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Cuestiones Dogmáticas
La técnica adoptada por el legislador argentino, es análoga a la empleada en la
legislación continental, en tanto acuña las formas culposas como tipos abiertos a los que
suma un resultado dañoso, por lo que podemos afirmar que deja en manos del intérprete
completar el plexo normativo al que remite en forma implícita. Una forma de tipo
abierto.
La doctrina describe al tipo abierto como aquel en que el legislador no definió la acción
prohibida, dejando en manos del juez completarlo para identificarla.
La acción prohibida está prima facie indeterminada, una etapa posterior (el proceso
penal) debe precisarse cual era el deber de cuidado (conducta esperada) que tenía a su
cargo específico el destinatario de esa norma en particular.
En la sentencia de condena, la magistrada no cumple con el mandato de determinación
implícito conforme lo expresamos en todos los tipos culposos previstos en la legislación
argentina. No precisa la “Lex Artis” aplicable al caso, ni explicita cual es la norma que
prescribe una “determinada presión” para la introducción del aparejo médico; o cual es
la forma física correcta de introducirlo. Tengamos en cuenta, que tampoco prueba que la
presión fue mayor a aquella que ella “presume” que debió ejercer, o que lo hizo en
forma distinta a la que no sabemos de donde saca debió hacerlo.
Cuando la Juez intentó determinar el tipo, lo hizo solo aludiendo a la Lex Artis y deber
de cuidado, pero hay que tener en cuenta que no sólo basta con citar la Norma General
para determinar el tipo, ya que de quedarnos en este campo sólo estaríamos cerrando el
tipo, pero eso no implicaría cerrar el juicio de antijuricidad de la acción, entonces para
ello será necesario especificar como la conducta del imputado no se amoldó a los
deberes de cuidado o a la Lex Artis y demostrar que el cumplimiento de la misma
hubiese evitado el resultado nocivo, cuestión que jamás es puesta en evidencia en el
fallo.
He aquí una omisión del fallo: La magistrada no determina la conducta violada. La
minuciosa lectura de la sentencia y de las constancias de la causa no permitió identificar
cual es “específicamente” la conducta que el facultativo omitió observar (esta crítica le
es formulada al resolutorio por la Corte de Justicia de la Provincia al resolver el recurso
de casación)[7]
Advirtamos que en la sentencia, es la propia juez quien explicita el estado de duda
(incompatible con una decisión de condena cfr. Artículo 18 de la Constitución Nacional
Argentina, artículo 453 del Código Procesal Penal de San Juan, artículo 8 de la
Convención Interamericana de Derechos Humanos) acerca de la conducta esperada,
cuando afirma “la lesión pudo ser ya sea por una presión mayor a la requerida o por una
introducción incorrecta de la aguja de Veress”[8]. Ya la relativización de la afirmación
“ya sea por ... o por” amen de vulnerar el citado mandato de certeza, importa un yerro
lógico insuperable que torna “cataclísimica” la irrupción de afirmaciones dogmáticas y
voluntaristas a lo largo del bien llamado “fallo”.
Dicha omisión de la juzgadora impide cualquier devenir lógico de su resolución, ya que
el paso siguiente a afirmar la conducta que debió observarse es demostrar como, su
cumplimiento, hubiere evitado el resultado.
Volviendo al fallo, dice la Magistrada a fojas 154 vta., “el deceso de la paciente se debió
a una lesión instrumental intraquirúrgica ocasionada por una acción Imprudente del
acusado, comprometiendo un vaso del retroperitoneo, que originó una cataclismica
pérdida de sangre ocasionando un Shock Hipovolémico que culminó en la muerte de la
víctima”. Vuelve a repetir la magistrada a fojas 155 vta y 156 que la hemorragia que
ocasionó la muerte de la paciente se originó por una lesión intraquirúrgica al dar inicio a
la operación (introducción de la aguja de Veress) y, con carácter de certeza, afirma que
la misma fue por consecuencia de un actuar imprudente del médico cirujano.
