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José Carlos Mariátegui, la matriz civilizatoria y los desafíos en el Siglo XXI del
Perú como Nación, por Manuel Dammert Ego Aguirre.

(Exposición en el Simposium Internacional, “7 Ensayos, 80 años” realizado el 3


y 4 de Octubre del 2008, en Lima, Perú)

A los 80 años de su publicación, y tramontando un siglo, los “7 Ensayos de


Interpretación de la Realidad Peruana”, de José Carlos Mariátegui, en una
nueva era, tras sustantivos cambios económicos, sociales y políticos del Perú y
el mundo, y ante nuevos desafíos epistemológicos, continúan como referencia
fundamental en la formación, territorial y republicana, del Perú como Nación-
Estado, y son expresión del conocimiento crítico y creativo en las ciencias
sociales.

Son innegables los cambios acontecidos en la realidad nacional que interpreta.


Se han producido cambios también en la escena internacional con la
Globalización o Mundialización, en la que Suramérica, y el Perú con ella,
emergen como nuevo bloque.

Estos diversos cambios en la realidad a interpretar, no anularon nuestra


condición colonial, sino que la continuó en las nuevas condiciones
internacionales. En el actual el mundo global, continúa siendo la colonialidad,
en su tramado global-local de subordinación y exclusión, lo que limita a la
humanidad la libertad y la justicia, y traba para el Perú el desarrollo de la
emergente nación pluriétnica.

No sólo existen cambios en la realidad que se interpreta. De los 7 Ensayos se


aprecian hipótesis fallidas, informes insuficientes, análisis parciales, rutas
abiertas, que han sido señalados por variados especialista en distintos trabajos
de éste y otros seminarios. Más aún, el propio método de interpretación, es
objeto de cruciales debates epistemológicos, en una nueva era global-
científica-informacional, y con las nuevas ciencias de la complejidad. De este
modo, adquiere actualidad y perspectivas las reflexiones de un pensamiento
creativo que reaccionando contra el positivismo afirma un marxismo abierto, en
cuyo horizonte, con Marx, están el “Marx crociano historicista”1, el vitalismo
bergsoniano, el mito soreliano, y el psicoanálisis, sin cesar de incorporar otros
avances de la humanidad como potencia activa creadora.

Sostengo una hipótesis. Parto de la reflexión de Robert Paris: “Mariátegui había


querido realizar-a menudo consiguiendo- un discurso inmanente al movimiento
real, garantía más segura, como se señala, que no es una abstracción de la
voluntad del empeño o de la intervención inmediata…..Mariategui ha logrado
decir lo que sigue siendo esencial para nosotros”.2 Por esto, los 7 Ensayos se
han constituido, 80 años después de editados, no en un manual de filosofía
dogmática, ni en un catecismo de diagnósticos o recetas, ni menos aún en una
directiva de alguna oficina estatal. Son parte de la narrativa de un proceso
social: el de la formación del Perú como nación. Los 7 Ensayos, no son ni se
1
Robert Paris señala la indudable influencia de Benedetto Croce en la versión marxista en Mariategui
2
Paris, Robert, “El Evangelio del Socialismo Peruano”, en “7 Ensayos, 80 años” N°4, Junio 2008
2

reducen a la épica teatral o eclesiástica, ni al drama corrupto e ineficiente del


viejo Estado, su régimen presidencial-absolutista, su deforme república de
privilegios y su casta colonial. Más bien, el avance en la formación
democrática de la nación pluriétnica, afirma en la vida social la matriz
civilizatoria integral del Perú a partir de lo andino como sujeto activo
configurante. Las sucesivas relecturas de los 7 Ensayos expresan y
acompañan esta historia.

Al ser discurso inmanente a lo real: se constituye en narrativa emblemática de


una nación pluriétnica emergente

Permítanme explicar en forma sucinta esta hipótesis de trabajo.

I. Las alternativas sobre la Matriz civilizatoria del Perú como Nación.

Sostiene Mariátegui que las grandes etapas de nuestra formación como nación
están marcadas por acontecimientos principalmente políticos. Las explica
desde el sustento económico social de cada una. La Conquista la caracteriza
como un acto político que divide la historia de la nación al imponer la Colonia y
la feudalidad, sojuzgadora de sus mayorías indígenas. La Independencia la
considera el otro gran acto político, en el que se afirma la soberanía,
formándose la República como esfera singular de la política, pero reducida a
una minoría criolla que mantenía la condición económica social semifeudal de
la colonia. El tercer gran momento nacional no seguiría una línea evolutiva
eurocéntrica, con el capitalismo y el liberalismo, sino que correspondería a la
Revolución, el gran mito social, que uniría en un gran sujeto histórico a las
mayorías indígenas con el socialismo, peruanizando el Perú, culminando su
formación como nación integral

Para diagnosticar y plantear este proceso Mariátegui tiene que referirse a una
opción respecto a sus bases civilizatorias.

En los 7 Ensayos, Mariategui delimita y enfrenta las propuestas de raigambre


colonial y semifeudal. Establece como máximo exponente de dicha posición a
José de la Riva Aguero. Cada uno de los 7 Ensayos, es un preciso estado
evaluativo de los aspectos estudiados y un claro deslinde. Tratarlas permite
entender mejor las diversas teorías racistas coloniales hegemónicas que se
critican en la figura de Riva Aguero y la casta colonial.

