Un Estudio Sobre La Virgen Maria

¿QUE HAS OIDO DECIR
SOBRE LA VIRGEN MARIA?

CURSO DE APOLOGETICA: CUARTO TEMA
¿QUE HAS OIDO DECIR SOBRE LA VIRGEN MARIA?
Una hermosa mañana de Domingo, el día del Señor, junto con la comunidad de evangelizadores de mi
parroquia, salimos a compartir la Palabra de Dios con nuestros hermanos.
En una de las casas que visitamos, nos atendió una señora muy amable que, cuando nos identificamos
como evangelizadores católicos, nos permitió entrar a su casa y se dispuso a escuchar el mensaje que
nosotros le llevábamos, de parte del Señor, en esa mañana.
En eso estábamos, cuando llegó un joven, que nos quedó viendo de reojo y notamos que su mamá se puso
nerviosa. Ella nos dijo en voz baja: -“Este es hijo mío, pero es evangélico. Anda molesto conmigo,
porque acabo de celebrar la gritería y sólo vive hablando barbaridades de la Virgen María”.
Nosotros le dijimos que lo llamara para que compartiera sus inquietudes con nosotros y ver si le podíamos
ayudar a aclararlas.
Ella, con un poco de temor, lo fue a llamar y al poco rato, él se presentó con una actitud de recelo y nos
preguntó: -¿Ustedes son católicos?- Contestándole nosotros que sí. ¿Y qué es lo que me quieren decir?
-preguntó de nuevo- Hermano -le dije- su mamá nos indicaba que usted dice algunas cosas sobre la Virgen
María. Aunque nosotros en este día hemos salido a proclamar el Glorioso Nombre de Nuestro Señor
Jesucristo, estamos claros que ella fue parte del Plan de Salvación de Dios. Por eso queremos escucharlo
para compartir lo que usted sabe sobre ella.
-Bueno, dijo él, espérenme que voy por mi Biblia.
En un instante, el hermano volvió y nos dijo: -“Miren, el problema es que ustedes no conocen la
Palabra de Dios, por eso es que inventan tantas cosas sobre María, pero ahora les voy a quitar el velo
que tienen en los ojos, pues Satanás los tiene engañados y no los deja conocer la verdad”
Y comenzó exponiendo lo siguiente: -María no fue siempre virgen, tuvo otros hijos, lo dice Mc.
6,3; Mt. 12,46-47; Mt. 13,55-56; Jn. 7,3-5.10
-Entonces Doña Lola, una de las evangelizadoras, se dispuso a contestarle: -A ver hermanito. La
palabra “hermano” es un término genérico que en la Biblia, se le aplica a diferentes grupos o
personas, las cuales pueden ser:
• Los miembros de una misma familia, no necesariamente hijos de la misma madre. Para esto
compare los textos de Gén. 11,27 con Gén. 13,8;14,12.16. Como puede notar, Abraham era
tío de Lot, pero lo llama “hermano”. Por tanto existe una relación entre tío y sobrino. Lo
mismo sucede en 1 Cro. 23,21 donde existe relación entre tío, sobrino y primos.
• Los miembros de una misma tribu: 2 Sam. 19,12; Lev. 10,1-6; 1 Rey 12,21-24 y a los
miembros de un mismo pueblo: Deut. 25,1-3; Jue. 1,1-3.14,3; Tob. 4,13; Tob. 5,11-14.
• Para identificarse de los pueblos extranjeros: Deut. 1,16; Deut. 15,1-3.
• Los pueblos descendientes de un mismo antepasado: Deut. 2,4; Am. 1,11.
• A los esposos(as): Tob. 7,11; Tob. 8,7; Cant. 4,9.
• A mi prójimo: Mt. 5,22-24; Mt.18,15-21; Jn. 4,20.
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En el Nuevo Testamento, la palabra “hermanos”, también se aplica a miembros de una fraternidad; en

