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Entre la niebla

Nick aparece en un lugar repleto de una niebla blanquecina. No logra ver nada más allá
de unos pocos metros y tampoco ve el suelo que pisa; el cual está liso. Tras un rato de
confusión, le parece como si fuera a estar allí eternamente; siente una gran calma y
confusión y le parece que el tiempo fuera demasiado despacio mientras avanza entre la
niebla.

Tras eso, se encuentra conmigo; un año más mayor que en mi anterior aparición.

Yo le digo como si me lo esperara desde hace mucho:

-Bienvenido, te estaba esperando. Ya va siendo hora de que continúes con tu conocimiento de ti mismo.

Y Nick contesta:

-Entendido.

-What do you want find? (¿Qué quieres encontrar?). -Yo pregunto sin más preámbulos.

-Luego Nick contesta:

-Je ne entends pas (No lo entiendo).

Yo sigo haciendo preguntas desoyendo las replicas de Nick y pregunto:


-Quomodo tu es (¿Cómo estás?)?

Entonces Nick contesta con una expresión de incredulidad:

− εγο µεν τοι συ γιγνοσκο τασ αποκρισειζ (ego men toi su gignosko tas apokriseids) (yo no tengo
conocimiento de las respuestas).

Yo respondo:

-Algún diga las encontrarás pero, por el momento, tu búsqueda continua y continuará incluso con
nuevas preguntas tan esenciales e importantes como estas.

Tras eso Nick deja de ver y se encuentra asustado. Nick y yo nos damos cuenta de esa situación y no
hacemos comentarios al respecto. Tras eso él dice:

–Entendido, ¿Cómo salgo de aquí?

Yo digo calmadamente y con alegría:

–Yo te guiaré, sígueme.

Y él me sigue, entre la niebla, escuchando mis pasos. Al cabo de un rato, yo desaparezco y el


encuentra la salida entre la niebla.

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Mientras tanto, Sofía se encuentra entre la niebla también, pero lejos de Nick. Se siente perdida y
da rodeos entre la niebla, buscando algo. Se pregunta donde está y hacia donde se dirige pero no
tiene clara la respuesta. Luego recuerda lo que comentó Nick sobre las dimensiones y como
lograron expandirlas para crear un túnel por el que viajar más rápido. Después de eso, recuerda
haber leído algo sobre esas dimensiones en una antigualla de libro escrito por Stephen Hawking,
allá por el año 1990. Tras esta reflexión, Sofía se encuentra con ella misma.

La Sofía Guía dice con una expresión de cierta indiferencia y alegría esperanzadora:

–Hola, bienvenida. Tendrás muchas preguntas y yo no puedo responderlas, pero sí puedo darte
algunos consejos para guiarte en el camino de la vida: Te preguntas sobre todo pero puede que no
encuentres las respuestas o no podrás entenderlas. Aun así, esa búsqueda debe continuar.

La Sofía perdida contesta:

–Pero no sé como salir de este mundo onírico y solucionar este entuerto.

La guía da su consejo de una forma empática y preventiva:

– No debes seguir ciegamente al más capaz y no debes dejar de lado al menos pues cada uno es
el más y el menos. Recuerda bien esto y prosigue tu camino. Por cierto, es por allí.

Y siguió el camino sin saber a donde le llevaría pero consciente que ahí es donde debía
estar.

La puerta del soñador

(7-4-2009) Un día de tantos, al día siguiente de enseñarle por primera vez la sala de
experimentos, está Sofía y Charles trabajando en la sala de experimentos.
Aparentemente es un día como cualquier otro pero hay algo diferente. Ese día el físico e
ingeniero Charles Kaigili opta por enseñarle nuevos inventos a Allora.

-Es increíble la cantidad de posibilidades que ofrece esta sala y no te he hablado todavía
de casi ninguna. Por ejemplo hay cápsulas de crioestasis que manejar y tener a los
individuos semanas. Ya he oído lo que os pasó en la base secreta del enemigo. Tuvisteis
suerte de sobrevivir y salir de allí tan campantes. Lo normal es que vuestros tejidos se
hubieran hecho pedazos al cabo de unos días; más de cuatro días no os hubiera dado.
Para una crioestasis hace falta una sustancia vitrificante o congelante de los tejidos y
otra que permitiera volver a restituir esos tejidos. A ti y a los demás os tuvieron en una
situación semejante a enterraros en el hielo durante días. No logro imaginar cómo no
habéis sufrido daños neurológicos irreversibles. En general, el cuerpo aguanta
físicamente unos diez minutos o veinte minutos después de un estado de muerte clínica
antes de la muerte cerebral, pero tres días y pico... –Exclama Charles, gratamente
sorprendido de ello.

-No había pensado en ello. Ahora veo que peligro hemos corrido todos. –Responde
Sofía, inquieta y con miedo, en el recuerdo, por lo que acaba de oír.

-Bueno, mejor pensar en otra cosa. -Dice Charles, tratando de calmarla de ese
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-Mejor. –Reacciona ella diciendo eso.

