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HISTORIA VERDADERA DE LA INQUISICION D. FRANCISCO JAVIER G. RODRIGO. TOMO I, MADRID. IMPRENT& DE ALEJANDRO GOMEZ FUENTENEBRO, Bordadores, 10. 1876, . ES PROPIEDAD DE SU AUTOR. CENSURA ECLESIASTICA. Habiendo leido y examinado cuidadosamente por comision de V. 8. la obra titulada HistoR1A VERDADERA DE LA INnquist- CON, escrita por D. Francisco Javier Garcia Rodrigo, debo decir 4 V.S. que nada contiene contra la verdad y puresa de los sagrados dogmas y moral de la Santa Iglesia Catdlica , Apos— idlica, Romana: y abundando , por otra parte, en preciosos datos gue refutan victoriosamente las calumniosas invenciones de los enemigos del Santo Oficio, creo oportuntsima su publicacion, puesto que su lectura no podra ménos de contribuir al esclarect~ miento de la verdad histérica sobreun punto de tanta importancia para el honor de nuestra Santa Iglesia, y & que se rectifique el Juicio des favorable que sobre tan santo Tribunal tienen formado muchas personas de buena fe, por no haber oido ni leido general- mente, en lo gue Wevamos de siglo, sino vituperios contra et mismo. Colegio de Escuelas Pias de San Fernando de Madrid 41.° de Setiembre de 1876.—Tldefonso Polo de la Concepcion , Ex- Provincial honorario.—Ilmo. Sr. Vicario de Madrid y su partido. — Zs copia. —Juan Moreno. LICENCIA. NOS EL DOCTOR D. FRANCISCO GOMEZ SALAZAR, PRESB{TERO, TENIENTE VICARIO ECLESIASTICO DE ESTA NM. H. VILLA DE MADRID Y SU P4RTIDO. Por la presente y por lo que & nos toca, concedemos nuestra licencia para que pueda imprimirse y publicar- sé la obra titulada HisToRIA VERDADERA DE LA Inqui~ scion, escrita por D. Francisco Javier Garcta Rodri- go: mediante & que de nuestra érden ha sido examina- da, y no contiene, segun la censura, cosa alguna contraria al dogma catdlico y sana moral. Madrid y Setiembre 14 de 1876. —Dr. Salazar.— Por mandado de §. §., Lic. Juan Moreno Gonzalez. PROLOGO. Fanto se ha mentido sobre la Inquisicion, que las mismas exageraciones hacen patente la calumnia. Ni el cristiano imparcial puede convencerse de que la Iglesia verdadera , santa 6 infalible, sancionara con su aprobacion una serie no interrumpida de atropellos y barbaros suplicios, que se supone co- metidos en el espacio de algunos siglos. Hubieran sido unos malvados todos los hombres eminentes que florecieron en Espaiia durante el periodo mas glorio- so de su historia; y de admitir semejantes falseda- des, necesario es negar la santidad de una religion, cuya Iglesia gobernaron Papas que tan graves abu- sos toleraban. A esta consecuencia vienen todos los herejes con su oposicion al Santo Oficio, que algu- nos catolicos desgraciadamente .secundaron. Entre éstos figura el presbitero D. Juan Antonio Llorente, que escribié una, Historia critica y otros papeles, para vengar su amor propio, resentido porque desecho el Consejo ciertas reformas que propuso siendo Se- cretario de la Inquisicion de Corte. Despues han vis- to la luz publica muchas relaciones y novelas, que xu PROLOGO. nias; y por Ultimo, respondemos al cargo final en Ja serie de toda la historia y con el extracto de al-* gunas causas célebres. Llenaré este libro su propésito acreditando, que sila creacion del Santo Oficio no fué una obra ins- pirada por Dios, ni esencial para el sostenimiento de nuestra santa fe catdlica, produjo como institu- cion humana grandes bienes 4 los pueblos, comba- tiendo la depravacion heretical, y las supersticiones rémora de su cultura : y si decimos que la Inquisicion conserv6 en Espafia la unidad catélica sera unica- mente recordando un hecho, porque estamos bien léjos de aceptar el concepto consignado por el sefior Presidente del Consejo de Ministros en la ironia de Jas siguientes frases, que dirigio 4 un ilustre defensor de la unidad catélica discutiendo la base 11." de nuestro Cédigo vigente..... ;Quiere S. S. deveras la unidad catélica?.... No se espante y defienda la Inquisi- cion , proclame la Inquisicion, pida francamente el esta- - blecimiento de la Inquisicion. Aunque defensores de un tribunal creado por la Santa Sede, no principiarémos la historia de sus he- chos admitiendo un supuesto tan gratuito, pues la unidad catolica puede conservarse sin el auxilio de la Inquisicion: 6 igualmente rechazamos la conse- cuencia opuesta que resulta del falso raciocinio ex- presado por el orador librecultista en los términos siguientes: gEs que S. S. quiere la unidad catdlica de estos anos, durante los cuales se han formado aqui las grandes escuelas.racionalistas que han lleyado ¢ dominar en nuestra patria por un espacio de tiempo bastante gran- de? Qué unidad catélica ha sido esa que ha consentido en los establecimientos publicos de ensenanza la discusion — PROLOGO. | 7 xu del panteismo bajo todas sus formas, y principalmente del krausismo , qué ha ilegado a dirigir , que ha llegado G informar en un momento , no temo decirlo, el espiritu de la mayor y de la mejor parte de la juventud espaniola? Este argumento podra ser ingenioso , mas carece de razon, considerando cudn insuficientes fueron los poderes eclesidsticos contra la proteccion que 4 pesar de la unidad catélica concedié al error un Go- bierno dirigido por ministros no ménos indiferentes en religion que sus sucesores. Sabia el orador que aquellos gobernantes eran la expresion mas recata- da y prudente de su doctrinarismo lamentable, y que por este motivo protegieron la ensefianza krau- sista, desatendiendo las enérgicas protestas de celo- sisimos obispos. No es ciertamente justo fundar un raciocinio contra la unidad catélica en la fanesta li- bertad que concedio al error cierto Gobierno, na- * eido de la escuela doctrinaria y librepensadora del que arguye. : Mas de semejantes discusiones resulta como he- cho cierto, que los errores se prepararon fuera del alcance de la Inquisicion, asi como hicieron conve- niente su establecimiento. Por esta causa hemos creido necesario destinar una introduccion al recuer- do historico de las herejias, cismas y supersticiones, considerando ademas que los impugnadores del San- to Oficio tratan este asunto sin exactitud. Explican Ja depravacion de los herejes, como actos de envi- diable inocencia y sencillez, y 4 Sus autores cual gen- tes virtuosas y pacificas. En los cismas ven la nece- saria consecuencia del despotismo pontificio, yjuzgan que las supersticiones existieron por el valor que las daban sus jueces. Contra semejantes juicios criticos protestan las historias, y nuestra civilizacion mo- xIv . PROLOGO. derna, que se avergiienza de sus espiritistas y mag- netizadores. A este asunto dedicamos alguna pé- gina; pues si hoy dichas preocupaciones hallan crédulos admiradores, sera porque hoy como en otros tiempos la impiedad dirige & muchos hombres que, despreciando las sublimes verdades de la Iglesia, adoptan facilmente creencias supersticiosas. Y como, el espiritismo nos ofrece una prueba de tanta degra-" dacion , hacemos algunas reflexiones sobre lo falso, dudoso y positivo de semejante doctrina, para dedu- cir que el Santo Oficio acabaria con este baldon de nuestros tiempos, como en otra, época preservé 4 la Sociedad de abominables preocupaciones persiguien- do 4 las pretendidas brujas y hechiceros. Tantas perturbaciones sociales causaron los here- jes. que muchos principes cristianos se vieron pre- cisados 4 dictar leyes muy severas contra ellos; mas resultando insuficientes , acabaron por solicitar ° como un beneficio muy especial para sus pueblos el establecimiento de la Inquisicion. Estos tribunales, léjos de inventar nuevos suplicios, mitigaron el rigor de los cédigos civiles; y sinembargo , conteniendo la propaganda del error y la deprayacion moral, siempre dirigieron 4 la sociedad humana por el sen- dero de su bien. Pidieron los Reyes Catélicos de Es- pafia dichainstitucion , y la experiencia justificé su medida previsora; porque el Santo Oficio, conser- vando inalterables las creencias religiosas , facilité la unidad politica, grande elemento para la defini- tiva reconquista de la patria y su engrandecimiento posterior. Algunos suplicios detuvieron la propa- ganda luterana en nuestros pueblos, 4 quienes en “cambio se preservé de las guerras religiosas que inundaron de sangre & otras naciones. PROLOGO, xy Hubiera evitado el Santo Oficio, con muy pocos procesos, las crueldades, incendios y destruccion de monumentos artisticos, recuerdo de glorias nacio- nales, que hace pocos aiios presencié Paris: y es in- dudable que unicamente dicha institucion, 6 leyes modeladas en su jurisprudencia, podrén oponerse 4 los desconcertados planes con que el moderno comu- nismo amenaza. déstruir la civilizacian del mundo. Mas olvidando estos beneficios, se dice que la Inqui- sicion sélo sirvié para consolidar el despotismo; y en verdad que no han existido tribunales mas opuestos y enemigos de la arbitrariedad humana. Favoreci6 el Santo Oficio 4 Ja potestad civil ejercida segun los principios catolicos , y sabido es que Ja caridad, fra- ternidad’, igualdad moral y libertad absoluta para el bien, son el fundamento de'dicha doctrina, que se concreta en el amor de Dios preferentemente, y de . todos los hombres entre si. Jesucristo, amigo y pro- tector de los mortales injustamente oprimidos, con- dené los vicios cuyo conjunto forma el despotismo, execrable destructor de la humanidad. La tirania no puede armonizarse con las virtudes cristianas, sin cuyo ejercicio es imposible merecer el galardon que se nos promete en el bautismo. Extendi6 la Iglesia sus doctrinas por el mundo , prescindiendo de las for- mas con que los hombres se gobiernan, aun cuando sea mas propicia con aquellas que se amoldan 4 las doctrinas evangélicas. Por consiguiente , el Santo Oficio, como uno de sus tribunales, correspondié al espiritu de que procedia, y no pudo apartarse de la disciplina -eclesidstica. En este concepto ayud6 4 robustecer la monar- quiade Espafia, tan distante del despotismo como de- muestran sus antiguas leyes, monumento erigido 4 XVI PROLOGO. la verdadera y cristiana libertad. El Santo Oficio de la Inquisicion respeté nuestras libertades populares, y reservando su rigor inicamente para las herejias, apostasias y supersticiones, logroextirpar estas creencias. No pudieron las sectas consolidarse en Es- pafia hasta la abolicion de dichos tribunales. Con mu- cha exactitud el orador de quien hemos hecho refe- rencia, dijo: Sin Inguisicion hemos'llegado a ser la na- cion mas indiferente respecto a religion. Lo cual demues- tra que las leyes civiles son insuficientes contra la propaganda heretical, cuando los poderes publicos se hallan confiados 4 los hombres del doctrinarismo, en que estan de acuerdo las diversas fraccicnes poli- ticas que turnan hace afios en la gerencia de nues- tros destinos. Y asimismo dicen las frases referi- * das que la conservacior del Santo Oficio nos hubiera preservado de ser la Vacion mas indiferente respecto é religion. Luego dichos tribunales no fueron inutiles. para conservar las verdaderas creencias religiosas; y en este concepto digna es su memoria del respeto y consideraciones del cristiano. Censurar una: insti- tucion esencialmente eclesidstica , que la Santa Sede creo y conserv6 en Espafia , es declararse hostil 4 la suprema potestad de la Iglesia en este mundo; y quien obra de semejante modo, rompe la armonfa, y por consiguiente se separa de nuestra santa comu- nion y unidad catélica, por mas que digan lo contra- rio aquéllos que 4 fuerza de vanos subterfugios pre- tenden amalgamar cualidades que naturalmente se repelen. INTRODUCCION, CAPITULO PRIMERO. LAS HEREJiIaAS. Los dialécticos cristianos y gentiles.—El Gnosticisimo se erige en mediador para unificar las creencias. —Breve recuerdo de dicha doctrina, proban- doel atrevimiento de su plan.—La gnosis profesé teorias panteistas y dualistas: produjo el maniqueismo: dié origen al moderno error filos6- fico , que reasume grandes herejias. . EniTE Jesucristo las persecuciones que su Iglesia viene padeciendo, para robustecer 4 los fieles en las creencias admirables de la sublime doctrina HY que enseiid ; y 4 finde que no se relajen las cas- 2 tumbres, y con el ejercicio de una moral tan san- ta, estrechen sus discipulos esa beilisima concor- tivamente por los preceptos de amor 4 Dios y al préjimo. Si es conveniente que haya herejias para probar la firmeza y virtud de los cristianos (1), tambien es indudable el hecho de haberse propa- gado nuestra santa fe catdlica, sdlo por su fuerza é/ de razon y certidumbre moral, con que siempre Pp vencid en tantas y tan repetidas controversias. Discusiones tuvieron los Apéstoles contra judios y gentiles, hombres bien poco dispuestos 4 cambiar las complacencias y relajacion de su dogmatica por la severidad del Evangelio: y sin embargo, fueron convencidos, y abandonando antiguos (1) Nam oportet et hereses esse, ut et qui probati sunt manifesti fiant in vobis.—S. Paul. 4.° Corint. cap. 44. vers. 19. TOMO I. 4 wo XVI PROLOGO. la verdadera y cristiana libertad. El Santo Oficio de la Inquisicion respeté nuestras libertades populares, y reservando su rigor tnicamente para las’ herejias, apostasias y supersticiones, logroextirpar estas creencias. No pudieron las sectas consolidarse en Es- pafia hasta la abolicion de dichos tribunales, Con mu- cha exactitud el orador de quien hemos hecho refe- rencia, dijo: Sin Inquisicion hemos llegado a ser la na- cion mas indiferente respecto a religion. Lo cual demues- tra que las leyes civiles son insuficientes contra la propaganda heretical, cuando los poderes publicos se hallan confiados 4 los hombres del doctrinarismo, en que estan de acuerdo las diversas fraccicnes polf- ticas que turnan hace ajios en la gerencia de nues- tros destinos. Y asimismo dicen las frases referi- * das que la conservacior del Santo Oficio nos hubiera preservado de ser la Nacion mas indiferente respecto 4 religion. Luego dichos tribunales no fueron inutiles . para conservar las verdaderas creencias religiosas; y en este concepto digna es su memoria del respeto y consideraciones del cristiano. Censurar una‘ insti- tucion esencialmente eclesiastica , que la Santa Sede cred y conserv6 en Espafia , es declararse hostil 4 la suprema potestad de la Iglesia en este mundo; y quien obra de semejante modo, rompe Ja armonfa, y por consiguiente se separa de nuestra santa comu- nion y unidad catélica, por més que digan lo contra- rio aquéllos que 4 fuerza de vanos subterfugios pre- tenden amalgamar cualidades que naturalmente se repelen. INTRODUCCION, CAPITULO PRIMERO. LAS HEREJIAS. Los dialécticos eristianos y gentiles.—EI Gnosticismo se erige en mediador para unificar les creencias. —Breve recuerdo de dicha doctrina, proban- do el atrevimiento de su plan.—La gnosis profes teorias panteistas y dualistas: produjo el maniqueismo: dié origen al moderno error filos6- tico , que reasume grandes herejias. 7 EnsiTE Jesucristo las persecuciones que su Iglesia viene padeciendo, para robustecer 4 los fieles en @ las creencias admirables de la sublime doctrina que enseiié ; y 4 fin de que no se relajen las cas- tumbres, y con el ejercicio de una moral tan san- dia cuyos vinculos ttaen al humano linaje carita- tivamente por los preceptos de amor 4 Dios y al prdjimo. Si es conveniente que haya herejias para probar la firmeza y virtud de los cristianos (1), tambien es indudable el hecho de haberse propa— gado nuestra santa fe catdlica, solo por su fuerza de razon y certidumbre moral, con que siempre vencié en tantas y tan repetidas controversias. Discusiones tuvieron los Apéstoles contra judios y gentiles, hombres bien poco dispuestos 4 cambiar las complacencias y relajacion de su dogmatica por la severidad del Evangelio: y sin embargo, fueron convencidos, y abandonando antiguos (1) Nain oportet et hereses esse, ut et qui probati sunt manifesti fiant in vobis.—S. Paul. 4." Corint. cap. 44. vers. 19. TOMO I. 7 2 18 INTRODUCCION. vicios, sacrificaron su inmundo sensualismo 4 la perfeccion austera de aquella nueva filosofia que Jesucristo ensefid & Ja depravada humanidad. Los primeros misioneros de una doctrina tan sublime fueron testigos de la vida prodigiosa de su Autor, y hubieran merecido el publico desprecio, intentando engafar 4 gentes que habian presenciado los milagros con que el Redentor probé su divinidad, 4 un pueblo que recordaba la enseiianza de aquel hombre ex- traordinario. Ibanse alejando los sucesos, y de la escena del mundo desaparecieron los hombres contemporaneos de Cristo y sus Apéstoles ; pero no se interrumpié la observancia cris- tiana , cayendo en el olvido una moral cuyos principios ilu- minaron 4 la humanainteligencia. Y el hombre, rescatado ya de su degradacion, hallé en el Evangelio un libro donde apren- der soluciones ignoradas por los fildsofos mis eminentes de Grecia y Roma. No faltaron genios orgullosos, que separandose de tan be- llisima doctrina, intentaron modificarla creando escuelas ; y otros proyectaron unificar dichas creencias, por medio de concordias entre la moral cristiana y depravacion del paga— nismo. Diez y nueve siglos lleva la santa Iglesia discutiendo sin haber alterado uno solo de sus dogmas, por mas que la he- rejia haya insistido con ciega pertinacia en exigir modifica- ciones. Los sectarios que vencidos en tantas disputas han rechazado tenazmente caritativos consejos, merecieron el rigor de las censuras eclesidsticas. Aquellos hombres que rebeldes contra el principio de autoridad buscaban por medio de su- blevaciones populares la consolidacion de su doctrina, provo- caron justamente los rigores de una legislacion austera, cuya severidad merecieron de igual modo los corruptores de las costumbres con su depravada ensefianza. Crearon estos hombres la necesidad de tribunales destinados 4 corregir tan— tos excesos , y aquella brutal depravacion, que paralizaba el grande impulso civilizador dado por el cristianismo a la so- ciedad humana. . Antes de ocuparnos sobre dichos tribunales , juzgamos ne- cesario emplear las paginas primeras de este libro con las causas que motivaron su institucion, examinando el origen de las herejias en su fuente primitiva; pues una vez extra- viado el criterio humano por los caminos delerror, dificil es CAP. I,—LAS HEREJIAS. 19 atajar sus consécuencias, porque un absurdo produce otros, y sagazmente la herejia sabe transformarse emprendiendo nuevos rumbos, cuande no puede sostener utopias desacredi- tadas. Las escuelas filosdficas del gentilismo fueron el origen de todos los errores (1) que han trastornado 4 los pueblos re- produciendo de siglo en siglo nuevas y mortiferas doctrinas, pues la herejia no se rinde, y si enmudece ante la verdad probada por los esfuerzos de la razon y de la ciencia, es unica- mente para sorprender al mundo con sus amaiios y sofismas. En la primera época del cristianismo disputaban los dia~ lécticos cristianos y gentiles, siendo la unidad de Dios el constante objeto de aquellas controversias , en que los prime~ ros , sin ocultar su origen y gloriosos recuerdos de Atenas y Alejandria, lograron hacer muchas conversiones (2). Hermias yS. Iveneo, S. Dionisio Areopagitay S. Clemente Alejandri- no refutaron los erroresde Simon y de Menandro, de los Ni- colaitas y de Basilides, que reprodujeron el antiguo sistema de Zoroastro sobre la coexistencia de dos princjpios eternos. Igualmente combatieron los fantasticos delirios de Valenti- niano, gérmen del error que modernamente ha reproducido la metafisica impla de ciertas escuelas alemanas. A los Gnds- ticos se debe ciertamente. el dualismo y panteismo, tronco de que tantas herejias brotaron, y las perturbaciones sociales, crimenes y excesos con que se ha manchado la historia de los pueblos. El Gnosticismo, inventando una dogmatica para concertar las virtudes cristianas con la depravacion gentili- ca, cred muchos errores, de donde provienen todos los sofis- mas trascendentales que agitan 4 la sociedad en sus intereses politicos y verdaderas creencias religiosas. Combatié la Igle- sia las transacciones propuestas por tan pérfida herejia y su fantastico sistema: y resolviendo con evidente precision las cuestiones metafisicas , concluyeron aquellas dudas y dispu- (1) Tertuliano, lib, de prascrip., cap. 7.—S. Jerén., Comment. sup. Nahum, cap. 3. . (2) En Alejandria aparecié la escuela ecléctica , cuyos filésofos ‘escogie- ron lo mejor de las demas escuclas, aunque este sistema los Ilevaba al sin- cretismo, que es la fusion conciliadora de varios sistemas. Sin embargo, buscaban la verdad donde quiera.que pudiese aparecer, y por esta causa examinaron la filosofia cristiana ; lograndose la conversion de los eclécticos mas eminentes. 20 INTRODUCCION. tas de que se venian ocupando los fildsofos, y con sorpresa de estos sabios, declaré erréneas y condené hipétesis univer- salmente aceptadas como incuestionables. La filosofia griega se consideré amenazada de inevitable Tuina , sin que todos los esfuerzos de los Gnésticos pudieran salvarla de su decadencia, pues era imposible avenir la moral de Jesucristo con el sensualismo de la idolatria. Quisieron los filésofos paganos resolver cuestiones importantes con el des- acierto que habian empleado para explicar la naturaleza di- vina y el origen de los séres ; pero veian que una escuela nue- va y desconocida hasta enténces lo aclaraba todo de un modo satisfactorio , aunque destruyendo sus viejas creencias. Entre las utopias é indecisiones de la filosofia griega , quiso inter- venir la Gnosis con su fantastico sistema, que ya hemos dicho presenté como una avenencia entre la verdad y la mentira. Pretendia realizar dicha concordia por medio de un sincretis- mo en que todas las dogmaticas, y dun creencias muy con- tradictorias, eran acogidas igualmente. Los modernos deistas profesan el mismo error , suponiendo agradables al Sér Supre- mo todas las formulas con que se le rinda culto. Hemos indicado los tres sistemas filoséficos que en la épo- ca primera de nuestra Iglesia disputaron, y entre los cuales unicamente el cristianismo presenté esas condiciones de gran- deza y sublimidad que revelan su origen divino ; caractéres de que carecian sus antagonistas el paganismo y gnosticismo. Inutil es para nuestro plan el ocuparnos de la filosofia griega; pero la Gnosis bien merece que indiquemos algunos princi- pios de su dogmatica, gérmen de tantas herejias. Concretaré- mos, sin embargo, nuestro recuerdo 4 determinadas bases de una doctrina que tuvo el orgulloso empeiio de conciliar la moral de Jesucristo con el paganismo, no atreviéndonos 4 re- producir el confuso relato de todo un sistema teologico, com- puesto de hipétesis fantasticas , para resolver problemas, que Dios ha reservado del conocimiento humano. Tampoco ocupa- rémos la atencion de nuestros lectores con asuntos que le ale- jen del objeto de este libro; pero necesario es decir que no to~ dofué original en el Gnosticismo. Estos pensadores tomaron su teoria sobre la generacion divina de la teogonta egipcia, en la - cual y en la mitologia griega hallaron el modelo de su plero- mo: de los persas aprendieron los ¢res érdenes de inteligencias; CAP. I,— LAS HEREJIAS, 21 de Pitagoras, la década; de Sanconiaton, las emanaciones y si- zigias, y de Platon, el mundo intelectual, las ideas tipos y los genios protectores. Conocieron los Gnoésticos un Dios, que por ilimitadas series de manifestaciones se multiplica de un modo infinito, y has- ta el punto que no puede comprender la humana inteligencia : un Dios que absorbe en su esencia los séres de la creacion, modificados conforme 4 su destino respectivo: una doble serie de manifestaciones, y séres desemejantes entre si, aunque de- rivados de igual causa; y supusieron que esta manifestacion de las divinas perfecciones creé los mundos intelectuales, por el acto que descubrié lo que ocultaba el pleromo. Las emana- ciones 4 que dicho acto did vida, formaron los fantasticos eo- nes: sustancias desprendidas de la divinidad , que 4 pesar de su origen no todas son igualmente perfegtas, porque dismi- nuye su bondad la distancia que va separdndolas de su prin= cipio; deduciendo por fin que esta diversa condicion de los eones causd entre ellos lamentable desconcierto y su caida, de donde proyjno la necesidad de una regeneracion que resta- bleciera la armonia perdida en el pleromo. Ademis de este mundo puramente intelectual, cred la Gnosis una region intermedia correspondiente al mundo que habitamos, en queaparece algun gérmen de la divina esencia, subordinado y bajo el influjo de las pasiones humanas; y por consiguiente, conserv6 los errados principios de la mitologia griega. Queriendo ademas dichos fildsofos resolver las dos cuestiones importantes sobre la creacion de‘la materia por obra de un Sér sobrenatural, y la mezcla del bien y del mal, gue hallamos en este mundo inferior, expusieron una larga serie de hipotesis arbitrarias y desconcertadas, que han originado muchos errores , tanto en el érden moral , como en el politi- co. Estos son los principios con que los Gnéstitos formaron su teologia, en la cual tuvo cabida cierto panteismo (1), en- (1) Quinientos cuarenta aiios Antes de Jesucristo enseiié Xenofanes dicha doctrina , naciendo su error de haber exagerado la idea de la unidad , que le obcecé hasta el puntode creer que todas las cosas constituian a Dios uno, eterno é inmutable. Este filésofo crey6é que en la unidad se refundia ‘todo; y concibié la idea.de un Sér, del cual slo eran manifestaciones las formas corporeas. Teoria, que tomé Xenofanes de la escuela Pitagérica, la cual explicé aquella grande unidad productora del mundo, como un solo cen- junto de unidades subalternan. 22 INTRODUCCION. Sefiando que la divina esencia absorbe 4 todos los séres de la creacion, aunque diversamente modificados para llenar las condiciones de su destino respectivo. Y no satisfechos con ta- les desaciertos, asimismo adoptaron elantiguo sistema de Zo- roastro sobre la coexistencia de dos séres eternos, uno bueno y otro malo, pretendiendo explicar con esta teoria los efec- tos del bien y del mal que observamos en el mundo (1). Pres- cindieron de la ensefianza mosaica, que revelada por Dios, perfectamente explica dichas cuestiones; olvidaron la dege- neraciou humana por causa de la culpa original , negando nuestro admirable dogma del libre albedrio, para crear un laberinto de utopias contradictorias y absurdas , en que pere- cid la santa libertad humana. De sus mundosintelectuales la Enoia, Década, Duodéca- da, y demas categarias, side este modo puede llamarse el fantastico desconcierto de la Gnosis, se desciende 4 una serie de especulacionesnoménos arbitrarias, que concluyen hacien- do al hombre impotente para evitar la culpa, pues le suponen esclavo del Ser malo unido 4 su alma, todo el tiempo que tar- da el ser bueno en arrojarlo de ella: y estableciendo este prin- cipio, no puede negarse 4 los mortales un derecho para eje- cutar el mal: de donde se deduce que son altamente injustas y arbitrarias las leyes que castigan al culpable precipitado en el crimen, por cl irresistible impulso que recibe de algun sér malo apoderado de su voluntad , y de cuyo dominio no puede librarle el principio bueno. Con semejante sistema, y la ‘clasificacion del hombre en perfecto, perverso, é& indeciso entre el bien y el mal , pierden su valor intrinseco las accio- nes humanas, y se destruye nuestro libre albedrio. Llamaban pnewmiticos & los hombres perfectds que por esta cualidad debian volver al pleromo, estado de completa dicha, consis- tente en la plenitud de Ja ‘inteligencia. A los hombres indeci- (1) En la filosofia persa florecié Zoroastro , setecientos atios antes de Je- sucristo. Reconocié dicho sabio wn Ser supremo, de cuyo seno salieron Ormuzd, principio bueno, y Ahriman, principio malo. El primero produjo infinitos genios buenos, como el segundo produjo infinitos genios malos. Entre unos y otros, que son duefios del mundo, hay lucha permanente en el érden fisico y moral, pelea que terminara triunfando el principio bueno. Asi, pues, la filosofia persa reconocié un dualismo . adoptado despues 4 su manera por los Gndsticos, y ampliado més tarde en 1a ensefanza de Manes. CAP, I.—-LAS HEREJIAS, 23 sos entre el bien y el mal llamaron psdguicos: éstos inicamen— te podian elevarse hasta el demiurgo, que es la ultima emana- cion del pleromo. Aquel es un estado ménos claro de la inteligencia, y por consiguiente ménos feliz. Los hombres perversos, llamados ulicos, viven esclavos de la materia, 6 sér malo,‘que los somete al mundo inferior. Produce ademds dicho sistema injusta servidumbre, porque la suposicion de un doble origen, y desigual clasificacion de los séres racio~ nales, ocasiona dicha consecuencia: légica deduccion, admi- tiendo hombres superiores dominados por el principio bueno, é inferiores, que son esclavos del espiritu maligno. Los Gnésticos , como el moderno comunismo, negaron el derecho de propiedad, y sélo formalizaban el matrimonio por un contrato civil, que garantizase miituamente las obligacio- nes y derechos de ambas partes y de sus jijos con la fuerza le~ + gal. Aquellos sectarios, combatiendo el matrimonio como sa- cramento, y la desigualdad de fortunas , quisiéron consolidar la libertad humana: pero sus impremeditadas teorias relajaron los vinculos de familia, que unicamente la Iglesia consolida y santifica; y dividiendo al género humano en categorias , sa~ crificaron la igualdad, concediendo 4 la clase afortunada privilegios que negaron 4 los desgraciados. ;Cuin diversa es doctrina semejante de la santa igualdad del Evangelio, que 4todoslos hombres equipara, y 4 todos hace hermanos como descendientes de un padre comun, y concediéndoles li~ cbre albedrio para que respondan de sus actos, no les somete 4 influencias superiores, antes bien, conserva en ellos abso~ luta libertad! - Dividigse la Gnosis en escuelas numerosas , con especial sistema cada una, su disciplina, gerarquia sacerdotal y ritos; pero las: sectas principales profesaron las teorias que hoy lla~ mamos panteistas y dualistas. El primer sistema merecié ser. despreciado por los sabios, y completo olvido cuando se de~ mostré lo absurdo de una sustancia universal. El dualismo, . como dejamos dicho, supone la existencia de dos principios: uno bueno, que és Dios, y otro malo, que es el demonio. Segun esta enseilanza, el hombre no dirige sus acciones, supuesto que obra bajo la irresistible influencia de un doble principio. La.escuela del dualismorecibié en el siglo III de la Iglesia importante desarrollo; porque Manes, HamAndose paracleto, 24 INTRODUCCION. prometié justificar dicha ensefianza con milagros: y aunque éstos no llegaron 4 verificarse, y pagé con su vida promesas temerarias (1), hubo sin embargo gentes depravadas que, ne- cesitando disculpar la inmoralidad de su conducta, aceptaron una doctrina con que hacerse irresponsables de toda culpa; suponiendo que la voluntad humana se halla bajo Ja irresisti- ble fuerza del principio malo , cuando éste vence al principio bueno, y en su perpétua lucha consigue dominarle. La doble presion que ejercen sobre nuestra desdichada humanidad el sér bueno y el malo, Dios y la materia 6 Satands , no pueden librarla de miserable vasallaje. Segun esta doctrina tan ab- surda, hdcese imposible la libertad humana, y el hombre queda convertido en verdadero automata, que podra distin- guirse de los irracionales, sélo por la combinacion mas per- - fecta de su mecanismo, resultando tan irresponsable de sus acciones como los brutes. Los maniqueos no supieron expli- car la existencia del bien y de] mal que vemos por todas partes: cuestion mal entendida, igualmente por los Gnésti- cos, que fueron 4 buscar sus solnciones en la filosofia persa (2). Repetimos que unos y otros olvidaron la explicacion cristia- na, fundada en la primitiva degradacion del hombre por su culpa original, y en el admirable dogma del libre albedrio concedido 4 los séres racionales, y necesario para la mani- festacion de una justicia eterna. Dios, que no podia permitir la ruina de su Iglesia, suscité en San Agustinel enemigo mds formidable del maniqueis- mo, cuyos errores combatié, probando evidentemente la unidad divina. En aquella lucha del saber y la virtud contra Ja depravacion humana, sancionada por unas ensefianzas que habia propagado el impio Manes, qued6 esta soez y odiosa herejia completamente en silencio, enmudeciendo sus defen- (1) Corria el siglo Ill de lalglesia, y estaba muy reciente el recuerdo de los prodigios obrados por nuestro divino Redentor. Manes quiso repra- ducirlos , curando al hijo de Sapor, rey de Persia de una mortal dolencia | que padecia creyé el hereje que podria reproducir un milagro tantas ve- ces ejecutado por Jesucristo y sus Apéstoles: mas el enfermo se murié en manos del impostor, que fué desollado vivo, y su carne arrojada 4 los ‘perros. (2) En el libro sagrado de Zend-Avesta, que se atribuye 4 Zoroastro, don- de este filésofo consigné sus teorias dogmaticas , fundadas en el dualismo, CAP, I.