Sie sind auf Seite 1von 56

RECUSA.

RESERVA VÍA CASATORIA Y RECURSO


EXTRAORDINARIO FEDERAL

CÁMARA PRIMERA DEL CRIMEN [DEBIDAMENTE


INTEGRADA]:

“Es cierto, admitían Carrara y Lucchini, que los jueces populares no


tienen ‘conocimientos legales’, y esto hace problemática su capacidad de
motivar. Pero los jueces magistrados, añadían, tienen el vicio más grave
aun de ‘la costumbre’, que puede provocar la ‘fosilización intelectual’, ‘la
indiferencia’ y la ‘perniciosa ligereza en el decidir’” [citado por
FERRAJOLI, p. 577].

“En ocasiones se choca con viejas tradiciones, basadas en décadas de


práctica inquisitiva que conspiran contra un desarrollo adecuado del
litigio y de la labor de las partes”

“…una tradición inquisitiva que contradice


nuestro paradigma constitucional…”

“…es evidente –a menudo- que los litigantes,


apenas pueden desarrollar una estrategia adecuada (…)
En la generalidad de los casos y en el campo forense,
se observa que aquella se ve ‘saboteada’
por la labor de los jueces”
“La voz ‘examen’ (…) se utiliza en lugar de interrogatorio, para dar una
idea más cabal del verdadero alcance de la declaración testimonial…El
convencimiento que genera el testigo se debe no solo al dato que aporta,
sino al poder de impacto que tiene en el Juzgador, por la manera que pasa
el tamiz de las partes y la forma que lo vuelca en el juicio”

“Se trata de la ocasión con que cuenta el abogado para examinar a los
testigos que ha presentado la contraparte, extraer de ellos información
útil a su propio caso o hacerlos caer en inconsistencias (…) las preguntas
sugestivas son su herramienta principal.

“Y sin él, el Juez se encontraría frente a una versión unilateral. Un


testimonio será confiable, cuando aquella versión ha pasado por el test de
la contradicción. Y éste es el motivo por el cual, las preguntas sugestivas
son la herramienta esencial en el examen indirecto…”

José Raúl HEREDIA, abogado, defensor


de elección del señor José Salvador ARRECHEA imputado en
estos autos: “FISCALIA DE FERIA s/ Actuaciones (Ref. Banco
del Chubut S.A.) Expte. Nº 249/02”, a V. E. digo:

I. OBJETO

Que en tiempo y forma [artículos 53, 54,


C.Pr.Pen.CH (ley 3155)], vengo a recusar a los integrantes del
tribunal, doctores PORTELA, ARGUIANO y SERVENT con la

2
finalidad de que se aparten definitivamente como jueces en la
presente causa.
Planteo la inconstitucionalidad de toda
interpretación jurisprudencial y de toda norma que pudiera
invocarse para restringir el derecho de los acusados y sus
defensores de recusar a los jueces, en especial la inteligencia
limitativa basada en el artículo 52 de la ley ritual, y su texto.
Reservo la vía extraordinaria local ante la
Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia y el recurso
extraordinario federal para ante la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, por estar en juego aquí la garantía de la imparcialidad
del juzgador y la defensa en juicio.

II. MOTIVOS

1. Fundo la recusación de los


mencionados magistrados en el temor de parcialidad, asentado en
la actuación de los mismos durante el debate que se lleva a cabo
según consta objetivamente en los actos que señalaré, que han
tenido en la resolución del día 12 de febrero de 2009 una nueva e
intolerable manifestación contraria a la igualdad de armas, la
defensa en juicio y el debido proceso. Ella viene a sumarse a un
cúmulo de desvíos señalados en repetidas oportunidades con
anterioridad por este defensor, ora en la etapa previa al debate,
ora en el curso de éste.

3
Desde que la Constitución consagra la
imparcialidad del juzgador como una garantía esencial del debido
proceso y la defensa en juicio, ésta es una condición de actuación
del juez que debe existir desde el inicio de su actividad y
mantenerse siempre en el proceso. Cuando ella no ha existido
desde el inicio –como lo he dicho en esta causa ya- y se ha
perdido después –lo que viene aconteciendo en los actos del
debate, señalados también-, la actividad de los jueces causa un
agravio renovado y siempre actual, que reviste naturaleza de
agravio a una garantía de orden público, que provoca la nulidad
absoluta de los actos así cumplidos y que, como tal, resulta
inconfirmable [doctrina, artículo 1047, C. Civil].
Es esta la razón por la cual la doctrina y
la jurisprudencia, nacional y extranjera, insistieron desde tiempo
atrás en que la restricción del derecho a recusar a los jueces a
motivos taxativos enumerados en la ley no era compatible con la
garantía constitucional, que exige que el justiciable –más aun si
es el acusado penalmente- los vea como tales, que no abrigue el
temor de parcialidad.
Anticipo el fundamento constitucional de
la recusación y específicamente advierto acera de que los pruritos
formales relacionados con la enumeración de casuales en la ley o
en el tiempo de interposición no pueden aniquilar la garantía en
que se asienta la misma, sin perjuicio de lo que digo en el número
2 siguiente.

4
Simultáneamente, destaco desde ya que
tampoco es posible aniquilar la garantía de igualdad ante la ley,
permitiendo que un acusado a quien se juzga con la nueva ley de
enjuiciamiento tenga el derecho de recusar a los jueces por temor
de parcialidad, sin ataduras a un listado de motivos enumerados,
y a otro se le niegue con el argumento de que se aplica el código
anterior que no contaba con dicha posibilidad en el texto. Aun
más, sencillamente no es exacto que estuviera vedada esa
posibilidad en la anterior ley adjetiva, desde que este derecho
tiene jerarquía constitucional y está de esa suerte por encima de
las normas procesales –artículo 10, C. CH-. El texto lato adoptado
por el nuevo Código Procesal Penal vigente en la Provincia eliminó
la descripción casuística de las causales de recusación,
haciéndose cargo de las enseñanzas de MAIER (desde la primera
edición de su obra en 1989) y aun desde que el Código común
para Latinoamérica, de su inspiración, propugnó la eliminación
del carácter restrictivo de las causales de recusación. Criterio éste
que ha sido definitivamente adoptado por todos los Tribunales
internacionales de Derechos Humanos, a partir del muy conocido
caso “Piecszack c/De Cubber y el Reino de Bélgica”, del TEDH.
Dice el nuevo Código [ley 5478], en lo que
interesa aquí:

5
Artículo 76. MOTIVOS. PRINCIPIO. Las partes podrán
recusar a un juez o jurado, cuando invocaren algún motivo
serio y razonable que funde el temor de parcialidad.

En rigor, se trata de un desarrollo


correcto de la garantía de imparcialidad del juzgador contenida
en la Constitución [18; 75 (22), C. N.; 44, II; 21; 22, C. CH]. Como
tal –como garantía constitucional-, vinculante para los jueces con
o sin ley reglamentaria, y por encima de toda norma legal
limitativa [reitero, artículo 10, C. CH; añado, Disposición Final
QUINTA, C. CH].

2. De las constancias que relacionaré


expresamente, surge que es claramente asimilable la situación
generada a los motivos enumerados en el artículo 49, inciso 1º,
de la ley ritual, si se quisiera prestarle atención únicamente a
ésta en desmedro de la jerarquía de la garantía y de su
inexcusable regulación en la misma Constitución. No se trata de
que se busquen argumentos para obturar el derecho a recusar,
pero aun en una tesitura de extrema restricción de ese derecho,
repito, incompatible con su naturaleza constitucional, debe verse
que los jueces, por lo que vienen actuando, se han asimilado al
rol que cumplen los funcionarios del MPF, lo que se pondrá de
manifiesto más abajo.

6
III. ANTECEDENTES

Para que se comprenda la seriedad y


razonabilidad de la presente recusación fundada en el temor de
parcialidad –temor a una sentencia condenatoria dictada
arbitrariamente, esto es, al margen de las pruebas reunidas y sin
escuchar las defensas técnicas, por jueces no imparciales, que
asumen la postura de los acusadores en autos- reseñaré de modo
sintético los antecedentes más notorios, entre otros existentes, tal
como constan en este expediente.

1. En la etapa previa al inicio del


debate. Esta parte hubo de recusar a los tres magistrados del
modo que señalo.

1.1. Dr. PORTELA. A) Por haber


concurrido a dictar la resolución que anuló el primer auto de
elevación a juicio, para lo cual debió leer más de treinta cuerpos
que componían entonces el expediente al que el tribunal, con su
integración, le llamó de modo expreso “voluminoso expediente”.
Ello significó un claro compromiso con la etapa de instrucción y
el cabal conocimiento de actos de persecución penal en contra de
mi asistido, antes del inicio del juicio (debate). B) Por haber
confirmado después el segundo auto de elevación juicio, lo que

7
implicó un renovado compromiso con la etapa de instrucción y,
por añadidura, un claro prejuzgamiento desde que esa
confirmación supuso desechar la hipótesis desincriminante del
acusado propugnada por la defensa [doctrina fallo “NICOLINI”, C.
S]. El auto de elevación a juicio es el primer momento de la
acusación [voto del juez Zaffaroni in re “QUIROGA”: “…la
acusación constituye un bloque indisoluble que se perfecciona en
dos momentos procesales distintos: el requerimiento de elevación a
juicio, que habilita la jurisdicción del tribunal para abrir el debate y
el alegato fiscal solicitando condena, que habilita la jurisdicción del
tribunal a fallar”]. Esto es, PORTELA confirmó la acusación inicial
antes del juicio (debate). C) Por haber quebrantado la igualdad de
armas, el debido proceso y la defensa en juicio al convalidar y
ampliar la decisión del juez ARGUIANO que le otorgó a la parte
querellante la custodia de toda la documentación vinculada con
esta causa, reservada en el tribunal, suministrándole una oficina
con su llave en forma exclusiva. Ello implicó quebrar la cadena de
reserva de esa documental. D) Por haberse adherido al pedido de
imposición de costas a mi parte –pedido que se vinculó de modo
indiscutible a la aplicación de una sanción-, formulado por el ex
integrante del tribunal, REBAGLIATI, en oportunidad de la
audiencia en que se trataron las recusaciones de los dos, y por
sus propios dichos en la misma ocasión, que implicaron actuar
como contraparte del acusado.

