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Alfredo J.

Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Don Carlos, buena excusa


INTRODUCCIÓN.............................................................................................................2
ANOTACIONES HISTÓRICAS......................................................................................4
COMPOSICIONES LITERARIAS.................................................................................21
COMPOSICIÓN MUSICAL...........................................................................................28
ARGUMENTO DEL DRAMA.......................................................................................36
GRABACIONES ESCOGIDAS.....................................................................................46
CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI..................................................................53
BIBLIOGRAFÍA, o así....................................................................................................55
REPARTO.......................................................................................................................56
PRIMER ACTO..............................................................................................................58
Los bosques de Fontainebleau..................................................................................58
SEGUNDO ACTO..........................................................................................................78
PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto......................................................78
SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto............................................................87
TERCER ACTO............................................................................................................112
PRIMERA PARTE Jardines de la Reina................................................................112
SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha.....................................................123
CUARTO ACTO...........................................................................................................135
PRIMERA PARTE El estudio del Rey en el Alcázar de Madrid...........................135
SEGUNDA PARTE La prisión..............................................................................152
QUINTO ACTO............................................................................................................161
El Convento de San Giusto.....................................................................................161

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Don Carlos, el infante de España, es un personaje me-


nor dentro de la historia. Sobre todo si lo comparamos
INTRODUCCIÓN con los gigantes con los que tuvo la oportunidad de vi-
vir. No obstante su insignificancia, fue un elemento
fundamental. Su pequeñez sirvió a diversos intereses e
intervino en gran medida en lo que se ha dado en llamar la «leyenda negra».
Don Carlos es un personaje que ofrece la excusa perfecta para hablar de la época y de
unos hechos cargados de significancia política. Como heredero de la Corona española,
su trascendencia era vital para la propia España y para sus rivales. El imperio español,
en su apogeo, adolecía de una organización sólida tal cual la conocemos hoy. Pero go-
zaba del respeto que su poder militar y de su notable influencia en media Europa. La ex-
traña personalidad del príncipe y su desdichada muerte tuvieron el efecto de convertirle
en un personaje más importante de lo que realmente fue.
Su temprana muerte y el oscurantismo que la envolvió fue suficiente para alentar la
imaginación de los enemigos de su padre, el rey Felipe II, y ver en su desaparición un
elemento desestabilizante de la monarquía española. Al desaparecer el heredero, impli-
cado en una conjura que afectaba a la propia solidez del Rey, envuelto en un misterio
difícil de explicar, hizo que su persona diera pábulo a multitud de teorías. La muerte de
Isabel de Valois, imprescindible para la paz con Francia y de una edad parecida a la del
Infante, tampoco se vio como algo casual. Más, si cabe, si tenemos en cuenta que la
princesa estaba destinada a casarse con el heredero de la Corona y no con quien reinaba
en España.
Al libreto de la ópera de Verdi, que aparece al final, le acompañan diversos comentarios
que pueden ser de interés, aunque no es necesaria su lectura. Se incluyen por decisión
del traductor sin más pretensión que el de entretener, sin intención alguna de trascender
su mera opinión.

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ANOTACIONES HISTÓRICAS
Quizá sea Ana de Mendoza (1540-1592), princesa de Éboli, el
ANA DE MENDOZA personaje histórico que menos relación pueda tener en el trián-
gulo dramático, histórico o novelesco de los tres personajes
principales reales: el rey Felipe II, llamado el Prudente (1527-
1598), Carlos de Austria (1545-1568) e Isabel de Valois, prin-
cesa de la Paz (1546-1568). Rodrigo, marqués de Posa –personaje de la ficción dramáti-
ca– no tiene un paralelismo claro con ningún personaje real.
Ana de Mendoza era hija de Diego Hurtado de Mendoza, virrey del Perú. De esta dama
española cuentan que fue inteligente y bella. Bella a pesar del parche que cubría uno de
sus ojos. Ocultaba con él un defecto que algunos mal pensados creen que se debía a que
era tuerta. Se casó, casi niña, con un noble portugués, don Ruy Gómez de Silva, prínci-
pe de Éboli y ministro de Felipe II. Así, pues, la princesa pasó gran parte de su vida en
la Corte. Sobre ella se han escrito multitud de biografías en las que, generalmente, se la
tacha de intrigante, maquinadora de traiciones y arribista; también hay quienes la rela-
cionan concupiscentemente con Felipe II unas veces seduciéndolo y otras dejándose se-
ducir.
Una de las versiones oficiales la relacionan con los graves sucesos que ocurrieron en el
reinado de Felipe II personificados en Antonio Pérez y el rival de éste, don Juan de Es-
cobedo. Ana de Mendoza enviudó a los treinta y tres años –alrededor de 1573, un lustro
después de la desaparición de Isabel y Carlos– y aseguran que entabló relaciones, más o
menos amorosas, con Antonio Pérez, secretario del Rey. Añade dicha versión que Juan
de Escobedo descubrió tales amores y algunos tejemanejes un tanto oscuros y, como se-
cretario de don Juan de Austria y persona influyente en el gobierno, intentó utilizar su
descubrimiento contra el secretario de Felipe. Antonio Pérez logró enterarse que su se-
creto no era tal y, para evitar el escándalo y el descrédito, acusó a Escobedo de graves
manejos políticos. Así, Pérez logró obtener una autorización real, sin especificar el al-
cance ni el límite, para actuar contra su rival. Después de algún que otro intento de en-

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venenamiento, en 1578 Juan de Escobedo cae muerto a estocadas una noche oscura en
una calleja. Fue un asesinato misterioso del que nunca se esclarecieron los hechos ni ja-
más se descubrió cuál fue la mano ejecutora, aunque muchos creen que fue iniciativa de
Antonio Pérez, amparándose en ese permiso vago de Felipe II.
Corrió la voz que los artífices del asesinato fueron el propio secretario del Rey y Ana de
Mendoza. Pero, curiosamente, el Rey no dispuso su detención hasta un año después de
la muerte de Escobedo. Lo cierto es que el Rey mandó detener a ambos pero no de for-
ma conjunta, ni tampoco por los mismos motivos. El caso de Antonio Pérez es, todavía
hoy, controvertido y polémico, y, como en nada influye en la trama, le dejaremos apar-
cado hasta mejor ocasión.
El caso de Ana de Mendoza es radicalmente distinto: sus actividades en la Corte eran
diversas. Se centraban en favorecer a unos y a intermediar por otros, bajo precio, apro-
vechándose de su posición en Palacio. Pero fue descubierta y desterrada de la Corte bajo
confinamiento real. En primer lugar, en la Torre de Pinto. Además, como consecuencia
de la inculpación de pródiga, se la privó de la tutela de sus hijos. Cuando contaba cua-
renta y un años se la permitió trasladarse a su villa de Pastrana donde once años después
moriría.

Existen biografías muy completas, y controvertidas, sobre la figura


de Felipe II. Pero me referiré a él brevemente y sólo a los sucesos
FELIPE II más relevantes que tuvieran relación con su hijo, el infante don Car-
los. Felipe II nació en 1527 y murió al cabo de 71 años en su amado
Palacio-Monasterio de El Escorial. Fue Rey de España y Portugal;
hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal.
Se casó contando con dieciséis años, por primera vez, con su prima María de Portugal
de quien nacería Carlos en 1545. Sus matrimonios, cuatro en total, fueron –¿quién lo
duda?– por razones de Estado. Aunque no impidió que hubiera verdadero afecto entre él
y María de Portugal y que se enamorasen Isabel de Valois y él. A María Tudor le dedicó

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poco tiempo. De este su segundo matrimonio poco sacó en claro salvo sus aspiraciones
al trono inglés cuando ésta murió. Aspiraciones legítimas que le costaron el prestigio
naval de su Armada, prestigio alcanzado en Lepanto y nunca más recuperado. Viudo de
Isabel, su tercera esposa, contrajo matrimonio con Ana de Austria, de quien nacería su
heredero Felipe III.
Algunos autores hablan de Felipe II como el Salomón español, y tanto la leyenda negra
como la blanca no han hecho sino enturbiar su grandiosa figura en la Historia. Quizá su
único pecado fue perseguir la absoluta justicia y pretender la omnipresencia del catoli-
cismo como único credo. Precisamente esa leyenda negra inspiró el drama de Schiller
Don Carlos, según algunos una joya dramática de su época a pesar de su escaso rigor
histórico.
Isabel de Valois era hija del Rey de Francia Enrique II y de Catalina de Médicis. En
principio iba a ser la prometida, como lo fue, del príncipe don Carlos. Ambos eran prác-
ticamente de la misma edad, a pesar de los reparos de aquella época en que se conside-
raba saludable una diferencia de edad a favor del marido. Pero Felipe enviudó de María
Tudor poco antes de que se firmara la paz entre Francia y España en Fontainebleau. La
paz era urgente para ambos pueblos y, para sellarla definitivamente, se propuso que Isa-
bel se casara con Felipe en vez de con Carlos. Isabel pasó a llamarse Isabel de la Paz.

La figura de don Carlos ha sido tratada tangencialmente a pe-


sar de la importancia política de aquellos años y las conse-
CARLOS DE AUSTRIA cuencias posteriores de los territorios flamencos. Del pobre
infante don Carlos hemos de decir, en primer lugar, que na-
ció en 1545, el nueve de julio, en Valladolid. De aquel parto
difícil y trabajoso murió su madre, doña María de Portugal. El cuidado de don Carlos
niño se confió a doña Juana, hermana menor de Felipe, en Toro, a falta de una madre.
Felipe, en ese momento, no podía dedicarse a su cuidado. Tampoco, en aquella época,
era tarea suya.

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De la idílica relación que algunos autores señalan entre abuelo y nieto, es decir, entre el
viejo emperador y el hijo de Felipe, sólo una pequeña nota: Carlos I, en su viaje a Yus-
te, viendo en su nieto signos inequívocos de taras y notando los primeros indicios de lo-
cura, propuso si no sería conveniente encerrarlo en Tordesillas, como a su bisabuela
Juana la Loca. Aún llegó a decir que si no fuera por sus propios achaques, él mismo se
encargaría de su educación y de corregirle. No le gustó nada la insubordinada conducta
de su nieto ni sus explosiones de mal genio; le tomó aversión y casi odio. El Emperador
resolvió enviarle a Burgos; pero como se hubiera declarado la peste allí, lo mandó a
Tordesillas. Imaginamos que con profundo pesar por parte de su padre teniendo que
aceptar que el Emperador decidiera que el futuro heredero no era demasiado apto para la
sucesión y que tendría que plantearse si su hijo Carlos debiera ser apartado de toda obli-
gación oficial.
El infante don Carlos, según consta en diversos documentos, reseñas y cartas familiares,
recibió todo tipo de cuidados y no fue tratado ni con dureza ni con crueldad en su infan-
cia, como algunos han intentado resaltar. Todo lo contrario. Tanto Felipe como su her-
manastro, don Juan de Austria, trataron al Infante con amor y cariño teniendo en cuenta
sus insuperables defectos y taras.

La boda entre Isabel de Valois y el infante don


Carlos se pactó efectivamente. Pero ese pacto se
FELIPE II E ISABEL DE VALOIS modificó por varios motivos. El primero, y quizá
el más importante, fue el hecho de sellar una paz
necesaria con Francia. Tanto Felipe II como Enri-
que II ansiaban poner fin a las disputas que iniciaran sus padres respectivos, Carlos y
Francisco, y para ello nada mejor que un pacto de sangre. El segundo motivo en impor-
tancia para la modificación del original pacto era la evidente inmadurez física y psíquica
del Infante.

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Posiblemente, la boda entre Isabel y Felipe la urdieron Granvela, Ruy Gómez y Mont-
morençy en Cateau-Cambresis y, añadiendo que el rey Felipe se reservase a Margot –
hija menor de Enrique y Catalina– para don Carlos, el pacto se alteraba en su fondo y la
unión de las dinastías se verificaba más estrechamente. La noticia de tal unión fue bien
recibida por ambas partes.
Don Carlos no supo que su persona anduvo metida en tales danzas, y es improbable que
sintiera celos de su padre aun sabiéndolo. Al fin y al cabo, Isabel no representaba más
que una unión dinástica. A Carlos se le reservó su hermana, Margot. En plata, a Carlos
le daba igual Isabel que Margot. Algunos autores y contemporáneos dan fe de su carác-
ter enfermizo que, en aquel momento –Carlos contaba catorce años cuando se firmó el
tratado–, le imposibilitaba asumir impulsos de cierto género, imprescindibles en cual-
quier matrimonio.
El 22 de junio de 1559 – Felipe tenía treinta y dos años – se celebró la boda en la cate-
dral de Nuestra Señora de París entre Isabel de Valois y Felipe II, representado éste por
poderes por el duque de Alba. En el séquito del duque de Alba, que vino desde Bruse-
las, encontramos a varios personajes que, más tarde y por diferentes circunstancias, ju-
garán diversos papeles: Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, el príncipe de Orange y
el conde de Egmont, entre otros.
El pueblo francés, y en particular el parisino, no fue ajeno a la celebración de esta boda
pues sabía que significaba la paz con España. La multitud que se hallaba presente era
tanta como si fuera el propio Rey de Francia el que se casara. Fue precisamente en las
fiestas de los esponsales reales cuando Enrique se hirió fatalmente. En las justas en que
participó el Rey hubo un accidente: una astilla de la lanza de su oponente se clavó en su
ojo. Nada pudo hacerse por salvar la vida del monarca.
Isabel de Valois, ahora de la Paz, llega en enero de 1560. El triste retraso es debido a la
desgraciada muerte de su padre y la posterior coronación de su hermano Francisco II,
coronado el 14 de septiembre de 1559. Hemos de señalar que el pacto, vigente y válido,
entre ambas casas de Francia y España, quedó sensiblemente modificado cualitativa-

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mente: Francisco II (1544-1560), hermano de Isabel, contaba apenas quince años cuan-
do ascendió al trono. Además, dejó toda su autoridad en manos del duque de Guisa, tío
de María Estuardo, Reina de Escocia, con quien más tarde Francisco se casaría, y del
cardenal de Lorena. Los validos gobernaron a su antojo y no siempre a satisfacción de
sus súbditos, a pesar de la influencia que hacía sentir Catalina de Médicis.
Felipe II estaba muy interesado en esta unión porque así tenía las manos libres contra
los turcos, verdadero azote y pesadilla de Europa que, para España, significaba una
amenaza doble pues eran instigadores de la piratería bereber del norte de África, además
de su afán expansionista.
La boda entre Felipe e Isabel en España se celebró en Guadalajara, en enero de 1560, un
año después de su enlace en París. La causa de que se celebrara un año después y no in-
mediatamente, como era deseo de ambas partes, está en el luto que hubo que guardar
Isabel por la muerte de su padre, el rey Enrique, y la posterior coronación de su herede-
ro, Francisco II, como ya hemos señalado antes. Lo que debió ser una celebración alegre
se convirtió en un mal presagio para ambos contrayentes. El pobre Carlos, además, no
pudo asistir a la celebración de la boda de su padre en Guadalajara por estar enfermo de
cuartanas. Fue en esta ocasión cuando se vieron por primera vez Isabel y Felipe. Carlos
e Isabel se conocieron más tarde, en Toledo, donde residía la Corte por entonces. Des-
conocemos lo que pensó ella al ver ante sí a Carlos, descrito por Pfandl como un mozo
escrofuloso, renqueante, enclenque, medio idiota, casi incapaz de diálogo. Ella, eso sí
lo sabemos, no dejó que le besase la mano.
Hasta finales de 1560 – Felipe tiene entonces treinta y tres años –, Isabel no tiene su pri-
mera menstruación y es en marzo del año siguiente cuando Felipe II decide que es hora
de consumar el matrimonio. Felipe, por entonces, tuvo como amante a doña Eufrasia de
Guzmán a la que tomó como tal mientras Isabel y él no pudieran consumar la unión.
Pero resolvió dejarla por respeto a su mujer, decidiendo dedicarse a ella en todo mo-
mento.

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Estando todavía en Toledo, Isabel cayó enferma. Catalina, su madre, dudando del carác-
ter de su hija y en previsión de males mayores, recomienda a las damas de compañía de
la Reina que traten a Isabel de una forma especial a fin de disimular sus males reales o
ficticios para que el Rey (Felipe) no la rechazara por enferma o por tarada. Felipe, ya
por Isabel o por él mismo, trasladó la Corte a Madrid donde el aire era más limpio y los
horizontes más despejados. Pero a pesar de las advertencias de Catalina sobre la disci-
plina que debía observar su hija en presencia de Felipe, éste no dejó de conmoverse
cada vez que su mujer caía enferma. Sufría con ella y no consentía el menor incomodo;
la cuidaba y mimaba borrando el aspecto de severa austeridad que le caracterizaba.

Las andanzas de Carlos eran conocidas en la Corte y eran de-


CARLOS Y FELIPE II saprobadas por todos. A la edad de diecisiete años, en abril
de 1562, Carlos andaba detrás de la hija del Portero del Alcá-
zar de Madrid. El mismo día veinte de ese mes, persiguiendo
a la moza, Carlos sufre un accidente: cae por unas escaleras y
se golpea el cráneo. Lo que en principio pareció ser un accidente sin importancia, se
complicó de tal modo que hasta finales de junio de ese año no entró en mejoría y se te-
mió incluso por su vida. Tanto es así que Felipe, en previsión, dispuso las órdenes para
la forma en que debían celebrarse los funerales.
Ya en 1564 hay noticias de que Carlos pegaba y maltrataba a los criados e insultaba
abiertamente a los nobles. Incluso en una ocasión hubo que reducirlo de la intención de
matar al Cardenal primado porque éste había desterrado a un protegido suyo. El pobre
Carlos no daba para más. Todo su afán era demostrar su poder. Por ello llegó a hacerse
antipático a todos y el respeto, que le debía venir por su grandeza de espíritu, le vino por
el desprecio y el odio de nobles y pueblo. Además, odiaba a su padre más que cualquier
enemigo que éste pudiera tener. Redactó un libro titulado Los Viajes del Rey, como bur-
la de las dificultades que tenía su padre a resultas de su enfermedad; como es sabido por
todos, cualquier desplazamiento del rey suponía una agonía de dolor, y una herida en el
amor propio de Felipe: ni siquiera podía seguir los pasos de su padre, que recorrió Euro-

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pa de punta a cabo hasta casi sus últimos días. Los títulos que encabezaban los capítulos
de tan filial demostración de cariño decían: De Madrid a El Escorial, De El Escorial a
Torrelodones, De Torrelodones a Madrid, De Madrid a Alcalá de Henares… Estos sen-
timientos filiales eran tan sólo sabidos por la Corte, el cuerpo diplomático y el resto del
pueblo español. Felipe disculpaba a Carlos porque éste padecía una enfermedad que al-
ternaba momentos de plena lucidez con otros de total anormalidad, salpimentados con
su mal carácter y la volubilidad de sus deseos. Su padre sufría por él y no encontró for-
ma de estabilizarle en la lucidez, sabiendo las responsabilidades que, como heredero del
trono, recaerían algún día sobre sus hombros.

El conde de Egmont estuvo en Madrid en 1565, una de las cabezas


CONSPIRACIÓN de la sublevación flamenca que tuvo lugar dos años después. El
embajador Brantôme escribió después que fue él quien movió al
Príncipe a ir a Flandes, aun sin permiso de su padre, haciéndole
grandes promesas e incluso poniendo una armada a su disposición. Promesas que conti-
nuaron Montigny y Berghes, representantes de la nobleza flamenca y de las aspiraciones
de independencia del pueblo flamenco. El barón de Montigny fue enviado por Margarita
de Parma a España para que expusiera ante Felipe II las aspiraciones políticas de Flan-
des. Este último, llamado también Enrique Berghe, era sobrino de Guillermo de Orange
y brillante general. Luchó primero con los holandeses contra los españoles para después
cambiar de bando, llegando hasta el generalato contribuyendo a la toma de Breda.
¿Por qué este ofrecimiento, y precisamente, al Infante? Flandes aspiraba a la indepen-
dencia y los conspiradores encontraron en Carlos un aliado un tanto especial. Sabían del
odio de éste hacia su padre. Instigando ese rencor y favoreciendo a Carlos mataban dos
pájaros de un tiro: por un lado, la ruptura legal con España no sería tan profunda y, por
otro, socavaban la solidez del trono. Convertirían el problema de Flandes en una lucha
casi civil de la casa de Austria española. De esta manera, Carlos se convertiría en rehén
de los conspiradores para que Felipe II cediera a sus reivindicaciones políticas.

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En noviembre de 1566 seguían en Madrid Berghes y Montigny. Propusieron, dado que


no consiguieron que Carlos abandonara España, que fuera a Flandes el príncipe de Ébo-
li, don Ruy Gómez de Silva, suponiendo que Carlos le acompañaría. Pero Felipe II de-
signó, en su lugar, al duque de Alba como su representante en los Países Bajos. Coligny,
embajador francés en la Corte española, informó a Catalina de Médicis de las conspira-
ciones de Montigny con el Infante. A su vez, Catalina se lo contó a Francés de Álava,
embajador de España en la Corte francesa. El problema de Flandes era delicadísimo, no
menos para Francia que para España. Francia no podía pasar por sospechosa de colabo-
ración habiendo sellado la paz con España hacía muy poco tiempo. La revolución de
Flandes preocupaba seriamente a Catalina, temiendo las consecuencias y las posibles
salpicaduras que pudieran afectar a suelo francés. Además, los Tercios, aunque enveje-
cidos y cansados, seguían siendo la mejor fuerza de choque europea y no estaban tan le-
jos como para despreciar una incursión de castigo. La confidencia de Catalina, conside-
rada por algunos autores adictos a la causa flamenca como un desliz propio de mujer,
fue un hecho premeditado con el fin de mantener el delicado equilibrio y la paz entre
ambas potencias europeas.
A pesar de todos los intentos para evitar lo inevitable –y gracias a algunas torpezas en el
gobierno por parte española–, en 1567 estalla en Flandes la temida revuelta. El rey, Feli-
pe II, no acudirá a sofocarla ni saldrá de España como tenía previsto, por recomenda-
ción del Consejo de Estado y por no dejar la regencia en manos de Carlos. Envió al du-
que de Alba a sofocarla, en su nombre. Cuando el rey supo que Alba había detenido a
los condes de Egmont y de Horn (septiembre de 1567), ordenó encarcelar a Montigny
en el Alcázar de Segovia y, posteriormente, ejecutarle en el castillo de Simancas. Car-
los, voluble, inconstante y tornadizo, ansiaba, por otra parte, casarse con la hija del em-
perador Maximiliano. La suspensión de los viajes de su padre fue interpretada por él
como una dilación en sus pretensiones. Su enojo fue notable, y de él supieron cuantos le
rodeaban.

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Volviendo al problema de Flandes –antes de la mencionada rebelión–, algunos autores


apuntan que Egmont, Horn, Orange, Montigny y Berghes, conspiradores de la rebelión
flamenca de 1567, ayudaban al príncipe en su plan de fuga y hasta le financiaron. La
asignación real del Infante no cubría sus deudas pues era dado a ser muy generoso en
sus regalos. Tanto es así que Felipe tomó a su cargo el mantenimiento de su casa. Dado
que la meta de Carlos era salir de España desafiando a su padre, dependía en gran mane-
ra de los conspiradores flamencos para alcanzarla. Sus intenciones eran huir a Italia o
Portugal y, desde allí, pasar a Flandes, por aquel entonces en plena ebullición, y alzarse
con el prometido cargo con que le tentaron los flamencos.

Podemos decir que el desenlace trágico de la vida del príncipe


FIN DE LA TRAMA se inicia a comienzos de 1567 al negarle definitivamente su pa-
dre el gobierno de Flandes y dar al duque de Alba ese impor-
tante cargo. Carlos, despechado, intentó matarlo. El duque, a
pesar de sus años, consiguió desarmarle sin más daño.
Juan de Austria fue el confidente de los planes del Infante. Al confiarle sus secretas in-
tenciones y pedirle su colaboración, Juan le rogó que le diera tiempo para pensar y darle
una respuesta. Abandonar España sin permiso y acudir a Flandes invitado por los nobles
flamencos no entraba en su idea de fidelidad a la Corona. Inmediatamente y en secreto,
partió hacia donde se encontraba el Rey para poner en su conocimiento las intenciones
de su hijo, no con ánimo de acusarle de traición, y sí más para hacer notar el desequili-
brio obsesivo de su querido sobrino y evitar un daño mayor.
El Infante, desde hacía tiempo, vivía con la obsesión de ser el blanco de una conspira-
ción. Había hecho construir una cerradura especial para la puerta de su dormitorio. Sólo
él conocía el mecanismo que liberaba el pestillo de la puerta de sus habitaciones. Había
hecho prometer a su constructor que jamás lo revelaría. Dormía rodeado de armas: mos-
quetes cargados, dagas, sables. Su manía persecutoria llegaba al extremo de asegurarse
cada noche que las armas estaban listas y a su alcance desde la cama.

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La noche del dieciocho de enero de 1568 Felipe se reunía en sus habitaciones del Alcá-
zar de Madrid con el duque de Feria, Luis Méndez de Quijada y Ruy Gómez de Silva.
Les comunicó la amarga decisión de detener al Infante. Entraron en la estancia, sin el
menor problema pues el cerrajero había sido conminado a inutilizar esa cerradura por
mandato real. Encontraron al príncipe profundamente dormido. Apartaron todas las ar-
mas que había a su alcance y le despertaron. Cuando el Infante tuvo consciencia de su
detención, quiso arrojarse a las llamas de la chimenea. Pero le contuvieron a tiempo y se
ordenó que cubrieran la chimenea con una reja para evitar posibles accidentes. Carlos
quedó arrestado en su aposento, en principio, y luego se trasladó a un cuarto con la
puerta vigilada y una mirilla por la que asistir diariamente a misa.
Felipe II comunicó al reino y embajadores escuetamente la noticia oficial de la deten-
ción del príncipe. A partir de febrero de 1568, un silencio enigmático rodeó a cuanto
concernía al enojoso asunto.

Hasta este punto la mayoría de los autores coinciden.


¿MURIÓ O LE MATARON? La detención del Infante es considerada como un hecho
probado. Pero desde aquí las versiones difieren nota-
blemente unas de otras. Dependiendo del tipo de leyen-
da que defiendan los distintos autores, quizá sean las siguientes las más demostrativas
de las distintas versiones sobre la muerte del Infante, aunque en ninguna las pruebas son
concluyentes.
• Unos señalan que Carlos fue procesado por traición y condenado a muerte y
ejecutado.

• Otros prefieren creer que Carlos fue procesado pero no hubo condena, o no
se verificó, porque murió antes.
• Muchos suponen que durante el proceso abierto, Carlos murió.

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• Otros sospechan que sí hubo proceso contra Carlos pero los documentos fue-
ron destruidos, muriendo Carlos al poco tiempo.
• También hay autores que señalan que no hubo tal proceso porque Carlos fue
considerado loco antes de instruirlo.

• Los partidarios de la Leyenda Negra abogan por un Felipe II, sediento de


sangre, que ordenó personalmente la muerte de su hijo Carlos, sin proceso ni
condena, ni prueba alguna de traición.
De estas seis posibles versiones, la sexta, la de un Felipe sanguinario y atroz, parece ab-
solutamente inverosímil, carente de lógica. Aunque sólo fuera por puro egoísmo, a Feli-
pe le convenía más conservar a Carlos vivo que muerto. Eso, sin olvidar que Felipe
amaba a su hijo. Cualquier conjetura sobre este punto en concreto es ociosa. Aun loco o
enfermo, era preferible que estuviera vivo pues los problemas que pudiera causar podrí-
an moderarse o corregirse en la medida de lo posible, como así sucedió con los descen-
dientes de Felipe II, que nunca gobernaron más allá del capricho de sus validos y minis-
tros. Al fin y al cabo, Carlos era el heredero legítimo del trono de las Españas. Quedan
las otras cinco posibilidades abiertas, a cuál más polémica.
Las tres primeras, que incluyen el procesamiento de Carlos, pudieran haber sucedido
pero no hay ninguna prueba que las respalde. Todos los procesos abiertos, y más si se
cierran con sentencia, dejan un rastro documental abundante. Aunque se hubiese llevado
en el máximo de los secretos, tales documentos habrían visto la luz en algún momento.
Pero ni los detractores ni los más entusiastas partidarios de Felipe y sus respectivas le-
yendas han encontrado prueba alguna que demuestre tales hechos.
Las dos restantes, destrucción de los documentos del procesamiento de Carlos o inexis-
tencia de tal proceso, parecen las más verosímiles y cualquiera pudiera haberse dado.
Hasta la fecha, no se han encontrado pruebas documentales de ningún proceso; las dos

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únicas posibilidades que restan, como se ha señalado, son que, o se celebró tal proceso
destruyéndose finalmente todos los documentos relacionados con él, o ni siquiera se ins-
truyó dicho proceso.

