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CARLO M.

CIPOLLA
BIBLIOTECA DE LA REVISTA DE OCCIDENTE

La Biblioteca d e la Revista d e Occidente nace de la limpia ambi-


ción intelectual de contribuir a desentrañar los problemas, a veces
graves, que el mundo y la cultura actuales tienen planteados.
Problemas cuya paulatina solución ha de llevar a la plena madu-
ración de una concientia universal que se está fraguando por en-
cima de los límites tradicionales -geográficos, históricos, raciales
y de partid- que pertenecen ya al pasado, aunque persistan en
la superficie su agitación y su violencia. Esta Biblioteca, de temá-
tica amplia y varia, absorberá en particular las tres Series de HISTORIA ECONOMICA
Ciencias Históricas, Política y Sociología y Filosofía, que se ve-
nían publicando en colecciones independientes. La Biblioteca de DE LA
la Revista de Occidente ofrecerá así al lector aquellas publicacio-
nes que, por el acierto de su tratamiento, puedan ayudarle a un EUROPA PREINDUSTRIAL
recto planteamiento de las cuestioiies del saber y el acontecer
actuales.

Traducción del italiano


ESTHER BENITEZ
SECCION DE CIENCIAS HISTORICAS

CONSEJO ASESOR:

Gonzalo Anes. Miguel Artola.


Julio Caro Baroja. José Antonio Maravail.
Manuel Terán. José Varela Ortega.

Biblioteca de la
Revista de Occidente
General Mola, 11
MADRID
Carlo M . Cipolla La Europa preindustrial 31