8
1.2. Dr. ARGUIANO. A) Por haber
actuado en el segundo expediente -“Fiscalía Nº 1 s/ Requerimiento
de Instrucción (Ref. Empresa Geosur SA) Expte. Nº 1334/02”-,
caprichosamente separado de este y relacionado con él subjetiva
y objetivamente, a punto que los mismos jueces PORTELA y
REBAGLIATI en su momento se excusaron de entender en él –
como lo han hecho todos los magistrados y funcionarios
convocados- con ese argumento. B) Por haber quebrantado la
igualdad de armas, el debido proceso y la defensa en juicio, al
otorgarle la totalidad de la documental en custodia del tribunal a
la parte querellante en autos, el Banco del CHUBUT S. A., a su
sola petición, y sin dar previa ni posterior intervención a los
imputados o sus defensores, con facilitación de una oficina en la
que se encontraba la misma y su llave, de que la dispuso en
exclusividad. C) Por haber consentido como presidente los
excesos del juez REBAGLIATI en la audiencia de su recusación y
haber impedido, en contraposición, el uso de la palabra a los
defensores que no pudieron contestar los falaces argumentos del
recusado, quien tergiversó las constancias de la causa. D) Por
haber incorporado al expediente de recusación diligencias
cumplidas oficiosamente por REBAGLIATI, al margen de toda
competencia como juez, que se mantuvieron clandestinas durante
un prolongado lapso de días, sin dar noticia a las partes.

9
1.3. Dra. SERVENT. A) Por haber
actuado en los dos expedientes, en este y en el desprendido
“Fiscalía Nº 1 s/ Requerimiento de Instrucción (Ref. Empresa
Geosur SA) Expte. Nº 1334/02”. B) Por haber actuado como
secretaria del juez de instrucción BASÍLICO y conocido y
participado en actos de persecución penal. C) Por haber omitido,
violando su deber y las normas de la ley, todo informe acerca de
esta circunstancia que le impedía actuar. C) Por haber rechazado
las recusaciones de PORTELA y REBAGLIATI desde una
concepción inquisitiva del proceso penal, violatoria de la garantía
de imparcialidad del juzgador, del debido proceso y de la defensa
en juicio. D) Por haber impedido la separación del juez
ARGUIANO, a quien no le permitió apartarse pese a su
incuestionable ausencia objetiva de imparcialidad –como el
mismo magistrado lo admitió-, develando así un grueso desvío del
recto razonar según la Constitución en perjuicio de los acusados.

2. En el debate. Los temores sobre la


parcialidad del tribunal se pusieron en acto y se potenciaron
desde el inicio mismo del debate. Véase:

2.1. Al tratar un tema ajeno


específicamente a él –la suspensión del juicio a prueba solicitado
por dos de los acusados-, los jueces PORTELA y ARGUIANO –con
la disidencia de la Dra. SERVENT- se pronunciaron anticipando

10
la decisión sobre un punto clave, propio del debate, sin esperar
su desarrollo y culminación. En efecto, rechazaron esas
peticiones afirmando que el Banco del CHUBUT S. A. es una
administración pública y sus directivos y empleados, funcionarios
públicos. Adoptaron de ese modo la misma tesitura del juez de
instrucción, avalando nuevamente el auto de elevación a juicio,
sentando su criterio sin escuchar a los acusados y sus defensores
lo que solo podían hacer en el curso del debate y, especialmente,
luego del alegato final. De eso se trata el juicio previo –artículo
18, C. N.-

2.2. Enseguida de iniciado formalmente


el debate, el presidente, Dr. PORTELA, ordenó la lectura de tres
piezas procesales venidas de la instrucción –los requerimientos de
elevación a juicio del querellante y del fiscal y el segundo auto,
éste, dictado, luego de su anulación por el tribunal del juicio, sin
correr nueva vista a los acusadores ni a los imputados y sus
defensores. Mi protesta como defensor mereció la inmediata
admonición del presidente –quien contó con el asentimiento por
silencio de los otros dos integrantes del tribunal- que ordenó de
todos modos la lectura en clara violación de la expresa
disposición del artículo 333 en su versión reformada por la ley
4143. Ello así, desde que “El Presidente no decide cuáles son
las lecturas necesarias, pues eso le corresponde a la ley, que
es la que dispone al respecto…” [NÚÑEZ, com. artículo 386 del

11
anterior código de Córdoba, número (2)], es decir, la ley es el
artículo 333, C.Pr.Pen.CH, según el texto vigente.

2.3. Al decidir los planteos en el ámbito


de las cuestiones preliminares, los jueces, en tanto no los
conformaba el texto del artículo 333 reformado por la ley 4143, le
endilgó al legislador haberse equivocado y, sin declarar su
nulidad o inconstitucionalidad, se apartaron deliberadamente de
lo preceptuado en esa norma para sostener la validez de la
lectura de las piezas procesales señaladas y, por ende, su validez
como actos procesales. Este es un punto de extrema gravedad
porque el debate se ha iniciado y continúa, no solo ante un
tribunal claramente parcial a esta altura sino sin mediar un acto
válido que le acuerde competencia a los jueces para así proceder.

2.4. En numerosas oportunidades dejé


sentada mi protesta ante el avasallamiento al derecho de defensa
y la actuación de los defensores, que no podré reseñar en su
totalidad aquí pero consta debidamente en las grabaciones de las
audiencias. Esos avasallamientos consisten en las repetidas
intervenciones del presidente del tribunal, quien se permite
formular y reformular preguntas, e interpreta a menudo lo que
van diciendo los testigos, a veces con escasa o nula fidelidad. Al
par, impide, en cambio, a los imputados y defensores el ejercicio
de la facultad de examinar a los testigos de cargo, aunque sí

12
admite que los fiscales desborden de modo sistemático su misión
en el proceso y cometan variados excesos, como sus reiteradas
obstrucciones al derecho de defensa. Los fiscales, ha quedado de
manifiesto en diversos momentos del proceso y en el contenido de
sus apariciones por los medios, carecen ya, no solo de
imparcialidad, sino de lealtad y de buen fe.
Destaco la intervención que debimos
hacer al momento de la declaración de los llamados peritos
contadores [consta en la grabación de audio, día 33, fecha 10-
12-08, pista 5, desde el minuto 00-12], Grosso Sheridan y
Cabanas –que se prolongó por varios días-, durante la cual fue
repetidamente cercenada la potestad de los defensores e
imputados para contra examinarlos. Los mismos, tal como se
desprende del texto de la pieza procesal a la que se ha llamado
pomposamente “pericia”, en cumplimiento de un contrato de
objeto ilícito celebrado con la Procuración General de la Provincia,
presentaron en realidad una acusación, lo que hacía imperioso el
control acabado de sus dichos por parte de las defensas.
Tal como consta, el presidente del
tribunal me conminó en más de una oportunidad a hacer
preguntas concretas intentando inicialmente impedir una
consideración previa mía, con contenido de expresa protesta, sin
la presencia de quienes deberían declarar, recaudo solicitado por
la querellante al que adherí para que ellos no escucharan lo que
iba a decir. Cuando finalmente me permitió hablar, dije:

13
“Yo vengo observando…que las repetidas
intromisiones del tribunal afectan el proceso constitucional y el
derecho de defensa de los imputados. Me voy a permitir una
breve cita (…): ‘El juicio penal argentino (…) es un juicio
controversial puramente; solo así se avala la imparcialidad del
juzgador. Si el tribunal toma la iniciativa de preguntar es porque
tiene interés en conocer algún extremo del objeto procesal o
porque le han quedado dudas respecto al mismo. Y ambos
supuestos denotan una abstracta posición partiva inconciliable
con la inmaculada imparcialidad que lo debe rodear. Imperioso es
que el tribunal esté despojado de todo impulso en el
esclarecimiento de lo que en su fuero íntimo le pueda despertar
un interés o duda con relación a los hechos. Tal esclarecimiento
está solo a cargo de las partes. Y si tiene dudas tendrá que
resolverlo en la sentencia conforme al principio del in dubio pro
reo, si el extremo no ha sido esclarecido por otros medios. Para
todo esto es indiferente que se le confiera al tribunal la facultad
de interrogar al principio o recién luego de que lo hayan hecho
todas las partes ya que siempre se vulneran el principio
controversial, el sistema acusatorio y la imparcialidad objetiva’.
Termino la cita. He citado un autor, JAUCHEN, y lo he elegido
deliberadamente porque el tribunal lo prefirió al fundar la
resolución por la cual se rechazó los planteos de las partes en el
ámbito de las cuestiones preliminares.