Logro dilucidar dos cuestiones de distinto orden, una Criminológica, que es la
afirmación de la lesión con la aguja de Veress, y otra Dogmática que es el actuar
imprudente (tipo culposo) del médico o sea, reordenando el hecho, cabe resumir la
cuestión de la siguiente manera, al realizar el primer acto quirúrgico, que es la
introducción de la aguja de Veress el imputado, según la Jueza y la Fiscal, lo hizo en
forma imprudente, cuestión que dio origen a la lesión de un vaso del retroperitoneo que
ocasionó el desenlace trágico.
Del exhaustivo análisis de la resolución, intenté dilucidar si la Magistrada procedió a
Cerrar el Tipo Culposo y con el correr de las fojas no advertí en ningún momento que se
haya procedido a cerrarlo adecuadamente, es más al intentar explicar la Sentenciante el
proceder imprudente del imputado afirma que “la lesión pudo ser ya sea por una presión
mayor a la requerida o por una introducción incorrecta de la aguja de Veress”, violando
así el deber de cuidado e incurriendo en un actuar imprudente en contra de la Lex Artis
de la Medicina.
En síntesis, el procedimiento adecuado hubiese sido comparar la conducta realizada por
el imputado y la que el deber de cuidado exige, (especificando la conducta precisa que
se debe emplear en ese momento) y si de la comparación se observara que la acción
empleada por el médico es distinta de la requerida para asegurar el éxito del
procedimiento, pues ahí estaríamos ante la presencia de un proceder imprudente.
Ausente todo ello en los argumentos sustentatorios de la Magistrada vemos como
incurre en un grave error dogmático, ya que en reiteradas oportunidades la Sentenciante
no especifica en que consistió la impudencia y la falta de deber de cuidado, es más, para
peor suyo fue más lejos, no probó nunca dichas imputaciones.
En este punto de la jurisprudencia da por pensar que en realidad los tipos culposos son
un fracaso de la objetividad de un proceso, si bien aquí se advierte una omisión en la
determinación de la acción, la Jueza al reafirmar su postura dice a fojas 161 vta., “ A mi
criterio, el conjunto de todas las conductas, adunadas entre sí, ya indicaban a modo de
indicio unívoco el obrar imprudente del cirujano”, resalto a mi criterio, y vemos como
al tener que determinar el tipo culposo se incurre en un pasaje subjetivo que se aparta de
la necesaria objetividad de juzgar un hecho, pues considero la actitud de la Magistrada,
honesta, pero propio a la dificultad del tipo en cuestión se puede caer en un error
garrafal de esta naturaleza.
Para evitar estas inconsecuencias, propongo un método práctico para “cerrar” el tipo
culposo.
Sustento en él mi ponencia.
En mi propuesta, parto de la afirmación de que la génesis del cerrado lo constituye el
Tipo:
1- Lo primero que el intérprete debe identificar es cual es la norma penal más
próxima al hecho en cuestión.
Debido a que en los tipos culposos el bien jurídico lesionado ocupa una posición
preponderante, una forma fácil de identificar la norma más próxima es acudir al bien
jurídico tutelado y a la forma de la lesión, lo que constituiría una aproximación a la
adecuación típica de la conducta desplegada por el sujeto.
En el caso bajo análisis el bien jurídico lesionado es la vida y la lesión la pérdida de éste
bien jurídico. El tipo culposo es así el previsto en el artículo 84 del Código Penal
Argentino, que incrimina el homicidio culposo([9]).
2- Una vez que se identificó la norma penal, dado que en el derecho penal argentino,
una de las características del tipo culposo, es que suelen contemplarse en el mismo
artículo distintas formas de consumación, debe especificarse en caso concreto, frente a
cual de las formas previstas nos posicionamos (Imprudencia, Negligencia, Impericia en
el arte o profesión o Inobservancia de los reglamento o de los deberes de su cargo),
adecuando la conducta empleada a alguna de las formas de concreción de la culpa
descriptas en el tipo de que se trate.
En el caso bajo estudio, el homicidio culposo puede devenir sólo de conductas
imprudentes, negligentes, imperitas o inobservantes de los deberes de su cargo o
profesión, porque tales son las formas previstas en el tipo culposo de homicidio.