—LAS HEREJIAS. a) sores durante muchos afios. En otro lugar volyerémos 4 ocu- parnos de los desérdenes sociales que estos se¢tarios , modi- ficandose de maneras diferentes, extendieron en el: siglo XII por Francia, Italia y Alemania, ocasionando la necesidad de crear tribunales, que unicamente se ocuparan de contener horribles atentados contra la independencia y libertad de los pueblos fieles 4 su religion. Fué, pues, imposible, transigir con el Gnosticismo y sus proyectos de avenencia, para concordar 4 los dialécticos, gen- tiles y cristianos: porque la Iglesia jamés transige con el error, y las teorias gnésticas entrafiaban equivocaciones mas trascendentales, y una dogmatica mas contradictoria y re- pugnante que la mitologia griega, y demas creencias profe- sadas por el paganismo en Persia, Egipto y en otras naciones idélatras del mundo. Con sus pretendidas ‘avenencias y pro-, yecto de creencia universal, esparcieron los Gnésticos la se- milla funesta de perpétuas herejias, que desapareciendo para volver 4 presentarse, fueron esencialmente el dualismo y panteismo. En escollo peligroso naufraga el hombre mi- serable, cuando sdlo por las hipdtesis aventuradas de una filo- sofia incierta, pretende atrevido registrar abismos insonda- bles, arcanos que Dios se ha reservado. Todo cuanto se ha escrito y se escriba sobre los dogmas de nuestra santa fe ca— télica, es incierto y expuesto 4 error, fuera del criterio de la Iglesia, manifestado en las obras de los Santos Padres , Con- cilios y declaraciones pontificias, Asi, pues, resulta grande -incertidumbre y vaguedad en los modernos escritos panteis- tas como en el dualismo. El error primero destruye la perfec— ta idea de Dios, la nocion exacta del Ente Supremo, que no puede descomponerse por las emanaciones, ni es posible ani- quile Ja unidad de su esencia, fracciondndose en tantas partes como cuerpos existen ‘sobre el universo. La coexistencia de los dos principios no puede concebirse sin destruir la unidad divina: y se incurre en igual absurdo, atribayendo 4 la ma- teria facultad para ejecutar el mal, es decir, un poder inde- pendiente de su Creador.. Este principio no se puede consti- tuir filosoficamente en el Ser Supremo ni en la materia, si ha de salvarse el atributo de la unidad esencial, sin el cual es imposible exista Dios. Ni tampoco se puede concertar la no-~ cion de un Ser Supremo, perfecto é invariable , con la nocion 26 + INTRODUCCION. de la materia investida de caractéres propios, variables, divisibles y accidentales. El dualismo y panteismo carecen de pruebas, y sin embargo, han logrado extraviar 4 muchos hombres alucinados por una condescendencia moral, antitesis de la pureza y severidad cristiana. Hemos brevemente expuesto las doctrinas gndsticas , que nos sugieren motivo para tristes reflexiones sobre los mo- dernos errores fundados en el dualismo, y en aquel género de panteismo reproducido, corregido y aumentado por los im- pios alemanes (1). En las teorias absurdas que se hanexpuesto existia el comunismo desarrollado en el siglo XII, que hizo necesarios los tribunales del Santo Oficio para conservar no solamente Ja pureza de nuestra santa fe, sino el reposo publi- 0; porque los herejes siempre han querido ejercer una in- fluencia funesta sobre la politica y costumbres populares. El error filoséfico moderno se ha preparado en las sextas, constituyendo sus teorias en evidente hostilidad con la dog- matica y moral cristianas , y vino despues un escolasticismo erréneo & fortalecer esta dpinion. Ciertas*doctrinas de tan si- til filosofia fueron mal interpretadas, volviendo 4 resucitar " la Gnosis y otros errores; porque un realismd exagerado pre- cipitd 4 sus defensores en los olvidados sistemas panteistas, y cl nominalismo eleyando nuestra razon sobre la fe, repro~ dujo las escuelas racionalistas de la filosofia griega (2). Y aunque sobre este asunto nos proponemos ocupar algu- nas paginas, recordarémos, sin embargo, queenténces hubosu justo medio. Una combinacion de ambos sistemas quiso fu- sionarlos con modificaciones que produjeron’ 4 los lamados Cornificianos, pero estos cayeron en el escepticismo por las dudas. de que fueron victimas, consecuencia natural de su (1) Errores que atribuimos 4 un liberalismo impio en razon 4 la juris- prudencia creada por sus hombresen las naciones que gobiernan. . (2) -La escuela JSnica fue sensualista. porque todo lo refirié 4 los senti- dos. En contraposicion Parmenides se incliné al racionalismo, diciendo que el testimonio de los sentidos no puede ser cjerto, hasta que lo examine Ja razon: que ésta se ocupa slo de lo necesario. y aquéllos de lo contingea- te: en su consecuencia, que el juez legitimo de la verdad es fa razon mas que los sentidos , pues suelen éstos engaiiarse y aquélla né.... Sin embar- go su razon engané 4 Parmenides , cuando aseguré que el conocimiento era idéntico con el objeto conocido, dando motivo 4 la duda universal, CAP. I. —LAS HEREJIAS. 27 pretendida transaccion (1). De igual manera en los tiempos modernos ha surgido un sistema conciliador, que dispensa grandes concesiones y tolerancia deplorable a los hechos con- sumados: Doctrinarismo escéptico en religion, que sanciona indiferente las teorias del error. Intervino la potestad supre~ ma de la Iglesia atajando ei desarrollo de tan mortifera en— sefianza en que diezy nuevesiglos de herejias han condensado su veneno. El panteismo sin disfraz, el naturalismo y raciona- lismo absoluto, los racionalistas moderados indiferentes, la- titudinarios, el socialismo y comunismo, son las diferentes fases que presenta el error filosdéfico moderns, protegido por la falsa nocion que hoy dirige 4 los poderes pitblicos. Las apli- caciones de esta comunioa politica sobre el derecho que ha Constituido en lo relativo 4 la libertad humana y 4 la sociedad civil considerada en si misma, y por sus relaciones con la iglesia catdlica, han exigido terminante condenacion: exten- dida necesariamente 4 una doctrina errénea sobre la moral natural y la cristiana, que ha producido la jurisprudencia mis absurda acerca del’ mutrimonio, libertad de cultos, el libre (4) Sentados por Parmenides los fundamentos del eseepticismo, vino Zenon desenvolver esta doctrina; porque sus exigencias sobre el valor de, larazon le hicieron’ negar absolutamente el de nuestros sentidos , conside- rando 4la experiencia como contraria 4 la razun. Asi es que Parmenides sélo admitia verdades retativas negando las absolutas , y como este filiso- fo no fué sensualista , sélo concedié al hombre sensaciones contingentes y variables ; de suerte que este principio fué el fundamento de su escepticis- Mo, porque si las sensaciones son la tinica hase de la certeza, probando que aquellas son contingentes, nos privamos del principio de necesidad. La carencia de verdades absolutas nos conduce a la falsedad. porque si aquellas son aparentes, debera ésta ser absoluta, supuesto que noes la verdad, sino una apariencia de verdad. Platon dando razones para todo en pro y en contra. sin manifestar su preferencia, alenté al escepticismo que los Pirrénicos desenvolvieronde una manera deplorable. Encarecian estos filésofos la importancia de la virtud, y el deber de practicarla, prescindiendo de investigaciones que no podian darnos conocimiento de Ia verdad. Negaban toda verdad olvidando que sin verdad absoluta no hay moral, y que la virtud es una verdad absoluta. La verdad es eterna en cuanto se funda en Dios, no lo sera considerada exclusivamente en nuestro entendimiento. Hay verdad eterna, porque existe un entendimiento eterno... inteligencia divina en que se incluye la representacion inteligible de todas las cosas, tanto de las pasadas, presen- tes y futuras, como de las que no han existido; existen ni existiran. 28 INTRODUCCION. examen, los derechos de la Iglesia en sus relaciones con el Estado, facultad de asociacion, jurisdiccion temporal de la Santa Sede, y concesiones otorgadas 4 la imprenta respetan- do su publicidad mds depravada. Es indudable que ei libera- lismo se ha excedido consignando en sus cédigos, doctrinas opuestas 4 la santa fe catélica; y por desgracia es igualmen- te cierto que sus escritores precipitan 4 los pueblos en el ra- cionalismo, enseiidndoles que debe negarse toda accion de Dios sobre los hombres. Que la razon humana, sin atender 4 Dios ab- solutamente para nada, es arbitra de lo verdadero y delo fal- so, de lo bueno y de lo malo, es ley de si misma, y por sus fuer- zas naturales puede crear el bien de los hombres y de los pue- blos. Que todaslas verdades dela religion se derivan de la fuer- zanativa de larazon humana, y de aqui se deduce quela razon es regla soberana, por la cual pueden y deben los hombres.al- canzar el conocimiento de todas las verdades de cualquiera clase que sean (1). ¥ como un error produce otros mayores, la Santa Sede ha condenado la ‘siguiente proposicion , que con- signamos para desengaiio de cuantos conserven algunas ilu- siones sobre el catolicismo de cierta escuela politica... No existe sér divino alguno, supremo sapientisimo y providentisimo distinto de esta wniversalidad de las costs: y Dios es lo mismo que la naturaleza de las cosas, y por lo tanto sujeto 4 transfor- maciones; y Dios realmente se forma en el hombre y en el mundo, y todas las cosas son Dios , y tienen la misma sustancia de Dios: y Dios os una y misma cosa con el mundo, y en consecuencia eb esptritu esta confundido con la materia, la necesidad con la li- bertad, el bien con el mal, y lo justo con lo injusto (2). Escrito- (1) Traduccion autorizada de las siguientes proposiciones condenadas en varias alocuciones y enciclicas de la Santa Sede, que consigna el Sy- Uabus: : 2.* Neganda est omnis Dei actio in homines et mundum. 3.° | Humana ratio ,nullo prorsus Dei respectu habito, unicus est veri et falsi, boni et mali arbiter, sibi ipsi est lex, et naturalibus suis viribus ad hominum ac populorum bonum curandum sufficit. 4." Omnes religionis veritates ex nativa humane rationis vi derivant: hins ratio est princeps norma, qua homo cognitionem omnium eujuscumque generis veritatum assequi possit ac debeat. (2) Doctrina condenada en la alocucion Mazima quidem... 9 de Junio de 1862. . Proposicion 1." Nulluns supremum sapientissimum, providentissimumque CAP. I. — LAS HEREJIAS. 29 res que profesan tan inexacta idea de Dios, no parece extra- fio formularen otros gravisimos errores. Mas notable es su adopcion por la politica que hoy dirige el destino de mu- chos pueblos con el criteriode un liberalismo anticatdlico, que es el conjunto de grandes herejias. Esta moderna secta - condensa sus opiniones religiosas en las ochenta proposicio- nes que la Santa Sede condens, y como seria muy largo re- producir todas las contenidas en el Syllabus, recordarémos algunas que desengaiien 4 quien todavia pretenda avenencias imposibles para les catélicos. Enséiiase 4 los pueblos, que todo hombre es libre para abrazar y profesar la religion que §uzgue verdadera por la luz de su razon, pues lox hombres, sea cualquiera la religion que practiquen , pueden hallar en ella el camino desu dicha y alcanzar la vida eterna. Por lo mismo aseguran que debe tenetse esperanzas fundadas en la salvacion de los que no estan dentro de la verdadera Igle-~ sia de Cristo (1). Tales son los fundamentos con que los mo- dernos sectarios han creado esa libertad de cultos, que van estableciendo inexorablemente por todas las naciones some- tidas 4 su influencia. Y de igual manera ordenanel matrimo- nio civil, despues de haber dicho 4 los pueblos que no existen pruebas para demostrar que Jesucristo elevé el matrimonio 4 la dignidad de sacramento. Que el sacramento del matri- monio s6lo es un accesorio del contrato, y puede separarse- le: y el sacramento no consiste mis que enla bendicion nupcial: que el vinculo del matrimonio no es indisoluble por derecho natural, y en ciertos y determinados casos la potes- tad civil puede sancionar el divorcio propiamente dicho. Que Numen divinum ezistit ab hac rerum universitate distinctum, et Deus idem est ac rerum natura, et idcirco immutationibus obnowius, Deusque reapse fit in homine et mundo , atque omnia Deus sunt, et ipsissimam Dei habent subs- tantiam : ac una eademque res est Deus cum mundo, et proinde spiritus, cum materia , necessitas cum libertate, verum cum falso, bonumcum malo . et justum cum injusto. (1) Prop. 13. Liberum cuique homini est eam amplecti ac profitert re- ligionem, quam rationis lumine quis ductus veram putaverit. 16. Hominem in cujusvis religionis cultu viam wterne salutis reperire, e@ternamque salutes assequi possunt. 47. Salutem bene sperandum est de eterna ilorum omnium salute: qui in vera Christi Ecclesia nequaquam versantur. 30 INTRODUCCION. la Iglesia no tiene potestad para establecer impedimentos di- rimentes del matrimonio, antes bien dicha potestad compete al poder civil, 4 quien igualmente pertenece abolir los impe- dimentos que hoy existen. Y por ultimo, que puede existir entre los cristianos, en virtud de contrato civil, un matrimo- nio propiamente dicho: siendo falso que elcontrato del matri- monio entre cristianos sea siempre un sacramento, 6 que este contrato sea nulo si de él se excluye el sacramento. Per- fecciona su doctrina la secta moderna , negando 4 la religion catdlica el derecho de ser considerada como la iinica y exclu- siva del Estado: elogia con efusion 4 los gobiernos que per- miten el ejercicio publico de cultos reprobados , y niega qua semejante libertad precipite mas ficilmente 4 los pueblos en la depravacion moral , y propague el indiferentismo religio- so (1). Por estos y otros gravisimos errores , nuestro santo pontifice Pio IX ha declarado , que no puede ni debe reconci- liarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la civiliza- (1) Prop. 63. Nulla ratione ferri potest, Christum evexisse matrimo- nium ad dignitatem sacramenti. 66. Matrimonii sacramentum non est nisi quid contractui ,accessorium ab coque separabile, ipsumque sacramentum in una tantum nuptiali be- nedictione situm est. 67. Jure nature matrimonii vinculum non est indissolubile, et in variis casitus divortium proprie diclum auctoritale civili sanciri potest. 68. Ecclesia non habet potestatem impedimenta matrimonium dirimentia inducendi, sed ca potestas civili auctoritate competit, a qua impedimenta ecistentia tollenda surit. ‘73. Vi contractus mere civilis potest inter christianos constare veri no- minis matrimonium; falsumque est, aut contractum matrimonii inter chris- fianos semper esse sacramentum, aut nullum esse contractum si sacramen- tum excludatur. "7. late hac nostra non amplius expedit , religionem catholicam hae beri tamquam unicam Status religionem, ceteris quibuscumque cultibus exclusis. 78. Hine laudabititer in quibusdam catholici nominis regionibus lege caulum est, ut hominibus illuc immigrantisus liceat publicum propii cu- jusque cultus exercitium habere. 19. Enimvero falsum est, civilem cujusque cultus libertatem, itemque plenam potestatem omnibus atributam quaslibet opiniones cogitationesque palam publiceque manifestandi conducere ad populorum mores , animos- que facilius corrumpendos ac indifferentismi peste propagandam. CAP. 1, —LAS HEREJIAS. 31 cion moderna, condenando en su alocucion, 18 de Marzo de 1861, la siguiente proposicion atirmativa, que es la ochen- tadel Syllabus: Romanus Pontifex potest ac debet cumprogressu, cum liberalismo, et cum recenti civilitate sese reconciliare et componere : sin que por esta declaracion se entienda que la Iglesia rechaza ‘el progreso bien comprendido, la civiliza- cion verdadem y la verdadera libertad.) Mas un partido impio se apoderé de dichos nombres para disfrazar sus pla- . nes anticatdlicos, y engafiar 4 los pueblos con frases tan seductoras , bajo las cuales encubre el conjunto de here- jias que constituyen su doctrina y propaga por el mundo impunemente. Siempre los herejes han ocasionado trastor— nos sociales que la Santa Sede cortd creando la Inquisi-~ cion. Igualmente las modernas sectas reproducen dichas perturbaciones, pero el remedio es hoy mis dificil; pues la abolicion de los referidos tribunales , y la proteccion_poli- ti¢a que goza la herejia, facilitan medios de propaganda 4 los nuevos maniqueos , panteistas, racionalistas y escépticos, para crear el monstruo del comunismo, que amenaza destruir el progreso cientifico, las artes y adelantos de nuestra socie- dad con sus utopias desconcertadas. " Aquellos dialécticos, que en otros tiempos combatian la certeza catdlica por un racionalismo exagerado, los que se precipitaron ciegamente en el dualismo y panteismo, 4 causa de sus ensueiios filosdficos , y cuantos buscando medios de avenencia entre discordantes opiniones, crearon el escepti- scismo, tal vez no juzgaban que un dia sus doctrinas pudieran ofrecer riesgos inminentes para la sociedad, hoy en peligro do retroceder dsu barbarie primitiva. Nadie puede justificar fa creacion del Santo Oficio mejor que los herejes, siendo un he- cho; historico las revoluciones suscitadas por su maldad 6 fa- natismo. Aquellos hombres perversos no se contentaron dis- putando pacificamente sobre puntos doctrinales , pues huian de los campos serenos de la discusion , buscando en el desér- den de los motines populares, en el fragor de las batallas, 6 en las intrigas diplomaticas , medios de i imponer su autoridad despotica y reruel. Tndudablemente no censurarén hoy al San- to Oficio los hombres victimas de un pueblo sin creencias re- ligiosas , que ven su honra violada, el incendio destruyendo la mansion pacifica de sus familias, y 4 turbas de fanaticos 32 INTRODUCCION. aniquilando la riqueza publica y las glorias del arte en los campos, fabricas, palacios é iglesias, incendiadas por los sectarios del comunismo, enemigo del verdadero progreso, de la verdadera civilizacion y de la verdadera libertad. Ni se censurarian los rigores de la Inquisicign contra esa ob- cecada 6 ignorante turba de escritores ateos, que la pren- sa periddica de Espafia viene exhibiendo haco@algynos afios, con desdoro de su cultura y pérdida de los sentimientos religiosos. CAPITULO II. e LAS HEREJIAS. Sufgen nuevos errores sobre la naturaleza, de Jesucristo, la Santisima Trinidad, gracia, etc.—Las discusiones forman una teologia.—La me- tafisica.—El escolasticismo y sus dos escuelas principales , el nominalis- mo y el realismo.—Ordena San Anselmo la metafisica escolastica y teolo- gia natural.—Sus explicaciones sobre el racionalismo.—Pedro Abailardo. —Cautela de la Iglesia para la calificacion de herejias. — La Inquisicion observ6 en sus juicios iguales precauciones. ontivuaron los dialécticos sus temerarias invasio- nes por el terreno vedado 4 la humana inteligen- cia, y semejante empeiio produjo errores gravisi- mos sobre la naturaleza de Jesucristo, y el misterio de Ja Santisima Trinidad. Los Santos Padres de aquel tiempo refutaron 4 Sabelio y Paulo Samosa- %\ teno, condenando sus opiniones temerarias los Pa- }, pas San Dionisio y San Félix, y un concilio pro- vincial reunido en Antioquia. Celebréronse igual- mente concilios en Africa y Roma contra Feliciand, Novaciano y los dos Obispos espaiioles de Mérida y Astorga. Impugnando el dogma de la Santisi- ma Trinidad, se presenté en el siglo IV una secta nueva, cuyos errores debian ocasionar grandes perturbaciones y trastornos 4 laIglesia por espacio de tres- cientos aiios. El Concilio 1.° general condené dicha herejia, despues de oir al ambicioso Arrio y de verlo vencido en la discusion que sostuvo' con San Atanasio. Pelagio, Nes- torio y Eutiques acumularon nuevos sofismas contra la ne- cesidad dela gracia divina, pecado original, persona y na- turaleza de Jesucristo: y se lNegé disputando hasta el si- 3 TOMO I. 32 INTRODUCCION. aniquilando la riqueza publica y las glorias del arte en los campos, fabricas, palacios é iglesias, incendiadas por los sectarios del comunismo, enemigo del verdadero progreso, de la verdadera civilizacion y de la verdadera libértad. Ni se censurarian los rigores de la Inquisicign contra esa ob- cecada 6 ignorante turba de escritores ateos, que la pren- sa periddica de Espafia viene exhibiendo hace®algynos afios, con desdoro de su cultura y pérdida de los sentimientos religiosos. CAPITULO II. ' LAS HEREJ{AS. Sutgen nuevos errores sobre la naturaleza,de Jesucristo, la Santisima Trinidad, gracia, etc.—Las discusiones forman una teologia.—La me- tafisica.—El escolasticismo y sus dos escuelas principales , el neminalis- mo y el realismo.—Ordena San Anselmo la metafisica escolastica y teolo- gia natural.—Sus explicaciones sobre el racionalismo.—Pedro Abailardo. —Cautela de la Iglesia para la calificacion de herejias. — La Inquisicion observé en sus juicios iguales precauciones. oxtinuaRoy los dialécticos sus temerarias invasio- nes por el terreno vedado 4 la humana inteligen- cia, y semejante empefio produjo errores gravisi- mos sobre la naturaleza de Jesucristo, y el misterio de la Santisima Trinidad. Los Santos Padres de aquel tiempo refutaron 4 Sabelio y Paulo Samosa- teno, condenando sus opiniones temerarias los Pa- yy pas San Dionisio y San Félix, y un concilio pro- A vincial reunido en Antioquia. Celebraronse igual- mente concilios en Africa y Roma contra Feliciand, Novaciano y los dos Obispos espafioles de Mérida y Astorga. Impugnando el dogma de la Santisi- ma Trinidad, se presenté en el siglo IV una secta nueva, cuyos errores debian ocasionar grandes perturbaciones y trastornos 4 lalglesia por espacio de tres- cientos ailos. El Concilio 1.° general condend dicha herejia, despues de oir al ambicioso Arrio y de verlo vencido en la discusion que sostuvo’con San Atanasio. Pelagio, Nes- torio y Eutiques acumularon nuevos sofismas contra la ne- cesidad dela gracia divina, pecado original, persona y na- turaleza de Jesucristo: y se llegé disputando hasta el si- TOMO I. 3 34 . INTRODUCCION. . glo VIII sin faltar de Ja palestra los Jacobitas y Monotelitas, cuyas opiniones habian sido condenadas por diferentes Con- cilios provinciales de Italia, Espaiia y Africa, yen las gene- rales 3.°, 4.°, 5.° y 6.° de Efeso, Calcedonia y Constantinopla. Habiase formado una moral cristiana aplicando los princi- pios evangélicos 4 la resolucion de cuestiones que debian fi- jarse de un modo invariable, sobre la relacion del hombre con su Criador, las pasiones, la conciencia y voluntad humanas. Las disputas sostenidas contra los filosofos del paganismo, los Gnésticos y demas herejes que esta secta iba reproduciendo, motivaron diferentes declaraciones hechas por la Iglesia so- bre la naturaleza, atributos y unidad de Dios; acerca de la Santisima Trinidad, Sacramentos, divinidad de Jesucristo, sus dos naturalezas y dos voluntades; la culpa original , nece- sidad de la gracia para nuestra salvacion, su concordancia’ con el libre albedrio, y sobre la predestinacion : doctrinas con las cuales se formé una teologia. Tajon , obispo de Zaragoza en el sigh) VII, escribid un cuerpo de doctrina (1). San An- selmo Cantuariense compuso un sistema teolégico, y Pedro Lombardo senté los principios generales de este sublime es- tudio, reuniendo muchas sentencias de la Sagrada Escritura y Santos Padres (2). . Era necesario que la metafisica fijara con al criterio cris~ tiano las bases fundamentales de nuestros conocimientos, de Jas ideas universales y séres espirituales, asi como las rela- ciones de nuestra alma con el mundo exterior. Nacid de estos estudios el escolasticismo, cuyos profesores no padieron con- certarse para explicar el valor de la certidumbre tacional, ‘operaciones del entendimiento humano, y origen de las ideas. La ideologia fué el principal punto de discordia, explicando de diverso modo la naturaleza de las ideas adquiridas de una (4) No debemos pasar en silencio que respetables autores conceden 4 Espajia la gloria de haber tenido un prelado en Zaragoza , que escribié un libro de sentencias cuatrocientos afios antes de‘que San Anselmo se diera 4 conocer. Bergier, tomo IX, pag. 430. César Canta, tomo Ill, cap. 26. Lo mismo confirma el P. Florez, en la Clave. Hist., siglo VII. (2) Grande interes mostré la Iglesia por el adelanto de las ciencias natu- rales. En el siglo X, el papa Silvestre II establecié ensefianzas piblicas dé Geografia, Matematicas y Astronomia, construyé una esfera para ensefiar el movimiento planetario , y escribié tratados de Geometria. CAP. Il. —LAS HEREJIAS. 35 uotra forma. Dos fueron las escuelas principales de la filoso- fia escolastica, de cuyas doctrinas brotaron graves herejias. Ensefdbase por unos que no existe objetivo real, sino el par- ticular, y que los universales son puros conceptos del entendi- miento, y otros defendian la sustancialidad real extrinseca de los universales géneros y especies respecto del sujeto y objeto par— ticular. Los defensores del primer sistema crearon el nomina- lismo, y realismo se llamé 4 la opinion contraria, que aceptaba | Ja sustancialidad real de los universales (1). Negando los no- minatistas la existencia real de los géneros y especies , sdlo hallaban realidad en los individuos , cuyas mutuas relaciones desconocian, y exigiendo para aceptar la verdad de las ideas que las adquiera la razon por medio de la experiencia, se fueron (1!) La cuestion no es tan indtil como algunos Suponen. El hombre necesita de los sentidos para adquirir el conocimiento de las cosas; de aqui algunos filésofos creyeron que el pensamiento es una verda-. dera sensacion , aunque transformada, y en este supuesto se cred la escue- Ja sensualista; pero nuestro entendimiento forma ideas de cosas superiores dlasensibilidad , que pertenecen al érden intelectual; y hasta comprende las cosas que pertenecen al érden sensitivo , por razones generales exentas de la facultad sensitiva, tanto’externa como interna: es preciso admitir ideas superiores al érden sensible. Tal es el sistema del idealismo, que se dividié expficando Ja existencia de las ideas puras 6 superiores al érden sensible, creyendo unos que estas ideas eran subsistentes, y producian la realidad de las cosas, y considerandolas otros como formas del entendi- miento. Decian los nominalistas, que de admitir Gnicamente sensaciones, sdlo puede admitirse conocimiento de cosas individuales, y que no existen ideas universales; de este modo el nominalismo era sensualista. y se Jan- zaba ciegamente al escepticismo, por la contingencia y variedad de las sensaciones. Las ideas universales representan la razon general de los objetos.en que . existe verdad. La actividad de nuestro espiritu se eleva sobre los sentidos, y no hay inconveniente en decir que éstos son necesarios para desarrollar aquélla. Las ideas universales no son independientes del entendimiento hu- mano; son formas que le modifican, pero formas imposibles sin el prin pio de donde dimanan todas las verdades... lus infinita que nos ilumina d& todos ,-y que nos ha comunicado con la creacion un destello de inteligencia. Séto en este concepto podra negarse la existencié de los universales , pero reconociendo la verdad necesaria , origen de todas las verdades necesarias. que nos hace conocer lo universal en lo particular, lo necesario en fo con- tingente, como dice Balmes explicando esta cuestion segun hemos in- dicado. 7 7 : 36 ‘ INTRODUCCION.. 4 las tendencids racionalistas de Parménides. Contra el indi- cado sistema decian los realistas que unidas en el hombre sus facultades social é intelectual con su existencia y condicion animal, forman un todo en que existen dichas cualidades per- fectamente distintas aunque unidas; pero si todos los univer- sales concebidos por el entendimiento humano han de existir esencialmente fuera del sujeto, como sostuvieron los defen- -sores deun realismo exagerado, deducirianse formidables con- secuencias panteistas. El nominalismo conduce al escepticis- mo, que es el escollo adonde naufragan los racionalistas, y las exageraciones del realismo traen necesariamente las uto- pias panteistas. La santa Iglesia, sin embargo, no condend el realismo que invoca las pruebas de la fe, al contrario de los nominalistas que entre las verdades de la fe y de larazon, slo aceptaron estas ultimas. Indudablemente un realismo exagerado puede previpitar al filésofo en las herejias, pero el nominalismo fué siempre racionalista. Alarmdronse los sabios catélicos por las consecuencias que podrian deducirse contra los misterios de la fe, tomando 4 la razon por unico criterio de la certeza (1), y escribieron mu- chos voltimenes contra el nominalismo, que se condeno final- mente en el Concilio de Soissons. Expuso S. Anselmo la teo- ria del realismo, fijando una formula cientifica para demos- trar que Ja idea de la unidad légica es la idea dela unidad real, y que esta perfeccion y esta verdad, que esbuena necesariamente, es Dios; y aiiadié importantes servicios 4 la ciencia, institu- yendo la metafisica escolistica y- teologia natural en que se propuso explicar, por medio de la razon, Ja ciencia de las cosas sobrenatwrales (2); y segun el método de S. Agustin, explicd la Trinidad, Encarnacion, libre albedrio, gracia y esencia di- vina. Fitchte ha llevado su locura hasta el extremo de emanci- (1) Ricardo,, monje de S. Victor, explicé cuatro categorias de juicios, a saber : los que proceden de Ja razon, y los que son conformes, superiores 6 contrarios 4 la razou. Los primeros tienen 4 su favor la evidencia demos- trativa ; los segundos s6lo tienen probabilidades, y para los terceros es ne- cesaria la fe: la cuarta categoria se rechaza. No hay dogma catolico quesea contrario 4 la razon, porque ningun dogma de nuestra santa fe es contra- dictorio. Los misterios de la religion son superiores 4 nuestra inteligencia, y pertenecen 4 la tercera categoria. (2) ‘Monologum , sive exemplum meditandi de ratione fidet. CAP. I.—LAS HEREJAS, 37 par nuestra pobre razon humana de la fe, refiriéndose 4 San Anselmo , prueba evidente de que si leyé 4 este escritor, no le ha entendido. El santo Arzobispo de Cantorberi, observan- do una célebre maxima de S. Agustin (1), creyo que la razon imparcialmente dirigida confirma las verdades de la fe, léjos de impugnarlas, y que no es posible comprender aquelloque no se cree; por cuyo motivo exige que acerca de los misterios la Tazon sea dirigida por la fe , como en el drden natural aquélla no se resiste 4 creer fendmenos incomprensibles. Este es el racionalismo de S. Anselmo, que repetimos no ha compren- dido Fitchte. La filosofia escolastica, que principié en el siglo VIII, con- tando entre sus fundadores al célebre Alcuino, llegé hasta Berengario, que afilidndose en la escuela nominalista, impug- no el misterio de la Sagrada Eucaristia, negando la realidad de la transustanciacion. Lanfranco y su discipulo S. Anselmo refutaron 4 Berengario. Otro defensor del nominalismo apare- cid en el siglo XII, hombre que ha dejado romantica celebri- dad por sus, novelescas aventuras. 