14
“De modo que yo ratifico que las
continuas intromisiones del presidente –avaladas por los otros
dos integrantes- afectan la imparcialidad del juzgador de modo
ostensible. No lo puedo estar diciendo a cada rato, pero es
necesario que se entienda que una cosa es conducir el debate y
otra cosa es suplir a las partes, reemplazarlas o silenciarlas.
Esto es desde el punto de vista, no voy a decir del ‘debido
proceso’ (cito a MONTERO AROCA) porque (…) el proceso siempre
es debido si no, no hay proceso, porque no hay proceso indebido
(…) el proceso constitucional (…) y cuando el juzgador no es
imparcial no hay proceso. De eso se trata. Primera cuestión que
le pido al tribunal tenga en cuenta.
“La segunda cuestión: es que, hay que
advertirles a los fiscales –no a los abogados de la parte
querellante, porque la parte querellante es ‘parte’, con ‘t’, y
además es parcial, con ‘c’-. Pero los fiscales no, porque los
fiscales son el Estado, y el Estado no puede venir a un juicio
penal a actuar como un litigante contumaz. Está obligado a
atenerse a la legalidad en los procesos y a custodiar la legalidad
de los procesos. Entonces, hay que recordarle a los fiscales (…),
dado sus continuas obstrucciones (…), recordarles lo que dicen
las “Directrices sobre la Función de los Fiscales” en el Octavo
Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito
y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana (Cuba),

15
1
del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990. (…): ‘12. Los
fiscales, de conformidad con la ley, deberán cumplir sus
funciones con imparcialidad… [dije aquí: una expresión que está
contenida en el artículo 194 de la Constitución de CHUBUT, y
que ha sido eliminada de la ley del MPF como si se pudiera
eliminar]…firmeza y prontitud, respetar y proteger la dignidad
humana y defender los derechos humanos, contribuyendo de esa
manera a asegurar el debido proceso y el buen funcionamiento
del sistema de justicia penal’. ‘…13… b) Protegerán el interés
público, actuarán con objetividad, tendrán debidamente en
cuenta la situación del sospechoso y de la víctima, y prestarán
atención a todas las circunstancias pertinentes,
prescindiendo de que sean ventajosas o desventajosas para el
sospechoso…’.
“Otra reflexión que deseo hacer: vengo
observando que el tribunal, a través del presidente,
permanentemente señala que ‘esto ya ha sido respondido’, que
‘tal pregunta no se debe hacer de esa manera’. Los acusadores,
particular y público, han inventado acá que las preguntas de los
imputados o de los defensores de los imputados deben tener
determinados requisitos formales y rituales, lesionando la
libertad que tienen para defenderse los imputados. Y en ese
sentido invoco expresamente en este debate –porque quiero
aclarar que todo lo que estoy diciendo hace nulo este debate,

1
ONU Doc. A/CONF.144/28/Rev. 1 p. 189 (1990).

16
también por estas razones- ha dicho la Corte Suprema en
diciembre del año 2006, reciente fallo, –y con esto espero que
aclaremos en qué consiste el derecho de los imputados a
interrogar a los testigos-, ha dicho la Corte: ‘…el derecho de
examinación exige que el imputado haya tenido una oportunidad
adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o
cualquiera que hubiera hecho declaraciones en su contra…’. La
Corte cita entre comillas textualmente un pronunciamiento del
Tribunal Europeo de los DD. HH. al que la Corte sigue en este
2
precedente que se llama “BENITEZ”. Y la Corte ha dicho en
“GIROLDI” que hay que atenerse a la jerarquía de los pactos
internacionales y que, además, hay que atenerse a la
jurisprudencia internacional sentada por los organismos
custodios de los derechos humanos. Y la Corte sigue su propio
precedente “GIROLDI” y se atiene a lo que estos tribunales han
dicho respecto al alcance del derecho del imputado. Cité los otros
días la Sexta Enmienda…porque es muy antiguo esto, no es
ninguna novedad, es muy antiguo, se conoce que ese es el

2
B. 1147. XL. Benítez, Aníbal Leonel s/ lesiones graves Ccausa N° 1524. 12 de
diciembre de 2006. Cita y aclara la Corte: (conf. TEDH, caso Säidi vs. Francia,
Serie A, N° 261-C, sentencia del 20 de septiembre de 1993, párr. 43; asimismo,
caso Barberá, Messegué y Jabardo vs. España, serie A, N° 146, sentencia del 6
de diciembre de 1988). En este sentido, de acuerdo con los criterios
interpretativos establecidos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
testigo de cargo es toda declaración de una persona en que se funda una
acusación o una decisión judicial condenatoria, o como lo expresara la
Comisión Europea de Derechos Humanos, todo tipo de pruebas verbales
(CEDH, en el caso Bönisch vs. Austria, serie A, N° 92, sentencia del 6 de mayo
de 1985).

17
derecho que tienen los imputados, de refutar, de cuestionar, de
decirle a un testigo ‘UD. está mintiendo’ (…) Los que no pueden
ser indicativos son los acusadores, no los imputados; porque el
imputado tiene derecho a confrontarse con quien viene a declarar
en su contra, en cualquier condición que sea. Y esto no surge
porque sí, es una larga, tortuosa y dolorosa evolución, como todo
en el proceso penal. Entonces, ¿por qué llegamos a esto? Porque
en la Convención Americana de DD. HH., artículo 8 está y lo cita
la Corte en este precedente. Y porque el PIDCP, en su artículo 14,
dice expresamente: ‘…el derecho del imputado a interrogar o a
hacer interrogar…’. Es decir, el imputado no tiene por qué
atenerse a fórmulas sacramentales o rituales para defender su
derecho.
“De manera que lo que se viene haciendo
acá, comporta una grave lesión al derecho de los imputados, y al
proceso conforme con la Constitución. No con la ley adjetiva que
está por debajo, y porque la ley adjetiva no puede aniquilar la
Constitución. Entonces, cada vez que se limita la intervención del
defensor o del imputado para cuestionar lo que dice el testigo (…)
se lesiona el derecho de defensa y el tribunal se inmiscuye
lesionando el principio de imparcialidad (…) Cada imputado tiene
derecho a examinar profundamente, hasta agotar todas las
posibilidades, para exhibir la falsedad, la insinceridad o el error
de quienes declaran.

18
“Eso es lo que yo reclamo para todos los
defensores y para todos los imputados en este proceso (…) Quiero
aclarar que en este caso “BENITEZ”, la Corte hace lugar al recurso
extraordinario y dice por qué procede el recurso extraordinario…
por la característica de los derechos que están en juego. De
manera que con ese contenido yo hago la reserva, para acudir
oportunamente, para pedir la nulidad del debate si es que sigue
el debate transcurriendo por estos carriles”.

2.5. Como he dicho, no reseñaré otros


actos del debate que igualmente lesionan las garantías de
imparcialidad del juzgador y de la defensa en juicio. Agrego, por
su extrema gravedad, la amonestación –que causó conmoción
entre los letrados- que el presidente le dirigió a uno de los
defensores en un tono y con un contenido, lesivos de la dignidad
del abogado –que tiene la misma dignidad que los jueces: artículo
45, C. CH; artículo 8, C.Pr.Pen.CH, (ley 3155)]-, con proyección
inmediata en la validez del debate [artículo 45, C. CH].

2.6. El día en que prestaba declaración


el testigo de la fiscalía, abogado Eduardo PALACIOS –ex síndico
del Banco del CHUBUT S. A., querellante en esta causa, y
firmante y coautor de la denuncia penal presentada por la
“Comisión Fiscalizadora” del Banco en contra de los imputados-,
nuevamente los acusadores públicos desplegaron sus preguntas

19
sin ninguna limitación impuesta por el tribunal, cometiendo
excesos una vez más. Al punto ello así, que el M. F. se permitió
interrogar al testigo acerca de presuntas amenazas [consta en el
minuto 1:16 de la grabación de audio del día 49, fecha 11-02-09]
–como lo había hecho ya con el testigo VIÑALS, provocando que
un medio gráficos titulara al siguiente día: “OTRO TESTIGO
AMENAZADO”, efecto mediático que busca para embarrar la
cancha” a falta de argumentos jurídicos- que habría sufrido
cuando el procedimiento se encontraba en etapa de instrucción,
ocasionando una ampulosa respuesta de PALACIOS,
absolutamente fuera de la cuestión objeto del debate, en la que
develó que nunca había formulado denuncia alguna por esas
presuntas amenazas, pero proyectando sombras sobre personas
ajenas a la causa y también sobre los imputados, de un modo
genérico y malicioso.
Sin embargo, a poco de iniciar el
interrogatorio uno de los defensores, el Dr. PANDOLFI, según es
costumbre aceptada por el tribunal, los fiscales interrumpían el
mismo de modo permanente e impertinente. Y se opusieron a que
el defensor, correctamente, pretendiera hacerle ver al testigo una
contradicción o un error o la mala fe con la que estaba
declarando. Era del todo indispensable para el derecho del
imputado que se permitiera ese contra examen. El tribunal pasó
a decidir y, nuevamente, decidió en contra de los imputados. Este
tribunal, hay que dejarlo dicho, que nunca, para adoptar

