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II

EL CRISTIANISMO Y SUS TENSIONES


INTERNAS

Tanto el que de fuera se acerca al cristianismo como


el que a él pertenece, porque vive una vida cristiana, se
siente en un mundo de oposiciones, de paradojas, de ten-
siones dialécticas, todas las cuales, ¡qué duda cabe!,
constituyen uno de los principales atractivos de esta re-
ligión, pero también una de sus mejores exigencias.
Por el primer aspecto, se explica desde lo puramente
humano, que en el seno del cristianismo se destaquen
figuras tan tremendamente combativas como Pablo,
Agustín, Dante, Lutero o Ignacio de Loyola, sin mencio-
nar ahora a los hombres dedicados exclusivamente a la
acción, como grandes Papas o grandes cruzados de la fe.
Hablo, pues, en este momento de los hombres religiosos,
que en su condición de tales, han acentuado y han hecho
prevalecer por doquiera el carácter eminentemente dia-
léctico del cristianismo, como una de sus facetas más
fascinantes.
Por el segundo aspecto, aquel que le confiere su in-
terna dificultad, se explica también así que el cristia-
nismo lleve casi dos mil años de ser predicado a los hom- Esta modalidad dialéctica del cristianismo ha sido
bres, y no haya conquistado plenamente ni los corazo- señalada en todos los tiempos y con muy diversas formu-
nes ni las mentes de los descendientes de Adán. laciones. De Lubac cita las palabras de San Cirano, se-
Carezco de las condiciones del teólogo para tratar gún las cuales "la religión cristiana, allí donde está bien
los fundamentos teológicos de estas dos caras que os- inspirada, consiste en ciertas contrariedades que la gra-
tenta el cristianismo, y sólo como aficionado a la filo- cia organiza". Y después un texto del Padre Simonin:
sofía de la cultura intentaré aproximarme a esas dos "Toda declaración, para ser la expresión de un desenvol-
realidades. vimiento auténtico, debe reunir y salvaguardar en una
* * sola fórmula los elementos aparentemente antimónicos
de la doctrina de la fe". Y es a la luz de esta realidad
dialéctica como Pascal, según De Lubac, pudo decir: "Su
Para nadie es un secreto que las naturalezas fuertes falta no está en seguir una falsedad, sino en no seguir
y apasionadas se complacen en las dificultades, y donde otra verdad".
no las encuentran, las crean ellas mismas. Así, cuando
el cristianismo surge sobre las ruinas de la cultura an- Pero estas citas no son sino corroboraciones de unas
tigua, se presenta ante los hombres de ese entonces, no hermosas palabras del propio Henri de Lubac que suenan
como una concepción del mundo ni como una filosofía así: "Este no es el único caso (de antinomia) en que la
que presta atención principal a lo que recuerda y orga- revelación nos ofrece una pareja de afirmaciones que
niza, sino como un pensamiento y un obrar justamente parecen a primera vista discontinuas o aun contradicto-
opuesto a lo que por entonces se llamaba sabiduría. "¿No rias. Dios crea el mundo para su gloria, Propter Seipsum,
ha hecho Dios necedad la sabiduría de este mundo?", y sin embargo, por pura bondad; el hombre es activo y
pregunta San Pablo en la primera epístola a los Corintios. Y habla en seguida de la locuralibre,
de la predicación.
y sin embargo no puede nada sin la gracia, y la
Y hace contrastar las señales que piden los judíos y la gracia opera en él "el querer y el hacer"; la visión de
sabiduría, que reclaman los griegos, con la predicación Dios es un dón gratuito, y no obstante el deseo de ella
de Cristo crucificado, "escándalo para los judíos, locura arraiga en lo más profundo de todo espíritu; la reden-
para los gentiles". (I Corintios, I, 17-25). ción es obra de pura misericordia, y los derechos de la
justicia no son menos respetados en ella, etc. Todo el
¿Cómo no iban a atraer estas palabras, llenas de auda- Dogma no es así más que una serie de "paradojas"
cia y de misterio, a gentes vigorosas que moraban den- que desconciertan a la razón natural y exigen, no una
tro de una cultura como la greco-romana, que ya al pare- prueba que es imposible, sino una justificación reflexiva.
