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Contra el monopolio intelectual

Algunas ideas extraídas del libro “Against Intellectual


Monopoly” (Boldrin & Levine) disponible en
http://www.dklevine.com/general/intellectual/against.htm
Juan García Álvarez de Toledo
Índice
1. Introducción
2. El monopolio y la propiedad
3. La remuneración del creador en competencia
4. El problema de la inversión inicial y los costes fijos
5. Las ventajas de ser el original
6. La innovación como bien público
7. La imitación
8. Evidencia empírica
9. Bibliografía
1. Introducción

¿Cómo no vamos a proteger a los creadores? Si no se les protege tendremos menos


libros, menos películas, menos discos, menos inventos y en general menos innovación.
En un mundo de cultura gratis no hay lugar para los autores e innovadores actuales.
¿De qué vivirían si cualquiera puede acceder a sus obras sin pagarles? ¿Qué les
animaría a crear si luego cualquiera puede copiar su creación?

Hay mucha gente que piensa así. Y para la que no piensa de esta manera los editores,
asociaciones de autores, los políticos y muchos más han preparado insistentes y
carísimas campañas que buscan concienciar sobre el problema que nos ha tocado vivir:
una crisis del sistema de propiedad intelectual que acabará con la cultura. Así de
rotunda parece la situación.

Sin embargo, a nuestro alrededor no parece que estas campañas surtan mucho efecto.
La gente disfruta más que nunca viendo los vídeos de sus artistas favoritos en YouTube
aunque sus creadores no hayan dado permiso para que se reproduzcan a través de
esta web. Llegan a casa y ponen a bajar del eMule el últimos episodio de su serie
favorita, y mientras se descarga, buscan en Google Imágenes una fotografía que
decore su web personal o un trabajo para la facultad, aunque no tengan los derechos
sobre la misma.

Lo curioso es que no hay dos posturas opuestas sino que generalmente se encuentran
mezcladas. Parece que la mayoría de las personas disfruta y se beneficia de copiar las
creaciones de los demás pero sin embargo quiere que bajo ningún concepto se copien
las suyas sin pasar por caja.

Antes de juzgar a estas personas debemos tener claro que en estos cuatro párrafos se
han mezclado muchas ideas distintas. Aunque en el debate sobre la propiedad
intelectual y el sistema de patentes parezca que siempre se habla de lo mismo y que
como un partido de fútbol sólo hay dos equipos, es un debate lleno de trampas, de
conceptos ambiguos y de matices que no se pueden tomar a la ligera.

El monopolio intelectual ha sido defendido con argumentos y teorías de grandes


economistas como Schumpeter o Arrow pero también ha sido criticado por premios
nobel como Stigler o Stiglitz. No admite juicios rápidos, todo lo contrario, necesita de
reflexión y debate, y hasta el momento por mucha discusión que haya habido, los
defensores más tenaces del monopolio intelectual parecen haber ganado las batallas
más importantes. En Estados Unidos a principios de siglo el copyright tenía una
duración de 25 años, prorrogable por otros 14 y actualmente alcanza toda la vida del
autor más 70 años después de su muerte.

Para el caso de las patentes la duración varía de unos productos a otros en Estados
Unidos, oscilando entre los 14 y los 20 años. En España la duración es de 20 años
improrrogables.

Against Intelectual Monopoly es un libro publicado por dos profesores de la


Universidad de Nueva Orleans llamados Michele Boldrin y David K. Levine. El libro está
disponible a través de su página web de forma gratuita y sus autores han renunciado
voluntariamente al monopolio que como tales tendrían sobre su libro para que
cualquiera pueda copiarlo, distribuirlo o hacer una obra derivada del mismo si su
permiso.

El objetivo de estos profesores es demostrar a través de la teoría económica, de la


evidencia empírica y de numerosos ejemplos que el monopolio intelectual es un mal
innecesario.

