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LA CRISIS MUNDIAL

LIC. Y MDCI OMAR CASTRO GARCÍA


CATEDRÁTICO DE MEDIO TIEMPO EN LA ESCUELA DE DERECHO EN
CETYS UNIVERSIDAD, CAMPUS MEXICALI, BAJA CALIFORNIA, MÉXICO

La sobrepoblación a nivel mundial, aunado a los hábitos de consumo desmedido de la


mayoría de las naciones civilizadas, ha propiciado una crisis de carácter material que
agobia a las actuales generaciones. El consumismo protagonizado principalmente por
los países de occidente, sumado a la alta explosión demográfica de algunos países de
oriente, ha traído como consecuencia la necesidad de racionalizar los recursos de los
Estados Soberanos. Consecuentemente, la existencia limitada de recursos y el alto
número de necesidades ha engendrado una carrera sin cuartel entre los propios seres
humanos, por llegar a tener aquello que se supones que es escaso, los recursos
económicos.

En esa, poco ha importado la empatía, la fraternidad, la amistad o el desarrollo espiritual


e intelectual del ser humano. Hemos pasado de dar valor a los seres humanos por su
sabiduría, para pasar a ponderar a la humanidad por su estatus económico, por su
capacidad para tener o producir riqueza.

Las actuales guerras, los problemas diplomáticos, los litigios entre las naciones, son en
mayor parte detonados por factores económicos, en donde la ley del más fuerte se
impone, ante la incipiente intervención de la comunidad internacional. Inclusive los
problemas de nuestro país relacionados con la migración y el desempleo, tienen como
raíz el elemento económico. ¿Cómo es posible dar de comer a ciento veinte millones de
personas, cuando el alimento alcanza solo para sesenta? Debemos estirar una cobija
por demás precaria, en una maniobra milagrosa en la que no pocos quedan
“Descobijados”. Dentro de esos “Descobijados” se encuentran sin lugar a dudas la
educación y la investigación, en especial en lo que se refiere a ciencia y tecnología. Las
pruebas “PISA”, aplicadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico no nos dejan mentir. De 34 países, México quedó en el lugar 33. Un nada
honroso penúltimo lugar nos muestra que la crisis económica se ha traducido a la crisis
en la educación mexicana, aunque sabemos que a nivel básico, existen otros factores
muy determinantes de corte político, como son la existencia de sindicatos a los que muy
poco importa la calidad en la educación. Como padre de familia el resultado de las
pruebas “PISA” me sugieren que mi hijo está mejor fuera de la escuela que dentro. Por
lo menos fuera de las aulas podrá desplegar su imaginación y aprender cosas que le
interesen, y no conocimientos históricos arcaicos, tergiversados y sin rigor científico. El
problema mexicano se debe a la baja inversión en educación que han hecho nuestros
gobiernos a lo largo de muchos años, pero también a un gasto de los recursos para la
educación ineficiente e improductivo. El Producto Interno Bruto de Polonia es igual al de
México y sin embargo sus resultados fueron mucho mejores.

En Baja California el problema educativo existe. Hay escuelas sin techos, aulas sin
refrigeraciones, autoridades y educadores sin ética, sin escrúpulos, sin capacidad y sin
visión. Uno de los fenómenos en los que se manifiesta la crisis económica y educativa a
nivel nacional es el migratorio; en las áreas rurales de todo el Estado, se reciben cada
año a mexicanos que viven en la pobreza extrema y quienes no saben hablar el
castellano, mucho menos leerlo o escribirlo. El problema se torna un círculo vicioso, ya
que los menores que migran con sus padres, son vistos como una mano de obra más.
Ni quién piense en estudiar con un estómago vacío. Si además le agregamos a este
fenómeno complejo, el alejamiento de los estudiantes mexicanos promedio, de las
tecnologías de la información y la comunicación, es probable que soltemos el llanto.
Pero el círculo vicioso debe romperse en algún momento, y esta época de crisis
también debe ser percibida como una época de oportunidades para muchos. Debemos
recuperar esquemas básicos de la educación, como la “Paideia” de los griegos, educar
para la felicidad, educar para la convivencia, como lo expone Sócrates en el Mito de
Prometeo, en su diálogo “El protágoras”, y hacer de la educación una responsabilidad
de todos y que todos cumplan con su responsabilidad.

Lic. Y MDCI Omar Castro García

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