4 Quién desconoce el nom- bre de Abailardo? Este profesor habia logrado en Paris una popularidad extraordinaria por su brillante ingenio y elocuen- cia seductora. Juntaba en su persona y cardcter todos los atrac- tivos necesarios para ganar la confianza y amistad de sus dis— cipulos; y hasta los episodios y aventuras de una vida que distribuia entre el estudio y los placeres le daban cierta no- vedad extraiia, excitandose el publico interes hacia un sabio cuyos vicios y locuras eran para su existencia frecuente peli- gro deruina. Una pasion satisfecha inconsideradamente, y el castigo cruel y vergonzoso que le impuso cierta familia ultra- jada por su incontinencia, dieron mayor interes al atrevido seductor de la apasionada Eloisa. Afrentado ante aquella so- ciedad tan prodiga de aplausos para su elocuencia, y pesa- roso de un lance que le hacia objeto de burlas 6 de compa- sion , determiné retirarse de la Corte, y fué admitido en la Orden Benedictina ; pero el inconstante filésofo bien pronto se arrepintié de una resolucion dictada por su melancélico despecho, y abandonando la clausura, volvié 4 Paris en bus- ca de pasadas glorias. Las disputas filosdficas le proporciona— (1) Credimus ut cognoscamus. 38 INTRODUCCION. Ton coyuntura en que lucir su ingenio , recuperando su anti- gua popularidad, y proyecté conciliar 4 los nominalistas y realistas con la teoria del conceptualismo, que invent paradi- cho fin (1). Mas volviéronle al nominalismo sus inclinaciones, y en esta escuela su atrevimiento y soberbiale perdieron, por- que deseando explicar filosdficamente el misterio de la Santi- sima Trinidad , cayé en graves errores. Y era natural que se alucinara, despues de haber sentado el falso principio nomina- listade que la fe, cuando no se apoya enlarazon, es sdlo wna opi- nion. Abailardo fué racionalista, y vamos 4 probarlo recordan- do algunos pensamientos suyos. Este soberbio profesor exigia que se le diera la razon de todo, y si bien reconocié que para la humana inteligencia existen limites insuperables, ensefia— ba, sin embargo, gue la ciencia debe ir delante dela fe, 4 la cual no puede acudirse en dsuntos discutibles, y como para el racionalista todo es controvertible, resulta de dicho principio la negacion absoluta de la fe. Afirmaba gue la fe debe apoyar— se enargumentos humanos, y que en toda controversia es defen— dible el pré y el contra. Consiguiente era que semejante racio- nalismo inspirase al filésofo otros errores. Asi es que destru- y6 un principio esencial de la teologia catélica, adoptando los errores de Pelagio sobre la gracia (2). Sostuvo que Jesu- cristo no habia‘ padecido para regenerar la humanidad, sino por unacto-de puro amor, y relajé finalmente la moral, ha~ ciendo depender sdlo de la intencion el valor de nuestras ac- ciones. Abandonindose aquel sectario 4 los placeres de la vi- da, se comprende que buscara una moral de tanta laxitud; pero si ésta pudo acallar los remordimientos de su concien- cia, no le evité las desgracias y descrédito que debia produ- (4) En Ja cual quiso probar que las nociones no eran otra cosa que for- mas de nuestro entendimiento,—Baty. Filos. elem. (2) Entendié Pelagio que el libre albedrio consiste en la facultad abso- luta de eleccion , 6 sea en el perfecto equilibrio de nuestra voluntad entre el bien y el mal; de lo cual dedujo que la necesidad de Ja gracia interior para ejecutar el bien, destruiria la libertad humana. San Agustin deshace dicho argumento diciendo que es falsa la explica- cion pelagiana del libre albedrio , porque despues del pecado se halla la vo- luntad humana mis inclinada 4 lo malo que al bien; y por consiguiente, que para restablecer en ella el equilibrio y restituirla su libre albedrio, es indispensable la gracia. CAP. Il.—LAS HEREJIAS. 39 cirle. El Concilio de Soissous habia condenado tantos errores y extravios en que Abailardo se precipité por vanidad. Conce- didsele otra conferencia en Sens, que pedia con empefio, pero los Padres confirmaron la condenacion primera, y Roma rati- ficé dicha sentencia (1). La Iglesia no pudo emplear mayor tolerancia y lenidad, y S. Bernardo completé la obra ilevan- do al entendimiento del hereje aquellas razones que necesi- taba para su conviccion. Pedro Abailardo reconocié por fin sus extravios, y despues de quemar La Suma de la ciencia sania, que habia compuesto , fué 4 gobernar el monasterio de San- ta Guilda, desde cuya casase trasladé 4 Cluni, ultimo retire de su vida tempestuosa. La santa Iglesia catélica no podia ver indiferente-el abis— mo en que se precipitaba nuestra pobre humanidad rescatada con la sangre de Jesucristo; y debiendo salvarla de inevita- ble ruina, necesité reprimir sus extravios. Mision que Mena con especial cuidado para conservar la pureza de sus dogmas y moral , combatiendo 4 la herejia en las diferentes formulas con que se disfraza: y armonizando siempre la justicia y la ca- ridad, procede con prudencia en estos juicios, clasificando perfectamente los delitos de herejia, segun cierta regula- cion que debemos indicar como prueba del detenimiento usa~ do en causas tan graves. Grande calumnia se comete supo- niendo que la Inquisicion castigé indistintamente 4 los infie~ les y cristianos , 4 los que erraban por ofuscacion intelectual 6 con deliberada voluntad. Asi, pues , aunque debamos repro- ducir esta materia, cuando se exponga el sistema de procedi- mientos, oportuno es principiar la historia del Santo Oficio con el recuerdo de la doctrina que observé para los juicios de herejia , asi como nos ocupamos de las causas que justifican su establecimiento. (2) El Concilio de Soissons se celebré el afio de 1121, y el de Sens en? de Junio de 1140. A este ultimo asistieron el rey Luis . los Condes de Cham- pafia, de Nevers y otros muchos nobles franceses atraidos por la elocuencia de Abailardo; pero este Profesor no pudo contestar las razones con que San Bernardo le refut6. El Concilio condené las doctrinas sin formular sen- tencia contra la persona: mas el sectario apelé 4 Roma, de donde volvié confirmado el acuerdo conciliar , y entonces el Benedictino se retracté y re- tird 4 su Orden ocupaudo en ella puestos honorificos. 40 INTRODUCCION. Exponiendo S. Isidoro la etimologia de la palabra eresis, dice que en su sentido propio equivale 4 secta, cual era por ejemplo a de los Fariseos. Derivase del verbo griego heres- mai (yo elijo); sobre lo cual afiade el Sto. Arzobispo, que los fieles cristianos nada tienen que elegir tocante 4 lo que Dios nos ha revelado, y la Santa Iglesia nos ensefia, sinoabrazar- lo y seguirlo todo absolutamente: siendo rebelde , esto es, he- reje (en el sentido de execracion que desde la primera época del cristianismo se did 4 esta palabra) digno de anatema el que con advertencia y pertinaz voluntad abraza 6 sigue otras creencias contrarias 4 esta infalible autoridad. Significando dicha palabra la idea de division (1), denota un acto contra~ tio 4 la perfecta unidad, que es el cardcter esencial de la Igle- sia, como la divisibilidad es condicion de todas las herejias. Dicho significado ‘etimologico indica la separacion que de nuestra santa fe catélica comete el sectario por up acto li- bérrimo de su voluntad, cuando ésta secunda el que formd su entendimiento. En este caso ambas potencias concurren 4 igual fin, y por consiguiente los herejes, obrando con abso- luta libertad en sus resoluciones, no pueden quejarse razona- blemente, porque la Iglesia, unica poseedora de la verdad, haya querido reprimir errores trascendentales contra el bien comun: errores producidos voluntariamente, 06 por un acto exclusivo del entendimiento, sino por la cooperacion de la voluntad. La definicion de la herejia expresa (2) que ésta nace del entendimiento formando un acto, que es el juicio equivocado, la falsa opinion, al mismo tiempo que nuestra voluntad produce el acto imperado. La herejia es ciertamen- te un acto que forma el entendimiento y la voluntad or- dena (3). Es doctrina indudable que sdlo existe formal herejia cuan- do el entendimiento afirma alguna doctrina contra la santa fe catélica y moral de Jesucristo. La fe no consiste ni depende exclusivamente de la manifestacion externa, pues reclama el (1) Lib. 8. de etim. cap. 3. @) Haresis est sententia contra fidem , in christiano cum pertinacia... un juicio, dictimen 4 opinion que ha formado y pertinazmente defiende algun cristiano. ®@) Actus illicitus ab intellectu, et imperatus a voluntate. CAP. I.—LAS HEREJIAS. 4h asentimiento de nuestra inteligencia (1), y por esta causa las palabras u obras exteriores por si solas no cunstituyen he- rejia formal: y siendo necesario que el entendimiento admita elerror, unicamente podra merecer la calificacion de hereje aquel cristiano que sostenga con pertinacia doctrinas opues- tas 4 los dogmas y moral de la santa Iglesia. Sélo puede lla- marse con propiedad herejes 6 apéstatas, 4 los hombres que combaten 6 reniegan de las doctrinas catdlicas en todo 6 en parte , y profesan las vanas y depravadas teorias de su crite- rio extraviado por el interes, la vanidad 6las pasiones. La he- rejia es una falsa opinion, sostenida pertinazmente por algun cristiano contra las catdlicas verdades: asercion del entendi- miento dudosamente revocada muchas veces. Cuatro circuns- tancias constituyen la herejia: adopcion de una falsa doctri- na renunciando 4 la verdad catdlica; que dicha opinion se forme contra los dogmas 6 declaraciones de la Iglesia sobre la fe 61a moral ; que por esta causa comprenda el hombre su ne- cesaria separacion de la unidad catdélica, y el entendimiento se adhiera pertinazmente a su falsa opinion (2). En estas condiciones aparecen reunidos el error de enten- dimiento con el asenso de 1a voluntad: dos condiciones perte- necen al entendimiento, el error y perversidad; mas otra, que es la pertinacia, nace exclusivamente de la voluntad. La per- tinacia clasifica con exactitud 4 los herejes (3). (1) Quia si confitearis in ore tuo Dominum Jesum et in corde tuo credi- deris quod Deus ilium suscitavit a mortuis, saluus eris... Corde enim credi- tur ad justitiam ; ore autem confessio fit ad salutem. S. Paul. ad Rom. ca- pitulo 10, ver. 9. 10. Omitiendo otras, consignamos las siguientes reglas sobre tan importan- te asunto: Fides non consistit solum in oris confessione, sed precipue in asensu mentis. Intrinseca per extrinseca cognoscuntur. Talis presumitur animus, qualia sunt facta, {2) Algunos autores concretan dichas condiciones del modo siguiente: Haber sido cristiano. Falsa creencia. Voluntad perversa. Pertinacia en dicha opinion falsa. (3) Errare possum , sed hereticus ‘esse nolo, quia errorem meum contra Ecclesiam pertinaciter non defendam. S, Aug. lib. 4. de Trinit. 42 INTRODUCCION. No es hereje quien acepta una opinion ignorando que contradice los dogmas de la Iglesia, y sélo incurrird en he- rejia formal y material cuando ilustrado convenientemente rechace alguna creencia catélica. La ignoranicia no puede dis- culpar 4 los cristianos que disputan contra los dogmas decla- rados por la Iglesia, 6 contra su moral y disciplina. Y no so- lamente se incurre en herejia negando verdades de fe, sino impugnando las decisiones eclesidsticas ; porque nuestra Igle- sia, inspirada por el Espiritu Santo, es infalible, y como maestra de verdad, cuando declara que una doctrina es falsa, no la hace falsa, sino descubre sus errores contra la fe, Sa~ grada Escritura y ensefianza general de los Santos Padres. El haber sido cristiano es circunstancia precisa para la calificacion de hereje; sentencia que no se impone al hom- bre sin bautismo , dun cuando profese doctrinas por las cua— les merezca dicha pena, pues no puede ser arrojado de la Iglesia el que jamds pertenecié 4 ella (1). De aqui nace la di- ferencia que hay entre secta y herejia. La primera es nombre genérico, que comprende 4 infieles y herejes, pero la segun- da sdlo.es aplicable 4 los cristianos. Entre los apéstatas y herejes existe notable diferencia, desventajosa para los primeros, que lo niegan todo, mién- tras que el segundo sdlo niega determinadas doctrinas. El error y la herejia guardan igual proporcion filosdfica que el género y la especie. La herejia siempre es un error, pero no siempre el error es herejia, supuesto que para ésta son pre- cisas las condiciones determinadas que se han expuesto: si faltan, habrd error , pero no herejia. Sin embargo, del error se pasa facilmente a la herejia; porque la vanidad, el interes, 6 el sénsualismo, pierden al cristiano, que muchas veces se obstina en defender por dichas causas doctrinas que la Igle- sia ha condenado; y sabiendo que sus opiniones destruyen la dogmatica cristiana, se atreve 4 sostenerlas, incurriendo en la herejia. Existe , pues, herejia formal y material: puede ‘“incurrirse en la segunda sin voluntad, masel concurso de esta potencia constituye la primera. Um cristiano obstinado en el error cometera delito de herejia formal y material. (1) S. Tom. 2.2. q. 19. art.4. CAP, I, LAS HEREJIAS. 4B Algunos escritores han caido en el error por el modo de explicarse; pero no deben ser calificados como herejes, si pronta y respetuosamente someten sus doctrinas 4 la potes- tad eclesidstica, y las corrigen cuando oyen la voz de sus prelados. Por esta consideracion , la Santa Sede sélo ha ful- minado censuras contra los que adoptaron opiniones declara- das heréticas, y contra los pertinaces en el error. Mas Llo- rente confunde los hechos por no confesar que se tuvo mi- sericordia con Teodoro Critino, iconoclasta ayrepentido, y hubo rigores para Gotescalco, y contra los Maniqueos, sec- tarios de Orleans y otros herejes que cita, sin hacer mencion de su contumacia. Igualmente exigia la imparcialidad de- cir, que si el Santo Oficio castigé 4 ciertus mahometanos y judios , no fué por sus errores teologicos, sino 4 causa de profanaciones, sacrilegios y atropellos cometidos contra nuestras iglesias y conventos, particularmente de religiosas, _ Tesidentes en despoblado. Hay proposiciones esencialmente heréticas sin considera- cion al que las emite, aunque éste no siempre deba reputarse como hereje, y fundan é&ta opinion ciertos autores, diciendo que la verdad doctrinal no depende del crédito del sustentante. Otros escritores , y entre ellos mi angélico maestro Santo Tomas, defienden lo coatrario , diciendo que una proposicion . sera herética, no tanto por si sola, sino con relacion 41a per- sona del sustentante, y lo prueba recordando las condiciones que constituyen la herejia, dos de las cuales son : eleccion de doctrina y pertinacia en defenderla; circunstancias que depen- den de la persona del propagador, supuesto que no pueden existir sin el consentimiento de nuestra voluntad. Interviene esta potencia en la eleccion de doctrina, y de ella exclusiva~ mente nace la pertinacia con que los herejes defienden sus errores. Una doctrina puede ingurrir en especies diversas de infidelidad por causa de su propagador. La infidelidad judai- ca se distingue de la pagana , ambas son diversas de la here- jia, que es la infidelidad cristiana, y por esta causa exigese el haber sido cristiano, como principal condicion para mere- cer el nombre de hereje. Losjudios, iddlatras y mahomete- nos , son infieles relativamente 4 sus creencias, pero no pue~ den merecer el calificativo de herejes; de lo cual se deduce, que una doctrina falsa profesada por cristianos sera heréti- 44 INTRODUCCION, ca, y caso ‘de infidelidad respecto 4 los iddlatras, judios y mahometanos ; y por consiguiente, que las doctrinas falsas no son por si heréticas, sino por la condicion personal de quien las sostiene. Defendié Melchor Cano la opinion de San- to Tomas, considerando la herejia estricta y formalmente, y respecto 4 la contraria, dice: que tomando en cuenta la per- tinacia del hereje, son las doctrinas sdlo una sefial de su fu- nesto error. Una proposicion erronea sobre asunto de fe y moral, esencialmente es herética, porque demuestra de parte del objeto todo lo necesario para que el sujeto sea de- clarado hereje, si pertinazmente se adhiere 4 ella. Conciliando ambas opiniones con la doctrina de Aristéte- les sobre la existencia de lo verdadero y de lo falso, se pre- senta otro dictamen. Nos dice aquel célebre filésofo, que la verdad existe fundamentalmente en la entidad y formalmente en el entendimiento (1): porque no es una cosa cierta siempre que en tal concepto la comprenda nuestro entendimiento, | sino cuando se demuestra como cierta en el mismo ente. Y como la herejia es un error pertinaz contra la santa fe catéli- ca, resulta la concurrencia de la falsa doctrina con el asenti- miento del sustentante demostrado en su pertinacia: es decir, el error coustituido fundamentalmente en la doctrina, y for- malmente en el entendimiento del hereje. El Santo Oficio de la Inquisicion observé una jurispru- dencia fundada en dichas doctrinas, y por esta causa las sen- tencias que dicté declarando haberse cometido culpas contra la fe catélica fueron acertadas. En otro lugar vamos 4 expo- ner su admirable sistema de procedimientos, y alli veran nuestros lectores' la circunspeccion en ellos observada, y pre- cauciones que adoptaron para justificar sus fallos; sentencias siempre revisadas por tribunales superiores, y en Espafia por un Consejo supremo , sin cuya conformidad ni dun los autos de prision podian ejecutarse. Mas dejando este asunto, con- tinuarémos con las causas que crearon la necesidad de di- chos tribunales. (1) Verwm quid esse, solum reperitur tn rebus fundamentaliter, in in- tellectu autem formaliter. CAPITULO Ill. PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA EN LOS SIGLOS XI Y XII. Cuestion sobre las investiduras eclesiasticas.—Se confunde la potestad de los Obispos como seiiores feudales con su jurisdiccion espiritual.—Termi- nase este asunto en Worms. —Cuestion sobre el testamento de la Condesa Matilde.—Pudo esta Princesa disponer de sus bienes feudales y alodiales. —Tropelias y persecuciones de los Fmperadores contra la Santa Sede.— Cismas promovidos por dichos Principes. uso épooas de grandes perturbaciones religiosas en que sufrié ademas la santa Iglesia feroces per- secuciones y padecimientos gravisimos , suscita— dos por monarcas soberbios, que invadiendo la eclesiastica jurisdiccion , pretendieron apropiarse el gobierno espiritual de la grey catélica. Los Em- peradores alemunes , inspirados por su avaricia y despotismo, promovieron cuestionsobre las inves- tiduras eclesidsticas, despojaron.al Papa desus de- rechos 4 la herencia dela piadosisima Condesa Ma- tilde de Toscana, y protegiends 4 los Antipapas, fomentaron cismas lamentables, por motivos de una politica personal, tan egoista como impia y ambiciosa. Con estos asuntos vamos 6 ocupar el capitulo presente y el que sigue, haciendo una breve reseiia de las perturbaciones religiosas y sociales cau- sadas por los herejes, 4 quienes se habia permitido influir en los consejos imperiales. Males gravisimos que hicieron , por ultimo, comprender 4 los monarcas cudn equivocada poli- tica ponia sus coronas 4 punto de perderse, y que sdlo en las observancias de la Iglesia era posible salvar sus pueblos del cataclismo social que les amenazaba. 44 . INTRODUCCION. ca, y caso de infidelidad respecto 4 los iddlatras, judios y mahometanos; y por consiguiente, que las doctrinas falsas no son por si heréticas, sino por la condicion personal de quien las sostiene. Defendié Melchor Cano la opinion de San- to Tomas, considerando la herejia estricta y formalmente, y tespecto 4 la contraria, dice: que tomando en cuenta la per- tinacia del hereje, son las doctrinas sélo una sefial de su fu- nesto error. Una proposicion errénea sobre asunto de fe y moral, esencialmente es herética, porque demuestra de parte del objeto todo lo necesario para que el sujeto sea de- clarado hereje, si pertinazmente se adhiere 4 ella. Conciliando ambas opiniones con la doctrina de Aristote- les sobre la existencia de lo verdadero y de lo falso, se pre- senta otro dictamen. Nos dice aquel célebre filosofo, que la verdad existe fundamentalmente en la entidad y formalmente en el entendimiento (1): porque no es una cosa cierta siempre que en tal concepto la comprenda nuestro entendimiento, | sino cuando se demuestra como cierta en el mismo ente. Y como la herejia es un error pertinaz contra la santa fe catdli- ca, resulta la concurrencia de la falsa doctrina con el asenti- miento del sustentante demostrado en su pertinacia: es decir, el error constituido fundamentalmente en la doctrina, y for- malmente en el entendimiento del hereje. El Santo Oficio de la Inquisicion observé una jurispru- dencia fundada en dichas doctrinas, y por esta‘causa las sen- tencias que dict declarando haberse cometido culpas contra la fe catdélica fueron acertadas. En otro lugar vamos 4 expo- ner su admirable sistema de procedimientos, y alli verdn nuestros lectores’ la circunspeccion en ellos observada, y pre- cauciones que adoptaron para justificar sus fallos; sentencias siempre revisadas por tribunales superiores, y en Espafia por un Consejo supremo , sin cuya conformidad ni dun los autos de prision podian ejecutarse. Mas dejando este asunto, con- tinuarémos con las causas que crearon la necesidad de di- chos tribunales. (1) Verum quid esse, solum reperitur tn rebus fundamentaliter, in in- lellectu autem formaliter. CAPITULO Il. PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA EN LOS SIGLOS XI Y XII. Cuestion sobre las investiduras eclesiasticas.—Se confunde la potestad de los Obispos como sefiores feudales con su jurisdiccion espiritual.—Termi- nase este asunto en Worms. —Cuestion sobre el testamento de la Condesa Matilde.—Pudo esta Princesa disponer de sus bienes feudales y alodiales. —Tropelias y persecuciones de los Fmperadores contra la Santa Sede.— Cismas promovidos por dichos Principes. |. UBO épooas de grandes perturbaciones religiosas ¥ en que sufrié ademas la santa Iglesia feroces per- secuciones y padecimientos gravisimos , suscita— dos por monarcas soberbios, que invadiendo la eclesidstica jurisdiccion , pretendieron apropiarse el gobierno espiritual de la grey catélica. Los Em- peradores alemunes , inspirados por su avaricia y despotismo, promovieron cuestionsobre las inves- tiduras eclesidsticas, despojaron.al Papa desus de- rechos 4 la herencia dela piadosisima Condesa Ma- tilde de Toscana, y protegiende 4 los Antipapas, fomentaron cismas lamentables, por motivos de una politica personal, tan egoista como impia y ambiciosa. Con estos asuntos vamos 6 ocupar el capitulo presente y el que sigue, haciendo una breve reseiia de las perturbaciones religiosas y sociales cau- sadas por los herejes, 4 quienes se habia permitido influir en los consejos imperiales. Males gravisimos que hicieron, por ultimo, comprender 4 los monarcas cudn equivocada poli- tica ponia sus coronas 4 punto de perderse, y que sdlo en las observancias de la Iglesia era posible salvar sus pueblos del cataclismo social que les amenazaba. 46 INTRODUCCION. Para que nuestros lectores juzguen la célebre cuestion de la investidura eclesiistica, y las razones en que los Emperadores fundaban su pretendido derecho, necesario es recordar el origen y creacion del feudalismo. Habianse reunido partidas de aventureros, cuyos jefes , sometiendo su autoridad al mds valiente y experto, establecieron la mi- litar subordinacion 4 un superior gerarquico, sin perjuicio del dominio que los caudillos ejercian sobre sus huestes respecti- vas. Cuando estas bandas militares conquistaron alguna parte del Imperio Romano, hizose 4 los jefes un reparto de tierras y castillos, subdividiendo el territorio entre los soldados que mandaban; pero quedo en los primeros constituido el seiio- rio , pues era necesario conservar aquella organizacion y dis- ciplina militar, 4 fin de oponerse 4 los repentinos ataques del enemigo; y por igual motivo continud la obediencia al jefe superior, credndose la Monarquia, cuya suprema potestad re- conocieron los seiiores en el caudillo 4 quien por el valor y acierto debian sus conquistas. El feudalismo tuvo de este modo principio en las instituciones germdinicas, porque éstas habian establecido una relacion de dependencia entre el vasa- llo y el dueiio del territorio que era stibdito del rey, mas al mismo tiempo sejior de los paisanos.domiciliados en sus tierras y lugares sobre los que ejercia dominio. Vinculo especial unia con sus seiiores 4 los pueblos, pero subordinacion indepen - diente de los deberes que aquéllos tenian contraidos hacia una superior autoridad inherente en el monarca. Era una or- ganizacian politica, que conservaba el caracter militar por sus categorius subordinadas respectivamente, y en conso- nancia con las condiciones peculiares de un pueblo guerrero, lanzado atrevidamente 4 largas y peligrosas correrias, hasta que se establecié en los terrenos conquistados. Era necesario que los sefiores constituidos en verdaderos monarcas de sus feudos, conservaran la debida subordinacion al jefe superior; y para que su residencia en los pueblos que gobernaban y los habitos de un mando ejercido sin contradicciones no les hi- cieran olvidar la dependencia en que vivian del Imperio, cui- dése muy especialmente de renovar en cada sucesion cierto acto de homenaje que prestaba el heredero, colocando sus ma— nos entre las del principe, y declarandose su hombre ligio, y el monarca entregaba una rama de arbol 4 su vasallo, en CAP. Il]. —PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 47 prueba de conferirle la investidura de los feudos. Vino des- pues el juramento, dando mas solemnidad 4 dicho acto. Concedié Carlo Magno 4 los prelados de sus, dominios el po- der feudal. La devocion fué con el tiempo aumentando las pro- piedades de la Iglesia ; y como el territorio constituia la base de aquella sociedad , las dignidades eclesiisticas convertidas en propietarias adquirieron dominio temporal sobre pueblos florecientes, que habian creado en terrenos poco antes incultos. En los monasterios habia ilustracion y actividad, miéntras que la nobleza sélo se ocupaba del ejercicio de las armas. Y por esta causa los Obispos, y especialmente el clero regular, entregdndose 4 trabajos altamente civilizadores, conservaron los conocimientos humanos , y mejoraron la condicion social uniéndose al pueblo establecido en sus posesiones: y traba- jando 4 su vista, le ensefiaban con su ejemplo y consejos, ade- lantandole ademas los recursos pecuniarios indispensables. De este modo, convirtiéndose dridos terrenos en productivas - propiedades, fueron aumentando su riqueza , y al mismo tiem- po el bienestar de aquéllos, que aceptando su cooperacion, quisieron imitarles. El clero catélico mejoré la condicion de las clases populares,. por medio del trabajo y de la enseiianza. A la Iglesia catélica se debe el origen de las libertades pu- blicas; porque ella, enemiga siempre de la tirania injusta y opresora , protegié la creacion de los comunes, que se hicie- - Ton necesarios cuando los adelantos de la agricultura y de las artes mejoraron las condiciones de.la plebe, y adquirié vigor el elemento popular. Tales fueron los justos titulos en que fundaban’ aquellos abades'y altos dignatarios de ld Iglesia el ejercicio de una potestad secular inherente 4 sus territo- rios tan legitimamente adquiridos. Pretendieron los Emperadores de Alemania ejercer autori- dad sobre nuestros Obispos , y que éstos, previo cl juramen- to acostumbrado, recibieran la investidura de la jurisdiccion eclesidstica en el hecho de entregarles por su mano el bacu- lo y anillo. Los prelados de la comunion catélica no pueden recibir su facultad espiritual de principes seglares, porque unicamente al Pontifice Romano, sucesor de S. Pedro, ha concedido Jesucristo este derecho cuando le nombré jefe | supremo de su Iglesia, y ésta habria consentido su ruina permitiendo semejante intrusion de los Emperadores en su 48 INTRODUCCION. gobierno interior. Los Papas resistieron dichas ‘pretensiones fomentadas por el propésito de someter la Iglesia y su inde- pendiente régimen al despotismo de aquellos monarcas, que viéndose contrariados, apelaron 4 la fuerza para conseguir un derecho tan arbitrario. Esta fué la célebre controversia sobre investiduras eclesidsticas, que separé al sacerdocio del impe- tio, y excité en los monarcas el empeiio de ingerirse en el gobierno eclesidstico , pretendiendo conferir al episcopado su jurisdiccion espiritual. Fomentaban los herejes tan absur- das pretensiones, porque en ellas veian la consternacion del catolicismo , dun cuando se robusteciera la autoridad y des- potismo de sus Emperadores. E] interes habia confundido las ideas, y porque todo poder feudal emanaba del territorio, se defendié que las dignidades eclesidsticas procedian de igual origen. En este supuesto equivocado, y sin hacerse cargo de que la jurisdiccion espiri- tual de losObispos era independiente de su poder como seiiores feudales, fundaron aquellos principes su ambiciosa preten- sion. Noquisieron comprender que la potestad eclesidstica sdlo puede conferirse por la Santa Sede , dun cuando los Pre— lados tuvieran 4 causa de sus feudos obligacion de prestar pleito homenaje 4 su monarca; y por consiguiente, que sdlo del Papa recibian su jurisdiccion espiritual, aunque Ja civil - emanara de los Emperadores. Estaban confundidas las dos jurisdicciones que ejercian muchos Obispos, como prelados de la Iglesia catélica y sefiores temporales de susterritorios, pue- blos y castillos: igualmente llegé 4 confundirse el feudo que proviene del territorio, con la dignidad espiritual que unica- mente puede conferir el Vicario de Jesucristo. Esta confusion era conveniente 4 las miras codiciosas de aquellos reyes si- moniacos, que hallaban una fuente inagotable de riqueza en la venta de los beneficios eclesidsticos. Desde sus primeros tiempos, la Iglesia defendié su independencia del estado se- cular en asuntos eclesidsticos, anulando las elecciones para beneficios hechas sin su autorizacion, y deponiendo 4 los elegidos (1). No podia la Santa Sede permanecer indiferente (1) Si quis Episcopus , secularibus polestatibus usus, Ecclesiam per 4psos obtineat, deponatur , et segregentur omnes quiilli communicant.., Can. 30. Apost. qCAP. Il. —PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 49 viendo conculcada la doctrina de la Iglesia, y que ésta iba quedando esclava de los Emperadores, quienes se permitian conferir 4 los Obispos, tanto la investidura de sus dominios temporales como su eclesidstica jurisdiccion. Aquellos princi- pes querian absorber ambos poderes , para que su autoridad pesara mejor sobre los pueblos, fundando este derecho en la categoria politica que habian adquirido los Obispos converti- dos en grandes sefiores feudales. Mas la ilustracion del clero empez6 4 decaer desde que los principes hicieron de las dig~ nidades y beneficios eclesidsticos el patrimonio de sus pala- * ciegos, 6 un objeto de especulacion y escandaloso trafico. Enténces fué cuando aparecié un cleco vicioso é ignorante, mis aficionado 4 las armas que al estudio: sacerdotes simo- niacos y concubinarios, monjes relajados y vagamundos, y monasterios convertidos en cuarteles y perreras, en donde resonaban los juramentos y ladridos, el piafar de los caba— llos, y las cornetas de caza, 6 el estruendo militar, en vez de la salmodia. Llegdronse 4 reunir diferentes didcesis en una persona, que acumulaba de este modo grandes rentas. Fueron. elegidos abades, obispos y arzobispos, nifios de infantil edad, cuyos padres y tutores gastaban el producto de los diezmos , y ganancias que obtenian por la venta de beneficios eclesiisticos, en cacerias y placeres. Veianse altos dignata— tios de la Iglesia mandando huestes guerreras formadas con sus vasallos, y 4 eclesidsticos que dirimian sus contiendas privadas en desafio personal, 6 en batallas furibundas. ; A tan miserable condicion se iba reduciendo la Iglesia cuando los Reyes usurparon el derecho que Hamaban de las investi- duras! Era necesario cortar estos abusos , y los Papas debie— ron oponerse 4 tanto escindalo, defendiendo la disciplina eclesidstica y su autoridad suprema, unica manera de cortar semejante corrupcion;.remedio indispensable para mante- ner la pureza de costumbres y nuestra santa unidad catdlica, Mas de aqui surgié una lucha obstinada entre ambas potes— tades, y grandes padecimientos para la Santa Sede. Persecu- ciones que resistiéron los Pontifices Romanos, combatiendo valerosamente por defender su independencia espiritual con- tra el despotismo -y orgullo de principes cismaticos , irreli- giosos , y protectores de los herejes y Antipapas. Empei dose algunos Emperadores de Alemania en sostener sus ambi- 7 TOMO 1. / 4 50 INTRODUCCION. ciosas pretensiones sobre la jurisdiccion eclesidstica, des- oyeron las amonestaciones del Pontificado que defendia la independencia de nuestra disciplina y de la Santa Iglesia, sin alterar su armonia con el poder civil segun maximas de S. Gregorio VII (1). Este Papa empled todo su esfuerzo en sustraer la jurisdiccion eclesidstica de toda influencia secular ejercida por los Emperadores, cuando confundiendo la investi- dura delos feudos con el ejercicio espiritual de las prelacias eclesiasticas, conferian éstas 4 sus hombres ligios. Era preci- so destruir-la intervencion de los Emperadores en el nombra- miento debeneficios eclesiasticos, y que se deslindaran sus de- rechos sobre aquellos sefiores investidos de un doble cardcter como grandes barones del Imperio y prelados dela Iglesia, por cuyas circunstancias ejercian eclesidstica jurisdiccion y sefio- rio temporal, teniendo hacia su principe iguales deberes poli- ticos que los demas sefiores feudales, pero sin desnaturalizar su consagracion y derecho privativo al gobierno espiritual de sus didcesis. Mas 4 los Emperadores no convine el deslin- * de de ambas jurisdicciones, que les hacia perder una pingtie renta quitandoles la provision de beneficios (2) y limitaba el indebido desarrollo de su autoridad. Empeiiado Enrique V, de Alemania, en conservar las investiduras eclesiisticas, se indispuso contra el pontifice romano Pascual II, porque de- fendia sobre este asunto los derechos jurisdiccionales de la Iglesia ; y prohibié que sus dignidades fuesen concedidas por los legos, diciendo con santa libertad y noble firmeza: ... La ° (4)... Necesario es para la pax universal, que aunen sus esfuersos eb Sacerdocio y la Monarquia, uniou indispensable ademds para la prosperi- dad dela Iglesia y del Imperio... Et Estado y la Iglesia son dos cuerpos di- ferentes .y asi como los negocios det mundo pertenecen al Emperador , los de Dios incumben a su Vicario en Ia tierra... Epist. 