Sie sind auf Seite 1von 9

Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 1 de 9

CUATRO GRANDES PASAJES CRISTOLOGICOS


Parte 3: EL PROLOGO DEL EVANGELIO DE JUAN_3

Juan 1:1-18
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos
creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene
después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha
dado a conocer.

Con respecto a Jesucristo, la Biblia afirma su plena deidad y su perfecta humanidad en una
sola persona. Este fenómeno es difícil de comprender y de explicar. Pero para hacer justicia a
los datos bíblicos es preciso seguir y sostener tres hilos importantes de doctrina acerca de
Cristo:
1. La realidad de sus dos naturalezas
2. La integridad de sus dos naturalezas; y
3. La unión de estas dos naturalezas en una misma persona, pero sin mezcla.

Existen cuatro pasajes en cuatro libros del nuevo testamento conocidos como los cuatro
grandes pasajes cristológicos, estos cuatro libros son: 1) el evangelio de Juan 2) La epístola a
los filipenses 3) la epístola a los colosenses y 3) la epístola a los hebreos y los cuatro grandes
pasajes cristológicos son en su orden:
1) Jn 1:1-18
2) Fil 2:6-11
3) Col 1:15-23; 2:9-10
4) Heb 1:1-4
Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central
Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 2 de 9

Spiros Zodhiates, plantea en su libro “Cristo era Dios” la extraordinaria pregunta de Mt


22:42: "¿Qué pensáis del Cristo?". Esta sencilla pregunta que Jesús hiciera a los
fariseos, en su tiempo, nos plantea a todos, hoy en día, un gran dilema. Si Jesús no fue
todo lo que él afirmó ser, entonces estaba desequilibrado mentalmente o fue el más
grande embustero que jamás haya existido. Debemos, ya sea aceptarlo como Dios
hecho manifiesto en la carne, o rechazarlo como aquel que afirmó ser lo que no era, y
realizar lo que sólo Dios podía hacer. Estos temas sobre los cuatro grandes pasajes
Cristológicos, tienen el propósito de ayudarle a usted a tomar esta importante decisión.
Usted tiene el deber consigo mismo de examinar la evidencia y decidir por si mismo.

La franqueza intelectual nos exige a todos estudiar la historia, o los antecedentes,


cuidadosamente y sin predisposición.

Una de las secciones más importantes de esa historia es Juan 1:1-18, esta porción de las
Escrituras, conocidas como el prólogo del evangelio de Juan, la hemos venido estudiando
todos los lunes en esta Escuela Bíblica. Si esta sección se entiende, la historia del resto del
Nuevo Testamento, en cuanto a la preexistencia del niño de Belén, su vida, muerte,
resurrección, ascensión, y su ministerio después de la ascensión será comprendida más
claramente.

Siguiendo la exégesis de la colección teológica contemporánea, en los estudios Bíblicos de


León Morris, nos toca examinar los versos 6 al 8 del capítulo 1 del evangelio de Juan:

EL VERBO Y JUAN EL BAUTISTA (1:6-8)


6
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por
él.
8
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

OTRA VERSIÒN ORIGINAL


6
Vino (al mundo) un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.
7
Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de Él
8
No era Él la luz, sino (que vino) para dar testimonio de la luz

Al principio, puede sorprendemos que en el prólogo se mencione a Juan el Bautista. Nos


parece más normal cuando aparece en el resto del Evangelio, una vez ya comienza el relato,
pero es un poco inesperado que aparezca en esta breve introducción.

Puede que la razón esté en la mucha importancia que le daban a Juan el Bautista algunos de
sus seguidores. Mientras que los Evangelios presentan un retrato de Juan el Bautista como de
alguien que hablaba a la gente de Cristo, y que contemplaba su misión como el proclamador
de alguien más poderoso que él, parece ser que algunos de sus seguidores no aceptaron el
papel subordinado de su líder.