Estos últimos ejemplos sirven para ilustrar la oportuniad de desemba- o si fueron impuestas por minorías autoritarias. Aquí importa sólo obser-
razarnos de la palabra «necesidades». Este término implica algo objetiva- var que, en un aspecto u otro, de un modo u otro, cada sociedad y cada
mente indispensable, flanqueado después por la demanda de cosas más individuo no sólo expresa deseos sino que formula asimismo una escala
o menos superfluas. Pero la Iínea de demarcación entre lo necesario y lo de prioridades para esos mismos deseos.
superfluo es difícilmente definible. Si se considera el pan cotidiano y una
excursión a las Azores, no cabe duda de cuál será clasificado como indis-
pensable y cuál como superfluo. Pero entre el pan y la excursión a las 4. Demanda efectiva
Azores hay infinidad de otras cosas cuya clasificación resulta problemática. Los «deseos» son una cosa. La demanda efectiva, otra muy distinta.
Es evidente que no se puede limitar la definición de «necesidad» al mínimo Un indio que se muere de hambre en una calle de Calcuta tiene evidente-
de comida indispensable para mantenerse con vida. Pero una vez que se mente un extremado «deseo» de alimentos. Pero si no tiene poder de com-
amplía el criterio y se empieza a incluir otros elementos, es difícil decir pra con el que expresar su «deseo», si no tiene nada que la gente acepte
por dónde pasa la línea de demarcación entre indispensable y superfluo. a cambio de un trozo de pan, su «deseo», por imperioso e improrrogable
¿Un filete a la semana es una «necesidad»? ¿O es «necesidad» sólo un que sea, no existe para el sistema económico como es y como fue.
filete al mes? Nosotros consideramos «necesidades» la bañera, la calefac- Para contar en el mercado, el «deseo» debe ir acompañado por poder
ción y el disponer de pañuelos. Pero hace trescientos años, en Europa, estas de compra. Cuando se expresa mediante desembolso de poder adquisitivo,
cosas eran lujos que nadie habría soñado en calificar de «necesidades». el «deseo» se convierte en demanda efectiva o solvente y es registrado por
El profesor Stigler escribió una vez que en general tendemos a considerar el mercado.
bienes superfluos «todo lo que quisiéramos que los demás no consumie- 1 Como el poder de compra lo proporcionan la renta corriente y la renta
ran», mientras que tendemos a considerar como «necesidades» todo lo que I acumulada (patrimonio), de ello se deriva que, dada cierta masa de deseos
consumimos nosotros. I v dada cierta escala de prioridades, el nivel y la estructura de la demanda
Una persona puede tener «necesidad» de vitaminas. Y en cambio pue-
de sentir el «deseo» de fumar cigarrillos. Mientras una persona sea libre 1 efectiva están determinidos por:
de pedir lo que desea, lo que cuenta en el mercado no son tanto las ver- a) nivel de la renta;
daderas «necesidades» como los «deseos». La distinción es importante, no 6 ) su distribución;
sólo desde el punto de vista individual, sino también desde el punto de C) nivel y estructura de los precios.
vista colectivo. Una sociedad puede tener «necesidad» de más hospitales
y más escuelas. Pero los miembros de esa sociedad pueden desear, en cam- La renta, desgraciadamente, no llueve del cielo. La única manera de
bio, más partidos de fútbol, night-clubs o autopistas. También puede haber procurarse renta es participar en la producción. En el proceso productivo
dictadores que impongan o alimenten «deseos» de potencia militar, o de se puede participar de diferentes formas: con el trabajo intelectual (pro-
cruzada religiosa. Para el mercado lo que cuenta no es la «necesidad» ob- fesionales), con el trabajo organizativo (dirigentes de empresa), con la ini-
jetiva -que por lo demás nadie es capaz de precisar salvo a los niveles ciativa y la asunción del riesgo de empresa (empresarios), con el trabajo
mínimos de subsistencia-, sino el «deseo» tal y como se expresa. manual (obreros), proporcionando capital (capitalistas) o recursos naturales
Prácticamente nuestros «deseos» son ilimitados. Desdichadamente, tanto (propietarios de tierras o de minas). En relación con los distintos modos
como individuos como en cuanto sociedades, disponemos de recursos que de participar en el proceso productivo se reciben rentas bajo diversas for-
son limitados. Eso significa que tenemos continuamente que realizar elec- mas. Veremos a continuación, tras haber estudiado los factores de produc-
ciones. Debemos, en otras palabras, dar un orden de prioridad a nuestros ción, que normalmente la masa de las rentas se distingue en tres grandes
deseos y decidir cuáles tratar de satisfacer y cuáles sacrificar. categorías, es decir:
I
Sociedades e individuos eligen no sólo basándose en consideraciones a) salarios;
económicas. También aquí elementos políticos, religiosos, éticos, sociales 6 ) beneficios e intereses;
y de costumbres entran continuamente en juego e influyen de manera de- C ) renta de la tierra.
terminante sobre la formulación de cierto orden de prioridades. En la histo-
ria se encuentran sociedades encantadas de erigir templos y pirámides a Salarios, renta de la tierra, intereses y beneficios son ingresos que dan
costa de sufrir hambre. y sociedades que han preferido los cañones a la poder de compra a sus perceptores, los cuales ~ u e d e nexpresar así en el
mantequilla. No es problema para discutir aquí el si semejantes decisiones mercado, en forma de demanda efectiva, sus propios «deseos», determinar
han obtenido la aprobación de todos los miembros de dichas sociedades el destino de cuanto se ha producido e influir en la estructura de la futura
32 Carlo M . Cipolla La Europa preindustrial 33
producción. Es obvio que quien percibe la renta la gasta no sólo para sí, ble, empero, que una de las características típicas de la Europa preindus-
sino también para aquellos a quienes mantiene. En otras palabras, el cabeza 1 trial, como de todas las sociedades agrícolas tradicionales, fue un alucinante
d e familia que trabaja y percibe un salario lo gasta, no sólo para mante- contraste entre la miseria abyecta de la masa de los más pobres y la abun-
nerse a sí mismo, sino también a su mujer, sus posibles hijos menores y dancia y magnificencia del limitado número de los más ricos. Una serie
a lo mejor también a su anciano padre o a su anciana madre si éstos aún de diapositivas que comparase los mosaicos dorados del monasterio de Mon-
viven. Su renta sirve, pues, para expresar en forma de demanda efectiva reale con el tugurio de un campesino siciliano de la época daría una im-
no sólo sus «deseos» sino también los de sus familiares. En términos ma- presión viva e inmediata del fenómeno al que aludimos. Es importante
croeconómicos eso significa que la renta de la «población activa» sirve para tratar de mantener viva en la mente la imagen impresionista, pero también
traducir en demanda efectiva los «deseos» de la población total (población es necesario tratar de completar la imagen con datos y mediciones de ca-
+
activa población dcpendiente). rácter más despegado y preciso. Por desgracia los datos cuantitativos dis-
Durante siglos, para la mayoría de la gente la renta estuvo representa- ponibles al respecto son sumamente raros. Para diversas ciudades de los
da por el salario, y hasta la Revolución industrial y aún más adelante es siglos XIII-XVII se poseen «estimaciones» de las rentas o de los patrimonios
posible afirmar que, dada la escasa productividad del trabajo (véase más de los ciudadanos. Puede recordarse que, según estimaciones toscanas
$ adelante apartado 15) y otras circunstancias de carácter institucional, el de 1427-29, la riqueza estimada en las ciudades de Pistoya y Volterra se
nivel de los salarios respecto al nivel de los precios (esto es, en otras pala- distribuía del modo que evidencia la tabla 3a.
bras, el nivel de los salarios reales) permaneció trágicamente bajísimo.
A finales del XVII el cura de la parroquia de Saint-Remy, en Burdeos, TABLA3a.
observaba que muchos artesanos de su parroquia conseguían ir tirando Distribución de la población y de la riqueza en Pisloya y Volterra: 1427-
sólo gracias a que recibían de vez en cuando la limosna de las dames de
charilé 6. El cirujano que atendía a los apestados en el lazareto de Prato, 1429.
- -