4.* La Iglesia de Roma es maestra de todas las Iglesias cristianas. Todas estas iglesias particulares son miembros de la de Pedro. que es la Iglesia Romanu... Epist. 2." La Iglesia no debe tener drpendencia del poder tempo- ral... Elaltar se halla reservado para el sucesor de 8. Pedro por una serie no interrwmpida de Papas. El altar y cdtedra de S. Pedro dinanan de Dios tinicamente... Epist. 3.* (2) Yaelpapa Alejandro II habia tenido precision de corregir la es- candalosa simonia ejecutada por el emperador Enrique lif, que negociaba vendiendo los beneficios eclesiasticos. war. Il —PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 51 Iglesia que Jesucristo redimid con su sangre no puede reba Jarse & la humillante condicion que se la exige, porque se la reduciria 4 verdadera esclavitud si los Obispos fuesen elegidos por la voluntad de sus monarcas y tuvieran que poner sus ma~ nos entre las ensangrentadas manos de su principe, y recibir de ellas la dignidad espiritual... Resolucion que indigné al Em- perador , y queriendo por la fuerza obtener el privilegio que se le negaba con justicia, condujo un poderoso ejército sobre los Estados Pontiticios, cometiendo en ellos todo género de estragos. Deseaba el Papa evitar la guerra aun a’ costa de grandes concesiones , por cuya razon propuso que los ecle- sidsticos cedieran sus dominios temporales, si renunciaba el principe aquel pretendido derecho 4 las investiduras ecle- sidsticas. Un historiadorcontemporaneo reconoce el desinteres de la Santa Sede, asi como la ambicion de aquellos seiiores feu- dales que hicieron cuanto les fué posible para impedir seme- jante arreglo. Escribe César Cantu: Pascual, deseando la paz é toda costa, llegé hasta proponerle (al emperador Enrique) gue los eclesiasticos hartan cesion de todos los dominios temporales igualmente que de los vasallos y castillos que habian recibido de los Emperadores, contenténdose las iglesias con los diezmos, y las tierras procedentes de particulares , siempre que el Empera- dor renunciase al derecho inmoral de las investiduras. Los Pontifices en aquel litigio se mostraban ajenos dlaanbicion , pues renunciaban é todos los bienes temporales con tal de obtener la libertad de las elecciones : pero Pascual, Uevado del celo para cxtirpar la cizaia , y leno del recuerdo de la pobreza apostélica, no pensaba en la imposibilidad de despojar de sus dominios & tan- tos seiores eclesidsticos, ni caleuluba la oposicion que semejante medida hallaria en los nobles del estado seglar , al ver que les Saltaba agquel medio de colocar a sus hijos segundos (1). El concierto se acordé 4 condicion de ser confirmado por los Principes, Sefiores y Prelados del imperio en lo concer- niente 4 sus regalias temporales. Hubo grande oposicion por la nobleza seglar, que suscité desérdenes y tumultos lamen- tables, y Enrique disimulé sus deseos ambiciosos por el afan de coronarse emperador; mas cuando en Roma le ex- (4) César Canta, tom. 3, ib. 11, cap. 18, 52 INTRODUCCION. : pusieron los inconvenientes de unas pretensiones que des- truian la disciplina y unidad catélica, volvio 4 enfurecerse, y ocupando militarmente la ciudad, hizqasesinar 4 grende - numero de clérigos, aprisionando al Papa y Cardenales, & quienes traté con barbaro rigor. Los catélicos sufrieron persecuciones y malos tratamientos, porque en el ejército enemigo militaban muchos herejes , cuya rabia y odio halla- ban favorable coyuntura de venganza. El Pontifice recobré su libertad protestando contra los atropellos que habia padecido (1), y tuvo la firmeza necesaria para declarar que sdlo podia el Emperador conferir 4 los obispos, la in- vestidura laical de los dominios que dependian de su co- rona, no siendo posible concederlesjurisdiccion espiritual. Un convenio que anteriormente se habia impuesto al Papa pri- sionero de sus enemigos, fué considerado sin valor alguno como arrancado porla fuerza, yd mayor abundamiento, gran-. de nimero de abades, clérigos y obispos, reunidos en Le- tran, condenaron la conducta y pretensiones de aquel Empe- rador déspota y violento (2). Alarmése el mundo cristiano, y se reunieron Concilios en diferentes reinos de Europa y has- ta en Palestina, para condenar undanimemente la invasion de los poderes seculares en la eclesiastica jurisdiccion. Probése que las investiduras por medio del biculo y anillo eran sdlo un abuso recientemente introducido, y diverso de la inves- tidura establecida en las capitulares de Carlo Magno, que se referian 4 la potestad secular concedida sobre determinado territorio 4los Obispos, cuando fueron investidos de derechos feudales. Reconocidse como un abuso introducido en el si- glo XI la costumbre que despojé al clero, al pueblo y 4 la Santa Sede, del derecho que ejercian nombrando 4 los Obis- pos; y se justificd que los principes habian abusado de su po- der recogiendo el baculo y anillodel prelado difunto para en- tregarlos 4 su sucesor, de donde nacié aquella pretension de conferir las investiduras eclesidsticas por medio de los refe- ridos signos. Abuso que solemnemente habia condenado el octavo Concilio general. (1) El Papa y muchos Cardenales fueron atados; y en esta forma igno- miniosa , y despojados de sus ornamentos , se les llevé prisioneros. (2) -2 Abril de 4112, . CAP, III. — PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 53 Que ningun Obispo ni sacerdote preste juramento de home- naje ligio al Rey, nid hombre ligio (1), habia determinado el Concilio de Clermont, segun la doctrina de la Iglesia; y este acuerdo causo 4S. Anselmo, arzobispo de Cantorberi, grandes peisecuciones, el secuestro de sus temporalidades y extraiia— miento de Inglaterra; por cuyo motivo y con el fin de que cesara la orfandad de su Iglesia, hubo un concordato entre Pascual II y el monarca inglés, quedando convenido que los Prelados habian de prestar juramento de fidelidad al Rey, entendiéndose que dicho acto no les conferia la investidura de su dignidad. Rendia el subdito vasallaje 4 su monarca, pero el obispo unicamente del Pontifice recibia la jurisdiccion espiritual. Los Prelados franceses conservaron igual indepen- dencia, que fué en aquellos tiempos el unico baluarte de las libertades publicas. Esforzabase la Iglesia para templar el despotismo feudal de los seiiores, y con su caritativa protec- cion al oprimido, mejoré las condiciones sociales de los pue- blos. Este interes por las clases desgraciadas aparece cons- tantemente en cdnones y decretales, y en tantos institutos caritativos de la edad media. Con perseverante afan procuré la Iglesia mejorar el estado politico del pueblo, conducién- dole rapidamente 4 su completa emancipacion (2). Debia la Iglesia conservar 4 toda costa su libertad, sériamente amena- zada en la cuéstion sobre investiduras, porque su libertad é independencia eran el unico elemento de progreso para aque- Jlas sociedades. El asunto de las investiduras, que tantas persecuciones venia ocasionando 4 la Santa Sede, termind finalmente en (1) - Neque Episcopus vél Sacerdos Regi, vel alicui laico, in manibus li- giam fidelitatem faciat... Can. 17. (2) El pueblo vencido , despojado de todo derecho legal en presencia del conquistador , Ilevaba la decision de sus cuestiones mas gustoso 4 los sa- cerdotes que & los barones; 4 quienes juzgaban con prudencia y con arreglo 4 las leyes escritas, que no 4 quien las corlaba con la espada: de esta ma- nera la autoridad cclesidstica se engrandecié , porque era popular y tam- Dien por ser la Unica que tenia un refugio contra el poder, una protesta contra la tirania. El engrandecimiento, pues, del cleroera un consuelo para el pueblo: y lo mismo sucedié cuando en tiempo de los Francos, lleg6 a ser un elemento importante de la sociedad civil. C. Cantu: Hist. T. 3. pag. 734. 34 INTRODUGGION. Vorms por un concordato. Desistid desus pretensionesel Empe- rador, y comprendiendo el origen de la jurisdiccion espiritual, hubo de respetar 4 la Iglesia. su libertad de eleccion, y se absttivo de entregar 4 los Obispos el baculo y anillo. El papa Calixto II por su parte consintié que los Prelados fueran ele- gidos a presencia del monarca, de quien recibirian las tempo- ralidades, obligdndose 4 prestarle aquellos servicios que se le debian, como jefe del Estado. La perseverancia y firmeza de los Papas logré aclarar esta célebre cuestion, hacien- do comprender que la potestad temporal se diferenciaba de la espiritual, y que ésta es independiente del gobierno civil de las naciones; que de este modo venian deslindadas ambas autoridades desde el nacimiento del cristianismo; y que la Iglesia necesita en su gobierno interior completa li- bertad para conservar su indispensable union, que estriba en la independencia absoluta del Pontifice Romano, su jefe vi- sible por institucion divina. El fallecimiento de la Condesa Matilde de Toscana pro- movid nuevas cuestionés sobre la herencia de sus dominios, renovando los pretextos de persecucion contra el Pontificado. quella piadosisima Princesa, que habia merecido especial predileccion del papa S. Gregorio, legé 4 la Santa Sede sus cuantiosos bienes, en uso de un derecho perfecto; pues no tu- vo forzosos herederos. Una parte de dichos feudes se resti+ tuia justamente al Pontifice Romano, su duefio en tiempos an- teriores, segun acta de donacion, que hizo Luis el Piadoso (1) al pattimonio de S. Pedro; documento en que aparecen cedi- - das la Ferrara y Toscana con todas sus ciudades, villas y cas tillos que la Condesa Matilde legé nuevamente 4 los Papas. Bien claro demuestran el deseo.de aquella catélica seiiora los términos en que redacté su donacion, que sin embargo fue desatendida por Enrique V (2). Reclamé este Emperador (4) Lapre. Con. t: 7, pag. 1515. Can. 1.3, fol. 323. (2) Pro remedio anime meee et parentum meorum, dedi et obtuli Ecclesie Sancti Petri, per interventum Domini Gregorii Pape VII, omnia mea bona jure propietario, tam que tunc halueram , quam ea que in antea acqui- ‘situra eram, sive jure sucessionis, sive alio quocumque jure ad me perti- nent: et tam ea que ex hac parte montium habebam, quam illa qui in ultra- ‘montanis partibus ad me pertinere videbatur. Tiras. Mems. Modene 1.140 Can, t. 3, p. 736. CAP. III.—PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 53 la sucesion de aquellos dominios, que eran feudos del Impe— rio, y los bienes alodiales , como pariente mas cercano de la testadora: sin atender & que no era de necesaria sucesion la propiedad desvinculada: y que la posesion de feudos durante algunos siglos en la misma estirpe, anulaba los derechos imperiales, considerandoseles en el ultimo poseedor como un verdadero alodio. Antiguos decretos imperiales formaban ju~ risprudencia corriente sobre la aglomeracion de bienes que reunian ambos caractéres, dejando 4 la princesa de Toscana libertad para disponer de sus dominios; y de este derecho usd legitimamente en favor de la Santa Sede. Mas Enrique se apo- deré de toda la herencia, tanto de los feudos, como de los bie- nes libres, amenazando 4 Pascual II, que se vié precisado 4 huir de Roma para librar su vida del furibundo Emperador y de sus feroces tropas, entre las cuales llevaba, como de cos- tumbre, muchos herejes avidos de venganza contra el catoli- cismo. Muriéd el Papa en su retiro, pero mayores fueron las desgracias de su sucesor Gelasio IZ, 4 quien los herejes saté- lites de Enrique IV , maltrataron golpeando barbaramente su persona: y el impio Emperador, despues de suscitar un cis— ma, hizo 4 Gelasio refugiarse en Francia, para exhalar enella su tltimo suspiro. Excomulgé Calixto II al cismatico Enri- que y 4 su Antipapa, y con admirable valor y santa entereza, “se presenté en Roma, cuyos ciudadanos le acogieron de un modo entusiasta. La dieta de Vorms puso fin estas cuestio- nes , y el Emperador murié poco despues con el sentimiento de ver extinguida su familia, y eclipsarse la gloria de aque- Na noble estirpe de Franconia, que Conrado el Salico habia establecido sobre el trono de Alemania; y 4 quien los Electo- tes de las cinco naciones germdnicas levantaron 4 tanto poder y altura por la recomendacion de S. Enrique. Empera~ radores tan impios, enemigos del catolicismo y perseguido- res de su Jefe, no merecieron que su dinastia ocupara mucho tiempo un trono santificado por las virtudes de Enrique II, 4 quien venera la Iglesia como santo. Sobre tantos males y perturbaciones como el catolicismo deploraba , suscitdronse cismas fomentados por la interesa- da politica de algunos principes, mas afectos 4su engrande- cimiento personal, que al esplendor y gloria de nuestra ver- dadera religion, reyes mal avenidos conla santa disciplina 56 INTRODUCCION. eclesidstica, porque rechazaba sus invasiones en los asuntos espirituales , buscaron eclesidsticos 4 quienes imponer sus exigencias. Estos sacerdotes ambiciosos, cuya sacrilega planta se permitié manchar el trono pontificio, eran conside- rados como sucesores de S. Pedro;.y aunque sin los requi- sitos canénicos, ni verdadera y legitima eleccion, ocuparon tumultuosamente el palacio de Letran. Guiberto, Alberto, Lorenzo , Teodorico y Maginulfo son nombres execrables de los cinco antipapas que inauguraron el siglo XII, por las ma- niobras y proteccion del emperador de Germania, Enrique IV. Suscitése poco despues el cisma de Burdino, excomulgado en. el Concilio de Benevento, porque abusando desu cardcter de legado pontificio coroné 4 Enrique. Obsequiode palaciegoadu- lador 4 que su amo correspondié empefidndose en hacerle papa, contra la voluntad del pueblo catélico y del clero, que und- nimamente rechazaron aquella escandalosa intrusion del po- der imperial en las elecciones eclesidsticas: mas Burdino fué aclamado por algunos amigos del principe aleman. Esta vio- lacion de los santos cénones merecié gravisima censura ful- minada contra el Emperador y su cortesano Antipapa, el cual, despues de sostener tres afios su autoridad cismatica, fué apri- sionado en Sutri, y acabé sus dias dentro de uh castillo. Una eleccion candnica confirié 4 Inocencio II la prime- ra dignidad del catolicismo, pero no cesaron los disturbios, que fomentaban los herejes, influyendo en el criterio de prin- cipes mal aconsejados. Algunos revoltosos ganados con las riquezas de Pedro Leon , proclamaron 4 este hombre funesto, que era nieto de un judio (1). El pérfido Antipapa empled en la compra de tan elevado puesto , desde el cual debia es- candalizar al mundo con sus vicios, aquel oro que su abuelo tan mezquinamente pudo reunir. Ayudaronle para esta em— presa el Duque de Calabria su cufiado, y el de Aquita— (4) Elantipapa Pedro Leon no fué jefe de la Iglesia catélica, como Vol- taire ha dicho , ni fuéjudio, como asegura’dicho autor, con el siniestro fin de oscurecer el brillo del pontificado, suponiendo que llegé 4 conferirse tan elevada dignidad 4 un hebreo. La Iglesia catélica no cuenta entre sus Pa- pas 4 Pedro Leon, Este viciosisimo y desdichado Antipapa , fué cristiano, “aunque sus abuelos y demas antepasados habian sido hebreos. Todos los argumentos y satiras de Voltaire son por este érden y parten de supues- tos falsos: de igual modo discurren los demas sectarios. CAP, IIl.—PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 57 nia con otros enemigos de nuestras creencias, cuya ruina buscaban por este medio. Todos ellos ademas querian ser uti- les 4 un hombre inmensamente rico. Ocho aiios mantuvo el cisma este desgraciado sacerdote , sucediéndole Gregorio, que décil 4 las amonestaciones de S. Bernardo, reconocié la po- testad legitima del papa Inocencio. El cisma se extinguid por breve tiempo, sin que los enemigos de nuestra reli- gion suspendieran sus persecuciones contra la Santa Sede. | valiéndose de unos emperadores poco escrupulosos, cuando se excitaba su codicia y orgullo desmedido. Estos medios perversos fueron la palanca con que los herejes pretendian derrocar el Pontificado , sdlido cimiento en que descans® la unidad catélica. Hizose que Federico II, 4 titulo de empera~ dor, ambicionara exorbitantes regalias sobre Lombardia. Para dar apariencias de legalidad 4 sus pretensiones, se ape- 16 4 ciertos jurisconsultos elegidos con dicho fin, haciéndo- les declarar ante la Asamblea de Roncaille, que eran de pro- piedad realenga considerables dominios que venia la Iglesia disfrutando en posesion larga y pacifica. De este modo, por una junta incompetente y sin ser oido , se despojé el Pontifi- ce de muchas temporalidades , arruinandose por la codicia de aquel Emperador grande numero de caritativos albergues, hospitales é institutos de educacion gratuita, que se mante- nian con los bienes incautados. Rentas que sirvieron para mantener perros, alcones, caballos y mancebas, y sostener los festines, torneos y demas placeres 4 que la nobleza se entregaba. La historia no ha olvidado consignar, que el dic- tamen de los juriscunsultos fué prodigamente recompensado. Inttiles fueron las reclamaciones del pontifice Adriano IV, que’murié dejando 4 su sucesor un trono hecho objeto de las intrigas, ambicion y cdbalas de Federico, entregado en cuer- ° poy alma 4 los sectarios. La insaciable avaricia de este prin- cipe no reconocia limites, pues como rey de romanos llegé & pretender regalias en la misma ciudad de Roma, y no disi- mulaba sus propdsitos de incautar todos los dominios pontifi- cios. Para ejecutar este pensamiento mds avaro que politico, suscito nuevamente el cisma, opoviendo un antifapa en el acto de la proclamacion de Alejandro III. Hallé en Octaviano el ejecutor de sus designios, pero con tanto descaro y osa- dia, que arrebatando la capa de escarlata dntes de que se 58 INTRODUCCION. colocara sobre los hombros del electo, la puso en su propia espalda, y este solo titulo alegé para ocupar el trono con el apoyo de las tropas imperiales , que prendieron al Pontifice candnicamente elegido. Alejandro III fué puesto en libertad por el pueblo romano , irritado al ver tan escandalosa viola— cion de los sagrados cdnones, y los cismaticos no se atrevie- ron 4 oponerse. Tuvo Octaviano 4 su favor los decretos im— periales que mandaron al episcopado aleman le reconocie- ta como jefe de la Iglesia despojando de sus sillas 4 cuan- tos desobedecieran. Asi reproducia Federico las tradiciones cismaticas de sus predecesores en el trono de Germania. Aquellos principes fueron enemigos declarados de la Santa Sede, porsu amistad con los sectarios y por la misma codi- cia y ambicion que mas adelante debia precipitar 4 sus des- cendientes en el protestantismo. Las maquinaciones del Em- perador contra el Vicario legitimo de Jesucristo causaron 4 nuestra santa religion grandes perturbaciones, preparando - con sus manejos el gran cisma de Occidente (1) para compro- meter en este desastre losintereses politicos de otros monarcas. Aquel Emperador empled toda su influencia para que 4 Oc- taviano sucediera Guido de Crema, y despues de éste se nom- brase 4Juan, abad de Strum, arrebatandole su odio contra el Pontifice legitimo hasta el extremo de invadir con sus tro- _ pas el Milanesado, en donde sufriéd vergonzosisima derrota * que puso’en grave peligro su vida. Este suceso y los ruegos de personas imparciales le obligaron 4 reconciliarse con el papa Alejandro, y despues de diez y ocho afios de perse- cuciones abjuré su cisma el orgulloso Principe, quedando absuelto de las censuras eclesidsticas. El Antipapa solicité su perdon, arrojandose 4 los piés del * Vicario de Jesucristo. Hubo todavia ciertos cismaticos que proclamaron 4 Lando Setino; pero como fueron pocos sus par- ciales , se extinguid bien pronto aquel esfuerzo ultimo del cis- ma. Pago el intruso en perpétuo destierro su atrevido inten- to. Durante aquella desgraciada épo¢a se contaron doce anti- papas protegidos por los favores imperiales, y con el apoyo de una patcialidad rica y turbulenta , 4 la cual se concedia el (4) Funesto suceso histérico de los siglos XIV y XV. CAP, IIL.—PADECIMIENTOS DE LA IGLESIA. 59 cumplimiento de todos sus deseos. Los judios y herejes toma- ron parte muy activa en aquellas persecuciones de la Iglesia, esperando destruir el Pontificado y la impunidad consiguien- . te en tiempos tan calamitosos parg extender sus ensefianzas. Adulaban 4 los Emperadores, y facilitaban recursos para los Antipapas, creyendo posible destruir la unidad catdlica, y sobre las ruinas del cristianismo levantar la sinagoga y tem- plos inmundos 4 las caprichosas invenciones de su ingenio. Tantos excesos, iban haciendo necesario el establecimiento de tribunales privativos para las causas sobre delitos contra Ja religion. CAPITULO IV. EXCESOS DE LOS HEREJES DEL SIGLO XII. Promueven persecuciones 4 la Iglesia en Alemania, Inglaterra, Francia y otros Estados.—Los herejes arruinaron imperios florecientes.—Incons- tancia, disensiones y relajacion moral de los sectarios y de sus protecto- res. —Obligan 4 la potestad civil 4 reprimir tantos excesos. —Hechos his- toricos.—Muere en una hoguera el jefe de los Paulacianos.—Asesinatos ordenados por Tanchelino.—Excesos de los Arnaldistas.—El pueblo que- mé6 4 Pedro de Bruis en la hoguera donde el hereje estaba quemando ‘imagenes de Santos. —Eon del‘ Etoile. —Gilberto de la Poire. — Los Albi- genses, Calaros y Valdenses.—Consideraciones. Eos resefiado brevemente, los grandes padeci- ‘mientos de la Iglesia en el siglo XII, ocasio- = nados por una politica egoista, que los herejes = supieron inspirar excitando la codicia y ambicion de principes que se honraban con el titulo santo H) de catdlicos. Distingui¢ronse entre todos, mere- ciendo tan lamentable gloria los emperadores de Germania. En la segunda mitad del siglo XI ocu- paba el trono de Alemania un emperador que em- pled sus cincuenta aiios de reinado en Ia persecu- cion mas dura y’ obstinada contra los celosisimos papas San Gregorio VII y Victor III. Pascual II tuvo muchos motivos en que ejercitar su pacien- cia y fortaleza, por el orgullo y ambicion de aquél monarca cismatico y sacrilego, que mere~ cid laexcomunion de tres pontifices, y cuya insaciable codi-~ cia le precipité en el exceso de vender las ‘dignidades ecle~ sidsticas de sus Estados, suscitando la famosa cuestion sobre investiduras, en que ya nos hemos ocupado. Como regalias de CAP, IV,—BXCESOS DE LOS HEREJES. 61 su poder monarquico, quiso conceder la jurisdiccion eclesiis- tica al mejor postor. Imité aquel ejemplo lamentable Enri- que IV, ensafiandose ferozmente contra el Pontificado, hasta . el violento extremo de prender al papa Lucio, y reproduciendo algun tiempo despues nuevos y mayores atropellos en Roma y dominios pontificios con barbaros ultrajes hacia la persona de Gelasio II, 4 quien privé de su libertad. Este digno y vir- tuoso Papa dificilmente pudo librarse de la carcel y crucles persecuciones de aquel Principe sacrilego. Ya Guillermo II de Inglaterra habia escandalizado al mun- do catélico , 4 causa de sus violencias contra el clero, robo de alhajas destinadas al culto divino, é incautacion de las propiedades eclesidsticas, que regalé dsus aduladores pala~ ciegos. Persiguié este Principe 4 S. Anselmo de Cantorberi, gloria de su patria en aquel siglo y celoso defensor de las inmunidades eclesidsticas; y no satisfecho con esta y otras injusticias, concibid el proyecto de romper la unidad catéli- ca dictando disposiciones para cortar la comunicacion de los Obispos y clero de su reino con la Santa Sede. ;Tanta iba siendo la osadia de los herejes apoderados de la direccion po- litica de muchos pueblos, para explotar los vicios de sus re- yes , poniéndolos en hostil oposicion y desobediencia con el Papa y demas prelados catélicos! Felipe1 , rey de Francia, atropellé con su ejército 4 los pueblos del virtaosisimo Ivonde Chartres , que no quiso resis- tir, aunque pudo hacerlo con ventajas; y el delito de este Obispo consistia en oponerse al matrimonio del Monarca con Bertrada , viviendo su mujer legitima la reina Berta. Los Pa- dres reunidos en el Concilio de Poitiers, con el fin de reme- diar aquel publico delito de bigamia, fueron apedreados; y se quitaron las mitras con que cubrian sus cabezas venerables, para recibir mejor el golpe de las piedras arrojadas contra ellos por los viles cortesanos de aguel Monarca incontinente. i Admirable acto de valor! jDigna y santa imitacion de los valerosos martires del Cristianismo! jNoble ejemplo de he- Toica independencia, legado 41a admiracion y aplauso de las generaciones venideras! Igual resolucion demostré el arzo- bispo de Cantorbéri, Santo Tomas, oponiéndose respetuosa y dignamente 4 las invasiones de su Rey en asuntos espiritua- les reservados 4 la eclesiastica jurisdiccion ; firmeza que le hi- 62 : INTRODUCCION. zo perder todas sus rentas y la vida, por no quebrantar la ob- servancia de los canones , pues el Arzobispo fué asesinado fe- rozmente. En aquella época infausta muchos sefiores imitaron la con- ducta de sus principes. La histotfia nos conserva entre repeti- dos ultrajes y atropellosel recuerdo deCencio Frangipani , abo- feteando al pontifice Gelasio II; 4 los turbulentos sobrinos del emperador Enrique, cometiendo violencias de todo género contra la Santa Sede ; 4 un duque de Sicilia invadiendo arma- do el territorio pontificio, que lend de espanto y desolacion, apoderarse traidoramente del Papa, con el fin de arrancarleé la | investidura del reino de su titulo; al duque de Aquitania, so- berbio, cruel, disoluto , perseguidor tenaz de los Obispos y protector del cisma; las tropelias de Federico Barbaroja y de su hijo Enrique, asesino del cardenal obispo de Lieja san Alberto ; 4 los Gibelinos, feroces enemigos de la Santa Sede, cometiendo saerilegios , muertes , robos é incendios; 4 los Arnaldistas ensefioredndose de Italia, matando al papa Lucio de una pedrada, y arrojando de Roma violentamente 4 Euge- nio Ill, y por fin, los sacrilegos excesos y perturbaciones con que Juan Sintierra y el emperador Oton inauguraron el si- glo XII. Hemos dicho que todas las calamidades desencadenadas contra la Iglesia en los tiempos referidos, provinieron de los . apéstatas y herejes. No se limitaron estos hombres 4 sostener de buena fe una opinion equivocada sobre asuntos teolégicos 6 filoséficos. Valianse ordinariamente de pretextos religiosos, con el fin de ocasionar revoluciones y trastornos que, alteran- do la paz publica, motivaron las guerras y desolacion mas for- midables. Asi es que paises florecientes se vieron arruinados cuando en ellos la herejia logré difundir su relajacion moral. Indudable prueba nos ofrece la decadencia del imperio cristia- no de Roma, que se arruing por los vicios de los arrianos y otros sectarios de aquel tiempo. El pueblo fiel, esclavo y opri- mido, lamentaba tristemente los males de su patria, causados por los hombres perversos y avaros que dirigian la cosa pu- blica. En los desarreglos de una corte abandonada 4 los goces materiales, y en larepugnante tirania de los poderosos, ha- laron coyunturas favorables para sus planes : y enervando- se las fuerzas de aquel pueblo heroicoen otros tiempos , ya no CAP, IV.—EXCESOS DE LOS HEREJES. 