Hagamos un repaso sucinto de 3 de estas formulaciones sustantivas: la


hispanista excluyente del Civilismo; la de la Latinidad, de García Calderón; y la
del Mestizaje, de Riva Aguero.3

La versión hispanista es la primera versión criolla que asume el identificado


“español en indias”, especialmente si nacido en América, es tratado como
bastardo. Con la Independencia, esta “nación criolla” captura el Estado y forma
una república independiente que carece de nación de sustento. Su tradición es
3
Entre otros, consultar a Sanders, Karen, “Nación y Tradición, cinco discursos en torno a la Nación
Peruana 1885-1930”. FCE-PUCP, Lima. 1997.
3

formada desde el Virreinato, al influjo de la ilustración y el positivismo, como lo


expresaron a su modo los jesuitas y dominicos, y las actividades del grupo que
editaba el Mercurio Peruano. Mariátegui menciona algunos aspectos de esta
propuesta. El Perú es identificado como la continuación del “Reino”, de feraz
territorio, asumiendo inicialmente los criollos hispanistas que el Rey de España,
titular del cuerpo de poder imperial colonial, debía pactar con los “reinos” para
gobernarlos. Se definen excluidos, en condición subhumana, a los indígenas y
a los afrodescendientes en esclavitud, condenándose a ambos como
causantes del atraso.

Con la crisis de España como potencia mundial, y al quebrarse el sistema


económico colonial del Virreinato, la Soberanía era la exigencia del tiempo
político para las sociedades criollas. Sus alternativas políticas oscilaban entre
monarquías adocenadas, o republicas recortadas a minorías criollas, que no
expresaban ni al 10 % del total de la población. Es derrotada la opción
monárquica y triunfa la Republica, la que se afianza tras guerras internas que
resuelven la hegemónica centralidad territorial regional costera lima-norte. La
élite criolla triunfante, promueve el afianzamiento del Estado y la extensión de
su presencia en el territorio costero, andino y amazónico. Asume como política
estratégica de índole racista el nuevo poblamiento nacional con inmigrantes
europeos. Este fue el contenido fundamental de la política del Civilismo en el
Siglo XIX, a la que subordinó las riquezas del guano, los ferrocarriles, las
maquinas a vapor, las haciendas azucareras y sus neo esclavos de coolíes
chinos. La concepción emblemática de esta “nación criolla” fue la de un Perú
de “Incas sin indios”, de “Territorios despoblados” para ser ocupados en un
“cambio de raza”. El hispanismo excluyente de esta nación criolla, es el
contenido de la narrativa de la denominada República Guanera-Militar, que
recomenzó el pacto colonial, entregando a funcionarios estatales la apropiación
privada de las contribuciones indígenas; derrochó los recursos del guano;
formo la primera oligarquía mercantilista; y nos llevo a la derrota catastrófica de
la guerra del pacifico.

La otra versión de la matriz civilizatoria de la nación, con la que Mariategui


también deslinda, es la de la Nación Latina, la que fue formulada por Francisco
García Calderón, a fines del siglo XIX e inicios del XX. Mariategui lo cita en
varias oportunidades, pero no lo establece expresamente como eje de sus
zanjamientos. Lo incluye en la “generación” del 900, de futuristas
propugnadores del pasado colonial.

García Calderón integra la corriente Arielista, de gran impacto movilizador en


Suramérica, conducida por José Enrique Rodó. Formulaban que la idea de
Raza dominaba la política moderna. Su positivismo conservador les insufla
optimismo respecto a los recursos del territorio, que podían aprovechar con la
revolución industrial en apogeo. Contraponen la raza sajona, que influye en
Estados Unidos, con la latina, vinculada al mediterráneo, que fusionaría el
cristianismo y el helenismo. Esta latinidad debería ser la que asuma
Suramérica y el Perú, superando la decadencia hispana, para enfrentar a los
Estados Unidos, poderoso y amenazante competidor de raigambre y espíritu
sajón. García Calderón formula que la raza latina, en la que incluye a los
criollos, no debe mezclarse con las razas consideradas inferiores, indígenas,
4

negras y orientales, las que considera obstáculo al desarrollo. Se opone al


“mestizaje”, y propugna más bien la inmigración europea para la formación de
la Nación. Rechaza la democracia y asume el gobierno autocrático y
aristocrático, en el que una oligarquía se formaría en la unión del talento, la
riqueza y la tradición. García Calderón formulaba un proyecto sin raíces ni
perspectivas, sin base de continuidad con el hispanismo colonial, al que
contrapone lo latino, y del que también excluye al indígena.

La tercera versión de la base civilizatoria de la nación, es la que propugna el


Mestizaje como una fusión de razas, que constituiría una nueva, capaz de
liderar el progreso de la nación. Luego del trauma nacional de la derrota en la
guerra del pacifico, se plantea desde estas versiones la urgencia de forjar una
“conciencia nacional” que “integre” al indio, para responder al reclamo
fundamental de Manuel Gonzáles Prada, que anuncia un nuevo Perú de base
indígena. El Mestizaje en el Perú es la respuesta colonial de una república
criolla anémica. El exponente principal de esta corriente es Riva Agüero. Son
influidos por Vasconcelos y su tesis del Mestizaje como originario de la “raza
cósmica”, que debería nacer fusionada en América del Sur. En México esta
propuesta se afianzó desde su Revolución Nacional. En el Perú, en cambio, los
seguidores del mestizaje le dieron sustento colonial, para impedir cualquier
revolución indígena posible. Señalan que el componente hispano es primordial
y lo constituye la lengua, la religión, el estado, las costumbres, la economía. La
parte indígena la reducen a los recursos del territorio y al paisaje. Su versión
más coherente, es la de Riva Agüero: la matriz hispana colonial incorpora lo
indígena sólo como paisaje y fuerza telúrica.

