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TEMARIO DEL SEMINARIO DE 21 DIAS EN SANTIAGO DE CHILE

POR

MARTIN SORIA

www.martinsoria.cl
contactoacademia.ms@gmail.com

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PARADIGMA DEL VALOR, DE LA VIDA Y DE
LA TRADICIÓN

a-SIGNIFICADO DEL VALOR

El estudio del valor se conoce como axiología. Axiología es la filosofía del valor.
Decimos que la cualidad que nos satisface, de aquello que percibimos, comprendemos o
utilizamos es valor; el valor, se establece mediante la recíproca relación, entre un sujeto
y un objeto, entre un ser humano y otro ser.
Existe un valor de contenido y un valor de forma, además, el valor depende del punto de
vista, ya sea este temporal, inmediato, personal (posicional)o momentáneo, o atemporal
global o universal. El valor también depende de la correlatividad entre un sujeto y un
objeto. El valor no existe por sí solo, para brotar necesita de tres posiciones: (1)La
intencionalidad o propósito de apreciarlo, (2) un apreciador y (3) un objeto apreciado.

Luego de tantas variantes en la apreciación del valor, podríamos deducir que el valor
es relativo.
¿Qué determina lo absoluto o relativo del valor? Lo absoluto o relativo del valor lo
determina la apreciación. Por ejemplo, bajo el punto de vista parcial, y posicional de un
individuo que observa una nube, este puede deducir, por lo que ve en la distancia, que la
nube es blanca, o, que la nube tiene una forma y longitud determinadas. Pero cuando
nos aproximamos a la nube, no sólo no encontramos forma ni dimensiones, sino, que
incluso no hallamos la nube. En este caso, la apreciación parcial, o posicional del
individuo frente a la nube, es relativa a su propia percepción. Mientras que quien
observa la nube bajo un punto de vista global, comprenderá que la nube es solo una
respuesta a la necesidad de cumplir una razón. Que la nube es el resultado de un
propósito específico, el propósito de completar un cíclo natural, coparticipativo con el
orden natural de la creación, (ciclo fluvial). Bajo este punto de vista, la percepción de la
nube se transforma en la recognición de una realidad constante universal, y eterna, por
lo tanto absoluta.

Vivimos en un ambiente acostumbrado a asignar una existencia temporal, parcial,


matérica y limitada, a los objetos y principios de la creación. Esto, ha generado en la
conciencia humana, la tendencia al hábito de apreciaciones temporales, posicionales,
parciales y relativas. La suma de estos fragmentos, ha conformado en el hombre la
-sensación- de que todo es parcial y por lo tanto relativo. Por otro lado, la necesidad
inherente de cimentarse sobre un postulado universal inmanente y eterno, obliga al ser
humano al encuentro de los significados derivados de los misterios naturales.

Se nos explica que los seres nacen, crecen se multiplican y mueren. Por lo tanto,
tomamos este mensaje como el propósito de nuestra existencia. Pero este mensaje no es
suficiente para convencer a la necesidad intelectual del ser humano. Esta visión parcial,
ha de completarse. Por sobre el hecho de que se nazca, se crezca o se muera, existe la
realidad nostrina de satisfacer a un propósito, de responder a la necesidad de una
intención creativo-constructiva, de responder a la razón de ser especie humana. Tanto el
Yo como el Otro, pertenecen a la satisfacción de un Nosotros Compartido.
Cada ser contiene un propósito de conjunto y un propósito individual. El propósito

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individual germina de los nutrientes adquiridos al satisfacer el propósito de conjunto.
Del conjunto adquirimos sentimientos, conocimientos y experiencias. Cuando
empatizamos con un sentimiento agradable, lo adquirimos como valor de afecto, o de
complacencia, a lo que podemos definir como belleza. Este sentimiento produce la
sensación de estar en posesión de un bien, o alegría, por eso lo designamos como valor.
Cuando reconocemos un contenido como verídico, lo adquirimos también como valor
de verdad o de autenticidad. Este sentimiento produce la sensación de estar en posesión
de un bien, o sabiduría, por eso lo designamos como valor. Cuando el objeto observado
corresponde con lo que deseamos apreciar, lo adquirimos como valor de bondad (bien
hecho, eficiente, útil ). Este sentimiento produce la sensación de estar en posesión de un
bien, o servicio, por eso lo designamos como valor. El valor contiene las cualidades de
ser grato, verdadero y útil. Es agradable, es cierto y sirve, de no contener estos atributos,
el sujeto rechaza al objeto y por lo tanto, para ese sujeto, ese objeto no contiene valor.

Valor esencial y valor actual


Observando esto, apreciamos en el objeto la presencia de un valor esencial y de un valor
actual.
Valor esencial es aquella propiedad contenida en el objeto, que satisface las necesidades
del sujeto, entendiendo al objeto como complemento del sujeto.
Valor actual es la experiencia desprendida de la interacción entre el sujeto y el objeto.
Esta dualidad genera en la experiencia del valor un contenido estático (en el instante de
ser apreciado) y un contenido dinámico (en tanto a que satisface a la necesidad de
apreciarlo, motivando al mismo tiempo a seguir apreciándolo)

EXISTE VALOR DE CONTENIDO Y FORMA, VALOR ESENCIAL Y ACTUAL


EL VALOR PRECISA DE CORRELATIVIDAD RECOGNICIÓN Y CORRESPONDENCIA Y PARECIDO
EL VALOR ES LA EXPERIENCIA DE UNÓN ENTRE ORIGEN Y CONSECUENCIA
PARA LO CUAL SE PRECISA DE LA RELACION SUJETO OBJETO

valor esencial designado por el propósito universal


-- absoluto --
valor de contenido valor de forma

valor actual designado por el propósito individual


--- relativo ---

El valor existe para servir al hombre. Si nos sensibilizamos un poco podremos


comprender que el propósito de la emoción es el de posibilitar la satisfacción del ser
persona, para lo cual, existe la capacidad de percibir las necesidades y retribuciones
propias del objeto apreciado. Emocionalmente el ser se satisface mediante el afecto y la
belleza.
El propósito del intelecto es el de permitir el conocimiento de las funciones, procesos y
razones que justifican la existencia del objeto de interés.
El propósito de la voluntad es el de permitir la creación de objetos de valor mediante el
dominio sobre los impulsos e inhibiciones. Satisfacción, conocimiento y valor son los
ingredientes de la felicidad y esta es el propósito del hombre y de la creación, para
satisfacer este propósito se nos dotó de emoción, intelecto y voluntad. Emoción,
intelecto y voluntad fueron creados para servir al hombre hasta satisfacerlo. La
satisfacción es un valor.
El estándar de valor existe contenido en el propósito universal del objeto. El observador

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debe comparar su apreciación actual con el estándar del valor determinado por el
cumplimiento del propósito de la creación. Para eso debe conocer clara y
profundamente los principios de la creación, para obrar en su apreciación de acuerdo al
cumplimiento universal del propósito del objeto. El cumplimiento del propósito de la
creación de ese objeto sería su estándar, y por lo tanto su valor absoluto.
Todo hombre fue creado para satisfacer su propósito de conjunto y su propósito
individual mediante el intercambio de valor. Cuando la persona aprecia las facultades
del “otro”, el “otro” valora su aprecio. Esta relación centrada en el encuentro con el
valor, produce sentimientos de afecto, despierta el interés mutuo y motiva a continuar
unidos en la relación. Por el contrario, el desprecio por el “otro” produce tensión,
alteración, introversión y egocentrismo en quien desprecia, al mismo tiempo que
provoca rechazo a quien es despreciado. De esta manera se impide la experiencia del
valor y con ello se pierde la motivación a continuar en esa relación.
El valor depende exclusivamente del aprecio, sin aprecio no hay valor. El valor de las
cosas es proporcional al propósito que satisfacen, y el valor del individuo acrecienta el
valor de lo que le pertenece.
Si alzamos la mirada al mundo nos damos cuenta de la cantidad de incongruencias que
existen a nuestro alrededor. Vivimos en un ambiente donde lo ingrato nos resulta cada
vez más agradable, un ejemplo de esto, es patente en la morbosa curiosidad por las
noticias trágicas. Hacemos de lo que menos interesa el objeto más interesante, un
ejemplo, también se ve en el desarrollo y multiplicación de lo lúdico, los fanáticos de
los partidos de fútbol, de las telenovelas o la observación impávida de los anuncios de
publicidad. Lo inútil pasa a ser lo más útil como las conversaciones sobre vanidades o
“copuchas”, la lectura del diario, las estadísticas de las revistas de sociedad.
Sin darnos cuenta, abrimos las puertas de nuestras casas, al asesino, al ladrón, a la
violencia, a la prostitución, al conflicto, a la desconcentración, a la tensión destructora
del espacio familiar, que se nos enfrenta cara a cara en nuestros dormitorios, salas de
estar o living comedor, bajo el sobrenombre de: televisión, telediario o semanario
informativo, y cuyas imágenes hipnotizan e idiotizan nuestras capacidades intelectuales.
Por lo tanto es lógico observar a artistas, científicos y políticos, que realizan labores sin
intención propositiva valórica. El arte por el arte, sin rumbo ni dirección, la ciencia por
la ciencia, la política por la política. Es lógico, pensar que en una realidad ignorante de
su propósito, el observador de la misma, ignore también a dicha realidad.
El arte de las diferencias desplaza a la armonía. La ciencia del entretenimiento desplaza
la mirada al absoluto. La política del polémico desplaza a la política del estado. En esta
sociedad, el artista no es artista por su belleza, sino por su choreza, el científico no es
científico por sus verdades, sino por su choreza y el político no es político por su
concepción idealista del estado, sino por su choreza. La Choreza, se transforma en el
paradigma del común denominador social.

