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Juan Albert Estevan

Juan Albert Estevan va néixer a


Mèxic Districte Federal de pares
alacantins.

Els seus pares són Juan Albert


Lillo i María Asunción Estevan
Brau. Els avis paterns van ser
José Albert i María Lillo
-alacantins-, i els avis materns
José Estevan i Aurora Bravo
-alacantins-.

L'avi patern José era mestre i


republicà, va estar pres a Alacant
més d'un any. El seu fill José, que
també era mestre, simpatitzava
amb el PSOE, va estar en el front,
va ser capità d'artilleria i va haver
de sortir cap a França on va estar
internat en un camp de
concentració i després va sortir a Mèxic. Des de Mèxic va reclamar al seu germà, el pare
de Juan, que havia fugit cap a Portugal declarat pròfug del servei militar. El pare de
Juan va sortir amb avió a Mèxic, els dos germans van reclamar als seus pares José i
María i tots van acabar a Mèxic.

L'avi matern José, era d'esquerres i també es va exiliar, primer a França i després a
Mèxic; es van quedar a Espanya l'àvia Aurora i la mare María Asunción que va estudiar
medicina. L'avi José en l'any 55, va enviar diners perquè la seva dona Aurora i la mare
de Juan, María Asunción poguessin anar-se a Mèxic.

Els pares de Juan es van conèixer en l'Hospital Español a Mèxic DF, on María Asunción
estava treballant i cuidava a l'avi patern José.

Juan i els seus germans Aída i Jose Luís sempre van anar al Colegio Moderno
Americano. Juan va decidir residir a Barcelona l'any 1986.

Juan Albert Estevan nació en México Distrito Federal de padres alicantinos.

Sus padres son Juan Albert Lillo y María Asunción Estevan Bravo. Los abuelos
paternos fueron José Albert y María Lillo -alicantinos-, y los abuelos maternos José
Estevan y Aurora Bravo -alicantinos-.

El abuelo paterno José era maestro y republicano, estuvo preso en Alicante más de un
año. Su hijo José, que también era maestro, simpatizaba con el PSOE, estuvo en el
frente, fue capitán de artillería y tuvo que salir hacia Francia donde estuvo internado
en un campo de concentración y después salió a México. Desde México reclamó a su
hermano, el padre de Juan, que había huido hacia Portugal declarado prófugo del
servicio militar. El padre de Juan salió en avión a México, los dos hermanos
reclamaron a sus padres José y María y todos acabaron en México.

El abuelo materno José, era de izquierdas y también se exilió, primero a Francia y


luego a México; se quedaron en España la abuela Aurora y la madre María Asunción
que estudió medicina. El abuelo José en el año 55, envió dinero para que su mujer
Aurora y la madre de Juan, María Asunción pudieran irse a México.

Los padres de Juan se conocieron en el Hospital Español en México DF, en donde


María Asunción estaba trabajando y cuidaba al abuelo paterno José.

Juan y sus hermanos Aída y José Luís, siempre fueron al Colegio Moderno Americano.
Juan decidió residir en Barcelona en el año 1986.

Entrevista
¿Cómo vivieron tus padres el exilio y tú cómo lo viviste?

Yo soy el segundo hermano, en total éramos cuatro. En el recuerdo que tengo de mis
padres viviendo en México quizá hay una diferencia entre mi padre y mi madre. Mi
padre a través del trabajo se logró integrar más al país y pertenecer más a la sociedad y a
la estructura de la gente de México, digamos que aceptó mejor al país y estableció
relaciones profesionales y amistades más duraderas.

En cambio a mi madre creo que le costó más, pues la situación en la que cada uno se fue
de España era distinta, es por esto que a mi madre le costó trabajo integrarse a México,
de hecho yo creo que no se integró.

Tengo que decir que el ambiente de mis padres era un ambiente algo cerrado en cuanto a
las amistades, los medios sociales eran gente de Alicante, gente de España y no fue sino
hasta después de mucho tiempo, quizá cuando éramos mayores, que mis padres
comenzaron a hacer relaciones con gente de México.

¿A qué edad llegaron?

¿Mis padres? mi padre llegó a los 17, 18 años.

¿Se conocieron en México?