cer había dado de sí todo lo que es de esperar de las co- Porque si el espíritu debe someterse a lo incomprensible,
sas humanas? Es cierto que la difusión del cristianismo no puede acoger lo ininteligible, y no le basta refugiarse
es obra de la gracia divina, pero si la gracia perfecciona en una "ausencia de contradicción" por una ausencia de
la naturaleza, sin contradecirla, no es aventurado afir- pensamiento. En su misma sumisión, halla, pues, su es-
mar que muy bien aprovechó ese aspecto del hombre que tímulo. Se ve como forzado, contra su pereza natural, a
tan afín es a lo que lo hace luchar y lo fuerza a desple- sobrepasar el plan superficial en que brotan las contra-
gar todas sus facultades creadoras. dicciones, para penetrar en las regiones más profundas
donde lo que era escándalo se torna tiniebla luminosa". l'homme exprime son néant, sa passivité; la satisfaction
("Catholicisme", p. 285, Ed. Du Cerf, París, 1947). du besoin humain le plus vulgaire est bien supérieure,
En "La esencia del Catolicismo", Karl Adam empie- puisqu' elle implique au moins, immédiatement, le sen-
za por hacernos creer que este aspecto antinómico de la timent ou la conservation d'une existence, si vide soit-
religión es solo exterior y aparente. Y así escribe: "Visto elle". ("L'Esprit du Christianisme et son destín", París,
por fuera, el Catolicismo presenta el aspecto de una reu- 1948).
nión confusa, de una mezcla ficticia y acumulación de Don Miguel de Unamuno escribió una de sus más
elementos heteróclitos y aun opuestos. ¿Acaso no se ha profundas obras sobre el aspecto agónico del cristianis-
llegado a llamarlo "complexio oppositorum", amalgama de mo. El mismo parece que hubiera querido hacerlo agó-
cosas contrarias? En este conjunto formidable, hay quien nicamente. Su estilo es inestable, inesperado, o mejor a
ha llegado a descubrir no menos de siete capas de aporta- cada paso salta en él lo inesperado. Si bien quiso señalar
ciones radicalmente diferentes" (vers. esp., p. 13, 2a ed. que en el cristianismo, su agonía no es, como en la del
Ed. Sta. Cantalina, B. Aires). Pero dedica entero el capí- lenguaje usual, proximidad a la muerte, sino, conforme
tulo final, a mostrar cómo toda una serie de conflictos a su origen, lucha y disensión, tensión y forcejeo, no cabe
trágicos, "proviene de la esencia misma del cristianismo, duda que en el concepto total del libro predominan los
religión sobrenatural y revelada. Ahí donde lo absoluto aspectos sombríos, lúgubres y angustiosos del cristianis-
divino toma forma humana, lo humano, necesariamente mo, antes que la alegría y la explosiva exaltación vital
imperfecto, no puede dejar de oponerse, en lucha íntima, que trae en sí toda auténtica lucha.
a lo divino, necesariamente perfecto" (ob. cit., p. 307).
Ya Hegel había señalado esta virtual capacidad de Porque ante todo es una lucha contra la limitación
oposición y unificación en todos los actos religiosos, pero y finitud propia de todo lo creado. El cristianismo se
justamente a propósito de la religión de Jesús: muestra como esa divina religión que tan profundamen-
te ha atraído a los hombres en lo que lleva de existente,
"Aux commandements qui imposaient simplement de porque apela, mediante esas oposiciones dialécticas, a
servir le Seigneur, exigeant une soumission aveugle, une suscitar en el ser humano su anhelo de infinitud.
obeissance sans joie, étouffante, sans amour, c'est-a-dire En efecto, es posible que al análisis filosófico la esen-
aux commandements du cuite, Jésus opposa leur exacte cia de Dios no esté precisamente en ser el Ente infinito.
antithese, un instinct, et méme un besoin de l'homme. Pero para el sentimiento religioso de la humanidad, nin-
Comme les actes religieux sont ce qu'il y a de plus spi- gún atributo divino le llega tan a lo hondo de su alma,
rituel, de plus sacré, ce qui dans le développement des le es tan vecino de su imagen de Dios, como éste de que
oppositions nécessaires cherche encore à unifier, s'effor- en El no hay limitaciones, ni caben en El restricciones,
ce de représenter l'unifications dans l'idéal comme étant finitudes e imposibilidades. De todos los atributas de
pleinement, como n'etant plus opposée a la realité, et Dios, quizás la infinitud es la que más acerca el Dios de
cherche en conséquence à l'exprimer et à l'affirmer dans la filosofía al Dios de la religión, aquel en que el filósofo
une action, ils sont aussi, des que l'esprit de beauté leur se inclinaría a la adoración después de la especulación,
fait défaut, les plus vides, la plus absurde servitude, qui y aquel en que el hombre religioso se siente filosofar tras
exige la conscience d'un aneantissement; une action ou una profunda veneración y reverencia.