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 3 de 9

Desde el principio, algunos de ellos creían que podía ser el Cristo, como lo recoge (Lc 3:15
“Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan
sería el Cristo”). A medida que iba pasando el tiempo, parece ser que algunos de sus
seguidores preferían mantenerse al margen del movimiento cristiano, creyendo que Juan era
más importante que Jesús. Al punto que algunos estudiosos consideran que se formo una secta
de los seguidores de Juan el Bautista. Sin embargo a pesar de algunos escritos no Bíblicos que
afirman esto, vemos en el evangelio de Juan que reconoce tanto la grandeza de Juan como la
superioridad de Jesús.

Hasta en Éfeso se había llegado a bautizar en nombre de Juan como lo afirma (Hch 19:3), y
podría ser que ese bautismo hubiera llegado más lejos. La primera vez que encontramos la
figura del gran Apolos se nos presenta como alguien que «solo conocía el bautismo de Juan»
(Hch 18:25). El apóstol Juan en su evangelio no entra en un debate directo con este grupo,
pero insiste más que ninguno de los otros evangelistas en el lugar secundario de Juan el Bau-
tista.

Uno de los objetivos de este evangelio era mostrar la forma clara y coherente en la que Juan el
Bautista proclamaba la figura de Jesús. Aparentemente, el movimiento asociado con el
Bautista tenía mucha fuerza en la región en la que se escribió este evangelio. Si, tal como
parece, el autor del Evangelio provenía del grupo que originalmente había seguido a Juan el
Bautista, es normal que siga mostrando interés por su primer maestro. El hecho de que Juan
fuera el último profeta del antiguo pacto que daba testimonio de Cristo no habría mermado ese
interés, sino todo lo contrario.

El doctor Hooker examina los dos pasajes del prólogo que hacen referencia a Juan el Bautista
y dice: "Su importancia radica en el hecho de que los dos hablan de Juan como el testimonio
que confirma la verdad de lo que se ha dicho anteriormente, que la luz está brillando en las
tinieblas, y que hemos visto la gloria del verbo encarnado"

El contraste que hay entre Juan y Jesús. Jesús "existía" en el principio; Juan "fue creado". Este
contraste vuelve a verse cuando se describe a Juan como "un hombre", mientras que ya se ha
descrito a Jesús como "el Verbo".

Pero aunque la función de Juan es secundaria, no deja de ser importante. El evangelista se


quiere asegurar de que no se le dé a Juan el lugar asignado a Jesús, pero también quiere que se
reconozca la importancia de la misión de Juan.

Juan había sido "enviado por Dios" como lo afirma el verso 33 del capítulo 1
Jn 1:33 “Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre
quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el
Espíritu Santo”
Jn 3:28 “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy
enviado delante de él”

Su misión no era una misión humana, sino que era de origen divino. Esta declaración de
defensa en la presentación que hace del Bautista es una clara evidencia de que el evangelista
Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central
Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 4 de 9

no quiere promover una campaña de denigración del profeta. Al contrario. Reconoce la


grandeza del testigo.

En el verso 7 se pasa de la comisión divina a la descripción de la misión de Juan el Bautista.


Vino "como testigo" (mejor traducción: "para dar testimonio"). El término significa "para dar
testimonio" y no "para ser un testigo". Lo importante es la actividad, y no la persona.

Dar testimonio es uno de los conceptos claves de este evangelio del apóstol Juan y, por eso,
desde el inicio se presenta a Juan el Bautista. No podemos restarle importancia a este hecho.
Pero el más importante de todos es el testimonio de Dios.

La misión de Juan consistía en "testificar de la luz". Esta expresión, un poco indefinida, no nos
dice lo que dijo, ni cuándo ni cómo lo dijo. Si no fuera por las referencias anteriores a la luz
(en los versos 4 y 5), Y por la posterior declaración de que Juan no era la luz, podríamos
entender que "la luz" denota la bondad en general.

Esto es lo que hace que estemos seguros de que cuando el autor habla de "la luz" se está
refiriendo a Jesús. El verbo "testificar" aparece en aoristo. El significado no es, pues, que Juan
testificaba de forma continua (aunque eso sea verdad), sino que cumplió y finalizó su misión.
Dio testimonio del Verbo de la forma que debía hacerlo. Esa era su misión, y la cumplió. Él no
tenía que hacer nada más.