En este trabajo intentaremos expresar de forma muy resumida y divulgativa algunas de


sus ideas fundamentales.
2. El monopolio y la propiedad

Ni en este trabajo ni en el libro se habla de plagio. Plagio significa mentir, atribuirse la


autoría de una obra que no es tuya y el plagio afortunadamente está penado por la ley.
Nadie en su sano juicio defendería el plagio ni la posibilidad de registrar marcas.
Aunque es discutible las ventajas que tiene para la sociedad que Intel registre la
palabra “inside”, en términos generales aceptamos como positivo para vendedores y
compradores que se puedan identificar a sí mismos y evitar que otros se hagan pasar
por ellos.

Against Intelectual Monopoly es un libro a favor de la propiedad. Está escrito por


economistas y la mayoría de ellos, desde el primer curso de la facultad, están
acostumbrados a pensar que los derechos de propiedad son buenos y deben estar bien
establecidos para que el mercado funcione correctamente. En caso contrario el
mercado puede fallar y será necesario algún tipo de intervención o regulación que nos
acerque al óptimo.

La propiedad establece derechos y genera incentivos para especializarse e


intercambiar bienes y servicios.

Sin embargo la propiedad no es lo mismo que el monopolio. Ser el propietario de un


bolígrafo significa que puedes hacer con él lo que consideres oportuno. Puedes escribir
con él en un libro, en un folio o vendérselo a otra persona. Sin embargo lo normal es
que no tengas el monopolio sobre ese bolígrafo ya que cualquier persona puede ir a un
quiosco y comprar otro igual, y por supuesto tener los mismos derechos que tú. Si
fueras un monopolista la única forma de que otra persona tuviera ese bolígrafo sería
comprártelo a ti.

Con las innovaciones o las creaciones pasa exactamente lo mismo. Y por un momento,
dejemos de pensar en ideas como cosas intangibles porque aunque luego les daremos
ese tratamiento, el debate sobre la propiedad intelectual no es un debate sobre las
ideas por mucho que nos lo quieran vender así. Es un debate sobre las copias de las
ideas. Es un debate sobre los discos, sobre los planos, sobre las fórmulas, sobre los
libros, etcétera. Es un debate sobre lo que pasa con las ideas una vez que toman
forma.

La propiedad intelectual es el derecho y la capacidad para vender copias de tus ideas,


aunque normalmente se confunde con monopolio intelectual que es el derecho y la
capacidad para ser el único que vende copias de tus ideas.

Por ello, aquí no se defenderá el robo de ideas. Pero por el robo de ideas no
entendemos descargar una película del eMule, por el robo de ideas entendemos ir a la
productora y hacerse con una copia de la película de forma ilegal y venderla antes de
que ellos la hayan estrenado. Por robo de ideas no entendemos copiar la máquina que
la fábrica de al lado usa para producir lápices más rápido, por robo de ideas
entendemos robarle los planos.

Eso es la propiedad y eso es lo que hay proteger. De ahí al monopolio hay un largo
camino que recorrer.

También desde primero de carrera, un economista estudia que el monopolio en


general es malo. Genera ineficiencias, precios altos y hace que el productor ofrezca
una cantidad inferior a la socialmente deseada. Así pues ¿qué razones hay para
defender un monopolio?

Recordemos que el monopolio intelectual se extiende hasta 70 años después de la


muerte del autor así que tiene que haber una razón realmente buena para que este
monopolio no sólo no sea intervenido sino para que se amplíe una y otra vez y se
proteja desde el Estado.
Démosle voz a los autores y editores para que expliquen por qué es necesario este
sistema:

“El Dinero que obtengo, perdón, obtenemos de la protección de derechos de


autor es necesario para todos, incluso para los niños del tercer mundo”
[Teddy Bautista, presidente de la Sociedad General de Autores y Editores]

“La piratería es el SIDA para este sector”


[Luis Hernández de Carlos, presidente de la Federación de Cines de España]

“Bajar precios me parece un error, es ponerse al nivel de los piratas”


[Narcís Rebollo, Vale Music]

"¿Sabe usted cuántos coches Mercedes se podría haber comprado Alejandro


Sanz con lo que le han robado?"
[Caco Senante, en una conversación con el fiscal general del Estado, Conde
Pumpido]
3. La remuneración del creador en
competencia

Más allá de la anécdota que pueden suponer las frases de estos altos cargos, lo
interesante es que la palabra clave para defender el monopolio intelectual,
“innovación”, brilla por su ausencia.

