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LA PS pe UPA LO) DE GANDY JONES ea Pla td LA MANIPULACION DE CANDY JONES Donald Bain ‘Fascinante y sobrecogedor. Creo que John, Candy y ef autor, Donald Bain, se han estorza- do por revelar a verdad... Admiro su valerie at elatar’ abiertamente” una historia tan inquictante.”” Dela Introduccién, por of Dr. Herbert Spiege! Hermosa e inteligente, Candy Jones fue la mas destacada modelo norteamerica- na de los afios cuarenta y cincuenta. S6lo en un mes, ocupé las portadas de once revistas y fue protagonista de un éxito teatral en Broadway. Después vinieron los tiempos dificiles: en r960, segtin confesién propia, acepté colaborar, por dinero, como correo de la CIA; afirma que sirvié a la Agencia por espacio de doce afios. Esta es la historia de aquellos terribles afios, narrada por la propia Candy, en unas grabaciones —magnetofénicas, mientras se encontraba bajo hipnosis. En 1972, Candy contrajo matrimonio con el presentador radiofénico neoyor- kino Long John Nebel quien, preocupado por los stibitos cambios de humor y por el cada vez mas grave insomnio de Candy, la ayuds a relajarse y la indujo al estado hipnético, el primero en una larga serie de sesiones terapéuticas. Asi, (ilgue 82, * satay) Candy revelé haber sido utilizada como conejillo de Indias en un programa de manipulacién mental de la CIA. Esta aterradora historia fue obtenida gracias a mas de 200 horas de cintas grabadas durante los estados hipnoticos de Candy Jones. Candy relata como un médico de la CIA desdobl6: su mente, consiguiendo dos mujeres distintas sobre las cuales ejer- cer su dominio, en un acto de manipula- cién sin precedente cuyas consecuencias apenas pueden medirse. Refiere que viajé a Vietnam del Sur, donde fue torturada fisicamente; que fue objeto de una demostracién en la central de la Agencia; que estuvo al borde del suicidio durante un intento por obligarla a ca- llar... Gracias a la hipnosis, Nebel pudo lograr que su esposa reanudase su vida, libre de los terribles tormentos que le apri- sionaban el cerebro. Por el secreto que rodea todas las actividades de la CIA, la extraordinaria historia de LA MANIPULACION DE CANDY JONES constituye un enigma aterrador y desconcertante. Sin embar- go, unas revelaciones recientes acerca de los experimentos de (aad de cerebro realizados por la CIA, hacen esta histo- ria innegablemente verosimil. De algo no cabe la menor duda: se trata de un espantoso y conmovedor relato que fascinara al lector en todo momento y que encontrara eco en su cerebro duran- te mucho tiempo después de haber concluido su lectura. Ssbnenbirras RECIO sobre una fto de Candy Jones DONALD BAIN (foto Quig La aterradora y veridica historia de una bellisima modelo brutalmente manipulada por la CIA Una historia de hipnosis, lavado de cerebro y tortura sexual Muy pronto, tema de una superpro- duccién 20th Century Fox “Una auténtica pesadilla... Puede ser el oscuro mito de nuestros dias.” E. G. VALENS, novwlisia FREDERICK S. DICK, miédico especia “Material explosivo... Aunque estaba al corviente de buena parte del tema, me resultaba imposible abandonar su Lectura, la en hipnosis que traté a Candy Jones “Un libro extraordinariamente emotivo e inguietante, La realidad ¢s, en este caso, mucho més fantéstica que la ficcin...” DAVID BROWN, productor cinematogréfico La manipulacion de Candy Jones Donald Bain La manipulacion de Candy Jones G EDICIONES GRIJALBO, S. A. =m BARCELONA- BUENOS AIRES- MEXICO, D. F. Titulo original THE CONTROL OF CANDY JONES ‘Traducido por M> ANTONIA MENINI de la 1. edicién de Playboy Press Book, Chicago, Illinois, 1976 por acuerdo con Scott Meredith Literary Agency, Inc., Nueva York © 1976, DONALD BAIN © 1977, EDICIONES GRIJALBO, S$. A. Deu y Mata, 98, Barcelona, 14 Primera edicién Reservados todos los derechos Privtep In SPAIN Impreso EN EspaNa ISBN 84-253-0900-X (tela) ISBN _84-253-0901-8 (ristica) Depésito legal: B, 28949-1977 Impreso por Flamma, Masia 3, Montcada (Barcelona) Prdlogo . Introduccién 6 ws PRIMERA PARTE 10. 11. 13. 14, 15. oo SS La boda é La noche de bodas j Al dia siguiente . Un recuerdo consciente de la infancia * La primera cita . La chica de Conaver . La organizacién . Emerge el tridngulo. . El despacho de Oakland . La «incubacién» de Arlene Las primeras misiones Oakland. El programa continia Entrenada para odiar Reconocimiento mutuo El ataque SEGUNDA PARTE 16. Las misiones ‘ 17. El regreso a Taiwan . 18. La demostracién . 19. Intentos de dejarlo . 20. EL presente . APENDICE 1 EI perfil de induccién hipnética APENDICE 2 Informe al presidente elaborado por Ja comisién de investigacién de las actividades de la CLA dentro de los Estados Unidos . 269 291 311 331 345 367 375 A Candy Jones... una mujer extraordinaria Todos los hechos relatados en este libro son ciertos. Se han modificado tinicamen- te algunos nombres, localizaciones e iden- tidades. Prélogo He tenido ocasién de Megat a conocer muy bien a Candy Jones y a John Nebel en estos tiltimos afios, tanto como invitado en sus programas radiofénicos como en mi altdad de’ patgalatta’. len ouinveetiicerdenpen dcsen tenant chas de las desconcertantes incdgnitas del pasado de Candy, ambos me rogaton que la examinara, especialmente para averiguar su capacidad de ser hipnotizada. Tras elaborar una detallada historia clinica, la some- timos a un exhaustivo examen utilizando pruebas psicold- gicas corrientes, incluido el Test de Apercepcién Tematica (TAT) y el de Rorschach. Dichas pruebas revelaron que estaba sujeta a periodos episddicos de tensién, aunque sin llegar, a extremos psicdticos o esquizofrénicos. Utilizamos después una medicién clinica de la hipnoti- zabilidad, es decir, el Perfil de Induccién Hipnética (PTH), para establecer la capacidad hipnédtica de Candy. Esta prue- ba ha sido desarrollada y normalizada a lo largo de diez afios en una vasta poblacién de pacientes y parece indicar con precisién el grado hasta el cual un individuo es hip- notizable. Dichas pruebas son importantes porque la hip- nosis es una propensién que los individuos poseen en distintos grados y que se modifica muy poco en una per- 9 sona determinada con el paso del tiempo. La hipnosis no es una cualidad que un hipnotizador proyecta en una