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CON EL NOMBRE DIVERSIDAD SEXUAL EN LAS PIRAS DE LA IGLESIA GLADIOLO SOY

BRINDARÁ AL LECTOR LA OPORTUNIDAD DE APRECIAR, POR SÍ MISMO, UNA SERIE


DE ARTÍCULOS CUYOS ANÁLISIS SIMPLISTAS PRETENDEN EXPLICAR LA
HOMOSEXUALIDAD DE UN MODO COMPASIONADO, PERO QUE MUCHAS VECES
COLOCAN A TODOS LOS INTEGRANTES DE LA DIVERSIDAD SEXUAL BAJO UNA
MISMA COBERTURA DE IRREPONSABLES CON BAJA MORAL Y PRINCIPIOS ÉTICOS.
ALGUNAS INSTITUCIONES RELIGIOSAS, CON LA IGLESIA CATÓLICA A LA CABEZA,
ALEGAN QUE ESTAS "CONDUCTAS" SON DAÑINAS Y PELIGROSAS PARA EL
INDIVIDUO, Y PARA LA SUPERVIVENCIA DE LA RAZA HUMANA. DE ESTE MODO,
ELLAS CREEN JUSTIFICAR LOS INTENTOS PARA DESPRESTIGIAR A LOS MIEMBROS
DE LA DIVERSIDAD SEXUAL QUE, A NIVEL MUNDIAL, LUCHAN POR LA OBTENCIÓN
DE IGUALDAD EN CUANTO A DERECHOS CIVILES.
ACI PRENSA ES UNO DE LOS VEHÍCULOS PROPAGANDÍSTICOS MÁS IMPORTANTES
UTILIZADOS EN AMÉRICA LATINA CON ESE FIN. ESTA INSTITUCIÓN MEDIÁTICA
PUBLICA DIFERENTES ARTÍCULOS, COMENTARIOS, ANÁLISIS, Y TRADUCCIONES DE
PUBLICACIONES EXTRANJERAS QUE REFLEJAN LA PERSPECTIVA Y LA POSICIÓN
DE LA IGLESIA CATÓLICA CON RESPECTO A LA DIVERSIDAD SEXUAL EN GENERAL,
Y LOS HOMOSEXUALES EN PARTICULAR.

Cultura Gay e Ideología de Género.


El siguiente texto es parte de la entrevista concedida por Monseñor Juan Antonio
Reig Pla, Obispo de Segorbe-Castellón a la revista española Alba. En la entrevista,
el Prelado español explica los orígenes de la ideología del género y hace una
explicación detallada del fenómeno gay. La entrevista apareció en la edición de la
febrero de 2005 de la mencionada revista.
Revista Alba.- Recientemente, el Gobierno ha anunciado la entrada en vigor de
una nueva ley contra la llamada "Violencia de Género"; hace algunos meses, la
Conferencia Episcopal Española fue muy criticada por relacionar el aumento de la
violencia doméstica con la revolución sexual. ¿Existe esta relación, y en qué
sentido?
Monseñor Reig Pla.- Como en todo, pero en estos temas con mayor urgencia, es
necesario ser rigurosos con el lenguaje.
Hay que aclarar, en primer lugar, que la violencia doméstica, reducida por algunos
a la llamada "violencia de género" hunde sus raíces en la condición humana
después del Pecado Original, es decir, en el pecado de soberbia y en la inclinación
al mal. Desde luego no hay nada nuevo bajo el sol, como dice la Escritura. Ahora
bien, dicho esto, los Obispos de la Conferencia Episcopal Española lo que
explicábamos no es que la existencia de la violencia doméstica sea consecuencia
de la revolución sexual, como si antes de la década de los 60 del siglo XX no
hubiera existido dicha violencia, sino lo que afirmamos es que "el alarmante
aumento" de la violencia doméstica tiene relación con la llamada "revolución
sexual".