II. Los Fundamentos Civilizatorios de la Nación Pluriétnica: La Nación


Integral.

Mariategui hace una crítica argumentada y decisiva respecto a las teorías, del
mestizaje, la latinidad y el hispanismo, que pretendían edificar la Nación criolla
en la persistencia de la colonia y su matriz racista. Mariategui formula su
propuesta alternativa de matriz civilizatoria indígena-andina de la nación
peruana. No es una propuesta “indigenista”, de mirada lejana o de exclusión
inversa, sino que es la de una nación integral, en la que el indígena como
sujeto activo de ciudadanía da curso y forma parte sustantiva de una nación
plural que potencia todos los avances de la humanidad. Es la nación que une
en sus fundamentos lo andino con el socialismo.

Para apreciar esta perspectiva, haremos una somera evaluación de sus


principales dimensiones, señalando sus aportes sustantivos, así como las
limitaciones y las sugerencias de nuevos avances.

1. La heterogeneidad estructural espaciotemporal y la historia como


práctica social de creación.

Mariategui asume el marxismo como método crítico y creativo, no como


filosofía de la historia. Se diferencia de las versiones positivistas eurocéntricas
5

que lo formulaban como una filosofía de la historia, a cuya narración secuencial


de sucesivos modos de producción, de esclavismo, feudalismo, capitalismo y
socialismo, debían adscribirse los pueblos y naciones. La epistemología crítica
y abierta a los avances del saber, le permite a Mariátegui plantear sus
reflexiones relativas al Perú y a su formación como nación, a partir de un curso
histórico singular y propio.

En un conocido texto señala: “en el Perú actual coexisten elementos de tres


economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la
Conquista subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la
economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una
economía burguesa, que, por lo menos, en su desarrollo mental, da la
impresión de una economía retardada”4.

Se ha señalado abundantemente el aporte sustantivo de este concepto de


heterogeneidad estructural de la formación social peruana.5 Quisiera ampliar al
respecto algunas otras consideraciones.

A lo largo de sus diversos ensayos, Mariategui siempre asume el concepto de


vida social distinguiendo los lazos que tienen forma “orgánica”, de los que se
sustentan en formas “coercitivas”. Ambos son parte dialéctica del proceso
social, a partir de las relaciones de fuerza entre los sujetos sociales
contrapuestos, formas que varían según sean más o menos orgánicos y más o
menos coercitivos, pero que no se excluyen unos a los otros. Esta concepción
dialéctica de la vida social es la base para sus diversos Ensayos. Respecto al
esquema económico de la historia, a la cuestión de la propiedad de la tierra, en
la evaluación del centralismo, en el proceso de la literatura, en el estudio del
factor religioso. La Heterogeneidad estructural, además, apunta a señalar que
también incluye a sus dimensiones espaciotemporales, las que se vinculan
simultáneamente entre sí, sin que el pasado de unas sea signo de atraso, o la
inminencia de otras en el tiempo sea necesariamente signo de progreso. Es
ilustrativo cuando señala, por ejemplo, que las Comunidades Campesinas,
residuos del colectivismo indígena, las califica de más productivas que las
haciendas serranas de los gamonales.

Estos entrelazamientos espacio temporales son afirmados en prácticas


sociales realizadas en la historia. No corresponden a posturas “esencialistas”
sobre la vida humana, cualquiera que fuere el concepto referido, sea de cultura,
etnia, raza, estado, religión, economía. Son asumidos como prácticas sociales
de construcción histórica.

2. La civilización Inca, el colectivismo vigente comunal, y el indigenismo


andino.

4
Las referencias de Mariátegui corresponde a “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”,
Biblioteca Amauta, Lima, Perú 2007. 71 Edición en el mundo.
5
Ver el libro El Giro Decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo
global, editado por Castro Gómez, Santiago, y Grosfoguel, Ramón, Siglo del Hombre Editores.
Bogota. 2007.
6

Lo indígena era el sustento de la matriz nacional, no solo por su número


mayoritario, sino principalmente por asumir que el Imperio del Tawantisuyo
constituía una Civilización, organizada como una sociedad compleja de
sabidurías, cuyos herederos son la mayoría nacional, y algunas de cuyas
relaciones sociales y espaciostiempo siguen vigentes y engarzan con la
construcción del futuro.

Esta rotunda reivindicación pulveriza las diversas matrices sustentadas en el


racismo colonial del Hispanismo, el Latinismo y el Mestizaje. Desde esta
perspectiva, Mariategui dio un impulso decisivo a los estudios que se han
efectuado para conocer mejor el mundo andino. Mariategui asume el
Tawantisuyo como un régimen de comunismo agrario, agrupación de comunas
agrícolas y sedentarias. Mucho se ha avanzado al respecto. Han cambiado
radicalmente nuestros conocimientos sobre la historia andina, gracias a los
estudios de la arqueología, la etnohistoria, la antropología. Se cuestiona el
concepto de “comunismo agrario”, vinculado a la secuencia evolutiva lineal de
los modos de producción, habiéndose formulado otras comprensiones de
racionalidad del espacio andino, su gestión territorial y su forma estatal. Se
hacen mas complejas las periodificaciones panandinas y de señoríos
regionales previas a los Incas, con un intenso poblamiento costero, de
relaciones transversales y de intercambios de larga distancia con
Centroamérica y México, varias de cuyas técnicas, sabidurías y destrezas
permanecen y se redescubren en la relación sociedad-naturaleza. Cada uno
de estos mayores estudios, está marcado y refuerza el elan vital, el empuje
básico mariateguiano: es decir, amplían los fundamentos de lo andino, como
base civilizatoria de la nación.