La primera de las posibilidades, destrucción de la documentación


del proceso al Infante, está tomada de Vicente Silió. Este autor
PUDO SER ASÍ cree que sí hubo tal proceso y que, finalmente, los pliegos fueron
destruidos. Con los antecedentes de la vida del Infante y los de su
prisión y enfermedad, es lógico que corrieran rumores sobre su
posible envenenamiento o el secreto ajusticiamiento. Años más tarde Catalina de Médi-
cis expresó abiertamente que Carlos pereció por orden de su padre. Pero tampoco sabe-
mos con certeza si las palabras de la Reina francesa eran literales o se referían al hecho
que debido a los actos de don Carlos, Felipe II ordenó su confinamiento, donde desgra-
ciadamente murió Carlos, para alivio de la Casa francesa, todo hay que decirlo.
La situación política de España era más que delicada. No existía ningún equilibrio de
fuerzas estable. Los distintos reinos europeos comenzaban su expansión imperialista y
las fricciones entre ellos, si bien no eran inevitables, sí eran previsibles. La posición de
dominio de España contaba con claros adversarios y sólo con inteligencia y prudencia
era posible mantener esa situación. Carlos, resentido, voluble y, hasta cierto punto, en-
fermo, es muy probable que no hubiera podido soportar la tensión del gobierno de tan
vastas y variadas posesiones. Las consecuencias para España y la propia dinastía hubie-
ran podido ser funestas.
Ocultar los hechos y las consecuencia legales parece, entonces, más un intento de pre-
servar lo logrado en defensa del reino y la corona. Publicar y dar a conocer el proceso
podía dar paso a que se supusiese una debilidad en lo más alto de la pirámide del poder
que provocase una desconfianza fatal en las alianzas y pactos con que se sustentaba el
frágil equilibrio europeo. Es posible que, debido a la enfermedad del príncipe – física o
psíquica o ambas– el proceso se detuviese o anulase. En ese caso se justifica hasta cierto

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

punto que desaparecieran los legajos; tanto daba archivarlos o destruirlos para el buen
fin del proceso. Destruidos, se eliminaba el riesgo del desprestigio de la corona. Igual-
mente da pábulo a los fabuladores de la Leyenda Negra. Contra la difamación, la mejor
arma parece ser exponer la verdad. Pero si ésta se oculta, es ridículo oponer a una leyen-
da negra otra blanca. Es más, la blanca justifica le existencia de la negra y la hace más
verosímil; pocas veces sucede al revés.
La segunda versión corresponde a Luis Fernández y Fernández
de Retana. Este autor niega que existiera ningún proceso. En
...O TAL VEZ ASÍ ningún archivo, ni en el de Simancas, hay siquiera referencia a
ello. En el proceso anterior contra Montigny por conspiración
no hubo ninguna implicación del Infante. Aunque no es prueba
suficiente de que Carlos no estuviera implicado. Felipe hizo desaparecer, probablemen-
te, en este juicio, toda la documentación con el único fin de no manchar el honor de la
Corona. Ni siquiera hubiera beneficiado al procesado, Montigny, el que el nombre de
Carlos saliera a relucir. En favor de Felipe hay que decir que esta ocultación estaba jus-
tificada por los distintos motivos de los conspiradores y los del Príncipe.
Quizá, Felipe sí intentó abrir un expediente para aclarar hasta qué punto llegaban las im-
plicaciones del Infante en la trama. Pero no se pasó de ahí debido a la locura de Carlos.
Un loco, evidentemente, no puede responder de sus actos. Al igual que en el caso de su
bisabuela Juana, Carlos alternaba momentos de plena lucidez con otros de profundo
desvarío. La situación personal entre padre e hijo no se podía extrapolar en las relacio-
nes de Estado, pues era sabida la inquina de Carlos con todo lo que tuviera relación con
su padre. Por tanto, no existiendo documentación alguna del procesamiento de Carlos,
ni aun referencias al mismo, lo lógico es suponer que tal hecho no se produjo.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

En lo que sí parecen de acuerdo ambos autores es en


cómo murió el Príncipe, aun con las reservas necesa-
LA MUERTE DEL INFANTE rias, pues los documentos son escasos y el caso fue lle-
vado con cierta reserva, no exenta de oscuridad. Lo
que sí se sabe con certeza es que, despechado, Carlos
quiso matarse de hambre. A principio de marzo de 1568 ya temieron por su vida. Habi-
da cuenta sus taras físicas, el ayunar por un período de tiempo considerablemente largo
y el que en las últimas cincuenta horas no probase bocado, la extrema debilidad produ-
cida por su negativa a ingerir alimento le condujo a la postración. Al final, después de
visitarlo su padre, consintió en comer.
A principios del verano de ese mismo año, dado que sus propósitos no se cumplían, de-
cidió suicidarse por exceso de comida. Devoraba todo lo que estaba a su alcance. Si
bien al principio aquello fue visto con buenos ojos, más tarde los médicos y sus guarda-
dores comprendieron sus intenciones y cuidaron de forma más estricta su dieta.
A mediados de julio el calor era ya sofocante. El príncipe, buscando el fresco en su re-
clusión, hacía regar el suelo y su lecho con agua, pedía hielo para beber e ingería conti-
nuamente agua helada.
El diecinueve de julio enfermó, dicen los médicos, de empacho y por beber, de conti-
nuo y sin tasa, agua de nieve. Es probable que acabara con diarrea. Carlos se negó a ser
atendido. Los efectos de esa diarrea, la deshidratación principalmente, agravaron consi-
derablemente su estado. En su enfermedad tuvo convulsiones y vómitos.
Algunos autores no comprenden por qué Felipe, en los últimos días de vida de su hijo,
no estuvo a su lado. Fernández de Retana nos da la clave. Tres días antes de la muerte
de Carlos, y ante su gravedad, Felipe deseó vivamente verle. Pero el confesor de Carlos
se lo desaconsejó para que nada perturbara el bien morir del cristiano. Tan sencillo y
dramático como eso. Felipe, con todo su dolor, prefirió el bien espiritual de su hijo por
encima de todo, incluso por encima de su amor por él.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

En el testamento de Carlos, en su última página, aparece su firma. Firma algo borrosa


en la que se lee «Yo, el príncipe». Tal firma no parece que sea la de una persona sana y
en plenas condiciones, sino precisamente la de un enfermo por su trazo desigual y tem-
bloroso. Si Felipe hubiera ordenado ajusticiar a su hijo, desde luego no lo habría hecho
estando este enfermo, de cuerpo o de espíritu. Su severidad no llegó jamás a tales extre-
mos. Parto, eso sí, del supuesto que el Infante supiera leer y escribir correctamente. Los
mal intencionados también pueden suponer lo contrario y, sano y lúcido, empuñó la plu-
ma para estampar su firma. Ante eso anteponemos el hecho de que Felipe II supiera leer
y escribir más que correctamente, y hasta redactar con soltura y estilo propios – los do-
cumentos y anotaciones redactados de su puño y letra lo atestiguan –, y que inculcara en
su hijo ese noble vicio. No hemos de olvidar que por manos de Carlos pasaron numero-
sos documentos redactados, y él mismo redactó otros muchos, algunos de ellos dema-
siado comprometedores para confiarlos a un escribano o copista, lo que confirmaría la
tesis de la grave enfermedad de Carlos cuando redactó su propio testamento.

Existe todavía, a pesar de los años transcurridos,


ISABEL Y SU AMOR POR CARLOS el supremo conflicto sobre el afecto entre Isabel
de Valois y Carlos, que muchos pretenden torcer
y malinterpretar. El interés de la Reina por Car-
los es lógico: algún día el rey Felipe II fallecería
y sería Carlos el nuevo monarca. Isabel debía pensar en ella misma y en sus hijos, pues
en ese caso, su estirpe sería colateral a la de Carlos. Además, existía la antigua aspira-
ción de Catalina de Médicis: casar a su otra hija, Margot, con Carlos para consolidar
más estrechamente la unión entre ambas casas reales.
Por estas razones, principalmente, Catalina animó a su hija Isabel a congraciarse con él.
Carlos demostraba simpatía hacia ella pues era la única en la Corte que le trataba con
deferencia y cariño, y no sólo con temor, repulsión o simple cortesía.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Los pretendidos amores entre ambos no dejaron de ser mutuo respeto y cariño. Hay
pruebas de ello respecto de ambos: Carlos sentía verdadero afecto por Isabel y en no po-
cas ocasiones se lo demostraba con regalos; Isabel, a su vez, ya fuera por piedad por la
persona del Infante y comprendiendo su desgracia, no sentía menos cariño por él. Cuan-
do el Infante fue confinado en sus habitaciones, Isabel pasó la mayor parte del tiempo
llorando e implorando a su padre porque le dejara libre. Tal vez ella hubiera descubierto
algo en la personalidad del Infante que la indujera a pensar que Carlos no era ningún
conspirador sino sólo un hombre enfermo.
El final se acerca. Desde el nacimiento de Catalina –hija de Isabel y Felipe–, en octubre
de 1567, la Reina no se ha recuperado del todo. Los cuidados que le dedica Felipe a su
mujer hace que abandonen la Corte para trasladarse a Aranjuez. En mayo del siguiente
año, apenas siete meses después del nacimiento de la amada Catalina, Isabel comunica a
su marido que quizá esté próxima la llegada del ansiado varón. Pero la alegría no es du-
radera. La salud de la Reina se resiente día a día y los médicos determinan que no existe
tal embarazo. Como era costumbre, someten a Isabel a una continua tortura a base de
sangrías, ayunos y purgas. Con toda su ciencia y saber, poco a poco los médicos de la
Corte la van echando en brazos de la muerte.
El 3 de octubre de 1568 los médicos tienen por fin confirmación de su ciencia: Isabel
aborta una niña de cinco meses, que vive lo suficiente para que su madre vea que es
bautizada. Es el fin. Completamente lúcida, a pesar de su debilidad mortal, habla con su
marido, que apenas puede reprimir el llanto. Con total placidez y una tenue sonrisa en
sus labios, así lo cuenta González Doria y González Cremona, muere Isabel de Valois,
reina de España, a los veintidós años. Esta desgracia de Felipe, esta nefasta coinciden-
cia, ver morir a su hijo y, a los pocos meses, hacerlo su mujer en sus brazos, fue tomado
por muchos enemigos de Felipe como base de la estúpida Leyenda Negra, sólo apta para
mentecatos, leyenda que afirma que, después de ajusticiar a su hijo Carlos, Felipe se
deshizo de su mujer con la única intención de limpiar su honor y poder reprimir mejor a
los flamencos. Y luego se hizo churrero.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

COMPOSICIONES LITERARIAS
La –falsa– historia de amor entre don Carlos e Isabel de Valois fue contada por primera
vez por el Abate Saint-Real en una de las primeras novelas históricas europeas, concre-
tamente en 1673. Saint-Real hizo que don Carlos se enamorara primero de un retrato de
la princesa y, más tarde, de su persona. Este autor puso a Isabel de Valois en pugna en-
tre ese idealizado amor y su deber conyugal, y desarrolló un complot del príncipe de
Éboli, instigado por su maquinadora esposa Ana de Mendoza. Ésta, a su vez, caía en
apasionados amores por el Infante de las Españas. Como sabemos, nada de esto sucedió.
Además, Saint-Real introduce asimismo al ficticio marqués de Posa como amigo de don
Carlos. Pero lo utiliza solamente como intermediario entre los enamorados –Isabel y
Carlos– y lo hace morir por el Rey, sospechoso de que fuera el propio marqués de Posa
el enamorado de la Reina.
La catástrofe dramática final sobreviene al descubrir Felipe II una carta de amor de Isa-
bel en poder de Carlos. Ante la traición, pero considerando la posición de su hijo como
heredero del trono, Felipe le concede la facultad de elegir la forma en que se va a quitar
de en medio y así lavar el deshonor que se ha derramado sobre sus regias cabezas. El In-
fante, en plan romántico fetén, se abre las venas en una tina de baño y muere –obvia-
mente– desangrado y apretando contra su pecho enamorado un retrato de Isabel, a la
que también le espera un trágico final. Felipe considera que el honor no queda satisfe-
cho con el lavado de Carlos; también Isabel debe purificar la Honra Real. Así entonces,
Isabel muere asesinada nada menos que a manos de la duquesa de Alba, a la que supo-
nemos su dama de compañía. Recordemos que su marido, el duque de Alba, fue el odia-
do gobernador de Flandes. Para Saint-Real, su mujer no podía tener menos escrúpulos,
ni menos oficio.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La novela de Saint-Real fue dramatizada en 1675 por Tomás Otway, quien produjo algo
muy parecido a un libreto operístico. El drama de Otway trajo continuadores. El mejor,
a gusto de algunos críticos, fue el italiano Alfieri con su Filippo. En esta obra, Posa es
llamado Pérez para mayor gloria de la confusión. La princesa de Éboli, en cambio, no
aparece. Sospechamos que se debe al deseo del autor de aligerar un poco la abigarrada
trama. Hay referencias a la simpatía que don Carlos experimentaba por Flandes, y desta-
ca también el poder de la Inquisición española. En un rasgo de originalidad y fidelidad
histórica, los enamorados mueren suicidándose al final del drama, como romántico fi-
nal, para poder conservar puro su mutuo amor y devoción. Realmente conmovedor.
Friedrich von Schiller (1759-1805) escribió el drama Don Carlos entre 1783 y 1787. De
todos es conocido su temperamento lírico y rebelde típico de aquellos años, pertenecien-
te a una época llena de convulsiones políticas fruto de los incipientes movimientos na-
cionalistas. Fue contemporáneo de Goethe, que era diez años mayor que él y que le in-
fluyó notablemente. En su primera etapa teatral, Schiller compuso Los Bandidos (1782),
drama subversivo que fue recibido con jadeos emocionados por el entregado público de
Mannheim. Otras dos obras suyas son La Conjuración de Fiesco de Génova, dramón ro-
mántico de una complejidad y lejanía histórica tediosa, que tuvo una mediana acogida;
la otra es Luise Millerin (retitulada por los actores como Kabale und Liebe), drama bur-
gués modélico. Como cierre a esa primera época teatral surge, como dijimos, Don Car-
los, cuya polémica anti inquisitorial y libertaria queda al margen de toda pretensión de
verosimilitud histórica. Aunque Schiller tiene buena mano para las apologías de ideas,
cuatro mil endecasílabos son demasiado terreno árido para que anime por igual la en-
cendida convicción progresista del marqués de Posa y el carácter heroico del oprimido
pueblo flamenco. Felipe es presentado como un anciano celoso y desconfiado que repar-
te sus preocupaciones entre las de este mundo y las del más allá, ajeno –relativamente–
a la realidad que se desarrolla a su alrededor. El argumento del Don Carlos de Schiller
es, más o menos, como sigue.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

El príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, mantiene en secreto que había estado prometi-
do con Isabel de Valois, la cual se ha casado con su padre, con su padre de él, natural-
mente. El marqués de Posa incita a Carlos a ser el gobernador de Flandes, en lugar del
duque de Alba, para liberar al oprimido pueblo flamenco. La Reina también le aconseja
lo mismo (aunque con distinta intención) para que, en la distancia, su amor se diluya.
Pero Felipe, obtusa y obstinadamente, se niega a ese nombramiento. La princesa de
Éboli, que se muere por los huesos del Infante, hace llegar hasta él un billete amoroso.
Carlos, en la ardorosa misiva, cree reconocer a la Reina y no a la Princesa. Al enterarse
ésta a quien pertenece el corazón del Infante, despechada, se une a los enemigos de Car-
los –el duque de Alba y el confesor del Rey– para perderle, evidentemente. Así insinúan
a Felipe II que algo hay entre la Reina y el Príncipe, pareciendo, más que conspiradores
contra Carlos, un par de cotillas de corrala venida a menos.
Felipe II confía sus dudas al marqués de Posa, sin sospechar que es el íntimo de su hijo.
Éste, ignorando los comentarios de un atribulado Felipe, confiesa y expone sus ideales
de libertad para Flandes sin tapujos. Pero comprendiendo que él, como simple marqués,
no será el vehículo que consiga la tan ansiada libertad y, para salvar a don Carlos, llega
a hacer recaer sobre él las sospechas de ser el culpable de amar a la Reina. Felipe, con-
secuentemente, hace matar al marqués de Posa. Sus ideales libertarios son asumidos
ahora por Carlos. A Felipe no le queda más remedio, ante la insubordinación, que encar-
celar a su hijo. Pero el pueblo que ama tanto a su Infante, sabedor de tamaña injusticia,
se subleva en Madrid contra el Rey y a favor de don Carlos (primer alzamiento carlista
conocido, según el inmenso Schiller). El duque de Alba reprime la sublevación con
energía, como es su obligación. Ignoramos si Schiller considera que el duque de Alba
era ya gobernador de Flandes, o si el Duque aprovecha la algarada para curtirse antes de
incorporarse a su nuevo destino.
Todo está perdido. Don Carlos tiene una conversación de despedida con Isabel de Va-
lois, proyectando huir. Pero alguien hace llegar hasta el Rey los planes de la huida, pre-
parados previamente por el marqués de Posa antes de su sacrificio. La obra de Schiller

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

termina con un Felipe, sediento de venganza, que entrega a Carlos a la Inquisición que
le hará morir. El Rey, como monarca y soberano, sentencia:
– He cumplido con mi deber. Ahora cumplid vos el vuestro.

Es a través de todo este contexto dramático, emanado de la obra de Schiller, que Verdi
llegó a componer una ópera cuyo héroe no sólo se debate entre el amor por una mujer y
el deber hacia su patria –como hiciera más tarde en Aida– sino que ambos amores coin-
ciden en la misma medida. Además, Verdi es más anticlerical que sus predecesores en
tanto que refleja la inhumanidad de la Iglesia, representada en el Gran Inquisidor, física
y simbólicamente ciego.
Verdi no sólo defiende la libertad a través de la trama argumental, sino que convierte a
sus personajes en seres humanos profundizando en sus sentimientos y sufrimientos. El
auto sacrificio de Rodrigo es enfatizado, los celos de Felipe II son presentados como de-
bilidad humana digna de compasión, debido a su avanzada edad (en realidad, sólo tenía
cuarenta y un años; moriría con setenta y uno, treinta años después). Es curioso que en
todas las ficciones literarias agreguen a Felipe tantos años que le coloquen al borde de la
fosa, teniendo pocos más de treinta cuando se casó con Isabel; y ligeramente momifica-
do, cuando era un consumado bailarín y amigo de fiestas.
Tanto Verdi como Schiller incluyen a la princesa de Éboli, y no a su esposo todavía
vivo, pero atenuando su acto malévolo de deslealtad y traición, fruto de los enceguece-
dores celos, ya introducidos por Saint-Real. Así, la princesa de Éboli, dominada por un
verdadero amor no correspondido, y desilusionada por las circunstancias, se convierte
en un personaje verdiano característico. Su cruel destino se impone a pesar de sus desta-
cados atributos. Al sugerir Verdi que Ana de Mendoza ha sido seducida por Felipe, y no
éste por aquella como es la tradición mitificadora, la convierte en un personaje mucho
más casto que la desvergonzada intrigante creada por Saint-Real, a la par que reafirma
el patético papel de Felipe en toda la trama.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Desde otro punto de vista, la ópera Don Carlo parece orientar la trama dramática hacia
la fatalidad del fracaso. Los personajes parecen asumir su fracaso pese al empeño de to-
dos ellos en la lucha por sus ideales. Los personajes principales no abandonan la lucha
aunque pueda llevarles hasta el último sacrificio, como sucede con el marqués de Posa.
Tampoco parece la típica lucha entre el éxito o el fracaso, o entre el Bien y el Mal. No
hay en la obra personajes buenos o malos pues todos parecen representar al Bien. Inclu-
so el personaje negativo del Gran Inquisidor no representa al Mal.
Analizando los personajes uno a uno, todos parecen haber fracasado. Carlos fracasa en
su intento de casarse con Isabel, fracasa como defensor del pueblo flamenco, fracasa en
el desafío al poder personificado en su padre. El marqués de Posa fracasa como amigo
al traicionar el solemne juramento del segundo acto, fracasa como confidente del Rey,
fracasa su intento de cambio político pese a su supremo sacrificio. Felipe fracasa como
padre y como marido, y parece fracasar al intentar imponer su voluntad al tropezar con
el Gran Inquisidor. La princesa de Éboli fracasa como confidente y no logra inspirar
ningún amor en Carlos. Isabel parece condenada al fracaso desde el mismo momento en
que aparece perdida en los bosques de Fontainebleau, debiendo enfrentarse sola a todas
las situaciones incómodas que la hacen más vulnerable. Pero quizás no sea ese el tras-
fondo del drama. Parece existir algo más profundo que les impulsa a cambiar su deter-
minación en perjuicio propio y, en ocasiones, provocar el daño en otros.
Ese valor superior les empuja en sus comportamientos atendiendo a una superior causa.
La lealtad de Isabel a su pueblo y su deseo (la anhelada paz de Francia y España) la em-
pujará a rechazar a Carlos y casarse con Felipe. A su vez , será desleal al Rey al desafiar
su orden y permitir encontrarse a solas con Carlos para facilitar la deslealtad de este a la
Corona para ponerse del lado del pueblo flamenco.
Carlos, abandonado por la decisión de Isabel, encuentra en Rodrigo un alma leal. Juntos
juran defender la causa de la libertad por el pueblo flamenco a toda costa. Pero Carlos
rompe su lealtad a Isabel al confesar su amor precisamente a la confidente de la Reina,
la princesa de Éboli. Ésta, a su vez, traiciona a Isabel por lealtad al Rey (o por despecho
a Carlos) aunque se arrepentirá de su traición echándole la culpa a su belleza.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Rodrigo, que busca la lealtad de Carlos y ofrece la suya bajo juramento, deberá también
ser leal al Rey. Y, aunque no se convierte en su confidente, es el único noble que atien-
de la solicitud de Felipe y desarma a Carlos para vergüenza de todos los Grandes. Aun
cuando Carlos no esperaba esa deslealtad pues es el Infante, y ya en prisión, vuelve a re-
cibir la prueba de máxima lealtad de Rodrigo al hacer recaer sobre él las pruebas de la
rebelión.
Existen, por tanto, para Verdi un orden o prevalencia de lealtades que trascienden las
condiciones o situación de los personajes, o de los ideales que representan. Todos los
personajes se ven enfrentados en la obra a manifestarse ante el orden superior al que se
deben. Incluso Felipe, el Rey, se debe a la causa divina que representa, que no eligió
pero que ha de defender por encima de deseos personales o familiares. El Gran Inquisi-
dor representa a esa obra divina. Pero Verdi nos señala que tampoco el Inquisidor es
leal a esa causa. La Voz Celestial tiene un papel más sutil que el de mero consuelo para
los condenados y quizá subraya el excesivo celo en la obra terrenal del Inquisidor y la
lejanía de la verdadera obra divina que debería representar.
Las dos escenas entre Felipe y Carlos se desarrollan de forma parecida aunque se re-
suelven de forma contraria. En ambas, Carlos y Felipe se enfrentan públicamente. En la
primera Carlos desafía a su padre espada en mano. Puede parecer que se trata de una
disputa familiar, y por eso no intervienen los Nobles, hasta que el Rey exige que el Prín-
cipe sea desarmado. Es decir, pasamos de un aparente problema familiar a un real pro-
blema de la Corona. Rodrigo reacciona y, por lealtad a la Corona, desarma al Príncipe
aunque parezca ser desleal a su amistad. La otra escena entre ambos, una vez eliminada
la amenaza flamenca con el asesinato del marqués de Posa, se convierte nuevamente en
un enfrentamiento público entre Felipe y Carlos. El pueblo se alza en armas contra el
Rey porque cree que quiere acabar con el Príncipe. El Inquisidor, presente, les obliga a
postrarse ante la Corona. Lo que aparentemente parecía un problema político es en rea-
lidad un problema familiar. La lealtad de la masa es al Rey, no a Felipe; al Príncipe, no
a Carlos.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Existe, entonces, una lealtad superior que todos los personajes han de atender, pese a su
empeño a ser leales a sus principios, amores, deseos o virtudes. En algunas circunstan-
cias, esta lealtad parece acomodaticia. En otros momentos realmente parece que obede-
cer a una superior lealtad supondrá la destrucción de su persona. En mi opinión, es un
dilema más profundo que el planteado entre elegir el bien o el mal. El dilema moral típi-
co – elegir entre el bien o el mal – no se plantea en ninguna ocasión.
El verdadero dilema moral surge cuando no existe un mal definido y la situación se
plantea entre varios bienes a elegir y su preeminencia, o entre diversos males y cuál de
ellos tendrá menores consecuencias negativas. Desde este punto de vista, los personajes
tienen una motivación adicional para comportarse de forma más leal, aunque no lo con-
sigan. Incluso la traición de Éboli podría ignorarse y quedar como venganza, pero pre-
fiere confesar y enfrentarse al correspondiente castigo o penitencia por lealtad a Isabel
(después de haberla traicionado con toda su malévola intención). Ya castigada, Éboli
achaca a su belleza dicho castigo pues parece haber seducido o haberse dejado seducir
por su mediación. Parece, en definitiva, una deslealtad más a la sinceridad pues deja
bien claro que ni Carlos ni Rodrigo conocen todo su poder cuando se ve rechazada por
el Príncipe.
Esta es, en definitiva, la progresión literaria de Don Carlos. La verdad histórica –funda-
mentalmente alterada– convertida en novela por Saint-Real, a la cual Otway y Alfieri
dieron forma dramática y Schiller significación moral y política. Verdi, finalmente, la
transformó en música, expresando en ella las aspiraciones humanas de libertad, amor y
honor de sus personajes, y vehículo de crítica de los poderes absolutos representados en
Felipe, la Corona, el poder imperial, y el Gran Inquisidor, la Iglesia.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

COMPOSICIÓN MUSICAL
En la época en que se estrenó Don Carlo, Wagner era preferido a Verdi entre un estre-
cho grupo de intelectuales italianos. Estos opinaban que el arte italiano estaba anquilo-
sado. Verdi se oponía a la concepción wagneriana de la música no porque no le gustara
sino porque preveía que de la mezcla de los cánones sinfónicos alemanes y la urdimbre
de la ópera italiana naciera un engendro que desnaturalizara sendos estilos musicales:
La ópera es la ópera; la sinfonía es la sinfonía, proclamaba.
Pero Verdi no podía evitar que él mismo prefiriera las innovaciones musicales al estan-
camiento. Su concepción del drama musical era básicamente dispar en la realización
práctica pero quizá muy similar en la concepción dramática fundamental, comparado
con Wagner. Lamentablemente, y en la flor de la discusión de los estilos dramáticos, ta-
les desigualdades eran demasiado sutiles como para apreciar esa débil diferencia. Cual-
quier ópera nueva que tuviera una orquestación cuidada y unos recitativos con unas mí-
nimas pretensiones dramáticas se la consideraba en el acto de corte wagneriano.
Por supuesto, Don Carlo fue inmediatamente tachada de wagneriana. Ambos bandos la
despreciaron. Boito, que se contaba entre los renovadores, la aplaudió mordazmente fe-
licitándose de que Verdi claudicara ante el nuevo arte del porvenir. El otro bando creyó
sufrir un rudo golpe por el mismo motivo. Y ninguno tenía razón en sus felicitaciones o
consternaciones.
Sendos estrenos, París en 1867 y La Scala en 1868, fracasaron relativamente. Verdi
compuso Don Carlo con un ojo puesto en el gusto francés. Su composición comenzó en
la primavera de 1866, por encargo de la Ópera de París. En aquellos momentos París es-
taba subyugado por Meyerbeer y su estructura dramática de cinco actos, con numerosos
intérpretes, escenas de grandioso espectáculo y con un ballet intercalado en la acción.
Don Carlo tuvo su ballet, al principio del tercer acto. Específicamente a la mitad del es-
pectáculo porque el público elegante acostumbraba a llegar tarde al teatro. Hoy viene
con teléfono.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

El libreto se encargó a Joseph Méry (experimentado y mediocre libretista) que cometió


la indelicadeza de morirse antes de terminar su tarea. Le sucedió en la redacción Cami-
lle du Locle. El resultado, según algunos críticos, es el de un libreto deficiente en algu-
nos aspectos, falto de imaginación y con un final feliz grotesco, que ni siquiera se co-
rresponde con el original de Schiller. En su favor hay que decir que los libretistas supie-
ron simplificar adecuadamente algunas escenas excesivamente prolijas hasta suprimir
las realmente innecesarias (personajes inútiles incluidos), narrando los hechos con sen-
cillez y sin excesivos circunloquios. No todo estaba perdido.
El fracaso en el Teatro de la Ópera de París cuentan que fue inducido por la emperatriz
Eugenia. Al estreno acudió toda la corte napoleónica. El público acogió con entusiasmo
las primeras escenas. Pero la emperatriz, entusiasta partidaria del poder temporal de la
Iglesia y enemiga acérrima de las causas liberales, volvió la espalda al espectáculo. Las
insinuaciones a la libertad plena y la crítica al fanatismo religioso debieron ser los deto-
nantes.
El público italiano de La Scala tendrá que esperar hasta 1884, año en que se reestrena
Don Carlo en su nueva versión, para disfrutar de la maestría de Verdi. Para este reestre-
no el autor ha suprimido numerosas escenas, supresión impuesta por la duración del es-
pectáculo. Quedó mutilada a cuatro actos y la preparó Verdi para Viena. Encargó la tra-
ducción del libreto comprimido a Ghislanzoni, completando la mutilación. Las supre-
siones más significativas corresponden al principio de la ópera, en la que Verdi comien-
za Don Carlo con el lamento de los leñadores, cuya melodía graba inmediatamente en
el oído aquella fúnebre pesadumbre que, serpenteando sutil y dolorosa por toda la ópe-
ra, se agiganta inolvidable en el solitario monólogo del rey Felipe. Elvio Giudici, autor
de estas descriptivas y sencillas palabras, añade que otro fragmento, igualmente supri-
mido, es la gigantesca elegía sobre la muerte del marqués de Posa, que constituye una
de las más altas meditaciones sobre la muerte y sobre la grandeza humana concebidas
jamás por Verdi. Tanto es así, que el compositor volvería a emplear su música en la
Misa de Réquiem, cuando parece que hace entonar a la humanidad entera, en el Lacri-

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

mosa, el propio lamento fúnebre. Pero en 1887 Verdi no queda satisfecho y la recompo-
ne estrenando en Módena una nueva versión en italiano de cinco actos sin el ballet de la
primitiva composición.
Verdi escribió lo que podríamos llamar su última ópera romántica, tanto formal como
argumentalmente. En Don Carlo la narración musical es más compacta y continua que
en sus óperas anteriores. En las acciones largas la acción avanza sin interrupciones, sin
recurrir apenas al molesto recitativo, manteniendo en todo momento el interés musical
de la partitura. Pero ello no impide que puedan distinguirse todavía muy claramente,
dentro de este tejido musical continuo, las piezas sueltas concebidas, en muchos casos
todavía, al modo tradicional.
El libreto utiliza todos los recursos escénicos típicos del teatro romántico: claustros ló-
bregos, apariciones, escenas nocturnas, intervenciones sobrenaturales… La mayoría de
los personajes actúa de un modo primario, impulsados únicamente por móviles absolu-
tos: el amor o la política. No cabe la compaginación: ambos son excluyentes. La súbita
pasión de Carlos por Isabel, basada en una fugaz visión y una breve entrevista, o las
complicadas estratagemas de Rodrigo con el único e improbable objetivo de liberar a
Flandes de la opresión. Por esta razón, Felipe II es el personaje más interesante y mo-
derno de esta ópera, el único que vacila entre sentimientos contradictorios: el amor y la
política, el amor filial y la religión.
En Don Carlo se ha afianzado en el compositor la propensión a caracterizar detallada-
mente la psicología de los personajes mediante su lenguaje musical, tendencia que había
alcanzado su madurez en Rigoletto. Aún quedan muchos elementos tradicionales en
Don Carlo: la presencia destacada de las arias, las repeticiones del texto y un argumento
que utiliza los recursos típicamente románticos.
Nada hay en Don Carlo que justifique las acusaciones de wagnerismo que se mezclaron
con los moderados elogios recibidos a raíz de su estreno en París. Muchas de las con-
cordancias que los contemporáneos de Verdi encontraron entre esta obra y las del enton-
ces fuertemente combatido Wagner, se debían a aspectos más propios de la evolución

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

general de la música en estos años que a la verdadera adopción de las ideas del autor
alemán. En su calidad de grand’opéra escrita para París, Don Carlo es una ópera de ex-
tensas dimensiones que cuenta con cinco personajes importantes. Seis, si incluimos al
Gran Inquisidor, papel de dimensiones intermedias. Estos personajes están ya claramen-
te definidos desde un principio por el tipo de voz que les otorgó Verdi: tenor, barítono y
bajo, respectivamente, para Carlos, Rodrigo y Felipe; soprano y mezzo-soprano, para
Isabel de Valois y la princesa de Éboli. En cuanto al Gran Inquisidor, Verdi le atribuyó
también tesitura de bajo, de acuerdo con la tradición que supone la posesión de voces
profundas por parte de los personajes tiránicos o siniestros. Verdi da un carácter todavía
más profundo y siniestro que Schiller con ese matiz vocal del Gran Inquisidor. La voz
de Felipe II aún se elevará, en algunos momentos, hacia zonas de mayor lirismo, pues
no en balde es únicamente el Gran Inquisidor el personaje totalmente negativo.
El papel de Carlos fue escrito para tenor lírico o lírico-spinto, con capacidad para soste-
ner las notas con regularidad en la zona alta del registro. Sus intervenciones son fre-
cuentes y únicamente descansa en la primera parte del cuarto acto, en que no aparece.
Sin embargo, la mayor parte de esas intervenciones son a dúo: con Isabel, con Rodrigo
y con la princesa de Éboli. Sólo tiene un aria propia, Io la vidi, en el primer acto. El res-
to son intervenciones de grupo. En consecuencia, su papel parece menos importante de
lo que en realidad es.
Isabel tiene un papel de soprano spinto, o lírico-spinto, de tesitura generalmente elevada
y con momentos en los que necesita sobreponerse a la orquesta y a las demás voces para
hacerse oír. Debe llegar cómodamente a los agudos y ser capaz de sostener largamente
las notas para algunas escenas. Aunque en otras pueda ser necesario que alcance la tesi-
tura de una soprano dramática, lo cual confiere al papel una dificultad adicional.
Rodrigo, marqués de Posa, corresponde a un barítono dramático pero con suficiente agi-
lidad para hacer frente a las exigencias de su papel, las cuales incluyen notas altas. Es
un papel bastante agradecido, por la belleza de su dúo con Carlos, en el segundo acto, y
por sus acentos notables.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La princesa de Éboli es uno de esos extraordinarios papeles que Verdi reservó de vez en
cuando para la voz de mezzo-soprano y que sólo encuentra traducción adecuada en una
intérprete de esa cuerda, que reúne a la vez la agilidad del canto de coloratura, para la
Canción del Velo, por ejemplo, y una potencia considerable para su gran escena. Su pa-
pel requiere un registro que incluso supere a la soprano en la región alta, aunque en al-
gunos casos se modifique esta nota extrema para evitar percances.
Felipe II es un bajo cuya voz debe poseer la necesaria flexibilidad para sus brillantes in-
tervenciones, particularmente para su aria del cuarto acto. Debe ser capaz de alcanzar la
nota más baja del registro vocal y tener, a la vez, autoridad y nobleza en su expresión.
Para el Gran Inquisidor se requiere una voz de bajo profunda, capaz de expresarse con
intensidad dramática y autoridad. Los papeles restantes son de poca entidad, salvo el
fraile misterioso del segundo acto, que tiene una expresiva escena con el coro y luego
con don Carlos. El papel está escrito para voz de bajo y, como sus características de
misterio y tono amenazador se compaginan bien con las que debe tener la voz del Gran
Inquisidor, algunas veces el mismo cantante desempeña ambos cometidos. Para ello, en
la última escena (en la que el fraile misterioso apenas canta) deberá ser sustituido por
una persona que haga sus veces. Para empresarios ahorrativos.
También hay que destacar la breve intervención de la voz celestial, en el tercer acto: a
pesar de su corta duración, requiere una tesitura elevada de soprano con un límite agu-
do. El paje Tebaldo desempeña uno de esos papeles de travesti a los que Verdi tenía una
cierta propensión; pero en esta ópera se limitó a darle intervenciones sin brillo, muy al
contrario de lo que hizo con Óscar, de Un Ballo in Maschera. El conde de Lerma queda
reducido, en la ópera, a un mero anunciador, especialmente cuando se suprime el primer
acto en el que sus frases, sin embargo, son sólo recitativo acompañado. El Heraldo Real
es aun más episódico y la condesa de Aremberg, dama de Isabel, un personaje que no
habla ni canta.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