Mas nada hay más limitado que cada cosa creada. pada. Porque vine a separar al hombre contra su padre,
Aquí sí cabe la palabra de Buda que tanto gustaba de y a la hija contra su madre, y a la nuera contra su sue-
citar Max Scheler: "Bello es contemplar todas las co- gra y los enemigos del hombre serán los de su casa...
sas, pero terrible ser una". Pero la limitación propia Quien halla su vida la perderá, y quien pierde su vida
de cada ente creado, como que se aminora en este caso, por mi causa la hallará". (Mt. 10, 34-39).
puede decirse, se anula ensanchándose, cuando se la Paz y guerra, paz y discordias, padres e hijos, próji-
reúne con su contraria. Y así el cristianismo ha soste- mos y enemigo, hallazgo y pérdida se oponen aquí en
nido una dialéctica que no se parece a la hegeliana. una de las más dramáticas tensiones que registra la
Hegel, proclama el principio de "ni esto ni aquello", historia, Nadie antes ni después de Jesús ha dicho cosas
para dar lugar a un tercero que absorbe y niega a la tan extremas para sacudir al hombre de su inercia, de
vez los dos términos precedentes. El cristianismo, en su indolencia, de su conformidad en lo finito. ¿Por qué
cambio, exalta la tesis de que hay que salvar "tanto esto va a quitar la paz en el hogar y en la sociedad, para sus-
como aquello", haciendo así honor a la dignidad de bon- tituirla con la espada? ¿Acaso no dirá más tarde "La
dad que reside en todo lo creado. paz os dejo", (Jn. 14, 27) en su despedida postrera?
Por esto el cristianismo deja intactas la libertad hu- Pero esta paz que deja es bien distinta, es la paz de Je-
mana por un lado y la providencia divina del otro. Pero sús: "la paz mía os doy: no como el mundo la da, yo os
no porque aquí se enfrenten dos objetos finitos, ya que la doy" (idem.). Así la paz finita del mundo holgazán
la Providencia es infinita, sino porque aquí se oponen y satisfecho, es reemplazada por la espada, pero la es-
dos conceptos finitos, el concepto humano finito de la pada que corta la conformidad con lo limitado y pere-
libertad y el concepto humano finito de la Providencia. cedero.
Y esta misma alianza de dos cosas aparentemente De esta suerte, el cristianismo mantiene su fasci-
opuestas, mantiene el cristianismo entre la libertad y nante atractivo para todos los espíritus vigorosos que
la Gracia, la naturaleza y la Gracia, la misericordia y ha destacado la historia. El cristiano sabe que los con-
la justicia, la justicia y el amor, la persona y la comu- trarios que le ofrece el mundo son un reflejo de la in-
nidad, la propiedad privada y el bien común, la autori- finita riqueza de Dios. Y esta oposición de los contra-
dad y la libertad, la virginidad y el matrimonio, la pie- rios la asume o la acepta, con la alegría del deportista
dad viva y el formulismo litúrgico ex opere operato, y y con la seriedad del niño que en sus juegos pretende
tantas otras oposiciones más, cuya sola enunciación hacerse grande.
sería inagotable. Por ello, las oposiciones en el Catolicismo no condu-
En ciertas ocasiones, el cristianismo sí proclama una cen a la angustia. La angustia es oriunda del cristia-
dialéctica de "ni esto ni aquello", pero ello ocurre cuan- nismo protestante que vio los contrarios como enemi-
do busca eliminar de los hombres dos vicios contrarios. gos inconciliables, hijos de la naturaleza humana caí-
En otros casos, niega resueltamente una realidad que da, y no, como en realidad son, frutos de la finitud na-
es en sí viciosa e imperfecta; el pasaje más patético es tural de todo lo creado que pide complementación. Sin
aquel en que Jesús dice: "No os imaginéis que vine a desconocer el pecado ni la culpa, el catolicismo ve en el
poner paz sobre la tierra: no vine a poner paz sino es- Estado y el derecho, en la propiedad privada y en el
matrimonio instituciones naturales que muy bien ha- De todas las antinomias que el cristiano mantiene
brían acompañado al hombre aún sin la falta de Adán. vigentes, ocupémonos, aunque sea de paso, de dos sola-
El catolicismo opone a la angustia el temor de Dios. mente en las que se transparenta en forma muy viva
El temor es conciliable con la alegría: "Me llamarán esta religión de tensiones internas.