7 63 pudo resistir 4 las barbaras razas germanica, eslabona y asid~ tica que le acometieron. Hallibase et Imperio dividido en el siglo V, desapareciendo bien pronto su parte occidental, que se fraccioné en diferentes nacionalidades. Pudo conservarse algunos aiios el Imperio Griego de Oriente, mas ocasioné la ruina del Estado una serie de monarcas como Zenon Isauri- co, Focas, Constante II, Leon III, Leon IV, Nicéforo, Miguel II, Miguel V, Zoe, Alejo, Andrénico, Isaac Comneno, Alejo Ducas y Andrénico Paledlogo, con sus vicios y la proteccion que concedieron 4 la herejia. Florecié en Africa el cristianismo , siendo considerable el’ numero de Obispos que’ se reunieron para celebrar aquellos Concilios tan célebres en los fastos de la Iglesia. Poblaciones florecientes habia en dichos paises: y era muy crecido el ni- mero de sus monasterios. Mas empezaron 4 extenderse las herejias, y especialmente Ja de Donato, que contamind 4mu- chos Obispos. Estos con su ejemplo y persuasiones sedujeron al clero regular y secular, y Dios permitié 4 los Vandalos apoderarse de aquellas regiones de herejes, viniendo despues el Islamismo 4 sumirlas en barbara ignorancia. La decadencia de su civilizacion empezé cuando se apartaron de la Iglesia, obstinandose en los errores donatistas contra las amones- taciones de S. Agustin. Reinando el emperador Heraclio, todo el Oriente fue invadido por las herejias, y Cosroes . se apodero de Jerusalen y de la Siria, llenando aquellas co- marcas de luto y estragos. Por el mismo tiempo aparecié Mahoma, que no extendiera tan ficilmente sus conquistas, silos pueblos hubieran sido fieles 4 la verdadera religion: pero estaban infestados por diferentes errores , 6 vivian tor- pemente en la depravacion del paganismo. Si Espaiia tuvo esfuerzo para luchar setecientos aiios por su independencia, lo debiéd seguramente 4 la inquebrantable fe y unidad reli- giosa de sus heroicos guerreros. Los herejes han llenado el mundo de perturbaciones, pero haciéndose mutuamente cruda guerra, porque sus doctrinas falsas no han podido conservar principio alguno de unidad. En la historia de las herejias hallamos un caricter privativo de inconstancia é insubordinacion, que desde su origen lasdivide, siguiéndose despues la intolerancia religiosa mas violenta, y una repugnante deprayacion moral, condiciones propias de 64 INTRODUCCION, hombres que profesan el error. Refiere San Jerénimo las cos- tumbres de los Jovinianos, que fueron por sus vicios y lujuria el oprobio de la humanidad. Escritores de su tiempo han con- servado pruebas sobre la relajacion de los Maniqueos. Acerca de este asunto hicieron San Atanasioy San Hilario graves cargos al arrianismo. Y aparecieroa despues nuevas herejias que lenaron de escandalo al mundo , viniendo por fin los Lu- teranos para demostrar todo cuanto vamos recordando, por- que autorizada la interpretacion privada de los sagrados li- bros, introdujo en su dogmatica profundas divisiones , donde ‘hallaron acogida los delirios mas groseros , quiméricos y ab- surdos del entendimiento humano, y una depravacion exage- rada por alguna secta protestante, hasta sancionar no yala poligamia, sino la infame comunidad de hijos, hombres y mujeres. Fué Lutero deshonesto é inconstante, y permitid 4 sus discipulos el pecado lamentable de bigamia en que in- currieron Aicolampadio, Bucero , Carlostadio , el Landgrave de Hesse y otros sefiores de su comunion. Distinguiéronse los principes herejes por sus vicios, como vemos en la funesta pléyade de emperadores griegos , enemi- gos de nuestra santa Religion. Léanse los hechos de aquellos emperadores de Occidente perseguidores de la Santa Sede; examinese despues la historia de Enrique 3.°, Federico y Luis .de Baviera. Enrique Villde Inglaterra fué un monstruo de crueldad ¢ incontinencia, y no fue mds pura ni ménos feroz su hija Isabel, que hacia matar 4 sus favoritos para ocultar gran- des faltas y debilidades. Resalté en contraposicion la toleran- cia y misericordia de la Santa Sede para los fieles que, arre- pentidos de sus culpas, pedian absolucion de ellas.- | La Iglesia catélica no empled violencias contra la temeri- dad de los dialécticos, 4 cuyos profesores concedié campo li- bre en el palenque literario: prueba de esto fueron Abailardo y Berengario, que despues de convencidos, pasaron el resto de sus dias en absoluta libertad, y hasta concediendo al pri- mero una importante prelacia en su Orden Benedictina. La potestad civil no impuso penasaflictivas 4 estos profesores ob- cecados, y 4 los demas herejes arrepentidos que dates publi- cay privadamente, por escrito y de palabra, en las catedras y el pulpito, defendieron teorias opuestas al catolicismo: sélo con las -censuras eclesidsticas se procuraba contener aquel CaP. IV.—EXCESOS DE LOS HEREJES. 65 desbordamiento de la humana inteligencia. Mas aumento semejante lenidad la osadia de las heresiarcas que se lan- zaron 4 sangrientas aventuras, aplicando las fatales con- secuencias de su dogmatica al gobierno secular y constitu- cion civil de las naciones. Enténces la potestad secular debio alarmarse, y quiso intervehir, pues que tan de cerca le toca- ban sucesos que nuestros enemigos procuraron desfigurar. Entre tantos recuerdos como la historia nos conserva, preciso es citar alguno, restableciendo verdades oscurecidas por relatos muy parciales. La doctrina odiosa é inmoral de Manes, mezclada con las absurdas impiedades del Paulicia- nismo, aparecié nuevamente enla Bulgaria. Estos hombres fanaticos, que aceptaron ademds el antiguo error de los Mi- lenarios, negaban la eyistencia, el valor y uso de los sacra- mentos y practica de toda obra buena, y haciéndose politi- cos , sublevaron 4 los pueblos contra sus legitimas autorida- des. Infestése aquel pais por gavillas de bandidos , compues- tas de hombres que despreciaban el ejercicio de las virtudes, las practicas de religion y la santidad del juramento. Aque- llos hipécritas sectarios, aparentando grave austeridad, elu- dian las leyes humanas y divinas; se apropiaban lo ajeno, y cometian todo género de excesos para satisfacer su refinada incontinencia y sérdida avaricia. El emperador de Oriente Alejo Comneno se vid precisado 4 ejercer justicia contra los perturbadores del publico reposo; mas no lo hizo sin intentar primero ponerlos en razon por medios suaves y pacificos, mandando al jefe de la secta que hiciera retirar 4 sus hogares 4 aquellas turbas de malvados entregados al sa- queo y violaciones bajo el pretexto hipécrita de religion: y Basilio, que era su profeta y general , desobedecié los deseos del principe, ofreciendo demostrarla verdad de sus creencias, arrojindose 4 una hoguera, de la cual prometia salir ileso, en prueba de la proteccion que Digs le dispensaba. Hizose publica la oferta del atrevido hereje: el pueblo, siempre dis- puesto 4 creer lo maravilloso, confiadamente esperaba el mi- lagro, y entre tanto se iban aumentando de dia en dia las fac- ciones sublevadas. Para desvanecer aquella obcecacion y fa— natismo, creyé conveniente el Emperador admitir el reto: era, pues, necesario que el hereje cumplierasu promesa y duncuan- do pudo retirarla no lo hizo, resistiendo las invitaciones que Tomo I. 5 66 INTRODUCCTON, se le dirigieron, porque su orgullo y el temor del publico des- precio, pudieron mas que la certeza de perder la vida misera- blemente. Rodeado el hereje de sus discipulos, se dirigid 4 las llamas y consumé un verdadero suicidio, desoyendo las amo- nestaciones y consejos que debieron retraerle de cumplir su oferta temeraria. La Iglesia catdlica no intervino en este asunto, siendo bien gratuitos los cargos que se la hacen; ni el Emperador pudo evitar aquel barbaro espectdculo en que se ofrecié voluntariamente como victima un hombre que acaudillaba facciones armadas de fandticos; pues no podia fo- mentarse la credulidad del pueblo, seducido con doctrinas que su jefe ofrecia demostrar por medio de milagros. Era, pues, necesario concederle libertad para ejecutar dichos pro- digios, como un medio seguro de conyencer 4 gentes tan ob- cecadas. Asi es que muchos, viendo la muerte de su maestro, tiraron las armas volviéndose 4 Ja tranquilidad de sus hoga- res; mas otros continuaron aquella vida criminal y aventure- ra, que tanto cuadraba con sus aficiones. La justicia secular tuvo que reprimir 4 estos malvados: aquéllos 4 quienes no pudieron probarse delitos recobraron su libertad , pero algu- nos incendiarios y asesinos fueron castigados con la muerte: y la pena més grave que se impuso 4 los ladrones , fué la de prision temporal. Volvieron 4 sublevarse poco despues desaho- gando su rabia contra los pueblos catdlicos, aun cuando en su castigo no habia tomado parte la Iglesia. Los tribu- nales para delitos de fe, todavia no existian con el caracter privativo que se les concedié mas tarde. Es ciertamente gra- ve error histérico el suponer que la Inquisicion quemé 4 Ba- silio. Cometié este hereje un suicidio, que autorizé la potes- tad civil, y jueces seculares ordenaron los castigos aplicados 4 los Paulacianos para satisfacer la publica vindicta ultrajada con delitos bien atroces. Oscureciéronse aquellos crimenes por otro delirante fa- natismo, que principiando en Bélgica, se extendid cual mor- tifera epidemia en los Paises-Bajos y Zelandia , reproduciendo al Gnosticismo y Maniqueismo en errores de que hasta los paganos se habrian espantado. Tanchelino, hombre di- soluto, de corta instruccion, pero habil intrigante, fué el pa- triarca de lasecta mds alucinada y estupida que el mundo ha conocido. Con especial sagacidad supo extraviar el criterio de CAP. IV,—EXCESOS DE LOS HEREJES. 67 sus partidarios , hasta en los asuntos que mas de cerca lasti- man elhonor. Suponiéndose aquel hereje una viva encarnacion del Espiritu Santo, exigia culto, y con su torpe incontinencia mancillaba la honestidad de muchas desgraciadas, que espera— ban santificarse con el comercio carnal de aquel hombre abo- minable. Se disputaban los padres y maridos la honra de en- tregarle sus hijas y mujeres, despojabanse de sus alhajas y dinero para satisfacer la codicia del bandido, y abusando de tan crédula obcecacion , disponia de sicarios que descargaban todo su furor contra los que no aceptaban la mision de aque- lla divinidad avara é incontinente. Un hombre tan osado no tuvo reparo en anunciarse como el unico representante de la Iglesia cristiana, y combatid la gerarquia eclesidstica, los sa— cramentos , disciplina y. ritos, llevando su desvergitenza y cinismo hasta el impio extremo de casarse con una estatua de la Virgen; y con este motivo , solicité que para formar el dote de la desposada cediera el pueblo sus alhajas, logrando por este medio robar grandes valores. Aquellas victimas de seme- jante estafa , llevaron ademas su ignorancia y preocupacion hasta el punto de beberse y aplicar 4 la curacion desus dolen- cias el agua que el miserable seductor solia emplear en la limpieza de su cuerpo. Contra estos sectarios tan criminales y fanaticos la Iglesia empleo su caridad , procurando reducir- los 4 la razon con amonestaciones paternales por medio de san Norberto y algunos religiosos de su orden, que lograron * desimpresionar 4 tan desdichada gente. Contentdse el Arzo- bispo de Colonia con mandar que se aprisionara al jefe dela secta, y no debié ser muy rigido su encierro, cuando al poco tiempo hallé coyuntura de escaparse; fuga bien costosa para el hereje, que apareci asesinado por algun padre 6 marido de tantos como ultrajé villanamente. Como los errores contra la moral y el dogma cristiano slo eran pretexto para combatir el principio de autoridad y cam- biar la constitucion politica de las naciones, cometiendo todo género de excesos, levantdronse nuevos sectarios en Bélgica y en Francia. El hombre pervertido, que no quiere abandonar sus goces materiales, acepta con afan una moral acomodada 4 su conducta, y pretesta fines politicos para que la legislacion civil de los pueblos guarde consonancia con su dogmitica estraga- da. De este modo se comprende la propension de los heresiar- 68 INTRODUCCION. cas 4 levantar huestes numerosas de prosélitos que, armados, se arrojaban cual aves de rapiiia sobre tranquilas comarcas. Arnaldo de Brescia, discipulo de Abailardo , acaudillé contra los catélicos un ejército que pudo reunir con sus declamacio- "nes. Privaba del sustento 4 los clérigos y monjes para de este modo asegurarles su eterna salvacion; pero los bienes de tan- tas iglesias y monasterios saqueados se distribuian entre sus sectarios, 4 quienes la rigueza no alejaba del paraiso, y comba~ tiendo las practicas devotas y el uso de los sacramentos, rela~ jabala moral , unico freno capaz de contener el desborda~ miento feroz de las pasiones. Pensando Arnaldo que la politica aseguraria el triunfo de sus errores, adoptd los principios demasraticos, y se propuso establecerlos , empe~ zando por combatir la soberania temporal de los Pontifices Romanos; y los sefiores le dispensaron interesada proteccign, esperando aumentar sus feudos con las tierras de la Santa Se~ de, y su riqueza con la desamortizacion eclesidstica, oro, pla~ ta y pedreria de los templos. El sectario predecesor de Zwin~ glio quiso destruir 4 toda costa la soberania pontificia, para lo cual se apoderé de Roma, y en el Capitolio establecio un Senado que ejerciera la suprema autoridad. Esta improvisada Republica romana declaré la guerra 4 los Estados que no re- * conocieron su poder. Inocencio III no logré Ja sumision de es- tos herejes, que una vez duefios de Roma, cometieron actos de verdadero vandalismo, destruyendo las imagenes y objetos , destinados para el culto, sin respetar su artistica belleza, y saquearon los templos y palacios , y todas las casas de cuantos permanecieron adictos al Pontifice. El papa Celestino II pudo al fin vencer aquellas turbas de bandidos y arrojarlos de su Estado; pero se habian esparcido enseiianzas disolventes, y la mala semilla germind. Siguicron las perturbaciones intes- tinas dentro de aquella desgraciada capital, continuando el Senado en su omnipotente poder, y Arnaldo regresé 4 Roma con sus amigos y un ejército de suizos. Las nuevas violencias cometidas por aquella desenfrenada soldadesca hicieron cono- cer al pueblo su inminente ruina y perdicion. Serendronse los dnimos, y enténces encomendaron el gobierno 4 hombres conservadores ; se pudieron refrenar los desaciertos y locuras democraticas, restablecer el patriciado y el derecho pontifi- cio de nombrar prefecto ; pero no alcanzando estas reformas 4 CAP. IV.-EXCESOS DE LOS HEREJES. 69 remediar los males, ni siendo eficaces dichas concesiones para contener 4 los Arnaldistas, y observando que éstos se enri- quecian 4 costa del tesoro publico y de los tributos enormes que de dia en dia iban aumentando, el mismo Senado resta~ blecié la paternal autoridad del Papa en el pontificado de Adriano IV. . Nuevos retofios del Maniqueismo , apareciendo en Francia, hicieron general la corrupcion; pero el que mis se distinguié fué Pedro de Bruis. Este furioso enemigo del culto de los San- tos , Bautismo y Sagrada Encaristia , gané celebridad funesta por sus repetidas blasfemias y heréticas predicaciones. Cierto dia reunié en la plaza cuantas imagenes de Santos el pueblo veneraba, y quiso quemarlas 4 la vista de numerosa con- currencia; pero los espectadores, indignados de tanta osadia, le arrojaron 4 la misma hoguera en que amontonadas ardian las cruces y estatuas venerandas. Ninguna parte tomd el cle- ro catélico en este suceso deplorable, ni pudo impedir que un motin popular castigara la osadia del hombre que se per- mitié insultar las publicas creencias. Los delirios de Eon de I’ Etoile llenaron de consternacion y espanto 4 la Bretafia por los excesos que sus partidarios co- metieron. Aseguraba dicho fanatico que Jesucristo, descen- diendo al mundo para juzgar vivos y muertos, habia encarna- do .en su persona , supuesto que las preces de la Iglesia le nombraban claramente; y los paisanos, que oian terminar ciertas oraciones diciendo per ewm qui venturus est judicare vi- vos et mortuos, entendian designado 4 Eon por su nombre, y no dudaron que, unido 4 su persona, se hallaba el mismo Re- dentor con el fin de juzgar al linaje humano. Un Concilio reu- nido en Reims, el afio de 1148, condend estas locuras; y la po- testadcivil, aprisionando 4 Eon, logré disolver aquellas turbas de vagos y holgazanes, que vivian costa de los pueblos. Al mismo tiempo Gilberto dela Poire predicaba contralosdogmas catélicos gravisimos errores que el Concilio condend, amena- zando con la excomunion 4 quien protegiese al heresiarca, sin que los poderes seculares impusieran castigo material, por- que las nuevas doctrinas no producian sediciones. Abandonabanse 4 barbaros excesos los terribles Albigenses enemigos del catolicismo, cuyos templos destinaban para es- _ tablos y graneros , despues de haber quemado las imagenes 70 INTRODUCCION. * de Jesucristo, de la Virgen y los Santos que veneraba el pue~ blo. Raimundo IV, Conde de Tolosa, mandaba las célebres bandas de Ruteros , cuya ferocidad ha dejado en la historia francesa episodios bien sangrientos. Fué necesario publicar una cruzada, cuyos guerreros, bajo el mando de Simon, * conde de Monforte, rechazaron 4 los enemigos de la patria: pues enemigos de la patria eran aquellos cuerpos militares que intentando extender su creencia privada por medio de tropelias y violencias, se hicieron tiranos y opresores de los pueblos. Despues de varios encuentros y sucesos, cuya narra~ cion no es de este lugar, fué tomada por asalto la plaza de Beziers (1) , y desaparecié el ultimo baluarte de los revolto- sos; aunque luego se lanzaron 4 nuevas aventuras continuan- do la efusion de sangre hasta el definitivo triunfo de las tro- pas catélicas. Resucitando aquellos herejes las viejas doctri- nas del Maniqueismo, si bien modificadas, negaban el valor de los sacramentos, culto de los santos, la supremacia pon- tificia, disciplina , ritos y orden gerdrquico de la santa Igle- sia catdlica, y ademas de admitir el principio absurdo del dua- lismo, con la irracional dogmética que de semejante doctri— nase deduce , negaron la resurreccion de la carne , el infier— no , purgatorio , y necesidad del bautismo y oraciones. Con- dené tantos errores y blasfemias un Concilio reunido en Albi elafio.de 1176, cuya sentencia fué confirmada por el IV de Letran, duodécimo de los Concilios generales. El Maniqueismo no por eso desistié de su propaganda im- pia y coruptora , antes bien, recurriendo & desesperado ex- tremo, se puso en armas. El Concilio provincial de Narbona, creyé posible atajar el mal empleando las censuras eclesids— ticas, pero la excomunion lanzada el afio de 1176 contra los (1) Enel asalto de Beziers hubo las desgracias que ocurren necesaria- mente en toda plaza tomada de este modo. Los catélicos obraron como siempre han obrado los ejércitos ocupando una fortaleza por asalto, y no podian excusarse de combatir 4 los defensores de aquellos muros , sino re- tirandose cobardemente: pero se han hecho cargos de crueldad @ los sitia- dores, como si fuera posible tomar sin efusion de sangre una plaza que re- siste. Tal es el eriterio é imparcialidad de los enemigos de la Iglesia, que censuran 4 las tropas de Monforte por dicho suceso de armas, disculpandose t ocultando los excesos que los feroces Ruteros cometieren, n6 en acciones de guerra, sino contra poblaciones indefensas. CAP. 1V,<-EXCESOS DE LOS HEREJES, nn herejes no produjo efecto alguno. Los nuevos Cataros , re- produciendo errores dei siglo Ill de la Iglesia, despues de per- turbar con sus violencias el érden y tranquilidad en las pro- vincias meridionales de Francia, aparecieron en Lombardia para llenarla de consternacion. El arzobispo de Milan, protec- tor caritativo de los pueblos , empled en su defensa tanto es— fuerzo como celo. Aquellos abominables sectarios practicaban los excesos de una disolucion , que suponian santa y necesa- ria; y con semejante doctrina lograron seducir 4 muchas gentes que adoptaron su vida libre y exenta de trabas y mo- rales prohibiciones. Daba el misterio mayores alicientes 4 sus nocturnas juntas, que eran teatro infame de ilicitos pla- ceres, y por desgracia un éxito demasiado favorable 4 la propagacion de tanta inmoralidad hacia temer la ruina de los pueblos contaminados con el veneno de los vicios mas tnfames. Por el mismo tiempo principiaron los Valdenses 4 di- fundir errores contra la disciplina, el culto y gerarquia del catolicismd, el matrimonio como sacramento, las preces por vivos y difuntes, Confirmacion, Extremauncion y cere- monias de la Iglesia, viniendo finalmente 4 profesar la impia dogmitica de Manes en su parte mas trascendental. El papa Lucio III condend esta nueva reproduccion de errores que tantas veces habian merecido las censuras eclesiasticas. La resefia brevemente hecha de las herejias del siglo XII nos demuestra que fueron retofios del mismo tronco, y las perturbaciones politicas de aquella época, su necesaria con- secuencia: reproduccion del Gnosticismo, inventado por los dialécticos para concordar la filosofia griega con el Evange- lio, el sensualismo pagano con la sublime, pura y santa moral de Jesucristo, como en otro lugar se ha dicho. Repetimos igualmente que la Gnosis adopt el dualismo de Zoroastro, desenvuelto despues por el i impio Manes, y que sus secuaces han repetido aquellos errores en’ que ineurrié la escuela no- minalista del Escolasticismo. Las numerosas herejias que per- turbaron el siglo XII, eran una reproduccion de perversas doctrinas justamente condenadas por la Iglesia, solicita siempre de conservar la pureza de los dogmas y moral cristia- na, el orden y paz en las familias, y tranquilidad politica del mundo. El Gnosticisma y Maniqueismo fueron un aborto monstruoso de la inteligencia humana extraviada por el or- 72 INTRODUCCION. gullo y las pasiones. Errores funestos que se desenvolvieron de mil modos para sostener la guerra mds tenaz contra el Evangelio admirable de Cristo. Inutiles eran ya las discusio- nes, pues aquellos errores venian refutados. Fueron precisas algunas medidas represivas para contener su propaganda , si habia de pensarse formalmente en salvar el érden publico y la constitucion civil de las naciones en grave peligro de ruina. De aqui surgi la necesidad de crear tribunales privativos, sin los cuales la sociedad humana, conmovide por tantas preo- cupaciones, desérdenes y corrupcion, hubiera sucumbido volviendo 4 su barbarie primitiva. Es indudable que los racionalistas, panteistas y escépticos dela edad presente, han reproducido los trastornos sociales del siglo XII, en que las ferocisimas turbas de herejes detu- vieron los progresos de aquella sociedad. Hoy, como en dicho siglo, ponen los impios nuestra civilizacion 4 peligro de per~ derse, porque su ciego frenesi nada respeta, destruyendo con furia sin igual todos los adelantos que la humanidad ha con- seguido en el transcurso de los siglos. Turbas ferocisimas de politicos, fanatizados por doctrinas que no entienden, ame- nazan sériamente el drden social , pues en la capital de Fran- cia el fuego ha consumido la riqueza publica y privada, y hasta se derribaron monumentos de gloria nacional. Sucesos lamentables que demuestran los peligros donde puede nau- fragar la moderna sociedad con todos sus adelantos, si no se acoge al puerto seguro de nuestra santa religion. La terrible asociacion, que mintiendo bienes 4 la clase desdichada repro- duce viejos errores morales y politicos, es vil sucesora de aquellas perturbadoras sectas de la edad media, cuyos feroces actos dejamos recordados. La Internacional con sus lucubra- ciones sociales, negaciones religiosas é incredulidad impia, no puede solicitar patente de eatdlica, pero tampoco el moderno doctrinarismo se atreverd a negar que es el engendro y conse- cuencia ultima de sus delirios, y el conjunto de todos los deli~ tos politicos y errores que han agitado al mundo, en que el dualismo, panteismo y racionalismo desempetian papeles im- portantes, siendo la verdadera Gnosis del siglo XIX con las modificaciones que exigen sus estudios y costumbres. Masen el siglo XII consiguié la Iglesia hacerse oir. Sus consejos y elinstinto de conservacion lograron que los CAP. IV.—EXGESOS DE LOS HERESJES. 3 Reyes, olvidando querellas y ambiciosas pretensiones, se uniesen al Pontificado: y ambas potestades, de comun acuerdo, salvaron 4 la Sociedad de inminente ruina. La pri- mera disposicion de la Santa Sede fué crear tribunales que entendieran exclusivamente sobre los delitos contra la fe. Hoy los peligros son de igual especie, y si aquel remedio es imposible, no debemos censurarlo; antes bien, fuera muy acertado lamentar que nuestras preocupaciones politicas im- pidan 4 esta desgraciada patria una segura ancora de salva~ cion, para evitar la ruina en que la despefiaran irremediable- blemente los hombres que rigen sus destinos, si no procuran © mejorar las enseiianzas para que una reaccion cristiana colo- que 4 los pueblos en el camino de su verdadero bien. CAPITULO V. LOS HEBREOS, Recuerdos histéricos de este pueblo.—Cisma delas diez tribus.—Sus escuelas dogmaticas.—La filosofia griega adopté doctrinas de Moises.—La escuela hebrea de Alejandria,—Sublevacion de los, Hebreos en tiempo de Tra- jano.—Sus consecuencias.—Privilegios que les concedié Antonino Pio.— Sus esperanzas y creencias.—Judas Anassi recopila las tradiciones ra- Dinicas.—La ley oral 6 secundaria.—El Talmud.—Los Carainitas.—Sus errores han producido muchas practicas supersticiosas.—El Talmud ha procurado conservar las condiciones privativas del pueblo hebreo,—Veja- ciones que estos hombres siempre han causado 4 los cristianos.—Sus adelantos en medicina, en otras cienciasy enel comercio.—Su moral respecto 4 los demas pueblos.—Estado actual de los Judios. ies An tomado siempre los Judfos una parte en las per- EL ¥- secuciones suscitadas contra el catolicismo , y mu- chos de ellos, convertidos falsamente 4 nuestra fe catdlica , fueron por sus apostasias causa para que se estableciera la Inquisicion. Siendo conve- niente 4 nuestro plan el dar principio 4 esta re- ; Sefia histérica exponiendo las violencias y exce- sos cometidos por los herejes, indispensable es dedicar algunas paginas al pueblo mds enemigo de la Iglesia: y aunque despues volvamos 4 ocu- parnos de los Judios espaiioles, preciso es recordar las creencias adoptadas por esta raza despues de su dispersion; originando las preocupaciones vul- gares que fueron generalizindose hasta que el Santo Oficio logré extirparlas del mundo. Perdieron los Hebreos su unidad politica y religiosa , cuan- CAP. If. —LOS HEBREOS. Wo) do diez tribus formaron el reino de Samaria (1), y en el monte Garitzin se levantd un templo rival del de Jerusalen. Dividié- se aquel pueblo, que habia adorado al verdadero Dios (2), y desde enténces fueron surgiendo arbitrarias teorias sobre la interpretacion é inteligencia del sagrado texto, hasta crear escuelas rivales. Escaso era el numero de los Doctores que en tiempo de Jesucristo conocian el sentido verdadero de la ley; pocos comprendieron las profecias, y contados hebreos obser- vaban los preceptos. Habiase perdido el verdadero espiritu de Jos antiguos Israelitas. Ocupaba el trono cierto principe ex-_ tranjero, y un pueblo frivolo y vicioso admiraba la santidad exterior de los Fariseos, que se creian conocedores de la ley, admitiendo estrictamente las formas y sentido literal contra el espiritu que dicté aquellos conceptos admirables, cuya en- seiianza moral rechazaba su criterio apasionado. Los Saduceos, que pertenecian 4 las clases mejor acomodadas, no quisieron sacrificar susgoces materiales, y ateniéndose 4 una exagera- da laxitud, y admitiendo tmicamente la justicia positiva de la ley escrita, negaron todos los dogmas que pudieran exi- girles alguna expiacion por su vida sensual y licenciosa. Otros Doctores extraviaron su criterio por el estudio de las religiones orientales , que intentaban amalgamar con la ley mosdica; y aunque negaban los Esenios el libre albedrio, se hallaron , por la sencillez de sus costubres, muy dispuestos para recibir el cristianismo. Creése una escuela en Alejandria, que se diferenciaba de las otras, porque intentd generalizar la religion masdica, despojandola de sus condiciones peculiares, y buscando en su doctrina puntos de comparacion y semejan- za con la filosofia griega. Es indudable que Tales, el filésofo mas antiguo de la Grecia, que Hesiodo, Homero, Pitagoras y Platon, consignan en sus obras ciertas ensejianzas de Moises, (1) Cognovit bos possessorem suum , et asinus preesepe domini sui: Israel aulem me non cognovit, et populus meus non intellexit... Vee genti peccatrici, populo gravi iniquitate, semini nequam , filiis sceleratis: derelinquerunt Do- minum blasphemaverunt sanctum Israel, abalienati sunt retrorsum... Capi- tuloI, v.3. 4, De este modo tan enérgico describe Isaias las Prevaricaciones del pueblo israelita. (2) Pereat Samaria, quoniam ad amaritudinem concitavit Deum suum: in gladio pereant, parvuli eorum elidantur , et fete ejus discindantur.. Oseas , cap. XIV, v. 4. 76 INTRODUCCION. ~ y que algunos fragmentos de la legislacion de Minos recuer- dan disposiciones del Antiguo Testamento; pero los Rabinos de Alejandriase equivocaron, creyendo descubrir la identidad dogmatica de ambas religiones. Un estudio mas profundo les hubiera hecho comprender que los filésofos citados habian leido los libros de Moises, aprendiendo las soluciones que ne- cesitaron para explicar sus teorias, y esta opinion era conse- cuencia logica de su creencia sobre la Escritura, fuente de lodas las doctrinas jilosdfcas y veligiosas. Concedid aquella es— cuela dos sentidos 4 la Biblia, uno literal para la inteligencia ‘del vulgo , y otro figurado, que se reserva exclusivamente 4 los hombres sabios y virtuosos, dignos por todos conceptos de comprender el mundo intelectual. Por este dificil terreno dis- currian en medio de arcanos y cdbalas, con las que explica- ban la naturaleza divina, generacion del Verbo , creacion del mundo, de los séres visibles é invisibles, divididos en ange- les buenos y malos, y la suerte futura de los hombres: con- cluyendo por asegurar la gloria y esplendor del pueblo he- breo. Hoy esperan los judios el término de la dispersion me- recida por sus pecados, que regresaran 4 su patria cuando las suplicas de los profetasalcancen el perdon divino, que la Pa- lestina les sera restituida sin volver 4 la dependencia infiel, y que vendrd el Mesias para entregarles la dominacion del mundo. : Creyeron los Judios despues de la ruina de su temploy- destruccion de Jerusalen que habia llegado él cumplimiento de las profecias, y esperaban al Redentor, suponiéndole un guerrero que debia vengar la honra nacional, y reconquis- tando el perdido territorio, construir el santuario y la ciudad, y asegurarles su preponderancia sobre todos los pueblos de la tierra. Tomaron los terremotos ocurridos en tiempo de, Tra- jano como un auxilio de Dios, y sefial indudable de su liber- tad; creencia popular que habilmente explotada por los Rabi- nos, levanté en masa la Nacion; y turbas de frenéticos cayeron furiosos sobre sus inicuos opresores consiguiendo algunas ventajas contra el ejército romano en Cirene y Alejandria, teatro sangriento de crimenes horribles: pero Trajano logré sofocar la rebelion derramando abundantemente la sangre de aquellos desgraciados , que supieron dar al mundo un ejemplo de noble patriotismo. CAP. V.