3- Indagado lo precedente, ha de cumplirse con un paso más de esta etapa del
cerrado, que es el mandato de determinación, para ello el interprete debe hacer un juicio
del ámbito situacional del autor, en abstracto y en concreto.
Así, se determinará cual es el plexo normativo que regula este ámbito de actuación (se
identifica el espectro normativo al que la remisión tácita del tipo penal culposo
contiene), identificándose la norma de prohibición.
En el caso, el ámbito de actuación del Dr. C. está dado en abstracto por su condición de
médico cirujano y, en concreto, por su experiencia, la especial posición que revestía
frente al equipo quirúrgico, etc.
4- Identificados los elementos normativos (explícitos e implícitos del tipo), cabe acudir
a la verificación de la concurrencia de los elementos objetivos: La existencia de un
comportamiento y un resultado típicos y la relación de causalidad que vincule a ambos.
La relación de causalidad que debe existir puede ser vista de dos aspectos, uno el
omisivo y otro positivo.
La ponderación del aspecto omisivo debe situarse en determinar cuales son la normas
situacionales que omitió o desconoció el autor (omisión como forma de acción).
Del análisis del caso, surge que el médico omitió algunas normas que son consideradas
relevantes por sus colegas, y así infringió a la Lex Artis propia del ámbito de la
medicina en que se desempeñaba.
En base a este razonamiento, la sentencia de la Juzgadora imputó al autor un proceder
imprudente, contrario a la Lex Artis, pero lo alarmante de este caso es que no se precisó
en que parte de la Lex Artis estuvo la imprudencia o mejor dicho que artículos de la
norma omitió (la juzgadora alude, en forma genérica a la violación de un deber de
cuidado).
La Juez situó el actuar impudente en la primera maniobra quirúrgica. Enunció como
posibles yerros del autor dos situaciones: una de ellas fue la defectuosa introducción de
la aguja de Veress y la otra es el empleo de una mayor presión a la requerida para dicha
introducción, por lo que siguiendo a la lógica diríamos que la omisión a la Lex Artis se
sitúa en cualquiera de las dos conductas precedentes, afirmación un tanto vertiginosa de
la a quo al no precisar con carácter de certeza cual fue la acción que originó la lesión
que luego devino en el resultado muerte. Como consecuencia de esto será más
problemático precisar cual fue la omisión de la norma situacional.
El segundo aspecto es el positivo, el mismo consiste en evaluar cuales de las conductas
omitidas por el imputado, de haber sido cumplidas hubieran evitado el resultado lesivo
exigido por el tipo. En este caso concreto vemos que se atribuyen al médico dos
conductas como posibles causas que dieron origen al resultado. Podríamos decir que la
a quo debió comprobar hipotéticamente que la no concurrencia de algunas de las
acciones imputadas al autor hubieran evitado el resultado, y con ello comprobar que la
norma violada por el imputado ocasionó el resultado, dicha cuestión jamás es puesta en
evidencia por la Juez, solo se limitó a tildar la conducta de imprudente.
5- Una vez que el interprete cumple minuciosamente los pasos anteriores da por
cumplido el mandato de adecuación de la conducta con la descripción de un tipo penal,
y ya en esta etapa podemos hablar de un fuerte indicio de antijuricidad de la conducta.
Podemos concluir que recién acá se completa la norma de Prohibición, y es ahora donde
el Juez se encuentra autorizado a inmiscuirse en la antijuricidad.
6- El concepto de delito responde a dos juicios de desvalor, uno de ellos es en cuanto al
hecho y ese consiste en la antijuricidad y el otro es en cuanto al autor del hecho, que
consiste en la culpabilidad.
El proceso de cerrado de esta etapa se inaugura con la comprobación de la no
concurrencia de causas de justificación.
Pero el análisis de esta etapa no debe quedar allí, es preciso también indagar acerca del
riesgo que representa la acción que se esta imputando, así podemos hacer una breve
reseña de la Teoría del Riesgo.
Podríamos comenzar afirmando que vivimos en una sociedad de riesgos y como
consecuencia de ello, decir que la intervención penal sólo empieza a partir del momento
en que se excede el riego permitido.
Para que un resultado sea imputable es necesario que exista una relación de riesgo, es
decir que como consecuencia del riesgo creado por la conducta se produzca el resultado.