"Testificar" no era un fin en sí mismo. Detrás hay un propósito: «a fin de que todos creyeran
por medio de él». Gramaticalmente, "él" puede referirse tanto a "la luz" como al sujeto "éste",
pero el sentido del texto nos obliga a optar por este último.

Normalmente decimos que creemos "en" Jesús, y no "por medio" de él. Por otro lado, fue un
gran privilegio para Juan ser el medio para que la gente pudiera llegar a dar un paso de fe.
Juan vino para llevar a la gente a tomar una decisión, a dar el paso definitivo de fe.

En el verso 8 vemos que la grandeza de Juan el Bautista ha hecho, como ya hemos visto, que
algunos de sus seguidores tuvieran de él un concepto exagerado; parece ser que algunos decían
que era el Mesías. Pero vemos que el evangelista rechaza rotundamente esta idea. "No era él la
luz". Del mismo modo que menciona la grandeza e importancia de Juan, no esconde sus
limitaciones. Acto seguido vuelve a repetir que Juan vino para dar testimonio de la luz. Ese era
el motivo principal de su existencia. Esa era la razón por la que Dios le había enviado. Y los
que no lo interpretaban así no habían entendido su misión.

A continuación citamos los comentarios que hace Spiros Zodhiates, en su libro “Cristo era
Dios”, sobre estos versículos del 6 al 8 del prólogo del evangelio de Juan. Se plantean
algunas preguntas con referencia a cada uno de los versículos, veámoslos.

¿El hombre puede ser y hacer lo que Cristo fue e hizo?


Para el verso 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 5 de 9

En los primeros dos versículos de su Evangelio, Juan habla de la eternidad del Verbo, de la
personalidad distinta del Verbo, y de la deidad del Verbo. Esta es la afirmación de su propia
convicción en cuanto a Jesucristo. En el versículo 3 el presenta al Verbo como el Creador de
todo lo que existe. En el versículo 4 afirma que él es el Originador de toda vida y toda luz. Y
en el versículo 5 habla del propósito y de la obra de Jesucristo y de su carácter como Luz del
mundo.

Luego Juan presenta a Juan el Bautista, el primo terrenal del Señor Jesús, como un gran
hombre, pero que no era Dios".

Entonces, con el interés de aclarar, interrumpe su afirmación en cuanto a Jesucristo para


decirnos que él reconoce la grandeza y el ministerio de Juan el Bautista, como el precursor de
Jesucristo, cuando él aparece en la escena humana para llevar a cabo su ministerio público.
Este paréntesis se da entre los versículos 6 al 8.

Muchas veces Juan el Bautista es llamado el precursor del Señor Jesucristo. El es el profeta de
Dios que aparece entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la ley y la gracia, entre la
esperanza y el cumplimiento.

Por unos 400 años, después del último profeta del Antiguo Testamento, Malaquías, no hubo
voz profética de Dios en la tierra que se registre en las Escrituras. Después de tanto tiempo,
apareció Juan el Bautista, rompiendo así el silencio del pasado e iniciando un nuevo momento
en la historia.

Era natural que se enfocara la atención en él, y que algunas personas pudieran hasta creer que
él era el Mesías prometido puesto que Malaquías había descrito tan gráficamente las grandes
reformas que se requerían para la preparación de la venida del Mesías.

Debido a que el propósito principal del Evangelio de Juan es mostrar a Jesucristo como Dios,
el escritor de este Evangelio tiene mucho cuidado de señalar que hasta ese hombre excepcional
que era Juan el Bautista no era igual a Jesucristo. El estaba interesado en que ningún hombre
recibiera la gloria y la adoración que le pertenecen al Hijo de Dios. El apóstol Juan sintió que
era importante aclarar, desde el principio, quién es hombre y quién es Dios, puesto que el
hombre no puede salvar.