-La verdad es que hay tecnologías muy variadas desarrolladas o a desarrollar y


aplicables mutuamente. Por ejemplo podríamos aplicar de manera combinada esa
tecnología del visualizador de sueños con toda su estructura interactiva, una tecnología
de visualizador temporal y algún tipo de tecnología telepática o incluso de visualización
de realidades alternativas. Trabajamos en principio con elementos teóricos aparte de
buscarle luego la aplicación practica. Lo mío son los inventos pero también me interesé
por el universo en general y sobretodo por la base teórica de las cosas; por eso estudié
física después de la ingeniería. –Comienza a explicar.

-Me he quedado con las ganas de saber más sobre esa posibilidad teórica. Parece
interesante. –Rompe el silencio momentáneo Sofía.

-La verdad es que, en teoría, sorprendentemente, hemos llegado a la conclusión de que


un individuo que utilizara esas tecnologías combinadas, aún careciendo de varias de
ellas nosotros, podría moverse por el tiempo y el espacio, siendo capaz de vez las cosas
que se suceden en realidades alternativas, interactuar con ellas, sólo por medio de los
sueños, y escuchar los pensamientos de la gente en un alcance indeterminado. –Cuenta
Charles con cierto sentimiento de sorpresa hacia las conclusiones generadas.

Sofía se pone a pensar en Javier Valladolid, ese individuo guía que les ayudó en sueños
pero del que no volvieron a saber al salir de la crioestasis. “¿Sería así cómo lo haría?”.
Entonces pasa a pensar en la tecnología del visualizador de sueños y otras, de entre las
incalculables posibilidades, de las que él le habla, como por ejemplo una teórica que
quedaría en un “Si el universo cambiara” de anular la capacidad acumulativa de la
gravedad y que la materia afectada por ese arma se viera afectada por ello; así sería
erradicada la gravedad a favor de otras fuerzas mayores con resultados como salir
despedida esa materia entre otros resultados posibles.

Todo ello provocó una fuerte discusión moral sobre el uso de esas tecnologías, el paso a
los recuerdos evocados por Sofía acerca de lo pasado en ese lugar y en último termino
una situación tensa entre ambos que desembocó en ira y en que Sofía se sintiera
ofendida por algo que Charle dijo.

Días después vuelven a encontrarse y Charles está dispuesto a pedir disculpas, pero la
situación sigue bastante tensa. Ya más bien invitada para aprender un poco de su
inventiva, porque ya saben cómo fabricar el invento que ella sabía crear y piensan que
mientras esté allí puede ayudar en algo, sigue ahí.

-Sofía, estuve reparando un invento que no te he enseñado. Si quieres podemos verlo


ahora mismo. –Propone, algo tenso, Charles.

-Todavía estoy irritada pero lo pensaré. –Responde algo enfadado Sofía.

Él le enseña una puerta con marco que muestra una imagen holográfica de un lugar con
gradas de cristal y una piscina de lava electrificada a su alrededor, habiendo sol y
tormenta en el cielo. El marco de esa puerta de madera abierta tiene una tubería justo
detrás, conectada a ella, que va hacia abajo y eso lleva a otra sala.

-Este invento es “la puerta del soñador”. Ayuda a quien está en ella a ser capaz de
pensar y reflexionar, mirando hacia su interior, pero a la vez de manera equilibrada al

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reflexionar sobre el mundo exterior. O esa es la idea. ¿Vienes? –Le exhorta nuevamente
Charles a que se apunte a la experiencia.

Sofía, dubitativa, finalmente entra, tras pensárselo seis veces. Entra en la sala de
cristales con Charles y una de las gradas se rompe. Cae a las de debajo y, dolorida,
contempla horrorizada cómo tiene ante sí una arena una arena letal para quien se meta
contra alguien en ella.

Saltan rayos de ese mar de lava de lava y los montones de pompas sacan seis
piroclastos, que caen junto a la meditativa Sofía, quien sabe, por lo que Charles le ha
explicado, que un error podría tener efectos psicosomáticos irreversibles; tal es esa
maquina de realidad virtual que interactúa directamente sobre la estructura cerebral.

Se ha puesto en un lugar donde sabe que no le van a dar y medita con tranquilidad sus
pensamientos, aún sabiendo que ha podido cometer un error.

Entonces el lugar cambia, y así llegan a un lugar donde Holfman, un individuo sombrío
e indefinido les dice:

-Duras pruebas habéis de superar si la mayor percepción buscáis encontrar.

Entonces comienza a agitarse y añade un segundo después:


-Nihil novis sub solem.

Entonces la sala vuelve a cambiar y Sofía empieza a preocuparse. Todos los nervios de
su cuerpo están como aletargados y no los siente, aunque nota mover sus músculos, pero
sí siente si está en equilibrio o no y el resto de sus sentidos.

Parece una noche estrellada y oscura, entre pinares, y hay dos paredes. Una repleta de
focos, todos apagados menos uno con intermitencias, y otra pared, aparentemente,
completamente lisa y blanca.

-Puedo confesarte una cosa... Nunca he pasado de la primera prueba. Sé que hay varias
rugosidades de medio milímetro, o más pequeñas, de anchura y de profundidad pero yo
no las he encontrado. –Confiesa Charles sin saber claramente cual será su respuesta.