Pero el problema se suscita en aquellas circunstancias que llevan in situ el germen del
peligro, es allí donde es difícil establecer cuando el riesgo se incrementó más de lo
permitido, son estas conductas peligrosas pero útiles las que conllevan la creación de
riesgos inevitables. En este ámbito de riesgos inevitables ha de considerarse incluido en
el riesgo permitido.
Este análisis lleva consigo la ponderación de la relevancia penal de la conducta, no se
debe prescindir de esta indagación en el plano de la antijuricidad si lo que se quiere es
llegar en forma clara y ordenada al contexto de la culpabilidad.
7- La culpabilidad es el último elemento del la Teoría del Delito, pero su viabilidad en el
campo de los delitos culposos según parte de la doctrina es de pronostico reservado.
Podríamos decir que la culpabilidad es algo así como una defraudación de expectativas
jurídicas penalmente relevantes que devienen de un defecto en la motivación del autor .
En este punto al sujeto se le reprocha la posibilidad de actuar de otra manera, es decir
que en el caso en concreto le era exigible otra conducta que la empleada.
En este plano se indaga en el aspecto subjetivo, en la relación personal o subjetiva del
autor con la acción, lo que constituye un limite para la pena, ya que exige esta
comprobación (culpabilidad), más allá que esté probada la antijuricidad de la conducta.
La culpabilidad debe demostrar que el autor de un ilícito en una situación concreta pudo
obrar de otra manera, o que tenía capacidad de incentivarse en la norma y así elegir un
proceder distinto que evitara el resultado lesivo.
La Culpabilidad y la Culpa
La culpabilidad no es un elemento más del delito, al contrario su posición siempre ha
estado en tela de juicio por la Doctrina.
Gran parte de la doctrina habla de la difícil demostración de este elemento del delito,
que es tan propio de los ilícitos Dolosos cuando de los de tipo culposos. Edgardo
Gramajo dice al respecto “la ley penal antes que nada importa una clara amenaza. Es ese
conocimiento que la constitución postula, y que por cierto no responde al animo de
propagar cultura jurídica, el que constituye de la respuesta que a un legislador insolente
y totalitario pudiera dirigirle a un ciudadano: antes que esperes de mi que haga lo que
quieres dime que es lo que quiere que haga”.
Quien pone en jaque severamente a la culpabilidad es Ginbernat Ordeig cuando afirma
que el libre albedrío que tiene el sujeto de actuar de otra manera (adecuada a derecho),
es indemostrable en el plano empírico, y reafirma la imposibilidad de probar que una
persona concreta en una situación concreta ha cometido libremente o no un determinado
delito.
La tesis de Gimbernat[10] se basa en que la conducta de una persona está conformada
por una multiplicidad de elementos que caen fuera de las posibilidades humanas de
abarcarlos y averiguar cómo han actuado en el caso en concreto.
La prueba mas certera de este elemento de la culpabilidad estaría mas bien en la
psicología y no en algún acontecer empírico, insistir en buscarlo allí es atribuirse una
tarea para la cual el Interprete carece de herramientas y preparación para hacerlo.
Mas allá de la puesta en crisis del último elemento del delito, con la comprobación de
mismo se culmina con el cerrado del tipo culposo, y así se puede pasar al plano de la
pena, es decir resta ver que pena merece el autor del injusto y si es necesaria su
imposición.
El respetar minuciosamente todo este devenir lógico constituye una garantía jurídica y
respeto a los derechos personales. Conforme este planteo que sólo aquellas conductas
graves, que pongan en peligro o menoscaben bienes jurídicos importantes para la
sociedad serán reprimidas con penas privativas de la libertad.
En la frontera de la Inconstitucionalidad
Esto también tiene incidencia en aquellas personas (magistrados) que cumplen la misión
de ponderar la culpabilidad a la hora de emitir un fallo, es así, que la jurisprudencia
muestra una alarmante ausencia de ponderación de la culpabilidad como elemento del
delito, y a la hora de hacerlo en el terreno del tipo culposo confunden culpabilidad con
tipo culposo, cuestión que deviene en una suma de violaciones de principio penales y
garantías constitucionales como las de in dubio pro reo o la nulla poena sine lege.
