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Transcribo las notas que tomé sobre la marcha, por

lo que el diálogo puede tener lapsos o resultar


inconexo en algunos momentos. Mi intención no es
reproducirlo íntegramente, sino recordar las
aportaciones más interesantes o sorprendentes.
Mis comentarios aparecerán [entre corchetes].

La tarde empezó con un silencio que le daba la razón a


Wittgenstein, parecíamos estar de acuerdo con él respecto a la
trascendencia: “de lo que no se puede hablar, mejor es
callar”...

Así que las primeras intervenciones fueron de filósofos


ausentes. Recordé a Platón y a Nietzsche (con su afirmación y
negación, respectivamente, del mundo de lo trascendente) y a
Kant (con su demostración crítica de la imposibilidad de
conocer lo trascendente mediante la razón pura y su
decantamiento por la fe para satisfacer la inclinación del
hombre a unificar todo en lo trascendente).

Tras eso, comenzaron las intervenciones de los filósofos


presentes:

ISMAEL: Rompió el hielo exponiendo una experiencia con la


ouija que podría ser (o no) un ejemplo de contacto con un
mundo trascendente o sobrenatural.

ENRIQUE: Propuso que la creencia en lo trascendente


puede distraernos de la importancia de nuestra
propia vida [algo que también mantuvo Nietzsche en su
tiempo]

EMILIO: Empezó preguntando a Ismael si la trascendencia


actuaba sobre el vaso, en su ejemplo de la ouija, o sobre el
propio Ismael... Luego afirmó que “vivimos en la
trascendencia”, ya que nuestros actos trascienden hacia el
futuro, hecho que ilustró con los grandes hitos de la historia
(descubrimiento de América por ejemplo) pero que afirmó
que se daba también en nuestras acciones cotidianas, que bajo
el empuje de lo trascendente lo convierten en real: “nuestros
actos hacen real el mundo irreal”...

PATRICIA: Nos mostró varias experiencias en que se había


topado con hechos aparentemente sobrenaturales, al menos
inexplicados. Concluyó coincidiendo con Emilio en que “la
trascendencia está en el día a día”...

INÉS: Compartió el impresionante ejemplo de la donación de


médula de un familiar suyo. Señaló que el bien por el que se
decidió a actuar así no es un bien material, de este mundo
[esto concuerda con filósofos como Scheler, que consideró
que los valores éticos que nos guían son trascendentes].

MARTA: “Las ideas absolutas existen en cuanto las


pensamos”. Puso ejemplos como el Amor Puro, Dios...

MARTA (2): Señaló tres puntos: 1) Se manifestó en contra de


Wittgenstein y reafirmó la necesidad de hablar de lo
trascendente. 2) Contra Kant recordó la cita de Hegel de que
“todo lo real es racional y todo lo racional es real” 3)
respecto a la frase de Nietzsche de “Dios ha muerto” indicó su
interesante propuesta de que “a Dios no le conviene la
existencia” [contra San Anselmo, que veía que su esencia es
su existencia, “Soy el que soy”...], para ella debemos
aprovechar el castellano, que nos permite distinguir entre
“ser” y “estar”. Marta propuso que Dios no es, “Dios está”.

Entonces, con cinco ejemplos en nuestro haber, propuse por


primera vez realizar un intento de definición.

PATRICIA: Opinó que en este caso no deberíamos ya que el


término es indefinible.

ANA: Contestó que intentar definir el término nos ayuda a


comprenderlo.

El intercambio continuó y dejamos aparcado el intento de


definición, por el momento.
MARIO: Propuso la cuestión de si “¿existe algo que
“mueve vasos y arregla relojes” o somos nosotros?”
en el sentido de que quizá el recurso a lo sobrenatural sea una
solución precipitada.

MARTA: Los conceptos absolutos existen por sí


mismos por que ya existían antes que nosotros...

JOSE: Contestó que el lenguaje abstrae para poder


comunicarnos pero que ello no implica que exista lo
que la palabra significa [Ockham se habría sentido
identificado con esta opinión] ya que la palabra sólo está ahí
para entendernos. Luego incidió en que el concepto de
trascendencia nos lleva a la explicación mítica de la
realidad y nos aparta de la explicación científica.

