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¿Qué hace un cocodrilo por la noche?

Coco es un cocodrilo al que le dan miedo los


niños, duerme por el día y todas las noches se
acerca hasta el parque para columpiarse sólo
bajo la luz de la luna. Antes de que salga el sol,
se va a su casa a descansar durante todo el día
esperando que el sol se aleje y el parque quede
vacío de niños.

¿Un cocodrilo en Viérnoles?

Unos aseguran que sí, otros que no,


pero dudas nos surgían a todos, y el
hecho de que pudiera existir nos
llevó a hacer todo lo posible por
descubrir una pista, una huella, un
resto…

Mientras hablábamos, los niños iban planteando diferentes modos de conocerlo, si bien
algunos directamente optaban por matarlo. Otros buscaban vías menos bélicas y decidimos al
final construir una trampa. Algunos decían que con cepos (para ratones) le podríamos cazar,
otros con una caña de pescar… Al final cada niño elaboró la suya como vemos aquí y las
íbamos explicando con pelos y detalles.

Finalmente, decidimos poner comida en la calle y esperar a mañana a ver si se lo había comido
por la noche. ¿Y qué come un cocodrilo? Hojas, palos, galletas.

Pues vale. Nos vamos a la calle y le preparamos la comida y…. a esperar al día siguiente.
Al día siguiente vimos que allí no había
comido nada, así que nos llevamos cierta
desilusión al ver que no dejó ni rastro.

Como era muy difícil ver al cocodrilo porque


huía de los niños, decidimos mejorar la
trampa.

Así que colocamos una cámara de fotos escondida en


una caja, preparada para sacar una foto en el
momento justo en el que el cocodrilo fuese a comer
la comida.

Como vimos que la comida que le


preparamos anteriormente no resultó muy atractiva
para el cocodrilo, volvimos a pensar si la primera
comida era la más adecuada. Muy interesante lo que
se comentó, hasta llegar al menú que vemos a
continuación.

Viendo que ni probó la comida anterior,


decidimos ponerle pescado fresco,
ternera y un poco de pan.

Al final se lo comió todo!! No dejó nada,


solamente algún trozo de galleta. Sabiendo que el
cocodrilo estaba cerca, decidimos ir a buscarlo.
Conversábamos sobre su vida, su casa, su tamaño,
su boca…
Miramos en el estanque, en el arroyo,
por los puentes… Hugo dijo que vivía
“ahí dentro”, refiriéndose al edificio del
CIEFP, viendo finalmente que allí
solamente vivía un pequeño dragón en
la biblioteca (gracias por la colaboración
Mari Cruz).

Al final no vimos al cocodrilo, pero sí


alguna huella en el camino al lado de la
fuente.

Salimos de nuevo pocos días después,


volviéndonos para el cole un poco
decepcionados por no volver a verlo.
¿Solución? IR A PESCARLO. Cañas de
pescar, cebo, sigilo y paciencia.

Diseñamos nuestras cañas en papel, las construimos y


fuimos a por el enorme cocodrilo. La construcción de
las cañas se hizo con auténtica pasión, unos clavaban
chinchetas “para hacerla mas fuerte”, otros las
pintaron de colores, etc. Una pena que no tenga fotos
de ese proceso, pero fue muy rico por su ilusión su
capacidad.

No fue tarea fácil pescarlo, las cañas se rompían por lo


grande y fuerte que era el cocodrilo, pero todos los
niñas y niñas LO VIERON, acción muy gratificante para
todos y todas. La boca era enorme, con unos dientes
terribles.
Desde aquel día, el cocodrilo en el cole, en la
calle, en las casas, debajo de la cama de cada uno, en
el tejado…

En la paciente pesca, con mucho cuidado de no


arrimarse al agua, el cocodrilo nos podía comer los pies.

Después de la jornada de pesca, conversábamos en


clase, sobre el cocodrilo, muchos decía que no tenía
casa, que tendrá frio, que por eso se metía en la
escuela, en la piscina abandonada, etc. Por lo tanto les
propuse construir una casa al cocodrilo, para que
tuviese algún lugar donde estar a gusto.
Una propuesta muy muy rica, con una emoción en la construcción de la que el cocodrilo iba a
estar muy agradecido.

Cuando entramos después de


estar en el patio, vimos que la casa
había variado, ¿y quien iba a haber
sido? ¡EL COCODRILO! Estaba muy
cerca, entre nosotros…

También tenemos espacio para


representar lo vivido, como la casa del
cocodrilo, sus paseos por el tejado de la
escuela…

¿Y qué niño o niña no hace regalos a los más


allegados? Pues el cocodrilo es uno de ellos. Así que
poco a poco, cada uno planeó su regalo más personal
libremente y posteriormente los metimos en una caja y
se lo dejamos cerca del río.

Obras de arte, comida de cocodrilo,


Todos estos regalos los metimos dentro de una caja
y lo pusimos debajo de un gran árbol al lado del río.

Nosotros llevamos unos cartones para hacer una


casa donde meternos todos y poder ver como el
cocodrilo coge la caja, mira los regalos… muy
emocionante.

Construimos la casa entre todos con los cartones. Después todos metidos, en silencio,
expectantes a la presencia del cocodrilo…

Ahí estaba, sigiloso como


siempre, impresionante como
nunca.
Este resumen del trabajo se desarrolla durante más de dos meses, con
infinidad de propuestas, conversaciones y espontaneidad por parte de los niños
que es difícil de encontrar en otras situaciones de los niños y niñas. Los niños y
niñas disfrutan pero nosotros vamos también a lo mismo, a disfrutar de su
compañía, de lo que son capaces de hacer, de regalar.

El último día antes de las vacaciones de Semana Santa el cocodrilo se


presentó en la escuela, dentro del aula, asustando a unos, sorprendiendo a
todos. Al final el que más miedo pasó fue el cocodrilo, que no se movía no
hablaba y al final huyó de la presencia de los niños… Dicen que aún sigue por
allí, observando a esos niños desde los tejados, desde el rio y el lago, desde
los pensamientos de cada uno de ellos.
Fue un placer conocerte, construir tu casa, la nuestra, la trampa,
aprender de ti, de tus hábitos, , emocionarnos, planear tu captura, vivenciar,
imaginar, desear, mostrar nuestra creatividad en los regalos que te dimos, en la
elaboración de la comida, de las trampas, de la caña de pescar, descubrir que
al final eras de verdad.
Un montón de aprendizajes que desde el placer y el deseo han llegado más
lejos de lo que podemos imaginar.
Hasta siempre cocodrilo.

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