Adviértase, en el fallo trabajado, que la Juez comenzó su alegato haciendo alusiones de
aspectos subjetivos del agente, lo que constituye un camino peligroso donde los
derechos y garantías personales pueden verse fuertemente violadas. Este pronóstico fue
confirmado por la solución final (en instancia de juicio) del caso planteado.
En el caso la Magistrada en ningún momento cerró el tipo culposo, nunca siguió los
pasos lógicos para hacerlo, ni siquiera los tuvo en cuenta. Si analizamos en detalle su
razonamiento, éste parte con un yerro de la misma magnitud que la cataclísmica
hemorragia sobre la que ella hace alusión.
Intenta justificar la calificación de “imprudente” del actuar imprudente del presunto
autor, sobre dos acciones; pero, aclara, que no sabe cual de ellas pudo ser, ó sea una de
las dos fue. A la a quo sólo le basta con citar o nombrar a la Lex Artis pero jamás
precisa cual norma de la misma se violó o no se respetó. Esta decisión de la Magistrada
se inscribe en un contexto donde sólo tiene preponderancia el resultado muerte y, para
justificar “su” pretensión punitiva analizó la relación psicológica del autor en abstracto
(sin referirla al concreto comportamiento – es decir, a cualquiera de los dos
comportamientos – que indica como contrarios a la Lex Artis) y nunca llego a indagar la
culpabilidad como un elemento autónomo del delito.
Pero la patología de este razonamiento, es común de ver este tipo de resoluciones donde
los magistrados confunden culpabilidad con tipo culposo, o cuando ni si quiera tienen
en cuenta la culpabilidad como una etapa de la atribución delictiva.
El Ocaso
¿Cual será la causa de este devenir en los fallos sobre delitos culposos? Es quizás la
primacía del resultado disvalioso que tienen los tipos culposos lo que me hace pensar
que nos encontramos frente a una sobrevaloración (casi diríamos exclusiva y
excluyente) del resultado en la interpretación de los delitos culposos, donde pareciera
que no es admisible dejar sin un autor responsable un injusto que ha ocasionado un
perjuicio.
Advierto, en esta línea argumental, que debemos entender que hay que exigirle al
Estado el mas exquisito, delicado y cuidadoso manejo de la fuerza punitiva y la clara
imposición del postulado democrático que sostiene que no siempre es viable y necesaria
la imposición de la pena.
La pena sólo es admisible (en el contexto de un Estado de Derecho) cuando la violación
se centra en un importantísimo bien jurídico para la sociedad y que a través de la pena
voy a lograr cumplir con la prevención general de la pena utilidad , sólo en tales
situaciones estará bien aplicada la pena.
En los innumerables fallos de tipos imprudentes se advierte la ausencia de un correcto
cerrado del tipo culposo y consecuentemente un yerro en la ponderación de la
culpabilidad. Lo que se observa es la incidencia que se da al resultado lesivo en este tipo
de delitos. En muchos casos y éste fallo no es la excepción, la única conexión que busca
el Juez es la que deviene entre cualquier acción y el resultado, sin intentar hacer un
correcto cerrado del tipo y omitiendo indagar cualquier otra vía posible de causación,
como por ejemplo el azar o aquella que es propia de las actividades riesgosas.
Dichas omisiones dejan entrever una ausencia por parte de algunos Jueces de
conocimientos que son propios de la Dogmática Jurídico Penal, y que por su
importancia no pueden ser desconocidos por estos.
Un fallo en el que no esté presente todo el devenir lógico que exige la Dogmática debe
ser considerado un salto al vacío del Derecho Penal.
El Riesgo
En la actualidad podemos afirmar que vivimos en una sociedad de riesgos, los avances
tecnológicos han producido mejoras en mucha aristas del desarrollo social pero a la ves
han creado nuevas situaciones riesgosas que por la importancia o beneficios que traen
aparejada para la sociedad son aceptadas o catalogadas como actividades de riesgo
permitido.
La operación que realizó el imputado es considerada una actividad riesgosa, por lo cual
era imperioso analizar si el riesgo se incremento más de lo permitido por parte del autor
del hecho .