-Eso sólo se ve por medio del tacto y yo no siento nada. –Replica Sofía.

-También con la vista podría verse pero yo no lo he encontrado. –Sugiere Charles.

Comienza a buscar en la pared. Acerca el ojo. Unas paredes de la maquina rodean a


Charles y le insonorizan. Una parte de la otra pared permanece más oscura porque la luz
del foro no escapa al impacto con la pared de en medio. Sofía, pensativa, ya no veía
bien. Había encontrado varios pero todavía quedaban algunos que la oscuridad no deja
ver. Recordó que portaba, casi por azar, una tapa de un boli vip, junto al boli, y la saca,
aún sin sentir que las toca; por el sólo hecho de notar la incapacidad de presionar más,
no por dolor o presión sino porque el brazo no pudiera presionar más, cómo un muelle.

Así opta por aplicar eso a las que no ve. El resultado acaba siendo positivo y así el
terreno cambia. (8-4-2009) La zona pasa a ser una tierra arenosa con una enorme mesa
de madera rectangular. Hay multitud de alimentos diferentes, conocidos y desconocidos.
Una especie de humo negro, tirando a grisáceo, y denso se introduce por voluntad
propia en la garganta de Sofía, mientras Charle permanece incomunicado, no pudiendo

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ayudar en la siguiente prueba, y Sofía se ha quedado tosiendo y con un cierto ahogo que
se pasa en poco tiempo.

En esos momentos la figura multicolor, ideada por el programa a partir de alguien o


algo, reaparece, sombría e indefinida, y dice:

-Para superar la prueba próxima, se ha de descubrir por el gusto lo que el gusto no


otorga y así descubrir el sabor de esos alimentos.

Comenzó a probar algunos alimentos de la mesa y no le sabían a nada; algo difícil de


conseguir sin distraer al cerebro con misteriosas habilidades que redujeran la salivación.
Luego estos desaparecieron y aparecieron otros que no conocía de nada y que lo mismo
nunca habían existido. ¿Cómo podía averiguar cual era cual y ponerlos en sus bandejas
si no podía averiguar su sabor? ¡Ay! Si se tratara de gusto estético degustando un libro
sería otra cosa.

Pensó y pensó y de repente lo comprendió, acercó un libro antiguo a la cara y empezó a


olerlo. Comenzó a captar un aire de antigüedad y de viejos usos, de cultura y del paso
del tiempo, que degradaba el papel y a la vez lo embellecía con nuevas aportaciones en
libros tal vez mohosos. Abrió el libro por una página cualquiera y encontró un texto que
le llamó la atención: “El sentido del gusto y del olfato está minimamente
entremezclados y en la lengua se dan ambos”. Por eso su lengua le sabía y olía fatal. Se
lo pensó y decidió oler los alimentos y ver a cual le correspondía el sabor que le evocara
por semejanza. Así hizo y de este modo identificó por el olor cada uno de los alimentos
que puso en sus respectivas bandejas.

Una vez superada la prueba. La imagen pasó a un laberinto por donde pasaba humo bajo
los pies y había varias plantas. Circuló una bocanada de aire helado y Sofía cogió un
potentísimo constipado que le hizo perder el sentido del olfato.

La voz del ser de sombra reapareció:

-Para reconocer las fugas de gas o los gases tóxicos y encontrar el camino correcto has
de recurrir a algo que ni perico ni oloroscopio te pueden dar.

Qué raro. ¿Cómo iba a pasar por ese laberinto sin reconocer las fugas de gas y qué
pintaba un invento teórico fallido como ese en su comentario?

Sofía observó a su alrededor. Sobre un ladrillo de la pared había un periquito muerto y


junto a él había una pluma de águila, con su típica textura plástica en el cartílago de esta
mientras que los pelos de esta se mantenían aerodinámicos. Se le ocurrió entonces que
la tinta, si podía usar la pluma sin oler la tinta y hacer que una pluma lista para usarse
con tinta volara ¿Por qué no iba a hacer lo mismo con el aire y gas de la sala?

De esta forma se puso en camino y fue hallando los recovecos con aire y tomando otro
sentido. Así llegó a la salida del laberinto y la prueba acabó.

Apareció un lugar lleno de obstáculos con un pasillo que iba recto. Había múltiples
fosos dispuestos en diferentes puntos y dispuestos para que hambrientos animales
saltaran en esos momentos y Sofía, que llevaba un antifaz que le cubría toda la cara y
que no se podía quitar, tan pegado como los pimientos radiactivos con moho, de un mes
en la nevera, pensó y repensó lo que hacer.

