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Buenas noches mis hijos amados, que la luz del Padre sea con
ustedes.
Les doy las gracias por ese brindis que yo devolví a ustedes lleno
de tantas bendiciones, de tantas riquezas, mis hijos amados.
En verdad os pido que se unan en amor, se unan en compasión, en
caridad, como Caridad es el nombre con el que llegué a esta tierra
para ustedes.
Yo les digo mis hijos amados, qué vale rezar un rosario mientras
vuestras almas se convulsionan… vuestros sentimientos, pensamientos
y emociones chocan por la dificultades… por las experiencias que
tienen que vivir en la vida, porque todas ellas hacen parte de su
crecimiento, hacen parte del diario vivir. Así vivió Jesús cada día
conviviendo con quienes lo humillaban, con quienes lo despreciaban,
con quienes no le comprendían, con aquellos cuyos conocimientos
estaban pegados a la tierra, pero también convivía con otros que
habían escalado ya todos estos peldaños de las emociones terrenas y
habían alcanzado esa parte divina, esa que les da la serenidad, les
da la fe, la absoluta certeza que nunca están solos, que son parte
importante de Dios en la tierra; que cada uno de ustedes es para esa
Gran Luz un faro, un muro, una sombra, un árbol, un río, una gota de
agua que cae al mar y que es importante y a los cuales se aferran
muchas otras personas. Entonces son ustedes los que tienen que
hacer que otros cambien. No permitir que otros los hagan cambiar a
ustedes, lo cual significaría que vuestros cimientos espirituales no
están tan firmes y los hacen tambalear ante las dificultades, ante
las experiencias que les corresponde vivir cada día. Mas sin embargo
mis hijos amados, de algo ustedes tienen que estar muy seguros, pero
siempre absolutamente seguros y es que Dios se mueve en Ustedes.
Deben recordarlo, admitirlo y hacer que Dios funcione así dentro de
ustedes. Entonces las carencias terminan, las enfermedades
desaparecen, los defectos de vuestros hermanos los asimilamos como
sus carencias, pero a quienes tenemos que darle como damos a aquel
que pide en calidad de limosna un pan, unos pesos y ustedes
devuelven no como limosna, sino como un regalo de amor. Si esto, los
hombres los hubieran asimilado desde que Jesús lo enseñó a la
humanidad, si no hubiesen sido mutiladas, transformadas o cambiadas
sus enseñanzas; hoy la humanidad caminaría muy tranquila, no habría
todos los problemas de sangre que corre no solo en este país, sino
en el mundo entero; porque el solo hecho de reconocer que Dios está
en mí, es aceptar que mi hermano tiene a Dios, es parte de él como
lo soy yo también… entonces me abstendría de hacerle doler, me
abstendría de quitarle lo que le corresponde o de cerrar un karma
porque muchas veces cundo yo digo: no juzguen…. y encontramos al
ladrón llevándose las prendas, el automóvil, la cartera, el dinero
del bolsillo de quienes trabajan… entonces podemos pensar que esa
plata le correspondería a él porque quizás en otra vida le fue
arrebatada…. Pero la humanidad tampoco sabe, que cuando hay el deseo
de quitarle a otro lo que le corresponde, no debe hacerse por más
necesidad que haya, no debe hacerse pues con eso, lo único que
consigues es permitir que la rueda de la vida siga andando y que
tengas que venir tantas veces a arreglar esto, cuando pudiste
pararla en ésta vida, limpiando con ello una existencia… Me
entienden mis hijos?
Y se que aun se preguntan por qué nos amas tanto Madre? Y yo les
repito: Ustedes son los hijos de mis entrañas; como todos los
hombres son hijos de mi luz; y por eso vengo a enseñarles sin
juzgarles, sin juzgar nunca vuestras acciones porque yo no puedo
criticar, porque no veo en ustedes ni en ningún hombre maldad,
porque no existe así con esa palabra.
Todos los términos que los hombres usan para castigar a sus hermanos
son los que han venido extrayendo de la falta de amor, porque si
hubiera amor, no usarían ninguno de éstos términos: odio, avaricia,
rateros, ratas, hipócritas, mentirosos. Todos éstos, son apellidos
que los hombres han puesto porque eso encuentra en el hermano
cuando lo miran sin ese amor, sin esa compasión sin esa bondad y
fraternidad con que ustedes deben mirar a sus hermanos. Más
aquellos que tropiezan y tropiezan… a ellos ustedes están más
obligados a darle la mano como yo se la doy a ustedes. Acaso
ustedes tropiezan y yo les dejo tendidos en el suelo?....Creen que
puedo dejarlos? Siempre estarán mis manos tendidas para ustedes, mi
luz les pertenece y aún cuando no entiendan la dimensión del por qué
a través de esta materia yo les hablo a ustedes de ésta manera y a
través de otros seres que son mis hijos hablo de otra forma….Siempre
habrá un auditorio diferente al que tengo que hablarle como a bebes,
como a los niños párvulos, como a los que están en kinder, en
cualquier grado de la primaria, de la secundaria, de la universidad,
de los doctorados…..
Por favor mis hijos, esa es la gran luz de la cual ustedes son
parte, eso son ustedes. Caminen a la par de esta evolución y tendrán
caminos de luz y conocerán el Cristo Vivo en ustedes, sin que lo
vuelvan a sentir en una cruz con unos clavos o con una corona de
espinas, pues nunca lo sintió y por ello, EL no quiere que ustedes
lo sientan así.
Los amo tanto mis hijos, que no importa cuanto cuesta venir para
hablarles, para decirles que los amo, para decirles que los bendigo,
para decirles que cuido de ustedes, que velo vuestros sueños, que
con mis manos toco vuestros cuerpos, vuestras almas, vuestros
espíritus y sano vuestras heridas, limpio vuestros cuerpos de esa
enfermedades que tienen raíces en ustedes, pero tienen que hacer lo
que les corresponde a cada uno para que sean todas esas cosas que
les he dicho y que no son un sueño, una ilusión o palabras hermosas,
son una gran realidad. Son ustedes, no tengo que buscarlos en otra
parte y aquí están, y eso son ustedes mis grandes amores.
La luz del Todopoderoso de Jesús vivo en ustedes y mi luz les
bendiga y los acompañe por los siglos y por toda la eternidad.
Buenas noches mis amores.