La importancia de hacer este análisis, es por que toda actividad que es riesgosa y que
tenga un devenir disvalioso, pero no como consecuencia de un incremento del riesgo
por el autor, no puede ser considerada típica .
El riesgo permitido de dichas actividades ,como la médica, pueden ser consideradas
como consecuencia de las ventajas que estas producen para la sociedad.
La omisión del análisis del riesgo de la actividad en concreto por la Juez, constituye
otro yerro que no permite ver si el médico realmente actuó con impudencia en una
situación donde las posibilidades de un devenir disvalioso eran altas por la propia
naturaleza de la actividad empleada.
Tan importante es ésta ponderación, que si del análisis resultare que el riesgo se
mantuvo siempre en parámetros normales, la conducta analizada no podría ser incluída
en el tipo, lo que implica terminar allí todo análisis jurídico penal del acontecer.
También existen algunas ocasiones en que el riesgo permitido está normativamente
regulado, por ejemplo, la circulación vehicular, en el caso bajo análisis podemos citar a
la Lex Artis, es decir que en dicha norma se pueden encontrar los parámetros del arte de
la medicina sobre los cuales los médicos no deben apartarse bajo ninguna circunstancia.
Dichas reglas, según Bacigalupo, son meros criterios orientadores para la ponderación
de los límites del riesgo autorizado y cuando no exista una reglamentación expresa, la
determinación del riesgo permitido, vendrá dada por la ponderación de bienes, es decir,
de un juicio que no sólo sea de la magnitud del riesgo, sino también de la utilidad o
daño como ventaja o pérdida según criterio judicial vinculante.
Y más allá de lo que Bacigalupo dice al respecto, lo que siempre debe tener en claro el
Juez es que no debe limitar su análisis en la norma positiva, debe tratar de esbozar la
norma adecuada al caso, debe profundizar su análisis con un método de abstracción
medio entre la norma y el caso, utilizando a la dogmática para resolver el causa, más
claro es Mir Puig, cuando dice: "La letra de la ley no ofrece más que el punto de partida
y el límite máximo de la interpretación de la norma. La letra de la ley traza únicamente
un marco, dentro del cual el jurista ha de "concretar" el preciso alcance de la norma, en
base a las exigencias del sector de la realidad objeto de regulación (el llamado "proceso
de concreción de la norma": Normkonkretisierung)[11].
Este proceso de creación de la norma es a lo que el interprete en este caso en particular
debió llegar, para mayor claridad sobre esto continua Mir Puig diciendo: “En otras
palabras, el concreto contenido de la norma jurídica no puede obtenerse de la sola
interpretación del tenor de la ley, sino que requiere la contemplación de distintos grupos
de casos a que puede alcanzar. Además de la premisa mayor del silogismo tradicional
(el texto legal), es preciso resaltar la importancia de la premisa menor (el supuesto de
hecho). Sólo cuando el jurista haya precisado a que grupos de casos ha de entenderse
referida la letra de la ley, esto es, sólo cuando haya concretado su contenido, habrá
concluido el proceso de creación de la norma jurídica; el tenor legal no expresa por sí
solo ni de forma acabada el contenido de la norma a aplicar. Se deduce de ahí que la
labor dogmática de concreción de las normas dista de agotarse en la aclaración de un
texto legal y alcanza forzosamente la categoría de creación”
Si bien la Interprete se limitó a intentar subsumir un nexo causal más que hipotético,
supuesto, de la acción con el tipo, paso seguido de esto debió haber analizado si dicha
acción constituía un peligro jurídicamente desaprobado (si era socialmente inadecuada),
y posteriormente si ese peligro es el que se ha realizado en el resultado típico.
Queda claro que sólo le vastó indicar el nexo causal de la acción con el tipo, y ahí cortó
todo el camino lógico que exige la dogmática para analizar el hecho, no es otra cosa que
una muestra más de la ausencia de los institutos de la Dogmática Jurídico Penal en el
fallo, ahora me pregunto, pues si este análisis del riesgo se centra en la acción
situacional en concreto, y la Juez lo omitió por completo, ¿cómo analizó la
Culpabilidad, que esta enmarcada en el mismo contexto situacional?.