en plena epidemia de 1631, arriesgando su vida cada hora del día, recibía Pistoya Volterra
un salario de 126 liras al mes; un traje normal costaba más de 100 liras '. -
Mírese a donde se mire, y no importa de qué parte se tomen las cifras, Población Riqueza Población Riqueza
siempre se encuentra el mismo y monótono leit-motiu de pobreza. vo vo Yo --
vo-
El salario medio podía adquirir escasas cantidades de bienes. Una afir- 10 59 7 58
mación de este género es correcta, pero puede dar la falsa impresión de 20 27 21 31
que habría bastado con elevar los salarios nominales para transformar a 70 14 72 11
Europa en el Paraíso terrenal. Evidentemente, esta conclusión sería absur- Total 1O0 100 1O0 100
da. Podemos invertir la afirmación precedente diciendo que los precios
corrientes de los bienes eran demasiado altos para el nivel corriente de Fuentes: Herlihy, Pistoia, p. 188, y Fiumi, Popolazione, p. 94.
los salarios. En la práctica decimos lo mismo, pero ponemos mejor de relie-
ve el problema esencial, que era el de la escasez, ligado a su vez con el
problema de una baja productividad y de un uso no siempre feliz de los Según observaciones fiscales de la época, la riqueza imponible en la
recursos disponibles. Lyon de 1545 y en la Erfurt de 1511 se distribuía del modo indicado en
La sociedad europea era fundamentalmente pobre, pero en cada rincón las tablas 3b y 3c.
de Europa había obviamente gente más pobre y menos pobre, y junto a
ellos había ricos y muy ricos. Entre los más pobres predominaron siempre TABLA3b.
numéricamente los campesinos. Los artesanos de las ciudades más evolu- Dislribución de la población y de la riqueza en Lyon: 1545.
cionadas, como una Florencia o una Nuremberg, podían conseguir llevar Población Riqueza
una vida, si no de bienestar, al menos no del todo mísera. Para un arte- Yo %
sano de Nuremberg del siglo xvr no era insólito tener en su mesa carne -
más de una vez a la semanas. Para diversos artesanos de Florencia, no 10 53
resultó imposible ahorrar algunas sumas y constituir dotes no miserables 30 26
60 21
para sus hijas 9. Como siempre, la realidad no es sólo blanca o negra. Había,
como se ha dicho, pobres y menos pobres, ricos y riquísimos. Es innega-
36 Carlo M. Cipolla l La Europa preindustrial

Escribiendo su relación sobre España a comienzos del XVI,


37

Francesco
evasiones fiscales, etc. Pero excepcionalmente puede ocurrir que algún per- Guicciardini observaba que
sonaje de la época, basándose en su propia experiencia directa, haya tratado
de hacer entonces lo que nosotros no podemos hacer hoy. Si el personaje fuera de unos pocos Grandes del Reino que viven con gran suntuosidad, se entiende
que los otros viven en casa con suma estrechez 13.
en cuestión es un individuo competente y de genio, su testimonio resulta,
evidentemente, muy valioso. En 1688, en Inglaterra, un hombre de talento, Francesco Guicciardini no provenía, por supuesto, de un área en la
Gregory King, hizo toda una serie de cálculos, en parte hipotéticos y en que la riqueza estuviera distribuida de modo igualitario. Pero el tono de
parte basados en datos de hecho, sobre la renta nacional inglesa y su dis- su anotación da a entender que incluso un observador de la época que
tribución. Los resultados de los cálculos de King están resumidos aquí en viajaba de un país de Europa a otro no podía dejar de impresionarse por
la tabla 3f. el hecho de que en ciertos países la riqueza y la renta estaban aún mucho
más concentrados que en otros.
La fundamental pobreza de las sociedades preindustriales y la distribu-
Distribución de la renta en Inglaterra en 1688 ción desigual de la renta se reflejaban en la presencia de una notable masa
segzín los cálculos de G. King de mendigos. Junto a la gran inasa de gente que percibía rentas mínimas,
--- --- .- había un denso grupo de personas que, por falta de oportunidades de