Propósito y valor
Un objeto sin propósito es un objeto sin valor. Lo que no satisface, se abandona. La
creación, arte, conocimiento o producto, hoy más que nunca, debe satisfacer al
propósito del apreciador que lo construye, así como al propósito del apreciador que lo
evalúa. El objeto que no se admira, no es digno de ser evaluado.
Decimos que el objeto que contiene mayor cantidad de elementos de apreciación que
producen admiración es más valioso que el que contiene menos elementos de
apreciación. Si esto nos parece sensato, debe ser también sensato pensar que el objeto
creado por el hombre, que contiene mayor número de elementos admirables, sea de
más valor que el objeto que contiene menos. Por lo mismo el propósito de la creación,

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debe dirigirse hacia el logro de la máxima satisfacción y no hacia el logro de la
mínima impresión, o novedad.
El hombre necesita colaborar en la construcción de una sociedad sincera, donde se
realice el valor de la autenticidad, una sociedad ética que muestre las bondades a niveles
de excelencia y una sociedad artística donde el equilibrio de las diferencias nos ofrezca
una realidad admirablemente armónica. El creador debe ser gozoso, sufrido y constante
en la consecución de un trabajo que produzca gozo, justicia y paz, para concordar de
esta manera con los atributos de plenitud, Ley y Orden contenidos en la creación de la
cual él forma parte.

El proceso de la creación involucra una relación cruzada entre el proceso psíquico-


orgánico y el proceso físico-químico. Ambas relaciones son inseparables en el proceso
de la función vital del ser. Todo sistema orgánico contiene una fuerza conductual
psíquica y está compuesto por una estructura físico-química. Sobre esta afirmación se
construye el fundamento del neovitalismo.
El neovitalismo actual, cimenta su postura sobre la estructura base de cuatro posiciones.
Lo que indica, que las interpretaciones formales, fraccionales puras, solo son
superficiales, por lo que se impone una consideración espiritual, para comprender la
multitud de formas superpuestas de la naturaleza viva.
Precisamos de una fenomenología existencial convincente y coherente con las leyes
naturales. Köhler quiso probar, que en la naturaleza existía algo más que vínculos, y
que, incluso el universo en general, debía ser considerado como”Variedad en Unidad”
El alma, dice él, se nos presenta como un proceso global, y en continua acción que no
comporta nada aislado por completo. Driesch explica, que la comprensión del acto, debe
ser hallada, mediante la reducción del todo en fracciones, que puedan ser asimiladas por
un pensamiento lógico, hasta poder llegar a situarnos, frente a “una forma ordenadora
irreductible”, es decir ante la vida y su entelequia. De tal forma nos encontraremos,
frente a la originalidad de la causalidad global orgánica. Una formación psicoide o algo
que se le parece al alma. (Si es que el alma puede ser determinada) La comprensión de
nuestra realidad supondrá entonces el hallazgo de un gran valor, un valor irreductible y
al mismo tiempo inmanente. El valor absoluto.

De la inmanencia y estándar del valor


El valor es una realidad inmanente que proporciona complacencia. Hablamos de valores
absolutos, pero ¿qué es absoluto? Absoluto es todo aquello que es siempre y para todo.
Lo absoluto contiene la totalidad en tiempo y en espacio, es siempre, en el pasado, en el
presente y en el futuro y en todo lugar, arriba, abajo, al frente atrás, a la derecha y a la
izquierda. Por lo tanto podemos afirmar que valor absoluto es aquello que nos
complace siempre y a todos.
¿Qué es lo que nos complace siempre y a todos?
-La belleza el amor y el afecto complacen siempre y a todos.
-La verdad, la honestidad y la confianza complace siempre y a todos.
-La bondad, de lo bien hecho, lo completo, lo perfecto, complace siempre y a todos.

La belleza, nos hace sentir en posesión de un bien emocional que nos complace; la
verdad, nos hace sentir en posesión de un bien cognitivo que nos complace; la bondad,
nos hace sentir en posesión de un bien hecho, que nos complace. El bien es siempre y
para todos complaciente, por lo tanto la belleza, verdad y bondad son valores absolutos.
El estándar más elevado del valor, consiste en aquella experiencia que no tiene opción
por sobre ella. Por ejemplo: ¿qué sensación complace más, el placer o la plenitud? ¿Qué

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verdad es más universal, la razón o la ley? ¿Qué bondad o cosa bien hecha es más
completa, la útil o la perfecta?
No hay nada más complaciente que la sensación de plenitud, ni más verdad que la ley,
ni más completo que lo perfecto. Por lo tanto lo perfecto, la ley y la plenitud son el
estándar del valor absoluto, porque son válidos siempre y para todo.

Todo movimiento implica cuatro fuerzas ( Inicial, centrífuga, centrípeta, órbita), que
producen tres dualidades:
Dualidad de positivo (+) (-) negativo, que es producto de velocidad en dirección.
Dualidad de causa (carácter, contenido interno) y efecto (forma externa) que establece
tiempo.
Dualidad de sujeto (activo emisor) y objeto ( activo receptor) que establece espacio
entre ambos.
Podemos afirmar que todo movimiento implica 4 fuerzas, 3 dualidades y dos
direcciones (vertical y horizontal). Movimiento es producto de una fuerza y la fuerza
en movimiento establece un proceso origen división y unión. Origen (posición inicial)
división (posición intermedia con relación a la posición inicial) y unión con la posición
inicial. Esta es la realidad del movimiento circular.

Todo valor establece un proceso origen división unión. El valor precisa de un origen
(deseo por), división (sujeto-objeto) unión (complacencia).
En la “producción” del valor, intervienen cuatro fuerzas:
-Fuerza Inicial (fuerza del deseo por valor)
-Fuerza Centrífuga (sujeto que está atento al valor, se da por apreciar valor).
-Fuerza Centrípeta ( sujeto que aprecia o recibe valor)
-Fuerza Orbital ( complacencia que produce el valor y estimula a buscar más)
En la “producción” del valor, cada posición establece 3 dualidades:
Posición propósito-
1-propósito y sujeto,
2-propósito y objeto y
3-propósito y resultado
Posición sujeto-
4-sujeto y propósito
5-sujeto y objeto
6-sujeto y resultado
Posición objeto-
7-objeto y propósito
8-objeto y sujeto
9-objeto y resultado
Posición resultado-
10-resultado y objeto
11-resultado y sujeto
12-resultado y objeto.

La esencia de la física determina lo formal. Lo formal es el perímetro del contenido, y


lo que determina lo formal es el contenido, por lo tanto lo esencial en la creación es el
contenido que determina lo formal, y el contenido de la forma es el valor. La búsqueda
del valor no se limita al pensamiento físico, se determina mediante el pensamiento
absoluto.