Pero ¿de qué estamos hablando cuando decimos "revolución sexual"? En primer
lugar, revolución sexual no es lo mismo que liberación sexual. Dios nos quiere libres
en todos los aspectos, también en lo que a la sexualidad se refiere: libres de taras,
libres de esclavitudes, libres de parafílias, libres del pecado, libres, por tanto,
para amar plenamente, cada cual según su estado: célibes o casados.
Entonces, ¿qué cosa es la "revolución sexual"? La revolución sexual es toda una
ideología que concita los peores aspectos del pensamiento marxista y neoliberal
radical respecto a la sexualidad, la persona y el matrimonio, que alcanza su
máxima expresión pseudocientífica en el fraudulento "Informe Kinsey" de finales de
los años 40, el cual tuvo sus derivaciones ideológicas en Wilhelm Reich (1897-1957)
y Herbert Marcuse (1898-1979), que invitaban a experimentar todo tipo de
situaciones sexuales. También es claro el influjo del existencialismo ateo de
Simone de Beauvoir (1908-1986) que anunció ya en 1949 su conocido aforismo: "¡No
naces mujer, te hacen mujer!".
Pues bien, en el indicado Informe Kinsey se reivindica de modo formal la ruptura
del polinomio: "matrimonio-amor-sexualidad (varón y mujer)-procreación".
Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado amor
libre. Después, la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la
anticoncepción y el aborto. Luego la práctica de la sexualidad sin amor: hacer
sexo, pornografía, etc. Más tarde la producción de hijos sin relación sexual: la
llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.). Por último, con el
anticipo que significó la cultura unisex, y la incorporación del pensamiento
feminista radical, se separó la sexualidad, de la persona: ya no hay varón y mujer;
el sexo es un dato anatómico sin relevancia antropológica; el cuerpo ya no habla
de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la
donación, de la vocación al amor; cada cual puede elegir configurarse sexualmente
como desee: hombre heterosexual, hombre homosexual, mujer heterosexual,
mujer homosexual, transexual. Había nacido la "Ideología de Género", cimentada
como hemos visto, en la ruptura del bien que significa los conceptos de persona y
matrimonio, y, por tanto, en la progresiva debilidad del vínculo conyugal que llevó
al aumento de las rupturas matrimoniales y la desintegración física, psíquica y
moral de las personas. En este contexto de banalización, hedonismo y relativismo
moral es comprensible el "aumento" de la violencia doméstica. De hecho en los
países de nuestro entorno cultural donde hay más separaciones y divorcios, es
donde más casos de violencia doméstica se dan, en términos proporcionales a la
población, mucho más que en España o Polonia, por ejemplo. En efecto, junto a
otras causas, los dos factores de mayor riesgo de violencia doméstica son la
debilidad del vínculo y el momento de la ruptura entre la pareja o los cónyuges.
Ambos factores han aumentado con la llamada "revolución sexual".
Revista Alba.- El Partido Socialista de Cataluña (PSC) prepara un documento en el
que acusa a los representantes de la Iglesia Católica de "insultar, atacar
gravemente e incitar a la discriminación y a la violencia contra el colectivo
homosexual" al rechazar el matrimonio homosexual y reiterar el carácter inmoral
de las relaciones entre personas del mismo sexo. ¿Es esto así? ¿En qué basa la
Iglesia su oposición al matrimonio civil entre personas del mismo sexo?
Monseñor Reig Pla.- Como digo la precisión terminológica es importantísima.
Aunque signifique un preámbulo algo extenso para responder a la primera pregunta
se hace necesario distinguir a la perfección entre SIETE conceptos distintos, a
saber:
1) Las personas con inclinación homosexual. 2) La inclinación homosexual
propiamente dicha. 3) Las prácticas homosexuales. 4) El lobby gay. 5) El
homosexualismo político. 6) La cultura gay. 7) la llamada "teología gay".
1) Las personas con inclinación homosexual "deben ser acogidas con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará respecto a ellos, todo signo de discriminación
injusta" (Cat. Igl. Cat. n. 2358), es decir, hay que respetarlas, ayudarlas y
apreciarlas como a hijos de Dios que son. Su inclinación homosexual no les resta ni
un ápice de su inalienable dignidad de personas.