Parece que lo más preocupa a los creadores no es que se vaya a innovar más o menos
sino el dinero. Volvemos a la pregunta inicial ¿de qué van a vivir los autores si no
disfrutan de este monopolio y cualquiera puede hacer lo que quiera con las copias de
sus obras?

Tanto es así que la última gran reforma del copyright en Estados Unidos, la Sonny
Bonno Copyright Term Extension Act, entró en vigor con carácter retroactivo. Es decir,
no sólo afectaba a las obras que se crearan de ese momento en adelante sino a las ya
creadas. No parece que las innovaciones que ya se han llevado a cabo vayan a
“desinventarse” sino las protegemos aún más.

Así que antes de tratar el tema de la innovación, vamos a intentar tranquilizar a los
autores y explicarles que en un sistema de competencia también serán remunerados.
Recordemos que un sistema de competencia perfecta es aquél donde existen infinitos
oferentes de un producto e infinitos compradores.

Si en este sistema un creador no fuera remunerado ¿cómo es posible que los


economistas defiendan como “ideal” un sistema donde los productores no ganan
dinero? Esto no es así, en un sistema de competencia los beneficios son nulos pero
esto en teoría económica no significa que los productores no ganen dinero sino que
ganan la misma cantidad o más que haciendo la segunda mejor cosa que saben hacer.
Esto es, son remunerados según su coste de oportunidad.
Más allá de la teoría económica, el concepto que nos permite ver claramente que el
autor tiene una ventaja sobre el resto de oferentes es el de la copia original.

Efectivamente, el primer manuscrito, la primera partitura o los primeros planos son


propiedad del autor (por esto es importante la propiedad), y el precio al que venda esa
copia original refleja el valor actual de los beneficios que generará en el futuro.

Esta idea no debería sorprender a nadie. Del mismo modo que el Real Madrid paga por
David Beckham un dinero en función no sólo de lo que vale sino de las camisetas que
venderá para el club, cuando una editorial compra los derechos para publicar un libro
paga en función de los beneficios que espera obtener.

La competencia, lógicamente, baja el precio para todos los competidores pero el caso
es que todos, directa o indirectamente tienen que pagar al autor original y por lo tanto
éste será remunerado.

Además, cómo veremos en el punto 5, esta remuneración puede ser complementada


con otras muchas ventajas que tiene ser el original. Lo importante en este punto es
dejar claro que si aumentamos la competencia en el mercado de las copias de las
ideas, esto no hará que los innovadores se mueran de hambre. Ni tampoco los niños
del tercer mundo. Eso sí, cobrarán menos pero precisamente por eso todo el mundo
quiere un monopolio para su negocio.
4. El problema de la inversión inicial y
los costes fijos

El argumento estrella para defender el monopolio intelectual es que innovar conlleva


una inversión y unos costes fijos considerables. Si después de realizar la innovación,
enfrentamos al creador a un sistema de competencia con precios bajos no recuperará
la inversión inicial y por lo tanto estaremos desincentivando innovaciones futuras. Es
necesario ofrecer al creador unos beneficios extraordinarios que le permitan recuperar
esta inversión.

Dejando de lado la idea de que la mayoría de las invenciones que nos rodean no son
producto de largos años de investigación y esfuerzo económico sino de pequeñas
modificaciones sobre otras pequeñas modificaciones, Boldrin & Levine dicen en su
libro que este argumento es muy bueno. Tan bueno que debería aplicarse en todos los
negocios.

