informativo televisivo.
234
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Ésa era otra brillante maquinación de Ernie, le vendió la idea a
Martinelli de que, si integraban a O’Connor, éste no le daría más problemas
con los medios de comunicación. Le callarían la boca, le tendrían
controlado. Sin embargo, en realidad era una estratagema elaborada por
Frank y el viejo detective mientras se echaban unas cervezas en una
pizzería de Woodside.
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esbozaba una sonrisa extremadamente vil. Mientras la miraba, levantó una
ceja y le preguntó:
- ¿Quién eres?
- Eso no importa. Le haré varias preguntas y si es buen chico, me lo
cargaré rápidamente - contestó la joven mientras sujetaba una pistola del 45
niquelada con chachas blancas.
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- Hola, Frank.
- Hola. ¿Hablaste con Ernie? - Preguntó Frank con el entusiasmo de
un niño cuando espera noticias desde muy lejos.
- Sí – contestó Stewart mientras sacaba la lista del bolsillo y se la daba
al viejo.
- Bien. Estudiaré la lista - dijo el viejo.
- Sí.
- Sr. Signorelli, le habla Howard Cohen.
- Diga - contestó en tono seco.
- El técnico ha tenido problemas.
- ¿De qué tipo? - Preguntó Augusto midiendo sus palabras.
- Digamos que está incapacitado para futuros trabajos - contestó
Cohen.
- Pues envíen a otro técnico. Creo que eso es lo más correcto, ¿no?
- Sí, señor. Hablaré con el encargado - respondió Cohen.
Llamó a Richard Spano, un agente de bolsa que salía con una sobrina
suya, y le pidió información sobre Augusto Signorelli. No había terminado de
mencionar el nombre de la persona cuando Richie le dijo que era un hombre
muy famoso. Era un magnate de la industria del pegamento. Había muchos
negocios que dependían de los productos adhesivos para la manufactura de
sus productos. Como por ejemplo, mobiliario del hogar, coches, joyerías,
imprentas, agencias publicitarias, cristalerías y un sin fin de empresas más.
En Nueva York había tres grandes grupos. Dos multinacionales y Augusto
Signorelli, "El Habano". No era un gángster, pero los tenía en su sitio. No se
dejaba empujar por nadie. Hacía veinte años que las multinacionales habían
estado tratando de quitarle el pastel, pero era imposible. Su patrimonio
personal rondaba los 600 millones de dólares. Una de las peculiaridades de
él era que no le gustaba llamar la atención. Nunca aceptó una invitación de
Malcom Forbes.
242
REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Stewart le había dado el mensaje de Ernie, así que Frank se pasó toda
la semana leyendo revistas triviales y hablando de cuestiones legales que
no venían al caso. Por otro lado, Martinelli preparaba un señuelo para el
supuesto asesino. Era un joven agente de la policía que quería un ascenso;
otro hombre con ambición. La idea era acusarle, sacarle en la prensa y
luego soltarle por un error en la rueda de detenidos. El señuelo estaría
protegido por un equipo de agentes especiales asignados para protegerle.
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- Bien. Intentando arreglar el desastre que provocó aquella psicópata -
contestó Frank con una sonrisa.
- ¿Necesitas ayuda?- Preguntó Stewart con buena disposición.
- No. Lo único que te voy a pedir es que me informes sobre las posibles
víctimas.
- ¡Hecho! - Contestó ella.
Al cabo de dos horas, Frank se dirigió hacia Rosario’s. Era una pizzería
con tradición. Estaba en el barrio desde 1965. No obstante, la calidad de la
misma había decaído, ya que el viejo Rosario no estaba ahí para preparar
aquellas excelentes pizzas. No obstante, Frank era un nostálgico y seguía
fiel a la tradición. Sonny estaba esperándole. Le entregó un listado detallado
de las llamadas telefónicas que había realizado Signorelli. El teléfono al que
llamaba pertenecía a Howard Cohen, en Long Island. Frank examinó la lista
por encima y decidió investigar al tal Sr. Cohen. Fue a la cabina y llamó a
Richie. Le pidió información sobre él. Quería movimientos bancarios, tanto
de Cohen como de Signorelli. Richie le dijo que le llamara en dos días. Lo
que Frank le pedía era complicado; habría que hablar con apoderados de
bancos, amigos de la profesión, y regalar varias cajas de vino o, quizás,
varios gramos de cocaína.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Antes de cumplir con su deber, un buen agente debe echar una buena
cagada - dijo vulgarmente un veterano agente.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¡Dios! ¡Se lo advertí a ese hijo de puta! – se encolerizó Frank.
