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EDUCADOS PARA LA COMPRENSIÓN

es estar EDUCADOS PARA LA PAZ


“Hay que conocerse a sí mismo: aunque ello no sirviera para encontrar la verdad, serviría por lo menos para
arreglar su vida, y nada más justo que esto”.
Pascal B., Pensamientos

La comprensión como conducta ética

La comprensión es la visión más completa y más compleja para ver, mirar y en-
tender lo que nos pasa y lo que pasa. La comprensión acerca lo enfrentado intentando
buscar una síntesis, enlazando contrarios que algunas veces perjudican a la convivencia.
Para eso, debemos proponernos que ella sea la base de toda la existencia humana. Esta
acción deberá darse por medio de una conducta ética que nos movilice. Más que
actuar desde los esquemas predeterminados, tendremos que hacerlo a partir de la in-
comprensión ya existente, para comenzar a discernir con el fin de sortear los obstáculos
que llevan a ese estado.

Nuestra base existencial no es de belicosidad sino de comprensión y convivencia. Es


tarea de cada uno educarse para hacerlo y buscar las alternativas para la convivencia.

Esta línea de análisis y de reflexión apunta a ver las acciones humanas desde un
compromiso ético, ya que la comprensión nos moviliza a actuar con responsabilidad. Y
cuando hablamos de ética, afirmamos compromiso, responsabilidad, solidaridad; o
sea, pensar y actuar por y con el otro.

Desde el momento en que nos planteamos que el conocimiento no es absoluto y que


muchas veces podemos tener errores, recién ahí podemos decir que estamos
flexibilizando posturas, y que el “otro” nos puede aportar muchas cosas
enriqueciéndonos mutuamente.

Todo conocimiento de la realidad es una transformación de las percepciones. Pero


también es importante aclarar que todo conocimiento no se da sin afectividad; se

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necesitan y se ayudan mutuamente. El desequilibrio de ambas funciones produce
acciones desequilibradas. El análisis permanente, o sea la conciencia de nuestras
acciones, ayuda a discernir la desequilibración o no de nuestros comportamientos.
El verdadero eje de equilibración está en la racionalidad abierta con uno y con los
demás; como también con la realidad circundante: “Un racionalismo que ignora los
seres, la subjetividad, la afectividad, la vida, es irracional”1

Para el logro de este equilibrio debe existir la autocrítica. Muchas veces pensamos
que la critica, y nuestra critica, es la más acertada. Al quedarnos solamente en la crítica,
podemos caer en la selección unidimensional de ciertas ideas, como también en ciertos
procedimientos lógicos que las fundamenten.

El cambio de la mirada

El cambio de mirada es lo que permitirá orientarnos hacia el futuro. El tema de fondo en


todo esto, está en la mirada que tenemos de la realidad; punto de partida de todo el
proceso de conocimiento.
La mirada - en primera instancia - está despojada de toda categoría previa. No así,
cuando observamos ya que esta acción está predeterminada por imágenes previas en
donde nos sentimos obligados a rever nuevamente el objeto para su análisis posterior.
En cambio, cuando hablamos aquí de la mirada, es la limpieza inicial de la captación, de
la asimilación pura de elementos externos a nosotros. Esta acción de limpieza y
pureza en la mirada, nos obliga a rotar y a salir de la estructura ya constituida del
conocer los acontecimientos.

Esta acción que parece obvia no es fácil de aplicar. Es un proceso de educación, de


humildad, de ética. Saber que no sabemos nada nos moviliza a comenzar nuevamente
un proceso de purificación, no limitando la posibilidad de mirar con más pureza el
contexto humano que nos rodea. Con esto no queremos decir que todo debe definirse
como un planteo nihilista. Al contrario, partimos de un respeto hacia nosotros mismos,
que somos personas y que debemos respetarnos como tales. Todos tenemos la
posibilidad de mirar y saborear el contexto, realizando así el cambio de la construcción
1
Morin E. (1999), Los sietes saberes necesarios para la educación del futuro, Nueva Visión, Buenos
Aires.

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de nuestra personalidad. Nuevamente se reitera que debe hacerse con educación. Y al
decir educación, nos remitimos a la etimología de la palabra: “educare” y “educere”.
Ayudar y ayudarse a extraer las cualidades; poner de manifiesto todo2.
Para eso, debemos mirarnos y mirar. La mirada debe ser completa y compleja. Debe
ser una mirada cautiva y cautivante. Todo nuestro ser se moviliza para lograrlo. Es una
acción permanente e insistente.

En ciertos momentos de la historia, surgió la lógica de los opuestos como método para
el discernimiento con el fin de separar y enfrentar los elementos que se suponían
opuestos. El planteo más claro fue el de Descartes, cuando confrontaba al objeto con el
sujeto, y prevalecía como activo el último sobre la pasividad del objeto.
Lamentablemente, esta situación de enfrentamiento lógico se proyectó sobre lo social,
produciendo estragos que hasta en la actualidad estamos sufriendo. Vemos en nosotros
poca capacidad para el discernimiento, y permitirnos así un cierto conformismo frente a
lo dado, dejándonos llevar como objetos de uso en ésta maquinaria infernal de los
medios que imprimen en nosotros matrices de aprendizaje en el comportamiento.

El mundo es complejo, no porque lo hacemos complejo nosotros, sino porque


constitutivamente es así. En la historia de la humanidad, las civilizaciones fueron
creciendo en todas sus dimensiones, renovando sus costumbres o ahondando sus hábitos
y creencias. Los cambios históricos estuvieron marcados en la base de la cultura, siendo
ella la expresión de todas las dimensiones de la personalidad.