per- sona; se trata, por el contrario, de condiciones inherentes al individuo. La respuesta de Candy al perfil de Induccidén Hipnotica revel6 que ésta era una persona extremadamente hipnoti- zable, resultado que confirmaron independientemente otros dos psiquiatras. Su propensidn la sittia en el reducido gru- po de individuos sumamente hipnotizables, correspondien- te a no més del diez por ciento de la poblacién. Esta elevada hipnotizabilidad hace posible regresar a épocas pasadas de su vida y actuar como si se encontrara en el presente. Y es también coherente con su amnesia global; es decir, con el completo 61 5 La primera cinta El matrimonio entre Candy Jones y Long John Nebel se deslizé sin contratiempos a lo largo de los primeros cinco meses de 1973. El programa nocturno de Nebel en la WMCA prosperé hasta convertirse en el primero de los programas nocturnos de Nueva York. Lo cual no consti- tuyé ninguna sorpresa para nadie, teniendo en cuenta el éxito previamente alcanzado por John en las emisoras WOR y WNBC. Se observaba, sin embargo, una diferencia en Ja forma en la que él consideraba su éxito en la nueva emisora. En la WNBC Nebel se habia empezado a ene- mistar con la direccién, especialmente tras la incorpora- cién de un nuevo equipo directivo destinado a elevar la deficiente calidad de algunos programas. Los nuevos jefes deseaban captar el mercado de Ja mtisica rock y empezaron a presionar a Nebel con el fin de que éste modificara su programa de tal forma que se consiguiera atraer al pt- blico adicto a este tipo de musica. Nebel se resistié a hacer- Jo y ello condujo a su partida de WNBC. EI estilo de John Nebel siempre habia sido muy libre. Puesto que disponia cada noche de un periodo de seis horas, a Nebel le gustaba utilizar el estilo esponténeo y casual al que sus numerosos oyentes habjan respondido 63 favorablemente a lo largo de los afios. Lo cual no quiere decir que sus programas resultaran Ientos y aburridos. Muy al contrario, el tipico programa Nebel constitufa una experiencia eléctrica y chispeante. Su habilidad en descu- brir los puntos débiles de los invitados a sus programas ya se habfa convertido en una caracteristica legendaria. En las escuelas radiofénicas de todo el pais se pasaban cintas de los programas de Nebel como parte de los estu- dios de los aspirantes a locutores. Era el maestro indiscu- tible de Ja entrevista polémica, a pesar de que él conside- raba como cl mejor entrevistador radiofénico a Barry Gray, el hombre cuyo programa habia sido el origen del suyo en la WMCA. Los invitados de Nebel representaban una muy variada gama de temas y participaban en el programa sabedores del riesgo que corrian. Nebel era capaz de descubrir la falsa fachada de un personaje antes incluso de empezar a interrogarle, y no era nada insdlito que un invitado aban- donara los estudios presa de la célera a causa de lo que, en su opinién, habia sido un tratamiento dspero e injusto por parte del presentador del programa. A veces, el trata- miento era efectivamente injusto, si bien, desde el punto de vista de Nebel, cualquier cosa que contribuyera al buen &xito del programa estaba justificada. Algunas veces el productor de Nebel se acercaba a un invitado que aguar- daba en la sala de espera firmando documentos de cesién de derechos y le preguntaba con aire indiferente si habia algtin punto de discusién que deseara evitar. Un micré- fono oculto le transmitfa la respuesta a Nebel, que escu- chaba desde otra estancia. En cuanto se encendia la luz roja del estudio, el invitado podfa dar por seguro que aquel tema de discusién prohibido serfa la base de la primera pregunta de Nebel. ‘A lo largo de toda su carrera John Nebel habfa susci- tado controversias. Era aborrecido por muchos oyentes a quienes molestaba su perversa y discordante forma de 64 tratar a ciertos invitados, con los que ellos se identificaban, y a menudo protestaban de este trato Ilamando por telé- fono al programa en los momentos dedicados a recibir Iamadas exteriores. A pesar de lo cual, seguian escuchando como un fiel rebafio para el que la voz de Nebel habia pasado a formar parte integrante de sus familias. Nebel sabia que su publico era muy adicto, razén por la cual prefirié estructurar su acuerdo con la WMCA siguiendo el modelo de Barty Gray: ningdn sucldo, pero el 50 por ciento de todos los ingresos publicitarios que se obtuvie- ran a través del programa. Al cabo de algunos meses, Nebel ya ganaba mds dinero del que jamés hubiera ganado en Ja WNBC o en la WOR y eso que su sueldo en la WNBC era superior a los 100.000 délares anuales. Los patrocinadores tenfan que ser rechazados por falta de tiempo. En conjunto, la base econémica de John Nebel resultaba una situacidén sdlida y satisfactoria para un hombre que en su juventud se habia conformado con ganar un dédlar o dos por las calles de Nueva York vendiendo exprimidores de naranjas a la gente que consegufa congregar a su alrededor. La posicién econémica de Candy no era tan afortunada. Ella era, por confesién propia, una mala mujer de nego- cios. Sus escuelas de maniquies, respetadas instituciones en el sector de la moda, no eran rentables. Nebel le acon- sej6 que clausurara las escuelas y se uniera a él en el pro- grama. Candy accedié y entonces los abogados y contables de Nebel iniciaron el largo proceso de reduccién de sus actividades empresariales. Los cambios de humor de Candy, que tanto habian inquietado a John, seguian produciéndose, si bien jamds con la suficiente regularidad o intensidad como para pro- vocar desavenencias entre ellos. Ambos estaban sumamente ocupados y apenas vefan a sus antiguos amigos. Segin Nebel, la tinica inquietud real de sus vidas en aquellos momentos era el resultado del creciente insomnio de Can- 65 dy. Esta no lograba conciliar el suefio a pesar de lo mucho que le hacia falta. Trabajaba en doble turno: los dias los dedicaba a la miriada de problemas de sus negocios y sus noches formaban parte de la vida de su esposo. Se sentia agotada, pero sus intentos de dormir se traducian simp! mente en unos superficiales y agitados suefios muy ligeros, independientemente de la hora que fuera. El domingo por la mafiana, 3 de junio de 1973, regre- saron a su apartamento una vez terminada su