Sí, se conocieron en México, mi madre habrá llegado un poco mayor, cuando mi madre
llegó tenía carrera en España e interrumpió su desarrollo profesional, interrumpió su
vida sentimental, porque mi abuela la obligó a ir para allá. Entonces ella fue con
desgana y su impresión, su primera reacción ya desde antes de llegar a tierra, desde el
barco, era que todo era malo, el primer huevo frito que comió era horrible porque no era
con aceite de oliva. Digamos que había un antecedente, que no tenía nada que ver con el
país, que era ella, su vida personal e hizo que todo lo viera negativo. Incluso ahora que
han vuelto, a mi padre le está costando más volver mientras que mi madre está feliz de
la vida, finalmente está donde ella quería.

Al comienzo de su llegada a México pues yo creo que era natural que tuvieran una
relación un poco cerrada socialmente, que nos pasaría a todos lo mismo, porque si eres
exiliado y si has salido sin querer de tu país pues es lógico que te juntes con gente como
tú.

Esto se mantuvo mucho tiempo y en mi casa se hablaba mucho de España, es lógico, los
sábados se comía paella y el domingo íbamos o al Orfeó Català o a la casa Valencia o a
alguno de estos restaurantes a comer y siempre era la nostalgia de España.

A mí me tocó de segundo grado la nostalgia, no ya la de mis padres, sino heredada por


ellos porque no nací en España, ni viví todo lo que ellos vivieron acá.

El padre de Juan, Juan Albert

¿Les contaron cosas de la guerra, de lo que habían pasado?

No, prácticamente nada porque de hecho mis padres no vivieron mucho la guerra
porque eran muy pequeños, quizá a través del hermano de mi padre teníamos más
noticias porque a veces él contaba cosas. Ya de mayores le preguntábamos porque él
había estado en Francia en un campo de concentración y nos contaba cómo fue toda la
peripecia para llegar a México.
De hecho mi tío fue el primero en llegar a México y entonces con él sí hablábamos pero
con mis padres nunca. Hasta que yo fui mayor me enteré de cual fue el drama de mi
madre de ir a México, de dejar su vida profesional y sentimental, pero nunca lo
externaba.

Y tú como hijo mayor ¿veías que había nostalgia o no? ¿Qué pasaba con ellos ahí?
¿Cómo se integraban tus padres? ¿Cómo era la relación de España con México?

En el caso de mi padre yo creo que su actitud fue la de llegar a un país donde tuvo
oportunidades, donde pudo trabajar, donde pudo conseguir lo que quería, a nivel
sentimental, material, una persona integrada, realizada y feliz, esa es la idea que me ha
transmitido siempre, nunca me ha transmitido, e incluso ni mi madre, me han
transmitido la idea del drama del exilio, para nada, sí la nostalgia pero nunca el drama.

Yo creo que la vida en México, en el caso de mis padres, fue una vida en todos los
aspectos muy positiva, a nivel de relación con el país yo creo que México se ha portado
muy bien con ellos, han tenido suerte, nos pudieron meter en un buen colegio y han
estado siempre en un nivel cultural, académico y social, muy bueno.

Las tías de Juan

¿En qué colegio estuviste?

En la Escuela Moderna Americana, es un colegio bilingüe, de hecho aún existe y tenía


fama de ser un colegio muy exigente, no era el típico al que llegaban los hijos de
exiliados, de hecho eso dice bastante de la situación nuestra, ¿no?
Mis padres escogieron este colegio por el idioma, pues lo aprendes desde pequeñín y
por una serie de aspectos de disciplina y de exigencia. Fue un colegio que de hecho nos
alejó mucho de la vida del exilio y de España.

Por ejemplo, una cosa que me impresionó mucho fue una vez que fui al cine con un
amigo del Colegio Madrid a ver “La pasionaria” y me llamó la atención toda la pasión
que había en el tema, algo que me quedaba un poco lejos a mí. Me di cuenta de que
había un grupo de gente que en verdad era muy distinto a mí, pues yo no me
identificaba con tanta pasión con el exilio, a lo mejor por estudiar en una escuela
distinta o porque quizá tuve otros valores, no sé. Mis padres, yo creo que no nos
quisieron transmitir en exceso los valores del exilio y también pienso que es lejano
porque a ellos les tocó en segundo grado, no directamente.

¿Cómo veías tú a la gente o cómo te veían ellos a ti? ¿Cómo era tu relación con la
gente?

Yo creo que era un hijo de exiliado “light” y en este aspecto me parece que influyó
sobre todo mi padre al integrase en un forma importante a México, de hecho no volvió a
España sino hasta después de 20 años y tenía poco contacto con España, algunos
recuerdos, pero su padre y su madre ya estaban integrados en México.