La parte del coro tiene una importancia considerable, pues interviene en todos los actos,
aunque en el último tiene sólo una frase y su participación en el cuarto suele ser supri-
mida en muchas representaciones. Ya en el primer acto, Verdi le confía una parte a ca-
pella. En cambio, el compositor renunció a escribir un verdadero coro de cazadores, de-
jándolo reducido a las cortas frases iniciales de la ópera. Tal vez Verdi lo evitó para no
sobrecargar la obra, que ya se preveía larga y compleja. En el segundo acto el coro de
monjes es de un efecto considerable, y en el tercero la escena del Auto de Fe da pie a
numerosas intervenciones del coro, dividido en grupos, dando la sensación de luz y
sombra, tan impresionante para el efecto de presentar a una Iglesia poderosa y cruel.
La orquesta tiene pocas intervenciones en solitario, pues, de acuerdo con la tendencia de
la época, Don Carlo carece de obertura. Unas pocas notas sirven de preludio a las pri-
meras frases del coro, y en el resto de la partitura la orquesta se limita a presentar algu-
nas escenas mediante preludios que suelen contener el tema del aria o la pieza siguiente.
Así, por ejemplo, el aria de Felipe II va precedida de una intervención orquestal en la
que el primer violoncelo interpreta el tema de las frases que dirá el Rey: Ella giammai
m’amò… Amor per me non ha! Otras intervenciones por parte de la orquesta en solitario
son las llamadas ritornelli como el que termina la primera parte del segundo acto, amén
de las marchas y, naturalmente, el ballet que figura en el tercer acto que casi siempre se
suprime. El ballet consta de cinco partes tituladas Introducción, Andante y Vals, Varia-
ciones, Pantomima y Galop Final.
La orquestación revela la gran madurez de Verdi, capaz ahora de usar una amplia gama
de recursos que van desde lo idílico a lo terrorífico sin caer en la rutina. A este respecto
resulta magistral el acompañamiento orquestal para subrayar el carácter siniestro del
Gran Inquisidor, en el cuarto acto. En algunos momentos de la ópera, Verdi parece aso-
ciar, de alguna manera, determinados instrumentos a situaciones escénicas concretas.
Así, por ejemplo, el clarinete presidirá casi todas las expansiones amorosas de Carlos e
Isabel, especialmente en el primer acto. El oboe y el corno inglés serán, en cambio, tes-
timonios de escenas dolorosas, y las trompas acompañarán los momentos fúnebres de
los cánticos de los monjes en los actos segundo y tercero. En sí, estas asociaciones no

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son innovaciones verdianas, pero Verdi los utiliza de forma muy personal y sugestiva,
del mismo modo que su tratamiento de las voces se distingue por su originalidad y bri-
llantez.
El lenguaje musical de Verdi no se aparta esencialmente de la etapa media de su carrera,
abierta con Rigoletto y cerrada con Don Carlo. Muestra una sensible orientación hacia
la partitura compacta, sin interrupciones, y prefigura los importantes cambios que en la
propia labor de Verdi se producirán a partir de Aida. El material musical de esta ópera
es totalmente original. Verdi no usó para Don Carlo prácticamente ningún elemento de
obras precedentes. Bien al contrario, usó la elegía suprimida del cuarto acto en la Lacri-
mosa de su Misa de Réquiem, como ya se ha mencionado.
Contamos, entonces, con tres versiones fundamentales de Don Carlo. La inicial france-
sa, de cinco actos con ballet incluido, la ópera original que se estrenó en París en 1867;
la versión italiana en cuatro actos, mutilada y sin ballet, preparada para Viena y estrena-
da en la Scala en 1884; y por último, la edición italiana de la ópera en cinco actos, sin
ballet, estrenada en Módena en 1887. Massimo Mila, añade que existe una cuarta, ejecu-
tada en el teatro de San Carlo de Nápoles, que se distingue de las demás en los retoques
en el dueto final entre Isabel y Carlos, y el correspondiente a Felipe y Rodrigo, amén de
haber suprimido el Allegro Marziale, recuperado más tarde para la versión en cuatro ac-
tos. ¿Cuál es la versión que Verdi preferirá?
El 3 de diciembre de 1882 escribe a su amigo Giuseppe Piroli comentándole que reduce
la ópera original a cuatro actos para que los empresarios no la amputen a su gusto, dado
que los espectadores quieren estar en su casa antes de que den las diez de la noche, hora
en que los porteros cierran la puerta principal de la casa: «he preferido afilar y usar el
cuchillo yo mismo», comenta el propio Verdi en la carta. Pero en marzo de 1883 mani-
fiesta a su amigo Arrivabene que el Don Carlo reducido de cuatro actos le «satisface
notablemente, y será más cómodo y creo incluso que mejor artísticamente hablando.
Más concisión y nervio». Arrivabene, no muy convencido por las palabras de su amigo,
le insiste en que le confirme su satisfacción a lo que Verdi le contesta tajante «¡hable-
mos de otra cosa!» De hecho, apenas transcurren tres años, Módena le ruega que recu-

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pere el primer acto. Verdi accede encantado, para el teatro de Módena y para cualquier
otro que lo quiera. Aunque parezca más un trabajo de tijeras y cola, como comenta Da-
vid Rosen, por ejemplo, Verdi no hubiera consentido jamás que hubiera circulado esta
tercera versión si la considerase peor que la anterior de cuatro actos.
Muchos años después, un grupo de investigadores rebuscaron en los archivos de la Ópe-
ra de París los documentos relativos al estreno de Don Carlo de marzo de 1867. Del ma-
terial encontrado se deduce que se decidió acortar algunas escenas y pasajes. La dura-
ción de tales supresiones se estima entre quince y veinte minutos. Tales fragmentos vie-
ron la luz, por primera vez, en la temporada de 1973-1974, en que La Fenice inauguró
con esta partitura su temporada. Tales supresiones, o mutilaciones, no se debieron tanto
a rectificaciones musicales sino a recortes en la extensión de la ópera. Un artículo en la
Gazzetta Musicale de Milano comenta que el ensayo del 24 de febrero de 1867 comen-
zó a las siete de la tarde y, si bien los entreactos fueron más largos de lo normal, el es-
pectáculo acabó hacia la medianoche. El articulista añade que el compositor se halla an-
gustiado por tan triste necesidad porque todo está calculado por la disposición de los
efectos y por las exigencias del drama lírico.
Otra versión alemana de esta controvertida ópera, suprime los ocho compases del fan-
tasma de Carlos I en su aparición final del último acto, así como el resto de los comen-
tarios del resto de los personajes, haciendo que Carlos se apuñale sobre la tumba de su
abuelo. El drama, en esta sangrienta interpretación, termina con las palabras del Gran
Inquisidor Ora Dio stesso ha giudicato!, versión más shilleriana, donde todos los perso-
najes acaban sometidos a la victoria del altar sobre el trono, con una particular visión
sobre la justicia divina. Delirante.

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ARGUMENTO DEL DRAMA

PRIMER ACTO Los bosques de Fontainebleau


En Fontainebleau se firma la paz entre España y Francia. Los invitados se divierten en
el bosque cercano cazando. Carlos ve pasar a Isabel y se esconde entre los árboles. Car-
los ha abandonado la Corte española desafiando al Rey. Viajó hasta allí confundido con
el cortejo del Embajador Real por amor a Isabel.
El paje de Isabel, Tebaldo, no encuentra el camino de regreso a palacio y parte a buscar
ayuda. Isabel y Carlos quedan solos y éste le revela que es un español, del cortejo que
acompaña al señor de Lerma, dejando incógnita para Isabel su personalidad real. En el
tratado de paz, y para hacerla duradera, Isabel ha sido prometida al infante don Carlos.
Isabel confiesa a aquel español sus temores: abandonar su patria y marchar a un país ex-
tranjero. Sólo le pide a Dios que su prometido la ame. Él jura que así es y como prueba
de ello le regala el retrato de su Príncipe. Isabel reconoce, por fin, a Carlos en él. Ambos
se declaran amor mientras la noche cae. Los cañones suenan. Ya es un hecho que la paz
se ha firmado y confían en que el compromiso entre ambos se hará firme.
Tebaldo reaparece. No sabe aún que aquel que acompaña a Isabel es el Infante de Espa-
ña. Arrodillándose ante Isabel, la saluda como reina de España. Para sellar la paz entre
ambos reinos, Enrique –rey de Francia y padre de Isabel– la ha entregado definitiva-
mente a Felipe, padre de Carlos. Para Isabel y Carlos ese anuncio supone el fin de su
amor: el honor y la dignidad de sus personas compiten con el supremo sentimiento.
De repente, el bosque se llena de personal. El señor de Lerma, enviado del rey de Espa-
ña, desea el consentimiento de Isabel para sellar formalmente el compromiso entre am-
bas dinastías. No sabemos por qué el diplomático impertinente no espera a que la futura
reina de España llegue a sus aposentos. Isabel vacila y lo que era mero formulismo se

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convierte en la clave del drama: el dilema entre el deber a la patria y el amor. El impa-
ciente consigue arrancar de Isabel el dichoso consentimiento. Imaginamos que al señor
de Lerma le basta con su palabra y los testigos, porque no se ve que le firme ningún re-
cibo. Carlos se queda solo en medio del bosque. No acaba de asimilar su mala suerte y
se lamenta, a grandes voces, de perder a su amada tan pronto, prácticamente sin conoce-
lla ni catalla.

SEGUNDO ACTO
PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto
La acción se traslada al Convento, erróneamente llamado de San Giusto, de Yuste, don-
de reposan los restos de Carlos I. Por el claustro, un coro de frailes recita una salmodia.
Un fraile reza por la ambición de Carlos I. El Infante aparece deambulando por el claus-
tro y tropieza con el fraile que aún ora, llevándose un susto de órdago. Viendo a Carlos
turbado, el fraile misterioso se acerca a él e intenta reconfortarlo: todo lo que en la Tie-
rra nos atormenta, en el Cielo desaparecerá, le comenta al mozo. No consigue sosegarle.
Encima, Carlos cree ver, entre las vestiduras del fraile, la figura de su abuelo con el con-
siguiente sobresalto.
Rodrigo, señor de Posa, aparece de pronto. Trae un mensaje del pueblo flamenco para el
Príncipe. Los flamencos le ruegan a Carlos que interceda por ellos. Pero Rodrigo, pers-
picaz, advierte que algo pesa en el corazón de su amigo Carlos. Éste se sincera: está
enamorado de Isabel. Rodrigo comprende la gravedad del sentimiento. Intenta quitárse-
lo de la cabeza proponiéndole que se ocupe de un dolor mayor: el pueblo flamenco sufre
y necesita un valedor. Carlos disimula y le hace creer que se ha olvidado de Isabel. Am-
bos, después de comprometerse en favor de la causa, entonan un juramento de fidelidad.
Una fidelidad que estará por encima de cualquier pasión. Nada importa salvo la amistad.
La libertad se convierte en la consigna de ambos. Felipe aparece acompañado de Isabel
y del resto del cortejo real. El rey mira receloso a su hijo, mientras se dirige a orar ante

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la tumba de su padre, el Emperador. Rodrigo, una vez desaparecido el rey, insiste en


que Carlos debe ocuparse de los flamencos. Carlos le secunda, imaginamos que con un
ojo puesto en Isabel, que acompaña a su marido.

SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto


En las afueras del convento, la princesa de Éboli y otras damas y pajes de la Reina dis-
frutan de aquellos parajes. Éboli entona la Canción del Velo, que narra el amor que un
Rey moro tiene por una dama velada, preferida a la Reina. Pero, al levantar el velo, el
rijoso moro descubre que la dama velada no es otra que la propia Reina, su mujer.
Isabel sale del convento. Pasea apesadumbrada. Éboli se interroga sobre cuál será el pe-
sar de la Reina. Tebaldo anuncia al marqués de Posa. Trae una carta para la Reina de su
madre, Catalina de Médicis. Con la carta desliza disimuladamente un billete. Éboli pre-
gunta a Rodrigo qué nuevas hay en Francia. Rodrigo, llevándose a la cotilla princesa del
brazo, responde que se habla de un gran torneo en el que incluso intervendrá el rey Enri-
que. La CNN se recibía fatal.
La Reina duda entre leer el billete o no. Sabe que al conocer el contenido (proviene de
Carlos) traicionará el honor de Felipe. Al fin, decide leerlo: Carlos le ruega que confíe
en el portador del mensaje. Isabel concede un favor a Rodrigo. Éste responde que no lo
quiere para él y le ruega que vea a Carlos; sólo así podrá poner fin a su tormento. Éboli
que escucha aquellas palabras, cree que se refieren a ella, pues está enamorada del In-
fante. Además, desearía ser la confidente de Isabel ya que algo sospecha. Isabel acepta
ver de nuevo a Carlos. Rodrigo toma de la mano a la princesa de Éboli y se alejan para
dejarlos solos. Isabel despide a sus damas.
Carlos, que esperaba en un aparte, pretende que, con la intermediación de la Reina, el
monarca le deje ir a Flandes. Ella hará todo lo posible para que sea lo más pronto posi-
ble, al día siguiente si pudiera ser. Sin poderlo evitar ambos se lamentan de aquel amor

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que murió el mismo día que nació en Fontainebleau. Pero sus respectivos deberes les
impiden algo más que aquellas frías entrevistas.
La escena se rompe cuando aparece Felipe. Viendo que Isabel y Carlos han estado ha-
blando a solas, pregunta por qué sus damas han dejado a la Reina sin compañía. La con-
desa de Aremberg, su dama de honor e irresponsable carabina, se adelanta hasta el Rey.
Algo molesto, Felipe la destierra por faltar a su deber. Isabel, ante la injusticia de ver
cómo su dama paga por todas y por su mala cabeza, la despide de España pero no de su
corazón. Isabel, rumbosa, le entrega un anillo en recuerdo.
Todos abandonan el lugar con los semblantes tristes. Pero Felipe llama a Rodrigo a su
lado, y le ruega que se quede un instante con él. Le pregunta, curioso, por qué aún no ha
solicitado audiencia con él siendo, como es, un fiel servidor de la Corona. Rodrigo con-
testa, impertinente, que nada necesita del Rey. Felipe responde que admira su altivez y
que, por esta vez, le perdona su audacia. Insiste en qué puede hacer por tan leal súbdito.
Rodrigo no pide por él: se sincera pidiendo por Flandes, e intenta interceder por Carlos.
Cree que el destino les ha unido para que la dicha sea mutua para flamencos y el Infan-
te. Felipe le interrumpe diciendo que el orgullo de un pueblo insolente ha de ser sofoca-
do con las armas. La fidelidad al Rey está por encima de cualquier sentimiento; la paz
llegará cuando se sometan. El marqués de Posa le replica que esa paz será la paz de los
sepulcros; sólo la libertad puede redimir, y así la paz y la obediencia llegarán por sí so-
los. Felipe comprende a Rodrigo y se lamenta que nadie le comprenda a él. Felipe no
tendrá en cuenta sus graves palabras pues provienen de un súbdito leal… pero le avisa
que se cuide del Gran Inquisidor, avisándole implícitamente que éste se ha puesto sobre
su pista.
Felipe le propone que se quede a su lado. Rodrigo prefiere mantenerse al margen. El rey
le reprocha su orgullo. Él está solo en el trono. Confiesa ser un padre desgraciado y un
esposo entristecido. Su corona le pesa demasiado; una sospecha vive en su corazón: tal
vez Isabel y Carlos… Rodrigo le interrumpe defendiendo el honor de la Reina y su ino-
cencia. Felipe le ruega que aleje sus sospechas haciéndole saber de la Reina. El marqués
de Posa acepta el encargo, pasando por alto que desde ese momento será confidente del

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Rey y, por tanto, traidor a la amistad con el Infante. Pero cualquiera le dice que no al
rey de España. Rodrigo, asombrado por la confianza que el Rey le demuestra, cae rodi-
lla a tierra. Felipe se aleja advirtiéndole de nuevo del Inquisidor.

TERCER ACTO
PRIMERA PARTE Jardines de la Reina
La escena se desarrolla en los jardines de la Reina en Madrid, por la noche. Carlos lee
un mensaje que cree de la Reina, siendo de la princesa de Éboli. Obviamente, Carlos
desconoce ese detalle. La cita es en un lugar apartado. Encuentra una figura embozada y
le declara su amor creyéndola la Reina. Éboli cree conseguir que Carlos se la declare.
Cuando la princesa se descubre, Carlos cae en el error de su fatal confusión. Pero en vez
de arreglarlo, menciona a la Reina, diciéndole a la princesa que de lo dicho, nada. La
princesa de Éboli descubre, por fin, a quién ama Carlos; el enojo de la dama es mayús-
culo. Despechada, amenaza a Carlos con las penas del infierno.
Rodrigo, que casualmente pasaba por allí, aparece al poco en escena. Intenta, en vano,
hacerle creer a Éboli que Carlos delira. Es más, desmiente a Carlos para no comprome-
terlo. Le tacha de loco y delirante. Pero Éboli sabe que Carlos se traicionó; su corazón
despechado sabrá cobrarse. Sabe que Rodrigo es ahora el favorito del Rey, cosa que
Carlos ignoraba de su amigo, pero ninguno sospecha cuál es ahora el poder de la prince-
sa, insinuando que está sospechosamente cerca del Rey. Rodrigo, sin poder soportar
aquellas amenazas, quiere zanjar el asunto y echa mano a la espada. Carlos le retiene el
brazo.
Al fin quedan solos Rodrigo y Carlos. El primero conmina al Infante a que le entregue,
si los tiene, los documentos comprometedores. Carlos desconfía ahora que sabe que el
marqués de Posa es el favorito del Rey. Rodrigo, dolido, le recuerda su juramento de
amistad y lealtad. Carlos, convencido, accede y confía en la palabra de Rodrigo. La es-
cena termina siendo ambos tan amigos como antes.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha


Estamos en la gran plaza delante de la Catedral de Nuestra Señora de Atocha. Detrás de
ella se adivina que hay otra plaza en la que se va a celebrar un Auto de Fe porque se ven
las cúspides de los mástiles de las piras purificadoras. La plaza de la iglesia está abarro-
tada. El Cortejo Real sale de palacio, que está frente a la catedral. Toda la Corte espera
que salga de ella Felipe II. Éste aparece coronado, adelantándose bajo palio en medio de
los frailes. Los Señores y Grandes de España se arrodillan; el pueblo se postra. Felipe
baja las gradas del templo y toma de la mano a Isabel para ir a la plazuela, que se ve al
fondo, donde se va a celebrar el Auto de Fe. El pueblo está contento, es un día de fiesta.
Los frailes del cortejo también están muy animados: pronto arderán los herejes y confí-
an en que los reos se arrepientan antes de abandonar este valle de lágrimas. En España
no sabíamos entretenernos si no rustíamos a alguien; luego nos dio por los toros.
De improviso, aparecen unos enviados flamencos, que se postran a los pies de Felipe II.
Rodrigo, temeroso, ve a Carlos expectante ante la petición de los enviados. Estos últi-
mos imploran al Rey la paz para Flandes. Felipe les responde que han sido infieles a
Dios y a su Rey. La solución, por tanto, está en manos de los rebeldes. Llama a la guar-
dia para que se los lleve de allí. Carlos, viendo que los enviados flamencos son despedi-
dos con cajas destempladas, interviene ante el Rey pidiendo Flandes y Brabante para él.
Felipe le responde que no tiene intención de armar la mano que se volverá contra él.
Carlos, perdido en la traición, desnuda su espada y jura que será el salvador de Flandes.
El Rey llama a la guardia, a sus señores, para desarmarlo. Carlos les desafía y el Rey
queda solo ante su hijo. Rodrigo se adelanta, ante el pasmo general y para vergüenza del
resto de la Corte, y desarma a Carlos. Entrega el arma al Rey ante el estupor de todos.
El protocolo debe continuar y se reanuda el cortejo. Una voz celestial, que nadie puede
oír, consuela a los reos que van a ser ajusticiados.

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CUARTO ACTO
PRIMERA PARTE El Alcázar de Madrid
Amanece. A través del ventanal del estudio del Rey en el palacio de Madrid se ve clare-
ar. Felipe está absorto ante una mesa abarrotada de legajos. El alba le ha sorprendido
despachando. Felipe revela sus temores, su desesperanza y la terrible sensación de sen-
tirse solo y, lo que es peor, aislado. Isabel no le ama ni le amará; en Carlos ve un trai-
dor; Rodrigo es un caballero leal, pero nada más.
El conde de Lerma anuncia la visita del Gran Inquisidor. Éste, nonagenario y ciego,
avanza hasta él sostenido por dos frailes dominicos. Felipe quiere consultarle las terri-
bles dudas que atenazan su corazón. Carlos se levantó en armas contra él. Una traición
así sólo se puede resolver con el castigo supremo. O quizá… dejarle huir. ¿Podrá Felipe
obtener la absolución si condena a su hijo a muerte? El Inquisidor es frío y duro; el bien
del Imperio está por encima de cualquier rebelde. Dios sacrificó a su hijo por nosotros,
al fin y al cabo, le explica el Inquisidor amable y bonachón.
El Inquisidor, asombrado por lo ridículo de la consulta, toma la iniciativa en la conver-
sación para advertir al Rey que la herejía jamás dominó en suelo español. Pero tal vez
un íntimo del Rey pueda socavar ese firme suelo: Flandes es parte del Imperio de Su
Majestad Católica; si abandonara el seno del Imperio por un idealista libertario, su trai-
ción podría llegar a ser más terrible que la rebeldía de Carlos. El Santo Oficio incluso
podía pasar por alto esa rebeldía filial y evitar el tormento del Rey si le entrega al trai-
dor que solicita. Por supuesto, se refiere a Rodrigo, ahora duque de Posa gracias al inci-
dente de la plaza de Nuestra Señora de Atocha. La autoridad del Rey, que proviene de
Dios, no puede ser alterada por ninguna preferencia personal, aunque lo desee. Felipe
comprende que eso significa condenarse al aislamiento definitivo. Si ni siquiera puede
confiar en un corazón leal –como el de Rodrigo–, cómo podrá gobernar con justicia. El
Inquisidor le recuerda, entre otras cosas, que el Rey no tiene iguales, y que la alta obra,
a la que está obligado, no la eligió él, sino que se debe a ella. Felipe se niega a entregar

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a Rodrigo a la Santa Inquisición: pero sabe que ha de doblegarse al poder del Inquisi-
dor. Felipe sabe que el altar está por encima del trono. El Gran Inquisidor se retira sabe-
dor de su victoria.
Una vez solo, entra Isabel y cae a sus pies. Reclama justicia del Rey. El cofrecillo donde
guarda sus joyas y objetos más personales ha desaparecido. Felipe le señala que es él
quien lo tiene y le ruega que lo abra ante él. Como Isabel se niega, lo abre él mismo,
forzándolo. Encuentra el retrato de Carlos, la prueba de su infidelidad. Ante la afrenta,
Isabel, inocente, cae desmayada.
Felipe, al ver a Isabel desmayada a sus pies (prueba suficiente, en aquel entonces, de
inocencia), comprende que la Reina no le ha sido infiel ni le ha faltado al honor. Éboli
siente la comezón del remordimiento por su traición; ella ha sido quien ha entregado el
cofre al Rey y le ha ido con el cuento de los amores que se profesan Isabel y Carlos. Ro-
drigo, que siempre anda donde se cuece algo, intuye que ha llegado su hora: habrá de
sacrificarse para que Carlos logre el ansiado feliz porvenir flamenco.
El Rey y Rodrigo abandonan la escena. Quedan solas la Reina y la princesa de Éboli.
Esta última confiesa su culpa y le explica que fue por celos, porque ama a Carlos. Isa-
bel, sólo por ser quien es, le permite elegir su castigo por traidora: el destierro o el con-
vento. Isabel la deja sola. Éboli se arrepiente de su pecado. Maldice su belleza y le echa
la culpa de su desgracia. Además, sabe que a Carlos lo van a ajusticiar al día siguiente.
Decide salvarlo antes de que se cumpla el plazo de abandono de la Corte dado por la
Reina.

SEGUNDA PARTE La prisión


Carlos está en prisión. Rodrigo entra en su celda tras alejar a los carceleros. Se presenta
ante Carlos según su costumbre: de improviso y asustando al mozo. Confiesa a Carlos
que ha volcado sobre él mismo las pruebas de la próxima rebelión en Flandes. Ha pro-
curado alejar de Carlos toda sospecha. Carlos le promete interceder por él ante el Rey,

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pero Rodrigo se lo impide: debe reservarse para Flandes. Sin que lo vean, dos hombres
aparecen al fondo. Uno de ellos se encara un arcabuz y dispara. Rodrigo cae herido y
muere en brazos de Carlos. (En este pasaje me asaltan un par de dudas: dado que el ca-
labozo es lóbrega y oscura prisión, ¿cómo distinguen los arcabuceros quién es cuál? ¿y
cuáles son sus intenciones asesinas, si escabechar al ahora Duque o despachar al traidor
Infante?).
Felipe entra en la celda seguido por su séquito. Penetran con él Éboli y el Gran Inquisi-
dor. Felipe devuelve la libertad a Carlos. El trato con el Gran Inquisidor se ha cumplido.
Pero Carlos le increpa el crimen. Felipe cae de rodillas ante el cadáver de Rodrigo; aho-
ra está completamente solo. Se oyen campanas tocando a rebato. El pueblo pide la liber-
tad de Carlos. En la confusión, Éboli apremia a Carlos para que huya con ella. Felipe or-
dena que se abran las puertas. La turba entra en tropel y quedan suspensos ante el Rey.
Felipe les pregunta qué desean. Contestan que al Infante. El Rey les señala a Carlos. El
Gran Inquisidor toma cartas en el asunto: ordena a los alborotadores que se postren ante
el Rey. Éstos caen implorando piedad. La revuelta popular en favor del Infante ha sido
sofocada y Carlos pierde todo apoyo. Los nobles, siempre tan valerosos caballeros, aca-
ban dando vivas al Rey con la espada desenvainada.

QUINTO ACTO El Convento de San Giusto


Volvemos al convento del segundo acto. La luna brilla e ilumina a Isabel arrodillada
ante la tumba de Carlos I. Ruega por ella y por Carlos, implora por su felicidad perdida.
Nada queda de las ilusiones que se prometieron en Fontainebleau. Las tinieblas se cier-
nen sobre ellos. Carlos aparece para despedirse de ella. Sus sueños no podrán cumplirse.
El amor, la amistad, la lealtad, el honor, les ha sido arrebatados por las intrigas y las
conspiraciones. Se despiden para siempre. No sabemos adónde irá, pero a lo mejor Car-
los se ha alistado en la Legión, donde nada importa su vida anterior.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Felipe interrumpe el diálogo. Le siguen el Gran Inquisidor y miembros del Santo Oficio.
El Rey, ciego de indignación, exige un doble sacrificio. El Gran Inquisidor se hace car-
go de Carlos; él, Felipe, de la Reina. Carlos, acorralado, retrocede espada en alto hasta
el túmulo de Carlos I. La reja se abre y surge el fraile misterioso. Viste el manto y la co-
rona real bajo las pobres vestiduras frailunas. El Inquisidor reconoce en él la voz de
Carlos I, Felipe a su padre, y el resto al Emperador. El difunto Emperador se lleva con
él a don Carlos al fondo del claustro y lentamente cae el telón.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRABACIONES ESCOGIDAS
María Caniglia, Ebe Stignani, Niccola Rossi-Lemeni,
Paolo Silveri, Giulio Neri, Mirto Picchi.
Director: Fernando Previtali (1953)
De momento, Caniglia es la Reina más majestuosa que pueda escucharse en disco. Ya
veremos cuando publiquen (risas) la versión de Callas. La Caniglia aparece con las limi-
taciones de siempre y, como siempre, no cuesta nada pasarlas por alto. Deja perfecta-
mente claro cuándo ejerce de Reina (Rendetemi la croce), cuándo es una persona (Se
ancor si piange in cielo) y cuándo es una Reina cabreada (Giustizia, sire, m’han birlao
la charcutería). A pesar de la fecha, sus graves siguen siendo la envidia de muchos ba-
jos, emitidos sin ningún apoyo, firmes, plenos, sin vibrato. Las notas calantes de su aria
principal y los pequeños problemas de afinación de las escenas corales se compensan
con la línea de canto magistral de uno de los timbres más bonitos de la historia del can-
to.
La Stignani está en uno de sus mejores papeles aunque parece, como siempre, que canta
con la boca llena de chinchetas. La vocalización es bastante buena, lo malo es que en
italiano también se usan consonantes. Eo aae e ee eeo oea, perdón, aparte de este pe-
queño problema, exhibe su timbre cálido con especial convicción y parece que esta vez
sabe que canta Verdi. Auténticos alardes de elasticidad en la Canción del Velo, y de am-
plitud en el O don fatala (aquí se hace un lío hasta con las vocales). Una mezzo lírica en
un papel que, a veces, requiere un fraseo más contundente y una línea de canto más dra-
mática (sin olvidar que lo que se canta es un texto y hay que decirlo).
Otro punto fuerte de la grabación es Neri. Creo que es el Inquisidor más diabólico que
pueda darse. Bajo profundo auténtico, de timbre firme y seco, atronador cuando lee la
cartilla a Felipe, tenemos la impresión que Rossi-Lemeni terminará cantando con voz
sopranil. Neri crea un fraile altivo, orgulloso y con la idea fija de me va a oír a mí este

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

señor. Y, efectivamente, le oye. Es realmente ensordecedor cuando el personaje lo re-


quiere porque, a pesar de esa voz de roca viva, Neri es capaz de moldearla conveniente-
mente dando lugar a infinidad de matices. Junto a él, Rossi-Lemeni, ya de por sí procli-
ve al puchero, se acongoja, tiembla, llora y desea con toda su alma que a ese fraile le pe-
guen dos tiros. Neri le roba la escena. Con otro adversario, Rossi-Lemeni saldría más ai-
roso, pero aquí no es capaz de imprimirle al personaje la majestuosidad que requiere. En
el resto de su rol aparece más que digno, especialmente en el Ella giammai m’amò, de
las mejores versiones que he oído (lo malo es que el fantasma de Christoff está siempre
presente). Silveri hace ostentación de su timbre opaco, aunque la línea de canto pueden
envidiarla grandes masas de colegas (aquí el fantasma que no se va es el de don Ettore).
Mirto Picchi: sus hijos no tienen la culpa. Y Fernando Previtali dirige la orquesta como
siempre dirige la orquesta Fernando Previtali.
Resumen: Versión de absoluta referencia por las voces femeninas (sobre todo, por ser
testimonio de una escuela desaparecida) y las voces graves masculinas, ambas clara-
mente diferenciadas en cuanto a técnica vocal.