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Y, volviendo al presente, que veinte minutos oníricos son mucha espera, Sofía se fija en
que lleva un sacapuntas y un lápiz con escasez de puntas. Le saca punta y prueba a
escribir con él, haciendo bastante ruido al pasarlo por la pared rugosa. Eso hace que un
mecanismo de frecuencia de sonido haga mover otro mecanismo que provoca que la
parte de arriba de la pared se meta hacia adentro y aparece una especie de barandilla a
través de la cual atravesar con esfuerzo, a base del uso de las manos en camino sobre el
vacío, cuidándose de no poner los pies cerca de las criaturas, en ejercicio gimnástico, el
pasaje, hasta llegar al punto en que hay varios puntos de una sala y un puente con un
barranco a los lados. Al izquierdo o al derecho hay hielo que resistiría al paso de un
individuo pero al lado contrario hay un espacio para el precipicio y el puente puede
estar en el centro mismo o no. A falta de bastón, se la juega con el pie y sólo encuentra,
por pisarlo en el suelo, una goma redondeada por el desgaste. No se le ocurre otra cosa
que lanzarla exactamente en línea recta y escuchar. La goma no suena y se marcha hacia
la izquierda, calculando en que lado de la pared se encontraba en principio, hasta cruzar
el puente.

De este modo la escena cambia y una imagen multicolor de ese ser sombrío le dice por
un e-book, en una pda con pantalla no brillante, que ha de hallar la melodía que suena
en el robot, rehecho en inspiración al robot que esculpía la esculturas de luz en un
relato de Asimov, causa de un trágico suceso, que esculpe música con la radio de su
pensamiento. Y que el e-book le puede ayudar sin llegar a superar la genuina
experiencia de la imagen en papel con su partitura. El e-book sólo muestra patrones de
luz y Sofía se pone a pensar. Suena un potente pitido que sólo se calma poniéndose unos
tapones y que en último termino le impide oír cualquier cosa hasta dejar sin audición.

¿Qué tiene en común cada color con las veces que aparece y lo que me sugiere?
Pongamos un do en ese color de ese xilófono, o un re para ese otro. Y así va escogiendo
los colores, intuitivamente, imaginativamente, pensativamente y a ensayo y error, hasta
que logra encontrar la melodía buscada para la prueba superar.

Y ya sólo queda la última prueba. La escena cambia nuevamente. Ahora se trata de una
sala que se asemeja a una ciudad y en la que no deja de pasar gente. Holfman dice, ya
más tranquilo:

-Para superar la última prueba se precisará de todos los sentidos que no da tiempo a usar
a falta de los que dan tiempo a usar. Has de encontrar a una persona verdaderamente
compatible contigo.

Parece que esta vez tiene todos sus sentidos en esa amplia calle metálica y gris. La calle
tiene humos por las fabricas y la vida parece apagada. Todo parece extraño, con mucha
gente vagando y muchas cosas por ahí que no le llaman para nada. Comienza Sofía a
preguntarse por ella misma y a decidirse a quien buscar. Coge una libreta y coge un
lápiz para escribir sobre ella, que buscar y que decir, pero no directamente sino por
medio de una historia que se lo muestre en un striptease inverso que le muestre lo oculto
que le cuesta encontrar y sentirse así conectada con todo. Trata de enfocar sus
pensamientos en eso pero algo falla. Su mente no encuentra nada y no logra enfocar su
imaginación hacia lo que la razón le habría de llevar, hacia encontrarse a ella misma y
con ello encontrar a los demás. Camina por esa calle pero no siente nada sobre nadie, ni
un presentimiento ni nada que le llame la atención.

Entonces, para averiguar quien es compatible con ella de entre esas miles de personas,
espejismos del holograma, que vienen y van por el comienzo hacia el final de la calle.
Les pregunta y pocas veces obtiene respuesta. Observa sus ropas, la colonia que les
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gusta llevar y miles de datos más, que comidas escogen y cómo saben o si tienen afición
a tocar cosas que dañan la piel porque tienen la piel áspera al darles un apretón de
manos o la dulzura o agresividad en su voz. Finalmente, tras cuatro horas oníricas de
averiguaciones, encuentra a la persona con la que es más compatible. Quien, realmente,
le debería haber llamado la atención a los cuatro minutos según Holfman comenta.

La escena cambia y él dice:

-Ya puedes recuperar todos tus sentidos y manejar esta maquina del soñador a voluntad.

Sofía cambia el lugar cuantas veces le parece el lugar, según todos los modelos de
realidades que se le ocurren y disfrutando de todos y cada uno de sus sentidos. Charles
es liberado y contempla contento cómo Sofía ha superado todas las pruebas. Sofía hace
que reaparezcan donde estaban para acabar con su furia en una naturaleza archí
destructiva que derrumba las gradas, lanza rayos y truenos sin cesar y hace que las lavar
rompan los cristales de colores azules y morados tanto de dentro como de fuera de las
gradas. Luego pasa a un locus amoenus de verdes prados y arroyos entre montañas, que
está en calma, y se marchan por una puerta que antes no veían.

-Hola, lamento lo que te dije antes y haberte metido en este embrollo. El neurólogo no
me informó de estos efectos ni de esta parte del programa. –Dice, un poco con
desasosiego, Charles.

-Admito tus disculpas. –Responde calmadamente Sofía.

-¿Te gustaría tomar un café? Yo invito. –Sugiere Charles, entre la esperanza y el temor,
deseando que no se malinterpreten sus intenciones; que son las que parecen.

-Deberías currarte más las citas; que con esa tendencia a ser tan cutre algún día tu
encanto te dejará de funcionar. –Replica y acepta ella.

-¡Vamos! -Exclama Charles.

Entonces ambos salen de la habitación.