NACHO: Replicó a Marta que lo que ella mantenía se


corresponde con el argumento ontológico medieval que,
para Nacho, ya ha sido superado hace tiempo [fue una de las
pruebas de Dios que Kant dio por refutadas, de hecho]
propuso que esos conceptos, de existir, tendrían un tipo
totalmente distinto de existencia. [Propuesta que me recuerda
a la de los 3 mundos de Popper]
Luego aclaró que estaban apareciendo dos grupos de
acepciones del concepto de trascendencia:
Por un lado la de Aquiles, la perdurabilidad, en la línea de
lo apuntado por Emilio.
Y por otro la de lo sobrenatural o mítico, que deriva en la idea
de Dios, ya sea en el sentido de figura mítica, de ilusión
freudiana o de instrumento de control social para el
poder.
Concluyó proponiendo que quizá fuera necesario definir a
Dios como paso previo para definir la trascendencia.

JESÚS: Opinó que la trascendencia es equivalente a la


explicación mítica de la existencia y que quizá su esencia
sea nuestro deseo de supervivencia, que quizá queramos
perdurar conservando nuestros genes, etc.
MARTA: Recuperó la palabra para contestar a Jose si opina
que mediante la ciencia podemos llegar a conocer todo.

JOSE: Por alusión, contestó que debemos saber qué


ignoramos.

RAÚL: Siguiendo con el hilo de Nacho propuso que acaso


Dios sea una solución a los miedos otorgada por la capa
cerebral del neocórtex, que se haya sólo en los humanos.

PATRICIA: En relación con la existencia de los abstractos que


mantenía Marta, preguntó si alguien ha visto un
kilovatio. Pero la electricidad existe. Antes que nosotros.

ISMAEL: Contestó que la pregunta por qué es el rayo (que


existe antes que nosotros) nos lleva a la “cosa en sí”
kantiana, incognoscible. Y siguiendo a Raúl afirmó que una
condición necesaria para la trascendencia es la autoconciencia
de los humanos.

NACHO: Recuperó su propuesta y dijo que la electricidad


podría situarse en algún otro plano de existencia, pero que (en
su atea opinión, según él mismo admitió) Dios no se
encuentra en ninguno. ”Si conocemos a Dios, es que no
es Dios” como trascendente. Luego recordó que Einstein
identificaba a Dios con el orden cósmico, que en ese sentido sí
se podría llegar a aceptar un dios. También recordó a
Descartes con su distición entre el mundo real y el
razonado. Por último indicó que la ciencia actual estudia más
el mundo razonado, ya que, por ejemplo “no podemos ver los
agujeros negros” pero la ciencia los estudia.

EMILIO: También reconoció que nuestras visiones de lo


trascendente se agrupaban en dos grupos: las referidas a un
efecto permanente y las referidas a lo sobrenatural, sentido en
el que, en su opinión, lo trascendente nos llama al
conocimiento.
CLARA: Intervino para coincidir con Emilio en lo último, y
para reivindicar el intento de definir el término, ya que
“conceptualizar nos permite operativizar”

RAÚL: Preguntó a Nacho si opinaba que Dios podría existir


en la mente de los hombres.

NACHO: “No creo”. Admitió que todas las culturas humanas


consideran que no nos reducimos a la carne, pero señaló que
eso no implica la existencia de lo trascendente. En cualquier
caso, esa existencia sería en otro plano, otro tipo distinto de
existencia.

MARTA: Hay diferencia entre los absolutos y los absolutos


“creados por nosotros”, a los que denominó ”absolutos
relativos” [un bonito oxímoron para ilustrar una muy
interesante idea.]

NACHO: Admitió que en ese sentido es cierto que existen


absolutos que crea cada cultura y los hace perdurar (seguir
existiendo) a lo largo del tiempo.

JOSE: Propuso investigar en el origen de la trascendencia en


la evolución humana. Los primeros enterramientos nos
podrían señalar en qué etapa se produjo. En cualquier caso,
señaló la imposibilidad de acometer un estudio científico de la
trascendencia religiosa, ya que la práctica totalidad de las
religiones se basan en la Revelación.

ISMAEL: Señaló que la propuesta de Jose implica que Dios lo


sea sólo de los humanos...

NACHO: Habló de la explicación neurológica (o psicotrópica)


de las experiencias místicas. Propuso que ”la trascendencia
es un engaño del cerebro” y habló de los conceptos como
el “efecto placebo” que podrían explicar muchos de los
fenómenos místicos o supuestamente sobrenaturales.
Aquí, tras una hora de conversación initerrumpida, propuse
una pausa, que fue rechazada por aclamación unánime, lo que
fue una muy grata sorpresa. Continuamos.

