EVANGELIOS SINOPTICOSEVANGELIOS SINOPTICOS
Introduccion
De los cuatro libros canénicos que na-
rran la «Buena Nuevas (sentido de ta
palabra «Evangelio») traida por Jesu
cristo, los tres primeros presentan entre
si tales semejanzas que pueden ponerse
en columnas paralelas y abarcarse «con
una sola mirada»: de ahi su nombre de
«Sindpticos».
La Tradicién eclesidstica, atestiguada
desde el siglo 11, los atribuye respecti-
vamente a San Mateo, San Marcos, y
San Lucas. Segin ella, Mateo el publi-
cano, del colegio de los doce apéstoles,
M199; 10 3, escribis el primero, en Pa-
lestina, para los cristianos convertidos
del judaismo; y su obra, compuesta en
«lengua hebrea», es decir en arameo,
fue luego traducida al griego. Juan Mar-
cos, un discipulo de Jerusalén, Heh 12
12, que asistié en el apostolado a Pablo,
Heh 12 25; 13 5, 13; Flm 24:2 Tm 411,
a Bernabé, Hh 18 37, 39, su primo, Col
410, y a Pedro, 1 P 513, cuyo «intérpre-
te» era, redacté en Roma la catequesis
oral de este tiltimo. Otro discipulo, Lucas,
médico, Col 4 14, de origen pagano a di-
ferencia de Mateo y Marcos, Col 4 10-
14, nacido en Antioquia segin algunos,
companiero de Pablo en su segundo (Fich
16 10s) y tercer (Hch 20 5s) viaje apost5-
lico, asi como las dos veces que estuvo
preso en Roma, Heh 27 Is; 2 Tm 411,
fue el tercero que escribié un evangelio,
‘que podia por lo mismo apoyarse en la
autoridad de Pablo, cf. quizd 2 Co 8 18,
como el de Marcos se apoyaba en la de
Pedro; también escribié una segunda
obra, los «Hechos de los Apéstoles». La
lengua original del segundo y tercer
evangelio es el griego.
Estos datos de la Tradicién son con-
firmados y precisados por el examen in-
terno de estos tres libros; pero antes de
exponerlo, conviene discutir el problema
de sus relaciones literarias, que es to
que se llama la Cuestién Sindptica
Se han propuesto diversas soluciones
de este problema, insuficientes si se las
toma aisladamente, pero que contienen
todas ellas una parte de verdad y pueden
servir para trazar una explicacién de
conjunto. Una tradicién oral comin, que
los tres sindpticos habrian puesto por
escrito de modo independiente y, por lo
mismo, forzosamente variado, es proba-
ble en si, por no decir cierta, pero ella
sola no podria explicar las semejanzas, tan
numerosas y tan llamativas, tanto en el
detalle de los textos como en el orden de
las pericopas, que exceden las posibi
dades de la memoria, aun la de los anti-
guos y orientales. Una tradicion escrita,
unica o miltiple, justificarta mejor esas
Semejanzas; pero no se puede mantener
que los tres evangelistas se hayan ser-
vido de ella de una manera paralela e
independiente, ya que sus semejanzas,
ast como sus divergencias, demuestran
que ellos se conocen, se siguen 0 se co-
rrigen mutuamente. Hay, pues, que ad-
mitir entre ellos interdependencias direc-
tas. Pero aunque esté claro que Lucas
depende de Marcos, no lo es tanto que
Marcos dependa de Mateo, coma por
mucho tiempo se ha admitido, porque
numerosos indicios sugieren lo contrario.
Una dependencia directa entre Mateo y
Lucas, en un sentido 0 en otro, parece
poco probable, y sus paralelismos mu-
tuos, independientes de Marcos, deben
explicarse mds bien por una o varias
fuentes comunes, distintas del segundo
evangelio.