El rasgo determinante del aporte indígena, lo constituye para Mariategui, el


colectivismo vigente en las Comunidades y sus relaciones de solidaridad y
cooperación, y no una entelequia esencialista de carácter étnico o racial. Al
escribir los 7 Ensayos, de 5 millones habitantes que poblaban el Perú, 4
millones vivían en el agro, mayoritariamente organizados en comunidades, las
que eran muchas veces mas productivas que las haciendas de los gamonales.
El mundo indígena impulsaba variadas formas de cooperación y asociación
Señala que “incluso cuando la expropiación y el reparto parecen liquidar la
Comunidad, el socialismo indígena encuentra siempre el medio de rehacerla,
mantenerla o subrogarla. El trabajo y la propiedad en común son reemplazados
por la cooperación en el trabajo individual”. Entre otros, además de la superior
productividad, menciona la práctica del “contrato colectivo del trabajo”.
Ciertamente, en el Siglo XXI han cambiado estas condiciones, y al mismo
tiempo se han ampliado las diversas formas de cooperación y asociación. Se
ha podido estudiar que la gestión territorial andina está basada en el manejo
integrado vertical de los diversos pisos ecológicos, por lo que al ampliarse la
pequeña propiedad, se mantienen y generan nuevas formas de asociatividad.
Se estudia que las relaciones sociales construidas en dicha gestión territorial
complementaria, se afirman en los migrantes andinos que pueblan
mayoritariamente las ciudades y hacen de dichas formas una herramienta
indispensable para el trabajo y la vida social. Se redescubren técnicas y
sabidurías en la domesticación de especies de flora y fauna, en el uso de los
recursos de suelo y agua, en el manejo de microclimas, en la gestión del
7

territorio en las montañas, planicies y valles andinos, que adquieren singular


potencia con lo mas avanzado de la ciencia al respecto. Todos estos aspectos
no son añoranzas nostálgicas de un pasado a restaurar. Constituyen asuntos
que perviven y que se ponen en actualidad en la nueva era de la información y
el conocimiento. Se afirma con ello su condición civilizatoria, aporte al
desarrollo de la humanidad.

El Perú sigue agrario pero se ha diversificado en actividades industriales,


comerciales y de servicios. La población es mayoritariamente urbana, y se
reconoce más andino que antes. Las ciudades están configuradas por pueblos
migrantes andinos, que reproducen, en nuevas condiciones, antiguas
relaciones de solidaridad y complementariedad de usos de recursos. El
sustento indígena andino se ha ampliado y afirmado con las sabidurías de las
etnias amazónicas. Nuestra diversidad étnica como nación, es mas amplia
todavía con las poblaciones afrodescendiente, y descendientes de chinos,
japoneses, y europeos, que forman la nación y amplían el ejercicio de sus
derechos de ciudadanía. La diversidad de nuestra base civilizatoria, fuerza
social de cambio reivindicada por Mariategui, se ha enriquecido y afirmado
como base de la nación.

3. La economía y los cuerpos del dominio territorial colonial. Limitación al


factor “Tierra”, atisbos sobre Territorios.

Mariategui distingue entre la Conquista, como un hecho político, de aventureros


y predicadores, de lo que fue la Colonia como una empresa rentista,
burocrática y eclesiástica. Analiza la economía colonial como el impulso de
cultivos y minería, que tras el genocidio conquistador, tenia el problema de la
mano de obra para las actividades. El transfondo de este despoblamiento, es lo
que resalta en dos procesos a los que concentra la atención. De un lado, con
un enfoque que toma de Sorel y tiene ecos de Weber, señala que España no
trajo pioneers emprendedores para la colonización, como fue el caso de
Inglaterra en Estados Unidos, sino vinieron burócratas, eclesiásticos,
comerciantes, ajenos a las fatigas del trabajo productivo, y que no formaban
centros de producción. Los que formaron centros de producción, especialmente
las congregaciones jesuitas y dominicas en los latifundios de los “paraísos
agrarios”, por razones políticas-teológicas, fueron expulsados rápidamente por
el Rey Español. El otro aspecto del proceso de despoblamiento, es el genocidio
de la población indígena, reducida de 8/10 millones a 1 millón.
Ambos aspectos del despoblamiento generaron la carencia de mano de obra,
ante lo cual se importaron esclavos africanos para las haciendas de la costa.
En la sierra, con las reducciones de reconcentración de las poblaciones
indígenas, se afianzó el régimen de servidumbre, otorgando tierras de cultivo a
los indígenas, e imponiéndoles la mita para el trabajo obligatorio en la mina;
mientras al mismo tiempo se ampliaban los latifundios coloniales acaparando
tierras despojadas a las Comunidades.

Este enfoque de Mariategui del sistema económico colonial, llevó a mayores


estudios que amplían su conocimiento en forma sustantiva, precisando sus
8

alcances, como se ha formulado en la actualidad por diversos especialistas.6


Se pasa de un análisis de la propiedad de la tierra, a uno más amplio de
sistemas económicos continentales y cuerpos territoriales.

