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Fruto: De lo que se trata la vida cristiana

¿De qué trata la vida cristiana? Se trata de conocer a Dios y a


Su hijo Jesucristo y dar fruto. En el evangelio de Juan, Jesús dijo:

Juan 15:16
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
él os lo dé.”

También Pablo dijo en Romanos 7:4


“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó
de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.”

En la parábola del sembrador Jesús habla de los cuatro


diferentes tipos de personas que escuchan la Palabra de Dios. El
segundo y tercero eran aquellos que fueron infructuosos, mientras
que en el último, el loable, es el que “oye y entiende la Palabra, y
da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.”
(Mateo 13:23).

Por lo cual, lo que Dios planeó para los cristianos no era


solamente creer y sin cambio alguno. El ser solamente un tipo de

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árbol o dar el mismo tipo de fruto que daban antes. El hecho de que
no demos fruto le importa a Dios. Déjame repetir esto: Dios no tiene
la intención de que solo vayas por la vida. Dio te hizo una criatura
única, te dio dones, sí, a ti, únicamente, y te comisionó para que
hicieras una cosa: para que fueras y llevaras fruto. Pronto veremos
cómo se hace, pero ten en mente que Dios ha dado dones a cada uno
de sus hijos, desde el más joven hasta el más viejo, del más podre al
más rico, desde el analfabeta hasta el más educado, Él les ha dado
dones únicos y desea que llevemos mucho fruto. Veamos de nuevo lo
que el Señor dijo en Juan 15:

Juan 15:8
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”

Juan 15:1-2
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador... y todo aquel
que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”

El Padre se regocija cuando sus hijos producen fruto. Observa


que tiene cuidado especial al podar, limpiar a todos aquellos que
llevan fruto para que ¡lleven más! El Padre no quiere más ramas en
la vid... quiere ramas fructíferas, no, ramas ABUNDANTEMENTE
fructíferas, ramas que den fruto a su máximo potencial. Hoy, muchos
cristianos se hacen a un lado esperando que alguien más “se
encargue del show” en lugar de ellos. Un “profesional”, porque ellos
no son.... “profesionales”, pero Pedro y los otros – la mayoría de
ellos pescadores – del primer siglo no eran profesionales en ese

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sentido. ¡No se graduaron de ningún seminario y ni siquiera lo


necesitaban! ¡El único título que tenían era el de pescadores! Hay
algunos por ahí que aunque han creído, no se les ve que lleven fruto
en su vida. Una vida cristiana sin cambio, es una vida cristiana sin
fruto, son una contradicción de sí mismos. Y con esto no quiero decir
que cristianos apasionados con celo de Dios y su Palabra no cometen
errores, ¡claro que sí!. Pero cristianos apasionados rechazan el
llamado masivo, que dice: “sigue la corriente... es suficiente con ir el
domingo al templo, sentarse en la banca, cantar y escuchar el
sermón, luego regresar a casa y olvidarse de todo hasta el próximo
domingo”. Los cristianos apasionados no se arriesgan. No se
conforman con menos. Buscan a Dios y quieren crecer en Él, quieren
acercase más y más a Él y a Su Hijo, quieren que Cristo se
manifieste en sus vidas tanto como sea posible. Los cristianos
apasionados tienen, valga la redundancia, pasión por el fruto y visión
por Cristo, y la novedad es que Dios quiere que seas como ellos,
quiere que seas un CRISTIANO APASIONADO o por decirlo de
otra forma un cristiano con pasión por Dios. Un cristiano caliente, no
uno tibio (Apocalipsis 3:15), que seas una rama fructífera que
florece y da fruto a su máxima potencia. De eso se trata la vida
cristiana.

Fruto: ¿Qué es?


Para ponerlo fácil yo diría que fruto es una vida cambiada,
centrada en Cristo, una vida a la que hemos muerto a nosotros
mismos para que Cristo viva a través de nosotros (Gálatas 2:19-20).