Clase socio-económica
Número de
familia (en
millares)
Renta total (en
miles de libras
esterlinas)
hsias Renta
%
'
empleo, por incapacidad, por ignorancia, por mala salud o por holgazane-
ría, no participaban en el proceso productivo y, por lo tanto, no disfruta-
ban de ninguna renta. El «mendigo» de la sociedad preindustrial era el
equivalente del «parado» de la sociedad industrial, pero estaba mucho peor.
a) Nobles, gentileshombres y al- No hay crónica en la que no se haga mención de pobres o mendigos. Mi-
to clero, profesiones libera- niaturas y cuadros conceden un gran lugar a este sufriente personaje. Via-
les 53 9.168 4 23
jeros y escritores de todas clases se refieren a menudo a él. En 1601
b ) Comerciantes y hombres de Fanucci escribía que «en Roma no se ven sino mendigos y tan numerosos
negocios en el comercio in-
ternacional 10 2.400 1 5 que es imposible circular por la calle sin tenerlos alrededor». En Venecia
C ) Pequeños propietarios 330 16.960 24 39
el número de mendigos era tal que preocupaba seriamente al gobierno de
la República, por lo que se tomaron medidas no sólo contra los propios
d ) Tenderos y artesanos 1O0 4.200 7 10
mendigos sino también contra los barqueros que transportaban mendigos
e ) Oficiales del ejército, de la de tierra firme a la ciudad. A juzgar por estos testimonios directos o in-
marina y bajo clero 19 1.120 2 2
directos, es fácil formarse la impresión de que los mendigos eran «muchos».
t ) Asalariados, marineros y sol- Pero, (cuántos?
dados 849 9.010 62 21
Los «pobres» representaban una realidad tan vasta, penosa y perturba-
Total 1.361 43.506 100 1O0 dora, que se intentó a menudo contarlos -acaso para encontrarse, como
--
en Florencia en 1630, que «el número de pobres resultó mayor de lo que
Fuente: King, Natrrral and Political Observations. Sobre los datos de King, cfr., entre se creía*.
otros, Deane y Cole, British Economic Growth. En 1698 Vauban estimaba que los mendigos en Francia ascendían
aproximadamente al 10 por 100 de la poblacióh. Su estimación no suena
Si las estimaciones de King son correctas, en la Inglaterra de 1688 absurda. Diversas revelaciones para diversos paíws muestran que «pobres».
un 5 por 100 de la población (clases a, b ) controlaba el 28 por 100 de
la renta, mientras que a las clases más bajas, que absorbían el 62 por 100
de la población, les correspondía sólo el 21 por 100 de la renta.
1 «mendigos», «miserables» representan un.1 cuota que en general oscilaba
del 5 al 20 por 100 de la población total de 1 ~ ciudades
s (tabla 4 )
Las ciudades tendían a recoger también 1.1 masa de pobres de los terri-
Completamente distintas por su naturaleza y por su origen, las estima- torios circundantes. La población rural de la época rebosaba de subocupa-
ciones anteriores ponen de relieve una distribución de la renta y de la ri- dos y de parados, y en especial en tiempos de carestía éstos gravitaban
queza " siempre muy desigual. Pero también ponen de relieve que (al sobre las ciudades donde vivían los ricos v había, por tanto, más posibili-
contrario de lo que afirmó en su época Pareto), la concentración de la dades de recoger limosnas. El doctor Tadino refiere que diirante la carestía
renta y de la riqueza varió notablemente según los lugares y según las de 1629 en Milán
épocas.
38 Carlo r\J. Cipolla La Europa preindustrial
fueron conducidos [al lazareto1 todos los pobres mendicantes que se encontraban en
la ciudad en número de 3.554, pero también de las villas y tierras del Ducado y de de 3.554 a 9.715. Un reciente estudio sobre la historia económica y social
las ciudades vecinas concurrieron allí tantos pobres que en breve espacio de tiempo de Lyon en los siglos xvi y xvir ha puesto en claro que «en años norma-
llegaron al número de 9.715 14. les los pobres representaban del 6 al 8 por 100 de la población, pero en
años de carestía el porcentaje subía fácilmente al 15 e incluso al 20
por 100» la.
La característica económica fundamental de los «pobres» era que no
Porcentaje de pobres sobre la población total de algunas ciudades europeas disfrutaban de renta autónoma. Si conseguían de un modo u otro sobre-
en los siglos X V - X V I I . vivir, es porque se les traspasaba voluntariamente renta mediante la caridad.
La participación de una persona y/o de su capital en el proceso pro-