Por ejemplo, una empresa de cines hace un estudio de mercado y decide instalarse en
una zona de la ciudad muy prometedora. Construye un montón de salas, compra unos
proyectores de última generación y se gasta una dineral en cursos de formación para
sus empleados. Cuando está a punto de terminar los cines se encuentra con que otras
5 salas se han instalado en el barrio. Una mayor competencia hará bajar los precios
considerablemente y nuestra empresa no podrá cobrar el precio que originalmente
tenía pensado y le será muy difícil recuperar la inversión inicial.

Si trasladamos este argumento a todos los negocios ¿no habrá otra solución que
ofrecer monopolios a todos? Parece algo descabellado pero si no lo hacemos ¿qué
incentivos tiene la empresa de cines para abrir su negocio? Y volviendo al tema que
nos ocupa ¿qué incentivos tiene el creador a producir su innovación?
La clave está en realizar un análisis dinámico en lugar de uno estático: el innovador
disfruta de unos beneficios extraordinarios a corto plazo (por encima de su coste de
oportunidad), a largo plazo la competencia hace su aparición, entran empresas al
sector (si no hay barreras de entrada) y los precios bajan hasta alcanzar al coste
marginal.

En realidad de eso trata la competencia perfecta, de que no existan beneficios


extraordinarios a largo plazo no de que no existan a corto.

Además, cuanto más difícil sea copiar o imitar la innovación original, más tiempo habrá
entre estas dos situaciones y por lo tanto, nuestros cines (y nuestros innovadores)
podrán recuperar su inversión inicial y probablemente ganar algo más.

Pero no hace falta que pensemos en que tiene que pasar mucho tiempo hasta que
otras personas ofrezcan copias de nuestro producto para que recuperemos la
inversión. Según Boldrin & Levine, la mayoría de las veces el estreno de una película da
para cubrir los costes que llevó hacerla y para mucho más. O en el caso de los libros,
donde la copia es más costosa, los datos muestran que el 80% de las ventas de un libro
se realizan en los tres primeros meses. Por poner un ejemplo, estas son las ventas de la
novela Oblique Approach de David Drake:
De todos modos hay una diferencia importante entre los cines y las copias de las ideas
que puede dejar abierta una puerta para justificar el monopolio: el problema de la
indivisibilidad de las ideas.

Si los cines tienen en mente crear un edificio con 10 salas pero ven que no hay
demanda suficiente para esa oferta no pasa nada ya que construirán un edificio más
pequeño con por ejemplo 5 salas. Sin embargo con las ideas esto no es posible, si un
escritor afronta el proyecto de escribir un historia y no hay mercado suficiente para
esta creación no se puede publicar sólo la mitad del libro.

Este problema de poder ajustar las ideas al tamaño de mercado puede llevar a una
situación en la que innovaciones socialmente deseables no se lleven a cabo. Al final del
trabajo veremos algunos datos que demuestran que aún con esta posibilidad no
parece que la protección intelectual haya aumentado considerablemente el número de
innovaciones.
5. Las ventajas de ser el original

Ser el original no sólo te permitirá disfrutar como innovador de unos beneficios


extraordinarios a corto plazo, sino que habrá otras vías de ingresos complementarias
que sólo estarán a tu alcance.

El ejemplo más claro está en los conciertos. Mientras que al bolsillo de los cantantes
sólo llega aproximadamente el 4% de lo que vale su disco, de los conciertos pueden
llegar a ingresar hasta el 80% y en algunos locales pequeños toda la recaudación,
quedándose el bar con los ingresos por bebidas y similares. Por sus propias
características además, los conciertos no son imitables.

Esto ha hecho quizás que por el aumento de la competencia en el sector


(principalmente por la aparición de internet) las ventas de discos cayeran en un 2,8%
en 2005 pero los conciertos aumentaron en 3,2% ese mismo año según el anuario
correspondiente de la SGAE.