este caso, todos los creyentes en Cristo Jesús: Hc. 2,9; Hc. 9,30; Luc. 23,31-32; 1 Cor. 2,1; Heb. 2,11.
Como puede ver, cuando en la Biblia aparece la palabra “hermanos”, no necesariamente se está
refiriendo a hermanos carnales.
El hermano la interrumpe para señalar: -Pero en Mc. 6,3 se nos detallan los nombres de los hijos de
María: Jacobo (Santiago), José, Judas y Simón. Y menciona otras hermanas.
Doña Lola continúa: -Con el hecho de que en Mc. 6,3 se mencionan nombres específicos de los
hermanos de Jesús: “Jacobo (Santiago), José, Judas y Simón”, y que, además, se habla de
“hermanas”. Esto lo podemos aclarar tomando otras citas de la Biblia.
Santiago el menor y José, son hijos de otra María; no de la madre de Jesús: lea Mt. 27,55-56 y
Mc. 15,47.
Santiago el mayor y Juan, son hijos de Zebedeo y de otra María; pero, no de la madre de
Jesús: vea por favor Mt. 10,1-4.
Santiago el menor y José, son hijos de Alfeo o Cleofás y no de San José. Sobre Judas y Simón no hay
referencias directas, pero se habla de Judas Tadeo, hermano de Santiago y de Simón el Cananeo,
apodado El Zelote. Resulta que este Simón era de otro pueblo y de otra familia que nada tenía que
ver con la familia de Jesús. Por otro lado, Santiago el menor y Judas Tadeo, parientes entre ellos, se
consideran “servidores” de Jesús y Judas señala que es hermano sólo de Jacobo (lea St. 1,1 y Jd. 1,1).
A esto vamos a agregar un dato no bíblico, pero sí histórico, el que Cleofás era hermano de San José,
como nos hace saber Hegesipo, autor del Siglo II en su Historia Eclesiástica y lo confirma Eusebio,
Obispo de Cesarea de Palestina (Siglo IV). Por lo tanto, los hijos de Cleofás fueron primos de Jesús,
no hijos carnales de María.
Para tener una mejor comprensión de lo antes señalado le voy a hacer un dibujito en este papel
LA FAMILIA DE JESUS
Virgen María San José

Prima de la (Lc. 1,27) Esposa de (Mt. 1,19)
Padres de
Isabel Zacarías Hermano de
(Lc. 1,36) (Lc. 1,5)
JESUS Parienta de
Padres de hijo único
Primo de
Juan El Bautista Cleofás
(Luc.1.57.67) Otra María Esposa de
(Jn. 19,25)
(Jn. 19,25)
Padres de
Primos de
Santiago El Menor y José

