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Mecanismos de poder,
sumisión, mexicanidad. Se supone que no debo pensar al mexicano en ese
lugar de sumisión pero, ¿cómo no hacerlo cuando es una forma de ese ser?
¿Ese?, ¿cuál ese? Ese yo que está presente en todos lados, ese yo que me
enfrenta a mí mismo, ese yo que – como dice Concepción Delgado – es otro yo.
¿Es esta la multiplicidad de la que habla Deleuze? ¿Estos otros yos son algo
que quiero destacar de mi ser para defender algo que no sé ni siquiera cómo
empezó? Tal vez eso es lo que me ha pedido Conny que haga, entender cómo
empezó todo esto. Y tal vez en el entender descubra la veta que ha estado
oculta por muchos años, esa veta que tanto daño me hace desde el día que
descubrí que yo no soy yo, que soy muchos yos envueltos como un regalo para
llevar, como una comida rápida, como una canción en el mp3.
Todo el tiempo lo había sabido, todo el tiempo lo había ocultado, tenía que
detenerme en algún momento y reconocer que lo que estaba presente en mi
vida, dando estructura a todo mi ser era un imaginario de algo que no conocía,
que estaba debajo de las escaleras de la casa de la abuela en el numero 54 de
Municipio Libre en la colonia portales. Ahí de donde había salido también
aquella compañera de tesis que tanta falta me hace ahora para poder tener
con quién hablar de lo que ya no sé más, para poder hablar de lo que se
conformó en mi derredor para luego forjarme una serie de representaciones
que ahora me son difíciles de esclarecer.
Y hoy caminaba por la acera que está detrás del hospital 20 de noviembre, y
recordé cuando era niño y visitaba la tortería que está al frente, al otro
extremo. Ahora dejaría atrás lo visible para escudriñar en lo que siempre había
estado oculto a mis ojos. En mis manos cargaba el diario de Frida Kalho.
¿Accidente fortuito que me llevaría a descubrir algo que no quería decir antes?
O en realidad ya lo atisbaba desde algún tiempo antes.
Cuántas veces me dijeron que escribiera sobre mi abuelo, pero yo no quiero
vivir a su sombra, pensaba. Hoy el enfoque de la luz es un poco diferente, hoy
pienso que tal vez su luz nos permita entender algo más que no se habría visto
si no fuera en este tiempo, en que se puede escuchar una mezcla de Bach,
Metalica y Mozart, mientras se camina por la calle pensando en religión y
llevando bajo el brazo el diario de Frida.
Pinté de 1916, e inicia con una foto de varios años después, en definitiva una
pieza de arte. Un diario que se muestra, que está hecho para mostrarse, para
mostrar algo que ya no se sabe si es o no se es. Es en tanto que está, pero no
necesariamente es lo que se dice que es. Muy al estilo Magritte: esto no sería
un diario. Si ahora se habla de pospornografía es que no se conocía este
trabajo de Frida, que supera la figura pornográfica antes que la misma
pornografía se hiciera presente en los llamados porn studies tal vez habría que
volver a pensar en el postporno desde un poco más atrás, y verificar si lo que
ahora se hace es una manifestación que emana de la figura pornográfica o
tiene sus raíces un poco más firmes en otro tipo de arte. Desde ese lugar,
mostrar lo íntimo, parece no ser algo que sea nuevo en la obra plástica. ¿Cómo
mirar a una porn-star que me quiere hablar de sufrimiento en la vida, y cómo
mirar su arte en el que me muestra sus desgracias, cuando tengo a la
mostruosa Frida Kalho mostrándose en su Intimo autorretrato? Este
autorretrato es más pospornográfico que cualquiera de las tangas en bronce de
las amigas de una ex-porn-star. Tal vez simplemente por el tiempo que le hubo
llevado realizarlo a nuestra querida Frida, nada menos que 10 años.
Tal vez yo estoy chocheando, tal vez ya me volví un conservador más, o tal vez
quiero volver a las raíces perdidas de mí mismo, de mi identidad, encontrar
aquello que estando presente pareciera que no se vé. Tal vez por primera vez
me doy el valor de tomar como una estafeta, la luz de la Paz con que mi abuelo
fuere condecorado en el año de 1952 por el Consejo mundial de la Paz en
Vienna.
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