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B.D. No. 1739 15.12.

1940

GLORIFICACIÓN DE JESÚS. „MI PADRE Y YO SOMOS UNO“

El problema de la glorificación de Jesús después de Su muerte en la Cruz es, en


una resolución correcta, al mismo tiempo también una comprensibilidad de las
palabras de Jesús „Mi Padre y Yo somos Uno“. Dios Mismo se ha ofrecido en
sacrificio a través de un hombre, que superó todo lo humano por Amor hacia Dios y
que por eso de tal modo configuró su Alma, que Dios con toda plenitud pudo tomar
morada en él.
Su forma exterior, Su cuerpo obedecía totalmente a la voluntad del Alma y fue al
mismo tiempo sólo vuelto hacia lo divino; por consiguiente cada substancia lo
espiritual orientada hacia Dios, así que no necesitaba más el paso terrenal y de este
modo podía entrar después de la muerte corporal al Reino de lo Espiritual en toda
perfección. Todo lo perfecto espiritual se junta con la ur-fuerza y será Uno con ella a
través de la fusión más íntima.
El paso de desarrollo de lo espiritual que una vez apostó de Dios dura tiempos
infinitos y también en el más allá va a conducir sobre escalones interminables hacia
la altura, pero siempre será la forma exterior, lo espiritual todavía menos desarrollado
quedará atrás y dejará libre al Alma que, entonces, como ser espiritual busca la unión
con lo substancial igualmente maduro en el más allá. La forma exterior se deshace , y
las substancias espirituales individuales se ponen otra vez en conexión con sus
semejantes, para continuar su paso de desarrollo.
Pero el cuerpo de Jesús había llegado en su pureza y en su Obra de Amor ya a una
perfección espiritual, y los inmensos sufrimientos en la Cruz fueron el último proceso
de purificación para la Forma que llegó a ser espiritual, así que pudo unirse
totalmente limpia de escoria al Alma perfecta, entonces no estaba obligado a
permanecer más en la Tierra, y pues bien, el Espíritu divino, el Alma y el cuerpo se
unieron y entonces fueron Uno.
Fue el Hombre Jesús el mediador entre Dios y los hombres, ahora pues Dios y
Jesús Cristo es Uno, no son dos Esencias que hay que pensar que están uno junto a
otro, solamente es una sola Esencia que acoge todo lo perfecto en Él.
La Divinidad Jesús no es imaginable de otra manera que como la eterna Divinidad
misma, que solamente se ha anexado la forma exterior del hombre Jesús, esto quiere
decir cuyas substancias espirituales pudieron fusionarse con la ur-Fuerza, porque ya
había alcanzado el grado de perfección con la muerte de Jesús, que es la condición
preliminar para una unión más íntima con Dios.
El cuerpo de Jesús llegó a ser a través del desprecio de los gozos terrenales, y una
rigurosa auto disciplina para el vencedor de cualquier materia y por tanto no tuvo más
necesidad de ningún desarrollo ulterior.
Todas las substancias espirituales del Alma formadas en Él pudieron asociarse y
con Él al mismo tiempo abandonar el valle de la Tierra, para entrar en altitudes de la
Luz. Fue entonces la Luz más esplendorosa el contorno de esa Alma, por
consecuencia el cuerpo y el Alma Jesús tenía que abandonar la Tierra en un estado
transfigurado puesto que un ser que está totalmente fusionado con Dios, tenía que
recibir también Luz y Fuerza de Él y eso también irradiarlo de la misma manera
como la Divinidad eterna misma, puesto que es ya ahora uno con Dios, en
consecuencia también Luz y Fuerza en toda plenitud.
Ese suceso de la irradiación de Luz quedó además oculto al hombre, sin embargo
el Amor infinito de Dios hacia los seres humanos dejó la transfiguración de Jesús
visible delante de él, para darles una señal de Su Poder y de Su Majestuosidad, para
fortalecer la fe de aquellos que tenían que predicar Su Poder y Su Majestuosidad en el
mundo, y para darles a los hombres la prueba que Jesús había vencido a la muerte,
que ya no hay más muerte para los hombres, quienes Lo siguen, quienes se esfuerzan
en recorrer el mismo camino en la Tierra.
La glorificación de Jesús ha sido para la humanidad una cuestión muy reñida y más
de las veces fue rechazada como una fábula porque a los hombres les hace falta
cualquier entendimiento espiritual para la meta final de cada ser, para la reunión
definitiva con Dios, para la unión mística con Él.
Pero Jesús dice: „El Padre y Yo somos Uno .... “ Puesto que en Él tuvo ya lugar la
unión, Su Alma fue formada de tal manera, que podría recibir a Dios en sí mismo y
como ya era receptor de Luz y de Fuerza de Dios, Él también podía enseñar toda la
Sabiduría y podía actuar a través de la Fuerza divina. Él era perfecto, como Su padre
en el Cielo era perfecto, y podía crear y formar igual que Él.
Su Esencia fue Amor, Sus Palabras eran Amor, y así Él podía actuar en virtud de
Su gran Amor hacia los hombres. Puesto que todo lo que es y lo que sucede lo lleva a
cabo solamente el Amor.
Su recorrido por la Tierra fue una serie infinita de hechos milagrosos, sin
suntuosidad ni brillo, sin ostentación, pero que Él terminó en la Luz esplendorosa en
esto de que Él se glorificó delante de los ojos de los suyos y se elevó hacia lo alto,
hacia la magnificencia eterna.
Amén

Bertha Dudde 1940

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