(Mt. 27,56)
Aquí puede notarse como Jesús no tuvo hermanos carnales y que todos los que se mencionan en los
Evangelios, eran parientes suyos, pero no hijos de María.
Luego de explicado el dibujo, Doña Lola prosigue: -Por otro lado, si en Mc. 6,3 se mencionan a los
hermanos de Jesús, analicemos otra cita paralela en Jn. 6,41-42. Aquí sólo se mencionan al padre y a
la madre. ¿Por qué San Juan no hace mención aquí de algún hermano de Jesús? Simplemente porque
no existían pues, de haber existido, Jesús no habría tenido la necesidad de dejar a su madre a su
cuidado (lea Jn. 19,26-27). Tampoco San Lucas hace mención de una familia numerosa, cuando narra
el episodio de la pérdida del niño Jesús en el templo (lea Lc. 2,41-48). Si María hubiera tenido otros
hijos, éstos estaban en la obligación de honrar y no desobligarse de su madre (vea lo que dice Ex.
20,12.21,17; Deut. 5,16; Lev. 20,9; Prov. 1,8).
Entonces el hermano, nos señala otro asunto: -La Biblia, en Luc. 2,7, dice que Jesús fue el
“primogénito” de María, o sea, el primero; por lo tanto, ella sí tuvo otros hijos.
Don Monchito, otro miembro del grupo, se dirige al hermano y le dice: -Primogénito (Protótokos, en
griego) en la Biblia, se refiere al hijo que no había precedido a ningún otro vástago en el matrimonio
y que, además, debía consagrarse a Yahvé (vea Núm. 3,12; Ex. 13,2; Núm. 18,15). Por eso, San
Lucas señala que Jesús es el “primogénito”, para explicar y remarcar el cumplimiento de la ley, con el
ofrecimiento del niño en el Templo (Lc. 2,12-24). Pero en la Biblia, la primogenitura es más bien un
título honorífico que implicaba la obtención de una gran cantidad de derechos: Lea 1 Cro. 5,1; Gén.
27,1-45 y compárelo con Heb. 12,16-17 y Ex. 4,22.
En este caso, si usted también revisa el Evangelio de San Mateo, podrá notar que tanto éste como San
Lucas, quieren hacer hincapié de que Jesús era el Mesías esperado por Israel, el depositario de la
promesa hecha por Yahvé a David; o sea, el sentido del texto es llamar la atención de que Jesús, como
primogénito y descendiente de David, adquiere todos los derechos de él. Veamos el siguiente
análisis:
Jesús, por la adopción paternal de José, es descendiente directo del Rey David: lea Mt. 1,1.17.20;
Lc. 1,26-27 y Lc. 2,4; luego compárelo con Rom. 1,3-4.
Nace en Belén, lugar de nacimiento del Rey David: véalo en Lc. 2,1-7 y Jn. 7,42.
En El se cumple la promesa hecha por Yahvé a David: Mírelo en Jer. 23,5; Ez. 34,23-24 y Os. 3,5.
Ahora compárelo con Lc. 1,31-33; Hc. 2, 22-36.
El pueblo lo reconoce como descendiente de David: lea Mt. 9,27; Mt. 21,9; Ap. 5,5; Ap. 22,16.
Ahora bien, primogénito no necesariamente significa que sea el primero de muchos. Puede ser
primero y único y eso está bien claro en 1 Cro. 23,17: “Hijos de Elieser: Rejabías, el primero. Eliezer
no tuvo más hijos” Se fija, era hijo único pero se le llama “el primero” o como dicen otras versiones
de la biblia “el primogénito”, “la cabeza”, “el jefe”; porque fue el primer parto que tuvo su madre y
no porque hubiera más hermanos. Y ahora veamos otro ejemplo. En el año 1922 se encontró en Tell
El Yejudieh (Egipto), una tumba con una lápida escrita en griego el año 5 antes de Cristo, que dice
así: “La joven madre judía Arsénoe, murió entre los dolores del parto al dar a luz a su hijo
primogénito”. En este caso, resulta una completa locura decir que ella tuvo más hijos después de
muerta. Se llama primogénito porque fue el primero y no porque hubiera otros hijos más. La
primogenitura en el Nuevo Testamento es, además, un título espiritual: Vea Ro. 8,29; Col. 1,15.18;
Apoc. 1,5; Heb. 12,22-23.
Pero veamos ahora el asunto bajo el punto de vista de una promesa hecha por Dios, por medio de un
