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Siguen las palabras del candidato presidencial de Solidaridad,

Guillermo Endara, en su presentación de su plan de gobierno


el 29 de enero:

Muchas gracias por acompañarnos en esta oportunidad,


cuando hacemos públicos los lineamientos generales de
nuestro Programa de Gobierno. Lo hemos denominado
"Panamá Siglo XXI" porque con él queremos enfatizar el
mensaje a todos nuestros conciudadanos: es un programa
para Panamá y es un programa para los nuevos tiempos. Es
realista, es realizable, es un programa de verdad, como de
verdad es nuestra nómina.

Como sucede cada cinco años, en vísperas de una elección


presidencial, los partidos políticos y sus candidatos tratan de
ganar el favor de los electores presentando lo que cada uno
considera debe ser la receta ideal para acabar con los males
que aquejan al país. Por supuesto que, si de impresionar se
trata, no hay límite a la cantidad y diversidad de promesas
electorales que se puedan formular, a sabiendas de que no se
pueden o que no se van cumplir pero abrigando la ilusión de
que ellas encuentren terreno fértil en la esperanza de un
pueblo ansioso de mejores días. La experiencia que ha vivido
el pueblo panameño en los últimos cinco años, a partir de
aquellas brillantes y esperanzadoras promesas que la actual
Presidenta formuló en 1999 -- cuyo rotundo incumplimiento
nos ha decepcionado a todos -- es prueba fehaciente del
engaño de que puede ser victima el electorado. De ahí que
tan o más importante que el contenido de una propuesta
electoral, sea el carácter y la trayectoria comprobada de las
personas que la respaldan.

El Programa de Gobierno que se presenta, a diferencia de los


programas que proponen los otros candidatos, está avalado
por una nómina presidencial que tiene a su haber la suficiente
historia y la necesaria experiencia para darle el peso
específico que las circunstancias actuales exigen de los
candidatos. No es la hora del albur ni de volver a correr
riesgos innecesarios que terminen en justificada decepción y,
en cambio, es el momento cuando la experiencia y el camino
ya recorrido debe darle toda la credibilidad a las propuestas
electorales, como la tiene nuestro Programa de Gobierno.
Consecuentes con esa premisa, debemos señalar claramente
una realidad que no podemos soslayar y que condiciona
cualquier Programa de Gobierno que se precie de ser serio y
responsable. Se trata del altísimo endeudamiento del Estado
que limita el campo de acción de cualquier gobierno.
Recibiremos un Estado endeudado en más de 9 mil millones
de balboas y durante el quinquenio 2004-2009 deberán
hacerse pagos por el orden de los 6.5 mil millones de balboas.

Esa realidad deja muy poco margen para satisfacer todas las
necesidades de la población menos favorecida, puesto que los
fondos públicos tendrían que destinarse al pago de la deuda
que vamos a heredar de los gobiernos que nos han
antecedido y para el pago de la planilla estatal. Se impone
entonces un proceso de renegociación de la deuda pública
que nos permita disponer de fondos suficientes durante el
período 2004-2009 para el desarrollo de todas las obras que
habremos de prometer.

Sin embargo, como paso previo a una renegociación en


términos favorables al país, debemos demostrar el carácter y
la energía necesarios para combatir la corrupción imperante y
enviar las señales adecuadas a la comunidad internacional
sobre la seriedad de nuestras intenciones. De ahí que la lucha
contra la corrupción y la solución del problema de la pesada
carga de la deuda pública, sean condiciones previas que
debemos resolver para enfrentar de lleno un proyecto de
inversiones públicas realista y creíble. Cualquier otra promesa
que se haga sin tomar en consideración estos factores, como
lo hace nuestra nomina, es un engaño que no estamos
dispuestos a propiciar.

EL SER HUMANO: CENTRO DEL DESARROLLO

El Programa Panamá Siglo XXI parte de la premisa


fundamental de que el ser humano es el centro del desarrollo
que proponemos y que la continuidad, en prosperidad, de la
nación panameña es nuestro objetivo último. Si el ser humano
es el centro de nuestra atención, debemos entonces ser
consecuentes con ese principio y debemos preocuparnos por
su educación, por su alimentación, por su vivienda, por su
trabajo, por el costo de la vida, por su seguridad, en fin, por
los problemas que día a día debe enfrentar tanto él como su
familia.
Quiero referirme a algunos aspectos sobresalientes del
Programa de Gobierno que sometemos a la consideración del
electorado panameño. Las ideas que exponemos no son
exhaustivas ni excluyentes. Por el contrario, sometemos este
Programa en consulta con el propósito de enriquecer el acervo
de ideas innovadoras con que la comunidad quiera
dispensarnos.