La última visita

(14-3-2009) La incertidumbre se cierne sobre Allorilla, quien, habiendo comenzado una


posición de meditación, asume su pronto final. Sabe que, pese a haber resistido la
estructura una sacudida de los explosivos, tarde o temprano toda la estructura se
derretirá por el calor y se caerá sobre ellos sin que todos y cada uno de sus hipotéticos
esfuerzos físicos por salir de allí puedan tener efecto pues la base está cerrada.

Las explosiones han dañado los primeros niveles de la base y el sistema de ventilación
tiene averías que provocan que el gas entre a esos niveles hasta los inferiores y se fugue
a través de los pulmones de los presentes. Así, el gas comienza a actuar pero no hace
que pierda la razón y se muestra calmada e impasible; al fin y al cabo precisa de esa
calma para afrontar esos últimos momentos en que su fin se acerca. No puede dejarse
llevar por el pánico y morir de miedo, ya no hay nada que le cause más temor que lo
que está a punto de ocurrir, y empieza a entrar humo en la base.

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Ya no queda mucho para que la tercera oleada rompa las sólidas protecciones tipo
bunker de la base y toda la ciudad subterránea se venga abajo. En buena hora llegó allí,
guiada por unos militares para asegurar su propia seguridad. Abre los ojos y ve llegar a
alguien. Una joven que concuerda con la descripción y la foto de Ayna; la que Allora le
mostró cuando se encontró con ella.

-Allora, te estaba buscando. ¡Cuánto tiempo hacía que ansiaba verte de nuevo! Te quiero
con todo mi ser y nunca he dejado de hacerlo aunque no te lo parezca. –Dice Ayna junto
a una retahíla más de frases románticas y otras plenamente sentidas, una vez supera el
momento en que parece que Allora (En realidad Allorilla) está más distante y en trance.

Comienza a explicarle, consciente de que no podía estar muy calladas esta vez, que ha
hecho:

-La verdad es que todo fue un accidente. Cuando caminamos entre la oscuridad al
despertar e intercambiamos nuestras fotos al recoger nuestras pertenencias, me confundí
de pasillo entre la multitud y acabé encontrando un aparato de portales que cogí y pase
junto a otro con un portal activo en el que entré por accidente. No lo supe entonces pero,
desorientada, pude comprobar que no estaba muy lejos de la base. Y luego supe que
había sido destruida. En mi deambular vi mucha desolación que tu también debiste de
ver y me sentía profundamente triste por todos los horrores que plagaron el territorio y
por no saber si estabas viva o muerta. Deberíamos alejarnos de aquí. El humo y el gas
pueden matarnos. Veo que no hay salida. ¡Estupendo! La verdad es que en parte me lo
esperaba. El caso es que yo fui quien vi a tu familia tras su viaje al pasado y quise
avisarte pero no sabía cómo. Un individuo llamado Monsieur Rodem, afincado en ese
pueblo, se enteró de lo sucedido y de que yo también era un testigo. En realidad era un
militar con contactos, quien pensaba que Farnsworth estaría probablemente muerto
porque se rompió el otro aparato al viajar yo, capaz de avisarte de alguna manera. Pero
me parece que no debió de tener éxito porque estás aquí.

-Ayna, hay algo que debo decirte... –Comienza lentamente y desconfiando un poco de
ella, así como de lo que sienta o deje de sentir ella misma, llena de inseguridad ante lo
que va a hacer.

Así le confiesa que le está hablando a otra Allora. La visita iba dirigida a un amor que
estaba lejos de allí y le cuenta todas las veces que su Allora habló de ella con total amor
y pasión. Cuenta que envidió a su yo futura, principalmente por haberla conocido y no
tanto por todo lo demás. Pero que ahora, decidida, en esos últimos momentos, a elegir
sus propios sentimientos y su propia vida, le había conocido (A Ayna) y no la envidiaba
sino que se sentía tan afortunada como ella. Así, entre dudas, temores y esperanzas,
optan por conocerse, hablar, besarse y recuperar el tiempo perdido, consciente Ayna que
Allora es casi la misma persona, sólo que sin conocerla, y Allora sintiendo un amor
renovado hacia esa persona que su yo del futuro quiso muchísimo.

-Salgamos de aquí con tu generador de portales. –Propone Allorilla, esperanzada, en


medio de la conversación.

-No se puede. Algo reacciona con el aparato y afecta al espacio tiempo también. Y lo
mismo puedo decir de mi ralentizador temporal. Ya te he dicho que vine en busca de
Allora para pasar mis últimos momentos con ella, aquí o lejos; es un riesgo que asumí
con gusto. –Explica con resignación Ayna.

De ese modo queda la cuestión porque ambas deciden unir manos, miradas y sonrisas,
en posición meditante, tan cerca que pueden oír su propia respiración y oyen en susurro
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el latido de sus corazones, meditando juntas y al mismo tiempo. Entonces, ya
definitivamente asumido el momento y esa última visita, deciden que sus propias vidas
pueden acabar en breves instantes pero que esos instantes decidirán si duran una vida o
miles de vidas en una.

