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La disminución de Cristo

Casi todas las sectas y religiones del mundo comprometen la deidad de Cristo, y el
movimiento de la Fe no es excepción.
Nosotros hemos visto ya cómo los maestros de la Fe recrean al hombre a la imagen de
Dios, disminuyen a Dios a la misma condición del hombre y deifican como Dios a Satanás.
Veremos ahora como ellos reducen a Cristo al nivel de un simple mortal. Considere estas
terribles afirmaciones hechas por Kenneth Copeland:
"[Adán] fue la copia, parecido exactamente a [Dios]. Si usted
colocara a Adán junto a Dios, los dos parecerían idénticos. Y si usted
pusiera a Jesús y a Adán lado a lado, ambos se verían exactamente
iguales".1
Tenemos aquí a uno de los principales maestros de la Fe que establece que no hay
distinciones ni diferencias entre Dios y el hombre. Pero el asunto no se detiene ahí. Escuche lo
que supuestamente le dijo Cristo a Copeland en la siguiente profecía:
"No te perturbes cuando la gente quiera molestarte, hablando
áspera y rudamente de ti. De esa forma, también hablaron ellos de Mí,
¿por qué no habrían de hacerlo también de ti? Cuanto más te parezcas
a mí más hablarán de tí. Ellos me crucificaron porque Yo era Dios.
Pero Yo no reclamaba ser Dios; Yo simplemente afirmaba que Yo
caminaba con El y que El estaba en Mí. ¡Aleluya!"2
Cuando fue interpelado acerca de esta blasfemia, Cope-land replicó, "Yo no dije que
Jesús no era Dios. Yo dije que El [Jesús] no pretendía ser Dios mientras que vivió en la tierra.
Investiguen en los Evangelios por ustedes mismos. Si así lo hacen, van a ver que lo que yo digo
es verdad".3

Buscando en los Evangelios


Si los seguidores de Copeland hubieran seguido su indicación de que buscaran en los
Evangelios, hubieran logrado descubrir lo equivocado que él está. Para empezar, considere el
Evangelio de Juan. En Juan 10:30 Jesús dice: "Yo y el Padre uno somos". Los lectores
modernos pueden entender mal el significado de Su afirmación; pero ciertamente no los
antiguos judíos. Ellos sabían de forma precisa lo que quería decir Jesús. Ni siquiera esperaron
por una mayor clarificación. Inmediatamente recogieron las piedras y acusaron a Cristo de
blasfemia, diciendo: "Tú, siendo hombre, te haces Dios" (Juan 10:33). Aquí Jesús proclama que
El Mismo es Dios; pero Copeland, como los judíos que estuvieron dispuestos a lapidar a Jesús,
repite que "El es un simple hombre".
Increíblemente, el versículo siguiente del mismo capítulo (Juan 10:34), es precisamente el
que usan los maestros de la Fe para probar que los hombres son dioses. En el espacio de dos
versículos, la teología de la Fe se las arregla para transformar a Jesús en un hombre corriente y
a los hombres corrientes en dioses pequeños. Aparentemente, casi todo el mundo, con la
excepción de Jesús, puede llegar a ser Dios.
Asombrosamente, Copeland deifica al hombre y disminuye a Jesucristo. En sus palabras
mentalmente confusas, Copeland señala:
"¿Por qué tiene Dios que pagar el precio por este asunto? El
tenía que buscarse a un hombre que fuera exactamente como el
primero. Tenía que tratarse de un hombre de verdad. El no puede ser
un Dios y aparecerse a revolverlo todo aquí con atributos y dignidades
que no son comunes a los hombres. El no puede hacer eso. No sería
legal".4
No tan solo reduce Copeland a Jesús a ser una copia a papel carbón del hombre que
anduvo por el Jardín del Edén —como si Adán y no Jesús fuera Theanthropos (el Dios-hombre)
—, sino que él, muy claramente, desviste a Cristo de toda partícula de divinidad.
Si Juan 10:33 no es suficiente para convencer a Copeland que Jesús fue efectivamente
Dios en carne humana, ¿qué acerca de Juan 5:18? Aquí, de nuevo, tratan los judíos de matar a
Jesús, no tan solo porque El estaba quebrantando el día sábado, sino porque "también decía que
Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios" (Juan 5:18).
¿Y qué acerca de Juan 8:58, donde Jesús dice, "De cierto, de cierto os digo: Antes que
Abraham fuese, yo soy"? Jesús establece su deidad tan claramente en este texto que nadie
debiera confundirse al respecto. Al usar la expresión, "Yo soy". Jesús inequívocamente se
identifica a Sí Mismo como el Dios eterno (Éxodo 3:14; Isaías 43:10). Tampoco se trata de un
desliz de la pluma de Juan. En varias otras ocasiones el apóstol toma nota de Cristo usando una
terminología similar para establecer su deidad (Juan 1:1,14; 3:13; 17:5).5
Copeland nos deja al borde de un dilema. O Jesús nunca tuvo con El la conversación que
afirma Copeland haber tenido, o Jesús tiene una frágil memoria y simplemente se olvidó de lo
que había sido escrito por Su discípulo amado, el apóstol Juan.
Aunque Cristo voluntariamente "no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse"
(Filipenses 2:5-11), las Escrituras insisten en que El jamás renunció a Sus atributos divinos.6 Y
al igual que Dios, Jesús nunca hubiera cometido pecado.7