Antonietta Stella, Fiorenza Cossotto, Boris Christoff,


Ettore Bastianini, Ivo Vinco, Flaviano Labò.
Director: Gabriele Santini (1962)
Aunque en principio puede parecer que Stella no es la voz más apropiada para este pa-
pel, en este caso sale más que airosa, imprimiéndole una aguda penetración psicológica,
además de prestarle su colorido tímbrico y una cuidada técnica. Es una Reina más lán-
guida y enamoradiza que otras (ver atrás), pero sus cualidades vocales, a pesar de no ser
tan espectaculares como los de aquella, se conservan en toda su tesitura, con las tirante-
ces y los problemas en el legato de costumbre.
Cossotto, en esta ocasión, no puede lucirse a sus anchas mostrando su bravura, pues
Santini opta por los tempi más bien relajados, con lo cual no otorga el slancio necesario

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

al personaje. Las escenas en que se muestra más cruel son más creíbles, no en vano la
personalidad de la cantante se asemeja bastante al personaje en sus facetas más viles.
Pero nunca será lo mismo una princesa perversa que una envidiosa colipoterra de altos
vuelos.
Bastianini es Posa, lo mismo que Christoff es Felipe. Verdi tuvo que pensar en ellos
cuando escribió los papeles. Hay varias grabaciones del personaje por parte de Bastiani-
ni y elegir sólo una es difícil. Quizás la de Salzsburgo de 1960. Creo que lo que puede
resaltarse de su personaje es la naturalidad. Musicalidad, nobleza, belleza de timbre,
dicción, legato asombroso, mordentes de impresionante efecto dramático, afinación, ca-
raterización humana y una recreación en absoluto efectista caracterizan a don Ettore en
sus realizaciones de Posa. Ante el Rey es respetuoso, firme, le comprende en ocasiones
y lo demuestra acentuando algunas frases como el búlgaro, y oscureciendo el timbre
como aquél. Con Carlo es compresivo, condescendiente, le proporciona apoyo moral y
físico en todo momento. El timbre es sereno, tranquilizador, controlado, tornándose alti-
vo, despectivo, aullando casi a la princesa (la cual no debe costar mucho si quien está
delante es la Cossotto). Christoff, la voz de bajo profundo más maleable que ha habido,
es la matización convertida en Rey (¡qué bonito, qué bonito!). Desde la más fría, inhu-
mana y despótica autoridad en la escena del despido sin subsidio de desempleo de la
condesa de Aremberg, hasta la más profunda humanidad en la soledad absoluta y ago-
biante (Ella giammai m’amò), pasando por la confusión titubeante, llena de respeto,
miedo, impotencia y una amalgama de sentimientos encontrados hacia su hijo en el dúo
con el Inquisidor, un Ivo Vinco que por sí sólo no asusta ni a la condesa de Aremberg.
La orquesta de la Scala suena a orquesta de foso (lo cual es un halago), y Santini sigue a
los cantantes, dejándoles respirar (a veces demasiado) y adaptándose sin tensiones al
rubato al que a veces le obliga Christoff sobre todo.
Creo que es uno de los días más afortunados de Labò. Presenta un timbre quizás dema-
siado oscuro en ocasiones. Canta con generoso slancio, aunque éste quede oscurecido
por el de Bastianini, con Christoff lo mejor de la grabación.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

(Bueno, vale, la Cossotto está muy bien).


(O bien).

Montserrat Caballé, Plácido Domingo, Shirley Verret,


Ruggero Raimondi, Giovanni Foiani, Sherril Milnes.
Director: Carlo Maria Giulini.

Ante todo, esta versión es una clase magistral de Giulini acerca de cómo debe dirigirse
una ópera apoyando, acompañando, ayudando a los cantantes desde el foso y, a la vez,
manteniendo en todo momento una calidad del sonido orquestal propia de concierto sin-
fónico. La matización interna de los personajes la esculpe el director, sin alardear, de
forma que sólo la orquesta sea la protagonista. Imprime densidad a la sonoridad instru-
mental cuando ésta es requerida, pero una densidad porosa en la que las voces se desen-
vuelven a sus anchas. En los pasajes orquestales, la planificación y la dinámica son tra-
tados con un rigor prácticamente nunca oídos en una ópera italiana. Lo que en otros es
simple rutina, en Giulini es profundo conocimiento de las posibilidades de una orquesta.
(Si se desea un monográfico sobre Giulini, escribir a: Carlos Villalba Ruíz de Toledo,
calle F*** G***, 3*, de Madrid).
Caballé está oronda (en el sentido vocal del término). En plenas facultades, con un lega-
to absolutamente liso, sin cortes, un filato que corta el hipo y un pasaje vaya usted a sa-
ber dónde, porque no hay ni una arista. Los legendarios filados son aquí utilizados con
gran tino y, como siempre, el aliento le falla al oyente, no a ella. El único problema es
que a veces se tiene la impresión de que no se cree lo que está cantando. Es una Reina,
desde luego, pero sabe que en casa espera una butifarra y no consigue sumergirse en el
personaje. Vocalmente: perfecta.
Plácido, que aún no había oído hablar de los mundiales de fútbol ni había cantado tan-
gos, no puede tener mejor voz. No se advierten los síntomas de fatiga que se le notarán

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

después. El timbre esmaltado y el impresionante squillo sirven a una concepción del


personaje absolutamente sincera. Es, con Bergonzi, el único Carlo que no desafina en el
primer acto (yo llegué a pensar que Verdi escribió frases desafinadas para él como re-
curso para mostrar su debilidad mental). En los dúos con Isabel se transforma, es el pro-
totipo del amante enardecido, juvenil, irracional, y la pasión le sale por la garganta.
Cuando no está cerca de ella se viene abajo y es Rodrigo quién le ayudará para que no
se derrumbe, dándole apoyo moral y mostrándole otras posibilidades para llenar su vida.
Y a pesar de ser Milnes quien le proporciona todo esto, no sólo no se suicida sino que
canta con Plácido con un slancio al referirse a Flandes digno del mejor Corelli (y, ade-
más, Domingo ni desafina ni trepa penosamente por sus cuerdas vocales). Verret es una
Éboli de categoría. Salvo algún problema de pronunciación (aunque ya quisiera doña
Ebe pronunciar como ella), el fraseo es impecable, y el timbre cálido, carnoso, humano,
sirve perfectamente a la princesa. Además, irradia una dramaticità bastante poco usual
en las grabaciones de estudio.
Giulini es un caballero. Y como es muy educado y nunca se queja, le pasa lo que le
pasa. En este caso le endosaron a Milnes para un papel en el que tiene que cantar (¡qué
bien habría estado Sherril, por ejemplo, interpretando a uno de los que queman en la ho-
guera! O de acomodador, incluso).
Raimondi tampoco está en su papel. Actualmente es uno de los bajos más importantes,
pero en este Don Carlo aún no había limado asperezas y está, además, más cerca de un
tenor lírico que de un bajo. Pero la intención es buena y se nota.

Plácido Domngo, Katia Ricciarelli, Lucia Valentini Terrani,


Leo Nucci, Ruggero Raimondi, Nicolai Ghiaurov.
Director: Claudio Abbado.

Creo que lo único que merece la pena de ésta versión es que es completa, con los apén-
dices y en francés (tal como la escribió Verdi). Entre otras curiosidades, en la escena de

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la cárcel (que incluye recortada la grabación de Stella - Gobbi - Nicolai - Christoff) Feli-
pe II canta el Lacrimosa del Requiem (evidentemente, con otra letra, que hay que acla-
rarlo todo, hombre).
Ricciarelli tiene de Reina lo que la Voz Celestial de Gran Inquisidor. Tiranteces por to-
das partes, una dicción premiosa en un francés de azafata y en la misma convicción que
tendría la Callas cantando coplas (y encima, el día de la grabación estaba espantosa, que
he visto fotos).
Valentini Terrani, una voz de muy superior enjundia, tampoco se siente a gusto en el
personaje y nos lo transmite con toda claridad. Se aburre.
Plácido no es el Carlo que fue. Tiene aún un bonito timbre y una técnica muy segura,
pero ahora Carlo es una especie de bohemio madurito y algo cínico, que cuando canta
con Isabel está pensando en Flandes y acude a Nucci para huir de ella. Nucci tampoco
convence en absoluto. Demasiado teatral. Nadie le ha enseñado cómo debe pronunciarse
el francés. En general, como siempre, bastante ordinario. ¡Así no se habla con los reyes,
caramba! Pero puestos a ser ordinario no sé quién se lleva la palma, si el Posa de marras
o Gobbi, el más excelso representante de la Escuela del Mugido, para el que Tonio es su
único personaje; pero aunque la mona se vista de seda, Gobbi se queda.
Raimondi ha madurado. Ya es mayor y puede intentarlo otra vez con el rol de Felipe.
Sigue sin ser don Boris, pero la concepción del Rey es mucho más profunda. Una voz
más aquilatada y un fraseo más sereno ayudan a dar vida al pobre Rey. Pero ahí siguen
las notas nasales como refuerzo dramático que no hacen sino apuntalar bastante tosca-
mente el legato.
El contrapunto lo pone Ghiaurov, magistral como de costumbre. Con Siepi, la única al-
ternativa a Christoff. Endurece y seca la voz todo lo posible para encarnar al fraile, pero
no se pierde ese timbre cálido, pastoso, en ningún momento. Y, además, como es búlga-
ro, pronuncia el francés mucho mejor que el resto y conserva el control del fiato intacto.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sin ser tan despiadado como Neri, quizás impone más porque, ya se sabe: perro ladra-
dor… (dicho sea con el máximo respeto). En definitiva, más sutil pero igualmente per-
verso.
Abbado es un niño con zapatos nuevos, consciente de la novedad y, por tanto, respetuo-
so al máximo con lo puramente musical. Aquí no se permite tantos rubatos y fluctuacio-
nes de tempo como en otras partituras y, supongo, hace todo lo posible por no escuchar
a la mayoría de las voces.
Resumiendo: el único interés está en la originalitè de que sea la versión francesa. Con
Regine Crespin, José van Dam y Christa Ludwig, por ejemplo, hubiera sido otra cosa.

Gentileza de CARLOS VILLALBA RUIZ DE TOLEDO.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI


Entre paréntesis figuran los autores del libreto y el año de su estreno. Las revisiones
posteriores al estreno se señalan cronológicamente en cursiva.
1............................................................Oberto, Conte di San Bonifacio (A. Piazza, 1839)
2............................................Un Giorno di Regno o Il Finto Stanislao (F. Romani, 1840)
3...................................................................Nabucodonosor o Nabucco (T. Solera, 1842)
4............................................................I Lombardi Alla Prima Crociata (T. Solera, 1843)
5................................................................................................Ernani (F. M. Piave, 1844)
6.....................................................................................I Due Foscari (F. M. Piave, 1844)
7...................................................................................Giovanna d’Arco (T. Solera, 1845)
8............................................................................................Alzira (S. Cammarano, 1845)
9......................................................................................................Attila (T. Solera, 1846)
10...........................................................................................Macbeth (F. M. Piave, 1847)
11.......................................................................................I Masnadieri (A. Maffei, 1847)
12............................................................................Jerusalem (A. Royer y G. Vaëz, 1847)
13.........................................................................................Il Corsaro (F. M. Piave, 1848)
14.............................................................La Battaglia di Legnano (S. Cammarano, 1849)
15................................................................................Luisa Miller (S. Cammarano, 1849)
16............................................................................................Stiffelio (F. M. Piave, 1850)
17..........................................................................................Rigoletto (F. M. Piave, 1851)
18.................................................................................Il Trovatore (S. Cammarano, 1853)
19......................................................................................La Traviata (F. M. Piave, 1853)

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

20.................................................Les Vêpres Siciliennes (E. Scribe, C. Duveyrier, 1855)


21...........................................................................Simon Boccanegra (F. M. Piave, 1857)
22..............................................................................................Aroldo (F. M. Piave, 1857)
23.......................................................................Un Ballo in Maschera (A. Somma, 1859)
24.......................................................................La Forza del Destino (F. M. Piave, 1862)
Macbeth (revisada en 1865)
25........................................................................Don Carlo (J. Méry y C. du Locle, 1867)
La Forza del Destino (revisada en 1869)
26............................................................................................Aida (A. Ghislanzoni, 1871)
Simon Boccanegra (revisada en 1881)
Don Carlo (revisada en 1884)
27....................................................................................................Otello (A. Boito, 1887)
Don Carlo (revisada en 1887)
28..................................................................................................Falstaff (A. Boito, 1893)

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

BIBLIOGRAFÍA, O ASÍ

Fernández y Fernández de Retana, Luis Giudici, Elvio


Historia de España. Colección Menéndez Grandes Compositores
Pidal Tomo 3. La Vida de Verdi
Tomo XIX, España en tiempo de Felipe II Salvat. Barcelona, 1982.
Espasa Calpe. Madrid, 1958
Berio, Enzo
Silió, Vicente Ensayo y libreto publicado para la grabación
Nuevo Manual de la Historia de España de la DGG de Don Carlo.
Edisa. Madrid, 1969 Chile

Parker, Geoffrey Wallas, Cedric y Cochrane, Peggie


Felipe II Ensayo, argumento y libreto de la grabación
Alianza Editorial. Madrid, 1993 de Don Carlo para Decca.
Londres, 1966.
Bermúdez de Castro
Antonio Pérez, Secretario del Rey Felipe II Mila, Massimo
Sarpe. Madrid 1986 El Arte de Verdi
Colección Alianza Música, Alianza Editorial;
Kobbé, Gustave Madrid, 1992
The Complete Opera Book
Putnam; London, reimpresión enero de Alier, Roger
1939 Don Carlo
Daimon. Barcelona, 1981

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

REPARTO
Don Carlos, Infante de España...................................................................................Tenor
Isabel de Valois......................................................................................................Soprano
Felipe II, Rey de España..............................................................................................Bajo
Rodrigo, Marqués de Posa.....................................................................................Barítono
Princesa de Éboli........................................................................................Mezzo-soprano
El Gran Inquisidor........................................................................................................Bajo
Tebaldo...................................................................................................................Soprano
Fraile............................................................................................................................Bajo
Heraldo Real..............................................................................................................Tenor
Voz Celestial..........................................................................................................Soprano
Conde de Lerma.........................................................................................................Tenor
Diputados flamencos
Coro

La traducción del libreto está basada en la versión en italiano, de la ópera original, de


Achille de Lauzières y A. Zanardini. Esta, a su vez, es una traducción del texto original
francés. También me he basado en la versión inglesa para la traducción y he insertado
algunas mejoras que me han parecido adecuadas. Desearía que se tuvieran en cuenta es-
tas circunstancias para juzgar con más indulgencia los errores que se observarán en la
lectura. Ya se sabe, traduttore, traditore. Del original francés (a través del drama ale-
mán) y su traducción al italiano, he empleado otra traducción inglesa (gracias a Decca)
para llegar a esta versión en español. Larga traición a la obra de Verdi.
Además, he intentado partir de la que fuera obra original de cinco actos y no la reducida
de cuatro, preferida por todos los empresarios. Tampoco he tenido suerte pues no he te-

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

nido a mano el original francés, descubierto hace relativamente poco tiempo, pero que
no ha llegado a nuestras pecadoras manos, con las correspondientes indicaciones de ba-
llet y otras piezas. Piezas que posteriormente fueron separadas e incluidas, o adaptadas,
al posterior Réquiem.
Quizá se eche en falta la rima. No se busque porque no hay intención de que la haya. In-
cluso he arreglado un poco el texto en español de forma que tenga unidad propia y no
dependa de ningún «acoplamiento» musical.

Traducción (traición) exclusiva, Alfredo J. Díaz.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PRIMER ACTO

LOS BOSQUES DE FONTAINEBLEAU


El bosque próximo a Fointanebleau. Es invierno. A la derecha de la escena, una enorme roca forma
una especie de gruta. Al fondo, en la lejanía, el palacio real.

ESCENA PRIMERA
Algunos leñadores están cortando leña; sus mujeres están sentadas cerca de una fogata. Isabel de
Valois aparece a caballo por la izquierda, conducida por su paje Tebaldo. Le sigue un numeroso
séquito de cazadores. Está anocheciendo. Carlos está escondido tras unos matorrales.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROS


Su cacciator! pronti o ¡Atentos cazadores! Atentos
la belva ci sfuggirà… que la fiera se nos escapará…

CAZADORES SEGUNDOS CAZADORES SEGUNDOS


E noi l'avrem, Y nosotros la conseguiremos
pria ch'alla selva… antes que en el bosque
…notte verrà! caiga la noche.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROS


…ci sfuggirà! …se nos escapará.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROS


Su, cacciator! ¡Atención cazadores!
pronti… Atentos…

CAZADORES SEGUNDOS CAZADORES SEGUNDOS


E noi l'avrem pria… Y la cobraremos primero…

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA SEGUNDA
Isabel atraviesa la escena y arroja algunas monedas a los leñadores. Carlos aparece a la izquierda
y se esconde entre los árboles que hay más próximos siguiendo a Isabel. Los leñadores ven pasar a
la princesa mientras recogen sus herramientas para irse a su casa. La noche está muy próxima.

CARLOS CARLOS
Fontainebleau! Foresta Fontainebleau, inmenso y
immensa e solitaria! solitario bosque. Con qué
Quai giardin, quai rosai, jardines o rosales podrá
qual Eden di splendore comparar Don Carlos este
per Don Carlo potrà bosque, esplendoroso como
questo bosco valer, el Edén, aquí donde su
ove Isabella sua Isabel apareció radiante
sorridente apparì! ante él. Dejé España aban-
Lasciai l'Iberia, doné la Corte desafiando la
la Corte lasciai, determinación de Felipe, y
di Filippo sfidando vine hasta aquí confundido
il tremendo furore, en el cortejo del Embajador
confuso nel corteo Real; así pude ver a la
del regio ambasciador; hermosa prometida.
potrei mirar l'alfin, Aquella que por vez
la bella fidanzata! primera vi reinar en mi
colei che vidi pria alma. Aquella que por amor
regnar sull'alma mia, reinará en mi corazón.
colei, che per l'amor, Al verla creí ver el sol
regnerà sul mio cor! centelleando cuando sonrió;
Io la vidi, al suo sorriso como el alma que llega al
scintillar mi parve il sole; paraíso, así ella abrió la
come l'alma al paradiso mía a la esperanza.
schiuse a lei la speme, il vol. Es tanta la dicha que
Tanta gioia a me prometto espero, que mi corazón
che s'inebria questo cor; se embriaga anhelante.
Dio, sorridi al nostro affetto, ¡Oh, Señor! Sonríe a
benedici un casto amor. nuestro verdadero afecto,

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Dio, sorridi al nostro affetto, bendice un casto amor.


ah, benedici… ¡Ah! Bendice…

ESCENA TERCERA
Don Carlos corre siguiendo a Isabel, pero se detiene incierto y escucha. El sonido de un cuerno de
caza se oye en lontananza. Después del cuerno y la lontananza todo vuelve a quedar en silencio.

CARLOS CARLOS
Il suon del corno alfin Ya se aleja el sonido. Ya
nel bosco tace. no se escucha el clamor de
Non più dei cacciator los cazadores. El día
echeggiano i clamor. termina, cae la noche. Ya
Cadde il dì! Tace ognun! brilla la primera estrella
e la stella primiera en lo más profundo del
scintilla nel lontan spazio cielo. ¿Cómo encontraré el
azzurrin. Come del regio ostel camino de vuelta a Palacio?
rivenire il camin? ¡Es tan oscuro
Questa selva è tanto nera! este bosque!

TEBALDO TEBALDO
(llamando desde fuera del escenario)
Olà! Scudier'!… ¡Hola, escuderos!…¡Hola!
Olà paggi del Re! ¡Pajes del Rey!

CARLOS CARLOS
Qual voce risuonò nell'oscura ¿Qué voz es esa que oí en
foresta? este oscuro bosque?

TEBALDO TEBALDO
Olà! Venite, boscaiuoli, a me! ¡Eh! Venid cazadores ¡A mí!
(Tebaldo e Isabel descienden por un sendero)

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
(apartándose a un costado)
Oh, vision gentile… ¡Oh, qué hemosa visión
vêr me s'avanza! hasta mí se acerca!

TEBALDO TEBALDO
(atemorizado)
Non trovo più la via No puedo encontrar
per ritornar. el camino de regreso.
Ecco il mio braccio; Que mi brazo os sirva de
sostegno a voi fia. sostén. La noche es oscura,
La notte è buia, il gel el frío os hará temblar;
vi fa tremar; andiam ancor… sigamos caminando…

ISABEL ISABEL
Ah!, come stanca sono! ¡Qué cansada estoy!
(Aparece don Carlos y se inclina ante Isabel)

ISABEL ISABEL
(sorprendida)
Ah! ¡Ah!

TEBALDO TEBALDO
(Alarmado por la súbita aparición de don Carlos)
Ciel! ma chi sei tu? ¡Cielos! ¿Quién sois vos?

CARLOS CARLOS
(a Isabel)
Io sono un stranier, Soy un extranjero,
uno spagnuol! un español.

ISABEL ISABEL
Di quei del corteo ¿Alguien del cortejo que
ch'accompagna il signore acompaña al señor

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

di Lerma, ambasciator de Lerma, embajador


di Spagna? de España?

CARLOS CARLOS
Sì, nobil donna!… ¡Sí, noble señora!
e scudo a voi sarò. Y seré vuestro defensor.

TEBALDO TEBALDO
(desde el fondo)
Qual piacer! Brillar lontano ¡Qué alegría! A lo lejos
laggiù miarai Fontainebleau. veo brillar Fontainebleau.
(a Isabel)
Per ricondurvi
al reggio ostello Correré al castillo para
sino al castel io correrò. conduciros hasta Palacio.

ISABEL ISABEL
(autoritaria)
Va, non temer per me. Ve y no temas por mí. Soy
La regal fidanzata la prometida de don Carlos.
di Don Carlo son io; ho fe' Confío en el honor de un
nell'onore spagnuol! caballero español. Paje,
Paggio, al castel t'affretta. ve hasta palacio.
(indicando a don Carlos)
Ei difender saprà la figlia del Él sabrá defender a la
tuo Re. hija de tu Rey.

Don Carlos se inclina y, con su mano sobre la espada, se coloca dignamente a la derecha de Isabel.
Tebaldo hace una reverencia y sale por el fondo en busca de escolta para su señora. Isabel se sien-
ta en una roca, cerca de las brasas de una fogata. Cuando se quedan solos, Carlos cae de rodillas
ante ella.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA

ISABEL ISABEL
Al mio pie', perchè mai? ¡A mis pies! ¿Por qué?
Carlos recoge algunas ramas y con ellas reaviva el fuego

CARLOS CARLOS
Alla guerra, En la guerra, cuando no hay
quando il ciel per tenda abbiam, más techo que el cielo,
sterpi chieder alla terra le pedimos a la tierra la leña
per la fiamma noi dobiam! con qué hacer fuego.
Già, già! La stirpa diè ¡Ya está! El rescoldo prendió
la bramata scintilla. y ya brillan las llamas.
E la fiamma ecco già brilla. Cuando la llama resplandece
Al campo, allor che splende vivaz y bella como ahora,
così vivace e bella en el campamento la tomamos
la messaggera ell'è di vittoria, o d’amor. como mensajera de victoria… o de amor.

ISABEL ISABEL
E lasciaste Madrid? ¿Y habéis venido desde Madrid?

CARLOS CARLOS
Sì. Sí.

ISABEL ISABEL
Conchiuder questa sera ¿Se podrá concertar la
la pace si potrà? paz esta noche?

CARLOS CARLOS
Sì, pria del dì novel Sí, antes que amanezca se
stipular l'imeneo anunciará la boda con
col figlio del mio re, el hijo de mi Rey,
di Don Carlo si de'. con don Carlos.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Ah! favelliam, ah, ¡Ah! Hablemos, hablemos de
favelliam di lui! él. Me invade el corazón un
Ah! terror arcano invade extraño temor… Me iré
questo core; muy lejos de aquí. Dejaré
all'esul lontana andrò, Francia para siempre.
la Francia lascerò… Sólo deseo saber si su amor por
Ma pari al mio vorrei mí iguala al menos
di lui l'amore. el que yo siento por él.

CARLOS CARLOS
Carlo vorrà viver Carlos deseará vivir
al vostro pie', arde a vuestros pies, arde
d'amore; nel vostro core de amor. Él confía en
ha fe'. vuestro corazón.

ISABEL ISABEL
Io lascerò la Francia, Dejaré Francia y a mi
e il padre insieme. padre. Si Dios lo quiere,
Dio lo vuol, partirò; partiré; otra patria tendré.
un altra patria avrò. Pero partiré feliz,
Ne andrò giuliva, con el corazón
e pieno il cor di speme. lleno de esperanza.

CARLOS CARLOS
E Carlo pur amandovi vivrà; También Carlos vivirá para amaros;
al vostro pie' lo giuro, lo juro ante vos:
ei va amerà. él os amará.

ISABEL ISABEL
Perchè mi balza il cor? ¿Por qué palpita más fuerte
Ciel! chi siete mai? mi corazón. ¿Quién sois?

CARLOS CARLOS
Del prence messagger, Soy un mensajero del

- 64 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

per voi questo recai. príncipe. Esto os traigo.


(le entrega un joyero)

ISABEL ISABEL
Un suo don! ¡Un regalo suyo!

CARLOS CARLOS
V'inviò l'immagin Os entrego un retrato
sua fedel, suyo. Así podréis
noto vi fia così. conocerlo.

ISABEL ISABEL
Gran Dio! Io lo vedrò! ¡Dios mío! Sabré cómo es.
Non oso aprir!…Ah! No me atrevo a abrirlo.
Ma pur vederlo bramo… Pero ansío tanto verlo…
(Abre el cofrecillo y encuentra el retrato de Carlos; atónita, reconoce al hombre que está ante ella)

ISABEL ISABEL
Possente Iddio! ¡Santo Cielo!

CARLOS CARLOS
(cae a sus pies)
Carlo son io… e t'amo! Carlos soy yo… y te amo.
Sì, t'amo! ¡Sí, te amo!

ISABEL ISABEL
Di qual amor, di quanto ardor Con cuanto amor, con cuanto
ho colmo il cor. ardor esta alma se llena.
Al suo destin voler divin La voluntad divina
or m'incatena! me encadena a su destino.
Arcan terror m'avea nel cor, Un terrible temor había en mi
e ancor ne tremo… corazón; soy amada.
Amata io sono - amata io sono, ¡Soy amada!
gaudio supremo Mi corazón siente un
ne sento in cor! gozo supremo.

- 65 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Sì, t'amo, t'amo Sí, te amo, te amo.
te sola io bramo Sólo te deseo a ti.
vivrò per te Viviré para ti.
per te morrò! Por ti moriré.

ISABEL ISABEL
Se l'amor ci guidò, Si el amor nos guió, si fue
se a me t'avvicinò, él el que te trajo a mí,
il fe' perchè ci vuol fue porque nos quiere
felici appieno. llenos de felicidad.
(Se oye a lo lejos el tronar de un cañón)

ISABEL ISABEL
Qual rumor!… ¿Y ese ruido?

CARLOS CARLOS
Il cannon echeggiò! ¡Fue el eco de un cañón!

ISABEL ISABEL
Fausto dì! ¡Día venturoso!
Questo è segnal di festa! Es señal de fiesta.

(Las ventanas iluminadas del palacio de Fontainebleau brillan a lo lejos)

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


Sì, lode al ciel, la pace Sí, gracias a Dios, la
è stretta. paz se ha firmado.

ISABEL ISABEL
Qual baglior!… ¡Qué resplandor!
E il castell che Es el castillo
risplende così. el que resplandece así.

- 66 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Sparia l'orror della foresta; Terminó el miedo al bosque.
tutto è gioia, splendor,… Todo es alegría, esplendor.

ISABEL ISABEL
O ciel! ¡Oh, cielos!

CARLOS CARLOS
…tutto è delizia, Todo es delicia y
amor! amor.

ISABEL ISABEL
O ciel! ¡Oh, cielos!

CARLOS CARLOS
Il ciel ci vegga alfin… El cielo nos verá al fin…

ISABEL ISABEL
Il ciel ci vegga alfin… El ciello no verá al fin…

CARLOS CARLOS
…uniti core a cor… …unidos corazón a corazón…

ISABEL ISABEL
…uniti core a cor… …unidos corazón a corazón…

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL


…nell'imeneo che Dio ci …en el matrimonio que
appresta, ecc. Dios nos depara.

CARLOS CARLOS
Ah! non temer, No temas,
ritorna in te. vuelve en ti.

- 67 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


Ah! ¡Ah!

ISABEL ISABEL
Se tremo ancor Si aún tiemblo no es por
terror non è, miedo, pues he vuelto a nacer
rinata son! Mi alma ha sucumbido
A voluttà nuova per me a una nueva voluntad.
è l'alma abbandonata.

CARLOS CARLOS
Ah!, non temer, No temas,
ritorna in te, vuelve en ti,
o dolce mio tesor! tesoro mío. Alza hasta mí
Angel d'amor leva su me tu amada pupila,
la tua pupilla amata! amor mío.

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


Rinnovelliam, ebbri d'amor, Renovemos, ebrios de amor,
il giuro che ci univa; el juramento que nos unió:
lo disse il labbro, lo dicen nuestros labios,
il ciel l'udiva, el cielo fue testigo y nació
lo fece il cor! de nuestros corazones.

ESCENA QUINTA
Tebaldo entra con otros pajes portando antorchas. Los pajes quedan al fondo. Tebaldo avanza solo
hacia Isabel. Se postra ante ella y besa el borde de su vestido.

TEBALDO TEBALDO
Al fedel ch'ora viene, Concededle un favor a
o signora, un messaggio vuestro siervo fiel, que
felice a recar, ahora se os acerca con un
accordate un favor; mensaje feliz: tenedme
di serbarmi con voi siempre cerca de vos para
nè mai lasciarvi più. no dejaros jamas.

- 68 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

(Isabel indica a Tebaldo que se levante)

ISABEL ISABEL
Sia pur! ¡Así sea!

TEBALDO TEBALDO
Regina, vi saluto, Os saludo como Reina,
sposa a Filippo re. esposa del rey Felipe.

ISABEL ISABEL
No, no! sono all'Infante No, no. Mi padre me
dal padre fidanzata. prometió al Infante.

TEBALDO TEBALDO
Al monarca spagnuol Enrique os ha destinado
v'ha Enrico destinata. al monarca español.
Siete regina. ¡Sois Reina!

ISABEL ISABEL
Ahimè! ¡Dios mío!

CARLOS CARLOS
Nel cor mi corse un gel! Siento helárseme el corazón
L'abisso s'apre a me Un abismo se abre ante mí.
e tu lo soffri, ¡Y tú lo soportas,
o Ciel! Cielo santo!

ISABEL ISABEL
L'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.
Contro la sorte spietata Habría sido menos doloroso
crudo fia meno il pugnar… luchar contra una suerte despiadada…

CARLOS CARLOS
L'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.

- 69 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

M'era la vita beata, Antes mi vida era feliz y


cruda, funesta ora m'appar. ahora me parece funesta.

ISABEL ISABEL
…fia men crudo il pugnar. …mucho menos doloroso.
L'ora fatale è… Ha sonado la hora fatal.
…già suonata!… Hubiera preferido desafiar
…Per sottrarmi a tanta pena, a la muerte para sustraerme
per fuggir la rea catena, a tanto pesar y huir de tan
fin la morte io vo' sfidar! cruel cadena.

CARLOS CARLOS
Di dolor di quest'alma è piena, Mi alma está colmada de
ah!, dovrò la mia catena, pena y dolor. Tendré que
in eterno dovrò la mia catena, arrastrar eternamente mi
dovrò in eterno trascinar! pesada cadena.

DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE, DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE,


PUEBLO PUEBLO
Inni di festa lieti ¡Cantad felices himnos
echeggiate, e salutate festivos y saludad
il lieto dì. contentos al nuevo día! La
La pace appresta paz nos dará tiempos
felici istanti; felices. El Cielo unió dos
due cori amanti corazones amantes. Gloria
il Cielo unì! y honor a la más bella, a
Gloria ed onore alla più bella, aquella que mañana
onor a quella entregará su mano al Rey
che dee doman de España
assisa in soglio y se sentará
gentil compagna con él en el trono.
al re di Spagna dar la sua man!

