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KENIZE MOURAD
Sobre todo, los problemas de identidad a los que ella tuvo que
enfrentarse y que no difieren, a su juicio, de los que puedan
padecer las jóvenes árabes que hoy pueblan las principales
capitales europeas: «Lo importante de mis libros no es mi vida,
que no le interesa a nadie, sino uno de los problemas más
acuciantes de la Europa actual: la identidad».
-Para seguir viva he tenido que ser muy fuerte. Me doy cuenta de
lo fuerte que he tenido que ser para no volverme loca después
de todo lo que he vivido. A los 20 años estuve al borde de la
ruptura psicológica, a punto de suicidarme en dos ocasiones.
Kenizé/Zahr tiene, eso sí, una clase innata y, al oirla hablar de los
musulmanes, se percibe un cierto orgullo imperial. De dónde si
no ese empeño por conservar un seudónimo árabe: «Tomé este
nombre para demostrar en Europa que una persona de un país
árabe o un país musulmán puede llegar tan alto como cualquier
otra persona».