dichosa todas las generaciones, porque hizo en mi favor
grandes cosas el Poderoso, y cuyo nombre es "Santo"
y su misericordia por generaciones para con aquellos que Mundo y Reino de Dios:
le temen". (Lc. I, 48-50). María exalta aquí a un mismo
tiempo la alegría y el temor.. Y esta pareja de concep- En el evangelio de San Juan, el mundo aparece a
tos no es, por cierto, la primera vez que aparece en los cada momento como objeto de la reprobación y del re-
libros sagrados. chazo ante la nueva vida y el nuevo mensaje de Jesús.
El Cristianismo ante los contrarios mantiene su li- Pero el mundo es la luz, es a la vez anunciado y recla-
bertad de cristiano. Los toma en sus realidades y con mado como la obra del Señor: "En el mundo estaba, y
sus limitaciones. Romano Guardini ha indicado con mu- el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció.
cha precisión, ante dos parejas de contrarios, matrimo- Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron...
nio y virginidad, propiedad privada y pobreza evangé- Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". (Jn.,
lica, cómo cada uno de ellos sostiene místicamente al 10, 11-14).
otro: "La virginidad y la pobreza, dice, pueden alcan- "Mi reino no es de este mundo", dirá en sus postri-
zar su máxima pureza únicamente si el matrimonio y meros instantes. (Jn. 18, 36) y, sin embargo, al tercer
la propiedad conservan su pleno valor y desarrollan to- día, Cristo Jesús resucitaba con su cuerpo glorioso, y
das sus virtualidades. Por otra parte, el matrimonio y con su cuerpo glorioso asciende a los cielos en donde
la propiedad sólo evitan el sumergirse en lo mundanal eternamente estará a la diestra de Dios Padre.
si la virginidad y la pobreza vienen a ser verdaderas po- El hacerse carne el Verbo y el conservar esta carne
tencias a los ojos de la conciencia universal". ("El Se- glorificada por toda la eternidad es la segunda afirma-
ñor", I, pág. 508, trad. esp. Patmos, Madrid, 1954). ción del mundo, después de la primera, que fue el crear-
Y en esa libertad que en los contrarios halla, el cris- lo. Así nos dice Schmaus:
tiano busca parecerse, aunque muy pálidamente, a Jesús
que, por ser Dios, mantuvo esa absoluta libertad que el "Frente a ella, la Sagrada Escritura nos presenta
propio Guardini señala con tanto vigor, de una parte, al mundo como una obra de Dios. Dios se ha puesto, en
ante todo lo que se llama el problema sexual, y de otra su Verbo Creador, a favor del mundo, de su ser y de su
parte ante cualquiera preocupación estrictamente ascé- existir. No deja de ser un misterio profundo investigar
tica. Jesús es libre de las tentaciones de la carne y de por qué ha permitido Dios que su obra fuera inficcio-
la concupiscencia de los bienes terrenales. El cristiano nada por el hombre. Nunca podrá explicarse totalmen-
avizora un pequeño reflejo de esa libertad del Maestro, te el misterio del pecado. Únicamente cabe advertir que
en la aceptación serena y confiada de las cosas opues- Dios tiene tan elevada consideración de la libertad del
tas que nos brinda la vida cristiana, porque en esa for- hombre que le da todas las facilidades, sin irle a la mano
ma sale un poco de la limitación de todo lo finito. aun allí donde éstas pueden resultarle fatales. Semejan-
te conducta de Dios no parecerá una locura, si todo se "Tampoco se nos dice en ningún pasaje que Jesús se
redujera al inficcionamiento del mundo. Empero, Dios hubiese impuesto austeridades para hacer penitencia o
había dispuesto, a su vez, el medio para la salvación. para formarse espiritualmente. Es cierto que ayunó
Tenía previsto el camino de salud. Este había de ser un después del bautismo, pero esto no es, en realidad, asce-
camino de llanto y de dolor; pero, al fin, camino. Así sis propiamente dicha, sino una salida y búsqueda de
que el mundo se echó a perder por el hombre. Dios nue- la máxima soledad ante Dios. (Mt., IV, 2). Aparte de eso,
vamente, y por segunda vez, salió a su favor al asumir Jesús se alimenta como todo el mundo, toma lo que. ne-
el Logos Divino —en unidad de ser— sustancia terrena cesita y no habla de ello. Cuando se le invita, asiste a
creada. Por eso el mundo, desde la Encarnación, quedó las comidas como todos los demás. A los convidados de
íntimamente y para siempre fusionado con el ser de las bodas en Caná les regala abundante vino generoso,
Dios. Dios nunca retirará este "sí" que ha dado al mun- lo cual nada tiene de ascético. (Lc., II, 1-10). A las miles
do". (Michael Schmaus, "La esencia del cristianismo". de personas hambrientas en el desierto no les recomien-
P.s10 Ed. 1952, Madrid, Patmos). da soportar esta privación, sino que satisface su apetito
y procura que no se malgasten los restos. (Mt., XIV,
Y el mundo sigue afirmado a todo lo largo de la vida
15-21). Y aún poseemos un relato que nos muestra el
cristiana, no sólo como ámbito de nuestra actividad y
profundo amor profesado por el Señor a la belleza. Cuan-
de nuestro amor, sino también en plano de salvación,
do María de Betania le unge con un perfume precioso
cuando se nos anuncia la resurrección de la carne.