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Seamos sensibles por un momento, ¿qué es lo que nos atrae de una forma cualquiera,
¿es su peso? ¿Su densidad? ¿Sus dimensiones? ¿Su forma o color?. Fabriquemos un
maniquí de la mujer más bella con las mismas proporciones, peso, formas y colores.
¿Pensaríais en estar con ese maniquí toda la vida?. ¿Y si encontráis a vuestra mujer más
bella, desearíais quedaos con ella toda la vida? ¿Cuál es la diferencia entre ambas, entre
el maniquí y la mujer?. La diferencia está en que el maniquí sólo os ofrece una belleza
formal y la mujer os ofrece el valor de correlatividad, correspondencia y parecido; os
ofrece valores de belleza, verdad y bondad, que posibilitan la realidad del absoluto.
Nosotros no sólo poseemos forma, también poseemos contenido emocional, intelectual
y volitivo, por lo mismo para sentirnos plenos necesitamos del valor emocional
intelectual y volitivo que nos complazca. Estos valores de belleza verdad y bondad y la
necesidad del hombre por el valor, son absolutos. Pero dentro del valor existen
diferentes niveles de apreciación
Veamos estos niveles de valor se logra con:

Nuestra EMOCION PLENITUD MARAVILLOSO SENSACIONAL


busca sentir amor y belleza paternal precioso *satisfactorio
y tanto el amor como la conyugal hermoso *sorprendente
belleza se nos muestran filial bello, lindo, bonito * aceptable
en diferentes grados. AMOR BELLEZA

Nuestro INTELECTO LEY ABSOLUTO E INCAMBIABLE


busca conocer y comprender razonable etapa racional
la verdad, y la verdad lógica etapa de comprensión
también se nos presenta intuitiva etapa perceptual
en distintos grados. VERDAD

Nuestra VOLUNTAD EXCELENTE COMPLETO o PERFECTO


busca bondad, y la muy bueno etapa de lo sorprendente
bondad también se correcto etapa de lo satisfactorio
nos presenta en bien etapa de lo aceptable
distintos grados. BONDAD

El paradigma del valor reside en lo pleno, lo verdadero o lo que es ley, y lo completo.


Lo máximo, pleno, satisfactorio, lo verdadero, ley, absoluto y lo completo, total y
perfecto, se desprende de la unidad con el valor absoluto. Valor, es la cualidad contenida
en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto que lo aprecia. Lo absoluto es aquello
que es siempre y para todos válido. Y la máxima plenitud es válida siempre y para
todos, el máximo conocimiento de la verdad o la ley es siempre y para todos válida, y la
creación máxima en perfección completa es siempre y para todo creador, válida.
Aquello que es siempre y para todos válido, tiene el poder y la capacidad de unir a todos
en ese criterio, por lo tanto el ideal de la creación es válido siempre y para todos, porque
contiene el planteamiento del proceso y estructuras que funcionan para producir los
valores absolutos. Cuando hablamos de los principios de la creación, nos referimos a los
siete requisitos fundamentales para crear y a las siete leyes fundamentales de la
creación, que se fundamentan en el correcto crecer, multiplicarse y ejercer el dominio
sobre las cosas. Por lo tanto el cumplimiento de los principios de la creación, produce
valor absoluto, siempre y para todo válido.

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b-LO FEO LO FALSO Y LO MALO

Es obvio pensar, que si valor es la cualidad que satisface, la ausencia de valor produce
insatisfacción. Si la insatisfacción, proveniente de un objeto insuficiente que evaluamos
emocionalmente, decimos que la sensación de insatisfacción, contiene fealdad, o es fea
porque no nos complace, y no nos complace porque es insuficiente.
En el estricto sentido, la sensación no contiene fealdad alguna, lo que ocurre es que el
sujeto que percibe la sensación, no aprecia la cualidad del objeto o no le satisface a
pesar de que la aprecia porque en algo es insuficiente. Feo es sinónimo de desprecio.
Llamamos feo a aquello que no aceptamos, o no nos gusta, y no nos gusta, porque no
nos satisface, luego es insuficiente. Ahora bien, ¿quién determina la suficiencia o
insuficiencia del objeto?. El mismo objeto, puede ser suficiente para otra persona. El
hijo de la vecina, puede ser feo para mí, pero maravilloso para la vecina. El niño, es el
mismo tanto para uno como para el otro, pero la determinación del valor es personal.
Aquí, debemos comprender las diferencias entre observación y apreciación. Observar
es poner la mirada en algo, poner los sentidos en algo. Observamos los colores, las
texturas, las temperaturas etc. De la observación apreciamos sensaciones gratas o
ingratas. De las sensaciones apreciamos las gratas y despreciamos las ingratas.
Apreciamos lo agradable, lo reconocible, lo complaciente, por la sencilla razón de que
nuestra capacidad emocional, sólo es apta para recibir y admitir aquello que la satisface.
Del mismo modo que la antena de radio, solo puede recibir las ondas en una
determinada longitud, nuestra capacidad emocional, solo puede admitir las sensaciones
que establecen afinidad, correlatividad y recognición semejante con la cualidad
emocional que es el aprecio, o la unidad. Toda escisión que produce ruptura o dolor es
rechazada por nuestra emoción. Nadie aprecia el dolor cuando le duele. Observan el
llanto, pero la sensación de dolor es absolutamente rechazada por la emoción, a pesar de
que en ocasiones puede ser aceptada por la conciencia en cierto grado. Pero no es
conducta absoluta la admisión del dolor por la emoción.
Podemos observar lo feo, pero difícilmente podremos aceptarlo e interiorizarlo en
nuestra emoción. En el estricto significado de apreciación: “apreciar es dar o recibir el
valor de lo observado”la apreciación de la fealdad es imposible, porque lo feo no puede
ser valorado por la persona. Decimos que persona es aquél ser dotado de libertad
(capacidad de optar por la alternativa válida) dotado de autonomía (capacidad de ser
uno con lo que es siempre y para todos válido, -Ley-) y dotado de responsabilidad
(capacidad de realización completa del propósito de la creación, mediante su libre
voluntad y autodeterminación)
A una persona, le es imposible apreciar lo feo, lo falso y lo malo. A pesar de que es
posible observarlo, no puede apreciarlo porque no contiene los atributos necesarios para
hacerlo.
La tendencia maniquea, es inviable en las personas. Del mismo modo que la persona no
puede despreciar el valor, tampoco puede apreciar la ausencia del mismo.
La persona ha sido concebida y creada para ser una con el valor, por esa razón es libre,
autónoma y responsable.
Es imposible apreciar lo feo porque si lo aprecio estoy dando o recibiendo valor de lo
que aprecio y por lo tanto si recibo o si ofrezco valor estoy sintiendo la satisfacción del
mismo y eso me hace sentir bien. Él sentirme bien es cierto y es bello. Por lo tanto, a
pesar de que creamos lo contrario, lo feo no puede ser apreciado porque apreciar es dar
o recibir valor. No debemos confundir la apreciación del valor con la apreciación de la
necesidad de comunicarlo.
En ocasiones ocurre que conversamos sobre lo feo, lo falso o lo malo. Por ejemplo: dos

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personas se encuentran después de un partido de fútbol y uno le dice al otro “¡ mira que
fue malo el partido, jugaron pésimo!”. Alguien diría que están apreciando lo malo que
fue el partido, porque existe una “observación” del mismo; a veces confundimos el
término apreciación de dar o recibir valor, con calificación, evaluación o análisis de una
situación. En este caso no están apreciando lo malo del partido, se está evaluando o
calificando una situación observada y están apreciando la necesidad de comunicarlo. El
deseo de comunicar es bueno, pero el partido fue malo. El partido no se apreció porque
no se valoró, muy al contrario se despreció, pero sí se apreció la necesidad de
comunicarlo.
Si la insatisfacción proviene de un concepto u objeto que evaluamos intelectualmente,
decimos que la sensación de insatisfacción es falsa. La falsedad tampoco existe
contenida en el objeto o en la sensación. La falsedad consiste en la insatisfacción
intelectual debida a un juicio insuficiente o incorrecto o en desacuerdo con el receptor.
Es imposible apreciar un juicio falso. Esto es quizá más difícil de aceptar a primera
vista, puesto que es habitual emitir mentiras, pero decir una mentira no significa que
honestamente admites la veracidad de lo emitido. Lo normal es decir la mentira siendo
consciente de su falsedad pero emitiéndola por alguna razón que la hace necesaria.
Nadie admite un juicio falso, sabiendo que es falso, por verdadero.
¿Cómo podemos decir que apreciamos la mentira cuando ya la estamos connotando de
inválida? Podemos admitir algo que no es cierto, pero cuando lo admitimos estamos
convencidos de que es válido. Tal vez después reconocemos que eso es falso, pero en el
instante de admitirlo, lo aceptamos como válido.

