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Prefacio a “Jesús fue

César”
La lectura del libro de Francesco Carotta me ha
fascinado como lo habría hecho una novela
que conduce paso a paso el espíritu del lector
hacia la solución de una oscura intriga. Éste
viaje has sido como un liberador y gozoso
soplo de aire fresco que apartaba
progresivamente prejuicios e ideas recibidas.
Pero si este empuje hacia mi iluminación
sucedió, más allá de la contribución de los
presupuestos metodológicos del autor
concernientes a la filología, la sicología social,
la etnología y la conexión de la historia política
con la teología, ello fue porque éste había
tenido la audacia de atacar la palabras mismas
de los evangelio en orden a extraer su lado
oculto: no simplemente su historia sino sobre
todo la dinámica irresistible de su
deslocalización.

No porque Saussure no me hubiera preparado,


en teoría, para este choque: este lingüista que
había trabajado mucho sobre anagramas y que
había advertido bien lo que puede llegar a
ocurrir a una tradición durante su transmisión,
escribió en una de sus notas: “Imaginar que
una leyenda comienza con un sentido, ha
tenido desde su primer origen el sentido que
ahora tiene, o sobre todo imaginar que no ha
podido tener un sentido absolutamente
distinto, es algo que me sobrepasa.”

Es lo contrario de lo que los sabios han hecho


con los textos originados de tradiciones orales,
superponiendo a la lógica de la economía de la
producción oral su visión identitaria de la
edición de los textos escritos. Es el caso de la
tradición homérica, donde las variaciones
naturales de cada "recitatio" oral de cada
poeta son recogidas en un solo texto
invariable, supuestamente auténtico. Según la
hipótesis del libro, es el caso también de un
texto helenístico proveniente de una cierta
tradición manuscrita, como el Evangelio de
Marcos, cuyo origen latino no podría concordar
con la concepción de un texto transmitido de
una vez por todas por la divinidad. En efecto
filología y teología encuentran aquí sus límites
y su punto de partida común: la verdad del
sentido sea del orden de la mitología o de la
revelación religiosa no puede ser garantizada
sino en el universo cerrado de una escritura
supervigilada. Scripta manent ...

La interpretación del Sr. Carotta tiene la


ventaja de reconocer la importancia principal
de las deslocalizaciones y deslizamientos
desde una forma a otra y desde un sentido a
otro en la transmisión de un texto antiguo, oral
o escrito. La falla entreabierta por las
deficiencias técnicas de los medios de
transmisión oral ha permitido, por ejemplo, a
los entonces príncipes de Jonia durante el siglo
octavo antes de J.C. apropiarse la antigua
poesía oral micena para hacer esos poemas
homéricos que glorifican los antepasados de
los príncipes y al mismo tiempo la colonización
de Jonia; las deficiencias en la transmisión de
manuscritos habrían permitido a ciertos grupos
dominantes de Oriente en tiempo del Imperium
Romanum hacer del culto de César una religión
judaizante y helenizante.

Entonces, el Sr. Carotta demuestra que este


proceso no puede tener lugar sino sobre un
fondo de juegos de palabras, de lapsos y
malentendidos juntamente mezclados. Es el
mismo proceso que crea no sólo los argots de
los grupos sociales particulares, sino también
nuestros propios idiolectos y lo que, más
extensamente, hace evolucionar las lenguas
en el curso del tiempo. Desde este punto de
vista, la etimología (que significa “el
verdaderos origen”) no es sino la búsqueda de
errores, conscientes o inconscientes, de los
locutores que han alterado en primer lugar la
forma y/o el significado de las palabras. A
partir de este libro uno se puede preguntar si
no sería más interesantes, en lugar de ir hacia
atrás, hacia el origen cualquiera de las
palabras, ilustrar los procesos de su
deformación y reforma actuadas por los
locutores una y otra vez a lo largo del tiempo.

En todo caso, el libro del Sr. Carotta, mientras


se presenta como una investigación sobre los
verdaderos evangelios, produce ante de
nuestros ojos una serie de juegos de palabras
y malentendidos generadores de otro texto, de
un texto de origen inespecífico (comparado
con el salido a la luz, “output”). Este último
texto, sin embargo, está envuelto en una
“falsa” convicción de que demoliendo su
soporte filológico se anula su esencia
teológica. Ahora, después de las
reconstrucciones del autor, se observa que a
menudo allí (y sobre todo allí) donde, como en
Marcos, puede tratarse de una paso de una
lengua a otra y no solamente de una época a
otra, los caminos emprendidos por los autores
y los copistas siguen siendo los de la evolución
de todo habla; que la vida de la lengua oral se
adentra entre las palabras del texto para
proporcionar un sentido completamente nuevo
y propone una cuestión completamente nueva
a los exegetas.

Fotis Kavoukopoulos

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