Partiendo precisamente de estas ob-
servaciones, (a critica moderna ha for-
mulado la teoria de las Dos Fuentes:
una de ellas seria Marcos, de quien Ma-
teo y Lucas dependerian en sus Relatos;
por lo que se refiere a las Palabras o
discursos (los «Logia»), muy reducidos
en Marcos, el primero y el tercer evan-
gelio se habrian servido de alguna otra
fuente, desconocida pero exigida como
postulado, que se denomina Q (inicial de
la palabra alemana «Quelle»). A pesar
de su sencillez, 0 mejor a causa de ella,
esta teoria no da satisfaccién por entero.
No explica suficientemente todos los da-
tos del problema. Ni Mc, en su estado
actual, ni Q, tal como la restituyen,
pueden desempefar eficazmente la fun-
cién de fuentes que se les atribuye.
Indudablemente Mc parece a menudo
mds primitive que Mt y Le, pero también
es verdad lo contrario: en ocasiones pre-
senta rasgos tardios, por ejemplo, algu-
nos paulinismos o incluso cierta adapta
cién a los lectores del mundo greco-
romano, mientras que Mt o Le conser-
1379INTRODUCCION A LOS EVANGELIOS SINOPTICOS
van detalles arcaicos de expresin semi-
tica 0 de ambiente palestinense. ;No
serd que se han servido de Mc, al que
todavia reflejan, en un estado mds anti-
guo que su estado actual?
Por lo demas, hay otra consideracién
que confirma esta hipotesis. Mt y Le
presentan entre si y contra Me concor~
dancias que parecen oponerse a su de-
pendencia comin de este evangelio. Es-
tas concordancias son numerosas, y a
veces Hamativas. Han intentado expli
carlas sin comprometer la teoria basica,
ya por armonizaciones de copistas, que
la critica textual deberd detectar, ya por
las correcciones de los evangelistas
mismos que, de manera esponténea y sin
conocerse, pudieron retocar en forma
igual el texto de Me que les parecié in-
correcto. Pero estas explicaciones, vili-
das en algunos casos, no podrian escla-
recerlos todos. En definitiva, vale mas la
explicacién que ya hemos vislumbrado
mas arriba, es decir, que Mt y Le han
debido conocer y utilizar un estado dife-
rente, anterior, del evangelio de Mc.
Este habré sido objeto de una tiltima re-
daccién, posterior al uso que aquéllos
hicieron de él. De ahi esos rasgos nue~
vos en los que Me aparece mas tardio y
de ahi también esos casos en los que Mt
y Le concuerdan contra él porque ambos
reflejan un estado mas antiguo del texto
de Me.
El supuesto de una fuente Q tampoco
satisface, al menos tal como se le pre-
senta. El documento que de este modo
tratan de restituir recibe de los diversos
investigadores formas demasiado dife-
rentes para conseguir una identidad de-
finida 0 incluso simplemente probable
El principo mismo de su unidad resulta
dudoso. Efectivamente, los logia que en
él se acumulan se encuentran también
en Mt y en Le de una manera que su-
giere das colecciones mejor que una: por
una parte, los de la seccion central de
Le, llamada a veces «pereana» (951 - 18
14); por otra, los del resto de su evange-
lio. Unos y otros tienen por lo general
Sus correspondientes en Mt; pero, mien-
tras que los de la segunda categoria se
encuentran en los dos evangelios en se~
ries ampliamente paralelas, los de la
primera, agrupados en Le, estan disper-
sos en Mt. Es como si Mt y Le hubieran
tomado esos logia de dos fuentes dife-
rentes: por una parte, de una Coleccion
que podemos lamar F(uente) con Vaga-
nay y que Le ha repetido sustancial-
“gmente en su seccién central, 0 «perea-
na», mientras que Mt la fraccioné
para salpicar con ella sus discursos; por
otra, de un estado antiguo del evangelio
de Mateo.