Otro ejemplo claro de cómo se está buscando aumentar los beneficios de los
creadores por otras vías es la publicidad. Recientemente la cadena de televisión
americana HBO responsable de series como Los Soprano anunció que ofrecerá sus
series por internet. Lógicamente ellos tienen la ventaja de ser los primeros que la
cuelguen en la red y si colocan publicidad en su página o durante el proceso de
descarga recibirán unos ingresos muy importantes.

Además estamos hablando de casos donde copiar o reproducir la innovación es muy


fácil, pero no siempre es así. La ingeniería inversa es costosa y para muchas empresas
disponer o copiar una innovación sin tener la información necesaria para aplicarla por
ejemplo a su proceso productivo es una pérdida de tiempo y dinero. Por esto, el
innovador puede ejercer labores de consultor y cobrar por ellas ya que él es el que más
información dispone sobre la creación.
6. La innovación como bien público

En economía se denomina bien público a aquél bien cuyo consumo es no rival y no hay
posibilidad de exclusión. Que el consumo sea no rival significa que si yo me sumo al
consumo del bien, eso no afecta al consumo que tú haces del mismo, o dicho más
técnicamente, que el coste marginal de que una persona adicional se sume al consumo
es cero.

Que no haya posibilidad de exclusión significa que una vez que producimos el bien no
podemos excluir a unas personas de su consumo.

El ejemplo clásico es el de la defensa nacional. Su consumo es no rival porque que el


ejército me proteja a mí no afecta a que te proteja a ti, podemos consumir los dos el
bien “defensa nacional” sin rivalizar por el mismo. Además es no excluible ya que sería
muy costoso determinar a qué personas protegemos y a cuáles no.

Cuando se juntan estas dos características se produce un fallo de mercado ya que


nadie tiene incentivos a producir el bien de forma privada y la cantidad producida del
mismo será inferior a la socialmente deseable. Es una situación compleja que
generalmente requiere la intervención del Estado y que muchas personas piensan que
se puede aplicar a las ideas o innovaciones.

Parece efectivamente que si suena una canción por la radio y yo la consumo, eso no
quita que tú la consumas también. Y además, excluir a una persona de que escuche esa
canción en esa misma emisora es bastante complicado así que ¿estamos ante un
problema de bienes públicos?

Boldrin & Levine argumentan que este debate tiene sentido si nos referimos a las ideas
abstractas o en su forma intangible. Pero una vez más de lo que estamos hablando es
de las copias de las ideas, no de las ideas en sí mismas. A pesar del ejemplo de la
canción anterior a nadie se le ocurriría decir que un disco se comporta como bien
público.

Por otro lado, el problema de la exclusión es un problema de derechos de propiedad,


no un problema de monopolio. Efectivamente, cuanto mejor delimitados estén los
derechos de propiedad más fácil será excluir a unas personas de consumir copias de las
ideas mediante un sistema de precios. La propiedad intelectual trata sobre el derecho
a controlar mi copia de mi idea y sin embargo, la propiedad intelectual actual tal como
está establecida trata sobre el derecho a controlar tu copia de mi idea.

Son las copias de las ideas las que tienen valor económico y por lo tanto merecen la
misma protección que cualquier otro tipo de propiedad: no deben ser tomadas sin
permiso y su propietario debe tener el derecho legal a venderlas.

Otra cuestión distinta es el problema de la imitación ¿qué ocurre cuando basta con
mirar una innovación para copiarla?
7. La imitación

Pensemos en la persona que inventó la carretilla y supongamos que fue un agricultor.


Tenía por su casa una especie de cubo donde recogía los cereales y una rueda con la
que jugaban sus hijos. Por las razones que fuera decidió que juntar los dos elementos
sería una buena idea. Al día siguiente salió al campo con su nuevo artilugio llamado
carretilla y descubrió que podía hacer su trabajo 20 veces más rápido. Una innovación
sin duda importantísima.

Lo que ocurre es que el agricultor que estaba en la parcela de al lado vio la carretilla en
funcionamiento y no tardó ni cinco minutos en ir a su casa a construir una idéntica.
Como es obvio, no tuvo que pagar al innovador original por una copia de su idea le
bastó con replicarla sin mayor coste que el que tenía fabricar su propia carretilla.