ángel, o sea, un mensajero divino; que en la Biblia se presenta a personas especiales, que tienen
mucho que ver con el Plan de Salvación de Dios y que también son figuras de Cristo. En todos estos
casos: el ángel se presenta, anuncia el nacimiento de UN HIJO y, la promesa se cumple con el
nacimiento de UN HIJO, y no sólo eso, sino que UN HIJO UNICO.
Se lo voy a escribir como un cuadro en esta hoja para que lo analicemos.
Tabla No. 1. SIEMPRE QUE EL ANGEL ANUNCIA EL NACIMIENTO DE “UN” HIJO, ESTE ES “UNICO”
ANUNCIO DEL ANGEL CUMPLIMIENTO
PERSONAJE COMO FIGURA DE (Nacerá UN hijo) (Nace UN hijo y éste es
ÚNICO)
Jesús, el hijo único ofrecido en sacrificio a Gén. 17,16-19; 18,10.14. Se Gén. 21,2-.7; 22,2.12.16. Se
Dios. Asímismo, Abraham y Sara son anuncia el nacimiento de cumple la promesa y nace
figuras de Zacarías y Ana, padres de Juan UN HIJO. UN HIJO UNICO.
ISAAC El Bautista. Comparar Gén. 18,11 con Luc.
1,5-7.
Jesús, el que actuará como Juez y es la Jueces 13, 3-5. Se anuncia el Jueces 13,24. Se cumple la
SANSON esperanza de salvación de su pueblo nacimiento de UN HIJO. promesa y nace UN HIJO
UNICO.
Jesús, el que bautizará con fuego. Juan es el Luc. 1,13. Se anuncia el Luc. 1,57. Se cumple la
JUAN EL precursor, el que allana el camino, el que nacimiento de UN HIJO. promesa y nace UN HIJO
BAUTISTA invita al arrepentimiento y a la conversión. UNICO.
El Mesías, Hijo de Dios, Heredero del trono Luc. 1,31. Se anuncia el Luc. 2,6-7. Se cumple la
JESUS de David. nacimiento de UN HIJO. promesa y nace ¡UN HIJO
UNICO!
Luego de revisar la tabla, Don Monchito prosiguió: -Si todos estos personajes, que fueron figuras de
Jesús, fueron únicos y nacieron bajo circunstancias extraordinarias, ¿por qué Jesús iba a ser la
excepción, siendo el depositario de todas las promesas y en quien se cumplen las profecías sobre el
Mesías que Dios enviaría para nuestra salvación? Juzgue usted.
Y el hermano contesta: -Pero María se unió con José, después de tener a Jesús, lo dice Mt. 1,25.
Y yo le contesto: Basarse en la frase “hasta que”, para decir que María tuvo relaciones con José, no es
correcto. Esta frase en la Biblia no significa “antes no, pero después sí”. Basta con analizar los
siguientes textos para aclarar el asunto: 2 Sam. 6,23 (una muerta ya no podrá tener hijos); Mt. 13,33
(una vez fermentada la masa no se pueden separar sus componentes); Sal. 110.1 (¿Será retirado de su
silla una vez derrotados los enemigos?); Gén. 8,6-7 (¿Una vez seca la tierra, ya no voló más?); Gén. 28,15
(Después de cumplir, ¿sí lo abandonará?); Mt. 28,20 (Después del fin, ¿ya no estará con nosotros?). Lo
que San Mateo quiere señalar es que San José no tuvo nada que ver en la concepción de Jesús y que el
Hijo de Dios fue fruto del Espíritu Santo y no de la unión carnal entre José y María. Acuérdese que los
judíos tenían 2 señales para identificar la venida del Mesías: 1) Que él nacería de una Virgen (Is. 7,14) y 2)
Instauraría un Reino de Paz y Armonía (Is. 11). Ellos no aceptan a Jesucristo, como el Mesías, no porque
crean que María sí tuvo más hijos, sino porque no se ha cumplido la profecía de Is. 11, pues ellos aún no
miran estas señales visibles en el mundo. Por eso si menospreciamos a María señalando que ella tuvo más
hijos, estaríamos poniendo un grave obstáculo para que los judíos se conviertan.
Por otro lado, fíjese que incluso dentro de otras religiones, encontramos algunos testimonios agradables de
lo que ellos piensan sobre la Virgen María:
Un “hadit, o sea, un texto de la tradición islámica, proclama que “todo hijo de Adán, apenas nacido, es
tocado por Satanás, con excepción del Hijo de María y de su madre”.
El mismo Mahoma, dirigiéndose a su hija le dijo: “Fátima, tú en el paraíso serás señora de todas las
mujeres, después de María”