El sistema colonial estaba organizado, desde los inicios del Virreinato, no


centralmente en función de propiedades de tierras bajo régimen feudal, sino en
función de un sistema continental articulado de producción minera (con eje en
Potosí), con nuevas técnicas de producción y procesamiento, para abastecer
de dinero metálico a la Corona española y el mercado mundial.

Este sistema económico minero colonial, que funcionó casi tres siglos,
organizaba los distintos territorios y sus funciones de abastecimientos,
centralidades urbanas, transporte, puertos, rutas de comercio, fabricación de
monedas, manufacturas, bienes simbólicos religiosos, obrajes. En función de
este sistema minero colonial, se organizó la producción agrícola, y se formaron
como cuerpos territoriales la República de Españoles y la República de Indios,
organizando el sistema de poder y clasificación de castas sociales.

Privilegiando la consecución del dinero metálico, el Virreinato impuso un


“dominio colonial” sobre los pueblos indígenas. Les tutelaba sus tierras,
respetaba costumbres, y reconocía autoridades, en las Repúblicas de Indios,
con la condición que ellos aportaran la mano de obra para la mita minera de
trabajo en turnos anuales, y para que pagaran sus tributos, especialmente en
metálico. Para esto, se reubicaba espacialmente a la población indígena en
reducciones, y se le organizaba en torno a las parroquias, colonizando sus
almas para destruir las significaciones espacio temporales andinas y
someterlos a las señas coloniales de evangelización, tributación y control. Los
cuerpos territoriales de las republicas de indios, encerrándolos y reubicándolos
para alejarlos de las tierras más productivas es lo que permitió generar las
condiciones para ampliar la propiedad feudal de la tierra en manos de
españoles, organizados en sus respectivas republicas de españoles.

Este enfoque de los cuerpos territoriales, permite apreciar su dialéctica


histórica. Facilitó el control del Imperio sobre el Virreinato durante varios siglos,
con la ficción del Rey arbitrando en las disputas existentes. Pero se dieron
dinámicas hacia cambios estratégicos. De una parte, algunos curacas
indígenas, activos en el arrieraje y en las rutas de comercio indígena no sujetas
a las aduanas coloniales, ampliaban su acumulación, y constituyeron luego la
fuerza de sustento de la Revolución Nacional de Tupac Amaru II. Como señala
Faverón,7 Tupac Amaru II imagina la nación en función de la geografía laboral y
comercial de la vida indígena, y no en base a la geografía administrativa del
Virreinato, por lo que su rebelión altiplánica postulaba una nación constituida de
una sociedad igualitaria de indios, mestizos y criollos, la que fue luego
rebasada hacia la exclusión inversa.

De otra parte, algunos comerciantes y latifundistas hispanos y criollos,


impulsaban nuevas rutas de comercio, aprovechando las nuevas rutas de

6
Entre ellos Carlos Assadorium para el Sistema Económico Colonial.
7
Faverón Patriau, Gustavo, Rebeldes (Sublevaciones Indígenas y Naciones Emergentes en
Hispanoamérica en el Siglo XVIII). Tecnos. Madrid. 2006.
9

navegación mundial en el Atlántico, que privilegiaban Brasil, Argentina y Chile,


con lo que aunado a la crisis de Potosí y el sistema minero continental, se
acentuó la fragmentación interna y entre los dos Virreinatos, los de Perú y de
La Plata. En estas condiciones, tras la invasión Francesa a España, y la
ofensiva de los Borbones para reimponerse en los Virreinatos, estalló la
fragmentación y emergieron las nacientes naciones criollas, con sus
imaginarios cartográficos y centralidades espaciales en disputa.

La formación de nuestras naciones, tiene la base, no en la evolución de la


propiedad feudal de la tierra hacia la formación de repúblicas y sus estados,
sino más bien en la quiebra del sistema económico minero colonial en el
continente y la crisis de sus cuerpos territoriales de las republicas de
españoles e indios.

No obstante la pugnacidad de los 7 Ensayos por superar las formulaciones


positivistas del espacio reducido a lo físico inerte, se atisba pero no se llega a
formular los territorios como construcciones sociales. Es que las condiciones
epistemológicas del saber estaban encuadras en lo que era teoría general en
las diversas ciencias, y que Marx sintetizó en la triada de los factores de
producción: capital, trabajo y tierra, privilegiando en esta ultima lo relativo a
composición técnica y relaciones de propiedad.8 Como correspondía a la
filosofía y ciencias de la época, con influjo de la ilustración y el positivismo, y en
sus variadas y diferentes corrientes, se asume en los 7 Ensayos el factor
“tierra” como una geografía física, receptáculo inerte sobre el que actúa la
actividad humana y respecto a su apropiación externa se generan las
relaciones de fuerza respecto a su propiedad. Mariategui, por estas
condiciones, no logra ampliar intuiciones respecto a la construcción socio-
cultural del territorio andino.

No obstante estas limitaciones, su estudio del Gamonalismo en la Republica,


corresponde al de un cuerpo territorial, no solo a un régimen de propiedad. El
Gamonalismo es un régimen en el que desde la hacienda feudal se ejerce
coacción social y física, y asume privatizadas las funciones públicas de
administración de poblaciones, ejerciendo dominio de facto sobre un ámbito
determinado de la nación. El Gamonalismo articula estos cuerpos territoriales
con el poder oligárquico nacional y los enclaves extranjeros (IPC, Cerro de
Pasco, etc.), sea con sus ujieres directos, sea con entidades disciplinarias
como la escuela y la iglesia, sea con sus representantes en el parlamento.