Si la insatisfacción, proviene de un objeto que muestra imperfecciones, o que no es


como esperábamos, decimos que es malo. Malo es todo aquello que no reconocemos,
que nos produce insatisfacción o daño. Malo es aquello que no establece un orden con
nuestras expectaciones, porque no nos satisface. Lo malo, tampoco está en el objeto, no
existe el objeto malo. Quien califica lo malo no es el objeto en sí, sino el sujeto
insatisfecho. Lo que para uno es malo, para otro puede ser apreciable y satisfactorio. Lo
malo, lo falso y lo feo son meros niveles de insatisfacción en el apreciador, por lo tanto
no podemos definirlos como valor, porque no satisfacen. Lo malo, es una insuficiencia,
lo falso, es un ocultamiento de la verdad o una incorrección y lo feo, es aquello que
produce una insatisfacción. La insatisfacción está lejos de la plenitud, la falsedad está
lejos de la ley y lo malo está lejos de lo completo. El estándar absoluto de valor reside
en la plenitud, en lo que es siempre y para todo válido, es decir en lo que es ley, y en la
bondad de la excelencia completa, en lo perfecto.

c-EL BIEN Y EL MAL

El conflicto entre el placer y el dolor se transforma en el conflicto que se expresa en los


términos de “lo bello y lo feo” “lo verdadero y lo falso” y “el bien y el mal”.
G.E.Moore en su Principia Etica (1903) nos dice que el bien es un concepto simple,
indefinible, y no-natural. Y, separa el bien intrínseco del bien como un medio
transitorio. El bien como fin no existe, sólo existe la apreciación temporal del bien.
Diciendo que el bien es un concepto “no-natural ”, Moore desea acentuar la diferencia
que según él, existe entre concepto y una propiedad empírica cualquiera. Moore explica
que el hedonismo, debe su éxito al “sofisma naturalista” según el cual, se supone, que el
placer esta envuelto de alguna forma, en la definición del bien y que se debe a una
confusión de la opinión plausible, según la cual, toda cosa intrínsecamente buena,
contiene algo de placer, con la errónea, de que este bien, es siempre proporcional al

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placer. Sin duda, el utilitarismo exacerbado de Moore, impidió comprender las variantes
en la apreciación, al considerar al valor potencial en sí mismo como objeto aislado del
sujeto que lo aprecia.

Benedetto Croce explica, lo negativo como no inexistente. El concepto del bien, se


basa en lo apreciado, entendido, o aceptado y el concepto del mal se basa en lo no
apreciado, no entendido, o no aceptado, por lo tanto, el mal no tiene existencia. Según
Croce, es imposible querer el mal por el mal, porque, el que quiere verdaderamente, lo
que quiere, es el bien siempre, porque para quererlo debe apreciarlo, entenderlo o
aceptarlo.
Hastings Rashdall (1858-1924) en su libro “El Bien y el Mal ” expone la concepción
del utilitarismo ideal de la manera más completa posible. Clasifica como los tres valores
intrínsecos esenciales a: LA DICHA o (el bien por parte afectiva) LA VERDAD o ( el
bien por parte cognitiva) y LA VIRTUD o (el bien por parte volitiva)
Tanto la experiencia de la dicha, como de la verdad o la virtud, son gratas y apreciables,
puesto que contienen una dosis de valor, que posibilita la satisfacción del apreciador.
Cuando la necesidad, interés, o deseo del apreciador, encuentra algún grado de
satisfacción en la sensación, concepto, u objeto apreciado, decimos que este se halla en
posesión de un bien. Este “bien” se nos presenta, dependiendo de nuestra apreciación
como verdad ética, (gozo) verdad científica, ( ley ) o verdad estética, (orden ) .
La ética, la ciencia y la estética, son percepciones próximas que operan mediante
principios paralelos, el principio de la correlatividad, reconocimiento y correspondencia
o parecido.

El británico I.A. Richards, especialista en literatura inglesa, quiso demostrar que la


experiencia estética, no debe considerarse como una actitud mental, diferente a la
científica o ética. El piensa, que la finalidad y criterio del arte, residen en la capacidad
de añadir una armonía más a la forma, en cómo se realizan algunos diversos impulsos e
inhibiciones.
Pensadores adscritos a la objetividad en la ética y en la ciencia, han optado por la
subjetividad en la estética. Históricamente el problema de la objetividad y subjetividad
ha encontrado una mayor discusión en términos estéticos y éticos.

conclusión
Para concluir podemos decir que el bien, es todo aquello que satisface una necesidad
(gozo), interés (justo), o deseo (orden), dirigidos en pro del incremento valórico, y que
el valor es un deber inmanente. El valor reviste un carácter de necesidad absoluta y de
validez unilateral.
También debemos comprender que el valor de lo creado, lo aprecia el ser humano y este
tiene dos propósitos, uno individual y otro de conjunto. Por un lado tiene el propósito de
dominar la creación (lo que ordena con lo creado) y por otro, el de adquirir felicidad en
su dominio. Esto le conduce a tener dos tipos de deseos, uno por realizar valor, ( para él
y ante los demás) y otro por buscar valor. (buscar alegría hallando valor en la creación)

Cualquier propósito permanece sin sentido, a no ser que sea actualizado. Este es el
porqué estamos motivados a realizar trabajos fruto de nuestro deseo por encontrar valor.
Decimos que los valores de belleza, verdad o bondad, son absolutos en sí, pero esta
afirmación no es correcta. Decimos que los valores son absolutos, no porque su
contenido sea absoluto, sino porque son absolutamente necesarios.
El contenido del valor es potencial, se muestra en distintas facetas, emocional,

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intelectual o volitiva, y en cada faceta existe contenido un potencial de nivel o estándar
variadísimo, por lo tanto el contenido del valor es correlativo, o correspondiente con el
estándar de apreciación, en la faceta que interesa al sujeto que lo percibe.
Lo absoluto del valor reside en la necesidad que el sujeto siente por él y en la
experiencia de complacencia que se deriva del mismo.
La necesidad por el valor de la belleza, de la verdad y de la bondad es absoluta. La
apreciación de las bondades del objeto, varía de acuerdo al sujeto que las percibe.
Por sobre la apreciación del sujeto que percibe el valor de lo bueno, o del bien, existe un
estándar absoluto de conciencia del bien, así como también existe un estándar absoluto
de conciencia de verdad y de belleza. Este estándar reside en el origen de la creación, en
la personificación de la Causa creadora o sujeto del hombre. El hombre como objeto
creado por el Creador, también contiene una porción de la conciencia original, donde se
encuentran contenidos los atributos de belleza, verdad y bondad absolutos, pero en el
estándar de desarrollo personal del individuo, y con la capacidad de madurar hasta
igualarse con el nivel de lo perfecto, esto es lo que posibilita una correlatividad,
recognición y correspondencia o parecido entre el hombre y su creador. El objeto
observado por el hombre, contiene también el valor potencial de establecer la
correlatividad, reconocimiento y correspondencia o parecido con él, de esta forma
adquiere el hombre el valor de lo apreciado, comprendido o realizado.
Lo que está bien, es aquello que reconocemos y nos satisface, si nos satisface es porque
lo reconocemos, si lo reconocemos es porque lo contenemos. Si lo contenemos, todo lo
que nos satisface es similar a lo que somos. Apreciamos la belleza, porque contenemos
belleza; apreciamos la verdad, porque somos contenedores de verdad; apreciamos la
bondad de lo bien hecho, de lo completo, porque somos completos.
El valor existe como necesidad absoluta, eterna e incambiable y es sólo después de
satisfecha esa necesidad que el valor se hace realidad. Por lo tanto lo bueno, el bien, lo
bello, o lo agradable, y la verdad o lo cierto, no existe antes de satisfacer la necesidad de
un apreciador. El bien, es aquello que produce un gozo pleno, justo y ordenado
correlativamente con el apreciador.

d- LA VIDA
En el más amplio sentido de la palabra, vida, es el conjunto de fuerzas que permiten la
satisfacción de un propósito. El propósito del hombre, de los animales, de las plantas, de
las moléculas, átomos y partículas. Todo aquello que se mueve de manera autónoma
(auto = sí mismo, nomo = de acuerdo con la ley) contiene vida o fuerzas que permiten y
posibilitan la realización de su propósito.
Las fuerzas que permiten la consecución del propósito de la vida humana son dos: la
fuerza del afecto y la fuerza del instinto. La primera se comprende como el conjunto de
fuerzas que permiten la unidad emocional, intelectual y volitiva. La segunda, se
entiende como el conjunto de fuerzas que permiten las funciones, procesos y sistemas
de nutrición y desarrollo del cuerpo físico.

