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Reflexiones juveniles
Quisiera hablar de un tema tan basto como lo son las emociones, ¿cómo
controlarlas?. Si partimos de esta pregunta podemos arrojar algo de luz sobre el
tema pues uno de los problemas radicales con respecto a las emociones como su
cede en el corazón y las consecuencias que puede traernos una vida sensual y
pasional, es justamente ¿quien controla nuestro corazón?. Hoy en día vivimos en
un mundo donde uno de los slogan principales es: escucha tu corazón y sigue tus
emociones, pero el consejo del dador de la vida, tu creador es algo distinto pues Él
nos dice en Proverbios 4:23: "sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque
de él mana la vida". La exhortación aquí a ser el guarda de nuestro propio corazón
parece algo imposible para ser cumplido por el joven hoy en día, pues se encuentra
bombardeado casi constantemente por imágenes y propuestas sensuales que
incitan a dar rienda suelta al corazón, pero después se ven las consecuencias en
vidas frustradas, romances rotos, matrimonios separados y un sin fin de conflictos
que tuvieron como origen la ausencia de un sano control de las emociones y del
corazón ante esas seducciones cotidianas. Algunas de esas crisis las estaremos
viendo en algunos estudios sucesivos como por ejemplo: viejas heridas, noviazgo,
soledad, etc.
Volviendo entonces al conflicto que sufre el joven que siente una tremenda lucha
por dar rienda suelta a sus deseos de liberación pasional, ¿cuál es la opción bíblica
Ministerio juvenil “Guerreros de luz”
Reflexiones juveniles
Querido joven, en la medida que no entiendas que el asunto del control de las
emociones y de tu corazón no es asunto tuyo ni mío sino de aquel que nos dio el
corazón estás en grave peligro, el peligro de andar deambulando por la vida sin
tener un rumbo fijo ni un propósito de vida. Se compararía al caso de aquel que se
encuentra intentando conducir su vehículo sin éxito por no conocerlo y no se da
cuenta que a su lado se encuentra justamente el diseñador mismo del carro que
conoce cada parte a la perfección y amigablemente le pide que le deje conducir a
él, pero no, el orgullo juvenil es más grande y así continúa por la carretera de la
vida luchando con su existencia en vez de disfrutar la vida abundante que Dios
propone.