labor en la WMCA. Candy Ilevaba presentando el programa conjunta- mente con su marido desde el mes de mayo y estaba toda- via ocupada en la reduccién progresiva de sus propias actividades empresariales. Aquella mafiana traté de dor- mir pero, segtin Nebel, se limité a dar vueltas en la cama matrimonial de la pequefia alcoba. Tenfa el rostro chupado y las ojeras que Je rodeaban los ojos conferian a éstos una apariencia hundida. Se incorporé en Ia cama al borde de las lagrimas y le hablé a su marido de los efectos que el cansancio estaba ejerciendo en ella. Nebel se ofrecié para ayudarla. —2Cémo? —pregunté Candy. —Te hipnotizaré. —A mi no me pueden hipnotizar, John —dijo ella, soltando una risa forzada. —Bueno, pues déjame probar a mf. Jamas lo he hecho, pero creo que sabré hacerlo. Ser4 simplemente cuestién de relajarte, como en la meditacién. A pesar de que jamds habia tratado de provocar cl estado hipnotico en ninguna persona, Nebel confiaba en poder hacerlo gracias a sus extensas lecturas acerca del tema. Le preocupaba, sin embargo, la puesta en practica de la teoria. Sabfa, como es Iégico, que los médicos amigos suyos que practicaban la hipnosis fruncfan el cefio ante las personas que se entremetian en la ciencia sin disponer de sdlidos conocimientos médicos. Sabia también, no obstan- te, que, a no ser que un hipnotizador utilizara deliberada- 66 mente el estado hipnético para «obrar el mal», tal como su amigo el doctor Herbert Spiegel, psiquiatra y profesor adjunto del College of Physicians and Surgeons de la Uni- versidad de Columbia prefiere decir, pocos perjuicios po- dian derivarse para el sujeto. La situacién del momento era indudablemente propicia para la induccién del estado hipnético. Candy era, y sigue siendo, una persona altamente sugestionable, y buena parte de sus fracasos empresariales cabe atribuirla precisamente a este rasgo de su personalidad. Confiaba grandemente en su marido, requisito éste extraordinariamente itil para cualquier persona que practique la hipnosis. Lo mds impor- tante, sin embargo, era que Nebel no pretendia servirse del estado hipnédtico para manipularla. Sdlo pretendia pro- vocar la relajacién, una de las finalidades més habituales de Ja hipnosis, y especialmente de la autohipnosis, y em- plear posteriormente una técnica de induccién Namada «re- lajacidn progresiva». Existen tantas técnicas de induccién como hipnotizadores (la comunidad cientifica prefiere Ia- mar a los hipnotizadores «operadores», pero a lo largo de este libro se utilizard el término Spiegel se refirié también, sin embargo, a los factores tiempo y dinero que hubieran excluido précticamente Ia utilizacién de un profesional a lo largo de los muchos meses de sesiones hipnéticas con Candy. Se dispone actual- mente de m4s de 200 horas de cintas grabadas durante sus regresiones temporales. «Me imagino que podria conside- rarse algo asf como una compensacién —dice Spiegel—. Para obtener semejante abundancia de material fue nece- sario todo el profundo interés y la paciencia de John que estuvo junto a Candy noche y dia, lo cual hubiera cons- tituido una tarea imposible para un extrafio.> En el transcurso de la reciente fase previa a la publi- cacién de este proyecto, cl editor sugirié la conveniencia de que un psiquiatra imparcial intentara revisar parte del material grabado por John Nebel durante las regresiones de Candy. Se solicits la opinién del doctor Spiegel acerca del valor potencial de semejante experimento. «Hacerlo como es debido en esta fase, exigiria unas cantidades exorbitantes de tiempo y dinero —fue la res- 72 puesta de Spiegel—. Tendria que Ievarse a cabo a lo largo de un prolongado periodo y no se sabe si resultaria o no fructifero. El hecho de realizar una breve regresién de prueba con Candy no demostraria nada. Es probable que cualquier hipnotizador profesional obtuviera el mismo ma- terial, vdlido e invdlido, que ya ha obtenido y grabado John.» Existe, como es Idgico, la cuestién de Ja licitud en relacién con la continuada utilizacién de la hipnosis con Candy por parte de John, sobre todo cuando las sesiones empezaron a producir regresiones temporales. «Permitanme explicatlo del siguiente modo —comenta el doctor Spiegel—. Si alguien realiza una apendicectomia sobre una mesa de cocina y la operacién da resultado, no tiene mds remedio que reconocerse que ésta ha dado resul- tado. A pesar de lo cual, dicha experiencia no debe conver- tirse en modelo de todas las apendicectomias. El] hecho de que John Nebel pudiera recoger y grabar tanta informa- cidn en el transcurso de las regresiones de Candy no cons- tituye y no puede constituir un modelo para aventuras similares con otras personas.» Los comentarios finales de Spiegel a propésito del va- lor de Ja intervencién de un psiquiatra exterior reflejan, hasta cierto punto, su vasta experiencia en calidad de ase- sor de distintos organismos encargados de velar por el cumplimiento de la ley, entre ellos, el FBI. El doctor Spiegel estuvo recientemente en Ann Arbor, Michigan, donde hipnotizé a algunos de los enfermos supervivientes del Hospital de Veteranos de la Administracién de Michi- gan en el que once pacientes habian fallecido como conse- cuencia de colapsos respiratorios. Se sospechaba que algiin miembro del equipo del hospital habfa inyectado a los pacientes Pavulon, variante del curare, la mortffera toxina vegetal sudamericana. Spiegel hipnotizé a un paciente que, bajo estado hipnético, recordé ciertos acontecimientos que habfan ocurrido en la sala y que no habfan sido recordados 73 en el transcurso de anteriores interrogatorios en estado de vela. Basdndose en esta informacién, el FBI pudo am- pliar el alcance de sus investigaciones llegando posterior- mente a la identificacién de dos personas sospechosas, am- bas enfermeras.