El cataclismo dogmático del fallo no culmina aquí, siguiendo con el riesgo permitido y
ante la ausencia del análisis, la defensa del Dr. C. en su alegato hace la advertencia
correspondiente de la falta de análisis del riesgo permitido dentro de la actividad médica
y ante este requerimiento en el fallo la Juez solo deja entrever el claro adagio “No
aclares que oscurece.”.
Según la Interprete el riesgo permitido es lo mismo que riesgo previsible o evitable,
entonces si tal riesgo previsible no es evitado deja de ser permitido para ser prohibido,
por lo que podríamos concluir que el riesgo permitido es aquel que puede ser evitado
exitosamente en todos los casos, ahora bien ¿si existe siempre la evitabilidad puede
hablarse de riesgo?
Esta es la pregunta que la defensa del imputado explicita en casación, y a la que se
contestan diciendo, que el riesgo permitido es aquel que puede o no ser evitado, aún
cuando pudiere ser previsible.
El riesgo permitido no proviene de su previsibilidad o su evitación sino, por el contrario
de la actividad en la que se encuentra instalado.
En todo el desarrollo de la sentencia no se aprecia en lo más mínimo como el Dr. C.
aumentó el riesgo más allá de lo permitido en la intervención quirúrgica, dicha omisión
adopta la misma dimensión del Shock Hipovolemico sufrido por la victima.
La Sutura Dogmática
Mi ponencia quiere dejar en claro que la misma exigencia que se impone al pulso del
cirujano, se debe exigir a los Jueces que tengan especial cuidado en el cerrado del tipo
culposo, ya que respetando cada paso correctamente se podrá dar un análisis adecuado
de la culpabilidad.
Especial cuidado se debe tener cuando el resultado es disvalioso, los magistrados no
deben obnubilarse con el resultado, deben tener más presente la obligación de cumplir
con el mandato de certeza que se les exige para imputar penalmente un hecho a una
persona.
Una correcta ponderación de los institutos dogmáticos tratados en la ponencia lograrán,
sin lugar a dudas, evitar que las sentencias incorporen una victima más, producto de los
yerros dogmáticos, a la que prima facie contaba la causa.
Se debe exigir que los legisladores cumplan con exquisitez el mandato de lege scripta,
de modo de dejar el menor espacio a la arbitrariedad de los magistrados.
Por último, mi ponencia acepta el riesgo de ser mal comprendida, mal interpretada,
divinizada, o incluso bruscamente interrumpida, de modo que el discurso pueda ser
derivado para que se inaugure un dialogo del que nada esta escrito.
BIBLIOGRAFÍA
·Paz M. De la Cuesta Aguado, Tipicidad e Imputación Objetiva, Ed. Ediciones Jurídicas
Cuyo 1998.
·Bacigalupo Enrique, Derecho Penal Parte General, 2ª edición, Ed. Hammurabi 1999.
·James Goldschmidt, La Concepción Normativa de la Culpabilidad, 2ª edición, Ed. B de
F 2002.
·Reinhard Frank, Sobre la Estructura del Concepto de la Culpabilidad, Ed. B de F 2002.
·Berthold Freudenthal, Culpabilidad y Reproche en el Derecho Penal,
Ed B de F 2002.
·Maier B. J. Julio ( Compilador), Autores, Maximiliano Rusconi, Natalia Sergi, Adrián
Berdichevsky, Mirna Goransky, Silvia De Maio, Martín Abregú y Gastón Chiller,
Cuestiones Particulares de la Imprudencia en el Derecho Penal, Ed. AD-HOC 1999.
·Gimbernat Ordeig Enrique Estudios de Derecho Penal, Ed. Tcnos 1990
·Parma Carlos Culpabilidad, Ed. Ediciones Jurídicas Cuyo 2003.
·Zaffaroni Eugenio Raúl, Manual de derecho Penal Parte General sexta edición Ed.
Ediar 2003.