y el hombre de la bolsa murmura diciendo que hubiera
Cristo ha acentuado el valor del mundo cuando nos podido venderse este perfume y hacer con ello limosna
deja sus sacramentos, en donde la gracia transita sobre a los pobres. Jesús se pone de parte de María. Esta acción
soportes sensibles. Y en la hora del juicio final, serán afectuosa, que ha perfumado toda la casa, le ha com-
llamados los que en la vida dieron de comer al hambrien- placido profundamente. (Io..., XII, 1-7). Es de supo-
to y de beber al sediento. ner también que le gustarían las anémonas en flor de
El Cristianismo, ha afirmado el mundo tanto cuan- su país natal y los pájaros, ajenos a todo cuidado; de
do ha llenado de esplendor sus basílicas y catedrales, lo contrario no habría hablado de ellos en sus parábo-
como cuando, en un acto de ascetismo, renuncia a esta las (Mt., VI, 26 ss.). Y si no hubiese sentido profunda-
pompa para volverse a los menesterosos levantándolos mente la hermosura de este mundo, Satanás no le ha-
de su miseria. bría tentado con la imagen de esta belleza (Mt., IV,
Francisco de Asís, el más bello ejemplar de los imi- 8). Jesús no adopta nunca una postura ascética. Al re-
tadores de Cristo, eleva su cántico a la naturaleza, como prochar a los judíos el que no acojan nunca al mensa-
criatura salida de las manos de Dios, y llama hermanos jero divino que está presente, añade: "Porque vino Juan,
a los lobos, a las fuentes y a las avecillas, y sus hijos adop- que no comía ni bebía, y dicen: "Está poseído del demo-
tan para sí la dialéctica paulina del "Omnia habentes, nio". Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen:
nihil possidentes", que es otra manera de afirmar el "Es un comedor y un bebedor de vino, amigo de publí-
mundo y afirmar también el reino de Dios. canos y pecadores" (Mt., XI, 18-19). Juan es un asceta
Guardini nos describe así la amable actitud de Jesús y un penitente, Jesús respeta y honra esta manera de
ante el mundo: vivir, pero no la imita" (Ob. cit. T. I, p. 496-98).
El cristianismo lleva dos mil años proclamando la mentario mucho más largo de lo que las criaturas celes-
renuncia del mundo y a la vez la aceptación del mundo. tes dijeron:
Pero esa renuncia del mundo que el cristiano defiende,
no es una defensa contra el mundo, sino contra la divi- Ante Tí tiembla el coro de los ángeles,
nización del mundo, contra la propensión humana a humillan el rostro y la mirada.
convertirlo en lo absoluto. Tan temible te presentas ante ellos;
Manteniendo por lo tanto el mundo y afirmando a Y en sus cantos resuena este terror.
la vez su limitación y relatividad ante Dios y el reino
de los cielos, siente el hombre que vive una vida autén- Las criaturas se pasman
ticamente cristiana. En tu presencia,
De la que está henchido el mundo entero.