ISMAEL: Reinició el coloquio interrogando a Nacho sobre


cómo explicaría la capacidad de los acebos de hacer brotar
hojas con espinas a la altura a la que le alcanzan los animales
que le pueden dañar.

NACHO: Contestó que la explicación era la misma que para


que no hubiera pingüinos rosas: Los pingüinos son blancos
por abajo y negros por arriba en la posición en la que nadan,
de forma que sus depredadores les confunden con la claridad
del cielo desde abajo y con la oscuridad del fondo del océano
desde arriba, respectivamente. Un pingüino rosa no
sobreviviría para reproducirse al carecer de ese camuflaje. La
selección natural es la que provoca que se den esas defensas,
tanto en el caso de los pingüinos como en el de los acebos.

ISMAEL: Replicó que la hipótesis de la selección natural es


capaz de explicar la evolución de la vida, pero qué puede decir
respecto a su origen.

NACHO: Repuso que ese tema no es tan controvertido, ya que


el “experimento de la sopa caliente” demostró que en las
condiciones de los océanos de la Tierra en sus primeras etapas
se forman espontáneamente aminoácidos, las bases de las
moléculas de ADN que se autorreproducen y forman la base
de los seres vivos actuales. Indicó que la barrera entre las
moléculas vivas y no vivas es en gran medida arbitraria, y que
moléculas como los priones o incluso los mismos virus son
ahora mismo consideradas en ocasiones como vivas y en otras
como no vivas. Señaló que no es una cuestión que ahora
mismo incomode a la ciencia tanto como otras del tipo de en
qué consistió el paso de la vida unicelular a la pluricelular.

RAÚL: Fue quien preguntó entonces a Nacho. La cuestión era


si consideraba que la creencia humana en un ser superior
otorga o no una ventaja biológica.

NACHO: Contestó que el cerebro racional marcó el final del


proceso de selección “natural”. Mencionó la obra de H. G.
Wells “La máquina del tiempo” y su visión de un futuro en el
que la evolución separa a la especie humana en dos, una
superior intelectualmente y otra físicamente. Dice que incluso
se podría dar el caso, porque la selección ya no es natural.

EMILIO: Aludiendo a la propuesta de la explicación por la


“locura” de las experiencias místicas, preguntó si los aludidos
primeros enterramientos humanos serían, entonces, también
producto de la locura...
Después lanzó la pregunta de que, si lo trascendente es un
empuje que sienten en general los humanos, ”¿qué es más
real, lo que es empujado o lo que empuja?”...

NACHO: Contestó que en ese caso puede ser que “lo que
empuja es una engañifa”, una explicación mítica y falsa. Dijo
que, en cierta manera, lo trascendente no nos empuja a
conocer sino al contrario, nos sofoca la sed de saber con una
explicación demasiado fácil. Dice que en cuanto a los
supuestos individuos en contacto con el más allá, hay “dos
tipos: Los mentirosos que saben que lo son y los que
no lo saben”.

RAÚL: Contó sus experiencias personales que confirman que


sí existen individuos con facultades de clarividencia.

NACHO: Replicó que precisamente en esos casos no


deberíamos quedarnos con la primera explicación
trascendente. Puso el ejemplo cotidiano de recibir la llamada
de un viejo amigo justo cuando tras años de olvido le has
recordado y pensabas llamarle tú a él. Nacho dijo que nunca
se nos ocurría pensar que puede que acabáramos de escuchar
los dos en la tele, por ejemplo, una canción que escuchábamos
juntos, y que, conscientemente o no, la habíamos relacionado
cada uno con el otro.
Dijo que, de todas formas, la ciencia avanza sobre sus errores,
se plantea hipótesis sabiendo que puede y debe desecharlas
en cuanto tenga una prueba en contra. Dijo también que la
ciencia debe plantearse la posibilidad de cualquier hipótesis, y
puso el ejemplo de la de que “un elefante rosa con sombrero
haya creado el mundo hace un milisegundo”. Pero esa
hipótesis no es útil para avanzar en el conocimiento, por eso
no se contempla.
Recordó a Laplace y su hipótesis determinista
(conociendo la posición y velocidad de todas las partículas del
Universo en un momento dado, se podría calcular su posición
en cualquier momento del futuro) y la refutación que hace
de ella la mecánica cuántica actual, por el principio de
indeterminación de Heisenberg (sólo podemos conocer la
zona en la que es probable que se mueven las partículas
subatómicas pero es imposible determinar la posición exacta
y su velocidad)
Por último recordó al matemático indio Ramanujan y su
creencia en que era Visnú quien le dictaba sus impresionantes
ecuaciones sobre los números primos. Las ecuaciones eran
buenas, luego fueron aceptadas por la comunidad
matemática, de cualquier modo.