20
decisiones anteriores, ha elevado la mirada al paradigma
constitucional ni a los fallos ni doctrina de la Corte Suprema, en
situaciones claves del proceso, siempre elige la solución más
restrictiva y limitativa del derecho de defensa de los imputados.
En esta decisión, anticipa que tiene en
cuenta las normas de la Constitución y el precedente “BENÍTEZ”,
pero, acto seguido, aniquila las garantías de los imputados
apartándose sin ninguna razón plausible de aquél fallo de la
Corte. Solo recuerda la situación fáctica de ese precedente, pero
omite todo comentario, de modo deliberado, de la doctrina
constitucional que ese fallo sienta, y que es la que he citado más
arriba, a saber: “el derecho de examinación exige que el imputado
haya tenido una oportunidad adecuada y apropiada para
desafiar y cuestionar a un testigo o cualquiera que hubiera
hecho declaraciones en su contra”.
La posición claramente parcial que ha
adoptado el tribunal nos ha llevado a su recusación, puesto que
lo que se ha decidido es que no tienen los imputados ni sus
defensores el derecho a cuestionar, mediante su contra examen, a
los testigos de cargo. Una vez más, los jueces omiten toda
observancia del paradigma constitucional del proceso penal, lo
que ya constituye un desvío deliberado –desde que una y otra vez
se lo hemos hecho notar- de su recta aplicación en el caso.
Hay que recordar que se ha podido decir
desde la doctrina más relevante que “En ocasiones se choca con

21
viejas tradiciones, basadas en décadas de práctica inquisitiva que
conspiran contra un desarrollo adecuado del litigio y de la labor
de las partes”. A la postura desleal, por momentos de notoria falta
de legalidad, de los fiscales, se adunan las posiciones
jurisdiccionales inquisitivas que adoptan el punto de vista de los
acusadores en contra de los imputados.
Si los imputados y sus defensores no
pueden examinar plenamente a los testigos que despliegan cargos
en su contra, para poder mostrar la insinceridad de los mismos, o
su error manifiesto, incluso, el compromiso que algunos de ellos
han tenido con este proceso en un sentido incriminador –que
suelen ocultar al contestar las generales de la ley-, entonces, la
defensa en juicio no existe y se anticipa una decisión de condena
y los jueces así comprometidos resultan parciales, aun en los
términos de la ley adjetiva -artículo 49, inciso 1º-, puesto que se
colocan en la tesitura de acusadores. Solamente desde esa
postura incriminante -antes del debate, del alegato defensivo y de
la sentencia-, puede aniquilarse el contenido esencial del derecho
de defensa de los acusados. ¡Si ya son culpables, qué importancia
puede tener el ejercicio de ese derecho!
¿Cómo no abrigar temores fundados de
parcialidad de los jueces, en tales condiciones?
Hay que enfatizar que estos testigos de
cargo declararon ante el juez de instrucción, sin ninguna
posibilidad de control por parte de los imputados y sus

22
defensores, tal como consta en cada acta labrada en esas
oportunidades. Por añadidura, fueron inducidos en repetidas
oportunidades a determinadas respuestas de un modo tan
notorio como violatorio del proceso constitucional, siempre en
presencia de los acusadores y del juez y sus secretarios, todos
inquisitivos y claramente contrarios a un leal desarrollo del
procedimiento. Esto se les ha hecho presente constantemente a
los jueces del tribunal. Por eso también, aparece tan grave la
decisión que se ha adoptado en contra del más sagrado de los
derechos, el de defensa en juicio.

2.6. Dictada la decisión, algunos


defensores pedimos un cuarto intermedio y, luego, su
prolongación. A raíz de esta petición, primero uno de los
abogados de la nutrida y ampulosa representación de la parte
querellante, contratados en Buenos Aires, desplegó una inusitada
catarata de adjetivaciones y descalificaciones para los defensores,
imputándoles “amordazar a la prensa”, “amordazar a los testigos”
y “pretender amordazar al tribunal”. El fiscal BAEZ se sumó,
adhiriendo a esos agravios en forma expresa y añadiendo que en
este proceso había quedado demostrado la existencia de
amenazas a los testigos, y repitiendo que se trataba de maniobras
dilatorias de los defensores a quienes no nos convenían, dijo, las
declaraciones de los testigos. Se opusieron así al cuarto
intermedio –que no debía prolongarse más de dos horas hábiles-

23
y lograron una decisión del tribunal según sus deseos, decisión
insólita cuando el mismo tribunal pasa a menudo a cuarto
intermedio por cuestiones menos graves.
Además de computar otra resolución
adversa a las defensas, adoptada con los mismos argumentos de
los acusadores una vez más, interesa señalar que los jueces
permitieron la batería de agravios a los defensores sin ninguna
interrupción a los que los proferían, salvo al final ante las señas
de protesta desde el sitio de los defensores por los excesos. Pero,
acto seguido, intentó el presidente limitar nuestras respuestas,
diciendo que no iba a permitir alegatos. Hubimos de ponernos
firmes para que no nos acallara en nuestra inexcusable réplica.
Lo que acaeció, así, suma más temores
fundados por ese obrar de los jueces.

IV. ESCENARIO EN QUE DESARROLLA SU


MINISTERIO LA DEFENSA

Es menester subrayar los siguientes


hechos que, cada uno de ellos y más aun sumados, evidencian
las condiciones en que tiene que desarrollarse la defensa en el
debate en curso.
El tribunal está conformado por tres
jueces recusados motivadamente en más de una oportunidad,
según lo he indicado en el Capítulo III-1 del presente escrito. Así,

24
quien actúa como presidente, Dr. PORTELA, anuló, primero, y
luego avaló el auto de elevación a juicio, lo que conlleva que ha
conocido plenamente en esa tarea crítica los actos de la
instrucción y ha aceptado la hipótesis acusatoria [ZAFFARONI,
su voto en “QUIROGA”], contra cara del sobreseimiento. Desde
que el auto de elevación a juicio es aun más gravoso para el
imputado que el auto de procesamiento, debió apartarse luego de
ello –artículo 49, inciso 1º, C.Pr.Pen.CH (ley 3155), rectamente
aplicado-.
El Dr. ARGUIANO, le concedió una
ventaja inalcanzable a la parte querellante, como se ha dicho,
quebrando la igualdad y el derecho de defensa en juicio, y,
además, conoció actos de instrucción y actuó en el segundo
expediente ya citado, en el que se desarrollaron actos de
persecución penal en contra de mi asistido por los mismos
hechos y estando vinculadas exactamente las mismas personas
que en este expediente. Esto ha sido aceptado por él, al punto
que entendió que debía apartarse y no lo dejaron.
La Dra. SERVENT fue quien impidió a
ARGUIANO apartarse, rechazando nuestra recusación, y,
también, quien sostuvo a los doctores PORTELA y REBAGLIATI
como integrantes del tribunal del juicio a pesar de la evidente
incompatibilidad con la garantía de imparcialidad del juzgador
que ello importó. Desechó la aplicación de los precedentes de la
Corte que citamos, como “QUIROGA”, “LLERENA”,

25
“MASSACCESI”, “FRATICELLI” y, específicamente, “NICOLINI”,
sin siquiera citarlos y a pesar de que ARGUIANO sí lo hizo para
fundar su apartamiento. Además, ella no informó ni que había
intervenido en el otro expediente ni que se desempeñó como
secretaria de instrucción del juez BASÍLICO cumpliendo y
refrendando actos en este expediente.
De modo que es este el panorama: nada
menos que los tres jueces del tribunal del juicio –ante el que se
desarrolla el debate y quienes deberán dictar sentencia-
estuvieron vinculados con la etapa de instrucción de modo
directo y convalidaron esos actos, que nosotros decimos que son
nulos de nulidad absoluta en defensa de nuestros asistidos.
A ello debe agregarse que el fiscal
MASSA, quien actúa en el debate en representación del MPF, fue
el secretario del juez de instrucción BASÍLICO y convalidó actos
viciados de nulidad al refrendarlos y aun al participar
activamente de las estrategias persecutorias ideadas por aquel
juez, quien se había ensañado con los imputados al punto de
enviarlos a prisión, con gran despliegue mediático previamente
organizado, por 202 días sin ningún fundamento constitucional.
Ni siquiera les permitió defenderse adecuadamente ya que no
pudieron asistir a las declaraciones de los testigos.
El fiscal que funciona como el jefe, BAEZ,
fe recusado por esta parte porque nos atribuyó propósitos
dilatorios en la etapa previa al debate, cuando intentábamos,

26
precisamente, que el procedimiento discurriera conforme a la
Constitución, con respeto de la legalidad procurando que se
apartaran los jueces objetivamente vinculados a actos de
persecución penal y con compromiso decisivo con ellos, que
avalaron. Esa acusación maliciosa del fiscal quedó en evidencia al
aceptar ARGUIANO que concurrían circunstancias que los
imputados tenían derecho a poner de manifiesto y que él debería
apartarse. Igualmente, al votar este juez por el apartamiento de
PORTELA y REBAGLIATI. La postura del fiscal importaba que él
no cuidara la legalidad del procedimiento ni podía esperarse que
lo hiciera en adelante.
Lo recusamos también porque –en otra
muestra más de su total desdén por la legalidad- declaró a un
medio local que el MPF no podía perseguir los hechos delictivos
en tanto la Constitución y el código contenían demasiadas
garantías para los imputados. Fue mantenido en la causa por el
Procurador General, Dr. SAMAMÉ, que no advirtió ninguna
irregularidad en el accionar del fiscal. Pero hay que recordar que
SAMAMÉ tuvo siempre un interés directo en obtener condenas en
esta causa, desde su inicio, que él fogoneó.
Ya he destacado los abusos del fiscal
BAÉZ en su desempeño durante el debate.
De modo que todos quienes actúan como
jueces y fiscales, han tenido en esta causa una posición de

27
acusadores, formal o informalmente, y algunos de ellos han
violado la legalidad o han consentido su violación.
Si a ello se le suma que no se ha
permitido ni se permitirá a los imputados y defensores el
confronte con los testigos de cargo, su contra examen, testigos
que declararon sin ninguna posibilidad de control de las defensas
en la instrucción, entonces, se cierra un círculo diabólico para los
acusados en este proceso. Que, de esa suerte, de proceso
[constitucional] solo tiene el nombre.
Los jueces que así actúan y permiten que
se desarrolle el debate de ese modo, están claramente en
contradicción con la garantía de imparcialidad del juzgador. No
puede caber duda alguna acerca de la seriedad de este planteo de
recusación, con sobrados argumentos para abrigar temores en el
desenlace.