En el Corán está escrito: “Oh, María, Dios te ha escogido, te ha hecho pura y te ha elegido antes que a
todas las mujeres de todos los mundos”.
Se da cuenta, hermanito, no sólo los cristianos católicos reconocemos la importancia que tiene la Virgen
María, sino que hasta otras religiones.
El hermano, algo inquieto, comienza a revisar en su Biblia y, luego de unos instantes, dice: -Ah! Pero
María en Lc. 1,46-47, ¡reconoce que necesita salvarse!
Don Monchito le responde: -Bueno, no sé que tiene que ver lo que estábamos hablando con esto; pero
mire, esa frase es difícil de comprender para una persona que desconoce el sentido de la “humildad”. Pero
veamos que dice Jesús, el hijo de María, en Mc.10,18: «Jesús le dijo: “Por qué me llamas bueno? Nadie
es bueno sino sólo Dios”». ¿Por qué no se atreve usted a decir que Jesús está reconociendo que era malo
o un pecador? Por la expresión de su rostro, veo que no llegaría a tanto, ¿verdad?. Pues bien, Él como su
madre, de tal palo tal astilla, nos dan muestra de esa cualidad maravillosa llamada “humildad”.
Entonces el hermano, con una actitud de enojo nos dice en voz un poco alta y dando un golpe en uno de
los brazos de su silla: -¡Los católicos adoran a María como Diosa y la ponen por encima del propio
Jesús!
Doña Lola se adelanta y le dice: A ver hermanito, no hay ningún motivo para que usted se enoje.
Simplemente estamos intercambiando nuestros puntos de vista sobre la Virgen María y como usted ha
notado, nosotros le hemos mostrado lo que la Palabra de Dios señala, igual a como usted lo ha hecho.
Pero ahora que menciona esto, déjeme decirle que esa afirmación suya no es la verdad. Fíjese que se
dio un caso en la historia, en Arabia, donde ciertos cristianos que eran conocidos con el nombre de
Coliridianos, cayeron en el error de adorar a María como diosa. A este grupo les reprendió
inmediatamente San Epifanio, diciendo: “Sea en verdad honrada la Santísima Virgen; pero sean
adorados el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nadie adore a María. Aunque María es excelentísima
y santísima, y dignísima de honor, no por eso, sin embargo, ha de ser adorada”. ¿Se fija que eso que
usted señala no es cierto? Pero déjeme explicarle algo importante que va a ayudarle a comprendernos
mejor.
En la Iglesia Católica nos enseñan que existen 2 tipos de culto: El culto de Latría y el culto de Dulía.
El culto de Latría es el reservado única y exclusivamente a Dios en sus tres personas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Idolatría, casualmente significa, que yo crea que algo o alguien sea divino y lo adore
como un Dios. Por otro lado, el culto de Dulía, es un culto de respeto, que no significa adoración,
sino una veneración respetuosa, como recuerdo de los méritos de esa persona. Es parecido a los
homenajes que se hacen a personajes ilustres, como lo podríamos hacer al recordar a Rubén Darío,
Simón Bolívar, etc. En el caso de la Santísima Virgen María, la Iglesia Católica rinde un culto de
Hiperdulía, o sea, una alta veneración, sin llegar a la adoración que está reservada sólo a Dios.
Después de Jesucristo, la persona más importante dentro del plan de salvación que Yahvé tenía
preparado para nosotros, es María. Y veámoslo desde este punto de vista: Al principio de la creación,
una mujer desobedece un mandato de Dios y por eso la humanidad perdió esa estrecha relación “cara
a cara” que tenía con Él y se vio forzada a dejar el lugar que Dios había hecho especialmente para
nosotros. Al llegar la plenitud de los tiempos, otra mujer dice “sí” a Dios; se hace su esclava; se pone
totalmente a su disposición y gracias a eso, Dios se encarna, se hace como nosotros, toma nuestra
naturaleza y posteriormente, por el sacrificio de Jesús, volvemos a recuperar la amistad y la estrecha