ductivo da lugar a una formación de renta. Pero la renta no sólo puede
Ciudad Período Vo
formarse; también puede traspasarse. El traspaso (le renta no está necesa-
riamente ligado con la actividad productiva. lo cual significa que también
Hamburgo Finnlcs siglo xv
Lovaina Finales siglo xr quien no participa en esa actividad puede obtener p d e r de compra. En
Amberes Finales siglo xv toda sociedad humana hay varias formas de traspaso de renta y para sim-
Cremona plificar las cosas podemos diferenciarlas en dos grandes categorías:
Módena .. ,7! traspasos \~oluntarios;
Siena 1766 11 h traspasos forzosos.
Venecia 1780 14
Los casos más comunes de traspaso voluntario de renta ( o de riqueza)
lTzientcs: Para Ilamburgo: Rücher, Beutjlkerung, p. 27: para Lovaina y Amberes: son la caridad y las donaciones. Una forma común de triispaso forzoso de
Mols, Introduction, vol. 11, pp. 37-39; para Cremona: Meroni. Cremona renta es la imposición fiscal. En el mundo conteinporáneo estamos habi-
Jedelissima, vol. 11, p. 6; para Módena: Basini, L'tlomo c il pane, p. 81:
para Siena: Parenti, La popolazione della Toscana. p. 8: para Venecia: tuados sobre todo a los traspasos en forma de imposición fiscal, y el pro-
Storia della popolazione di Venezia, p. 203. fesor Stigler escribió que «caridad y donativos están al margen de la lógica
del sistema». Pero la situación predominante en la Europa preindustrial
Y cuando la mirada sobrepasa las murallas ciudadanas y se consideran era completamente distinta. Entonces caridad y donativos, así como el botín
enteras regiones o países, el cuadro no resulta mucho más alegre. A finales de guerra y el rescate, constituían más que nunca parte integrante del sis-
del XVII en Alsacia y en el departamento de Alencon, sobre una población tema socioeconómico del tiempo.
total de unos 410.000 habitantes se contaban 48.051 mendigos, es decir, Crónicas y documentos mencionan continuamente traspasos de riqueza
casi el 12 por 100. En Bretaña, sobre una población de 1.655.000 habitan- en forma de caridades de la Iglesia, los príncipes, los ricos y gente común.
tes se contaban 149.325 mendigos, o sea, aproximadamente el 9 por 100 15. En la Europa de la Edad Media y del Renacimiento la tradición de la
A comienzos del xvrI el duque de Saboya podía considerarse afortunado caridad era muy fuerte y el acto de caridad era un hecho ordinario. No
porque en sus estados, de un total de 1.500.000 habitantes, sólo 35.492, obstante había momentos en los que el fenómeno se acentuaba. Individual-
o sea el 2,5 por 100, estaban censados como mendigos 16. Se ha dicho que mente, cuando la muerte llamaba a la puerta, por terror al diablo o por
Inglaterra contaba al final de la guerra de las Dos Rosas con un 25 por 100 más razonables sentimientos. la gente abría sil bolsa. El cronista Giovanni
de «pobres». Según el profesor Charles Wilson todavía a finales del XVII Villani cuenta:
en Inglaterra «un cuarto de la población vivía permanentemente en un 1
... en el mes de septiembre de 1330, murió en Florencia un conciudadano nuestro
estado de pobreza y subempleo, si no incluso de completa desocupación» 17. pequeño negociante, que no tenía hijo ni hija. y que lo que poseía se lo dejó a Dios
Los porcentajes mencionados no deben inducirnos a creer que la masa por ordenado testamento; y entre los otros legados que hi7o. dispuso que a todos
de pobres representaba valores constantes. Al contrario, fluctuaba enorme- los pobres de Florencia, los cuales fueran por limosnas, se les dieran seis dineros
a cada uno ... Y dando a cada pobre seis dineros, resultó que sumó 430 libras de
mente. Mucha gente vivía con niveles de renta mínimos, y no tenía ahorros. monedas, pues fueron en número de más de 17.000 personas 19.
Nosotros estamos habituados a la fluctuación de las cifras del paro. La
gente de la época preindustrial estaba acostumbrada a la drástica fluctua- Cuando Francesco di Marco Datini, el gran «Comerciante de Prato*,
ción de las turbas de «pobres». Tadino, en el pasaje citado hace poco, re- pasó a mejor vida en 1410, dejó 100,000 florines de oro para erigir una
fiere que durante la carestía de 1629 el número de pobres en Milán creció fundación de caridad, la «Casa del Cepillo de los pobres de Francesco di
Carlo M . Cipolla La Europa preindustrial 41