V. “PELEA LIMPIO…

Se nos permitirá que traigamos a


colación un cuento, que suele relatarse para causar risas –en
rigor, es para llorar- pero que, vinculado a lo que les ha ocurrido
y les ocurre a los imputados y defensores en este proceso, nos
sirve para explicar, respetuosamente, de un modo expresivo, los
temores fundados que hemos señalado.

28
En un lugar en que habitaban personas
racistas, entierran a un hombre negro hasta el cuello en una
fosa. Solo podía mover su cuello y su cabeza. Luego, sueltan dos
leones; se le arroja el primero, y el hombre alcanza a esquivar su
zarpazo. Se le arroja el segundo, y, con un movimiento de cuello y
cabeza, el hombre alcanza a esquivarlo y abre la boca para
intentar morderle los testículos al león. Desde la tribuna, poblada
de fanáticos, le gritaron entonces: “Pelea limpio, negro
desgraciado”.
Frente a quienes actúan en este debate,
el círculo que se cierra según lo dicho en el Capítulo inmediato
anterior implica que, si no han podido y no podrán interrogar a
las personas que vienen a declarar en su contra, los imputados se
encuentran en semejantes problemas que aquel hombre del
relato.

VI. LO SUCEDIDO EN EL DEBATE


INMEDIATAMENTE ANTES DE LA DECISIÓN

Según he adelantado, el Dr. PANDOLFI


interrogaba al testigo PALACIOS. Éste, había afirmado que dos
personas vinculadas a los asistidos por el defensor, por una
operación comercial, eran insolventes. El abogado procuró que el
testigo examinara constancias documentales de las que podía
desprenderse que esa afirmación no sería exacta, constancias

29
que, por otra parte, no le podían ser desconocidas porque
PALACIOS había actuado como síndico y aun era uno de los
denunciantes de los acusados. Esta circunstancia generó el
embate renovado de los fiscales, sin ningún apego por la
legalidad, impidiendo que se lo consultara y aun confrontara, a lo
que la defensa tiene derecho constitucional. Dijo BAEZ,
tergiversando la verdad objetiva, que se estaba acosando y
hostigando al testigo –frase preferida del fiscal- y ello dio motivo a
una discusión que, luego de cerrada, motivó la resolución.
En ella, como se verá, el tribunal se hizo
eco, otra vez, del punto de vista del fiscal BÁEZ empleando las
mismas palabras y aniquilando el derecho de defensa de los
acusados.
Antes de examinar la resolución y sus
implicancias para la garantía de imparcialidad del juzgador,
conviene decir que PALACIOS contestó de mala manera y en tono
altanero alguna de las preguntas del Dr. PANDOLFI. Consultado
acerca de cómo opera frente a terceros la inscripción en el
Registro Público de Comercio de venta de acciones, y si el Banco
del CHUBUT S.A. era un tercero, el testigo no quiso contestar por
sí o por no, y, en cambio, pretendió hacer diversas
consideraciones. Requerido para que respondiera por sí o por no,
dijo: “Mire, yo pensaba que estábamos acá por razones
circunstanciales en un teatro no para hacer teatro, pero si UD
quiere hacer teatro podemos hacer teatro” [consta en el minuto

30
26:09, grabación de audio, día 49, parte segunda, fecha 11-02-
09]. Pese a la enorme ofensa a la dignidad del defensor de parte
del testigo –artículo 45, C. CH; artículo 8, C.PrPe.Ch, (ley 3155)]-,
el presidente le dio la palabra al fiscal BAEZ sin más
consideraciones, salvo decir: “Bueno, por favor, por favor, tiene la
palabra el doctor BAEZ”.
El fiscal le pidió a la presidencia que le
hiciera saber al Dr. PANDOLFI que debía dirigirse en forma
correcta y respetuosa al testigo. Acto seguido, el presidente le
hizo advertencias al abogado adoptando ya el punto de vista del
fiscal, basado en una falsedad repetida: ¡que el abogado le faltaba
el respeto al testigo! Basta escuchar la grabación para corroborar
que fue exactamente al revés: el testigo le faltó el respeto al
defensor. Se refleja claramente la parcialidad del juzgador, en
perjuicio de la dignidad del defensor y del derecho de defensa.
El Dr. PANDOLFI contestó que él tenía
derecho a formular una pregunta y esperar su respuesta, por sí o
por no. El testigo contestó la pregunta y sin ninguna necesidad
agregó: “Ahora, si me está tomando examen de derecho
societario…”, y esta vez el presidente le advirtió que no debía
hacer ese tipo de manifestaciones. Pese a ello, las respuestas
continuaron en el mismo tono irrespetuoso. En una de sus
respuestas, hizo el testigo varias afirmaciones que el Dr.
PANDOLFI intentó subrayar para controvertir. Concretamente, le
señaló al testigo que una de sus afirmaciones –referida a la

31
presunta insolvencia de los adquirentes de las acciones de sus
asistidos- aparecía contradicha por constancias –manifestación
de bienes y balances- obrantes en una carpeta, que el defensor
indicó al presidente pidiéndole se le exhibiera. Hay que decir que
al testigo le exhibieron otras constancias, que él leyó a viva voz de
inmediato, aunque no era objeto de la pregunta.
Una vez que se le exhibió la
manifestación de bienes y balances, quiso saber el Dr. PANDOLFI
si aun mantenía su anterior afirmación acerca de la insolvencia
de los dos adquirentes, a lo que respondió el testigo con diversas
consideraciones, en tono de alegato en defensa de su posición
que, como se deberá tener presente, consta en su denuncia. Dijo
que se les debería haber pedido una garantía personal para el
otorgamiento de ese crédito al que se aludía. El letrado le solicitó
al presidente que obligara al testigo a contestar las preguntas
como son formuladas, de lo contrario la declaración testimonial
no sería tal si no que se convierte en un alegato del testigo, dijo,
“que tiene una idea formada previamente, que es ostensiblemente
rara, y se niega a rectificarla frente a la documentación”. El
presidente, seguidamente, aseveró: “El testigo ha manifestado y
se ha escuchado, que él mantiene lo que aparentemente
sostuviera que es un estado de insolvencia. La comparación si era
insolvente de acuerdo a la documentación que se le ha exhibido y
su parecer es una especie ya de alegato que la parte podrá

32
instrumentar en su debido tiempo con la prueba de la parte
documental que existe o existiría en esa carpeta roja”.
El Dr. PANDOLFI preguntó entonces al
testigo si él no conocía el texto de esa carpeta al tiempo de
confeccionar su denuncia. Y el Dr. REUTER pidió la palabra para
señalarle al presidente que el testigo no había dicho lo que el
presidente había interpretado, lo que estrictamente es exacto. Y
ello puso una vez más la deformación del juicio que sobreviene en
cada intervención del presidente en su intención de aclarar
algunas respuestas.
Insistió con su pegunta el Dr. PANDOLFI,
que el testigo contestó luego de varias aclaraciones para sostener
que él no era reticente como lo había señalado el defensor antes.
Y dijo que no conocía esa carpeta. Otra pegunta referida al
conocimiento del testigo sobre el concepto de patrimonio neto,
obtuvo como contestación: “Yo no he venido a rendir examen
sobre patrimonio neto”. El fiscal BAEZ volvió a interrumpir
diciendo que las preguntas eran -“UD lo dijo señor presidente”
dijo- materia de alegato. El Dr. PANDOLFI, en sus
manifestaciones, hizo notar que la conducta del testigo revelaba
que se trata de un testigo hostil a su parte y que ello le daba
derecho a repreguntar.
Inmediatamente pidió la palabra uno de
los abogados de la parte querellante y le solicitó al presidente que
le dijera al Dr. PANDOLFI que dejara de alegar. El presidente, sin

33
conceder oportunidad de réplica al defensor, enseguida lo
amonestó, provocando que el defensor le solicitara que le
concediera oportunidad de contestar, quejándose porque el
presiente lo había amonestado sin escucharlo. Le sugirió
entonces que se retirara el testigo para explicar por qué hacía las
preguntas y su derecho a hacerlo. Interrogó después al testigo
sobre las garantías prendarias, con previa exhibición del anexo
del contrato de prenda que integraba una investigación interna
para que lo comparara con el original del contrato. Ante algunas
aclaraciones del testigo antes de responder, el Dr. PANDOLFI le
señaló que le quería mostrar que no era una sino que eran cinco
las embarcaciones prendadas y debidamente inscriptas en el
registro de créditos prendarios. Le dijo que al consultar los
documentos apreciaría el por qué de su error.
En ese instante, mediaron oposiciones de
la querellante y de los fiscales, por lo que se hizo retirar al testigo.
El abogado de la primera consideró que el defensor alegaba antes
de tiempo cuando le señalaba al testigo sus contradicciones o
errores –desde luego, de ningún modo ello es así-. Agregó el fiscal
BAEZ que si bien la defensa tiene el amplio derecho de interrogar
al testigo y de confrontarlo, no puede, según este fiscal, señalarle
al testigo sus equivocaciones –de donde, no se entiende qué
comprende el funcionario por confrontar-. Al evacuar el traslado,
el Dr. PANDOLFI señaló que faltaban tres fojas que el testigo no
conoció al formular su denuncia y ello explicaría sus