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Una vida que busca complacer a Dios y no a uno mismo o a la gente;


una vida cuyo tema central y prioridad es Dios. Veamos lo que dice
la Escritura:

Gálatas 5:22-25
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones
y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el
Espíritu.”

Lo que quiere decir con espíritu es el nuevo hombre, Cristo en


nosotros. Vivir de acuerdo al nuevo hombre produce el fruto
mencionado en los versículos anteriores, el carácter del nuevo
hombre es el que Cristo tiene. Leamos Efesios 2:10:

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas


obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas.”

Dios ya ha preparado de antemano las buenas obras en las


cuales debemos andar. A cada uno de nosotros nos ha dado dones
únicos, como un árbol plantado y destinado a dar fruto. El objetivo
de esto es complacer al Padre y llevar fruto. Como 1 de Pedro 4:7:11
dice:

“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad

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en oración. Y ante todo, tened entre vosotros fervientemente amor;


porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a
los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros , como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las
palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que
Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a
quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Amén.”

En este pasaje da instrucciones de “como ser” en varias cosas.


Velad en oración, tener ferviente amor los unos a los otros, ser
hospitalarios sin murmurar. Observa también que cada uno de
nosotros a recibido un don de Dios. Dios a dado dones únicos a cada
uno de Sus hijos. Como cada una de las partes del cuerpo es única y
puesta en su lugar con una función, así también cada uno de
nosotros: hemos sido puestos por Dios en el cuerpo de Cristo, la
iglesia, y hemos recibido cada uno dones únicos para funcionar ahí
(1 de Corintios 12:12-27). Y lo que Pedro nos dice aquí es
simplemente una cosa: ¡FUNCIONA! Dios no ha dado dones a
ciertos individuos solamente; no ha dado dones solo a tu pastor o
sacerdote. Este pasaje no se refiere a un grupo específico de
personas dentro de la comunidad cristiana. Por el contrario, se
refiere a todos los cristianos, ¡incluyéndote a ti! Observa que
también dice que se ministren los unos a los otros. Yo te ministro a
ti, tu me ministras a mí. Hoy usamos la palabra “ministrar” para
describir a alguien con un rol más que nada administrativo. Así al

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pastor o el sacerdote de la comunidad de creyentes local se le llama


“ministro”. Es el único que se supone que puede ministrar, mientras
que todos los otros que no son pastores ni sacerdotes y que no toman
parte en la administración de la comunidad son los que reciben la
ministración, pero ¿nunca pueden ministrar? Ésta es la idea que
implícita o explícitamente reside en la mente de muchos. Bueno,
pues la noticia es que esta idea no es originada por Dios ¡ni es
fundamentada en las Escrituras! La idea que la Escritura promueve
es la siguiente: cada uno de nosotros ha sido dotado por Dios de
manera única y de la misma forma ha sido puesto en el cuerpo de
Cristo. En las Escrituras no existen tales cosas como clero o laicado.
Como dicen las Escrituras, todos nosotros somos sacerdotes de Dios.
Veamos cómo lo pone Pedro tan maravillosamente:

1 Pedro 2:9
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel
que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;”

y 1 Pedro 2:5
“vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

Se espera que cada uno de nosotros funcione en su don,


ministrando unos a los otros. Lo que 1 de Pedro 4:7-11 nos dice es
que te debes de ocupar en los dones que Dios te dio. Enfócate en tu

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don y ejercítalo. No se trata de que si tienes un “ministerio” o no,


porque en realidad ¡sí tienes uno! ¡Eso es un hecho! Y lo que Pedro
dice es ocúpate en eso, ocúpate ministrando de acuerdo a tu don.

De nuevo, aunque lo anterior son frutos y puede que parezca


que ocuparse haciendo o caminando producirá fruto, esta no es la
imagen completa. Ocuparse ejecutando nuestros dones presupone
una relación viva con el Señor Jesucristo. Como en Filipenses 1:9-11
dice:

Filipenses 1:9-11
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en
ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de
que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de
frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios.”