Para satisfacer al propósito individual y de conjunto, que es el medio, que nos permite
desarrollar la capacidad afectiva, es necesario del ejercicio del aprecio, recognición y
realización del encuentro con el valor mediante establecer relaciones en unidad. El
propósito del desarrollo es el vínculo con el propósito de la creación.
Para satisfacer el propósito del desarrollo espiritual, es preciso del vínculo en unidad
con el valor, en paz y de manera responsable. Para satisfacer el propósito del desarrollo
físico, es preciso de nutrientes, ejercicios y funciones que faciliten el desarrollo del
cuerpo físico.

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Ambos desarrollos, precisan de la capacitación ordenada, en consonancia con los
principios de la creación.

e-LA FUERZA DEL AFECTO Y LA FUERZA DEL INSTINTO


En el reino animal, la fuerza del instinto conduce de manera automática las funciones
vitales del animal, el animal sabe cuanto debe comer, cuanto ha de beber y cuando,
como y con quién ha de obrar su ejercicio copulativo, reproductor.
El ser humano, ha llegado hasta el extremo de ignorar los límites de sus funciones
instintivas. Por ejemplo, existen personas que no saben con quien, con cuantos, o de
qué manera deben tener relaciones sexuales o reproductoras. Es más, en algunos casos,
no entienden si es, o no es necesario del uso del aparato reproductor. Unos lo utilizan
para jugar con él, otros para intercambiarlo con gentes de su mismo sexo, otros utilizan
el órgano sexual, para cualquier cosa, menos para satisfacer su función reproductora.
La ignorancia en cuanto a la función y propósito del órgano sexual, ha guiado al ser
humano a su condición de homínido, perdiendo con ello su cualidad de persona.
Recordemos que persona es el ser libre, autónomo y responsable. El uso impropio del
sexo, condena al hombre a un estado de dependencia del instinto, de ignorante de la ley
y de irresponsable, por lo tanto transforma a la persona en homínido, rebajándolo por
debajo del estándar instintivo.
El instinto humano, ha de ser dominado y conducido por la fuerza del afecto. No basta
con el instinto para ser humano. De hecho, si se utilizara únicamente el instinto en el
hombre, sería muy probable que dirigida por la fuerza del instinto, la humanidad entera
se autodestruyera. Un hombre sin prudencia, sin justicia y sin templanza, sería el peor
enemigo de toda la creación.

Es difícil encontrarse con animales que padezcan de bulimia o de anorexia, o de


homosexualismo y lesbianismo, difícilmente un animal ejercita el acto de copular, fuera
del periodo de celo. Estas regulaciones automáticas no las tiene el instinto del hombre y
por lo mismo es un hecho que un hombre sin conciencia capaz de dominar el instinto, es
un ser sin vida, un fracasado, un ser al servicio de su propia destrucción.
El hombre ha de dominar al instinto con la fuerza del afecto. Para eso es necesario del
conocimiento del valor y de las leyes fundamentales de la creación. Una vez
comprendidas las leyes de la creación y el funcionamiento de la relación correcta, el
joven debe ejercitar la posición conductora de su mente sobre sus instintos. El instinto
es tu competidor; su intención es siempre la de sobrepasarte. La de tomar la posición
directiva. Él tiene tanto interés en madurar y en beneficiarse, como tu conciencia.
El periodo de crecimiento del niño está repleto de momentos donde el instinto conduce
a la conciencia del afecto, la supera, la sobrepasa. Mirad lo que ocurre en un
cumpleaños y veréis cuantos niños son dominados por sus instintos.
¿Cómo se domina al instinto? Mediante condiciones, al instinto sólo puede dominarlo
la determinación de ser su conductor. Esta determinación se desarrolla con esfuerzos o
condiciones de tiempo, durante el cual el instinto es sujeto a la dirección de la persona
que lo conduce. Por ejemplo, el ejercicio físico es una manera de desarrollar la
determinación en el joven y de generar en él una actitud de dominio sobre su cuerpo. El
utilizar una agenda donde se cumplen las tareas del día, es otra condición. El ordenar la
alimentación, el sueño y el trabajo son otra condición. Estas condiciones reestablecen la
posición directiva de la conciencia del individuo sobre su cuerpo.
La conciencia es una entidad autónomo-selectiva-reflexiva cuya función persigue y se
dirige hacia el valor.
La conciencia, dispone de los atributos emocionales, intelectuales y volitivos para el

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encuentro con el valor. La conciencia es directora y conductora del proceso y estructuras
que establece en su camino hacia el valor, para proteger, y asegurar el logro de su
esperanza, dispone de tres servidores:
La prudencia, servidor que protege a la intencionalidad, para que, al hacer uso, de su
libertad de opción, esta pueda elegir la alternativa válida. La misión de la prudencia es
la de proteger la elección para que la opción sea la correcta. Otro servidor es:
La fortaleza, que protege la consecución del logro. La fortaleza esta al servicio del
cumplimiento del propósito. Con el uso de fortaleza se cumple el propósito. Pero para
cumplir cualquier propósito es necesario de superar la tentación del periodo intermedio
(división) esta es la función del servicio de la fortaleza. El tercer servidor es:
La templanza. Siempre cabe la posibilidad de que el objeto no reciba lo suficiente y de
que se extralimite, para lo cual es necesario de cierta flexibilidad en el sujeto. Esta
flexibilidad es la templanza que facilita la consecución del logro aún en situaciones
donde el objeto se extralimita.
En el interior de la base de cuatro posiciones, se establece una fuerza por la unidad,
entre las posiciones de causa y efecto, y de sujeto objeto, a esta fuerza la conocemos
como el celo. El celo es la fuerza que une, así como el afecto y el amor.
Celo, afecto y aprecio son tres calificativos para la pretensión de la unidad.
Sentimos celos de quien amenaza nuestra unidad.
El celo, podemos decir que es el protector de la unidad, pero el celo únicamente busca
la unidad. La diferencia entre el celo y el afecto está en el hecho de que el afecto se da
por el beneficio del otro, mientras que el celo, se da cuenta de que la unidad con el otro,
está siendo amenazada. El celo surge cuando la unidad se descarrila, cuando se
establece fuera de los márgenes de lo correcto. Por eso decimos que el celo es un
servidor que surge para proteger la unidad.
Este es el servidor más difícil de dominar, porque aparentemente pretende la unidad,
pero en algunos casos impulsa a la unidad antes de tiempo, o fuera de lugar. El celo
puede desposicionarnos y descontrolarnos. Esta es la razón por sobre la que descansa, el
propósito de dominar al celo, previo a la relación copulativa.
La persona que establece su relación copulativa, después de dominado y posicionado el
celo, realiza la unión entre sujeto y objeto al servicio del cumplimiento del propósito de
la creación, lo que determina a la estructura base de cuatro posiciones, como pura,
completa, verdadera, auténtica, autónoma, libre y responsable.