2) Otra cosa bien distinta es la inclinación homosexual que algunas personas
sienten. La Iglesia afirma, a la luz de las evidencias antropológicas (sin excluir,
incluso, las anatómicas) que esta inclinación es "objetivamente desordenada" (Cat.
Igl. Cat. nº 2358). Con todo, hay que aclarar que la sola inclinación homosexual,
aunque objetivamente desordenada, no constituye materia de pecado. Hay que
prestar ayuda psicológica y espiritual a las personas con esta inclinación que lo
soliciten. Multitud de psicólogos y psiquiatras afirman, por experiencia propia, que
la inclinación homosexual se puede curar.
3) Otra cuestión también distinta, pues ya se trata de materia grave de pecado,
son los actos homosexuales. La Iglesia enseña a la luz de la Palabra de Dios que se
trata de "depravaciones graves"; "los actos homosexuales son intrínsecamente
desordenados. Son contrarios a la ley natural. (...) No pueden recibir aprobación
en ningún caso" (Cat. Igl. Cat. n. 2357).
4) Algunos homosexuales, una minoría, sin duda, se organizan en distintas
asociaciones que coordinadas entre ellas constituyen verdaderos grupos de presión
social, mediática y política, es el llamado lobby gay. La presión del lobby
homosexual, su poder fáctico, se extiende por doquier. En España estamos
sufriendo, cada vez más, las consecuencias de esta perversa ideología. Se refleja
en el talante de nuestros gobernantes y en las reformas legislativas que pretenden
aprobar en contra del matrimonio, la familia, la educación, el aborto, etc.
5) El homosexualismo político, junto con la pertinente estrategia mediática,
constituye hoy en día una de las herramientas fundamentales de presión del lobby
gay. Se trata de toda una estrategia política para convencer a los partidos políticos
de todo signo de la rentabilidad electoral y, por tanto, política de hacer guiños y
concesiones legislativas al lobby homosexual. Desde la caída del Muro de Berlín,
con todo lo que el desmoronamiento de la URSS significó, resulta curiosa la deriva
que los llamados grupos de izquierdas han realizado, "del rojo (marxismo) al verde
(ecologismo) -en un primer periodo-, y ahora del verde al rosa (homosexualismo)";
con todo, es también cierto que los partidos de centro-derecha no se han visto
libres de este mismo giro "cromático". El homosexualismo político pretende
cambiar la sociedad, nuestra cultura, más aún, nuestra civilización, a través de
cambios legislativos que redefinan las evidencias antropológicas. Todos estamos de
acuerdo que debe ser ilegal faltar a la dignidad de las personas
independientemente de sus inclinaciones; sin embargo, el lobby gay a través del
homosexualismo político, va mucho más allá: desean que se hagan los cambios
legislativos necesarios para poner fuera de la ley, encarcelar en su caso y privar de
todos los derechos civiles, a quienes afirmamos que los actos homosexuales
constituyen una "grave depravación" (Cat. Igl. Cat. n. 2357). Juegan, además, a
confundir con las palabras. El diccionario define la "Homofobia" como "aversión
obsesiva hacia las personas homosexuales", ¡ojo! hacia las personas, nada dice el
diccionario en esta definición de la inclinación homosexual ni de los actos
homosexuales; sin embargo, este lobby acusa de homofobia a quienes, respetando
a las personas, no compartimos sus opiniones respecto a la inclinación y los actos
homosexuales. Sin duda toda una estrategia mediática. Manipula el lenguaje,
confunde y calumnia que algo queda.
6) La así llamada cultura gay es el fin último al que desea llevarnos el lobby gay.