Los frutos de justicia “son por medio de Jesucristo” no por


nuestras fuerzas. Además, su resultado es la gloria y alabanza de
Dios. Como Jesús explica en Juan 15, Él es la vid y nosotros los
pámpanos:

Juan 15:4-5,8
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho

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fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. En esto es


glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos.”

Producir fruto, presupone que somos permanentes en la Vid. Y


nosotros no somos la Vid. ¡Es Cristo! Nosotros somos los
pámpanos, es imposible para un pámpano producir fruto si no
permanece en la Vid. Del mismo modo con nosotros, es nuestra
unión con Cristo la que puede hacernos, los pámpanos, producir
fruto. En este caso, los pámpanos no son nada más que la forma en
que la Vid produce fruto. Ministrar y ejercer las buenas obras que
Dios preparó para nosotros presupone, por lo tanto, una relación
apasionada con el Señor Jesucristo, a quien queremos complacer. El
enfoque no es precisamente en las obras mismas sino en Cristo, y a
través de nuestra unión con Él, como permanecemos en Él, “por
medio de Jesucristo” como la epístola de Filipenses dice, el fruto se
hace evidente.
Avanzando un poco más en esto, Cristo habló de falsos
profetas y dijo que los reconoceremos por sus frutos.

Mateo 7:15-20
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos
de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da
frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol
malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado

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y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”

La Palabra habla sobre los falsos profetas (Mateo 7:5), falsos


Cristos (Mateo 24:24), falsos apóstoles (2 Corintios 11:13), falsos
hermanos (Gálatas 2:4, 2 Corintios 11:20), falsos maestros (2 Pedro
2:1), obreros fraudulentos (2 Corintios 11:13). Hay algo para
identificar a este tipo de personas, me refiero al ¡fruto!, y el fruto
bueno solo puede venir a través de “Jesucristo”. Cualquier otro
árbol, aunque pueda ser que hable de Dios, incluso de Cristo, puede
producir fruto falso.
De esta manera, mi querido hermano o hermana, me gustaría
animarte a buscar a Dios con todo tu corazón; a que
apasionadamente busques crecer en tu relación con nuestro Dios
vivo para luego ocuparte en lo que sea que Él haya preparado para ti.
El fruto del espíritu se llama asi porque el árbol es el Espíritu Santo,
la nueva criatura, Cristo en nosotros. Permanece en Cristo, porque
el que permanece en Cristo y Cristo en él solo puede producir una
cosa: ¡mucho fruto!

Fruto: Podar
No sé mucho de jardinería, pero sé desde que estaba en la
escuela que para que una planta pueda producir fruto necesita ser
podada de vez en cuando. Como quiera ésta no es una definición
completa. Buscando en internet encontré la siguiente definición en
wikipedia: (ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Poda)

“Podar es el proceso de recortar un árbol o arbusto. Hecho con

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cuidado y correctamente, la poda puede incrementar el rendimiento


del fruto; así, es una práctica agrícola común. En producción forestal
se emplea para obtener fustes más rectos y con menos
ramificaciones, por tanto de mayor calidad. En arbolado urbano su
utilidad es, por un lado, prevenir el riesgo de caída de ramas, y por
otro controlar el tamaño de árboles cuya ubicación no permite su
desarrollo completo.”

Toda planta necesita ser podada. Toda planta necesita del


agricultor que la podará y dirigirá su crecimiento a la forma deseada,
el cual cuidará de su salud y removerá las partes dañadas y la
limpiará para que así produzca más fruto. Lo mismo es una verdad
para nosotros como ramas de la Vid que es el Señor Jesucristo.
Nosotros también necesitamos ser podados y ¿qué crees? ¡Nosotros
también tenemos un agricultor que se encarga de ello! De nuevo
Juan 15 dice:

Juan 15:1-2
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano
que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto.”