* «Lo que ocurre —afirma Spiegel— es que la informa- cién obtenida a través de la utilizacién de la hipnosis no es, en si misma, legalmente vélida. De todos modos, sitve para ampliar ulteriormente las reas potenciales en las que sea posible buscar una validez externa. En el caso del Hos- pital de Veteranos de la Administracién de Michigan, ello facilit6 al FBI una mayor cantidad de material con la que poder trabajar. La increible cantidad de material grabado por John Nebel durante los estados hipnéticos de Candy debe considerarse bajo esta misma perspectiva. Las cintas contienen un extenso campo del que pueden extraerse mu- chos indicios con vistas a la prosecucién de las investiga- ciones acerca de su pasado. Me complace muchfsimo que dichas investigaciones estén teniendo lugar.» Le pregunté al doctor Spiegel si le sorprendia que un profano como John Nebel hubiera podido obtener de Candy tal cantidad de material halléndose ésta bajo hip- nosis. «En absoluto —me contesté él—. La mayoria de los estados hipnoticos, sobre todo en las personas con la mis- ma elevada capacidad hipnotica que Candy ha puesto de manifiesto, se producen espontdneamente. Los amantes caen en estado hipnético pero la experiencia no se califica de este modo por Ia ausencia de un tercero que pueda apli- carle dicha etiqueta. Una de las mayores falsedades a propé- sito de la hipnosis es la afirmacién segtin la cual el poder se halla en manos del hipnotizador. Ello no es cierto en absoluto. La capacidad hipnética reside durante toda la * Segrin Ia informacién publicada en el Time del 22 de marzo de 1976. 74 vida en el sujeto. Candy pertenece probablemente a este cinco por ciento de la poblacién en el que se registra una capacidad hipnética extremadamente elevada. En realidad, cuando se tropieza con semejantes pacientes en situaciones terapéuticas, el problema no estriba en provocar el estado hipnédtico sino en ensefiar al paciente cémo evitar caer en estados hipnéticos espontdneos en el transcurso de su vida cotidiana.» Nebel repitié la experiencia al dia siguiente, al regresar ambos de la WMCA, y una vez mas al cabo de unos dias. En el transcurso de este tercer intento descubrié algo més que simple relajacién progresiva. Durante esta tercera se- sién, Candy empezé a hablar con una voz muy extrafia; no con la dspera y cortante voz de la «otra persona», que tanto habia inquietado a Nebel en su noche de bodas y en otras ocasiones posteriores, sino con la de una nifia. Se enzarzé en un didlogo imaginario con una persona a la que no nombré, y Nebel, actuando instintivamente, decidid interpretar el papel verbal de aquella persona. La conversacién duré sdlo unos pocos minutos pero, cuando ésta hubo terminado y Candy ya se encontraba profundamente dormida, Nebel se dirigié al salén, encen- dié un cigarrillo y buscé uno de sus muchos libros sobre la hipnosis. Al Iegar a un capitulo que se referfa a la re- gresién infantil, empezé a leer. No sabia si lo que acababa de ocurtir en el dormitorio era significative o no, pero sabfa que su esposa habia retrocedido por unos momentos en el tiempo. Sentia curiosidad y deseaba averiguar mas cosas al respecto por si volviera a ocurrir. Volvié a ocurrir. La siguiente regresi6n de Candy a su infancia tuvo efecto el 15 de junio de 1973. Para entonces, ya se habia producido toda una serie de regresiones mucho mds draméticas y extrafias que habfan inducido a Nebel a adquirirle 2 su amigo Irving Miller, de la Bryce 75 Audio, un magnetdéfono Sony TC-142. Nebel cligis este aparato porque, aparte de sus multiples aplicaciones, era lo suficientemente pequefio como para poderse acoplar a la cabecera de la cama. Nebel empezé entonces a grabar algunas sesiones hipnéticas seleccionadas, una de las cua- Jes fue precisamente la regresién infantil del dia 15 de junio. Esta se registré aproximadamente hacia las ocho de la mafiana. Habfan terminado el programa y Candy le habia pedido a John que Ja ayudara a telajarse. Todavia no crefa que Nebel la estuviera hipnotizando y preferfa atribuir sus recientes y satisfactorios intentos de conciliar el suefio al simple hecho de «sentirse relajada». Su reaccién es muy corriente: muchas personas se someten a la hipnosis y mds tarde se niegan a creer que han sido hipnotizadas. Estas personas suelen hacer prdcticamente cualquier cosa que les ordene el hipnotizador y, tras ser despertadas, in- sisten en afirmar que lo que han hecho lo han Ilevado a cabo para complacerlo, Incluso en el caso de que sea cierto, ello revela exactamente Io que es la hipnosis: un nivel de acrecentada concentracién y sugestionabilidad. Su mistetio no estriba més que en eso, y aquellos que esperen pruebas extrafias o tangibles de haber sido hipnotizados sufriran siempre una decepcién. Y seguird4n «complaciendo al hipnotizador». Aquel viernes por la mafiana Nebel volvié a inducir en Candy un relajado estado hipnético y, a los pocos mo- mentos, ella empezé a hablar con la misma voz de nifia pequefia que John ya habfa escuchado en la sesién ante- rior. Nebel extendié la mano, puso en marcha el magne- téfono y acercé el micréfono a Candy, preguntdndole: —2eDénde estés ahora? —No sé a dénde ir —contesté ella. —eA dénde quieres ir hoy? —A pescar. 76 —2Dénde crees que vas a ir a pescar? —AI pantano. —2Quién ird contigo? —Tommy. —<¢Quién es Tommy? —Tommy es mi gato —dijo, riéndose—. Hay que vigi- larle porque se come los peces. —. En dicho capitulo se desctibe con gran detalle cémo se pucde utilizar la hipnosis en diversas situaciones bélicas, y el autor se centra especialmente en el valor de la misma con vistas a la preparacién de los correos destinados a transportar informacién secreta: «Con el hipnotismo podemos estar seguros de nues- tro mensajero particular. Hipnotizamos a nuestro 157 hombre, por ejemplo, en Washington. En estado hipnético le facilitamos el mensaje. Afiadiremos que el mensaje puede ser largo y complejo. Un individuo inteligente puede aprenderse de memoria todo un libro en caso necesario.