Mil millones de encarnaciones de Dios


Con tal de que usted no pierda la posición que ellos detentan sobre la disminución de
Cristo, los maestros de la Fe enseñan también que los creyentes son encarnaciones de Dios en el
mismo sentido en que lo ha sido Jesús. Copeland, en efecto, llega a pensar que él mismo es
igual a Cristo, de tal manera que si él hubiera tenido el conocimiento de la Palabra de Dios que
tuvo Jesús, hubiera podido llegar también a redimir a la humanidad.8
Los maestros de la Fe parecen considerar a Cristo no más que nuestro hermano mayor.
Charles Capps niega aún la unicidad de Cristo cuando afirma que Dios se ha propuesto hacer a
millones y a millones de personas exactamente igual a Jesús.9
No existe una palabra mejor que blasfemia para una enseñanza que disminuye a Jesús al
nivel de un ser humano, un simple prototipo de millones y millones de otros que son
exactamente igual que El.
Las Escrituras enseñan claramente que Jesús no fue simplemente una entre tantas
encamaciones de Dios, sino que El fue la única y exclusiva encarnación de Dios. Más aún, las
Escrituras enseñan que El es el único (monogenes), el unigénito Hijo de Dios (Juan 3:16).
La teología de la Fe no solamente degrada a Jesús, sino que enseña también que el Cristo
encarnado fue creado por medio de la palabra hablada, de la misma manera en que Dios produjo
la existencia del universo. Como lo expone Charles Capps, "Dios lo habló. Dios trasmitió la
imagen a María. Ella recibió la imagen dentro de ella... El embrión que estaba en el vientre de
María no fue nada más que la Palabra de Dios".10
Copeland entonces amplía esta herejía a sus extremos más ridículos. No solamente acepta
él que Jesús fue "hablado" para que existiera, por medio de la Palabra de fe de Dios, sino que
también afirma como Capps, que fue creado a intervalos. Usted recordará lo que dijo Copeland:
"La fe que hacía falta para hacer los dedos andaba suelta por la tierra; la fe necesaria para
crear los brazos andaba suelta por la tierra, y ahora Dios se abrió paso para cubrir a una pequeña
mujer llamada María. Y lo que en el vientre de esa mujer virgen fue engendrado fue producto
de Dios. Una vez más algo sucedió proveniente de los interiores de Dios".11
Como una de las más comprometedoras declaraciones en toda su carrera, Copeland
promete, "a partir de aquí nosotros vamos a dejar de ser una iglesia ordinaria":
"Ahora, usted sabe. Dios está inyectando Su Palabra en la tierra para producir a este Jesús
—esas palabras rebosantes de fe que han formado la imagen que hay en El... El no puede
simplemente andar por la tierra diciendo: "Que sea hecho", porque a El no le compete ese
derecho... El tendrá que escurrirse por aquí y por allá, alrededor del dios de este mundo que
va a interceptarle todos sus caminos en la forma en que pueda..."12
Quizás usted está removiéndose en su asiento pensando:
"Si eso es lo que Copeland enseña, ya he oído suficiente. Tal vez esté listo para una
reevaluación".
Pero desafortunadamente, hay más. Copeland continúa afirmando que "Dios estaba
haciendo promesas a Jesús, y Jesús ni siquiera estaba allí. Pero, usted sabe, Dios trata con cosas
que aún no existen como si ya estuvieran hechas. Esa es la forma en que El hace que sucedan".13
En lo que muy bien pudiera ser lo último en la disminución, Copeland arranca de Cristo
su omnipresencia y existencia eternal, en fin. Su misma Divinidad. ¿Cómo puede Cristo
garantizar nuestra salvación si El no es Dios?
Claramente, Copeland, Capps y los demás que enseñan esta herejía tienen mucho más en
común con las sectas que con el cristianismo. Virtualmente, con cada compromiso para
predicar, esta herejía es diseminada en el pueblo. Es, por lo tanto, muy necesario considerar con
toda seriedad sus devastadoras consecuencias.