El Padre es quien se encarga de podar. Recuerda que es


necesario podar, ¡se tiene que hacer! ¡Sin este importante proceso
no podemos crecer! Y afortunadamente contamos con alguien que
cuida de ello: nuestro Padre. El vigila como buen y cuidadoso
agricultor e interviene dirigiendo nuestro crecimiento removiendo

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obstáculos y limpiándonos ¡para que podamos producir más fruto!


¿¡No te parece maravilloso!? Producir fruto es el resultado de
permanecer en Cristo; producir al máximo es una tarea de la cual el
Padre se encarga al podarnos. Es nuestro deber permanecer en la Vid
y es tarea del Padre encargarse de cualquier poda que sea necesaria
para incrementar nuestra productividad.
Creo que Hebreos 12:11 nos dice lo mismo pero con diferentes
palabras, veámoslo a continuación:

Hebreos 12:11
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los
que en ella han sido ejercitados.”

Aquí el autor habla sobre disciplina y como él dice, ninguna


disciplina parece ser causa de gozo al presente. Por el contrario, ¡es
dolorosa! Me parece que lo mismo sucede al podar. Cuando el
agricultor poda pues tiene que cortar pedazos de la planta, tiene que
remover partes enfermas o dañadas , partes que le quitan vida y ni
siquiera son útiles para ella. Podar significa que algo tiene que ser
cortado. Algo que era normal deja de serlo; el agricultor ha
interferido y lo corta. La disciplina es lo mismo, ¿o no? Nosotros
disciplinamos a nuestros hijos y podamos nuestras plantas, ambas
cosas se hacen con el mismo objetivo: hacer que los hijos sean
mejores, hacer que las plantas sean más fructíferas. Y cuando Dios
disciplina a sus hijos puede que en el momento sea doloroso, pero
para todos aquellos que aprenden la lección el resultado de este

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proceso lleva a producir FRUTO, fruto apacible de justicia como


dice en Hebreos. Después de todo, ésto es algo que el Padre debe
hacer, porque ésta es la tarea que todo Padre que ama a a sus hijo
tiene que llevar a cabo, y Él nos ama profundamente. Por lo cual, la
lección es la siguiente.- así como las plantas tienen a los agricultores
para que las poden y así produzcan más fruto, del mismo modo,
nosotros tenemos a nuestro amado Padre Celestial quien se encarga
de los asuntos de podar, para que al permanecer en Cristo llevemos
más fruto.

Fruto: Prioridades y vida infructuosa


Producir mucho fruto trae, como vimos, toda la gloria a Dios.
Para lo cual necesitamos, como ya hemos visto en las Escrituras,
permanecer en la Vid, esto es, permanecer en el Señor Jesucristo. El
anhelar apasionadamente una relación más intima con Él, así como
satisfacerlo y complacerlo. Si éste es el propósito, el esfuerzo de
nuestra vida, entonces mucho más fruto saldrá de ello. Pero es obvio
que esto implica que Dios y su agenda tienen que tener prioridad
número uno en nuestras vidas, o por ponerlo de otra manera: si hay
algo que pone en riesgo nuestra “producción de fruto” sería el
peligro de distraerse de la Vid (Cristo) a otras cosas. Como Jesús
dijo en Mateo 6:24-34

Mateo 6:24-34
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y
amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis

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servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por


vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por
vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo,
que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y
quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su
estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad
los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo,
que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el
horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de
poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas
estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana
traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

Los gentiles, los incrédulos, son los que se preocupan por qué
comer, beber o vestir; pero esto no tiene porqué pasarnos a nosotros;
para nosotros, lo primero, la prioridad número uno, lo que debemos
poner primero, es el reino de Dios y su justicia.
Hoy más que nunca, hay cientos de cosas que suplican nuestra
atención y compiten por nuestro tiempo, Ahora más que nunca se
nos ofrecen cientos de opciones. No ha habido una era en la que un