Ese día trabajó como en los viejos tiempos. Los demás investigadores
eran incapaces de seguirle el ritmo. Richie le facilitó la información de las
cuentas bancarias de Signorelli y de Cohen. El abogado tenía poderes
especiales para realizar todo tipo de transferencias a donde estimara
oportuno. Sin embargo, el poder era limitado en ciertos aspectos; existían
unos topes de dinero y de cantidad de transacciones. Sí Cohen decidía
robarle a Signorelli, no le dejaría en bancarrota.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
de apuñalar a una pareja en el Bronx para robarle unos treinta dólares
(5.000 Ptas..).
Este joven tenía el perfil adecuado para los ejecutores. De acuerdo con
sus antecedentes y la naturaleza de la acusación, este individuo muy bien
podía ser considerado como la escoria número uno de la ciudad. No
obstante, Leon sería liberado, ya que en la detención se le fue la mano a la
policía. No le leyeron sus derechos y, además, le dieron una buena paliza.
Según la ley, se había cometido una terrible injusticia en contra del
imputado.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Veré si el señor Cohen les puede atender - dijo ella con gesto hostil.
- Estoy seguro de que nos atenderá. Si se pasa todo el día resolviendo
historias de trampas y fornicación a los niveles más altos, seguro que tendrá
tiempo para hablar de varios homicidios - contestó Frank en voz alta y clara.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¿Qué sucede, señor Cohen? De repente hay mucho silencio - dijo
Frank guiñado el ojo.
- ¿Tienen una orden de arresto para mi cliente? - Preguntó Cohen.
- No, señor - respondió Frank.
- Entonces tendrán que abandonar este despacho ahora - contestó
Cohen intentando reflejar autoridad.
- Señor Cohen, ¡no sea ridículo! El propósito de esta visita es evitar
que usted y su cliente salgan en los medios de comunicación como dos
vulgares hampones. Eso está bien para los criminales repugnantes,
alborotadores y folloneros, los del peor tipo. Pero no para un abogado de
ilustre prosapia como usted - dijo Frank sin inmutarse mirándole a los ojos.
- Lo siento, señor O’Connor; abandone mi despacho ahora - pidió
Cohen mientras le miraba azorado.
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- Doce años, señor – le respondió Cohen.
- Doce años. Y en doce años, ¿acaso me he escondido?
- No, señor - contestó Cohen muerto de pánico.
- Llevo más de cuarenta años haciendo negocios en Nueva York, soy
un hombre de tradición, de costumbres y fácil de conseguir. Conocí a tu
padre apenas había comenzado a trabajar. Él fue mi abogado; tenía
carácter, temple, en fin, cojones para enfrentarse a cualquiera y para
proteger los intereses de sus clientes. La razón por la cual te contraté, nada
más mi gran amigo Jack estiró la pata, fue porque no tenía forma de
recompensar todo el tiempo que me había dedicado, toda la lealtad, todo el
trabajo eficaz. Así que lo menos que podía hacer era garantizarle a su hijo
un futuro brillante. Ahora, su hijo, en vez de seguir sus pasos, resulta que no
es capaz de honrar la memoria de su progenitor, un hombre honrado y
trabajador - dijo Signorelli enfadado.
- Lo siento, señor Signorelli. Me dejé intimidar estúpidamente, no
volverá a ocurrir - contestó Cohen, triste y avergonzado.
- Sé que no volverá a ocurrir, hijo - aseguró Signorelli en tono más
benévolo.
- Llamaré al Fiscal Martinelli para pedirle una explicación, y si es un
farol, les demandaremos por hostigamiento y abuso de poder - dijo Cohen
con nuevo brío.
- Bien, mantenme informado - ordenó Signorelli con suavidad.