·Jescheck Hans Heinrich, Tratado de Derecho Penal, Parte General, Traducción José
Luis Manzanares Samaniego, Ed. Comares-Granada 1993
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Notas:
[*]UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUYO, SAN JUAN - ARGENTINA. E-MAIL:
ortegajuanpablo@hotmail.com . Esta monografía fue presentada e expuesta en el XVI
Congreso Latinoamericano, VIII Iberoamericano, I Nacional de Derecho Penal y
Criminología, realizado en Lima Perú. Agradecimientos: Uno siempre es movido por
algo, siempre hay un gatillo detonante que lo ayuda a pasar de la potencia al acto, ese
gatillo es Rubén Pontoriero, un prestigioso Abogado al que respeto y admiro
profundamente. Yo siempre he sentido especial admiración por los genios, por aquellos
que salen de lo común, y uno de mis genios preferidos es Carlos Parma, un ser
excepcional que me ayuda muchísimo en mi tarea de investigador. A la Universidad
Católica de Cuyo, por su ayuda y de la cual me siento orgulloso de representar en este
importantísimo evento. Y por último al ser que me guía en mi vida, la que me hace
sentir el sentido de la vida, Valeria Fernández, mi Novia.
[1]En el sistema procesal de la provincia de San Juan, como en muchas provincias de
Argentina, el sistema procesal es mixto. En el supuesto de delitos culposos y en los de
pena inferior a tres años de prisión o reclusión (llamados delitos correccionales), la
instancia de juicio esta en cabeza de un Juez unipersonal.
[2] Articulo 84 del Código Penal Argentino, Será reprimido con prisión de seis meses a
cinco años e inhabilitación especial, en su caso, por cinco a diez años el que por
imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los
reglamentos o de los deberes de su cargo, causare a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueran mas de una las víctimas fatales, o
si el hecho hubiese sido ocasionado por la conducción impudente, negligente, inexperta,
o antirreglamentaria de un vehículo automotor.
[3] Resumiendo así la situación, tal como ha sido fijado los hechos por la sentenciante
en la instancia de merito, cabe concluir que este desgraciado caso, con su grave
resultado, debe ser considerado entre aquellos que la doctrina califica como caso
fortuito o consecuencia del azar, y por lo tanto no puede atribuirse al acusado a titulo de
culpa o imprudencia. Sentencia de la Corte de Justicia de San Juan, foja 547.
[4] Todos los nombres son ficticios, por respeto a las personas que fueron parte en este
proceso.
[5] Esta maniobra quirúrgica es considerada como una de las más riesgosas que tiene la
operación. En el fallo tiene connotaciones de gran importancia: por un lado, se evaluó
negativamente la actitud del médico de emprender la introducción de la aguja de Veress
en ausencia de los miembros de su equipo, y por otro, – en la “inteligencia” de la
Magistrada y la fiscal de esta maniobra resultó la lesión intraquirúrgica en un vaso del
retroperitonéo que ocasionó la muerte de la Sra. C. M..
[6] O por ambas cosas?
[7] En tal base fáctica, así definida por la magistrada de merito, no precisa,
satisfactoriamente, cual fue esa acción imprudente aludida ni, mucho menos, cual
hubiere sido el actuar debido para evitar el resultado. Continua diciendo la Corte, En tal
sentido insisto, la sentencia impugnada no dice cual fue la conducta debida ni como ella
hubiere evitado la muerte de la victima.. Fallo de la Corte de Justicia de San Juan, fojas
546 y 546 vta.
[8] El destacado me pertenece
[9] Articulo 84 del Código Penal Argentino, Será reprimido con prisión de seis meses a
cinco años e inhabilitación especial, en su caso, por cinco a diez años el que por
imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los
reglamentos o de los deberes de su cargo, causare a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueran mas de una las víctimas fatales, o
si el hecho hubiese sido ocasionado por la conducción impudente, negligente, inexperta,
o antirreglamentaria de un vehículo automotor.
[10] Ginbernat Ordeig Enrique, Estudios de Derecho Penal, Ed Tecnos 1990
[11] Mir Puig Santiago, El Derecho Penal en el Estado Social y Democrático de
Derecho, Ed. Tecnos 1990.
[12] Citado por Gimbernat Ordeig Enrique en su obra Estudios de derecho Penal
pagina. 145.