ISABEL ISABEL
Tutto sparve! ¡Todo se ha desvanecido!

- 70 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Sorte ingrata! ¡Destino ingrato!

ISABEL ISABEL
Al dolor son condannata! ¡Estoy condenada al dolor!

CARLOS CARLOS
Spariva il sogno d'or… El sueño dorado terminó…

ISABEL ISABEL
…svaniva, svaniva,
svaniva… …se desvaneció…

CARLOS CARLOS
…svanì, svanì, ah!, …se desvaneció
svanì dal cor! del corazón.

ISABEL ISABEL
…dal mio cor! Ah! …de mi corazón.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Inni di festa lieti echeggiate, ¡Cantad felices himnos
e salutate… festivos, y saludad…!

ISABEL ISABEL
L'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.
Contro la sorte spietata Hubiera sido menos doloroso
crudo fia meno il pugnar… luchar contra…

CARLOS CARLOS
L'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.
M'era la vita beata, Antes la vida me era feliz
cruda, funesta ora m'appar. y ahora me parece funesta.

- 71 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Inni di festa lieti
echeggiate, ¡Cantad himnos felices de
e salutate… fiesta, y saludad…!

CARLOS CARLOS
Tutto finì! ¡Todo ha terminado!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Inni di festa lieti echeggiate, Cantad himnos de fiesta y
e salutate… saludad…

ISABEL ISABEL
Ahimè! ¡Ay de mí!

CARLOS CARLOS
Tutto finì! ¡Todo ha terminado!

ISABEL ISABEL
Ahimè! ¡Ay de mí!

CARLOS CARLOS
Al più crudel Nuestras almas están
dolor nostr'alma condenadas al más
è condannata, cruel dolor. Terminó
tanto amor ora finì! tan grande amor.

ISABEL ISABEL
Ahimè!, ¡Ay de mí! Nuestras almas
nostr'alma è condannata! están condenadas. Nunca más
Non troverem mai più encontraremos tanto amor
tanto amor, tanto ben! ni tanta ventura.

- 72 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Inni di festa lieti echeggiate, Cantad himnos de fiesta,
e salutate… y saludad…

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMA


Il glorioso re di Francia, El glorioso rey de Francia,
il grande Enrico, el gran Enrique, quiere
al monarca di Spagna entregar la mano de su hija
e dell'India vuol dar Isabel al monarca de España
la man d'Isabella y de las Indias.
sua figliuola. Este vínculo
Questo vincol sarà será el sello de la amistad.
suggello d'amistà. Pero Felipe os deja decidir
Ma Filippo lasciarvi con entera libertad.
libertade vuol intera; ¿Aceptáis la mano
gradite voi la man de mi Rey
del mio re… que espera ansioso
che la spera? vuestra respuesta?

MUJERES MUJERES
Accettate Isabella, la man Aceptad, Isabel, la mano
che v'offre il re; que os ofrece el Rey.
Pietà! pietà!… La pace ¡Apiadaos! Al fin
avrem alfin! tendremos la paz.
Pietà di noi! ¡Apiadaos de nosotros!

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMA


Che rispondete? ¿Qué respondéis?

ISABEL ISABEL
(con voz desfallecida)
Sì! ¡Sí!

CABALLEROS CABALLEROS
Vi benedica,… ¡Que Dios os bendiga…

- 73 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
(para sí)
E la angoscia suprema! Es una angustia suprema.

CARLOS CARLOS
Mi sento morir. Me siento morir.

ISABEL ISABEL
E la sorte crudel! El destino es cruel.

CARLOS CARLOS
Mi sento morir. Me siento morir.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


…vi benedica, …que Dios
Iddio dal ciel! os bendiga!
La sorte amica ¡Que os sea propicio
vi sia… el destino!
…fedel, vi sia fedel! ¡Que os sea propicio!

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


E la angoscia suprema! ¡Es una suprema agonía!
Ah!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Inni di festa lieti echeggiate, ¡Cantad himnos de fiesta!,
e salutate… y saludad….

CARLOS CARLOS
O dolor! ¡Oh, dolor!

ISABEL ISABEL
O martir! ¡Oh, martirio!

- 74 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
O dolor! ¡Oh, dolor!

ISABEL ISABEL
O dolor! ¡Oh, dolor!

CARLOS CARLOS
Non v'ha duol… No hay dolor…

ISABEL ISABEL
O martir! ¡Oh, martirio!

CARLOS CARLOS
…più crudel! …más cruel!

ISABEL ISABEL
O dolor! ¡Oh, dolor!

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL


Nostr'alme condannate, Nuestras almas condenadas
condannate, no volverán a encontrar,
non troveran, no, no, nunca más,
mai più, no, tanto amor.
tanto amor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Regina Ispana, gloria, onor! ¡Gloria y honor a la Reina
Gloria, regina, gloria, onor! de España! ¡Gloria y honor!

CARLOS CARLOS
A sì crudel dolor… A tan cruel dolor…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Gloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

- 75 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Qual dolor! ¡Qué dolor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Gloria, onor! ¡Gloria, honor!

CARLOS CARLOS
Quest'alma è condannata! …han condenado a mi alma.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Gloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

ISABEL ISABEL
Qual martir! ¡Qué martirio!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Gloria, onor! ¡Gloria, honor!

CARLOS CARLOS
Non troverem mai più… ¡Nunca más encontraremos…

DAMAS, MUJERES DAMAS, MUJERES


Gloria, onor! ¡Gloria, honor!

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


…no, non troverem mai più, …no, nunca más encontraremos
mai più tanto amor! tanto amor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO


Gloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE,


PUEBLO PUEBLO
Gloria, regina, gloria, onor! ¡Gloria y honor!
Gloria, gloria, onor! ¡Gloria, loor a la Reina!

- 76 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Ahimè! Ahimè! ¡Ay de mí!

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE,


PUEBLO PUEBLO
Gloria, onor! ¡Gloria, honor!
Inni di festa… Cantemos himnos de fiesta

CARLOS CARLOS
L'ora fatale è suonata! ¡Ha sonado la hora fatal!
M'era la vita beata, La vida me sonreía; ahora
cruda, funesta ora m'appar. me parece amarga y fea.

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE,


PUEBLO PUEBLO
Inni di festa lieti
echeggiate, Cantad himnos de fiesta,
e salutate… y saludad…

Isabel, conducida por el conde de Lerma, entra en la litera. Carlos queda solo, desconsolado, con
la cabeza entre las manos, apoyado en la roca donde descansara antes Isabel. El cortejo se pone en
camino y se aleja entre gritos de alegría.

CARLOS CARLOS
Sparì un sogno così bel! ¡Se desvaneció un hermoso
O destin fatal, sueño! ¡Oh, destino fatal!
o destin crudel! ¡Oh, destino cruel!

FINAL DEL PRIMER ACTO

- 77 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

SEGUNDO ACTO

PRIMERA PARTE EL CONVENTO DE SAN GIUSTO


Estamos en el claustro del convento de San Giusto, con altos cipreses en el jardín. A la derecha hay
una capilla iluminada. A través de una reja dorada se ve la tumba de Carlos I de España, el empe-
rador Carlos V. A la izquierda queda una puerta que da al exterior. Al fondo se encuentra la puerta
interna del claustro. Amanece.

ESCENA PRIMERA
Un coro de frailes reza en la capilla. En escena, un fraile está postrado ante la tumba de Carlos I y
reza en voz baja.

MONJES MONJES
Carlo il sommo imperatore Carlos, el más grande
non è più che muta cener', emperador, no es más que
del celeste suo Fattore muda ceniza. A los pies del
l'alma altera Supremo Hacedor tiembla
or trema al pie'. su alma orgullosa.

FRAILE FRAILE
Ei voleva regnare sul mondo Él quería reinar todo el
obliando Colui che nel ciel mundo olvidando a Aquel que
segna agli astri en el Cielo marca el recto
il camino fedel. camino de los astros.
L'orgoglio immenso fu, Inmenso fue su orgullo,
fu l'error suo profondo! profundo su error.

MONJES MONJES
Carlo il sommo imperatore… Carlos, el mas grande…

FRAILE FRAILE
Grand'è Dio sol, Sólo Dios es Grande y,
e s'Ei lo vuole si Él lo quiere, es capaz de

- 78 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

fa tremar la terra ed il ciel. hacer temblar la tierra y


Ah! el cielo.
Misericorde Iddio… ¡Ah! Dios misericordioso…

MONJES MONJES
Carlo il sommo imperatore… Carlos, el más grande…

FRAILE FRAILE
…pietoso al peccator… …apiádate del pecador…

MONJES MONJES
…non è più che …emperador, no es más que
muta cener', muda ceniza…

FRAILE FRAILE
…allo spirto… …y de su aflicción…

MONJES MONJES
Signor! ¡Señor!

FRAILE FRAILE
…addolorato… …compungido…

MONJES MONJES
…signor! …¡Señor!

FRAILE FRAILE
…dà la requie… …dale la paz…
ed il perdon y el perdón
che discendono dal ciel. que desciende del Cielo.

MONJES MONJES
…il tuo furor non piombi, …que tu furor no caiga sobre
non piombi sul suo cor! su corazón.

- 79 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FRAILE, MONJES FRAILE, MONJES


Grande è Dio sol, ¡Sólo Dios es Grande!
è grande Dio sol, ¡Sólo Él es Grande!
è grande Ei sol!

ESCENA SEGUNDA
Amanece lentamnete. Carlos, pálido y demudado, deambula por el claustro. Se detiene a escuchar y
se descubre. Se oye el tañido de una campana. El coro de frailes sale de la capilla, atraviesa la es-
cena y se pierde en los corredores del claustro. El monje solitario continúa en escena.

CARLOS CARLOS
Al chiostro di San Giusto En el monasterio de san
ove finì la vita Justo, donde terminó sus
l'avo mio Carlo Quinto, días mi abuelo Carlos V,
stanco di gloria e onor, cansado de gloria y
la pace cerco invan honores, busco en vano
che tanto ambisce il cor. la paz que tanto anhela
Di lei che mi corazón. La imagen de
m'han rapita aquélla que me robaron
l'immago erra con me deambula conmigo en
del chiostro nell'orror. el horror de este claustro.

FRAILE FRAILE
(levantándose y acercándose a don Carlos)
Il duolo della terra, La angustia terrenal nos
nel chiostro ancor persigue incluso en el
c'insegue; del core claustro; la pugna del
sol la guerra corazón sólo se calmará
in ciel si calmerà. en el Cielo.

(La campana tañe nuevamente; el fraile se aleja, lento y grave, pasando ante Carlos. Este retrocede
espantado)

CARLOS CARLOS
La sua voce!… Su voz…

- 80 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Il cor mi trema… Me tiembla el corazón…


Mi pareva…qual terror! Me pareció… ¡qué horror!
veder l'Imperator, ver al Emperador entre las
che nelle lane prendas frailunas
il serto asconde con su corona oculta
e la lorica d'or. y su cetro de oro.
E voce che nel chiostro ¡Hay quien dice que se
appaia ancor! aparece en el claustro!

FRAILE FRAILE
(desde el interior, la voz cada vez más lejana)
Del cuore la guerra in ciel La pugna del corazón sólo
si calmerà. en el Cielo se calmará.

CARLOS CARLOS
Questa voce; il cor trema! ¡Esa voz! ¡Santo Cielo!
O terror! O terror! ¡Oh, terror!

ESCENA TERCERA

RODRIGO RODRIGO
(entrando)
E lui! desso! l'Infante! Es él… el Infante.

CARLOS CARLOS
O mio Rodrigo! ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO RODRIGO
Altezza! ¡Alteza!

CARLOS CARLOS
Sei tu ch'io ¿Eres tú el
stringo al seno? que yo abrazo?

- 81 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
O mio prence, signor! ¡Oh, mi príncipe, señor!

CARLOS CARLOS
E il ciel che a me t'invia El Cielo te envía para
nel mio dolor, sofocar mi dolor,

RODRIGO RODRIGO
O amato prence! ¡Oh, amado príncipe!

CARLOS CARLOS
angiol consolator! ángel consolador.

RODRIGO RODRIGO
L'ora suonò; La hora ha llegado.
ti chiama il popolo fiammingo! El pueblo flamenco te llama.
Socorrer tu lo dêi; Tú debes socorrerlo, te han
ti fa suo salvator! nombrado su salvador.
Ma che vid'io! Quale pallor, Pero, qué veo: esa palidez,
qual pena! esa pena… Un destello de dolor
Un lampo di dolor sul ciglio brilló en tus ojos.
tuo balena! ¡Qué callas!
Muto sei tu! Sospiri! ¡Suspiras!
Hai tristo il cor! Tienes el corazón
Carlo mio, con me, entristecido. Carlos,
dividi il tuo pianto, comparte conmigo tu llanto
il tuo dolor. y tu dolor.

CARLOS CARLOS
Mio salvator, mio fratel, Mi salvador, hermano mío,
mio fedele, lascia ch'io pianga déjame que llore entre tus
in seno a te! brazos.

RODRIGO RODRIGO
Versami in cor Confíame tu cruel

- 82 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

il tuo strazio crudele, amargor. ¡Que tu alma


l'anima tua non sia schiusa no se cierre a mí!
per me! Parla! ¡Cuéntame!

CARLOS CARLOS
Lo vuoi tu? ¿Lo quieres saber? Escucha
La mia sventura apprendi, mi desventura, que atravesó
e qual orrendo stral mi corazón con un dardo
il mio cor trapassò! envenenado.
Amo… d'un colpevol amor… Amo… con un amor ilícito
Elisabetta! a Isabel.

RODRIGO RODRIGO
Tua madre! ¡Es tu madre!
Giusto ciel! ¡Santo Cielo!

CARLOS CARLOS
Qual pallor! ¡Empalideces! Clavas tu
Lo sguardo chini al suol! mirada en el suelo.
Tristo me! tu stesso, tu stesso, ¡Triste de mí! Tú mismo
mio Rodrigo, t'allontani da me? te alejas de mí.

RODRIGO RODRIGO
No, Rodrigo ancor t'ama! No, Rodrigo aún te ama.
Io tel posso giurar. Te lo juro. Si tú sufres,
Tu soffri? Tu soffri? el Universo entero no
già per me l'universo dispar. significa nada para mí.

CARLOS CARLOS
O mio Rodrigo. ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO RODRIGO
Mio prence! ¡Mi príncipe!
Questo arcano dal Re, ¿Sabe el Rey
non fu sorpreso ancora? vuestro secreto?

- 83 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
No! ¡No!

RODRIGO RODRIGO
Ottien dunque da lui Entonces obtén de él
di partir per la Fiandra. permiso para ir a Flandes.
Taccia il tuo cor: Haz callar a tu corazón;
degna di te opra farai, será una misión digna de
apprendi omai in mezzo ti, aprende a ser un rey
a gente opressa, digno entre un pueblo
a divenir un Re! oprimido.

CARLOS CARLOS
Ti seguirò, fratello. Te seguiré, hermano.
(Se oye una campana)

RODRIGO RODRIGO
Ascolta! ¡Escucha!
Le porte dell'asil s'apron gia: La puertas se abren
qui verrano Filippo para que salgan Felipe
e la Regina. y la Reina.

CARLOS CARLOS
Elisabetta! ¡Isabel!

RODRIGO RODRIGO
Rinfranca accanto a me Conforta junto a mí tu
lo spirto che vacilla, espíritu vacilante. Tu
serena ancora, la stella tua buena estrella brilla ahora
nei cieli brilla! serena en el cielo. Pídele
Domanda al ciel a ella la virtud
dei forti la virtù! de los fuertes.

- 84 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGO


Dio, che nell'anima infondere ¡Oh, Dios! Tú que infundes
amor volesti e speme, amor y esperanza en el alma
dessio nel cor accendere humana, Tú serás el que
tu dêi di libertà; encienda el anhelo de
dessio accendere, accender libertad en el corazón.
nel cor tu dêi di libertà.
Giuramo insiem di vivere Juramos vivir juntos
e di morire insieme. y juntos morir.

RODRIGO RODRIGO
In terra, in ciel, En cielo y tierra

CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGO


…congiungere ci può, …quiera unirnos tu bondad.
ci può la tua bontà.
Ah! ¡Ah!
Dio che nell'anima infondere… ¡Oh, Dios! Tú que infundes…

RODRIGO RODRIGO
Vengon già! ¡Ya llegan!

CARLOS CARLOS
Oh terror! ¡Oh, terror!
Al sol vederla io tremo! ¡Sólo de verla tiemblo!

RODRIGO RODRIGO
Coraggio! ¡Ánimo!

Entran Felipe II e Isabel. Rodrigo se ha alejado de Carlos, que se inclina ante el Rey sombrío y sos-
pechoso. Carlos trata de refrenar su emoción. Isabel se sobresalta al volver a ver a Carlos. El Rey y
la Reina se adelantan y se dirigen hacia la capilla donde está la tumba de Carlos V, ante la cual
Felipe se arrodilla unos instantes con la cabeza descubierta. Luego prosigue su camino junto a Isa-
bel. Se oye cantar a los monjes.

- 85 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

MONJES MONJES
Carlo, il sommo Imperatore… Carlos, el más grande…

CARLOS CARLOS
Ei la fè' sua! ¡Él la hizo suya!

MONJES MONJES
…non è più che muta cener’! …no es más que muda ceniza…

CARLOS CARLOS
Io l'ho perduta! La he perdido…

MONJES MONJES
del celeste suo fattore A los pies del Supremo
l'alma altera or trema… tiembla su alma orgullosa.

CARLOS CARLOS
Io l'ho perduta! ¡La he perdido!
io l'ho perduta! ¡La he perdido!

UN FRAILE UN FRAILE
Ah, la pace, il perdon… Ah, la paz, el perdón…

RODRIGO RODRIGO
Vien presso a me, ¡Ven junto a mí!
presso a me, il tuo cor Junto a mí se fortalecerá
più forte, più forte avrai! tu corazón.

CARLOS CARLOS
Ei sua la fè, Él la hizo suya
io l'ho perduta, ei sua la fè’! y yo la perdí.

CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGO


Vivremo insiem Viviremos y
e morremo insiem! moriremos juntos.

- 86 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sarà l'estremo anelito Nuestro último aliento


sarà, sarà un grido, un grido: será un solo grito:
Libertà! ¡Libertad!
Vivremo insiem! ¡Viviremos juntos!
Morremo insiem! ¡Moriremos juntos!
Grido estremo sarà: Libertà! El último grito será: ¡Libertad!

SEGUNDA PARTE JARDINES DE SAN GIUSTO


Un alegre lugar en las afueras del convento de San Giusto. Una fuente rodeada de asientos de pie-
dra, con naranjos y pinos alrededor. En el horizonte, los montes extremeños. Al fondo, a la derecha,
la puerta del convento. Se llega a ella subiendo unos peldaños.

ESCENA PRIMERA
Las damas de la corte están sentadas alrededor de una fuente. Un paje está afinando una mandoli-
na. Es una calurosa tarde de verano.

CORO DE DAMAS CORO DE DAMAS


Sotto ai folti, immensi abeti, Reposemos protegidos del
che fan d'ombre e di quieti ardiente sol bajo los
mite schermo e a noi ristori, frondosos e inmensos abetos
dien i rezzi ai vivi ardori, que nos dan su sombra, y que
che su noi dardeggia il ciel… nos refresque la brisa…

TEBALDO TEBALDO
Di mille fior si copre il suolo, El suelo se cubre de flores
dei pini s'ode il susurrar, se oye el susurrar de los
e sotto l'ombra aprir il vol pinos, y bajo su sombra es
qui l'usignuol más dichoso el ruiseñor
più lieto par. cuando alza el vuelo.

DAMAS DAMAS
Bello è udire in fra le piante Es hermoso oír la cantarina
mormorar la fonte amante, fuente, derramando su

- 87 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

stilla a stilla i suoi dolor! llanto gota a gota. Y cuanto


E se il sole è più cocente, más ardiente es el sol, más
l'ore far del dì men lente lentas parecen pasar las
in fra l'ombra e horas del día entre sombras
in mezzo ai fior… y entre flores…

ÉBOLI ÉBOLI
Tra queste mura pie la Regina Sólo la Reina de España
di Spagna può sola penetrar. puede atravesar esas
Volete voi, mie compagne, murallas. Queridas amigas,
già che le stelle in ciel ¿querrían cantar una
spuntate ancor non son: canción conmigo, ahora que
cantar qualche canzon? todavía luce el sol?

DAMAS DAMAS
Seguir vogliam il tuo capriccio; Seguiremos vuestro deseo,
o principessa, attente udrem. si lo deseáis. Estamos atentas.

ÉBOLI ÉBOLI
(a Tebaldo)
A me recate la mandolina; Pasadme la mandolina.
e cantiam tutte insiem, Cantemos juntas la canción
cantiam la canzon saracina, sarracena,
quella del Velo, esa del velo,
propizia all'amor. Cantiam! tan propicia al amor. Cantemos.

DAMAS DAMAS
Cantiam! ¡Cantemos!

LA CANCIÓN DEL VELO


ÉBOLI ÉBOLI
Nel giardin del bello En el jardín del bello
saracin ostello, palacio sarraceno, entre
all'olezzo, al rezzo aromas y perfumes de
degli allôr, dei fior laureles y de flores,

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

una bell 'almea, una hermosa dama


tutta chiusa in vel, escondida por un velo
contemplar parea parecía contemplar
una stella in ciel. una estrella en el cielo.
Mohammed, Re moro, Mohammed, el Rey moro,
al giardin se'n va hasta el jardín descendió
dice a lei: y a la bella le dijo:
“T'adoro, o gentil beltà! “Te adoro, graciosa beldad;
Vien, a sè t'invita ven, el Rey te invita a
per regnare il Re: reinar con él.
la Regina ambita La Reina ya
non è più da me”. no es deseada por mí”.
Ah! ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO ÉBOLI, TEBALDO


Ah! ¡Ah!
Tessete i veli vaghe donzelle, Tejed el velo, lindas
mentre è nei cieli doncellas mientras luce en
l'astro maggior el cielo el astro mayor
chè sono i veli que, cuando brillen las
al brillar delle stelle estrellas, los velos serán
più cari all'amor. más gratos al amor.

DAMAS DAMAS
Tesseti i veli… Tejed el velo…

ÉBOLI ÉBOLI
“Ma discerno appena, “Pero apenas vislumbro
(chiaro il ciel non è), (el cielo no está claro)
i capelli belli, los hermosos cabellos,
la man breve, il piè. la mano pequeña, apenas el
Deh! solleva il velo pie. Levanta el velo que te
che t'asconde a me; oculta a mí.
esser come il cielo Debes ser como el cielo
senza vel tu dè. sin tu velo.

- 89 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Se il tuo cor vorrai Si quisieras entregarme


a me dare in don, tu corazón yo te daría mi
il mio trono avrai, trono, ya que soy el Rey”.
chè sovrano io son”. “¿Eso deseas? Inclínate
“Tu lo vuoi? t'inchina, que yo te satisfaré”.
appagar ti vo'”. Y al levantar el velo
“Allah! La Regina!” “¡Por Alá! ¡La Reina!”
Mohammed sclamò. Ah! Mohammed exclamó. ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO ÉBOLI, TEBALDO


Ah, tessete i veli… Tejed el velo…

ÉBOLI, DAMAS ÉBOLI, DAMAS


Ah, tessete i veli… Tejed el velo…
(Entra Isabel procedente del claustro)

DAMAS DAMAS
La Regina! ¡La Reina!

ÉBOLI ÉBOLI
(para sí)
Un'arcana mestizia Una secreta tristeza
sul suo core pesa ognora. pesa sobre su corazón.

ISABEL ISABEL
Una canzon qui lieta risuonò. Una alegre canción oí aquí.
(para sí)
Ahimè! sparirò i dì ¡Ay de mí! Se han marchado
che lieto era il mio cor! aquellos días felices.

ESCENA TERCERA
Rodrigo aparece por el fondo. Tebaldo se adelanta hasta él, le habla un momento en voz baja y lue-
go regresa hasta donde está la Reina.

- 90 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TEBALDO TEBALDO
Il marchese di Posa, El marqués de Posa,
Grande di Spagna! Grande de España.

RODRIGO RODRIGO
Signora! Señora,
Per Vostra Maestà, vuestra augusta madre me
l'augusta madre un foglio entregó en París un folio
mi confidò in Parigi. para vuestra majestad.
(Le da la carta y, disimuladamente, le entrega otro papel diciendo en voz baja)
Leggete, in nome della Leedlo, en nombre
grazia eterna. de la Gracia Eterna.
(Alza la voz para que todos le oigan, como si siguiera la conversación acerca de la carta de su
madre)
Ecco il regal suggel, He aquí el sello real:
i fiordalisi d’ôr. la flor de lis de oro.
(Isabel permanece confusa unos momentos, inmóvil, mientras Rodrigo, para distraer la atención, se
acerca a la princesa de Éboli)

ÉBOLI ÉBOLI
(a Rodrigo)
Che mai si fa ne suolo francese Y, ¿qué acontece en Francia
così gentil, così cortese? siempre tan gentil y cortés?

RODRIGO RODRIGO
D'un gran torneo si parla già, Se habla de un torneo en
e del torneo il Re sarà. que el Rey tomará parte.

ISABEL ISABEL
(aparte)
Ah! non ardisco… ¡Ah!, no me atrevo…

ÉBOLI ÉBOLI
Son le francesi gentili… ¿Son tan amables las francesas…

- 91 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
…aprirlo ancor; …a abrirlo; si lo hago
se il fo, tradisco del traicionaré el honor
Re l'onor del Rey.

ÉBOLI ÉBOLI
…tanto, e d'eleganza …y tan elegantes y
di grazia han vanto. graciosas como presumen?

RODRIGO RODRIGO
In voi brillar… Sólo se verá brillar…

ISABEL ISABEL
Ah! perchè tremo!… ¿Por qué tiemblo?…

RODRIGO RODRIGO
…sol si vedrà …la gracia si está junto
la grazia imsieme alla beltà. a vuestra belleza.

ÉBOLI ÉBOLI
E mai ver… ¿Y es cierto…

ISABEL ISABEL
…Questa alma è pura, ¡Esta alma es pura,
è pura ancora… es pura!

ÉBOLI ÉBOLI
…che alle feste regali …que en la fiestas
le francesi… cortesanas las damas son
…hanno tali beltà tan bellas que sólo tienen
che solo in ciel trovan rivali? rival en el Cielo?

ISABEL ISABEL
Dio mi legge… Dios me lee..

- 92 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
La più bella mancar… Pero les faltará…

ÉBOLI ÉBOLI
Dite è ver? Decidme, ¿es verdad?

ISABEL ISABEL
…in cor! …el corazón.

RODRIGO RODRIGO
…lor potrá. …la más bella de todas.

ÉBOLI ÉBOLI
Nei balli a corte, pei En los bailes de la Corte,
nostri manti la seta ¿son elegantes nuestros
e l'or sono eleganti? mantos de oro y seda?

(Isabel, resoluta, abre la nota con manos temblorosas y lee)

ISABEL ISABEL
«Per la memoria che ci lega, «Por el recuerdo que nos
in nome d'un passato a me une, y en nombre de un
caro, v'affidate… pasado tan querido,os ruego
…a costui, ven prego…» que confiéis en el portador».

RODRIGO RODRIGO
Tutto sta ben… Todo está bien…

ISABEL ISABEL
“…Carlo.” «…Carlos»

RODRIGO RODRIGO
…allor che s'ha …cuando se tiene
la vostra grazia e la beltà. vuestra gracia y belleza.

- 93 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
(volviéndose hacia Rodrigo)
Grata io son. Os estoy agradecida.
Un favor chiedete Pedid un favor
alla Regina a vuestra Reina.

RODRIGO RODRIGO
Accetto, e non per me. Acepto, pero no para mí.

ISABEL ISABEL
(para sí)
Io mi sostengo appena! Apenas me puedo sostener.

ÉBOLI ÉBOLI
Chi più degno di voi può ¿Quién es más digno que vos
sue brame veder appagate? para ver sus deseos satisfechos?

ISABEL ISABEL
Oh, terror! ¡Oh, terror!

ÉBOLI ÉBOLI
Ditelo, chi? Decid, ¿quién?

ISABEL ISABEL
Chi mai? ¿Quién es?

RODRIGO RODRIGO
Carlo ch'è sol il nostro Carlos, a quien amamos, vive
amore vive nel duol su questo apesadumbrado, y nadie sabe
suol, e nessun sa quanto dolore cuánto dolor sufre su
del suo bel cor fa vizzo il fior. corazón. Aquél que gime
In voi la speme è di chi geme. confía en vos, para que le
S'abbia la pace ed il vigor; deis la paz y el vigor
dato gli sia che vi riveda; suficiente. Concededle que

- 94 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

se tornerà, se tornerà, os vuelva a ver. Si él


salvo sarà. puede regresar, será salvo.

ÉBOLI ÉBOLI
(aparte)
Un dì che presso Un día que estaba cerca de
a sua madre mi stava, la Reina vi a Carlos
vidi Carlo tremar… estremecerse… ¿Pudo ser por
Amor avria, avria per me? amor, por amor a mí?

ISABEL ISABEL
Crudel destino mio! ¡Qué cruel es el destino conmigo!
rivederlo è morir… Volverlo a ver puede ser mi fin.

ÉBOLI ÉBOLI
Perchè lo cela a me? ¿Por qué él me lo oculta?

ISABEL ISABEL
…e morir! …puede ser mi muerte.

RODRIGO RODRIGO
(a Isabel apremiándola)
Ah! ¡Ah!, Carlos ha encontrado
Carlo del Re suo genitore el corazón de su padre
rinchiuso il cor ognor trovò; cerrado para él. Y aún no
eppur non so chi dell'amore no sé quién puede ser más
saria più degno, merecedor del amor,
ah! inver nol so. de verdad que no lo sé.
Un sol, un solo detto d'amore Una sola palabra de amor hará
sparir il duolo farà dal cor; desaparecer el dolor de su
dato gli sia che vi rideva; corazón. Si os puede ver
se tornerà, salvo sarà. otra vez, será salvo.

- 95 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
Amor… ¿Podría haber amor,
…avria, amor avria per me? amor para mí?

ISABEL ISABEL
Ahimè! Ay, apenas
io mi sostengo appena! me puedo sostener.

RODRIGO RODRIGO
Dato gli sia Permitid que os vuelva a
che vi riveda… ver una vez más…

ÉBOLI ÉBOLI
Perchè… ¿Por qué me lo oculta?
…lo cela, perchè ¿Por qué él quiere
celarlo a me? ocultarlo?

ISABEL ISABEL
Gran Dio. ¡Santo Dios! Volverlo a ver
Rivederlo è morir! sería morir.

RODRIGO RODRIGO
…se tornerà, salvo sarà, …si él os viera una sola
se tornerà Carlo fia salvo. vez más estaría salvado.

ISABEL ISABEL
Va, pronta io son Ve, estoy dispuesta a
il figlio a riveder. volver a ver a mi hijo.

ÉBOLI ÉBOLI
Oserà mai, oserà mai? ¿Se atreverá?
potesse aprirmi, Si pudiera abrirme
aprirmi il cor? su corazón…
(Rodrigo coge la mano de la princesa de Éboli y se alejan del lugar hablando en voz baja)

- 96 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA
Aparece Carlos guiado por Tebaldo. Rodrigo habla quedamente a éste último, que entra en el con-
vento. Carlos se acerca lentamente hasta Isabel y se inclina sin mirarla. Isabel, conteniendo a duras
penas su emoción, ordena a Carlos con un gesto que se acerque. Rodrigo y la princesa de Éboli in-
tercambian señas con las damas de compañía de la reina, se alejan y terminan por perderse entre
los árboles. La condesa de Aremberg y dos damas quedan solas y confusas ante la actitud que de-
ben tomar. Después, lentamente, deciden alejarse.