—LOS HEBREOS, 7 Adriano reedificé 4 Jerusalen prohibiendo que en su re- cinto penetrasen los Judios sin pagar un fuerte tributo. Eri- gid altares iddlatras en el solar del arruinado Templo, y ocupd al pueblo vencido, haiéndole fabricar pertrechos de guerra para el ejército romano. De estas armas se valieron contra sus tiranos, sublevandose de nuevo bajo la direccion de Barco- chebas, que se fingié el Mesias, y fué creido por la ignorante muchedumbre, alucinada con algunas victorias y el deseo de recobrar su libertad y patria independencia. Chipre, Cirene y el Egipto presenciaron las barbaras venganzas de un pueblo furioso, que ansiaba borrar con sangre sus afrentas; pero se extinguid tanto valor ante el providencial decreto que les ha- bia privado de su constitucion politica en castigo de la muer- te de Jesus; y repetidos desastres militares apagaron aquel bélico entusiasmo, inutilizando todos sus esfuerzos. Quiso el emperador Adriano aniquilar de tal modo 4 Ja nacion hebrea, . que no volviese 4 constituir gobierno, haciéndola crear in- tereses que amortiguaran su amor patrio. A este fin politico tendian sus decretos dispersando aquella nacion infortunada por diferentes pueblos del mundo. Antonino Pio les otorgé - ciertos privilegios, esperando que su disposicion para la in- dustria y el comercio desarrollara elementos de prosperidad por las provincias del imperio en que se habian establecido. Permitidles asociarse y formar sinagogas, les concedié dere- chos de ciudadania, y toleré que su principal Rabino eligiera ministros para el culto, cobrara cierto impuesto, ejecutando otros actos de jurisdiccion, y que celebraran publicamente una de sus festividades en recuerdo de haberse librado el an- tiguo pueblo hebreo de la persecucion de Aman. Jerusalen habia caido en poder del gentilismo, y venci- dos sus moradores, hubieron de abandonar la patria triste- - mente buscando nuevos hogares entre los diferentes pueblos de la tierra. Debian olvidar las costumbres nacionales, sus fiestas espléndidas é6 imponentes sacrificios en aquel Templo, cuyas paredes cubrian laminas de oro , poco despues monton inmundo de calcinadas ruinas jy hoy Mezquita del barbaro Islamismo! Cumplidse la maldicion que atrajo sobre su futu- ro destino aquel pueblo rebelde 4 la voz de Jesucristo, por- que se obstind en explicar las profecias segun los instintos de sus deseos mundanales. Ellos creyeron que el Redentor 78 INTRODUCCION. dominaria sobre el mundo, né por la santidad de su doctrina, sino con el estruendo de las armas. Esperaban del Mesias la ri- queza material, en vez de tesoros espirituales. Estas equivo- cadas interpretaciones provenian de su profundo desacuerdo y extraviado criterio sobre las inteligencias de la Biblia, y de aqui la division de sus Doctores en diferentes sectas, siendo escaso el numero de fieles, que observando puntualmente la ley, formaron despues el primer grupo de cristianos (1). Con- tintian los Judios en su primitiva obcecacion esperando res~ taurar antiguas glorias; por este motivo conservan la pureza de su casta, aislandola en cuanto pueden de aquellos que mi- ran como infieles. A este deseo contribuye su Talmud , libro doctrinal que recopila curiosas é interesantes. tradiciones dogmaticas y disciplinarias , con asuntos de medicina, astro- logia judiciaria, historia, geografia, astronomia y otras cues- tiones oscuras, verdaderos logogrifos sobre cAbalas minu- ciosas y pueriles. Es creencia de fe para los Judios, que ade- mas de la ley escrita, did el Seiior 4 Moises otra ley oral (2), con el fin de conservar en toda su pureza las verdaderas in- terpretaciones biblicas, 6 sea el conocimiento exacto de la ley escrita. Dicen que Dios ha prohibido consignar escrita la ley oral, y que confiada por este motivo 4 rigurosa tradicion, de- beria necesariamente aprenderse por los Rabinos encargados de explicarla. Mas llegé un tiempo en que temieron el olvido de dicha ley, con motivo de la dispersion de log creyentes por las naciones del mundo, y enténces juzgaron los Rabinos que estaba dispensado el divino precepto, por cuya causa se es- cribié la ley oral, procurando conservar aquellas venerandas tradiciones, las cuales preservarian al pueblo del materialismo y desesperacion producidas por su indefinida esclavitud. Ocupo muchos aiios de su vida cierto sabio, en reunir las (1) Cuatro son las sectas que dividen a los Judios: Talmudistas, que son la mayoria. Rabbanim. Literales , que hacen consistir el hebraismo en la interpretacion de la Biblia. Coraim, Asidos, que se llaman descendientes de los Asideos , mencionados en el lib. 4.° de los Macabeos. Casidim. Frankistas , que protesan los dogmas cristianos aparentemente, y no aceptan el Talmud sin ciertas reformas. (2) Ley eserita, tara sebielar. Ley de viva voz, tara sebenalpe. CAP. V.—LOS HEBREOS, 79 tradiciones rabinicas , cuya lectura debia evitar que las creen- cias se alterasen por el contacto del pueblo con las restantes naciones de la tierra, impidiendo al mismo tiempo su absor- cion en ellas. Judas llamado Anassi por su ciencia, y Akadosh por la santidad de sus costumbres, emprendio esta minucio- sa compilacion, que otros Rabinos fueron comentando. Hoy poseen los Judios dos talmudes, el de Judas llamado de Jeru- salen, que se concluyé de escribir 300 afios despues de Jesu- cristo, y otro mas extenso, que Ilaman de Babilonia, por ha~ berlo escrito algunos Rabinos que en dicha ciudad se reunie- ron 4 fines del siglo V, abriendo una escuela de grande fama durante varios siglos. La ley oral 6 secundaria, llamada isna (1), quedd con- signada por escrito, y sobre ella hicieron los Rabinos difusos comentarios, que denominaran Guemara 6 cumplimiento. La Misna y Guemara, 6 sea la ley secundaria y sus comentarios, forman el libro que se llama Ze/mud. Explicé Maimanides fi- loséficamente dicho libro, cuyas creencias expuso por un método bastante concertado. Sin embargo, no todos los Rabi- nos aceptan esta interpretacion talmudica, pues el libre exd- men tiene alli sus partidarios en la secta de los Caraimitas, que defiende la inteligencia libre del sagrado texto. (1) La Misna se divide en seis 6rdenes , que son: Simientes. Solemnidades. Mujeres. Daios. Santidad. Purificaziones. Los seis érdenes se dividen ensetenta y dos capitulos, vy éstos se subdivi- den en quinientos veinticuatro asuntos. Asi el 6rden 3.° (mujeres) trata de: Levirato. Derecho de la viuda para casarse con su cufiado, ete: Cosas escritas. Escrituras de matrimonio, dotes, obligaciones recipro- cas, etc. Palabras decasamiento , y esponsales, etc. Divorcios. Causas y modo de efectuarlos. Votos. Su clasificacion en obligatorios y su nulidad. Nazareado. Obligaciones de los Nazarenos, abstinencia, etc. Perversidad. Sobre el adulterio, pruebas para comprobar la verdad de los celos, etc. 80 INTRODUCCION. Los que sostuvieron creenciasemejantehan originado cier- ta filosofia cabalistica, que se divide en practica y contempla- tiva, y esta Ultima en literaria y filosdfica. Es incalculable la multitud de errores y contradicciones, confusion y vaguedad en que hoy viven los Judios. Explican unos artificial y sim- bélicamente las santas Escrituras por medio de trasposicio- nes literales, anagramas y combinaciones de palabras, mién- tras que otros buscan acomodada explicacion de las divinas perfecciones ¢ inteligencia superior en cierta metafisica sutil, que oculta un probabilismo deducido de principios panteistas. Asi lo demuestran algunos comentarios biblicos, de los cua- les unicamente recordarémos los referentes 4 el precepto que prohibe alimentarse con la sangre de las victimas (1). Explicaron esta prohibicion como fundada en la circulacion universal de la sustancia primitiva, que segun los Cabalis- tas puede multiplicarse por si misma, y siendo idéntica en todas sus partes, tiene facultad de producir en el mundo sensible indeterminado numero de emanaciones. De tan ab- surda teoria pasaron 4 otras no ménos extrafias sobre los demonios, origen del alma racional y sus cuatro elemen- tos componentes segun aquellos Rabinos obcecados. Produ- jo esta doctrina la invencion y practica delasciencias ocultas, por medio de palabras cabalisticas sacadas de la Biblia, ase~ gurando que existeen dicho libro cuanta eficacia es necesaria para producir la magia: medio que supusieron haber emplea- do los Profetas para ejecutar prodigios admirables , los cuales creian que podra repetir el hombre cuando acierte 4 ordenar Jas voces con que debe invocarse 4 Dios y 4 los espiritus. Es~ tas creencias tan erradas originaron muchas practicas supers— ticiosas 4 que se abandonaban los Judios, suponiendo posible ejecutar portentos por medio de palabras, signos y combina~ ciones cabalisticas que producen cierta violencia de simpatia en los séres de un mundo superior. Con este medio esperaban hacerles revelar la inteligericia, el sentido, y los misterios de la Biblia, y la segura adivinacion de todos los futuros contingentes. Unas teorias de este género produjeron gran- (A) Anima omnis carnis in sanguine ests‘ unde dixi filiis Israel: Sangui- nem universe carnis non comeditis, quia anima carnis in sanguine est, et quicumque comederit illum, interibit. Lev. cap. 17. ver. 14. CAP. V.—LOS HEBREOS. 81 des supersticiones, y hombres ignorantes creyeron posible la magia, dando mucho que hacer al Santo Oficio , antes de lo- grar la extirpacion de tantos absurdos. La ley mosaica procuré formar del pueblo Hebreo una nacion que no se confundiera ni contanfinara con las abomi- naciones idolatricas de sus vecinos. El Talmud conserva igual tendencia, pero con mayor rigor, porque sus disposi- ciones son mds circunstanciadas y excesivamente minucio-~ sas, y aunque reconocemos que es providencial la conserva- cion del pueblo deicida sin confundirse entre las restantes naciones de la tierra, resulta indudable que los Judios han creado ese antagonismo que existe contra sus personas, y que el afan de conservar su raza para el dia de la suspirada liber- tad, hace de ellos un pueblo en oposicion 4 las demas na- ciones, que consideran como infieles. Por este motivo son poco escrupulosos en sus negocios mercantiles con aquellos que no profesan el culto mosaico. Su mayor inteligencia en el comercio, la economia, union y buena fe con que se favore— cen mutuamente son elementos que utilizan para absorber grandes riquezas. Prohibeles el Talmud confundirse con los extranjeros para que su casta no haya desaparecido el dia en que vuelvan 4 constituir su nacionalidad, y les recomienda el comercio como elemento de grandes prosperidades. Repe- tidamente demuestra el pensamiento de este codigo, que no solamente ha querido conservar las tradiciones rabinicas, sino la raza hebrea entre los pueblos con quienes viven sin confundirse en ellos, aunque hablen igual idioma y adopten sus costumbres patrias.. Es el Talmud un libro digno de observacion y estudio , que revela ciertas soluciones de importantes sucesos politicos en que han influido los Judios , y porque dicho libro nos ensefia el caracter especial de un pueblo 4 quien se manda robar 4 los cristianos y maldecirlos tres veces .al dia. Tales son los preceptos del Talmud contra los discipulos de Jesucristo, cuyo Evangelio impone el deber de caridad universal. En favor de los Judios pronuncia la Iglesia fervorosas oraciones , miéntras el egoismo y avaricia forman el caracter especial de este pueblo, que aprende diariamente en las paginas de su cddigo recuerdos de inextinguible rencor para sus enemigos, que di- cho, libro halla en todos los hombres de otra casta y religion; Tomo. . 6 82 INTRODUCCION. pero su moral se permite grande laxitud en los contratos, por- que autoriza el engaiio y las usuras contra los que no profe- san su religion. De este drden son las tradiciones rabinicas y doctrinas del Tamud, cuyo fin se dirige 4 sostener las espe- ranzas del pueblo judio fomentando al mismo tiempo su odio contra el cristianismo. En varias naciones se prohibié el referido libro, considerdndolo como la causa de la obsti- nacion judia. Los papas Gregorio IX, Inocencio IV, Julio III, Pio IV y Clemente VIE, prohibieron igualmente este comen- tario voluminoso de la Biblia, lleno del idealismo oriental; verdadera enciclopedia en que la critica sdlo halla notables la originalidad de sus leyendas, y las graficas interpretacio- nes del Antiguo Testamento violentadas por los Rabinos co- mentadores , para negar la venida del Mesias y sostener al pueblo en esperanza indefinida. El crédito del Talmud, 4 pesar de los siglos trascurridos sin el cumplimiento de las profe- cias, se ha conservado entre los Hebreos; yhasta en los tiem- pos modernos se respeta un escrito cuyas ficciones cabalisti- cas, ya que no puedan admitirse por los judios ilustrados , se consideran como alegorias de su moral poéticamente embe- lecida (1). Nos apartariamos del fin 4 que se destina la presente obra ocupando sus paginas con el exdmen critico de un libro , que revela las condiciones singulares de ese pueblo tan especial entre todas las naciones de la tierra. La ciencia rabinica con- tenida en sus comentarios, leyendas , simbolos , alegorias y ficciones cabalisticas, y sus ritos y observancias minuciosas, pueriles y frivolas, merecen el estudio del anticwario, del jilé— sofo y del tedlogo. Nuestras anteriores reflexiones sdlo se dirigen 4 dar conocimiento del verdadero motivo de la pre- (4) El Talmud es un comentario de la Biblia , interpolado con ficciones cabalisticas y leyendas orientales, que suponen como el contenido de la uma de todas las verdades. Maimonides concerté de algun modo este re- pertorio de las ciencias rabinicas, intentando-explicar la oscuridad de sus dogmas con observaciones filos6ficas. El rabino Alfessi desembarazé las creencias dogméticas contenidas en el Talmud, de los demas asuntos his- toricos, astrondmicos y geogréficos, de medicinay astrologia. El rabino espafiol Cabir hizo nuevos trabajos para separar del dogma y disciplina todas las cuestiones relativas 4 las ciencias humanas, y sus frivolas le- yendas que sélo pueden ofrecer interes bajo el aspecto literario y cientifico. CAP. V.—LOS HEBREOS, 83 vencion que en otros tiempos hubo contra los Hebreos: ellos ocasionaron sus desgracias 4 causa del odio que abri- garon contra razas distintas de la suya. Los Judios , sin em- bargo, no siempre han sido las victimas, porque lograron frecuentes coyunturas de vejar 4 los cristianos. S. Pedro y - §. Juan sufrieron tratamientos muy crueles y la persecucion mas obstinada: perecié S. Estéban desastrosamente , decapi- taron 4 Santiago el Mayor, y Santiago el Menor fué des- pefiado desde las alturas del templo. Grandes vejaciones sufria el Apdstol de las gentes, y un considerable numero de fieles fueron desterrados de su patria. Cuando Cosroes, rey de Persia, conquisté 4 Jerusalen, compraron los judios noven- ta mil cristianos prisioneros , 4 quienes se maté sin conside- raciones 4 la edad ni al sexo (1). En todos los gobiernos don- de lograron influencia los Judios , han desahogado siempre su venganza contra el cristianismo. En las grandes persecucio- nes que la Iglesia padecia durante algunas épocas de la Edad Media, por los cismas, herejias, y el despotisme de ambicio- sos monarcas, tomaron los Hebreos una parte principal y muy activa; y abusando de los favores imperiales debidos 4 su ri- queza, estimularon 4 los Principes contra la Santa Sede. Excluida la raza hebrea de los cargos publicos , y huyen- do ellos de la vida militar, se dedicaron al estudio de las- ciencias y al comercio, habiendo sido la medicina su aficion mas predilecta , y en la que hicieron todos los adelantos po- sibles en aquella época. Sus profesores alcanzaron grande fama , aunque en su terapéutica-solia intervenir la astrono- mia y quiromancia. Los conocimientos botanicos que habian adquirido , facilitaban mucho la cura de sus enfermos. Cono- cian las propiedades purgantes del tamarindo, .hojas de sen, cafiafistula, y de las cinco variedades del mirabolano; pero les era imposible adelantar sus investigaciones fisiolégicas, cuando la cabala intervenia, diciendo que la divinidad pro- duce inmediatamente toda mutacion corpérea. Consideraban el espiritu como una émanacion astrondmica, que se une 4 los cuerpos y produce fendmenos perceptibles para nuestra in- (1) Los que crean la noticia exagerada , pueden leer 4 César Canta en su Historia Universal , libro 6.°, cap. 1X, tomo 2, pag. 309 de la edicion de Madrid de 1854, 84 INTRODUCCION. : teligencid é incomprensibles para los sentidos. Hubo tambien proporciones geométricas, aplicadas al uso de los medica~ mentos, y otras sutilezas escolasticas sirvieron para igual ob- jeto, sin que el empirismo dejara de figurar entre los siste- mas de aquellos médicos, que por sus buenas practicas y ex- celente observacion lograban distinguirse; carecian, sin em- * bargo , de conocimientos anatémicos, creyendo que el cora- zon tiene tres ventriculos, residencia del espiritu, y que por esta causa dicha entraiia ejerce las funciones mas interesan- tes del organismo. Hiciéronse notables en otro género de estudios, particu- larmente despues del siglo X , en que florecieron los rabinos Natam , Raschi, Aben Ezrra, Moisés, Maimonides y otros fild- sofos notables que propagaron por ei Occidente la doctrina de Aristételes. Como viajeros, Benjamin de Tudela, Petachia de Ratisbona y algunos mas. Su aficion 4 las ciencias no ha decaido, y la hermandad de casta es digna de imitacion, pues hace pocos aiios que todavia estaban sosteniendo 4 sus correligionarios pobres en las universidades alemanas. Con- servando los Judios entre si la mayor fraternidad, pros— peraban facilmente. Esta union de hombres diseminados entre las naciones de la tierra, y la necesidad de cambiar sus domicilios para sustraerse al resentimiento de gentes perju— dicadas en el trafico, les facilito grande acierto para sus ne- gocios , pues conocian las necesidades de los pueblos que vi- sitaban y las diversas producciones de todos los paises. Co- municdbanse mituamente las noticias utiles para su comer- cio, pidiendo unos géneros de segura venta, y remesando otros 4 los puntos de favorable expendicion: y auxiliandose con capitales sin interes alguno, y viviendo con rigurosa eco- nomia lograban enriquecerse. Una pobreza aparente les li- braba de atropellos y exacciones ; el secreto de sus empresas mercantiles y facilidad con que viajabar, hallando hospedaje en las casas de correligionarios diseminados por todas partes, inclindbales 4 un tréfico ficil para eflos y de seguro éxito. Comercio que procuraban hacer clandestinamente para li- prarse de las violencias que sufrian 4 su paso por los domi- nios feudales, si no pagaban un fuerte tributo 4 fin de ob- tener la proteccion de los sefiores. Necesitaron ocultar la importancia de sus especulaciones, y esta circunstancia les CAP. V.—LOS HEBREOS. 85 acostumbré al fraude, que consideraban licito y 4un merito- rio, tratandose de los infieles 4 su religion mosaica. Una mo- ral poco escrupulosa les permite acumular ganancias inmo- deradas, violando cuando pueden la formalidad de los con— tratos celebrados con personas de diferente religion: para esta mala fe hallan razones en el Talmud, cuya moral hasta les aconseja quebrantar el juramento por conservar la paz. Disculpan los Judios sus infracciones de la palabra y buena fe, con los atropellos padecidos, sin recordar que su codicia mo- tivaba los tumultos populares suscitados ordinariamente por el excesivo precio que su monopolio daba 4 los comestibles. Mercaderes codiciosos, aceptaban el publico desprecio; y se consideraban satisfechos de cualquier agravio si veian au- mentarse el capital , y podian oprimir con réditos inmodera- dos al que necesitaba de sus préstamos, 6-engaiiar en la cali- dad, precio y peso de las mercancias. Cuando se comprendié la importancia del comercio y sus ventajas en favor del bienestar de los pueblos y del acrecen— tamiento de la riqueza publica, se empezd ‘dé conceder fran- quicias al trafico. Renunciaron los sefiores sus derechos de peaje; estableciéronse lugares francos , y se formaron esta- tutos gremiales. De todas estas ventajas gozaron los Judios, y hasta en algunos paises obtuvieron privilegios para su trafi- co, sin que por eso renunciaran 4 sus habitos de fraude y avaricia , ni desistieran de su inclinacion al monopolio y afi-~ ciones usurarias, en que hallabaninagoteble manantial para reunir riquezas. Considerando el dinero como una mercancia, se autorizé el interes del préstamo, que llegé 4 exagerarse se- gun la desproporcion de la demanda con la oferta. Para evitar excesos Contra e] precepto dela caridad, y salvar 4 los des- . graciados de segura perdicion, la Iglesia moderé los abusos de la codicia ; pero los Judios no se creyeron obligades 4 ob- servar semejantes_prescripciones, continuando sus emprés— titos, y hallaron manera de burlay las leyes civiles sin exposi - cion para el capital. Por este medio facil y seguro, aerecen~ taban sus riquezas de dia en dia, dando 4 estos negocios colosales proporciones con los bancos de préstamos , que ab- sorbieron la fortuna de muchas familias. Contra estos estable- cimientos, fatal invencion de los Judios , la caridad cristiana cred despues los Montes de piedad , que remedian los excesos 86 INTRODUCCION. . de Ja usura, cuando su administracion se desempefia recta- mente. . Paralizdbanse las operaciones mercantiles por la dificul- tad de transportar el oro y plata, cuando no podia concertar- _ Sela permuta de mercaderias; pero remediaron los Judios este mal inventando las letras de cambio para trasladar sus capitales sin peligro. A este invento debe el comercio gran- des adelantos. Por tan habil medio transportaban el metalico, pudiendo generalizar sus bancos de descuento adonde les convino. Hiciéronse grandes banqueros, y en la inmensa acu- mulacion de capitales, gozaban las satisfacciones que el con- cepto publico les regateaba. Hallanse hoy los Judios esparcidos por todas las naciones del mundo , y despues de diez y nueve siglos de dispersion, conservan su raza, que segun los calculos de Balbi, cuenta cuatro millones de individuos; resultando aquel antiguo pueblo sin diminucion alguna , y probablemente més nume- Toso que 4su expulsion de Jerusalen. Su estado es bien flo- - reciente por la riqueza inmensa que poseen , y haber desapa- recido todas las leyes represivas dictadas contra ellos. Son los primeros comerciantes del mundo, gozan de completa libertad, desempefian cargos publicos de alta importancia, tienen asien- to en las cdmaras politicas de las naciones cultas, y se hallan completamente emancipados gozando igualdad de derechos con los demas hombres. Una cosa falta para que su emanci- pacion fuera completa , beneficio imposible para hombres que se hallan por altos destinos sentenciados 4 no recobrar su nacionalidad, ni ver construido su templo, ni recuperar 4 Je- rusalen y su antiguo territorio de Palestina, patria de sus an— tepasados, tumbaen donde yacen solitarios y en triste aban- dono restos venerandos de una generacion que merecié ser. escogida por Dios entre todos los pueblos de la tierra. CAPITULO VI. LAS CIENCIAS OCULTAS. Breve idea dela c&bala.—Su conexion con el panteismo.—La teurgia.— Los genios motores.—E] encanto.—Conjuros.—Adivinacion por augu- rios.—Nicromancia.— Ardspices.— Suefios. — Nigromancia.— Astrologia judiciaria.—Sistema caldeo. — Método racional.—Prohibiciones dela ley mosaica.—La Iglesia s6lo permite el pronéstico de fendmenos atmosféri- cos. —Observaciones. — Elixir de larga vida.—La piedra filosofal a propuso el Santo Oficio desterrar de la sociedad todas las creencias supersticiosas, y logré su fin castigando severamente 4 las gentes criminales ‘! que extraviaban el criterio publico con los enga- &) iios de su invencion fundados en ciertas creencias vulgares, lucubraciones del gnds absurdo fanatis- mo. Para dar un conocimiento exacto del servicio que hicieron dichos tribunales 4 la civilizacion y progreso cientifico del mundo, vamos 4 ocupar este capitulo con el breve recuerdo de las ciencias ocultas: y al mismo tiempo llamarémos la aten- cion de nuestros lectores sobre las relaciones del moderno panteismo con el sistema cabalistico, por- que siempre hemos creido que la filosofia alemana no ha hecho los adelantos que aparenta y sus admiradores ponderan. Una breve idea de lo que ha sido la eddalay la ex- Pposicion de sus principios fundamentales, sera suficiente para nuestro intento sin extendernos 4 recordar todas las conse- cuencias que completan dicho Sistema tetrgico: intrincado laberinto en que no juzgamos necesario iniciar 4 nuestros 86 INTRODUCCION. : de Ja usura, cuando su administracion se desempefia recta- mente. [ Paralizdbanse las operaciones mercantiles por la dificul- “tad de transportar el oro y plata, cuando no podia concertar- _ Sela permuta de mercaderias; pero remediaron los Judios este mal inventando las letras de cambio para trasladar sus capitales sin peligro. A este invento debe el comercio gran-~ des adelantos. Por tan habil medio transportaban el metalico, pudiendo generalizar sus bancos de descuento adonde les convino. Hiciéronse grandes banqueros, y en la inmensa acu- mulacion de capitales, gozaban las satisfacciones que el con- cepto publico les regateaba. Hallanse hoy los Judios esparcidos por todas las naciones del mundo , y despues de diez y nueve siglos de dispersion, conservan su raza, que segun los cdlculos de Balbi, cuenta cuatro millones de individuos; resultando aquel antiguo pueblo sin diminucion alguna , y probablemente mds nume- Toso que 4.su expulsion de Jerusalen. Su estado es bien flo- - reciente por la riqueza inmensa que poseen , y haber desapa- recido todas las leyes represivas dictadas contra ellos. Son los primeros comerciantes del mundo, gozan de completa libertad, desempefian cargos publicos de alta importancia, tienen asien- to en las cAmaras politicas de las naciones cultas, y se hallan completamente emancipados gozando igualdad de derechos con los demas hombres. Una cosa falta para que su emanci- pacion fuera completa , beneficio imposible para hombres que se hallan por altos destinos sentenciados 4 no recobrar su nacionalidad, ni ver construido su templo, ni recuperar 4 Je- rusalen y su antiguo territorio de Palestina, patria de sus an-— tepasados, tumbaen donde yacen solitarios y en triste aban- dono restos venerandos de una generacion que merecié ser. escogida por Dios entre todos los pueblos de la tierra. CAPITULO VI. LAS CIENCIAS OCULTAS. Breve idea de la cdbala.—Su conexion con el panteismo.—La teurgia.— Los genios motores.—El encanto.—Conjuros. —Adivinacion por augu- rios.—Nicromancia.—Ardspices.— Sueiios. — Nigromancia.— Astrologia judiciaria.—Sistema caldeo.— Método racional.—Prohibiciones de la ley moséica.—La Iglesia s6lo permite el prondstico de fendmenos atmosféri- cos.—Observaciones.—Elixir de larga vida.—La piedra filosofal E propuso el Santo Oficio desterrar de la sociedad todas las creencias supersticiosas, y logré su fin castigando severamente 4 las gentes criminales que extraviaban el criterio publico con los enga— jios de su invencion fundados en ciertas creencias vulgares, lucubraciones del gnds absurdo fanatis- mo. Para dar un conocimiento exacto del servicio que hicieron dichos tribunales 4 Ja civilizacion y progreso cientifico del mundo, vamos 4 ocupar este capitulo con el breve recuerdo de las ciencias ocultas: y al mismo tiempo llamarémos la aten- cion de nuestros lectores sobre las relaciones del moderno panteismo con el sistema cabalistico, por- que siempre hemos creido que la filosofia alemana no ha hecho los adelantos que aparenta y sus admiradores ponderan. Una breve idea de lo que ha sido la edbalay la ex- posicion de sus principios fundamentales, serd suficiente para nuestro intento sin extendernos 4 recordar todas las conse- cuencias que completan dicho Sistema teurgico: intrincado laberinto en que no juzgamos necesario iniciar 4 nuestros 88 INTRODUCCION. lectores. Y nos permitimos destinar algunas paginas al exa~ men de las ciencias ocultas con el fin de que sean conocidas las razones que tuvo la Iglesia para refrenar los excesos y de- litos cometidos contra la santa fe catélica por los que hacian profesion de magia. Séres perversos que bajo el titulo de en- cantadores, brujas y hechiceros engafiaban 4 un vulgo igno- rante, explotando su credulidad en provecho de la mas sér- dida avaricia y desenfrenada incontinencia. Castigando estos delitos, indudable es que la Inquisicion presté 4 nuestra so- ciedad servicios importantes. Aunque se haya defendido, con mayor habilidad que logi- ca, la diferencia esencial entre el panteismo y la cibala (1), no podra desconocerse aquella errada ensefianza en la circu- lacion inmensa y constante con que explica el cabalista un desarrollo progresivo que fué creando al universo. Ensefia— ron que los séres todos participan de absoluta unidad, como procedentes por emanacion de una sustancia idéntica, pura. infimta y divina,, que todo lo Ilenaba, y contenia en si la fa~ cultad de transformarse en diverso niimero de entes 6 natu- yalezas (2). Esta sustancia exsdfce incomprensible para el hombre y revestida con la facultad de producir incalculable numero de atributos, verificd dos movimientos, uno de con- centracion para dejar libre el espacio en que debia verificar- se la creacion, y otro de expansion que volvié 4 ocupar aquel - “ vacio inmenso, quedando de este modo establecida la circu- lacion universal. La sustancia divina reconcentrada en la cir- cunferencia del espacio formado por el movimiento de con~ centracion, se precipité nuevamente al centro de dicho va- cio, inundjndolo con emanaciones modificadas de diversos (1) Freystadt, en el Kabalismus et Panteismus , niega la relacion entre ambos sistemas. Frank sigue con mas légica la opinion opuesta en su Filo- sofia religiosade los Hebreos. Rosst: Diccionario histérico de autores he- breos.—Bartotocct: Biblioteca magna rabinica. (2) Dicen los panteistas que el universo procede de Dios por ema- nacion. Los catélicos negamos el dltime extremo de dicha proposicion, pues el universo fué hecho de la nada por Dios , de quien procede por crea- cion. Los séres finitos tienen su origen por generacion cuando se unen lama- teria y la forma , 6 por creacion cuagdo fueron producidos en su totalidad 6 sacados de lanada. En buena filosofia no se admite la procedencia por ema- nacion, invento dei panteismo. CAP. VI.—LAS CIENCIAS OCULTAS. 89 modos, que produjeron el universo. De suerte que el movi- miento de concentracion retirando la sustancia del centro 4 la circunferencia , formdé el vacio en que debia crearse el mundo por el segundo movimiento de expansion, que hizo partir nuevamente desde la circunferencia al centro del es- pacio un raudal de emanaciones por canales secundarios. Subdividense constantemente estos canales, estableciendo la circulacion universal, que desarrolla todas las propiedades y potencias productoras de los séres creados, en cuatro mundos concéntricos: pero su espiritualidad va disminuyendo hasta el planeta que habitamos, adonde Ilega la sustancia en tanta degeneracion, que nuestros sentidos pueden percibirla trans- formada ya en séres naturales. Produce la materia emanacio- nes malignas, de que resultan los demonios; y asi como estos perversos espiritus son el producto mas impuro de la materia, . el alma racional es un destello de la sustancia eterna que ha traspasado Jos mundos superiores sin perder toda su pu- reza; destello que circula por el érden natural, ddndole su movimiento, y que en su dia hard recobrar 4 este mundo dege- nerado sus primitivas cualidades. . De este modo explican los cabalistas la creacion del mun- do, queriendo conocerle en su primitivo estado de sustancia ilimitada; y en verdad que semejante sistema no se prueba - con razon alguna. Todo artefacto puede considerarse en su estado primitivo de descomposicion, no asi el universo. Con maderas y metales se coustruyen buques poderosos, cuyos componentes pueden estudiarse en su estado herbdceo las pri- meras, y los otros segun la metalurgia; pero no es po- sible descomponer de igual manera la creacion del universo, marchando por gratuitas deducciones de‘lo conocido 4 teorias arbitrarias, sobre lo que Moisés ha escrito de un modo bien claro y racional. Y la causa de esta diferencia consiste en “que Ja creacion es obra de Divs, de quien hemos recibido ins- trucciones acerca de ella en la narracion mosaica, suficientes para satisfacer 4 nuestro entendimiento; pero los artefactos salen del ingenio humano, y el hombre puede estudiar su es- tructura descomponiéndolos , porque se hallan bajo la juris- diccion de sus sentidos. Descomponer e] mundo para conside- rarlo en estado de fusion es empresa superior 4 nuestro limi- tado entendimiento. Dijeron los cabalistas que todos los séres 90 INTRODUCCION. son unos, como procedentes por emanacion de una sustancia idéntica, infinita y divina, que contiene en si la-facultad de transformarseen diferentes séres 6 naturalezas; todas las cua- Jes forman 6 constituyen la wnidad absoluta. Examinemos bre- vemente la doctrina del panteismo, y ella nos hard ver nota- bles coincidencias entre unas y otras teorias. Scheling en su Sistema del idealismo trascendental dice: que no enistiendo mas que la unidad absoluta, la multiplicidad es una simple apariencia : que el desarrollo de la humanidad sdlo es una evolucion de lo absoluto; y que el sujeto es idéntico al objeto. Mucho més eXagera Fichte su panteismo ideal. Nos dice que del Yo emanan todos los séres; niega la realidad de todo lo que esté fuera del Yo, y sostiene formalmente que es mera ilusion todo aquello que vemos y nos parece diverso; por ma- nera, que hasta el Vo Vo, es el Yo; porque el Yo es infinito y el No Yo es limitado, y el Yo no’ puede limitarse sin contra- . diccion; por consiguiente, el No Yo tiene que ser el Yo como los demas. Afiade que toda realidad es Yo por su actividad, pues nosiendo el Yo mas que el principio activo, fueradel Yo nada hay, y siel Vo perdiera la actividad seria el No Vo. El Fo es infinito é ilimitado , pone lo que ewiste y fuera de él nada hay real, sino aparente..z Su realidad es infinite é ilimitada. Fichte admite una unidad absoluta, y considera la multipli- cidad cual meras apariencias, es decir, la sustancia enséfica - de los cabalistas con sus multiples emanaciones bajo la apa— tiencia de los séres criados. . Admite Hegel la unidad absoluta, pero sin expresarla por el Yo de Scheling y Fichte, sino por la idea, que nos presenta como un sér absoluto en donde se contienen todas las ciencias 6 tipos ideales de los séres, hasta la época de su manifesta- - cion en el espacio, que produjo el mundo corpéreo. Otra épo- ca de concentracion 6 reversion sobre Ja idea produjo el Espiri- tu, el cual por una serie de perfecciones sucesivas llega al’ estado de libertad, se desenvuelve en el estudio de las ciencias y artes , adquiriendo su mayor grado de pureza cuando posee los secretos de la filosofia verdadera. Comprendié Krausse la existencia de dos grandes séres, el Espiritu y la Naturaleza, independientes uno de. otro , y so- bre estos mundos Espiritual y Natural que son dos injinitos re- lativos , un Sér Supremo que es el infinito absoluto, en el cual CAP. VILLAS CIENCIAS OCULTAS. 