Working Paper

2014ko urtarrilaren 15a

PROYECCIÓN POLÍTICA Y SOCIAL DE LA

MUJER DURANTE EL FRANQUISMO

EMAKUMEAREN PROIEKZIO POLITIKO ETA POLITICAL AND SOCIAL SCREENING OF WOMEN

SOZIALA FRANKISMOPEAN DURING THE FRANCO REGIME

Eñaut Apaolaza Amenabar

As a Working Paper, it does not reflect any institutional position or opinion neither of EKAI Center,
nor of its sponsors or supporting entities.
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 PROYECCIÓN POLÍTICA Y SOCIAL DE LA MUJER
DURANTE EL FRANQUISMO

participación política en el cajón del olvido, de

1. Entendiendo la democracia (y en
consecuencia la participación política y social de
las personas) como un sistema político que
permite y busca la no discriminación, y por tanto
la integración en procesos decisorios de personas
sin condicionantes ni cortapisas por razón de
raza, religión, ideología o sexo, es necesario
abordar el rol desempeñado por las mujeres en
estos procesos durante el franquismo.
2. El régimen franquista es un régimen que
de partida y por definición excluye a la mujer y la
relega a roles secundarios tanto en el ámbito
civil, como social, laboral y ni que decir tiene en
el político. Son escasísimas las mujeres que
acceden a los cargos políticos del franquismo, y
normalmente además en asociaciones e
instituciones que se encargan de la mujer, y en
concreto, en hacer perdurar su carácter
secundario en relación con el hombre.
3. El franquismo supone en este sentido un
paréntesis al camino hacia la igualdad
emprendido en toda Europa a partir de los años
20 y 30 (o antes), y que supondría también en el
caso español el reconocimiento de los derechos
instaurados durante la II República. Este
paréntesis supone dilatar el proceso de conquista
de la igualdad en el terreno político, laboral,
social y civil, y es la causa de que en este terreno
el Estado español esté a la zaga si se compara con
su entorno geo-cultural.
4. El sufragio universal, uno de los
paradigmas de la participación política, y en
especial el sufragio femenino en el caso de la
mujer, se instauró durante la II República, pero
tras la Guerra Civil, quedó, al igual que la propia
modo más palmario en el caso de las mujeres que
en el de los hombres puesto que en los procesos
electorales (que no democráticos) del franquismo
no se permitió el acceso de las mujeres al
sufragio hasta los años sesenta (aún y todo el
censo electoral era también restringido para los
hombres).
5. Pero la exclusión de la mujer del ámbito
público, verdadero problema de la exclusión y
por tanto de ausencia de participación, se
concretaba en todos los ámbitos de la vida civil.
Rechazando la inclusión de la mujer, el
franquismo la relega a papeles y roles
secundarios, eso sí, magnificando su importancia
pero sin permitir una capacidad de gobernar la
propia vida pareja a la del hombre (aun cuando ni
siquiera al hombre se le permite esta capacidad
plena de autogobernarse).
6. La moral instaurada por el bando
vencedor es una moral apoyada en la
propugnada por la iglesia católica, y en un
principio arroja a la mujer al hogar, reduciendo al
mínimo el papel social de la mujer a las funciones
propias del ama de casa y atender a los hijos y al
marido. Tal y como se ha dicho, se magnifican
estas labores con retóricas vacías dando a
entender que estas funciones son primordiales,
pero sin otorgar una capacidad de decisión real y
una capacidad de desarrollo plena a la mujer. En
este sentido, y dado que ignorar a la mujer y
reducir su actuación al núcleo del hogar resulta
imposible, se crean asociaciones y organizaciones
destinadas a las mujeres, pero cuyo objetivo y
actuación se circunscribe al mencionado ámbito
doméstico.

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DURANTE EL FRANQUISMO

7. El ámbito laboral es severamente 11. En el campo civil es notable la voluntad

restringido a las mujeres en un primer momento
del franquismo, y se establecen barreras como la
obligación de dejar el trabajo cuando se contrae
matrimonio con el fin de que atienda la casa.
También se cierran las puertas a las mujeres a
ciertos trabajos como la magistratura o la fiscalía
o el desempeño de puestos de dirección en las
empresas, etc. por entender que estos trabajos
“pondrían en peligro ciertos atributos [de la
mujer] a los que no debe renunciar como son la
ternura, la delicadeza y la sensibilidad” (Fuero del
Trabajo).
de que la mujer no tenga plena capacidad civil, y
se ven condenadas a una especie de minoría de
edad constante puesto que en un principio
requieren durante toda su vida de la autorización
de un hombre (padre o marido) para actuaciones
contractuales y civiles de relevancia jurídica.
Posteriormente esto se mitiga un tanto al
permitir a la mujer actuar pos sí sola una vez
cumplidos los veinticinco años siempre y cuando
no esté casada, en cuyo caso necesitará de la
autorización de su marido para firmar contratos,
abrir cuentas corrientes, etc.

8. Posteriormente estas barreras se van 12. Esto ha supuesto durante el franquismo

eliminando pero sin llegar a acercarse ni por
asomo a una igualdad real entre el hombre y la
mujer. En 1961 se promulga la Ley de Derechos
Políticios, Profesionales y Laborales de la Mujer –
por una voluntad más propagandística y de una
cierta homologación con el entorno más que una
necesidad real de mano de obra o de una presión
social que obliga a ello-, y la obligación de dejar el
trabajo cuando se contrae matrimonio decae, a
pesar de que se arbitran medidas para
desincentivar el trabajo femenino.
9. Este tratamiento laboral de la mujer cala
en la sociedad que sigue considerando hasta
después del franquismo, según se constata en las
prospecciones sociológicas, que el trabajo
femenino fuera del hogar es perjudicial para la
familia.
10. Las exigencias morales provenientes de la
Iglesia y de la propia cultura política del
franquismo tienen su traslado también al ámbito
penal, donde el adulterio está castigado, pero tan
solo en el caso de la mujer. Además se establecen
atenuantes para los hombres en casos de
uxoricidio que no operan para las mujeres.
un lastre a la participación de la mujer en el
ámbito público, y por supuesto en el ámbito
político. Es obvio que no se pretende dar a
entender una semi-normalidad en la
participación política para el resto de las
personas, pero sí que ha dado lugar a que cuando
se han ido creando posibilidades participativas,
los decenios de marginación pública, social, civil,
laboral y política han tenido gran importancia.
13. En este sentido, y cuando tras el
franquismo ha llegado la posibilidad de participar
en procedimientos electorales democráticos, en
partidos políticos, en la vida laboral con plena
capacidad y en régimen de igualdad formal, la
presencia de mujeres ha sido comparativamente
muy inferior a los países de nuestro entorno. La
participación en los partidos políticos de las
mujeres, tanto en la militancia como en las listas
de candidatos es notablemente inferior a los
países europeos, y esta diferencia es o ha sido
mayor en los partidos de izquierda de tal modo
que se ha debido de recurrir a leyes que
garanticen la presencia institucional de las
mujeres con el fin de introducir un equilibrio
necesario.

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DURANTE EL FRANQUISMO

14. En definitiva, las limitaciones,
prohibiciones en los campos laborales y civiles, y
la diferente consideración ética y punitiva en el
campo penal que ha operado sobre las mujeres
durante el franquismo a través de leyes y del
púlpito ha traído como consecuencia que la
participación política y social femenina no se
haya desarrollado de forma que se hayan ido
limando las desigualdades existentes entre el
hombre y la mujer al ritmo de nuestro entorno, y
que esta igualdad y la propia participación
política haya sido mucho más dificultosa para la
mujer.

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