4. Las versiones, temores y avances formando la Nación Peruana, criolla y


mestiza, ante la otra-realidad, la presencia fantasmática de la
Revolución Nacional de Tupac Amaru II.

Los 7 Ensayos están dedicados al estudio de la formación de la nación, pero


tienen un concepto ambiguo y/o movible de lo que constituye una “nación”.
Menciona como Nación al Tawantisuyo; señala la formación de naciones con el
proceso de Independencia; ubica al Perú como una nación en formación.
Plantea que existen procesos diferenciados y de complejidad creciente, sin
8
Ver Mignolo en, “La Colonialidad del Saber” CLACSO-UNESCO. Buenos Aires-Argentina.2005
10

precisarlos, entre regionalismo, nacionalidades y nación, marcadas por las


relaciones de fuerza en el mecanismo político económico ante la
semifeudalidad.

Un aporte fundamental de Mariátegui es situar la problemática de formación


nacional en la relación de fuerzas de la heterogeneidad de su estructura social
y su condición colonial. Plantea una Nación Integral, de fundamento civilizatorio
indígena andino, capaz de fusionarse con lo mas avanzado de occidente, el
socialismo. En esos años, muchos, en la derecha conservadora y en la
izquierda de la IC, centraban los temas nacionales en los límites de los
territorios entre los Estado-nación, como lo eran los temas pendientes tras la
guerra del pacifico sobre Arica y Tacna. Otros planteaban como fundamentos
de la nación dimensiones lingüísticas culturales, o exclusivismo étnicos, que
mas tarde se plasmarían en las formulas de “repúblicas quechuas y aymaras”.

Al situar en el nudo social de relaciones de fuerza, el eje de la formación de la


Nación y la transformación de su República, Mariátegui entierra las versiones
de la excluyente “nación criolla”, supera la de la “nación mestiza” y abre las
puertas a la nación pluriétnica para peruanizar el Perú

Son varias las cuestiones cruciales de esta perspectiva.

Primera, Mariategui se adelanta a las reflexiones que reconocen que el tiempo


es heterogéneo y forma una unidad con el espacio, el cual es socialmente
producido. Al situar el nudo crucial de la nación en el espacio de fuerzas
señalado, Mariategui lleva a superar el conocimiento descorporeizado y
descontextualizado, que produce una fisura ontológica de occidente entre la
razón y el mundo.9 Señala Mignolo que el imaginario, asumido como
construcción simbólica de una comunidad tal como se define a sí misma, del
mundo moderno/colonial fue afirmado por Occidente construyendo su imagen
como si fuese el equivalente a la estructuración social10, por lo que la diferencia
colonial era externa a la modernidad, su zona natural, su sombra. La ruptura
epistemológica, que formula Mariategui sitúa el poder en la organización de la
colonialidad, y hace de la diferencia colonial, la estructuración social a gran
escala de clasificación de los seres humanos en grupos de dominio por
“condición de raza”, como eje de dominio del espacio del mundo. Superar esta
condición de poder colonial, es el requerimiento fundamental de formación de
la nación.

Segunda, para Mariategui, la Nación no se reduce al Estado. Lo requiere, pero


transformado. La Nación no se forma exclusivamente desde el sistema
educativo, y su literatura expresa las sensibilidades de una sociedad
enfrentada a una singular relación de fuerzas de su heterogeneidad estructural
y discursividad. El proceso de la nación, siendo de identidad, se afinca en las
prácticas sociales e históricas de una comunidad de destino.

Si bien analiza la historia y hace uso de diferentes conceptos de nación para


los Incas, el Virreinato y las Republicas formadas con la Independencia,
9
Lander, Edgardo “La Colonialidad del Saber” CLACSO-UNESCO. Buenos Aires-Argentina.2005
10
Mignolo
11

Mariategui precisa que la Peruanización del Perú se refiere a una nación de un


periodo concreto y especifico de la historia. Es el periodo que abre para el Perú
la convergencia del mundo andino con el socialismo.

La República es para Mariátegui un hecho histórico, que requiere ser


transformada. Señala al liberalismo, en su ampliación de las libertades de la
democracia, como antesala del socialismo, pero formula que en el Perú será la
Revolución quien cumpla estas tareas, ante la metamorfosis de la casta feudal
como burguesía republicana atada a la condición colonial. Una de las
singularidades del Perú es la del rol de la Comunidad como entidad de
representación y autoridad. Entre el Estado y el ciudadano, superando la
reducción atomística del individualismo liberal, debería existir la comunidad
indígena como una entidad de derechos específicos, de ciudadanías
diferenciadas, pero igualitarias en su diferencia en la nación republicana. Esta
perspectiva requiere superar el paternalismo colonial que encierra a los indios
en una republica excluida, para incorporarlo como sujeto activo y fundamental
del conjunto de la transformación del estado-nación. En la misma orientación,
la transformación de la República requiere la descentralización, no como
separatismo federalista reclamado por el gamonalismo terrateniente, sino
como un régimen de distribución del poder en una superior unidad de la nación,
en espacios territoriales regionales más amplios diferentes a los
departamentos, con régimen de autonomías con mayor vida orgánica y menor
coacción, como señala en forma expresa.