91 se contienen los infinitos relativos, Espiritu y Naturaleza. De suerte, que segun dicho filosofo, el Sér Supremo es la esen- cia fundamental de la que emanan dos manifestaciones, Es~ piritu y Naturaleza; es decir, la sustancia universal de Es- pinosa , pura, idéntica, infinita y divina, que segun los ca- balistas todo lo Hena, y contiene en si la facultad de transformarse. Lo cual confirma Krauss diciendo, que los sé- res individuales finitos participan de una esencia comun con uno de ellos, 4 saber, los séres naturales con la Natura- - leza, y los espirituales con el Espiritu. Pero como la distin- cion de la Naturaleza y cl Espiritu sdlo es‘relativa teniendo comunidad de esencia con el Sér Supremo, que absorbe am- bos séres, resulta la sustancia universal con sus emanaciones que llegan al mundo inferior por los conductos 6 canales de la Naturaleza para los cuerpos, y del Espiritu para los séres espirituales, y de ambos por ywxtaposicion € intimidad de penetracion (1) para constituir en el hombre sus érganos fisi-~ cos y facultades intelectuales. Exageraron algunos fildsofos griegos la idea de unidad absoluta en contraposicion de las doctrinas jénicas, creando un panteismo que la moderna filosofia alemana presenté en formulas muy desenvueltas; y aunque llevan sus deducciones mas alla de los limites imaginados por la escuela griega, y pretenden traer su origen de ella, existen notables diferen- cias entre ambas, siendo mas clara x evidente su coinciden- ‘cia con los delirios cabalisticos, segun la breve exposicion que de ellos hemos hecho. Largo seria explicar este sistema con sus fantisticas utopias, que omitimos considerdndolas ajenas de este libro. Completarémos, sin embargo, las indicaciones anteriores recordando tinicamente que la cdbala se divide en especulativa y practica, subdividida ésta en simbdlica y real, yla simbélica en geometrica, que del valor de los nimeros deduce la significacion de los conceptos biblicos , xotaricon, destinada 4 investigar por las primeras y ultimas letras de cada palabra su verdadero significado, y permutacion, que busca igual fin combinando frases y palabras. La cdbala especulativa 6 dogmé- (1) Intus-suscepcion, aunque respetamos el término usado por el fi- J6sofo. 92 INTRODUCCION. tica se subdivide cuando trata de los fenémenos naturales y dogmas teoséficos. Mas tanta combinacion y tan estudiada teoria no producen resultado alguno paraexplicar de un modo completo dogmas ensefiados satisfactoriamente en la cosmo~ gonia de Moisés. Los cabalistas con sus teorias metafisicas dieron lugar 4 extrafias consecuencias teurgicas y aplicacio- nes que crearon la magia, supuesta la encadenacion de los séres materiales con los espiritus. Llegaron algunos hombres 4 creer posible la fuerza de ciertas combinaciones de pala~ bras, numeros y otros objetos sensibles, para excitar las . simpatias de los Espiritus; y de esta creencia tan absurda como impia , nacié la preocupacion sobre los encantamientos, talismanes y demas efectos de Ja ciencia oculta. Quiso el hombre alcanzar conocimientos sobrenaturales, y con ayuda de los espiritus ejecutar milagros. Esta errada ciencia, que se llama tewrgia, tuvo fundamento en la opinion adoptada por el paganismo , de qué todos los séres materia— les , tanto terrestres como del sistema planetario , se hallan animados de su respectivo espiritu. Inventaron él sistema de los genios motores , que producen los fendmenos de la natura- leza, olvidando 4 Dios nico autor de todo lo criado, cuya providencia dicté al mundo leyes generales de invariable cumplimiento. Modificése despues dicho sistema, ensefiando que un Dios habia creado el universo, pero confiando su cui- dado y direccion 4 inteligencias esparcidas por todas partes, las cuales eran unos espiritus dispuestos 4 ejecutar el mal. Esta creencia origind el culto que pueblos atemorizados tri- butaban 4 divinidades vengativas , de cuyo poder dependia la distribucion de los dones naturales, privando de ellos 4 Ja desgraciada humanidad , cuando se hacia merecedora de cas— tigo. Empledronse misteriosos ritos y determinadas preces, cuyas palabras encerraban el secreto para dominar 4 dichos genios amansando su fiereza. Férmulas que ellos habian re- velado, en versos inexplicables 6 en prosa de conceptos mis~ teriosos, mas de seguro éxito para producir encantos sorpren- dentes. Estas villanas manipulaciones se decia que eran el efecto sobrenatural de canticos ligubres y misteriosos, que resonando en el silencio nocturno de los bosques, 6 bajo las bovedas de escondida gruta, sujetaban las inteligencias mo- toras del drden natural. Persuadiéndose ciertos hombres de . CAP. VI.—LAS CIENCIAS OCULTAS. 93 que existen palabras eficaces para ganar la voluntad y protec- cion de los genios superiores, creyeron posible ejecutar pro- digios. Asi es, que siendo creencia del paganismo lo indicado Antes, acerca de los genios buenos y malos, cuyo pode- rio se deja sentir sobre todo lo criado, quien hallaba el se- creto de los conjuros para hacerse obedecer de dichos espiri- ritus, adquiria una preponderancia extraordinaria. Mas como todu esto es absurdo , tratabase de engaiiar al vulgo con mi~- serables imposturas, 6 sagaces efectos de prestidigitacion. Sin embargo, hubo gentes ilustradas de aquel tiempo que juzgaron posible la teurgia y sus genios motores, sometidos | alhombre que lograba sorprender el secreto de sus formulas. Muchos gentiles y judios explicaron de este modo los mila- gros de Jesucristo y de los apéstoles. Celso Juliano, y otros escritores de aquella época hallaron muy natural dicha ex— plicacion, asegurando que los prodigivs admirados por el pueblo se habian hecho con el auxilio de genios maléficos, sometidos 4 la voluntad de aquel mortal dichoso, que habien- do legado 4 conocer la secreta formula de invocacion , supo el conjuro cierto para dominarlos. Todos los hombres dirigen sus plegarias al Omnipotente en los apuros y necesidades que sufren. Muchas familias adop- taron determinadas oraciones, que trasmitidas de unos 4 otros, se creyeron prenda segura de la proteccion divina 4 causa de favores recibidos por su eficacia; y de aqui provino la confianza en ciertas preces, que Ia tradicion supuso ense- adas por los gerios. Esta creencia del politeismo produjo graves supersticiones. En igual error cayeron muchos here- siarcas, y ciertos catdlicos imperfectos é ignorantes que ha- bian olvidado las maximas de Jesucristo: viniendo por fin la supercheria para fomentar una credulidad en que tomé parte el empirismo con sus drogas , administradas bajo ciertas for- mulas rituales, bendiciones y aspersiones (1). Los conjuros asombrando a la curiosa muchedumbre obraron sobre la ima- ginacion, y no es dificil que por esta causa produjeran algu- (1) Las bendiciones y aspersiones sélose aplican 4 cosas sagradas 6 con fines santos ; pero los hombres falsarios simulaban las praclicas santas de Ja Iglesia para alucinar al vulgo, Ellos, pues, no hacian verdaderas bendi- ciosies y aspersiones , sino cierto remedo impio de estas creencias. 94 INTRODUCCION. na vez efecto en ciertas dolencias; pero sus encantos y bre- bajes extraviaban el criterio de unos pueblos 4 quienes la Iglesia catélica deseé ilustrar. Fué, pues, conveniente la creacion de tribunales privativos contra el mayor obstacu- lo para el verdadero adelanto de las ciencias naturales. Los poderes eclesidsticos debieron extirpar unas doctrinas tan opuestas 4 nuestra santa fe, en cuanto suponen la existencia de potestades iguales 4 Dios, lo cual era una reproduccion del paganismo. Despues de los neoplaténicos , hubo cristia~ nos que adoptaron las practicas ‘teuirgicas , dun cuando eran actos de verdadera idolatria en el hecho de reconocer la existencia de espiritus merecedores de_culto (1). Creyeron aquellos hombres posible un comercio intimo, y la rela~ cion directa con los espiritus por medio de cierto ritual secreto, que les facilitaba una poderosa proteccion para eje- cutar obras sobrenaturales , y el conocimiento de los futuros contingentes. Esta orgullosa pretension con sus pruebas ex- perimentales ocupaban demasiado a ciertas gentes supersti- ciosas para que la potestad civil permaneciera indiferente despues de tan repetidas condenaciones eclesidsticas como se hicieron desde los primeros tiempos (2). Se han expuesto con brevedad las aberraciones del huma— no entendimiento, extraviado entre un laberinto de sistemas absardos para sorprender los arcanos teirgicos, fundados en la equivocada hipdtesis de que los fendmenos naturales son dirigidos por genios protectores. Esta creencia produjo un deseo de someter 41a humana voluntad el gobierno del mun- do, por medio de invocaciones que ganasen la proteccion de dichos séres. Fué la dogmatica del paganismo cierto com- puesto de supersticiones, algunas de las cuales adoptaron los (4) Los neoplaténicos consideraban al cristianismo sélo bajo su puntode vista filoséfico, De esta opinion nacieron varios errores. Plotino creyé en lo que hoy se llama paateismo, y Porfirio propagé esta herejia. Jamblico quiso concordar las doctrinas de Platon y de Pitagoras conJa filosofia egipcia. La escuela neoplaténica, protegida por el emperador Juliano , persiguié 4 la Iglesia , pero sucumbié bajo el peso de sus doctrinas. Y debe advertirse que su creencia en la teurgia contribuy6 principalmente al descrédito de dicha secta. (2) Orantes autem, nolite multum loqui, sicut ethnici : putant enim quod in multiloquio suo exaudiantur.—S. Mat., cap. VI,-v. 7. CAP.°VIL—LAS CIENCIAS OCULTAS. 95 Gnosticos y Maniqueos (1), intentando amalgamar’el Evan- gelio cristiano con la religion mosaica y mitologias griega y egipcia para convenir en alguna formula de creencia univer— sal, como se ha dicho anteriormente. La escuela de Alejan- dria apoyé el proyecto, haciendo trabajos en que ya nos hemos ocupado; pero debemos advertir que en dicha transaccion admitieron ciertas supersticiones paganas, y entre ellas la referente al valor positivo de las ciencias ocultas, considera~ das como un medio seguro puesto 4 disposicion del hombre para obtener lo que mas apetece en esta vida, sabiduria ri- quezas y salud. Semejantes reminiscencias del politeismo en- volvian el recuerdo de aquellasdivinidades del fuegoy del aire, dela tierra y de las aguas, en que suponian residir maravi- llosas facultades; y constituyendo éstos (que llamaban ele- mentos) la naturaleza, cuyos séres suponian animados de sus respectivos genios, creyeron que dichas inteligencias se ren- dirian necesariamente al principio que mayor influjo ejercie- ra sobre laconstitucion del universo. Creian aquellos filoso~ fos en las fuerzas elementales de los séres terrenos, admi- tiendo la existencia de fuerzas ocultas recibidas del alma del mundo, espiritu desprendido de los astros. De este modo los alucinados profesores de las ciencias ocultas reprodujeron el sistema pitagérico. Animados todos los séres de la crea~ cion por espiritus 6 genios , creydse posible obligarles 4 co- municarse con el hombre por mediode formulas reservadas enel secreto de la magia, ciencia dificil y sublime con la cual se propusieron descubrir los arcanos naturales, y para la que nada existe reservado en el érden moral. Formdronse tres sistemas, y en relacion exacta con los tres mundos ce- leste , material é intelectual, se cred la magia celeste , natu- tal y religiosa. Para enriquecer 4 las criaturas de este mundo inferior con el poder de los espiritus, se creyé posible aproximarlos al hombre con el secreto de la ciencia; y de tan falso principio surgieron ciertos ensayos para resucitar 4 los muertos , evo- car al diablo, y neutralizar las fuerzas vivas de los entes ani- (4) Decian los Maniqueos que las plantas tenian alma sensitiva y espiri- tual, y por esta causa las llamaban miembros de Dios.—S. Avc., de mor. Manich. lib. Il, in Psal. 140, 96 . INTRODUCCION. damos. De estas locuras nacieron tantas leyendas aterradoras, cuyo protagonista era la terrible Maga, convirtiendo 4 su enemigo , por medio de conjuros, en bestia de carga, 6 en terrible fiera, y mandando 4 los demonios; y figurdbase 4 los muertos abandonando su mansion eterna, por la voluntad de aquella mujer afortunada que habia logrado penetrar los ar~ canos de la ciencia. Y suponiendo que unos séres procuran asimilarse 4 otros séres, y que existen propiedades comunes 6 especiales, unas de atraccion y otras de repulsion, creydse facil imponer al hombre pasiones determinadas de amor, odio y venganza. Este supuesto hizo fijar la atencion sobre las producciones vegetales, minerales y animales, cuya com- binacion se estudié para el logro de dichos fines. Concediendo 4 los planetas influencia enérgica 6 inmedia-+ ta sobre las cosas de la tierra, creyeron aquellos hombres ob- cecados que si combinaban las fuerzas esparcidas por todo el universo, podrian dirigir los fendmenos de la naturaleza y reproducirlos 4 su antojo. Asi vemos en la poesia griega las hechiceras evocando con sus conjuros al genio de las tormen— tas, y desencadenar furiosos huracanes coatra las armadas enemigas de su patria; 4 los griegos sacrificando 4 Ifgenia para obtener vientos propicios; 4 Eolo, que en oscuras caver- nas tenia encadenadas las tempestades ; 4 las magas de Te- salia, y 4 Medea y Circe , cuyos encantos trastornaban la na- turaleza. Mas con el tiempo desaparecieron estas poéticas creaciones de la literatura, viniendo 4 reemplazarlas re- pugnantes brujas con sus aquelarres hediondos, vuelos y nefandos crimenes, que tanto ocuparon al Santo Oficio antes” de lograr que se¢ desimpresionara un vulgo alucinado. Las aberraciones en que naufragaba la civilizacion sélo pueden comprenderse dando breve noticia de las locuras, la supers- ticion y el fanatismo, que los tribunales de la Inquisicion -persiguieron sin descanso. Tribunales injustamente critica- dos, dun cuando sus enemigos reconccen que debieron ser inexorables contra unas supercherias, bajo de las cuales se. cubrian gravisimos delitos. . El deseo de saber los sucesos futuros precipité 4 ciertos hombres en practicas abominables, conocidas con el nombre de adivinaciones, fundandose en la creencia de los genios protectores , y olvidando que el Antiguo Testamento prohibe CAP, VI.—LAS CIENCIAS OCULTAS. 97 las adivinaciones, igualmente condenadas por la Iglesia (2). Mas en aquellas fantdsticas inteligencias buscaban la razon para emanciparse del poder de un solo Dios, y hubo gentes atrevidas que intentaron penetrar en los secretos de tan ab- surdo estudio. Hombres perversos é ignorantes pretendieron celebrar pactos con el diablo, sometiéndole sus almas en cambio de alguna felicidad, que hacian consistir en el logro de mezquinas pasiones; y el vulgo creyé semejantes con- ciertos, y que los contratantes habian adquirido grande po- der por sus conocimientos en las ciencias ocultas. Era, pues, necesario desengaiiar al pueblo presentdndole 4 sus embau- cadores con el saco de penitencia en los autos de fe. Por el vuelo de las aves, sus canticos y movimientos, se intenté adquirir la adivinacion , funddndose en la creencia de que los brutos se hallan animados de almas inteligentes, y tienen perfectos sus sentidos; por lo cual, aunque no pueden expresarse , conocen secretos vedados al hombre: nocio- nes que indican por signos comprensibles para una observa— cion atenta... Pequeiio fundamento para suponer posibles los augurios, supuesto que los irracionales, indicando cambios atmosféricos, y librandose oportunamente de algun peligro, obedecen 4 la necesidad de conservar su vida; instinto con el de propagacion 4 que se limita su pretendida inteligencia. La evocacion de los espiritus de los difuntos, suponiendo posible someterlos bajo el dominio de algun sentido, y par- ticularmente 4 los de la vista 6 el oido, fué otro género de adivinacion, llamada nicromancia. Siendo creencia general que las almas bienaventuradas en la esencia divina ven las especies 6 naturalezas de todas las cosas creadas, podrian es- perarse grandes revelaciones, si fuera posible comunicarnos con ellas; y con semejante fin, hubo hombres ilusos que pre- (4) ....Non augurabimini , nec observabitissomnia... Non. declinetis ad magos, nec ab ariolis aliquid sciscitemini, ut polluamini per eos.—Lev., cap.19, v.26y 34. ¢ : Nec inveniatur in-te qui lustret filium suum, aut filiam , ducens per ig- nem: aut qui ariolos sciscitetur, et observet somnia atque auguria, necsit ma- leficus... Nec incantator, nec qui pytones consulat , nec divinos, aut querata mortuis veritatem... Omnia hee abominatur Dominus.—Deut., cap. 18, ver- siculos 10, 44 y 12. TOMO 1. 7 98 INTRODUCCION, tendieron evocarlas creyéndose con potestad para hacerlas comparecer 4 su presencia (1). Intentaban reproducir el ad- mirable ejemplo que la Santa Escritura nos ofrece en la apa~ ricion de Samuel ante el rey Saul, anuncidndole un castigo . inmediato de sus pecados. Los supuestos nicromanticos pre- tendicron este poder con formulas y ritos cabalisticos de fuer~ za que suponian irresistible. Igual fin buscaban los antiguos arzdspices consultando las entrafias de victimas inmoladas en el templo, y llegd su fanatismo al baérbaro extremo de hacer observaciones en la carne humana, sacrificando séres racionales ante su deidad cruel. Llevdse la supercheria por otros caminos, y el sueiio vino muy 4 propésito para engaiiar 4 un vulgo ignorante, con lo cual, si no lograron éxito'sus profesores en este género de adivinacion, han demostrado al ménos que el somnam- Julismo no es invencion moderna. Fueron los encantadores unos charlatanes atrevidos, siendo cierto que si algo notable al parecer hubo en sus maniobras, debidse 4 la destreza con que obraban, 6 tal vez al conocimiento de efectos naturales desconocidos para gentes cuya imaginacion procuraban fas~ cinar (2). Los prestidigitadores que hoy divierten al publico habrian desempejiade un papel importante en aquellos tiem~ (4) Nuestra alma tiene en esta vida dos conocimientos : uno intelectivo, que ejerce con el entendimiento; y otro sensitivo , porque lo ejerce con los sentidos corporales. Separada del cuerpo, sélo conserva el primer conoci- miento, porque el entendimiento es inseparable del alma. Largo seria para una nota el explicar algunos pasajes de la Sagrada Escritura , que parecen opuestos 4 esta doctrina. Segun Santo Tomas, el alma bienaventurada conoce todas las cosas que fueron criadas 6 pueden criarse, y las conoce en tanto mayor 6 menor gra- do, segun los grados que alcanza de jumbre de gloria; pero dichas cosas no las conoce como son en si y en su propia naturaleza, sino en la divina esencia que unida al entendimiento del alma, suple lo que habian de hacer las propias especies.—1." par., quest, 42, art. 6,° (2) Eran diferentes las formulas , segun el fin 4 que iban dirigidas : Llamabanse hechizos , cuando la invocacion era per carmina. Encan- tamiento, interviniendo la mdsica y el canto. Maleficios, para inficionar 4 una persona. Aojo, para enfermar 4 los nifios. Sortilegio, para violentar la suerte en favor de alguno. Filtros, brebajes administrados para inspirar pasiones carnales. CAP. VI.—LAS CIENCIAS OCULTAS. 99 pos; y el ventrilocuo , haciendo resonar sus gritos en el es- pacio, ciertas noches tenebrosas, hubiera impuesto 4 la gente sencilla, afirmandola en su credulidad sobre la xigromancia 6 invocacion de los demonios. . Tambien los hombres dados al estudio cayeron por vani- dad en creencias bien absurdas. Como los planetas indican ciertos fendmenos de la naturaleza, se dijo que estaban ani- mados por inteligencias superiores, cuya proteccion lograba el hombre honrindolos con reverente culto. Medio infalible se considerd la astrologia judiciaria para entender Ja ciencia del porvenir. Creyeron otros que sdlo existe en los planetas cierta influencia directa subre el temperamento , el genio y Jas inclinaciones del hombre, y de aqui deducian sus cos— tumbres, fortuna y probable fin. Tomaban exactamente el momento del natalicio para formar el hordscopo , consultan- do la situacion y lugar que en su rapido curso debieron ocu- par los astros miéntras nacié la criatura objeto de aquellas investigaciones. Mas como en dicho instante , por muy breve que sea, cambian los planetas sus mpvimientos en algunos grados, no es posible determinar con exactitud dicha situa— cion. Dividieron la esfera en doce partes, empezando por Oriente, y se concedié 4 los planets grados de fortaleza 6 debilidad, 6 influjos diferentes relaciouados con los signos en que se colocan, segun los consideraban rectos, oblicuos, 6 directos, retrégrados y estacionarios, con otra porcion de su- puestos arbitrariemente establecidos,.como sus exaltaciones, aspectos, triplicidades , y los domicilios diurno y nocturno de todos ellos (exceptuando al Sol y 4 la Luna) en las doce es- tancias. Mas bien pronto qued6é probada la inutilidad de di- cha ciencia, porque no pudieron los astrélogos concertarse en alguna hipétesis deducida de principios generales: y unos adoptaron el sistema caldeo, que combatian otros, viniendo por fin Juan Regiomonte con su método llamado racional, dun cuando estaba en oposicion con el sentido comun. Com- prendiése por fin la supercheria de estos estudios, por el re~ sultado contradictorio que producia cada sistema con iguales datos en idéntica investigacion, lo cual demuestra su caren- cia de principios fijos y que dichos astrélogos fueron sdlo unos charlatanes que supieron explotar la credulidad de cier- tos Principes, muy aficionados 4 saber su hordscopo. El arte 100 INTRODUCCION. tuvo muchos profesores, cuyos trabajos. eran recompensados abundantemente; pero lo fallido de sus cdlculos concluyé con ellos , concitandoles el desprecio general (1). La astrologia judiciaria envuelve un error teolégico, suponiendo al hom- brée’dominado por una influencia que destruye el libre albe- drio y le hace irresponsable de sus faltas. Enel érden natu- ral es bien absurda esta teoria, porque nacen muchas criatu- ras en igual momento bajo de la misma influencia astrondmi- ca, y sinembargo, sus destinos en la vida son totalmente diversos. La Iglesia condené desde su origen creencias tan absur- das (2), y los Santos Padres combatieron igualmente dicha enseiianza. Las preocupaciones y supercherias llamadas cien- cias ocultas, nacieron de imperfectos conocimientos en astro- nomia, quimica é historia natural, que hicieron suponer 4 todos los séres, organicos é inorganicos, dotados de faculta- des inspiradas por sus genios. Moises demuestra sus grandes conocimientos cientificos (3), y que conservaba fielmente las tradiciones reveladas por Dios al primer hombre. El legisla- dor hebreo recordé 4 su pueblo que existe un Dios, y una pro- videncia general y particular, y que los astros carecian de in~ teligencia, habiendossido criados para él servicio de todas las gentes que viven debajo del cielo (4). Prohibid ademas toda prac- tica supersticiosa , para precaver al pueblo fiel contra las im- (4) Desengaiiado S. Agustin de estas investigaciones 4 que se habia de- dicado con afan, escribié sobre la astrologia judiciaria lo siguiente: ...Es ar- gumento ciertisimo que prueba evidentemente que se aciertu por casualidad, y no por reglas de ciencia, cuanto sepronostica despues de observados los as- tros: antes bien, puede asegurarse que si estos pronésticos resultan falsos, es por Ia falibilidad y equivocacion de la suerte, n6 por ignorancia de di- cho arte. (Conf. t.2, lib. 7, cap. 6.) Igual opinion emite en el lib. 5 dela Ciudad de Dios , y en otros pasajes de sus obras impugna tan absurda creencia. (2) El Dic. de Derecho can. cap. 2, de sort.—Conc. Triden. Indic. de lib. prohib. , reg. 9.—Sixto IV, su bula contra los astrélogos. (3) Los libros que escribié Moises fueron inspirados por Dios. (4) Ne forté elevatis oculis ad cwlum, videas Solem et Lunam, el omnia astraceli, et errore deceptus adores ea et colas que creavit Dominus Deus tuus in ministerium cunctis gentidus, que sub celo sunt.—Deuteron., cap. 4. vers. 19. : - CAP. VI—LAS CIENCIAS OCULTAS. 101 posturas (1). La cosmogonia de Moisés no puede enmendarse 4 pesar de los grandes adelantos que han hecho las ciencias naturales, ydel empeiio demostrado por los impios en des- acreditarla. Contra las prohibiciones de Ja ley mosaica hubo gentes entregadas 4 estudios supersticiosos; y despues de establecido el cristianismo, siguiéronse profesando las cien- cias ocultas, y especialmente la astrologia judiciaria. El papa Sixto V determiné sobre este punto lo que podia ser licito, limitando el pronéstico 4 los cambios atmosféricos (2), nece- sarios para la navegacion, agricultura y medicina. Mas la adivinacion de los futuros contingentes, asi como el hords- copo, quedaron prohibidos de nuevo en dicha bula, encargan- do al Santo Oficio que vigilara este grave asunto, por cuyo motivo fué uno de los delitos que castig6 con mayor seve- ridad. Algunos séres perversos 6 soberbios no se detuvieron por esto, continuando sus estudios sin atender 4 que si existiera la misteriosa ciencia, y en sus arcanos pudiese penetrar el hombre, legaria osado 4 igualar su poder con el poder divi- n0; y que es imposible la combinacion de fuerzas atractivas para que los séres de este mundo inferior se asimilen con los del érden espiritual, porque no pueden tonfundirse la mate- ria y el espiritu. Mas el empeiio de cultivar las ciencias ocul- tas hizo al hombre incurrir en las supersticiones que dejamos indicadas, y en las extravagancias judiciarias, suponiendo en los astros una influencia extraordinaria y absoluta sobre ‘las criaturas racionales: en errores fisiolégicos, pues consi- derando al hombre como un pequefio mundo, compara sus fe- némenos con los del universo : y en absurdos quimicos, que le empeiiaron en operaciones infundadas para descubrir ciertos secretos de la metalurgia. De estas creencias nacieron las inutiles investigaciones sobre el horéscopo , la piedra filoso- fal (3) y panacea universal. Con el auxilio de la ciencia ocul- (1) Nolite converti ad tdola, nec deos confiatiles faciatis vobis, Ego Dominus Deus vester.—Lev. 19, vers. 4. (2) Celi et terre creator Deus. (3) La manera de fabricar el oro ha ocupado tanto 4 ciertos hombres: que juzgamos curioso dar una breve idea de Ja razon en que fundaron sus especulaciones. Decian los alquimistas que el mercurio y azufre son los principios componentes de todos los metales , distinguiéndose unos de otros 102 INTRODUCCION. ta pretendié algun iluso conocer en las plantas y metales to- das sus virtudes para la composicion de drogas y anillos, ca- paces de producir afectos morales, haciéndose invisible y fa- bulosamente rico: locuras en que sofiaban esperando combi- nar las propiedades de la materia con las de los planetas y del hombre: y por iguales medios se pretendid comprender el grito de los irracionales, la manera de fabricar el oro y un remedio cierto y general contra tadas las dolencias, y como ya se haedicho; el secreto para conocer los futuros contin- gentes. Todas estas creencias contribuyeron 4 crear grandes su- persticiones, que apoderandose del criterio puiblico, habrian hecho imposible la civilizacion humana; y los pueblos en- tregados 4 sus magos y hechiceros hubieran retrogtadado 4 la barbarie mas abyecta. Entre tanta supercheria y pre- ocupacion, fué la magia el error que més fécilmente aluciné la credulidad vulgar, y no podra desconocerse la nécesidad de algun medio represivo de mas fuerza que los cédigos civiles, - cuya ineficacia sobre este punto venia demostrando la expe- riencia. Credronse los tribunales del Santo Oficio contra las supersticiones, que hicieron desaparecer dispensando impor ~ tantes servicios 4 las gentes ignorantes que vivian aterradas bajo la influencia, el poder y malas artes de las brujas y he- chiceros. Al ménos sobre este punto no se negara que fué util y oportuna la creacion del Santo Oficio. Mas acerca de este asunto nos ocuparémos en el capitulo siguiente , consi- | derando 4 la magia y hechiceria, como el resultado practico de las ciencias ocultas, y se recordara la importancia que tuvieron estas mentiras en su época, sirviendo de pretexto para grandes crimenes, que ocupan muchas paginas y prefe- rente lugar en los anales de la Inquisicion. por su perfeccion accidental, que hacian consistir en Ia mas perfecta depu- racion de dichos principios! para conseguir su pureza no conocian étro medio que los agentes filos6ficos , el mismo azufre y el mercurio , que pue- den extraerse del oro descomponiéndole hasta reducirlo & sus principios constitutivos: los cuales, perfeccionados por el arte, adquieren Ja virtud de penetrar los metales sometidos su accion convirtiéndolos en oro, por- que perfeccionan su tosca composiciori depurando sus constitutivos. Estos polvos en que se logra reunir la virtud transmutativa, es lo que llamaron piedra filosofal. CAPITULO VII. LA MAGIA, Su origen y conexiones con el politeismo.—Sus equivocaciones sobre bota- nica.—Sus errores metafisicos.—Lo que es licito y prohibido respecto al culto de los espiritus benéficos.—Prohibiciones del Pentateuco y de la Iglesia.—Castigo de hechiceros.—Dios ha permitido algunas apariciones de espiritus.—Los exorcismos ordinarios y extraordinarios.—Como se en- tienden.—En los fenémenos naturales interviene la divina Providencia. —Sélo Dios puede hacer milagros.—Los Santos Padres combaticron la magia, por cuyo medio quisieron obrar prodigios los Gnésticos y Mani- queos.—Combatidles Origenes.—Debe en este asunto distinguirse lo ver- dadero de Jo falso.—Milagros de Moises.—La Pitonisa de Endor.—Job, Sa- ra, etc.—No es posible celebrar pactos con el diablo.—Estudios de los Arabes sobre la magia.—Las cuevas de Toledo y Salamanca.