Infinitud y Amor:
Ya de por sí, este aspecto numinoso de Dios, está
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento dotado de la mayor carga de paradojas y antinomias
aparecen por doquier las apelaciones al poder infinito que Otto hace resaltar en las siguientes líneas:
de Dios. La infinitud de Dios, volviendo a lo aludido an- "Este aspecto de lo numinoso, que hemos llamado su
teriormente, es, a mi juicio, lo que a nuestro sentimien- misterio, experimenta, por su parte, en casi todas las di-
to religioso lo hace completamente lo Otro, lo total- recciones de la evolución histórica de la religión, una
mente heterogéneo. transformación que, en realidad, no es sino la exaltación,
Ahora bien, Rodolfo Otto ha demostrado que lo ab- la potenciación cada vez más recia de su carácter mirí-
solutamente heterogéneo es el mysterium tremendum fico. En ella se señalan tres grados: el de simple sorpre-
en donde se conjugan a la vez lo admirable y lo que in- sa, el de paradoja y el de antinomia. Lo mirum, por ser
funde estupor. Stupor "significa el asombro interno, el lo absolutamente heterogéneo, es, desde luego, inapre-
pasmo, el quedarse con la boca abierta". (R. Otto, "Lo hensible e incomprensible; lo akatalepton, como decía
Santo", trad. de Fdo. Vela, Ed. Rev. de Occ., p. 35, Ma- Crisóstomo, aquello que escapa a nuestros conceptos, por-
drid, 1925). Los Serafines que describe Isaías (6, 1-3) en que trasciende de todas las categorías de nuestro pensa-
torno del Trono del Señor, cubren su rostro con dos de miento. No sólo las rebasa, no sólo las hace ineficaces,
sus alas y, con otras dos, sus pies. Con la pareja restante sino que, en ocasiones, parece ponerse en contraposición
vuelan gritando el uno al otro: a ellas y derogarlas o desbaratarlas. Entonces este as-
pecto del numen, además de incomprensible, se convierte
"Santo, Santo, Santo es Yahveh-Sabaot, en paradójico; porque no está ya por encima de toda ra-
llena está toda la tierra de su gloria". zón, sino que parece ir contra la razón. La forma extre-
ma de esto la llamamos antinomia, que es aún más que
Otto observa agudamente que ante la "Majestad" los la paradoja. Pues no solamente se producen en este gra-
serafines sólo se atreven a cantar estos dos versos, y el do afirmaciones que no consientan entre sí y anuncian
mismo Otto cita el poema religioso de L. Lange, que es co- respecto a su objeto opposita, es decir, predicados opues-
tos que parecen, estar en antagonismo inconciliable e actos divinos y sólo a él adherirían su "todo bondad"
irresoluble. El mirum se presenta aquí en su forma más y su absoluta perfección moral como "atributos" (Max
cruda ante el humano afán de comprender. No sólo Scheler, "Esencia y formas de la simpatía", trad. esp.,
inaprehensible para nuestras categorías, no sólo incom- p. 233. Ed. Losada, Buenos Aires, 1942).
prensibles por su dissimilitas (disimilitud) que trastor-
na, deslumbra, angustia y pone en peligro la razón, sino Es decir, que el cristianismo ha unido en ese "infini-
definido simultáneamente por atributos contrarios, que to amar" que es Dios, lo infinito con lo que ama, lo que
se excluyen y contradicen. Si nuestra teoría es cierta, repele a la criatura por su grandeza y su majestad con
estas dos manifestaciones extremas han de encontrar- lo que desborde hacia lo amado en el amor.
se con preferencia en la teología mística, siempre que Scheler desenvuelve en forma muy amplia y comple-
ésta, de conformidad con su esencia, proceda de la pre- ta la tesis objetivista, siempre sostenida por el Catolicis-
ponderancia de los elementos irracionales en la idea de mo, de que el amor no se limita a crear en el objeto ama-
Dios. Y así, en efecto, ocurre. Precisamente la mística do, valores que lo hacen amable, sino que primordial-
es, en su raíz, una teología del mirum, de lo absoluta- mente descubre en el amado aquello que lo hace digno
mente heterogéneo, de paradojas y antinomias, de oppo- de ser amado. El amor es el gran perspicaz, "el amor
sita y coincidentia oppositorum (y aun en los casos en aguza la mirada". Nada más alejado de la verdad que
que degenera, continúa manejando estos elementos con aquello de que el amor es ciego. Más aún, sigue diciendo
una ingeniosidad desconcertante). Pero la mística no Scheler: "La esencia de una individualidad extraña, que
puede oponerse a la religión corriente. Claramente com- es indescriptible y jamás se resuelve en conceptos ("in-
prenderemos cuál es la religión verdadera entre ambas, dividuum ineffabile"), sólo en el amor y en el ver a tra-
si estudiamos estos aspectos, evidentemente arraigados vés de él brota pura e íntegramente... En este caso es
en el sentimiento de heterogeneidad provocada por lo justamente el amante quien ve más cosas existentes, que
numinoso, sin el cual no existe un auténtico sentimiento los otros, y es él, y no los "otros", quien ve lo objetivo y
religioso, en hombres que de ordinario son opuestos a real". (Ob. cit., p. 230-31. Cf. también, Bernhard Häring,
todo misticismo. Job y Lutero, por ejemplo. Las parado- "La ley de Cristo", t. II, p. 19 y n. Ed. Herder, Barcelo-
jas y antinomias por las cuales se manifiesta el senti- na, 1961).