Signorelli se vistió con calma y salió por una puerta lateral de la sala
hacia el garaje. Subió en su Jaguar negro y se dirigió a la ciudad. Tenía un
despacho en el Paramount Plaza, entre la séptima y octava avenida. Entró
por el aparcamiento subterráneo. Subió por el ascensor de servicio y se
dirigió a su oficina, en la tercera planta. Una vez allí, miró su abultado
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
correo, mensajes en el ordenador y un listado de sus acciones. Su imperio
iba sobre ruedas. Descolgó el teléfono y llamó a un teléfono móvil.
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Michael A. Galascio Sánchez
- Tranquilo, Leon; esto no duele. Por lo menos a mí - dijo con sarcasmo
el hombre.
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- Parece que no eres tan duro. Me decepcionas – le dijo el viejo
mientras salía del apartamento.
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bastardos – le pidió Martinelli mientras estudiaba la reacción de Frank y los
demás agentes.
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Michael A. Galascio Sánchez
disuadir a algunas personas de ciertas intenciones, sobre todo si la acción
que van a realizar puede considerarse ilícita.
Por primera vez en muchos años, Frank estaba descompuesto. Tal vez,
la idea de visitar a este hombre era otro error de calculo. No tenía estómago
para digerir el golpe que Signorelli le había propinado. Había tocado su fibra
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
más débil, más sensible. Frank retrocedió un paso, se sintió ridiculizado, al
descubierto, desprotegido. Signorelli se dio cuenta de esto, le tenía donde
quería, pero no deseaba que el viejo Frank sufriera un ataque de cólera en
su hogar. Así que, lúgubremente solemne, le dijo:
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Michael A. Galascio Sánchez
- ¿Evidencia? Los incrédulos siempre aluden a la evidencia. Se podría
decir que es un término más formal. Da credibilidad. Pero la creencia, la fe,
es superior. Una evidencia puede avalar un informe judicial consiguiendo la
aceptación intelectual de un jurado o un juez. Pero jamás te dará la creencia
o la fe en algo - contestó Frank.
- ¿Qué es, jesuita? - Preguntó Signorelli burlándose.
- No. Soy un hombre de convicción, algo que usted parece haber
perdido. Gracias a esta conversación, me he reafirmado en que el alma que
busca la venganza es un alma vacía - dijo Frank con más seguridad en sí
mismo.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
de la cartera de Howard. Al abogado le atraía la situación de indefensión de
la mujer. Le situaba en una posición de superioridad, de poder. Una persona
necesitada hará cualquier cosa por dinero, aunque esto implique su
degradación como ser humano. Él no era diferente a Leon Banks, pero tenía
mejor imagen. El abogado se escapaba de su despacho y aparecía en
asquerosos tugurios para acostarse con esta princesa de la marginación.
Era una especie de paréntesis en una vida cotidiana dentro de los
parámetros de la moralidad. Cuando estaba con Judy, le decía todo tipo de
suciedades, le proponía cosas que no podría decirle a una chica decente de
Manhattan, quizá porque éstas se venden más caro.
- Pronto te visitaré. Esta vez quiero derramar oro fundido sobre ti - dijo
Howard con una enorme erección que quería reventar su bragueta.
- Espero que se derrame mucho. La finca está seca y necesita riego -
contestó ella.
- Iré el martes, nos encontraremos en el Studio. ¿Te gusta? - Preguntó
Howard.
- Ya podrías haber alquilado algo mejor, Tigre.
Los dos agentes que estaban buscando a Leon Banks recibían una
llamada anónima de una cabina de teléfono. Era la voz de una mujer que
informaba sobre el asesinato de Leon Banks. Rápidamente, llamaron a las
unidades que patrullaban en esa zona y se trasladaron hacia allá. Al llegar,
lo pudieron confirmar; era Leon Banks. Llevaba un día muerto. La voz de la
persona que llamó era de una mujer asustada, horrorizada. Por la forma de
expresarse, podía ser una persona con un bajo nivel cultural. Era normal,
tampoco esperaban que Banks alternara con los Vanderbilt. Otra víctima
más se sumaba a la lista de ejecutados por los vigilantes. Martinelli estaba
furioso. Otra persona había muerto y Frank estaba ocupado metiendo el
dedo en el ojo de personas poderosas. El Fiscal le dio instrucciones a Ernie
de sabotear su investigación. Una vez Frank fallara, Martinelli en persona se
encargaría de la investigación. En cuanto a Stewart, le dijo que no se
preocupara, ya se encargaría él de persuadirle. El Fiscal se jugaba mucho,
así que habló con su técnico de comunicación y le ordenó intervenir todos
los teléfonos del despacho, incluyendo el de Ernie. Un político en campaña
electoral no puede fiarse de nadie. Además, él tenía la posición que Ernie
siempre había querido.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- ¡Necesito verle ahora! - Dijo Signorelli.