El estándar paradigmático de la vida, reside en el dominio de los servidores. La


persona que logra dominar la prudencia en la opción, va a elegir siempre la alternativa
válida. La persona que domine la fortaleza, llevará a término todas sus empresas. La
persona que domine la templanza, será capaz de afrontar cualquier dificultad, sin perder
los estribos. Y el hombre que domine el celo, podrá decirse puro y auténtico en el amor.
La función del hombre, radica en tomar el punto de vista de Dios en todo y siempre. Eso
quiere decir que en cada opción debe tomar el punto de vista que beneficie al todo y
siempre, por sobre su propia opción personal. Para eso ha de aprender a sacrificarse y a
negarse a sí mismo. Radica también en mantener el dominio de su posición. Ya sea esta
de sujeto o de objeto en la acción, y de mantener la posición correcta. Además ha de
ejercitar el bien, multiplicándolo entre sus inmediatos. Por sobre todo ha de controlar y
dominar al instinto. Si se entrega a los deseos del instinto, es fácil que pierda su
condición de ser humano y se transforme en veleta. La veleta no tiene rumbo, ni
dirección.

f-TRADICIÓN VALORICA

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El ejercicio de la verdad, de la bondad y del afecto, se transmite de generación en
generación, eso crea tradición. La educación del ser humano pretende capacitar al
individuo con los atributos que completen su autenticidad. Un hombre o mujer
auténtico, es aquel o aquella que satisface a la voluntad del propósito para el cual ha
sido creado. El hombre ha sido creado para convertirse en la unidad de la significación
máxima, es decir en el centro de las actividades físico-espirituales, o psico-físicas.
El propósito del hombre, es el de convertirse en uno con los valores de plenitud, ley y
completación, para lo cual ha sido dotado con las capacidades de libertad, conocimiento
y dominio. Libertad para poder optar por la alternativa válida, conocimiento para
encontrar la razón y la ley y dominio sobre sus instintos. Para encarnar esta realidad el
ser humano ha de capacitarse y educarse.
Lo absoluto, es decir aquello que es siempre y para todos válido, nos muestra un
carácter incondicional universal. Todo aquello que es válido es válido para todos
siempre, eso lo connota de incondicionalidad. Por lo mismo El ser humano ha de educar
su carácter en el desarrollo de la incondicionalidad. Debe educarse en el darse por el
beneficio del todo siempre y para todo. Lo absoluto, aquello que es válido siempre y
para todos tiene la cualidad de multiplicarse.
Todo aquello que es válido, produce valor y ese valor busca reproducir su validez. Por
lo tanto el ser humano debe educarse en la correcta multiplicación, en aquella
multiplicación que es completa, correcta o verídica y plena para todos siempre. Lo
absoluto, aquello que es siempre y para todos válido, ejerce un dominio sobre la
creación, puesto que todo lo creado busca valor. Del mismo modo el ser humano debe
educarse en el ejercicio del verdadero dominio, dominio sobre sus impulsos y sobre sus
inhibiciones y dominio sobre sus instintos.
La educación es acumulativa en el hombre. Aquellas mejoras de una generación
benefician a la generación posterior. El esfuerzo de uno, significa el descanso de
muchos. El descubrimiento de uno, puede aliviar los dolores de muchos. El heroísmo de
uno, permite la autonomía del todo, etc. etc.
Tradición es el conjunto de afinidades ideológicas, de criterios y normas de conducta, o
pautas de comportamiento generadas por el conjunto de personas, que componen una
entidad social.
Toda educación está basada en un ideal. El ideal del ser humano es el de encarnarse en
la experiencia de plenitud, ley y responsabilidad. Para eso es preciso de significar la
incondicionalidad paternal del corazón maduro, siendo capaz de empatizar con
cualquier otro, sea este mayor o menor, de una clase social u otra, y de unas
características u otras. La empatía con el padre, aproxima al joven a la identidad del
padre.
La educación ha de enseñar al joven a sentir como padre, a comprender como padre y a
actuar como padre. Esta es la mejor forma de crear familia.
La educación, debe hacer hincapié, en la educación de la norma de conducta. En el
cómo ubicarse frente a los demás. En una familia, existen tres niveles, el nivel de los
hijos, el nivel de padres y el nivel de abuelos.
Jerárquicamente hablando, la posición de conductor o director de la familia, la poseen
los padres, pero cuando los hijos de estos padres se casan y tienen hijos, transforman a
estos padres en abuelos. Los abuelos son entonces los conductores de la familia.
En nuestros días, compartimos la realidad con padres y abuelos naturales, pero no
podemos llamarlos, ni padres ni abuelos espirituales. Nos dieron vida física, pero no nos
dijeron claramente cual es nuestro origen, identidad, ni propósito. No nos educaron en
la tradición de lo que es siempre y para todos válido, es más, tanto nuestros padres
como nuestros abuelos, están tan confundidos como cualquier padre o abuelo de

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cualquiera. Eso nos obliga a cada uno de nosotros a emprender heroicamente el camino
de la restauración de la paternidad.
Ahora que sabemos cómo ser auténticos, debemos transformarnos es personas que
encarnen los atributos de la incondicionalidad frente, a lo que es siempre y para todos
válido; que encarne el criterio razonable de lo que es ley, encarnando en nuestras
relaciones la realidad fundamental del Universo. Obrando y adquiriendo criterio, en
base, a la ley del dar, y a sus siete leyes fundamentales, o leyes de la creación. Y por
último es preciso encarnar el dominio sobre los instintos y servidores espirituales.
Este yo reformado o restaurado, que muestra libertad, seguridad y dominio en su
quehacer diario, durante el tiempo prudencial como para afirmarlo como sólido en el
ideal, o consolidado en el valor absoluto, estaría listo para iniciar su camino de
desarrollo conyugal y paternal con su pareja.
De esta unión incondicional con su pareja, brotarían hijos incondicionales, hijos que
verían al padre como verdadero, no sólo porque es su padre natural, sino porque además
lo nutre espiritualmente con una educación del corazón, una educación de la norma y
una educación del dominio sobre su instinto y sobre sus servidores (prudencia,
fortaleza, templanza y celo)
Este nuevo modelo de padre que opera en función de lo absoluto, se transforma en
modelo no sólo para su familia, sino también se transforma en modelo social, puesto
que dentro de su incondicionalidad hacia los demás, estos verán en él al ejemplo a
seguir, al maestro, al líder y al padre ejemplar.
El ejemplo de este padre reformado, o restaurado pasa a ser tradición, puesto que se
convierte en el ejemplo a seguir.

g- CONCIENCIA DE VALOR
Conciencia es una entidad autónomo selectiva y reflexiva, (en el sentido que busca el
reflejo de su entidad, para unirse con él en complacencia)
Conciencia es la propiedad de formular juicios normativos e inmediatos sobre la
cualidad contenida en el objeto, que satisface al sujeto de conciencia. La conciencia es
ser, conocimiento del ser y correlatividad con el ser.
Cuando hablamos de conciencia, estamos refiriéndonos al estándar paradigmático de
plenitud, de ley y de perfección absoluta. La conciencia encierra en sí misma atributos
paradigmáticos de belleza, verdad y bondad. Todos ellos contenidos en la conciencia o
entidad autónomo selectiva que está enfocada hacia el valor. Conciencia y valor, valor y
conciencia, son inseparables. El conductor del ser, es la conciencia del ser.
El contenido de la conciencia es consecuencia del contenido universal de lo absoluto.
Conciencia es estándar paradigmático de lo que es siempre y para todo válido, es una
porción del estándar absoluto del valor. Conciencia es valor. Sin valor la conciencia
anula su razón de ser. La conciencia sólo puede ser, en tanto en cuanto es valor. El ser
discierne en función de comparar lo que aprecia, con el estándar de conciencia original
o de conciencia adquirida que posee. Sin conciencia, no se puede discernir. Sin
conciencia del valor no hay valor, sin conciencia de la belleza, no hay belleza, sin
conciencia de la verdad, no hay verdad y sin conciencia de la bondad, no hay bondad.
Si, en la conciencia se encuentra nuestro estándar paradigmático de la belleza, de la
verdad o de la bondad, "canon de la inducción" ¿Cuál es ese estándar?
El nivel más elevado de belleza es el grado de complacencia plena. La Plenitud es
imposible de superar. El grado más elevado de satisfacción es la Plenitud, por lo tanto el
grado de conciencia de la belleza más elevado, es el grado de Plenitud.
El nivel más elevado de verdad es aquello que es siempre y para todos válido, y a eso se

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le denomina Ley. Ley es el estándar más elevado de la razón, es el estándar más
elevado de verdad, por lo tanto la conciencia contiene el estándar paradigmático de la
Ley.
El nivel más elevado de la bondad es aquello que está completo o perfecto, por lo tanto
el nivel o estándar paradigmático de la conciencia de la bondad es lo perfecto o lo
completo.
Lo completo lo que es ley y lo pleno son los niveles de comparación con los cuales
discierne la conciencia, para apreciar el nivel de valor de cada uno de los objetos en
estudio.