Al estudiar todas las referencias de las Escrituras, sobre Juan el Bautista, concluimos que él
nunca presumió ser lo que no era. El era un hombre humilde y aún así un hombre realmente
excepcional, que llamó la atención popular. Esa es la razón por la cual todas las referencias en
el Evangelio de Juan, concernientes a Juan el Bautista, tienden a depreciar la importancia de
su persona y su obra en comparación con la del Señor Jesucristo. ¿Por qué el evangelista lo
trata de esta manera? Existe una razón histórica.

En la época en la que Juan estaba escribiendo su Evangelio, en los últimos años del primer
siglo en Efeso, surgió la secta cuyos seguidores se denominaron Hemerobautistas, palabra
griega cuyo significado es: "bañistas diarios" o aquellos que eran bautizados diariamente.

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 6 de 9

Entre el tiempo cuando Pablo predicó el evangelio en Efeso y el tiempo en que se escribió el
evangelio de Juan, la persona de Juan el Bautista, que había padecido la muerte de un mártir
por la fe, había asumido dimensiones que amenazaban la supremacía de Jesucristo. Algunos
creyeron que el no era solo el precursor del Mesías sino que él mismo era el Mesías.

Como J.B. Lightfoot dice: "Su bautismo ya no fue un simple rito, una vez cumplido e iniciado
una enmienda de vida; era una repetición diaria expiar por el pecado y la santificación de la
persona". J.B. Lightfoot continúa diciendo: "En la última mitad del primer siglo, parece que
había un gran movimiento entre grandes números de judíos a favor del bautismo frecuente,
como el rito purificatorio esencial para la salvación".

Este es un peligro que nos confronta a todos, la tendencia a deificar al hombre. Recordemos,
sin embargo, que esa tendencia lleva inevitablemente a la depreciación correspondiente de
Jesucristo. La arrogancia carnal, en cuanto a nosotros mismos u otros, es una semilla que crece
en el fango de nuestros propios corazones. Es pecaminoso no sólo presumirnos más grandes
de lo que somos, sino presumir que otros sean más exaltados de lo que son, especialmente
cuando los comparamos con la persona y la obra de Jesucristo. "La arrogancia es un fuego
artificial hecho de orgullo y temeridad. (Autor desconocido).

Encontramos nuestros Juanes Bautistas aún hoy. Muchos escogen un santo o alguna persona
estimada que tome el lugar de Jesucristo. Nadie puede ser lo que Cristo fue y es, y nadie puede
realizar la obra de salvación en el corazón humano, sino Dios mismo. Pretender lo contrario es
como pretender, por ejemplo, que la madre de un medico haga también el trabajo que hace su
hijo.

Ninguna persona en este mundo por muy devota o ungida o santa que se presuma no puede ser
lo que es Jesucristo o hacer lo que él hace, porque son temporales, pero Cristo es eterno;
porque son personas, y Jesucristo es Dios. Este es el mensaje que Juan el Evangelista quiere
que saquemos del capítulo uno, versículos 6 al 8.

El empieza el contraste entre Jesucristo, el Verbo eterno, y Juan el Bautista con una afirmación
más importante. En Español está traducido como: "Hubo un hombre" pero la afirmación
griega original es diferente. Esta contiene sólo dos palabras que se traduce mejor como:
"surgió, vino".

El verbo usado con referencia a la aparición de Juan el Bautista se. refiere a un hecho histórico
categórico. Cuando Juan el Bautista nació, ese fue el comienzo de su existencia, pero no fue
así con Jesucristo. El "era" Dios mismo antes de que "apareciera".

Lo que el evangelista quiere enfatizar es la naturaleza de esta persona histórica llamada Juan el
Bautista. El era "hombre" en comparación con Jesucristo que era Dios. Para hacer el
significado más claro, lo podríamos parafrasear así:
"Esta persona de quien vaya hablar ahora [en los siguientes tres versículos] era
hombre". El no era Dios el Verbo, sino solo un hombre -en su origen, su constitución, y
su obra-

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 7 de 9

Esta afirmación contrasta con la tercera afirmación de Juan 1:1: “Y el Verbo era Dios".