Por eso, uno de los grandes planteos que debemos hacernos es el de rever el alcance del
CONOCIMIENTO desde este cambio de mirada: ¿Qué es el conocimiento en la
actualidad? ¿Cuál es el campo del conocimiento? ¿Qué es lo que podemos conocer?
Al replantearnos el conocimiento, revemos el alcance de las disciplinas, de las ciencias
y también del poder social y económico.
Kant le daba mucha importancia a la Ilustración. El libro era el eje del cambio. Por
medio del libro, se propagaba el saber, el conocimiento, la investigación. En la
actualidad, estamos con la imagen. Los medios de comunicación difunden en forma
2
Vanistendael S. y otros (2002), Lafelicidades posible – despertar en niños maltratados la confianza en sí mismos:
construir la resiliencia, Gedisa editorial, España.
Secretariado Nacional para la Familia (1999), Como crecer superando los percances – resiliencia: capitalizar las
fuerzas del individuo, Argentina.

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muy acelerada los mensajes. No solamente se propagan las ideas, sino también las
conductas buenas tanto como las malas.

La intencionalidad del cambio

Otro aspecto a tener en cuenta, en el planteo que estamos esbozando, es el motivo o la


intencionalidad del cambio: ¿Cambiamos por la desactualización o planteamos el
cambio por la necesidad de resolver situaciones que cada vez son más complejas?
En la historia de la humanidad, podemos observar cómo se produjeron y cómo se siguen
dando las situaciones de crisis, de conflictos y de expansión.

Siguiendo los pasos de Kant cuando planteó el cambio de visión para comprender mejor
la realidad en su famosa Critica, advertimos que comenzó a redefinir el proceso del
conocimiento como un ordenamiento de éste. ¿Qué realidad miro desde las
posibilidades que tengo para mirar?

Antes de replantear los conceptos, nos vemos en la obligación de ampliar las miradas.
Desde el momento que el eje de cambio es la mirada, el planteo no es solamente
cognoscitivo sino también ético, por movilizar a una acción de respeto a lo que ya
está. Recién a partir de ahí, podremos modificar aquello que acordamos transformar
para el bien de uno y de los demás.

En la actualidad nos encontramos con un desequilibrio económico que a todos nos


afecta. El mercado de producción se ha globalizado, como también se ha globalizado el
conflicto laboral y las posibilidades de trabajo.
Estamos convencidos (ya que nadie pone en discusión), de que debemos formarnos para
absorber mayores conocimientos y comprender así los aspectos técnicos de la realidad
social, económica, y cultural en todas sus dimensiones.

Pero el tema de fondo es otro, ¿qué es lo que permite que la realidad conflictiva, que
estamos viviendo, se mire solamente así y no de otra forma?

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Es la mirada humana que se limita en las posibilidades para recrear el espacio de
producción, de convivencia y de ayuda.

Si en este campo del análisis, apuntásemos solamente a la necesidad básica de la


sobrevivencia, y no a la convivencia como base de todas las necesidades existentes,
interpretaríamos los simples fenómenos sociales como los únicos problemas, no
comprendiendo la causa que perjudica la real dimensión de la existencia humana.
El tapar esta visión es como impedir ver la realidad y cuestionarla para un mejor
aprovechamiento.

El valor de la JUSTICIA en la convivencia

Desde el momento que nosotros planteamos la convivencia como la base de las


necesidades, surge espontáneamente el valor de la justicia que nos obliga a ser justos
en la distribución y en el aprovechamiento de las oportunidades para crecer.
Es justo no dejar de saber qué debemos hacer y cómo debemos comportarnos con los
demás.
Estamos existiendo y porque estamos, tenemos derecho a vivir por la misma situación
de “estar” (sistere). El estar ya nos da la posibilidad de defendernos y de
responsabilizarnos para convivir. La independencia y la construcción de la
personalidad no se da en el apartarnos de los demás. Al contrario, el apartarnos nos
impide tener mayores posibilidades para crecer. Es por eso, que subrayamos la
convivencia como base de las necesidades; porque sin ella, no hubiéramos comenzado a
estar. La participación y el convivir han originado nuestra vida, involucrándonos en el
crecimiento personal como en el comunitario porque también estamos con los otros.

Este lazo natural que tenemos con los demás, y que debemos reconocer, nos obliga
(deber ético) a movilizarnos con respeto y con donación solidaria hacia los demás. El no
hacerlo con esta intencionalidad, que sale de nuestra misma situación ontológica, nos
moviliza hacia el egoismo, siendo esta acción una ausencia de donación personal
hacia el otro.
El donarse en este dimensión de la convivencia no puede ser convencional. No se da

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por contrato alguno. Es un DON que viene con Una “simple” situación de “estar”.

Construyamos la paz

Aquí está la construcción de la paz, aquí también está el camino adecuado de la


FILOSOFIA; el camino de diferenciar y diferenciarse: acción tan humana, tan
comprensible, y tan constructiva.
Los tiempos actuales nos convocan a vivir permanentemente en esta donación para
producir en uno y con los otros, un camino de conversión, de transformación y de
solución.
No podemos dejar de lado esta dimensión del hombre que nos hace distintos para
lograr en una acción de diferencia y de diferenciación una FILOSOFIA DE LA
VIDA.

Los signos de los tiempos están frente a nosotros. Logremos MIRAR con detenimiento
porque el sufrimiento es mayor y más fuerte para estar inmovilizado. La omisión no
puede existir. La acción debe ser y apuntar hacia el BIEN COMUN. Aquí está la PAZ.

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