Este problema plantea varias cuestiones:


• ¿Cuántos inventos son como la carretilla?
• Para aquellas innovaciones que se comportan así ¿es la externalidad tan grande
que el inventor original no la hubiera llevado a cabo?
• Finalmente, ¿es el monopolio intelectual la solución?

Economistas como Young, Shumpeter o Arrow piensan que la mayoría de las ideas se
comportan de ese modo pero sin embargo no tienen una postura común para
responder a las otras dos preguntas.

Ciertamente la imitación está en todas partes, de hecho, la imitación es el corazón del


comportamiento competitivo y prácticamente de cualquier interacción social. Pero por
reducción al absurdo, si la imitación está en todas partes ¿deberíamos garantizar
monopolios en todas partes?
Al igual que ocurría con nuestros cines, la respuesta obvia es que no. La imitación no
tiene por qué ser mala. En nuestro ejemplo de la carretilla probablemente el
innovador se hubiera hecho rico con la legislación actual, pero también el incremento
en la productividad agrícola de todos los que imitaron su creación se habría retrasado
muchos años.

De hecho, esto es prácticamente lo que pasó como James Watt y la máquina de vapor.
El primer capítulo de Against Intelectuall Monopoly está dedicado casi por completo a
la historia de este hombre que no inventó la máquina de vapor, sino que hizo algunas
modificaciones sobre invenciones ya existentes y que puso todo su empeño y esfuerzo
en proteger su obra derivada a través del sistema de patentes lo que le hizo rico.
Durante el período en que estuvo vigente la patente de Watt, en el Reino Unido se
fabricaron 750 motores a vapor al año. En los 30 años siguientes a que la patente
expirara, la cifra se incrementó hasta 4000 motores al año. No sólo eso, sino que la
posibilidad de hacer modificaciones sobre la invención original y aplicarla a trenes o
barcos empujó definitivamente la Revolución Industrial de principios del XIX.

La propiedad intelectual y más concretamente, el monopolio intelectual en caso de


que se establezca debe estar al servicio de la sociedad, no de unos pocos. No nos debe
preocupar que el innovador original pierda respecto a la situación de monopolio si la
sociedad en su conjunto sale ganando. Lo único que nos debería preocupar es si el
innovador original pierde tanto que está desincentivado a llevar a cabo una innovación
socialmente deseable.

Esto pasa en pocas ocasiones gracias los extraordinarios beneficios que tiene ser el
primero en llegar, como se vio en los puntos 4 y 5, y además la imitación gratuita y sin
esfuerzo también es menos frecuente de lo que podemos pensar a priori.

La mayor parte del tiempo, imitar no sólo requiere esfuerzo sino acudir a los servicios
del innovador original o incluso comprar como mínimo una copia de su creación.

Ejemplos existen en cualquier sitio a donde miremos. Una persona puede asistir a
todas las clases de una asignatura pero imitarlas y dar las mismas clases que el
profesor no es tan sencillo. Probablemente le lleve un esfuerzo, comprar algunos
libros, quizás ir a clases particulares… en general realizar desembolsos económicos o
incurrir en algunos costes.

Por otro lado, la imitación es clave en el desarrollo de clusters como por ejemplo
Sillicon Valley. Cuanto más cerca estén unas empresas de otras y si la información fluye
con facilidad, más fácil será la imitación y más se potenciarán los beneficios de la
aglomeración de empresas del mismo sector.
8. Evidencia empírica y ejemplos
Después de todo lo que hemos dicho, aún quedan algunas vías para justificar el
monopolio. El problema de la indivisibilidad de las ideas o aquellas innovaciones de
imitación gratuita y sin esfuerzo. Por ello, en última instancia lo que podemos hacer es
acudir a los datos para observar cómo ha evolucionado la innovación a lo largo del
tiempo según el nivel de protección intelectual.