Tercera, al situar la relación de fuerzas sociales como claves de la formación


de la nación y su esfera política republicana, Mariategui está incluyendo a las
fuerzas sociales, en este caso, a las excluidas mayorías indígenas, como
actores fundamentales de la política. Esta abriendo una perspectiva para
superar la contraposición entre la política reducida al Estado y la sociedad
sumida en la despolitización. Este es un tema caro a la tradición marxista y de
gran debate desde los años de los 7 Ensayos. El joven Marx, como señala
Dussel,11 critica la despolitización de la sociedad civil ante el Estado orgánico
moderno que guarda para si toda la politicidad humana. Sin embargo, otras
versiones del propio Marx y especialmente de varios de sus continuadores,
enfrentaron la sociedad, que se asumía administradora despolitizada de la vida
social, con el Estado que tras una dictadura de clase transitoria,
supuestamente se extinguiría como esfera de actividad humana; o separaron la
sociedad civil despolitizada, del Estado político que tenía frente a sí al
ciudadano abstracto aislado y sometido. Mariátegui no era ajeno a estos
grandes debates y tensiones de la formulación marxista entre lo político y lo
social. Por ello, corresponde a su marxismo crítico y abierto, en un país de
limitada clase obrera y frágil clase media pero con una rotunda mayoría
indígena, afirmar la perspectiva que sustenta la formación de la Nación en la
politización de las fuerzas sociales. Esta incluye las dimensiones materiales de
la reproducción social, al tiempo que el reconocimiento de derechos
diferenciados de ciudadanía, a individuos y entidades sociales, en el marco de
su igualdad universalizada con la democracia y el socialismo.

11
Dussel, Enrique, Política de la Liberación: Historia Mundial y Crítica, Editorial Trotta, Buenos Aires.
2007.
12

Cuarta, se ha querido separar la revolución de Tupac Amaru II de la formación


del Perú como Nación. Mariátegui nos la recuerda. A la historia, podemos
incorporar el psicoanálisis, para mejor apreciar su importancia. El impulso para
formar nuestras naciones y sus repúblicas, no se ha basado en ímpetus de
mayores autonomías, como lo fue en la formación de las naciones europeas
desde los burgos y las ciudades estado. Nuestra casta colonial feudal afirmaba
sus privilegios atada a los poderes internacionales y lo hacía por el pánico a la
posible revolución nacional de las mayorías indígenas.

Este “fantasma de la historia alternativa”, funciona como un espectro de lo


Real, tal como expone Zizek a partir del psicoanálisis Lacaniano12. La Casta
colonial feudal, y luego las sucesivas oligarquías, modularon su relación con la
nación a partir del fantasma de la revolución nacional de Tupac Amaru II. Esta
historia alternativa, es la de la posibilidad, si bien derrotada pero latente, y
siempre presente, de una revolución por la mayoría, indígena y excluida. La
gesta de Tupac Amaru II funciona como la realidad-otra, como la presencia
fantasmal operante. De ahí las republicas recortadas, y las fabulaciones de
naciones criollas excluyente y naciones mestizas opacadas. Esta dimensión
añadida al decir de Zizek, funciona como real, y es lo mas real de lo real. Es lo
que ahora, 80 años después de los 7 Ensayos, se expresa en la vida social y
el sufragio, todavía multiforme, heteróclita, compleja y cambiante, en la mayoría
social que va configurando la nación pluriétnica y las relaciones democráticas.

III. En la naciente Nación Pluriétnica, enfrentada a la des-topía de la


“provincia administrada”, en plena era global, Mariategui vigente.

El mundo y sus naciones, están marcados, en la nueva era de la Información y


el Conocimiento, por lo que Milton Santos denomina “la producción de la
inteligencia planetaria”13. No existe un único territorio global, sino la hegemonía
de unos lugares, a través de su Estados Nación, que con el Imperio unipolar y
la economía-casino mundial, han impuesto un orden fragmentado, excluyente,
basado en la precarización de toda especie de vida para obtener plusvalías
fugaces.

Asistimos a la reformulación de la relación de los territorios con las naciones,


en la repolitización de la vida social. Es un periodo histórico comparable al de la
formación de naciones en el Siglo XIX en suramerica. Los territorios se han
multiplicado y asumido heterogéneos, como lugares-globales. Los territorios
tienen dinámicas propias, y se vinculan con las Naciones de forma distinta al
Estado-Nación de la era industrial, que los hacía sujeto de dominio
jurisdiccional exclusivo, y organizaba la relación atomística individuo-Estado.

En la actual era, se recupera la heterogeneidad espaciotemporal y las


mediaciones de lazos sociales y comunales entre el sujeto individual y el
estado representativo. El Estado Nación no se disuelve en un imaginario
espacio único económico global, en el que un poder deslocalizado y fluyente
dominaría en forma anónima y totalitaria a los sujetos fragmentados,
12
Zizek, Slavoj, Arriesgar lo Imposible, Editorial Trotta, Madrid. 2006
13
Dammert, Manuel, “Dialéctica del Territorio / Esquizofrenia del Lugar”. UNMSM. Lima, Perú, 2008.
13

condenados al conformismo de su sujeción. Los Estado-nación continúan


siendo la esfera política principal, en las cuales y a través de las cuales las
comunidades de ciudadanos, históricamente formadas, pugnan en las
cambiantes correlaciones de fuerzas local-globales. Las naciones, como
comunidades históricas, como señala Eric Hobswan están ubicadas en un
sistema internacional en la compleja intersección global-local entre política,
tecnología y transformación social. Expresan sus singularidades históricas de la
relación entre nación, poder y territorio.