34
afirmaciones. Esto era lo que él pretendía aclararle, porque
resultaba de esas constancias que son cinco prendas y no una.
Añadió que si como defensores no se tiene el derecho de refutar al
testigo, de ponerlo ante la evidencia de su error y preguntarle si
está dispuesto a rectificar sus dichos, se lesionaba la defensa en
juicio. También dijo que por más que el testigo haya opinado en
una dirección, si el testigo no se retracta va a incurrir en falso
testimonio. Aclaró: si el testigo dice que no vio las cuatro prendas
faltantes, ello explica su error; pero si dice que sí las vio y declaró
de todos modos lo que declaró, está en falso testimonio. “Por eso
no se me puede impedir que lo repregunte al testigo” afirmó.
“Este señor ha dicho cosas muy graves acá”. Y las cosas que dice
se basan en documentación que está notoriamente falseada.
Dijo también el Dr. PANDOLFI:
“Entonces, si no se me permite probar eso y confrontarlo al
testigo con la realidad (…) el tribunal me está cercenando
completamente el derecho de defensa…”. “Tengo todo el derecho
de demostrar que este testigo, o bien es obstinado y pretende
persistir en lo que dijo, que quizá no haya sido una mentira…”.
Intervinimos otros defensores, en la línea
del precedente “BENÍTEZ”. Señalé, pidiéndole al tribunal que lo
tuviera presente, que este testigo no es cualquier testigo; subrayé
que omitió decir al contestar sobre las generales de la ley, nada
menos, que fue síndico, según él, representante del accionista
mayoritario del Banco del CHUBUT S. A. –que es querellante en

35
esta causa-, y, además, denunciante de las personas que están
aquí acusadas. Dije que si a esta persona no le comprenden las
generales de la ley, yo no sabía qué son las generales de la ley,
porque contestó que no le comprendían. Aduné señalando que
esa postura subjetiva del testigo en relación con la causa, lo hace
un testigo no objetivo ni neutro, por lo menos inicialmente. Tiene
un compromiso con esta causa, porque es denunciante nada
menos y además tiene responsabilidades que hay que ver si las
ejerció bien cuando era síndico conforme el Estatuto de la
Sociedad Anónima y conforme con la Ley de Sociedades. Esto
explica, en algunos de sus pasajes, agregué, el apasionamiento
hostil que ha tenido el testigo ostensiblemente en algunas de sus
respuestas. Subrayé que no hay otra oportunidad procesal que el
momento de la declaración para hacer notar la vinculación del
testigo con la causa e interrogarlo, confrontarlo y hasta discutirlo,
como dice la Corte en “BENÍTEZ”.
Insistí en que no existe otra oportunidad
procesal que esta, haciendo notar lo que ya dije antes: que el
testigo declaró en la instrucción, como todos los demás, sin la
presencia de los defensores. Pregunté entonces: ¿cuándo los
defensores van a controlar, controvertir, como dice la Corte,
discutir al testigo? Remití a la Sexta Enmienda, como lo había
hecho en por lo menos dos ocasiones con anterioridad, también a
la CADH, al TEDH. La defensa tiene el derecho de interrogar al
testigo para señalarle un error: p. ej: esto está registrado, ¿lo

36
conocía UD? Solicité entonces que se terminara con la limitación
al derecho de defensa en juicio que los acusadores pretendían
imponernos. Invoqué nuevamente la doctrina constitucional de
“BENITEZ” y sus antecedentes internacionales, citados por la
Corte. Reclamé que se nos dijera por qué no se aplicaría aquí, en
este debate, esa doctrina –a esto le llamó después uno de los
abogados de la querella “propia torpeza”, por haber solicitado
decisión. En verdad, solicitamos decisión pero nunca dijimos que
nos íbamos a conformar con cualquier decisión, menos si ella es
contraria a la Constitución-.
Dejé sentado que, más allá de que a veces
hasta por educación no repito mis impugnaciones, debía
entenderse que cada vez que se limita la participación de los
defensores y de los imputados frente a un testigo de cargo, con
todo el derecho que tiene, lo que se hace es anular este debate, y
un debate nulo no puede sostener ninguna sentencia.
Otro de los defensores, el Dr. GALENDE,
adhiriéndose a la postura del Dr. PANDOLFI y mía, señaló que la
documental que estaba en tela de juicio fue aportada por su parte
en oportunidad de interponer un recurso de apelación ante la
Cámara de Apelación Instructoria, y nunca fue tratado lo que allí
se expuso. Por ello consideró improcedente que tampoco se
tratara en la oportunidad del debate estando en juego el debido
proceso y la defensa en juicio.

37
El Dr. LÓPEZ SALABERRY, a su vez,
señaló la contradicción de los acusadores en sus posiciones con
relación a los postulados constitucionales que hace válido un
juicio penal. Destacó que uno de los principios liminares del
proceso penal es el de la buena fe, que los fiscales, observó, no
pueden desconocer, así como el de igualdad de armas. Enfatizó
que las defensas no hicieron ninguna oposición a las preguntas
de los acusadores; sin embargo, a partir de que la defensa
comienza su interrogatorio comienzan las objeciones. Puso de
manifiesto que ello develaba la existencia de una estrategia
tendiente a obstaculizar la realización de este debate por los
carriles jurídicos. Le reprochó también a la presidencia haber
alterado los dichos del testigo y le solicitó que no incorpore
elementos de su propia convicción.
El Dr. ROMERO habló seguidamente,
adhiriendo a las posturas precedentes y destacando la postura
respetuosa de las defensas durante el interrogatorio de la parte
acusadora, pese a que hubiera motivos para hacerlo. Y dio como
ejemplo una respuesta dada por el testigo que motivó otra
pregunta de los fiscales marcándole una confusión, dando
elementos en forma directa para la rectificación de la respuesta. Y
agregó que en otra pregunta los fiscales habían sido indicativos
de modo absoluto, a saber: “¿Esta información que no le daban,
no obstaculizaba su labor?, tratándose de un testigo de fiscalía.

38
El presidente anunció un cuarto
intermedio para resolver.

VII. LA RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL

Luego del cuarto intermedio, el


presidente anunció que se había adoptado una resolución que se
leyó.

1. Dice la misma:

“La oposición realizada al interrogatorio


conducido por el Dr. Pandolfi al testigo Dr. Eduardo
Palacios, por parte del Fiscal Baez y querellante Dr.
Silvestroni en el sentido de que las preguntas
realizadas por el letrado resultaban indicativas,
inductivas y que conllevaban a su vez un adelanto de
los alegatos a producir.

“Que las Defensas a su tiempo, oponiéndose a


la argumentación de los acusadores han sostenido el
derecho que les asiste de interrogar libremente al
testigo invocando para ello el fallo "Benítez, Aníbal
Leonel" (Fallos, 329:5556 causa nro 1524)
pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de

39
la Nación y aduciendo sobre dicho fallo que parte del
derecho de defensa es preguntar libremente y
confrontar al testigo en aras de su ministerio.

Se desprende de “VISTO”: primero, si se


relaciona la resolución, como debe hacerse, con las constancias
que he indicado expresamente, que lo que se resolvía era una
oposición de los acusadores a preguntas de uno de los defensores
a un testigo de cargo, preguntas calificadas como “indicativas” o
“sugestivas”, además de imputarle alegar al defensor. Segundo, se
registra que los defensores insistimos en el derecho a preguntar
con cita del precedente “BENITEZ”, aduciendo sobre dicho fallo
que parte del derecho de defensa es preguntar libremente y
confrontar al testigo en aras de su ministerio. Lo que es del todo
correcto, repito, si se trata de un testigo que declara en contra de
los acusados.
Véase cómo el tribunal va a alterar lo que
él mismo consignó en el “VISTO”, atribuyéndoles a los defensores
luego propósitos inexistentes.

2. Se dice en el primer “considerando”:

“Que entiende este Cuerpo necesario, a la luz


de la reiteración de situaciones de idéntico tenor

40
acaecidas durante el desarrollo del debate, sentar su
criterio en este punto”.

Obsérvese la trascendencia de la
decisión: se fija el criterio del tribunal para adelante, que, al par
de validar los actos previos –para nosotros limitativos del derecho
de defensa porque no se nos dejó antes tampoco interrogar con
libertad y contra examinar a determinados testigos de cargo-,
implica que los defensores y los imputados deberemos atenernos
a las formas sacramentales, estrechas, que han impuesto los
acusadores según su conveniencia y que impiden el ejercicio
pleno del derecho de defensa. Esto resulta intolerable. De esa
suerte, se exige que nos atengamos a la misma forma de
preguntar de los acusadores a sus testigos, que es la forma
directa y no la del contra examen, ésta, propia de la parte
contraria a la que ha ofrecido el testimonio.

3. Sigue la resolución:

“Que tiene presente este Cuerpo la garantía que


consagran los arts. 18 de la Constitución Nacional,
44 y 45 de la Constitución de la Provincia, 8.2 f del
Pacto de San José de Costa Rica y art. 14.3 e del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
sustento ellos del mentado fallo ‘Benítez’, en el que la

41
Corte Suprema ha declarado procedente el recurso
extraordinario dejando sin efecto la sentencia atacada
sobre la base de que la misma se estructuraba en
base a testimonios agregados por lectura sobre los
que no hubo adecuado contralor de la Defensa en la
etapa de Instrucción mientras el imputado no fue
habido”.