La Conciencia contiene además el sentido de identidad. Reconoce lo que le pertenece


porque en potencia, contiene todos los atributos y capacidades para ser. Ser pleno, ser
reconocido y ser completo. Todos deseamos sentirnos plenos, sentirnos reconocidos y
ser completos. Este deseo está en cada conciencia de cada ser. Es el sentido de identidad
contenido en cada uno.

Puesto que la conciencia no es del dominio humano, el humano únicamente debe


realizarla de manera auténtica y completa. Para eso ha de madurar el sentido de la
incondicionalidad universal, ha de madurar en la recognición de las leyes fundamentales
del universo, y ha de madurar en el dominio sobre la creación. De esta manera adquiere
las características originales de ser libre, seguro y responsable. Ese es el grado de
conciencia, y la clase de conciencia que podemos llamar original. Esta conciencia
estaría lista para unirse con la protoconsciencia cósmica a la cual pertenece.

Toda conciencia incompleta, irreconocible e insuficiente, ha de completarse, mediante


el ejercicio de la colaboración directa o indirecta, con otra conciencia que se encuentre
en estado inconsciente. Esto es un poco difícil de realizar, porque generalmente la
conciencia está operativa en la persona a la que pertenece. Y encontrar el momento
adecuado como para conducir a la otra persona a realizar algo que te beneficie, es muy
difícil. Por lo tanto es preferible realizar el desarrollo de la maduración de la conciencia
original en vida, mientras se está en el ambiente físico.

El hombre ha de perseguir la experiencia de la conciencia Plena, de la conciencia sabia


en la comprensión de lo que es Ley, y de la conciencia que es completamente perfecta,
madura y completa.
Ha de perseguir el llegar a ser un verdadero padre, un verdadero maestro y un verdadero
líder. La perfección reside en lo absoluto en lo que es siempre y para todos válido.

h- EL VALOR MORAL,
Donde hay más de una visión, hay división. El valor moral, es producto de la relación
entre conciencia y conducta. Cuando la conducta de la persona obedece, es coherente y
corresponde con el estándar universal del valor absoluto, contenido en la conciencia
original del individuo, aparece el valor moral, en su estado más noble.
La moral del individuo ha de estar en sintonía correlativa con los Principios de la
Creación. En sintonía con las funciones posicionales y con los procesos cumplidos de
acuerdo a dichas funciones originales. Es decir : La moral del individuo ha de
fundamentarse sobre la conducta afectiva, confiada y completada, siempre y para todo.
La conducta moral del individuo, ha de realizar en él un ser válido, autónomo y

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responsable. Para lo cual ha de poseer la conciencia del valor absoluto, el conocimiento
de la verdad absoluta y ejercer la tradición absoluta de la unidad completa.
La persona poseedora de estos valores en su conciencia, operaría siempre en beneficio
de su mente y de su cuerpo. Beneficiar a la mente, es poner al pensamiento, al
propósito, a la necesidad, interés o deseo, en la posición de dirigirse siempre hacia el
logro de una intención válida, correcta y completa. Por esta razón es necesario hacer uso
del dominio sobre la prudencia, sobre la firmeza y sobre la templanza. El hombre, que
domina a estos servidores, puede superar al celo, y transformarse en un individuo
moralmente maduro.

i-EL VALOR ETICO


Donde hay más de una visión, hay división. El valor ético, se desprende de las
relaciones interpersonales. Las relaciones entre personas, tienen dos direcciones, una
vertical, de arriba abajo o de abajo a arriba, y otra horizontal de izquierda a derecha o de
derecha a izquierda, frente y atrás. Mientras que la relación vertical es solamente una,
arriba abajo, la relación horizontal es doble; por un lado es de izquierda a derecha y por
el otro lado es frente y atrás. Una dirección es frontal y la otra es perpendicular a esta.
¿Quién ocupa estas posiciones en la relación interpersonal? El padre e hijo, o los padres
e hijos, ocupan las posiciones de verticalidad, ¿Porqué? Por ser los hijos creados por los
padres. Al ser creado, se establece la relación de causa y consecuencia. La realidad entre
causa y consecuencia se mide en tiempo. Tiempo es proceso y por lo mismo, vertical.
Por lo tanto la relación de padre a hijo o de superior a inferior, o de mayor a menor, es
siempre vertical.
La posición horizontal, la ocupan los hermanos, cónyuges y amigos. Al frente los
mayores, los más viejos y atrás los más jóvenes o los menores. En una relación de
producción, tienes al frente a los más expertos en el tema y atrás a los menos expertos,
siendo ambos productores. Por lo tanto en un estrato horizontal, existen las posiciones
de al frente o más experto y atrás menos experto, y, derecha del padre o director e
izquierda del padre o dirigido.
La normativa funcional de la dirección vertical, es la de que el hijo ha de ser siempre
leal y obediente absolutamente al padre, y la de que el padre siempre ejerce una
conducta afectiva, sincera y responsable hacia sus hijos, lo que produce una actitud de
piedad filial en los hijos.
La normativa funcional de la dirección horizontal, es la de que el sujeto, seduce con
afecto incondicional, persuade con verdad y motiva con el ejemplo de lo bien hecho al
objeto, quien retribuye con lealtad voluntaria e incondicional.
Fruto de esta normativa conductual, aparece la ética en las relaciones. La ética liga a las
personas en el valor. Por lo mismo, si pretendemos el desarrollo ético de las personas,
estas han de comprender y obrar siempre en función del valor que es siempre y para
todos válido.
Las relaciones interpersonales, han de estar basadas en la visión de la unidad, de la
verdad y de la paz. Esta visión permite a la persona solidificarse y madurar
completamente, para lograr después, la unidad familiar. Permite a las familias adquirir
un estándar de satisfacción plena, de confianza absoluta y de maduración completa, para
lograr después la unidad social. Permite a las sociedades, alcanzar un estándar de
madurez, en la confianza y en la paz, desarrollando al máximo los potenciales
productivos de su sistema, para lograr después la unidad nacional. Permite a la nación,
alcanzar el más alto estándar de libertad, de seguridad y de productividad, para alcanzar
después la unidad continental. Permite al continente alcanzar un estándar de madurez en
la validez, en la seguridad y en la productividad, para lograr después la unidad mundial,

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universal y cósmica. Este es el propósito de la ética en las relaciones.

j-EL VALOR ESTETICO


Donde hay más de una visión, hay división. El valor estético se fundamenta en el trabajo
bien hecho y completo. Lo bien hecho es aquello que satisface al creador y al
apreciador, pero para que sea universalmente reconocido como bien hecho, ha de
satisfacer al todo y siempre, para lo cual es necesario que el objeto creado esté
completo. Lo completo, lo reconocible y lo plenamente satisfactorio, es bueno. Esto nos
indica que lo inconcluso, lo irreconocible e insatisfactorio, no lo es. También podríamos
apreciar esto desde el punto de vista, de que lo completo, lo reconocible como
verdadero y lo plenamente satisfactorio, es bello. Y por supuesto, lo incompleto, lo
irreconocible y lo insatisfactorio, no lo es.
El valor estético, contiene tres atributos en sí mismo, el atributo de lo bello, de lo cierto
y de lo bueno. El bien, la verdad y la plenitud, son tres estados del valor estético.
Aquello que es verdad, satisface y está bien; aquello que está bien, satisface y es verdad;
y lo que satisface, generalmente es verdad y está bien.
La estética persigue la creación completa. Completo significa, pleno, reconocible y
perfecto. A la búsqueda del valor de la excelencia, de lo supremo y de lo completo, se le
denomina estética.
Lo completo es aquello que no necesita de más, que no puede ser más verdad, y que no
puede ser mejor. Este estándar de valor, es designado por el estándar del apreciador que
lo percibe. Del nivel del estándar del apreciador, dependerá el nivel de completación de
lo creado. El estándar absoluto es el de la completación universal de los principios de la
creación. El logro de dicho estándar, es únicamente alcanzable por el Creador del
cosmos, lo que nos permite una libertad enorme en el desarrollo de la creatividad y de la
estética, puesto que jamás el hombre podrá lograr coincidir, por mucho que se
aproxime, al estándar cósmico de apreciación del Creador.