UNA NUEVA CONSTITUCIÓN

La consolidación de la nación panameña en el siglo XXI exige


un nuevo ordenamiento jurídico que brinde una nueva
estructura al Estado panameño, dándole una nueva fisonomía
a sus tres órganos y eliminando los privilegios e inmunidades
que en forma tan alarmante y nada edificante pululan en
nuestra actual Constitución. Ni los legisladores ni otros
funcionarios deben tener, ni necesitan, las prebendas
abusivas que hoy se dispensan a manos llenas. Una nueva
constitución debe garantizar en una forma práctica la
responsabilidad social del Estado, haciendo sentir al
ciudadano que el Estado tiene como objetivo fundamental la
defensa de sus derechos ciudadanos. Debe también propiciar
el desarrollo constante de la economía nacional.

No quiero dejar dudas sobre mi propósito de convocar una


Asamblea Constituyente, el mismo día de mi toma de
posesión. Con quinta papeleta o sin quinta papeleta, he de
interpretar que un voto a favor de nuestra nómina es un voto
a favor de una Asamblea Constituyente que nos brinde la
Nueva Constitución de la nación panameña a tono de las
exigencias y realidades del Siglo XXI.

LA CORRUPCIÓN

La lucha contra la corrupción en nuestra primera prioridad.


Vamos a iniciar, desde el primer día de nuestro gobierno, una
guerra frontal contra la corrupción, con medidas concretas
que he venido proponiendo hace más de un año. He
propuesto mas de ocho medidas muy específicas,
comenzando por la designación de una Procuradora General
de la República que, sin interferencia de ninguna clase por
parte del ”rgano Ejecutivo, persiga el delito dondequiera lo
encuentre, así sea en los mas altos niveles de la
administración pública, presente o pasada.

Tendremos un gobierno transparente, serio y honesto, avalado


con nuestra comprobada experiencia en el manejo de la cosa
pública. En un ambiente enrarecido por la corrupción no hay
desarrollo sostenible que sea posible y ese ambiente solo
puede atraer inversiones de dudosa procedencia que en nada
benefician ni la moral ni la imagen del país.

Lo he dicho innumerables veces y lo repito aquí: en mi


gobierno, la cárcel será el destino irremediable para cualquier
facineroso de cuello y corbata, hombre o mujer, que haya
defraudado la confianza del electorado haciendo mal uso del
poder que este le haya conferido.

LA DEUDA PÚBLICA Y LAS INVERSIONES PÚBLICAS

Muy pocas obras públicas serán posibles en tanto no


renegociemos la pesada deuda pública que hemos heredado
de gobiernos anteriores. De los 9 mil millones de dólares que
constituirá nuestra deuda pública cuando asumamos el poder
de septiembre próximo, más de las dos terceras partes
deberá ser cancelada durante la administración que tome
posesión entonces. Vale decir que, de no tener capacidad
para renegociar esas amortizaciones, la utilización de fondos
públicos en obras públicas será prácticamente una ilusión.

Por ello, tendremos que renegociar esos pagos a cuenta de la


deuda pública y para poder hacerlo en términos razonables
para nuestro país, tendremos que comprobar nuestra firme
decisión de luchar contra la corrupción y enviar señales claras
de nuestro compromiso con el fortalecimiento de la economía.
Por eso, miente quien le prometa al pueblo en estas
elecciones un sinfín de obras e inversiones públicas, sin tomar
en consideración la renegociación de los pagos a nuestros
acreedores. Y para hacerlo con resultados positivos,
tendremos que dar muestras de que nuestra lucha contra la
corrupción es en realidad una cruzada con fundamento y no
una actitud cosmética o pasajera.

LA SEGURIDAD ALIMENTICIA

La seguridad alimenticia, que yo prefiero denominar


soberanía alimenticia -- porque así puedo responder a
aquellos economistas y denominados "hombres prácticos"
que sólo creen en lo material, especialmente el oro y el
dinero, que "yo sí como soberanía" - repito, la soberanía
alimenticia es otra de nuestras preocupaciones. La nación
debe tener la capacidad de alimentarse ella misma y no
podemos exponer a nuestra población a depender del exterior
para su propia subsistencia, que es algo tan básico. Debemos
asegurar que podemos proveernos de los alimentos
necesarios, en cantidad suficiente y forma barata y de
calidad. Nuestra política agropecuaria está dirigida en esa
dirección.

[Palabras del Dr. Arnulfo Arias en su discurso del 21 de


diciembre de 1941, en el que hizo su primera exposición de la
doctrina panameñista: "Un país que produce menos que lo
que consume, jamás tendrá vida indpendiente"].

Tampoco podemos permitir que nuestros hombres y mujeres


del campo se sientan abandonados a su suerte, como se ha
sentido en los últimos diez años, y que tengan que recurrir a
los centros urbanos en busca de mejores días para encontrar
acá solo penurias e inseguridad. El hombre y la mujer del
campo deben encontrar allá los medios para ganarse la vida
en forma decorosa, sin necesidad de migrar a las ciudades en
busca de un espejismo engañoso. Para eso, el productor debe
tener la garantía de que va a poder seguir produciendo y que
sus costos razonables les permiten ser competitivos en el
mercado nacional o extranjero.