Porque, a lo que parece, habria que
considerar también en Mt, e incluso en
Le, como acabamos de hacerlo en Mc,
estados arcaicos, anteriores a su estado
actual. Andlisis que aqui no podemos
repetir nos evan a admitir tres estados
sucesivos, al menos en Me y Mt: un do-
cumento bdsico, una primera redaccién
y una redaccién final, la que nosotros
poseemos. Entre estos diversos estados
se han producido interacciones que se
han movido en diversos sentidos ocasio-
nando las relaciones literarias, de seme-
janza o de diferencia, que comprobamos
entre los evangelios en su estado actual.
De ese modo, por ejemplo, habra expe-
rimentado la primera redaccién de Mc la
influencia del documento fuente de Mt,
eriginando las semejanzas de las que
depende; pero habré influido a su vez en
la iiltima redaccién del primer evangelio,
con lo que Mt depende de Mc. Entrela-
zamiento de influencias que puede pare-
cer complejo y que lo es en efecto, pero
que tiene que serlo para explicar una si-
tuacién compleja. Es una ilusién preten-
der dar al problema sindptico una solu-
cién simple.
Con la ayuda de estas observaciones
literarias podemos esbozar una exposi-
cidn de conjunto, si no definitiva, al me
nos probable, de la génesis de los tres
primeros evangelios.
El comienzo fue la predicacién oral de
los apéstoles, centrada en torno al «ke-
rygma» que anunciaba la muerte reden-
tora y la resurreccién del Sefior. A esta
predicacién, de la que ofrecen restime-
ipicos los discursos de Pedro en los
Hechos de los Apéstoles, acompatiaban
normalmente relatos mds detallados:
primero, el de la Pasién, que debié ad.
quirir muy pronto una forma estereoti
pada, como lo atestigua el paralelismo
de los cuatro relatos evangélicos; luego,
anécdotas tomadas de la vida del Maes-
tro que daban luz sobre su persona, su
mision, su poder, su enseianza, con al-
gun episodio o palabra memorable, mi-
lagro, sentencia, paribola, etc. Ademds
de los apéstoles, algunos narradores es-
pecializados como los «evangelistas»
(categoria de «carismdticos» que no se
debe restringir a los cuatro autores de
nuestros evangelios; cf. Hch 21 8; Ef 4
1; 2 Tm 4 5) narraban estos recuerdos
evangélicos de una manera que tendia a
1380
INTRODUCCION A LOS EVANGELIOS SINOPTICOS
fiiarse por medio de ta repeticién. Pron-
10, en especial a partir del momento en
que los tres tipos de la primera hora fue-
ron desapareciendo, se tuvo cuidado de
poner esta tradicién por escrito. Los epi-
sodios, referidos al principio de una ma-
nera aislada e independiente, tendieron
con ello a agruparse, ya en orden crono-
logico (jornada de Cafarnaim, Mc 1 16-
39), ya en orden ldgico (cinco controver-
‘sias, Mc 21 - 36), primero en pequenas
‘secciones, luego en conjuntos mas vas-
tos. Un autor, a quien nada impide re-
conocer con la Tradicién como el apés-
tol Mateo, compuso entonces un primer
wevangelio» recogiendo los hechos y las
palabras de Jesiis en un relato seguido
que abarcaba todo su ministerio terres-
tre, desde el Bautismo hasta la Resu-
rreccién. A este primer evangelio vino
luego a aiiadirse una coleccién F, cuyo
‘autor ignoramos, que recogia otras pa-
labras del Sefor, 0 las mismas en otras
formas. Estas dos obras, compuestas en
‘arameo, fueron pronto traducidas al
griego, y de diversas maneras. El deseo
de acomodarse a los hermanos de origen
pagano habra producido una nueva
forma del primer «evangelio» que hemos
‘propuesto se atribuya a Mateo, forma
nueva que constituia un nuevo docu-
mento y que iba a servir de base a la
tradicién marciana. Si a estas dos for-
mas primitivas del evangelio procedente
de Mateo y de la Coleccion F se ahade
otro evangelio arcaico, que se presiente
en el origen de los relatos de la Pasién y
de la Resurrecccién en Le y en Jn, te-
nemos cuatro documentos basicos para
esta primera etapa de las tres que més
arriba hemos anunciado.