* Entonces lo mandamos a Australia en avidn con la orden de que nadie puede hipnotizarle bajo ninguna circunstancia a excepcién del coronel Brown, de Melbourne. Por este medio podemos superar dos dificultades. Es inutil intercep- tar a este correo. »No est4 en posesién de ningtin documento y re- sultar4 imposible extraerle informacién por muchos “terceros grados” a que se le someta, puesto que la informacién no puede extraerse de su mente cons- ciente. Podriamos también hacerle insensible al dolor, de tal forma que hasta las torturas de tercer grado fueran inttiles. »Por otra parte, con este correo hipnotizado no tendrfamos que temer la posibilidad de una traicin. En estado hipnético, podriamos suscitar en él unos sentimientos de lealtad en los que tal cosa fuera im- pensable. »Ademés, no tiene nada que decir. Es un simple civil que acude a una reunién de negocios en Austra- lia y nada mds. No podré facilitar informacién porque no posee ninguna. Por este medio resultarfa mds se- guro enviar informacién en caso de que se pudiera atilizar a un correo privado.» * Se esté empezando a apreciar el valor del hipnotismo como complemento del aprendizaje. El doctor Ray LaScola, psiquiatra de Santa Ménica, California, ha conseguido con éxito que un estu- diante de medicina revisara todo un afio de estudios en el trans- curso de una sesién hipnética de cuarenta y cinco minutos de du- racién. En estado hipnético se puede facilmente comprimir el tiem- po y elevar de manera muy considerable Jos niveles de retencién. 158 Segtin lo que le dijeron al comienzo de su colaboracién con la CIA, Candy Jones seria un correo por cuenta de la Agencia y podria’ desempefiar esta labor compaginén- dola con sus normales viajes profesionales. ¢Utiliz6 el doctor Gilbert Jensen la hipnosis para convertirla en un correo perfecto? Probablemente. Las teorias descritas por Estabrooks han venido siendo Ilevadas a Ja practica desde Ja segunda guerra mundial, y Jensen debid percatarse de que Candy era un buen sujeto, a pesar de las afirmaciones de sta en sentido contrario. La presencia de Candy en su despacho le ofrecié la incomparable oportunidad de tener bajo su dominio a un correo en el que poder depositar toda su confianza. Tal vez si los mensajes que Candy tenia que transportar hubieran sido de importancia trascenden- tal, la adopcién de semejantes medidas hubiera estado jus- tificada en interés de la «seguridad nacional». Cosas mucho menos importantes se arrojan diariamente a este cajén de sastre. Pero, ¢por qué Arlene? ¢Le era ésta necesaria a Jen- sen para disponer de un mensajero seguro y digno de confianza? Una vez mas, nos vemos obligados a recurrir a las conjeturas para tratar de descubrir los motivos que condujeron a la resurreccién de Arlene. Estabrooks afirma en Hypnotism que es posible Ja creacién de un auténtico «superespfa» a través de un deliberado desdoblamiento de personalidad en una misma persona: «...Utilizaremos el hipnotismo para inducir una personalidad multiple. ... Empezamos con un sujeto extraordinario, el cual debe ser eso justamente, uno de esos raros individuos capaces de aceptar y de llevar a la prdctica todas las sugerencias sin la menor vaci- lacién. Necesitamos, adems, un hombre o una mujer que sea muy inteligente y se halle en perfectas condi- ciones fisicas. Empezamos entonces a desarrollar una personalidad multiple a través de la utilizacién del 159 hipnotismo. En su estado de vela normal, que deno- minaremos Personalidad A, o PA, el sujeto se con- vertird en un fandtico comunista. Se adherird al par- tido, seguird las consignas del partido y tratard por esta causa de Ilamar al mdximo la atencidén de las autoridades. »Entonces desarrollamos la Personalidad B (PB), es decir la personalidad secundaria o inconsciente, si ustedes quieren, aunque ello pueda ser en cierto modo una contradiccién de términos. Esta personalidad es fandticamente norteamericana y anticomunista. Cono- ce toda la informacién que posee la Personalidad A, es decir, Ja personalidad normal, mientras que la PA no goza de esta misma ventaja. »Mi superespia interpreta agresiva, constante e intrépidamente su papel de comunista en estado de vela. Pero su PB es un leal norteamericano y la PB esté en posesién de todos los recuerdos de la PA. En su calidad de norteamericano leal, no vacilard en revelar estos recuerdos.» Estabrooks desarrolla ulteriormente Ja tesis, pero Jo arriba citado es suficiente para demostrar que, mediante Ja utilizacién de Arlene, Jensen ya disponia en el caso de Candy de un sistema a la medida. Del patriotismo de Candy Jones no cabia dudar. No obstante, en caso de que ésta decidiera ocultarle algo a Jensen con posterioridad al de- sempefio de alguna misién, Arlene podria Henar las lagunas. Por otra parte, y mediante la utilizacién de Arlene, Jensen podria tener acceso a aquella faccta de Candy que permi- tia a sta descollar en cuanto a la actividad ffsica. En las situaciones de peligro, seria mejor que tomara el mando Arlene en lugar de Candy. Y, en el caso de que ésta fuera torturada, Arlene podria programarse de tal forma que soportara el dolor, permaneciendo Candy al margen de todo. La resistencia ante el dolor aumenta considerable- 160 mente bajo los efectos de la hipnosis. Miles de interven- ciones quirtitgicas se han realizado con la hipnosis por tinica anestesia. Estabrooks, al referirse a dicho aumento de Ja resistencia al dolor, afirma: «El que esto escribe utiliza un pequefio instru- mento, denominado “variac”, que se inserta en un enchufe corriente y produce exactamente el voltaje que se precisa. Los contactos se colocan en la palma y el dorso de la mano izquierda y se utiliza papel secante impregnado de una solucién salina saturada para obtener con ello la mejor forma de contacto. En estas circunstancias, quince voltios resultarian su- mamente dolorosos y veinte serfan insoportables. No obstante, un sujeto en estado de sonambulismo (estado hipndtico profundo) pucde soportar sesenta € in- cluso ciento veinte voltios sin pestafiear.» Aunque es posible que éstos fueran efectivamente los motivos de la actuacién de Jensen, yo afirmo que, aparte Ja utilizacién de la hipnosis para cumplir una misidn, Jensen se mostraba igualmente interesado en determinar qué podia conseguirse sobre una base experimental. Cabe suponer que los mensajes que Candy transmitié carecieran de valor 0, todo lo més, fuctan de muy escasa importan- cia desde el punto de vista de unos planes generales de espionaje. Tal como se especificard més adelante sobre la base de las sesiones hipnéticas grabadas, Candy se convirtié para Jensen en un conejillo de Indias ambulante, asi como en un motivo de orgullo y alegria al darle oportunidad de mostrar a sus colegas médicos de la CIA el dominio que podia ejercer sobre ella y sobre Arlene Grant. A pesar de que no estoy en posesién de ningtin documento que esta- blezca una relacién entre Gilbert Jensen y algtin proyecto