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HOMOSEXUALIDAD
En la Biblia abundan testimonios que consideran las prácticas homosexuales como pecado (Gén
19, 191-29; Jue 19, 22-30; Dt 23, 18-19; 1 Re 14, 24; Lev 18, 22 y 20, 13; ). Hay leyes de pena de
muerte, y si esas leyes existían “es porque se trataba de un peligro real y se valoraba de forma
negativa”.
En el Nuevo Testamento, hay varios textos que se refieren al castigo de Sodoma (cf. Mt 10, 15;
11, 23-24; Lc 10-12; 2 Pe 2, 6-8; Jds 6-7). 1 Cor 6, 9-10 menciona la sodomía entre los pecados
que excluyen del reino de Dios. El texto más clásico es Rom 1, 18-32.
¿Qué decir de estos textos? “Por una parte, es verdad que los autores sagrados no podían conocer
todas las diferentes distinciones que a nosotros nos han hecho accesibles las ciencias modernas.
Por otra parte, empero, hemos de decir que los textos bíblicos no intentan emitir un juicio sobre
las personas individuales, sino más bien sobre el fenómeno moral correspondiente, desde la
perspectiva de la solidaridad de perdición y de salvación”
b.- Magisterio
a.- Biblia: Tenemos el quinto mandamiento: “No matarás”. En el A.T. tenemos: Ex 21, 22-23; Am 1,
13. En el N.T.: polémica en torno a la condena de los pharmakeia (Gál 5, 20). Ciertamente estos nos
son textos en los que se condene explícitamente el aborto. Pero “habría que hacer aquí referencia a los
muchos textos bíblicos que expresan el señorío de Dios sobre la vida del hombre, la condena del
derramamiento de sangre del inocente, el valor del débil e indefenso a los ojos de Dios, y
especialmente, varios textos veterotestamentarios en los que se presenta un cuidado y una providencia
especial de Dios sobre la vida que se está gestando” (Salmo 139).
c.- Magisterio:
c.2.- GS 27 y 51:
• 27
Basada en el derecho a la vida y respeto a la dignidad de la persona humana rechazan
los delitos que se oponen a la misma vida (menciona el aborto, la eutanasia, el
suicidio voluntario). También menciona otras acciones que van en contra de la
dignidad humana, y por tanto contra la vida.
• 51
Ante los problemas que presenta la vida moderna a la familia, hay quienes se
adelantan a dar soluciones deshonrosas, como matar a la prole.
La vida, desde su misma concepción debe ser protegida. El aborto y el infanticidio son
crímenes nefandos.
En contra de algunos métodos que regulen la procreación.
Ante el uso de las técnicas que se dan de la investigación científica la Iglesia pone
como criterios el respeto, la defensa y la promoción del hombre, su “derecho primario
y fundamental” a la vida y su dignidad de persona dotada de alma espiritual, de
responsabilidad moral y llamada a la comunión beatífica de Dios (1)
En ese sentido, la vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto
desde el momento mismo de la concepción, porque el hombre es la única criatura en
la tierra que Dios ha “querido por sí misma”, y el alma espiritual de cada hombre es
“inmediatamente creada por Dios”; todo ser lleva grabada la imagen del Creador (5)
Se recuerda lo que ha dicho el concilio en GS 51: que la vida ya concebida ha de ser
salvaguardada con extremos cuidados desde el momento de la concepción(I.1).
Declaración de una presencia personal: los conocimientos científicos sobre el embrión
humano ofrecen una indicación preciosa para discernir una presencia personal desde
este primer surgir de la vida humana. El ser humano debe ser respetado y tratado
como persona desde el primer instante de su concepción y, por eso, a partir de ese
momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho
inviolable de todo ser humano inocente a la vida( Ibid).
Sobre la licitud del diagnóstico prenatal y las intervenciones terapéuticas sobre el
embrión humano se afirma que sí son lícitas, siempre y cuando se respete la vida e
integridad tanto del embrión como de la madre (II 2-3).