En ese momento, ya sin esperar a nada más mientras el mundo externo se cae y ellas,
paradójicamente, oyen sus pensamientos porque su volumen suena mucho más alto que
el del exterior y pueden leer cualquier cosa caída en el suelo, cómo un viejo poema
dedicado al escribiente o un poema sobre la latencia y la presencia, sonándoles las
alarmas como música concordante con la armonía sonora de la lectura silenciosa de sus
propias palabras.

Y en ese preciso instante cierran los ojos:

-¿Quien ha dicho que sólo se puede soñar junto con otra persona por medio de la
tecnología de los chips y la criogénica? –Dice Ayna, esperando una respuesta de
esperanza y alegría.

Estando ambas con los ojos cerrados, Allorilla responde con cierta risa inocente:

-¿Quien dijo que los finales felices no pueden predominar sobre los trágicos en las
propias tragedias sin repetirse en el intento?

Y así se hace el silencio y la oscuridad en la base.

Sobrevivir al futuro

(14-7-2009) Allora, Sofía, Nick y Figas están comiendo palomitas y viendo las noticias.

-Las sondas están moviendo la nave en dirección hacia el sol. La sonda utiliza el viento
solar para trasladar y dirigir la nave hacia el sol. Después de transportar toda la
tecnología trasladable y obtenible sin que explotase la nave, la única alternativa es
destruirla para que sus cabezas nucleares no caigan sobre la tierra. La sonda sigue
transmitiendo el acontecimiento. La nave se introduce a veinte kilómetros de su
superficie y curiosamente va resistiendo pese a las altas temperaturas. Finalmente, a
cinco kilómetros de la superficie, se ha desintegrado con éxito. –Dicen las noticias.

Todo el mundo se alegró de que el cohete ya no fuera una amenaza. El desaparecer ese
cohete también hizo revivir viejos recuerdos, cómo esas largas horas de acoplamiento
entre la nave y el modulo espacial, la odisea de la entrada en la nave, el riesgo de una
explosión, el peligro del encuentro, el rescate, el espoleo tecnológico y el viaje.

-Mario y Paula, deberían estar aquí. –Dice Figas y Allora sobre sus respectivas parejas.

Allora intuye que su relación con Paula tiene dos opciones: Pasar a consolidarse en una
vida feliz o quedarse inmerso en el fin.

-Hola cariño. –Le dicen sus parejas al llegar.

Allora le cuenta a su pareja esas inquietudes y ambas parejas les responden


respectivamente a sus compañeros.
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-No os preocupéis por vuestra condición de viajeros en el tiempo. Te ayudaré y estaré a
tu lado en todo, aun con poner en riesgo mi propia vida y el peligro de tener que
abandonar nuestras actuales vidas; en la medida de lo posible.

Después de esa conversación cambian de canal y en el otro canal hay una serie llamada
“Cuentos del universo intergaláctico”, tras la serie OD.

-Deberíais lavaros los dientes. Acordaos de que los nanochips limpiadores no debieron
de aguantar el frío de la última criogenía, esa de la que tuvisteis suerte de sobrevivir, por
meses. –Dice Mario.

-Estás en todo, tigre. –Dice Figas.

Toma –Dice Mario y le entrega su poema al escribiente.

Ella lo lee, se ríe y, contentos, pasan de Sofía, Allora y Nick para dedicarse a otros
asuntos fuera de la habitación.

Allora y Paula se besan acarameladamente. Nick y Sofía les miran con envidia.

-Bueno, almenos podremos ver el capitulo de “Quejido equidistante”. Por cierto, te


perdiste el episodio de la semana pasada llamado “Cronos Diacrónos”. –Dijo Nick.

-Lo olvidaba. Vaya despiste. Tenemos alguien a quien ayudar y un viaje que planificar.
Luego os cuento. Con respecto a tener pareja, no os preocupéis por no tener pareja. Ya
la encontrareis y, si no, se puede vivir muy plenamente sin tener pareja. De hecho todos
lo hemos hecho y podemos seguir haciéndolo. –Dijo Paula, ante la mirada de Nick y
Sofía.

Entonces, mientras Allora piensa en un cuadro figurativo de una mujeres tocando una
guitarra, todos se quedan dormidos mirando el interesante episodio de la serie.

(24-4-2009) Fiametta, cómo le gustaba que le llamasen, se despertó sobresaltada y


pensó en algún viejo sueño que tuvo días antes. En la cama, en uno de los rincones,
estaba su esposa Nuria, mirándola con cariño, ternura, amor y pasión. Entonces, de
manera empática, le preguntó:

-¿Qué has soñado?

-Soñaba, mi Dido, con nosotras dos y con un libro entre las manos bajo el cobertor,
secándonos mutuamente el sudor. –Dijo ella, esperando para llegar a la parte del
sobresalto.

-¿De que trataba el libro? –Preguntó Aurorita, quien prefería que la llamaran Dido.