experimental de la CIA, tengo el convencimiento de que Jensen fue uno de los muchos médicos de este pais que 161 nu participaron en un vasto programa de manipulaciéa men- tal experimental, organizado y financiado por la CIA La existencia pasada y presente de dicho programa esté empezando a ser del dominio publico. El informe de la Comisién Rockefeller de junio de 1975, resultado pro- bablemente de imparciales y exhaustivas investigaciones acerca de las actividades internas de Ja CIA, revelé que en 1953 Frank R. Olson, un investigador civil especiali- zado en guerta bioldgica que trabajaba por cuenta de la CIA, recibié, sin su conocimiento, una dosis de LSD por orden de la Agencia. El informe sigue afirmando que Olson se suicidé posteriormente, arrojandose desde un décimo piso de un hotel de Ja ciudad de Nueva York al que habia sido trasladado para ser sometido a tratamiento psiquid- trico como resultado directo de su experiencia con el LSD. La droga le fue administrada como parte de un vasto pro- gtama de pruebas de la Direccién de Ciencia y Tecnologia de Ja CIA. La CIA afirma haber dado por finalizadas todas estas ptucbas cn 1967 y haber destruido todos los archivos rela- cionados con estos experimentos. Tal vez se dieran por finalizadas estas pruebas, segtin se afirma, y tal vez no. Lo cierto, sin embargo, es que Gilbert Jensen seguia traba- jando en este sentido en 1967, contraviniendo quizds las érdenes de la CLA 0, més probablemente, prosiguiendo en secreto este programa de la Agencia.* Victor Marchetti, autor de La CIA y el culto del espionaje, me confirmé que la Agencia tenia organizado efectivamente un programa de manipulacién mental expe- rimental, en el que utilizaba como sujetos a los rechisos de Jas instituciones penitenciarias norteamericanas. Candy se refiere vagamente a este programa al afirmar * EJ apartado del Informe Rockefeller referente a la Direccién de Ciencia y Tecnologia se reproduce en el Apéndice 2 al final del libro, 162 en una de las grabaciones que «...eta muy peligroso. Yo participaba en un proyecto especial, un proyecto muy im- portante».* Es posible que se refiriera a una misién espe- cifica y no ya al proyecto experimental, pero yo creo que no. Jamas se le hablé del proyecto, pero tal vez captara el sentido del mismo a través de alguna conversacién man- tenida en el despacho de Jensen. La mayor parte de los proyectos experimentales de la CIA financiados a través de Ja Direccién de Ciencia y Tec- nologfa se Mevan a cabo por medio de organizaciones civi- les externas. Dado que muchos de estos proyectos son altamente secretos, no es posible calcular con exactitud la cantidad de millones de délares que se canalizan hacia los organismos de investigacién exteriores. A juzgar por el cardcter absurdo de ciertos proyectos sélo podemos afirmar que se gasta demasiado dinero en investigaciones discutibles... desde el punto de vista de su valor y/o de sus utilizaciones inmorales e ilegales. Dean Kraft, un joven scurador psiquicor de Brooklyn, me dijo en el programa de Nebel que el gobierno le habia pagado con el fin de analizar sus supuestos poderes curativos en varios labora- torios de California, es decir, en algunas de las mismas instalaciones utilizadas por Jensen para analizar la respues- ta de Candy a su manipulacién. A Kraft se le dijo que no indagara acerca del organismo gubernamental que habia facilitado el dinero, y que no investigara los antecedentes de ninguno de los hombres con quienes colaboraba. Las investigaciones sobre manipulacién mental patro- cinadas por la CIA se justifican sobre la base de que la Unidn Soviética Ieva muchos afios practicando este tipo de investigaciones. Lee Harvey Oswald, el presunto ase- sino de John Kennedy, pasé algtin tiempo en el Instituto de Modificacién de la Conducta de Mosci durante sus afios de permanencia en la Unidn Soviética. Se han hecho * Cinta 66, Cara B. 163 conjeturas en el sentido de que tal vez Oswald hubiera sido, en cierto modo, programado para asesinar al presi- dente Kennedy, pero no se ha rebasado a este respecto el limite de las conjeturas. De igual modo se ha dicho, y es del dominio piblico, que Sirhan Sirhan, el asesino de Robert Kennedy, fue programado bajo hipnosis con el fin de que cometiera este asesinato. James Earl Ray fue hipno- tizado en Los Angeles dos meses antes de asesinar a Mar- tin Lutero King, hijo, en Memphis. Me sentiria indudablemente mucho més tranquilo si creyera que Gilbert Jensen trabajS por su cuenta, en cali- dad de simple «chiflado» sin el menor nexo con ninguno de los organismos de mi gobierno. En caso contrario, es posible que Jensen superara los limites que la CIA le habia impuesto y que siguiera experimentando con Candy —y Arlene— tras las supuestas érdenes de Ja CIA en el sentido de que cesaran los experimentos. En cualquier caso, si Jensen se quedé tan «petrifica- do» por causa de Arlene como ésta afirma, tendriamos motivos més que sobrados para preocuparnos por ella a la luz de sus revelaciones a John Nebel a propésito de los extrafios acontecimientos que se registraron en el despacho de Oakland a lo largo de doce afios. Y me imagino que su primera confrontacién directa con Arlene, en una especie de careo entre el doctor Jekyll y el sefior Hyde, debid sorprender a Jensen tanto como al propio Nebel. ‘La primera aparicién de Arlene en el despacho de Jen- sen se halla descrita por ésta en una sesién hipnética que se gtabé cn cl apartamento de Nebel el dia 16 de diciem- bre de 1974. Nebel le habia preguntado si recordaba la primera vez que Jensen «la habia descubierto». Arlene eché la cabeza hacia atrds, solté una carcajada y dijo que sf. —Hiablame de ello —le pidié Nebel. —Pensaba que iba a salir por el techo —dice Arlene sin dejar de refrse, divirtiéndose con el recuerdo. 