Entonces el único contacto que había con España era a través de mi abuela materna, que
era la que iba y venía y entonces nos iba trayendo cosas, por ejemplo me acuerdo que
traía chufas.

¿Ustedes iban a la casa Valencia?

Sí, al principio íbamos mucho, incluso yo de niño salía en el desfile de las fallas, pero
luego se perdió mucho el contacto y ya era a través de amigos, amistades muy parecidas
a mis padres que llevaban mucho tiempo en México y se reunían por el gusto de hablar
de España, aunque también entraba otra gente, me acuerdo de amigos franceses o
mexicanos, o sea que era un grupo cerrado pero no era monotemático.

¿Cómo te veían a ti los mexicanos?

Yo creo que quizá al ser un hijo de exiliado “light” no me veían o muy poca gente me
veía como hijo de españoles. ¿Sabes cuándo me veían diferente? Cuando venían a casa
y oían a mi mamá hablar, que si la “c” y cuando ella usaba estas expresiones muy
españolas, se reían, ¿no? decían “es que tu madre habla muy divertido”. Pero conmigo
no, no había ningún tipo de relación por el hecho de que yo fuera exiliado.

Lo que más bien me pasaba, pero no tenía nada que ver con el exilio, es que al ser de
ojos azules y rubio siempre pensaban que era inglés o escandinavo o gringo y siempre
me hablaban en inglés pensando que era mi idioma natural. He tenido más bien ese
conflicto con México pero no de que me confundan con un español, eso yo nunca lo
viví en México. Pienso que sobre todo en el colegio al que fui, no había mucha
identificación de mi persona con los españoles.

¿Cuándo fuiste a la Universidad, no tenías relación con hijos de exiliados o con el


exilio?
No, no tenía relación, bueno iba conociendo gente, tenía un amigo del Madrid y él sí
estaba más metido en el tema del exilio, es gente que mantiene un poco el espíritu de la
República ¿no? o de la lucha por las libertades, una cosa así bien romántica pero fue
muy poca gente. No conocí yo a nadie en México con él cual pudiera hablar de este
aspecto, porque también era un tema como te digo que tampoco me venía muy de cerca,
por esta condición de hijo de exiliado “light”.

¿Cuánto tiempo llevas aquí en Barcelona?

Desde el 86. Ya casi la mitad de mi vida porque vine a los 24. Allá terminé la carrera y
trabajé en pequeñas cosas,
en ratos libres, más bien
para viajar, pues lo más
importante era la carrera y
tuve la suerte de que mis
padre me pagaban tanto los
estudios como la comida y
me dediqué 100% a los
estudios.

¿Tenías alguna idea sobre


Barcelona antes de venir?

La primera vez que vine a


Barcelona tenía 14 años,
pero había venido antes a
España, a los 14 hicimos un
viaje por Europa y ahí fue
cuando vinimos a
Barcelona. Yo en ese
momento tenía mucho
interés por Gaudi, aunque
era pequeño me interesaba
mucho. Y bueno, mi
referencia de Barcelona era
digamos turística, con Gaudi
y con mi interés en la
arquitectura.

Juan de pequeño

Luego cuando yo estudié, Barcelona era el centro editorial de una serie de publicaciones
relacionadas con la arquitectura y el diseño -sobre todo por la editorial Gustavo Gilli-.
Nos llegaban muchos libros y revistas de Barcelona, tenía mucha reputación desde el
punto de vista académico y profesional y entonces mi interés en Barcelona antes de
venirme aquí era profesional.

Me atraía también Barcelona por temas prácticos, porque tengo familia aquí, por el
idioma, en fin que se juntaron una serie de factores, pero fíjate que ninguno de los
factores conscientemente está relacionado con el exilio. Ninguno de los factores fue el
volver a mis orígenes, aunque en el fondo a lo mejor es eso, no lo sé.

Con mis padres siempre veníamos a España y estaba la ilusión del viaje y de España. Yo
en mi habitación en México tenía colgado un cuadro del castillo de Villena en Alicante
y otro cuadro del paseo de la alfubera de Alicante. ¡Imagínate! En ese aspecto sí
vivíamos mucho en una especie de colonia, de embajada de España en México.