En una segunda etapa, se han tomado
de nuevo estos documentos y se los ha
combinado de diversas formas. La tradi-
cién marciana ha tomado del evangelio
‘mateano primitive y de sus diversas
adaptaciones, especialmente de la que
‘se dirigia a los cristianos de origen pa-
‘gano, una redaccion mas completa, mas
trabada, pero que no era atin la redac-
cidn final que hoy conocemos, Esta
forma intermedia de Mc es la que Mt y
‘Le conocieron y la que en ellos influys.
Por su parte, la tradicién mateana pro-
dujo una nueva redaccién, combinando
el evangelio primitive de Mateo con la
Coleccién F. El redactor que llevd a
cabo esta combinacién lo hizo con mu-
cha finura disgregando los logia agrupa-
dos en la Coleccion F para distribuirlos
por todo su evangelio y elaborar de ese
modo vastos conjuntos. Poco después,
Lucas comenzaba su obra. Después de
haber investigado diligentemente todo lo
que se habia elaborado con anterioridad
a él (Le 1 1-4), utilizd, en una primera
etapa de su trabajo, que podemos llamar
Proto-Lucas, por una parte el docu-
mento de tendencia pagano-cristiana que
habia servido de base a Me, y, por otra,
el evangelio de Mt combinado ya con F;
pero también conocié directamente esa
Coleccién F y prefirié insertar los logia
en amplios grupos en su seccién central,
én lugar de combinarlos en pequefias do-
sis como lo habia hecho Mt. Finalmente,
‘se sirvid, sobre todo en los relatos de la
Pasién y la Resurreccién, de un docu-
mento arcaico, que también el cuarto
evangelio utilizd, de donde resultan los
numerosos contactos de Le y Jn contra
Mry Mc en esta parte del evangelio. El
Proto-Lucas no conocia atin el evangelio
de Mc, ni siquiera en su forma interme-
dia: sélo mds tarde se aproveché de él
para completar su evangelio; y esto nos
lleva a la tercera etapa.
En esta etapa, que podemos llamar fi-
nal, el evangelio de la tradicin mateana
fue profundamente retocado con ayuda
de Me, no en la forma actual de este
timo, no lo olvidemos, sino en la forma
‘mas antigua que hemos asignado a la
segunda etapa de la evolucion. En este
raro tejer y destejer, también el evange-
lio de Me fue revisado teniendo en
cuenta la forma intermedia de Mt, quizd
también el Proto-Lucas, y no_sin expe-
rimentar influencias paulinas. En cuanto
a Lucas, encontré su forma definitiva
valiéndose de Me, en su forma interme-
dia como lo habia hecho Mt. En la
trama de su primera redaccion (el
Proto-Lucas) incluyd tres «secciones
‘marcianas» (4 31 - 6 19; 84 - 9 50; 18 15 ~
21-38). La prueba de que estas insercio-
nes representan una etapa mds tardia en
su obra lo demuestra el hecho de que
deja de reproducir los elementos de Me
cuando ya los tiene recibidos, en una
forma literaria diferente, de las fuentes
‘Mt o F que primeramente habia utiliza~
do. Debemos también seialar que Le re.
currié, lo mismo que Mateo pero ma:
que él, a fuentes particulares halladas
por su diligente investigacion, 13. y a
las cuales debe, no sdlo su evangelio de
la Infancia, sino también muchas de las
perlas que hacen su obra indispensable
‘al lado de las otras dos (el buen Samari-
tano, Marta y Maria, el Hijo prodigo, el
Fariseo y el Publicano, etc.)
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