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REPORTAJE: vida&artes
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Sus resultados pueden corroborar ideas que la teoría de la higiene señala desde
los años 70. Con esta hipótesis, algunos científicos ya apuntaban que, si bien la
higiene había permitido acabar con las grandes infecciones de la historia,
también había aniquilado gérmenes necesarios. "A partir de los años cincuenta
empiezan a aparecer nuevas enfermedades relacionadas con el sistema inmune
y la teoría de la higiene las relaciona con dos aspectos: el sistema inmunitario
estaba más equilibrado para combatir enfermedades cuando había más
bacterias, y también hemos eliminado bacterias amigas que establecían sistemas
de tolerancia. Por eso respondemos a los alérgenos del aire como si fueran
patógenos y de forma exagerada", explica Guarner.
Aún hoy, los expertos coinciden en que se trata de una teoría difícil de
comprobar. Pero ya son muchos los estudios epidemiológicos que muestran
diferencias entre la salud de personas que en su infancia han estado expuestas a
determinadas bacterias y las que no. El más conocido, realizado tras la caída del
el muro de Berlin, permitió ver que la incidencia de alergias, asma y otras
patologías autoinmunes era menor entre los habitantes del Este, y mayor entre
los de la zona occidental, mas rica y limpia, con acceso a antibióticos y vacunas.
Los gérmenes empiezan a colonizar nuestro cuerpo nada más llegar al mundo.
Algunos estudios demuestran que el parto vaginal facilita la formación de la
flora intestinal del recién nacido. "El niño nace con anticuerpos de la madre,
pero las bacterias no lo colonizan hasta que nace. Al principio, las más
abundantes son las bifidobacterias, que obtiene por la leche materna", explica
Miquel Viñas, catedrático de microbiología del campus de Bellvitge de la
Universidad de Barcelona. "Es un proceso lento y gradual que ocurre en un
periodo corto de tiempo. Para un niño saludable es positivo entrar en contacto
con bacterias, pero tampoco se debe fomentar la infección como protección",
afirma.
Diferentes estudios han demostrado que los niños que viven con animales, sea
un perro, gato o incluso animales de granja, tienen menos riesgo de padecer
alergias. El dato lo corrobora otra investitgación de la Universidad de Illinois,
que analizó las reacciones alégicas de su personal de laboratorio que trabajaba
con ratones. Quienes no tenían alergia a los roedores se habían criado en
entornos rurales. También se ha comprobado que la convivencia con más niños
aumenta las defensas. Los que van a la guardería sufren menos alergias. Los
hijos de familias numerosas son menos susceptibles a las alergias, sobre todo los
más pequeños, porque con sus hermanos están expuestos desde que nacen a
más infecciones.
Los miembros de una misma familia comparten una dieta similar y un entorno
similar. Por eso acostumbran a compartir el microbioma intestinal, aunque haya
algunas variaciones individuales. Ésta es la razón por la cual estudiar y
comparar la flora intestinal de hermanos gemelos idénticos, uno delgado y otro
obeso, ha resultado reveladora para las investigaciones de Jeffrey Gordon, del
centro de Ciencias del Genoma de la Escuela de Medicina de Washington.