Para mis padres siempre lo de España era mejor ¿sabes?, que si el chorizo, el jamón
serrano, los turrones, etc. Siempre las cosas que traían de España eran como muy
preciadas y pues claro, el hecho de venir constantemente a España, aunque no sea
consciente, pero el vivir tanto tiempo en México con mis padres hablando de España
-no del exilio como tema político- sino como país, como el sitio de sus recuerdos, pues
a lo mejor todo eso ha hecho que yo esté aquí ahora.

Los hermanos de Juan

Pero si me preguntas a otro nivel diría que el hecho de que me viniera a vivir a
Barcelona fue por cosas más concretas, de estudios, de idiomas, de que tenía familia
aquí. Lo diferente puede haber sido el que si estuviera en otro sitio yo no me hubiera
quedado a vivir, pues cuando uno va de estudios pues no te quedas en el lugar, pero yo
me quedé supongo que porque era España, ¿no? Y además yo vine y luego vino mi
hermana y luego vino mi hermano y luego mis padres, o sea que la decisión mía de
venir igual marcó la vuelta de todos, no sé, igual hubieran venido de todos modos.

Lo que pasa es que uno de los motivos por los que yo me vine también –muy banal y
tonto- es que yo no soportaba la ciudad de México, entonces yo me planteaba o bien ir a
provincia o salir del país. Me pegaba una hora para ir a casa de mi novia, otra para
volver, 45 minutos para recoger a mis hermanos en coche, etc. ¡Era horrible! El tema de
la inseguridad no me tocó tanto, por suerte, pero me tocaron las complicaciones de vivir
en la ciudad de México, del desplazamiento.

A parte, hay otra cosa que también es muy importante y es que no paro, siempre me ha
gustado viajar y a veces México se me quedaba un poco pequeño, a nivel de mi visión
de la vida, de ir a otros sitios, me daba una ilusión tremenda irme a vivir a otro sitio, yo
quería conocer otros países.

Ese afán de viajar, el hecho de que no me gustara la ciudad de México como una ciudad
para vivir y para hacer un proyecto de vida, la figura de Barcelona, todos éstos son
aspectos mucho más importantes quizá, que el regresar a un país por motivos políticos o
porque haya muerto Franco, yo creo que eso no lo heredé.

También buscaba calidad de vida, un sitio donde no se necesite el coche, donde puedas
ir caminando a los sitios, una ciudad más pequeña, una ciudad más humana, más del
gusto por la vida, como las ciudades mediterráneas, con plazas, con paseos, mar, para
mí era un sueño el vivir en una ciudad así y de hecho cuando llegué aquí encontré esa
ciudad, la que estaba idealizando, yo creo que Barcelona es una ciudad muy humana.

Juan con su tío José

Pero tú volviste a México ¿no?

Sí, luego me casé, conocí a Martha y nos fuimos a México, le di una segunda
oportunidad, lo que pasa es que ya estaba muy pervertido por la vida mediterránea y ya
no pude.
En México conseguí un muy buen trabajo, ganaba mucho dinero, pero traté de llevar el
mismo ritmo de vida que llevaba acá y no fue posible. Por ejemplo no quería depender
del coche y pues no, no era igual, era un desastre, tenía que coger 3 peseras, no llegaba a
la hora que querían, en fin, tuve que coger el coche y entonces caía en lo que había
dejado hace años. Nos tocó la crisis de México del 96, que había un ambiente muy malo
y me recordaba a todo lo que había vivido de pequeño y dije: “no, volver al país de las
crisis, de los robos, de la corrupción, después de haber vivido 8 años en Barcelona, no”.

Me di cuenta de que yo mismo había cambiado, que en el sector de gente en el que me


movía en México todo giraba alrededor del dinero, del estatus, de qué tanto tienes,
quién eres, qué puesto tienes y yo había desarrollado aquí otro tipo de valores con gente
de aquí, como menos pretenciosos, ¿no? Me sentía un bicho raro, mi vida mediterránea
no era sólo a nivel físico sino también a nivel mental y noté a México muy “agringado”,
con los valores éstos del tipo de vida americano, ¿no? que todo gira alrededor de los
bienes materiales, del dinero.

Ante el miedo de desarraigarme de España me volví y sobre todo entonces teníamos la


idea de que queríamos tener hijos y pensé, hijos en la ciudad de México, para nada,
porque cuando volví a México ya empezaba a haber robos, secuestros, no era el México
que yo dejé hace 9 años sino que era otro.

¿Cómo fue tu regreso a Barcelona?

Cuando vuelves aquí te das cuenta de que esto de cambiar de un país a otro es muy
complicado, aunque bueno es más fácil cuando es optativo que si fuese forzoso, pero
siempre dejas cosas que te gustan por otras que no te gustan, siempre hay que pagar un
precio ¿no?