miento de heterogeneidad, constituyen precisamente lo Lutero no concebía las cosas de esta manera. Su teo-
que llamamos ideas a lo Job, y que a nadie caracterizan ría de la justificación por la gracia la aplica también
mejor que a Lutero" (Ob. cit.). en el campo del amor, aunque no en forma sistemática.
Anders Nygren en "Ágape and Eros" traslada todo el
A esta esencial antinomia de lo religiso en sí, el voluntarismo luterano de la gracia a la región del amor,
cristianismo añadió una de muy altos quilates y quizás y se funda en las propias palabras de Lutero según las
la mayor paradoja de la historia de las religiones: Dios, cuales "el amor de Dios no encuentra sino que crea lo
que es mysterium tremendum, es, también, esencialmen- amable".
te, amor. (Ijn., III, 8).
El amor del hombre, al revés, es amor de lo previa-
Según Scheler, para San Juan y San Agustín, Dios mente amable. (Cita J. L. Aranguren, "Ética". Ed. Rev.
sería "un infinito amar". Este es el centro o núcleo de de Occ, Madrid, p. 312, 1958).
Dios ama al hombre en una forma peculiar de amor, cuanto más audazmente se lance hacia abajo tanto más
muy por encima de la que manifiesta a las demás cria- seguramente se hallará a sí mismo. ¿Es que el grande
es recompensado por este movimiento? Ciertamente su
turas, objetos también del acto amoroso de su creación humildad le hace descubrir el valor de la pequeñez como
y conservación. Dios "nos ama, dice Haring, con el amor tal. No comprende tan sólo que el pequeño "tiene tam-
con que se ama a sí mismo en la existencia mutua de bién su valor", sino que es valor precisamente por ser pe-
las tres Personas en la vida intratrinitaria". (Op. cit, queño. He aquí un profundo misterio que se manifiesta
p. 21). al hombre verdaderamente humilde". (R. Guardini, ob.
Este Dios del "amor inaudito" (Haring) por nosotors, cit., t. II, p. 39-40).
es el que el Catolicismo defiende al lado del Dios infi-
nito y mayestático que nos infunde temor y temblor. De suerte que para el cristianismo, "el Eterno, el
Magnífico, el Omnipotente, debe estar dispuesto a lan-
He aquí una imagen de la divinidad totalmente nue-
zarse hacia este ser pequeño. Debe haber algo en él que
va, aparecida por primera vez con el cristianismo, no le disponga a tomar para sí la existencia de un hombre
sólo porque atribuye a Dios como esencia el amor, sino oscuro del pueblecito de Nazaret". (Ob. y t. cit., p. 41).
porque otorga al amor el carácter de descubridor de va-
lores, desconocido, a la vez, de la especulación prece- El Dios que se reveló en medio de truenos y relám-
dente. pagos al pueblo de Israel, cuando adviene la plenitud
de los tiempos, se revela otra vez, pero enmarcado en una
Aquí la diferencia entre el Dios augusto y el Dios
humanidad doliente y clavado en una cruz afrentosa.
amoroso alcanza su máxima tensión de dramaticidad Rodolfo Otto comenta a este respecto: "Y quien en esta
interna, y esto en un grado que no se contenta con man- coherencia contemple la conclusión y remate y vea esta
tenerse en el plano de los conceptos, sino que descien- gran situación, esta poderosa figura, esta personalidad
de a la vida cristiana en todos los actos de piedad y de que sin vacilar se asienta en Dios, esta infalibilidad y
elación religiosa. Con las palabras de los serafines en certidumbre de convención y de obra, manando de mis-
Isaías, citadas antes, la liturgia católica se calla para teriosas profundidades, este tesoro de espíritu y bien-
musitar en voz levísima las palabras amorosas de la aventuranza, esta lucha, esta confianza y entrega, esta
consagración del pan y el vino. pasión, y, en fin, esta muerte triunfal, quien tal vea, ha
Si Dios con el amor no nos oculta y antes bien nos de juzgar, sin duda: "éste es de naturaleza divina, esto
ostenta su grandeza, con el amor nos delata igualmente es Santo. Si hay un Dios y quiere revelarse, tiene que ser
su humildad. La humildad, comúnmente como virtud así precisamente" (ob. cit., p. 210).