Aquí el evangelista manifiesta el contraste: “Y Juan era hombre". Así son todos los demás
excepto Jesucristo quien, a pesar del hecho de que se apareció en forma humana en esta tierra,
no era simplemente un hombre sino el Dios-hombre. Muchos seres humanos, infortunadamen-
te, han sido y están siendo adorados corno dioses. Creemos que si pudieran, gritarían desde sus
tumbas para decirnos que ellos no fueron más que hombres y que para la salvación y la vida
deberíamos ir a Jesucristo.

Lo Que Somos Versus Lo Que Decimos


6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos
creyesen por él.

Juan el Bautista fue un hombre excepcional, aún así un hombre común y corriente. Había una
forma especial en la que podría decirse de él que era enviado por Dios. El nació, no de una
virgen, sino de una mujer que por su edad había perdido la ilusión de concebir un hijo. El
venía de una raza sacerdotal por parte de ambos padres. Su padre, Zacarías, fue un sacerdote
de la corte de Abías, o Abijah, quien estaba ofreciendo incienso en el mismo momento cuando
se le prometió un hijo. Elisabet, su madre, era de las hijas de Aarón (Lucas 1:5).

El nacimiento de Juan fue el tan esperado cumplímiento de una profecía. Fue un ángel del
cielo quien proclamó el maravilloso carácter y la misión del hijo por quien esta pareja santa
había orado por tanto tiempo. Estaban a punto de perder las esperanzas, por lo que les fue muy
difícil creer las palabras del ángel. Muchas veces el final del camino de la vida nos ha ocultado
el cumplimiento de todos nuestros sueños y aspiraciones

No es prudente concluir prematuramente que Dios no cumple sus promesas, porque Dios es y
permanece fiel.

Elisabet, la madre de Juan el bautista, probablemente avergonzada. Porque en su edad


avanzada se hallaba con un hijo, se fue a una montaña para tener mayor privacìa.

El nacimiento de Juan precedió al nacimiento del Señor seis meses. En el día octavo, de
acuerdo con la ley de Moisés (Levítico 12:3), el niño de la promesa fue llevado al sacerdote
para la circuncisión y de acuerdo con el cumplimiento de este rito era el tiempo acostumbrado
para ponerle un nombre al niño, los amigos de la familia propusieron que se llamara Zacarias
como su padre. Sin embargo, la madre insistió en que se llamara Juan, una decisión que
Zacarias -quien aún no podía hablar por el juicio de Dios sobre él por su falta de fe- confirmó
por escrito en una tabla.

Su habla fue restaurada inmediatamente. La maravillosa interposición de Dios en el


nacimiento de Juan impresionó la mente de muchos con cierto respeto solemne y expectativa
como afirma (Lucas 3:15 “Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus
corazones si acaso Juan sería el Cristo”).

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 8 de 9

Juan el Evangelista, a diferencia de Lucas, habla sólo del carácter y el ministerio del Bautista,
sin decir nada de su niñez y su crecimiento. El se siente 'Satisfecho diciéndonos que Juan el
Bautista era un hombre y no era Dios, a pesar de su concepción extraordinaria; que - él fue
enviado por Dios, y que su nombre era Juan.

Lucas 1:80 nos dice todo lo que sabemos de la historia de Juan durante los treinta años entre
su nacimiento y el comienzo de su ministerio público. "Y el niño crecía, y se fortalecía en
espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel".

Juan fue ordenado como nazareno desde el nacimiento segùn (Lucas 1:15 “porque será grande
delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre
de su madre”).

Después de habernos dicho que Juan el Bautista era un hombre, a pesar de su nacimiento
extraordinario, que su llegada y su misión había sido profetizada hacía mucho tiempo, y que él
era un apóstol enviado por Dios, Juan el evangelista entonces nos da su nombre, como si en él
estuviera contenido su carácter y lo que Dios creía que él era. Después de todo, este nombre
no era dado por sus padres, como normalmente es el caso con los niños recién nacidos, sino
que fue dado directamente por Dios.
"Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer
Elisabet te dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Juan" en (Lucas 1:13).