- Sí, señor – contestó Howard con resignación.
- Lo haremos como cuando afrontamos la situación de Silverman INC.
- Bien, señor.
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Michael A. Galascio Sánchez
- ¡Ja, ja, ja! No para un abogado judío.
- ¡Muy gracioso! - Pensó Howard mientras sonreía.
- Te contaré un chiste, Howard. Había cinco abogados judíos en la
piscina del Hotel Plaza y apostaron un dólar a ver quién resistía más tiempo
debajo del agua. ¿Y sabes qué? Todos se ahogaron.
Acto seguido, el hombre del otro coche se bajó y le apuntó con una
pistola. Cohen estaba congelado. No tenía escapatoria y reaccionó de
acuerdo a su naturaleza; se resignó a morir. El hombre le ordenó que
entrara en el otro coche, y le disparó varias veces.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
lado, el hombre también se encargaría de Judith. Después de todo, cuando
un hombre piensa con la polla, es capaz de decirlo todo.
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todos los golpes al cabrón de su jefe, pero era muy tarde para disfrutar la
venganza.
Frank llamaba a Ernie; tenía que quedar con él. Necesitaba conocer los
planes de Martinelli. Además, su teléfono podía estar intervenido. Eran las
22:00 y, con toda probabilidad, él estaría en su apartamento. El teléfono
sonaba y no respondía nadie. Rápidamente, el viejo Frank decidió ir a su
apartamento. Le conocía bien, muy bien. Ernie era un hombre de hábitos.
Tenía tal tendencia natural a la rutina, que a veces era hasta enfermiza. El
viejo salió corriendo de su casa. Caminó hasta la parada de taxis y cogió
uno directo hacia la casa de su mejor amigo.
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Al día siguiente, Frank decidió hacerle otra visita a Cohen. Esta vez iría
solo, y sería verdaderamente duro. Lo cogería por el cuello y le amenazaría.
Le obligaría a escupir la verdad, aunque fuese lo último que hiciera.
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- ¡O’Connor! No esperaba tener el placer de volver a verle – saludó
Signorelli mientras le miraba con aparente sonrisa satisfecha.
- Tampoco quería volver a ver su ridículo careto. Pero, por razones
oficiales, he tenido que arriesgarme a soportar las náuseas que me provoca
– contestó Frank mirándole fijamente. - Su puro, claro – añadió mientras los
agentes sonreían.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
Una vez en Comisaría, todos los agentes y funcionarios miraban la
entrada de Signorelli como si hubiese sido el asesino de Ernie. Frank se
había encargado de preparar el ambiente. Ahora, Signorelli se encontraba
en una jaula de cristal esperando a que le interrogaran. Estaba al otro lado.
Observaba a Frank con su más profundo odio. Pagaría. Este hijo de puta
pagaría por su afrenta - pensó Signorelli.
- Hola, Frank. No sabía que Ernie fuese amigo tuyo. ¿Tienes alguna
otra carta debajo de la manga? – Le preguntó Martinelli.
- Un par de jotas, aunque no es suficiente para superarte. ¿No crees? –
Le contestó Frank.
confusión.
Gloria:
Dentro del peluche hay una cinta con una grabación entre Martinelli y
Signorelli, en la que éste último le recrimina no protegerle ante mi
hostigamiento. Martinelli se disculpa con miedo y le dice que lo arreglará.
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Frank
Frank iba hacia su hogar; necesitaba echar una cabezada. Estaba muy
cansado. Las cosas no eran como antes. El peso de la edad se comenzaba
a sentir. El taxi le dejaba frente a su residencia. Había decidido no utilizar su
coche. Debía ser precavido. Si desaparecía, por lo menos podrían rastrear
la última carrera de taxi. Nunca se sabe.