Marco*, y 1.000 florines al hospital de Santa María la Nueva en Florencia de tipo macroeconómico. ¿Qué orden de magnitud podía representar la
para la creación de un orfanato. En Venecia, en 1501, el patricio Filippo caridad sobre el total de la renta?
Dron dejó al morir ricos legados a hospitales e instituciones de beneficen- Para la Inglaterra de finales de la Edad Media se ha calculado que los
cia, así como «plata, mobiliario y joyas» para vender y que con su pro- monasterios ingleses -poseedores de inmensas fortunas- distribuían en
ducto «fueran fabricadas cien casitas» para dárselas «por amor de Dios caridades a los pobres, en épocas normales, del I al 3 por 100 de sus r-n-
a pobres marineros» m. tasz6. Varios balances familiares de ricos y acomodados de los siglos XVI
Evidentemente, las calamidades servían para acentuar el fenómeno de y XVII dejan entrever una beneficencia «ordinaria» del 1 al 5 por 100 del
la beneficencia. En tiempos de peste o carestía, para ablandar a Dios y gasto en materia de consumoz7. Pero generalizar partiendo de estos casos
a sus santos o por natural espíritu de solidaridad, la gente aflojaba los es peligroso. Hay que tener en cuenta, además, las siguientes circunstancias:
l
cordones de su bolsa. En los ocho años transcurridos entre la Pascua I 1 ) Normalmente la Iglesia traspasaba en forma de caridades sólo cuo-
de 1340 y junio de 1348, la parroquia de Saint-Germain-l'Auxerrois, de I tas de su propia renta, mientras que los laicos, amén de traspasar cuotas
París, recibió 78 donaciones ". Luego vino la peste y en sólo ocho meses 1 de renta, traspasaban a menudo y sobre todo en trance de muerte todo su
las donaciones alcanzaron el número de 419. También con ocasión de la patrimonio o parte de él.
peste de 1348, el hospital de Santa María la Nueva de Florencia recibió 2 ) Buena parte de la «caridad» efectuada por los laicos consistía en
donaciones privadas por una suma de 25.000 florines de oro, y la Com- traspaso de riqueza a favor de la Iglesia, la cual distribuía a los pobres
pañía de la Misericordia recibió legados por 35.000 florines 22. sólo una cuota, más o menos reducida, de cuanto recibía '".
Sin embargo, no eran solamente las personas acomodadas las que con-
tribuían a la caridad. Tras haber compilado pacientemente la larga lista
1 Hasta época reciente, gracias a la caridad se crearon hospitales, asilos
para enfermos infecciosos, hospicios para niños abai?donados, fundaciones
de benefactor~sdel Hospital de Santa María la Nueva de Florencia, L. Pas- para distribuir dotes a jóvenes pobres en el momento de su boda, etc. Todas
serini observaba que las instituciones de este tipo, hasta época reciente, operaron en Europa
gracias a la renta derivada de patrimonios acumulados en el curso del tiem-
por la lista se descubre que todas las clases sociales pueden presumir de almas ge- po con legados y donaciones privadas. Como se ha dicho antes, la caridad
nerosas y llenas de caridad hacia sus semejantes; se ve a la humilde criada dejar
los escasos florines acumulados con los sudores y la parsimonia de muchos años; formó más que nunca parte integrante de la lógica del sistema preindustrial.
y al mismo tiempo ciudadanos poderosos por su riqueza c incluso poseedores de Esta comprobación también es válida para el regalo. Este y la donación
estados, como un Giovanni Pico della Mirandola, que contribuyen con su pingüe no han desaparecido de la sociedad industrial, pero su importancia econó-
patrimonio a beneficiar a los pobres enfermosz3. mica ha disminuido enormemente. En la sociedad industrial, cada bien y
A más de las donaciones privadas estaban las donaciones de los prín- cada servicio tiene su precio, y la compra mediante desembolso de moneda
cipes y de las administraciones públicas. Durante la epidemia de peste es el modo predominante, con mucho, para obtener el bien o el servicio
de 1580 el Ayuntamiento de Génova desembolsó entre caridades y gastos deseados. En la Europa preindustrial la situación era profundamente dis-
para sanidad unos 20.000 escudos 24. En la mayoría de los casos se daba tinta, y cuanto más nos remontamos hacia atrás en el tiempo más obser-
a los pobres alimentos, y más raramente prendas de vestir. Enrique 111 vamos que el regalo asumía un papel relevante en el sistema de intercam-
de Inglaterra tenía la manía de distribuir calzado. bios. Téngase muy en cuenta que detrás del regalo no había necesariamente
También las festividades eran buenas ocasiones para aumentar la be- motivos de generosidad: podía estar el deseo de congraciarse con un per-
neficencia. En Venecia los dux hacían grandes donaciones a los pobres en sonaje importante, o bien sentimientos de ostentación, o también la es-
el momento de la elección: en 1618 Antonio Priuli distribuyó 2.000 du- peranza de obtener otros regalos a cambio. Rastros de esta tradición son
cados de calderilla y 100 de monedas de oro. En Roma, con motivo de aún aparentes en las sociedades industriales con ocasión de ceremonias
la elección de un papa y en los aniversarios sucesivos como el matrimonio o de festividades como la Navidad. Pero lo que para
nosotros constituye la excepción, para 1:i !:ente de la Edad Media era
se daba medio julio a cada uno que se presentase a reclamarlo, y la suministración la regla.
aumentaba por cada uno de los hijos; las mujeres encinta contaban por dos. Como Donaciones y caridades no agotan las posibles formas de traspasos vo-
puede imaginarse, se prestaban y alquilaban hijos, y los almohadones multiplicaban los luntarios de riqueza. En la Europa preindustrial también tuvieron notable
embarazos. Las más intrigantes conseguían presentarse varias veces y reunir una
buena suma de dinero z. importancia:

Datos y noticias de este género pueden ser significativos e interesan- a) las constituciones de dotes;
tes. Lástima que no permitan remontarse del caso individual a un análisis b) el juego.
Cario M . Cipolla La Europa preindustrial 43
Aunque estos traspasos n o tenían la menor relación con la actividad la abadía de Saint-Victor d e Marsella expuso a Raimundo Berenguer, conde
productiva, sin embargo podían tener repercusiones sobre esa actividad. de Barcelona y marqués de Provenza, que el hidalgüelo Guillermo de Signes
E n efecto, como en todas las sociedades subdesarrolladasB, la gente pen- v sus hijos habían robado a la abadía, en el curso de pocos años, 5.600 ove-
saba a menudo en la dote o en el juego como fuentes de financiación para jas y cabras, 200 bueyes, 200 cerdos y un centenar entre caballos, asnos
emprender negocios. Goro di Stagio Dati, por ejemplo, faltándole el capital y mulos 33. En 1314 desapareció de las propiedades reales del valle del
para poder montar una compañía y habiendo perdido recientemente a su Craus, en la Alta Provenza, gran cantidad de madera. Una investigación
esposa, escribía en sus memorias que esperaba «tener este año de nuevo puso en claro que el latrocinio había sido perpetrado por los hombres del
mujer, y recibir de dote lo que el Señor disponga ... y si me faltare algún conde de Beuil, que comerciaba en madera y había organizado el robo 34.
modo encontraré» 30. Buonaccorso Pitti, en su Crónica, cuenta en cambio A propósito de saqueos y de botines de guerra puede recordarse que
cómo el juego le procuró el capital necesario para un negocio de caballos:
a comienzos del x\l el señor de Albret declaraba a un caballero bretón
que Dicu nzercy la guerra les rendía mucho a él y a sus hombres, pero que
comenzaron a jugar y yo con ellos. y al final ese día me traje n casa 20 florincs
de oro de ganancia. Al otro día regresé y gané cerca dc 11 fl<irirics Jc oro, y así aún le había rendido más cuando estaba de parte del rey de Inglaterra,
siguió cada día durante unos quince días, cuando me encontré con que había ga- porque entonces, cabalgando ri l'aventure, podían con frecuencia caer en
nado 1.200 florines de oro mis o menos. Y teniendo al Jicho Michelc Marucci que sus manos «los ricos comerciantes de Toulouse. Condon, La Réole y Ber-
me rogaba continuamente al oído que no jugara más, diciéndome compra varios
caballas y vete a Florencia, en efecto, me atuve a su consejo v compré seis h e n o s gerac» 35. El jefe de los lansquenetes Sebastiáil Schertlin von Burtenbach,
caballos 31. que combatió en Italia desde 1526 a 1529 y participó en el saqueo d e
Roma, regresó a Alemania con un botín de monedas, piedras preciosas
Cuando hoy hablamos de traspasos forzosos de riqueza, el pensamien- y vestuario valorado en unos 15.000 florines de oro. Pocos años después
to corre instintivamente a la imposición fiscal, pero evidentemente también el buen Sebastián se compró una finca con su correspondiente palacete,
el saqueo, el botín de guerra, el rescate impuesto para la liberación de mobiliario y ganado por un precio d e i /.oi)c> iloi.i~ies.ILiitre los coman-
prisioneros y el latrocinio común entran todos ellos en el grupo de tras- dantes suecos que participaron en la Guerra de los Treinta Años, Kraft
pasos forzosos de riqueza. Cuanto más atrás nos remontamos en el tiempo, von Hohenlohe amasó con el botín de guerra unos 117.000 táleros, el
más observamos que la importancia relativa de la imposición fiscal dismi- coronel A. Ramsay unos 900.000 táleros en líquido y objetos preciosos,
nuye, mientras que aumenta la del botín de guerra y el robo común. Se y Johan G. Baner una fortuna estimada entre 200.000 y un millón de
hablará a continuación de la incidencia de la imposición fiscal; aquí es opor- táleros, que depositó en los bancos de Hamburgo 36.
tuno aludir a los saqueos bélicos y a los latrocinios comunes. Digamos de Si se juntan los traspasos de riqueza voluntarios (donaciones, dotes,
inmediato que la distinción entre los dos fenómenos fue muv tenue en la juego, etc.) y los traspasos forzosos con exclusión de la imposición fiscal
Europa preindustrial. Una curiosa cláusula de las antiguas leves de Wessex (botines de guerra, rapiñas, etc.), se presenta espontáneamente la pregunta
establecía que si un robo era realizado por menos de siete individuos, era de cuál era en la Europa preindustrial la importancia económica relativa
considerado como latrocinio común; si lo cometían inás de 35 hombres, del conjunto de tales traspasos respecto a los intercambios propiamente
se consideraba en cambio como acto de guerra3. En la guerra de corso dichos. Por desgracia no disponemos de datos para un análisis cuantitativo
del siglo XVI los ingleses inventaron para sus belicosos navegantes el eufe- satisfactorio y por otra parte es obvio que el peso relativo de los diversos
místico término d e «privateers», pero para los españoles que sufrían las ferióinenos varía notablemente según las épocas y los países. D e todos mo-
consecuencias, los «privateers» no eran sino piratas comunes. dos, y respecto a los siglos niás alejados de la Edad Media, se ha afirmado
Sobre la historia del latrocinio común se ha escrito mucho desde el autorizadamente que «el regalo y la rapiña como alternativa del intercam-
punto de vista jurídico, pero rnuv poco desde el punto de vista económico. bio fueron económicamente más importaiites que el propio intercambio».
En general carecemos de datos estadísticos, pero sabemos lo bastante para La sociedad europea de la alta Edad Media «estuvo dominada por la cos-
poder afirmar que el latrocinio fue un hecho muv frecuente. No es sor- tumbre de la rapiña y por la necesidad d e donar» ". Rapiña y donación:
I
prendente si se piensa en el estado de sórdida pobreza de la mayoría de estos dos fenómenos complementarios representaron entonces la lógica de
la gente, en la desigual distribución de la riqueza, en la frecuencia d e las nyurl sistema. Con el paso del tiempo, con la civilización de las costum-
carestías y en la escasa capacidad del Estado preindustrial para controlar bres, el sistema se modificó lentamente con 61 se modificó su lógica, pero
!1