LA SEGURIDAD EN LAS CALLES

Nos preocupa la seguridad y la delincuencia. Para poder


mejorar la seguridad, debemos mirar a la Policía Nacional bajo
un prisma diferente, brindándole mejores equipos y mayor
atención social y económica al policía y a su familia para que
puedan ejecutar sus labores en las calles con mayor
profesionalismo y mejor equipados. Debemos tratar al policía
con respeto puesto que son seres humanos como todos, pero
también necesitan nuestro respaldo mientras velan por
nuestra integridad personal y de nuestras familias.

Igual actitud debemos tener con todos los funcionarios


públicos. Debemos proveerles de la estabilidad e incentivos
en sus funciones, de suerte que su trabajo sea fuente de
satisfacción y desarrollo personal. La Ley de Carrera
Administrativa que propicié en mi gobierno anterior tendrá la
efectividad que hasta ahora no ha tenido, para tranquilidad y
mejor desempeño del empleado público.

EL TRANSPORTE PÚBLICO

Nos lacera el caos en el transporte público del área


metropolitana, que incluye la ciudad capital y los distritos
aledaños de San Miguelito, Arraiján y La Chorrera. El calvario
que cada día deben soportar miles y miles de nuestros
conciudadanos para llegar a sus puestos de trabajo y las
peripecias que deben sufrir los miles de peatones en la ciudad
capital para evitar la muerte bajo las ruedas de las máquinas
infernales que constituyen nuestro transporte público
colectivo, nos impide soslayar este problema. De ahí que
adelantemos una solución drástica y permanente para
comodidad de los usuarios y seguridad de los peatones, sin
ignorar el hecho de que nuestra urbe capitalina requiere de
un ordenamiento urbanístico hasta ahora ignorado.

EMPLEO Y SUBEMPLEO

La falta de un trabajo decoroso y bien remunerado resulta


humillante para tantos jefes de familia, que sienten por ello
disminuida su autoestima. No podrán encontrar una solución
a su carencia en el gobierno, pero tendremos por fuerza que
crear el ambiente necesario para que sea la empresa privada
la que aporte la solución permanente al problema del
desempleo y del subempleo.

LOS SERVICIOS PÚBLICOS

La gran mayoría de los panameños estamos sufriendo las


consecuencias de la privatización de los servicios públicos de
energía y de teléfonos, que tantas cosas buenas prometió y
tan cara nos ha resultado.. Es innegable que la queja es
generalizada. Yo sueño con poder renegociar todos esos
contratos porque si bien la seguridad jurídica de las empresas
es algo importante de cuidar, no menos cierto es que la
seguridad jurídica de los ciudadanos debe ser una
preocupación primordial de cualquier gobierno que se precie
de estar en sintonía con su pueblo.
Mientras ello ocurre, prometo hacer valer en toda su
extensión los derechos que nos otorga la participación
accionaria del Estado en las compañías privatizadas. De esa
manera podremos fiscalizar mejor los gastos de estas
empresas, para evitar que sean válvulas de escape de dineros
que corresponden propiamente al fisco panameño y, por
ende, a todos los panameños.

LA SEGURIDAD SOCIAL

Tenemos un compromiso muy importante con la seguridad


social y la institución que la administra. Juntos vamos a
buscarle la mejor solución al actual problema de la Caja de
Seguro Social, en un ejercicio práctico de democracia
participativa. Serán los asegurados, a través de un
referéndum, quienes dictaminen el futuro del sistema de
pensiones y jubilaciones. Solo ellos deben hacerlo porque solo
ellos son los dueños del sistema y son los únicos afectados si
el sistema dejara de funcionar.

GOBIERNO DE TRANSICION

El nuestro será, una vez más, un gobierno de transición. Hace


quince años me correspondió ser el Presidente de todos los
panameños en esa travesía que realizamos de la dictadura a
la democracia y, gracias a Dios, recorrimos el camino en
razonable paz y armonía, aunque no faltaron las muestras de
impaciencia o hasta de intolerancia.

Hoy nos corresponde intentar la Presidencia en una nueva


transición. Esta vez es la transición generacional, tanto para
la nación como para los panameños.

Construiremos la nación que deja atrás todas las experiencias


--- buenas y malas --- del siglo pasado; que aprende de ellas;
y que se renueva para enfrentar los retos y oportunidades del
Siglo XXI.

Seremos también el puente que facilite la inserción, en la vida


pública, de una juventud idealista, de corazón y mente sanos,
que sabrán ser los verdaderos próceres del Panamá del Siglo
XXI. Les enseñaremos el camino. Les corresponderá a ellos,
seguir el rumbo.

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