CARLOS CARLOS
Io vengo a domandar Vengo a solicitar una
grazia alla mia Regina; gracia de mi Reina. Sólo
quella che in cor del Re, ella podrá obtener este
tiene il posto primiero favor para mí, ella que
sola potrà ottener tiene el favor del corazón
queta grazia per me. del Rey. Este ambiente me
Quest'aura m'è fatale, es fatal, me oprime, me
m'oprime, mi tortura, tortura, como el presagio
come il pensier d'una sventura. de una desgracia. Es
Ch'io parta! n'è mestier! necesario que pueda partir.
Andar mi faccia il Re Es imprescindible que el
nelle Fiandre. Rey me deje ir a Flandes.

ISABEL ISABEL
Mio figlio! ¡Hijo mío!

CARLOS CARLOS
(perdiendo el control)
Tal nome no; Ese nombre no; quizá el
ma quel d'altra volta! otro, el de la otra vez…
Infelice! più non reggo! pietà! Infeliz. No puedo más.
soffersi tanto! pietà! Piedad. He sufrido tanto…
Il ciel avaro un giorno El Cielo avaro sólo me
sol mi diè, concedió un día para
poi rapillo a me! después arrebatármelo todo.
(Rodrigo y la princesa de Éboli atraviesan la escena conversando)

- 97 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
(con refrenada emoción)
Prence, se Filippo udire Príncipe, si Felipe quiere
vorrà la mia preghiera, oír mi ruego,
per la Fiandra da lui bien podéis partir
rimessa in vostra man, mañana hacia Flandes.
voi ben potrete partir doman.
(Rodrigo y Éboli han desaparecido. Isabel hace un gesto de despedida a Carlos
y quiere alejarse)

CARLOS CARLOS
Ciel! non un sol, ¡Cielos! Ni una sola
un sol detto, palabra para el infeliz que
pel meschino ch'esul sen va! va al destierro. ¿Por qué
Ah! perchè mai parlar non sento no oigo la piedad en
nel vostro cor la pietà? vuestro corazón cuando me
Ahimè! quest'alma è oppresa, habláis? ¡Ay de mí! Esta
ho in core un gel… alma está oprimida, con el
Insan! Piansi, pregai corazón helado. ¡Insensato!
nel mio delirio, mi volsi Lloré, rogué en mi delirio
a un gelido marmo d'avel! al frío mármol de una tumba.

ISABEL ISABEL
Perchè d'indifferenza ¿Por qué acusas a mi
il core accusar? corazón de indiferencia?
Capir dovreste questo Deberías entender este
nobil silenzio. noble silencio.
Il dover, come un raggio El deber pasó ante mis
al guardo mio brillò; ojos como un rayo.
guidata da quel raggio Guiada por ese rayo
io moverò. así actuaré.
La speme pongo in Dio, Mi esperanza pongo en Dios
nell'innocenza. y en mi inocencia.

- 98 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Perduto ben, mio sol tesor, Amor perdido, tesoro mío,
ah!, tu splendor di mia vita! esplendor de mi vida;
Udir almen ti poss'ancor. que al menos pueda oír tus
Quest'alma ai detti tuoi palabras. Al sonido de tu
schiuder si vede il ciel! voz mi alma ve el cielo abierto.

ISABEL ISABEL
Clemente Iddio, così bel cor, Oh, Dios clemente, acalla
acqueti il suo duol las penas de su noble
nell'obblio, corazón y déjalas morir
o Carlo addio; en el olvido. Carlos,
su questa terra adiós. Creería estar en el cielo
vivendo accanto a te si pudiera vivir contigo
mi crederei nel ciel! en esta tierra.

CARLOS CARLOS
O prodigio! Il mio cor ¡Oh, prodigio! Mi corazón
s'affida, si consola; se colma de esperanza y
il sovvenir del dolor consuelo. El recuerdo de
s'invola, il ciel la pesadumbre desaparece.
pietà sentì El cielo se ha apiadado
di tanto duol. de tanto dolor.
Isabella, al tuo pie' Isabel, moriré, pero de
morir io vo' d'amor. amor, a tus pies.
(Carlos cae desmayado. Isabel, asustada, lo toma en sus brazos)

ISABEL ISABEL
Giusto ciel, la vita ¡Santo Cielo! Se le escapa
già manca nell'occhio la vida por esos ojos
suo che lagrimò. doloridos. Señor, reaviva su
Bontà celeste, deh! noble corazón que tanto ha
tu rinfranca sufrido. Dios mío, el dolor
quel nobil core che si penò. le consume… Entre mis
Ahimè! il dolor l'uccide… brazos veré morir de

- 99 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Tra queste braccia io lo vedrò angustia y de amor


morir d'affano, morir d'amore al hombre que el
colui che il ciel mi destinò! Cielo me destinó.
(Volviendo en sí)

CARLOS CARLOS
Qual voce a me dal ciel ¿Qué voz baja del Cielo
scende a parlar d'amor? para hablarme de amor?
Elisabetta! tu, Isabel, eres tú,
bell'adorata,… mi hermosa amada…

ISABEL ISABEL
O delirio, o terror! ¡Oh, locura! ¡Oh, terror!

CARLOS CARLOS
…assisa accanto a me …sentada junto a mí
come ti vidi un di! como te vi una vez.
Ah! il ciel s'illuminò, Ah, el cielo se iluminó,
la selva rifiori! el bosque floreció.

ISABEL ISABEL
Egli muore!… Se muere… ¡Oh, Cielos!
…O ciel, pietà di me! Apiadaos de mí.
(Isabel se alza)

CARLOS CARLOS
O mio tesor! sei tu… Tesoro mío, tú eres…

ISABEL ISABEL
Gran Dio! ¡Santo Dios!

CARLOS CARLOS
…mio dolce amor! …mi dulce amor.
Sei tu!… Eres tú…

- 100 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Giusto ciel! ¡Justo Cielo!

CARLOS CARLOS
…bell'adorata, sei tu! …mi hermosa amada, eres tú.

ISABEL ISABEL
Ah, giusto cielo! ¡Santo cielo!
giusto cielo! ¡Santo Dios!

CARLOS CARLOS
Alla mia tomba, ¿Por qué quieres sustraerme
al sonno dell'avel de mi tumba, del sueño
sottrarmi perchè vuoi, de la sepultura,
spietato ciel! despiadado cielo?

ISABEL ISABEL
Oh! Carlo! Oh, Carlo! ¡Oh, Carlos! ¡Carlos!

CARLOS CARLOS
Sotto al mio piè Que la tierra se abra
si dischiuda la terra, a mis pies,
il capo mio sia que un rayo me
dal fulmin colpito. abra la cabeza.
Io t'amo, io t'amo, Te amo, Isabel.
io t'amo Elisabetta, El resto del mundo
il mondo è a me sparito, ha desaparecido
sparito a me! para mí.
(Toma a Isabel entre sus brazos y ésta retrocede soltándose violentamente)

ISABEL ISABEL
Compi l'opra, a svenar corri Termina tu obra,
il padre, ed allor ve y mata a tu padre,
del suo sangue macchiato, y después, manchado con
ed allor del suo sangue su sangre, sí, después,

- 101 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

macchiato, all'altar podrás llevar hasta


puoi condurre la… el altar a tu propia
…madre… madre.

CARLO CARLOS
(horrorizado)
Ah! ¡Ah!

ISABEL ISABEL
…ed allor all'altar puoi …y entonces podrás
condurre la madre… conducir a tu madre hasta
Va… va… el altar. Ve… ve…
e svena tuo padre! y mata a tu padre
(Retrocediendo con espanto y huyendo desesperado)

CARLOS CARLOS
O, maledetto io son! ¡Ah, estoy maldito!

ISABEL ISABEL
Ah! Iddio su noi vegliò! ¡El Señor nos vigila!
(Isabel cae de rodillas)
Signor! Signor! ¡Señor! ¡Señor!

ESCENA QUINTA
Tebaldo entra precipitadamente en escena.
TEBALDO TEBALDO
Il Re! ¡El Rey!

Entra Felipe II acompañado por Grandes de España y nobles, entre los cuales se hallan Rodrigo y
la princesa de Éboli.

FELIPE FELIPE
Perchè sola è la Regina? ¿Por qué está sola la Reina?
Non una dama almeno presso ¿Ni siquiera
di voi serbaste? dejasteis una dama a

- 102 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Nota non v'è la legge mia regal? vuestro lado? ¿No conocéis
Quale dama d'onor mi mandato real? ¿Qué dama
esser dovea con voi? de honor debía estar con vos?
(La condesa de Aremberg sale del grupo, temblorosa, y se presenta ante el Rey)

FELIPE FELIPE
Contessa, al nuovo dì Condesa, tan pronto como
in Francia tornerete. amanezca volveréis a Francia.

CORO CORO
Ah! la Regina egli offende! ¡Ah! Él ofende a la Reina.
(La Condesa inclina la cabeza y va a retirarse pero Isabel la detiene afectuosamente.
Entran otras damas)

ISABEL ISABEL
(consolando a la Condesa)
Non pianger, mia compagna, No llores, amiga mía,
non pianger no, mitiga tu dolor.
lenisci il tuo dolor. Has sido desterrada de
Bandita sei di Spagna, España pero no de mi
ma non da questo cor. corazón. Mis primeros días
Con te del viver mio contigo fueron felices.
fu lieta l'alba ancor; Regresa a nuestra tierra
ritorna al suol natio, y contigo irá mi corazón.
ti seguirà il mio cor,ah! ti seguirà il mio cor,
ah! ti seguirà, ti seguirà il mio cor!
(Isabel se quita un anillo que entrega a la Condesa)

ISABEL ISABEL
Ricevi estremo pegno, Tomad este recuerdo, un
un pegno di tutto il mio favor; recuerdo por toda mi
cela l'oltraggio indegno gratitud. Disimula el
onde arrossisco ancor. indigno ultraje del que
Non dir del pianto mio, del crudo mio dolor. todavía me avergüenzo.

- 103 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Ritorna al suol natio… No hables de mis lágrimas


ti seguirà il mio cor! ni de mi dolor.

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS


Spirto gentil e… Espíritu generoso…

FELIPE FELIPE
Come al cospetto… En mi presencia…

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS


…pio, …y piadoso. Deja que se
acqueta il tuo dolor. calme tu dolor. Espíritu
Spirto gentil e pio… generoso y piadoso…

FELIPE FELIPE
…mio infringe un nobil cor! …finge un corazón noble.
Come al sospetto mio… En mi presencia…

ISABEL ISABEL
Ritorna al suol, Regresa a nuestra
al suol natio, a nuestra tierra,
coi voti del cor, con los mejores
del mio cor. deseos de mi corazón
La Reina, llorando, se separa de la condesa de Aremberg y sale apoyada en la princesa de Éboli; el
resto de las damas les siguen. Rodrigo se dispone a partir pero Felipe II le hace una señal para que
se quede.

ESCENA SEXTA

FELIPE FELIPE
Restate! ¡Quedaos!
(Rodrigo se arrodilla; luego se acerca al Rey y se cubre sin muestra alguna de turbación)
Al mio regal cospetto ¿Por qué aún no habéis
perchè d'esser ammesso solicitado audiencia?

- 104 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

voi non chiedeste ancor? Yo sé recompensar


Io so ricompensar a todos mis adictos.
tutti i miei difensor; Vos habéis servido
voi serviste, lo so, fielmente a la
fido alla mia corona. Corona, lo sé.

RODRIGO RODRIGO
Sperar che mai potrei ¿Qué más podría esperar del
dal favore dei Re? favor del Rey? Majestad, ya
Sire, pago son io, la legge estoy recompensado; la ley
è scudo a me. es mi defensa.

FELIPE FELIPE
Amo uno spirto altier. Me gustan los espíritus altivos
L'audacia perdono… Perdono la audacia…
non sempre…! no siempre. Vos dejasteis
Voi lasciaste il mestier el servicio de armas.
della guerra ¿Puede un hombre como vos,
un uomo come voi, soldado de alta estirpe,
soldato d'alta stirpe permanecer inactivo?
inerte può restar?

RODRIGO RODRIGO
Ove alla Spagna Allá donde España necesite
una spada bisogni, una espada, una mano
una vindice man, un custode vengadora, un custodio del
all'onor, bentoso brillerà honor, ahí brillará la mía
la mia di sangue intrisa! reluciente de sangre.

FELIPE FELIPE
Ben lo so… Bien lo sé…
ma per voi Pero, ¿qué puedo
che far poss'io? hacer por vos?

- 105 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
Nulla! No, nulla per me! ¡Nada! No, nada por mí,
Ma per altri… pero por otros…

FELIPE FELIPE
Che vuoi dire? Per altri? ¿Qué decís? ¿Por otros?

RODRIGO RODRIGO
Io parlerò, Sire, Hablaré, majestad,
se grave non v'è! si no os es molesto.

FELIPE FELIPE
Favella! ¡Hablad!

RODRIGO RODRIGO
O, Signor, Majestad, acabo de volver
di fiandra arrivo, de Flandes, tan bello país
quel paese un dì sì bel; no hace mucho, hoy sin luz
d'ogni luce or fatto privo y mudo como una tumba. Los
ispira orror, par muto avel! caminos están llenos de
L'orfanel che non ha loco huérfanos que lloran por su
per le vie piangendo va; suerte. Todo ha sido
tutto struggon ferro e foco, destruido por el fuego, y la
bandita è la pietà! piedad ha sido desterrada.
La riviera che rosseggia Por los ríos parece correr
scorrer sangue al guardo par; sangre y no agua. Estremece
della madre il grido eccheggia el grito de las madres por
pei figliuoli che spirâr. los hijos que no volverán a
Ah! sia benedetto Iddio, ver. Bendito sea el Señor
che narrar lascia a me que me ha permitido
questa cruda agonia contaros esta cruel agonía
perchè sia nota al Re. para que lo sepa el Rey.

FELIPE FELIPE
Col sangue sol potei Sólo con la sangre se puede

- 106 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la pace aver del mondo; lograr la paz del mundo. Mi


il brando mio calcò espada aplastó el orgullo
l'orgoglio ai novator, de los reformadores que
che illudono le genti ilusionan al pueblo con
coi sogni mentitor! sueños falaces…
La morte in questa man La muerte tiene un porvenir
ha un avvenir fecondo. fecundo en esta mano.

RODRIGO RODRIGO
Che! ¿Qué?¿Pensáis que
Voi pensate, seminando morte podéis cosechar algo si la
piantar per gli anni eterni? siembra ha sido la muerte?

FELIPE FELIPE
Volgi un guardo ¡Vuelve tu mirada
alle Spagne! hacia España!
L'artigian cittadin, El artesano en la ciudad,
la plebe alle campagne el labrador en los campos,
a Dio fedel e al Re son fieles a Dios y al Rey
un lamento non ha! sin lamentarse.
La pace istessa io dono Esa misma paz
alle mie Fiandre! le doy yo a Flandes.

RODRIGO RODRIGO
Orrenda, orrenda pace! ¡Una horrenda y terrorífica
la pace è dei sepolcri! paz! ¡La paz de los
O Re! sepulcros! Majestad, que la
non abbia mai Historia nunca tenga que
di voi l'istoria a dir: decir de vos: ¡Él fue
Ei fu Neròn! Nerón! ¿Es esta la paz
Quest'è la pace che voi que queréis dar al mundo?
date al mondo? Es un regalo que despierta
Desta tal don terror, terror. El sacerdote es un
orror profondo! verdugo, un bandido
E un carnefice il prete, cualquier soldado. El

- 107 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

un bandito ogni armier! pueblo gime y muere


Il popol geme e si spegne callando. Vuestro imperio
tacendo, è il vostro imper es un desierto inmenso
deserto, immenso,orrendo, donde todos maldicen, sí,
s'ode ognun a Filippo maledir, maldicen a Felipe.
sì, maledir! Renovad el mundo entero
Come un Dio redentor, como si fuerais un dios
l'orbe inter rinnovate redentor. Alzaos en un
v'ergerte a vol sublime, sublime vuelo sobre la
sovra d'ogn'altro Re! memoria de otros reyes. Con
Per voi si allieti il mondo vos el mundo puede ser más
date la libertà! feliz. ¡Dadle la libertad!

FELIPE FELIPE
Oh! strano sognator! ¡Ah, extraño soñador!
Tu muterai pensier Cambiaríais de parecer si
se il cor dell'uom conoscerai, conocierais el corazón
qual Filippo il conosce. humano como lo conoce
Or non più! vuestro Rey. Ahora… basta.
Ha nulla inteso il Re, El Rey no ha escuchado
non temer, ma ti guarda nada… no temáis. Pero
dal Grande Inquisitore! guardaos del Gran Inquisidor.

RODRIGO RODRIGO
Che! Sire! ¿Cómo? ¡Majestad!

FELIPE FELIPE
Tu resti in mia regal Habéis estado en mi
presencia e nulla ancora presencia y nada
hai domandato al Re? habéis pedido al Rey.
Io voglio averti Deseo que os quedéis
a me d'acccanto! a mi lado.

RODRIGO RODRIGO
Sire! No! No, Majestad.

- 108 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Quel ch'io son Prefiero permanecer


restar io vo'! como hasta ahora.

FELIPE FELIPE
Sei troppo altier! ¡Sois demasiado orgulloso!
Osò lo sguardo tuo penetrar Tu mirada osó penetrar los
il mio soglio. secretos del trono. Sabes
Del capo mio, de la angustia y el dolor
che grava la corona, que me ciñe la corona.
l'angoscia apprendi e il duol! Cuida ahora de mi casa.
Guarda or tu la mia reggia! La ansiedad la rodea,
l'affano la circonda, soy un padre desgraciado,
sgraziato genitor! y aún más triste marido.
sposo più triste ancor!

RODRIGO RODRIGO
Sire, che dite mai? ¿Qué decís, Majestad?

FELIPE FELIPE
La Regina…un sospetto La Reina…una sospecha me
mi turba…mio figlio… tortura… Mi hijo…

RODRIGO RODRIGO
(con ímpetu)
Fiera ha l'alma ¡Su alma es pura
insieme pura! y noble!

FELIPE FELIPE
(con expresión de dolor)
Nulla val sotto al ciel Nada vale bajo el cielo el
il ben ch'ei tolse a me! bien que él me ha robado.
(Rodrigo, asustado, mira a Felipe sin contestar)
Il lor destin affido a te! Te confío sus destinos.
Scruta quei cor, Escruta esos corazones que
che un folle amor trascina. avanzan hacia un amor sin

- 109 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Sempre lecito è a te juicio. Te estará permitido


di scontrar la Regina! acercarte siempre a la
Tu, che sol sei un uom Reina. Tú, que sólo eres un
fra lo stuol uman, hombre, entre esta humana
ripongo il cor nella muchedumbre, en tu lealtad
leal tua man! confía mi corazón.

RODRIGO RODRIGO
(aparte)
Inaspettata aurora Un inesperado amanecer
in ciel appar! despunta en el cielo.

FELIPE FELIPE
In tua man! En tus manos queda.

RODRIGO RODRIGO
S'aprì quel cor Se abrió el corazón
che niun potè scrutar! que nadie logró escrutar.

FELIPE FELIPE
Possa contanto dì Ojalá algún día me pueda
la pace a me tornar! volver la paz.

RODRIGO RODRIGO
Inaspettata aurora Un inesperado amanecer
in ciel appar! despunta en el cielo.

FELIPE FELIPE
Possa in tal dì… Que pueda desde este día…

RODRIGO RODRIGO
Oh! sogno mio divin! ¡Oh, sueño divino!

FELIPE FELIPE
…la pace a me… …volverme la paz…

- 110 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
Oh! sogno mio divin! Oh, sueño maravilloso!

FELIPE FELIPE
…la pace a me… …volverme la paz…

RODRIGO RODRIGO
Oh, gloriosa speme! ¡Oh, gloriosa esperanza!

FELIPE FELIPE
…tornar! …que pueda volver la paz.
(El Rey extiende la mano a Rodrigo que se la besa doblando una rodilla)
Ti guarda dal Grande Inquisitor! Guárdate del Gran
Ti guarda! Inquisidor. ¡Guárdate!
Ti guarda! ¡Guárdate!

RODRIGO RODRIGO
Sire! ¡Majestad!

CAE RÁPIDAMENTE EL TELÓN

FIN DEL SEGUNDO ACTO

- 111 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TERCER ACTO

PRIMERA PARTE JARDINES DE LA REINA


Estamos en los jardines de la Reina en Madrid, un bosquecillo cerrado. Al fondo hay, bajo un arco
de enredaderas, una estatua con una fuente. La noche es clara.

ESCENA PRIMERA

CARLOS CARLOS
“A mezzanotte «A medianoche, en los
ai giardin della Regina jardines de la Reina, bajo
sotto gli allôr della fonte los laureles que están
vicina”. junto a la fuente». Es
E mezzanotte: mi par udir medianoche; me parece oír
il mormorio del vicino fonte… el murmullo de la fuente…
Ebbro d'amor, Mi corazón está ebrio de
ebbro di gioia il core! amor y alegría. Isabel,
Elisabetta, mio ben, amor mío, mi bien,
mio ben, mio tesor, a me vien!… mi tesoro, ven a mí…

ESCENA SEGUNDA
Aparece la princesa de Éboli enmascarada. Carlos la confunde con la Reina.

CARLOS CARLOS
Sei tu, sei tu, bell'adorata, Eres tú, tú eres, mi bella
che appari in mezzo ai fior! amada, que de entre las
Sei tu, sei tu! l'alma beata flores apareces. Eres tú,
già scorda il suo dolor! tú eres, mi alma ya feliz
O tu cagion del mio contento, olvida su dolor. Eres la
tu, parlarti posso almen! razón de mi alegría. Al
O tu cagion del mio tormento, menos puedo hablarte. Eres

- 112 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sei tu, amor mio, la razón de mi tormento,


sei tu, mio ben! amor mío, mi bien.

ÉBOLI ÉBOLI
Un tanto amor è gioia Tan gran amor significa una
a me suprema! dicha suprema para mí.
Amata, amata io son! Soy amada.

CARLOS CARLOS
L'Universo obliam! te sola, Olvidemos el universo
o cara, io bramo! entero, sólo a ti te deseo.
Passato più non ho, No tengo pasado, no pienso
non penso all'avvenir! en el futuro.
Io t'amo! Io t'amo! ¡Te amo! ¡Te amo!

ÉBOLI ÉBOLI
Possa l'amor Que el amor logre
il tuo cor… al mio cor… unir tu corazón al mío.
il tuo cor… sempre unir!

CARLO CARLOS
L'Universo obliam, Olvidemos el universo
la vita e il ciel entero, la vida y el
istesso!… cielo…
…Io t'amo! io t'amo! Yo te amo, ¡te amo!

ÉBOLI ÉBOLI
Oh! gioia suprema! ¡Qué felicidad suprema!

La princesa de Éboli descubre su rostro.

CARLOS CARLOS
Ciel! Non è la Regina! ¡Cielos, no es la Reina!
(Carlos reacciona con sorpresa y desilusión)

- 113 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
Ahimè! qual mai pensiero ¡Ay de mí! ¿Qué pensamiento
vi tien pallido, immoto, maligno os hace palidecer e
e fa gelido il labbro? inmoviliza, y os deja los
Quale spettro si leva fra noi? labios yertos? ¿Qué
Non credete al mio cor, espectro se alza entre
che sol batte per voi? nosotros? ¿No creéis en mi
V'è ignoto forse, ignoto ancora, corazón, que late sólo por
qual fier agguato vos? ¿Acaso ignoráis la
a' piedi vostri sta? emboscada que se os tiende?
Sul vostro capo, ad ora, ad ora En cualquier momento puede
la folgore del ciel caer sobre vuestra cabeza
piombar potrà! la furia del cielo.

CARLOS CARLOS
Deh! Nol credete: ad ora, ad ora No lo creáis: minuto a
più denso vedo delle nubi il vel; minuto más densos veo los
su questo capo lo vego ognora nubarrones. Está próximo el
pronto a scoppiar día en que el cielo
la folgore del ciel! descargue su ira sobre mí.

ÉBOLI ÉBOLI
Udii dal padre, Oí a vuestro padre
da Posa istesso y al marqués de Posa
in tuon sinistro hablar de vos
di voi parlar. en un tono oscuro.

CARLOS CARLOS
Rodrigo! ¡Rodrigo!

ÉBOLI ÉBOLI
Salvarvi poss'io. Yo os puedo salvar.
Io v'amo! ¡Yo os amo!

- 114 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Qual mistero… ¡Qué secreto…
…a me si rivelò! …se me ha revelado!
Qual mistero! ¡Qué misterio!

ÉBOLI ÉBOLI
Salvarvi poss'io, Yo os puedo salvar,
salvarvi poss'io! os puedo salvar.
Io v'amo!… Os amo,
…Ah, Carlo! ¡ah, Carlos!

CARLOS CARLOS
Il vostro inver celeste Tenéis un corazón de ángel
è un core pero el mío debe quedar
ma chiuso il mio restar cerrado a la felicidad.
al gaudio de'! Los dos tuvimos un extraño
Noi facemmo ambedue sueño en esta encantadora
un sogno strano noche, entre el perfume
in notte sì gentil, tra il profumo dei fior. de estas hermosas flores.

ÉBOLI ÉBOLI
Un sogno! o ciel! ¡Un sueño! ¡Cielo santo!
Quelle parole ardenti Vos dijisteis esas
ad altra credeste ardientes palabras pensando
rivolgere illuso. en otra. ¡Qué impenetrable
Qual balen! Qual mister!… misterio!…
Voi la Regina amate! ¡Vos amáis a la Reina!

CARLOS CARLOS
(aterrorizado)
Pietà! ¡Piedad!

- 115 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA TERCERA

RODRIGO RODRIGO
Che disse mai! Egli è deliro, ¡Qué decís! Está delirando.
non merta fe, No podéis creer lo que
demente egli è! dice. Se ha vuelto loco.

ÉBOLI ÉBOLI
Io nel suo cor lessi l'amor He leído el amor
or noto è a me. en su corazón; lo sé.
Ei se perdè. Se ha perdido.

RODRIGO RODRIGO
Che vuoi dir? ¿Qué queréis decir?

ÉBOLI ÉBOLI
Tutto io so! ¡Lo sé todo!

RODRIGO RODRIGO
Che vuoi dir? ¿Que queréis decir?
Sciagurata! ¡Desdichada!
Trema! Io son… ¡Tened cuidado! Yo soy…

ÉBOLI ÉBOLI
L'intimo sei del Re. El favorito del Rey,
Ignoto non è a me. bien lo sé.
Ma una nemica Pero yo soy una enemiga
io son formidabil, possente; formidable, poderosa.
m'è noto il tuo poter Conozco tu poder pero vos
il mio t'è ignoto ancor. ignoráis cual es el mío.

RODRIGO RODRIGO
Che mai pretendi dir? ¿Qué pretendéis insinuar?

- 116 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
Nulla. Nada. En vano
Al mio furor sfuggito invano, huiréis de mi furor. Su
il suo destin è in questa mano. destino está en mis manos.

RODRIGO RODRIGO
Parlar dovete, a noi svelate Debéis hablar y revelarnos
qual mai pensiero vi trasse qui. qué propósito os trajo acá.

ÉBOLI ÉBOLI
Io son la tigre Soy una tigresa
al cor ferita, herida en el corazón y la
alla vendetta ofensa invita a la
l'offessa invita. venganza.

RODRIGO RODRIGO
Su voi del ciel cadrà Sobre vos caerá
il furor, la furia del Cielo,
degli innocenti porque de los inocentes
è il protettor. es el protector.

ÉBOLI ÉBOLI
Il mio furor… No podéis escapar de
sfuggite invano mi furor. Su destino
è il suo destin in questa mano. está en mis manos.
Il mio furor sfuggite, ecc. No podéis escapar…
Ah! voi m'avete in cor ferita, Me habéis herido en el
alla vendetta corazón y la ofensa invita
l'offessa invita, ecc. a la venganza…
Il mio furor su di voi piomberà. Mi cólera caerá sobre vos.

CARLOS CARLOS
Stolto fui! Stolto fui! ¡He sido un tonto!
O destin spietato! ¡Oh, despiadado destino!
D'una madre ho He deshonrado el nombre de

- 117 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

il nome macchiato! una madre. Sólo Dios sabe


Sol Iddio indagar potrà, que este corazón no es
se questo cor colpa non ha. culpable.
Sol Iddio… Sólo Dios sabe….
O destin, oh destin spietato! ¡Oh, despiadado destino!
Ho d'una madre macchiatro l'onor! He deshonrado el honor de
Sol Iddio, ecc. una madre. Sólo Dios sabe…

RODRIGO RODRIGO
Su voi del ciel cadrà Caerá sobre vos la ira del
il furor… Cielo…
Parlate dovete, ecc. Debéis hablar…

ÉBOLI ÉBOLI
Ed io, che tremava Y yo que temblaba en su
al suo aspetto!… presencia… Ella quería
Ella volea -santificado sea este día-
-questa santa novella- libar el placer
di celesti virtù y apurar el cáliz
mascherando il suo cor, del amor
il piacere libar enmascarando su corazón
ed intera la coppa con inmaculada virtud.
vuotar dell'amor. ¡Ah!
Ah! per mia fe!… A fe mía
fu ben ardita! que fue audaz.

RODRIGO RODRIGO
Tu qui morrai! ¡Vas a morir aquí mismo!
(Rodrigo desnuda un puñal. Carlos le retiene el brazo)

CARLOS CARLOS
Rodrigo! ¡Rodrigo!

RODRIGO RODRIGO
Il velen, Esos acusadores labios

- 118 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ancora non stillò aún no han destilado


quel labbro maledetto! todo el veneno.

CARLOS CARLOS
Rodrigo, frena il cor. Rodrigo, frena tu ira.

ÉBOLI ÉBOLI
(a Rodrigo)
Perchè tardi a ferir? ¿Qué esperas para herirme?

RODRIGO RODRIGO
No! ¡No!

ÉBOLI ÉBOLI
Non indugiar ancor! ¡No te demores más!

RODRIGO RODRIGO
No! ¡No!

ÉBOLI ÉBOLI
Perchè tardi? ¿Por qué tardas tanto?

RODRIGO RODRIGO
No, una speme mi resta; Aún me queda una esperanza.
m'ispirerà il Signor. El Señor me inspirará.

ÉBOLI ÉBOLI
Trema per te, falso figliuolo, Teme por ti, hijo traidor,
la mia vendetta arriva già. mi venganza está proxima.
Trema per te, fra poco il suolo, Teme por ti, dentro de poco
sotto il tuo pie' el suelo se abrirá
si schiuderà! bajo tus pies.

- 119 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
Tacere tu dêi; ¡Callaos!
rispeta il duolo,… Respetad el dolor…

CARLOS CARLOS
Tutt'ella sa! Ella lo sabe todo…

RODRIGO RODRIGO
…o un Dio… …o un Dios…

ÉBOLI ÉBOLI
Trema! ¡Tiembla!

RODRIGO RODRIGO
…severo ti punirà! …severo os castigará.

CARLOS CARLOS
Tutt'ella sa! Ella lo sabe todo.

RODRIGO RODRIGO
Tacer tu dêi… Callaos…

ÉBOLI ÉBOLI
Trema! ¡Tiembla!

RODRIGO RODRIGO
…o per te il suolo… …o el suelo…

CARLOS CARLOS
Tremendo duolo! ¡Qué tremenda agonía!

RODRIGO RODRIGO
…sotto il tuo pie' si… …bajo vuestros pies…

- 120 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
…schiuderà, …se abrirá,
sì, tacer tu dêi, Callaos, sí, debéis
sì, tacer tu dêi, guardar silencio
o per te il suol o la tierra
si schiuderà,… os tragará…

ÉBOLI ÉBOLI
Tremar tu dêi, tremar… Debes temerme, temblar…

CARLOS CARLOS
Opresso il cor, forza non ha: No tengo fuerzas con el
tutto ella sa, corazón oprimido. Lo sabe
tutto ella sa! todo. ¡Ella lo sabe todo!

RODRIGO RODRIGO
…o per te il suolo …o el suelo se abrirá
si schiuderà. ante vos.