Este “considerando” cumple las veces de


una suerte de tranquilizador de conciencias; es que, no se trata
solo de tener presente el paradigma constitucional del proceso
penal, sino de respetarlo y aplicarlo concretamente en la especie,
que es lo que falta hacer.
Dice después:

“Sin perjuicio de ello es dable señalar que la


amplitud con que la defensa puede interrogar a un
testigo, no alcanza la posibilidad de hostigarlo, de
inducir una respuesta, ni aún confrontarlo, en el
momento de su testimonio con pruebas producidas
en autos en miras de lograr una enmienda o
rectificación de sus dichos, aspecto este únicamente
previsto en materia procesal en el art. 350 inc 2do
C.P.P. que habilita confrontar su testimonio actual
con el prestado en etapas anteriores. Llámese la

42
atención sobre el punto que la confrontación
pretensa, podría incluso a llevar a un testigo a la
comisión de un delito en caso de reconocer en su
deposición circunstancias que otrora dijo desconocer,
ello en virtud del art. 45 ultimo párrafo de la
Constitución Provincial.
“En tal sentido la pretensa argumentación de
que la amplitud del derecho a interrogar es ‘ilimitado’
carece de fundamento lógico y legal.

Es decir, si ponemos entre paréntesis la


Constitución –esto significa aquí la frase “Sin perjuicio de ello”-
podemos avanzar como hace la resolución. Por de pronto, no dice
una palabra sobre los alcances del fallo “BENÍTEZ”, sobre la
Sexta Enmienda y sus proyecciones históricas, sobre los
precedentes internacionales citados por la Corte, sobre las
normas de la CADH y el PIDCP y su recepción en el derecho
argentino a nivel constitucional –artículo 75 (22), C. N.; artículo
22, C. CH.-. No dice por qué no se atiene concretamente al
alcance del derecho de los imputados a interrogar a las personas
que declaran en su contra conforme ese precedente que dice
tener presente. ¿Cómo lo tiene presente? ¿Cómo decir esto para
luego sencillamente aniquilar ese derecho?
En segundo lugar, hay que poner en
evidencia que el tribunal tergiversa, como lo vienen haciendo los

43
acusadores, colocándose en su misma posición –y ello anula toda
idea de imparcialidad del juzgador-, los dichos y la conducta de
los defensores. Y se hace eco hasta de los términos empleados por
los acusadores, al decir: “la amplitud con que la defensa puede
interrogar a un testigo, no alcanza la posibilidad de hostigarlo”. Si
adoptaba hasta las palabras de los acusadores, debió el tribunal
cuando menos indicar concretamente, de modo objetivo, dónde
consta ese “hostigamiento”. Ello así, desde que estaba resolviendo
una oposición al interrogatorio llevado a cabo por un defensor. Al
emplear la palabra “hostigamiento”, da por sentado el tribunal
que efectivamente medió tal cosa en las preguntas del defensor:
¿dónde y cómo consta esto? No lo dice, lo que conlleva una
arbitrariedad manifiesta, pero, aun más, aniquila la
imparcialidad del tribunal al adoptar de modo dogmático la
posición de los acusadores, quebrando la igualdad de armas, el
derecho de defensa, en fin, el proceso constitucional.

4. Lo que sigue es un error de conceptos,


pero que tiene potencialidad para anular el derecho de defensa;
se trata del desconocimiento del derecho a confrontar al testigo y
aun de discutirlo. Por lo demás, si el testigo ha mentido o miente
al momento en que se lo examina, claro está, puede estar incurso
en el delito de falso testimonio, que, como existe previsto en el
catálogo penal, en algún momento ha de quedar al descubierto.
Es esto lo que suele ocurrir, precisamente, en las audiencias y de

44
allí la previsión del artículo 330, C.Pr.Pen.CH. El derecho de no
auto incriminación, no le acuerda al testigo la facultad de mentir
bajo juramento sobre hechos que perjudican a otra persona
acusada en un proceso penal en el que declara, salvo que el
testigo esté imputado –en cuyo caso no debe citárselo como
testigo- o pueda estarlo. Pero este no es el caso resuelto aquí. El
testigo PALACIOS, no solo no está imputado en este proceso si no
que es denunciante por lo que el derecho a confrontarlo debe ser
pleno.
Volveré sobre los alcances del derecho a
interrogar de los imputados.

5. El párrafo que dice: “En tal sentido la


pretensa argumentación de que la amplitud del derecho a
interrogar es ‘ilimitado’ carece de fundamento lógico y legal”,
constituye otra tergiversación de las constancias objetivas de la
causa, y, otra vez, expresa la misma posición de los acusadores.
Si se detiene la lectura en el “VISTO”, se apreciará que el tribunal
no dice esto mismo allí. En el proemio de la resolución, se dice, lo
que es correcto, que los defensores sostienen el derecho que les
asiste de interrogar “libremente”, que no es lo mismo que
atribuirnos pretensión de interrogatorio “ilimitado”. Esto no surge
de ningún dicho de ningún defensor, y remito a las constancias
grabadas que he reseñado en este escrito antes. Es otra
arbitrariedad de la decisión, en el afán de encontrarle sustento. Y

45
otra manifestación de parcialidad, al colocarse nuevamente en la
misma postura de los acusadores que han empleado de modo
sistemático, en el debate y a través de los medios de prensa, esas
mismas palabras y nos han atribuido la misma intención,
faltando a la verdad.

6. Añade la resolución:

“Otro aspecto que corresponde señalar es que


el interrogatorio no debe llevar en sí mismo veladas
alegaciones, las que sí tendrán cabida en la etapa
procesal oportuna”.

Se hace eco el tribunal de los reproches,


infundados, de los acusadores: “que dejen de alegar”, repitieron
una y más veces y ello consta en las grabaciones que he
relacionado más arriba. La mala fe de los acusadores es
descomunal: impiden de modo sistemático el interrogatorio de los
defensores, oponiéndose ni bien empieza éste –ha quedado para
siempre grabado en las retinas de todos los asistentes el gesto de
la mano levantada del fiscal MASSA, que repite ni bien el
defensor se acerca al micrófono, sin saber qué va a preguntar- y
obligan de ese modo a argumentar la procedencia de las
preguntas. A esto le llaman después “alegatos”, y el tribunal los
premia en la resolución aceptando ese artilugio –pero sin decir los

46
jueces cuándo, dónde y con qué contenido se alegó por el
defensor a quien se le ha negado el derecho de examinación del
testigo-. Ya se comprende, se trata de una chicana intolerable que
afecta del derecho de defensa y una nueva manifestación de
parcialidad del tribunal.

7. Finalmente, la resolución se refiere a


una intervención mía -que he señalado y transcripto más arriba-,
en estos términos: “Corresponde en igual sentido indicar, porque
así lo ha traído el Dr. Heredia, que las circunstancia de que el
testigo Palacios hubiere sido denunciante y síndico representante
del Gobierno del Chubut en el Banco del Chubut S.A., también es
materia de alegato y, en su caso, este Tribunal al momento de
valorar el testimonio habrá, si acaso, de hacer mérito a tal
circunstancia”.
Se recordará que hube de poner de
manifiesto que el testigo PALACIOS había omitido decir –no dije
que había mentido-, al responder por las generales de la ley, que
había sido síndico en el Banco del CHUBUT S. A. y, además,
denunciante de los acusados en esta causa. Lo hice con estos dos
propósitos, del todo indispensables en la oportunidad en que lo
hice como se desprende de la grabación pertinente: primero,
porque las partes tienen pleno derecho para interrogar a la
persona que depone sobre las generales de la ley y a señalar, en
su caso, que no ha contestado sinceramente. No se puede remitir

47
al momento del alegato final, porque, entonces, no quedaría en
evidencia durante la declaración. Otra cosa es el alegato sobre el
mérito de esa declaración desde la sana crítica racional.
Téngase presente que muchas veces la
capacidad de refutar un testimonio depende de conocer la
identidad y los antecedentes del testigo.
En segundo lugar, lo puse de manifiesto,
repito, ante la omisión del testigo y aun en su ausencia, para
enfatizar el carácter de testigo de cargo que él ostenta y, de esa
suerte, demostrar la plena pertinencia del interrogatorio que
llevaba adelante el Dr. PANDOLFI y en resguardo de mis propios
derechos de defensor.

8. Cabe una acotación final en el punto.


Los defensores alegan, siempre alegan como contenidos del
ejercicio del derecho de defensa, desde que “alegar” significa estas
cosas, según el Diccionario de la Lengua, pero, también, de
acuerdo a la práctica forense: “(Del lat. allegāre). 1. tr. Dicho de
una persona: Citar, traer a favor de su propósito, como prueba,
disculpa o defensa, algún hecho, dicho, ejemplo, etc. 2. tr.
Exponer méritos, servicios, etc., para fundar en ellos alguna
pretensión. 3. intr. Der. Dicho del interesado o de su abogado:
Argumentar oralmente o por escrito, hechos y derechos en
defensa de su causa. 4. intr. Can. y Am. Disputar, altercar”.