k- EL DESARROLLO DEL VALOR


Valor, es la cualidad contenida en el objeto que satisface la necesidad del sujeto. El
valor se desarrolla, mediante el mantenimiento continuo de la apreciación. Apreciar es
dar o recibir el valor de lo creado. Al recibir el valor, se produce satisfacción. Al
satisfacerse, se crea la necesidad por una mayor satisfacción. Así como se degusta un
plato, y su sabor provoca la necesidad de un poco más, del mismo modo la apreciación,
provoca la necesidad por seguir apreciando. Al apreciar, lo apreciado deposita una
experiencia emocional, intelectual o volitiva. Dicha experiencia acumulativa, desarrollo
el nivel de apreciación con lo que se madura el estándar del valor.
El valor de la belleza se desarrolla apreciando lo bello, el valor de la verdad se
desarrolla apreciando lo verídico, el valor de la bondad se desarrolla apreciando lo bien
hecho. La actitud apreciativa es la acumulativa del valor. El ser apreciativo es
generalmente el que se aproxima a los más altos estratos del valor, tanto moral, como
ético o estético.

l-EL ESTADO DEL VALOR


Valor es el producto del intercambio correlativo, recognitivo o correspondiente con el
apreciador. Valor es una experiencia, un sentimiento, un estímulo grato. Se podría decir

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que el valor es un estado, en el que se experimenta la posesión de un bien. Ser valiente
es tener esa determinación infranqueable de buscar el estar en posesión de un bien.
Debemos diferenciar el ser valiente, con el ser arriesgado. El arriesgado, generalmente
es imprudente y temerario, mientras que el valiente, persigue aquello que le proporciona
el sentimiento de estar en posesión de un bien.
Decimos que valor es un estado, porque no se puede transferir, compartir o contener en
algo. El valor es una experiencia propia de cada uno. Por ejemplo el amor no se puede
transmitir, transferir o transplantar. O se siente o no se siente. Por lo tanto el valor surge
de la correcta relación, surge de la armonía, de la correlatividad, del reconocimiento y
de la correspondencia o parecido.
Las cosas no tienen un valor incambiable, intransferible, o por sí mismas. Si pensamos
en aquellos objetos de valor, seguro que nos vienen a la memoria los diamantes o el oro.
Pero ¿de qué me serviría un lingote de oro o un diamante de dos kilos, en el mar,
cuando después de un naufragio estoy a punto de ahogarme?¿Cuánto vale algo que no
sirve? ¿qué vale más para un naufrago, el diamante de un kilo o una llanta de auto?
¿Dónde está el valor del diamante?... En la apreciación del individuo.
¿Es entonces el valor absoluto o relativo? A la luz de nuestro ejemplo, podríamos pensar
que el valor es relativo a la apreciación del individuo. En un sentido es el individuo
quien determina el valor de lo apreciado, pero únicamente puede apreciar aquello que es
correlativo reconocible y correspondiente, por lo mismo, porque únicamente puede
apreciar lo que es correlativo, decimos que el valor es absoluto.
Es absoluto porque únicamente se puede experimentar mediante la correlatividad,
recognición y correspondencia entre un sujeto apreciador y un objeto apreciado. Y es
relativo a la necesidad, interés o deseo del apreciador.
En este sentido es necesario establecer la correlatividad entre sujeto y objeto, pero a la
vez es preciso tener la necesidad, interés o deseo por apreciar. Esta dualidad entre
correlatividad y necesidad es indisoluble. No se puede experimentar el valor sin
apreciarlo, y no se puede apreciarlo sin experimentarlo, lo que transforma al valor en
una realidad absoluta.
El valor es absoluto puesto que siempre complace a todo el que lo experimenta.

ll-LA ACTITUD FRENTE AL VALOR


Decimos que el valor, para que se experimente hay que apreciarlo, reconocerlo y
poseerlo. Esto nos lleva a adoptar una conducta de aprecio, reconocimiento y creación
frente al valor. Al apreciar las obras, palabras y personas, las transformamos en valor.
Y en oposición a esto, al despreciar las obras, las palabras y las personas, las
transformamos en inválidas.
La conducta del valor es siempre apreciativa, lo que no significa que se acepte lo
incorrecto, lo invalido o lo insatisfactorio, como aplicable al modus operandi del sujeto
apreciativo. El sujeto que aprecia el valor de las personas, pensamientos y obras, ha de
estar estrechamente vinculado y conectado con los principios de la creación, para que su
conducta apreciativa no se desoriente y se pierda en el abandono a cualquier cosa.
Valor es una cualidad que satisface, y se transforma en absoluto cuando satisface
siempre y para todo. El sujeto cuya conducta centra en la consecución del valor ha de
perseguir la complacencia que satisface siempre y para todo.
El enemigo número uno del valor, por lo tanto es el ego. El egoísmo predomina al
hedonismo personal, por sobre la plenitud del todo y siempre, predomina el criterio
personal por sobre el criterio universal que es siempre y para todos valido, y predomina
el beneficio del yo ahora, por sobre el beneficio del todo y siempre. Por lo tanto el ego
es el enemigo número uno del valor.

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El segundo enemigo es la queja. Quejarse implica el acusar al otro de mi propia
insatisfacción, sin asumir un rol responsable en el acto. El otro y yo, establecemos el
nosotros. Sin el otro, yo, no existo. Si el otro, es insuficiente, la actitud correcta del yo,
frente al otro, sería la de corregir la insuficiencia del otro. Corregir si, acusar no. Al
acusar al otro delego en él la responsabilidad de satisfacerme, pero ¿cómo puede
satisfacerme, si ignora mis necesidades? Por lo tanto, la postura correcta frente al otro
insuficiente es la de asumir el rol responsable de corregirle, conducirle o completarle.
La acusación, la queja, la culpa son enormemente dañinos para la salud valórica.
¿Qué conducta tomar, frente a las personas, frente a las opiniones y frente a las obras?
La conducta del valor, implica la actitud apreciativa, atenta, prudente, resolutoria y
conductual hacia el valor de la belleza, de la verdad y del afecto incondicional, por el
bienestar del todo y siempre.
En particular implica el controlar el ego, evitando el desprecio hacia el otro, o el
desprecio de la opinión del otro, o el desprecio del obrar del otro. Asumiendo el rol
prudente de la conducta resolutoria hacia el encuentro con lo que es siempre y para
todos válido. Implica también el evitar la queja, la acusación y el culpar al otro con la
actitud expectativa del castigo. Castigar no resuelve el error.
El pescozón que le das al alumno al sumar 2+2 =7, no resuelve la suma. La solución
está en educarlo, asumiendo el rol responsable de conducirlo hasta que complete la
operación. Pero para educarlo, es necesario asumir el error sin despreciarlo, sin acusarlo
y sin culparlo. Con la actitud apreciativa de reconocer el origen del error y completar
los requisitos necesarios para que ambos, el otro y yo, estemos satisfechos.

La conducta valórica implica el conocimiento del valor y en esto, es necesario


comprender, desde los fundamentos esenciales del valor, hasta la proyección del ideal
valórico. El ideal de la creación es el ideal valórico completo. La Providencia de la
Restauración, conduce al hombre hacia el encuentro con este Ideal, pero el encuentro
con él, precisa de personas con una actitud apreciativa y esencialmente valórica.
El hombre, bloquea su capacidad de apreciar con el desprecio, bloquea su capacidad de
aprender con la arrogancia, y bloquea su capacidad de producir grandes cosas con el
egoísmo. Estos tres bloqueadores del valor, han de ser destruidos. El hombre original se
halla tras este bloqueo. Lo que vemos en la actualidad es una máscara, es un carácter
que nada tiene que ver con el carácter original del hombre. El hombre original no es
egoísta, ni arrogante, ni despreciativo, sino todo lo contrario. El hombre verdadero
siente la necesidad de satisfacer al todo siempre; conoce lo que beneficia al todo y
siempre, y realiza obras de bondad que benefician al todo siempre. Este es el modelo de
líder, de maestro y de padre, que nuestra realidad actual necesita por estándar, para
poder elevar la posición humana al estrato de autenticidad completa.
Para elevar al hombre, es preciso de una educación valórica, de una conducta valórica y
de una sensibilidad valórica, coherente con los Principios de la Creación, expuestos en
los fundamentos esenciales de la ley.

Gracias por su sincera atención. Cualquier comentario sobre este tema será bienvenido
a: contactoacademia@gmail.com
www.martinsoria.cl

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