ÉBOLI ÉBOLI
Trema per te, falso figliuolo, Teme por ti, hijo traidor,
la mia vendetta arriva già. mi venganza se acerca. Teme
Trema per te, fra poco il suolo por ti, dentro de poco el
sotto il tuo pie' si schiuderà! suelo se abrirá a tus pies.
Tremar, tremar, Temer, padecer,
tremar tu dêi, ecc. tú debes temerme…
fra poco il suolo dentro de poco el suelo
sotto il tuo pie' se abrirá bajo tus pies,
si schiuderà, sotto al tuo pie'! se abrirá bajo tus pies.

CARLOS CARLOS
Tutt'ella sa! tremendo duolo! Ella lo sabe todo. Qúe
Oppresso il cor forza non ha. tremendo dolor. Mi oprimido
Tutto ella sa! corazón ha extinguido mis
nè ancora il suolo fuerzas. Ella lo sabe todo.

- 121 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sotto il mio pie' Y ahora el suelo se abrirá


si schiuderà! bajo mis pies.
Ah! questo suolo, ¡Ah, este suelo…
questo suolo si este suelo se abrirá…
schiuderà, ecc. bajo mis pies!
sott'al mio pie'!

RODRIGO RODRIGO
Tacer tu dêi; rispetta il duolo, Debéis callar; respetad el
o un Dio sever ti punirà. dolor o un Dios severo os
Tacer tu de', o per te il suolo castigará. Callaos o será
sotto il tuo pie' si schiuderà! por vos por quien se abrirá
Tacer tu de'; o per te, ecc. la tierra.
Tacer tu de'… ah! trema che Callaos… temblad porque
il suolo sott'il tuo pie' el suelo no se abra a
si schiuderà! vuestros pies.
(La princesa de Éboli les deja furiosa)

ESCENA CUARTA

RODRIGO RODRIGO
Carlo, se mai su te Carlos, si llevas encima
fogli importanti serbi, algún documento importante,
qualche nota, un segreto, cualquier nota, un secreto,
a me affidarli dêi. debéis confiármelos.

CARLOS CARLOS
A te! all'intimo del Re! ¿A ti? ¿Al íntimo del Rey?

RODRIGO RODRIGO
Sospetti tu di me?… di me? ¿Sospechas de mí? ¿De mí?
sospetti di me? ¿Sospechas de mí?

CARLOS CARLOS
No, no; del mio cor No, no; eres la única

- 122 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sei la speranza. esperanza que me resta.


Questo cor che sì t'amò Este corazón que te ha
a te schiudere non può. amado tanto no puede
In te riposi ogni fidanza: sì, cerrarse a ti. En ti puse
questi fogli importanti ti do. toda mi confianza. Toma estos
importantes legajos.

RODRIGO RODRIGO
Carlo, tu puoi… Carlos, puedes confiar en
…tu puoi fidare in me, mí. Puedes tener confianza
puoi fidare in me. en mí.

CARLOS CARLOS
Io m'abbandono a te, En tus manos quedo.
m'abbandono a te. Me entrego por completo.

SEGUNDA PARTE NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA


Una gran plaza delante de la catedral de Nuestra Señora de Atocha. A la derecha, la iglesia, a la
que se llega por una gran escalinata. Al fondo, otra escalinata lleva a una plazuela inferior en me-
dio de la cual se yergue una pira, aún sin encender, de la que se ve la parte superior, es decir, los
mástiles de las futuras hogueras. Grandes palacios y colinas lejanas enmarcan el horizonte. Las
campanas repican a fiesta. La gente, apenas contenida por los alabarderos, invade el escenario.

ESCENA PRIMERA
El pueblo aguarda impaciente en la gran explanada. Luego aparecen los frailes que arrastran a los
condenados.

PUEBLO PUEBLO
Spuntato ecco il dì d'esultanza, ¡Ha llegado el día de
onore, onor al più grande regocijo, honor al más
dei Regi! grande de los Reyes! En él
In esso hanno i popol fidanza, han depositado los pueblos
il mondo è prostrato al suo pie'! su confianza. El mundo se
Il nostro amor postra a sus pies. Nuestra

- 123 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ovunque l'accompagna, devoción le sigue por todas


e questo amor partes, y este amor nunca
giammai non scemerà, no! morirá.
Il nome suo è Su nombre es el orgullo
l'orgoglio della Spagna, de las Españas y debe vivir
e viver deve nell'eternità! por toda la eternidad.
(Los monjes atraviesan toda la escena conduciendo a los condenados por el Santo Oficio)

MONJES MONJES
Il dì spuntò, dì del terrore, ¡Llegó el día, el día
il dì tremendo, il dì feral! terrorífico, el día
Morran, morran! tremendo, el día fatal!
Giusto è il rigore, ¡Morirán, morirán!
giusto gli è il rigor Justo es el rigor
dell'Immortal. del Inmortal.
Ma di perdon voce suprema Pero una voz suprema de
all'anatema succederà, perdón le llegará al
se il peccator all'ora strema pecador que se arrepienta
si pentirà! en el extremo momento.
(El pueblo, silencioso algunos momentos, prosigue luego con sus gritos de júbilo. Los frailes se ale-
jan. Las campanas vuelven a repicar)

PUEBLO PUEBLO
Spuntato è il dì d'esultanza, ¡Ha llegado el día de
onor al più grande dei Re!… regocijo, honor al más
Onor al Re!… grande de los Reyes! Honor
Ei vivrà nell'eternità!… al Rey que vivirá por toda
Onor al Re! la eternidad.

ESCENA SEGUNDA
El cortejo real sale de palacio. Todas las corporaciones del Estado, toda la Corte, los Diputados de
todas las cortes de las Españas, los Grandes de España, salen hacia la iglesia. Rodrigo está en me-
dio de todos ellos; la Reina, entre sus damas. Tebaldo lleva el manto de Isabel. El cortejo se alinea
entre las gradas de la iglesia. La puerta está cerrada. Todos se descubren.

- 124 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

HERALDO REAL HERALDO REAL


Or si schiuda ¡Que se abra ahora
la porta del tempio! la puerta del templo!
O magion del Signor, Oh, casa del Señor,
t'apri ormai! abre tus puertas al fin.
Sacrario venerato, Reverendo Santuario,
a noi rendi il nostro Re! entréganos a nuestro Rey.

TODOS TODOS
Or si schiuda ¡Que se abra ahora
la porta del tempio!… la puerta del templo!
Alfin rendi il nostro Re! Entréganos a nuestro Rey.

ESCENA TERCERA
Al abrirse las puertas de la iglesia se ve a Felipe II en todo su esplendor, con la cabeza coronada,
adelantándose bajo palio en medio de unos frailes. Los señores se arrodillan en su presencia; el
pueblo se postra.

FELIPE FELIPE
Nel posar sul mio Al poner la corona sobre mi
capo la corona, cabeza, pueblo mío, juré
popol', giurai al ciel, al Cielo, que me la dio,
che me la dona, dar muerte a los malvados
dar morte ai rei con el fuego y con
col fuoco e con l'acciar. el acero.

TODOS TODOS
Glora a Filippo! ¡Gloria a Felipe!
gloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

Todos se inclinan silenciosos. Felipe baja las gradas del templo y se dirige hasta Isabel para tomar
su mano y así proseguir su camino hasta la plazuela posterior.

- 125 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA CUARTA
Aparecen de improviso unos Diputados flamencos, vestidos de luto, conducidos por Carlos. Cuando
llegan a los pies de Felipe, caen postrados.

ISABEL ISABEL
Qui Carlo! O ciel! ¿Aquí Carlos? ¡Cielo Santo!

RODRIGO RODRIGO
Qual pensier lo sospinge? ¿Qué intención le empuja?

FELIPE FELIPE
Chi son costor prostrati ¿Quiénes son éstos que
innanzi a me? se postran ante mí?

CARLOS CARLOS
Son messaggier del Brabante Son mensajeros de Brabante
e di Fiandra y de Flandes que tu hijo
ch'il tuo figliuol los envía ante el Rey.
adduce innanci al Re.

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


Sire, sire, Majestad,
no, l'ora strema no, la última hora no ha
ancora non suonò llegado aún para el dolor
per i fiamminghi in duol. de los flamencos.
Tutt'un popolo t'implora, Todo un pueblo os implora,
fa’ che in pianto così haced que no vuelva a gemir
sempre non gema. ni llorar.
Se pietoso il tuo core Si vuestro piadoso corazón
la clemenza e la pace pedía paz y clemencia en el
chiedea nel tempio, templo, tened piedad
pietà di noi ti prenda, de nosotros y salvad
di noi pietà, pietà ti prenda, nuestra tierra,
e salva il nostro suol, oh Rey,

- 126 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

o Re, che avesti vos que habéis recibido


il tuo poter da Dio. vuestro poder de Dios.

FELIPE FELIPE
A Dio voi fosti infidi, Fuisteis infieles a Dios
infidi al vostro Re. y a vuestro Rey.
Son i fiamminghi a me ribelli: Los flamencos se me
guardie, guardie, rebelaron. Guardias,
vadan lontan da me. lleváoslos lejos de mí.

MONJES MONJES
Ah! son costor infidi,… Esos hombres son traidores.

TODOS TODOS
(salvo Felipe y los monjes)
Su di lor stenda il Re Ojalá el Rey les perdonara
la sua mano sovrana. con un simple ademán.

FELIPE FELIPE
A Dio voi foste infidi,… Fuisteis infieles a Dios…

MONJES MONJES
…in Dio, in Dio non ha la fe. No tienen fe en Dios.

TODOS TODOS
(salvo Felipe y los monjes)
Trovi pietà, signor, Extended vuestro perdón a
il fiammingo nel duol. los flamencos en su dolor.

FELIPE FELIPE
…infidi al vostro Re. …infieles a vuestro Rey.

MONJES MONJES
In Dio non ha la fe. No tienen fe en Dios.

- 127 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TODOS TODOS
(salvo Felipe y los monjes)
Trovi pietà, signor,… Extended vuestro perdón…

FELIPE FELIPE
Lungi da me… Fuera de aquí…
…lungi da me… …fuera de mi vista…

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, ISABEL, TEBALDO, CARLOS,


PUEBLO PUEBLO
Pietà! ¡Piedad!

FELIPE FELIPE
…a Dio foste infedeli, Fuisteis infieles a Dios,
al Re foste infedeli, al Rey fuisteis desleales.
vadan lontan, lontan da me. Lleváoslos lejos de mí.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO ISABEL, CARLOS, RODRIGO


Signor, pietà, signor, Señor, piedad, señor,
pietà nel suo apiadaos de su dolor tan
martir presso a morir… próximo a la muerte…

TEBALDO, PUEBLO TEBALDO, PUEBLO


Nel suo martir presso a morir En su martirio tan cercano
ei manda già l'estremo sospir. a la muerte. Apiadaos del
Pietà, pietà del fiammingo pueblo flamenco en su
in duol, pietà, pietà, o signor! aflicción, piedad, señor.

MONJES MONJES
Vedete in lor sol Ved en ellos solamente
dei ribelli! Tutto il rigor a rebeldes. Merecen todo el
mertan del Re! rigor del Rey.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO, ISABEL, CARLOS, RODRIGO,

- 128 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TEBALDO TEBALDO
…ei manda già …ya exhalan su
l'estrmo suo sospir! último suspiro.

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


No, l'ora estrema… No, aún no ha sonado la
…ancora non suonò última hora para los
per i fiamminghi in duol. apesadumbrados flamencos.
Tutt'un popolo t'implora, Todo un pueblo os implora
fa che in pianto così con lágrimas que no lo
sempre non gema; condenéis a la muerte.
pietà di noi ti prenda, Apiadaos de nosotros y
e salva il nostro suol, salvad nuestra patria,
o Re, che avesti vos que recibisteis el
il tuo poter da Dio! poder de Dios.

FELIPE FELIPE
Sono i fiamminghi ¡Los flamencos se me
a me ribelli, rebelaron; son infieles
infideli a Dio, al Re! a Dios, al Rey!

PUEBLO PUEBLO
Ah! pietà, pietà, ¡Ah!, piedad, piedad, señor
signor nel suo martir… en su martirio…
Pietà pel fiammingo Piedad para el entristecido
nel duol… pueblo flamenco…
Ah! pietà, signor! ¡Ah!, piedad, señor.

MONJES MONJES
Ah! son costor infidi, Esos hombres son traidores,
in Dio non ha la fe, no tienen fe en Dios. Ved
vedete in lor sol dei ribelli, en ellos sólo a rebeldes.
tutto il rigor mertan del Re! Merecen el rigor del Rey.

- 129 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, ISABEL, TEBALDO, CARLOS,


RODRIGO RODRIGO
Signor, trovi pietà Señor, apiadaos del apenado
il fiammingo nel duol; pueblo flamenco, en su
nel suo martir martirio, a punto de morir.
presso a morir… Ah, piedad, señor.
Ah! pietà, signor.
(Felipe quiere seguir avanzando. Carlos se lo impide interponiéndose en su camino)

CARLOS CARLOS
Sire! egli è tempo ch'io viva. Majestad. Es hora de que
Stanco son di seguir empiece a vivir. Estoy
una esistenza oscura cansado de llevar una
in questo suol! existencia oscura en esta
Se Dio vuol che il tuo serto tierra. Si es voluntad
questa mia fronte un giorno divina que mi frente ciña
a cinger venga, algún día tu corona,
per la Spagna prepara prepara para España un
un re degno di lei! Rey digno de ella.
Il Brabante e la Fiandra Dame el Brabante y
a me tu dona! Flandes.

FELIPE FELIPE
Insensato! ¡Insensato!
Tu chieder tanto ardisci! ¿Tanto te atreves a pedir?
Tu vuoi ch'io stesso porga Deseas que yo mismo
a te l'acciar che un dì entregue el acero que un
immolerebbe il Re! día sacrificará al Rey.

CARLOS CARLOS
Ah! Dio legge a noi nei cor; Dios nos lee el corazón.
Ei giudicar ci de'. Que sea Él quien nos juzgue

ISABEL ISABEL
Io tremo! ¡Dios mío!

- 130 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
Ei si perdè! ¡Él está perdido!
(Carlos desnuda su espada)

CARLOS CARLOS
Io qui lo giuro al ciel! Lo juro aquí ante el Cielo.
Sarò tuo salvator, Pueblo flamenco, sólo yo
popol fiammingo, seré tu salvador.
io sol! ¡Sólo yo!
(Todos quedan en suspenso salvo Felipe y Carlos)

TODOS TODOS
L'acciar! ¡El acero! ¡Delante del
Innanzi al Re! Rey! ¡El Infante ha
L'Infante è fuor di sè! perdido el juicio!

FELIPE FELIPE
Guardie, disarmato ¡Guardias, desarmadlo!
ei sia. Signor' ¡Señores, defensores de
sostegni del mio trono, mi trono, desarmadlo!
disarmato ei sia!… Pero… ¿cómo?
Ma che? Nessuno? ¿Nadie?

CARLOS CARLOS
Or ben! di voi… ¿Y bien? ¿Cuál de vosotros…

FELIPE FELIPE
Che? ¿Cómo?

CARLOS CARLOS
…chi l'oserà? …osará hacerlo?

FELIPE FELIPE
Nessuno? ¿Nadie?

- 131 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
…a quest'acciar… ¿Quién de vosotros…

FELIPE FELIPE
Nessuno? ¿Nadie?

CARLOS CARLOS
…chi sfuggirà? …podrá huir de mi espada?

FELIPE FELIPE
Disarmato ei sia! ¡Que lo desarmen!

Los grandes de España retroceden. El Rey, furioso, echa mano a la espada del jefe de la guardia
que está próximo a él. Rodrigo se le adelanta y desarma a Carlos.

RODRIGO RODRIGO
A me il ferro. Dadme la espada.

CARLOS CARLOS
O ciel! ¡Oh, cielos!
Tu! ¡Tú!
Rodrigo! ¡Rodrigo!

TODOS TODOS
Egli! Posa! ¡Él! ¡Posa!

ISABEL ISABEL
Ei! ¡Él!

FELIPE FELIPE
Marchese, duca siete. Marqués, os hago duque.
Andiam or alla festa! Vamos ahora a la fiesta.

- 132 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO PUEBLO
Spuntato è il dì d'esultanza, Ha llegado el día de la
onor, onor al Re! alegría, honor, honor al
In esso hanno Rey. En él ha puesto el
il popol fidanza… pueblo su confianza…

MONJES MONJES
Il dì spuntò del terrore! ¡Llegó el día terrorífico!

El Rey se encamina dando la mano a la Reina. La Corte le sigue; van a ocupar sus puestos para
presenciar el Auto de Fe. A lo lejos se ve el resplandor de las llamas.

UNA VOZ CELESTIAL UNA VOZ CELESTIAL


Volate verso il ciel, ¡Volad al Cielo, almas
volate, povere alme, desventuradas,
v'affrettate… preparaos…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


E puoi soffrirlo, o ciel!… Y puedes sufrirlo, Cielo…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL


… a goder… …para gozar…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


… Nè spegni ¡No se extinguirán
quelle fiamme! esas llamas!

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL


…la pace del… …la paz del…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


S'accende En tu nombre se enciende
in nome tuo… la hoguera…

- 133 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL


…Signore! …Señor!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


…quel rogo punitor. …y ese ruego punitivo.

MONJES MONJES
Il dì tremendo,… Llegó el día tremendo…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


E in nome del Signor… En nombre del Señor…

MONJES MONJES
…il dì feral! …el día fatal…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL


Sì,… ¡Sí,…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


…e in nome del Signor… …en nombre del Señor…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL


…la pace! …la paz!

MONJES MONJES
Il dì tremendo, ¡El día tremendo,
il dì feral! el día fatal!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLEMENCOS


…l'accende l'oppressor! …la enciende el opresor.

FELIPE, MONJES FELIPE, MONJES


Gloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

- 134 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO PUEBLO
Gloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS


E tu lo soffri, o ciel! ¡Y Tú lo soportas, Señor!

FELIPE, MONJES FELIPE, MONJES


Gloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

FIN DEL TERCER ACTO

- 135 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CUARTO ACTO

PRIMERA PARTE EL ESTUDIO DEL REY EN EL ALCÁZAR DE MADRID

ESCENA PRIMERA
Felipe, absorto, estudia unos papeles que cubren toda la mesa. Las velas de los candelabros están a
punto de agotarse. El alba ilumina ya los vitrales de las ventanas. La estancia está en penumbra.

FELIPE FELIPE
(como en sueños)
Ella giammai m'amò! Ella jamás me amó.
No, quel cor chiuso è a me, No, su corazón está cerrado
amor per me non ha! a mí. No siente amor por
Io la rivedo ancor mí. Aún la veo contemplar,
contemplar triste in volto con el rostro entristecido,
il mio crin bianco il dì mi pelo blanco el día
che qui di Francia venne. que llegó de Francia.
No, amor per me non ha, No, no siente amor
amor per me non ha! por mí. Ella no me ama.
(volviendo en sí)
Ove son?… Quei doppier ¿Dónde estoy?… Esos
presso a finir!… candelabros están casi
L'aurora imbianca il mio veron! apagados. El alba ya clarea
Già spunta il dì! Passar veggo mi ventana.
i miei giorni lenti! Ya nace el día. Veo pasar
Il sonno, o Dio!, sparì mis días lentamente.
dai miei occhi languenti! El sueño, Dios mío, se
Dormirò sol nel mio manto regal desvanece de mis cansados
quando la mia giornata ojos. Dormiré solo, envuelto
è giunta a sera, en mi manto real cuando
dormirò sol sotto la vôlta nera, llegue el ocaso de mis
dormirò sotto la volta nera, días. Dormiré solo bajo la

- 136 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

là, nell'avello dell'Escurial. negra bóveda, allá, en mi


Se il serto regal a me tumba de El Escorial. Si la
desse il poter corona me diese el poder de
di leggere nei cor, leer en los corazones,
che Dio può sol veder!… que sólo Dios tiene la
Ah! facultad de ver…
Se il serto regal… Si la corona real me diese
…che Dio sol può veder! el poder…pero sólo Dios
Se dorme il prence, tiene el poder de ver.
veglia il traditore; Si el príncipe duerme, el
il serto perde il Re, traidor acecha; la corona
il consorte l'onore! pierde el Rey, la consorte el honor.
Dormirò sol Dormiré solo
nel mio manto regal… en mi manto real…
Ah, se il serto regal… Ah, si la corona…

Ella giammai m'amò! Ella jamás me amó. No, su


No, quel cor è chiuso a me, corazón está cerrado a mí.
amor per me non ha! Para mí no hay amor.

ESCENA SEGUNDA
El Rey recae en sus meditaciones, cuando le interrumpe el conde de Lerma anunciando al Gran In-
quisidor.

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMA


Il Grand'Inquisitor! ¡El Gran Inquisidor!
(El Gran Inquisidor, ciego, nonagenario, entra sostenido por dos frailes dominicos)

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Son io dinanzi al Re? ¿Estoy en presencia del Rey?
(El conde de Lerma y los dos monjes salen de escena discretamente)

FELIPE FELIPE
Sì; vi feci chiamar, mio padre! Sí. Os hice llamar, padre.
In dubbio io son. Estoy en dudas. Carlos ha

- 137 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Carlo mi colma il cor colmado mi corazón de una


d'una tristezza amara. tristeza amarga. El Infante
L'Infante è a me ribelle, se rebeló contra mí, armó
armorssi contro il padre. su brazo contra su padre.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Qual mezzo per ¿Qué forma de castigo
punir scegli tu? elegiste?

FELIPE FELIPE
Mezzo estrem. Medidas extremas.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Noto mi sia! Házmelas saber.

FELIPE FELIPE
Che fugga… Que huya…
o che la scure… o que el hacha…

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Ebben! ¿Y bien?

FELIPE FELIPE
Se il figlio a morte invio, Si envío a mi hijo a la muerte,
m'assolve la tua mano? ¿me absolverá tu mano?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


La pace dell'Impero La paz del Imperio bien
i dì val d'un ribelle. vale la vida de un rebelde.

FELIPE FELIPE
Posso il figlio immolar ¿Puedo yo, un cristiano,
al mondo, sacrificar mi hijo al
io cristian? mundo?

- 138 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Per riscattarci Iddio Para salvarnos, Dios
il suo sacrificò. sacrificó al suyo.

FELIPE FELIPE
Ma tu puoi dar vigor ¿Pero tú puedes dar validez
a legge sì severa? a tan severo mandato?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Ovunque avrà vigor, En cualquier sitio tendrá
se sul Calvario l'ebbe. validez si la tuvo en el Calvario.

FELIPE FELIPE
La natura e l'amor ¿Podrán la naturaleza y el
tacer potranno in me? amor callar en mí?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Tutto tacer dovrà Todo tendrá que callar para
per esaltar la fe'. exaltar la fe.

FELIPE FELIPE
Sta ben! ¡Está bien!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Non vuol il Re su d'altro ¿No desea el Rey
interrogarmi? preguntarme nada más?

FELIPE FELIPE
No. No.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Allor son io che a voi parlerò, Entonces seré yo quien os
Sire. hable, majestad. Nunca
Nell'ispano suol mai dominó la herejía en suelo
l'eresia dominò. español. Pero hay quien

- 139 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Ma v'ha chi vuol minar desea socavar el edificio


l'edifizio divin; divino; es amigo del Rey,
l'amico egli è del Re, su fiel compañero, el
il suo fedel compagno, demonio tentador
il demon tentator, que lo empuja a la ruina.
che lo spinge a rovina. La traición de Carlos, que
Di Carlo il tradimento, tanto te ha irritado,
che giunse a t'irritar, comparada con la suya,
in paragon del suo parece un simple juego.
futile gioco appar. Y yo, el Inquisidor, yo,
Ed io, l'Inquisitor, que tantas veces levanté mi
io che levai sovente poderosa mano contra tantas
sopra orde vil di rei hordas de viles y malvados
la mano mia possente en favor de los poderosos,
pei grandi di quaggiù, olvidando mi fe,
scordando la mia fe', tranquilo dejaré marchar
tranquilli lascio andar a un gran rebelde…
un gran ribelle… e il Re! ¡y al Rey!

FELIPE FELIPE
Per traversar i dì dolenti Para soportar los dolorosos
in cui viviamo, días en que vivimos, en
nella mia Corte invan vano busqué en mi Corte
cercat'ho quel che bramo. aquello que tanto anhelo.
Un uomo! Un cor leal!… ¡Un hombre! ¡Un corazón
Io lo trovai! leal…! Y lo encontré.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Perchè un uomo? Perchè allor ¿Por qué un hombre? ¿Por
il nome hai tu di re, sire, qué entonces teneis el
s'alcun v'ha pari a te? título, majestad, si existe alguien
que puede ser vuestro igual?

FELIPE FELIPE
Non più, frate! ¡Basta, fraile!

- 140 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Le idee dei novator' Las ideas de los
in te son penetrate! innovadores han penetrado
Infrangere tu vuoi en ti. Tú quieres
con la tua debol man despedazar con tu débil
il santo giogo esteso mano el santo yugo que se
sovra l'orbe roman! extiende sobre el orbe
Ritorna al tuo dover; católico. ¡Vuelve a tu
la Chiesa all'uom che spera, deber! El hombre mantiene
a chi si pente, la esperanza;
puote offrir el arrepentido puede esperar
la venia intera; de la Iglesia su absolución
a te chiedo completa. Os pido
il signor di Posa. el señor de Posa.

FELIPE FELIPE
No, giammai! ¡No, jamás!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


O Re, se non foss'io Alteza, si yo no estuviera
con te nel regio ostel con vos en el palacio real,
oggi stesso, lo giuro a Dio, mañana mismo, lo juro ante
doman saresti Dios, estaríais ante el
presso il Grande Inquisitor Gran Inquisidor en el
al tribunal supremo. Tribunal Supremo.

FELIPE FELIPE
Frate! tropo sofrii ¡Fraile!, demasiado he
il tuo parlar crudel. soportado tus crueles palabras.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Perchè evocar allor l'ombra ¿Por qué entonces invocar
di Samuel? la sombra de Samuel?
Dato ho finor due regi He dado dos Reyes

- 141 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

al regno tuo possente! a tu poderoso reino.


L'opra di tanti dì Loco, destruirás la
tu vuoi strugger, demente! obra de tantos días.
(Se vuelve, tanteando, para salir)
Perchè mi trovo io qui? ¿Por qué estoy aquí?
Che vuol il Re da me? ¿Qué quiere el Rey de mí?

FELIPE FELIPE
Mio padre, che fra noi Padre, que entre nosotros
la pace alberghi ancor. reine todavía la paz.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


La pace? ¿La paz?

FELIPE FELIPE
Obliar tu dêi Debes olvidar lo que
quel ch'è passato. ha pasado aquí.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Forse! ¡Puede!

FELIPE FELIPE
Dunque il trono piegar dovrà Que siempre tenga que
sempre all'altare! doblegarse el trono al altar.

ESCENA TERCERA
El Gran Inquisidor ha ido abandonando lentamente la escena mientras pronuncia las últimas pala-
bras. Felipe queda solo, profundamente abatido. Isabel entra en escena en estado de extrema agita-
ción y cae a los pies de Felipe, implorante.

ISABEL ISABEL
Giustizia, giustizia, sire! ¡Justicia, justicia, señor!
Giustizia, giustizia! Ho fe Justicia, justicia; en la
nella lealtà del Re. lealtad del Rey confío. Soy
Son nella Corte tua cruelmente tratada en

- 142 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

crudelmente trattata vuestra Corte y ultrajada


e da nemici oscuri, por enemigos ocultos,
incogniti, oltraggiata. desconocidos. El cofre en
Lo scrigno ov'io chiudea, el que guardaba todas mis
sire, tutt'un tesor. joyas, otros objetos para mí
I gioielli… altri oggetti aún más queridos,
a me più cari ancor… todo me ha sido robado.
l'hanno rapito a me! ¡Justicia, justicia!
Giustizia, giustizia! la reclamo La reclamo de
da Vostra Maestà! Vuestra Majestad.

Al ver la expresión del rostro del Rey, Isabel se detiene espantada. El Rey se levanta lentamente, se
acerca a una mesa de donde toma un pequeño cofre y lo presenta a la Reina.

FELIPE FELIPE
Quello che voi cercate, ¡Eso que buscáis
eccolo! aquí lo tenéis!

ISABEL ISABEL
Ciel! ¡Cielos!

FELIPE FELIPE
A voi d'apprirlo piaccia. Haced el favor de abrirlo.
(Isabel se niega con un gesto)
Ebben, io l'aprirò. Entonces lo abriré yo.
(Felipe fuerza la tapa del cofrecillo)

ISABEL ISABEL
Ah! mi sento morir! ¡Me siento morir!

FELIPE FELIPE
Il ritrato di Carlo! ¡El retrato de Carlos!
Non trovate parola? ¿No tenéis nada que decir?
Il ritrato di Carlo! ¡El retrato de Carlos!

- 143 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Sì. Sí.

FELIPE FELIPE
Fra i vostri gioiel'? ¿Entre vuestras joyas?

ISABEL ISABEL
Sì. Sí.

FELIPE FELIPE
Che! Confessar l'osate a me? ¿Cómo? ¿Osáis confesármelo?

ISABEL ISABEL
Io l'oso! Sì! Oso, sí. Como bien sabéis
Ben lo sapete, un dì promessa fui prometida a vuestro
al figlio vostro fu la mia man: hijo. Ahora os pertenezco,
or v'appartengo sometida a los designios
a Dio sommessa, divinos. Pero tan
ma immacolalata inmaculada como los lirios.
qual giglio son! Y ahora se sospecha del
Ed ora si sospetta honor de Isabel.
l'onor d'Elisabetta! Se sospecha de mí…
Si dubita di me… y quien me ultraja
e chi m'oltraggia è il Re! es el Rey.

FELIPE FELIPE
Ardita troppo voi favellate! ¡Habláis con demasiada
Me debole credete osadía! Me creéis débil
e sfidarmi sembrate: y en mí sembráis la
la debolezza in me desconfianza; pero mi
può diventar furor. debilidad puede convertirse
Tremate allor, en furor. Si es así, temed
per voi, per me. por vos y por mí.

- 144 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
La colpa mia qual è? ¿Cuál es mi crimen?

FELIPE FELIPE
Spergiura! ¡Perjura! Si tanta
Se tanta infamia colmò vergüenza rebasara el
la misura, se fui da voi, límite, si fuera
se fui tradito, traicionado por vos, lo
io lo giuro innanzi al ciel, juro al Cielo, la sangre
il sangue verserò! correrá.

ISABEL ISABEL
Pietà mi fate… Inspiráis lástima…

FELIPE FELIPE
Ah! ¡Ah! La lástima de
La pietà d'adultera consorte! la esposa adúltera.

ISABEL ISABEL
Ah! ¡Ah! (desmayándose)

FELIPE FELIPE
(Abre la puerta del fondo y llama)
Soccorso alla Regina! ¡Venid a socorrer a la Reina!
(Rodrigo y Éboli acuden a la llamada del Rey)

ESCENA CUARTA

ÉBOLI ÉBOLI
(Para sí, aterrada al ver a la Reina desvanecida)
Ciel! Che mai fu! ¡Cielos! ¡Qué he hecho!
Ahimè! ¡Ay de mí!

RODRIGO RODRIGO
Sire, soggetta è a voi Majestad, la mitad de la

- 145 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

la metà della terra; tierra está sometida a vos.


sareste dunque ¿Acaso seréis el único, en
in tanto vasto imper, tan vasto imperio,
il sol, cui non v'è dato el único que no podáis
il commandar? mandar?

FELIPE FELIPE
(Para sí)
Ah! Sii maledetto ¡Ah! ¡Maldita seas,
sospetto fatale, sospecha fatal, obra de un
opera d'un demon demonio, de un demonio
d'un demon infernal! infernal!

ÉBOLI ÉBOLI
La perdei! La perdei! ¡La perdí! ¡La perdí!
O rimorso fatale! ¡Oh, qué remordimiento!

FELIPE FELIPE
No! No.

ÉBOLI ÉBOLI
Comettea… He cometido…

FELIPE FELIPE
Non macchiò… Ella no manchó…

ÉBOLI ÉBOLI
…un delitto… …un delito…
…infernal… …infernal…

FELIPE FELIPE
…la fe' giurata… …el juramento…

ÉBOLI ÉBOLI
La perdei! ¡La he perdido!