El gráfico superior indica el número de libros registrados en Estados Unidos per cápita
bajo monopolio intelectual a lo largo del siglo XX. A pesar de que como hemos dicho
en el siglo XX se hicieron más reformas para ampliar el copyright que en el resto de la
historia no parece que haya habido un gran incremento de los trabajos publicados.

Against Intelectual Monopoly está lleno de ejemplos que contradicen la idea de que el
monopolio fomenta la innovación o mejor dicho, de casos donde la competencia es un
incentivo mucho más podeross. En el capítulo 2, Creation Under Competition se habla
de literatura, de periódicos, de cine y de muchos más sectores que durante mucho
tiempo funcionaron a la perfección sin ningún tipo de protección. De todos ellos me
gustaría destacar el ejemplo del software y más concretamente el del software libre.
Un mercado que avanzó de forma extraordinaria en la segunda mitad del siglo XX y
donde la ley de patentes apareció después de que se realizaran algunas creaciones
fundamentales, en 1981.

Por software libre se entienden aquellos programas o códigos desarrollados por


personas que han decidido renunciar al monopolio de explotación sobre su obra y la
ofrecen gratuitamente o previo pago pero permitiendo en todo caso que el usuario
haga copias o modificaciones del programa original y las distribuya.

Probablemente el principal impulsor del movimiento del software libre sea Richard
Stallman, que además desarrolló el sistema operativo GNU que posteriormente y de la
mano de Linus Torvalds daría lugar al sistema operativo GNU/Linux quizás el ejemplo
más conocido de software libre.

Lo importante no es sólo que la innovación que supone Linux se haya llevado a cabo
sin protección y que a día de hoy cualquiera pueda adquirir una copia del mismo a
través de sus múltiples distribuciones de forma gratuita, lo verdaderamente
importante es la repercusión que ha tenido en el mundo del software.

Aunque Microsoft y por supuesto Windows copan el mercado del software doméstico,
en entornos empresariales Linux cada vez es más habitual y esto afecta indirectamente
a todos los usuarios. Cada vez que haces una búsqueda en Google ésta se procesa a
través de las líneas de código de Linux. Cada vez que juegas una partida a la
PlayStation 3, estás usando una consola con una distribución de Linux en su interior.

La presencia que tiene el software libre no queda ahí. Las páginas web se alojan en
servidores, y los servidores pueden funcionar a través de distintos programas de
software. Este es el reparto del mercado de servidores:
Apache alcanza el 70% del mercado y es software libre.

La mayoría de las bases de datos que se usan en páginas web están gestionadas con
MySql que es software libre y cada vez que accedes a una página web lo más probable
es que esté escrita en PHP, que es un lenguaje libre.

Estos son sólo unos pocos ejemplos de que no siempre una mayor protección conlleva
una mayor innovación o innovaciones de más calidad. Y si esto no siempre es así,
debemos ser cautos con el monopolio intelectual.

Por mucho que discutamos sobre la cuantía de los beneficios a corto plazo, la realidad
es que el copyright dura más allá de la vida del autor. Y por mucho que nos parezca
natural que las patentes animen a inventar máquinas y fórmulas que mejoren la
productividad de una empresa, debemos ser conscientes que si esta productividad se
imita en un período relativamente corto de tiempo puede haber grandes ventajas para
la sociedad en su conjunto y por otro lado, que muchas empresas pueden aprovechar
el sistema de monopolio que le otorga la ley para restringir la competencia y
acomodarse en una posición de mercado donde los beneficios son extraordinarios.

En política de la competencia se estudia que lo relevante no es que una empresa tenga


poder de mercado, sino que abuse de él. El monopolio intelectual puede ser una
herramienta muy peligrosa en manos de empresas en situación privilegiada y si la
innovación es posible (y así lo indican los datos) en un sistema competitivo podemos
estar ampliando año tras año un mal innecesario.
Bibliografía
· Against Intellectual Monopoly, Boldrin & Levine (2005)

· Copia este libro, David Bravo (2005)

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