Las Naciones y sus Estados, viven la pugna entre la dialéctica del territorio y la
esquizofrenia del lugar. En la actual condición moderna/colonial, la sujeción de
las naciones ante los poderes hegemónicos mundiales, les impone la
esquizofrenia a ella y a sus sujetos sociales, dominando las prácticas de los
sujetos con racionalidades externas, con propósitos ajenos y desconocidos,
con el uso y aprovechamiento de recursos y territorios para beneficio de otros.
Contra esta colonialidad, las naciones emergentes, con sus Estados
respectivos, pugnan por afirmar los intereses y racionalidades de su comunidad
históricamente constituida y local-globalmente situada, incorporando sus
propósitos autónomos, para posicionarse ampliando su ejercicio de soberanía y
democracia en el mundo global.

Nuestra nación pluriétnica, que se ha formado en la historia, asumiendo los


avances y superando los obstáculos de las versiones hispanista, criolla y de
mestizaje, no puede ser evaporada como si se tratase de una señal de humo
del pasado, una narrativa disléxica de sujetos descorporizados. Es, más bien,
una realidad creciente y fundamental en todos los territorios y cuerpos sociales
de la república. Su matriz civilizatoria es más vigente que nunca, para la
formación del nuevo Perú Integral de Mariategui. Esta matriz civilizatoria sigue
teniendo como desafío fundamental la superación de la condición colonial, y
sus perspectivas se asientan en unir las sabidurías y tradiciones andinas,
resignificadas y ampliadas, con lo mas avanzado de la humanidad, que une el
socialismo con la democracia.

Sus términos han cambiado, por el curso misma de la practica social en la


historia. La condición colonial propugna ahora la sujeción en la des-topía, que
puede definirse como la privación de la nación como sustento del lugar. Es el
régimen de una “provincia-administrada”, nueva modalidad de la colonialidad
en la era actual. Dejan de lado la discursiva mestiza y la latina; inclusive la
prohispánica, pues ni siquiera se asumen como “reino”. Se contentan con la
des-topía de una “provincia-administrada” por el Imperio mundial. La nación es
reducida a “provincia de ultramar” del imperio global, en la cual se saquean sus
recursos naturales con archipiélagos mineros-energéticos, se piratea sus
biodiversidad genética e impide su producción orgánica y alimentaria. Se
condena a su población a la neo esclavitud del subempleo crónico, la
precarización laboral y el analfabetismo tecnológico.

El régimen político de esta des-topía, de esta “provincia-administrada”, se


sustenta en cuerpos territoriales de colonialidad, formados de la
corporativización privada de los territorios en archipiélago sujetos a enclaves
despóticos, con una republica burocrática autoritaria, de lobystas y ujieres,
14

deforme por el presidencialismo autocrático, a la cabeza de un Estado


centralista, clientelista y corrupto. La des-topía necesita impedir al ciudadano
para instalar súbditos, y busca administrar sus poblaciones diversas como
“razas subhumanas” excluidas y carentes de libertades. Propugna sociedades
bajo disciplina totalitaria, con las que invade y condena la subjetividad, para
dejar como herrumbe apolillada la teatralidad y el espectáculo a que reducen la
democracia y la política. Las castas coloniales, a que aludía Mariategui, tienen
sus herederos del Siglo XXI en esta naciente neo-oligarquía apátrida. Ella
abomina de la nación y alimenta su espíritu de las ganancias mercantilista de
la fugaz plusvalía mundializada. Se forma de la intensa concentración
monopólica, ajena al interés productivista y está dedicada hasta el alma a las
ganancias mercantilistas, para la cual diluye como moneda feble el sentido y
los intereses de la nación.

Han cambiando los términos, ¡pero qué actual y qué vigente está la matriz
civilizatoria formulada por Mariategui para el Perú como Nación, y que fuerza
de conocimiento tiene su pensamiento crítico y creativo! La presencia
fantasmática de Tupac Amaru II, se yergue ahora en millones de ciudadanos,
los que están dando forma a la nación pluriétnica. Imponen la densidad de su
vida social, productiva y cultural. Hacen uso del sufragio universal, en la lucha
por la soberanía y la transformación del Estado. Esta centralidad de lo social
que se politiza, afianzará la Soberanía. Su programa fundamental es el
adecuado uso y aprovechamiento sustentable de nuestros recursos naturales,
de nuestra mega biodiversidad, con una revolución productiva que se sustente
en innovaciones y valor agregado generado por sus trabajadores y empresas,
desde nuestro mercado nacional hacia el mercado continental suramericano y
mundial. También apunta a transformar el Estado para edificar una República
Democrática Descentralizada de ciudadanos, igualitaria y diferenciada, que
incorpore en la representación a la expresión más amplia de los ciudadanos, y
también a las expresiones de las entidades descentralizadas y comunitarias.

A los 80 años de ser editados, los 7 Ensayos de José Carlos Mariátegui, son,
resumamos, el emblema narrativo de esta historia de la nación pluriétnica
emergente del Perú en el Siglo XXI, en una nueva coyuntura política
estratégica, en la que se abre paso la perenne invitación a la vida heroica de la
humanidad por la libertad, la justicia y la solidaridad.

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