de gentes apocadas, el cristianismo la coloca en Dios
mismo, como un atributo suyo por medio del cual "se Y al lado del teólogo protestante que acaba de citar-
inclina respetuosamente ante el pequeño". He aquí otra se, el teólogo católico Jean Mouronx comenta así este
doble aspecto del Dios infinito con el Dios del amor:
paradoja, que Guardini destaca en palabras muy ce-
ñidas: "Dieu mystérieux par excellence. Celui qui refuse de
"Pero al rebajarse así, ¿no se pierde a sí mismo? Pre- dire son nom a Moise, qui habite la lumiere inaccessible,
cisamente no. El grande que adopta la aptitud humilde qu'on ne peut voir ici-bas sans mourir, parce que sa sain-
está enigmáticamente seguro de sí mismo y sabe que teté absolue et l'éclat infranchissable de sa glorie le
séparent de l'etre cree et pécheur. Mais c'est, en même No contradicción sino contrariedad existe entre la
temps, Celui que désire l'etre humain, de son mouve- paloma y la serpiente. El lobo no tiene ni de serpiente
ment le plus radical et de son aspiration la plus vive; le ni de paloma. Por eso Jesús dice: "Os envío como ovejas
Dieu qui franchit l'abime et se choisit des amis, le Dieu en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes
d'Abraham, d'Isaac et de Jacob; Celui qui parle a Moise y sencillos como palomas" (Mt. X, 16). Esta antinomia
comme avec son ami, Celui dont Osée découvre et chante es irrealizable ante una razón, la "razón de Estado" de
la tendresse, et avec qui Jérémie poursuit un dialogue Maquiavelo. Sin embargo, ella es una exigencia de todos
bouleversant. Redoutable et fascinant, séparé et familier, los días. Y una exigencia ciertamente difícil, pero no
c'est le premier aspect de son mystere". ("Le expérience imposible. Es más difícil, ciertamente, ser un político
chrétienne'", pág. 331, Ed. Aubier, París, 1952). como el Cardenal Cisneros o como Pío XII que a la ma-
nera de Fernando de Aragón o Adolfo Hitler. O la senci-
* * * llez de la paloma o la prudencia de la serpiente ha de
faltar en uno o en otro.
Que esta doble faz del cristianismo es difícil de acep- Pero en la misma medida en que es exigente el sis-
tar y asimilar, sería insensato negarlo. El "racionalis- tema de tensiones internas del cristianismo, es también
mo" la ha hecho objeto de sus mayores objeciones. Pero hondamente humano. La frase de Pascal, citada atrás,
se trata obviamente de un racionalismo que sólo se bien lo indica. Y lo destaca sin mayor esfuerzo, la más
mueve en el campo de lo mensurable y calculable. Es consoladora paradoja del Evangelio:
decir, del racionalismo que conduce a la razón matemá-
tica y apenas de ella entiende. Ahora bien, esta razón "Creo, Señor, ayúdame en mi incredulidad" (Mc., 9,
matemática la asignaba Hegel al espíritu sonambúlico. 24). Aquí, a la vez, afirmamos la fe y la humildad de no
tenerla cabalmente, la gracia poseída y su absoluta gra-
También Leibniz nos habla del "logos aergon", de la tuidad. Fuerte y débil, el hombre se afirma en el cam-
razón perezosa que no quiere reconocer que las verdades po de la fe, parafraseando la expresión de Pascal, como
de hecho y las verdades de razón tienen, a la postre, un una "caña creyente".
fundamento único y último, sobre el cual se funda toda
la filosofía: el principio de razón suficiente.
Implica cierta ceguera para el reino del espíritu el
rechazo de estas antinomias en el mundo de lo real. Es
precisamente en el campo de la cultura en donde Nicolai
Hartmann advirtió la efectiva aplicación de la dialéctica
hegeliana (Cf. "Hegel et la dialectique du réel", en "Etu-
des sur Hegel", A. Colin, París, 1931). Sólo en el terreno
de lo real cultural cabe hablar de la síntesis de "amo" y
"criado", "derecho" y "pena", etc., etc. No en el mundo
entero del ser ni en el campo estricto de la lógica. La
lógica sigue siendo lógica de la no contradicción.

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