La diferencia que se establece


Algunas personas pudieran preguntarse por qué es tan importante que coloquemos en
orden nuestra doctrina concerniente a Dios y al hombre. ¿Es esto algo de veras importante?
¿Aún, si estuviéramos deliberadamente decididos a ignorar el asunto, las consecuencias
tendrían que ser necesariamente tan graves?
La respuesta a ambas preguntas es ¡SI! Nuestro conocimiento de Dios y de nosotros
mismos es esencial para determinar nuestras relaciones entre unos y otros y lo que es más
importante, con Dios.
El cristianismo es primero y sobre todo —una relación— Una relación requiere que dos o
más personas tengan confraternidad uno para con el otro, pasen tiempo juntos y establezcan
lazos definidos. Suponga que alguien se le acerque y le diga: "Yo tengo una relación con Dios.
El se apareció en mi habitación anoche y me dijo que El se había reencarnado muchas veces y
que había establecido contacto con individuos alrededor del mundo para que pudieran compartir
con otros los misterios de la vida.
El también me dijo que su sabiduría había sido escrita para que todos los hombres
pudieran verla, pueden encontrarla en los Vedas, en la Biblia y en el Corán, sólo para
mencionar unos cuantos libros. Dios me dijo que una vez El había sido un hombre, pero que
ahora se había desarrollado hasta llegar a un más alto nivel de existencia. Y me aseguró que yo
también podía alcanzar ese mismo nivel si tan solo seguía sus instrucciones".
Yo estoy seguro de que usted coincidiría conmigo en que el dios de esa persona no es el
Dios de la Biblia.
Dios se define a Sí Mismo por las normas de Su carácter. Dios posee ciertos atributos que
le separan a El del resto de la creación, incluidos los tal llamados otros dioses (I Corintios 8:5).
Nosotros podemos definitivamente afirmar que la persona imaginaria a la que nos referíamos en
el párrafo anterior no tiene una relación con el único y verdadero Dios. ¿Por qué? Porque el dios
de quien estaba hablando no concuerda con las descripciones que hace Dios de Sí Mismo en las
Escrituras.
Lo mismo es cierto del dios del movimiento de la Fe. La deidad descrita por los maestros
de la Fe no combina con la revelación de las Escrituras sobre el Todopoderoso Dios. Por lo
tanto, el dios que ellos proponen es un dios falso y su evangelio es un evangelio mentiroso (II
Corintios 11:4,13).
Lo que afirmamos es algo muy serio, porque incontables almas están siendo conducidas a
poner su confianza en una falsa deidad. Y a menos que una persona tenga una verdadera
relación con el Dios de La Biblia, su felicidad eterna está de un hilo.

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