Eufemismo del aborto: “interrupción del aborto”. Esto tiende a ocultar y a atenuar su
gravedad. El aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se
realice, de un ser humano, en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al
nacimiento (n.58).
El aborto es un homicidio, de ahí su gravedad moral. Además de que se asesina a un
inocente, a un débil, a alguien confiado a la protección de una mujer (Ibid). Nada justifica
la eliminación deliberada de un ser humano inocente.
Pero el problema no es sólo de la mujer, intervienen otras personas (el hombre, familiares,
amigos, médicos, legisladores, instituciones, etc.) (n. 59).
Se dice que el fruto de la concepción, al menos hasta cierto número de días, no es vida
humana personal. Pero no, con la fecundación inicia la aventura de una vida humana,
cuyas capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar (n. 60).
Se afirma nuevamente el carácter sagrado e inviolable de la vida humana en cada
momento de su existencia (Cf. Sal 139). (n. 61).
El número 62 menciona algunos documentos y papas que han condenado el aborto (Pío
XII, Juan XXIII, Pablo VI). En fin, se subraya la línea magisterial en torno al aborto.
Se rechaza la destrucción de los embriones (in vitro) y su uso como “material biológico”
para ser utilizado, sea como abastecedores de órganos o tejidos para trasplantar en el
tratamiento de algunas enfermedades. La eliminación de criaturas inocentes, aun cuando
beneficie a otras, constituye un acto absolutamente inaceptable (n. 63).
No se acepta y se condena una mentalidad eugenésica, que acoge el aborto selectivo para
impedir el nacimiento de niños afectados por varias anomalías (Ibid).
EUTANASIA
Magisterio y eutanasia
No hay duda que el Magisterio se ha opuesto a todo lo que atente contra la vida humana. Sus
planteamientos sobre la eutanasia nos llevan a considerar que se hace una opción por un “dejar morir”,
de manera digna (ortotanasia).
1.- La Congregación para la Doctrina de la fe: La Declaración “Iura et bona” sobre la eutanasia (5 de
mayo de 1980):
• Se define la eutanasia como “la acción o una omisión que por naturaleza, o en la
intención, causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor” (n. 14).
• Plantea la necesidad de un cuido humano del enfermo: “Las súplicas de los enfermos muy
graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas con expresión de una
verdadera voluntad de la eutanasia; estás en efecto, son casi siempre peticiones
angustiadas de asistencia y de afecto” (n. 16).
• Invita a ver en el dolor de una enfermedad una participación en la pasión de Cristo, lo
cual no ha de entenderse como prohibición al uso de medicinas paliativas, más bien las
recomienda (n. 20). No obstante la opinión cambia ante aquellos analgésicos que
producen la pérdida de la conciencia, a menos que haya grave motivo (n. 21).
• Llama la atención sobre la importancia de proteger en el momento de la muerte la
dignidad de la persona humana y la concepción cristiana de la vida contra un tecnicismo
que corre el riesgo de hacerse abusivo (n. 23). De ahí que dice que “ante la inminencia de
una muerte inevitable a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la
decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente un prolongación
precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir, sin embargo, las curas normales
debidas al enfermo en casos similares”.
2.- Encíclica “Evangelium Vitae” (25 de marzo de 1995), de Juan Pablo II:
N. 64:
• Rechazo del dolor y el sufrimiento en la vida (entendida como placer y bienestar). Esto lleva
a considerar la muerte como una “liberación reivindicativa” cuando se considera que la
existencia carece de sentido y por estar sumergida en el dolor.
• El hombre al olvidar su relación con Dios cree ser criterio y norma de sí mismo.
• La eutanasia aparece como ese “adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado”.
Esto es síntoma de lo que Juan Pablo II ha llamado “cultura de la muerte”, producto de una
sociedad del bienestar.
