La movilidad se ha convertido en el eje que organiza todo nuestro
estilo de vida y desarrollo. Forma parte del núcleo de los mayores problemas sociales y ambientales que padecemos. Es causa y consecuencia, a la vez, de la ordenación del territorio, y tiene mucho que ver con el deterioro de nuestro entorno y del medio natural.
A menudo confundimos movilidad (el hecho de desplazarnos por
necesidad u obligación) con accesibilidad (el acceso espacial razonable para satisfacer necesidades o deseos). La creciente necesidad de movernos a larga distancia que padecemos hoy es más el resultado de una mala organización del territorio y de que los lugares donde vivimos, trabajamos, estudiamos, compramos o nos divertimos estén cada vez más alejados entre sí. Por eso, el principio fundamental para garantizar la sostenibilidad social y ecológica de nuestro territorio y el acceso igualitario a los recursos, se resume en la frase: “Contra movilidad, cercanía”.
Sin embargo, como las necesidades de desplazamiento se han
impuesto con fuerza en nuestro modelo de ciudad y de Isla, necesitamos apostar por una mejora solidaria y sostenible de los medios de desplazamiento. Desde que las formas de transporte autopropulsado irrumpieron en Canarias (tal y como sucedió en tantos otros lugares del Planeta), el automóvil privado ocupó un espacio privilegiado. Desde entonces, las inversiones públicas más importantes en materia de movilidad y transporte se han destinado a él, haciendo grandes esfuerzos en adaptar el territorio para facilitar el paso del coche, en detrimento de casi todo lo demás. Situar al coche en el centro de la organización de la movilidad potenció formas cada vez más discriminatorias de accesibilidad, que erosionan el sentido cívico y hasta las bases de una vida humana digna para aquellas personas que no pueden, o no quieren, usar el vehículo privado. Este modelo se ha venido desarrollando en las últimas décadas con un contrapeso muy débil de los intereses colectivos, basados en el transporte público y en limitar las formas de movilidad innecesaria.
En nuestros barrios y pueblos el transporte público se ha convertido
en un medio imprescindible, pero muy precario. Destaca como regla general la ausencia de inversiones que dignifiquen el uso de la guagua como principal medio de transporte, y que coloquen al transporte colectivo como un gran competidor frente al vehículo privado. Tampoco se ha invertido decididamente en la dignificación y habilitación de medios alternativos, como la bicicleta o, simplemente, la recuperación y acondicionamiento de caminos, aceras, pasos de peatones y plazas para las personas que deciden utilizar el sistema de transporte más sano, sostenible y sensato: caminar.
Nuestras ciudades carecen de los mecanismos más básicos que
permitan cierta autonomía de desplazamiento a las personas que padecen algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial. Estas personas sufren impedimentos que están presentes tanto en el mobiliario urbano, como en los medios de transporte, pasando por el diseño de las infraestructuras. Todo esto ha propiciado que no exista equidad en las formas de movilidad. Sin embargo, los costes del actual sistema que favorece casi en exclusiva al automóvil privado los sufraga toda la ciudadanía a través de los impuestos.
La ordenación del territorio que queremos, el diseño de las formas de
movilidad y transporte, así como el resto del modelo de desarrollo, se viene caracterizando por la ausencia de mecanismos efectivos, continuados y bien organizados de participación ciudadana. Las ‘soluciones’ al transporte y la movilidad resultan casi siempre una imposición que no ha surgido del debate ni mucho menos de la construcción social de un consenso.
Por eso, el encuentro y la participación activa, crítica y constructiva
son los objetivos que animan la constitución de este Foro. En él, colectivos sindicales relacionados con el transporte, asociaciones de vecinos y otras organizaciones sociales y ciudadanas, así como personas a título individual, vamos a dialogar, trabajar y aunar fuerzas. Estamos seguros que de este modo tendrán un eco cada vez mayor tanto las reivindicaciones generales que afectan al conjunto del Área Metropolitana de Tenerife, que son muchas; como las particulares de nuestros barrios y pueblos, que son todavía más, proponiendo e impulsando alternativas viables y efectivas. Todo ello, a sabiendas de que son las personas usuarias quienes mejor conocen las necesidades de mejora de nuestro sistema de movilidad. Y que las buenas decisiones son las que se toman de forma democrática y participativa.
Por este motivo, las organizaciones que abajo se indican aprueban la
constitución de un Foro Comarcal sobre Movilidad, autónomo, no adscrito ni sometido a las directrices de ninguna organización ni partido político, y que apoya la creación futura de otros foros comarcales, a lo largo de toda la Isla, de manera que la sociedad tinerfeña secunde con fuerza la reivindicación de un derecho básico y fundamental como la movilidad sostenible, las alternativas para un transporte público mejor y más digno, y el acceso igualitario a los recursos de toda ciudadanía, sean cuales sean sus características personales.