JOSE: Aunque se definió como un “enamorado de la ciencia”


admitió la incapacidad de ella para enfrentarse con problemas
de moral o justicia. Abogó por la humildad de la ciencia y por
un agnosticismo al estilo del “sólo sé que no sé nada” de
Sócrates.

ISMAEL: Añadió que tampoco el arte es tratable por la


ciencia.

NACHO: Discrepó en ese punto, dijo que ya desde Pitágoras


se puede tratar el arte desde la matemática. Pero sí coincidió
en que la justicia y la moral estaban fuera de lo científico, citó
a Ramón y Cajal cuando le preguntaron por el estatus de un
feto: “eso se lo dejo a los juristas”.

ISMAEL: Se cuestionó sobre cómo es posible que surja


espontáneamente lo complejo.

NACHO: Respondió con la extraña excepción que supone la


vida al segundo principio de la termodinámica [que el
universo tiende a hacerse más caótico y con menos energía
disponible].

PAATRICIA: ”Fe no implica creer en Dios sino en lo


que no has visto.” Luego la ciencia también implica fe.
“Platón tenía razón” porque nuestros sentidos son falibles.
Puso el ejemplo de una jugada polémica en un partido de
fútbol, donde cada uno “ve” una cosa. Pero por otro lado
afirmó que no existe una verdad absoluta...

CLARA: Nos alertó contra el reduccionismo científico, no


todo puede ser abordado desde el método de la ciencia, ni
debería serlo.

LUIS ÁNGEL: Señaló que la ciencia es falsable, pero que


la religión no lo es, por lo que para el conocimiento nunca
puede ser un motor, sino que es una mera “excusa” para los
poderosos.

MARTA: Como ya había hecho, y muy bien, en un comentario


de este blog, apuntó que nuestros cafés filosóficos deben
servirnos para la vida de cada día, igual que surgen
de nuestras experiencias. Propuso (respaldando una
intervención anterior de Jose) que es válido creer o
no creer si se hace conscientemente y sin reclamar
para uno mismo la posesión de la verdad absoluta,
sino con tolerancia para las creencias de los demás.

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Aquí retomamos nuestro plan de definir el concepto de


trascendencia y nos lanzamos a un último intento.
INÉS: Es un concepto demasiado abstracto.

Indiqué que eso ya era una buena base para la definición, y


animé a los demás a añadir elementos.

JESÚS: Indicó que se relaciona con la existencia, intentando


explicarla.

ENRIQUE: Pronunció una de las frases que más me


impresionaron: “Mi hijo, aquí presente, es mi forma de
trascendencia”. Propuse que quizá pudiéramos incorporar
eso a la definición en el concepto de perdurar, y él añadió que
también con el matiz de causalidad.

RAÚL: Señaló el concepto, que se había reiterado durante


toda la tarde, de que es una inclinación o necesidad humana.

EMILIO, BEGOÑA y otros añadieron más elementos y nos


lanzamos a intentar condensarlos en una definición.

DEFINICIÓN:

TRASCENDENCIA es la inclinación a explicar de forma


abstracta el todo de lo que existe y perdura.

Aunque incluía algunos de los términos mencionados, no


resultó satisfactoria y comenzamos a retocarla, cambiando
términos de sitio:

TRASCENDENCIA es la inclinación a explicar el todo de lo


que existe de forma abstracta y perdura.

Eliminándolos:

TRASCENDENCIA es la inclinación a explicar de forma


abstracta el todo de lo que perdura.

Etc.
Pero finalmente comprobamos que no íbamos a alcanzar un
consenso total y que el objetivo de llevar una charla fluida y
fructífera sí se había alcanzado durante más de dos horas, por
lo que pasamos a elegir el próximo tema y cerramos la sesión
con un muy buen sabor de boca.

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