relación “cara a cara” con Dios y volvemos a obtener el derecho a vivir en el lugar que Yahvé nos
tiene preparado junto a Él. Sin María, no hay Jesús. Sin Jesús, no hay salvación. Sin salvación, que
sería de nosotros? En conclusión, la Iglesia Católica reconoce el gran valor que María tiene como
modelo de creyente y por eso la llama “Madre de la Iglesia” e incluso, podemos tomar un ejemplo del
Nuevo Testamento, en 1 Pe. 3,1-6 donde San Pedro, dirigiéndose a las mujeres de la primitiva Iglesia
cristiana, les dice lo siguiente: “Lo mismo vosotras, mujeres, someteos a vuestros maridos, de modo que,
aunque algunos no crean el mensaje, por la conducta de sus mujeres, aun sin palabras, queden ganados al
observar vuestro proceder casto y respetuoso. No consista vuestro adorno en lo exterior: cabellos
trenzados, joyas de oro, trajes elegantes; sino en lo íntimo y oculto: en la modestia y serenidad de un
ánimo incorruptible. Eso es lo que estima grandemente Dios. Así se adornaban en otros tiempos las
santas mujeres que esperaban en Dios y se sometían a sus maridos: Como Sara, que obedecía a Abrahán
llamándolo señor. Obrando bien y no cediendo a ninguna intimidación, os hacéis hijas de ella.”
Si analizamos esta enseñanza de San Pedro, encontramos cosas realmente maravillosas. El hecho de
“someterse” significa –dejarse llevar, dejarse guiar-, y María le dice al Angel: “He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según su palabra” (Lc. 1,38). Este sometimiento lleva a un objetivo grande: el
lograr la conversión del ser amado. Me viene a la mente el momento en que San José, después de que
su prometida se le pierde por 3 meses. Acuérdese que María se fue a atender a su prima Isabel que era
anciana y estaba embarazada (Lc.1,39-40); luego ella vuelve con una barriga ya visible y con una
historia que a José no le pareció (¡embarazada del Espíritu Santo!), por lo que decide abandonarla,
pero en secreto, lo que lleva a pensar que él sabía que tipo de excelente persona era ella. Por eso, la
duda de José nace al no entender la grandeza de lo que ese embarazo significa. Sorprende el silencio
de María ante este hecho. José recibe la visita de un ángel que le explica la verdad y éste vuelve
donde ella; claro, ¡cuantas disculpas no le daría!. El hecho es que María confiaba tanto en Dios que
ni siquiera en ese momento, en que José decide dejarla, llegó a dudar de su palabra, aún cuando eso
pudo significar su propia muerte (según Lev. 20,10). Por último, San Pedro toma a Sara, esposa de
Abraham (Gén. 12,4-5), como modelo para una mujer perfecta y les dice a las mujeres miembros de
la Iglesia, que imitando sus virtudes se convierten en “hijas de ella”. Para nosotros los cristianos,
quién es más importante para el plan de salvación de Dios, Sara o María? ¡Claro que María!. ¿Y
acaso ella no es el modelo de amor y obediencia a Dios? ¿Cómo no imitarla en todas sus virtudes?
Por eso nosotros llegamos a ser “Hijos de María”, cuando imitamos sus virtudes: Obediencia,
humildad, fe, paciencia, etc. Un hecho muy duro en la vida de la Santísima Virgen, comienza con la
profecía hecha por un anciano en el Templo de Jerusalén (Lc. 2,25-35) donde le señala que una
espada atravesaría su corazón. La palabra griega usada por Simeón es “romphaia” que se refiere a
una espada de grandes dimensiones, terrible en extremo, algo inusual, pues las espadas griegas y
romanas tenían comúnmente una hoja ancha, recta y de dos filos, pero eran algo cortas. Esta enorme
espada, a la que alude Simeón, lógicamente causaría mucho dolor y que dolor más grande pudo sentir
María al ver, al pie de la cruz, morir a ese hijo que llevó en el vientre, el que era toda su esperanza, el
enviado de Dios. Lo veía ahí, despreciado por sus mismos amigos, muriendo por una humanidad que
aún hoy día no logra comprender la grandeza de ese sacrificio. A este dolor le sumamos el que
muchos, así como usted, querido hermano, hoy en día, queriendo exaltar a su hijo, llegan a
despreciarla a ella, poniéndola como un simple objeto al que Dios utilizó y que cumplido su papel, la
tira a un lado. En las Iglesias históricas como la Luterana, Calvinista, Anglicana, etc., , luego que con
la reforma se apartaron de ella, hoy están de nuevo reconociendo la importancia del papel de María.
Imagínese lo que dice el literato Max Yunnickel, miembro de la Iglesia Luterana -la que fundó
Lutero-: “Hace mucho frío en la Iglesia Luterana. Tenemos que calentarla un poco. ¿Cómo?
Trayendo una Madre: María. Entonces sin duda estaremos mejor. Volvamos a los cánticos de María,
adornemos nuestras Iglesias con las flores del campo. Haremos fiestas, como por la vuelta de una
Madre, porque una Madre ha reaparecido en nuestra Iglesia... María llena de gracia, yo te saludo”. Y
Max Thurian, teólogo calvinista escribió: “María se atreve a profetizar que todas las edades la
llamarán bienaventurada. ¿Podremos afirmar que este título le es verdaderamente otorgado en nuestra
piedad reformada? Parece que los protestantes nos echamos a temblar cuando oímos hablar de la
bienaventurada Virgen María”. Pero un caso contrario son las sectas que nacieron en los Estados