-Trataba sobre un hombre muy seguidor del amor cortes, que tenía un matrimonio feliz,
en el cual su mujer, mal maridada pero con hombre joven, vivía en castidad; hasta el
punto de sustituir a su amiga prostituta en el lecho de bodas; algo de lo que el marido
dio buena cuenta, aún en la oscuridad. (28-4-2009) Asumiendo sus fuertes convicciones

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religiosas y corteses, asumió que su esposa pensaba igual y que era un principio natural
que ella no quisiera yacer con el marido.
Así, deseoso de pasar muchas noches con ella y de que mostrara y aceptara su amor
decidió no ser ya su marido, frecuente viajero burgués, y hacerse pasar por caballero.
Así se preparó con alianzas múltiples de escuderos y caballeros desleales que le
sirvieron bien en sus tretas. Tales traidores, incluso, por extraño que parezca,
entretejieron todo para que sus enemigos fueran a por la dama de aquel caballero, para
ser viles con ella y ejercer sin derecho un derecho de pernada fuera de la noche de
bodas. En esto que el valeroso mercader, caballero en el manejo de las armas, les venció
y sesgó sus vidas, salvando a la dama. Pasó el tiempo tras su marcha, y su esposa, quien
seguía sin querer que su marido la tocara, quedó prendada en secreto de aquel caballero
y le hacía de rogar en sus canciones traídas y cantadas por un juglar.
Así, un día en que el marido estaba de viaje, se reunieron nuevamente y el amante
enmascarado, siempre bajo una mascara de plumas azules de pájaro, escondido en los
jardines de la casa, al amparo de la oscuridad, la amó y quiso todo cuando pudo y
así ella le dejó y tanto gozo tuvieron, de todos los tipos, que un día ella le preguntó:
“¿Por qué lleváis siempre puesta esa mascara de pájaro?” y él le respondió: “Para que
no me encuentre la amor, a quien robé parte de sí para dar a quien quisiera”, y
así todo fue bien, hasta que un día el marido tuvo que irse de verdad de viaje a trabajar y
guardó entre sus cosas el antifaz. La esposa lo encontró y lo peor se pensó, entre
lagrimas se puso a pensar y a sospechar, planteándose si era hora de enviudar. –Contó
Nuria, quien prefería que la llamaran Fiametta.

-¿Y cómo acabó? –Preguntó Dido.

-No lo sé. Algo me interrumpió. Apareció en el sueño un intruso que nos sacó de la
cama de un susto. Era un ser de cabeza huevón, piel cavernosa en el color, un extraño
demonio intruso que cogió el libró y lo hojeó. Nos preguntó por alguien que no
conocíamos y al no estar ahí, un hombre de orejas puntiagudas, ciego y con
muchísimos pelos en las piernas, le dijo que se fuera de allí. Qué ese sueño no era su
sitio. El ser se asustó y se le cayó el libro en una rodilla y comenzó a gritar de dolor,
gritando con toda su alma en una situación terrorífica, de pesadilla, que me ha
desvelado. –Contó Fiametta.
-Bueno, al menos con esto no has tenido las pesadillas que solías tener. La policía sigue
buscándolo. Seguro que aparece. Cierto que el periodismo de investigación entraña
peligros, pero tu hermano no va a hacer un reportaje sobre delincuencia juvenil en
Argentina y va a acabar borracho, siendo victima de un aquelarre deificante que acabe
con su muerte a manos de personas que crean convertirle o convocar con ello a un dios
oscuro destructor. ¿No? –Respondió Aurorita.

-Seguramente no, aunque no me agrada llevar tres meses sin saber de él. Recuerda lo
último que supimos. Recuerda a aquel chico que trataba de ayudar a salir,
secretamente, de manera puramente personal, de una secta destructiva. ¡Ojala esté
bien! –Dijo Nuria.

-Va siendo hora de llamar a quien pueda ayudarnos cuando la policía no lo hace y no
hay nadie más a quien acudir. –Propuso Aurorita.

Y así hicieron para concertar una reunión en su casa.

Una vez concertada la reunión con su único contacto al respecto, por cuestiones
lingüísticas, se pusieron a hablar de la leyenda del alma lúgubre y la del ciego que veía
con las manos por luz, según se decía, supuestamente, en algunas ciudades.

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(4-5-2009) Tiempo después, mientras veían en la radio un programa en el cual una


persona cualquiera llamaba por teléfono al programa y podía decir que pregunta quería
que le preguntasen, la que fuera, se lo preguntaban y respondía cómo quería, llamaron
a la puerta.

La radio emitía varias emisoras simultáneamente, que escogían oír una u otra en sus
respectivos cascos inalámbricos por medio de unos botones.

(17-7-2009) Dido estaba escuchando música cuando su mente comenzó a vagar e


imaginó un paisaje de tinta y papel por donde vagaba, junto al paseante, una pluma que
se hacía llamar Bibaldi, o eso escribía, y que recorría las montañas en surcos
armónicos ante el sol y las nubes negras; no la armonía mezclada con el ruido y menos
audible que este. Entonces cambió de emisora.

(4-5-2009) Nuria estaba pasando el polvo con un mini aspirador de mano inalámbrico,
que portaba una batería de rápida recarga y una bolsa de medio litro de aire, capaz de
aspirar con menos fuerza pero para esfuerzos menos constantes.

En esas estaban cuando Allora llamó. Aurorita, por su parte, escuchaba una rareza de
programa sobre alguien que recitaba poemas en griego clásica ático o en latín
ciceroniano y con rock heavy de fondo, cómo parte de la campaña de fomento de la
actividad cultural.