164 —cCémo ocurrid? ¢Estaba Candy acomodada en una silla? —Bueno, él [Jensen] trataba de encontrar un nom- bre y sentia curiosidad, —¢Qué nombre? —Trataba de conseguir que ella cambiara de nom- bre y. —¢Por qué otro nombre? —Por cualquiera, daba lo mismo. Buscaban un nom- bre. —eSi? —Y ella le estaba hablando... (carraspea) ...de cuando éramos muy jévenes... Yo era una imaginaria compajiera suya de juegos. —- Avg [0° tntetat____Pranieut 1* pan Position= Standing Supine, Sit, ChaireStook, — edi 1-1 Qs mm Tiga. daub ne fe tion Hg TD) Dissociation 0 = Ra-enforce (1) Revenforce (2) Renenforce (3) Revenforce (6) (CONTROL DIFFERENTIAL o- cut-o66 o- Annesia to Cut-ofs o- No Test, 4 Floating Sensation a GRA = continue 0-1Q-3 OEY yoy Minutes, £ Dectenent_ Sott Copynight 1973, Souk Medlen, Inc. 19 E, Sbth Street, NiVo, NiYs 10008 El Perfil de induccién Hipnética (PIH) de Candy realizedo por e! doctor Herbert Spiegel. En él se incluyen las anotaciones del docto! Spiegel durante la breve prueba. Una enveyista con Jimmy Hoffa en Chicago el 2 de octubre de 1972. Candy se habia desplazado a Chicago con el fin de realizar la entrevista para el programa “Monitor” de ia NBC pero, aprovechando el viaje, lievo a cabo actividades de correo bor cuenta de la CIA, Fotografia publicitaria para la compa por Candy Jones que efectud represent 'as tapas del suroeste del Pacifico dur mundial teatral encabezada Candy en la agencia de modelos en compaiia de su asposo, el rey del mundo de los modelos publicitarios, Conover. Fotografia de pasaporte de la “otra” Candy Jones. tomada en Sen Francis- Coa peticién del doctor Gilbert Jensen y de la CIA 20 SFY SS A Una reproduccién del sobre en el que fueron entregadas las fotogratias Candy en compaiiia de Mel Heimer ‘durante una fiesta celebrada en el apartamento de Do: rothy Kilgallen. Inme. diatamente después de finalizada la fiesta, Candy hizo entrega de un mensaje por cuenta de la ClA en un restau. rante de la ciudad de Nuova York USO SHOWS earn mocmenots ———- WIE'TTNAM COMING SOON! OONTAGT SPECIAL: Folleto de propaganda del esi cirfa a Candy hasta el Vietnam, slo de la USO que condu: Sr j =" sara > Un grupo de modelos Conover. Candy se encuentra en primera fila y asia tercera de izquierda a derecha Fotoaratia de Candy realizada por encargo del fallecido pro- ductor Mike Todd. bear Lanay: 1 do recall that sometime in the early 1960's you handed ne o Sled envelope in your office at 52 Vanderbilt Avenue. You told me that the contents of the letter were self-explanatory and that were you.to dle or diseppear under unusual circumstances, partie= Ularly if you died under 2 different nae, | should carefully check out the Facts of your case. In addition, | received numerous flight insurance statements during the 1960's from your many trips around the country, ineluding your trips to the Caribbean, particularly the Bahamas. rta del abogado de Candy confirmando las instrucciones ecibidas de sta, La carta dice asi Querida Candy Racuerdo gue a ptincipigs ge 1960 me Fumers 82'ce la Avenida Vanderbil explicto y due. en case de que mente los d Rocits ademas at Canbe y Pat Nixon y Candy en el wanscurso de una recepcion ¢ Washington a cuyo término Candy se trasladé a la central dela CIA de Langley. Virginia —Si. Toda la culpa la tiene usted [Jensen], gsabe? —ePor qué tengo yo la culpa? Yo no la obligué a que cmpezara. —Usted tiene la culpa de que haya Iegado tan lejos. En el transcurso de otra sesién hipndtica con Nebel, Candy repitié que le habia dicho a Mel que acudiera co- triendo en caso de que ella necesitara ayuda. Sefialé en esta grabacién que Mel la habia acompaiiado un dia al centro de Ja ciudad mientras ella entregaba una carta, al igual que habia hecho Joe Vergara. Existen prucbas en el sentido de que Candy ayudé a Mel en la redaccién de una de sus obras, cuyo titulo pro- visional era Dark Wood (Bosque Oscuro). El libro trata- ba del espionaje en Cuba y parece ser que Candy le fa- cilits a Mel buena parte de los detalles relacionados con la labor de espionaje secreto, incluyendo una completa des- cripcidn de la forma en que acttian los agentes secretos o «tapaderas». También le facilits a Heimer una detallada descripcién de cémo pueden introducirse los agentes se- cretos en territorio cubano desde una pequefia embarca- cién, bas4ndose en su experiencia personal de su época en Ja CIA. Del material de las cintas se deduce con toda claridad que Mel y Arlene tuvieron ciertos enfrentamientos, si bien, que yo sepa, Mel no se percaté de que se las estaba habiendo con una mujer que no cra Candy Jones. En una cinta, Nebel le pregunté a Arlene si ella le gustaba a Mel. —No se enterd jamds de lo que ocurrfa —repuso Ar- lene, soltando una de sus tipicas y asperas carcajadas. Uno de los més fascinantes aspectos de la doble exis- tencia de Candy Jones se refiere a sus propias relaciones con Arlene. Ambas solian ofrecerse mutuamente consejos y opiniones y, a lo largo de los afios, legé a establecerse entre las dos personalidades una intrigante actitud pro- tectora de la una con la otra. En cierta ocasién Arlene le 177 2 dijo a Candy que Mel Heimer era un «cuentista» y que serfa mejor que se apartara de 1. Arlene confirma su an- tipatia hacia Heimer en varias de las grabaciones. Aunque jams he sido testigo personal de un didlogo de este tipo entre Candy y Arlene, me imagino lo inquietante que ello debié resultar para aquellos que pudieran haberlo es- cuchado. La madre de Candy jams fue consciente de la presencia adulta de Arlene Grant en la vida de su hija, pero en dos ocasiones escuché una extrafia voz procedente de Ja alcoba de Candy en la casa del ntimero 1.199 de la Ave- nida Park y, en una de dichas ocasiones, creyS que Candy tenia a un hombre en el dormitorio. 178 12 Oakland - El programa continua Es un verano de principios de la década de los sesen- ta. Candy se encuentra tendida sobre la mesa de explora- ciones del consultorio de Gilbert Jensen, en Oakland, con una aguja clavada en una vena del brazo derecho. Un del- gado tubo de plastico conecta la aguja con una botella que cuelga de una repisa metdlica. La habitacién esté fria, porque el sistema de acondicionamiento de aire se halla ajustado a su méximo nivel de frio. Jensen esté sentado, leyendo una boja de papel foto- copiada. Mira a Candy y después prosigue su lectura. Esta escena de Oakland fue revivida por Candy en estado hipnético en el dormitorio del apartamento que com- parte con su esposo John Nebel. Fue una de las muchas escenas en las que afloré a la superficie la utilizacién de inyecciones intravenosas por parte de Jensen. En el curso de esta sesién hipndtica, Nebel, que se encontraba sentado al lado de la cama, le sugirié