al individuo y sus movimientos. Pero es preciso también agregar que en la el inundo que nosotros conocemos, dominado fundamentalmente por la
Europa preindustrial, y sobre todo en los siglos más alejados de nosotros, transacción de carácter comercial, es un mundo que emergió sólo en el
los nobles y los ricos desempeñaron un gran papel en estos robos. En 1150 curso de los últimos siglos.
44 Cavlo M . Cipolla
La Europa preindustrial 45
Los traspasos d e renta o riqueza, sean voluntarios o forzosos, signifi-
can redistribución. 6. Demanda privada
La caridad actúa en el sentido de favorecer una distribución menos
desigual de la renta y / o d e la riqueza. Mediante la caridad se traspasa Comencemos por la demanda interior d e bienes clc consumo y servicios
renta y/o riqueza d e personas e instituciones que disponen de más d e lo en el sector privado.
que necesitan a personas que no tienen una renta suficieilte para satisfa- Lo primero que hay que aclarar es que cuanto inás baja es la renta
cer sus necesidades. E n la Europa de la Edad Media y del Renacimiento, disponible, más alto es el porcentaje de ¿sta que ;lbsorben los consumos
sin embargo, todo donativo a la Iglesia se consideraba como caridad. En llamados de «primera necesidad),. Ya hemos tenido ocasión d e aludir a
la medida en que la Iglesia retenía tal donativo y 110 lo distribuía entre que el concepto de «primera necesidad» no es absoluto. y muchas de las
los pobres, la «caridad» favorecía la concentración de la riqueza y de la cosas que en una época se consideran d e «prii-i-\er;i iiecesidad), no lo son
renta (en tal caso en manos d e la Iglesia), en vez de una distribución más en otra. Pero es un hecho que todos, para sobrevivir, deben comer y res-
igualitaria d e las mismas. guardarse de la intemperie con vestuario y vivienda. La demanda de los
D e igual manera, la imposición fiscal podía, y puede, ser ambivalente. bienes ligados con estos deseos elementales tiene, cvideiiiemente, una elas-
E n la medida en que sus ingresos eran usados para mantener hospitales ticidad respecto a la renta menor que uno. Con otras palabras, si la renta
en las ciudades, para pagar maestros municipales o médicos, para financiar disminuye en un 1 por 100, la demanda de los hienes destinados a satis-
distribuciones gratuitas de alimentos a los pobres, la imposición fiscal sig- facer los «deseos» considerados «insuprimibles» piiedc acaso contraerse,
nificaba una distribución más igualitaria d e la renta real. Pero si la im- pero no se contraerá en el 1 por 100 sino en menos. y en casos extremos
posición fiscal se utilizaba para concentrar en manos del príncipe una cuota no se contraerá en absoluto. Por otra parte, si la renta aumenta en un
más grande d e los recursos disponibles, dado que la mayoría del cobro 1 por 100, la demanda de los bienes antedichos aumentar5 menos del 1 por
fiscal se realizaba sólo excepcionalmente a través del impuesto directo 100, mientras que aumentará más la demanda dc hiines d e tipo superfluo.
sobre la renta, y más corrientemente a través d e la imposición indirecta Tales consideraciones son la base d e la llainiida <(ley de Engels),. que
sobre los consumos d e primera necesidad, la cobranza actuaba en el senti- es la inás conocida de las formulaciones que sustituyen cl an6lisis de la
d o d e una mayor concentración d e la riqueza en lu,nar d e en e! sentido demanda: según dicha ley, el porcentaje del gasto cn el capítulo de alimen-
de una distribución más igualitaria. tación sobre el total del pasto. aumenta ciiando la renta disininiive y dis-
minuye cuando la renta aumenta.
En 1950 el gasto para alimentación representó el 22 por 100 del gasto
total en consumo en los Estados Unidos, el 31 por 100 en el Reino Unido
5. Tipos d e demanda y el 46 por 100 en Italia; es evidente que cuanto más rico es el país menor
es el porcentaje de gasto representado por la alimentación 38. Análogo ar-
La demanda global efectiva puede diferenciarse en: gumento vale también para la relación entre el gasto en ciertos alimentos
básicos, como e! pan, y el gasto global en el capítulo de alimentación.
a ) demanda d e bienes d e consumo; Cuanto inás baja es la renta: más alto será el porcentaje absorbido por los
b) demanda d e servicios; alimentos llamados «pobres». como el pan y los f a r i n á c e o ~ ~ ~ .
En el siglo X V I , en Lombardía. un memorial solxe el costo del trabajo
C) demanda d e capitales.
y el costo de la vida insistía sobre el hecho de que
Esta división se cruza con otra, puesto que la demanda puede también en cl trigo consiste el vivir de los pobres ... y no nos !.mece que se haya de tener
ninguna consideración n otros gastos y cargos de lo? campesinos. ya que sólo 11
diferenciarse en: carencia de triso ha sido lo que ha hecho alzar 19 p..viciisi<ii~cs<Ic dicli»s 01-1-k-

ros siendo de ninguna o poca consideración 1~ :!as os quc ellos hacen en cl resrir
a) demanda interior privada; y otras necesidades 43.

P ) demanda interior pública; Los redactores d e ese mismo documento ca1c:il:ibu11 clue un trabajador
Y) demanda exterior. agrícola ganaba unos 14 sueldos dierios en les ineses de verano y unos
6 sueldos diarios los otros meses. Teniendo e11 ciienta las festividades.
Cada grupo a, b, l. puede subdividirse en los tres subgrupos a, 0, Y, aunque estuviera empleado todo el ario, un cain;?esino conseguía ganar
o viceversa. unas 135 liras. «Cliando el pan y el vino son de mediocre precio», se cnlcu-
laba clue 13 alimentación del campesino costaba unos 10 sueldos diarios.

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