- 146 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FELIPE FELIPE
…la sua fierezza …su altivez
il dice a me! lo dice claramente!

ÉBOLI ÉBOLI
La perdei! ¡La he perdido!

RODRIGO RODRIGO
Omai d'oprar suonata è l'ora, Ha sonado la hora de actuar
folgor orrenda in ciel brillò! Un resplandor brilló en el cielo.
Omai d'oprar… Ha sonado…

Che per la Spagna España tendrá su feliz


un uomo muora, porvenir con que sólo un
lieto avvenir le lascerò. hombre muera.

Che per la Spagna… España tendrá…

ÉBOLI ÉBOLI
La perdei! Rimorso fatale! La he perdido. ¡Qué
La perdei! remordimiento! La perdí.

FELIPE FELIPE
(Mirando a Éboli amargamente y para sí.)
A me infidel costei non fu! Ella no me ha sido infiel.

RODRIGO RODRIGO
…lieto avvenir le lascerò! …su feliz porvenir.

FELIPE FELIPE
No! non macchiò la fe'… No, no manchó el juramento.

- 147 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
Ah! la tradia… La traicioné…
io tradia… …he traicionado…

FELIPE FELIPE
giurata, a me infedele non fu! …no me fue infiel.

RODRIGO RODRIGO
Omai d'oprar, omai d'oprar ¡Ha llegado la
suonata è l'ora! hora de actuar!

ÉBOLI ÉBOLI
…quel nobile cor! …a un corazón noble.
Oh, dolor! ¡Dios mío!

ISABEL ISABEL
(Volviendo en sí)
Che avvene? O ciel! ¿Qué ha sucedido? ¡Cielos!
in pianto e duolo… En el dolor y el llanto…
ognum, o madre, m'abbandonò! todos me han abandonado.

ÉBOLI ÉBOLI
Oh, dolor! ¡Oh, desventura!

ISABEL ISABEL
Io sono straniera Soy extranjera en esta
in questo suol!… tierra. Aquí ya no me queda
più sulla terra speme non ho! ninguna esperanza.

ÉBOLI ÉBOLI
Rimorso, rimorso fatale! ¡Qué remordimiento!

FELIPE FELIPE
No, non macchiò… No, ella no manchó…

- 148 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
La tradia! ¡La traicioné!

FELIPE FELIPE
…la fe' giurata, …el juramento.
a me infedele non fu! No me ha sido infiel.

RODRIGO RODRIGO
Omai d'oprar suonata è l'ora, Ha llegado la hora de
folgor horrenda actuar. Un resplandor
in ciel brillò! rasgó el cielo

ÉBOLI ÉBOLI
Io tradia quel nobile core! Traicioné un noble corazón
Io ne morrò, dal dolor morrò! Moriré, moriré de dolor.

ISABEL ISABEL
Ah! ¡Ah!
Sola, straniera in questo suolo, Sola, extranjera en esta
ah! più sulla terra più speme tierra. No tengo ninguna
non ho; ognun, ahimè! esperanza. Todos, madre
O madre mia, ognun quaggiù mía, todos aquí
m'abbandonò. me han abandonado.
Più speme omai, ah! Sólo me resta confiar
che in ciel non ho! en el Cielo. Sólo en el
Speme ho sol nel ciel! Cielo confío.

ÉBOLI ÉBOLI
Io tradia quel nobile cor, Yo traicioné un corazón
oh, dolor! noble. Yo la traicioné.
Io la tradiva! ah! ne morrò! Ah, moriré. La perdí,
La perdei, la tradia, oh! la traicioné,
rimorso fatale! remordimiento cruel.
Io tradia quel nobile core, Yo traicioné un corazón
oh, dolor! noble. ¡Qué remordimiento!

- 149 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

O rimorso! Io ne morrò! ¡Cuánto remordimiento! No


O rimorso fatal! se più perdon encontraré perdón ni en la
non avrò in terra, o in ciel! tierra ni en el Cielo.

FELIPE FELIPE
No! Non macchiò la fe' giurata! No ensució su juramento.
A me infedel costei non fu! Ella no me fue infiel. A mí
A me non fu infedel, ah, no me fue infiel, no lo fue.
a me non fu! Ah! ¡Ah!, maldita seas sospecha
Sia maledetto il sospetto, y maldito el demonio,
il demone, il rio demon! ese malvado demonio.

RODRIGO RODRIGO
E che per la Spagna Y que por España un hombre
un uomo muora, muera poco sacrificio es
lieto avvenir le lascerò! por su feliz futuro. Que
Che per la Spagna por España un hombre muera,
un uomo muora, el que proporcione mejores
io lieti dì le lascerò!… días…Cuando ese hombre
Che un uomo muora, muera les hará llegar un
liti dì a lei legar saprò! mejor futuro.

El Rey, tras dudar un momento, se aleja; Rodrigo lo sigue con gesto resoluto.
Éboli queda sola con la Reina.

ESCENA QUINTA

ÉBOLI ÉBOLI
(Arrojándose a los pies de Isabel)
Pietà!… ¡Tened piedad!
Pietà! Perdon! ¡Piedad, perdón, para esta
per la rea che si pente! mujer arrepentida!

ISABEL ISABEL
Or via, v'alzate! Vamos, alzaos.

- 150 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Qual colpa? ¿Qué habéis hecho?

ÉBOLI ÉBOLI
Ah! m'uccide il rimorso! El remordimiento me mata.
Torturato è il mio cor. Mi corazón está torturado.
Angel del ciel, Regina Ángel del Cielo, Reina
augusta e pìa, augusta y piadosa.
sappiate a qual demon Sabed qué demonio
l'inferno vi dà in preda! os entrega al infierno.
Quello scrigno… Aquel cofre… fui yo
son io che l'involai. quien lo robó.

ISABEL ISABEL
Voi! ¡Vos!

ÉBOLI ÉBOLI
Sì, son io Sí, fui yo, yo fui
son io che v'accusai! quien os acusó.

ISABEL ISABEL
Voi! ¡Vos!

ÉBOLI ÉBOLI
(sigue a sus pies)
Sì…l'amor, il furor… Sí… el amor, la ira…
l'odio che avea per voi… el odio que tenía por vos…
la gelosia crudel los crueles celos que me
che straziavami il cor laceraban el corazón me
contro voi m'eccitâr. incitaron a perjudicaros.
Io Carlo amava, e Carlo Yo amaba a Carlos
m'ha sprezzata! y Carlos me despreció.

ISABEL ISABEL
Voi l'amaste? Sorgete. ¿Vos lo amabais? Alzaos.

- 151 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLI
No! No! Pietà di me! No, no. Apiadaos de mí.
Un altra colpa! Aún hay más.

ISABEL ISABEL
Ancor! ¡Más aún!

ÉBOLI ÉBOLI
Pietà! Pietà!… Il Re… Piedad. Piedad…El Rey…
non imprecate a me!… ¡No me maldigáis! Sí…
Sì…sedotta…perduta… seducida…perdida…
l'error che v'imputai… el error que os imputé…
io, io stessa avea commesso. yo misma lo he cometido..

ISABEL ISABEL
Rendetemi la croce! ¡Devolvedme la cruz!
La Corte vi convien lasciar Os conviene dejar la Corte
col dì novello! con el nuevo día.
Fra l'esiglio ed il vel Podéis elegir entre
sceglier potrete! el exilio o el convento.
(Isabel sale)

ÉBOLI ÉBOLI
(Sola, alzándose al fin)
Ahimè! ¡Ay de mí!
Più non vedrò, ah!, più mai No la veré más; nunca más
non vedrò la Regina! veré a la Reina.

ESCENA SEXTA

ÉBOLI ÉBOLI
O don fatale, o don crudel ¡Oh, don fatal! ¡Oh, don
che in suo furor mi fece cruel que el Cielo me
il cielo! entregó en su ira! A ti,
Tu che fai sì vanne, altere, que nos haces vanas,

- 152 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ti maledico, ti maledico, orgullosas, yo te maldigo,


o mia beltà! belleza mía, te maldigo.
Versar, versar sol posso Sólo me queda llorar, no
il pianto, speme non ho, tengo esperanza. Deberé
soffrir dovrò! sufrir. Mi delito es tan
Il mio delitto è orribil tanto horrible que nunca lo podré
che cancellar mai nol potrò! purgar.
Ti maledico, ti maledico Te maldigo, te maldigo
o mia beltà, ah!, belleza mía.
ti maledico, o mia beltà! Te maldigo.
O mia Regina, io t'immolai ¡Oh, Reina mía! Yo te
al folle error di questo cor. sacrifiqué por un insensato
Solo in un chiostro al mondo error de mi corazón. Sólo
ormai dovrò celar il mio dolor! en el convento podré
Ohimè! Ohimè! O mia Regina, ocultar al mundo mi dolor.
solo in un chiostro al mondo ¡Ay de mí!
ormai dovrò celar il mio dolor! ¡Oh, Cielos!
O ciel! E Carlo! A morte domani, ¿Y Carlos? Mañana irá a la
gran Dio! A morte andar vedrò! muerte, gran Dios, hacia
Un dì mi resta, la speme la muerte lo veré ir. Un
m'arride, ah!, sia benedetto día me queda, bendito sea
il ciel! Lo salverò! el Cielo. ¡Lo salvaré!
Un dì mi resta, ah, Aún me queda un día.
sia benedetto il ciel! ¡Bendito sea el Cielo!
Ah! Lo salverò! Ah! Sì! ¡Ah, lo salvaré! ¡Sí!
(Sale resuelta y apresuradamente de la estancia)

SEGUNDA PARTE LA PRISIÓN


Prisión de Carlos. Su calabozo es una oscura mazmorra subterránea. En ella hay unos pocos mue-
bles traídos de Palacio. Al fondo, en lo alto de la estancia, una reja cubre un ventanuco. Éste da al
patio de la prisión y por él se ve el ir y venir de los guardias. Una escalinata oscura, mugrienta,
empinada, baja desde la puerta, en alto, hasta el suelo de la celda. Todo está en tinieblas salvo un
haz de luz que ilumina parte de la mesa y del catre del preso.

- 153 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA PRIMERA
Carlos está sentado en una banqueta con la cabeza entre las manos, absorto en sus pensamientos.
Rodrigo entra y desde lo alto lo mira unos segundos. Se vuelve y habla con unos oficiales de la
guardia que desaparecen. Mientras baja la escalera, contempla con tristeza a Carlos; no advierte a
Rodrigo hasta que éste hace un movimiento y, sobresaltado, Carlos se levanta.

RODRIGO RODRIGO
Son io, mio Carlo Soy yo, Carlos.

CARLOS CARLOS
O Rodrigo! io ti son ¡Oh, Rodrigo! Te agradezco
ben grato di venir que vengas hasta
de Carlo alla prigion. la prisión de Carlos.

RODRIGO RODRIGO
Mio Carlo! ¡Oh, Carlos!

CARLOS CARLOS
Ben tu il sai! ¡Tú bien lo sabes!
m'abbandonò il vigore! He perdido mi vigor.
D'Isabella l'amor El amor por Isabel
mi tortura e m'uccide… me tortura y me mata…
No, più valor non ho No, ya no me queda valor para
pei viventi! Ma tu, seguir entre los vivos.
puoi salvarli ancor; Pero tú puedes todavía
oppressi, non fian più. salvarlos, que termine para
ellos la opresión.

RODRIGO RODRIGO
Ah! noto apien ti sia Ah, te consta mi afecto por
l'affetto mio! ti. Debes salir de esta
Uscir tu dêi horrenda tumba. Soy feliz

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

da quest'orrendo avel. con sólo poder abrazarte.


Felice ancor io son, Yo ya te he salvado.
se abbracciarti poss'io! Io ti salvai!

CARLOS CARLOS
Che di'? ¿Qué dices?

RODRIGO RODRIGO
Convien qui dirci addio! Conviene que nos digamos
O mio Carlo! adiós en este momento.
(Carlos queda inmóvil, mirando a Rodrigo con estupor)
Per me giunto è il dì supremo, El último día ha llegado
no, mai più ci rivedrem; para mí. No, no nos veremos
ci congiunga Iddio nel ciel, más. Que Dios nos una otra
Ei che premia i suoi fedel'. vez en el Cielo; Él, que
Sul tuo ciglio il pianto premia a sus devotos hijos.
io miro lacrimar così, perchè? Pero veo lágrimas en tus
No, fa cor, no, fa cor, ojos. ¿Por qué lloras de
l'estremo spiro lieto è ésa manera? No, ten coraje.
a chi morrà per te. Seré feliz dando mi último
No, fa cor, no, fa cor… suspiro por ti.

CARLOS CARLOS
Che parli tu di morte? ¿Por qué hablas de muerte?

RODRIGO RODRIGO
Ascolta, il tempo stringe. Escucha, el tiempo apremia.
Rivolta ho già su me He volcado sobre mí toda
la folgore tremenda! sospecha y culpa.
Tu più non sei Ya no eres tú el rival del
oggi il rival del Re. Rey. Ahora,
Il fiero agitator el rebelde agitador
delle Fiandre… de Flandes…
son io! ¡soy yo!

- 155 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Chi potrà prestar fe'? ¿Quién creerá eso?

RODRIGO RODRIGO
Le prove son tremende! ¡Las pruebas son evidentes!
I fogli tuoi trovati Los papeles que tenías, y
in mio poter que tan claramente
della ribellion testimoni testimonian la rebelión,
son chiari, han sido encontrados en mi
e questo capo al certo poder. Mi cabeza ya ha
a prezzo è messo già. sido puesta a precio.

La puerta de la celda se abre suavemente. Dos hombres bajan lentamente la escalera. Uno de ellos
lleva en su pecho una cruz verde, la Cruz del Santo Oficio. El otro está armado con un arcabuz. Se
detienen en mitad de la escalera y se señalan entre ellos a Carlos y a Rodrigo, que no los ven.

CARLOS CARLOS
Svelar vo' tutto al Re. Revelaré todo al Rey.

RODRIGO RODRIGO
No, ti serba alla Fiandra, No, resérvate para Flandes,
ti serba alla grand'opra, guárdate para la gran obra,
tu la dovrai compire. tú deberás llevarla a cabo.
Un nuovo secol d'ôr Tú harás renacer un nuevo
rinascer tu farai; siglo de oro.
regnare tu dovrei, Tú deberás reinar
ed io morir per te. y yo debo morir por ti.

El hombre que acompaña al del Santo Oficio se encara el arcabuz y dispara. El disparo corta súbi-
tamente el diálogo y rompe la escena provocando un giro dramático a la acción.

CARLOS CARLOS
Ciel! La morte! ¡Cielos! ¿Para cuál de los dos
Per chi mai! es la muerte?

- 156 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGO
(Mortalmente herido)
Per me! ¡Para mí!
La vendetta del Re No se podía demorar más
tardare non potea! la venganza real.

CARLOS CARLOS
Gran Dio! ¡Dios mío!

RODRIGO RODRIGO
O Carlo, ascolta, Atiende, Carlos: tu madre
la madre t'aspetta te espera mañana en San
a San Giusto doman; Justo: ella lo sabe todo…
tutto ella sa… ¡Ah! Las fuerzas me
Ah! la terra mi manca… abandonan… ¡Dame la mano,
Carlo mio, a me porgi la man!… Carlos! Moriré, pero con el
Io morrò, ma lieto in core, corazón satisfecho porque
chè potei così serbar he podido asegurar un
alla Spagna un salvatore! salvador para España.
Ah! di me non ti scordar! ¡Ah! No te olvides de mí.
Di me non ti scordar! Tú debes reinar y mi deber
Regnare tu dovevi, es morir por ti. ¡Ah!
ed io morir per te. Moriré, pero con el corazón
Ah, io morrò, ma lieto in core, satisfecho porque he podido
che potei così serbar asegurar un salvador para
alla Spagna un salvatore! España. ¡Ah!
Ah, di me non ti scordar! No te olvides de mí.
Ah, la terra mi manca! La tierra me reclama…
la mano a me… a me… Dame la mano…
Ah! salva la Fiandra… Salva a Flandes.
Carlo, addio! Ah!…ah!… ¡Adiós, Carlos!
(Rodrigo muere. Carlos cae desesperado sobre el cuerpo de Rodrigo)

- 157 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ESCENA SEGUNDA
Entra Felipe con su séquito, los Grandes de España, el conde de Lerma y el Gran Inquisidor. Nadie
advierte la presencia de la princesa de Éboli que entra disfrazada mezclada con todos ellos.

FELIPE FELIPE
Mio Carlo, Carlos,
a te la spada io rendo… te devuelvo la espada…
(le abre los brazos)

CARLOS CARLOS
Arretra! ¡Atrás!
La tua man di sangue Tus manos están manchadas
è intrisa! de sangre. Nos unía una
Orror!… fraterna fidelidad.
Una fraterna fede ci unia! Él me quería.
Ei m'amava! Sacrificó su vida por mí.
La vita sua per me sacrificò!
(Conmovido al descubrir el cadáver de su fiel súbdito, Felipe II se descubre conmovido)

FELIPE FELIPE
Presagio mio feral! ¡Funesto presagio!

CARLOS CARLOS
Tu più figlio non hai! Ya no tienes hijo.
I regni miei Mis reinos están unidos
stan preso a lui! a su destino.
(Carlos pronuncia estas palabras con la mirada fija en Rodrigo)

FELIPE FELIPE
Chi rende a me quel'uom? ¿Quién me devolverá este hombre?
(Felipe cae de rodillas junto al cadáver. De repente se oyen las campanas tocando a rebato)

TODOS TODOS
(salvo Felipe)
Ciel! Suona a stormo! ¡Cielos! ¡Suena a alarma!

- 158 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO PUEBLO
Perir dovrà ¡Morirá quién intente
chi d'arrestarci attenti detenernos! ¡Heriremos sin
feriam! feriam! feriam! temor ni piedad!
senza tema, o pietà! ¡No habrá piedad
Non abbia alcun pietà para el que se interponga!
Tremar dovrà e… ¡Deberá temblar e…

LERMA LERMA
Il popol è in furor! ¡El pueblo se ha levantado!

PUEBLO PUEBLO
…curvar la testa… …inclinar la cabeza…
…(sì-tremar-davanti)… …(sí, temblar, adelante)

LERMA LERMA
È l'Infante ch'ei vuol! ¡Quieren al Infante!

PUEBLO PUEBLO
…al popol ultor! …ante el pueblo vengador!

FELIPE FELIPE
Si schiudan le porte! ¡Que abran las puertas!

SÉQUITO SÉQUITO
Ciel! ¡Cielos!

FELIPE FELIPE
Obbedite! Io lo vo'! ¡Obedeced! ¡Es mi deseo!
(El pueblo sublevado entra en escena violentamente, en tropel)

PUEBLO PUEBLO
Feriam! Feriam! ¡Nadie nos frenará!
Più niun ci arresta! ¡Heriremos sin temor ni

- 159 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Feriam! Feriam! piedad! ¡Sin temor ni


nè tema, nè pietà! piedad! ¡Deberán temernos
senza tema, o pietà, e inclinar la cabeza
tremar dovrà e curvar la testa, (-¡Sí, temer!)
(sì-tremar) ante el pueblo vengador!
davanti al popol ultor!

ÉBOLI ÉBOLI
(a Carlos, disfrazada)
Va! Fuggi! ¡Vete! ¡Huye!

FELIPE FELIPE
(A los insurgentes)
Che volete? ¿Qué queréis?

PUEBLO PUEBLO
L'Infante! ¡Al Infante!

FELIPE FELIPE
(Señalando a Carlos)
Egli qui sta! ¡Aquí le tenéis!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Sacrilegio infame! ¡Infame sacrilegio!

PUEBLO PUEBLO
(Parados, irresolutos)
Il Grand'Inquisitor! ¡El Gran Inquisidor!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Vi prostrate ¡Postraos ante el Rey!
innanzi al Re, che Dio protegge! ¡De rodillas ante aquél que
Vi prostrate! Dios protege! ¡Postraos!
Vi prostrate! ¡De rodillas!

- 160 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDOR


A terra! ¡A tierra!

PUEBLO PUEBLO
(Cayendo de rodillas)
Signor, di noi pietà! ¡Apiadaos de nosotros,
Di noi pietà! gran señor! ¡Apiadaos!

FELIPE FELIPE
Gran Dio, sia gloria a te! ¡Gloria sea a Ti, Señor!

PUEBLO PUEBLO
Signor… ¡Señor!…

FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDOR


Gran Dio,… ¡Dios Santo…

LERMA LERMA
Evviva il Re! ¡Viva el Rey!

FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDOR


…gloria a te! …Gloria a Ti!

LERMA, GRANDES LERMA, GRANDES


DE ESPAÑA DE ESPAÑA
Evviva il Re! ¡Viva el Rey!

PUEBLO PUEBLO
…pietà! …piedad!

FIN CUARTO ACTO

- 161 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

QUINTO ACTO

EL CONVENTO DE SAN GIUSTO


La acción se desarrolla en el claustro del Convento de Yuste o, como dicen los autores, Convento
de San Giusto. La escena se repite como en el segundo acto, aunque de noche. Sólo está iluminada
con la luz fría del claro de luna.

ESCENA PRIMERA
Isabel entra lentamente y, absorta en sus pensamientos, se acerca a la tumba de Carlos V y se arro-
dilla.

ISABEL ISABEL
Tu che la vanità conoscesti Tú que conociste la vanidad de
del mondo, e godi nell'avel este mundo y ahora gozas en la
il riposo profondo, se ancor tumba del descanso eterno,
si piange in cielo, piangi si aún se llora en el cielo, llora
sul mio dolore, e porta il por mi dolor, y lleva mis
pianto mio al trono lágrimas al trono del Señor,
del Signor, il pianto mio lleva mi llanto al trono
porta al trono del Signor. del Señor.
Carlo qui verrà, sì! ¡Carlos vendrá hasta aquí, sí!
che parta e scordi omai… Que parta y olvide…
A Posa di vegliar sui giorni Juré a Rodrigo velar por él.
suoi giurai. Que siga el destino que
Ei segua el suo destin, la Gloria le marque.
la gloria il traccerà. Mis días están contados.
Per me, la mia giornata Francia, noble suelo, tan
a sera è giunta già! querido en mis años juveniles.
Francia, nobil suol, Fontainebleau, hacia ti
sì caro a'miei verd'anni! se dirigen mis pensamientos.
Fontainebleau! su voi Allí Dios escuchó
schiude il pensier i vanni! mi juramento de amor eterno,

- 162 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Eterno giuro d'amor là y aquella eternidad


Dio da me ascoltò, sólo duró un día.
e quest'eternità Si entre estos vergeles
un giorno sol durò. de esta tierra ibérica
Tra voi, vaghi giardin Carlos pudiera detener
di questa terra ibera, sus pasos, todo,
se Carlo ancor dovrà riachuelos, fuentes,
fermar i passi a sera bosques, flores,
che le zolle, i ruscelli, debería cantar
i fonti, i boschi, i fior armoniosamente
con le lor armonie nuestro amor.
cantino il nostro amor.

Addio, addio, bei sogni d'or, ¡Adiós, adiós, bellos sueños


illusion perduta! dorados, perdida ilusión!
Il nodo si spezzò, El nudo se cortó,
la luce s'è fatta muta! se extinguió la luz.
Addio, addio, Adiós, adiós, años
verd'anni ancor! de mi juventud.
cedendo al duol crudel, El corazón sólo tiene un deseo
il cor ha un sol desir: cuando se cede al dolor
la pace dell'avel! más cruel: ¡la paz de la tumba!

Tu che la vanità conocesti Tú che conociste la vanidad de


del mondo… este mundo…

Se ancor si piange in cielo, Si aún se llora en el cielo,


ah! il pianto mio reca mi llanto dedico al Señor.
appie' del Signor!

ESCENA SEGUNDA

CARLOS CARLOS
È dessa! ¡Es ella!

- 163 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Un detto, un sol; Una palabra, una sola nada más,
al ciel io raccomando y encomendaré al cielo
il pellegrin che parte; al peregrino que parte.
e poi sol vi domando Sólo pido que me olvides
e l'oblio della vita. de por vida.

CARLOS CARLOS
Sì, forte esser vogl'io: Sí, quisiera ser fuerte, pero
ma quando è infranto amore, cuando el amor es amor despechado,
pria della morte uccide. mata antes que la muerte.

ISABEL ISABEL
No, pensate a Rodrigo! ¡No! Piensa en Rodrigo.
Non è per folli idee No se sacrificó
ch'ei si sacrificò! por ideas insensatas.

CARLOS CARLOS
Sulla terra fiamminga A él erigiré sobre tierra
io vo' che a lui s'innalzi flamenca una excelsa y
sublime, eccelso avel, sublime tumba
qual mai ne ottene un re como nunca tuvo un Rey,
tanto nobil e bel. por ser el más noble y generoso.

ISABEL ISABEL
I fior del paradiso Las flores del paraíso
a lui sorrideranno! le sonreirán.

CARLOS CARLOS
Vago sogno m'arrise… Un sueño incierto me hizo
ei sparve: e nell'affanno sonreír… y se desvaneció.
un rogo appare a me, Y, en la ansiedad, un ruego se me
che springe vampe al ciel. apareció que ascendió flameante
Di sangue tinto un rio, hasta el cielo. Un río tinto de

- 164 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

resi i campi un avel, sangre, los campos convertidos


un popolo che muor, en tumbas, un pueblo que muere
e a me la man protende y que me tiende la mano como
si come a Redentor, si fuera su redentor en
nei dì della sventura. el día de su desventura.
A lui n'andrò beato, Por él marcharé feliz,
se, spento o vincitor, ya muera o venza,
plauso o pianto m'avrò me vea aplaudido o llorado,
dal tuo memore cor! por tu recordado corazón.

ISABEL ISABEL
Sì, l'eroismo è questo Sí, ésta es la sagrada llama
sua sacra fiamma! del verdadero valor.
L'amor, che i forti El amor que inflama
infiamma! las fuerzas, el amor que hace
Ei fa dell'uomo un dio! del hombre un dios. ¡Ve, no
Va! di più non tardar, tardes! Ve, no tardes más y
e salva un popolo che muor! salva a un pueblo que muere.

CARLOS CARLOS
Sì, con la voce tua Sí, aquel pueblo
quella gente m'appella… me llama con tu voz…

ISABEL ISABEL
Il popol salva! ¡Salva a aquel pueblo!

CARLOS CARLOS
…e se morrò per lei, …y si acaso muero por ellos,
la mia morte fia bella. será la más bella muerte.

ISABEL ISABEL
Va, va, di più non tardar! Ve, ve, no tardes más.

CARLOS CARLOS
Sì, mia morte fia bella! ¡Sí, será la muerte más bella!

- 165 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
Va, di più non tardar… Ve, no te demores…
…e salva un… …y salva a un…

CARLOS CARLOS
Sì, mia morte fia bella! ¡Mi muerte será hermosa!

ISABEL ISABEL
…popolo che muor! …un pueblo que agoniza.

CARLOS CARLOS
Ma pria di questo dì, Aún ahora ningún poder
alcun poter uman humano podría separar mi
disgiunta non avria mano de la tuya. El honor
la mia della tua man! ha vencido en este momento
Ma vinto in sì gran dì sobre mi amor, que llevo
l'onor ha in me l'amore; impreso en mi mente
impresa a questa par y en mi corazón.
rinnova e mente e core! No ves, Isabel:
Non vedi, Elisabetta! te tengo abrazada
io stringo al mio sen, contra mi pecho
nè mia virtù vacilla, y ni mi virtud vacila
nè ad essa mancherò! ni mancharé la tuya.
Or che tutto finì ¿Lloras ahora que
e la man io ritiro todo ha terminado y
della tua man, tu piangi? retiro mi mano de la tuya?

ISABEL ISABEL
Sì, piango, ma t'ammiro. Sí, lloro, pero es con
Il pianto gli è dell'alma, admiración. Son lágrimas que
e vederlo tu puoi, nacen del alma, y puedes ver
quale pianto versar que estas lágrimas de mujer
le donne son pegli eroi! se derraman por los héroes.
Ma lassù ci vedremo Pero desde el Cielo veremos

- 166 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

in un mondo migliore, un mundo mejor.


dell'avennir eterno Para nosotros ya suenan
suonan per noi già l'ore; las campanas del eterno porvenir.
e là noi troverem Encontraremos en
nel grembo del Signor el seno del Señor el ansiado
il sospirato ben anhelo que escapará con
che fugge in terra ognor! nosotros de este mundo.

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL


Ma lassù ci vedremo Pero en el Cielo
in un mondo migliore… encontraremos un mundo mejor.

CARLOS CARLOS
…del'avennir eterno… …en el eterno porvenir…

ISABEL ISABEL
…del'eterno avennir… …en el porvenir eterno…

CARLOS CARLOS
…suonan per noi …suenan las campanas
già l'ore… por nosotros…

ISABEL ISABEL
…suonan già …ya suenan por nosotros
per noi l'ore… las campanas…

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


…e là noi troverem, …y allá encontraremos
stretti insiem nel Signor, en el seno del Señor,
e noi là troverem, la felicidad que
stretti insiem nel Signor, se nos ha negado
il sospirato ben en la tierra.
che fugge in terra ognor!

- 167 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL
In tal dì che per noi En este día que ya
non avrà più domani… no tendrá un mañana…

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL


…tutti i nomi scordiam …recordaremos todos los
degli affetti profani. nombres del afecto profano.

CARLOS CARLOS
Tutti nomi scordiam… Recordaremos todos los nombres…

ISABEL ISABEL
Tutti nomi scordiam… Recordaremos todos los nombres…

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS


…degli affetti profani. …del afecto profano.

CARLOS CARLOS
Addio, mia madre! ¡Adiós, madre mía!

ISABEL ISABEL
Mio figlio, addio! ¡Adiós, hijo mío!

CARLOS CARLOS
Eterno addio! ¡Adiós para siempre!

ISABEL ISABEL
Eterno addio! ¡Adiós para siempre!

CARLOS CARLOS
Addio! ¡Adiós!

ISABEL ISABEL
Addio! ¡Adiós!

- 168 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOS
Per sempre addio! ¡Adiós para siempre!

ISABEL ISABEL
Per sempre addio! ¡Adiós para siempre!
Per sempre! Para siempre.

ESCENA TERCERA
Entra Felipe acompañado por el Gran Inquisidor y los Oficiales del Santo Oficio.
Toma a la Reina por el brazo.

FELIPE FELIPE
Sì, per sempre! ¡Sí, para siempre!
Io voglio un doppio ¡Quiero un doble sacrificio!
sacrifizio! Il dover mio He cumplido con mi deber.
farò. Ma voi? ¿Y vos?
(al Gran Inquisidor)

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Il Santo Uffizio El Santo Oficio
il suo farà! cumplirá con el suyo.

ISABEL ISABEL
Ciel! ¡Cielos!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


Guardie! ¡Guardias!

CARLOS CARLOS
Dio mi vendicherà! ¡Dios me vengará!
Il tribunal di sangue Con su mano despedazará
Sua mano spezzerá! este tribunal de sangre.

Carlos, defendiéndose, retrocede hacia la tumba de Carlos V. La reja se abre y aparece por ella el
misterioso fraile. Es Carlos V vestido con la corona y el manto real.

- 169 -
Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

FRAILE FRAILE
Il duolo della terra La angustia terrenal nos
nel chiostro ancor ci segue; persigue aun en el claustro.
solo del cor la guerra Sólo se calmará la pugna del
in ciel si calmerà. corazón en el cielo.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOR


E la voce di Carlo! ¡Es la voz de Carlos!

TODOS TODOS
(salvo Felipe y el Gran Inquisidor)
È Carlo Quinto! ¡Es Carlos V!

FELIPE FELIPE
(asustado, sobrecogido)
Mio padre! ¡Es mi padre!

ISABEL ISABEL
Oh, ciel! ¡Cielos!
(Carlos V atrae a don Carlos hacia el claustro mientras el telón cae lentamente)

CORO DE FRAILES CORO DE FRAILES


Carlo il sommo imperatore Carlos, el sumo emperador,
non è più che muta cenere. ya no es más que muda ceniza.

FIN DEL QUINTO ACTO Y DE LA ÓPERA

- 170 -

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