N. 65:
3.- El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Alemana formuló el contenido de este derecho
básico del siguiente modo:
• “Al afrontar un problema tan fundamental es necesario, primero, mantener firme un punto:
que toda persona tiene derecho a una muerte humana. La muerte es el último acontecimiento
importante de la vida, y nadie puede privar de él al ser humano, sino más bien debe ayudarle
en dicho momento.
• Esto significa, ante todo, aliviar los sufrimientos del enfermo, eventualmente incluso con el
suministro de analgésicos, de forma tal que pueda superar humanamente la última fase de su
vida. Ello significa que es necesario darle la mejor asistencia posible.
• Y esta no consiste solamente en los cuidados médicos sino, sobre todo, en prestar atención a
los aspectos humanos de la asistencia, a fin de crear en torno al moribundo una atmósfera de
confianza y de calor humano en el que él sienta el reconocimiento y la alta consideración
hacia su humana existencia.
• Forma parte de esta asistencia también el que al enfermo no se le deje solo en su necesidad de
encontrar una respuesta al problema del origen y del fin de la vida, ya que son éstos los
últimos problemas religiosos que no se pueden eliminar ni rechazar. En tales momentos, la fe
constituye una ayuda eficaz para resistir y hasta superar el temor a la muerte, ya que da al
moribundo una sólida esperanza”.
Vidal nos ofrece en los tres momentos del VER-JUZGAR-ACTUAR la forma en que el cristiano
puede entrarle al debate ético sobre el morir humano:
VER: La nueva sensibilidad ética ante el morir, que puede ser de oscurecimiento al valorar toda vida
humana, pero también puede ser de gran sensibilidad a humanizar el morir.
JUZGAR: Iluminación desde la fe, en donde: se justifique siempre el valor de la vida (aun en la
precariedad biológica); se desarrolle de forma coherente el significado del postulado ético de
“humanizar el morir” (integrando el morir en un proyecto de vida en que dominen los valores de la
concienciación, la libertad y la solidaridad); se reformule la relación entre vida y libertad desde la
cosmovisión cristiana de la gratuidad.
ACTUAR: la praxis cristiana como servicio a la vida que culmina en el morir: servicio de la verdad
(no a la eutanasia, a la muerte libremente elegida, a los medios desproporcionados; sí a la ortonasia);
servicio de la caridad; servicio de la cultura (propiciando desde la fe una “nueva cultura” para el morir
humano).
CLONACION
El documento antes citado de la Conferencia Episcopal Mexicana nos presenta los siguientes puntos,
los cuales se inspiran en documentos como la “Donum Vitae” (1987) y “Evangelium Vitae” (1995):
N. 16:
• Además valen para este caso, todos los juicios morales negativos a la aplicación de las técnicas de
fecundación extracorpórea, y las condenas a sus derivaciones, como son la maternidad subrrogada,
la crioconservación de embriones, la destrucción de embriones, etc.
N. 17:
• La clonación querida con fines terapéuticos, es también contraria a la dignidad de la persona, pues
además de lo que tiene en común con la clonación reproductiva, tiene el agravante de concebir una
persona humana con la intención deliberada de manipularlo, utilizándolo como residuo biológico
para suministro de órganos y tejidos de repuesto. La finalidad aparentemente “humanista” de la
clonación no es coherente con el medio usado: manipular a un ser humano en sus primeras fases
vitales a fin de obtener material biológico necesario para la experimentación de nuevas terapias,
llegando así a matar a ese ser humano, contradice abiertamente el fin que se busca: salvar una vida
(o curar enfermedades) de otros seres humanos.
N. 18:
• Debemos resaltar que la clonación, independientemente de las finalidades que se persigan, ya sean
reproductivas, terapéuticas o experimentales, siempre implica la generación de individuos
humanos destinados a ser destruidos. Se trata, pues, de una acción deliberada que implica un
homicidio voluntario.
Se puede concluir que la clonación como tal no tiene ningún problema, siempre y cuando no
entre en contradicción con el mismo bienestar que se quiere procurar a la humanidad. En ese
sentido, jugar con la condición personal de cada individuo no se puede permitir con la excusa