a su esposa que preguntara a Jensen cudnto rato tendrfa que conservar Ja aguja cla- vada en el brazo. Candy se volvié sin vacilar y pregunté a gritos mirando al invisible Jensen sentado en el otro extremo del dormitorio: «¢Cudnto va a tardar esto?» Des- 179 pués extendid la mano izquierda y se roz6 cuidadosamentée el hueco del codo derecho en el que tenia la aguja clavada. Estaba recordando evidentemente algo que Jensen le habia preguntado hacia afios, porque contestd gritando: «{No!» Nebel observé a Candy en silencio mientras ésta volvia a preguntarle a Jensen cuindo le retirarfa la aguja; después afiadié que tenfa que regresar a su hotel de San Francisco. —2¢Qué ha dicho? —le pregunté Nebel—. Ya puedes decirmelo. —Me ha preguntado que por qué se lo preguntaba [lo de la aguja] —repuso ella—. Me ha preguntado si me dolia y si me molestaba. —Esté leyendo todavia Ja fotocopia? —pregunté Ne- bel para tantearla. —No. Acaba de levantarse y se ha ido a su despacho. Ha gnardado la hoja en un cajén del escritorio. Nebel Ie aconsejé a Candy que tratara de ver lo que habia en la fotocopia, pero ella no le hizo caso. Interpre- tando el papel del alter ego de Candy, Nebel le dijo a ésta que volviera a gritar y le preguntara a Jensen cudn- do le retiraria la aguja y Candy le obedecié. —No sé a dénde ha ido —le dijo Candy a Nebel refi- riéndose a Jensen—. ¢Esté usted ahi? —volvié a pregun- tar, proyectando su voz a través de la imaginaria puerta que daba acceso al despacho desde la sala de examen. Jen- sen debié de contestarle algo, porque ella respondié di- ciendo «Ah». Después pregunté: —gNo cree que ya es- toy lista? En su voz se percibia cierto tono de hastfo. Algo mds adelante y al cabo de diez segundos de si- lencio, Candy musité: «Est4 sobre la tabla», refiriéndose a su brazo. Después dijo: —jUy! Debicra usted afilar las agujas. (Al parecer, Jensen habia regresado y habia retirado la aguja del brazo de Candy.) Ella doblé el codo cerran- do la mano en puiio y contrajo los ojos para ver Ja sefial 180 que la aguja le habia dejado en el brazo y para compro- bar que éste no le sangraba. Nebel lo observé todo en si- Iencio mientras Candy segufa dialogando con Jensen. —Si —le dijo ella a Jensen—, me ha dolido. —2Por qué cierras la mano en pufio? —Ie pregunté Nebel. Ella no contesté y, en su lugar, le dijo a Jensen: «Me ha puesto usted algodén ahi», sefialindose el hueco del codo. Estaba mirando hacia arriba, no hacia Nebel, sino hacia el lugar en el que Jensen debfa de encontrarse de pie. Al cabo de unos momentos, Candy le dijo a Jensen que se habia quitado el algodén porque el brazo ya no le sangraba. Nebel supuso que Jensen debfa de haber abandonado la sala de examen, porque observé que Candy extendia las piernas hacia el borde de la cama (la mesa de exploracio- nes en su regtesidn) y se levantaba. «Muy bien, ya voy —le grits Candy a Jensen—. Tengo que vestirme». Nebel se aparté y observé a su esposa buscando unas imagina- rias prendas de vestir. Candy tomé lo que al parecer era una blusa descolgéndola de una percha imaginaria e intro- dujo los brazos en las mangas. A lo largo de toda esta se- sién hipnética estuvo enfundada en un camisén pero, a pesar de ello, siguié vistiéndose. Primero la blusa y des- pués una falda que se puso con sumo cuidado. Después se abroché lentamente la blusa y se la metié en la falda con pausados movimientos. «Necesito los zapatos —le grité a Jensen—. ¢Cree que me hace falta un esparadrapo?» Jensen debid decir algo y Candy le contesté: «No, no lo era.» (Las sesiones hipnd- ticas de esta clase decepcionaban profundamente a John Nebel, dado que no habia forma de que éste pudiera sa- ber lo que decfa Jensen a no ser que Candy se lo comu- nicara, Jo cual no siempre ocurrfa. Sélo podfa adivinar lo que Jensen decia basdéndose en las respuestas de Candy y ptacticando con ello un juego muy dificil.) 181 Candy ctuzé el pequefio dormitorio buscando los zapa- tos. Habja varios pares en los armarios y en el suelo, pero ella buscaba el par que levaba en el despacho de Jensen aquel dia de principios de la década de los sesenta. —eDénde estén mis zapatos? —preguntd en voz alta. —, Cara B. 333 susurros. Otra posibilidad més aterradora si cabe consistia en el hecho de que un hombre tan cuidadoso como era Jensen pudiera algtin dia tener algiin tropiezo, sobre todo en el caso de que la duracién de la asociacién condujera a una suavizacién de la rigidez de los papeles. Y eso es exac- tamente lo que ocurrid entre Gilbert Jensen y Candy Jones. Se deduce de las grabaciones que Gilbert Jensen mostré por Candy un activo interés sexual, al que ésta no corres- pondié. Las sesiones hipnéticas sc hallan punteadas por breves escenas en las que Candy, en estado hipnético re- chaza sus insinuaciones. De todos es conocida la polémi- ca acerca de la posibilidad de que un hipnotizador obligue a un sujeto a actuar de manera contraria a su cédigo mo- ral. La respuesta a esta pregunta es afirmativa y negativa a un tiempo. Utilizando como ejemplo los vestuarios de una escuela superior, digamos que un muchacho desea servirse de la hipnosis con el fin de convencer a una compafiera suya de que se desnude ante él. Por profundo que sea el estado hipnético en el que ésta se encuen- tre, la orden directa de que se quite la ropa resultard in- variablemente ineficaz. La tinica esperanza de éxito para el joven consistirfa en crear la alucinacién de que en la estancia hace un calor insoportable. El joven podria suge- rir también la idea de que es el médico de confianza de la familia. En el caso de que alcanzara el éxito en alguna de estas estrategias, es posible que la joven se desnudara, convencida de que sus acciones eran correctas y enca- jaban con su cédigo moral. Jensen solfa abordar a Candy de manera directa, ha- ciendo especial hincapié en el hecho de ser médico. En muchas de las grabaciones se le encuentra intentando qui- tarle la ropa a Candy mientras ésta se halla en estado hip- nético sobre la pequefia mesa de exploraciones. No obs- tante, Candy fue siempre consciente de que, a pesar de tratarse del doctor Jensen, la misidn de éste consistia en prepararla para la labor de espionaje y no ya en so- 334

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