Eliminado: resorte
El hombre saltó del sofá como un muelle, cayendo al suelo. Frank
encendió la luz. El hombre mostraba dolor. Frank se acercó con cautela
mientras le apuntaba a la cabeza.
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REFLEJOS DE LA CONDICIÓN HUMANA
- Bien, amigo. Saca el arma con cuidado y arrójala lejos de ti.
- ¿Sabes? Estoy muy viejo para perder el tiempo contigo. Tienes dos
opciones, ir a prisión o morir como un capullo – le dijo Frank.
- Me envía Signorelli – contestó.
- Bien. ¿Ves? ¡No era tan difícil! Ahora llamaré a la policía. No
queremos que te desangres en mi sala. ¡Vamos! Serías el segundo en morir
aquí. De hecho, creo que fue aquí mismo donde la palmó tu colega.
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- ¡Frank! – Se sorprendió. – Creí que habías muerto. Una llamada
anónima dijo que te habían asesinado en tu hogar.
- ¿Morir y no disfrutar de la jubilación? – contestó Frank con sarcasmo.
- ¡Vaya escena! - Exclamó el policía. – Parece que chocheas, Frank.
El viejo policía le dijo al más joven que saliera, controlara los medios y
entretuviera a los paramédicos.
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¿Qué tipo de prueba tiene? – Preguntó un periodista afín con la
Fiscalía.
Frank le conocía y contestó:
- Dígale a Martinelli que tengo una grabación.
un hombre tan noble. El Fiscal Federal que había viajado desde Washington
en persona, el Sr. Richardson, estaba dispuesto a ser parte de la historia
judicial de Estados Unidos. Con una apariencia exultante, saludaba a Frank
con un abrazo triunfal.
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La parte posterior de la sala la abarrotaban los más prestigiosos
medios de comunicación. Sus posiciones habían sido cuidadosamente
negociadas. La presentación de las pruebas se transmitiría en directo.
Mientras tanto, el Fiscal Martinelli y Signorelli eran escoltados por oficiales
del Juzgado hasta la primera fila de la sala.
- Buenos días a todos. Como sabrán, éste es un caso inusual. Tal vez,
el único de su clase. Ante la gravedad del mismo, en donde ha fallecido más
de media docena de personas y ante la posibilidad de peligro para la
integridad física de la parte acusatoria, he decidido que se presenten las
pruebas in situ ante los medios de comunicación. Tanto el Estado de Nueva
York como la sociedad en general, desean esclarecer de una vez por todas
los trágicos acontecimientos que han invadido nuestra vida durante los
últimos meses. Es precisamente la necesidad de restablecer la normalidad,
como el deseo de justicia, los que han motivado una decisión que, sin duda,
será objeto de todo tipo de análisis, tanto desde el punto de vista jurídico
como social.
- Tiene la palabra el Fiscal Federal Richardson.
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- Muy bien, no perdamos más tiempo, Fiscal. Presente las pruebas. –
Ordenó el escéptico Juez Collins.
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- ¿Es cierto eso? ¿Está la abogada en la sala? – Preguntó el Juez
después de mirar con incredulidad a Frank.
- No ha llegado – contestó Frank.
¡Su Señoría! - Interrumpió Martinelli. - La abogada se encuentra en la
sala.
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Distrito no tiene nada en contra de este hombre. Independientemente del
daño que haya podido causar, pensamos que sus actos pueden ser
involuntarios, con lo cual, a cambio de retirar los posibles cargos que se
puedan presentar, exigimos que se someta a un reconocimiento Forense
por un Psiquiatra del Juzgado. De tener algún tipo de trastorno mental, el Sr.
Signorelli, respetable ciudadano de esta ciudad, correrá con todos los
gastos de su tratamiento.
- No se diga más. El Estado de Nueva York declara que el ciudadano
Frank O’Connor quede bajo la custodia del Hospital Psiquiátrico de Nueva
York hasta tener los resultados de las pruebas Forenses. Por otro lado,
quiero una investigación e informe de Asuntos Internos la semana entrante –
concluyó el Juez dando un fuerte malletazo que retumbó en toda la sala.
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