Unidos y que mantienen una cultura machista, en contra de las mujeres, para quienes ellas no son más
que un objeto para satisfacer sus deseos y que cuando ya no les sirve o se aburren simplemente las
dejan, se deshacen de ellas y piensan que Dios hizo lo mismo con María. Pues esa es la mentalidad
de los protestantes norteamericanos, los que financian a las sectas que proliferan en el Continente
Americano y en otras partes del mundo, pero no es la mentalidad de Dios. Jesucristo marcó una
diferencia en el trato hacia las mujeres dentro de la sociedad machista de su tiempo.
La Iglesia Católica, en todo el mundo, sigue cumpliendo lo dicho por aquella que estaba llena del
Espíritu Santo, porque llevaba el fruto del Espíritu en su vientre: “...por eso desde ahora todas las
generaciones me llamarán bienaventurada...” (Lc. 1,48). Que más podremos decirle a María, cuando
el mismo Angel, enviado por Dios, le dice -“Salve, llena de gracia, el Señor está contigo.”- (Lc.1,28),
Kejaritomene, llena de gracia o literalmente: “Tú que has estado y permaneces llena de favor
divino”. Por otro lado, ese saludo de “salve” era un saludo dirigido únicamente a reyes y
emperadores, y entonces, mire que maravilloso, el ángel saluda a la Virgen María como a una Reina,
como a una Emperatriz. Por eso, ¿qué podríamos agregarle nosotros? ¡Nada!. Dios la escogió de
entre millones de mujeres y esa es la grandeza de la Virgen María. Por eso los católicos, no creemos
que María es una diosa. ¡No!. Pero creemos que es una mujer maravillosa que ayudó a Dios a
salvarnos, llevando en su seno a aquél cuyo sacrificio nos devolvió la vida eterna que habíamos
perdido, nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la Honra, el Honor, el Poder y la Gloria, por los Siglos
de los Siglos. Amén.
Hubo unos instantes de silencio, en el que nos intercambiábamos miradas. Entonces yo le digo al
joven: -bueno hermano, que nos puede decir de todo lo que hemos platicado, ¿o tiene algo más que
señalar?
Él primero nos indicó con un movimiento de cabeza que no, pero luego nos dice: -De verdad que
estoy admirado de todo lo que ustedes han dicho y de cómo conocen la Palabra de Dios, pero es que a
nosotros el pastor nos ha enseñado todo lo que les dije.
Don Monchito le interrumpe para decirle: -No se preocupe hermanito, pero quiero darle un consejo.
No deje que jueguen con su inteligencia. Cuando un pastor está hablando y dice alguna cosa, que es
para su conveniencia, aunque sea absurda, dice: “cuántos dicen amén”, todos repiten: “Amén”, y ya
con eso las pobres ovejas, dan por un hecho que lo que él dijo es la verdad, aunque nunca se los
llegue a demostrar. Usted siempre debe investigar y si tiene alguna duda, pregunte. Y créalo,
nosotros lo comprendemos, pues así como usted hay muchos que han caído en manos de estos falsos
maestros que lo que hacen es la labor del Demonio: dividir a las familias. Ya ve, usted está enojado
con su mamá porque ella celebró la Purísima, pero si le hubiera celebrado su cumpleaños con una
gran fiesta, ahí usted no hubiera dicho nada.
-Él quedó viendo a su mamá y levantándose de la silla, se fue a darle un abrazo.
La mamá del hermano, que había estado calladita, tomó la palabra y nos dijo: -No saben como les
agradezco el que vinieran, pues creo que hoy no sólo ha llegado el mensaje de Dios, sino que se ha
hecho realidad, pues ha traído la paz a este hogar. Ahora díganme como puedo hacer para seguir
aprendiendo de la Palabra, así como ustedes.
-Doña Lola le dice: -Muy fácil, vaya a la Parroquia y pregunte sobre los diferentes movimientos que
existen y únase al que más le guste. Y quiero aprovechar para invitar a su hijo que llegue a nuestra
Iglesia para que se fije que la Iglesia Católica no es como se la han pintado.
El hermano le da la mano a Doña Lola y le dice: -Le agradezco la invitación y le aseguro que voy a ir
acompañando a mi mamá, pues tengo curiosidad de conocer más sobre ustedes los católicos, pues mi
mamá me bautizó de chiquito, pero yo nunca fui a la Iglesia hasta ahora que, buscando solución a un
problema de depresión, me hice evangélico.
Entonces nosotros, antes de irnos, hicimos una oración dándole gracias a Dios por la paz que Él había
regalado a ese hogar.
“Que María, Reina de la paz y Madre común, estreche a todos sus hijos en un abrazo
de concordia y esperanza. Amén”
(Juan Pablo II, El Salvador, 6 de marzo de 1983)
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¿QUE HAS OIDO DECIR

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¿QUE HAS OIDO DECIR SOBRE LA VIRGEN MARIA?

-Bueno, dijo él, espérenme que voy por mi Biblia.

En el Nuevo Testamento, la palabra “hermanos”, también se aplica a miembros de una fraternidad; en

Virgen María San José

Santiago El Menor y José

Se lo voy a escribir como un cuadro en esta hoja para que lo analicemos.

mujeres, después de María”

naturaleza y posteriormente, por el sacrificio de Jesús, volvemos a recuperar la amistad y la estrecha

-Él quedó viendo a su mamá y levantándose de la silla, se fue a darle un abrazo.

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