Yo vine aquí con mucha energía, fue un momento muy agradable, pero luego cuando
volví a México a visitar a la familia iba viendo las cosas que había dejado, que echo de
menos de México y en ese aspecto empecé a desarrollar, una cosa muy curiosa, que es
la nostalgia por México, que no es más que la nostalgia que tenían mis padres por
España. O sea que finalmente tenemos una cosa en común mis padres y yo: que vivimos
con nostalgia y yo creo que este sentimiento es característico de toda persona que es
emigrante.

Aunque bueno esta nostalgia es también una cosa negativa, así que traté de cortar con
eso, pensé qué cosas hay aquí que me gustan, que había bastantes y pensaba que estaban
muy bien y bueno, lo que se perdió, se perdió y ya está.

Mucho tiempo viví con esta duda, pero sobre todo desde que tuve hijos se acabaron las
dudas, los hijos son como una raíz, ya no me planteó nunca volver a México y las cosas
que me atraían de México, ya no me mueven tanto. Empiezas a hacer una vida ya más
complicada con hijos por aquí, aunque sí, hay cosas que echo de menos de México.

Como arquitecto, añoro mucho la naturaleza, los espacios de México, las casas grandes,
los pueblos, las playas, la naturaleza salvaje que aquí casi no existe, me encantaban las
ruinas prehispánicas, también la generosidad y el mundo de la espontaneidad de la
gente, todo ese mundo que luego se te gira porque también es la gente la que te hace
sufrir, es la otra cara de la corrupción, de los robos, con esa cosa jocosa que tiene la
gente ahí, ¿no? Sin embargo, esta nostalgia es cada vez menor, se va diluyendo con las
cosas de aquí, a la inversa que mis padres, aunque diferente.

Claro porque tú te viniste porque quisiste.

Claro, es diferente, hay una diferencia enorme, porque en mi caso yo me vine porque
quise, no fue obligado como ellos, esa es la gran diferencia.

Bueno entonces yo llegué aquí como mexicano raro, porque al preguntarme “¿de dónde
eres?”, yo respondía “de México”, y me
decían “¿eres de México?, ¡ah!, sí, hablas
como mexicano, como sudaca” ¿no?, así
dicen aquí.

Con el tiempo dejé esta nostalgia por


México, si cuando viví en México no tuve
un vínculo con España, a nivel de colegio,
de identidad española, cuando estoy en
España tampoco quiero caer en el otro
lado, de ser participe de una
“mexicaneidad”. Entonces empecé a
conocer gente de aquí y a integrarme.

¿Cómo ha influido en tu vida ser hijo de


exiliados?

Yo como conclusión siempre he dicho que


todo esto de ser hijo de exiliados a mí me
ha dado una perspectiva de las cosas
fantástica, que es lo mejor que tenemos y
que esta perspectiva te da una especie de
inteligencia, una capacidad de relativizarlo
todo, te das cuenta de los nacionalismos o
de la gente que se queda pegándose contra
la cabeza con unas ideas muy cerradas y te
das cuenta de que tú has podido comparar
dos realidades muy distintas, esto para mí
es un tesoro.
El padre Juan con su tío José y Juan

Quizá fue algo que me enseñaron mis padres, porque ellos nunca me hablaron de
nacionalismos, ni de la República, ni de dramas de guerra, me metieron en un colegio
que me abrió la mente, me enseñaron una cultura nueva, la cultura anglosajona. Me
gusta viajar y creo que esta situación me ha enseñado que hay que aprender de todo. Y
en ese aspecto no defenderé nunca un nacionalismo, ni ninguna identidad cultural
arraigada.

Me da gusto haber tenido esta trayectoria porque siento que tengo una visión de las
cosas muy interesante y vas hablando y te das cuenta de que hay todo un mundo de
gente que piensa como nosotros y creo que es una cosa muy positiva, ha sido la gran
lección de todo esto.

Que también hay un dato malo ¿no?, la nostalgia que a lo mejor sientes por ciertas
cosas, pero ojo, que no es una nostalgia por países, ni por naciones, ni identidades, sino
que son nostalgias por espacios, por gente, por eventos, sobre todo a este nivel. Y en
este aspecto mi experiencia ha sido más “light” porque por suerte no he sufrido una
guerra y nunca he sufrido ningún tipo de exilio directo.

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