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individuo ha tenido tantas opciones. Al prender el televisor se puede


escoger entre cientos de canales o al ir a una tienda de videos las
opciones a seleccionar también son muy vastas; se puede pasar el
tiempo navegando en internet escogiendo entre miles de páginas. No
ha habido una era donde un individuo haya tenido tantas opciones en
tantas tentativas, las cuales podría fácilmente seguir, pero tan bueno
como esto sea todas estas tentativas luchan por nuestro tiempo;
luchan por un lugar en nuestra lista de prioridades, luchan por un
lugar en nosotros. Me encanta ver películas, pero cuando veo
muchas, el tiempo se me va, y me arrepiento porque luego termino
no teniendo suficiente tiempo con Dios y sin tiempo suficiente para
hacer las cosas que me ha llamado a que realice. Me encanta navegar
por internet de página en página viendo cosas que me gustan, pero la
cosa es que si le dedico a eso mucho tiempo luego mi tiempo con
Dios acaba en nada. Tengo que mantenerme a raya, porque mi
esfuerzo, mi único esfuerzo real y valioso es servir únicamente a
Dios. Ahora, en esta era de múltiples opciones, más que nunca,
tenemos que tener muy presente nuestra prioridad número uno, el
propósito de para qué estamos en esta vida. Y esto no es nada más
que producir mucho fruto para la gloria del Padre. No es otra cosa
más que conocer a Dios y tener comunión con la Vid, Cristo, y a
través de Él producir fruto para la gloria del Padre. Y éste objetivo
no ha cambiado, es lo mismo ahora que hace 2000 años.
Quiero agregar algo más antes de concluir: Jesús dijo en la
parábola del sembrador, sobre la tercer categoría, que es la que
escucha la Palabra de Dios:

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Marcos 4:3-4, 7
“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar … Otra
parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no
dio fruto.”

y la explicación: Marcos 4: 14, 18-19


“El sembrador es el que siembra la palabra …. Estos son los que
fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero
los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias
de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.”

La Palabra fue sembrada pero se hizo esteril, infructuosa.


¿Porqué? Porque otras cosas entraron y acabaron con ella. ¿Qué
cosas? Los afanes, el engaño de las riquezas y lo que en general es
llamado como los deseos por otras cosas. Todo esto no es más que
distracciones que roban el fruto y en este caso lo roban
completamente. Al final del día tenemos que decidir a quién vamos a
servir, qué queremos hacer con nuestras vidas. ¿Queremos pasarnos
la vida en distracciones infructuosas, en lo que el mundo “los
gentiles”, buscan? O ¿queremos que nuestras vidas produzcan fruto,
mucho fruto para la gloria de Dios? ¿Qué escoges? Yo he escogido la
segunda.

Tassos Kioulachoglou
Español: Aleida López de Steinmetz

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Apéndice

Más pasajes sobre fruto: además de los pasajes anteriores, aquí


hay más que hablan sobre el mismo tema.

Colosenses 1:3-6, 9-10


“Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo
Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la
esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis
oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta
vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en
vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en
verdad…… Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos,
no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del
conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en
todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios;”

Judas 1:11-12
“!!Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron
por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de
Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo
impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin
agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin
fruto, dos veces muertos y desarraigados;”

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2 Pedro 1:5-8
“vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid
a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si
estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar
ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo.”

Santiago 3:17-18
“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después
pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos,
sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en
paz para aquellos que hacen la paz.”

Tito 3:13-14
“A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud,
de modo que nada les falte. Y aprendan también los nuestros a
ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que
no sean sin fruto.”

Efesios 5:8-11
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el
Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en
toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable
al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las

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tinieblas, sino más bien reprendedlas; ”

Romanos 7:4-5
“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó
de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque
mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran
por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para
muerte.”

Romanos 6:20-22
“Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la
justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora
os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que
habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

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