48
VIII. EL VERDADERO CONTENIDO Y
ALCANCE DEL DERECHO A INTERROGAR A LOS
DEPONENTES DE CARGO, QUE RESULTA ANIQUILADO

1. Ya la Sexta Enmienda previó el


derecho de los acusados a convocar testigos y a enfrentarlos.
Establece: "En todos los casos penales, el acusado goza del
derecho a ser confrontado con los testigos en su contra." Esa
sección de la enmienda se denomina “cláusula de
confrontación”. Todo acusado debe tener la oportunidad de
enfrentar a los testigos que declaren en su contra y hacerles
repreguntas, para asegurarse de que se respete su derecho al
debido proceso.
Lo que la Cláusula de Confrontación
exige que los tribunales evalúen es la declaración, y no las
preguntas hechas para generarla [Davis vs. Washington, ___ U.S.
___, 126 S.Ct. 2266, 165 L.Ed.2d 224 (2006)].
La Constitución de Argentina no contuvo
esa cláusula de modo expreso; pero ello no significaba que no
existía el derecho de confrontación a poco que se examinaran los
alcances del diseño constitucional del proceso penal. Claro que la
ausencia de su expresión en el texto –en verdad, ni su clara
expresión ha alcanzado nunca para que se respeten
acabadamente las otras garantías-, coadyuvó para que los

49
códigos procesales limitaran indebidamente este derecho de todo
acusado.
La recepción en el derecho interno del
derecho internacional de los derechos humanos, primero, y,
luego, la elevación al mismo nivel de la Constitución de los
tratados y convenciones en la materia –artículo 75 (22)- ha
suplido esa ausencia de texto porque ahora sí existe regulado ese
derecho. La Corte Suprema cita la CADH y el PIDCP
expresamente en el precedente “BENITEZ”.
Hago notar, lo que suele olvidarse –no lo
tomó en consideración el tribunal al resolver las cuestiones
preliminares-, que la Constitución de CHUBUT ha recibido de
modo expreso, también al mismo nivel de ella, los pactos
internacionales –artículo 22-, lo que implica, a lo menos desde su
vigencia, 15 de octubre de 1994, el advenimiento en la Provincia
de un nuevo paradigma constitucional de enjuiciamiento penal
que derogó todo otro modelo, contrario a sus postulados. Por esta
razón, siempre debe atenderse al paradigma superior y luego
bajar la mirada a la ley adjetiva –nunca a la inversa-. Es lo que
queda plasmado en el artículo 10, C. CH.
De tal manera que el derecho de
confrontación impera en la Provincia por disposición de la
Constitución Nacional –artículos 18 y 75 (22)- y por disposición
expresa de la Constitución local –artículo 22, C. CH.- se
encuentre o no regulado en la ley procesal –artículo 10, C. CH-.

50
2. Dicho ello, cabe explicar ahora cómo
funciona este derecho de confrontación. Corresponde señalar con
algún autor, que el contra examen (también llamado examen
indirecto o contra interrogatorio) se realiza con el fin de controlar
el testimonio adverso, y al mismo tiempo demostrar la falta de
credibilidad (ya sea por la falta de verosimilitud del testimonio,
como por la presencia en él, de algún interés). Y resulta ser que
“Las preguntas sugestivas constituyen la clave del contra
examen sistemáticamente ordenado; nos permiten dirigir la
respuesta del testigo a la específica porción de información
que el contra examen persigue, allí donde un testigo hostil va
a estar permanentemente intentando eludir, evitar, rodear o
adornar la respuesta (…) De esa manera las preguntas abiertas
llevan a abrir todo el espacio del mundo para eludirlas y, aun
si dicho testigo no es especialmente hostil, es probable que la
pregunta abierta lo aleje naturalmente del tema (puesto que
no tiene por qué adivinar cuál es la otra versión que
queremos superponer a su historia)”.
El contra examen consiste precisamente
en superponer otra versión a los hechos relatados por el testigo;
revelar aquella información que el examen directo [el de la parte
contraria que citó al testigo] ocultó, exageró, tergiversó o
subvaloró. En ese sentido, dicen también los autores que
seguimos, el contra examen enfrenta al abogado y al testigo en

51
diversos grados porque los testigos que se contra examinan son
por lo general hostiles al contra examen. Y es razonable que así
sea, afirman, en la medida en que el contra examen consiste,
precisamente, en relativizar el testimonio del testigo, ofrecer otra
versión para esos mismos hechos [V. Litigación Penal, Juicio Oral
y Prueba, Baytelman y Duce, Ediciones Universidad Disco
Portales, Chile, 2004; v. pp. 170-171].
Cito ese Manual de litigación porque lo
están empleando ahora mismo los operadores del nuevo Código
en CHUBUT. Sus autores son chilenos y a CHILE fuimos, para
examinar la experiencia de aplicación de juicio adversarial-
acusatorio, jueces, funcionarios judiciales, legisladores,
funcionarios del Ejecutivo y abogados en los momentos previos a
la sanción de la ley 5478.

3. Bien; es preciso decir que esto mismo


es lo que se le ha impedido al Dr. PANDOLFI, lo que se nos ha
impedido ejercer hasta ahora en plenitud y lo que se nos anuncia
como prohibido en adelante en el debate. Es decir, se aniquila el
derecho de defensa con ese contenido específico, sin el cual es
imposible asistir a los acusados en el juicio. Se nos condena a los
defensores a presenciar, casi como convidados de piedra, el
espectáculo de los interrogatorios de los acusadores, del propio
presidente del tribunal [téngase presente que oportunamente –
consta en las grabaciones- taché como inconstitucional toda

52
norma que se lo permitiera] –que reinterpreta y suple a la parte
acusadora en más de una ocasión- y, a lo sumo, a hacer
preguntas a nuestros propios testigos. La confrontación está
prohibida.
No solo la resolución es arbitraria,
contraria a la Constitución, sino que se erige en una prueba
más de la ausencia de imparcialidad de los jueces que
integran el tribunal del juicio. Porque vedar el contra examen
significa vedar la posibilidad de otra versión diferente a la de
la parte acusadora, que de ese modo se impondría sin
derecho de réplica, lo que anula la esencia del debate.

IX. TRÁMITE. PRUEBA

Como lo solicité anticipadamente, al


anunciar la presente recusación en audiencia, pido que se le
acuerde a este incidente el trámite previsto en la ley ritual para la
recusación de jueces del un tribunal colegiado. Esto es, deberá
integrarse debidamente la Cámara Primera del Crimen –artículo
55, II-, recibirse los informes de los recusados y celebrarse la
respectiva audiencia –norma citada-.
A esos fines, dejo indicado que nos
valdremos como prueba de las constancias del expediente y de las
grabaciones de las audiencias de debate.

53
X. INCONSTITUCIONALIDAD. RESERVAS

Según lo anticipado en el OBJETO, dejo


planteada la inconstitucionalidad de toda interpretación
jurisprudencial y de toda norma que pudiera invocarse para
restringir el derecho de los acusados y sus defensores de recusar
a los jueces, en especial la inteligencia limitativa basada en el
artículo 52 de la ley ritual, y su texto. Y, también, la
inconstitucionalidad de toda norma que vede a los acusados y
sus defensores el derecho de impugnar la decisión que recayere
en el presente incidente de recusación, específicamente la
inteligencia del artículo 55 y su texto.
Recuerdo que se ha dicho:

“…compete a los jueces de cualquier fuero,


jurisdicción y jerarquía, nacionales o provinciales, el
control aun de oficio de constitucionalidad, esto es, la
misión de velar por la observancia de los derechos
constitucionales de los ciudadanos, toda vez que la
eventual afectación de una garantía constitucional no
podría ser confirmada. En tal sentido, si bien es
exacto que los tribunales judiciales no pueden
efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las
leyes en abstracto, no lo es menos que, como el
control de constitucionalidad versa sobre una

54
cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los
jueces de suplir el derecho que las partes no invocan
o invocan erradamente trasuntado en el antiguo
adagio iura novit curia incluye el deber de mantener
la supremacía constitucional (art. 31 de la
Constitución Nacional). / De dicha disposición
constitucional se desprende la facultad de los jueces
de examinar las leyes en los casos concretos que se
presentan a su decisión, comparándolas con el texto
y la significación de la Constitución para averiguar si
guardan conformidad con ella; facultad que por estar
involucrada en el deber de aplicar el derecho vigente,
no puede estar supeditada al requerimiento de las
partes. Así se ha expresado este Tribunal en la causa
"Mill de Pereyra" (Fallos: 324:3219) voto del juez
Vázquez, considerandos 9 º a 21º, a cuyas
consideraciones y fundamentos cabe remitirse por
razones de brevedad” [M. 1154. XXXVI.- RECURSO
DE HECHO Miere, Pablo Juan y otro s/ art. 246, inc.
1º, del C.P. causa nº 846/96].

Con mayor razón cabe la doctrina del


fallo, cuando provocamos el control de constitucionalidad de
modo expreso. En verdad, se trata de requerir el control de
“convencionalidad” puesto que las convenciones de DD. HH rigen

55
en CHUBUT como lo he mostrado. Y el control es aun de oficio de
toda norma que contraríe las garantías que la Constitución ha
consagrado –artículo 10, C. Ch.-.
Formulo con el contenido de este
precedente y por los motivos aducidos, las reservas de acudir
ante la Sala Penal y, eventualmente, ante la Corte Suprema por
estar en juego aquí la garantía de imparcialidad del juzgador, el
derecho de defensa de mi asistido y el debido proceso.

XI. PETICIÓN

Por lo expresado, solicito:

1) Se tenga por presentado este incidente de recusación, en


tiempo y forma.
2) Se integre la Cámara del Crimen debidamente para
entender en el presente incidente de recusación.
3) Se tramite este incidente conforme las reglas de la ley
procesal que se aplica en este expediente.
4) Se tenga presente la prueba ofrecida.
5) Se dicte resolución, apartando a los tres jueces recusados.
6) Se tengan presentes las tachas de inconstitucionalidad y
las reservas pertinentes.

56

Das könnte Ihnen auch gefallen