—No son po- sibles las transformaciones magicas.—Son recuerdos del politeismo con- servados por los Poetas.—Las transformaciones verdaderas de Nabuco- donosor y de la mujer de Lot fueron milagros | de Dios.—Los juicios del Santo Oficio contra delitos de magia. / a propension que tiene el hombre hacia todo cuan- to es grande y maravilloso, fué una de las cau- sas que concurrieron para dar importancia y cré- dito 4 las artes migicas. Nuestra imaginacion acalorada suele abultar ciertos sucesos, dando va— lor 4 hechos naturales que de una en otra referen- cia se van exagerando hasta llegar d lo extraordi- nario. Copildronse acontecimientos de este gé- nero en libros destinados 4 entretener el ocio, y \ resulté acreditada la mentira en el criterio de las gentes crédulas. Asi Apuleyo (1) y Marco Anto- nio Veneto, con otros autores de la antigiiedad, contribuyeron 4 extender dichacreencia entre los hombres. Ciertas fantasticas leyendas preocuparon el entendimiento de personas ilusas , haciéndolas creer posible dicho arte, en el que pretegdian iniciarse, invocando el auxi- (4) En su libro titulado el Asno de Oro. 102 INTRODUCCION. ta pretendié algun iluso conocer en las plantas y metales to- das sus virtudes para la composicion de drogas y anillos, ca- paces de producir afectos morales, haciéndose invisible y fa- bulosamente rico: locuras en que sofiaban esperando combi- nar las propiedades de la materia con las de los planetas y del hombre: y por iguales medios se pretendid comprender el grito de los irracionales, la manera de fabricar el oro y un remedio cierto y general contra todas las dolencias, y como ya se haedicho; el secreto para conocer los futuros contin- gentes. Todas estas creencias contribuyeron 4 crear grandes su- persticiones, que apoderandose del criterio publico, habrian hecho imposible la civilizacion humana; y los pueblos en- tregados 4 sus magos y hechiceros hubieran retrogtadado 4 la barbarie mas abyecta. Entre tanta supercheria y pre- ocupacion, fué la magia el error que més fécilmente aluciné la credulidad vulgar, y no podra desconocerse la nécesidad de algun medio represivo de mas fuerza que los cédigos civiles, - cuya ineficacia sobre este punto venia demostrando la expe- riencia. Credronse los tribunales del Santo Oficio contra las supersticiones, que hicieron desaparecer dispensando impor ~ tantes servicios 4las gentes ignorantes que vivian aterradas bajo la influencia, el poder y malas artes de las brujas y he- chiceros. Al ménos sobre este punto no se negara que fué util y oportuna la creacion del Santo Oficio. Mas acerca de este asunto nos ocuparémos en el capitulo siguiente , consi-_ derando 4 la magia y hechiceria, como el resultado practico de las ciencias ocultas, y se recordard la importancia que tuvieron estas mentiras en su época, sirviendo de pretexto para grandes crimenes, que ocupan muchas paginas y prefe- rente lugar en los anales de la Inquisicion. por su perfeccion accidental, que hacian consistir en Ia mas perfecta depu- racion de dichos principios! para conseguir su pureza no conocian étro medio que los agentes filos6ficos , el mismo azufre y el mercurio , que pue- den extraerse del oro descomponiéndole hasta reducirlo & sus principios constitutivos: los cuales, perfeccionados por el arte , adquieren la virtud de penetrar los metales sometidos su accion convirtiéndolos en oro, por- que perfeccionan su tosca composiciori depurando sus constitutivos. Estos polvos en que se logra reunir la virtud transmutativa, es lo que llamaron piedra filosofal. CAPITULO VII. LA MAGIA, Su origen y conexiones con el politeismo.—Sus equivocaciones sobre bota- nica.—Sus errores metafisicos.—Lo que es licito y prohibido respecto al culto de los espiritus benéficos.—Prohibiciones del Pentateuco y de la Iglesia, Castigo de hechiceros,—Diosha permitido algunas apariciones de espiritus.—Los exorcismos ordinarios y extraordinarios.—Como se en- tiendea.—En los fenémenos naturales interviene la divina Providencia. —S¢lo Dios puede hacer milagros.—Los Santos Padres combatieron la magia, por cuyo medio quisieron obrar prodigios los Gnésticos y Mani- queos.—Combatidles Origenes.—Debe en este asunto distinguirse lo ver- dadero de Jo falso.—Milagros de Moises.—La Pitonisa de Endor.—Job , Sa- ra, ete.—No es posible celebrar pactos con el diablo.—Estudios de los Arabes sobre la magia.—Las cuevas de Toledo y Salamanca.—No son po- sibles las transformaciones magicas.—Son recuerdos del politeismo con- servados por los poetas.—Las transformaciones verdaderas de Nabuco- donosor y de la mujer de Lot fueron milagros de Dios.—Los juicios del Santo Oficio contra delitos de magia. A propension que tiene el hombre hacia todo cuan- F to es grande y maravilloso, fué una de las cau- sas que concurrieron para dar importancia y cré- dito 4 las artes magicas. Nuestra imaginacion acalorada suele abultar ciertos sucesos, dando va- < lor 4 hechos naturales que de una en otra referen- cia se van exagerando hasta llegar 4 lo extraordi- nario. Copildronse acontecimientos de este gé- nero en libros destinados 4 entretener el ocio, y \ resulté acreditada la mentira en el criterio de las gentes crédulas. Asi Apuleyo (1) y Marco Anto- nio Veneto, con otros autores de la antigiiedad, contribuyeron 4 extender dichacreencia entre los hombres. Ciertas fantasticas leyendas preocuparon el entendimiento de personas ilusas, haciéndolas creer posible dicho arte, en el que pretendian iniciarse, invocando el auxi- (4) En su libro titulado el Asno de Oro. 104 INTRODUCCION. lio del espiritu infernal con férmulas‘6 secretos hallados en viejos pergaminos. Algunos adelantos cientificos dieron 4 sus descubridores misteriosa celebridad para un vulgo ignorante, que los crey6 iniciados en la magia. Galeno, Bacon, Alberto Magno y nuestro célebre Marqués de Villena (1), fueron acu- sados de hechiceria, y hasta el pontifice Silvestre II merecié igual concepto por su profesion de matematico. Hubo hom- bres eminentes en virtud, 4 quienes ni dunesta circunstancia pudo librar de la maledicencia, pues enemigos poco escrupu- losos hallaron semejante pretexto para su perdicion (2); y otros , deseando celebridad, se anunciaron como profesores de la magia. De esta especie de locura padecieron muchos fand- ticos, con quienes tuvo que entender el Santo Oficio, siendo notable, como circunstancia digna de consideracion , que aquellos desdichados confesaban esponténeamente visiones que sélo pudieron suceder en su preocupada fantasia, y en momentos de alguna enajenacion mental , 6 por efecto de la embriaguez que pudiera producirles el uso de sus brebajes. Y juzgamos que sobre ellos obraba el trastorno de una demen- cia, observando justificado en los procesos hallarse el reo dentro de su habitacion aquella misma noche y hora en que declaraba sus reuniones con el diablo. A estos ilusos wnica- mente se imponia penitencias candnicas, limitando el cas- tigo corporal para los criminales que cometieron delitos or- dinarios , preocupando la imaginacion del vulgo, 4 fin de pro- curarse impunidad en sus atentados contra el honor é intereses de personas excesivamente crédulas. Del politeismo adoptaron los herejes su aficion 4 las artes magicas, que pretendian usar algunas veces en beneficio de la © humanidad y otras en su daiio. Llamaban 4 la primera magia blanca y 4lasegundanegra, goética 6 demoniaca.La magia na- (4) £1 bachiller Fernan Gomez de Cibdad-Real, en la Carta LXVI del Cen- ton epistolar, vindica al Marqués de Villena, cuyo panegirico compuso Jum de Mena en bellisimos versos. Ambos autores fueron contemporaneos del Marqués, y el primero fué médico de D. Juan Il, rey de limitados alcances, que mandé quemarlas obras de Villena. D. Nicolas Antonio, ensu Bibl. Hisp., justifica completamente al Marqués del cargo de hechicero que le hizo el vulgo por sus conocimientos en las ciencias naturales. - (2) Entre otros gl papa S. Gregorio VII, y Juana de Arco, gue los ingle- ses quemiaron como hechicera. : CAP. VIIL—LA MAGIA. 105 tural pretendié conocer las causas producentes de los fend- menos naturales. Aquella teurgia buscaba el medio de obrar sucesos maravillosos con el auxilio y proteccion de los dioses buenos, como la Goética deseaba el mismo fin ayudandose de los espiritus malignos. Entre la magia y el paganismo exis- tieron conexiones intimas, fundadas en la creencia sobre plu- ralidad de dioses. Asi es que las practicas de la primera em- pezaron cuando el hombre creyé en las divinidades malignas y benéficas. Todavia existen hechiceros entre los pueblos idé- latras. Ensefiaba la magia natural las virtudes ocultas, ex- traordinarias y estupendas de algunas yerbas, segun la épo- ca,-fases de la luna, hora y modo de cortarlas, cuya equivo- cacion demuestra algun conécimiento de sus propiedades medicinales, que de dia en dia los adelantos cientificos descubren. Igualmente, en la manera de explicar todos los fenémenos de la naturaleza consigné grandes errores, como la simpatia y antipatia de los efluvios, fecundidad de la pu- trefaccion, generaciones espontaneas, y otros absurdos que no pueden repetirse. Entre las locuras enseiiadas por la ma- gia encontramos evidentes errores metafisicos, de los cuales solo citarémos dos, 4 saber: que las almas son engendro de un espiritu, y que los cuerpos toman la forma sustancial de las inteligencias. La magia ensefiaba finalmente las influen- cias demoniacas, la transformacion del hombre en bestia, los pactos con el diablo y demas artes perversas anterior- mente indicadas con que hombres y mujeres perturbaron 4 ‘la sociedad durante mucho tiempo bajo el pretexto de curar las enfermedades y pronosticar los futuros contingentes. Y aunque la magia benéfica se distinguié de la demoniaca, cu- yos barbaros ensayos legaron hasta el abuso de verter la san-— gre humana en misteriosos sacrificios, las practicas teurgicas concluyeron por sancionar todos los crimenes y excesoscreidos licitos cuando se juzgaban agradables 4 la Divinidad (1). Ido- lgtria repugnante fomentada por la insensatez del hombre, que pretendié encadenar el poder de unos genios 4 quienes juzgaba merecedores de culto directo, aun cuando reconociendo en ellos una gevarquia inferior 4 la del Sér Supremo. Ya hemos (1) Por eso las sacerdotisas de Venus se prostituian, y los templos de esta falsa diosa se convirtieron en burdeles. 106 INTRODUCCION. . recordado que los neoplaténicos propagaron estas preocupa- ciones figurandose posible establecer un comercio intimo con los espiritus por medio de formulas y practicas secretas. Y aunque llegé el tiempo de descrédito para tan absurda creen- cia, todavia continué arraigada en la opinion vulgar, siendo necesario que el Santo Oficio se encargara de ilustrarla, cas- tigando 4 los falsarios y manipulantes que la sostenian. Si nuestras relaciones con los espiritus benéficos se limi- tan 4 considerarlos como intermediarios entre Dios y el hom- bre; y 4 ellos dirigimos plegarias para que nos recomienden al Omnipotente, y por su mediacion lograr la misericordia, eje- cutarémos un culto que la Iglesia catélica desea y aplaude. Mas iucurre el hombre en verdadera idolatria cuando se diri- ge 4 dichos séres juzgandolos con igual poder que Dios; culto prohibido por la misma ley natural, que manda reverenciar 4 Dios, unico Creador del universo. Antiguamente se llamaron magos ciertos hombres de gran sabiduria en las ciencias na- turales; tal fué la condicion de aquellos Principes que adora— ron a Jesucristo. Mas cuando se aplicé este calificativo al co- mercio y relacion del hombre con los espiritus, hizose nece- sario recordar la prohibicion que consigna Moises en el Pen- tateuco. Confirmé la Iglesia dicha prohibicion, y con grande rigor ha fulminado siempre sus censuras, y arroja de su seno a los prevaricadores en maldad tan grande. Prohibiéronse las artes migicas, nd porque la Iglesia creyera en ellas, sino como una practica supersticiosa que ejecutaba ritos impios para seducir 4 hombres ignorantes, extravidndolos de nues— tra santa fe catdlica. La jurisprudencia eclesidstica no se ocupa de este asunto en otro concepto, al condenar supers- ticiones insensatas. Asi lo consigné terminantemente el Ca- non 24 del Concilio IIT Turonense (1). Practicaron los iddlatras dicha creencia dirigiendo 4 los dioses infernales un culto sangriento. Ritos abominables que (1) Admoneant sacerdotes fideles poputos ut noverint, magnas artes, in- cantationesque infirmitatibus hominum nihil posse remedium conferre, non animalibus languentibus claudicantibusve, vel etiam moribundis quid- quam mederi : non ligaturas ossium vel herbarium cuiquam mortalium adhibitas prodesse; sed hac esse laqueos et insidias antiqui hestis, quibus ille perfidus genus humanum decipere nititur. CAP. VIIL—LA MAGIA. 107 trasmitieron 4 las edades siguientes, conservandose tan re- pugnante tradicion por hombres supersticiosos dedicados 4 la practica de estas malas artes: y dieron culto 4 Satanas sacri- ficdndole victimas humanas, de cuya sangre componian los lamados hechizos, tan repugnantes comoinutiles. Tantasmal- dades cometidas para ensayar los secretos de una ciencia va- na y engaiiadora no debian quedar impunes; se probaron ju- dicialmente los delitos; muchos hechiceros confesaban cri- menes 4 que su curiosidad les habia impulsado; aparecieron los restos de victimas sacrificadas por el fanatismo, y otras pruebas de recientes homicidios. No deben censurarse los .castigos que recibieron aquellos asesinos, profanadores de nuestra santa Religion, blasfemos y herejes; delitos que re- sultan de los procesos formados por causas de magia. Los he- chizos y adivinacion, encantos, evocaciones de espiritus, fascinacion y maleficios fueron practicas impias que el San- to Oficio persiguiéd, castigando .en ellos ademas gravisimos delitos ordinarios. La Iglesia condena é impone sus censuras 4 los hombres que hacen profesion de ejecutar por sus propias fuerzas hechos sobrenaturales. Mas tampoco puede negarse que existe una relacion entre el Criador y sus criaturas, entre el hombre y los espiritus, cuando les permite Dios comunicarse para los altos fines de su divina Providencia. En el Antiguo Testamento se refieren apariciones celestiales, y consigna el Evangelio la presentacion de un angel anunciando su alta dignidad 4 la casta doncella destinada para-Madre de Jesu- cristo: dngeles anunciaron 4 unos pastores la venida del Me- sias; un angel conforté 4 Jesus poco antes de morir, y Angeles contaron su resurreccion 4 las mujeres santas y piadosas que Mevaban aromas al sepulcro. De igual modo consigna la Es. critura apariciones tremendas del espiritu infernal, siendo bien notable la referida por S. Lucas y S. Mateo en el capitu- Jo IV de- sus Evangelios. Sin renunciar al cristianismo no puede negarse la verdad de todo cuanto contienen los libros santos, y por consiguiente, es indudable que existe un mun- do superior al nuestro, y la relacion del hombre con los espi- ritus, de donde ha nacido el uso y necesidad de los exor- cismos. Es creencia muy catélica que ciertas oraciones, la bendi- dion del sacerdote y el agua bendita, tienen poder contra la 108 . INTRODUCCION. perversidad del espiritu maligno. Ensefianza indudable que consuela, y ademas logra separar 4 muchos ficles de toda practica supersticiosa 6 irregular en que por timidez incurri- rian si las oracionesde la Iglesia no les facilitaran segura pro teccion contra los demonios. Preferible es que el cristiano tenga confianza en dichas preces y poder de la Iglesia verda— dera, antes que en las malas artes y supercherias de los adi- vinos. Atin existen pueblos que habiendo abandonado el ca tolicismo y sus practicas, aceptan las mentiras del sortilegio y adivinacion (1). Si todos los fendmenos de la naturaleza fueran absolu- tamente efectos fisicos , y en ellos no interviniese el poder. divino, se deduciria con fundamento que la creacion habia sido independiente de Dios, y que su providencia no es ne- cesaria para el érden y gobierno del mundo: por esta razon es inmerecida la critica del incrédulo contra los conjuros. Rézanse determinadas oraciones, pidiendo 4 Dios que li- bre nuestros campos de los efectos destructores de una tem- pestad; y aun cuando las tormentas son fendmenos muy na- turales y perfectamente demostrados en el érden fisico, nada tiene de extraiio que se procure salvar los frutos de la tierra (1) En muchos pueblos y aldeas protestantes, particularmente de Suiza y del Norte de Europa, es hoy muy general la creencia en los hechiceros y adivinos, y los falsos prodigios hallan aceptacion. William Meller, ciudadano de los Estados Unidos en 1833, anuncié para dentro de diez afio8 la venida de Jesucristo con el fin de juzgar 4 los hom- bres. Y como su prediccion no se verificé en 1843, sefialé un plazo nuevo, que debia terminar en 23 de Octubre de 1847, y ordenaba que las gentes vestidas de blanco esperaran en dicho dia el sonido de a trompeta. Hubo ven Nueva York y Boston muchas familias que vendieron sus bienes espe- rando el juicio final, y muchos afios despues atin contaba Muller con tan- tos partidarios que pudieron sostener el diario Adrent Herald, .6rgano de sus opiniones. El aio de 1813 aparecié en Inglaterra Juana Southcott , diciendo que es- taba embarazada por operacion divina, é iba 4 parir un nuevo Mesias. La ilusa protestante habia cumplido sesenta y tres aiios , y sin embargo, hubo muchas gentes que la creyeron. Juana nwrié antes del alumbramiento, y su cadaver permanecié insepulto, hasta que corrompiéndose tuvieron las autoridades necesidad de mandarlo enterrar. Cuarenta afios. despues atin habia crédulos que esperaban el parto prometido por aquellamujer. La Ing. fot. pag. 6. : CAP. VIIL—LA MAGIA, 109 acudiendo 4 Dios con ciertas oraciones y ritos piadosos; é igual razon tenemos para respetar el exorcismo contra los animales atacados de la hidrofobia 6 nocivos por cualquiera otro concepto. Estas practicas piadosas no deben criticarse, como no se puede censurar las oraciones que una madre diri- geal Omnipotente por el hijo enfermo, y sin perjuicio de aplicarle cuantos remedios prescribe la medicina, hace nove- nas y otros actos piadosos, esperando de ellos favorable re- sultado. Los impios no debieran razonablemente criticar estos . exorcismos extraordinarios, y mucho ménos aquellos que se laman ordinarios, si conocieran suorigen y oportuno fin. Con la bendicion del agua y de la sal empleadas en el bautismo no se pretende ahuyentar de dichos cuerpos al demonio. Em— pléanse estos exorcismos ordinarios con el fin de purificar 4 los idélatras que Antes del bautismo dieron culto 4 las deidades falsas : se conservan para introducir purificados en el gremio de la Iglesia 4 los nuevos fieles, y es ademas una ,confesion del dogma catélico sobre la culpa original , que demuestra la repugnancia del cristiano 4 toda relacion con los demonios, y engeiia el valor del bautismo y las obligaciones que impone este sacramento. El uso de exorcismos aplicados 4 la sal y agua se establecié, porque los iddlatras creian 4 todos los cuerpos sometidos 4 sus genios protectores; los cuales re- lacionaban al hombre con los espiritus malignos. La Iglesia debid desimpresionar 4 los primeros fieles de creencias tan absurdas. . : Seria empresa dificil convencer 4 los*ignorantes con razo- namientos filosdficos sobre la falsedad y supércherias de la magia, porque las pruebas negativas carecen de fuerza y va— lor para los entendimientos preocupados. Preferible es hacer- les comprender la impiedad de dichas practicas, y que todos los esfuerzos reunidos de semejantes imposturas nada pueden contra las oraciones de la Iglesia. En este concepto escribie~ ron sobre el asunto muchos Santos Padres y autores eclesids— ticos : repitiendo que solo Dios puede hacer milagros, y los ejecuta muchas veces por medio de algun mortal de notoria santidad, cuyas virtudes sublimes quiere que se manifiesten para ejemplo de los fieles, propagar la religion 6 el castigo de los malvados... gCémo deberémos opinar sobre la magia? Lo que generalmente se opina: que es una serie de supercherias, cuyo se- 10 INTRODUCCION. : ereto sdlo es conocido por los cristianos, escribe Tertuliano (1), y dijo S. Ireneo que los prodigios de la magia fueron impostu- ras é ilusiones (2). En los siglos III y IV de la Iglesia, intenta- ron los herejes acreditar su doctrina con milagros; y por este motivose did crédito 41a magia, cuyas preocupaciones volvian 4 ganar concepto en la creencia vulgar, aunque trataron de combatir su practica severos decretos de los emperadores, re- petidas decisiones de la Iglesia y las capitulares de Carlo Mag- no: pero no pudo desarraigarse, pues como se ha dicho ante- riormente, siendo la magia una deduccion del Gnosticismo, y especialmente de la ensefianza maniquea fundada en los dos principios y admitiendo la influencia sobre el hombre de dos genios, bueno y malo, consecuencia de tanto absurdo fué que se pretendiera establecer con los demonios cierta relacion para aplicar sus dafiados instintos, empleando caractéres descono- cidos, formulas simbélicas y figuras misteriosas. Gloridbanse los maniqueos de poseer el medio con que Jesucristo y sus apéstoles habian ejecutado tantas maravillas, secreto que juzgaron consistia en el arte de comunicarse con los espiritus malignos para obtener su proteccion y ayuda por medio de in- vocaciones y ritos cabalisticos de suficiente eficacia. Esta fué Ja explicacion dada por Celso sobre los milagros que hizo Je- sucristo, en la cual hallamos probados los sucesos. La refu- tacion que Origenes hizo de semejante juicio critico tiene de notable su ilustrado parecer. El escritor catdélico reprueba toda invocacion que no se encamine 4 Dios directamente, 6 por medio de sus bienaventurados, diciendo que si hubiera algo, cierto en el arte magico, es indudable que los espiritus celes- tes 4 quienes sdlo es permitido ejecutarel bien, no protege- rian 4 los magos aceptando sus plegarias, y que unicamente con la proteccion de los demonios, que sélo pueden obrar el mal, serian posibles las operaciones mdgicas. Mas el poder de los demonios se halla enfrenado por la voluntad divina, por- que de otro modo trastornarian el universo hasta conseguir el culto de los hombres. La Iglesia siempre ha condenado las creencias supersticio- sas, ensefiando que sdlo en Dios existe el atributo de la omni- (i) Hom. 43, in Num. nim. 4. (2) Adver. heres. lib. 2, cap. 31, B.6. 35. CAP. VI.—LA MAGIA. nt potencia, aunque reconoce que ha permitido algunas veces al demonio intervenir en ciertos sucesos para castigo del orgu- Jlo é infidelidad del hombre hacia su Criador. Acontecimien- tos que consignan las Santas Escrituras no deben ser dudosos; no es contra la razon que se repitan ni deben considerarse imposibles, estando de su parte la voluntad divina. Distin- guir sobre este punto lo verdadero de lo falso, no es dificil procediendo con prudencia; concederlo todo seria un gravi- simo absurdo repugnante 4 la razon; tampoco es posible ne- garlo todo sin desconocer la verdad de las Santas Escrituras, pero hay en esto una cosa cierta..... la seguridad de haber sido infinitas las mentiras y supercherias empleadas por al~ gunos hombres para negociar con la ignorancia de un vulgo fandtico. Es indudable que la magia fue el arte de mentir, sin que prueben lo contrario ciertos pasajes biblicos alegados en su apoyo. El espiritu maligno intervino en dichos sucesos con divina permision, pero sin causar por sdlo su poder los efectos que se admiran. Milagros estupendos hizo Moises para con- vencer 4 Faraon, y la Escritura nos refiere que los magos del Egipto pudieron imitar aquellos prodigios toscamente para mantener al Rey en su negativa (1). La Pitonisa de Endor hizo aparecer la sombra de Saul (2), y el demonio desencadené todo su poder contrael Santo Job, y mataba los mancebos que se iban desposando con la bellisima Sara, reservada para el joven Tobias (3). En el Nuevo Testamento vemos que el diablo se atrevié contra Jesucristo , quien algunas veces le hizo aban- donar el cuerpo de ciertos desdichados. No deben los catéli- cos negar estos sucesos; pero negamos resueltamente que pueda el hombre celebrar pactos con el diablo, pues la misma Escritura nos ensefia que el espiritu infernal nada puede sin permiso del Omnipotente , de donde se deduce que es imposi- ble su comercio y relacion con los mortales; y una prueba de la divinidad de Jesucristo y misterio de nuestra redencion es que entre los cristianos rara vez han vuelto 4 presentarse ver- (1) Exopo, cap. 7, v. 22, y cap. 8, v. 7. (2) Cum autem vidisset mulier Samuelem, exclamavit voce magna, et dizit ad Saul: {Quare imposuisti mihi? Tu es enim Saul...—4. Reg., 28, v. 12. (3) ..... Audio quia tradita est septem viris, et mortui sunt: sed et hoc audivi quia demonium occidit illos.—Tob., cap. 6, v. 44. 12 INTRODUCCION. daderos energimenos , pues sélo merecen desprecio algunas supercherias 6 alucinaciones (1). Sin embargo, esta creencia no puede ser objeto de un pirronismo inconsiderado, porque se negaria la verdad de hechos consignados en el Evan-~ gelio. Se ha dicho con poco fundamento que los arabes de Espaiia tuvieron aficion al estudio de la magia, enbeiiada por ellos en Cordoba y Toledo. No extrafiamos la noticia, considerando que tuvo fundamento en la celebridad de sus escuelas tan flo- recientes en la filosofia aristotélica, medicina y ciencias na- turales; pero es indudable que entre las obras ardbigo-hispa- nas de aquellos centros literarios ninguna se ha encontrado sobre la magia (2). Hiciéronse muy célebres las cuevas de To- ledo y Salamanca, por haberlas creido destinadas 4 dicha su- persticion ; pero de la primera existem pocas é infundadas tra- diciones , y dela segunda sélo hay un relato conocidamente absurdo, que se tomo de cierto manuscrito andnimo y sin au- toridad alguna. El protagonista era sacristan de cierta parro- quia, y solia reunir algunos estudiantes en una sacristia subterranea para ensefiarles por dinero los secretos de la ma- gia, concluyendo aquella catedra de nueva especie con cier= tas bromas de escolares, en que hizo ridiculo papel su necio profesor. Tal és el fundamento de una tradicion vulgar en que solo hallamos probable alguna reunion de curiosos estudian- tes para entretener su holganza con la charlataneria de un jugador de manos. E] hecho se refiere al aiio de 1822, épocaen que florecia dicha universidad. Pocos aiios despues se reunid en ella un Concilio presidido por el Arzobispo de Santiago, y luégo hubo otro en que presidié el legado apostélico D.- Pedro de Luna (3). Es indudable la importancia que ya tuvo dicha poblacion como centro literario, y por consiguiente, juzgamos destituidos de verosimilitud los sucesos de la cueva, que los bulliciosos estudiantes no pudieron tomar con formalidad. (1) La Iglesia tiene reglas fijas y seguras para distinguir sobre este pun- to lo verdadero de lo falso. Dice el Ritual : Signa obsidentis Deemonis sunt... ignota lingua loqui pluribus verdis , vel loquentemi intelligere; distantia et occulta patefacere; vires supra etatis seu conditionis naturam ostendere; et + id genus alia, que , cum plurima concurrunt , majora sunt indicia. (2} Consaltese la Bibliotheca Hispana de D. Nicolas Antonio. (8) Afios de 1338 y 1384. CAP, VII.—LA MAGIA, : 3 Las transformaciones son imposibles, porque segun prin- .cipios teolégicos y filosdficos, nuestra alma sdlo puede re- sidir dentro de cuerpos organizados con la forma humana. No puede el demonio ejecutar milagros por su propia au- toridad, y le es imposible hacer que el alma racional se tras- lade ni resida en ¢] cuerpo de los brutos, ni tampoco alcanza su poder hasta cambiar el organismo de los cuerpos. Niega S. Agustin la posibilidad de las transformaciones magicas, creyendo cuerdamente que todo cuanto han referido algunos hombres sobre el cambio de su cuerpo y figura, cuando no fueron mentiras, han sido ilusiones de entendimientos debili- tados por los padecimientos fisicos ; y si afiadimos que or~ , dinariamente intervinieron en aquellos sucesos el abuso de bebidas alcohdlicas y la lectura de fabulas escritas sobre este asunto ,.hallarémos una solucion muy natural de hechos que se cuentan como ciertos. Los autores de leyendas que en otro tiempo entretenian al vulgo, fueron demasiado crédulos y se dejaron seducir por falsas relaciones de personas alucinadas, si no es que buscaban por este medio inspirar interes 4 libros que deseaban despachar. Con el mismo fin se publicaron no- velas de caballeria, cuyos sucesos sobrenaturales eran crei- dos por algunas gentes, y sii embargo, las personas ilus- tradas y sensatas sabian 4 qué atenerse sobre aquellos encan- tadores, que transformaban al protagonista en fiera, y sobre la muchedumbre de fantasmas, vestiglos, enanos y gigantes que en ellos figuran. Estas magicas transformaciones sdlo han sido una reminiscencia del politeismo conservada en las poe- sias griegas y latinas (1). Aun recreamos nuestras aficiones literarias con aquellas fantasticas leyendas de Homero, Hésio- do y Pindaro, de Virgilio, Horacio y Ovidio, y nos entretienen las metamorfésis de Argos en pavo real, Licaon en lobo, Ac- teon en ciervo, Calisto en osa, y en ranas aquellos risticos mal intencionados, que enturbiaron la fuente adonde Letona queria mitigar su sed; y recordamos 4 las hermanas de Fae+ (1) En la metamorfésis de Ovidio aparecen compilados muchos sucesos de antiguos poemas y dramas, refiriendo las transformaciones de los dioses y los hombres. Unicamente se cree original el episodio de Piramo y Tisbe, que no refiere autor alguno anterior al tiempo en que Ovidio escribia sus ‘magnificos exametros, Tomo I. 8 . 14 INTRODUCCION. tonte transformadas en dlamos; Aretusa, en fuente; Cipariso, en ciprés; Atlante, en monte, y las Hiadas, enastros, con otros muchos castigos debidos 4 la venganza de unos dioses tipo de lascivia y crueldad. Las unicas transformaciones verdaderas sonaquellas que refiere el Antiguo Testamento, ordenadas por Dios en castigo de gravisimas culpas. Asi la mujer de Lot pagé su desobediencia, y Nabucodonosor los crimenes y exce- sos que habia cometido abusando de su poder. Formése la mi- tologia griega mucho tiempo despues de Moises, siendo pro- bable que los poetas y filésofos leyeron el Pentateuco, tomando de hechos positivos el fundamento de susinvenciones mitolé- gicas (1). Creemos los-sucesos que refieren las Santas Escri- turas, por mds admirables que parezcan. En estos libros se conservaron las verdaderas tradiciones religiosas, cuyo fun- damento es la existencia de ua solo Dios omnipotente, que puede hacer milagros, y'los ha ejecutado cuando su Providen- cia juzg6 que eran convenientes para la instruccion del hombre 6 su castigo. Mas no pueden admitirse otras mutaciones fuera ‘de las ordenadas por el Sér Supremo, de que nos hablan los libros santos, porque hay para ellas filosdfica imposibilidad. Son, pues, falsas las transformaciones hechas por el humano poder. Sobre las causas algufia vez formadas acerca de este delito, debe recordarse que la Inquisicion jamas dijo fueran ciertas las trasmutaciones magicas, aunque severamente cas- tigara la supercheria de los pretendidos magos, y sus manipu- laciones villanas. Asimismo nada prueba contra el tribunal que sus jueces, cumpliendo las formulas legales, consignaran en los procesos la undnime declaracion de testigos confabulados, siendo improcedente suprimir de aquellos autos unas contes— taciones cuya falsedad no podia ocultarse al Santo Oficio. (4) El unico hecho que consigna el Pentateuco sobre transformaciones ese] de ia mujer de Lot en estatua de sal en castigo desu desobediencia:

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