Tuvo que haber alguna importancia en este nombre en particular. En aquellos días los padres
normalmente daban sus nombres a los hijos los cuales revelaban sus secretas esperanzas y
aspiraciones para con ellos. Aquí, en el nombre dado a este niño, encontramos el propósito de
Dios revelado para su vida. Juan significa “regalo misericordioso de Dios” o "hacia quien
Jehová es misericordioso”

Eso es lo que Juan era para sus padres y para el mundo. Qué maravilloso fuera que todos
reconociéramos cuando tenemos hijos -que no son realmente nuestros- sino que son regalos
misericordiosos de Dios para ser tratados como tales, y que debemos alabar constantemente a
Dios por ellos.

Juan aprendió de sus padres, desde temprana edad, quién era él y por qué estaba allí. En cierta
ocasión, una profesora de Escuela Dominical le preguntó a sus alumnos a qué edad un niño
debía entregarle su corazòn a Dios. Una pequeña dijo: "cuando tenga trece años", otra: "diez",
otra: "seis". Luego la última niña de la clase habló y dijo: "tan pronto como sepamos quién es
Dios". Sin duda fue así como sucedió con Juan. El fue presentado a Dios por sus padres,
quienes le enseñaron que Dios se los había dado. Y él nunca dejó de ser de Dios durante toda
su vida.

Podemos resumir hasta aquí que en los versos 6 al 8, la línea de pensamiento se mueve más
cerca de los hechos históricos que rodearon la venida de la luz mencionando el ministerio de
Juan el Bautista. De inmediato se nos asegura que este ministerio había sido elegido
divinamente (verso 6). El verbo enviado es característico en este Evangelio para describir el
ministerio de Jesús. Es posible que algunos de los lectores del Evangelio estuvieran poniendo
Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central
Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3
Cuatro Grandes Pasajes Cristológicos Página 9 de 9

un énfasis excesivo en la importancia de Juan el Bautista como lo relata Hech. 19:3, 4 y que
Juan tenía la intención de rectificar cualquier malentendido desde el comienzo. No sólo se
niega expresamente que Juan mismo sea la luz, sino que se afirma dos veces su función como
testigo de la luz (versos 7 y 8). El propósito era dar testimonio de la luz, para que todos
creyesen por medio de él, lo que expresa la función de todos los verdaderos testigos cristianos,
desde ese día hasta hoy.

Todos los que tenemos el privilegio de compartir el evangelio, como Juan el Bautista, no
somos la fuente de la luz de Dios; simplemente reflejamos esa luz.

Jesucristo, que es la luz verdadera, nos ayuda a ver nuestro camino a Dios y nos muestra cómo
transitar a lo largo de ese camino.

Cristo quiere reflejar su luz a través de sus seguidores a un mundo incrédulo, quizás porque
los incrédulos no son capaces de soportar la poderosa gloria resplandeciente de su luz pura. La
palabra testimonio se refiere a nuestro papel de reflejar la luz de Cristo. Nunca debemos
presentarnos ante otros como la luz, sino indicarles que miren a Cristo, la Luz del mundo.

Dios nos ha dado un propósito para vivir y podemos confiar que Él nos guiará. Juan no tenía la
Biblia completa, como la tenemos hoy, sin embargo, centró su vida a la luz de lo que sabía de
las Escrituras del Antiguo Testamento. Asimismo, nosotros podemos descubrir en la Palabra
de Dios las verdades que Dios quiere que sepamos. Y a medida que estas verdades obren en
nosotros, otros irán a Él. Dios puede usarlo a usted como a ningún otro. Dígale su disposición
a seguirle hoy

1Jn 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su
Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
1Jn 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados.

El amor de Dios explica


1. Por qué Dios crea: como Él ama, crea personas para amarlas;
2. Por qué Dios se interesa: como las ama, se interesa en las personas pecadoras;
3. Por qué tenemos libertad para escoger: Él espera una reacción de amor de nuestra
parte;.
4. Por qué Cristo murió: su amor por nosotros hizo que buscara una solución al problema
del pecado; y (5) por qué recibimos vida eterna: su amor es una expresión eterna

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


Cuatro grandes pasajes Cristológicos. Parte 3: El Prólogo del evangelio de Juan_3

Das könnte Ihnen auch gefallen