Lo. noche del 18 de Febrero de 1823, un amigo de lo enfermct
se acerco cz su camo., donde parecia que estaba clurmiendo: sor- ; ' prendido de la bella y dolorosu expresion de su semblante, se sintio elevado hczcia Dios por un rdpido movimiento del alma, y ofrecio al Padre celestial la Pczsion del Salvador, uniéndola S con los padecimientos de todos los que han llevado su cruz des- pués de El. Mientras hacia esta corta oracion, fijo un instante los ojos sobre las manos estigmatizadas de lo. monja. Esta al punto las escondio debajo de la ropa, estremeciéndose como si = la hubieran herido de improviso. Sorprendido de este movimien- t to, le pregunto qué le habia sucedido, y la enferma le respondio 2 de un modo esrpresivo: 034Muchas cos¤.s". Mientras él meditaba el l sentido de estas palabras, Ana. Catalina sumergiose en profundo : sueno, que duro un cuurto de hora. Después se sento de pronto en la camo con la vivacidad de una persona que sostiene lucha g violenta; extendio ambos brcizos con el puno cerrado, como si ? recliazara cr, un enemigo colocado ct la. izquierda de su camo, y cn seguida ezcclamo lleno, de colera: 034(;Qué quieres tu con ese f contrato de Magdc1lum?"; y continuo, con el fuego de una persona que disputa: 034Si; ese maldito, ese embustero de siem- * pre; Satands le acrimina por el contrczto cle Magdalum, y otros 4 ademds, y dice que ha gastado todo eso para él". Habiéndola preguntedo: 034,gQuién es el que he gostodo? dA quién hablcm 4 asi?", ella. respondio: 034A Jesus, mi Esposo, en el monte cle los l Olivos". Entonces se volvio de nuevo a la izquierda con oclemcin li amenazador: 034<gQué pretendes tu, paolre de lo, mentira, con cl 3 contrato de Magdalurn.? JN0 ha comprado la libertad de veiriti- E siete pobres presos de Tirzo con el precio de vents. de Magda- . 3 Zum? Yo lo he visto: y tu dices que ha. destruido esa posesion, ,4; que ha. echado de ella a. los que la habitaban y malversaclo su f 3 valor. Espera, maldito; tu serzis encadenado, y su pie quebran- Q turd tu cabeza". " Entonces fue interrumpido, por lu, llegado de uno tercera _ persona: creyeron que habia estado clelirando y se compadecie- # ron de ella. Al dio, siguiente por la manana dijo que, la vispera, le parecio que seguia al Senor en el monte de los Olivos, des- |""Y*?V? 0307`=7 030 `T ?? ° 030
40 LA DOLOROSA PASJON me NUESTRO sszvon JESUORISTO
pués de la institucion de la Sagrada Eucoristia; pero que en el
mismo momento, habiéndose puesto una persona a mirar las llagas de sus manos con cierta especie de veneracion, le parecié I esto tan monstruoso en presencio. de Jesus, que no pudo menos i de esconderlas muy afligida. Conto después la. vision del monte Q de los Olivos, y como su relacion continuo los dias siguientes, pudieron fdcilmente agruparse las descripciones de la. Pasion que se suceclen. Pero como clurante la Cuaresma celebraba tam- bién Ana. los combates de Nuestro Senor con Satands en el de- sierto, tuvo que luchar contra mucltos podecimientos y muchas tentaciones; por eso en el relato de la Pasion hubo algunos va- cion. Su amigo escribia lo que le habia oido asi*que regresaba. ciones particulares recogidas en época. anterior. Hablaba ordinariamente el bajo alemdn. En el estado de éxtosis, su lenguaje se purificaba con frecuencia.; sus narmcio- nes eran uno. mezcla de sencillez infantil y de elevado. inspira- cion. Su amigo escribia lo que le habia oido asi que regresaba a su casa, pues en su presencia rara vez podicz tomar algunus notes. El Senor le hu. dado lu. memoria, el celo y la fuerza de resistir a muchas penas, y por eso ha podido llevar a cabo este trabojo. El escritor tiene la concienciu. de haber hecho lo que ha podido, sus y pide al lector, si queda satisfecho,L la limosna de oraciones.