(17-7-2009) Allora entró en la casa en cuanto llamaron a la puerta. Pudo ver varias fotos
familiares y una de ellas era de una boda, en la cual las novias eran sus anfitrionas.

-Hola Alora, yo me llamo Nuria, pero puedes llamarme Fiametta. –Se presentó una de
ellas.

-Hola Alora, yo me llamo Aurorilla pero puedes llamarme Dido. –Se presentó la otra.

-Veo que estáis casadas. –Comentó Allora por decir algo.

-Sí, hace diez años que nos casamos por lo civil; lastima que no pudiéramos por la
iglesia. Hubiera sido muy representativo mostrar nuestra unión ante Dios. Somos muy
felices. ¿Tú estás casada? Pareces un poco joven para eso pero en el futuro lo mismo las
cosas son diferentes. –Preguntó Aurorita.

-No, no estoy casada. Tengo una relación desde hace meses con una mujer de este
tiempo. Otra cosa, espero que no les moleste que les pregunte. ¿Por qué tenéis esos
motes? –Preguntó por curiosidad Allora.

-No, no nos molesta. Sus padres son filólogos y nos hablaron muchas veces de
literatura. Después de ser tan felices juntas, tras 12 años cómo pareja y conocernos
desde hace 15, decidimos ponernos esos motes para redimir la suerte de esos personajes.
La verdad es que guardan cada uno una historia detrás que los motivó. –Dijo Aurorita.

-Me encantaría oírlas. –Pidió Allora.

-En mis treinta años de vida, en los cuales me volví cada vez más atea, pasé muchas
veces en mi infancia por quedar prendada y dolorida de un amor que no volvía, pero al

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final fue feliz. –Explicó Nuria, definiendo después feliz cómo estar satisfechas con su
vida, su relación y estando muy contentas de cumplir sus objetivos.

-Yo, por mi parte, también a mis treinta años de vida, me sentí en mi juventud tan
dolorida, deseosa de venganza, sintiéndome morir en varias ocasiones, por relaciones
que acabaron en abandono con utilitarismo, que me sentí muy identificada con ese
personaje; cierto que Eneas le hizo pasar por eso por designio de los dioses y que lo mío
fue no toparme con las personas adecuadas, pero no deja de haber cierto paralelismo.
Menos mal que ahora soy feliz. –Contó Aurorita.

-Bueno. ¿Quién es el desaparecido? –Preguntó Allora.

-Se trata de mi hermano. Aún recuerdo su primer reportaje. Fue sobre la práctica
masiva de entrar en un vagón mientras se cerraban las puertas y la falta de
mecanismos, a diferencia de en el metro, de apertura automática de puertas, cuando
algo las bloquea y así evitar accidentes... Bueno, creemos que puede estar en peligro;
hace tiempo que no sabemos nada de él y tengo un mal presentimiento. –Comenzó a
decir Nuria.

Entonces le explicó el asunto con detenimiento mientras Allora contemplaba un cuadro


figurativa de una mujer tocando una guitarra; lo que le trajo recuerdos de un sueño que
vivió y recuerdos de Ayna, a quien, pese a haber pasado meses desde su viaje, echaba
mucho de menos.

-Lo que me contáis me recuerda a una leyenda urbana de mi tiempo que no tiene base
en ningún caso criminal real; a lo mejor está basado en su desaparición. Sí sé que hubo
un caso que se saldó al encontrar al desaparecido ocho años después; a lo mejor era
este. Un día quise ver de donde venía esa leyenda urbana y encontré por casualidad
eso. Nuria, presiento que tu hermano estará bien pero haré todo lo que pueda para
encontrarle. Ni yo, ni mis amigos Nick, Sofía y Figas somos héroes pero, después de
sobrevivir al futuro, y pasar unos meses aquí, me apuntaría a un bombardeo con tal de
ayudar a quien pueda ayudar y lo necesite. Veremos lo que podemos hacer. Tú no te
preocupes. También tenemos contactos y sé que somos vuestro último recurso en estos
momentos. Podemos irnos de vacaciones, vacaciones de rescate a donde decís. Avisaré
inmediatamente a los demás. –Respondió Allora.

Entonces se marchó, después de despedirse, hacia su casa.

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Para contactar con el autor escribir a:

Valladolid_Javier@hotmail.com

O visitar su web:

http://valladolidjavier.spaces.live.com/default.aspx?sa=784635768

Y para saber algo más sobre sus obras también se puede visitar:

http://www.bubok.com/libros/361/Escritos-mucho-de-lo-mejor-y-lo-peor-del-
comienzo-de-una-obra

http://www.literativa.com/autores/274/

Relatos basados en la novela “El Sueño Perdido, la ciudad de las vidas partidas”,
del mismo autor.

Espero que los disfrutéis más allá de haber leído o no la novela. Cierto que están
mejor diseñados para ofrecer respuestas a puntos oscuros de la histórica que cómo
relatos independientemente pero también pueden resultar entretenidos y enseñar
algunas cosas. Y disculpen las erratas; está el texto original tal cual se escribió,
fechado y todo. En el futuro quizás haga correcciones.

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