Una civilización gay donde sea "natural" y universalmente aceptada y practicada la
homosexualidad o, al menos, la bisexualidad. Claro está, si la homosexualidad es
tan natural y aceptada como la heterosexualidad, la lógica política es implacable:
hay que propiciar legislativamente que se explique a los niños en los colegios que
la homosexualidad es "natural" y por lo tanto, cuando en ciencias naturales se
explique a los niños y niñas los detalles anatómicos y fisiológicos de la sexualidad
heterosexual humana: el aparato genital masculino y femenino, la cópula, la
fecundación, el parto, etc. habrá que explicar, también, la anatomía, la fisiología
y los procedimientos mecánicos necesarios de las prácticas homosexuales (la
sodomía, etc., etc.). Por último, como las relaciones homosexuales son
radicalmente estériles habrá que propiciar legalmente la adopción de niños por
homosexuales y generalizar las técnicas de producción artificial de seres humanos
financiadas, naturalmente, por el Estado.
7) El lobby gay infiltrado en todas las confesiones cristianas, y también en la Iglesia
Católica, ha elaborado sistemáticamente todo un cuerpo doctrinal absolutamente
herético llamado teología gay. Esta teología, rayando lo blasfemo, no sólo quiere
justificar las relaciones homosexuales, sino que afirma de ellas que responden a la
verdad, el bien y la belleza de la persona, constituyendo, según ellos un auténtico
don de Dios. El objetivo de este desarrollo doctrinal es triple: intentar seducir a
algunos, dividir a los católicos y desprestigiar a los pastores difundiendo estas
ideas en los medios de comunicación.
Así pues, y volviendo al principio, la Iglesia ama y respeta a todas las personas
también las que sienten inclinación homosexual. La Iglesia y sus representantes "ni
insultan, ni atacan, ni incitan a la discriminación y a la violencia contra el
colectivo homosexual", pero, con todo, la Iglesia no puede aceptar como buenos la
inclinación homosexual propiamente dicha, los actos homosexuales, el lobby gay,
la cultura gay, el homosexualismo político y la teología gay. Por cierto, lo mismo
sucede respecto a quienes tienen otras inclinaciones sexuales parafílicas
(sadomasoquistas, fetichistas, etc.): la Iglesia ama y respeta a estas personas, pero
no puede aceptar como buenas estas inclinaciones parafílicas ni las prácticas
sexuales correspondientes.
Respecto a la pregunta de en qué basa la Iglesia su oposición al matrimonio entre
personas del mismo sexo, debo decir que los argumentos son de diverso orden.
Desde el punto de vista del Derecho, el Consejo de Estado y el Consejo General del
Poder Judicial, han emitido sendos informes, de una contundencia rotunda,
oponiéndose radicalmente a que se apruebe legalmente el matrimonio entre
personas del mismo sexo. Muchos de los argumentos de los que allí se exponen
pueden ser asumidos perfectamente por la Iglesia. Desde el punto de vista del
lenguaje la Real Academia de la Lengua Española también se ha pronunciado en el
sentido de que la palabra matrimonio que significa la "unión de hombre y mujer
concertada mediante determinados ritos o formalidades legales" no puede ser
usada para definir otras eventuales uniones, pues ello, desde luego, corrompería el
sentido del término y llevaría a confusión. También este argumento puede ser
asumido sin ningún problema por la Iglesia.
Pero, además, la Iglesia, a la luz de la verdad natural y revelada sobre la persona
enseña que sólo la diversidad sexual que se da entre un varón y una mujer permite
la natural complementariedad sexual y el posible don de una vida nueva.
Asumiendo el riesgo de resultar demasiado explícito, hay que afirmar que ningún
de estos dos aspectos indicados se dan en las uniones del mismo sexo: son uniones
intrínsecamente estériles, y el aparente aspecto unitivo de su sexualidad se realiza
a costa de forzar estructuras anatómicas y simular actividades fisiológicas
naturales, sin excluir, por cierto, la utilización de los más diversos productos
químicos y artilugios mecánicos. Todo esto hace imposible, ontológicamente, tratar
como igual lo que no lo es: Una cosa es el matrimonio y otra las uniones de
personas del mismo sexo.
Monseñor Juan Antonio Reig Pla es Obispo de Segorbe-Castellón, Presidente de la Subcomisión
Episcopal de Familia y Vida, Vicepresidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar,
Miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe y Decano del Pontificio Instituto
Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, dependiente de la Pontificia
Universidad Lateranense de Roma.

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